la revista - Natural Life

al hacerse cargo de este espacio, encaró un
ambicioso proyecto para ambientarlo al estilo
de principios del siglo XX. En los remates, de
los cuales se confiesa “un apasionado”, consiguió
las mesas y sillas con las cuales armó un
salón del tipo café concert, ya que el mismo
no se prestaba para montar una sala teatral
tradicional. “Conseguí y tengo como recuerdo
de las antiguas estructuras artísticas, las
sillas del Teatro Circular”, revela.
Inalterable
La madera domina el ambiente, que conserva
la estructura original de la antigua Farmacia
Solís, cuyo nombre quedó impregnado
en la identidad del teatro. Cuando Osvaldo
Reyno tomó a su cargo su puesta en valor,
“todo esto estaba vacío”, aclara. “Yo fui quien
colocó y ordenó los frascos, libros antiguos
y fotografías” que conforman la decoración.
En un espacio que el actor añadió a la antigua
farmacia, además, dispuso añejos pizarrones
adquiridos en un remate. También armó un
pequeño pero acogedor escenario. Todo el
proceso demandó dos años de intenso trabajo.
El concepto de la decoración evoca los salones
de dudosa moralidad de los años veinte,
que “en aquella época eran un centro de atención
importante en la ciudad”, afirma Reyno.
Las fotografías originales que lo enmarcan
muestran a aquellas mujeres “de particular
belleza” que daban vida a este tipo de lugares,
creando una atmósfera de tango que hoy
se respira en cada puesta en escena.
El estilo arquitectónico de la Vieja Farmacia
Solís responde a los cánones del tiempo
en que los inmigrantes europeos montaban
sus negocios con vivienda incorporada en el
sector trasero de los locales. “Es un poco lo
que se apreciaba en los bares de españoles
o italianos, que atendían en el frente y vivían
detrás”. El art nouveau del edificio se combina
con postigones provenientes de antiguos
conventillos, pisos de pinotea y puertas de
hierro restauradas.
El teatro que allí dirige Osvaldo Reyno, comenzó
a funcionar hace tres años, cuando
pocos entendían el proyecto: un emprendimiento
lejos del Centro, que es donde se
concentra la mayor parte de la propuesta
escénica. “Es una zona de fábricas, extraña
para la instalación de un teatro. Pero a la gente
le gustó la idea de salir de la estructura
tradicional y lo toma como un paseo”, explica
el actor. Además, “el lugar atrapa, el público
En cartel
La oferta teatral de la Vieja Farmacia Solís se renueva
en función de la respuesta del público, que ha recibido
con entusiasmo las obras que están y permanecen en
cartelera.
Los Guapos, de Julio César Castro (Juceca), en la
versión teatral de Patricia Yosi y Enrique Vidal, con la
dirección de Yosi, se representa los viernes y sábados
desde las 21. Es el clásico popularizado por su autor en
la radio, junto a Horacio Buscaglia. El tango y el humor
se conjugan en esta historia de taitas y malevos, que no
lo son tanto como parecen: sueñan, sufren y demuestran
ternura. “En la obra nos tomamos el pelo a nosotros
mismos, riéndonos de aquellos guapos, en una crítica
al machismo”, contó Osvaldo Reyno, quien integra el
elenco junto a Enrique Vidal, Laura González y Daniel
Petruchelli.
Fontanarrosa de boliche, del propio autor argentino, se
ha puesto en escena bajo la dirección de Eduardo Cervieri.
Se puede ver los sábados a las 23.30 y domingos
a las 19. Entre la música en vivo de piano y bandoneón,
en un centenario boliche, el público se siente integrado
a la ficción: mientras degusta una picada y una copa,
la dueña del lugar presenta los números artísticos que
se suceden, combinando tango y poesía lunfarda, y los
mozos-actores relatan sus vivencias y desventuras a los
ocasionales clientes-espectadores.
cultura
saca fotografías, y se genera un clima muy
agradable antes del comienzo de cada espectáculo,
porque la gente se conecta con
la historia, observa los libros antiguos y fotos
que exponemos”, añade.
Identidad tanguera
La programación de la Vieja Farmacia Solís se
concentra en los autores uruguayos, que son
los que mejor armonizan con la estética de
este original espacio. “Se recrea el clima de
hace 40 o 50 años, desde la melancolía y el
desengaño, que están en la base del tango”,
señala Reyno. Así, conviven en la sala obras
de Juceca y Fontanarrosa, “que era argentino,
pero pareciera haber nacido aquí, porque
toca temas sentimentales que van de la mujer
al tango, pasando por el fútbol”.
Las cerca de 100 localidades que conforman
la capacidad del teatro, se agotan cada fin
de semana, entre un público ávido por vivir
la experiencia de ver un espectáculo emotivo
o humorístico, matizado por una botella de
buen vino y una picada que comparten los
integrantes de cada mesa.
“Lo interesante es que aquí también la gente
se reúne y sociabiliza, porque en una mesa
pueden coincidir espectadores que llegan solos
o en pareja, y terminan compartiendo el
lugar con otros. Se genera una comunicación
muy linda entre gente que hasta entonces no
se conocía”, comenta el director de la sala.
El emprendimiento, que comenzó como una
aventura romántica de un apasionado del
arte, se ha transformado con el tiempo en
un espacio cultural que está contribuyendo a
generar interés en una zona de la ciudad que
no contaba con esta posibilidad.///