REVISTA SEPTIEMBRE

roja como un pequeño infierno. Abajo gritaban en la penumbra miles de voces
distintas insultando y escupiendo, orinando con la puerta del baño abierta
mientras en el bar galpón el cocinero usaba el aceite varias veces que
chorreaba de todos los platos. Ginsberg queda entre los altoparlantes, para
cantarte a los poetas dementes y parias que se robaban el plato de fideos
donde las cucarachas habían huido del aburrimiento . Mezclados entre los
encuentros literarios, debates perfomanticos,comilonas debajo de los pisos de
tierra, el suicidado que seguia discutiendo con el vendedor del arma si queria
tatuarse a Marx en su pene como epitafio, la diversidad gestaba un universo
plagado de contrastes , libros carisimos y fascines, trípticos, con fotocopias
volantes, asociaciones, grupos ilegales y de los otros, ferias con luces
sicodelicas, tablones de maderas rotas, vagar hasta que rueden cabezas o salir
a beber el café importado en dolares. Eran muchas las puertas donde
podíamos dar un golpe con los nudillos o estaban abiertas a 180 grados
podían llegar hasta el subsuelo o vivir en la superficie, traer al escritor que
como el café también venia importado o abrir la mesa y compartir a Girondo
o a Nietzsche mientras una botella caía desde el techo, neo-todo discusiones y
las musas- aplausos que son invisibles . Mientras nuestros cuadernos caían al
levantar los brazos. Preparamos los nudillos y atravesábamos las avenidas
parados en cada semáforo sin anunciarnos y entrabamos lentamente recién
comenzaba la noche. Afuera un músico vendía su guitarra para poder comer.