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DIGITAL FIDES DEL 11 AL 17 DE FEBRERO DE 2024

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OPINIONES<br />

51<br />

Del <strong>11</strong> al <strong>17</strong> de Febrero de <strong>2024</strong><br />

P<strong>AL</strong>ABRA <strong>DE</strong> VIDA |<br />

“Le suplicaba de rodillas…”<br />

Tony Salinas Avery<br />

Sacerdote<br />

Con el relato de este domingo<br />

encontramos a Jesús, que<br />

después de haber curado<br />

a la suegra de Pedro, el<br />

domingo pasado, hoy lo vemos<br />

en su recorrido encontrado por un<br />

leproso que viene a su encuentro: “¡Si<br />

quieres puedes curarme!”. Marcos<br />

a propósito desarrolla la escena<br />

dentro de un margen de verbos<br />

consecutivos para invitarnos a<br />

gustar del acontecimiento como si lo<br />

estuviéramos presenciando. El primer<br />

verbo es “moverse a compasión”, es<br />

Jesús que experimenta esta profunda<br />

conmoción en su ser interior, ante<br />

la angustia desesperada de ese<br />

desventurado. No hay que olvidar<br />

que un leproso era un “cadáver<br />

andante”, un “excomulgado de la<br />

sociedad civil y religiosa del tiempo<br />

de Jesús. Atenuando el hecho de<br />

considerar esta enfermedad como<br />

un castigo de Dios, culpa de un<br />

pecado. Muchos textos antiguos de<br />

este evangelio, leen o traducen este<br />

verbo como “irritarse”, Jesús se irrita<br />

contra el mal y contra la marginación<br />

de la que este hombre está siendo<br />

sujeto, sin piedad alguna. Y, viene el<br />

segundo verbo: Jesús “extiende la<br />

mano”, gesto típico de Dios mismo<br />

quien es el único que conociendo la<br />

realidad profunda de esta situación<br />

de la lepra, puede inclinarse sobre el<br />

sufrimiento de este hombre. Pero,<br />

como dice la primera lectura de<br />

hoy de Lv 13,1-2.45-46 nadie debe y<br />

puede acercarse a él ni mucho menos<br />

tocarlo. Este leproso debió venir<br />

hacia Jesús gritándole y diciendo<br />

de sí mismo: “¡Impuro, impuro soy!”,<br />

como diciendo aléjense de mi, pero<br />

su actitud es acercarse a Jesús.<br />

Éste no lo rechaza, ha extendido<br />

su mano para tocarlo, violando<br />

todas las normas de pureza legal<br />

y echando sobre sí el mal del otro,<br />

casi compartiendo su destino y así<br />

rompiendo su aislamiento total. Es<br />

una solidaridad total la de Jesús. Su<br />

compasión no tiene límite tal como<br />

viene presentado en la narración,<br />

que concluye con ese poderoso “¡Si<br />

quiero, queda limpio!”. Y aparece el<br />

mandato “¡No se lo digas a nadie!”.<br />

¿Por qué le dice esto? Sabemos<br />

que Marcos nos va llevando a una<br />

develación de quién es Jesús, él no<br />

quiere que se descubra a Jesús por<br />

sus actos milagrosos de curación, la<br />

verdadera identidad del nazareno<br />

está cuando llegue a la Cruz y<br />

hacia allá nos lleva toda la obra<br />

del evangelista. Hoy vuelve esta<br />

divina palabra a comprender la<br />

opción de Dios y de su Cristo por<br />

los últimos, a quienes este mundo<br />

los tiene ya por descartados. Hoy<br />

la nueva lepra tiene otros cuerpos<br />

comidos por el alcohol, la droga, la<br />

enfermedad, etc. Son los nuevos<br />

y muchos marginados a quien el<br />

Papa Francisco nos ha pedido ver<br />

en las periferias de nuestros pueblos<br />

y ciudades con los ojos de Jesús.<br />

José Nelson Durón V.<br />

Columnista<br />

Más que un sentimiento,<br />

el amor es una<br />

“permanente acción<br />

de autodonación o<br />

entrega por el bien del otro” y<br />

es, según el Catecismo de la Iglesia,<br />

la vocación fundamental<br />

e innata de todo ser humano. O<br />

sea, nuestra vocación es amar sin<br />

medias tintas; el acto natural de<br />

nuestro corazón es amar compasivamente<br />

y sin requerir nada<br />

a cambio, amar sin falsedad e<br />

interés; algo en lo que fallaríamos<br />

tan irremisiblemente si no fuese<br />

por la maravillosa redención ofrendada<br />

por el Señor Jesús. El<br />

Miércoles de Ceniza inaugura el<br />

tiempo fuerte de Cuaresma, en<br />

que el cristiano forja y templa<br />

el alma para poder vivir en el<br />

amor eternamente, para poder<br />

vestir túnicas blanqueadas con<br />

la sangre del Cordero y aclamar<br />

con palmas en la mano a Dios,<br />

que está sentado en el trono<br />

(Apo 7,9ss). Qué “Diosidencia”,<br />

como decía Danilo Aceituno,<br />

que el día del amor y la amistad<br />

coincida con el Miércoles de<br />

Ceniza, qué reflexiones e inspiraciones<br />

pueden derivarse de<br />

CAMINAR |<br />

Convertir también el amor<br />

“Ya las aguas<br />

pasaron bajo<br />

el puente de la<br />

irresponsabilidad,<br />

ahora urge crear con<br />

ellas remansos de<br />

serenidad, gozo y<br />

amor”<br />

esta coyuntura, ¿qué estará<br />

diciéndonos el altísimo Padre?<br />

Ya las aguas pasaron bajo<br />

el puente de la irresponsabilidad,<br />

ahora urge crear con ellas remansos<br />

de serenidad, gozo y amor,<br />

con una sincera conversión hacia<br />

las sendas de la penitencia, con<br />

honestidad y valentía rayana en<br />

lo heroico. En diversos períodos la<br />

Iglesia ha visto el intento de que<br />

sus caminos sean invadidos por<br />

la bota imperial, el poder político<br />

y las tiranías que han hincado<br />

garras en su historia fingiendo<br />

casta autoridad y derecho para<br />

hacerlo. Y son patéticos los esfuerzos<br />

actuales para fingir religiosidad<br />

mientras machacan sin<br />

misericordia la sencillez, la dignidad<br />

y la pobreza de sus pueblos.<br />

La atención debería centrarse en<br />

cómo el Señor dice a Moisés y a<br />

Aarón que todo leproso deberá<br />

presentarse al sacerdote Aarón<br />

o a cualquiera de sus hijos sacerdotes,<br />

para que sea declarado<br />

impuro. Muchos siglos después,<br />

el Señor Jesús trasciende esta<br />

función y cura al leproso que<br />

con humildad y certeza le afirma<br />

que sólo Él puede curarlo. Pero<br />

el Señor le ordena presentarse al<br />

sacerdote, ofrecer por su purificación<br />

lo prescrito por Moisés y<br />

mantener en secreto el milagro,<br />

por aquello del secreto mesiánico.<br />

Todo esto, hermanos, nos<br />

remite a los sacerdotes y a la<br />

Iglesia, a la vez que confirma la<br />

voluntad del Señor manifestada<br />

a san Pedro, y con él a su Iglesia<br />

y sacerdotes: “A ti te daré la<br />

llave del reino de los cielos; lo<br />

que ates en la tierra quedará<br />

atado en el cielo; lo que desates<br />

en la tierra quedará desatado<br />

en el cielo”, Mt 16,19. Todas las<br />

prefiguraciones del sacerdocio<br />

de la Antigua Alianza encuentran<br />

su cumplimiento en Cristo<br />

Jesús, “Mediador único entre<br />

Dios y los hombres” (1Tm 2,5-<br />

7) y todo esto es parte de la<br />

autoridad que el Señor ha dado<br />

a la única Iglesia instituida por<br />

Él y que nos llama a convertir<br />

no solo nuestra fe, sino también<br />

nuestro amor.<br />

Carlos Eduardo<br />

Echeverría Coto, Diácono<br />

ceecheverria@unicah.edu<br />

“Estamos<br />

afirmando que<br />

participar en<br />

la familia no es<br />

simplemente<br />

ser parte de<br />

ella, sino estar<br />

comprometido<br />

con ella”<br />

V<strong>AL</strong>ORES, RAZÓN Y FE |<br />

Participación<br />

Participar significa ser<br />

parte de un grupo de<br />

un evento, de un movimiento.<br />

Se es parte de<br />

una familia, de un vecindario.<br />

Se puede ser parte de un país,<br />

de una institución educativa,<br />

de una religión. Pero esto es a<br />

penas lo más básico o inicial.<br />

Lo que importa realmente no<br />

es tanto ser parte, sino actuar<br />

con identidad de propósitos y<br />

sentimientos y valores, compartiéndolos<br />

con el todo del<br />

que soy parte. Participar no<br />

puede ser algo pasivo, sino<br />

totalmente activo. Con alguna<br />

frecuencia me peleo con el<br />

diccionario, así sea el honorable<br />

de la Real Academia de<br />

la Lengua. Hoy debo confesar<br />

que estoy totalmente de acuerdo<br />

con él cuando define<br />

el vocablo participar como<br />

algo totalmente activo, pues<br />

dice: «1. Dicho de una persona:<br />

Tomar parte en algo. (Y<br />

para mejor proveer da algunos<br />

sinónimos, tales como intervenir,<br />

implicarse, concurrir, colaborar,<br />

contribuir, cooperar,<br />

ayudar). 2. Recibir una parte<br />

de algo. 3. Compartir, tener las<br />

mismas ideas u opiniones.» Así<br />

las cosas, cabe preguntarnos;<br />

¿Realmente participo yo, ahí<br />

donde es importante hacerlo?<br />

Y creo que es importante<br />

participar en la familia, en la<br />

nación, en la Iglesia. Estamos<br />

afirmando que participar en<br />

la familia no es simplemente<br />

ser parte de ella, sino estar<br />

comprometido con ella, hacer<br />

mi mejor esfuerzo por el<br />

bienestar de cada uno de<br />

sus integrantes, el compartir<br />

sus valores más altos. Distinguiendo,<br />

claro está, el falso<br />

compartir del auténtico. Salimos<br />

a comer afuera, vamos<br />

a compartir un almuerzo en<br />

familia. Pero si cada quien está<br />

en lo suyo, uno con una computadora,<br />

otro jugando en la<br />

tablet, otro más viendo la televisión<br />

y otros con el celular,<br />

para hablar, enviar mensaje o<br />

explorar sitios, entonces aquí<br />

no hay participación auténtica.<br />

Por supuesto que no, a<br />

lo sumo son vidas en paralelo,<br />

pero no se integran, ni<br />

se apoyan, ni están creciendo<br />

juntos. Y ¿qué tal lo hacemos<br />

en la nación? Quizá formamos<br />

parte del porcentaje creciente<br />

de abstencionismo en los procesos<br />

electorales, A lo mejor<br />

no opino sobre la vida ciudadana,<br />

para evitarme discusiones.<br />

Total, no me toca a mí,<br />

que lo arregle otro, o quienes<br />

nos gobiernan. Por eso no<br />

participo en voluntariados, ni<br />

en campañas de beneficio social.<br />

Es incluso posible que yo<br />

no sea parte de la solución y<br />

puede que incluso yo sea parte<br />

del problema, pues tiro la<br />

basura en la calle y parqueo el<br />

vehículo donde se me antoja.<br />

¿Y cómo anda mi participación<br />

en la Iglesia? Asisto, es un<br />

buen comienzo, pero participo<br />

si oro, escucho, hago y siento<br />

como el miembro que soy de la<br />

comunidad de los bautizados.<br />

Pero aun así, hay una mayor<br />

participación, cuando vivo<br />

sacramentalmente, es decir,<br />

que no sólo canto durante la<br />

Comunión, sino que me alimento<br />

del Cuerpo del Señor<br />

y si, poco antes, durante el<br />

abrazo de paz, no hice tan solo<br />

un gesto social, sino que estoy<br />

reconciliado con todos y veo<br />

en cada uno de los asistentes a<br />

un hermano. Además, participo<br />

mejor, cuando comprendo<br />

que el cristianismo no es tan<br />

sólo una vivencia dominical,<br />

sino que orienta toda mi vida<br />

y todos los días. La participación<br />

es el modo más humano<br />

que tengo de estar unido<br />

a Dios y a los hermanos, en la<br />

salud y en la enfermedad, en<br />

las alegrías y en las tristezas,<br />

en las luces y en las sombras,<br />

todos los días de mi vida.

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