14 Viernes 11 de septiembre de 2020OpiniónDiario Co LatinoEditorialPresidente:Nelson LópezDirector General:Francisco Elías Valencia Jefa de Información:Gabriela Castellón FajardoCoordinadora de Prensa: Patricia Meza Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671, 2271,0971 Fax: 2271-0822128 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDADP--- ----- ---- --- - - - -- ----- -- ---- - - ----- - - - - - -------
Diario Co LatinoOpiniónViernes11 de septiembre de 2020 15Luis Armando GonzálezLa situación de crisis suscitada por el coronavirus –que al parecer seguirá presente, aunque con menorvirulencia, a lo largo de 2020- ha puesto en uno delos primeros lugares del debate académico el asunto delo virtual y presencial en la educación. Y es que la crisisaludida forzó la entrada en vigor de estrategias formativasno presenciales, en prácticamente todos los niveles educativos;en ellas, se recurrió –por lo general de maneraimprovisada y abrupta- a los distintos recursos ofrecidospor Internet y la telefonía celular: desde las plataformasque permiten realizar videoconferencias grupales, pasandopor el correo electrónico y los mensajes en Messengery WhatsApp, hasta las llamadas telefónicas.Salvo los procesos educativos diseñados previamentepara ser impartidos virtualmente –y que continuaron,y aún continúan, con una lógica previamente establecida-,las actividades docentes que habían sido planeadas segúncriterios presenciales tuvieron que ser implementadas demanera no presencial. En la práctica, esto generó distintascomplicaciones no sólo en razón de la disponibilidadde los recursos tecnológicos (personales o institucionales),por parte de docentes –no todos, por supuesto— no preparadospara atender cursos, materias, seminarios, tallereso grupos de tesis de manera virtual. Aunado a ello, estaban(y siguen estando presentes) dos temas nada secundarios:primero, la pedagogía y la didáctica virtuales son distintasde las presenciales; y segundo, los contenidos (teóricosy metodológicos) presenciales no se trasiegan automáticamentehacia lo no presencial.char,se han tenido en distintos sistemas educativos alrededordel mundo— se fue generando un interesante debateacerca de lo virtual y lo presencial en la educación, deba-especialmente llamativa consiste en proponer que la educaciónvirtual ha llegado para reemplazar totalmente a laeducación presencial, a la que se le reprochan las más variadasfallas y debilidades. Quienes abanderan esta posición,además de ver en lo virtual-tecnológico algo extraordinariopara la educación, entienden que las pruebas deello se encuentran en la actual experiencia en la cual lo presencialfue suspendido drásticamente y las actividades educativasvirtuales pudieron ensayarse a plenitud. Hay quienespiensan que se trató de una novedad absoluta, como siantes de la actual situación no se hubiesen impulsado interesantesexperiencias formativas virtuales, en las cuales sibien ya se visualizaban sus virtudes –lo virtual tiene ciertamentevirtudes—, también se visualizaban sus limitacionesque no son únicamente técnicas o de procedimientos,sino que muchas veces involucran aspectos sustantivos.En el polo opuesto se sitúan quienes opinan que la educaciónpresencial es irremplazable, y que lo virtual no tiene(o no debe tener) un lugar importante en los procesos educativosque en verdad quieran ser tales. En favor de quienescreen esto está la ya milenaria tradición educativa quese remonta cuando menos a Sócrates y cuyos logros cul-naescasamente informada puede poner en duda. Es indiscutibleque un nervio de la educación, entendida como unproceso de asimilación crítica de nuevos conocimientos, esel diálogo, la dialéctica, el contraste de ideas y opiniones,en lo cual intervienen la razón y la pasión.Y el espacio privilegiado, durante cientos de años, paraese ejercicio es el espacio ocupado físicamente por los actoresprincipales del proceso educativo (maestros y alumnos):el aula o salón de clases, el auditorium o, como prefería Aristóteles,el jardín de su Liceo. Ciertamente, la educación presencial,dialógica, tiene un largo recorrido histórico, pero noes por eso que se la debe considerar valiosa, pues que algo seaantiguo no lo hace bueno o positivo y, obviamente, tampocolo nuevo o reciente es, solo por eso, positivo o bueno. Son loslogros los que cuentan; y la educación presencial tiene en supuestasde su supresión total por mecanismos, estrategias yprácticas educativas virtuales.Los logros de la educación presencial no deben ocultar suslimitaciones o sus posibilidades de mejora; no deben impedirdeterminar qué áreas de ella pueden ser asumidas y tratadas deuna mejor manera por mecanismos y estrategias virtuales. Noes cierto que no se tengan pistas sobre esto último: tanto lasexperiencias previas a la crisis sanitaria como las experienciassuscitadas durante la crisis ofrecen información relevante sobreáreas o ámbitos educativos en los cuales lo virtual puedeconvertirse en un soporte de primera importancia para lo presencial.Y por supuesto que también las experiencias apuntadasrevelan lo que no se puede pedir o esperar de lo virtual enmateria educativa. Ni se tiene que ser extremadamente fantasiosocon las posibilidades de lo virtual ni excesivamente pesimistao escéptico sobre sus potencialidades. Lo prudente essopesar, con honestidad y realistamente, los pros y contras.Por lo apuntado hasta ahora, es claro que la visión antitéticade lo virtual y lo presencial en educación nos enfrenta aun falso dilema. No se trata de elegir entre lo uno y lo otro –de abolir la educación presencial y poner en su lugar una educaciónvirtual; o de cerrar las puertas a lo llegada de modalidadeso prácticas virtuales en la educación—, sino de situarseen una postura intermedia, viendo a lo virtual como un buencomplemento de unos procesos educativos que no deben renunciara uno de sus nervios fundamentales: la dialéctica, eldiálogo, el contraste y lucha de ideas entre interlocutores queinteraccionan físicamente; el tensionamiento racional y pasionalque permite la muerte de ideas inservibles y el surgimientode ideas mejores, y que hasta ahora, después de 2,500 años,no encontrado mejor espacio para su desarrollo que ese espacioen el cual maestro y alumnos se las ven cara a cara. Y espartir de estas dinámicas que se han fraguado y se fraguan habilidadesy capacidades investigativas que, tanto en las cienciasnaturales como en las ciencias sociales, permiten explorarel mundo natural y social –es decir, plantearse problemas e indagarsobre los mecanismos que los explican— de modo fáctico,no virtual. Esas capacidades y habilidades, asimismo, requierenen gran medida, aunque no en exclusiva, actividadesprácticas en el aula y fuera de la misma –por ejemplo, en comunidades,museos, archivos, empresas, mercados, hospitaleso laboratorios— que son vitales para la formación de los estudiantesy para el cultivo de un saber que se problematiza sobrela realidad, y no sólo sobre abstracciones mentales matemáticao conceptuales.Esa vitalidad en el conocimiento debe ser –y tiene queser—potenciada por cualquier recurso, estrategia o práctica,que esté disponible o que sea accesible a los sistemas educativos,en sus distintos niveles. Aunque no sus capacidades másóptimas, la tecnología que permite acceder a recursos educativosvirtuales ha llegado a un país como el nuestro. Hay institucionesque están utilizando esos recursos para el desarrolloincluso de cerreras completas al nivel de maestría. Algunaslo han hecho de manera meditada, ponderando bien loscientetiempo y meticulosidad los contenidos y las metodologíasde enseñanza adecuadas para procesos educativos virtuales.Otras quizás no tanto, aunque esto debería ser objeto deun estudio detallado y profundo.Lo que aquí se quiere destacar es que, en El Salvador, setiene (o se va consiguiendo) una buena experiencia en estrategiaseducativas de carácter virtual que deberían ser tomadasen cuenta, en sus virtudes y en sus limitaciones, a la horade realizar los ensambles entre los virtual y lo presencial, sinperder de vista que uno de los propósitos irrenunciables dela educación en todos sus niveles, pero especialmente a nivelsuperior, es formar personas con una concepción biensocial y natural, lo mismo que con las capacidades y habilidadespara explorar-investigar las dinámicas que hacen quelas cosas naturales y sociales se comporten de la forma enque lo hacen. La pregunta es cómo (de qué manera) determinadasestrategias formativas virtuales pueden contribuir auna educación integral y de calidad. Y, complementado conello, la otra pregunta es cómo lo virtual puede ayudar a corregir,mejorar o potenciar lo que se hace en las estrategiaseducativas presenciales. De alguna manera, fue la preguntaque se hicieron los investigadores del CERN, a cuya cabezaestaba el físico Tim Berners-Lee, cuando decidieron crearla WEB: se trataba facilitar, entre los físicos, el intercambiode ideas, artículos, documentos, resultados de experimentosmediante una red ágil de comunicación e intercambio de in-la WEB para distintas actividades educativas y de investigaciónson indiscutibles. El reto es hacer, en cada país y sistemaeducativo particulares, el mejor ensamble entre los recursosvirtuales disponibles (o que se puedan diseñar) en internet(que es algo más amplio que la WEB) y las estrategiaseducativas presenciales de forma tal que, en lugar de la anulacióno exclusión de uno de las dos instancias, se logre unaintegración provechosa entre ambas.Como en el presente, y visto desde El Salvador, es lo pre-implementando, a partir de aquello que requiera mejora, oincluso supresión, en ese ámbito. Pero no a tientas ni a ciegas,o usando criterios de rentabilidad o de ahorro, sino teniendoen mente el objetivo de lograr una educación inte-lo contrario, es decir, si fuera lo virtual lo predominante eneducación, lo recomendable sería buscar en lo presencial recursosde apoyo, corrección o mejora. Pero no es el caso. Asíque es lo virtual lo que debe contribuir a mejorar la educaciónpresencial. En cada nivel educativo deben hacerse losanálisis y estudios que indiquen los modos en los que se apo-ser potable y viable en educación superior (en algunas carreras,materias, seminarios, trabajos de investigación o debatesejemplo, en educación básica. Lo contrario también es cierto:lo viable y potable en educación básica (o en bachillerato)puede no serlo en educación superior.articulación potenciadora de los virtual en lo presencial, y noun reemplazo total de lo presencial por lo virtual o un blindajede lo presencial ante lo virtual. Hay quienes están trabajando,con seriedad y profesionalismo, en lograr esa articulaciónpotenciadora. Hacen gala de sentido común, criterioracional y equilibrio en el juicio. Los hay también quienesestán atrapados en las garras de la desmesura en su apreciaciónde lo virtual, y que están dispuestos a hacer todo lo queesté a su alcance por hacer que la educación presencial dejede existir. Si llegaran a salirse con la suya –nunca se sabe—lo más probable es que la formación integral de las perso- --cias,las experiencias, los tensionamientos y los desafíos queofrecen las interacciones sociales efectivas, dentro y fueradel aula, y los problemas reales naturales y sociales. Sin esasvivencias, experiencias, tensionamientos y desafíos (no virtuales,sino reales porque tienen su raíz en las interaccionesque las personas tienen con la realidad natural y social) nohay educación propiamente dicha, sino un remedo “virtual”de la misma.