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Diario Co Latino
Opinión
Viernes
26 de junio de 2020 11
Editorial
Crisis sanitaria puede convertirse en crisis alimentaria
La Comisión Económica para
América Latina y el Caribe
(CEPAL) y la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura (FAO) han advertido,
en un reciente informe, que la
crisis provocada por la pandemia del
nuevo coronavirus (COVID-19) se
convertirá en una crisis alimenticia, la
cual indudablemente está íntimamente
relacionada con la pobreza.
De acuerdo con la CEPAL y la FAO,
la población en condiciones de pobreza
extrema en América Latina y el Caribe
podría llegar a 83.4 millones de personas
en 2020.
En la encuesta de Hogares de Propósitos
Múltiples (EHPM) del año 2018 se
establece que el 39.9 % de la población
vive en pobreza y el 7 % de esta en extrema
pobreza. Diez años antes a la fecha
citada, la pobreza en El Salvador
rondaba el 49 %; es decir, se había creado
un mecanismo para comenzar a disminuir
ese dato.
En los gobiernos anteriores al presente,
las políticas públicas que contribuyeron
a disminuir el 10 % de la pobreza y
pobreza extremas fueron los programas
sociales: paquetes escolares, alimentación
en las escuelas, un tiempo de comida
diaria y, a partir de este año, se iba a
iniciar entregando también el almuerzo.
En los municipios más pobres se entregan
$50 a los adultos mayores para
Presidente:
Nelson López
Director General:
Francisco Elías Valencia
Jefa de Información:
Gabriela Castellón Fajardo
Coordinadora de Prensa: Patricia Meza
Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671, 2271,0971 Fax: 2271-0822
128 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD
alimentación. También se les daba, en
estos mismos lugares, fondos a las madres
solteras para que mantuvieran a sus
hijos en las escuelas y llevarlos a las consultas
preventivas en las unidades de salud
o en los ecos familiares.
Pero, estos y otros programas sociales
se han reducido o se han eliminado.
Y, como advierte la CEPAL y la FAO,
si en América Latina incrementarán los
pobres en 83.4 millones, incluidos los
de El Salvador, el dato de la encuesta de
Hogares Múltiples se incrementará sig-
En los tres meses que hemos estado
en una cuarentena total, cerca de
200,000 empleos se ha suspendido, temporal
o de forma permanente. Esto sig-
bido
ni el salario mínimo ($300) durante
ese periodo y, aunque el Gobierno por
decreto Ejecutivo obligue a las empresas
a pagar esos tres meses cesantes, es
imposible que esto se cumpla; pues, si
las empresas no obtienen ingresos, difícilmente
van a cumplir esa ley. Muchos
de estos empleos no se recuperarán, por
lo menos en los próximos tres años.
El único que puede cumplir una ley
como esa es el Gobierno, pues, simplemente
acude a un empréstito y obtiene
los recursos necesarios para responder a
los salarios de los empleados públicos.
Que algunos sindicatos están haciendo
acciones para no laborar por temor
al coronavirus tiene sentido, pues sus salarios
no serán disminuidos ni atrasados,
mientras que esta no es la realidad del
sector privado.
Ahora bien, dado que la COVID-19
ya generó un fuerte impacto en miles de
hogares salvadoreños, y generará más,
recordemos que muchas empresas no
están laborando aún y esos trabajadores
no reciben salarios, y de parte del Gobierno
central solo una vez recibieron
un bono de $300 y una canasta familiar,
lo cual se acabó en los primeros dos meses
de cuarentena, esto provocó que se
pusieran de moda las banderas blancas,
en señal de que la gente tenía hambre,
necesitaba alimentos.
A lo anterior hay que agregar el im-
caída, en América Latina y el Caribe, del
Producto Interno Bruto (PIB), el cual
ha sido estimado en -5.3 %.
“En América Latina podemos tener
un retroceso histórico en la lucha contra
el hambre. Podemos perder lo que hemos
logrado en quince años en tan solo
un par de meses. Millones de personas
pueden caer en el hambre. Esa es la gravedad
del problema actual”, explicó el
representante Regional de la FAO, Julio
Berdegué.
“La gran tarea que tenemos por delante
es impedir que la crisis sanitaria
se transforme en una crisis alimentaria.
Para ello, proponemos complementar
el Ingreso Básico de Emergencia (IBE)
con la entrega de un Bono Contra el
Hambre (BCH)”, indicó Alicia Bárcena,
secretaria Ejecutiva de la CEPAL.
Estos datos deberían tener preocupados,
sino es que alarmados, a los gobiernos
de la región, al gobierno del presidente
Nayib Bukele, porque de trabajar
desde ya, para menguar la crisis de
la hambruna, con la participación de todos,
las reacciones de los sectores más
vulnerables por el hambre, lo harán sentir
de la forma menos inesperada también.
La FAO y la CEPAL tienen su propia
propuesta, a la que hay que ponerle
atención. Estas son: transferencias monetarias,
canastas o cupones alimenticios
a toda la población en situación de
pobreza por un periodo de seis meses.
El costo del bono, dice el estudio,
equivaldría al 0.45 % a toda la población
en pobreza extrema.
Los gobiernos de la región, por supuesto,
no pueden ni deben hacerlo solos;
tiene que incluir a la empresa privada,
a la academia, a la clase trabajadora,
a todos los sectores del país, en una
mesa de diálogo para salvar de la crisis
del hambre a la población más desprotegida,
que en los tres últimos meses se ha
incrementado por el coronavirus.