Edicion 17 de septiembre de 2022
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
EL CICLO DE LA ADMIRACIÓN
Por: Wilfredo Arriola
La palabra admiración conforme pasa el tiempo
se vuelve más escasa. En la adolescencia
teníamos fresco ese concepto, se llenaba
con facilidad hasta el punto de la imitación. Fueron
aquellos tiempos donde lo fantástico se hacía
real, donde lo magnifico era posible por lo visto,
por lo oído, por lo sentido. Admiramos deportistas,
artistas, a personas a nuestro alrededor, a nuestros
padres y así, con el tiempo el conocimiento hizo
que la vara del asombro fuera cada vez más pequeña.
Crecer nos arranca algo y es esa capacidad de
maravillarnos, de vernos indefensos.
“La vida es el misterio de todo ser humano: es tan
admirable que siempre se la puede amar.” Dice
Marguerite Yourcenar. Algo nos mantiene vivos,
una esperanza, la luz al final del túnel, la disposición
de convertirnos en aquello que anhelamos.
Se hacen ciertos hincapiés a la hora de volver al
pasado y cuestionarnos aquello que nos arrancó
nuestra emotividad, un libro, una película, el talento
de alguien en particular, pero hoy, misteriosamente
ya no goza de aquello por el cual nos desvanecimos,
sin embargo, siempre existe el respeto
de aquella añoranza. Si bien es cierto, el tiempo,
ese raro conducto, del cual podemos trasportarnos
cuando lo decidamos y llegar a ese entonces, un
poco con pena en ocasiones y otras con melancolía.
La trillada frase de: uno es lo que admira, quizá
nos condiciona un poco más. Hoy, lo guardamos
con recelo y antes era evidente su manifestación
en nuestra personalidad. La intimidad de lo querido
tiene aspectos tan recónditos que hoy son parte de
nuestros secretos.
Admirar no siempre es perder la autonomía, se
puede admirar con la madurez de los años, de una
manera más sensata y objetiva. Sin perder la personalidad
labrada en el tiempo y no siempre lo que
se admira se comparte, hay algo más, hay otro trasfondo.
La tenacidad de lo hecho pone en relieve
más elementos que en su suma dan por resultado
el deseo de admirar. Cada vez es menos lo sé y no
debería, existe mucho por ser descubierto, por ser
recorrido donde lo frágil de nuestra visión y saber
se pueda ver expuesto. Decirlo también tiene su
cuota de hidalguía, y en ese trayecto nos humaniza.
Recuerdo donde estrené mi admiración, en mi actualidad
lo puedo desglosar de una forma más detallada
y sincera, para mi sorpresa siempre lo tengo
latente, hoy más depurado. La fascinación y la pasión
siempre encuentra sitio en el presente por más
tiempo que venga, eso, por un lado, por el otro, se
recrea la pregunta: ¿hemos sido alguna vez motivo
de admiración? La respuesta es personal, cada uno
la tiene a honra y deshonra, digo deshonra porque
mantenerlo no es fácil y ser digno tampoco. Tener
fresca esa idea de admirar nos mantiene vivos, de
hecho, es el mejor antídoto contra la crítica. Quién
más se maravilla no encuentra espacio para perderlo
en la crítica y el que no, seguramente ha admirado
poco y mal.
08
Edición Extra Sábado 17 de Septiembre de 2022