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Edicion 13 de octubre 2020

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MEMORIA HISTÓRICA

14 Martes 13 de octubre de 2020 Diario Co Latino

41 aniversario del Golpe de

Estado de la Juventud Militar

15 de octubre de 1979-2020.

Capitán Francisco Mena Sandoval

A

41 años del Golpe de

Estado de la Juventud

Militar del 15 de octubre

de 1979, la Memoria Histórica

me pone los muertos en mi

cabeza, al mismo momento en

que los colectivos de víctimas

sufren hasta hoy la impunidad

de un sistema que no ha querido

trabajar en la búsqueda de la

verdad, exigiendo las responsabilidades

a quienes abusaron del

poder para alcanzar la justicia

que es la única que nos llevará

en El Salvador a una verdadera

paz y por ello a la tan ansiada y

necesaria Reconciliación.

tes

y peligrosas señales que, dentro

de nuestras instituciones,

tanto la Fuerza Armada como la

Policía Nacional Civil, por el accionar

de sus máximos dirigentes

-el señor ministro de Defensa,

René Francis Merino Monroy

y el señor director de la

PNC, Mauricio Antonio Arriaza

Chicas- se está produciendo una

peligrosa deriva hacia comportamientos

del pasado. Con su

actuación, más como militantes

de un partido político que como

los máximos dirigentes de unas

instituciones que deben ser garantes

del ejercicio democrático

en el país, se olvidan de la historia

reciente en la que a los militares

y miembros de los Cuerpos

de Seguridad se nos ocupó

como si fuéramos militantes

del Partido de Conciliación Nacional

(PCN) y en nombre de la

Democracia fuimos parte de la

creación en nuestro país de un

caos político, económico y social

que nos llevó a una sangrienta

guerra que nos ha dejado resultados

difíciles de superar. Hoy bajo

el poder de ambos dirigentes, estamos

regresando a ese pasado tenebroso,

se está violando el Estado

de Derecho y se están poniendo

en riesgo los avances de ese difícil

proceso democrático realizado

en estos últimos veinticinco años.

En la vida de nuestras Instituciones

del Estado, principalmente

la Fuerza Armada y la PNC puedo

valorar categóricamente, por

conocer personalmente el interior

de estas y por tener buenos amigos

entre sus integrantes, que no todos

sus miembros militares y policías,

rárquicos,

estén de acuerdo con el

comportamiento de sus jefes. Hay

ñores

ministro de Defensa y director

de la PNC. No hemos terminado

de dilucidar las responsabilidades

de muchos integrantes de estas

instituciones que en el pasado,

al servicio de políticas corruptas

y asesinas, sembraron el dolor del

pueblo salvadoreño mediante las

capturas, torturas, desaparecimientos

y asesinatos de miles de ciudadanas

y ciudadanos entre los que

no hay que olvidar a los sacerdotes

jesuitas y a monseñor Romero.

En el reciente juicio llevado a

cabo en España ha quedado probada

la responsabilidad del alto

mando en el asesinato de los sacerdotes

Jesuitas y sus dos trabajadoras,

aunque por el momento solamente

el coronel Inocente Orlando

Montano ha sido condenado.

Ahora falta llegar más allá, recordando

que los efectos de las órdenes

cumplidas recaen en los superiores

que dieron esas órdenes.

La Masacre del Mozote, declarada

por la Corte Interamericana

de Derechos Humanos como crímenes

de Lesa Humanidad y reconocida

en el mundo entero como

una de las más grandes masacres

acaecidas en la historia, quieren

defenderla hoy todavía negando

la información al juez. Pero estos

hechos terribles no se pueden,

ni se deben, ocultar ante la justicia.

La Memoria Histórica, imprescindible

para construir una cultura

de paz duradera, nos lleva a estas

muertes y las victimas esperan

-y exigen- verdad, justicia y reparación.

El dolor de las victimas está muy

presente en la celebración de este

41 aniversario del golpe de estado

protagonizado por nuestro movimiento

de la Juventud Militar, que

apoyaron tanto los sacerdotes jesuitas

asesinados como monseñor

Romero, como la última oportunidad

en el esfuerzo de detener la

guerra, terminando con la dictadura

militar para abrir el camino a la

libertad política.

Muchos de los que nos apoyaron

en ese 15 de octubre de 1979

están muertos, asesinados por una

unidad del Batallón Atlacatl, entrenado

en los Estados Unidos.

Hay que recordar que, en el período

comprendido entre octubre

de 1979 a septiembre de 1981,

la Comisión de Derechos Humanos

de El Salvador (CDHES), informó

que un total de 32,000 civiles

fueron asesinados por fuerzas

gubernamentales o por escuadrones

de la muerte vinculados al

Ejército. Ya no eran solamente los

cuerpos de seguridad, la situación

en defensa de intereses ajenos nos

había contaminado profundamente

en el enfrentamiento contra el

pueblo. No me lo contaron, lo

viví personalmente dentro de la

Institución.

En un pasado, no tan lejano,

los partidos políticos gobernantes

utilizaban descaradamente a

la Fuerza Armada para defender

sus propios intereses que nada

tienen que ver con el papel que

nuestra Constitución Política le

adjudica a la institución castrense

y que los Acuerdos de Paz le

determinan más claramente.

En el año 1972, cuando el

Partido de Conciliación Nacional

(PCN), al verse ante la posibilidad

de derrota en las elecciones,

utilizaron a la Fuerza Armada

para hacer campaña electoral,

aun siendo una institución apolítica

por ordenamiento constitucional.

En ese año de 1972, siendo

sub teniente de la Tercera Brigada

de Infantería en San Miguel,

en los meses anteriores al

día de las elecciones, me ordenaron

hacer campaña electoral en

el municipio de Sesori. A otros

otros municipios. Sin embargo,

aún con este esfuerzo inconstitucional,

el PCN perdió las elecciones.

El pueblo votó en ma-

Nacional Opositora (UNO) y

ante esa derrota, esa misma no-

nos ordenó cambiar el resultado

electoral. Por supuesto la razón

esgrimida para perpetrar ese

fraude fue la defensa de la “democracia”

y la defensa de la patria.

Bajo esos argumentos violentamos

la decisión electoral de

la mayoría de nuestro pueblo.

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