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6 Lunes 6 de diciembre de 2021 Nacionales
Diario Co Latino
A 3 años de la muerte de Piocha
Recuerdan su legado como
Fotógrafo, socorrista y caminante
Iván Escobar
Colaborador
Luis Guillermo Solano, mejor conocido como “Piocha”, durante su conversatorio en el 2018. Foto Diario Co Latino/Cortesía.
La tarde del sábado 13
de octubre de 2018 la
agenda de medios de
comunicación estaba saturada,
ya que faltaban pocas horas
para el anuncio, desde El Vaticano,
de la canonización del
primer santo centroamericano,
Monseñor Oscar Arnulfo Romero,
asesinado en El Salvador,
el 24 de marzo de 1980 por sectores
radicales.
Esta noticia coincidía con la
realización del conversatorio,
en la sala principal del ex-local
de la Casa de la Cultura del
Centro, ubicado entre la 1ra.
Calle Poniente y Calle Arce, de
uno de los fotógrafos salvadoreños
de mayor trayectoria: Luis
Guillermo Solano, mejor conocido
como Piocha.
Solano nació en el Barrio
San Miguelito, de San Salvador,
el 28 de enero de 1938 y falleció
a la edad de 80 años, el 28
de noviembre de 2018. Sus padres
fueron María Julia Cea y
Jesús Solano, quien fuera director
de la Sinfónica durante la
administración de Maximiliano
Hernández Martínez.
Solano a sus 80 años era toda
una leyenda del centro histórico
de San Salvador, amante de
la fotografía y la foto composición
artesanal, el comercio y
difusión de imágenes religiosas,
entre ellas, la imagen de Mons.
Oscar Arnulfo Romero.
Además, vendía en las fiestas
patronales, y poblados de
todo el país, ya que al pronunciar
su nombre o el calificativo
de “Piocha”, siempre había alguien
que lo recordara con cariño.
Ese día la Casa de la Cultura
se llenó de jóvenes estudiantes
de comunicaciones, fotógrafos
y aficionados a la imagen,
así como artistas, y público en
general.
Piocha llegó de blanco, con
su melena despeinada y una
de sus célebres frases: ¡Cómo
estamos papaítos!, tratando de
ocultar los nervios que tenía.
“Piocha” había esperado por
muchos años compartir su trayectoria,
con sus colegas y en especial
con las nuevas generaciones.
Sobreviviente del incendió
de la Catedral Metropolitana, el
cual fotografió cuando rondaba
la adolescencia; fue testigo directo
de la guerra civil y del terremoto
de 1986. Las fotos del terremoto
lo consagraron profesionalmente,
al captar en tiempo real
imágenes inéditas del siniestro
que dejó una estela de destrucción
y muerte en la capital.
“Fueron más de 250 fotos las
que hice en esta ocasión”, relató
durante el conversatorio y también
de otros acontecimientos
que vivió como socorrista de la
Cruz Verde Salvadoreña.
Después de ese evento, al filo
de las 7 de la noche, Piocha caminó
sobre la calle Arce, lleno de
felicidad y del brazo de su hija,
Guadalupe.
“Quiero que hagamos un conversatorio
donde pueda enseñarles
a estos bichos cómo se trabajaba
con la cámara”, dijo al terminar
la charla, y señalar su vieja cámara
de cajón, de carretes de película,
abertura fija y una sola velocidad.
La respuesta que recibió
fue “Sí, por supuesto”.
En noviembre Piocha nos
dejaba
Fue en noviembre que Piocha
se iba de este mundo, agradecido
con el apoyo que le dieran Santiago
Arnulfo Pérez, Cristian Hernández,
nuestro recordado Jorge
Ramírez, Flor de María Orantes,
Ana Marcela Escobar, que se
sumaron, junto a Guadalupe Solano,
y los amigos del colectivo
fotográfico El Centro Hace Clic,
cumplir el sueño de Piocha, de
compartir y además presentar sus
equipos que en su vida le acompañaron
para captar infinidad de
imágenes.
A menos de un mes la noticia
de que Piocha había muerto,
se propagó. Se conoció que en su
último viaje a San Miguel, por el
“Carnaval de la perla de oriente”,
su salud se complicó y tuvo que
ser ingresado de emergencia en el
Hospital Nacional Rosales.
Su partida fue rápida, solo su
hija Lupe estuvo con él, en sus
últimos momentos, y algunos socorristas
de Cruz Verde, pero los
demás familiares y amigos ya no
pudieron despedirse del amigo,
del fotógrafo que siempre compartía
en cada ocasión sus historias.
Su partida fue dolorosa, pero
quienes lo conocieron y entendieron
su andar, saben que fue feliz
y compartió al máximo con
los suyos, y multiplicó miles de
amistades en todo el territorio,
incluso Guatemala y México. Y
tenía para dar más.
A tres años de su fallecimiento,
la familia y amigos, lo siguen
recordando y extrañando, por
ello junto a la Asociación de Arte
y Cultura para el Desarrollo Social
(As-Arte), el acompañamiento
de los rescatistas veteranos de
la Cruz Verde Salvadoreña, lo
Caminantes Guadalupanos Salvadoreño,
así como fotógrafos
que participan en las caminatas
de El Centro Hace Clic, y otros
allegados compartieron muchas
anécdotas en torno a “Piocha”,
el pasado domingo 28 de
noviembre en horas de la tarde.
Música, poesía y sobre todo
la voz de la amistad se compartió
en medio de una tamaleada,
y recuerdos sobre la vida y legado
de Piocha.
“Es un personaje que dejó
historia, agradezco la presencia
de amigos, mi padre fue un personaje
en este lugar, y los seguimos
recordando”, expresó Guadalupe
Solano, la hija del legendario
fotógrafo y socorrista.
“Seguramente hoy Piocha
está feliz porque estamos aquí
reunidos, recordándole y compartiendo”,
añadió Yamar Durán,
presidenta de As-Arte;
Elliot Gómez, veterano socorrista,
destacó la importancia
de rescatar su memoria, y sobre
todo “compartir sus historias”.
“Él fue reconocido fuera y dentro
del país, en Esquipulas es
recordado, porque fue uno de
los fundadores de los caminantes
Guadalupanos”, resaltó Sofía
Padilla.
Así la tarde del domingo cerró
con el recuerdo y la memoria
viva de Piocha, al igual que
la noche de octubre del 2018,
cuando Piocha salió feliz por
haber compartido y porque su
santo Mons. Romero le había
bendecido.
La Asociación de Arte y Cultura para el Desarrollo Social (As-Arte) , junto a la familia
y amigos recordaron el legado de “Piocha” a tres años de su muerte. Foto Diario Co
Latino/Cortesía.