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Lecturas de domingo<br />
SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO <strong>15</strong> DE ENERO DE <strong>2023</strong><br />
La República<br />
9<br />
ne una respetable tradición<br />
de articulistas: Larra,<br />
Gómez de la Serna, González<br />
Ruano, García Serrano,<br />
Umbral, escribieron textos<br />
legendarios. El periodismo<br />
de opinión español, nómina<br />
ilustre, conserva todavía<br />
hoy, entre otros nombres<br />
de prestigio, los del maestro<br />
Manuel Alcántara, Raúl<br />
del Pozo, Arcadi Espada,<br />
Rosa Montero, Javier Marías<br />
o Ignacio Camacho –<br />
en mi opinión, el más riguroso<br />
y solvente columnista<br />
político actual–. Y en la última<br />
década, esa relación<br />
se ve reforzada y prolongada<br />
con la nueva generación<br />
que encabezan Antonio Lucas,<br />
Manuel Jabois, David<br />
Gistau y otros brillantes periodistas<br />
todavía jóvenes, a<br />
los que el tiempo y el oficio<br />
acabarán convirtiendo, co-<br />
El columnista<br />
parásito carece de<br />
ideas propias, pero<br />
lee a los que sí las<br />
tienen y expresan<br />
con talento. Y<br />
lo que hace es,<br />
simplemente,<br />
escribir sobre lo que<br />
otros ya han escrito.<br />
Rosa Montero.<br />
Manuel Alcántara.Ar<br />
tear por su cuenta, y se<br />
codea con firmas de postín<br />
como de tú a tú, babeando<br />
de gozo.<br />
Además, factor decisivo,<br />
se beneficia de que, en las<br />
redes sociales, un nombre<br />
de prestigio puesto en titulares,<br />
en buscadores de<br />
Internet, es tuiteado y alcanza<br />
una difusión amplia;<br />
con lo que, gracias al nombre<br />
y texto ajenos, el parásito<br />
consigue lo que jamás<br />
habría alcanzado por su<br />
propio nombre y mérito.<br />
Todo eso, claro, fomentado<br />
por la cabecera del medio<br />
digital donde escribe; encantados<br />
sus propietarios<br />
de que ese pobre hombre<br />
o pobre mujer –seamos paritarios<br />
también en la infamo<br />
a sus predecesores, en<br />
maestros y en clásicos.<br />
Hay, sin embargo, y se<br />
extiende de forma casposa<br />
e irritante, otro tipo de articulista<br />
parásito, tramposo,<br />
oportunista, a menudo joven<br />
también, caracterizado<br />
por la falta de talento propio,<br />
la ausencia de ideas,<br />
inteligencia y estilo; adobado<br />
todo, además, con<br />
una especie de complejo<br />
de Salieri: la biliosa envidia<br />
del mediocre, consciente<br />
de que nunca llegará a<br />
superar sus pobres límites.<br />
Esta variedad cutre del<br />
articulismo hispano, que<br />
se da en ambos sexos, encuentra<br />
terreno abonado<br />
en medios digitales frívolos<br />
en los que tan pródigo<br />
es Internet.<br />
El mecanismo de acción<br />
es muy sencillo. Muy fácil.<br />
El columnista parásito carece<br />
de ideas propias, pero<br />
lee a los que sí las tienen y<br />
expresan con talento. Y lo<br />
que hace es, simplemente,<br />
escribir sobre lo que otros<br />
ya han escrito. Si Javier<br />
Marías habla de esto, si Antonio<br />
Lucas habla de aquello,<br />
el casposo oportunista<br />
emboscado dedicará un artículo<br />
a comentar lo que él<br />
opina de lo que han opinado<br />
ellos.<br />
Sin apenas esfuerzo, sin<br />
despeinarse. Emitiendo veredicto<br />
censor desde la altura<br />
de su pequeñez intelectual<br />
y moral. Sabiendo<br />
que así no arriesga nada y<br />
gana siempre.<br />
Porque ahí interviene un<br />
factor característico del negocio.<br />
Por su propia naturaleza,<br />
raro es que el articulista<br />
parásito tenga la<br />
formación, la cultura y el<br />
talento del parasitado. De<br />
lo contrario, no se vería<br />
forzado a parasitar a nadie.<br />
Sería original.<br />
Lo que hace esa sanguijuela<br />
de la tecla es<br />
aplicar sus propias limitaciones,<br />
sus carencias<br />
de comprensión lectora,<br />
sus complejos, envidias<br />
y mediocridades, y a veces<br />
también su sectarismo<br />
analfabeto, al texto<br />
ajeno. Con lo que el resultado<br />
no sólo es tan<br />
mediocre como el autor,<br />
sino que consiste en<br />
una burda manipulación<br />
del texto original.<br />
Eso da al parásito, claro,<br />
algunos beneficios<br />
notables: rellena su columna,<br />
comenta asuntos<br />
interesantes que él nunca<br />
habría podido planmia–<br />
les dé visibilidad a tan<br />
bajo coste.<br />
Hay trucos sucios, además,<br />
que refuerzan la<br />
eficacia del columnista<br />
parásito. Que hacen más<br />
rentable su negocio. Por<br />
mala fe, o porque su intelecto<br />
no da para más,<br />
el sujeto en cuestión suele<br />
descontextualizar frases<br />
del texto parasitado;<br />
e incluso titula, no con lo<br />
que el texto original dice,<br />
sino con su interpretación<br />
sesgada o malintencionada.<br />
Y eso, en un lugar tan<br />
atrozmente falto de comprensión<br />
lectora como<br />
España, donde no suele<br />
opinarse sobre un texto<br />
original, sino sobre<br />
lo que alguien dice que<br />
otro ha dicho, los efectos<br />
adquieren dimensiones<br />
disparatadas. Si Vargas<br />
Llosa –por poner un<br />
ejemplo imaginario de<br />
autor muy respetable–<br />
escribiera un artículo diciendo<br />
que, además de las<br />
jóvenes cantantes, a las<br />
que le encanta escuchar,<br />
le gustan aquellas de vestido<br />
largo y voz ronca y<br />
sensual que cantaban en<br />
los 40, no faltarían parásitos<br />
que titularían su columna:<br />
«El Nobel no encuentra<br />
sensuales a las<br />
cantantes de ahora». Lo<br />
que, traducido a Twitter,<br />
acabaría siendo: «Intolerable<br />
machismo musical<br />
de Vargas Llosa».