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Edicion 25 de noviembre 2021

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ESPECIAL

10 Jueves 25 de noviembre de 2021 Diario Co Latino

Las heridas abiertas de El Salvador: Consecuencias de la

doctrina de seguridad nacional y plan Condor en El Salvador

“La memoria es la que le regresara

la dignidad a la historia.”

Jorge Gálvez

Director del Museo

de La Memoria indómita

México.

El proceso de conformación de

Estados Unidos en una super

potencia mundial al término de

la 2ª guerra mundial trajo consecuencias

de largo alcance para los países de América

Latina, que quedaron naturalmente

inscritos en su esfera de influencia. Por

consiguiente, no pudieron escapar al conflicto

entre EEEUU y la URSS que estaba

en el corazón de la Guerra Fría.

La fuerte ideologización de la política

exterior del gobierno estadunidense que

inspiraba la doctrina de contención del

Comunismo fue el motor para que la política

de Washington se incrustara en los

equilibrios y desequilibrios internos de

estos países acentuando la represión, el

intervencionismo y los golpes de Estado.

Es el resultado del pensamiento y la

estrategia geopolítica estadunidenses desarrollados

bajo la Guerra Fría cuyo rasgo

principal era el combate político, militar,

económico e ideológico a la amenaza

y avance comunista en el occidente,

argumentada en el principio de la seguridad

colectiva y legitimadora de una práctica

intervencionista. La DSN ejerció una

influencia en la coyuntura política y de

seguridad de los países latinoamericanos

a través, por ejemplo, de entrenamientos

militares y doctrinarios ofrecidos a jefes

y oficiales de las Fuerzas Amadas de estos

países en la Escuela de las Américas, institución

administrada por el Departamento

de Defensa de los EEUU.

En 1959 acaecía un hecho muy importante

que tuvo mucho que ver en la

orientación del proceso de la Guerra Fría:

el triunfo de la Revolución Cubana que

representaba la amenaza Comunista.

Sim embargo, una primera Reflexión

imprescindible debería ser si el combate

al comunismo, se realizó por la defensa

de la libertad de las naciones de América

Latina incluyendo específicamente a

El Salvador y la paz mundial, o solamente

por la propia seguridad nacional de los

EEUU y sus intereses geopolíticos.

Es uno de los períodos más oscuros y

siniestros en las relaciones de los gobiernos

de EEUU y de América Latina. Supuso

la cooperación entre los regímenes de

América Latina con el objetivo de perseguir

a la oposición política de izquierda

durante un largo período.

EL Plan Condor nació en Chile el 28 de

noviembre de 1975- Coordinado por la CIA

y la DINA y hasta la década de los 80. Su

ideólogo fue Henry Kissinger, jefe del Departamento

de Estado en el gobierno de Richard

Nixon.

Encontrados por el juez paraguayo José

Fernández, fueron redactados durante la

dictadura de Alfredo Stroessner 1954-1989.

Desde el año 2016 La UNESCO los ha colocado

en las “Memorias del Mundo” como

uno de los documentos más importantes. Y

evidencian la existencia de 377 víctimas de

la Operación Condor de1974 a 1981-

Podríamos hacer una sencilla comparación

con El Salvador con algunos números

que son parciales, pero de estadísticas reales,

y que nos deberían de inducir profundamente

a la toma de las medidas de no repetición

que nos dictan imperativamente “Los

Acuerdos de Paz” firmados por el gobierno

de El Salvador y la guerrilla del FMLN.

No podemos olvidar que hasta 1980, antes

del inicio de la guerra se contabilizaban

en El Salvador 30,000 muertos.

Algunos datos de ese período recopilados

como parte de esta memoria viva, aún

sin ser la totalidad, expresan la profundidad

de la represión vivida. Las víctimas y las organizaciones

representantes, incluyendo a la

Universidad Nacional han presentado ante

el sistema de justicia 160 casos:

- 140 ante la fiscalía general de la

República

- 12 ante la Sala de lo Constitucional

y

- 8 ante Tribunales penales.

Entre estas denuncias tenemos:

- 61 ejecuciones extrajudiciales

- 85 desapariciones forzadas

- 20 torturas

- 7 violaciones sexuales

Ante todos estos casos se mantiene la impunidad

pues no existe ninguna persona

condenada.

Es necesario puntualizar que, para los casos

que conozco personalmente, estas cifras

se quedan muy alejadas de la realidad.

Y si el gobierno actual interpreta todo

esto como una farsa, debemos entender que

no le importa que caminemos hacia una

nueva confrontación, que nuestro pueblo y

la comunidad internacional seguramente no

comparten.

Es imprescindible preguntarles a los militares,

si están de acuerdo. No me refiero al

Señor ministro de defensa que evidentemente

está comprometido con el pasado, comprometiendo

temerariamente el futuro de la

institución armada.

Porque las consecuencias tanto de ese período

de terror previo al conflicto armado

como las del propio conflicto que supuso

más de 75.000 muertos, innumerables desaparecidos

y masacres, todavía pesan en nuestra

memoria y en nuestras vidas, individuales

y colectivas.

Son experiencias que conozco bien, porque

las viví en primera persona.

Desde muy pequeño fui un gran amante

de la vida militar. Soñaba con servirle a

mi patria. En mis primeros años dentro

de ella, me fue preocupando el hecho de

la obediencia ciega. Y era claro que tenía

sentido, para hacer cumplir órdenes

que humana y legalmente no se podían

cumplir. Algunas no se debieron cumplir

nunca.

En 1965 siendo cadete de 2º año de la

Escuela Militar, experimenté directamente

lo que significaba la Doctrina de Seguridad

Nacional: ese momento fui acusado,

injustamente, de ser comunista. Este

señalamiento era como casi una condena

a muerte.

Es importante resaltar la injusticia de

este hecho, ya que hay que pensar con

cuánta gente se ha cometido esta misma

injusticia.

Cuantos torturados asesinados o desaparecidos

existen y que sus familias o

amigos todavía buscan y esperan encontrar.

De estos hay muchas y muchos vivos,

o sus familiares, que conforman los

colectivos de víctimas, entre estos mi persona.

Todas y todos esperando la verdad

y la justicia que se ha negado hasta

este día.

Personalmente me costó la expulsión

de la Escuela Militar. Ya afuera, fui capturado,

estuve prisionero en las cárceles

clandestinas da la Policía Nacional destinadas

a presos políticos, fui torturado,

en vías de ser asesinado y desaparecido.

Mis compañeros de promoción y

muchos más conocen muy bien esta historia.

Me libre de morir o desaparecer;

otras personas, que fueron miles, tuvieron

otra suerte.

Frente a esos hechos pude demostrar

mi inocencia, y en esta forma pude reingresar

a la Escuela Militar. Después de

todo regrese encantado a continuar mis

estudios. Ignoraba totalmente el destino

que me deparaba mi vida.

Mi graduación de oficial fue en 1970,

una época políticamente muy convulsa.

En el último año ya para graduarme de

oficial, recibimos adiestramiento militar

antisubversivo y doctrinario en la Escuela

de las Américas, ubicada en un fuerte

estadounidense en la zona del canal en

Panamá, Fort Gulick.

Para estos tiempos la situación política

ya estaba muy radicalizada. Se estaban

terminando de romper las costuras de la

democracia.

Pasa a la pág. 11

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