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Edicion 07 de septiembre 2020

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Diario Co Latino

Opinión

Lunes

7 de septiembre de 2020 11

Editorial

¿Una nueva “negociación” con las pandillas?

El periódico El Faro difundió, a

mediados de la semana pasada,

una investigación en la que establece

una negociación entre el Gobierno

del presidente Nayib Bukele y

los cabecillas de la Mara Salvatrucha,

la más grande estructura criminal de El

Salvador y de Centro América. Le sigue

el Barrio 18, ambas estructuras han dejado

mucho dolor y luto entre las familias

de sus miembros y en los territorios

que controlan.

El tema de las pandillas, si bien ha sido

estudiado desde el punto de vista sociológico

y psicológico, en un principio, hoy

se hace desde el punto de vista económico

y político. Este último aspecto es

el que más ha preocupado a algún sector

de la sociedad por los temores que el

país, en algún momento, sea gestionado

por los grupos criminales.

A pesar de que el combate a las pandillas

ha sido real, también ha sido real que,

ante la imposibilidad de reducir su fuerza

delictiva y de control en amplios sectores

populares, y sobre todo por la cantidad

de muertes y extorsiones, los últimos

cuatro gobiernos han buscado, de forma

secreta, un diálogo y hasta negociación

con estos grupos criminales.

También es necesario recordar que

mientras se daban esos acercamientos

Presidente:

Nelson López

Director General:

Francisco Elías Valencia

Jefa de Información:

Gabriela Castellón Fajardo

Coordinadora de Prensa: Patricia Meza

Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671, 2271,0971 Fax: 2271-0822

128 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD

con los grupos criminales para reducir los

homicidios, los distintos gobiernos promovían,

propagandísticamente, el combate

frontal contra las pandillas y así nacieron

programas como “Mano dura” o

“Súper mano dura”.

Como medio nunca hemos creído que

el “exterminio” de las maras o pandillas

sea la solución, y así lo hicimos ver en su

momento, sin embargo, esto no implica

que no se deba perseguir a los mareros

o pandilleros involucrados en crímenes

o extorsiones. El Gobierno debe impulsar

programas que permitan arrancarle

la base social a los pandilleros y esos

programas tienen que estar vinculados a

que los niños estén en la escuela, que reciban

todo lo necesario de parte del Estado,

para que estudien y tengan programas

que permitan que los padres y madres de

estos niños tengan oportunidades de trabajo.

Estos dos elementos sencillos, pero

complicados a su vez por la gran inversión

que supone, pueden servir para evitar

que familias enteras sigan aliadas de

los pandilleros y hagan crecer su fuerza

delictiva.

En el Gobierno de Mauricio Funes se

facilitó una tregua entre las pandillas, lo

que llevó a la reducción de los homicidios

durante, aproximadamente, dos años,

pero luego volvió el incremento de los

homicidios, desapariciones y extorsiones.

Todo diálogo con las fuerzas sociales

del país debería ser parte de quienes gobiernan,

pero esas acciones no deben ser

bajo la más estricta secretividad, es decir,

de espalda al pueblo.

Y eso es lo que se puede criticar en la

tregua que facilitó el Gobierno de Mauricio

Funes y, al parecer, eso es lo que podría

haber ocurrido en el actual Gobierno.

Es cierto que, en términos generales, la

mayor parte de la población no aprobaría

que un Gobierno entable diálogos con

los grupos de pandillas y maras, pero, si el

permitan que el Estado desarrolle políticas

públicas en las comunidades donde

el pueblo puede entenderlo y aceptarlo.

Un acercamiento con estas estructuras

no debe servir, por supuesto, para sa-

tido

político, ni mucho menos que reciban

prebendas económicas, más allá de

lo que la ley les permite.

Es importante -también- no manejar

un doble discurso, es decir, promover

“mano dura”, derribar puertas con almádenas

para demostrarlo, pero, tras las

paredes y a escondidas hacer reuniones

para “dialogar y negociar”.

El periódico El Faro, como escribimos

arriba, ha develado importante documentación

de inteligencia en centros

penales del país, que muestran constantes

visitas de las autoridades del gobierno

a los penales “acompañados de gente

encapuchada que no permitieron identi-

conocido que eran cabecillas del grupo

criminal”.

El periodismo investigativo tiene la

principal característica que todo lo que se

difunde está respaldado con documentos

y, en este caso, El Faro los presenta.

De esto deben sacarse algunas lecciones:

la primera, que nada puede hacerse

en la estricta secretividad, hasta las fuen-

formación

al periodista Bob Woodward

y Carl Bernstein, conocido como “Garganta

profunda”, en realidad se trataba

del agente del FBI, Mark Felt.

La segunda, que cuando se hace en secreto

despierta muchas sospechas, sobre

todo, que algo se tranza bajo la mesa.

Lo tercero, que, si se quieren hacer

bien las cosas, hay que hacerlo de cara al

pueblo, independientemente de los cos-

favor del pueblo.

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