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DIGITAL FIDES DEL 11 AL 17 DE FEBRERO DE 2024

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domingo <strong>11</strong> de febrero de <strong>2024</strong> L’OSSERVATORE ROMANO<br />

página 7<br />

33<br />

Del <strong>11</strong> al <strong>17</strong> de Febrero de <strong>2024</strong><br />

El escándalo del migrante más pequeño<br />

que hoy da ejemplo en España<br />

Mohamed, con solo 9 años, escapó desde<br />

su casa en Marruecos para buscarse un<br />

futuro en Europa. Tras pasar por diversos<br />

centros de protección de menores, una comunidad<br />

de religiosas lo acogió, le dio estabilidad<br />

y lo acompañó en un proceso humano<br />

que hoy lo tienen cursando un master<br />

universitario y trabajando para otros<br />

migrantes en la Fundación Tierra de Todos.<br />

FELIPE HERRERA-ES PA L I AT<br />

Por las estrechas calles del centro<br />

de Cádiz, España, hay un rostro<br />

que se hace cada vez más familiar,<br />

pues suele acompañar a los migrantes<br />

que llegan, principalmente, desde<br />

África. Se trata del trabajador<br />

social Mohamed El Harrak, un joven<br />

profesional de origen marroquí<br />

contratado por la Fundación Centro<br />

Tierra de Todos y que conoce<br />

bien los dolores de la migración,<br />

porque los padeció en su propia<br />

piel.<br />

Mohamed tenía nueve años cuando<br />

su padre cayó en la cárcel, y junto<br />

a su madre y a sus tres hermanos<br />

mayores quedaron desamparados<br />

en Ketama, un sector rural donde<br />

vivían pobremente al norte de Marruecos,<br />

África. Pero según había<br />

escuchado este niño, el puerto de<br />

Tánger no estaba tan lejos y desde<br />

allí se podía viajar hasta España,<br />

esa suerte de tierra prometida donde<br />

muchos marroquíes lograban<br />

abrirse un futuro.<br />

Por eso, pese a su corta edad, Mohamed<br />

no lo dudó, arrancó de casa<br />

y recorrió 220 kilómetros hasta llegar<br />

a dicha ciudad. Después de semanas<br />

de deambular por las calles,<br />

y tras innumerables intentos fallidos,<br />

aprovechó un semáforo en rojo<br />

y logró subir a un camión y esconderse<br />

en la cajuela de las ruedas de<br />

repuesto. Pocas horas después el<br />

vehículo cruzó sobre un barco hasta<br />

el puerto español de Algeciras,<br />

donde la policía descubrió inmediatamente<br />

al pequeño polizón.<br />

“Fue un caso muy escandaloso,<br />

porque era una novedad que un niño<br />

tan pequeño viniese de la forma<br />

en que yo vine. Estuve varios días<br />

de comisaría en comisaría hasta<br />

que me metieron en un centro de<br />

acogida llamado El Cobre”, recuerda<br />

Mohamed. A partir de ese momento<br />

comenzó un itinerario de<br />

dos años que lo condujo por seis<br />

distintos hogares de protección en<br />

diversas ciudades de la región española<br />

de Andalucía. De hecho, según<br />

los registros oficiales, es el niño<br />

de menor edad que ha llegado<br />

sin un adulto a España en calidad<br />

de migrante indocumentado.<br />

La anhelada estabilidad<br />

Él mismo reconoce que, siendo tan<br />

joven, carecía de autocontrol y solía<br />

fugarse de las residencias, pues<br />

no lograba adaptarse a nada. Solo<br />

cuando llegó al Centro de Menores<br />

Divina Infantita de Cádiz, obra de<br />

las Esclavas de la Inmaculada Niña,<br />

encontró la anhelada estabilidad.<br />

Estaba por cumplir 12 años.<br />

Allí fue cobijado por cinco religiosas<br />

que, junto a un equipo interdisciplinario<br />

de profesionales, le brindaron<br />

un acompañamiento apropiado<br />

y lograron matricularlo en el<br />

Colegio Salesiano, donde se le<br />

abrió un mundo nuevo, marcado<br />

especialmente por la acogida de<br />

sus compañeros y de sus familias.<br />

“Mi ambición fue llegar a su nivel<br />

de idioma, de cultura, académico y<br />

de costumbres. Yo me dije, ya que<br />

estoy aquí me tengo que integrar.<br />

Yo me levantaba y me acostaba en<br />

la biblioteca”, detalla este joven<br />

que hizo del estudio y del fútbol su<br />

programa cotidiano.<br />

Así, consiguió acabar su formación<br />

escolar y, posteriormente, obtuvo<br />

un grado en atención a personas en<br />

situación de dependencia, y otro en<br />

animación sociocultural y turística.<br />

Pero eso no bastó, porque habiendo<br />

recibido una beca, se tituló de<br />

Trabajador Social en la Universidad<br />

de Cádiz, carrera que pudo estudiar<br />

mientras trabajaba 40 horas<br />

a la semana. Esto le permitió mantenerse<br />

financieramente y no perder<br />

el permiso de residencia otorgado<br />

por el gobierno español, porque ya<br />

era mayor de edad y debía asumir<br />

sus responsabilidades como migrante.<br />

El momento más bonito<br />

Mohamed tenía 20 años cuando regresó<br />

por primera vez a Marruecos<br />

a ver a su familia. Había retomado<br />

ya el contacto telefónico con sus<br />

padres, quienes habían sumado a la<br />

familia dos nuevos hijos. “Ese fue<br />

el momento más impactante de mi<br />

vida, porque fui a conocerlos. Yo<br />

no los había visto nunca y fui a recogerlos<br />

al colegio. Creo que es el<br />

momento más bonito de mi vida”,<br />

expresa con emoción Mohamed.<br />

Sin embargo, él ya había echado<br />

sus raíces en España, hasta donde<br />

regresó para seguir trabajando en el<br />

ámbito del servicio social. Hoy está<br />

cursando un Master en Mediación,<br />

mientras ha sido contratado en Tierra<br />

de Todos, organización dependiente<br />

del Obispado de Cádiz y<br />

Ceuta que se dedica, entre otros<br />

proyectos, a la acogida y promoción<br />

de los migrantes.<br />

El director del Secretariado de Migraciones<br />

de este obispado, el misionero<br />

scalabriniano Sante Zanetti,<br />

conoce de cerca la historia de Mohamed<br />

y también la de miles de<br />

migrantes que ha encontrado en<br />

Europa y América a lo largo de su<br />

vida religiosa. Para él, el gran desafío<br />

ante la migración es ayudar a<br />

que las personas no se vean forzadas<br />

a perder su identidad ni sus valores<br />

originales, y que aprendan a<br />

interactuar con las características de<br />

la sociedad a la que llegan. “Se trata<br />

de unir capacidades, valores y<br />

proyectos para crear esa humanidad<br />

nueva cuyo camino nos indica<br />

Jesucristo. Esa unión de fuerzas,<br />

proyectos y fe nos ayuda a construir<br />

un mundo mejor, más fraterno<br />

y más humano”, afirma el sacerdote.<br />

Y en ese cometido está empeñado<br />

Mohamed, quien por su proveniencia,<br />

idioma, experiencia y por sus<br />

competencias adquiridas, juega un<br />

rol fundamental en la bienvenida y<br />

orientación de quienes arriban por<br />

primera vez a Cádiz desde África.<br />

“Mi objetivo ha sido siempre ser<br />

un ejemplo para ellos. Les digo<br />

que mantengan la calma, que tengan<br />

paciencia, y que cumplan con<br />

todas sus responsabilidades, porque<br />

todo llega si van por el camino<br />

de lo correcto”, asegura Mohamed.<br />

El pequeño niño que huyó de Marruecos<br />

ya cumplió 25 años y hace<br />

cinco meses obtuvo la nacionalidad<br />

española. Algo que valoran hondamente<br />

sus colegas porque, según<br />

ellos, él es un gran aporte para el<br />

país.<br />

(Este reportaje fue hecho en colaboración<br />

con el Global Solidarity<br />

Fu n d ) .<br />

# Vo i c e s o f m i g ra n t s

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