DIGITAL FIDES DEL 11 AL 17 DE FEBRERO DE 2024

RE ROMANO domingo 11 de febrero de 2024 página 5
29
Del 11 al 17 de Febrero de 2024
ial de las Comunicaciones Sociales
el corazón
Una película sobre el fútbol y esa llamada del
Pontífice al valor del amateurismo
Si lo importante no es participar
sino divertirse
tar la expansión de la desinformación
es la responsabilidad, quien tiene un
compromiso especial es el que por su
oficio tiene la responsabilidad de informar,
es decir: el periodista, custodio de
las noticias. Este, en el mundo contemporáneo,
no realiza sólo un trabajo, sino
una verdadera y propia misión. Tiene
la tarea, en el frenesí de las noticias y
en el torbellino de las primicias, de recordar
que en el centro de la noticia no
está la velocidad en darla y el impacto
sobre las cifras de audiencia, sino las
personas. Informar es formar, es involucrarse
en la vida de las personas.
(Francisco, Mensaje para la LII Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24
de enero de 2018).
En el mundo hiperconectado y fragmentado,
esta es – según Francisco –la
red que deben tejer los hombres y mujeres
de buena voluntad comprometidos
en la comunicación, "una red hecha
no para atrapar, sino para liberar"
(Francisco, Mensaje para la LIII Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24
de enero del 2019); para compartir historias
que exigen ser compartidas, contadas,
hechas para vivir en cada tiempo,
en cada lengua, en cada medio (cf.
Francisco, Mensaje para la LIII Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24
de enero del 2019).
Entre las cosas maravillosas de las que
es capaz el alma humana, antes que
cualquier invención técnica, está ésta
de hecho: la capacidad de compartir.
En un momento tan oscuro para la historia
de la humanidad, sólo compartiendo
de verdad podemos encontrar el
modo de devolver el alma a todo maravilloso
invento técnico y a nuestra comunicación.
Sólo así la comunicación se convierte
en comunión y abre verdaderos procesos
de desarrollo del bien, de la paz.
No se trata – como ha dicho el Papa
Francisco – de promover un periodismo
"bienhechor" que niegue la existencia
de problemas graves y adopte tonos
cursis. Sino, por el contrario, un periodismo
sin fingimientos, hostil a las falsedades,
a los latiguillos y a las declaraciones
grandilocuentes; un periodismo
hecho por la gente y para la gente; un
periodismo que no queme la noticia, sino
que se comprometa en la búsqueda
de las causas reales de los conflictos,
para promover la comprensión de los
mismos desde sus raíces y su superación;
un periodismo comprometido en
señalar soluciones alternativas a la escalada
de clamores y violencia verbal.
Por eso, inspirado en una oración franciscana,
Francisco – en los Mensajes del
2018 y del 2021 – escribió dos oraciones
para el periodismo que desafían incluso
a los no creyentes a emprender un
viaje y que son la mejor conclusión a estas
líneas.
S e ñ o r,
haznos instrumentos de tu paz.
Haznos reconocer el mal que se insinúa
en una comunicación que no crea comunión.
Haznos capaces de quitar el veneno de
nuestros juicios.
Ayúdanos a hablar de los otros como
de hermanos y hermanas.
Tú eres fiel y digno de confianza; haz
que nuestras palabras sean semillas de
bien para el mundo:
donde hay ruido, haz que practiquemos
la escucha;
donde hay confusión, haz que inspiremos
armonía;
donde hay ambigüedad, haz que llevemos
claridad;
donde hay exclusión, haz que llevemos
el compartir;
donde hay sensacionalismo, haz que
usemos la sobriedad;
donde hay superficialidad, haz que
planteemos interrogantes verdaderos;
donde hay prejuicio, haz que suscitemos
confianza;
donde hay agresividad, haz que llevemos
respeto;
donde hay falsedad, haz que llevemos
v e rd a d .
(Francisco, Mensaje para la LII Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de
enero de 2018)
Señor, enséñanos a salir de nosotros
mismos,
y a encaminarnos hacia la búsqueda de
la verdad.
Enséñanos a ir y ver,
enséñanos a escuchar,
a no cultivar prejuicios,
a no sacar conclusiones apresuradas.
Enséñanos a ir allá donde nadie quiere
i r,
a tomarnos el tiempo para entender,
a prestar atención a lo esencial,
a no dejarnos distraer por lo superfluo,
a distinguir la apariencia engañosa de
la verdad.
Danos la gracia de reconocer tus moradas
en el mundo
y la honestidad de contar lo que hemos
visto.
(Francisco, Mensaje para la LV Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales, 23 de
enero de 2021)
ALESSANDRO GISOTTI
Perder un partido 31-0 pero seguir
amando el fútbol, porque incluso
una derrota ruinosa no quita
el sabor del juego. Es lo que le
sucedió a la selección de Samoa
Americana, un archipiélago en
medio del Océano Pacífico, que
el 11 de abril de 2001 perdió contra
Australia -en la clasificación
para la Copa Mundial de Fútbol
de 2002- el partido con mayor diferencia
de goles en una competición
internacional. A partir de
este catastrófico resultado se
mueve la historia contada en la
película Gol Gana, del director
neozelandés Taika Waititi, en estos
días en los cines. Un entrenador
profesional, exonerado de la
federación estadounidense por su
carácter irascible, es llamado a levantar
la suerte de la selección de
Samoa. Así comienza un partido
en el partido, una confrontación
entre dos visiones del fútbol (y
por extensión de la vida): la occidental
competitiva y orientada
exclusivamente al resultado y la
de los “futbolistas por diversión”
samoanos que viven el fútbol...
como un juego.
La película, y aún más la historia
que la inspira, ponen el acento en
un tema tantas veces tocado por
el Papa en sus numerosos encuentros
con el mundo del deporte,
el del amateurismo. Hace
unos días, al recibir a los miembros
de la asociación Athletica
Vaticana, subrayó que es la afición
la que «custodia el deporte»,
«es el jugo que da vida a la
actividad deportiva». Mensaje
que, en el año recién terminado,
también había compartido con
los futbolistas escoceses del Celtic
y, antes de eso, con la Federación
Italiana de Tenis y Pádel.
Por otra parte, hace ya cinco
años, Francisco se centró en el
valor de la afición dialogando
con los estudiantes del liceo romano
“Pilo Albertelli”. “Una de
las cosas más feas que pasa hoy
en el mundo del fútbol -observaba
respondiendo a la pregunta de
un chico sobre la importancia de
jugar- es que han perdido el amateurismo,
se ha vuelto demasiado
comercial, pero el amateurismo
en el deporte es precisamente el
juego que te hace crecer. Te hace
c re c e r ”.
Para el Papa, no hay que dispersar
esta dimensión de la «gratuidad»
del juego, que es lo que hace
que el deporte amateur esté
«al alcance de todos», favorece
su dimensión de fraternidad e inclusión,
contribuye al diálogo y a
la paz. Y, para decirlo con una línea
de la película, «ofrece a todos
un segundo tiempo». Sobre
todo, los jóvenes pueden crecer a
nivel personal, hablando «el lenguaje
de la cabeza, del corazón y
de las manos», como aconsejó a
los chicos de Scholas Occurrentes.
Por supuesto, el Papa sabe
bien que el deporte competitivo
está necesariamente llevado a superar
el límite y los atletas profesionales
están llamados a superarse
en su rendimiento, con compromiso
y disciplina. Sin embargo,
sería una derrota si esta dimensión
competitiva fuera en detrimento
del placer del juego. Todos
recordamos a nuestros favoritos
la felicidad que expresaban en
el momento de sus hazañas en el
campo o en la pista. Esa es la
imagen que nos da una emoción
incluso después de años. Si bien
faltan pocos meses para el inicio
de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos
de París, podemos parafrasear
a Pierre de Coubertin al
afirmar que quizás lo importante
no es ganar y, en el fondo, ni siquiera
participar. Lo importante
es divertirse.