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Edicion 12 de diciembre 2020

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BESOS,

TAPABOCAS

Y NUEVAS

RELACIONES

SOCIALES POR

COVID 19

El tapaboca es un accesorio que ha cambiado nuestro modelo tradicional de

encuentro social, no obstante disminuye la expresión facial de labios, boca,

sonrisa, énfasis bucofacial, visibilidad de la lengua, signos mínimos de aprobación

selección natural entre la especie hominidae.

La expresión facial implica el rostro, boca, labios, mejías, ojos etc., pierde fuerza

con el tapaboca (mascarilla, nasobuco) su uso generalizado es un límite que oculta

ciones

implica también ritos sociales funerarios, festivos, deportivos etc. Aunque

para evitar esa ausencia de expresión en algunas naciones se promueven mascarillas

transparentes, no se trata de una vanidad de primer mundo, sino la falencia de

exactitud en el énfasis de la palabra y el momento emotivo.

Es importante esta condición del tapaboca para la prevención

del COVID 19, otras naciones regalan

el accesorio, el resultado fue es positivo.

La pandemia implementa otra barrera cultural,

la forma reproductiva, si el inicial

beso es una caricia inofensiva en la mejilla,

los juegos orales de ósculos son considerados

por antropólogos como parte de

tercambio

de secreciones de saliva, las bacterias

y el código genético llega a interpretar-

en estos tiempos la pasión juvenil (adultos, ancianos)

de besos babeantes quizás implique un nuevo límite a la

por su acción letal, la intimidad de los besos apasionados quizás se considere un

delito, en consecuencia los humanos dejaremos de reproducirnos poco a poco,

probablemente los besos y el documento de inmunidad se convierta en el nuevo

signo de segregación social. Es posible que al eliminar los besos se norme otra

conducta, ya no como signo de amistad sino de potencial contagio, es deprimente

sarampión, poliomielitis, hepatitis, viruela etc., algunos necesitan vacunas con refuerzos

anuales, así surge el pensamiento a largo plazo de los besos, intercambio

de secreciones, cuidado de los niños y niñas etc.

Los cambios culturales de COVID 19 implementarán una nueva forma de comunicación

social y en el sistema capitalista probablemente será la tecnología que

sustituirá estas antiguas formas de relaciones sociales, incluso el tabú sexual de

los niños de probeta, óvulos congelados, selección generacional por catálogos de

esperma, nos transformará en otra humanidad, tal vez la buena noticia sea que al

menos en esta generación seguiremos a la antigua, besos y abrazos a discreción

de la pandemia… aceptamos la pandemia pero no debe paralizar nuestra acción

social o política, al menos por este momento.

amazon.com/author/csarcaralv

Por: Álvaro Darío Lara

CIELITO LINDO

Mi abuelo materno se llamaba Andrés Chávez Zepeda (1892-1976), mecáni-

costado del ahora mercado ex cuartel de San Salvador, donde –seguramente- el

pequeño Andrés aprendió a domeñar los metales.

Hacia la segunda década del siglo XX, el abuelo raptó a una hermosa y distinguida

adolescente, María Hortensia López Villeda, quien a juicio de parientes de la época:

“era una lámina”, esto por su belleza. Se casaron en la iglesia del Calvario de

la capital, formando una numerosa familia. Para mi abuela, este amor supuso un

gran dolor, puesto que su padre, don Alberto, jamás volvió a dirigirle la palabra.

Lamentablemente, la unión de mis abuelos no duró mucho tiempo. Su separación,

mantiene un carácter y un ánimo envidiable.

El joven Andrés trabajó en la pavimentación de San Salvador, ganando buenas

bambas, que por desgracia, malgastaba -en ocasiones- en el endemoniado licor.

También laboró durante larguísimos años en la compañía de ferrocarriles, la famosa

IRCA (International Railways of Central América). Hasta allí, lo íbamos a

esperar con mi madre, cuando, ya anciano, salía del trabajo.

Sonaba la sirena, y al pie del portón, nuestras miradas lo buscaban en medio de

Luego, nos dirigíamos a su casa, situada frente a la antigua Iglesia de Concepción,

donde mi abuelo oía misa. Desde niño me maravillaron las imágenes que

ornamentaban la alta y cóncava bóveda del templo, vívidas representaciones de la

Gran lector de periódicos, libros y revistas. Gozaba con la revista LIFE, que en español,

mi padre le prestaba. Mi madre me contaba cómo gustaba de leer el antiguo

Diario Latino, cuando éste venía en un gran formato. Cómo lo doblaba con sumo

cuidado, y cómo se molestaba si alguien lo ajaba o ensuciaba.

“Cielito Lindo”, la dulce y sentida melodía mexicana, compuesta en 1882 -según

el celo azteca- por Quirino Mendoza y Cortés, como un homenaje de amor a su

esposa, una serrana que tenía un lunar contiguo a la boca.

Algunos hablan de canciones populares españolas que inspiraron -muy decididamente-

la creación. No lo sé. Lo que sí tengo claro, es que el abuelito la tarareaba

y silbaba con emoción.

Él, tan bromista, en el recuerdo. Él, que vio todo un siglo de luces y sombras

Gritando con sus hijas ¡Viva Romero!, en las gestas democráticas y heroicas de

mediados de los años 40 de la centuria pasada.

A él, entonces, estos versos, que nos deben obligar siempre a la esperanza, aunque

los nubarrones del pesimismo pretendan, a veces, anidar en nuestros pechos:

“Ay, ay, ay, ay, canta y no llores/ Porque cantando se alegran/Cielito lindo, los

corazones”.

Edición Especial | 12 de Diciembre de 2020 | 07

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