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Una colaboración con<br />
INTERNATIONAL WEEKLY<br />
SÁBADO DOMINGO 8 DE 9 DE ENERO ENERO DE DE <strong>2022</strong> <strong>2022</strong><br />
Copyright © <strong>2022</strong> The New York Times<br />
En guerra,<br />
peleamos.<br />
Luego,<br />
hablamos<br />
Por THOMAS GIBBONS-NEFF<br />
MARJA, Afganistán — El té<br />
estaba caliente. La habitación, polvorienta.<br />
El comandante talibán<br />
que estaba sentado frente a mí en<br />
el sur de Afganistán, había tratado<br />
de matarme hace poco más de una<br />
década. Igual como yo había intentado<br />
matarlo.<br />
Ambos recordamos bien esa<br />
mañana: el 13 de febrero de 2<strong>01</strong>0 en<br />
el distrito Marja, en la provincia de<br />
Helmand. Teníamos más o menos<br />
la misma edad: 22 años. Hacía<br />
mucho frío.<br />
Mullah Abdul Rahim Gulab<br />
formaba parte de un grupo de combatientes<br />
talibanes que intentaban<br />
Un marine y un<br />
talibán se encuentran<br />
en Afganistán.<br />
FOTOGRAFÍAS POR VICTOR MORIYAMA PARA THE NEW YORK TIMES<br />
defender al distrito de los miles<br />
de soldados estadounidenses,<br />
afganos y de la coalición enviados<br />
a capturar lo que en ese entonces<br />
era un importante bastión talibán.<br />
Aunque él no lo sabía cuando nos<br />
conocimos hace poco, yo pertenecía<br />
a la compañía de marines<br />
que sus combatientes atacaron<br />
esa mañana invernal hace tantos<br />
años.<br />
Tras la victoria de los insurgentes<br />
lograda el año pasado luego de<br />
20 años de guerra, Gulab, ahora<br />
un comandante de alto rango,<br />
estaba sentado frente a mí en el<br />
cuartel del gobierno en Marja,<br />
un desordenado edificio que los<br />
Con tin úa en la página 4<br />
JIM HUYLEBROEK PARA THE NEW YORK TIMES<br />
Thomas Gibbons-Neff, hoy<br />
reportero, inspecciona el<br />
campo donde aterrizó antes de<br />
la batalla por Marja.<br />
Talan y elaboran los asientos<br />
La demanda de cuero<br />
arrasa con bosques en<br />
la Amazonia brasileña<br />
Este artículo fue escrito por<br />
Manuela Andreoni, Hiroko Tabuchi<br />
y Albert Sun<br />
BURITIS, Brasil — Una mañana el<br />
verano pasado, Odilón Caetano Felipe,<br />
quien cría ganado en tierras ilegalmente<br />
deforestadas en la Amazonia, se reunió<br />
con un comerciante y firmó la entrega<br />
de 72 animales. Con<br />
ese trazo del bolígrafo,<br />
Felipe le dio a su ganado<br />
un historial limpio:<br />
al venderlo, ocultó su<br />
papel en la destrucción<br />
de la selva tropical de la<br />
Amazonia.<br />
Durante la comida tras la venta, Felipe<br />
habló abiertamente del negocio que<br />
lo ha hecho rico. Reconoció haber talado<br />
selva que no era de su propiedad. También<br />
dijo que estructuraba sus ventas<br />
para ocultar el verdadero origen de su<br />
ganado al venderle a un intermediario,<br />
indicando falsamente que sus animales<br />
provenían de un rancho legal. Otros rancheros<br />
hacen lo mismo, dijo.<br />
“No importa”, dijo, si su granja es legal<br />
o no.<br />
Una investigación de The New York<br />
Times sobre la industria brasileña en<br />
rápida expansión de los rastros —un<br />
Un camión maderero en la reserva Jaci-Paraná, en Brasil, donde la<br />
deforestación es altamente restringida. Un rastro (sup.) en Porto Velho.<br />
negocio que vende carne de res al mundo,<br />
así como toneladas de pieles al año a<br />
compañías en otros países— ha detectado<br />
lagunas en sus sistemas de vigilancia<br />
que permiten que pieles de ganado criado<br />
en tierras amazónicas deforestadas<br />
ilegalmente pasen sin ser detectadas<br />
por las talabarterías de Brasil y lleguen<br />
a compradores en todo el mundo.<br />
El rancho de Felipe es uno de los más<br />
de 600 que operan en Jaci-Paraná, una<br />
reserva medioambiental especialmente<br />
protegida donde está restringida la<br />
deforestación. Y transacciones como<br />
las suyas son parte de un comercio mundial<br />
que vincula la deforestación con un<br />
creciente apetito por lujosos asientos<br />
de cuero en los vehículos vendidos por<br />
algunos de los mayores fabricantes automotrices<br />
del mundo, como General<br />
Motors, Ford y Volkswagen.<br />
Un vehículo de lujo puede requerir<br />
una docena o más de pieles, y los proveedores<br />
ponen la mira cada vez más<br />
en Brasil. El apetito global por el cuero<br />
significa que las pieles de estos millones<br />
Con tinúa en la página 5<br />
INTELIGENCIA<br />
Guantánamo da una<br />
lección moral. PÁG. 2<br />
EL MUNDO<br />
Reclaman la zarza<br />
ardiente. PÁG. 3<br />
DINERO Y NEGOCIOS<br />
El calentamiento afecta a<br />
centros de esquí. PÁG. 6<br />
PERSONAJES<br />
Periodista mexicana<br />
reparte amor. PÁG. 7