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Zona E - 17-10-2020

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PALABRAS,<br />

SILENCIO Y DISCURSO<br />

Por: DRA. LUCIVEL ÁVILA<br />

Especialista en Comunicación Social, Empresarial<br />

y Políticalucivel.avila@gmail.com / @slucivelavila<br />

zonaeste@listindiario.com.do<br />

Cómo funciona<br />

nuestro lenguaje<br />

gestual y de qué modo<br />

podemos utilizarlo<br />

En el mundo animal no tienen cabida las<br />

palabras, pero sí los sonidos, aunque estos<br />

forman parte de una minoría dentro<br />

del contexto global que sería el lenguaje<br />

expresivo. En la selva, son los olores, formas, texturas<br />

e imágenes los que se encargan de sustituir a las palabras.<br />

En la selva de asfalto sucede algo parecido y el<br />

lenguaje verbal no es más que una forma de expresión.<br />

Existe una forma de comunicación que es, más o menos,<br />

universal. En general, todo el mundo puede entender<br />

una sonrisa, una mueca de dolor o una expresión<br />

de temor en los ojos de la otra persona. Un niño<br />

que no domine el lenguaje entenderá perfectamente<br />

que, si le miramos con una sonrisa y actitud armónica,<br />

le estamos intentando decir que no pasa nada, somos<br />

amigos suyos y no deseamos hacerle daño. Por supuesto,<br />

también sabrá entender que nuestra seriedad<br />

y la mueca de las cejas, casi uniéndose en el entrecejo,<br />

reflejan el mal humor. Todo ello sin ni siquiera pronunciar<br />

una palabra. A medida que vamos creciendo,<br />

descubrimos cómo son los demás por lo que dicen y<br />

hacen, pero la gran escuela de la vida nos enseña, en<br />

primer lugar, el lenguaje de los gestos. Cuando no tenemos<br />

nociones idiomáticas, lo visual es mucho más fácil<br />

de comprender que una frase. De hecho, desde muy<br />

pequeños, entendemos el tono y la cadencia de la voz,<br />

pero no el significado de las palabras. A corta edad,<br />

el verbo puede interpretarse y matizarse gracias a la<br />

gestualización que lo acompaña. Son las expresiones<br />

faciales, especialmente las de los ojos y labios, las que<br />

nos dan más información. Curiosamente, el paso de<br />

los años produce, de forma casi irremediable, que perdamos<br />

buena parte de la noción del lenguaje gestual.<br />

A medida que sabemos hablar y dominamos un idioma,<br />

seguimos, de igual modo, haciendo caso a los gestos,<br />

pero pasan a un segundo plano. El verbo es el que<br />

domina las situaciones. Sin embargo, este engaña, o al<br />

menos puede hacerlo. A medida que crecemos, estudiamos<br />

y aprendemos a dominar y emplear correctamente<br />

el lenguaje oral, pero nadie, sólo la intuición, nos dice<br />

cómo funciona nuestro lenguaje gestual y de qué manera<br />

podemos utilizarlo. Seducimos con una mirada y,<br />

tal vez, una sonrisa a modo de invitación. Por ejemplo,<br />

a veces, con toda nuestra ilusión, adquirimos un regalo<br />

y, en el momento de entregarlo, lo que esperamos no es<br />

ver que dirá aquella persona, sino la cara que pone al<br />

dárselo. Es como si, de manera consciente, supiéramos<br />

que el rostro difícilmente nos engaña, pero las palabras<br />

sí pueden hacerlo. Cuando nuestro obsequio no es bien<br />

recibido, vemos un rasgo de contrariedad en la cara de<br />

la otra persona que, para no ofendernos, se esfuerza en<br />

ocultar y, casi tartamudeando, busca las palabras que<br />

contradigan aquello que ya sabemos: no le ha gustado<br />

el regalo. Es vital acercarnos al otro lenguaje, aquel que<br />

comunica, más claramente que el oral, lo que pensamos,<br />

deseamos, sentimos y creemos en realidad, es decir,<br />

nos muestra todo aquello que no siempre sabemos<br />

comunicar. Cada persona tiene una naturaleza que se<br />

forja con el paso de los años, de la educación que reciben<br />

y la sociedad en la que viven. Con todo ello se forma<br />

un carácter, una manera de ser, pensar y comportarse.<br />

Esta identidad es la que se manifiesta cada día mientras<br />

hablamos, pero, también, cuando no pronunciamos<br />

palabra alguna. Nuestra naturaleza es visible al andar,<br />

sentarnos, esperar para entrar en una reunión, cuando<br />

leemos y, por supuesto, cuando dormimos. Sólo es necesario<br />

prestar un poco de atención para descubrir mejor<br />

cómo son los que nos rodean, incluso cuando no los conocemos.<br />

En el reino animal, el elefante coloca sus orejas<br />

abiertamente para que veamos que está enfadado. Por su<br />

parte, los felinos las retiran y erizan el pelo de sus lomos.<br />

Nosotros, los humanos, también disponemos de nuestros<br />

gestos y un enfado puede manifestarse frunciendo el ceño,<br />

cruzando los brazos o mediante una expresión a través<br />

de los labios. La sumisión es otro gesto bastante claro y<br />

fácil de interpretar en la naturaleza. Un animal sumiso<br />

se desprotege y, cuando confía en otro, simplemente se<br />

tumba de espaldas mostrando su vulnerabilidad, sus órganos<br />

sexuales y todo su vientre. Aunque, cuando se trata<br />

de cuestiones jerárquicas, muchas veces todo consiste<br />

en algo tan simple como mostrar el respeto bajando la<br />

cabeza o apartando la mirada. En el ser humano, las<br />

cosas no son tan diferentes. Cuando estamos tumbados,<br />

nos protegemos de lo incierto adoptando una posición fetal.<br />

En cambio, cuando estamos tranquilos y confiados,<br />

dormimos boca arriba, con piernas y brazos separados.<br />

En el caso de estar sentados, usamos el cruce de piernas<br />

como elementos reductores de nuestra zona personal y<br />

como protección. Por el contrario, en momentos agradables<br />

y plácidos, separamos las piernas al sentarnos y<br />

gesticulamos abiertamente, mostrando las palmas de las<br />

manos a nuestro interlocutor, como clara alusión de que<br />

no tenemos nada que esconder. En definitiva, el lenguaje<br />

gestual es la mejor herramienta, más que la verbal, para<br />

detallar situaciones e intenciones. No se trata de adivinar<br />

qué piensa o desea la otra persona a través de un gesto<br />

postura. El objetivo es descubrir qué nos está diciendo en<br />

verdad cuando silencia sus palabras y si aquello que pronuncia<br />

es lo que realmente siente, piensa o cree.<br />

40 <strong>Zona</strong>E Octubre <strong>2020</strong>

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