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Edicion 14 Agosto 2021

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8 Sábado 14 de agosto de 2021

Opinión

Diario Co Latino

ALGO MÁS QUE PALABRAS

La tierra solloza, por nuestro hacer denigrante

“Este hacer denigrante, irresponsable a más no poder, nos está dejando sin vida”.

Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor

corcoba@telefonica.net

Hay que diseñar otros

modos y maneras de

vivir, a través de un

sistema participativo, inclusivo

y moral. Los pueblos hay que

repoblarlos de verde y los caminos,

por los que se mueve el ser humano, hay que

volverlos biodiversos, como el entramado

natural de la vida misma. A las ciudades

hay que darles también otro corazón más

claro y hondo. Tampoco deben planificarse

en base a los coches, sino a las personas e

invertir más en rutas peatonales y en ritmos

de transporte público. En cualquier caso,

no podemos continuar rompiendo lazos,

destrozando la creación, sin importarnos

su desgarre armónico. La sordera humana

nos impide divisar el sentido estético

y contemplativo de las cosas que nos

acompañan. ¡Qué desgracia!

Este dominador afán destructivo

nos está dejando sin aire limpio para

poder respirar, sin aguas transparentes

y sin especies que nos ayuden a que los

bosques no se desvanezcan y los desiertos

avancen. Los gemidos de la creación están

ahí, llamándonos a repensar sobre nuestras

torpes actuaciones. Debemos examinar

nuestros hábitos en el uso de energía, en el

consumo, el transporte y la alimentación.

A mi juicio, es el momento de la justicia

Director Presidente:

Francisco Elías Valencia

Vicepresidente:

Nelson López

Jefa de Información:

Gabriela Castellón Fajardo

Coordinadora de Prensa: Patricia Meza

Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671, 2271,0971 Fax: 2271-0822

130 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD

reparadora, de reconciliar actitudes con

el ecosistema, de restaurar el equilibrio

climático; puesto que estamos en

medio de una emergencia, que

requiere de nosotros un espíritu

más firme y cooperante, sin obviar

algo tan esencial, como que todos

vivimos en una morada comunitaria,

que nos llama a ese estado integral que

requerimos por principio congénito.

La naturaleza también nos necesita.

Claro que sí. Pero tomemos otras pautas

de consumo y de andar. Fijémonos en lo

que nos habla. No pasemos de los sollozos

de la tierra. Veamos el modo de quitar esta

calima que nos ciega los ojos, que enturbian

el ambiente y dificultan la visión. Anotemos

el alza del nivel del mar y la desaparición de

lagos. Prestemos atención a las fuertes olas de

calor, cada vez más habituales, que ahogan

esa vida silvestre, tan necesaria como urgente,

para dar secuencia a nuestro propio linaje.

La biósfera debe regir la toma de decisiones

si queremos sobrevivir. Lo dicen los estudios

científicos y lo refrenda la realidad que nos

sobrecoge, la alteración del clima, la pérdida

de biodiversidad y la contaminación.

Volvamos a los orígenes, a la sabiduría

de nuestros progenitores, que cuidaban de

lo que les alentaba y de los manantiales de

vida, que germinaban de todo aquello que

les vivificaba. Ahora, para desgracia de todos,

hemos caído en un monumental deterioro

existencial, que nos despoja de savia. Este

hacer denigrante, irresponsable a más no

poder, nos está dejando sin vida; y, lo que es

peor, sin fuerzas para propiciar un cambio

en nuestro transitar. Necesitamos fortalecer

la conciencia de que somos caminantes en

dialogo hacia respuestas solidarias, que nos

rehagan en una comunión universal, que nos

interpele el intelecto para reconocer cómo

debemos reorientarnos, y hasta limitar el

distintivo poder mundano.

Sea como fuere, nuestro hacer

denigrador no puede continuar por más

tiempo. Hemos de entender la vida y la

acción humana de otra manera más lúcida y

creativa, menos dominante y con más límites,

ante los gases de efecto invernadero y otros

contaminantes atmosféricos, para que todos

los moradores podamos abrirnos camino en

la vida, no únicamente los privilegiados.

El medio ambiente y la humanidad

en su conjunto han de apiñarse en nuevos

hábitos, sabiendo que son los pequeños gestos

los que nos ponen alas de encadenamiento,

a través de la reconstrucción de una vida

compartida y de respeto a lo que nos rodea.

Nada de lo que nos envuelve es inútil. Todo

ha de ocupar su lugar porque tiene algo

que aportar. Es cuestión de descubrirlo,

de reencontrarnos en la ruta ecuánime, de

trabajar unidos por un planeta más habitable,

que supere intereses y comportamientos

mezquinos, libres de presiones políticas y

económicas.

A esos gritos de la madre tierra hay

que responder colectivamente y de manera

contundente, ya que se trata de una grave

responsabilidad ética y moral. No deja de

ser significativa la falta de coraje de algunos

líderes del mundo y de ciertas organizaciones

internacionales, ante esta fuerte crisis mundial

autodestructiva, que ha de sobreponerse,

comenzando por regenerar las propias

actuaciones en su entorno más cercano.

Nada es invencible. ¡Qué lo sepamos!

Es cuestión de activar otro tipo de cultos y

culturas, que ponga en el centro del quehacer

un uso racional de recursos naturales,

con la reforestación siempre en acción y

un mejor proceder en la gestión de los

desechos.

Si el ser humano ha calentado el

planeta a un nivel nunca visto en los últimos

años, y si, además, las ciudades consumen una

gran parte del suministro energético mundial

y son responsables del 70% de las emisiones

de gases de efecto invernadero; son, ahora,

los humanos igualmente, la humanidad

conciliada y reconciliada, la que debe

rectificar y salir de esa incultura manifiesta

del abandono de sí mismo y de todo lo que le

circunda, con una insensibilidad que no cuida

el ambiente, su hábitat, lo que nos exige sin

más dilación una respuesta sin precedentes,

destinada a trabajar juntos en una réplica

más deontológica, comenzando por adaptar

a nivel personal y social otro estilo de vida

que encarne una mayor conciencia crítica

responsable, de honestidad y valentía.

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