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Edicion 11 de diciembre 2020

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14 Viernes 11 de diciembre de 2020

Opinión

Diario Co Latino

El poder de la ‘Ley de Murphy’

Luis Armando González

La “Ley de Murphy” es célebre por lo recurrente

de su cumplimiento en las situaciones

más diversas. O sea, es una “Ley”

para la que, por sobre los argumentos, abundan

los ejemplos en su favor. En una de sus formulaciones,

la mencionada ley dice que “si algo malo

puede pasar, pasará”. En otra formulación: “que

lo que está en camino de ir mal, terminará mal”.

Usualmente, no toma en cuenta el, o no se le da

en ella; y es el tiempo el que marca la pauta en

los procesos o acontecimientos que se encaminan

hacia el desastre, el deterioro o el fracaso.

Sin duda, hay sucesos de corta duración que

desembocan en desastres estrepitosos, pero hay

otros -y son muchos- en los cuales el desastre

es resultado de una acumulación, dilatada en el

tiempo, de un deterioro (fallas, errores, desgaste)

de pequeñas dimensiones que, con el correr de

los años o las décadas, desemboca en un descalabro

de enormes proporciones.

Lo que la “Ley de Murphy” nos viene a decir

es que cuando cosas malas van sucediendo lo

más seguro es que les sigan otras cosas malas y

siones

equivocadas, errores, deterioro, y semejantes.

Se trata de una formulación no solo persuasiva,

sino poderosa para comprender, por ejemplo,

dos

a un cierto punto, reparar un daño o recuperar

una relación amorosa o de amistad que se ha

deteriorado.

Sospecho que la fuerza de la “Ley de Murphy”

gundo

principio de la termodinámica que dice

medida del desorden) aumenta con el tiempo. O

sea, que con el paso del tiempo el desorden (el de-

que las cosas sigan su curso. Roger Penrose lo formula

de esta forma:

“La Segunda Ley de la termodinámica no es

simplemente que cierta magnitud conocida como

dida

del desorden, o ‘aleatoriedad’, del sistema- es

mayor (o al menos no menor) en instantes posteriores

que lo era en instantes anteriores... Lo que

la Segunda Ley establece realmente, hablando en

términos generales, es que las cosas se hacen cada

situación particular y luego dejamos que evolucione

hacia el futuro de acuerdo con la dinámica,

el sistema evolucionará a un estado de apariencia

más aleatoria a medida que pasa el tiempo. Hablando

en sentido estricto... es abrumadoramente

probable que evolucione hacia tal estado más

aleatorio. En la práctica cabe esperar... que las cosas

se hagan cada vez más y más aleatorias con

el paso del tiempo, aunque esto representa simplemente

una aplastante probabilidad, y no una

absoluta certeza” (R. Penrose, Ciclos del tiempo.

Barcelona, Debate, 2014, pp. 10-12).

El desorden acecha por doquier. El orden

cuesta: requiere, por ejemplo, que las entidades

-

to.

El envejecimiento y la muerte nos recuerdan

lo inexorable de la segunda ley de la termodinámica.

De este conocimiento se extraen lecciones útiles

para la vida práctica, entre ellas que desordenar

es más fácil que ordenar (por ejemplo, los libros

en un estante se desordenan de la manera más fá-

también que destruir es más fácil que construir

(por ejemplo, construir una vivienda requiere un

ingente esfuerzo; destruirla, mucho menos). Y ni

el desorden ni la destrucción requieren de la intervención

humana: dejados los libros o una vivienda,

sin presencia humana, durante un tiempo su-

la intervención humana puede acelerar esos procesos

de deterioro, y también lograr algún tipo de

reversión o corrección del mismo.

hace más clara: lo que está en camino de ir hacia el

desorden (deterioro), seguirá en ese camino y terminará

en el desorden (deterioro). ¿Es esto inexorable

o se puede detener o revertir esta tendencia

mejor esto último sólo sea posible cuando el desorden

o el deterioro comienzan a fraguarse o a

mostrar sus destellos iniciales. Si el tiempo pasa y

imposible cualquier reversión o corrección. Para

entender mejor esto se hace necesario una refe-

término, el poder de la “Ley de Murphy”.

Y es que el asunto del deterioro progresivo de

medida que el tiempo pasa y los “males” se acumulan,

se puede ver a la luz de los costos en juego.

Cuando las cosas comienzan a ir mal es poco

costoso (se requiere un menor esfuerzo o me-

ción

no se hace y a esa falla sigue otra y otra, a

partir de un determinado momento corregir las

cosas será abrumadoramente costoso... y lo será

menos sumar una falla más a las que se ya se tienen.

La “Ley de Murphy” terminará imponiendo

sus fueros. O sea, y aunque parezca tirado

de los pelos, pareciera que, en las más variadas

situaciones, llegados a cierto punto de deterioro

resulta menos costoso seguir en el deterioro

(por decisiones que se toman, por desgaste socio-natural,

etc.) que intentar reparar lo dañado

o que se ha erosionado. No es que sea imposible

en términos absolutos, pero los costos

-

tenciones

e intervienen para que sea “abrumadoramente

probable” que el deterioro, el desgaste

y las fallas (la “aleatoriedad”) continúen.

No hay que ser muy sutiles para encontrar

ejemplos de lo anterior, para el caso, en

las relaciones amorosas, de amistad o familiares

que se deterioran a una forma casi irrever-

la desatención, etc.) comienza, resulta ser poco

costoso contenerlo, pero no es infrecuente que

esa contención no se haga... y el deterioro continúa

hasta que, llegados a un punto, dar marcha

atrás resulta ser de tales costos que lo menos

costoso es continuar en la ruta del deterioro.

Aplica también a decisiones empresariales,

a las decisiones de gobierno, a las instituciones

y a las relaciones sociales. Las malas decisiones,

el deterioro y la erosión se pueden acumular

en el tiempo, abarcando décadas (o periodos

más largos de tiempo), de tal suerte que lo

menos costoso sea continuar acumulando deterioro,

errores y erosión.

o sociales), sino una manera de explicar por

qué son tan frecuentes, es decir, por qué “lo

que está en camino de ir mal, terminará mal”.

Se puede, al menos, intentar evitar que las cosas

terminen mal haciendo las correcciones

erosión) que se detecten. El sentido común y

ser) de gran ayuda para esos diagnósticos básicos.

Y, ante fallas acumuladas con costos ele-

con decisión, siempre y cuando ello sea decisivo

para el bienestar de los seres humanos (lo

cual debe ser respaldado, ante todo, con estu-

de las naciones particulares. La “Ley de Mur-

los acontecimientos personales, sociales, eco-

derosa,

aderezada con algo de termodinámica

bios

de marcha no suelen ser lo más frecuente.

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