You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
6 - La Puerta del Sol
SOCIEDAD
La tea inc
01
02
Por: Gabriela Behoteguy Chávez
La fría noche del 16 de julio del 1809, es recordada
como el primer grito de la Independencia
nacional, encabezada por el criollo paceño Pedro
Domingo Murillo. Sucedió después de la procesión
de la Virgen del Carmen, cuyo templo queda
aún ubicado a dos cuadras de la Plaza de Armas,
que en conmemoración al caudillo revolucionario
fue rebautizada, durante la República, bajo el
nombre de Plaza Murillo. La fiesta de la Virgen,
como se acostumbra hasta hoy, estuvo acompañada
por el profuso consumo de alcohol.
El sonido de la Revolución se distinguió por los
disparos de fusiles, que permitieron a los insurgentes
asaltar el cuartel y apoderárselo; el repique
arrebatado de las campanas de la Catedral,
que reunió al vecindario en la plaza, hizo de fondo
para los gritos del tumulto: “¡muera el mal
Gobierno!, ¡mueran los traidores!, ¡viva el rey
Fernando VII!”.
La sublevación tuvo resultado victorioso. Logró
deponer a las autoridades que fueron acusadas de
conspirar a favor de la heredera borbónica Carlota
Joaquina, en contra del rey de España Fernando
VII. Días después, el 24 de julio, se creó
la “Junta Tuitiva” en la que Murillo, con el grado
de coronel, fue nombrado presidente de la misma.
Los objetivos fueron la proclama de la Independencia,
el plan de Gobierno que cuestionaba
algunas de las reformas borbónicas de finales del
siglo XVIII, estableciendo el fortalecimiento del
mercado interno y la alianza con los indígenas,
quienes dejarían de pagar tributo.
Posteriormente, el comandante del Ejército Militar
español, José Manuel de Goyeneche, hizo
replegar a los revolucionarios, hasta disolver la
Junta Tuitiva, el 30 de septiembre de 1809. Murillo
comenzó a ser perseguido, hasta ser apresado
el 11 de noviembre y amarrado a la cola de
una mula. Lo interesante es que, cuando rememoramos
el aniversario de la ciudad de La Paz,
cada 16 de julio, recordamos que el caudillo de
la Revolución, antes de ser ejecutado en la horca
el 29 de enero de 1810, dijo: “Compatriotas, yo
muero, pero la tea que dejo encendida, nadie la
podrá apagar, ¡viva la libertad!”. Frase que se ha
convertido en un símbolo de la emancipación.
El fuego ya estaba encendido
Murillo comenzó su carrera militar al servicio de
la Corona Española. Tenía 29 años cuando fue
nombrado teniente de fusilería, para enfrentarse
al ejército aymara comandado por Julián Apaza
“Tupaq Katari” (Serpiente Luminosa), en 1781.
Su primera hazaña fue retirar a varias familias
españolas y criollas, que vivían en los Yungas de
La Paz, hacia la ciudad de Cochabamba. Así, alcanzó
el título de capitán.
También lideró un ejército de 200 hombres, al
servicio del comandante Sebastián de Segurola.
Y, según el historiador José Luis Roca, fue carcelero
del comandante aymara. Al respecto, el movimiento
indianista-katarista de la ciudad de El
Alto construye la memoria del diálogo entre ambos
líderes revolucionarios, previo a la ejecución
de Tupaq Katari, el 15 de noviembre de 1781.
Durante una entrevista, el maestro amawta Mario
Rayo, de la zona de Corazón de Jesús de La
Ceja de El Alto, relató que Tupaq Katari se dirigió
en idioma aymara a Pedro Domingo Murillo
diciéndole: “Lunthat q’ara ninax wiytataxiwa,
inapiniyatawa”. Entonces, Murillo solicitó la traducción
de esta frase, que puede ser interpretada
como: “Ladrón opresor, el fuego ya está encendido
en vano nomás vas a hacer todo”.
Según esta versión, que también está reproducida
en el libro Wiphala guerrera. Contra símbolos
coloniales 1492-1892, de Inka Waskar Chuquiwanka,
el caudillo Pedro Domingo Murillo
modificó la frase antes de ser ahorcado, plagiando
al líder de la gran rebelión indígena. Por eso,
Mario Rayo sostiene que “el 16 de julio, nosotros
(los kataristas) recordamos asesinato de nuestro
Achachila, nuestro abuelo Tupaq Katari, no así
la Independencia de La Paz, porque su lucha del
Murillo es una mentira ¿no?”
El proyecto de Katari veló por la autodeterminación
política, ante las reformas borbónicas de
finales del siglo XVIII que, como describe la investigadora
Silvia Rivera, fueron el emblema de
la modernidad colonial, caracterizada por la violencia
que impuso el régimen tributario: el quinto
real, las alcabalas, diezmos u otras cargas fiscales,
el monopolio de la coca, el reparto forzoso
de mercancías y el reclutamiento de cargadores y
llameros. Estas medidas afectaron el espacio del
trajín colonial y, por eso, desataron la furia de la
rebelión Katari-Amaru.
San Antonio Chapetón
Ese tiempo (1781), el criollo Murillo luchó contra
las milicias indígenas que buscaban emanciparse
de la Corona Española. Aunque, años más
tarde (1809), las determinaciones más grandes
de la Revolución coincidieron con el proyecto de