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Edicion 12 de agosto de 2022

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Diario Co Latino

Opinión

Viernes

12 de agosto de 2022 9

Qatar, un gol a los Derechos Humanos

Iosu Perales

Publicación de la Sociedad Cooperativa de Empleados de Diario

Co Latino de R. L.

Condominios Cuscatlán, sobre 23 Avenida Sur y 4a. Calle

Poniente, Nivel 3 # 313, San Salvador

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131 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD

El próximo 21 de noviembre

dará inicio el campeonato

mundial de fútbol en Qatar,

un pequeño emirato de sólo 11.000 kilómetros

cuadrados que no tiene tradición

futbolística alguna y que compró el derecho

de organizarlo, gracias a su riqueza petrolífera.

El Mundial es el principal ingreso de la Federación

Internacional de Fútbol Asociación (FIFA)

Qatar ignora los derechos humanos y rechaza la

democracia. Sus dirigentes desprecian los derechos

laborales y por causa de inseguridad laboral han

permitido que más de 6.000 personas mueran en la

construcción de los estadios bajo un calor de 50 grados,

según ha publicado el diario inglés “The Guardian

y lo denuncia la Confederación Internacional

de Sindicatos. Con una temperatura extrema se jugarán

los partidos, poniendo en peligro la salud de

los futbolistas. El dinero lo puede todo, o casi todo.

Dice el entrenador argentino Ángel Cappa

(Bahía Blanca, 1946), que el fútbol es un bien común,

un derecho o una necesidad que siempre perteneció

al pueblo. Pero el capitalismo se lo ha arrebatado

a la gente y lo ha convertido en una industria

de hacer dinero y de fabricar poder. El fútbol de

primer nivel hace tiempo que dejó de ser de las barriadas

para convertirse en un deporte de despachos

y estadios faraónicos.

Lo cierto es que una parte elitista del fútbol se

mueve en unos números de escándalo. No sabemos

todavía cuánto costó el fichaje de Leo Messi por el

PSG parisino. Pero ya se ha publicado que el fichaje

de Neymar en 2017 por el mismo equipo francés,

de propiedad qatarí, costó unos 500 millones de euros,

lo que supuso cruzar las líneas rojas de la sensatez

y un desequilibrio letal en el mundo económico

del fútbol. Los números que se mueven en el fútbol

no van en paralelo a la vida real donde las crisis azotan

despiadadamente a miles de millones de pobres.

“También nos roban el fútbol”, es un libro escrito

por Ángel y su hija, la periodista María

Cappa. Ambos autores hacen una lúcida

denuncia del fenómeno extremadamente

comercial y lucrativo en que se ha convertido

el fútbol, como consecuencia de la

oleada neoliberal iniciada en los años setenta,

cuando el poder económico optó por

la aplicación salvaje de las medidas dictadas

por la que se conoce como Escuela de Chicago.

Adalides de las mismas fueron Reagan en USA y Thatcher

en el Reino Unido.

Es en esos años setenta cuando las grandes empresas

descubrieron el fútbol como un gran y substancioso

mercado. No sólo eso, sino que incluso camisetas de

equipos muy poderosos pasaron a lucir propaganda de

Estados que violan los Derechos Humanos, como son

los casos de Arabia Saudí, Emiratos y Qatar. La publicidad

en las camisetas de casas de apuestas deportivas es

otro ejemplo de por donde discurre la ética del fútbol.

Precisamente, los socios y socias de la Real Sociedad votaron

contra esa publicidad, en el primer referéndum

organizado por un club de la liga española.

He fijado mi atención en el libro de Ángel y María

Cappa al calor de los debates a propósito de las ganancias

de Leo Messi, sus contratos con el Fútbol Club Barcelona

y su posible salida al PSG de París. Lo que más

me ha impactó en este debate fue la afirmación de algunos

personajes de la prensa deportiva de que si gana

300 millones netos de euros en cuatro temporadas “es

porque se lo merece”. ¿Es o no una aberración? Fuentes

oficiales reconocen que el salario medio de un investigador

en España es de 22.695 euros. Pero, Messi, finalmente

se fue. Y el diario deportivo Le Equipe ha publicado

que sus ingresos mensuales rondan los 10,5 millones

de euros.

Cn lo que cobran los mejores jugadores de fútbol se

podría costear múltiples prestaciones sociales o el salario

de cientos de investigadores científicos. Pero no

quiero entrar en el barro de las cifras dispares que dan

distintas fuentes, ni me interesa ser tachado de populista

sólo por decir cuántos empleos podrían crearse con

las ganancias de Messi, de Neymar y otros.

Me interesa más la reflexión sobre en qué se está

convirtiendo el fútbol. El escritor y futbolero Mario

Benedetti dejó escrito: “La clásica noción de juego sigue

existiendo, pero solo como condición subsidiaria.

Ahora la prioridad es claramente mercantil. El jugador

ha pasado a ser una pieza de consumo y de especulación”.

Ya lo anunció Jean-Paul Sartre, “El fútbol es una

metáfora de la vida”. Y acertó. Como en la vida misma,

en el actual escenario neoliberal el fútbol tiene todas

las características de una mercancía. Lo dijo muy bien

el gran Manuel Vázquez Montalbán, seguidor del Barsa:

“Aquí se ha consagrado una economía de mercado,

y se ha otorgado al fútbol el mismo papel de válvula de

escape que tuvo en el franquismo. Se ha facilitado que

llegue a la dirección de los clubes una parte de la nómina

más impresentable de los empresarios de este país”.

Claro que Vázquez Montalbán apenas llegó a ver el desembarco

del petrodólar de manos de jeques que acaban

de descubrir el fútbol. El slogan Qatar Airways en su

camiseta blaugrana no sería de su agrado.

Desde este enfoque, el libro “También nos han robado

el fútbol” es resultado de un trabajo de investigación

que desmenuza la decisiva influencia de la televisión

que es la que marca días y horarios de partido

que son a menudo un despropósito que sólo se

explica por la venta-compra de derechos televisivos

Claro que, para una familia futbolera y progresista

como los Cappa, seguro que son un alivio las palabras

del italiano Antonio Gramsci: “El fútbol es el

reino de la lealtad al aire libre”. Si embargo, esto lo

dijo hace muchos años. Messi, hizo cuanto pudo por

arruinar al Barcelona: en su último contrato impuso

una cláusula de lealtad al club por un monto de

39 millones de euros, según unas fuentes y de 77 millones

según otras. Salario aparte. Seguro que el intelectual

italiano hablaba de un fútbol puro ya desaparecido

en la elite. En las categorías inferiores todavía

existe una pequeña reserva de pureza. Lo quiero

creer.

Por cierto, ¿qué dice el mundo del fútbol del

mundial de Qatar?. Calla. Callan los medios especializados,

los directivos, los jugadores, los aficionados.

Es un mundial que molesta, pensado por las autoridades

qataríes para blanquear su régimen super

explotador y esconder sus violaciones a los derechos

humanos. Y pensado por la FIFA para ingresar dineros

multimillonarios.

Afortunadamente no todo el mundo del fútbol

mira hacia otro lado. El sindicato mundial de futbolistas

profesionales (FIFPRO), denunció en un vídeo:

“Las condiciones de trabajo en Qatar son horribles,

son crueles”. El futbolista Tony Kroos ha tenido palabras

solidarias con los trabajadores de los estadios:

“Trabajan a 50 grados y con una alimentación insuficiente”.

El entrenador holandés Van Gaal, desde

un enfoque deportivo y sanitario critica duramente

a la FIFA por organizar el mundial en Qatar, “es una

mierda” concluye. El jugador noruego Tom Hogli

y el danés William Kvist sacaron un video en 2016

donde criticaron a Qatar por las condiciones en las

que viven los trabajadores que participan en la construcción

de los estadios: “Que tengan que morir miles

de personas para construir estadios no tiene que

ver con el fútbol sino con otros intereses”.

Pero no nos engañemos. Las voces críticas son

muy minoritarias. Hay muchos motivos para callar

y la inmensa mayoría de futbolistas se someten al silencio,

aunque luego en privado manifiesten su malestar.

También en los medios y programas deportivos

se levantan muros para no tener que hablar de

que representa Qatar en la esfera de los derechos humanos.

Muchos periodistas temen que la crítica pueda

acabar con la gallina de los huevos de oro y defienden

con uñas y dientes sus espacios profesionales.

Los más inquietos dicen que no quieren entrar

en la crítica política. Pero, además de que el fútbol

es parte de la política, de lo que estoy escribiendo en

este artículo es de derechos humanos.

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