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EL PAÍS
QUE VIENE.
TERcERA PARTE:
IR dEl oRdEN EcoNóMIco
Al oRdEN NATURAl.
EL PORTAL DE LA ACADEMIA
SALVADOREÑA DE LA LEnGUA.
Por: Eduardo Badía Serra,
Director de la Academia Salvadoreña
de la Lengua.
El enunciado necesario en esta situación signada
por la pandemia, es el de una vez vencida esta, cosa
que desde luego no sólo es muy poco probable sino
-
estarán diseñando esta nueva etapa, reunidos en
mullidos gabinetes, iluminados ambientes y confortables
condiciones. Pronto, los economistas, los
grandes intereses geopolíticos y económicos del
mundo, nos darán la receta de esta “nueva normalidad”,
esto es, una nueva “receta de Rabí”. Quisiera
contar ese cuento, aunque sea muy brevemente:
El campesino, agobiado por las múltiples enfermedades
de sus ovejas, acude cada vez al Gran Rabino
en busca de consejo; el Rabino pone en práctica
tales y cuales remedios por él descubiertos, pero el
campesino, después de aplicarlos vuelve cada vez
más desconsolado, a lo cual el Rabino responde,
raudo, con una nueva receta, un nuevo remedio,
llega y le dice:
- Rabí, Rabí, cada día he venido ante Usted
para que me dé el remedio para curar mis ovejas,
pero cada día se me han muerto más. Y ayer, que he
venido a recoger su último consejo, lo he aplicado
y se me han muerto todas las que me quedaban.
¡Ahora ya no tengo más!
A lo que contesta el Gran Rabí:
- Hombre, ¡Qué lástima! ¡Y yo que había
descubierto muchos más remedios para darte!
siempre, bajo los intereses de siempre, anticipando
ya lo que será la “nueva normalidad”; porque
que recetan remedios. Lo que tenemos ya muy
poco son ovejas, y si persistimos en esa inexplicable
aporía de seguir escuchándoles, esas pocas se
terminarán y entonces nuestros Rabí no tendrán
donde aplicar más sus remedios.
Ejemplos sobran: En la década de 1961 a 1970, la
receta fue el desarrollo de la infraestructura y del
industrialismo como base para el despegue eco-
estratos de población: Desarrollismo económico o
Teoría de la Difusión, se le llamó al medicamento.
¿Qué ocurrió? La pobreza y la miseria aumentaron,
y las condiciones de vida no cambiaron, a grado
tal que los promotores del programa aceptaron
públicamente su fracaso a comienzos de la década
del ’70. En 1973, el entonces presidente del Banco
Mundial, Robert Mcnamara, lo reconoció expresamente,
y en 1975 saludó con el nuevo remedio
para corregir la situación: El desarrollo intensivo
de mano de obra sobre la base de las actividades
agrícolas con mucha participación local. A esto se
le llamó Programa de Autoayuda. Resultado: Fracaso
absoluto, la pobreza y la miseria siguieron en
aumento y las condiciones de vida de los grandes
estratos de población, en vez de mejorar, continuaron
empeorando, con el agravante de que ahora las
contradicciones sociales se agudizaron fuertemente.
Siguió el pastor de ovejas recurriendo al Rabí,
y este, desde su cómodo e iluminado gabinete, no
tuvo problema alguno para continuar diseñando
remedios en un interminable recetario que bien
hubiera asustado al mismo Galeno. Veamos, sólo
citando algunas de las nuevas recetas: El Estructuralismo
de la Cepal…….El Estatismo social……
El neoliberalismo…….
¿Qué sigue ahora? Dar un nuevo paso, ya lo he
puesto en las ideas: “¡Prioricemos al hombre sobre
las cosas! ¡Pongamos en orden los valores! ¡Pongamos
en orden las necesidades!”. ¿Una propuesta
utópica? “¡Esas propuestas que se dicen pragmáti-
lizables,
nos han llevado hasta donde estamos!”,
vadoreño.
Dejemos de escarbar en el cemento de
la perentoriedad y de la contingencia, dejemos de
retome su rumbo, que de todas maneras habrá de
hacerlo y entre más el hombre lo ignore, más dura
será su respuesta:
El hombre es espíritu, y el espíritu es el “Yo”; el
lo temporal y de lo eterno, de la libertad y de la
necesidad. El hombre es imperfecto mientras no
encuentre la síntesis de su “Yo”. La naturaleza es
lo único necesario que existe, recordando que lo
necesario es aquello que es como es y no puede ser
de otra manera. El hombre, en cambio, es contingencia
pura, es como es, pero puede haber sido de
otro modo, e incluso no haber sido. ¡Comprendamos
esto! Si no lo logramos comprender, no habrá
solución posible.
nuestro país se encuentra sumido en una crisis
permanente, ahora manifestada por la llegada de
una pandemia causada por un virus, a la que se
agrega una desagradable y bochornosa situación
de confrontación política. Salimos, teóricamente,
de una guerra, dentro de la cual sufrimos terremotos,
inundaciones, vendavales, ciclones, huracanes,
y no bien se hubo salido de ella, vino la nueva situación:
Un virus que desnuda nuestra pobre condición
y nos obliga, presas del miedo, a aislarnos
en el más penoso de los aislamientos físicos y sociales.
Hawking, Stephen Hawking, no cualquier
persona, ya había anunciado que la Tierra deberá
ser abandonada por el hombre antes que una nueva
y total guerra se desate como producto de algunas
mentes enfermas que saben gobernar a algunos
países, o como producto de la llegada de un nuevo
virus que no pudiera ser contenido. Hawking fue
premonitorio, como fue usual en él, se anticipó a
su tiempo, y le dijo al hombre que se preparara
tecnológicamente para desarrollar sistemas que lo
pudieran transportar a otros universos, a otras tierras
antes de que sucediera lo que adelantaba. Lo
dijo Hawking, y lo dijo con toda claridad, y con
toda seriedad. Yo pienso que estamos lejos de ello,
y hablo aquí de El Salvador. Creo que en este aquí
y ahora en que nos encontramos, lo que sigue es
dar ese nuevo paso que propongo. Una nueva ética,
una nueva revalorización de la ética, sobre la
base de dar un nuevo salto, del orden económico
al orden natural, y de este al socio-cultural, para lo
cual, la premisa mayor sería eso que he dicho, poner
en orden los valores y las prioridades, diseñar
esa “nueva normalidad”. ¿Quién habrá de hacerlo?
¡Aquí está el peligro! Si dejamos de nuevo que regresen
aquellos viejos Rabí con sus remedios de
recetario, surgidos en la opulencia de sus gabinetes,
la solución no llegará, y nosotros, pastores ya sin
ovejas, no podremos seguir enfrentando los mensajes
que nos ha estado enviando la naturaleza. Si
no queremos leer tales mensajes, dispongámonos a
“la naturaleza no tuerce nunca sus pasos”.
Creo que es hora de escuchar a los que saben, los
los sociólogos que conocen a sus sociedades y
las saben leer, psicólogos que orienten soluciones
para nuestra sanidad mental, ambientalistas que
pugnen por que la tierra se sostenga en el mejor
de sus estados naturales. Es la hora de las academias,
es la hora de las universidades, es la hora de
los colegios profesionales, es la hora, ¡cómo no!,
de las iglesias. Ellos deben hablar para diseñar los
nuevos planos estructurales de nuestros hombres,
sobre la base de la cultura y de la participación, de
la familia y de los roles, que son en ultimidad, los fines
del hombre. Luego habrán de llegar los medios,
esto es, la economía y la política. Eso sí, estos que
deben hablar ahora, deben hacerlo siguiendo aquello
que decía Marx en su 11 Tesis sobre Feuerbach: “Se
trata, no sólo de interpretar el mundo, sino más bien
de cambiarlo”.
Edición Especial | 18 de Julio de 2020 | 11