Plan de Manejo Regional para el Manatí de las Indias Occidentales

Programa de las
Naciones Unidas para
el Medio Ambiente
Programa
Ambiental del
Caribe
Unidad de
Coordinación
Regional
Informe
Técnico del
PAC 48
Plan de Manejo
Regional para el
Manatí de las
Indias Occidentales
(Trichechus manatus)
Elaborado con la colaboración de:

Nota:
Este documento fue encomendado por el PNUMA-Programa Ambiental del Caribe a los doctores Ester Quintana-
Rizzo y John Reynolds III, conforme al Plan de Acción para la Conservación de Mamíferos Marinos para la
Región del Gran Caribe, desarrollado de acuerdo con los Artículos 11 y 21 del Protocolo Relativo a las Areas y la
Flora y Fauna Silvestres Especialmente Protegidas (SPAW), que requiere la elaboración, publicación y difusión
de pautas generales y criterios para la gestión y la recuperación de especies amenazadas y en peligro de extinción
de interés regional en forma de planes de gestión regional.
Las designaciones empleadas y la presentación del material de este documento no implican la expresión de
opinión alguna de parte del PNUMA sobre la condición legal de ningún país, territorio o ciudad, ni sus
autoridades, ni sobre la delimitación de sus fronteras o límites. Las opiniones expresadas en este documento
pertenecen a los autores y no reflejan necesariamente las opiniones del Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente.
© 2010 PNUMA
Programa Ambiental del Caribe
14-20 Port Royal Street
Kingston, Jamaica
Este documento se puede reproducir en forma total o parcial y en cualquier tipo de servicios educativos o no
oficiales sin autorización especial del titular de los derechos de autor, siempre y cuando se cite la fuente. El
PNUMA agradecería recibir una copia de cualquier publicación que utilice este documento como fuente.
Este documento no puede ser utilizado para la reventa ni ningún otro fin comercial sin la autorización previa y por
escrito del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En una referencia bibliográfica, este documento se puede citar de la siguiente manera:
PNUMA: Plan de Manejo Regional para el Manatí de las Indias Occidentales (Trichechus manatus) compilado
por Ester Quintana-Rizzo y John Reynolds III. Informe Técnico del PAC 48. Programa Ambiental del Caribe del
PNUMA, Kingston, Jamaica. 2010

RENUNCIA DE RESPONSABILIDAD
Desde la finalización de este informe, más países donde se encuentra el manatí (Tabla 4,
página 17) se han convertido en Partes Contratantes al Convenio para la Protección y el
Desarrollo del Medio Ambiente de la Región del Gran Caribe (Convenio de Cartagena) y su
Protocolo Relativo a las Áreas y a la Flora y Fauna Silvestres Especialmente Protegidas
(SPAW). Por favor visite nuestra página web en http://www.cep.unep.org/cartagenaconvention
para una lista actualizada de los países que son Partes Contratantes al Convenio
y al Protocolo SPAW.

Programa Ambiental del Caribe
Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente
PLAN DE MANEJO REGIONAL PARA EL MANATÍ DE LAS INDIAS
OCCIDENTALES
Elaborado con la colaboración de:
(Trichechus manatus)
Compilado por:
Dra. Ester Quintana-Rizzo
Dr. John E. Reynolds III
Manatí (Trichechus manatus)
© Manatee Programme,
Mote Marine Laboratory
Informe Técnico del PAC 48
2010

PRÓLOGO
El Programa Ambiental del Caribe (PAC) es uno de los Programas de Mares Regionales administrados
por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El PAC tiene su sede en
Kingston, Jamaica, y forma el marco programático del Convenio para la Protección y el Desarrollo del
Medio Marino en la Región del Gran Caribe (Convenio de Cartagena), que fue adoptado en 1983 por los
gobiernos de la región del Gran Caribe.
El Convenio de Cartagena es el único tratado ambiental global e integral de la región, y promueve la
cooperación regional para proteger la sostenibilidad ambiental y económica de la región a través de la
mejora de la gestión de los recursos costeros y marinos. Para lograr sus objetivos, el Convenio estableció
tres protocolos de gestión ambiental: el Protocolo relativo a la cooperación para combatir los derrames
de hidrocarburos en la región del Gran Caribe, el Protocolo relativo a las áreas y a la flora y fauna
silvestres especialmente protegidas (SPAW) y el Protocolo relativo a la contaminación procedente de
fuentes y actividades terrestres (FTCM).
El fin del Protocolo SPAW es proteger ecosistemas y hábitats singulares y frágiles, con lo que se
protegen las especies amenazadas y en peligro que residen allí. Este Protocolo se adoptó en 1990 y, en
1991, los gobiernos participantes incorporaron tres anexos que enumeran las especies de flora y fauna de
interés regional que necesitan la protección del Protocolo. El Protocolo SPAW se convirtió en ley
internacional en 2000.
Este documento se redactó a partir de los Artículos 11 y 21 del Protocolo SPAW, que establece el
desarrollo de pautas generales y criterios para la gestión y la recuperación de especies amenazadas y en
peligro de extinción de interés regional. Este documento también actualiza el Informe técnico N.º 35 del
PNUMA-PAC, publicado en 1995 y titulado “Regional Management Plan for the West Indian manatee,
Trichechus manatus” (Plan de gestión regional para el manatí del Caribe, Trichechus manatus) para
promover actividades de investigación y conservación más efectivas.
La fauna de mamíferos marinos de la región del Gran Caribe es diversa y aporta un importante valor
ecológico, estético y económico a los países y territorios del Caribe. En última instancia, el éxito de la
gestión y la conservación de los mamíferos marinos en esta región dependerá en gran medida del
compromiso de los países participantes a la hora de desarrollar sus medios internos y trabajar en forma
cooperativa estableciendo prioridades, normas y estrategias de conservación para la conservación de los
mamíferos marinos y la concientización sobre el tema.
Desde 1995, los gobiernos que participan en el Protocolo SPAW han considerado la conservación de la
subespecie antillana del manatí del Caribe (Trichechus manatus manatus) una prioridad regional. La
subespecie se encuentra en aguas de casi 20 países o territorios, pero su distribución es irregular, su
población es muy baja en la mayoría de los países y los efectos negativos de los humanos son o pueden
ser considerables.
Este informe está basado en consultas exhaustivas a científicos y administradores de los distintos estados
y territorios de la región del Gran Caribe, tanto partes firmantes como no firmantes del Protocolo
SPAW. Se consideraron todos los comentarios y las recomendaciones al redactar el documento
iii

definitivo, que se presentó para su aprobación el 8 de septiembre de 2008 y fue adoptado por las Partes
al Protocolo SPAW en la Quinta Conferencia de las Partes el Protocolo SPAW en Antigua y Barbuda.
Dada la gran cantidad de opiniones consideradas, este informe recomienda tanto medidas tradicionales
para la conservación del manatí (por ejemplo, la mejora de la educación y la concientización, así como
la aplicación de las leyes), como medidas novedosas (por ejemplo, la reintroducción en el hábitat
histórico) que han resultado efectivas para la conservación de otras especies en peligro de extinción y
que, si respetan pautas científicas sólidas, pueden resultar útiles para los manatíes. No todos los expertos
científicos (ni los autores) están necesariamente de acuerdo con cada recomendación ni con su prioridad
relativa. Este informe no refleja un consenso científico total, ya que los problemas tratados son
demasiado complejos. En lugar de eso, presenta una síntesis de los problemas y los enfoques que las
Partes del Protocolo SPAW deben tener en cuenta e implementar, si es que los consideran pertinentes.
El PNUMA-PAC agradece a todos los que contribuyeron de alguna manera con la elaboración de este
documento. En particular, el PNUMA-PAC agradece al Gobierno de Francia por aportar fondos a través
del Centro de Actividad Regional del Protocolo SPAW de Guadalupe, y a los Doctores Ester Quintana-
Rizzo y John Reynolds, del Mote Marine Laboratory (Sarasota, Florida), por su dedicación a esta
iniciativa y su competencia técnica. Esperamos que este trabajo facilite la conservación de los manatíes
en el Gran Caribe.
Dr. John Reynolds III Nelson Andrade Colmenares
Director del Centro Coordinador
Mote Marine Laboratory Programa Ambiental del Caribe
del PNUMA
iv

ÍNDICE
PRÓLOGO ................................................................................................................................................ iii
AGRADECIMIENTOS............................................................................................................................ xii
RESUMEN EJECUTIVO ....................................................................................................................... xiii
1. INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................ 1
1.1. Resumen de Taxonomía y Biología General ................................................................................ 1
1.1.1. Denominación común ................................................................................................................. 1
1.1.2. Clasificación y taxonomía......................................................................................................... 1
1.1.3. Territorio geográfico y distribución............................................................................................. 2
1.1.4. Biología ...................................................................................................................................... 3
1.1.5. Historias de vida ......................................................................................................................... 4
1.1.6. Estructura social ......................................................................................................................... 5
1.1.7. Patrones de reproducción .......................................................................................................... 5
1.1.8. Comportamiento de alimentación ............................................................................................. 6
1.1.9. Termorregulación y movimiento .............................................................................................. 8
1.1.10. Comunicación ......................................................................................................................... 11
1.2. Estado General en la Región ......................................................................................................... 12
1.2.1. Información sobre la población de la especie ......................................................................... 12
1.2.2. Amenazas generales en el territorio de distribución de la especie.......................................... 13
1.2.3. Condición legal ......................................................................................................................... 15
1.3. Importancia Ecológica ................................................................................................................... 16
2. ESTADO NACIONAL ....................................................................................................................... 18
2.1. Definición del “estado” de las poblaciones de mamíferos marinos ............................................... 18
2.2 Bahamas ........................................................................................................................................... 19
2.3. Belice ............................................................................................................................................. 21
2.4. Brasil .............................................................................................................................................. 27
2.5. Colombia ......................................................................................................................................... 31
2.6. Costa Rica ....................................................................................................................................... 36
2.7. Cuba ................................................................................................................................................ 40
2.8. República Dominicana ..................................................................................................................... 43
2.9. Guayana Francesa (Francia) ............................................................................................................. 46
2.10. Guatemala .................................................................................................................................... 48
2.11. Guyana .......................................................................................................................................... 53
2.12. Haití .............................................................................................................................................. 55
2.13. Honduras ...................................................................................................................................... 57
2.14. Jamaica ......................................................................................................................................... 60
2.15. México ......................................................................................................................................... 63
2.16. Nicaragua ...................................................................................................................................... 68
2.17. Panamá .......................................................................................................................................... 72
2.18. Puerto Rico (EE. UU.) ................................................................................................................... 76
2.19. Surinam ........................................................................................................................................ 80
v

2.20. Trinidad y Tobago ......................................................................................................................... 82
2.21. Estados Unidos .............................................................................................................................. 85
2.22. Venezuela ..................................................................................................................................... 89
3. RECOMENDACIONES SUGERIDAS A CORTO Y A LARGO PLAZO ........................................ 92
3.1. Recomendaciones Prioritarias o a Corto Plazo ............................................................................ 93
3.1.1. Evaluar el estado actual y la distribución de los manatíes .......................................................... 93
3.1.2. Definir pautas para la recopilación de datos/censos ............................................................... 93
3.1.3. Proteger a los manatíes y su hábitat ........................................................................................ 94
3.1.3.1 Mejorar la conciencia sobre los manatíes ............................................................................ 94
3.1.3.2. Áreas protegidas............................................................................................................... 96
3.1.3.3. Aplicar las leyes correspondientes ...................................................................................... 98
3.1.3.4. Disminuir las muertes y los daños causados por los humanos ........................................ 99
3.1.4. Promover la cooperación y el intercambio de información sobre la conservación de los
manatíes a nivel nacional y regional ............................................................................................... 100
3.1.4.1. Crear planes nacionales de recuperación o actualizar los existentes y organizar
equipos de recuperación .............................................................................................................. 100
3.1.4.2. Establecer una red de información y cooperación ............................................................. 101
3.1.4.2.1. Red regional de manatíes ........................................................................................ 101
3.1.4.2.2. Coordinador de la red regional de manatíes ............................................................... 102
3.2. Investigación y Medidas de Conservación a Largo Plazo .......................................................... 103
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes .......................................................................................... 103
3.2.1.1. Estado y distribución ....................................................................................................... 103
3.2.1.2. Información biológica que permite descubrir aspectos vitales de la dinámica
poblacional ................................................................................................................................... 105
3.2.1.3. Iniciativas coordinadas a nivel regional ......................................................................... 106
3.2.1.4. Controlar el cambio climático y su efecto en la distribución y la supervivencia de los
manatíes ...................................................................................................................................... 108
3.2.2. Supervisar las condiciones del hábitat ..................................................................................... 108
3.2.2.1. Identificar los requisitos del hábitat y las áreas protegidas de importancia
particular para los manatíes .......................................................................................................... 109
3.2.2.2. Promover la recuperación de las áreas preferentes de los manatíes que están
degradadas................................................................................................................................... 109
3.2.2.3. Contaminación del hábitat ............................................................................................. 109
3.2.2.4. Alteraciones acústicas .................................................................................................... 110
3.2.3. Supervisar y modificar como corresponda los programas de concientización sobre los
manatíes y las medidas de aplicación de las leyes .......................................................................... 111
3.2.3.1. Concientización sobre los manatíes ............................................................................... 111
3.2.3.2. Evaluar y mejorar la efectividad de las leyes actuales ................................................... 112
3.2.4. Disminuir y controlar las actividades que pueden ser perjudiciales para los manatíes ........ 112
3.2.5. Desarrollar pautas para la observación de manatíes en su hábitat y otras actividades
relacionadas..................................................................................................................................... 112
3.2.6. Desarrollar pautas para los manatíes en cautiverio................................................................... 114
3.2.7. Capacitar al personal y a los biólogos locales sobre gestión y conservación de las
zonas costeras.................................................................................................................................. 115
vi

4. POSIBLE REINTRODUCCIÓN DE LOS MANATÍES: UNA REFLEXIÓN PARA MEJORAR
LA CONSERVACIÓN Y LAS INVESTIGACIONES ...................................................................... 117
4.1 Introducción .................................................................................................................................... 117
4.2. Cuestiones Para Tener en Cuenta Antes de Comenzar .......................................................... 117
4.2.1. Condición legal y transparencia .............................................................................................. 118
4.2.2. Enseñanzas de las reinserciones de otras especies que se deben tener en cuenta ...................... 118
4.2.3. Sistemática de los manatíes en el Gran Caribe......................................................................... 118
4.2.4. ¿Cuántos manatíes se necesitarían para que una iniciativa de reintroducción funcione?..... 118
4.2.5. Estado de los manatíes que se utilizarían para la reintroducción.......................................... 118
4.3. Preguntas que se Deben Responder Antes de Capturar/Extraer Manatíes
de Cualquier Lugar........................................................................................................................... 120
4.3.1. ¿Cuál es el tamaño de la población de manatíes en la que se proponen las capturas
(suponiendo que no hay manatíes en cautiverio o que los que hay no son aptos para
la reintroducción)?. ......................................................................................................................... 120
4.3.2. ¿Cuáles son las amenazas actuales de esa población?. ......................................................... 121
4.3.3. ¿Qué efecto tienen esas amenazas en la salud y la supervivencia de los manatíes?
¿Se están tomando medidas para controlar dichas amenazas?. ...................................................... 121
4.3.4. Los manatíes que se han seleccionado para capturar, ¿son manatíes antillanos?................. 121
4.3.5. ¿Los manatíes elegidos para capturar presentan variabilidad genética en los genes
sometidos a selección activa? ......................................................................................................... 121
4.3.6. ¿Los animales son saludables?.............................................................................................. 121
4.4. Promoción de una Población de Manatíes Saludable en Guadeloupe .................................. 121
4.5. Conclusiones ............................................................................................................................... 123
4.5.1. Impresiones generales de la propuesta de Guadeloupe de reinsertar a los manatíes
(de Reynolds y Wetzel 2008).......................................................................................................... 123
4.5.2. Un panorama más amplio: conclusiones sobre la cuestión general de reinsertar a los
manatíes en ex hábitats del Gran Caribe......................................................................................... 123
5. MEDIDAS SUGERIDAS PARA CADA PAÍS............................................................................... 125
5.1. Bahamas.................................................................................................................................... 125
5.2. Belice (*).................................................................................................................................. 125
5.3. Colombia (*) .......................................................................................................................... 127
5.4. Costa Rica (*)........................................................................................................................ 127
5.5. Cuba (**) .............................................................................................................................. 128
5.6. República Dominicana............................................................................................................... 128
5.7. Guayana Francesa ..................................................................................................................... 129
5.8. Guatemala (*)............................................................................................................................. 129
5.9. Guyana ...................................................................................................................................... 130
5.10. Haití.......................................................................................................................................... 130
5.11. Honduras (*) ............................................................................................................................ 130
5.12. Jamaica...................................................................................................................................... 131
5.13. México (*)................................................................................................................................. 132
5.14. Nicaragua ................................................................................................................................. 132
5.15. Panamá (*) ............................................................................................................................... 133
5.16. Puerto Rico (*).......................................................................................................................... 134
vii

5.17. Surinam .................................................................................................................................... 136
5.18. Trinidad y Tobago ..................................................................................................................... 136
5.19. Estados Unidos (*)..................................................................................................................... 137
5.20. Venezuela (**) ......................................................................................................................... 138
6. BIBLIOGRAFÍA CITADA ................................................................................................................ 141
7. APÉNDICES....................................................................................................................................... 155
APÉNDICE I ....................................................................................................................................... 156
APÉNDICE II ...................................................................................................................................... 161
APÉNDICE III ..................................................................................................................................... 164
APÉNDICE IV ..................................................................................................................................... 178
viii

LISTA DE FIGURAS
Figura 1. Distribución general del manatí del Caribe, Trichechus manatus 2
Figura 2. Manatíes bajo el agua 4
Figura 3. Una manada reproductora de 11 manatíes fue avistada en la playa de 6
Longboat Key, Florida
Figura 4. Manatí alimentándose de hierbas marinas 18
Figura 5. Distribución de manatíes, Trichechus manatus, en las Bahamas, según los 19
mejores datos disponibles a partir de avistamientos documentados
Figura 6. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Belice según 21
sondeos aéreos recientes
Figura 7. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Brasil, 27
según los mejores datos disponibles a partir de informes de avistamientos
Figura 8. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Colombia, 31
según entrevistas e informes de documentos publicados e inéditos
Figura 9. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Costa Rica, 36
según entrevistas y observaciones desde botes y desde la costa
Figura 10. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Cuba, según 40
resultados de sondeos aéreos, avistamientos documentados y entrevistas a
residentes de la zona
Figura 11. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en República 43
Dominicana, según resultados de entrevistas a residentes de la zona e
informes de avistamientos
Figura 12. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en la Guayana 46
Francesa, según los mejores datos disponibles a partir de avistamientos
documentados y entrevistas a residentes de la zona
Figura 13. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Guatemala, 48
según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos e informes
de avistamientos
Figura 14. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Guyana, 53
según los mejores datos disponibles a partir de estudios de distribución
realizados en 1963 e informes de avistamientos
Figura 15. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Haití, según 55
los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos y entrevistas a
residentes de la zona realizadas en la década de 1980
Figura 16. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Honduras, 57
según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos e informes
de avistamientos
Figura 17. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Jamaica, 60
según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos e informes
de avistamientos
Figura 18. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en México, 63
según los mejores datos disponibles a partir de sondeos en barco, sondeos
aéreos y entrevistas
ix

Figura 19. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Nicaragua, 68
según los mejores datos disponibles recopilados a partir de sondeos en
barco, entrevistas e informes de avistamientos
Figura 20. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Panamá, 72
según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos y
entrevistas
Figura 21. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Puerto Rico, 76
según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos e informes
de avistamientos
Figura 22. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Surinam, 80
según los mejores datos disponibles a partir de informes de avistamientos
Figura 23. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Trinidad y 82
Tobago, según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos,
sondeos en barco y entrevistas
Figura 24. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Estados 85
Unidos, según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos,
sondeos en barco, entrevistas y avistamientos documentados
Figura 25. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Venezuela, 89
según los mejores datos disponibles a partir de sondeos aéreos y
entrevistas a residentes de la zona
Figura 26. Un manatí con cicatrices permanentes causadas por embarcaciones 99
Figura 27. Los sondeos aéreos y en barco son técnicas fundamentales para estudiar 105
los diferentes aspectos de la biología de los manatíes
Figura 28. Biólogos investigadores realizando un seguimiento de manatíes 105
etiquetados en la bahía de Chetumal, México
x

LISTA DE TABLAS
Tabla 1. Plantas y hierbas de agua dulce y aguas de estuario que consumen los 10
manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en diferentes partes de su
territorio
Tabla 2. Algunas plantas marinas que consumen los manatíes del Caribe, 11
Trichechus manatus, en diferentes partes de su territorio
Tabla 3. Cálculos de la población de manatíes del Caribe, Trichechus manatus 12
Tabla 4. Condición legal del manatí del Caribe, Trichechus manatus, 17
en su territorio de distribución
Tabla 5. Legislación nacional y medidas de conservación tomadas para proteger a 29
los manatíes en Brasil
Tabla 6. Zonas de conservación de manatíes en Brasil 30
Tabla 7. Resumen de recomendaciones sugeridas a corto y a largo plazo 116
Tabla 8. Resumen de recomendaciones sugeridas para cada país 139
xi

AGRADECIMIENTOS
La elaboración de este documento fue posible gracias a la ayuda de muchos voluntarios, pasantes e
integrantes del personal del Mote Marine Laboratory. Queremos agradecer especialmente a Ronald
Murphy, que dedicó gran parte de su tiempo a crear los mapas de cada país. Yaira Osborne, Kristen
Weiss y Doris Yu fueron de enorme ayuda al desarrollar los mapas y corroborar las ubicaciones
geográficas. Kristen Weiss, Lateesha Hektner y Dawn Renee aportaron comentarios útiles en las
ediciones del manuscrito. La Comisión de Mamíferos Marinos de EE. UU. otorgó los fondos para
imprimir el informe.
Varias personas de distintos países del Gran Caribe ofrecieron asesoramiento para muchas secciones de
este documento. Queremos agradecer su colaboración y el tiempo que dedicaron gentilmente a
ayudarnos. Muchas personas tuvieron la generosidad de otorgarnos acceso a información inédita o
comentar las versiones preliminares. Esos colegas son Karla Aparicio, Nicole Auil, Marie-Lys Bacchus,
Idelisa Bonnelly de Calventi, Carolina Mattosinho de Carvalho Alvite, Dalila Caicedo-Herrera, Nataly
Casteblanco, Maribel Chamorro Monjarrez, Haydee Domínguez Tejo, Robert Ford, Heidy García,
Alexander Gómez, Daniel González-Socoloske, Franklin Herrera, Suzanne Holguín, Ignacio Jiménez,
Jalaudin Khan, Oscar Machuca, Adda Manzanilla, Toni Marshett, Benjamín Morales-Vela, Antonio
Mignucci-Giannoni, León David Olivera-Gómez, Alejandro Ortega-Argueta, Jannet Adriana Padilla,
Regis Pinto, James Reid, Lenin Riquelme, Claudia Rodríguez, Marta Rodríguez, Aldemaro Romero,
Kherson Ruiz, José Antonio Santos Mariño, Malena Sarlo, Caryn Self-Sullivan y Angeline Valentine.
También estamos muy agradecidos con Suzanne Montgomery y Tim Ragen de la Comisión de
Mamíferos Marinos por su valioso aporte en la edición de este informe.
xii

RESUMEN EJECUTIVO
La mayoría de la gente cree que los mamíferos marinos representan importantes recursos de valor
estético, recreativo, ecológico y económico. Al considerarlos de esta manera, los pueblos y los gobiernos
han tenido la prudencia de incentivar su correcta gestión y conservación. Desde luego, este es el caso de
los manatíes en el Gran Caribe. Este informe reconoce el trabajo vital que se está llevando a cabo para
estudiar y conservar a los manatíes en esta región, pero también señala dónde se podrían mejorar las
iniciativas y propone sugerencias para progresar en el corto y el largo plazo.
El manatí del Caribe (Trichechus manatus) se distribuye desde el sudeste de Estados Unidos hasta el
noreste de Sudamérica, es decir, Brasil, Trinidad y Tobago y las Antillas Mayores. Los manatíes del
Caribe están presentes en veinte países del Gran Caribe. Como herbívoros acuáticos, ocupan un nicho
específico en el ecosistema. Este factor más los atributos de su ciclo vital (por ejemplo, su alta esperanza
de vida, su baja tasa de reproducción) convierten a los manatíes en especies susceptibles a la
sobreexplotación y los cambios ambientales. Víctimas de la caza indiscriminada en la antigüedad,
siempre desempeñaron una función importante en el folclore y las tradiciones de los pueblos indígenas.
A nivel ecológico, los manatíes pueden servir de animales de pastoreo y estimular el crecimiento y el
valor nutricional de las hierbas marinas y otros tipos de vegetación acuática.
El manatí del Caribe fue identificado por los gobiernos y los expertos de la región como una de las
especies protegidas prioritarias de la región del Gran Caribe. A nivel mundial, los manatíes son especies
protegidas de la Lista Roja de la UICN, donde se los clasificó como vulnerables. Con la adopción en
1990 del Protocolo relativo a las áreas y a la flora y fauna silvestres especialmente protegidas (SPAW)
del Convenio de Cartagena, y la incorporación en 1991 de las listas de especies protegidas, los manatíes
y el resto de los mamíferos marinos de la región fueron declarados especies con protección total. En
1995, en el marco del Protocolo SPAW, el Programa Ambiental del Caribe (PAC) del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) desarrolló el primer Plan de gestión regional para
la especie. El objetivo general del Plan era proporcionar un marco para la conservación de los manatíes
y su hábitat en la región. Sin embargo, para lograr una efectividad óptima, estos planes exigen revisiones
periódicas para reflejar la condición actual de la especie y sus amenazas. A fin de alcanzar este objetivo,
se generó esta, la segunda versión del plan.
Objetivos y estructura del informe
Los objetivos principales de este documento son (a) presentar una introducción del estado actual del
conocimiento científico, la legislación y las iniciativas de conservación en cada país caribeño donde se
encuentran los manatíes del Caribe y (b) proponer recomendaciones a corto y a largo plazo para la
gestión y la conservación. El documento se divide en cuatro secciones principales:
1. Una introducción que repasa la taxonomía, la biología general y la condición general de los
manatíes en la región.
2. Un resumen del estado de los manatíes en cada país o territorio (inclusive Puerto Rico) donde se
encuentran. En particular, el resumen considera (a) la distribución y población de los manatíes, (b)
las amenazas y los obstáculos para la conservación, (c) la importancia socioeconómica de la especie
para las comunidades locales y (d) la legislación y las medidas de conservación.
3. Recomendaciones sugeridas a corto y a largo plazo para la investigación y la conservación en la
región.
xiii

4. Medidas esenciales de conservación e investigación necesarias en países específicos.
El repaso del estado actual de los manatíes en los 20 países o territorios se complicó por el hecho de que
la información más reciente relacionada con los manatíes fuera de Florida no se publicó en revistas
evaluadas por expertos. De hecho, la mayor parte de la información disponible tiende a ser anecdótica o
proviene de informes inéditos, reuniones, tesis, artículos periodísticos o presentaciones donde el control
de calidad es dudoso. Para verificar la precisión de dichos datos en la mayor medida posible, se solicitó
la intervención y el asesoramiento de expertos de cada país. En muchos casos, nos basamos en
comunicaciones personales o relatos anecdóticos; por ende, hay una incertidumbre considerable con
respecto al estado y la distribución de los manatíes en varios países. Los datos de las fuentes
(referencias, colaboradores y revisores) se citan en detalle al final del informe.
Estado actual del manatí del Caribe
El estudio indica que el estado, la distribución, el apoyo logístico y la conservación de los manatíes
varían ampliamente en cada país del Gran Caribe. Como se mencionó, en algunos países, la información
es fundamentalmente anecdótica, pero en otros, se dispone de datos empíricos recopilados durante
muchos años para informar las decisiones de gestión. Desde la publicación original del Plan de gestión
regional para los manatíes en 1995, algunos países iniciaron nuevos programas o proyectos que han
comenzado a aportar nociones útiles; pero en otros, no se han generado datos nuevos.
En la mayoría de las partes del territorio de la especie, el estado de la población es desconocido. Los
tamaños de las poblaciones nunca se calcularon y las tendencias de las poblaciones son inciertas, si bien
los expertos locales y regionales sugieren que las cifras de muchos países pueden estar disminuyendo en
la actualidad. Los “cálculos” de las poblaciones (no son verdaderos cálculos, ya que muchos se basan en
suposiciones y conjeturas), elaborados en el marco de un estudio realizado para evaluar el estado de los
sirenios para la Lista Roja (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN), indican
que los tamaños de las poblaciones de los manatíes pueden oscilar entre aproximadamente 10 (Bahamas)
y 3,400 (Florida) individuos, y que la mayoría de las poblaciones tienen entre 100 y 500 individuos. La
cantidad de manatíes de la región del Gran Caribe (e incluso Brasil y Florida) se aproxima a 9,000.
Reiteramos que esta cifra se basa en datos de calidad muy variable (o no se basa en datos) y debe
considerarse únicamente una aproximación rudimentaria.
Los manatíes afrontan amenazas similares en todo su territorio, entre otras, la degradación y pérdida del
hábitat, las colisiones con embarcaciones, la pesca incidental/la captura accidental con equipos de pesca,
la contaminación, la alteración causada por los humanos, los desastres naturales y la caza. Si bien la caza
de los manatíes es ilegal, se los caza en muchas zonas para obtener carne, aceite, amuletos y otros
productos y, en menor medida, como actividad sociocultural. Las amenazas por caza están
disminuyendo en algunas zonas, pero el resto de las amenazas parece estar aumentando en la mayoría de
las áreas. La contaminación generada por la agricultura y la minería se mencionó sistemáticamente en
informes de países centroamericanos. Se documentaron muertes de manatíes por golpes de
embarcaciones en Florida, Belice, Colombia, Costa Rica y Venezuela.
Iniciativas para conservar a los manatíes a nivel nacional y regional
Los manatíes desconocen las fronteras internacionales (por ejemplo, México y Belice), por lo tonto se
requieren iniciativas regionales coordinadas para complementar y apoyar las de cada país. Esta
necesidad cobra importancia cuando se tiene en cuenta el siguiente factor: la cantidad de manatíes que se
cree que hay en ciertos países es demasiado pequeña para que la población tenga una alta probabilidad
xiv

de supervivencia a largo plazo, pero las poblaciones combinadas de varios países vecinos pueden crear
una mayor garantía de supervivencia si se reproducen entre sí. Fuera de Estados Unidos (Florida),
probablemente la población más grande de manatíes sea la del sudeste de México y Belice. En ese
sentido, proteger dicha población como recurso de importancia regional debe ser una prioridad.
Afortunadamente, se están sentando las bases de iniciativas internacionales y coordinadas. Varios
gobiernos han declarado zonas especiales de protección del manatí, mientras que otros desarrollaron o
están desarrollando planes de gestión nacionales o bilaterales para proteger a los manatíes a nivel
nacional y/o subregional.
Todos los países en los que recientemente se informó la presencia de manatíes cuentan con leyes
nacionales que protegen a la especie. A nivel internacional, hubo algunos cambios en el último tiempo.
Desde 1995, catorce gobiernos ratificaron su participación en los diferentes convenios y protocolos
internacionales que protegen a la especie y su hábitat.
Recomendaciones
El informe recomienda una serie de actividades para que los países y las regiones lleven a cabo en forma
conjunta. Las recomendaciones para países específicos se basan en datos aportados por expertos locales
o por publicaciones y recomendaciones de los planes de gestión de manatíes locales. Se deben
desarrollar e implementar medidas prioritarias a corto plazo (medidas de conservación orientadas,
investigación seleccionada, programas de educación y concientización locales y una mayor aplicación
de la legislación de protección) lo más rápido posible. La investigación y las medidas de conservación a
largo plazo deben facilitar la implementación y el fortalecimiento de los programas de investigación,
educación y conservación diseñados para garantizar la recuperación y el mantenimiento de los manatíes
y la protección de los hábitats necesarios para su supervivencia. Naturalmente, el inicio de cualquier
programa (pero, en particular, los de largo plazo) exige dedicar fondos y otros recursos a este problema.
Algunas de las recomendaciones clave son las siguientes:
1. Evaluación del estado actual y la distribución del manatí
Las evaluaciones del “estado” de una especie o población deben incluir varios factores, como la
abundancia, las tendencias de la población, la demografía y la identificación y el control de
amenazas. Dado que el estado de las poblaciones de manatíes es desconocido en la mayoría de
los lugares del territorio de la especie, es necesario llevar a cabo una evaluación nacional
cualitativa de los manatíes en las zonas costeras de todos los países del territorio. Detectar
cuántos manatíes existen y cuáles son los hábitats que prefieren es un paso fundamental para
establecer medidas de conservación adecuadas. En última instancia, también se debe evaluar el
estado de la especie por la salud y estructura de las poblaciones locales. Esto es de particular
importancia en las zonas donde las aguas costeras están contaminadas por vertidos indebidos de
aguas residuales de la industria agrícola y la industria minera.
2. Definición de pautas para la recopilación de datos/censos
Es crucial elaborar protocolos y técnicas estandarizadas para la recopilación y el análisis de
datos. Esto garantiza que los resultados se puedan comparar tanto dentro de cada país como entre
diferentes países. Algunos métodos de campo, como los sondeos aéreos, se han utilizado durante
años y se han estandarizado. No obstante, otros métodos, como el uso de sonares de barrido
lateral para encontrar manatíes en zonas con poca visibilidad bajo el agua, son relativamente
xv

nuevos y no están bien desarrollados. Por lo tanto, el personal que elabore las técnicas y recopile
la información en el campo debe contar con la capacitación adecuada para que los métodos se
desarrollen de manera satisfactoria, los datos recopilados sean de buena calidad y los resultados
se puedan comparar y reproducir.
3. Educación ambiental y aplicación de leyes pertinentes
Los manatíes tienen cierto nivel de protección legal a lo largo de su territorio. Sin embargo, en
muchos países aún se los caza ilegalmente, mueren por otras causas relacionadas con los
humanos (por ejemplo, enredos accidentales y colisiones con embarcaciones) y pierden su
hábitat (tanto cuantitativa como cualitativamente). La aplicación de las leyes existentes es crucial
para la supervivencia de los ejemplares. Asimismo, el éxito de cualquier iniciativa de
conservación depende de un componente efectivo de educación/concientización pública. Es por
eso que recomendamos que se establezcan programas de educación ambiental en las costas para
educar a las comunidades locales. Si las recomendaciones de fomentar la educación ambiental y
la aplicación de las leyes se adoptan plenamente, esta sola medida puede tener un efecto positivo
considerable en el estado de las poblaciones de manatíes.
4. Creación o actualización de planes nacionales de recuperación
Los planes de recuperación desarrollan protocolos para proteger y mejorar las poblaciones de
especies y asignan tareas prioritarias y plazos de ejecución a las partes interesadas
correspondientes. El Plan de Acción para la Conservación de Mamíferos Marinos en la Región
del Gran Caribe (MMAP) recomienda diseñar un plan nacional de recuperación si las
poblaciones de mamíferos marinos se encuentran sometidas a una o más de las siguientes
situaciones: sobreexplotación, supervisión inadecuada o aplicación irregular de las normas de
protección, degradación del hábitat y otros factores (enfermedades, etc.). Como las poblaciones
de manatíes sufren estos problemas en la mayor parte de su territorio, recomendamos que los
países creen planes nacionales de recuperación o actualicen los que tienen para garantizar la
supervivencia permanente de las poblaciones de manatíes.
Las recomendaciones se deben adoptar como un programa integrado y polifacético en el que los
resultados científicos y los programas educativos justifiquen e informen la creación de medidas
legislativas y de conservación sólidas. Como precaución final, es importante observar que algunas
actividades humanas (por ejemplo, ciertas formas de ecoturismo) pueden parecer benignas, pero, en
realidad, tienen consecuencias negativas e imprevistas para la flora y la fauna. Por otro lado, dichas
actividades pueden generar fondos sumamente necesarios a nivel local. Para que la conservación tenga
éxito, los administradores y las autoridades deben emplear un enfoque prudente y mesurado en la
evaluación de los costos y beneficios a largo plazo para los manatíes, los ecosistemas y los habitantes
del Gran Caribe.
xvi

1. INTRODUCCIÓN
1.1. RESUMEN DE TAXONOMÍA Y BIOLOGÍA GENERAL
1.1.1. Denominación común
Los manatíes del Caribe también se denominan vacas de mar o manatíes. El nombre genérico
Trichechus proviene del griego trichos (pelo) y ekh (tener), y hace referencia al vello facial y los
bigotes. Se cree que el nombre específico se originó a partir del vocablo de la lengua indígena caribeña
manati, que significa pecho de mujer (Reeves et al. 1992). Se consideraba que los pezones axilares del
manatí se parecían a los pechos humanos y las personas asociaban a los manatíes con las sirenas míticas
(Reeves et al. 1992, UNEP 1995).
1.1.2. Clasificación y taxonomía
Filo Cordata
Subfilo Vertebrata
Clase Mammalia
Orden Sirenia
Familia Trichechidae
Género y especie Trichechus manatus (Linnaeus 1758)
Trichechus inunguis (Natterer 1883)
Trichechus senegalensis (Link 1795)
Familia Dugongidae
Género y especie Dugong dugon (Müller 1776)
Hydrodamalis gigas (Zimmermann 1780)
Las familias Trichechidae (manatíes) y Dugongidae (dugones) presentan similitudes obvias, pero
también poseen algunas diferencias (véase Reynolds y Odell 1991 para observar imágenes de las
diferencias anatómicas). Por ejemplo, los manatíes tienen numerosos molares, pero carecen de incisivos
funcionales. Los dugones, por otra parte, tienen incisivos en el maxilar superior y molares en ambos
maxilares. Los dugones tienen aletas sin uñas, mientras que dos especies de manatíes (T. manatus y T.
senegalensis) tienen uñas en los extremos de las aletas. Los manatíes tienen una cola redondeada con la
que se impulsan, mientras que los dugones tienen colas divididas similares a las de los delfines y las
ballenas (Vaughan 1986, Reynolds y Odell 1991). Reynolds y Odell (1991) destacan otras diferencias, al
igual que los capítulos comparativos de Marsh (2002, para los dugones) y Reynolds y Powell (2002,
para los manatíes).
Actualmente, se reconocen dos subespecies del manatí del Caribe por las características del cráneo
(Domning y Hayek 1986): el manatí antillano, T. manatus, y el manatí de Florida, T. manatus latirostris.
Sin embargo, se ha cuestionado la división del T. manatus en dos subespecies debido a los resultados de
los estudios genéticos del ADN mitocondrial. García-Rodríguez et al. (1998) observó haplotipos
comunes en los manatíes de Florida y los de Puerto Rico y República Dominicana. Estos haplotipos
representan tipos de ADN mitocondrial de copia única que están presentes en cada ejemplar y se
transmiten a las crías por herencia materna. Sin embargo, Vianna et al. (2006) demostró que hay una
estructura de población marcada con una distribución espacial distintiva. La diversidad genética
disminuye en los extremos de la distribución latitudinal del T. manatus, por lo que Florida y Brasil
tienen la diversidad de haplotipos más baja. La diversidad de haplotipos más alta se encuentra en
1

Colombia y, en segundo lugar, en México. Asimismo, hay grandes diferencias genéticas entre las
poblaciones de Sudamérica (Guyana, Venezuela y Brasil) y las de las Antillas Mayores (Puerto Rico y
República Dominicana). Los datos genéticos disponibles en este momento sugieren que hay hasta tres
grupos de ADN mitocondrial, que corresponden a las siguientes regiones: (1) oeste y sur del Golfo de
México, Centroamérica y noroeste de Sudamérica, (2) Florida y las Antillas Mayores, y (3) noreste de
Sudamérica y este de las Antillas Menores (Deutsch et al. 2007).
El territorio del T. manatus se superpone con el del T. inungus cerca de la desembocadura del Río
Amazonas (Reeves et al. 1992). Los haplotipos de ADNmt (ADN mitocondrial) compartidos de algunos
ejemplares sugieren que hay hibridación (Vianna et al. 2006).
1.1.3. Territorio geográfico y distribución
El género Trichechus es principalmente tropical en su distribución y se encuentra a lo largo de la cuenca
atlántica. El territorio del manatí del Caribe abarca desde Bahía (Brasil) hasta Rhode Island (Estados
Unidos), aunque los avistamientos al norte de las Carolinas son poco frecuentes (Fig. 1). En la mayor
parte de su territorio, el manatí del Caribe parece preferir las aguas poco profundas de los ríos y los
estuarios donde hay vegetación acuática.
Figura 1. Distribución general del manatí del Caribe, Trichechus manatus. Véanse las secciones sobre cada país para
consultar información detallada sobre las distribuciones locales.
El manatí de Florida se encuentra en el sudeste de Estados Unidos, donde es la única subespecie de
manatí que habita aguas subtropicales y templadas. Es un ejemplar inusual por su necesidad de acudir a
manantiales de aguas cálidas y efluentes industriales durante los períodos de clima frío (Reynolds y
Odell 1991, Reeves et al. 2002). El manatí antillano se presenta por todo el resto del territorio de la
especie. Los manatíes que se avistan ocasionalmente en Texas son antillanos y no de Florida (Reeves et
al. 1992).
2

El manatí amazónico es endémico de los hábitats de agua dulce de la cuenca del Río Amazonas
(Lefebvre et al. 1989, Reynolds y Powell 2002). El manatí de África Occidental se halla en los estuarios,
los ríos y las aguas costeras de África Occidental, desde el Río Senegal en el norte hasta el Río Cuanza
(Angola) en el sur (Reynolds y Odell 1991, Reynolds y Powell 2002).
La familia Dugongidae está representada por el único miembro sobreviviente, el dugongo. Los dugones
habitan las aguas marinas tropicales y subtropicales del Océano Índico y el Océano Pacífico (Marsh
2002). El otro miembro de la familia, la vaca marina de Steller, está extinguido. Existió en las aguas
subárticas del Mar de Bering hasta 1768 (Reynolds y Odell 1991, Reeves et al. 1992).
1.1.4. Biología
Por lo general, las dos subespecies de T. manatus no se consideran distinguibles externamente, aunque el
T. m. manatus parece ser menos corpulento que el T. m. latirostris, posiblemente como adaptación para
producir calor corporal y mantenerlo (Rommel et al. 2003). Los manatíes adultos pueden alcanzar una
longitud de 3.9 m (alrededor de 13 pies) y un peso de 1,500 kg (3,500 libras). Las crías recién nacidas
miden entre 80 y 160 cm (entre 2.6 y 5.2 pies) de largo y pesan aproximadamente 30 kg (70 libras). Las
hembras y los machos son muy similares en tamaño y aspecto (Reeves et al. 1992), aunque estos últimos
pueden ser levemente más robustos. El único dimorfismo sexual evidente es la ubicación de la abertura
urogenital. En las hembras, la abertura se encuentra delante del ano, mientras que en los machos se ubica
detrás del ombligo (Moore 1951).
Varios autores describen las adaptaciones de los manatíes (por ejemplo, Reynolds y Marshall en prensa,
Reynolds y Odell 1991, Reeves et al. 1992; varios capítulos en Reynolds y Rommel 1999). Estas
referencias aportaron la mayor parte de la información utilizada para las siguientes descripciones breves.
El manatí del Caribe, como todos los manatíes, tiene un cuerpo fusiforme y una cola horizontal plana.
No presenta ningún pliegue que evidencie un cuello (Fig. 2; Reeves et al. 1992, Reynolds y Odell 1991).
Su piel es rugosa y, en general, de color gris o marrón, aunque el color varía según la edad (los recién
nacidos son más oscuros) y la cantidad y el tipo de epifitos que cubran la superficie (por ejemplo,
percebes o algas). Los ojos son pequeños y no tiene orejas. Tiene bigotes en el hocico, sobre la zona del
labio superior y el labio inferior, y utiliza un labio flexible y los miembros delanteros para manipular los
alimentos (Odell 1982; Marshall et al. 1998 a, b, 2000; Reep et al. 1998). Dado que la vegetación
acuática es una fuente de alimento poco nutritiva, los manatíes deben ser eficientes al recolectar y
manipular la vegetación (Marshall et al. 2000). Hay entre seis y ocho molares a cada lado del maxilar
superior y el maxilar inferior, y están situados cerca de la parte posterior de la boca. Se cambian
continuamente de atrás hacia adelante, desde el destete y durante toda la vida del manatí. Esta es una
adaptación sumamente inusual, ya que la mayoría de los mamíferos exhiben un cambio discontinuo de
los dientes verticales (Reynolds y Odell 1991). Las fosas nasales se ubican en la punta del hocico y unas
válvulas musculares las abren y cierran cuando el animal sale a la superficie y se vuelve a sumergir
(Hartman 1979).
Los manatíes tienen miembros delanteros flexibles en forma de paletas, con uñas en la parte dorsal.
Gracias a la flexibilidad de los miembros delanteros, los ejemplares pueden caminar por el sustrato y
acariciar a sus acompañantes. Los manatíes no tienen aleta dorsal. Las hembras tienen dos ubres; cada una
se ubica en un pliegue de piel que está detrás de la axila de cada aleta (Odell 1982, Reeves et al. 1992).
3

Figura 2. Manatíes bajo el agua (fotografía de Patrick M. Rose).
1.1.5. Historias de vida
Se pueden consultar resúmenes de la biología reproductiva y la conducta de los sirenios en Boyd et al.
(1999) y Wells et al. (1999), respectivamente. La esperanza de vida del manatí no se conoce con certeza.
El manatí más viejo de Florida llegó a los 59 años (Marmontel 1995). La longevidad superior a los 55
años se ha documentado seccionando los huesos del oído de los manatíes, que desarrollan grupos de
capas de crecimiento a lo largo de su vida (Marmontel 1993, Bolen 1997). Si bien la edad máxima es de
aproximadamente 60 años, la edad promedio de los ejemplares analizados por el programa de
recuperación de cadáveres de Florida es de alrededor de 12 (Bolen 1997). Por lo tanto, muchos animales
no llegan a alcanzar todo su potencial reproductivo. En Puerto Rico, la esperanza de vida de los
manatíes salvajes parece ser de cerca de 27 años (Mignucci-Giannoni et al. 2000a).
En general, los manatíes llegan a la madurez sexual entre los tres y los cinco años de edad, cuando su
cuerpo tiene aproximadamente 2.7 m (10 pies) de largo (Boyd et al 1999, Glaser y Reynolds 2003).
Cuando los machos alcanzan estas dimensiones, sus testículos aumentan de tamaño considerablemente
(Hartman 1979, Hernández et al. 1995, Reynolds et al. 2004). La edad en que los machos se reproducen
y tienen sus primeras crías se desconoce (Hernández et al. 1995), pero el hecho de que los manatíes
tengan conductas promiscuas y haya competencia espermática (Reynolds et al. 2004) sugiere que es
posible que los machos pequeños y maduros no preñen a muchas hembras.
Las hembras alcanzarían la madurez sexual entre los tres y los cinco años (Hartman 1979, Marmontel
1995, Rathbun et al. 1995, Wells et al. 1999). Las pruebas de senilidad son poco claras, pero las
hembras continúan reproduciéndose en su hábitat hasta los treinta años (Marmontel 1995). Un manatí en
cautiverio de Florida dio a luz a una edad aproximada de entre 43 y 48 años (U.S. Fish and Wildlife
Service 2001). Las hembras generalmente dan a luz a una sola cría, luego de un período de gestación de
4

entre 11 y 14 meses (Rathbun et al. 1995, Reynolds y Odell 1991). Se han registrado muy pocos casos
de mellizos (Marmontel 1995, Rathbun et al. 1995, Reeves et al. 2002, SEMARNAT 2001, Wells et al.
1999).
1.1.6. Estructura social
Los manatíes se consideran animales solitarios; la asociación más fuerte parece ser la de una hembra y
su cría (Hartman 1979, Rathbun et al. 1995). Las crías de los manatíes de Florida habitualmente se
quedan con su madre uno o dos años (Reynolds y Odell 1991, Koelsch 2001). Los intervalos de parición
varían según cada ejemplar, pero tienden a ser de aproximadamente 2 o 2.5 años (Marmontel 1995,
Rathbun et al. 1995, Koelsch 2001). Las crías recién nacidas dependen de sus madres para alimentarse,
pero parecen ganar la independencia nutricional a fines de su primer año de vida. Una cría dependiente
casi nunca se aleja más de un par de metros de la madre y generalmente se desplaza por una trayectoria
paralela, detrás de la aleta pectoral de la madre (Reynolds 1981). Las crías aprenden sobre las rutas
migratorias y las zonas de alimentación y descanso con la madre (Reynolds y Odell 1991). Los manatíes
machos no cumplen ninguna función en la educación o la protección de la cría, y tienden a agruparse
con otros manatíes con fines reproductivos. Otros vínculos entre los manatíes son ocasionales y
temporales.
Los manatíes se agrupan para alimentarse, migrar, descansar y jugar, pero los vínculos son muy
variables y breves. Cuando están en grupo, los manatíes presentan conductas de facilitación social, es
decir, si un animal se alimenta o descansa, los otros parecen actuar de la misma manera. La composición
de los grupos es diversa. Tanto jóvenes como adultos de ambos sexos pueden agruparse. Los machos
jóvenes pueden permanecer juntos por períodos prolongados (Hartman 1979).
Se han registrado grupos de hasta 22 individuos en distintas zonas de todo el territorio de la especie
(Auil 2004). En Florida, se observan grandes grupos de manatíes (de 300 a más de 500 ejemplares,
Craig y Reynolds 2004) en invierno, cuando la temperatura ambiente del agua disminuye a menos de
19 °C (66 °F). Estos grupos se forman por una cuestión de recursos (y no tanto por una cuestión social)
y aparecen en manantiales naturales y cerca de plantas industriales o de energía que vierten aguas
cálidas (Reynolds y Wilcox 1985, Laist y Reynolds 2005a). Al parecer, los manatíes no son territoriales.
No se han documentado pruebas de que defiendan o protejan partes de su territorio de origen (Hartman
1979).
1.1.7. Patrones de reproducción
Los manatíes son promiscuos y, en teoría, más de un macho se aparea con una hembra en celo. Los
consortes machos y la hembra en celo, que colectivamente se denominan manada reproductora,
permanecen juntos hasta un mes (Hartman 1979, Rathbun et al. 1995, Reynolds et al. 2004). La hembra
en celo se convierte en el centro de atención de la manada reproductora, de la que hasta 17 manatíes
machos pueden formar parte (Hartman 1979, Reynolds 1979). Algunos machos jóvenes pueden
incorporarse a la manada y abandonarla más tarde, pero un núcleo de machos maduros parece estar
continuamente con la hembra central. La hembra se muestra receptiva para la reproducción durante un
período breve, de uno o dos días. En ese período, los machos se esfuerzan por ganar una posición
favorable para concretar el acto sexual. En ese momento, los machos jóvenes se suelen quedar en la
periferia y muy raramente compiten con los machos mayores (Hartman 1979).
5

Con frecuencia se ven manadas reproductoras en aguas poco profundas en el momento culminante del
cortejo (Fig. 3; Hartman 1979). En Florida, se las ve principalmente en los meses cálidos (Rathbun et al.
1995). En otras partes del territorio de la especie, los picos de actividad reproductiva ocurren entre
marzo y agosto (PNUMA 1995). Las hembras en celo migran con mayor frecuencia fuera de sus
territorios de origen habituales. Los machos parecen tener territorios de origen más amplios que las
hembras, por lo que a medida que las hembras viajan, atraen a numerosos machos (con indicios
sensoriales que no se han determinado) a la manada reproductora. De este modo, disponen de más
machos para elegir (Wells et al. 1999). Los manatíes compiten para aparearse, pero no se sabe cuáles
son los machos sementales que lo logran (Reynolds et al. 2004). La cópula puede tener lugar en la
superficie del agua o debajo.
Figura 3. Una manada reproductora de 11 manatíes fue avistada en la playa de Longboat Key, Florida (Fotografía gentileza
de Mote Marine Laboratory).
1.1.8. Comportamiento de alimentación
Los sirenios son únicos entre los mamíferos marinos, dado que son herbívoros acuáticos. Asimismo,
fermentan (o digieren) los alimentos en el intestino grueso, lo que implica que pasan la mayor parte del
día recolectando alimentos (Reynolds y Rommel 1996, Reynolds y Marshall en prensa). De hecho, los
manatíes pasan entre 6 y 8 horas alimentándose durante el día o la noche (Hartman 1979, Reynolds
1977, Best 1981). Las hierbas marinas y otras plantas acuáticas no son demasiado nutritivas, pero esto
no representa un problema para los animales que digieren los alimentos en el intestino grueso, dado que
este funciona como un tanque de fermentación. El intestino grueso puede medir más de 20 metros de
largo y pesa, con el contenido, cerca de 70 kilogramos, lo que, notablemente, representa un 14% del
peso corporal (Reynolds y Rommel 1999).
6

Los sirenios presentan una serie de adaptaciones para la recolección de alimentos en la zona béntica que
influyen en la hidrostasis, o el mantenimiento del equilibrio en el agua (Domning y Buffrenil 1991). Con
frecuencia, los manatíes utilizan sus aletas pectorales para manipular y llevarse trozos de plantas sueltas
o flotantes a la boca. El hocico tiene mucha movilidad y es como una trompa de elefante corta (Marshall
et al. 1.998a). La región de los labios en el hocico está agrandada (en especial el labio superior) y cuenta
con seis grupos de vibrisas rígidas o bigotes (Reep et al. 1998). Los bigotes de los sirenios son atípicos
entre los mamíferos, ya que los utilizan para la manipulación prensil y para fines sensoriales. Tanto los
manatíes como los dugones exploran los objetos o alimentos de su entorno utilizando este complejo
muscular vibrisal (Marshall et al. 1998b, 2000). La evaluación psicofísica del poder de discriminación
táctil del manatí ha demostrado que los manatíes del Caribe tienen una gran capacidad para usar el
hocico, el morro y los pelos sensoriales de la zona para distinguir entre objetos de diversas texturas
(Bachteler y Dehnhardt 1999).
El hocico muscular y móvil de los sirenios es sólo una parte del aparato recolector de alimentos. Los
manatíes y los dugones tienen un paladar duro superior e inferior. No poseen piezas incisivas y caninas,
sólo tienen molares. Ambos grupos pueden emplear estas estructuras para triturar plantas y transportar
los alimentos hacia atrás en la boca (Marsh et al. 1999). En los dugones, se sospecha que el paladar duro
superior e inferior realiza la mayor parte de la masticación. Sin embargo, los manatíes evolucionaron en
sistemas ribereños que contienen muchas hierbas terrestres (Domning 1982). Estas hierbas son
sumamente abrasivas y desgastan los dientes con rapidez. Todos los herbívoros deben lidiar con el
problema del desgaste de los dientes debido a las propiedades abrasivas de las plantas. Por ejemplo, los
caballos superaron el desgaste de la dentadura desarrollando dientes muy altos (que se denominan
hipsodontos, a diferencia de los de los humanos, que tienen dientes braquidontos). Los dientes de los
caballos pueden tardar entre 20 y 30 años en desgastarse, y el desgaste de la dentadura está
correlacionado con la esperanza de vida del animal. Por otro lado, los elefantes (que son parientes
cercanos de los sirenios) han desarrollado molares especiales que surgen lentamente a lo largo del ciclo
de vida del animal (véase la página 3, sección Biología, para leer una explicación del cambio de los
dientes de los manatíes).
Las técnicas de alimentación de los manatíes difieren según la parte de la planta que se consume y la
forma de crecimiento de la fuente de alimento (Hartman 1979). Los manatíes actúan como
ramoneadores cuando se alimentan de plantas que flotan en la superficie o que tienen una altura
considerable en el agua. Se alimentan de los tallos y van de la corona a la base (Hartman 1979). Sin
embargo, si se alimentan de plantas sumergidas que producen hojas simples en ramilletes basales o
rizomas, tienden a comportarse como animales de pastoreo. A menudo, la boca y las aletas tocan el
sustrato y el cuerpo se inclina. Distintas técnicas de alimentación permiten que los manatíes recolecten
alimentos en el fondo, en la mitad de la columna de agua, en la superficie y fuera del agua, en la
vegetación colgante y de las riberas.
Domning (1977, 1980) sugiere que la morfología craneana de las diferentes especies de sirenios está
relacionada con su posición de alimentación en la columna de agua. La desviación intermedia del rostro
del manatí del Caribe permite que esta especie (y posiblemente también el manatí de África Occidental)
tenga la preferencia de recolección de alimentos más amplia en la columna de agua. Por otro lado, el
rostro del manatí amazónico prácticamente no tiene ninguna desviación y la especie prefiere alimentarse
sólo en la superficie.
A medida que los manatíes del Caribe se desplazan por ambientes ribereños, marinos y de estuarios,
7

consumen las especies de plantas presentes en cada uno de esos hábitats. Algunas de las plantas que
consumen aparecen en las Tablas 1 y 2 (Reynolds 1977, Hartman 1979, Best 1981, Packard 1981,
Bengtson 1983, Ledder 1986, O’Shea 1986, Smethurst y Nietschmann 1999, Jiménez 1999, 2000, Reid
2000, Nathai-Gyan y Boodoo 2002, Aguilar-Rodríguez et al. 2004, Spiegelber y Ganslosser 2005,
Riquelme et al. 2006).
Los manatíes consumen inadvertidamente diversos invertebrados, entre otros, bivalvos, caracoles,
anfípodos, isópodos, camarones, cangrejos y tunicados, que se encuentran entre las raíces y el follaje de
las macrofitas (Hartman 1979, Reynolds 1977, Best 1981). Además de consumir plantas vasculares, los
manatíes se alimentan de algas de agua dulce, por ejemplo, Enteromorpha, Oscillatoria y Navicula, y de
las algas marinas Ulva lactuta y Caulerpa prolifera (Mignucci-Giannoni y Beck 1998). Es posible que,
sin intención, se coman invertebrados, que les aportan proteínas. En Jamaica, se los ha observado comer
peces capturados en redes (Powell 1978).
1.1.9. Termorregulación y movimiento
Los rasgos conductuales y fisiológicos de los manatíes se asocian a su dieta. Consumen macrofitas
acuáticas, que constituyen una fuente pobre de nutrientes, dado que su composición es 90-95% agua
(Best 1981). Las angiospermas marinas tienen incluso menores concentraciones de proteínas y
carbohidratos que algunas plantas de agua dulce (Wells et al. 1999). Una dieta basada en alimentos de
calidad relativamente mala puede explicar por qué los manatíes comen en grandes cantidades (en
general, cerca del 7-8% de su peso corporal en peso húmedo; Best 1981, Etheridge et al. 1985). Los
adultos pueden alimentarse entre seis y ocho horas por día, en períodos de entre una y dos horas
(Hartman 1979).
En general, los científicos han sugerido que el índice metabólico de los manatíes (T. manatus y T.
inunguis) es mucho menor de lo que se espera para un mamífero de su tamaño (Scholander y Irving
1941, Gallivan y Best 1980, Irvine 1983). Rommel et al. (2003) utilizó datos de los estudios anteriores
para volver a calcular los índices metabólicos de un manatí de Florida de 450 kg y propuso que el índice
observado era de entre un 20 y un 65% del que se había previsto. Los índices metabólicos altos se
relacionan con una temperatura corporal interna alta. En Florida, donde las temperaturas del agua en
invierno pueden tener 40 o 50 °F menos que la temperatura corporal interna del manatí, conservar el
calor constituye una dificultad considerable. No obstante, el calor es un producto derivado de la
celulólisis, por lo que los manatíes pueden aumentar la producción de calor utilizando sus grandes
“tanques” de fermentación de celulosa (es decir, el intestino grueso). Es interesante señalar que los
manatíes de Florida tienen una circunferencia abdominal mucho mayor que los manatíes de la misma
especie de Centroamérica, donde las aguas son más cálidas (Rommel et al. 2003). Los investigadores
especulan que los manatíes de Florida, por selección natural, han adquirido estructuras de fermentación
de celulosa más grandes que sus parientes de aguas cálidas, simplemente a modo de adaptación para
conservar la temperatura (Reynolds y Marshall en prensa).
La necesidad de procesar alimentos constantemente para generar más calor a partir de la celulólisis es un
punto de vulnerabilidad para las poblaciones de sirenios que habitan aguas más frías (por ejemplo,
Florida, donde en algunas aguas habitan dugones). Cuando aparece un frente frío, es posible que estos
animales busquen aguas cálidas para sobrevivir a las bajas temperaturas (por ejemplo, Craig y Reynolds
2004). Si esto sucede, es habitual que los animales encuentren muy poco alimento cerca de las fuentes
de aguas cálidas y, a medida que guardan ayuno, el calor interno puede disminuir notablemente. Una vez
8

que el frente se retira, los manatíes pueden aventurarse a buscar alimentos, pero al hacerlo, se adentran
en aguas frías donde se vuelven vulnerables sin sus “hornos” internos en funcionamiento.
En los meses invernales, los manatíes de Florida migran al sur, a zonas de aguas cálidas, donde se
forman grupos de varios cientos de individuos (Reynolds y Wilcox 1985). En los meses estivales, los
manatíes se pueden dispersar en distancias mayores a 800 km (497 millas) (Reid et al. 1991; véase
Deutsch et al. 2003, monografía sobre etiquetado). Teóricamente, es posible el intercambio de
individuos en zonas del Caribe alejadas entre sí.
9

Tabla 1. Plantas y hierbas de agua dulce y aguas de estuario que consumen los manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en
diferentes partes de su territorio (sólo figuran plantas registradas durante observaciones directas de momentos de
alimentación).
Especie Brasil Colombia Costa
Rica
Florida
(EE. UU.)
Guyana
Francesa
México Nicaragua
Puerto Rico
(EE. UU.)
Trinidad y
Tobago
Venezuela
Brachiaria sp.
Cabomba aquatica
x x
Ceratophyllum demersum x
Cyperus sp. x x
Eichhornia crassipes x x x x x x
Elodea densa x
Eleocharis acicularis x x x
Halodule wrightii x
Hydrilla verticillata x
Languncularia racemosa x
Myriophylum spicatum x
Montrichardia arborescens x x
Najas guadalupensis x
Panicum hemitomon x x x
P. maximum x x
P. mole x
P. paniculatum x
P. purpurascens x
Paspalum vaginatum x
Pennisetum purpureum x
Phragmites communis x
Potamogeton pectinatus x
Sorghum halapapense x
Rhizophora sp. x
R. mangle x x
Rhabdadenia biflora x
Utriculata sp. x x
Vallisneria neotropicalis x
10

Tabla 2. Algunas plantas marinas que consumen los manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en
diferentes partes de su territorio
Especie
Bahamas
Florida
Guyana
11
México
Panamá
Halodule wrightii x
Ruppia maritime x x
Syringodium filiforme x
Thalassia testudinum x x x x
Utriculata sp. x x x
Surinam
1.1.10. Comunicación
En la comunicación acústica de los manatíes se observan sonidos con frecuencias máximas de entre 2.5
y 5 kHz. Los sonidos se han descrito como gorjeos, silbidos o chillidos, y pueden durar entre 0.15 y
0.5 segundos (Hartman 1979, Reynolds y Odell 1991). Los manatíes utilizan sonidos en varios
contextos, por ejemplo, cuando expresan irritación, durante las interacciones sexuales, cuando tienen
miedo y cuando juegan (Hartman 1979). A diferencia de la ecolocación de los cetáceos, las
vocalizaciones de los manatíes no parecen utilizarse para la orientación (Hartman 1979). La
comunicación táctil también parece ser de importancia, ya que, con frecuencia, se ve a los manatíes
acariciándose entre sí y frotándose contra objetos. Fuera de la temporada reproductiva, los machos y las
hembras tienen interacciones sociales: se besan, se acarician con el hocico, se rozan y juegan. Estos
encuentros son casuales y breves. Los machos jóvenes presentan conductas homosexuales que pueden
durar varias horas (Hartman 1979).
Los manatíes tienen más sensibilidad a los sonidos de baja frecuencia. Algunos estudios señalan que los
manatíes tienen más sensibilidad a sonidos de la frecuencia de 1.5 kHz (ligeramente similar a la
frecuencia de sonido que hace el tono de señal de emergencia de la televisión; Bullock et al. 1980). Sin
embargo, otros estudios que analizaron la anatomía del oído sugieren que los manatíes oyen mejor en
frecuencias levemente más altas, de alrededor de 5 kHz (similares a la señal de un detector de humo;
Glaser y Reynolds 2003). No obstante, los audiogramas conductuales indican que los manatíes pueden
oír sonidos con frecuencias de hasta 46 kHz y que son más sensibles a sonidos de entre 10 kHz y 20 kHz
(Gerstein et al. 1999). Asimismo, ciertos estudios que emplearon mediciones del potencial evocado
auditivo (Auditory Evoked Potential, AEP) observan que los manatíes responden a estímulos de prueba
de entre 4 kHz y 40 kHz (Mann et al. 2005).
Los estudios de la audición tienen una importancia práctica, dado que a menudo los manatíes sufren
heridas graves o mueren a causa de choques con embarcaciones. En Florida, aproximadamente 100
manatíes mueren cada año por choques con embarcaciones (FFWC 2004). La capacidad de los manatíes
para oír y localizar los sonidos de las embarcaciones es un tema importante, particularmente a la hora de
desarrollar estrategias de conservación. Los investigadores consideran que los manatíes tienen una
capacidad de localización relativamente buena, lo que coincide con los resultados de los estudios que
demuestran que pueden detectar embarcaciones que se acercan (Mann et al. 2005). Esos estudios
descubrieron que los manatíes que están en aguas poco profundas y en los bordes de canales responden a
las embarcaciones que se acercan aumentando su velocidad de desplazamiento y dirigiéndose a las aguas
profundas más cercanas (Nowacek et al. 2005).

1.2. ESTADO GENERAL EN LA REGIÓN
1.2.1. Información sobre la población de la especie
El estado de los manatíes a nivel nacional varía según el país; se los puede considerar desde vulnerables
hasta en peligro de extinción o extinguidos a nivel local. Hace poco, Deutsch et al. 2007 llevó a cabo un
estudio general de los tamaños de las poblaciones en cada país de la región del Gran Caribe, basándose
en entrevistas con expertos locales en manatíes. El tamaño sugerido de las poblaciones se calculó según
los mejores datos disponibles (que a menudo eran escasos) y oscila entre menos de 10 y más de 1,000
ejemplares (Tabla 3). La información de ese informe y el que incluye este plan (véase la sección Estado
y distribución de cada país) señala que las tendencias de población de cada país son casi siempre
desconocidas, pero en algunos casos indican una disminución o estabilidad. Varias pruebas anecdóticas
y entrevistas con habitantes locales parecen denotar que ha habido una disminución considerable en
algunos lugares en los últimos 30 a 50 años.
Tabla 3. Cálculos de la población de manatíes del Caribe, Trichechus manatus (a menos que se
indique lo contrario, los cálculos se publicaron en Taylor et al. 2006). La población mínima hace referencia
a conteos o cálculos mínimos basados en los mejores datos disponibles. Nota: Tendencia A = en posible aumento,
E = probablemente estable, D = en probable descenso, NS = desconocida por datos deficientes, 1 = com. pers. de N.
Auil , 2 = com. pers. de E. Quintana-Rizzo, 3 = US Fish and Wildlife Service 2001.
País
Tendencia
12
Población
mínima
Cálculo de población
Bahamas A 3-5 10
Belice E/D 400-700 1 1000 1
Brasil E/D

1.2.2. Amenazas generales en el territorio de distribución de la especie
La distribución de los sirenios se relaciona con la disponibilidad de la vegetación acuática que necesitan
para sobrevivir. Por ende, los sirenios se encuentran en hábitats costeros y ribereños, cerca de los
humanos. Este simple hecho hace que la especie esté expuesta a diversas actividades que pueden, en
forma individual o conjunta, amenazar su existencia (Reynolds y Odell 1991).
Varias amenazas afectan a los manatíes en distintas partes de su territorio. La mayoría de las amenazas
se relacionan con los humanos; algunas son: la pesca furtiva, la pérdida del hábitat, la contaminación
química, las redes de pesca y las colisiones con embarcaciones (Lefebvre et al. 1989, Quintana-Rizzo
1993, U.S. Fish and Wildlife Service 2001, Jiménez 2002, Reynolds y Powell 2002, Castelblanco-
Martínez et al. 2003, MADVT 2005, Castelblanco-Martínez 2004). Las amenazas no relacionadas con
los humanos son la exposición ocasional a mareas rojas y aguas de baja temperatura (U.S. Fish and
Wildlife Service 2001), y los huracanes (Langtimm y Beck 2003). La exposición al frío es más común
para los manatíes de Florida que para los antillanos, ya que los últimos habitan aguas tropicales cálidas.
La pesca furtiva ha reducido notablemente las poblaciones de manatíes del Caribe en todo el territorio de
la especie (Lefebvre et al. 1989). Los manatíes, como otras especies de selección K (Glaser y Reynolds
2003), son particularmente susceptibles a la sobreexplotación debido a sus bajos índices de
reproducción. Los manatíes continúan siendo víctimas de la caza, a pesar de contar con protección legal
en muchos países (véanse las secciones de cada país sobre principales amenazas y legislación). En el
pasado, los manatíes se cazaban por muchas razones: su carne sabrosa, el aceite para cocinar y los
huesos para fabricar armas y medicamentos para regular la menstruación y tratar dolores corporales,
artritis, dolores corporales y tos convulsa (UNEP 1995, Auil 1998). Hoy en día, parece ser que los
manatíes se cazan exclusivamente por su carne (Correa-Viana et al. 1990, Jiménez 2002). La carne de
manatí puede costar apenas unos dólares por libra ($5-$8) o puede cotizar a precios más altos (hasta
$100 por libra) en mercados locales de Centroamérica (Jiménez 2002, Quintana-Rizzo 1993). En Belice
y México, los huesos aún se usan para confeccionar esculturas y alhajas artesanales (Morales-Vela y
Olivera-Gómez 1992a, Auil 1998).
La pesca furtiva en Nicaragua es responsable de la muerte de entre tres y nueve manatíes por año. Los
cazadores son hombres de diferentes edades y orígenes étnicos (por ejemplo, criollo y garífuna; Jiménez
2002). En la década de 1990 se informaron casos de pesca furtiva de manatíes en Belice que parecen ser
resultado de la pesca furtiva en Guatemala y, posiblemente, Honduras (E. Quintana-Rizzo inédito). En
agosto-septiembre de 1995, se encontraron al menos 35 cadáveres de manatíes en el área de Port
Honduras, Belice (Bonde y Potter 1995). Un año más tarde, hubo una segunda denuncia de pesca furtiva
al sur de Port Honduras, donde se encontraron otros nueve manatíes muertos (Morales-Vela et al. 2000).
Algunas poblaciones de manatíes ocupan aguas de más de un país, por lo que la pesca furtiva en uno o
varios lugares puede afectar el estado de la especie en distintos países. En otras oportunidades, esto
generó que los países se acusaran entre sí por las actividades ilegales, aunque, con el tiempo, el tema fue
perdiendo importancia (E. Quintana-Rizzo inédito).
Al parecer, los cazadores de manatíes utilizan técnicas similares en Centroamérica y Sudamérica (Auil
1998, Cruz 1994, Jiménez 2000, Castelblanco-Martínez 2004, com. pers. de Quintana-Rizzo). Primero,
disparan un arpón que está sujeto a una boya o una canoa. Luego, persiguen al animal hasta que se
agota, la corriente lo arrastra hasta la orilla o cerca de la canoa, y lo matan apuñalándolo en la espalda o
golpeándolo en el hocico. Por último, lo llevan muerto o moribundo a la orilla, donde lo carnean.
13

Si bien la caza continúa siendo una de las mayores amenazas para los manatíes antillanos, se han
identificado otras actividades humanas como causas o posibles causas de la muerte de estos ejemplares.
Por ejemplo, en Nicaragua y Colombia se han informado casos de manatíes que quedan atrapados en
equipos de pesca o redes (Jiménez 2002, Castelblanco-Martínez 2004). En Florida también ha habido
casos de manatíes que se enredan en redes de camarones o trampas para cangrejos (U.S. Fish and
Wildlife Service 2001).
La principal amenaza para los manatíes de Florida son las embarcaciones de gran velocidad. Las
muertes o lesiones graves de manatíes a causa de choques con embarcaciones aumentaron
exponencialmente en un 7% por año y representaron el 24% de la tasa de mortalidad total entre 1976 y
2000. Esto parece estar relacionado, por un lado, con el aumento de las cantidades de manatíes y, por el
otro, con el aumento de las poblaciones humanas y el uso de embarcaciones en las zonas que habita la
especie. La población humana en Florida se incrementó en un 130% desde 1970. El aumento del tráfico
náutico también afecta la calidad del hábitat y genera contaminación en el medio ambiente acuático. La
segunda causa principal de muerte de los manatíes relacionada con los humanos en Florida es el hecho
de que quedan atrapados en estructuras de control de agua y esclusas de navegación, donde mueren
aplastados (U.S. Fish and Wildlife Service 2001).
La proximidad de la gente también puede afectar el hábitat de los sirenios. Estos dependen de la
vegetación sumergida, flotante e incluso de la superficie para sobrevivir. La alteración del hábitat que
producen los dragados y rellenos, los residuos costeros o las marcas que dejan las hélices de las
embarcaciones afecta la calidad y la cantidad de alimento que ingieren los manatíes, lo que influye
negativamente en su nutrición, crecimiento y reproducción. La destrucción de la hierba marina provoca
la erosión y fragmentación de los lechos de hierba marina, lo que, en última instancia, desencadena la
pérdida de todo el hábitat (Dawes et al. 1997). Como los lechos de hierba marina son áreas de cría para
numerosas especies marinas, la pérdida de este hábitat es perjudicial no sólo para los sirenios, sino
también para todo el ecosistema. Es por ello que el estado de Florida ha reforzado la protección de los
lechos de hierba marina (Sargent et al. 1995).
Muy pocos estudios han analizado los efectos de los contaminantes en los manatíes, pero es posible que
estos estén expuestos a niveles relativamente altos de contaminación por su atracción por los vertidos
industriales y urbanos. Un estudio de los manatíes de Florida reveló que los niveles de la mayoría de los
contaminantes analizados (organoclorados y algunos metales) eran bajos (O’Shea et al. 1984, Ames y
Van Vleet 1996), pero D. Wetzel (com. pers.) encontró bifenilos policlorados en tejidos de manatíes
tomados en partes relativamente vírgenes de la costa mexicana. Por lo tanto, la contaminación química
degrada el hábitat de los sirenios, incluso en lugares no urbanizados, y puede afectar su salud general y
su supervivencia. Un factor que puede proteger a la especie de algunos tipos de contaminantes químicos
(a diferencia de otros mamíferos marinos) es que ocupan un nivel trófico bajo como herbívoros y pueden
estar menos expuestos que los predadores.
Además de la contaminación química, en algunas partes de su territorio, los sirenios están expuestos a
altos niveles de contaminación sonora debido a la intensa actividad náutica. Existen algunas pruebas en
Florida de que los ruidos producidos por las embarcaciones afectan la elección del hábitat y la conducta
de los manatíes (Glaser y Reynolds 2003). Al parecer, a veces los manatíes buscan alimentos y migran
de noche intencionalmente para evitar encuentros con embarcaciones (Buckingham et al. 1999,
Smethurst y Nietschman 1999, com. pers. de I. Jiménez).
14

Por lo tanto, el simple hecho de estar cerca de la gente puede causar que los sirenios sean víctimas de la
caza indiscriminada, mueran o resulten heridos accidentalmente, se expongan a contaminación sonora o
química, queden desplazados de su hábitat preferencial o se vean afectados de alguna manera. En zonas
muy pobladas del mundo, los efectos sinergéticos o acumulativos de los humanos en los sirenios no se
han cuantificado, pero es probable que sean muy significativos. En la sección sobre el estado nacional de
la especie se mencionan más amenazas específicas y problemas de conservación que afectan a los
manatíes en distintos países.
1.2.3. Condición legal
Los manatíes están protegidos en la mayoría de los países del Caribe por una combinación de leyes
nacionales y tratados y acuerdos internacionales (Tabla 4). Las primeras se desarrollan en mayor detalle
en las secciones sobre cada país en particular; los últimos se describen brevemente aquí.
Ha habido cambios en la condición legal internacional del manatí del Caribe en algunos de los países del
Gran Caribe desde el desarrollo del primer Plan de gestión regional del PNUMA en 1995 (UNEP 1995).
Catorce países ratificaron su participación en los diferentes convenios y protocolos que protegen a la
especie y su hábitat (Tabla 4).
Los manatíes del Caribe figuran como especie en peligro de extinción en el Apéndice I de la
Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres (CITES;
http://www.cites.org/common/com/AC/16/E16-Inf-15.pdf#search=%22manatee%22). Dicha convención
prohíbe el comercio de cualquier producto derivado del manatí. Los manatíes del Caribe se consideran
vulnerables a la extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN,
Sirenia Specialist Group 1996), pero la condición recomendada se cambió por “en peligro de extinción”
en el caso del T.m. manatus y el T.m. latirostris (Taylor et al. 2006).
Todos los sirenios cuentan con la protección del Protocolo sobre fauna, flora y zonas especialmente
protegidas (Protocolo SPAW, http://www.cep.unep.org/law/spawnut.html) del Convenio de Cartagena,
que protege zonas marinas y costeras especiales y la flora y la fauna. El Protocolo prohíbe
específicamente la posesión, la sustracción, la matanza y el comercio de cualquier especie de sirenio,
incluso de partes o productos derivados. El Protocolo SPAW contribuye con la promoción de acuerdos
pertinentes, inter alia la CITES, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), la Convención sobre
la Conservación de las Especies Migratorias (CMS), la Convención relativa a los Humedales de Ramsar,
y crea lazos para su implementación. El objetivo de esta última convención es la conservación y el uso
prudente de los humedales a través de medidas nacionales y la cooperación internacional, con el fin de
lograr el desarrollo sostenible en todo el mundo. La Convención de Ramsar cuenta con el apoyo de la
UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y tiene un
secretariado compartido con la IUCN (http://www.ramsar.org).
El Convenio de Cartagena (http://www.cep.unep.org/law.html) establece normas ambientales para
controlar la contaminación de las embarcaciones, el vertido de desechos en el mar, la contaminación
procedente de fuentes terrestres, actividades en el lecho marino y la contaminación del aire. También
protege ecosistemas singulares o frágiles y los hábitats de especies diezmadas, amenazadas o en peligro
de extinción (http://cep.unep.org/cartagena-convention). El Convenio fue ratificado por 23 estados
miembro de la región del Gran Caribe, que abarca el Mar Caribe y el Golfo de México desde Florida,
Estados Unidos, hasta la Guyana Francesa, en la costa norte de Sudamérica, así como México,
Centroamérica, y los numerosos estados y territorios insulares del Caribe. El Convenio de Cartagena se
15

complementa con tres protocolos, que especifican los temas más amplios que trata el Convenio. El
protocolo para combatir los derrames de hidrocarburos (el Protocolo de derrames de hidrocarburos) se
adoptó al mismo tiempo que el Convenio, en 1983. El protocolo sobre temas de biodiversidad (o
Protocolo SPAW) se convirtió en ley internacional en 2000. El protocolo sobre contaminación
procedente de fuentes y actividades terrestres (Protocolo LBS) fue adoptado por los gobiernos en 1999,
pero aún no ha entrado en vigencia.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica también protege el hábitat de los manatíes
(http://www.biodiv.org/convention/default.shtml). El Convenio, que fue ratificado por la mayoría de los
gobiernos del mundo, promueve la conservación de la diversidad biológica y el uso sostenible de sus
componentes. El órgano rector del Convenio es la Conferencia de las Partes, que está formada por todos
los gobiernos (y organizaciones regionales de integración económica) que ratificaron el tratado. El
Secretariado de la CBD opera bajo el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA).
El Convenio internacional para prevenir la contaminación por los buques (Convenio MARPOL) también
protege el hábitat de los manatíes. El Convenio MARPOL es el principal convenio internacional cuyo
fin es controlar la contaminación del sector náutico. Dicho convenio se adoptó en 1973 y fue modificado
por el Protocolo en 1978. Trata todos los aspectos técnicos de la contaminación proveniente de todo tipo
de embarcaciones, excepto la eliminación de desechos en el mar mediante vertidos. El Convenio regula
el tipo y las cantidades de sustancias contaminantes que las embarcaciones pueden desechar en el mar,
teniendo en cuenta la sensibilidad ecológica de las distintas zonas marinas
(http://www.imo.org/Conventions/contents.asp?doc_id=678&topic_id=258).
El hábitat de los manatíes también está protegido por la Convención de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar (CONVEMAR, Derecho del Mar o CDM), que establece obligaciones generales para
proteger el medio ambiente marino. La Convención crea un régimen legal innovador para controlar la
explotación de recursos mineros en áreas profundas del lecho marino externas a la jurisdicción nacional
mediante una Autoridad Internacional de los Fondos Marinos. El tratado aporta normas legales
universales para la gestión de los recursos naturales marinos y el control de la contaminación. La
Convención está formada por 153 partes. Su Secretariado se encuentra dentro de la División de las
Naciones Unidas de Asuntos Oceánicos y el Derecho del Mar (http://www.lawofthesea.net/
convention.htm). La Tabla 4 enumera los países que firmaron o ratificaron la CITES, la Convención de
Ramsar, el Protocolo SPAW, la Convención de Diversidad Biológica, el Convenio MARPOL y la
CONVEMAR.
1.3. IMPORTANCIA ECOLÓGICA
Los manatíes pueden servir de animales de pastoreo de la misma manera que los dugones (Fig. 4,
Reynolds y Powell 2002). El pastoreo de los manatíes beneficia a las hierbas marinas porque (1)
contribuye a la dispersión cuando los fragmentos de plantas no son ingeridos o (2) aumenta los niveles
de nutrientes gracias a la materia fecal que se distribuye en el lecho. Se sabe que el pastoreo estimula el
crecimiento, lo que, a su vez, puede aumentar el valor nutricional de la vegetación. Los lechos de
Thalassia donde pastorean tortugas verdes tienen niveles de nitrógeno más altos que los lechos donde no
pastorean. Sin embargo, el pastoreo intensivo de las briznas de la hierba marina agota los lechos, por lo
que, con el tiempo, las tortugas marinas deben abandonar la zona de pastoreo. No obstante, se
desconocen los efectos a largo plazo del pastoreo de los manatíes (Provancha y Hall 1991).
16

Tabla 4. Condición legal del manatí del Caribe, Trichechus manatus, en su territorio de distribución. Nota: ratif. = ratificado
País
Legislación
nacional
Convención
de Ramsar
(1971)
CITES
(1973)
Protocolo
SPAW (1990)
Convención de
Diversidad
Biológica (1992)
MARPOL
(1973)
CONVEMAR
Firmado Ratif. Firmado Ratif. Firmado Ratif. Firmado Ratif. Firmado Ratif.
Bahamas x x x x x x
Belice x x x x x x x x
Brasil x x x x x x x
Colombia x x x x x x x x x
Costa Rica x x x x x x
Cuba x x x x x x x x x
República
Dominicana
x x x x x x x x
Guyana
Francesa
(Departamento de
Francia)
x x x x x x x x
Guatemala x x x x x x x x
Guyana x x x x x
Haití x x x
Honduras x x x x x x
Jamaica x x x x x x x x x
México x x x x x x x x
Nicaragua x x x x x x
Panamá x x x x x x x x x
Surinam x x x x x x x
Trinidad y
Tobago
x x x x x x x x
Estados Unidos
(Puerto Rico
inclusive)
x x x x x x x
Venezuela x x x x x x x x x
17

2. ESTADO NACIONAL
Los siguientes testimonios se proponen ofrecer una perspectiva general de varios aspectos de la biología
y la conservación del manatí en cada país del Mar Caribe. El nivel de detalle de cada país varía según la
cantidad de información disponible, pero todos los testimonios aportan información sobre el estado y la
distribución, las amenazas de la conservación, la importancia socioeconómica y la condición legal de los
manatíes.
2.1. DEFINICIÓN DEL “ESTADO” DE LAS POBLACIONES DE MAMÍFEROS MARINOS
Ragen et al. (2002) evaluó los criterios que se utilizan en la actualidad para calificar el estado de los
mamíferos marinos en Estados Unidos y concluyó que, si bien los factores que se analizan normalmente
son útiles, no ofrecen un panorama integral. Es esencial que, de aquí en adelante, los estudios realicen
una evaluación lo más completa posible para que promuevan decisiones prudentes de gestión y
conservación. Por ejemplo, comúnmente, los científicos estudian el estado de los mamíferos marinos
realizando sondeos de población para contar los individuos del hábitat e implementando programas de
recuperación de cadáveres para obtener datos sobre la cantidad de individuos muertos y la causa de
muerte. Sin embargo, Ragen et al. (2002) observó que, para contar con una perspectiva integral, es
necesario evaluar varios factores adicionales, entre otros, (a) la salud de los individuos y la población,
(b) la demografía de la población y (c) la medida en que se conocen las amenazas futuras y están bajo
control. Muy a menudo, estos criterios adicionales no se evalúan correctamente ni se tienen en cuenta
para las decisiones relacionadas con la gestión y la conservación. Un enfoque incompleto al evaluar el
estado puede redundar en una noción poco clara del estado real de la especie, incluso después de años de
investigación, lo que no representa un enfoque efectivo ni rentable para obtener información óptima que
oriente las decisiones de conservación o mitigación. Por este motivo, como fin último, este informe
promueve el enfoque integral avalado por Ragen et al. (2002), aunque los límites actuales de
financiación y personal en muchos países pueden exigir el uso de enfoques iniciales muy básicos para la
evaluación del estado.
Figura 4. Manatí alimentándose de hierbas marinas (fotografía gentileza de Mote Marine Laboratory)
18

2.2 BAHAMAS
2.2.1. Estado y distribución
Los manatíes nunca fueron habituales en las Bahamas. Los avistamientos son poco frecuentes y no se
conocen zonas de uso constante. Si bien los lechos de hierbas marinas poco profundos abundan en gran
parte de las Bahamas, es posible que las escasas fuentes de agua dulce limiten la distribución de
manatíes allí (Lefebvre et al. 2001).
El primer registro de manatíes en Bahamas tuvo lugar en 1904, en las Islas Bimini. Entre 1965 y 1977,
hubo avistamientos no confirmados de manatíes en la Isla Gran Bahama y, en 1975, se avistó un manatí
en West End, Isla Gran Bahama (Odell et al. 1978). Los avistamientos de manatíes en Bahamas
aumentaron durante la década de 1990, principalmente en las islas del norte. Se registraron veinticinco
avistamientos de manatíes entre 1995 y 1999 en todo el conjunto de islas: Isla Cat, Isla Eleuthera, Isla
New Providence, Isla Andros, Highbourne Cay y Staniel Cay (Islas Exuma), Great Harbour Cay (Islas
Berry), Bimini y varias de las Islas Abaco (Lefebvre et al. 2001). En la Isla Andros y Walkers Cay (Islas
Abaco), los residentes informaron que no vieron manatíes antes de la década de 1990. En Bimini, un
manatí apareció con frecuencia durante seis semanas de 1998. Entre junio de 1997 y marzo de 1998, se
avistaron uno o dos manatíes en la cadena de cayos de Abaco, entre otros, Tilloo Cay, Harbortown, Man
of War Cay, Little Abaco Cay y Walkers Cay. El único dato de mortalidad conocido en Bahamas es un
cadáver que se recuperó en 1975 en Freeport, Isla Gran Bahama (Lefebvre et al. 2001).
19
Ubicaciones geográficas:
1 Isla Grand Bahama
1a West End
1b Running Mon Marina
1c Freeport
1d South Riding Point
2 Abacos
2a Walkers Cay
2b Little Abaco Cay
2c Man of War Cay
2d Tillo Cay
3 Las Islas Berry
3a Great Harbour Cay
3b Frozen Cay y High Cay
3c Alder’s Cay
3d Chub Cay
3e Little Whale Cay
3f Bamboo Cay
4 Bimini
5 New Providence
6 Isla Eleuthera/Harbour
7 Andros
7a Centro Submarino de
Evaluación de la Marina
Estadounidense en el océano
Atlántico
8 Highbourne Cay
9 Cat Island
10 Staniel Cay
11 Islas Exuma
12 Great Inagua
Figura 5. Distribución de manatíes, Trichechus manatus, en las Bahamas, según los mejores datos disponibles a partir de
avistamientos documentados.

Los investigadores identificaron al individuo, que era un manatí conocido de Florida (Lefebvre et al.
2001). Entre noviembre de 1998 y diciembre de 1999, se observó una manatí hembra adulta de tamaño
pequeño en el Centro Submarino de Evaluación de la Marina Estadounidense en el océano Atlántico de
la Isla Andros. En 2000, se la vio nuevamente en Great Harbour Cay, Islas Berry, una zona que se
encuentra a 90 millas al norte del lugar donde se la había avistado en la Isla Andros. Se comprobó que se
trataba del mismo individuo por unas cicatrices distintivas que tenía en el cuerpo. Además, un análisis
de identificación fotográfica reveló que se la había fotografiado originalmente en el invierno de 1994,
cuando era una cría, en Crystal River, en la costa oeste de Florida. En 1995, era un ejemplar joven,
independiente de su madre, pero aún frecuentaba la zona de Crystal River (Reid 2000). Todo esto formó
parte de la primera prueba de la migración de manatíes de Florida a Bahamas. No obstante, es posible
que, debido a las aguas profundas y las corrientes fuertes que separan Florida de Bahamas, el
movimiento de manatíes entre las dos zonas sea poco común. Esto sugiere que los manatíes observados
en las Bahamas son ejemplares abandonados, es decir, individuos de poblaciones cercanas que no
pudieron orientarse hacia aguas costeras, se alejaron con las corrientes marinas y encontraron las Islas
Bahamas (Lefebvre et al. 2001).
En el verano de 2000, el individuo mencionado se avistó con frecuencia en Great Harbour Cay con un
manatí macho adulto de pequeño tamaño (Reid 2000) y con menor frecuencia en otras partes de las Islas
Berry, por ejemplo, Chub Cay, Frozen Cay y High Cay, Alder’s Cay y Little Whale Cay. Dio a luz a una
cría en septiembre de 2001. Fue el primer nacimiento conocido de un manatí en Bahamas (Reid 2000,
2001a).
En repetidas ocasiones de 2001, se observaron al menos dos manatíes en la Isla Gran Bahama,
específicamente en West End, South Riding Point, Bamboo Cay y Running Mon Marina. Los
avistamientos eran más comunes sobre la costa sur de la Isla Gran Bahama, probablemente por el
hábitat, que parece adecuado para el sustento de los manatíes. Los manatíes pasan la mayor parte de su
tiempo descansando en cuencas y canales marinos, desplazándose entre ensenadas y alimentándose en
los lechos de hierbas marinas de la costa (Reid 2001b).
2.2.2. Principales amenazas y problemas de conservación
No se han denunciado problemas de caza de manatíes en Bahamas. Se sabe que los choques con
embarcaciones causan heridas en los manatíes e incluso su muerte, y pueden representar un problema
para la especie en zonas de intensa actividad náutica de Bahamas. Si bien existen normas de velocidad
para seguridad de las embarcaciones y protección de los bienes, los límites de velocidad no siempre se
respetan. Por ende, la aplicación de los límites de velocidad establecidos contribuiría a garantizar la
seguridad de los manatíes en Bahamas. Pese a esto, no hay registros de que se hayan recuperado
manatíes muertos a causa de colisiones con embarcaciones (Lefebvre et al. 2001, Reid 2001b).
2.2.3. Legislación nacional y medidas de conservación
Los manatíes están protegidos por la Ley de protección de animales salvajes (Capítulo 248, 21 de 1968
E.L.A.O. 1974), que prohíbe la pesca o captura de cualquier animal salvaje de las Bahamas (Gobierno
de Bahamas 2004). En 2005, el gobierno también promulgó la Ley de protección de mamíferos marinos
(N.º 12), que controla y regula las interacciones humanas con los mamíferos marinos. La ley prohíbe la
caza, la venta o el acoso de cualquier mamífero marino (Gobierno de Bahamas 2006). Actualmente,
Bahamas cuenta con un área Ramsar de una superficie de 32,600 hectáreas en la Isla Great Inagua (The
Annotated Ramsar List 2007).
20

2.3. BELICE
2.3.1. Estado y distribución
Belice se considera el último reducto de los manatíes en el Caribe (O’Shea y Salisbury 1991), en parte
por la calidad y la cantidad del hábitat disponible para la especie. Una parte considerable del área total
del país incluye al sistema de lagunas de la Barrera de Coral de Belice, lagunas costeras, una costa
accidentada y poco desarrollada, miles de manglares y ríos de curso lento, que constituyen hábitats
perfectos para el manatí. En las aguas y lagunas costeras, que abarcan un área de aproximadamente
4,214 km 2 , abundan las hierbas marinas.
Se estima que esto conforma el 72% del hábitat béntico total. Además del excelente hábitat que posee
para los manatíes, Belice tiene una densidad de población baja a lo largo de gran parte de la costa, lo que
permite preservar la calidad de las condiciones actuales (Lefebvre et al. 1989).
La bibliografía publicada sugiere que la población de manatíes de Belice oscila entre 300 y 900
individuos (O’Shea y Salisbury 1991, Auil 1998). Sin embargo, los científicos especialistas en manatíes
que trabajan en Belice indican que hay al menos 1,000 individuos allí (com. pers. de N. Auil). De los
países que limitan con el Golfo de Honduras (es decir, Belice, Guatemala y Honduras), es en Belice
donde se producen la mayor cantidad de avistamientos de manatíes en los sondeos aéreos que se realizan
sobre aguas costeras (Auil 2000, Quintana-Rizzo 2005a).
21
Ubicaciones geográficas:
1 Bahía de Chetumal
2 Corazol
3 Bahía de Corazol
4 Arrecife Basil Jones
5 Río Belice
6 Ciudad de Belice
7 Drowned Cay
8 Swallow Cay
9 Arrecife Gallows
10 Río Sibun
11 Atolón Turneffe
12 Southern Lagoon
13 Placentia Lagoon
14 Indian Hill Lagoon
15 Punta Gorda
Figura 6. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Belice según sondeos aéreos recientes.

La distribución de manatíes se ha estudiado principalmente a través de sondeos aéreos, dado que esta es
la técnica más eficaz para analizar la distribución en zonas extensas. En Belice, el análisis de tendencias
basadas en datos de sondeos aéreos recopilados entre 1997 y 2002 arroja que la población de manatíes
es estable o disminuye lentamente. No obstante, el análisis de los índices reproductivos indica que los
porcentajes de crías se aproximan o superan los valores de las poblaciones sanas y en crecimiento
(O’Shea y Salisbury 1991; Auil 1998, 2004). La discrepancia de los resultados que utilizan diferentes
índices de la población de manatíes dificulta la elaboración de conclusiones definitivas sobre el estado
de la especie en el país (Auil 2004).
Los manatíes se distribuyen de manera irregular en Belice. Las áreas más frecuentadas por grandes
cantidades de manatíes son Placencia Lagoon, Southern Lagoon, Indian Hill Lagoon, Port Honduras y
una zona de 25 km (15 millas) de radio alrededor de la Ciudad de Belice, que incluye la costa de la
ciudad, el río Belice, el río Sibun y los cayos (Auil 1998, Bengtson y Major 1979, O’Shea y Salisbury
1991, Quintana-Rizzo 2005a). Se han registrado diferencias estacionales en el uso del hábitat (Auil
2004). Durante la temporada seca, los manatíes se dirigen más hacia los ríos que hacia las zonas
costeras, como los cayos. Este patrón de distribución se invierte en la temporada de lluvias. El mayor
uso de los ríos en la temporada seca parece estar relacionado con la necesidad de los manatíes de contar
con agua dulce para beber. El suministro de agua dulce es limitado en los cayos y atolones lejanos.
Durante la temporada de lluvias, el aumento de las precipitaciones ayuda a los animales a satisfacer sus
necesidades de agua dulce, de modo que no tienen que pasar tanto tiempo en hábitats cercanos a la costa.
Los manatíes también pueden evitar los ríos de los hábitats próximos a la costa en la temporada de
lluvias gracias a las corrientes de aguas rápidas de las desembocaduras de los ríos (Auil 2004). Por otro
lado, las precipitaciones y las corrientes fuertes aumentan la turbidez del agua, lo que tiene un efecto
negativo en el crecimiento de la vegetación acuática de la que se alimentan los manatíes en los hábitats
costeros.
En los últimos años, las investigaciones se han centrado en áreas que se conocen como importantes
hábitats de los manatíes. En este momento, se están llevando a cabo cuatro proyectos de investigación de
manatíes centrados en zonas específicas. Estos estudios aportan datos fundamentales sobre los patrones
residenciales y ecológicos de la especie en diferentes partes del país. Por ejemplo, los manatíes de
Southern Lagoon residen allí todo el año (Powell et al. 2001). Southern Lagoon también parece ser un
lugar importante para los manatíes de países vecinos. Hace poco, dos manatíes identificados por satélite
migraron desde México hasta Belice a lo largo de la costa. Sólo se detuvieron en Southern Lagoon y
cerca de Placencia. El primer manatí se quedó en Southern Lagoon por tres meses antes de regresar a la
Bahía de Chetumal, México. Esta es la primera documentación de desplazamientos transfronterizos
desde el norte a Belice (com. pers. de Auil, com. pers. de Morales).
Entre la Barrera Coral de Belice y la Ciudad de Belice, hay un cordón de 13 km de largo de islas con
manglares llamadas Drowned Cayes (Self-Sullivan y LaCommare 2003, 2004). Pese a los cambios
generales y estacionales de la distribución entre los hábitats costeros y alejados de la costa que descubrió
Auil (2004), al parecer, los manatíes frecuentan el hábitat de Drowned Cayes todo el año para
alimentarse, descansar, socializar y cuidar a las crías (datos inéditos de Self-Sullivan y LaCommare).
Otros estudios analizan el uso diurno y nocturno de los lugares de descanso del área de Drowned Cayes
(com. pers. de M-L.C. Bacchus). Por otro lado, en ciertas zonas de la Barrera de Coral de Belice, cerca
de Drowned Cayes, y en el Arrecife Basil Jones (75 km al norte de Drowned Cayes, cerca de la frontera
con México), se observó la presencia de manatíes machos sólo por temporadas: aparecen con frecuencia
22

durante la temporada estival/de lluvias y abandonan el área en la temporada invernal/seca (Self-Sullivan
et al. 2003).
La presencia estacional de los manatíes machos en la barrera de coral puede representar una estrategia
reproductiva en la que los machos utilizan el arrecife como punto de referencia geográfico de una ruta
migratoria mientras buscan hembras en celo (Self-Sullivan et al. 2003). En el lado norte del Arrecife
Basil Jones, se han observado manatíes sistemáticamente entre el final de la estación seca y el final de la
estación de lluvias. Entre 1994 y 1999, se registraron más de 250 avistamientos de 21 manatíes
identificados. Dos manatíes se avistaron asiduamente durante un período de tres años (Smith 1999, Self-
Sullivan et al. 2003). En otras zonas, como el Arrecife Gallows, se observaron manatíes principalmente
en los meses más cálidos, pero la frecuencia de los avistamientos se desconoce. En algunas zonas del
arrecife, no se vieron ejemplares durante el invierno (Self-Sullivan et al. 2003). Un manatí se avistó en
dos lugares: el Arrecife Gallows y el Arrecife Basil Jones. Este tipo de movimiento sugiere que la
Barrera de Coral es una ruta migratoria de norte a sur y las pausas en el arrecife parecen ser puntos de
parada del viaje. Los movimientos por el arrecife pueden estar relacionados a cambios estacionales en la
temperatura del agua, la salinidad y la profundidad (Self-Sullivan et al. 2003b).
Si bien se desconoce el sexo del 26% de los manatíes identificados que se observaron en los Arrecifes
Basil Jones y Gallows en el estudio de Smith (1999), ni Smith ni Self-Sullivan avistaron hembras en
estos arrecifes. El fin específico para el que los machos utilizan el sistema de la Barrera de Belice
durante la temporada de apareamiento continúa siendo poco claro y se debe investigar en mayor
profundidad. En Southern Lagoon, donde se han localizado y registrado hembras etiquetadas durante
años, se observó que los machos se desplazan por vías fluviales costeras y a lo largo de la costa (datos
inéditos de Auil y Powell).
Se han observado manatíes con mucha frecuencia en el Atolón Turneffe, tanto de manera casual como
en sondeos aéreos y en barco (com. pers. de N. Auil, A. Valentine, E. Hines, S.B.P. Holguín, Hancock)
Se los ve con mayor asiduidad en las regiones norte del sistema de lagunas de hierba marina y
manglares, donde las aguas están más protegidas (Holguín 2004). Turneffe es uno de tres atolones de
coral que se ubican al este de la Barrera de Coral de Belice; tiene aproximadamente 30 millas de largo
por 10 millas de ancho y en la laguna central hay más de 200 manglares. En todas las estaciones se
avistaron manatíes en el Atolón Turneffe, pero, a excepción del animal etiquetado, no se han
identificado ejemplares aún. Sin más datos sobre los individuos particulares que frecuentan el Atolón
Turneffe, no se puede determinar si los avistamientos son de residentes o transeúntes.
2.3.2. Principales amenazas y problemas de conservación
A partir de una población de 1,000 individuos, se calculó que el índice de mortalidad anual es de
aproximadamente un 2%. Entre las causas de muerte se encuentran los enredos en equipos de pesca, la
pesca furtiva, las lesiones causadas por embarcaciones y la mortalidad perinatal (cría < 150 cm de largo;
Auil y Valentine 2004). La pesca furtiva de los manatíes por su carne existe desde hace décadas, pero en
los últimos años no se denunciaron casos. La pobreza y las prácticas culturales parecen ser las causas
principales de la caza hoy en día. El área de Port Honduras en el Distrito de Toledo es una zona
preocupante por la caza de manatíes (Auil 1998). En la década de 1990, se identificaron al menos 11
lugares de matanza ilegal de manatíes (Bonde y Potter 1995). Los lugares de matanza son claros ocultos
de los manglares, cerca de la costa. Desde que el TIDE (Toledo Institute of Development and the
Environment) instaló un puesto de guardabosques en un cayo de Port Honduras, no volvieron a
registrarse casos de pesca furtiva. La pesca furtiva es menos habitual en el norte, pero hay cazadores de
23

manatíes en los Distritos de Corozal y Belice (Auil 1998, Auil y Valentine 2004). La denuncia más
reciente de pesca furtiva de los últimos dos años se realizó en la costa noreste, donde, aparentemente,
unos pescadores mexicanos carnearon una cantidad indeterminada de manatíes (SWEET 2006). La
matanza de un solo adulto puede producir hasta 450 kg (1,000 libras) de carne que se vende o utiliza
para la subsistencia de la comunidad (Auil 1998). Se desconoce si la pesca furtiva continúa en la zona de
la frontera sur, aunque es probable que no se denuncie si es que aún se realiza.
Si bien la pesca furtiva siempre fue un problema en Belice, hoy, los manatíes afrontan otras amenazas
que se atribuyen a actividades humanas. La colisión con embarcaciones fue la principal causa de muerte
entre 1996 y 2003 y la tendencia sigue en aumento (Auil y Valentine 2004). Se ha observado que
algunos manatíes presentan cicatrices producidas por accidentes con embarcaciones. En 2006, se
encontró una hembra preñada muerta en Buttonwood Bay. El animal fue golpeado por la hélice de la
embarcación, posiblemente al buscar refugio en aguas poco profundas para dar a luz a su cría
(http://www.cdnn.info/news/eco/e060303.html). Los manatíes son los más vulnerables a las colisiones
en las aguas cercanas a la Ciudad de Belice, dada la gran cantidad de taxis acuáticos que viajan de la
ciudad a los cayos aledaños (Auil 1998). La cantidad de embarcaciones registradas también aumentó
considerablemente a mediados de la década de 1990, por lo que se desarrollaron normas náuticas para
las áreas de los manatíes. En el área de Drowned Cayes, un proyecto actual para implementar
identificaciones con foto indica que el 44% de los animales que frecuentan la zona tienen cicatrices
causadas por embarcaciones (Self-Sullivan, datos inéditos).
Entre 1996 y 2003, la mortalidad perinatal fue la segunda categoría principal de mortalidad de los
manatíes en Belice (Auil y Valentine 2004). La mortalidad perinatal es la muerte inexplicable de los
manatíes de menos de 150 cm de largo (U.S. Fish and Wildlife Service 2001). Esta tendencia disminuyó
a lo largo de los siete años estudiados. Los enredos en equipos de pesca no son tan comunes, pero ha
habido casos de crías que quedan atrapadas en redes (Auil y Valentine 2004).
Los manatíes también se ven amenazados por la alteración y destrucción de su hábitat. En Belice, el
desarrollo de la zona costera aumentó debido al turismo. El desarrollo de la costa y los cayos obliga a
talar los bosques del litoral, a dragar los canales (lo que destruye la hierba marina) y a construir
malecones que devastan los manglares. Las presiones del desarrollo también causan problemas de
contaminación del agua, dado que, con las nuevas estructuras, hay más desechos que se vierten
directamente en el mar o en ríos y arroyos adyacentes (Auil 1998). Por otro lado, desde 1996 ha habido
cada vez más casos de manatíes varados. La cantidad de casos por mes fue de aproximadamente uno
entre 1996 y 2003.
2.3.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En Belice, históricamente se ha cazado al manatí por su carne, que se distribuye dentro de una
comunidad o se vende en mercados. Algunas partes, como los huesos, se utilizan para crear esculturas o
alhajas, que también se venden (Auil 1998). En 1998, en las tiendas de regalos del aeropuerto
internacional Philip Goldson y en San Pedro (Ambergris Cay) se vendían esculturas y alhajas hechas de
huesos de manatí. Si bien las artesanías se confiscaron y se advirtió a los vendedores sobre las
infracciones que habían cometido, no fue posible identificar al proveedor de los huesos.
Hoy, los manatíes tienen un valor económico considerable, ya que constituyen una atracción turística. El
turismo es muy rentable en Belice, en particular para el sector de actividades acuáticas como el buceo y
24

el snorkel. Los paquetes de snorkel incluyen paseos para ver a los manatíes en su hábitat natural por un
precio promedio de US$70.00 por persona. Como la actividad no está controlada, puede generar
situaciones de acoso para los manatíes si los turistas nadan sin control cerca de los animales. En 1992,
este tipo de acoso se convirtió en algo muy común en Swallow Caye y los manatíes dejaron de acudir a
la zona. Por ende, los operadores turísticos locales convencieron a Friends of Swallow Caye, una
organización no gubernamental local, de encabezar una iniciativa para prohibir el snorkel con manatíes
y, en lugar de eso, organizar paseos de observación en barco para el sector comercial. En 2002, este
lugar y casi 9,000 acres de hábitats de hierba marina y manglares se declararon Santuario de Vida
Silvestre de Swallow Caye. El santuario está administrado conjuntamente por Friends of Swallow Caye
y el Departamento de Bosques.
2.3.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Belice ha firmado una serie de tratados regionales e internacionales que protegen la vida silvestre y el
medio ambiente marino (Tabla 4). A nivel nacional, la Ordenanza de protección de los manatíes (1933-
1936) constituyó la primera legislación de protección para la especie. En 1981, se incluyó a los manatíes
como especie en peligro de extinción en la Ley de protección de vida silvestre N.º 4 del Departamento
de Bosques. La Ley prohíbe la matanza, la sustracción y el acoso de los manatíes, así como la posesión y
la venta de cualquier parte de los animales (Auil 1998). En 1996, la División de Conservación del
Departamento de Bosques implementó normas que prohibieron nadar con los manatíes, en parte porque
los manatíes que ocupaban lugares frecuentados por los turistas terminaban abandonando la zona. En
1997, el Belize National Manatee Working Group dialogó sobre los beneficios y las posibles pautas
necesarias para crear una práctica adecuada para nadar con manatíes. El Departamento de Bosques
consideraba la posibilidad de permitir esta actividad si se establecían ciertas reglas, a saber, la
elaboración de pautas para nadar, el requisito de que los guías turísticos realizaran un curso sobre
observación submarina de manatíes y la limitación de las visitas a determinados días (Auil 1998). Sin
embargo, el Departamento aún no ha permitido ninguna operación comercial para nadar con manatíes
(com. pers. de C. Self-Sullivan).
Se han creado tres áreas protegidas en el país, específicamente para proteger el hábitat vital de los
manatíes. El Santuario de Vida Silvestre de Swallow Caye y el Santuario de Vida Silvestre de Corozal
Bay (adyacentes al área protegida de manatíes de la Bahía de Chetumal de México) cuentan con una
administración básica, mientras que el Santuario de Vida Silvestre (manatíes) de Gales Point
posiblemente será administrado por un grupo comunitario a partir del año próximo. No se han
desarrollado planes de gestión para estos santuarios, pero habrá al menos dos para fines de 2007.
Belice cuenta con casi 60 áreas protegidas que abarcan más del 40% del país. De estas, más del 43% se
encuentran dentro de la zona costera. Southern Lagoon, Gales Point y Corozal Bay, zonas frecuentadas
por los manatíes, se han ratificado como santuarios de vida silvestre. Burden Canal, ubicado cerca de la
Ciudad de Belice, se declaró reserva natural para proteger a las especies de mangles (Auil 1998). La
protección de la enorme población de manatíes que habita las aguas de Belice puede promover la
reproducción de la especie, lo que contribuiría a recuperar las poblaciones de los países vecinos:
México, Guatemala y Honduras (Auil 1998).
Auil (1998) diseñó un plan de recuperación para los manatíes de Belice. El plan contó con el apoyo del
Belize National Manatee Working Group y el Proyecto de gestión de la zona costera de Belice, a través
de un acuerdo con el PNUMA-CEP. El plan de recuperación resume las principales amenazas y los
problemas de conservación que enfrentan los manatíes. También realiza una síntesis de las pautas de
25

educación necesarias para garantizar la protección de la especie. Varias organizaciones no
gubernamentales participan en la educación ambiental, pero pocas se centran específicamente en los
manatíes. La Belize Audubon Society desempeña una función importante a la hora de educar a niños en
edad escolar y adultos sobre los manatíes y su hábitat, y el Toledo Institute of Development and the
Environment realiza cursos educativos sobre manatíes y supervisiones en Punta Gorda (Auil 1998).
Otra medida de conservación propuesta por el Plan de recuperación de los manatíes de Belice es la
promoción de incentivos económicos para los cazadores que protegen a los manatíes en lugar de
matarlos. Por ejemplo, se pueden crear puestos de guías turísticos sobre manatíes para los ex cazadores.
Un animal puede generar más ingresos por día en una semana de turismo que una cacería (Auil 1998).
Este cambio en el aprovechamiento de los recursos puede instaurar un medio de subsistencia sostenible
para las comunidades locales que antes dependían de la caza.
26

2.4. BRASIL
2.4.1. Estado y distribución
En Brasil, es probable que los manatíes del Caribe se hayan erradicado de los estados de Espírito Santo,
Bahia y Sergipe (Albuquerque y Marcovaldi 1982, Borobia y Lodi 1992, Lima et al. 1992, Lima 1997).
Los manatíes se encuentren desde Alagoas hasta Amapá, pero su distribución es irregular (Lima, 1997,
Luna 2001). Algunos hábitats importantes para los manatíes son la costa de Alagoas, al norte de
Pernambuco, Acaú/Ponta de Pedras, el estuario del río Mamanguape (Paraíba), la costa de Sagi (Río
Grande do Norte), la costa este de Ceará, Golfão Maranhense y Baía de Tubarão (Maranhão), los
manglares de Maranhão y Pará, y la región que se encuentra entre la isla de Maracá y el estuario de
Oiapoque (Amapá) (Lima 1997, Luna 2001). Se calcula que la población de manatíes del Caribe es de
alrededor de 500 ejemplares (Lima 1997, Luna 2001). No se tuvieron en cuenta los manatíes
amazónicos para este informe.
Se han avistado manatíes del Caribe introducidos por el Projeto Peixe-Boi en zonas donde
históricamente se observaron manatíes, a saber, los ríos Real y Mosqueiro (Sergipe), los estuarios de los
ríos Tatuamunha y Manguaba (Alagoas), la costa norte de Alagoas y la zona sur de Pernambuco (Lima
et al. 2004). Al parecer, los manatíes del Caribe son simpátridos con los manatíes amazónicos en las
aguas costeras y el lado noreste de la bahía de Marajó (Domning 1981, Lima et al. 1994, Luna 2001), lo
que puede haber producido una hidridación (Vianna et al. 2003, 2006). En la cuenca del río Amazonas,
la especie predominante es el manatí amazónico.
27
Ubicación geográfica:
1 Río Amaáreas
2 Estuario del Oiapoque
3 Isla de Maracá
4 Isla de Marajó
5 Ponta das Pedras
6 Bahía de Marajó
7 Golfo Maranhense
8 Playa Sagi
9 Río Mamanguape
10 Acaú
11 Río Tatuamunha
12 Río Munguaba
13 Río Real
14 Río Mosqueiro
Estados:
15 Amapá
16 Pará
17 Maranhão
18 Piauí
19 Ceará
20 Río Grande do Norte
21 Paraíba
22 Pernambuco
23 Alagoas
24 Sergipe
25 Bahia
26 Espirito Santo
Figura 7. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Brasil, según los mejores datos disponibles a partir de
informes de avistamientos.
2.4.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Históricamente, la principal amenaza para los manatíes fue la caza furtiva, que comenzó cuando Brasil
fue colonizada, lo que produjo una disminución aparente de la población y una reducción del territorio.
La presión de la caza prácticamente desapareció en la parte noreste del país gracias a la implementación
de varias medidas, entre otras, la creación de la ley federal N.º 5.197, que protege a las especies

silvestres (1967), y el desarrollo de un sólido programa educativo por parte de Projeto Peixe-Boi en
1980.
En la década de 1990, las principales amenazas para la supervivencia del manatí fueron, entre otras, los
enredos accidentales en distintos equipos de pesca (redes de enmalle, redes fijas en la desembocadura de
los ríos, trampas de pesca y cercotes) y la pesca deliberada para obtener alimento y para otros fines
(véase a continuación) (Lima 1997, Oliveira et al. 1994, Parente et al. 2004). Al menos 43 crías se
enredaron en el noreste entre 1981 y 2002. Estos enredos accidentales pueden estar relacionados con un
aumento de las actividades humanas en el lugar (por ejemplo, el turismo, la pesca y la instalación de
granjas piscícolas y minas de sal), lo que genera una reducción del hábitat tranquilo para las hembras y
sus crías (Lima et al. 1992, Parente et al. 2004).
Se han creado áreas protegidas especialmente para las crías y sus madres, pero en general no se respetan.
La degradación ambiental en algunas partes de Brasil también puede haber afectado la conducta de los
manatíes. Por ejemplo, en las zonas de manglares que se utilizan para proyectos piscícolas circulan
muchas embarcaciones a motor que pueden limitar el movimiento de los manatíes a las fuentes de agua
dulce y las zonas de alimentación y reproducción. El aumento de la cantidad de embarcaciones y motos
acuáticas incrementa las posibilidades de mortalidad de los manatíes. A lo largo de la costa norte de
Brasil, los ecosistemas costeros están bien preservados. La principal amenaza que afrontan los manatíes
en esta parte del país es la caza con arpones. La especie también se ve amenazada por los enredos
accidentales en redes fijas llamadas “zangarias”. En 2005, nueve manatíes murieron por enredarse
accidentalmente en el estado de Maranhão, lo que representó un aumento notable de este tipo de
mortalidad. La existencia de estos problemas sugiere que es necesario implementar programas
educativos que contribuyan a concientizar a las personas. Sin embargo, como la educación no
necesariamente suscita los cambios adecuados en la conducta humana, también se necesitan normas,
áreas protegidas y una correcta aplicación de estas.
2.4.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En Brasil, la caza de manatíes se menciona como parte de la historia de los primeros años de la
colonización. La actividad era común entre los pueblos indígenas. En la parte noreste del país, el método
de captura consiste en arponear al manatí desde una canoa y luego seguirlo hasta que muera (Lima
1997). Otra técnica que se utiliza en el norte es la colocación de redes en la desembocadura de los ríos
que frecuentan los manatíes, de modo que se queden atrapados mientras nadan. La caza requiere cierto
conocimiento de la biología y los hábitos de la especie y, por ende, es una actividad especializada. El
conocimiento se transmite de generación en generación (Lima 1997).
Casi no hay caza en Brasil hoy en día, gracias a las campañas ambientales que desarrolla y lleva a cabo
el IBAMA directamente en las comunidades costeras y ribereñas. En el marco de la misma iniciativa, el
Projeto Peixe-Boi emplea a habitantes locales, entre ellos, ex cazadores, para que registren avistamientos
de manatíes silvestres y supervisen a los manatíes que se reinsertan en el hábitat natural, lo que ayuda a
promover la conciencia del valor de los manatíes vivos.
2.4.4. Legislación nacional y medidas de conservación
La ley federal N.º 5.197 protege a los manatíes desde 1967 (Tabla 5). La caza se considera un delito. La
especie se encuentra en la lista brasileña de especies de fauna en peligro de extinción desde 1989 (Brasil
1989, 2003) y es la única especie que recibió la clasificación de “en peligro crítico de extinción” en el
Plan de acción de mamíferos acuáticos de Brasil (IBAMA 1997, 2001).
28

En 1980, el gobierno federal creó el Projeto Peixe-Boi para realizar investigaciones sobre los manatíes
(Tabla 5). En la primera década, el trabajo se centró en campañas ambientales y un estudio exhaustivo
que analizó la distribución de los manatíes y las principales amenazas que afectaban a la especie en el
norte y el noreste del país (Lima et al. 1992, Lima 1997, Luna 2001).
En 1992, se creó la unidad de rehabilitación del Centro de mamíferos acuáticos (CMA/IBAMA) en la
isla de Itamaracá, Pernambuco. La unidad recibió a 44 manatíes huérfanos que se rescataron con la
colaboración de la Red de Varamiento de Mamíferos Acuáticos del Noreste (REMANE). Los animales
se encuentran exhibidos al público. Ocho manatíes más nacieron en cautiverio o se recibieron de
instituciones que los mantenían en condiciones de cautiverio inadecuadas.
En 1994, se inició un programa de reintroducción con la liberación de dos manatíes huérfanos. Al día de
hoy, ya se han reinsertado 13 animales en zonas de la distribución histórica original. Esto ayuda a
aumentar el tamaño y el potencial reproductivo de la población silvestre (Lima et al. 2005).
Tabla 5. Legislación nacional y medidas de conservación tomadas para proteger a los manatíes en
Brasil
Año Legislación Objetivo
1967 Ley N.º 5.197 Protección de la fauna
1980 Convenio IBDF/MI y FBCN Creación del Projeto Peixe-Boi Marinho
1989 Decreto IBAMA N.º 1,522 Lista oficial de especies de fauna brasileñas
amenazadas
1990 Decree IBAMA N.º 544 Creación del Centro Peixe-Boi/IBAMA para
desarrollar proyectos sobre dos especies de sirenios
1994 Decreto IBAMA N.º 2.097 Creación del grupo de trabajo de especialistas en
1996 Resolución normativa del Cónsul
del Estado para la protección
ambiental de Alagoas, N.º 04
mamíferos acuáticos (GTEMA)
Prohibición del tráfico de embarcaciones a motor
por la costa de Alagoas para proteger a los manatíes
1997 Plan de acción Plan de acción de mamíferos acuáticos v. I.
MMA/IBAMA: especies en peligro crítico de
extinción
1998 Decreto IBAMA N.º 143 Creación del Centro de mamíferos acuáticos/
IBAMA
2000 Decreto MMA Nº 98 Legislación para mantener mamíferos
acuáticos en cautiverio
2000 Decreto IBAMA N.º 039 Creación de la Red de Varamiento de Mamíferos
Acuáticos del Noreste /REMANE
2001 Plan de acción Plan de acción de mamíferos acuáticos v. II/MMA-
IBAMA: especies en peligro crítico de extinción
2002 Instrucción normativa IBAMA Norma sobre los mamíferos marinos en cautiverio
N.º 03
2002 Decreto IBAMA N.º 039 Creación de unidades ejecutivas del CMA en los
estados de Alagoas, Amazonas, Ceará, Maranhão,
29

Para, Paraíba y Piauí
2003 Instrucción normativa MMA, N.º Lista oficial de especies de fauna brasileñas
03
en peligro de extinción
2003 Ley municipal N.º 051 Declaración de Cajueiro de Praia como Patrimonio
Nacional de una población nativa de manatíes de la
especie Trichechus manatus manatus
Las unidades ejecutivas regionales del CMA/IBAMA identificaron y crearon zonas geográficas
importantes para la conservación de los manatíes. Las zonas se encuentran en los estados de Alagoas,
Paraíba, Ceará, Piauí y Maranhão. También se crearon otras zonas de conservación de manera
simultánea con las zonas pertinentes para la especie (Tabla 6) en Costa dos Corais (Alagoas y
Pernambuco), Barra do Río Mamanguape (Paraíba) y Delta do Parnaíba (Piauí).
En la actualidad, Brasil cuenta con ocho áreas Ramsar designadas: el área de protección ambiental
Baixada Maranhense, Ilha do Bananal, Lagoa do Peixe, Mamirauá, Pantanal Matogrossense, Parque
Estadual Marinho do Parcel Manoel Luís, Baixios do Mestre Álvaro y Tarol, Reentrancias Maranhenses
y Reserva Particular do Patrimonio Natural SESC Pantanal. Estas áreas conforman una superficie total
de aproximadamente 6,434,086 hectáreas (The Annotated Ramsar List 2007).
Tabla 6. Zonas de conservación de manatíes en Brasil
Año
Legislación
30
Propósito
1980 Decreto Nº 84,913 Creación del Parque Nacional Cabo Orange (Amapá)
1980 Decreto 84.914 Creación de la Reserva Biológica Lago Piratuba (Amapá)
1981 Decreto 86.061 Creación de la Estación Ecológica Federal Maracá-Jipioca
(Amapá)
1993 Decreto Nº 924 Creación de la Zona de estuario protegida Río Mamanguape
(Paraíba)
1993 Ley del condado N.º 12 Creación del Parque Nacional Marino de Paripueira
(Alagoas)
1996 Decreto S/N.° del Creación del Área ambiental protegida de Delta do
28/08/96
Parnaíba (Piauí)
1997 Decreto S/N.º del Creación del Área ambiental protegida de Corais
23/10/1997
(Alagoas y Pernambuco)
2001 Decreto 22/11/2001 Reserva Marina de Soure (Pará)
2002 Decreto S/N.º del
13/12/2002
Creación de la Reserva Mãe Grande de Curuçá/Pará
2002 Decreto S/N.º del
13/12/2002
Creación de la Reserva Maracanã (Pará)
2002 Decreto Estatal 22.882 Área de protección ambiental del estado de Tambaba
(Paraíba)
2004 Decreto S/N.º 02/06/2004 Creación de la Reserva Cururupu (Maranhão)

2.5. COLOMBIA
2.5.1. Estado y distribución
El hábitat de los manatíes en Colombia está formado por lagunas costeras, arroyos, pantanos y praderas
flotantes (UNEP 1995). Los manatíes del Caribe se encuentran en tres zonas principales: el Río
Magdalena (la cuenca del río principal y sus tributarios), los ríos Atrato y Sinu (independientes del Río
Magdalena) y el Río Orinoco que limita con Venezuela (la cuenca del río y el Río Meta; MADVT
2005). Algunos manatíes viven a más de 1,100 km del Mar Caribe (Castelblanco-Martínez et al. 2003).
En el Río Sinu, antes de la construcción de la represa Urrá en 2000, se avistaban manatíes hasta en la
Ciénaga Grande de Lorica (com. pers. de MADVT), pero su presencia no era habitual o provenían de
zonas lejanas como Tierralta, donde se observaron en algunas oportunidades (Montoya-Ospina et al.
2001). La distribución actual de los manatíes en el río se desconoce, pero la represa ha modificado
considerablemente la calidad de las aguas del río (com. pers. de MADVT). En el Río Magdalena, se
confirmó la presencia de manatíes en las extensiones inferiores y medias de la cuenca del río, que
abarcan pantanos y tributarios, así como en los estados de Antioquia (Río Cauca), Córdoba y Sucre (Río
San Jorge) Santander, César, Bolívar, Bolívar Atlántico (Canal del Dique y pantanos) y Magdalena.
Hubo avistamientos no confirmados de manatíes en las cuencas de San Lorenzo, el Río Cimitarra y el
Río Canaletal (MADVT 2005).
31
Ubicaciones geográficas:
1 Río Magdalena
2 Ciénaga de Santa María
3 Río Sinú
4 Tierralta
5 Río San Jorge
6 Cartagena
7 Río Atrato
8 Río Magangué
9 Río Canaletal
10 Río Cimitarra
11 Ciénaga de Paredes
12 Río Cauca
13 Puerto Carreño
14 Río Orinoco
15 Río Meta
16 Canal de Dique
18 San Lorenzo
19 Caño Peruétano
20 Ciénaga Grande de Lorica
Estados:
20 Córdoba
21 Sucre
22 Bolívar
23 Atlántica
24 Magdalena
25 César
26 Antioquia
27 Santander
28 Vichada
Figura 8. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Colombia, según entrevistas e informes de
documentos publicados e inéditos.
En 2003, hubo un derrame de petróleo (>5,000 barriles) en el estado de Santander, específicamente en
Ciénaga de Paredes, un sistema de aguas poco profundas con profundidades que oscilan entre 0.7 y 1.2 .

En este lugar, en el invierno hay aproximadamente 40 manatíes, cifra que disminuye a la mitad en el
verano, cuando se considera que algunos manatíes migran a aguas más profundas como el Caño
Peruétano (informé inédito de Holguín 2003). Hay grupos de hasta 10 animales en Ciénaga de Paredes,
aunque son más comunes los grupos de 2 o 3 animales (informe inédito de Holguín y Trujillo 2003). Los
efectos del derrame en los manatíes y el hábitat se desconocen.
Si bien los manatíes parecen preferir las aguas poco profundas, a veces se avistan grupos de tres o más
ejemplares en aguas más profundas (> 5.8 m; Castelblanco-Martínez et al. 2003, 2004). Al alimentarse,
los manatíes consumen distintos tipos de plantas acuáticas (Tabla 1), entre otras, macrofitas flotantes
(Aguilar-Rodríguez et al. 2004). Al parecer, la distribución de los manatíes se relaciona con la presencia
de corrientes débiles (promedio = 4.04 km/h; Castelblanco-Martínez et al. 2003).
2.5.2. Principales amenazas y problemas de conservación
La principal amenaza para los manatíes es la pérdida y la destrucción del hábitat a causa de la
contaminación, la deforestación, el drenaje de pantanos, la sedimentación, la minería, la transformación
de las tierras en terrenos de ganadería, la instalación de granjas de camarones y el desarrollo de
proyectos para turistas (MADVT 2005). La construcción de carreteras también puede alterar el hábitat.
En la década de 1970, se destruyó una extensa zona de manglares para la construcción de una autopista
que bloqueó el curso de agua entre el mar y la Ciénaga Grande de Santa María. Es probable que esto
haya afectado el movimiento de manatíes entre las zonas de aguas dulces y saladas (Montoya-Ospina et
al. 2001).
Los enredos accidentales también son un problema en zonas como el Río Magdalena, cerca de
Magangué, y Puerto Carreño (estado de Vichada; Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004 y Montoya-
Ospina et al. 2001, MADVT 2005). En las últimas dos zonas, los enredos constituyen la amenaza
principal para los manatíes. Sólo en el Río Magangué hubo 66 casos en el 2003 (Aguilar-Rodríguez et
al. 2004) y en Puerto Carreño hubo 36 casos entre 1985 y 2005 (Castelblanco-Martínez y Bermúdez
2004). De esos 36 casos, 26 manatíes murieron enredados o los mataron los pescadores para obtener su
carne.
Las muertes por enredo son más comunes a principios de la temporada de lluvias (mayo y junio) en los
ríos Meta, Orinoco y San Jorge, y pueden estar relacionadas con las migraciones estacionales de los
manatíes y la intensidad de las actividades pesqueras. Los manatíes se quedan en refugios durante la
temporada seca, pero migran en busca de alimentos cuando comienza el invierno, porque en esa época
las macrofitas acuáticas son más abundantes (Aguilar-Rodríguez et al. 2004). Los refugios no son áreas
protegidas oficialmente, pero sufren menos los efectos de los humanos (com. pers. de MADVT).
Muchos enredos accidentales ocurren con redes pequeñas con líneas con plomo llamadas “chinchorros”,
que se colocan en la intersección de un río y una laguna. Las crías y los ejemplares jóvenes representan
el 62% de los animales que se quedan atrapados y mueren en las redes; los pescadores creen que, por lo
general, los adultos son lo suficientemente grandes y fuertes para escaparse (Montoya-Ospina et al.
2001, Castelblanco-Martínez et al. 2003, Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004). En los casos en que
se capturaron madres con crías, la madre murió y se conservó a la cría como mascota (sin los cuidados
necesarios) o los pescadores la alimentaron para usarla más adelante (como alimento o para vender;
Montoya-Ospina et al. 2001).
La caza directa de manatíes es mucho menos común hoy en día por varios motivos: más personas
32

conocen las leyes que protegen a los manatíes; las ventas de carne de manatí no son lucrativas porque no
se gana suficiente con ellas; la caza es difícil de aprender (Castelblanco-Martínez et al. 2003, Aguilar-
Rodríguez et al. 2004), y hay pocos cazadores de manatíes especializados y la mayoría de la gente no
sabe la técnica (Aguilar-Rodríguez et al. 2004). Actualmente, la caza sólo tiene lugar en zonas y
temporadas específicas. La caza de manatíes con arpones y trampas aún existe en el Río Meta y en
muchas comunidades indígenas amazónicas. En Puerto Carreño, la caza es responsable de menos del
41% (n = 28) de las muertes de manatíes (Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004). En el Río Orinoco,
la caza tiene lugar principalmente en invierno (de julio a noviembre), cuando los manatíes migran de los
refugios en busca de alimentos (Castelblanco-Martínez et al. 2003, Castelblanco-Martínez y Bermúdez
2004). En los ríos Magdalena, Sinu y San Jorge, la caza es frecuente en la temporada seca. En zonas
como las de los ríos Atrato y Meta, la caza se realiza en ambas temporadas (Montoya-Ospina et al.
2001).
Otros tipos de mortalidad se producen a causa de colisiones con embarcaciones, varamientos y
vandalismo. En la cuenca del Río Magdalena y Puerto Carreño, ha habido casos de ataques a los
manatíes con armas de fuego (Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004, MADVT 2005). Algunas de
esas muertes parecen estar relacionadas con el conflicto político y la violencia del país (MADVT 2005).
2.5.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
Un manatí representa una fuente de alimento o ingreso, aunque no se obtiene mucho dinero con la venta
de la carne. Por lo general, los productos de los manatíes se comparten entre las familias de pescadores
y, ocasionalmente, se venden en las comunidades locales. El precio promedio de la carne de manatí
varía en cada región, pero oscila entre US$1.60/kg (US$3.50/libra) y US$5.00/kg (US$11.00/libra)
(Montoya-Ospina et al. 2001, Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004). Los manatíes capturados se
carnean en el lugar de la pesca o se venden vivos en mercados locales (Montoya-Ospina et al. 2001). La
carne se come fresca o salada y secada. En 1997, el periódico El Tiempo informó que mataron a cuatro
manatíes cerca de Cartagena. La carne se vendió en los mercados locales como carne de cerdo, para
evitar la ira de los ambientalistas del lugar. Algunos libros de cocina colombianos aún incluyen recetas
con carne de manatí.
La grasa de manatí se utiliza para fabricar velas o para cocinar y freír alimentos (Montoya-Ospina et al.
2001, Castelblanco-Martínez et al. 2003). La piel se usa para hacer zapatos, correas de cuero y hamacas
(Montoya-Ospina et al. 2001, Aguilar-Rodríguez et al. 2004). Se cree que los huesos tienen propiedades
medicinales, por ejemplo, que pueden curar picaduras de serpientes, el reumatismo, resfriados y el asma.
Los huesos del oído de los manatíes se utilizan para “curar” problemas de la audición (Montoya-Ospina
et al. 2001, Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004). Algunas comunidades creen que los genitales, la
piel y las costillas de los manatíes tienen poderes mágicos. Otros, como la tribu sikuani del Orinoco,
tienen mucho respeto por los manatíes vivos. Los sikuani ven a los manatíes como el animal más
importante que habita los ríos y creen que los ríos y las lagunas se secarán si comen carne de manatí
(Castelblanco-Martínez et al. 2003, Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004).
2.5.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Colombia ha firmado una serie de tratados regionales e internacionales que protegen la vida silvestre y
el medio ambiente marino (Tabla 4). A nivel nacional, los manatíes están protegidos desde 1969 por la
Resolución N.º 574, que prohíbe la caza de cualquier mamífero en peligro de extinción. Las misma
resolución prohíbe el transporte, la comercialización y el uso de productos de manatí. La violación de la
ley redunda en tres a siete años de encarcelamiento, o una multa de 50 a 300 salarios mensuales a tarifa
33

mínima (Castelblanco-Martínez y Bermúdez 2004). En 1974, se creó el Código de Recursos Naturales
para proteger los recursos naturales del país. Este código se reformó más tarde con el Decreto 622 en
1977. El hábitat también está protegido con el Decreto 1681 de 1978 y la Ley 13 de 1990. En 1987, se
creó el Decreto 1608 para regular la explotación de la vida silvestre acuática y su investigación. El
Decreto 2356 de 1991 regula las actividades piscícolas que afectan indirectamente la conservación de
los manatíes. En 1994, la Municipalidad de Magangué adoptó una norma regional para proteger a los
manatíes.
En 1988, el INDERENA (Instituto Nacional de los Recursos Naturales y del Ambiente), la agencia
gubernamental de recursos naturales, realizó un estudio para evaluar el estado de los manatíes en las
zonas bajas y medias del Río San Jorge, un tributario del Río Magdalena. El proyecto ayudó también a
crear programas educativos. La Corporación Autónoma Regional del Magdalena y la Corporación
Regional del Atlántico también implementaron actividades educativas. Sin embargo, la duración de
dichos programas fue breve debido a la falta de fondos (Montoya-Ospina et al. 2001).
En 1990, la Corporación Autónoma Regional de los Valles (CVS) de los ríos Sinu y San Jorge inició un
proyecto para rescatar y rehabilitar manatíes neonatos y adultos. También creó un programa educativo
para la región que contó con el apoyo de la Red Caribeña de Varamientos. La Red Caribeña de
Varamientos contribuyó a rehabilitar manatíes en distintas zonas de los estados de Córdoba, Bolívar y
Atlántico en la década de 1990.
En 1993, el INDERENA fundó una oficina central para establecer políticas generales y agencias
regionales para gestionar la vida silvestre. No existen normas federales que orienten el mantenimiento
de los manatíes en cautiverio para rehabilitación o exhibición. No obstante, hay manatíes en cautiverio y
semicautiverio en varias partes del país. En Magdalena, hay al menos 10 manatíes en cautiverio en el
estado de Magangué. Se han utilizado en el marco del programa educativo de la Fundación Amigos del
Manatí. Vía Parque de Salamanca, ubicado en la desembocadura del Río Magdalena, tiene un manatí
macho enano, que también se emplea en el marco del programa educativo. Los estados de Bolívar,
César, Santander y San Antero también cuentan con programas de cautiverio (MADVT 2005).
En 1996, el Ministerio del Medio Ambiente, encargado de los recursos naturales, tomó la iniciativa y
elaboró un plan nacional de recuperación para la conservación de los manatíes en Colombia, con el
apoyo de las Naciones Unidas. El plan de recuperación se desarrolló con fondos de ECOPETROL. El
documento analizó toda la información disponible sobre los manatíes en Colombia y estableció criterios
para implementar un plan de gestión.
En Ciénaga de Paredes, en el estado de Santander, la comunidad local se enorgullece de que haya
manatíes en la zona. La gente está al tanto de que la especie está en peligro de extinción y creó una
asociación llamada ProEcomanatí. La asociación apunta a promover mejores condiciones de vida para
las personas que viven en la región de pantanos y, al mismo tiempo, protege distintos recursos naturales.
Los manatíes son la especie emblemática del trabajo de conservación de la comunidad (informe inédito
de Holguín 2003).
En 2004, varias instituciones llevaron a cabo diferentes estudios. La Convención de Ramsar y el
programa Wetlands for the Future (una iniciativa especial del Servicio de Pesca, Fauna y Flora de
EE. UU.) respaldaron las iniciativas del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y de
34

organizaciones no gubernamentales como la Fundación Omacha para elaborar el primer programa
nacional para la conservación y la gestión de los manatíes en Colombia. La recopilación de datos y la
publicación del documento definitivo contaron con los fondos de varias organizaciones, entre otras, el
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, la Fundación Omacha, el Fondo para la
Acción Ambiental, Conservation International, WWF, la Convención relativa a los Humedales y el
Ministerio de Estado de EE. UU.
Colombia designó tres áreas Ramsar: (1) el Sistema Delta Estuarino del Río Magdalena, Ciénaga
Grande de Santa Marta, (2) la Laguna de la Cocha y (3) el Delta del Río Baudó. Estas áreas conforman
una superficie total de aproximadamente 447,888 hectáreas (The Annotated Ramsar List 2007).
35

2.6. COSTA RICA
2.6.1. Estado y distribución
La distribución de los manatíes en Costa Rica parece ser uniforme desde 1997. Es continua y se extiende
desde el Río Colorado hasta las zonas de aguas poco profundas que se encuentran al norte de Caño
California y abarcan una superficie de aproximadamente 65,000 hectáreas (Jiménez 1998, 2005). Se han
observado manatíes en las siguientes zonas (de norte a sur): Caño Madre de Río Colorado, Caño Negro
de Río Colorado, Laguna La Garza, Laguna Cahué, Laguna Yaki, Dos Bocas del Colorado, Laguna
Pereira, el bajo Río Colorado, Laguna Penitencia, Cuatro Esquinas, Río Tortuguero, Caño Sierpe, Caño
California y su tributario Caño Aguas Negras. Es posible que el mejor hábitat para los manatíes sea la
región de Tortuguero, donde se hallan el Parque Nacional Tortuguero y el Refugio de Vida Silvestre
Barra del Colorado (Reynolds et al. 1995; Jiménez 1998, 1999, 2000). Los manatíes se avistan cerca de
los hoyos sopladores de Agua Fría, Caño Aguas Negras, Caño Palma, Caño Negro, Jalova, Sierpe, Caño
Moreno y Caño Palacio. Las migraciones estacionales aguas arriba y aguas abajo en los ríos pueden
tener lugar entre las temporadas seca y lluviosa, respectivamente (Reynolds et al. 1995, Smethurst y
Nietschman 1999).
Aparentemente, los manatíes prefieren las zonas con temperaturas intermedias, vegetación acuática
abundante, masa forestal, alta visibilidad bajo el agua (Jiménez 1998, 2005), escasa presencia humana
(es decir, poco tráfico náutico) y proximidad a los hoyos sopladores. Antes, había una correlación
inversa entre el tráfico náutico y los avistamientos de manatíes en Aguas Frías (Smethurst y Nietschman
1999), según las observaciones realizadas durante las horas del día. Hoy, el tráfico de embarcaciones
está regulado; sólo se permiten embarcaciones con motores eléctricos o de cuatro tiempos, y deben
desplazarse a 5 km/h o menos en un área de aproximadamente 1 km (com. pers. de A. Gómez-Lépiz).
36
Ubicaciones geográficas:
1 Río San Juan
2 Barra del Tortuguero
- Caño Palma
- Río Tortuguero
- Caño Moreno
- Laguna Penitencia
- Jalova
- Caño Aguas Negras
- Caño California
- Caño Sierpe
- Agua Fría
- Caño Palacio
3 Río Colorado
- Barra del Colorado
- Caño Madre
- Cuatro Esquinas
4 Laguna La Garza
5 Laguna Cahué
6 Parque Nacional Tortuguero
7 Laguna Yaqui
8 Caño Negro
9 Caño Chiquero
10 Parismina
11 Limón
12 Río Sixaola
Figura 9. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Costa Rica, según entrevistas y observaciones desde
botes y desde la costa.

La frecuencia de los avistamientos de manatíes en la zona sugiere que los manatíes están comenzando a
utilizar el área en mayor medida desde que se implementaron estas normas. Por la noche, los manatíes
utilizan las zonas que evitan durante el día (com. pers. de I. Jiménez).
La zona que se encuentra entre Limón y Panamá parece ser un hábitat mucho menos favorable, dado que
las montañas llegan hasta el mar y hay pocos ríos y lagunas (Lefebvre et al. 1989). Sin embargo, se han
observado manatíes en una zona de arrecifes de coral que se ubica entre Panamá y Costa Rica (Jiménez
1999). Las entrevistas con los habitantes locales sugieren que los manatíes son más comunes y se
avistan en grupos más grandes (de entre 7 y 20 ejemplares) que hace 10 años, en especial, cerca de
Parismina y Barra del Colorado (Jiménez 2005). El aumento de la cantidad de avistamientos podría
reflejar cambios en el comportamiento de los manatíes o incrementos reales de la cantidad de ejemplares
que habitan las aguas de Costa Rica.
2.6.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Existen cuatro amenazas que afectan a los manatíes en Costa Rica: las embarcaciones, la pesca furtiva,
la contaminación y la degradación del hábitat. La cantidad de embarcaciones a motor aumentó
considerablemente desde 1996 en Parismina y Tortuguero (Jiménez 2005). Asimismo, las
embarcaciones utilizadas son cada vez más grandes y cada vez tienen motores más potentes. Los
manatíes se golpean con las embarcaciones (Smethurst y Nietschman 1999) incluso en áreas protegidas
como el Parque Nacional Tortuguero (Jiménez 2005). Como se mencionó, durante el día los manatíes
evitan utilizar las zonas que frecuentan las embarcaciones, incluso si esas zonas son hábitats ideales.
La pesca furtiva también representa una amenaza, aunque no parece ser tan significativa en la
actualidad. Jiménez (2000) observó que no había cazadores de manatíes menores de 60 años en la región
costera del Caribe, pero en 1998 Smethurst y Nietschman (1999) entrevistaron a un ex cazador de
manatíes que informó que tres hombres de Barra del Colorado le habían pedido que les enseñe a cazar
manatíes. No obstante, los investigadores locales de manatíes indican que la caza no es habitual en Costa
Rica (A. Gómez-Lépiz, C. Espinosa). Ha habido casos de enredos accidentales, en especial de crías. Si
bien las redes de enmalle son ilegales, prácticamente no se respeta la prohibición (Jiménez 2000). Los
enredos no son comunes en el Parque Nacional Tortuguero ni en el Refugio de Vida Silvestre Barra del
Colorado (Jiménez 2005).
El hábitat de Costa Rica ha sido degradado o destruido por el cultivo comercial de la banana, la tala y la
ganadería. El cultivo de bananas aumentó la acumulación de sedimentos en algunas secciones de los ríos
y las lagunas (Smethurst y Nietschman 1999). Asimismo, la industria bananera es la principal fuente de
contaminación del agua por sus emisiones (en especial, de carbamatos y organofosfatos), que también
pueden afectar a los pantanos y los peces (Smethurst y Nietschman 1999, Jiménez 2005). Entre 2000 y
2004, Costa Rica fue el segundo país exportador de bananas del mundo, según la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Un tercio de los pesticidas importantes se utiliza en la
industria bananera (Jiménez 1999). De hecho, se informan dos o tres mortandades de peces por año
cuando hay lluvias intensas y los pesticidas de las plantaciones de bananas se diluyen en los sistemas
fluviales (Smethurst y Nietschman 1999). El efecto de estos contaminantes en los manatíes no se ha
determinado, pero es muy probable que, directa o indirectamente, sea perjudicial para su supervivencia
en las zonas afectadas.
La deforestación causada por el cultivo de bananas u otros factores incrementa los procesos de
sedimentación en la costa e incluso afecta los cursos de los ríos. Por ejemplo, Caño Chiquero tenía una
laguna calma que los manatíes frecuentaban habitualmente, pero las corrientes fuertes y las aguas
37

profundas que hay ahora impiden su uso (Jiménez 2000).
2.6.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
Hoy en día, la única importancia de los manatíes para las comunidades locales tiene que ver con el
ecoturismo (com. pers. de Jiménez). El aumento de los avistamientos en los últimos años ha estimulado
su uso como atracción local en algunas zonas.
2.6.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Costa Rica ha firmado acuerdos de conservación internacionales (Tabla 4), que protegen tanto a los
manatíes como a su hábitat. A nivel nacional, los manatíes están protegidos desde 1953. En 1992, la Ley
de Conservación de la Vida Silvestre N.º 7317 designó a los manatíes especie en peligro de extinción.
Desde hace algunos años, la gente es más consciente de la presencia de los manatíes en Costa Rica. La
institución responsable de este cambio y de la mayoría de los programas educativos sobre manatíes es la
Fundación Salvemos al Manatí de Costa Rica (FSMCR), que se fundó en 1996. La FSMCR ha
intervenido en gran medida en programas educativos y de investigación. Creó y distribuyó una revista de
historietas para niños y un libro que explica la ecología y la conservación de los manatíes en Costa Rica.
La FSMCR también es responsable de una obra de títeres sobre los manatíes que fue vista por más de
1,000 personas (entre ellas, miembros de distintas comunidades locales y alumnos de escuelas primarias
y secundarias) (Espinoza Marín 2002) y ha publicado varios artículos periodísticos sobre los manatíes.
En 2004, Ignacio Jiménez de la FSMCR elaboró el “Plan de Conservación del Manatí en Costa Rica”. El
anteproyecto del documento se redactó con el apoyo del PNUMA-CEP en 1998 y el documento
definitivo fue el resultado de una iniciativa conjunta de participantes locales y nacionales interesados en
la conservación del manatí. Si bien el gobierno costarricense no adoptó oficialmente el plan, ciertas
instituciones, como el Área de Conservación Tortuguero y la FSMCR, utilizan el documento para
planificar sus actividades de conservación (Jiménez 2005). En efecto, las dos instituciones llevaron a
cabo campañas ambientales para educar a la gente sobre la importancia de regular la velocidad de las
embarcaciones en hábitats sensibles. También trabajaron para colocar señales de tránsito náuticas en
áreas del parque que son importantes para los manatíes.
Otra iniciativa de conservación es el estudio de los aspectos ecológicos de los manatíes, por ejemplo, los
hábitats que frecuentan en ciertas zonas de Costa Rica. Con este fin, hubo dos intentos de capturar y
etiquetar a cuatro manatíes con transmisores VHF en 2004 y 2005, pero ninguno de los dos tuvo éxito.
De cualquier modo, el conocimiento de los aspectos ecológicos de la especie es una cuestión importante;
es por ello que se realizó un estudio para evaluar la posibilidad de atraer a los manatíes a lugares
determinados para capturarlos, etiquetarlos y liberarlos.
Durante el estudio, que se llevó a cabo en el Parque Nacional Tortuguero, se evaluó el uso de plantas
acuáticas que forman parte de la dieta de los manatíes locales a modo de cebo. Algunas de las plantas
que se utilizaron fueron Eichhornia crassipens, Hydrocotyle ranunculoides, Urochloa mutica y
Paspalum repens. El estudio también evaluó la efectividad de ciertas frutas (por ejemplo, mangos,
manzanas, zanahorias y lechuga) para atraer a los manatíes. La preparación general del experimento
consistía en atar plantas a una soga colgada en línea horizontal sobre la superficie del agua en ríos
angostos (la soga se ataba a árboles a cada lado del río). Durante un período de ocho meses, los manatíes
sólo se alimentaron de Paspalum repens. Por ello, se construyó un cerco para ver si los manatíes
entraban y continuaban comiendo las plantas. Esta prueba también funcionó, por lo que, en otras
38

oportunidades, se utilizará este método para atraer a los manatíes a fin de etiquetarlos (Gómez 2006).
Las iniciativas de conservación también suponen la creación de áreas protegidas. Costa Rica designó
once áreas Ramsar que abarcan una superficie de 510,050 hectáreas. Entre esas áreas se encuentran
zonas como Gandoca-Manzanillo, Caño Negro y Puntarenas (The Annotated Ramsar List 2007).
39

2.7. CUBA
2.7.1. Estado y distribución
La información sobre el estado de los manatíes en Cuba es limitada. Los investigadores locales suponen
(sin contar con datos científicos que lo corroboren) que Cuba posee una gran población de manatíes,
porque la costa es muy amplia y dispone de un excelente hábitat para la especie (Santos Mariño 2006).
Las costas norte y sur cuentan con áreas costeras y numerosos ríos protegidos de aguas poco profundas
(Lefebvre et al. 1989). Desde 2002, se han registrado avistamientos de manatíes en casi todas las
provincias, entre otras, de oeste a este, Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Ciego de Ávila, Camagüey,
Las Tunas, Granma, Holguín y Guantánamo También se han observado manatíes cerca de la Isla de la
Juventud, una isla clasificada como “municipio especial” (Santos Mariño 2006).
La distribución actual de los manatíes parece similar a la que documentó un sondeo nacional integral en
1986, que indicaba que los manatíes se distribuían entre ambas costas y se concentraban en mayor
medida en la Ensenada de la Broa, el Río Hatiguanico y la costa sur de la Península Zapata (Lefebvre et
al. 2001). En estas regiones hay muchos estuarios, abundante vegetación acuática sumergida y escasa
población humana. Los conteos más altos de manatíes realizados durante sondeos aéreos en la Península
Zapata, la Ensenada de La Broa y el Río Hatiguanico fueron de 39 (en 1987), 20 (en 1992) y 25 (en
1996). Un sondeo aéreo que se llevó a cabo entre las desembocaduras del Río Jatibonico del Sur y el Río
Agabama (inclusive la parte más baja, que se denomina Manatí), al sur de la provincia de Sancti
Spíritus, arrojó un conteo de 44 manatíes (Lefebvre et al. 2001). No hay cálculos actuales de la
población de manatíes de todo el país.
40
Ubicaciones geográficas:
1 Isla de la Juventud
2 Ensenada de la Broa
3 Río Hatiguanico
4 Península de Zapata
5 Bahía de Filipinas
6 Bahía de Nazábal
7 Cayo Los Pajonales
8 Cayo Lanzanillo
9 Río Jatibonico
10 Río Agabama
11 Bahía de Nipe
Provincias:
12 Pinar del Río
13 La Habana
14 Matanzas
15 Cienfuegos
16 Villa Clara
17 Sancti Spíritus
18 Ciego de Ávila
19 Camagüey
20 Las Tunas
21 Granma
22 Holguín
23 Santiago de Cuba
24 Guantánamo
Figura 10. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Cuba, según resultados de sondeos aéreos,
avistamientos documentados y entrevistas a residentes de la zona.

La provincia de Villa Clara (centro norte de Cuba) es el único lugar del país donde se llevan registros de
los avistamientos de manatíes desde 1992. Un proyecto de investigación local trabaja con los pescadores
nativos, que recopilan datos sobre avistamientos de manatíes y los hábitats que frecuentan. La
información recopilada hasta la fecha indica que los manatíes utilizan los cayos de esta provincia para
descansar y alimentarse, las zonas costeras para alimentarse, y las lagunas fundamentalmente para
descansar. Al parecer, los manatíes beben agua dulce en la desembocadura de los ríos. Dos zonas de
Villa Clara (Bahía de Nazábal y Cayo Los Pajonales) tienen la mayor cantidad de avistamientos de
manatíes y, en especial, de manatíes con crías. En otras dos zonas (Bahía de Filipinas y Cayo
Lanzanillo) abundan los lechos de hierbas marinas que consumen los manatíes (Santos Mariño 2006). Es
posible que las zonas del país donde no se han observado ejemplares se utilicen como puntos
transitorios. Dichas zonas tienen aguas más profundas, que probablemente no constituyan un hábitat
óptimo para los manatíes (Santos Mariño 2006).
2.7.2. Principales amenazas y problemas de conservación
En 2003 y 2004, se registraron tres muertes de manatíes en la provincia de Villa Clara. Las entrevistas a
habitantes del lugar indicaron que las principales amenazas que afectan a los manatíes son los enredos
accidentales, la pesca furtiva, la contaminación ambiental y las colisiones con embarcaciones (Santos
Mariño 2006). La cantidad de muertes de manatíes a causa de la caza furtiva es muy baja. Sólo hubo dos
casos confirmados de pesca furtiva desde 2005 (Santos Mariño 2006). La contaminación ambiental
también es un problema en Cuba. Las aguas residuales de las empresas mineras se vierten en el medio
ambiente y pueden tener un efecto negativo en los manatíes, si bien no hay prueba de ello (Santos
Mariño 2006). En 1981, aproximadamente ocho manatíes murieron a causa de la exposición a residuos
de la industria de la caña de azúcar. Se dice que los manatíes han abandonado la Bahía de Nipe, la bahía
más grande Cuba, debido a la contaminación (UNEP 1995).
2.7.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
La caza sostenible de manatíes no existe en Cuba. La pesca furtiva no parece ser una amenaza
importante, aunque se han denunciado algunos casos en los últimos años. Santos Mariño (2006) informó
que más del 80% de las personas entrevistadas estaban al tanto de las leyes que protegen a los manatíes.
Esto puede explicar por qué la pesca furtiva ha disminuido, si bien no se detuvo por completo.
2.7.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Cuba ha firmado una serie de tratados regionales e internacionales que protegen la vida silvestre y el
medio ambiente marino (Tabla 4). A nivel nacional, los manatíes están protegidos desde 1936 por el
Decreto-Ley 707; el artículo 39 prohíbe la captura de los manatíes, por la que se pueden aplicar multas
de 500 pesos y/o períodos de encarcelamiento de hasta 180 días. En 1955, el artículo 75 del Decreto
2724 (Reglamento de la Ley General de Pesca) prohibió la caza de manatíes. En 1982, el Ministerio de
Pesca promulgó el Decreto 103, que prohibió de manera permanente la captura de manatíes en todos los
territorios nacionales y estableció multas de 100 pesos y la confiscación de los animales capturados, el
equipo de pesca y las embarcaciones. El gobierno cubano planea desarrollar un plan de acción para los
manatíes. El primer taller para actualizar el estado de los manatíes e identificar las diferentes amenazas
que afectan su supervivencia tuvo lugar en junio de 2006.
Los cubanos conocen el estado de los manatíes en su país (UNEP 1995, Santos Mariño 2006). No
obstante, es difícil evaluar la efectividad de las normas, ya que el país tiene una costa muy amplia y
muchas áreas a las que es complicado llegar (UNEP 1995). A pesar de esto, los enredos accidentales en
redes “chinchorro” se consideran una de las amenazas principales para la supervivencia de los manatíes.
41

El Ministerio de Pesca planea prohibir el uso de redes chinchorro en todo el país antes de 2008. El
Ministerio y World Wildlife Fund Canada (WWF) iniciaron un proyecto piloto en la zona costera de
Villa Clara para identificar y desarrollar métodos de subsistencia alternativos para los habitantes locales.
Esta zona presenta el mayor índice de uso de redes chinchorro del país. Villa Clara cuenta con tres áreas
protegidas (Las Loras, Lanzanillo Pajonal Fragoso y Las Licuas Cayo del Cristo) que el Ministerio de
Pesca planea declarar áreas de uso especial y protección. Dicho órgano también se propone aplicar
medidas normativas similares en otras partes del país (Santos Mariño 2006). Este es un paso importante
en pos de la conservación y la protección de los manatíes, dado que la implementación de medidas de
gestión puede ser difícil, debido a las limitaciones de desarrollo económico del país.
Cuba promueve activamente la necesidad de proteger la naturaleza con numerosas campañas televisivas
y radiales para la conservación de la flora y la fauna (UNEP 1995). En la provincia de Villa Clara, se
han creado y difundido programas educativos ambientales por radio y televisión que incluyen
información sobre los manatíes. También se organizó un taller educativo con las autoridades y los
pescadores locales. Asimismo, la Federación Cubana de Pesca Deportiva fomenta la recopilación de
información sobre avistamientos y varamientos (Santos Mariño 2006).
En la actualidad, Cuba cuenta con seis áreas Ramsar: Buenavista, Ciénaga de Lanier y Sur de la Isla de
la Juventud, Ciénaga de Zapata, Gran Humedal del Norte de Ciego de Ávila, Humedal Delta del Cauto y
Humedal Río Máximo-Cagüey. La superficie total de las áreas Ramsar es de 1,188,411 hectáreas (The
Annotated Ramsar List 2007).
42

2.8. REPÚBLICA DOMINICANA
2.8.1. Estado y distribución
A lo largo de la costa de la República Dominicana hay muchas zonas con amplios lechos de hierbas
marinas, lagunas protegidas y fuentes de agua dulce que podrían ser de importancia para los manatíes.
De acuerdo con entrevistas e informes de avistamientos, las áreas importantes para los manatíes en la
costa norte son Montecristi, Estero Hondo, Bahía de Manzanilla, Puerto Plata, Samaná, el Río Yuna y el
Río Maimón. Todos estos lugares tienen aguas poco profundas y lagunas costeras. Montecristi y Samaná
parecen ser particularmente importantes (Ottenwalder 1995). Se han informado movimientos diarios de
hasta ocho manatíes entre Estero Hondo y Bahía Isabela (Domínguez-Tejo 2006). No obstante, varias
entrevistas recientes sugieren que la cantidad de manatíes en Montecristi está disminuyendo.
También hay manatíes en la costa sur, desde Río Ocoa hasta Oviedo y en Boca de Yuma, La Romana,
Nizao, Oviedo y Pedernales La mayor concentración de manatíes del país se encuentra en la zona
comprendida entre Boca de Yuna y Maimón (Pugibet y Vega 2000), pero esto se debe evaluar y
confirmar (com. pers. de I. Bonnelly de Calventi). Los manatíes suelen reunirse con frecuencia en
arroyos (por ejemplo, El Peñon, Tres Hermanas y la laguna Las Calderas) para beber agua dulce
(Campbell e Irvine 1975, Lefebvre et al. 1989), pero, cuando aumenta el turismo marino, los
avistamientos son menos comunes (com. pers. de I. Bonnelly de Calventi).
43
Ubicaciones geográficas:
1 Bahía de Manzanilla
2 Montecristi
3 Rucia
4 Caño Estero Honda
5 Puerto Plata
6 El Peñón
7 Río San Juan
8 Río Yuna
9 Bahía de Samaná
10 Samaná
11 Sabana del Mar
12 Miches
13 Río Maimón
14 Río Yuma
15 Boca Yuma
16 Tres Hermanas
17 La Romana
18 Distrito Nacional
19 Río Nizao
20 Río Ocoa
21 Laguna Las Calderas
22 Puerto Viejo
23 Bahía de Neiba
24 Juancho
25 Oviedo
26 Pedernales
Figura 11. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en República Dominicana, según resultados de
entrevistas a residentes de la zona e informes de avistamientos.
Hay muy pocos estudios que han analizado el tamaño de la población de manatíes en República
Dominicana. La información recopilada en entrevistas sugiere que hay entre 30 y 45 manatíes en el país
(Pugibet y Vega 2000). Sin embargo, esta puede ser una infravaloración, dado que se registraron al
menos 16 muertes de manatíes entre 1995 y 2000 (véase la próxima sección). Si el tamaño de la

población realmente oscila entre 30 y 45 animales, y si la cantidad de muertes continúa siendo la misma
en los próximos 10 años, los manatíes quedarán erradicados de las aguas dominicanas. Los resultados de
las entrevistas sirven para identificar las zonas que frecuentan los manatíes, pero quizás no son el mejor
método para evaluar el tamaño de la población, en especial cuando los animales son difíciles de
observar.
Algunos investigadores consideran que la población de manatíes en la República Dominicana está
disminuyendo (Pugibet y Vega 2000). No obstante, parece ser que la población se está reproduciendo,
como lo indican los avistamientos de manatíes jóvenes en Puerto Plata, Miches, Distrito Nacional, Boca
de Yuma y Pedernales (Pugibet y Vega 2000).
2.8.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Históricamente, los indios nativos (los taínos) cazaban manatíes para obtener carne, grasa, piel y huesos,
incluso antes de que se descubriera La Española. Más tarde, los manatíes formaron parte de la dieta de
los colonos españoles (Domínguez-Tejo 2006). Hoy, la caza ilegal es una de las mayores amenazas,
porque las leyes y las normas para proteger a la especie no se cumplen. Los manatíes se capturan con
redes llamadas chinchorros, similares a las que se describieron anteriormente (véase el informe de
estado de Cuba), que están reguladas o prohibidas en algunos ríos (Ottewalder 1995).
La especie también se ve amenazada por los enredos accidentales en redes de pesca, las colisiones con
embarcaciones y el ruido que produce la actividad sísmica durante la búsqueda de petróleo y gas
(Pugibet y Vega 2000). El desarrollo humano afecta a los manatíes y sus hábitats (Pugibet y Vega 2000).
Este es un problema considerable en un país donde tres cuartos de la población vive en la zona costera y
el 95% de las actividades turísticas se realiza sobre la costa (Bonnelly de Calventi y Lancho-Diéguez
2005). Los residentes y grupos interesados en la conservación de los manatíes han expresado su gran
preocupación por los contaminantes en ciertas zonas que frecuenta por la especie, pero no se han
evaluado las clases de contaminantes ni los niveles en el medio ambiente (com. pers. de Bonnelly de
Calventi).
Los estudios realizados entre 1974 y 1995 calcularon una tasa de mortalidad de 15 a 25 manatíes por
año, ya sea por capturas (5 a 15) o muertes naturales (10) (Ottewalder 1995). Entre 1995 y 2000, el
Acuario Nacional y la Red Dominicana de Varamientos registraron un total de 16 muertes de manatíes
(4 por causas naturales, 7 por causas relacionadas con los humanos y 5 no determinadas). Los registros
más recientes sugieren que alrededor de tres manatíes mueren por año. Algunas de las zonas donde hubo
denuncias de caza ilegal o se produjeron varamientos son Juancho, Oviedo, Bahía de Neiba, Puerto
Viejo, Boca de Yuma, Sabana del Mar, Puerto Plata y Montecristi.
Un gran problema de conservación es la falta de información disponible para facilitar el desarrollo de un
plan para proteger la especie (Bonnelly de Calventi y Lancho-Diéguez 2005). El país no cuenta con un
plan de recuperación que se pueda usar para establecer medidas de conservación y así garantizar la
viabilidad a largo plazo de los manatíes en su hábitat.
2.8.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En tiempos precolombinos, los indios utilizaban la grasa de manatí para cocinar, fabricar velas y curar
enfermedades. Hoy en día, la carne, la grasa y otros productos artesanales derivados del manatí aún se
utilizan en ciertos lugares por tradición (com. pers. de I. Bonnelly de Calventi). Los huesos tienen un
44

valor especial, ya que se dice que tienen propiedades medicinales. Asimismo, las costillas se utilizan
para crear instrumentos que se emplean en consultorios médicos, por ejemplo, espátulas para provocar el
vómito (Ottenwalder 1995, Pugibet y Vega 2000, Bonnelly de Calventi y Lancho-Diéguez 2005).
2.8.4. Legislación nacional y medidas de conservación
La República Dominicana ha firmado una serie de acuerdos internacionales (Tabla 4). A nivel nacional,
los manatíes están protegidos desde 1938 (Ley 1518). En 1962, se creó la Ley 5914 para impedir la
venta de productos derivados del manatí. Esta ley se reafirmó en 1987 con la creación de otra ley, el
Decreto Presidencial N.º 289, que asigna una división de la Marina para la protección de las aguas
habitadas por manatíes, cocodrilos americanos (Crocodylus acutus) y meros (Epinephelus spp.) en las
zonas que se encuentran entre Los Cocos (provincia de Montecristi) y Rucia (provincia de Puerto Plata).
En 1974, se promulgó la Ley 67 para proteger a todas las especies que se hallan de manera temporal o
permanente en los parques nacionales. Sin embargo, las leyes y normas no se aplican correctamente, por
lo que hay casos de pesca furtiva, incluso en las áreas protegidas. Por ende, la población de manatíes ha
disminuido y está aislada genéticamente. El manatí se considera la especie en mayor peligro de
extinción del país (Ottenwalder 1995, Pugibet y Vega 2000).
En 1995, se fundó la Red Dominicana de Varamientos, que desde entonces ha sido administrada por el
Acuario Nacional. La red de varamientos se encarga de llevar registros de avistamientos y varamientos
de manatíes, y también organiza programas educativos diseñados para proteger la especie. El mismo
año, se creó la reserva “Refugio del Manati Antillano” en Caño Estero Hondo, en el parque nacional de
Montecristi. Esta es la única área protegida del país dedicada especialmente a la conservación de los
manatíes. En 1996, el Decreto 233-96 estableció un santuario que abarca más de 25,000 km 2 para los
mamíferos marinos que habitan la costa noreste del país (Bonnelly de Calventi y Lancho-Diéguez 2005),
independientemente del resto de la legislación mencionada. Hay movimientos diarios de manatíes entre
este santuario y la desembocadura del Río Bajabonico (Domínguez-Tejo 2006).
En 2005, se llevó a cabo un taller para evaluar el estado de los manatíes. A raíz de ello, se desarrolló un
programa de investigación, educación y conservación. El programa fue producto de un equipo formado
por varias instituciones, que inició sus actividades de campo en 2006. Otra iniciativa de conservación
fue el establecimiento de áreas protegidas. Actualmente, la República Dominicana cuenta con un área
Ramsar de una superficie de 20,000 hectáreas. Lago Enriquillo es un parque nacional que se encuentra
en el sector sudeste de la isla (The Annotated Ramsar List 2007).
45

2.9. GUYANA FRANCESA (FRANCIA)
2.9.1. Estado y distribución
Las entrevistas a pescadores y otros habitantes de la Guyana Francesa sugieren que los manatíes (a)
pueden ser menos abundantes ahora que hace 20 años, (b) están presentes a lo largo de toda la costa y en
la mayoría de los estuarios y (c) se avistan con frecuencia en los ríos más importantes, por ejemplo, los
ríos Oyapock, Approuague y Maroni. En el Oyapock, se han avistado manatíes hasta a 80 km de la
costa. La gran cantidad de avistamientos documentados (72%) en zonas costeras y de estuarios sugiere
que estas representan el hábitat principal para los manatíes en el país (de Thoisy et al. 2003).
La mayor cantidad de avistamientos de manatíes durante todo el año se produce cerca de Coswine. Este
estuario rodeado de manglares tienen aguas relativamente poco profundas, cálidas (las temperaturas
promedio oscilan entre 24 y 30 °C) e hiposalinas (el índice salinidad es de entre el 0.00‰ y el 1.3‰; de
Thoisy et al. 2003, Spiegelberger y Ganslosser 2005). La zona carece de hierbas marinas y otros tipos de
vegetación acuática sumergida (de Thoisy et al. 2003, Spiegelberger y Ganslosser 2005), por lo que la
vegetación de las orillas cobra mucha importancia para la alimentación de los manatíes. Algunas de las
especies de plantas que se encuentran en la zona son Rhizophora racemosa, Zygia cataratae, Macherium
lunatum, Pachira aquatica, Montrichardia arborescens y Scleria pterota (Spiegelberger y Ganslosser
2005).
46
Ubicaciones geográficas:
1 Río Maroni
2 Estuario de Coswine
3 Reserva Natural de Amana
4 Kourou
5 Río Kourou
6 Bourda
7 Región de Kaw
8 Río Approuague
9 Río Oyapok
Figura 12. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en la Guayana Francesa, según los mejores datos
disponibles a partir de avistamientos documentados y entrevistas a residentes de la zona.

El pantano Coswine continúa siendo relativamente virgen, por lo que sería un hábitat propicio para
albergar a grandes cantidades de manatíes si se pudiera proteger (de Thoisy et al. 2003, Spiegelberger y
Ganslosser 2005).
Ha habido algunos avistamientos de manatíes en la región de Kaw, cerca de las zonas costeras rocosas, a
lo largo de la costa rocosa de una isla pequeña que se encuentra 5 km del continente y en un pantano de
la región. También se han informado avistamientos en las costas rocosas de Kourou y Bourda durante la
temporada de lluvias. Cerca de la isla Ilet la Mère se han observado grupos de hasta siete ejemplares. No
se han visto manatíes en aguas profundas (de Thoisy et al. 2003).
2.9.2. Principales amenazas y problemas de conservación
En la parte este del país, todavía existe la caza de manatíes para obtener su carne. Entre 2000 y 2002, 10
manatíes murieron, ya sea a causa de la caza (6) o por quedarse atrapados accidentalmente en redes de
pesca (4) en los ríos Kaw, Approuague y Oyapock (este último es el lugar donde hay más casos de pesca
furtiva). Las colisiones con embarcaciones no parecen ser una amenaza considerable en la mayoría de
las zonas que frecuentan los manatíes, con la excepción de los estuarios de los ríos Cayenne y Kourou
(de Thoisy et al. 2003). La alteración del hábitat tampoco es un problema fundamental en la Guayana
Francesa, principalmente porque los manglares costeros siempre se consideraron inseguros y carecen de
valor económico. Por este motivo, el hábitat es relativamente virgen y se conserva en estado natural, si
bien la protección legal es limitada (de Thoisy et al. 2003). El vaciado de los tanques de combustible de
las embarcaciones en los puertos comerciales y de pesca es una práctica habitual. No obstante, se
desconocen los efectos de los contaminantes acuáticos en los manatíes.
2.9.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En algunas culturas tradicionales, se cree que el manatí es un espíritu del agua, al igual que el tucuxi
(Sotalia fluviatilis) y el tapir (Tapirus terrestris). En la parte oeste del país, los amerindios y los negros
bosquimanos cazan a los manatíes para obtener los huesos de los oídos, que se consideran amuletos con
propiedades terapéuticas. No se ha determinado la cantidad de manatíes que se cazan con este fin.
También se caza a los manatíes por su carne (de Thoisy et al. 2003).
2.9.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Es necesario plantear un plan de gestión a nivel regional en la Guayana Francesa, ya que los manatíes se
mueven entre este país y partes de Brasil y Surinam (de Thoisy et al. 2003, García-Rodríguez et al.
1998, Vianna et al. 2006). La Reserva Natural de Amana es una reserva natural costera que abarca
94,700 hectáreas de tierras y pantanos y protege a los manatíes (Tourist Board of French Guiana 2006).
También hay 874 km (543 millas) de costa protegida que se encuentran en diferentes partes del país y
están administrados por el Conservatoire du Littoral (Conservatoire du Littoral 2006). La Guayana
Francesa cuenta además con dos áreas Ramsar, Basse-Mana y Marais de Kaw, de una superficie total de
196,000 hectáreas (The Annotated Ramsar List 2007).
Otra iniciativa de conservación es la de la Asociación Kwata, que en 2002 rescató a un manatí huérfano.
Por desgracia, la cría murió debido a una colitis ulcerosa aguda (com. pers. de G. Bossart). La
asociación interviene en programas de conservación de tortugas marinas, nutrias gigantes, primates,
caimanes negros y manatíes (Harbor Branch Oceanographic Institution 2002). En la Guayana Francesa,
el manatí está totalmente protegido por un decreto interministerial de 1986. A nivel internacional,
Francia ha firmado una serie de acuerdos (Tabla 4).
47

2.10. GUATEMALA
2.10.1. Estado y distribución
Se han observado manatíes en varias partes de la costa atlántica de Guatemala, pero se avistan más
regularmente en dos zonas durante los sondeos aéreos: el Lago de Izábal y Bahía de la Graciosa
(Quintana-Rizzo 1993, 2005a, b). Los grupos más grandes de manatíes que se han observado en los
sondeos aéreos se encontraban en el Lago de Izábal (Quintana-Rizzo 2005a, b; Romero-Oliva 2006). El
Lago de Izábal, el más grande de Guatemala, de una superficie de aproximadamente 727 km 2 , es
singular porque se comunica con el océano a través de un río angosto llamado Río Dulce (El Golfete),
que tiene una extensión de aproximadamente 42 km. El Lago de Izábal recibe las aguas de varios ríos
grandes, entre ellos, el Río Polochic y el Río Oscuro. Se han observado manatíes solamente a lo largo de
las orillas poco profundas del lago (entre 1 y 3 metros de profundidad), en especial en el extremo
sudoeste, entre el Cayo Padre, el Río Oscuro y Punta Chapín. Esta zona se caracteriza por tener
numerosos canales y lagunas con una profundidad promedio de 2 metros y vegetación de agua dulce,
por ejemplo, Hydrilla sp., Pistia stratiotes, Nymphaea ampia (Quintana-Rizzo 1993). La zona se
identificó como área de parición en 1992 (Quintana-Rizzo 1993, 2005a, b) y, unos años después, el
gobierno la declaró área protegida. Las aguas poco profundas del sudoeste del Lago de Izábal son los
lugares donde más se ven crías durante los sondeos aéreos de Guatemala. Los manatíes también
frecuentan otros sectores de aguas poco profundas del lago, cerca de las ciudades de El Estor, Los
Murciélagos y Punta Brava. En la última ciudad, se han avistado grupos de hasta 15 manatíes
alimentándose de vegetación acuática (Quintana-Rizzo 2005a, b).
48
Ubicaciones
geográficas:
1.Río Sarstum
2.Livingston
3.Bahía de la Graciosa
4.Río Chocón
Machacas
5.Río Dulce
6.El Gofete
7.Lago de Izábal
8.El Estor
9.Cayo Padre
10. Río Polochic
11. Río Oscuro
12. Punta Chapín
13. Puerto Barrios
14. Río Motagua
Figura 13. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Guatemala, según los mejores datos disponibles a
partir de sondeos aéreos e informes de avistamientos.

La Bahía de la Graciosa también se comunica directamente con el Mar Caribe. Se han observado grupos
de dos o tres manatíes (y crías) en diferentes épocas del año (Quintana-Rizzo 1993, 2005a, b; Romero-
Oliva 2006). La bahía, que está formada por un sistema de lagunas, pantanos y ríos, dispone de
alimentos para los manatíes, por ejemplo, la hierba marina Thalassia testudium (Arrivillaga y Baltz
1999). Este ecosistema de estuario se considera el más importante de Guatemala por su tamaño, su
estado de conservación y su valor ecológico (Yáñez-Arancibia et al. 1999). Hay poco desarrollo humano
en la costa de la bahía, lo que contribuye a preservar la calidad del hábitat.
Los manatíes se ven con menor frecuencia en El Golfete, una sección angosta del Río Dulce. Al parecer,
utilizan El Golfete como pasadizo entre el Lago de Izábal y la costa. Si bien El Golfete tiene un hábitat
propicio para la especie, allí hay un intenso tráfico náutico, debido a los turistas que navegan para visitar
los hoteles y restaurantes ubicados a lo largo de la orilla. Se han observado hasta seis manatíes en El
Golfete en un solo sondeo aéreo (Quintana-Rizzo 2005b).
Se calcula que la población de manatíes era de 53 ± 44 ejemplares en la década de 1990 (intervalo de
confianza de 95%; Quintana-Rizzo 1993). En el verano de 2006 se inició un estudio de un año de
duración con sondeos aéreos cada tres meses, con el fin de revaluar el tamaño de la población y la
distribución de los manatíes en toda la costa del país, centrándose en el Lago de Izábal (com. pers. de H.
Garcia). En octubre de 2006, se observaron 53 manatíes, el conteo más alto que haya habido en el país
(com. pers. de Quintana-Rizzo).
2.10.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Hay cuatro amenazas principales que afectan a los manatíes en Guatemala: la caza furtiva, el tráfico
náutico, los enredos accidentales y la pérdida o contaminación del hábitat. Es posible que la pesca
furtiva haya tenido un efecto negativo en las poblaciones locales. Los primeros signos de preocupación
por la disminución de la población de manatíes aparecieron en un artículo escrito en 1882 para una
enciclopedia, la Biologia Centrali Americana (Janson 1980). A fines de la década de 1970, las cifras
habían disminuido más aun (Janson 1980). En la actualidad, a veces se vende carne de manatí en
mercados locales de Livingston. En 1992 y 2001, el precio promedio de una libra de carne era de Q4.00
(equivalente a US$0.53; Quintana-Rizzo 1993, del Valle 2001). Este precio es mucho menor que el
precio del pollo o la carne vacuna, por lo que es accesible para las personas de los niveles
socioeconómicos más bajos (Herrera et al. 2004). En 2005, se denunciaron tres muertes de manatíes a
causa de la pesca furtiva (com. pers. de E. Quintana-Rizzo).
Los enredos accidentales de manatíes no son muy habituales en Guatemala. Sin embargo, ha habido
casos de enredos (n < 5) en El Estor y la desembocadura del Río Polochic. Este último se encuentra
dentro de los límites del Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic, un área Ramsar. Dicho refugio
se controla constantemente, ya que todos los días se observan redes fijas (llamadas chinchorros) en la
desembocadura del río. Esto representa un verdadero problema, si bien las redes de pesca son ilegales en
todas las áreas protegidas de acuerdo con la Ley de Pesca (Decreto 80-2002; Herrera et al. 2004). El uso
de chinchorros en este refugio es particularmente preocupante, dado que las aguas que están dentro y
cerca de la reserva constituyen áreas importantes de parición para los manatíes (Quintana-Rizzo 1993,
2005a, b); en efecto, en 2005, una cría se enredó y murió en el lugar. Durante los sondeos aéreos
llevados a cabo en 2005 y 2006, se observaron más redes de pesca en las aguas de este refugio que en
cualquier otra zona de la costa atlántica (Quintana-Rizzo 2005b, com. pers. de E. Quintana-Rizzo). Es
probable que esta frecuencia esté relacionada con la alta productividad de las aguas de este humedal
protegido. Una cantidad tal de redes de pesca en un solo lugar también indica que la amenaza que
49

epresentan los enredos accidentales es de particular importancia en las aguas del refugio.
Otra amenaza para los manatíes son las embarcaciones. Las embarcaciones pueden tener un efecto
negativo sobre la especie, ya sea directa o indirectamente. Un efecto indirecto, por ejemplo, es que las
hélices de las embarcaciones destruyen los lechos de hierbas marinas de las que se alimentan los
manatíes. Los sondeos aéreos indican que ciertas zonas, como el sector sur de El Golfete (un área
popular que recibe la visita de muchos turistas), presentan un nivel de destrucción moderado a grave
(terminología definida por Sargent et al. 1995). Las embarcaciones también pueden afectar a los
manatíes directamente si los golpean, los matan o les producen heridas graves, aunque no se han
informado muertes relacionadas con esta amenaza. Sin embargo, cada vez hay más embarcaciones a
motor en Guatemala, y su popularidad crece constantemente. En 2005, se contaron 94 embarcaciones a
motor en un solo sondeo aéreo de 319 km de costa. Esa fue la mayor cantidad de embarcaciones a motor
que se avistó en un sondeo aéreo de todo el Golfo de Honduras (Quintana-Rizzo 2005b).
La contaminación sonora de las embarcaciones a motor también puede ser problemática. El ruido
degrada la calidad del hábitat, pero los efectos sobre la conducta de los manatíes son poco claros. El
tráfico y la velocidad de las embarcaciones no están regulados en Guatemala, incluso en áreas protegidas
como el Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic y el Biotopo Chocón Machacas (Quintana 2005a,
Romero-Oliva 2006).
Una de las inquietudes más recientes es la instalación de dos obras mineras en el extremo noreste del
Lago de Izábal, cerca de la ciudad de El Estor. Una de las empresas mineras tiene una concesión para
explorar una zona de aproximadamente 259 km 2 , equivalente a casi un tercio del Lago de Izábal. La otra
empresa está realizando excavaciones en una zona adyacente a la de la otra empresa, y posiblemente
pretenda deforestar un área de aproximadamente 81 km 2 . El área combinada que deforestarían estas
empresas es equivalente a la mitad del tamaño del lago (47%, 340 km 2 ). Las dos empresas planean
extraer agua del lago, y una de ellas se propone desechar las aguas residuales directamente en el área
protegida, el Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic. Esta es un área Ramsar que protege
numerosos humedales y especies de vida silvestre, entre las que hay especies en peligro de extinción.
Los propietarios de las empresas mineras argumentan que el proyecto no tendrá un efecto significativo
sobre los manatíes y sus hábitats. No obstante, hay una gran preocupación entre las agencias ambientales
y los científicos por los efectos que tendrá la minería en el ambiente, por ejemplo, el desplazamiento de
sedimentos luego de las tormentas intensas de la temporada de lluvias. Existen pruebas de otras obras
mineras de distintos lugares del mundo que indican que la extracción del níquel contribuye a la
deforestación, la erosión y la contaminación del agua (National Geographic 2006).
2.10.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
Los manatíes tienen importancia cultural para los habitantes locales. Aparentemente, los mayas cazaban
manatíes para obtener su carne. También creían que dichos ejemplares tenían poderes sobrenaturales.
Por ejemplo, el hueso del oído se utilizaba como amuleto para protegerse de las fuerzas del mal (Janson
1980). Los mayas tenían un proceso especial para preparar la carne seca del manatí (llamada “bucan”).
Se comía en banquetes importantes y se creía que aumentaba la fuerza y virilidad del hombre (Janson
1980). Los exploradores españoles descubrieron que los manatíes abundaban en Guatemala e
incorporaron la carne a su dieta. El famoso explorador Fuentes y Guzmán escribió “no sólo en el Lago
de Izábal y el Río Dulce, sino también a lo largo de toda la costa, desde México hasta Nicaragua, se
pescan en grandes cantidades durante todo el año”. A menudo, los filibusteros y piratas que se
apropiaban de los barcos españoles echaban anclas en la costa guatemalteca y también comenzaron a
50

alimentarse fundamentalmente de bucan, por lo que recibieron el nombre de bucaneros (Janson 1980).
La caza de manatíes para obtener su carne todavía existe. En los últimos años, se ha denunciado la
aparición de manatíes muertos y sin los órganos internos en dos de las reservas nacionales. No queda
claro por qué matarían al animal y no se llevarían la carne. También se encontró una cría en el mismo
estado, pero, al parecer, el animal se había quedado atrapado accidentalmente en una red de pesca. La
persona que la encontró dijo que habían quitado los órganos para evitar que el animal se hundiera (com.
pers. de F. Herrera), aunque, en realidad, quitar las entrañas aumenta las posibilidades de hundimiento.
Los enredos accidentales de los manatíes pueden ser un problema más común de lo que se pensó
originalmente. Como los pescadores no informan la mayoría de los casos, es posible que las muertes
totales por año a causa de enredos se subestimen en gran medida.
2.10.4. Legislación nacional y medidas de conservación
La primera medida legal para proteger a los manatíes en Guatemala se tomó con la creación del Acuerdo
Presidencial de 1959, que declaró ilegal la caza de manatíes (Quintana 1993, Herrera et al. 2004). La
multa por violar la ley es de Q50.00 o US$6.60. Esta ley no se cumplió demasiado, en especial, en las
aldeas lejanas. En 1981, se promulgó otro Acuerdo Presidencial, que estableció multas que oscilaban
entre Q50.00 y Q300.00 (US$39.58). En 1989, se creó el Decreto 4-89 o la “Ley de Áreas Protegidas”
para proteger a todas las especies en peligro de extinción. Esta ley fijó una pena de 5 a 10 años de cárcel
y una multa de entre Q10,000.00 (US$1,319.26) y Q20,000.00 (US$2,638.52) para aquellas personas
que extraigan o vendan partes de especies en peligro de extinción. Los manatíes también están
protegidos por la Ley de Pesca, el Decreto 80-2002, que declara que es ilegal cazar cualquier mamífero
marino en peligro de extinción. La multa por violar esta ley oscila entre Q8,000.00 (US$1,055.41) y
Q80,000.00 (US$10,554.09). No obstante, aplicar la ley correctamente es problemático. Guatemala ha
firmado una serie de acuerdos de conservación internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat
(Tabla 4).
Hay seis áreas protegidas a lo largo de la costa atlántica de Guatemala. En ellas se encuentran los
hábitats que frecuentan los manatíes. Tres de estas áreas son áreas Ramsar y abarcan una superficie total
de 189,329 hectáreas. En 1955, la zona que se extiende desde el Lago de Izábal hasta el Río Dulce y El
Golfete se declaró parque nacional. En 1979, en un sector de El Golfete se fundó una reserva de
manatíes llamada “Biotopo para la Conservación del Manatí Chocón-Machas”, que se convirtió en la
primera reserva de manatíes de Latinoamérica. La reserva está administrada por la Universidad de San
Carlos y promueve la educación ambiental de los turistas. La Fundación Mario Dary colabora con la
Universidad de San Carlos para administrar otra área costera protegida denominada “Área de Protección
Especial Punta de Manabique” (área Ramsar). Allí, la Fundación Mario Dary organiza programas
ambientales sobre varias especies, entre otras, los manatíes. Otras áreas protegidas son el Refugio de
Vida Silvestre Bocas del Polochic (área Ramsar), la Reserva Protectora de Manantiales Cerro San Gil y
el Área de Protección Especial Río Sarstun (área Ramsar).
En 2004, el gobierno guatemalteco aprobó la creación del primer plan de recuperación de los manatíes.
Los objetivos generales del plan de recuperación son supervisar y proteger a los manatíes, gestionar y
proteger su hábitat, y promover el valor cultural y ecológico de la especie en todo su territorio dentro del
país (Herrera et al. 2004). El plan de recuperación recomienda particularmente llevar a cabo sondeos
aéreos anuales para recopilar datos a largo plazo sobre la distribución de los manatíes, identificar las
plantas acuáticas que consume la especie en las zonas de preferencia y cuantificar los efectos
antropogénicos en los hábitats de los manatíes. A partir de esta iniciativa de conservación, varias
51

organizaciones locales e internacionales han iniciado estudios de investigación a largo plazo en el país.
Con frecuencia, se organizan reuniones con las organizaciones locales para coordinar iniciativas y
estandarizar los métodos de campo. Por ejemplo, ciertas instituciones, como Defensores de la Naturaleza
y la Comisión Nacional de Áreas Protegidas, están coordinando sus iniciativas con el fin de emplear
técnicas de muestreo similares en el estudio de la distribución y el uso del hábitat de los manatíes (com.
pers. de E. Quintana-Rizzo).
52

2.11. GUYANA
2.11.1. Estado y distribución
Hay muy poca información reciente sobre el estado de la población o la distribución en Guyana, y no se
han realizado sondeos aéreos. Bertram y Bertram (1963) calcularon que la población de manatíes de
Guyana era de varios miles, pero que había disminuido con respecto a cifras anteriores. En el momento
de su sondeo, los manatíes eran más habituales en los ríos costeros, en especial, en zonas de sabana
húmeda (por ejemplo, los ríos Canje, Abary y Berbice), o cerca de las esclusas de los canales de drenaje
de las plantaciones de azúcar de Buxton, Leonora, Uitvulgt y Airy Hall. Era probable que los manatíes
del océano estuvieran trasladándose entre ríos (Bertram y Bertram 1963, 1964, 1973). En el noroeste de
Guyana y la zona que limita con Surinam (la región del Río Courantyne) se encontraban los grupos más
numerosos (Bertram y Bertram 1963). Históricamente, se observaron manatíes en los ríos Arapiako,
Akawini, Wuini, Barima, Sebai y Kiatuna, aunque también ha habido avistamientos ocasionales en el
Río Demerara y la desembocadura del río en Georgetown (Bertram y Bertram 1973). Más recientemente
(Eisenberg 1989, com. pers. de C. Haralal), se observaron manatíes en el Río Baramani, el Río Akawini,
en Barakara, Yauni Bend, Overwinning, Utrecht, De Goede Hoop, Totikamp, Jagtlust y Bamboeisi.
53
Ubicaciones
geográficas:
1 Río Kiatuma
2 Río Barima
3 Río Sebai
4 Río Waini
5 Río Akawini
6 Río Arapiako
7 Río Demerara
8 Río Abary
9 Río Berbice
10 Río Canje
11 Río Courantyne
Estados:
12 Uitvulgt
13 Lonora
14 Buxton
15 Airy Hall
Figura 14. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Guyana, según los mejores datos disponibles a partir
de estudios de distribución realizados en 1963 e informes de avistamientos.

2.11.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Bertram y Bertram (1963, 1964) advirtieron un aumento en la cantidad de canoas talladas a motor y
otras embarcaciones motorizadas y sugirieron que esto estaba limitando la distribución de los manatíes.
No existe la caza organizada de manatíes en Guyana, aunque se los puede capturar si surge la
oportunidad (Bertram y Bertram 1963). Los enredos accidentales en redes de pesca han causado la
muerte de algunos manatíes (Lefebvre et al. 1989).
2.11.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En Guyana, los manatíes se han utilizado en forma experimental como agentes de control de malezas
(Alsopp 1960, Bertram y Bertram 1963, National Science Research Council of Guyana y National
Academy of Sciences 1973), sin resultados concluyentes.
2.11.4. Legislación nacional y medidas de conservación
La especie está protegida desde 1956 por la Ordenanza de Pesca N.º 30, enmendada en 1961 (Normas de
pesca [Control de manatíes]) (Bertram y Bertram 1963, Lefebvre et al. 1989). Guyana ha firmado una
serie de acuerdos internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4). Durante un taller
para especialistas en manatíes que se llevó a cabo en 1974, se propuso la fundación de un centro
internacional para la investigación y conservación de los manatíes en Georgetown (National Science
Research Council 1974). No se dispone de información sobre los programas de conservación actuales.
54

2.12. HAITÍ
2.12.1. Estado y distribución
La situación actual de los manatíes en Haití se desconoce. La información disponible sobre la
distribución y la abundancia de los manatíes se basa en un estudio que se realizó en la década de 1980.
Aparentemente, no se han llevado a cabo sondeos de ningún tipo desde entonces.
En 1982, se avistaron un total de ocho manatíes en un sondeo aéreo que se realizó a lo largo de toda la
costa del país. Los resultados del sondeo aéreo y las entrevistas a pescadores confirmaron que en Haití,
como en el resto de los países, hace 20 años, los mejores hábitats para los manatíes eran las áreas
protegidas con aguas poco profundas y abundante vegetación acuática. Los animales se observaron cerca
de Gonaives, Montrouis y en la desembocadura del Riviere de l’Artibonite (Rathbun et al. 1985). Esta es
una zona de poco más de 40 km de largo que se encuentra en el lado oeste del país.
2.12.2. Principales amenazas y problemas de conservación
En la década de 1980, los manatíes se atrapaban de manera casual en chinchorros de playa, pero no se
practicaba la caza tradicional. Las entrevistas a residentes del lugar indican que los jóvenes sólo sabían
de la existencia de los manatíes a través de conversaciones con sus mayores. Por el contrario, la gente
mayor (>50 años) sabía de los manatíes por experiencia personal. Estas personas señalaron que la carne
de manatí solía venderse en los mercados locales (Rathbun et al. 1985).
Ubicaciones
geográficas:
1 Gonaives
2 Riviere de
L’Artibonite
3 Montrouis
Figura 15. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Haití, según los mejores datos disponibles a partir
de sondeos aéreos y entrevistas a residentes de la zona realizadas en la década de 1980.
55

2.12.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En otros tiempos, es probable que los manatíes hayan sido una fuente de proteína para los pueblos
pobres de Haití (UNEP 1995).
2.12.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Haití no cuenta con áreas marinas ni del litoral protegidas. El país tiene siete áreas terrestres protegidas,
en las que hay reservas y parques nacionales (Earth Trends 2006). Haití ha firmado acuerdos de
conservación internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4).
56

2.13. HONDURAS
2.13.1. Estado y distribución
La costa atlántica de Honduras tiene muchas lagunas y ríos que constituyen el hábitat más amplio para
los manatíes. En estas áreas, que se caracterizan por contar con abundante vegetación acuática
sumergida, manantiales de agua dulce y rincones guarecidos (Lefebvre et al. 1989), se encuentra La
Mosquitia, que es el humedal más grande de Centroamérica y la sede de la Reserva de la Biosfera de Río
Plátano (UNEP 1995).
Se han identificado tres áreas adicionales de importancia para los manatíes. La primera es el sistema de
lagunas de Caratasca y se encuentra en la región más aislada del país. Este humedal es un hábitat de alta
calidad para entre 27 y 56 manatíes (Cruz 1996). Las zonas que se encuentran entre el Río Sangrelaya y
la Laguna Ibans y entre la Laguna de Brus y el Río Patuca también representan hábitats importantes para
los manatíes. Los científicos calculan que entre 36 y 65 manatíes ocupan las dos áreas, aunque no
observaron manatíes allí ni en Caratasca durante los sondeos aéreos que se realizaron a mediados de la
década de 1990 (Cruz 1996). El resto de la costa no conforma un hábitat adecuado, ya que tiene riberas
escarpadas, fuerte oleaje y pocos ríos de caudal lento (Lefebvre et al. 1989). En esta parte de la costa, el
humedal que se halla entre los ríos Ulúa y Chamelecón se identificó como zona propicia para un grupo
reducido de manatíes (entre 5 y 8) (Cruz 1996). Es posible que en la pequeña zona resguardada que está
entre los ríos Cuero y Salado también haya algunos ejemplares.
En los sondeos aéreos que se llevaron a cabo entre 2000 y 2006 en la costa oeste se detectaron manatíes
en Masca, la Bahía de Omoa, Punta Sal, la Laguna Thompson, el Río Cuero, el Río Salado, la Laguna
Gauimoreto, el Río Chapagua y el Río Aguán (Auil 2000, Quintana-Rizzo 2005a, González-Socoloske
et al. 2006, González-Socoloske 2007).
57
Ubicaciones geográficas:
1. Río Motagua
2. Bahía de Omoa
3. Masca
4. Río Chamelecón
5. Punta Sal
6. Laguna El Diamante
7. Río Ulúa
8. Tela
9. Río Cuero
10. Río Salado
11. Laguna Gauimoreto
12. Trujillo
13. Río Aguan
14. Río Chapagua
15. Río Sangrelaya
16. Laguna Ibans
17. Laguna de Brus
18. Reserva de la Biosfera de Río Plátano
19. Río Patuca
20. La Mosquitia
21. Laguna Caratasca
22. Río Coco
23. Laguna de Boca Cerrado (Thompson)
Figura 16. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Honduras, según los mejores datos disponibles a
partir de sondeos aéreos e informes de avistamientos.
De estos lugares, Punta Sal es una laguna semicerrada que forma parte de un parque nacional marino.
No se dispone de información actualizada sobre el estado y la distribución de los manatíes en las zonas
que se encuentran entre el Río Aguán y el Río Coco sobre la frontera con Nicaragua. Durante los
sondeos aéreos de 2000, se observaron cuatro manatíes entre el Río Motagua y Tela; específicamente, se
avistó un manatí cerca de Masca, uno cerca de Omoa y dos en Punta Sal (Auil 2000). En 2005, se

avistaron cuatro manatíes durante un sondeo aéreo realizado desde el Río Motagua hasta el norte de la
Laguna Grande (Quintana-Rizzo 2005a. En 2006, se observaron 18 manatíes en total durante seis días
de sondeos continuos en el área que se extiende desde la Laguna El Diamante (al este de Tela) hasta el
Río Aguán (al oeste de Trujillo; González-Socoloske et al. 2006, González-Socoloske 2007). En el
sondeo de 2005, se avistó un manatí adulto con una cría, mientras que no se observaron crías en los
sondeos de 2000 y 2006. Los sondeos de 2000 y 2005 detectaron manatíes en la costa, mientras que los
sondeos de 2006 localizaron manatíes en lagunas y ríos, en especial, en el Refugio de Vida Silvestre de
Cuero y Salado. Se calcula que el refugio alberga entre 6 y 15 manatíes (González-Socoloske et al.
2006, González-Socoloske 2007).
La distribución reciente de los manatíes entre la Laguna El Diamante y el Río Aguán es similar a la
documentada por Rathbun et al. (1983) a principios de la década de 1980. Sin embargo, la cantidad de
manatíes avistados por hora en 2006 en esta parte del país fue considerablemente menor a la de los
sondeos de la década de 1980 (González-Socoloske et al. 2006, González-Socoloske 2007), ya sea
porque había menos manatíes presentes, las condiciones del sondeo o la experiencia del observador
fueron diferentes o se utilizaron métodos de sondeo distintos.
Los manatíes parecen haber cambiado su distribución en los últimos años, ya que no se observaron
ejemplares en los ríos que están al este de Trujillo en la década de 1980, mientras que hubo
avistamientos en Chapagua y Aguán en 2006. Al parecer, hoy en día la zona es un hábitat importante
para los manatíes (Rathbun et al. 1983, González-Socoloske et al. 2006, González-Socoloske 2007). No
se avistaron muchos manatíes durante las observaciones de campo realizadas en el Refugio de Vida
Silvestre Cuero y Salado. No queda claro si esto se debe a que la población es baja o a que los manatíes
evitan más a los humanos en esta región. La mayoría de los avistamientos de manatíes en el refugio
tuvieron lugar en la desembocadura del Río Cuero (com. pers. de González-Socoloske).
2.13.2. Principales amenazas y problemas de conservación
La caza de manatíes con arpón se practicó abiertamente hasta la década de 1970, momento en que
disminuyó por una o más razones: (1) se incrementó el temor de los cazadores a ser capturados y pagar
una multa mayor a la ganancia que obtendrían por vender la carne de manatí, (2) la cantidad de tiempo y
energía que se invertía en cazar era mayor que la posibilidad de atrapar un animal, en especial porque
los ejemplares eran cada vez menos, y (3) el interés de los jóvenes en otras actividades comerciales,
como la pesca de langostas, hizo disminuir el interés en la caza de manatíes (Cruz 1996). A causa de la
amenaza de la caza, es posible que los manatíes hayan adoptado hábitos de alimentación nocturnos
(Lefebvre et al. 1989), aunque los patrones de conducta de los manatíes en Honduras no se comprenden
del todo.
Otra amenaza para los manatíes es el uso general de redes de pesca. Tradicionalmente, las redes de
pesca eran utilizadas por los garifunas (un grupo étnico descendiente de amerindios y africanos), pero,
en la década de 1980, ganaron popularidad entre diferentes grupos étnicos y sociales. Las redes de pesca
se emplean en la desembocadura de los ríos y las lagunas importantes que también frecuentan los
manatíes. Es por ello que, desde fines de la década de 1970, ha habido enredos accidentales (Cruz 1996).
Las entrevistas recientes a pescadores indican que, ocasionalmente, los manatíes aún mueren atrapados
en redes de enmalle. En 2000, un manatí adulto murió de esta manera en el Refugio de Vida Silvestre
Cuero y Salado y luego fue carneado (González-Socoloske et al. 2006).
La alteración y destrucción del hábitat también representa una amenaza para los manatíes. Las industrias
más importantes de Honduras se encuentran a lo largo de la costa Atlántica. En efecto, dos de los
58

estados costeros (Cortés y Atlántida) albergaban al 49% de la industria nacional en la década de 1990.
La consecuencia de este desarrollo es que los residuos industriales se desechan en el agua. A fines de la
década de 1980 y principios de la década de 1990, se emplearon cerca de 10 millones de kilos de
pesticidas en las plantaciones de bananas (Cruz 1996). Es probable que un porcentaje haya terminado en
las aguas costeras debido al desplazamiento de sedimentos. Asimismo, el desarrollo de la costa obliga a
talar los bosques del litoral, a dragar los canales (lo que destruye la hierba marina) y a construir
malecones que devastan los manglares. Las represas hidroeléctricas también afectan al medio ambiente.
La represa hidroeléctrica más grande se halla en el Río Ulúa y se construyó en 1982. El impacto de este
proyecto nunca se estudió, pero sí se realizaron estudios de impacto para otras represas hidroeléctricas
de gran envergadura que se propusieron. Una de ellas iba a instalarse en el Río Patuca, en la región de
Mosquitia. Sin embargo, el proyecto se suspendió debido a la oposición de grupos ambientalistas. De
haberse llevado a cabo, el proyecto habría dividido la mayor selva tropical del norte del Amazonas y la
gran cantidad de sedimentos suspendidos habría causado problemas río abajo (HPSG 1998).
2.13.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
La caza de manatíes se realiza principalmente para obtener su carne. En otros tiempos, la cabeza, el
cerebro y las vísceras también se comían. La grasa de los ojos y los oídos se utilizaba para el cabello y la
grasa mezclada con aceite de tortuga de orejas amarillas (Trachemys sp.) se usaba como crema facial. La
grasa de otras partes del cuerpo se usaba para freír alimentos. Los huesos se pulverizaban y se usaban
para hacer medicamentos (Cruz 1996).
2.13.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Honduras ha firmado una serie de acuerdos de conservación internacionales (Tabla 4). A nivel nacional,
el artículo 49 de la Ley de Pesca, el Decreto N.º 154, protege a los manatíes desde 1959. En 1974, la
Dirección General of Recursos Naturales y Renovables protegió a las especies silvestres y los recursos
marinos, en general, sin prestar especial atención a los manatíes hasta 1985. El Decreto Ley N.º 134-90
refuerza la protección, ya que establece que cada municipio debe encargarse de conservar a los
mamíferos marinos y las áreas marinas protegidas (Cruz 1994).
Honduras designó seis áreas Ramsar, que abarcan una superficie de 223,320 hectáreas (The Annotated
Ramsar List 2007). De estas, cuatro se encuentran sobre la costa caribeña. En 1987, se creó la Fundación
Cuero y Salado (FUCSA) para gestionar el refugio de vida silvestre de 13,225 hectáreas denominado
Refugio de Vida Silvestre Cuero y Salado (Cruz 1996), un área Ramsar que ofrece protección total a los
manatíes. Asimismo, el Parque Nacional Jeanetter Kawas, ubicado en Punta Sal (una laguna costera
semicerrada que se encuentra 40 km al norte de Cuero y Salado), se declaró parque nacional marino y
área Ramsar, con 22.3 km de costa y una superficie total de 78,150 hectáreas. El área está administrada
por la Fundación para la Protección de Lancentilla, Punta Sal y Texiguat (PROLANSATE; Cruz 1994).
La Laguna de Bacalar y el Refugio de Vida Silvestre Punta Izopo también son áreas Ramsar (The
Annotated Ramsar List 2007). En 1990, a través de una iniciativa privada, se creó el Instituto de
Ciencias Marinas en la Isla Roatán (Cruz 1994). El instituto lleva a cabo rescates y registra
avistamientos de mamíferos marinos desde 1993 (Cruz 1996).
59

2.14. JAMAICA
2.14.1. Estado y distribución
La información sobre el estado de los manatíes en Jamaica es limitada. Los registros iniciales datan de
1851, pero los estudios más exhaustivos se realizaron en las décadas de 1980 y 1990. Los sondeos
aéreos realizados en esa época indican que los manatíes se encontraban principalmente sobre la costa
sudeste de Jamaica (UNEP 1995). Entre 1981 y 1982, se observaron hasta 13 manatíes, pero, en 1991,
sólo se avistaron dos manatíes adultos. En 1993, se observaron ocho ejemplares en dos sondeos
diferentes (UNEP 1995). En un sondeo de dos días de duración llevado a cabo en 1998, se
documentaron 11 manatíes (entre ellos, dos crías) en todo el país (Lefebvre et al. 2001). Los resultados
de estos sondeos sugieren que es probable que la población total de manatíes no supere 14 o 30
ejemplares. El Departamento de Conservación de Recursos Naturales calculó que quedan menos de 100
manatíes en Jamaica (Mignucci-Giannoni et al. 2003, National Environment and Planning Agency
2006).
La distribución de los manatíes que se describió anteriormente parece estar relacionada con las
condiciones favorables del hábitat en la parte sur del país, donde hay vastas zonas de aguas calmas y
poco profundas, numerosas bahías, abundantes hierbas marinas y fuentes de agua dulce (Lefebvre et al.
2001). Se han observado manatíes bebiendo agua dulce cerca de la desembocadura de los ríos costeros
(National Environment and Planning Agency 2006). La costa norte de Jamaica no parece contar con
hábitats favorables para los manatíes, ya que se caracteriza por tener una ribera profunda y escarpada; no
obstante, allí también desembocan varios ríos (Lefebvre et al. 2001).
60
Ubicaciones geográficas:
1. Half Moon Bay
2. Alligator Pond
3. Black River
Municipios:
4. Hanover
5. St. James
6. Trelawny
7. St. Ann
8. St. Mary
9. Portland
10. St. Thomas
11. St. Andrew
12. St. Catherine
13. Clarendon
14. Manchester
15. St. Elizabeth
16. Westmoreland
Figura 17. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Jamaica, según los mejores datos disponibles a
partir de sondeos aéreos e informes de avistamientos.
Ha habido muy pocos avistamientos de manatíes en las aguas costeras que circundan las zonas de
Trelawny, St. Mary, Hanover, Westmoreland, St. Elizabeth, Manchester, Clarendon, St. Thomas y St.
Catherine (National Environment and Planning Agency 2006). Cuatro manatíes hembras fueron
capturadas en distintos momentos a partir de 1981 para vivir en condiciones de semicautiverio en el Río
Alligator Hole. Fueron introducidas en este río por “Operation Sea Cow”, un proyecto que desarrolló el
Departamento de Conservación de Recursos Naturales (NRCD; véase la sección “Legislación nacional y

medidas de conservación” para obtener más datos sobre el proyecto). Todavía quedan tres ejemplares en
el Río Alligator Hole (Mignucci-Giannoni et al. 2003).
2.14.2. Principales amenazas y problemas de conservación
De acuerdo con el Departamento de Conservación de Recursos Naturales de Jamaica, la principal causa
de mortalidad de los manatíes son los enredos en redes de enmalle, ya sea en forma accidental o
planificada por pescadores (National Environment and Planning Agency 2006). En 1993, un sondeo
aéreo detectó redes de enmalle en todas las zonas que se consideran hábitats propicios para los manatíes,
e incluso en áreas donde se avistaron madres y crías. Por consiguiente, los manatíes hembras y jóvenes
son más susceptibles a quedar atrapados en chinchorros. Los pescadores aseguran que, con frecuencia,
los manatíes se ahogan antes de que alguien advierta que están enredados (Lefebvre et al. 2001).
El Departamento de Conservación de Recursos Naturales informa que la cantidad de manatíes que
mueren de esta manera disminuyó por varios factores posibles: los pescadores son más conscientes de la
presencia de los manatíes, se redujo la cantidad de personas que informan las muertes o realmente
disminuyó la cantidad de manatíes que mueren enredados (National Environment and Planning Agency
2006).
Por otro lado, se cree que la destrucción de los manglares costeros y los lechos de hierbas marinas
también representa una amenaza para los manatíes, dado que estos se alimentan de las hojas de mangle
que cuelgan sobre la superficie del agua. Los manglares costeros se desmontan, principalmente, para
construir viviendas y residencias, para realizar actividades agrícolas o para establecer zonas
económicas/de libre comercio. Asimismo, las áreas costeras que contienen hierbas marinas se han visto
afectadas por los vertidos industriales, los efluentes termales, las operaciones de dragado y la
contaminación (National Environment and Planning Agency 2006).
2.14.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En épocas prehistóricas, los manatíes eran un recurso que los indios arawak explotaban. En los siglos
XV y XVI, los amerindios explotaban a los manatíes de manera similar (UNEP 1995). En las décadas de
1980 y 1990, todavía se los cazaba para obtener su carne (Lefebvre et al. 2001). Hoy, los manatíes son
una atracción turística (Taylor et al. 2006).
2.14.4. Legislación nacional y medidas de conservación
El manatí es el mamífero en mayor peligro de extinción de Jamaica (Mignucci-Giannoni et al. 2003).
Está protegido desde 1971 por la Ley de protección de la vida silvestre, que prohíbe la caza o posesión
de especies protegidas. La pena por violar la ley es una multa de J$10,000.00 o 12 meses de cárcel
(UNEP 1995). En 1980, el Departamento de Conservación de Recursos Naturales inició un proyecto
denominado “Operation Sea Cow”. Su objetivo era administrar la población de manatíes que quedaba en
Jamaica y evaluar la posibilidad de contar con un grupo reducido en cautiverio para reproducir a los
ejemplares, exhibirlos y utilizarlos para educar. El proyecto introdujo cuatro manatíes en un entorno de
semicautiverio del Río Alligator Hole. La Organización de Estados Americanos financió el proyecto,
pero este se abandonó cuatro años más tarde (National Environment and Planning Agency 2006). Las
hembras que sobrevivieron evitan a los humanos en la mayor medida posible. Todos los animales
presentan heridas y marcas del momento en que fueron capturados y estuvieron atados. No hay una
buena justificación para mantener a tres manatíes hembras reproductivas apartadas del resto de la
población, sobre todo cuando el tamaño de la población es tan pequeño. Además, no queda claro si el río
puede sustentar a una pequeña población de manatíes. En 1996, los animales agotaron los recursos
alimenticios del río y se estableció un programa de alimentación complementario. (Mignucci-Giannoni
61

et al. 2003).
En 1987, el Gobierno de Jamaica, con el apoyo del PNUMA-CEP, aceptó elaborar un plan de gestión
del manatí del Caribe en Jamaica. El proyecto se centró en toda la isla y en los manatíes encerrados en el
Río Alligator Hole. Su objetivo era llevar a cabo un programa educativo para el público, calcular el
tamaño de la población de manatíes en Jamaica, determinar la capacidad del Río Alligator Hole, y
elaborar e implementar un plan de gestión para el país (National Environment and Planning Agency
2006). Sin embargo, estos objetivos fueron difíciles de lograr debido a que el acceso al río es limitado
(Lefebvre et al. 2001).
En el marco del programa educativo para el público, se distribuyeron materiales educativos, por
ejemplo, folletos, carteles y pegatinas para los automóviles. Los carteles se colocaron en las playas de
pesca, los folletos se entregaron a los alumnos y las pegatinas se repartieron entre los ambientalistas que
tenían vehículos. Es apremiante contar con una campaña de educación más amplia y de mejor calidad.
La Autoridad de Conservación de Recursos Naturales (NRCA), junto con la Sociedad de Historia
Natural de Jamaica, la Fundación Ambiental y la asociación Save the Manatee Club (EE. UU.), planea
desarrollar una campaña de concientización pública (National Environment and Planning Agency 2006).
Jamaica ha firmado/ratificado una serie de acuerdos de conservación internacionales que protegen a los
manatíes y su hábitat (Tabla 4).
Otra iniciativa de conservación es la declaración de áreas protegidas. Jamaica cuenta con tres áreas
Ramsar que abarcan una superficie de 37,765 hectáreas. Las áreas son Black River Lower Morass
(Palisadoes), Port Royal y los humedales y cayos de Portland Bight. Se han observado manatíes del
Caribe en las últimas dos zonas (The Annotated Ramsar List 2007).
62

2.15. MÉXICO
2.15.1. Estado y distribución
En un país que alberga algunos de los hábitats más importantes para los manatíes, y donde antes la
especie estaba distribuida ampliamente, las cifras parecen haber disminuido (Husar 1978, Campbell y
Gicca 1978) debido a la expansión de la población humana y las actividades relacionadas (Colmenero-
Rolón 1991). Probablemente, la degradación y destrucción del hábitat sean las amenazas más
significativas hoy en día. Esto es producto de un desarrollo costero y urbano imprudente, la destrucción
de los humedales para el pastoreo del ganado y para las actividades agrícolas, la explotación de petróleo
y gas y las industrias pesqueras y portuarias (Ortega-Argueta y Morales-Vela 2005).
Los manatíes están presentes en la costa del Golfo de México, desde el Río Panuco, Veracruz, hasta el
sur de Quintana Roo. No obstante, sólo abundan (relativamente) en los humedales de los estados de
Veracruz, Tabasco, Chiapas y Campeche en el Golfo de México y en las bahías y los pozos artesianos
costeros que están sobre la costa de Quintana Roo (Colmenero-Rolón 1984, 1991; Colmenero-Rolón y
Hoz-Zavala 1986; Colmenero-Rolón y Zárate 1990; Lefebvre et al. 1989; Morales-Vela y Olivera-
Gómez 1992b; Morales-Vela et al. 2000, 2003; Ortega-Argueta 2002). En Tamaulipas, el único registro
reciente de la existencia de manatíes es el descubrimiento de huesos de manatí en el Río Soto La Marina
hace dos décadas (Lazcano-Barrero y Packard 1989), pero su presencia no se ha confirmado.
63
Ubicaciones geográficas:
1. Río Soto La Marina
2. Río Panuco
3. Laguna Chairel
4. Río Tecolutla
5. Río Nautla
6. Río Papaloapan
7. Laguna Alvarado
8. Río Tonala
9. Río Grijalva
10. Río Usumacinta
11. Laguna de Catazaja
12. Región de Emiliano Zapata
13. Laguna de Términos
14. Reserva de la Biosfera de Siam Ka’an
15. Bahía de Chetumal
16. Laguna Guerrero
17. Río Hondo
Estados:
18. Tamaulipas
19. Veracruz
20. Tabasco
21. Chiapas
22. Campeche
23. Yucatán
24. Quintana Roo
Figura 18. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en México, según los mejores datos disponibles a partir
de sondeos en barco, sondeos aéreos y entrevistas.
Recientemente, las entrevistas y los sondeos en barco realizados por toda la costa de Veracruz en 2002-
2003 confirmaron la presencia de una población reducida de manatíes en el sistema de lagunas que está

junto a la frontera con Tamaulipas, en el sistema del Río Panuco y la Laguna Chairel (datos inéditos de
Ortega-Argueta). En Veracruz, los ejemplares son escasos y habitan principalmente los sistemas de
estuarios y aguas dulces, como las lagunas que están interconectadas con el sistema del Río Nautla, el
Río Tecolutla, el Río Papaloapan y la Laguna Alvarado y el Río Tonala (Colmenero-Rolón y Hoz-
Zavala 1986, Colmenero-Rolón 1991, Ortega-Argueta 2002, Rodríguez-Ibáñez 2004). Más de 200
lagunas internas y varios ríos, entre otros, la Laguna Alvarado, la Laguna El Lodo, los ríos Cala Larga,
Acula, Limón, Pajarillos, El Tragadero, La Canica (cerca de Costa de la Palma), Hondo y Gavilanes,
conforman el sistema de la Laguna Alvarado.
El estado de Tabasco tiene hábitats de posible importancia para los manatíes en los ríos Grijalva y
Usumacinta, sus tributarios (por ejemplo, los ríos San Pedro, San Pablo, San Antonio, Chilapa y
González) y las lagunas adyacentes, pero dichos hábitats no han sido evaluados hasta la fecha
(Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala 1986, Arriaga-Weiss y Contreras-Sánchez 1993). En Chiapas, es
posible que la población de manatíes se haya reducido y esté circunscripta a la Laguna de Catajazá y
varias lagunas pequeñas de los alrededores de la región de Catazajá y Emiliano Zapata (Colmenero-
Rolón y Hoz-Zavala 1986). En Campeche, hay manatíes en varios sistemas de aguas dulces que están
conectados a la Laguna de Términos (por ejemplo, el Río Palizada y la Laguna del Este hacia Boca
Chica; el Río del Este y las Lagunas de Atasta, Pom; el Río Chumpán-Balchacah y el Río Candelaria-
Panlau), pero los avistamientos en las zonas costeras son poco habituales (Campbell y Gicca 1978,
Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala 1986, Morales-Vela et al. 2003). La cantidad de manatíes en la costa
norte y oeste de la Península de Yucatán es escasa, por lo que la presencia esporádica de ejemplares en
la costa norte de dicha península podría atribuirse al desplazamiento nómada de los animales de
Quintana Roo o el sur de Campeche (Morales-Vela et al. 2003).
En Quintana Roo hay manatíes durante todo el año. Las mayores concentraciones tienen lugar en la
Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an y en el sistema de la Bahía de Chetumal (BCH), la Laguna
Guerrero y el Río Hondo (Colmenero-Rolón et al. 1988, Morales-Vela y Olivera-Gómez 1997). Los
datos obtenidos a partir de un estudio de telemetría con transmisores de radio GPS en la BCH en 2006
demostraron que dos manatíes machos emprendieron largos recorridos transfronterizos entre México y
Belice y utilizaron importantes hábitats de ambos países (Morales-Vela y Padilla-Saldívar 2006).
A nivel nacional, la única evaluación de población que se publicó fue la de Heinsohn (1976), que
calculó una población de 5,000 manatíes. A partir del análisis de los resultados de sondeos aéreos,
entrevistas a habitantes y científicos locales y evaluaciones de algunos sistemas de lagunas en el Golfo
de México, B. Morales-Vela y A. Ortega-Argueta (com. pers.) calcularon hace poco, con reservas, que
hay entre 1,000 y 2,500 manatíes en México.
Se cree que el tamaño de la población de manatíes en Quintana Roo es de entre 220 y 250 individuos,
sobre la base de sondeos aéreos (Morales-Vela y Padilla-Saldívar, datos inéditos). Los cálculos para la
BCH varían según el año, pero se calcula que hay 60 animales como mínimo (Zárate-Becerra 1993), un
promedio de 90 animales (rango = 51–130; Morales-Vela y Olivera-Gómez 1994) y 143 animales como
máximo (Morales-Vela y Padilla-Saldívar, en prensa). Se ha propuesto que la BCH es una de las áreas
más importantes de apareamiento y parición del Caribe occidental (Morales-Vela y Olivera-Gómez
1992b), dado que las crías representan el 7.9% de los avistamientos de la zona (Morales-Vela 2000).
Actualmente se están llevando a cabo investigaciones para determinar la variabilidad genética, los
movimientos y las condiciones de salud de los manatíes de Quintana Roo y Tabasco. Muy pronto, estos
64

estudios aportarán información valiosa sobre el estado de la población de manatíes en México.
2.15.2. Principales amenazas y problemas de conservación
El desarrollo acelerado en las costas del Golfo de México y los sistemas de agua dulce de Veracruz,
Tabasco y Campeche es un motivo de preocupación por el futuro de la viabilidad de los humedales. La
pérdida de los hábitats de los humedales es constante en la zona costera, dada la delimitación de áreas
nuevas para el turismo, para obras de mejora de las zonas urbanas y para las actividades pesqueras. En
las últimas dos décadas, Quintana Roo en particular ha sufrido cambios radicales en la zona costera
(Salazar-Vallejo et al. 1993). Una gran parte del área costera que se encuentra entre Cancún y Chetumal
está reservada para iniciar obras de gran envergadura para el turismo, lo que genera inquietudes sobre
cómo el desarrollo del futuro afectará a los recursos naturales, en especial, los humedales. Todas las
ensenadas que utilizaban los manatíes en el corredor turístico costero de Cancún-Tulum han sido
modificadas por complejos y parques de ecoturismo, por ejemplo, Xel-ha, Xcaret y Xpu Ha. El área
protegida de manatíes de la BCH y la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’án, vitales para la conservación
de los manatíes en Quintana Roo, sufren la presión constante de la invasión humana. Los manatíes
frecuentan la desembocadura y los seis kilómetros inferiores del Río Hondo. En la BCH, ha habido
colisiones entre los manatíes y las embarcaciones del ejército en la desembocadura y las márgenes del
Río Hondo, aunque sólo en ocasiones aisladas. No obstante, las carreras anuales de embarcaciones en la
BCH y Río Hondo representan una verdadera amenaza para los ejemplares de la zona. Las autoridades
locales deben establecer normas para disminuir este riesgo.
Algunas de las causas principales de la disminución detectada en la población de manatíes en las costas
norte y oeste de la Península de Yucatán en los últimos 35 años son el aumento del uso de las redes de
pesca donde se enredan los manatíes, la caza para consumo local y las inclemencias del tiempo
(Morales-Vela et al. 2003). Asimismo, Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala (1986) sugirieron que la pérdida
de los manatíes del Río Papaloapan y la Laguna de Alvarado en Veracruz fue consecuencia de la
construcción de la represa Miguel Alemán en el Río Papaloapan, el incremento de la contaminación en
el Río Coatzacoalcos y el Río Papaloapan y el tráfico náutico (Colmenero-Rolón 1991). En la Laguna de
Alvarado, particularmente, la pérdida de la vegetación debido al desarrollo agrícola y la ganadería, la
pesca, la construcción de un establecimiento portuario y la caza se consideran causas importantes de la
degradación del hábitat y la disminución resultante de las poblaciones de manatíes (Ortega-Argueta
2002). Las redes de enmalle atrapan y matan a los manatíes. Además, las redes de enmalle que se
colocan durante períodos prolongados en los ríos y tributarios Usumacinta, Grijalba, Chacamax y
Palizada obstaculizan el desplazamiento de los manatíes entre los hábitats y puede afectar sus
actividades de alimentación y reproducción (Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala 1986).
Tanto en México como en Belice, se utilizan pesticidas en amplias zonas agrícolas adyacentes a ríos y
bahías. Por otra parte, un sistema de tratamiento parcial de aguas residuales de Chetumal descarga aguas
residuales en la Bahía de Chetumal. Estas representan una posible amenaza para los manatíes de
Quintana Roo (Rojas-Minguer y Morales-Vela 2002). Además, en Quintana Roo y en toda la costa de
México hay sedimentos desplazados con contaminantes derivados del petróleo (hidrocarburos
aromáticos policíclicos, HAP), un problema que posiblemente se vea exacerbado por la extracción y
distribución de petróleo y gas.
En Tabasco, Colmenero-Rolón (1991) advirtió que la alteración que sufre el hábitat a partir de la
construcción y modificación de las vías fluviales para el transporte por agua puede afectar la salud y
supervivencia de los manatíes. La caza comercial y por subsistencia también persiste en zonas de
Veracruz (Alvarado, Cosamaloapan, Minatitlan) y Campeche (Colmenero-Rolón et al. 1990, Ortega-
65

Argueta 2002). Antes de 1990, en Quintana Roo y otros estados del sudeste, las costillas de manatí se
usaban en la industria artesanal. Las estatuillas y alhajas de hueso se vendían hasta por US$500 en los
mercados de Chetumal, Cozumel, Playa del Carmen y Mérida (com. pers. de B. Morales-Vela).
Un sector comercial que se dedica a colocar a los manatíes en establecimientos de exhibición pública
también genera preocupaciones. Con frecuencia, los manatíes en cautiverio de México son individuos
silvestres que se enfermaron o quedaron huérfanos y provienen principalmente de las regiones de
Veracruz y Tabasco. Se deben establecer e implementar protocolos para la administración en cautiverio
que contemplen condiciones aceptables para extraer a los manatíes del hábitat y volver a liberarlos, en
especial cuando los ejemplares se retiran de una población silvestre reducida y vulnerable.
Por otro lado, en algunas ocasiones ha ocurrido que algunos grupos pequeños de manatíes silvestres
quedaron aislados por procesos naturales (tormentas) o antropogénicos (represas) (por ejemplo, en la
Laguna de Las Ilusiones y Camellones Chontales en Tabasco). Se debe evaluar la viabilidad de estas
poblaciones y se deben desarrollar medidas de conservación pertinentes.
2.15.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
El manatí era un animal importante para la vida cotidiana de las civilizaciones maya y olmeca (de Landa
1978, Bradley 1983, McKillop 1985). El producto más importante derivado del manatí era la carne
como fuente de alimento, pero también se creía que la carne y los huesos tenían propiedades medicinales
y la grasa se utilizaba para cocinar (Colmenero-Rolón et al. 1988). Hasta hace poco, en varias
localidades de México, los manatíes se consideraban “peces de carne blanca”, de gran valor tradicional
durante ciertas festividades religiosas (por ejemplo, la Pascua) en que el consumo de otro tipo de carne
está prohibido. Algunos pueblos de México reconocen que los manatíes también desempeñan una
función importante a la hora de “profundizar” los ríos, ya que limpian la vegetación acuática que
interfiere con el tráfico náutico en los canales (Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala 1986).
2.15.4. Legislación nacional y medidas de conservación
En México, los manatíes fueron protegidos por primera vez en 1921, momento en que la caza se declaró
ilegal según la Ley de Pesca. En octubre de 1981, el Departamento de Pesca prohibió la
comercialización de productos derivados de los manatíes. Hoy, los manatíes reciben la clasificación
“sujeto a protección especial” de la Secretaría de Desarrollo Social (Colmenero-Rolón y Hoz-Zavala
1986). En 1994, el manatí se declaró oficialmente especie en riesgo de extinción (Diario Oficial de la
Federación 1994).
En octubre de 1996, el gobierno del estado de Quintana Roo declaró la parte mexicana de la BCH área
de protección especial de manatíes. En abril de 1998, el gobierno de Belice creó el Santuario de Vida
Silvestre de Corozal Bay en el lado beliciano de la Bahía de Chetumal. Por ende, toda la bahía, que
constituye un importante hábitat para los manatíes tanto de Belice como de México, está protegida. Al
norte de la BCH, en la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, los manatíes también está protegidos. En
Tabasco, una notable población de manatíes habita la Reserva de la Biosfera de Pantanos de Centla.
Colmenero-Rolón (1991) ideó un plan de recuperación para los manatíes antillanos en México e
identificó las medidas prioritarias que se deben tomar para su gestión. El gobierno federal creó un
Comité Técnico Consultivo para la Conservación del Manatí en 1996. Este grupo se encuentra formando
un grupo de recuperación de los manatíes, que estará integrado por miembros voluntarios (científicos,
administradores, estudiantes y personal de organizaciones privadas) para afrontar problemas clave de la
conservación de los manatíes a escala nacional. Los miembros del Comité Técnico Consultivo para la
Conservación del Manatí, las autoridades federales y locales, y otros expertos en mamiferología marina
66

intentan coordinar sus actividades con programas de investigación que realizan una serie de estudios,
por ejemplo, radiotelemetría, análisis molecular y evaluaciones de salud.
Los únicos grupos de investigación centrados en la investigación sobre manatíes a nivel nacional se
encuentran en Tabasco (Universidad de Tabasco), donde hay un solo miembro de tiempo completo (el
Dr. David Olivera), y en Quintana Roo (ECOSUR), que cuenta con un programa más a largo plazo con
dos miembros de tiempo completo (el Dr. Benjamín Morales y el Ing. Janneth Padilla) y varios
estudiantes universitarios. En otras áreas, en las actividades de conservación de los manatíes intervienen
estudiantes, voluntarios, parques de vida silvestre privados y ONG locales.
Los manatíes heridos, enfermos o huérfanos han sido rescatados y mantenidos en cautiverio para su
rehabilitación. Actualmente, hay 23 manatíes en cautiverio, que se encuentran en siete establecimientos
privados y públicos del sur del país. En 2004, nació el primer manatí en cautiverio de México, en el
Acuario de Veracruz (Ortega-Argueta y Morales-Vela 2005). En la Bahía de Chetumal, una cría de
manatí macho fue rescatada en 2003. A pesar de su buena salud aparente, varios intentos reiterados de
volver a introducirlo en el hábitat resultaron fallidos, por lo que ahora se lo mantiene en cautiverio en un
establecimiento rural de Laguna Guerrero, donde se lo utiliza para programas de educación ambiental,
conciencia pública e investigación (véase w2.ecosur-qroo.mx/manati/index.htm Padilla-Saldívar 2004).
Se están llevando a cabo varios programas educativos en distintos estados mexicanos. Por ejemplo, el 7
de septiembre se declaró Día Nacional del Manatí y es una jornada en la que los miembros del Comité
Técnico Consultivo para la Conservación del Manatí organizan actividades de educación y
concientización con la ayuda de los gobiernos locales, ONG y el público. Entre otras cosas, se reparten
gorras, camisetas, pegatinas y folletos. El Comité se propone compilar los excelentes materiales de
educación y concientización de los educadores y voluntarios locales de los últimos 10 años en un solo
programa nacional de educación sobre los manatíes.
Otra iniciativa de conservación es la declaración de varias áreas protegidas. Actualmente, México cuenta
con 65 áreas Ramsar, que abarcan una superficie de 5,263,891 hectáreas (The Annotated Ramsar List
2007). Asimismo, México ha firmado una serie de acuerdos de conservación internacionales que
protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4).
67

2.16. NICARAGUA
2.16.1. Estado y distribución
Nicaragua alberga los humedales y manglares más amplios del este de Centroamérica (Jiménez 2002).
La extensión de estos hábitats es mayor que la de las áreas similares de Belice, donde los manatíes
abundan mucho más. Por ende, Nicaragua podría sustentar a una población de manatíes mucho más
grande que la que sustenta actualmente. Los manatíes se distribuyen casi regularmente a lo largo de la
costa de Nicaragua. En la costa noreste, se han observado grupos de hasta 20 manatíes en la Laguna
Bismuna y Bismuna Tara. Cada una de estas zonas tiene una superficie de al menos 20,000 hectáreas
con abundantes hierbas marinas y mangles. No obstante, en la Laguna Bismuna también hay más redes
de pesca que en cualquier otro lugar del país, dada la alta productividad de esas aguas (Jiménez 2000).
Las entrevistas indican que, con frecuencia, se avistan manatíes en la Laguna de Wounta, pese a que la
caza es una actividad habitual en esta zona. La laguna tiene una superficie de aproximadamente 18,000
hectáreas y cuenta con abundante vegetación acuática y corrientes lentas. Los manatíes suelen
observarse en las partes noreste y sur (Tapam Laya y Sinkula; Jiménez 2000). También ha habido
avistamientos frecuentes en la Laguna de Pahara y la Laguna Krukira, y menos frecuentes en Sandy
Bay, el Río Wawa, la Laguna de Karata, el Río Walpasiksa, el Río Prinzapolka y el Río Bambana. El
Río Coco y la Laguna Gracias a Dios parecen disponer de hábitats propicios para los manatíes (es decir,
con corrientes lentas, aguas poco profundas y abundante vegetación acuática), pero no se han visto
manatíes en ninguno de los dos lugares (Jiménez 2000).
68
Ubicaciones geográficas:
1. Río Coco
2. Laguna de Gracias a Dios
3. Sandy Bay
4. Laguna Bismuna
5. Bismuna Tara
6. Laguna de Pahara
7. Laguna Krukira
8. Laguna de Karata
9. Río Wawa
10. Laguna de Wounta
11. Tapam Laya
12. Sinkula
13. Río Prinzapolka
14. Marinlaya
-Sasing Laya
15. Río Bambana
16. Río Walpasiksa
17. Río Kurinwas
18. Laguna de TopLock
19. Laguna Sunie
20. Río Patch
21. Río Wawashang
22. Bahía de Perlas
23. Laguna de Pearl
24. Río Nari
25. Bluefields
26. Río Indio
27. Laguna Ebo
28. Río San Juan
Figura 19. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Nicaragua, según los mejores datos disponibles
recopilados a partir de sondeos en barco, entrevistas e informes de avistamientos.
En la costa central, las lagunas y los ríos donde se avistan manatíes son más grandes que los del norte de
Nicaragua. La pesca se realiza con embarcaciones a motor, por lo que hay niveles relativamente altos de
tráfico náutico. Se han observado manatíes en Marinlaya, Sasing Laya, la Laguna de Top Lock, la

Laguna Sunie, la Laguna Ebo y el Río Kurinwas. También se han avistado manatíes alimentándose en la
orilla de la Bahía de Perlas, el Río Wawashang, el Río Nari y el Río Patch, donde abundan las hierbas
marinas. En el sur, las áreas habitadas por manatíes tienen baja densidad de población humana. Los
manatíes frecuentan el Río Indio y el Río San Juan, que forman parte de la Reserva de la Biosfera del
Sudeste de Nicaragua. Estos ríos se caracterizan por tener poco tráfico náutico y abundante vegetación
(Jiménez 2000).
Los habitantes locales señalan que los manatíes migran entre las lagunas y también entre las lagunas y
los ríos de los sectores norte y central de la costa. Los animales que viven en aguas salobres visitan las
zonas de aguas poco profundas donde pueden alcanzar fácilmente la vegetación acuática. Los manatíes
se pueden desplazar hasta 60 km aguas arriba desde la desembocadura de los ríos (Jiménez 2000, 2002).
Los movimientos de los manatíes pueden estar relacionados con el estado de la marea, ya que
aparentemente se valen de las mareas entrantes (y, por lo tanto, de las aguas más profundas) para
desplazarse aguas arriba en los ríos u otros lugares. Durante la temporada seca, al parecer los manatíes
se alejan de algunas lagunas donde los niveles del agua descienden demasiado.
2.16.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Las dos principales amenazas para los manatíes en Nicaragua son la caza ilegal y las capturas
accidentales en redes. En varios pueblos aún se cazan manatíes todos los años; cuatro de esos pueblos
(Bismuna, Krukira, Tara y Haulover) forman parte de la comunidad indígena miskito (Jiménez 2002).
Estos pueblos están ubicados dentro de la Reserva Biológica Cayos Miskitos, que se encarga de proteger
todos los humedales de la costa este. No obstante, la falta de fondos limita al personal de la reserva y la
aplicación de la legislación de protección. Jiménez (2002) informó que los indios miskito no estaban al
tanto de la existencia de la reserva. Esta falta de comunicación entre el gobierno y las comunidades
locales puede explicar por qué tres de las comunidades miskito tienen los índices de caza de manatíes
más altos del país. El impacto humano en la reserva debe ser bastante significativo, ya que 30,000
personas viven dentro de sus límites.
Desde 1999 hasta parte de 2000, entre 41 y 49 manatíes murieron enredados accidentalmente en redes
de pesca (Jiménez 2002). En 2001, se calculó que se consumieron 1,464 libras de carne de manatí en La
Mosquitia. Ese mismo año, las entrevistas con los habitantes locales indicaron que la carne de manatí
era, en realidad, la carne menos consumida en las familias de todas las especies que se cazan en la zona
(Espinoza 2004). Cada familia consume, en promedio, 4.2 libras de carne de manatí, un orden de
magnitud menor al de la carne de tortuga de agua dulce y la carne de ciervo.
2.16.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
Los manatíes se cazan principalmente para obtener su carne. Se calcula que se matan entre 30 y 40
animales por año en el país (Jiménez 2000, 2002). Los habitantes locales no atribuyen ningún poder
curativo a las partes del manatí (Jiménez 2002). Se dice que la carne de manatí es blanda y sabe mejor
que otras carnes y pescados que se consumen habitualmente en esta zona (Espinoza 2002). La carne de
manatí se vende en varios lugares, por ejemplo, en mercados de la Laguna de Perlas y Bluefields, por lo
que la caza es un negocio lucrativo. Esta comercialización difiere de las prácticas tradicionales, en las
que la carne se compartía entre los integrantes de la comunidad. Hoy, una libra de carne de manatí se
vende a alrededor de US$0.62 (Espinoza 2004). Si bien los manatíes se cazan principalmente para
obtener su carne, también se utilizan otras partes de su cuerpo, por ejemplo, la piel y las vísceras
(Espinoza 2004) se emplean como carnada para pescar langostas o para fabricar látigos (Jiménez 2002).
La caza existe en varios pueblos, entre otros, San Vicente, Kakabila, Bismuna, Krukira, Tara y Haulover
69

(Jiménez 2002). En algunos de estos pueblos, la caza es una actividad sociocultural en la que participan
muchos hombres y tras la que se realizan celebraciones comunitarias. En Haulover, los cazadores de
manatíes son miembros muy respetados de la comunidad. Los jóvenes deben convertirse en cazadores al
llegar a la edad correspondiente, que en general es 35 años. La caza es una actividad periódica en
Haulover (Jiménez 2000). En esta aldea, todos han consumido carne de manatí y al menos un miembro
de cada familia participa en la caza y transmite la tradición (Espinoza 2004). Aquellos que tienen interés
en aprender a cazar con arpón, aprenden mirando a otros integrantes de la familia que practican la
actividad con frecuencia.
Las diferencias culturales entre las comunidades de caza de Nicaragua afectan el impacto que cada
comunidad tiene en las poblaciones de manatíes. En algunas aldeas, sólo participan algunas personas,
con canoas para buscar manatíes. En otras aldeas, como Haulover, participan grupos de hasta 40
hombres en embarcaciones a motor. En otras comunidades, la pesca furtiva es casual y la cantidad de
personas que participan en esta actividad es reducida. Por último, otras comunidades, como Krukira,
utilizan trampas de pesca largas (de al menos 250 metros de largo) en las que los manatíes se quedan
atrapados accidentalmente. En algunas comunidades nicaragüenses, los cazadores merecen mucho
respeto, mientras que en otras, no. Algunas personas han dejado de cazar porque la técnica es demasiado
compleja y requiere mucha fuerza y conocimiento. Los jóvenes de muchas comunidades parecen estar
más interesados en pescar que en cazar. Algunos jóvenes también buscan un mejor estilo de vida y, por
ende, migran a otros países, como Costa Rica o Estados Unidos (Espinoza 2004).
2.16.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Nicaragua ha firmado una serie de acuerdos de conservación internacionales (Tabla 4). A nivel nacional,
los manatíes están protegidos por la ley general de caza, el Decreto Legislativo 306 de 1956. En 1972, la
temporada de caza del manatí se cerró en forma indefinida. En 1977, el Decreto N.º 625 incrementó la
protección de los manatíes prohibiendo la extracción comercial o la exportación de especies silvestres.
Sin embargo, los indígenas y los pobladores locales que habitan la costa a menudo desconocen las leyes
(Jiménez 2002). La presencia de personal de seguridad es poco común y, en algunas comunidades, las
únicas personas que pueden contribuir con la protección de los manatíes son el juez local, el “síndico”
(un líder autóctono que está cargo del uso de los recursos naturales) o el pastor local. Esta carencia de
autoridades de seguridad probablemente explica por qué la carne de manatí se vende abiertamente en
algunos mercados locales. En comunidades como Wawa, la gente es consciente de la importancia de
proteger a los manatíes gracias a las campañas educativas de organizaciones ambientales locales, como
el Programa Ambiental Regional para Centroamérica. En Cayo Rama, un proyecto ambiental
denominado Proyecto de Conservación y Desarrollo Forestal ha fomentado la protección de los
manatíes. Por ende, algunos cazadores han dejado de cazar, pero otros no desean cambiar, a menos que
reciban algún tipo de compensación o les ofrezcan un medio de vida alternativo (Jiménez 2000).
En 1999, se estableció la Reserva de la Biosfera del Sudeste de Nicaragua, que abarca una serie de áreas
protegidas, por ejemplo, la Reserva Biológica de Indio Maíz y el Refugio de Vida Silvestre del Río San
Juan, un sitio Ramsar. En su plan de gestión, la Reserva de la Biosfera incluye actividades diseñadas
específicamente para conservar y proteger a los manatíes. La cantidad de manatíes de la reserva
probablemente sea menor a la de otras zonas, pero la calidad del hábitat disponible es mucho mayor.
Como la reserva se encuentra junto al Área de Conservación Tortuguero de Costa Rica, que cuenta con
un excelente hábitat para los manatíes y aplica correctamente las leyes, ambas zonas aportan un lugar
seguro y de alta calidad para los manatíes (Jiménez 2002).
En 2005, se promulgó la “Ley Especial de Delitos contra el Medio Ambiente y los Recursos Naturales”
70

para proteger al medio ambiente y los recursos naturales. En esta ley, el Decreto N.º 41 prohíbe la
captura de recursos acuáticos, en particular de aquellas especies que reciben la clasificación de
amenazadas o en peligro de extinción de la CITES. El Decreto N.º 26 prohíbe la captura de especies sin
un permiso especial. La violación de la ley redunda en una multa de entre US$1,000 y US$10,000. El
Decreto N.º 27 establece que la caza de cualquier especie en peligro de extinción constituye un delito
ecológico. La multa por no cumplirlo oscila entre US$ 5,000 y US$20,000 y se duplica si la actividad se
realiza en un área protegida. El Decreto N.º 28 indica que cualquier persona que viole la convención de
la CITES debe pagar una multa de entre US$2,000 y US$10,000 (com. pers. de M. Chamorro).
71

2.17. PANAMÁ
2.17.1. Estado y distribución
La costa caribeña de Panamá es amplia, pero parece albergar a pocos manatíes. En 2004, se avistaron 49
manatíes (entre ellos, 9 crías) durante sondeos aéreos (Riquelme et al. 2006). El hábitat de los manatíes
se extiende desde los humedales de San San Pond hasta la Península Valiente, las aguas de varios ríos
(Sixaola, Changuinola, Mananti, Guariviara y Cañas), lagunas (Jugli y Damanai) y el Canal de Panamá
(Mou Sue et al. 1990, Riquelme et al. 2006). De estas áreas, el lugar donde son menos habituales los
avistamientos de manatíes es el Río Sixaola (Riquelme et al. 2006).
Los resultados de sondeos aéreos y en barco realizados en la década de 1980 y nuevamente en 2005
sugieren que el Río San San y su tributario, el Río Negro, son los principales hábitats de manatíes del
país. La zona forma parte de la provincia Bocas del Toro. En la laguna La Olla, cerca de la
desembocadura del Río San San, se pueden observar grandes grupos de manatíes y una alta proporción
de crías (Mou Sue et al. 1990, Riquelme et al. 2006). Ruiz (2006) registró avistamientos de hasta 30
manatíes. Calculó que cerca de 100 manatíes frecuentan el área, que forma parte del humedal San San
Pond Sack.
La cuenca del Río San San y la Laguna La Olla disponen de un importante hábitat para los manatíes, ya
que cuentan con áreas donde abundan hierbas como Panicum spp. y aguas poco profundas rodeadas de
manglares, donde los manatíes pueden refugiarse y alimentarse (Mou Sou et al. 1990, Riquelme et al.
2006). Otra zona importante con un hábitat de buena calidad para los manatíes es el Humedal de
Importancia Internacional Damani Guaribira. Es probable que esta área protegida sustente a una gran
cantidad de manatíes (Ruiz 2006), aunque la cantidad real de ejemplares que habitan el humedal se
desconoce.
72
Ubicaciones geográficas:
1. Río Sixaola
2. Río San San
- Río Negro
- Laguna La olla
- Río Cañas
3. Río Changuinola
4. Ensenada de Soropta
5. Bocas del Toro
6. Río Mananti
7. Península Valiente
8. Humedales del Río
Guaribiara y el Río Manatí
9. Humedal de Importancia
Internacional
‐ Damani Guaribiara
‐ Laguna Jugli
‐ Laguna Damanai
10. Canal de Panamá
Figura 20. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Panamá, según los mejores datos disponibles a
partir de sondeos aéreos y entrevistas.
Al parecer, los manatíes migran río arriba, aprovechando las mareas altas (Mou Sue et al. 1990,
Riquelme et al. 2006). Ruiz (2006) informó que dicho movimiento se produce por la noche, cuando los

manatíes se desplazan a las áreas de alimentación, que están cubiertas principalmente de hierba imperial
(Axonopus scoparius). Riquelme et al. (2006) argumentó que durante los movimientos río arriba, los
manatíes se alimentan de distintos tipos de vegetación, desde macrofitas acuáticas como la lechuga de
agua (Pistia stratoires) y el jacinto de agua común (Eichhornia crassipes), hasta verdaderas hierbas
como el pasto Guinea (Panicum maximum; Riquelme et al. 2006). Por la mañana, los manatíes se
desplazan río abajo hasta La Olla, donde pueden alimentarse de la abundante vegetación que ofrecen los
manglares, por ejemplo, el mangle rojo Rhizophora mangle (Riquelme et al. 2006, Ruiz 2006), el
mangle negro Avicennia germinans y el mangle blanco Laguncularia racemosa (Riquelme et al. 2006).
Los movimientos nocturnos de los manatíes para alejarse de la desembocadura del río pueden ser una
maniobra de evasión de las actividades humanas, por ejemplo, la pesca nocturna (Ruiz 2006). En otras
épocas, los pescadores señalaban que los manatíes migraban entre el Río San San y las Lagunas de
Changuinola de Panamá o las Lagunas de Gandoca de Costa Rica. Sin embargo, hoy en día, esos
movimientos no son muy comunes. Es posible que las condiciones naturales de las lagunas hayan
cambiado y que los manatíes hayan dejado de frecuentarlas (Ruiz 2006). Por ejemplo, ha habido un
aumento de los índices de sedimentación y de la cantidad de embarcaciones de alta velocidad en la
Laguna de Gandoca. Ruiz (2006) sugirió que estos efectos obligaron a los manatíes a abandonar la
laguna y trasladarse hasta el área protegida del Río San San, donde hay menos desarrollo humano y
donde ahora hay muchos más manatíes.
Otras áreas de importancia dentro de la provincia de Bocas del Toro son las Lagunas de Changuinola y
la Ensenada de Soropta, que ofrecen un excelente hábitat para los manatíes. Se han observado grupos de
hasta nueve manatíes en un tramo de las Lagunas de Changuinola llamado Quebrada Lagarto (Riquelme
et al. 2006). También se han avistado cantidades relativamente altas de manatíes (hasta 11 por vez) en la
Ensenada de Soropta. El Canal de Soropta y las aguas costeras que están cerca de la desembocadura del
Río Caña son los únicos hábitats marinos donde se han encontrado manatíes en Panamá. El Canal de
Soropta se ubica a aproximadamente 10 km de la desembocadura del Río Changuinola y está frente al
área Boca del Drago de la Isla Colón. Es un hábitat de aguas poco profundas, arrecifes de coral vírgenes
y parcelas de hierba marina (Riquelme et al. 2006). En 2004, se avistaron tres manatíes en el Canal de
Soropta que probablemente se estaban alimentando de las hierbas de la ensenada y los mangles. La
ensenada no sólo puede servir de lugar de alimentación, sino que también permite que los manatíes se
desplacen entre los sistemas de canales y los ríos aledaños (Riquelme et al. 2006). En la parte este del
país, en la década de 1970 se observaron manatíes en Punta Tiburón (Mou Sue y Chen 1990) y, más
recientemente, en el Río Caña (TNC 2006). El Río Caña es el único río conocido en el que los manatíes
parecen desplazarse hacia el mar (Ruiz 2006).
2.17.2. Principales amenazas y problemas de conservación
A pequeña escala, la caza y el tráfico náutico representan una amenaza para los manatíes. La caza dejó
de ser habitual, ya que los jóvenes no suelen practicarla. No obstante, continúa habiendo denuncias de
caza furtiva en zonas como el Río San San, donde un manatí recibió un disparo y la carne se distribuyó
entre varias familias (Riquelme et al. 2006). Ha habido casos de caza de manatíes en la Laguna de
Chiriqui, específicamente en la desembocadura del Río Caña y el Río Guariviara (TNC PROARCA-
APM 2006).
En el mismo río, el tráfico náutico resulta problemático (Mou Sue et al. 1990). En 2002, las hélices de
una embarcación hirieron a un manatí, aunque no se sabe si el animal sobrevivió a la colisión (Riquelme
et al. 2006). En algunas partes del humedal San San Pond Sack, se implementó un sistema de transporte
acuático con embarcaciones a motor de alta potencia (entre 140 y 200 hp). Este tipo de actividad ha
incrementado el tránsito de embarcaciones en áreas importantes para la alimentación de los manatíes.
73

Por lo tanto, si bien el humedal San San Pond Sack es una de las áreas de manatíes más importantes del
país, también es la única área donde las embarcaciones a motor son una verdadera amenaza para la
especie (Ruiz 2006).
A diferencia de las amenazas que suponen la caza y las embarcaciones, la gran degradación ambiental
(causada por la industria bananera, la ganadería y las actividades recreativas) constituye un grave
problema para los manatíes. En efecto, ciertas prácticas agrícolas cuestionables se consideran una gran
amenaza para los manatíes en Panamá (TNC PROARCA-APM 2006). Las plantaciones de bananas, que
ocupan aproximadamente 5,000 hectáreas del país (Riquelme et al. 2006), utilizan fungicidas, por
ejemplo, bisditiocarbamatos de etileno y clorotanil, que la lluvia arrastra a las aguas costeras. Las
plantaciones también general vertidos controlados que supuestamente matan a grandes cantidades de
animales acuáticos (Riquelme et al. 2006), en especial, peces, entre dos y tres veces por año (TNC
PROARCA-APM 2006). Las aguas de los ríos San San y Changuinola se encuentran entre las áreas
afectadas por estos vertidos (Ruiz 2006). En estas dos zonas, hay al menos cinco fuentes puntuales de
agua que provienen de plantaciones de bananas (TNC PROARCA-APM 2006). Este tipo de práctica
agrícola también descarga enormes cantidades de sedimentos y materia orgánica que se pueden
depositar en el fondo de los lagos y ríos y alterar la profundidad de los cuerpos de agua, hasta tal punto
que pueden impedir que los manatíes ingresen a determinadas áreas para alimentarse. Cabe destacar que
no se ha observado que los manatíes eviten las áreas contaminadas o mueran directamente por la
exposición a los contaminantes. La ganadería es otro problema del humedal San San Pond Sack, dado
que los agroquímicos que se utilizan para mantener los pastizales a veces se vierten en las aguas de las
lagunas de este sistema de humedales. Otras actividades agrícolas han destruido los manglares y las
plantas autóctonas de gran parte de la costa. En el humedal San San Pond Sack, ciertas plantas
gramíneas que los manatíes no consumen, por ejemplo, Typha dominguensis y Acrostichum aureum, han
colonizado e invadido las costas que antes eran áreas de alimentación de los manatíes (Ruíz 2006).
Se han construido muchas viviendas residenciales y complejos hoteleros cerca de los humedales del
Archipiélago de Bocas del Toro. No hay un sistema para tratar las aguas residuales de estos
establecimientos, por lo que las aguas se canalizan directamente hasta el sistema marino costero del
archipiélago. Esto afecta a los manatíes en forma directa, ya que se está contaminando su hábitat. El
desarrollo también implica más gente, más embarcaciones y ruido en los cursos de agua. Este es un
problema grave en el Río Carbón y la Laguna de Gandoca (TNC PROARCA-APM 2006).
2.17.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
En el humedal de San San Sak, ya hay planes de utilizar a los manatíes como atracciones turísticas. No
obstante, los planes se ven obstaculizados por varios factores, entre otros, la participación limitada de los
habitantes locales, la falta de infraestructura para promover la actividad y el hecho de que muy pocas
personas visitan el humedal (Ruiz 2006).
2.17.4. Legislación nacional y medidas de conservación
En 1967, el Decreto N.º 23 de la ley de vida silvestre prohibió la caza de manatíes, entre otras especies.
En 1980, la Resolución N.º DIR-002-80 del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (Dirección Nacional
de Recursos Naturales Renovables, RENARE) declaró a los manatíes especie en peligro de extinción
(UNEP 1995). En 2006, esta ley se ratificó con la Ley 5 de 2006, que establece que la caza de manatíes
es un delito ecológico. A nivel internacional, Panamá ha firmado una serie de acuerdos de conservación
internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4).
El hábitat de los manatíes está protegido en dos grandes zonas. En 1998 se creó el Parque Nacional
74

Marino Bastimentos en el archipiélago de Bocas del Toro para proteger más de 13,000 hectáreas, de las
que más de 11,000 hectáreas constituyen el hábitat de los manatíes. En 1993, se fundó el humedal San
San Pond Sack (que está cerca de la frontera con Costa Rica) para conservar numerosas especies de
aves, reptiles y mamíferos, entre otros, los manatíes. El lugar tiene aproximadamente 16,414 hectáreas y
cuenta con canales y lagos de aguas poco profundas dulces y salobres en la cuenca baja del Río
Changuinola y el Río San San. Estos dos ríos se consideran hábitats importantes para los manatíes (Mou
Sue et al. 1990, Riquelme et al. 2006, Ruiz 2006). Debido a su importancia, esta reserva de humedal se
declaró área Ramsar (The Annotated Ramsar List 2007) y tiene su propio plan de gestión desde 2004.
Uno de los objetivos del plan es hacer participar a grupos comunitarios y al sector privado en
actividades orientadas para administrar y proteger el área (Ruiz 2006). El humedal San San Pond Sack y
el Parque Nacional Marino Bastimentos más el Parque Internacional La Amistad y la Reserva Forestal
Palo Seco conforman la Reserva Binacional de La Amistad/Bocas del Toro (The Nature Conservancy
2004).
El nivel de conciencia sobre los manatíes entre los habitantes locales ha aumentado en los últimos años,
en parte gracias a las iniciativas de una organización local, la Asociación de Amigos y Vecinos de la
Costa y la Naturaleza (AAMVECONA), que implementó una serie de actividades económicas
racionales desde el punto de vista ambiental. La AAMVECONA también construyó un centro de
desarrollo comunitario que además funciona como centro de ecoturismo. Junto con la ANAM, la
AAMVECONA ha llevado a cabo actividades de control, particularmente para proteger a los manatíes y
las tortugas marinas (Riquelme et al. 2006).
En 2004, la AAMVECONA recibió fondos de Conservation International y el Proyecto de Alianzas para
Ecosistemas Críticos para realizar un proyecto a largo plazo denominado “Recuperación de las
poblaciones de los manatíes (Trichechus manatus) en San San Pond Sack, Panamá, a través de la
concientización, conservación de su hábitat y ecosistemas y monitoreo de las condiciones ambientales”.
El estudio identificará los contaminantes del agua y sus orígenes, colocará carteles en hábitats
importantes para los manatíes e implementará campañas educativas (Riquelme et al. 2006, Ruiz 2006).
75

2.18. PUERTO RICO (EE. UU.)
2.18.1. Estado y distribución
Se han observado manatíes a lo largo de toda la costa de la isla principal de Puerto Rico y en las aguas
de la Isla de Vieques. No obstante, no están distribuidos en forma regular (Lefebvre et al. 2001,
Mignucci-Giannoni 2005). La distribución de los manatíes parece estar relacionada con la disponibilidad
de fuentes de agua dulce, la distribución de las hierbas marinas y la medida en que pueden protegerse de
las corrientes fuertes (Powell et al. 1981, Rathbun et al. 1985, Mignucci-Giannoni 2005). Los manatíes
se avistan con más frecuencia en las áreas costeras protegidas que tienen cualquiera de estas tres
características. Muy pocas veces entran a los ríos, con la excepción de las desembocaduras, donde beben
agua dulce.
Los sondeos aéreos realizados desde fines de la década de 1970 han demostrado que los manatíes
abundan más en las costas este y sur que en el lado norte de la isla, que se caracteriza por tener aguas
profundas, escasa vegetación y pocas bahías protegidas. Por otro lado, las costas sur, oeste y este
presentan aguas poco profundas de amplios lechos de hierbas marinas (Powell et al. 1981). Los manatíes
se encuentran desde Dorado hasta Fajardo en la costa norte, desde Fajardo hasta Yabucoa en la costa
este, desde Patillas hasta Cabo Rojo en la costa sur y desde Cabo Rojo hasta Mayagüez en la costa oeste.
Las mayores concentraciones de manatíes se hallan en Ceiba en la costa este, en Bahía de Jobos en
Guayama y Salinas en la costa sur, en Bahía Guayanilla y Bahía Guánica en la costa sudoeste y en
Boquerón, Joyuda y la desembocadura del Río Guanajibo en la costa oeste. (Powell et al. 1981, Rathbun
et al. 1985, Mignucci-Giannoni 2005). Muy pocas veces se ven manatíes entre Aguada y Manatí en la
costa noroeste y centro-norte de la isla, aunque ha habido avistamientos en Aguada, Aguadilla, Isabela,
Quebradillas, Arecibo y Manatí. Los manatíes no frecuentan las islas costeras (Mona y Desecheo), con
la excepción de la Isla de Vieques (Powell et al. 1981, Lefebvre et al. 2001, Mignucci-Giannoni 2005),
la Isla de Culebra y la Isla de Caja de Muertos (isla ubicada a 8.4 km al sur de Ponce; A.A. Mignucci-
Giannoni, datos inéditos) en algunas ocasiones aisladas. Se han avistado algunos manatíes vagabundos
en St. Thomas en las Islas Vírgenes de EE. UU. y en Virgin Gorda en las Islas Vírgenes Británicas (A.A.
Mignucci-Giannoni, datos inéditos).
76
Municipios:
9. Aguadilla
10. Isabela
11. Arecibo
12. Manatí
13. Dorado
14. Río Grande
15. Luquillo
16. Fajardo
17. Ceiba
18. Isla de Culebra
19. Isla de Vieques
20. Yabucoa
21. Guayama
22. Salinas
23. Ponce
24. Guayanilla
25. Lajas
Figura 21. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Puerto Rico, según los mejores datos disponibles a
partir de sondeos aéreos e informes de avistamientos (mapa original aportado por A.A. Mignucci-Giannoni).

Se desconoce la cantidad de manatíes que habitan las aguas de la isla. Los sondeos aéreos realizados en
la década de 1970 arrojaron un conteo máximo de 51 manatíes (Powell et al. 1981), pero la cantidad
total de manatíes observados ha aumentado con el tiempo. A mediados de la década de 1980, se
avistaron 62 manatíes en total (Rathbun et al. 1985). Más recientemente, los conteos han superado los
100 manatíes (sondeo aéreo de 2002: 112 manatíes; sondeo de 2005: 121 manatíes, Mignucci-Giannoni
2005). La población de la isla debe oscilar entre 150 y 360 individuos (Mignucci-Giannoni 2005).
Las cifras varían según la agencia consultada. El Servicio de Pesca, Fauna y Flora de EE. UU., que basa
sus cifras en sondeos lineales anuales realizados desde un aeroplano de alas altas, calcula que la
población es de 100 ejemplares, mientras que la Red Caribeña de Varamientos, que basa sus números en
sondeos sinópticos a bordo de un helicóptero, calcula que la población es de 350 individuos.
En Puerto Rico, se observan manatíes durante todo el año. Las observaciones de los sondeos aéreos
indican que la cantidad de avistamientos es levemente menor en el verano que en el invierno, pero no
hay explicación para esta tendencia (Mignucci-Giannoni 2005). Aparentemente, los movimientos de los
manatíes se limitan a los alrededores de la isla. Un manatí etiquetado por radio se trasladó 50 km al sur
de la Estación Naval Roosevelt Roads hasta Puerto Patillas, y otro manatí de Ceiba se desplazó 9 km en
dirección a la Isla de Vieques. Otro animal etiquetado viajó 210 km a lo largo de la costa noroeste y
norte, desde el Río Guanajibo hasta Luquillo, donde se quedó varias semanas (Lefebvre et al. 2001,
Mignucci-Giannoni et al. 1999). Al igual que los otros dos manatíes etiquetados, este individuo utilizó
zonas de hierbas marinas poco profundas para alimentarse. En Puerto Rico, la vegetación más
importante para la dieta de los manatíes parecen ser las hierbas marinas Thalassia, Syringodium y
Halodule (Powell et al. 1981, Mignucci-Gianoni y Beck 1998).
Algunos estudios genéticos recientes han demostrado que los manatíes de Puerto Rico, como otras
poblaciones del territorio de origen de la especie, tienen una diversidad genética baja. Si bien no se han
documentado movimientos de manatíes entre Puerto Rico y otros países, los estudios genéticos
detectaron que los manatíes de Puerto Rico presentan tres haplotipos de ADN mitocondrial (García-
Rodríguez et al. 1998, Vianna et al. 2006).
Un haplotipo se encuentra únicamente en el lado norte de Puerto Rico y es el mismo que el de Florida y
la República Dominicana. Otro haplotipo se halla sólo en la costa sur de Puerto Rico y es similar al de la
República Dominicana. Ambos haplotipos se encuentran en las costas este y oeste de la isla. El otro
haplotipo, exclusivo de la isla, corresponde a una de las zonas de convergencia de los otros dos
haplotipos (Vianna et al. 2006). Para los nuevos avances de este estudio se emplean microsatélites, que
permiten ver que la población de manatíes de Puerto Rico está aislada desde el punto de vista de la
reproducción del mismo haplotipo de Florida, lo que demuestra lo diferentes que son estas poblaciones
(Kellogg et al. 2007).
2.18.2. Principales amenazas y problemas de conservación
La Red Caribeña de Varamientos registró 121 muertes de manatíes desde 1990 hasta 2006, es decir, un
promedio de 7.1 muertes por año (Mignucci-Giannoni et al. 2000a, datos inéditos de A. A. Mignucci-
Giannoni). En este período, los ejemplares se recuperaban durante todo el año y en todas las costas, pero
aparecían con mayor frecuencia en la temporada de lluvias (entre junio y noviembre, 63.6%) y cerca de
la costa sur (39.7%), en particular, en Guayama, Salinas y Guayanilla. Los casos disminuyeron en los
sectores norte (29.8%), este (18.2%) y oeste (10.7%) de la isla. Las muertes registradas eran
77

principalmente de hembras (58.9%), adultos (38.8%) y crías (35.5%; datos inéditos de A. A. Mignucci-
Giannoni). En el mismo período de 17 años, la mayoría de las muertes se debieron a causas naturales
(43.8%), entre otras, a la mortalidad perinatal (23.1%) y a complicaciones de enfermedades como
neumonía e infecciones bacteriales (17.4%); el resto de las muertes con causa conocida se produjeron
por causas antropogénicas (28.9%), principalmente, colisiones con embarcaciones (19.8%; datos
inéditos de A. A. Mignucci-Giannoni). Las colisiones con embarcaciones han aumentado desde el
primer registro de 1990. Hace poco, cinco animales de un grupo reproductor murieron de esta manera en
la Bahía de San Juan, el puerto principal de Puerto Rico. La hembra y los cuatro machos murieron en
forma instantánea al ser golpeados por un buque con una hélice de grandes proporciones.
Desde mediados de la década de 1990, la caza no parece ser un problema en Puerto Rico. El último caso
de pesca furtiva ilegal se registró en 1995. En 2001, se recuperó un manatí adulto en el noreste de Puerto
Rico con signos de haber sido atacado por un tiburón. Este fue el primer caso confirmado de
depredación de un manatí del Caribe por parte de un tiburón (Falcón-Matos et al. 2003).
2.18.3. Legislación nacional y medidas de conservación
Los manatíes están protegidos por la Ley de protección de mamíferos marinos de EE. UU. (16 USC §
1361 et seq. 1976 y anexos V 1981) y la Ley de especies en peligro de extinción (16 USC § 1531 et seq.
1976 y anexos V 1981; Lefebvre et al. 1989, Mignucci-Giannoni 2005). Los manatíes también cuentan
con la protección de varias leyes del Estado Libre Asociado de Puerto Rico: la Ley de Pesca del Estado
Libre Asociado (1943), la Ley de Vida Silvestre (1977), la Nueva Ley de Vida Silvestre (N.º 241 de
1999) y el Reglamento para Regir la Conservación y el Manejo de la Vida Silvestre, las Especies
Exóticas y la Caza en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Todas las leyes están reguladas por el
Departamento de Recursos Naturales y Ambientales. La caza y el acoso de los manatíes son ilegales. La
violación de la ley se puede sancionar con una multa de US$100,000 (UNEP 1995, Mignucci-Giannoni
2005).
Rathbun y Possardt (1986) elaboraron el primer plan de recuperación para la población de manatíes del
Caribe de Puerto Rico. Si bien las leyes federales y del estado libre asociado protegen a la especie, el
plan de recuperación actual no se ha actualizado y es obsoleto. Al igual que en otras zonas de
distribución geográfica de la especie, las decisiones de gestión en Puerto Rico se toman principalmente a
partir de conocimientos obtenidos con la población de Florida, donde el medio ambiente y la conducta
son diferentes a los de la población de Puerto Rico. El fin último del plan de 1986 es recuperar la
población de manatíes en Puerto Rico para que se pueda retirar de la lista de especies en peligro de
extinción. Para ello, establece criterios y aporta la información biológica necesaria para determinar si se
puede volver a clasificar a la población de manatíes locales y cuándo es posible hacerlo. Teniendo en
cuenta este objetivo, el plan se propone identificar, evaluar y reducir la mortalidad relacionada con los
humanos. También apunta a identificar y disminuir la alteración, degradación y destrucción de los
hábitats que son importantes para la supervivencia de la población puertorriqueña de manatíes. Además
del plan, se fundó la red de varamientos para rescatar y rehabilitar manatíes huérfanos y heridos en
aguas puertorriqueñas y del Caribe. La red ha llevado a cabo investigaciones sobre mortalidad y
varamientos durante 17 años, ha cuidado crías huérfanas y manatíes enfermos y ha logrado liberar
manatíes rehabilitados en el hábitat de Puerto Rico y la región del Gran Caribe (Jiménez-Marrero et al.
1995, Martínez-Díaz et al. 2001, Mignucci-Giannoni 1998, Mignucci-Giannoni 2003a, Moore y
Mignucci-Giannoni 1993, Valede et al. 1999).
En 1992, el Proyecto Sirenia del Departamento de Estudios Geológicos de EE. UU. inició un proyecto
de seguimiento por radio para determinar los movimientos y patrones de migración de los manatíes de
78

Ceiba (Reid y Bonde 1993, Reid et al. 1994a, b) y, en 1996, la iniciativa se centró en la costa sudoeste
de Puerto Rico, cerca de la desembocadura del Río Guanajibo (Mignucci-Giannoni et al. 1999). En
2003, las investigaciones se trasladaron a las bahías de Boquerón y Guayanilla y, en 2005, se volvió a
investigar Ceiba. El Proyecto Sirenia, junto con la Universidad de Florida y la Red Caribeña de
Varamientos, realiza estudios genéticos de la población desde 1992. Hasta la fecha, ha analizado más de
130 muestras, a través de estudios del ADN mitocondrial y nuclear (Kellogg et al. 2007). Luego de los
sondeos aéreos iniciales de Powell et al. (1981) y Rathbun et al. (1985), la Oficina de Campo del Caribe
(CFO) del Servicio de Pesca, Fauna y Flora y la Red Caribeña de Varamientos han realizado sondeos
periódicos a lo largo de la costa. La primera se encarga de llevar a cabo sondeos lineales a bordo de un
aeroplano de alas altas, mientras que esta última realiza sondeos sinópticos en helicóptero (Mignucci-
Giannoni et al. 2000b, c; 2003b; 2004a, b; 2006).
Se han impulsado campañas de educación pública y extensión comunitaria, principalmente por medio de
la Red Caribeña de Varamientos, con la ayuda de la asociación Save the Manatee Club y patrocinadores
corporativos. Desde 1990, se imprimen y distribuyen carteles, folletos, cuadernillos y calendarios entre
los alumnos de las escuelas. También se organizan visitas a escuelas, campamentos de verano y ferias
ambientales. No hay áreas Ramsar en Puerto Rico. Sin embargo, Estados Unidos ha firmado diferentes
acuerdos de conservación internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4).
79

2.19. SURINAM
2.19.1. Estado y distribución
Hay muy poca información sobre el estado y la distribución de los manatíes en Surinam. La mayoría de
los informes datan de las décadas de 1970 y 1980. En esa época, los manatíes frecuentaban la mayoría
de las áreas costeras e incluso ríos y arroyos que se encuentran hasta a 60 km de la costa.
Aparentemente, el hábitat era bueno para los manatíes, ya que los manglares abundaban en las regiones
costeras y los estuarios de los ríos. Husson (1978) señaló que los manatíes nunca se observaban en el
océano abierto, sino que habitaban zonas forestales de pantanos, donde se alimentaban de Montrichardia
arborescens (Lefebvre et al. 2001). Dekker (1978) escribió que la planta mokko mokko (Montrichardia)
era uno de los alimentos favoritos de los manatíes y que también consumían plantas flotantes, como los
lirios fragantes de agua (Nymphaea odorata). Por otro lado, Bertran y Bertram (1973) argumentaron que
los manatíes no se encontraban en las sabanas flotantes, sino que aparecían en los pequeños arroyos que
las atravesaban. También indicaron que los manatíes no parecían frecuentar otras zonas río arriba,
debido a los rápidos de esas partes de los ríos.
80
Ubicaciones geográficas:
1. Nieuw Nickerie
2. Río Nanni
3. Río Wayombo
4. Río Coppename
5. Río Tibiti
6. Río Saramacca
7. Reserva Natural Coppename Monding
8. Río Cottica
9. Río Suriname
10. Río Perica
-Río Koopmans
-Arroyo Barnakoeba
Distritos:
11. Saramacca
12. Coesewijme
Figura 22. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Surinam, según los mejores datos disponibles a
partir de informes de avistamientos.
La mayoría de los manatíes se avistaba en las cuencas de Nanni de Nieuw Nickerie. Esas áreas se
consideran posibles reservas para las poblaciones naturales de manatíes de Surinam (Dekker 1978). Los
ejemplares también se observaban en los ríos Surinam y Saramanaca, el Río Cottica y sus tributarios
(entre ellos, el Río Perica y los arroyos Koopman’s y Barbakoeba), el Río Commewijne y su tributario,
el arroyo Cassewenica, y el Río Coppename y sus tributarios, los ríos Coesewijme, Wayombo y Tibiti
(Dekker 1978, UNEP 1995).

2.19.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Dado que el estado de la especie no se conoce actualmente, en general, las amenazas y los problemas de
conservación que afrontan los manatíes en Surinam no están bien definidos. Sin embargo, la
urbanización, el desarrollo de zonas naturales para la agricultura y la contaminación se han identificado
como posibles amenazas. A fines de la década de 1970, la alteración del hábitat era particularmente
preocupante, ya que casi el 95% de la población humana del país vive en áreas costeras (UNEP 1995).
El Departamento de Conservación de la Naturaleza, que forma parte del Ministerio de Recursos
Naturales, expresó en su informe de 1993 que los manatíes aún se cazaban para obtener su carne en
algunas zonas de Surinam (Lefebvre et al. 2001).
2.19.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
Los manatíes generan cierta cantidad de ingresos para el país. El acuario de Ámsterdam adquirió dos
manatíes de Surinam para exhibirlos: uno en 1966 y otro en 1972 (Dekker 1978). Además, como se
indicó anteriormente, los manatíes aún sufren la amenaza de la caza, ya que se considera que la carne y
los huesos del oído tienen propiedades medicinales (Lefebvre et al. 2001).
2.19.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Los manatíes están protegidos por la Ley de protección de la naturaleza y la Ordenanza sobre la caza en
Surinam de 1954 (UNEP 1995). Se han observado manatíes en la Reserva Natural de
Coppenamemonding, que se encuentra al este de la desembocadura de los ríos Coppename y Surinam,
en el Distrito de Saramaca. La reserva, que constituye la única área Ramsar del país, tiene una superficie
de 12,000 hectáreas que albergan marismas y pantanos con manglares (The Annotated Ramsar List
2007). Se fundó en 1966 y está protegida por el Servicio Forestal del Ministerio de Recursos Naturales.
No obstante, la reserva se ve amenazada por la urbanización, la expansión de las actividades agrícolas y
las obras de infraestructura para la minería y la extracción de petróleo crudo. El Plan de Acción de
Conservación de Surinam considera que la reserva es una de las zonas prioritarias para la conservación
costera (Western Hemisphere Shorebird Reserve Network 2003). Surinam ha participado en otras
iniciativas de conservación. El país ha firmado/ratificado una serie de acuerdos de conservación
internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4).
81

2.20. TRINIDAD Y TOBAGO
2.20.1. Estado y distribución
La distribución actual de los manatíes está fragmentada, principalmente por las desapariciones locales
debido a la falta de idoneidad del hábitat. La distribución histórica de los manatíes en Tobago se
extendía hasta la costa a sotavento y el complejo de arrecifes y lagunas de Bucco. Hoy, la especie está
ausente de las aguas cercanas a la costa de alrededor de la isla (Khan 2002). En Trinidad, históricamente
los manatíes se distribuyeron en los pantanos, los ríos, las bahías y los islotes de las costas este, sur y
oeste de la isla. Su territorio actual abarca la costa de los alrededores de la desembocadura del Río
Ortoire, la costa de la Bahía Cocos-Manzanilla, la Bahía Mayaro (dentro de la región del Pantano de
Nariva del Río Nariva), la Laguna Cocal y el Río L’Embranche, el Río Charamel, el río y la bahía
Balandra, el río y la bahía Salibia, el Río Matura y el Río North Oropouche (Khan 2002). El hábitat
óptimo para los manatíes son las áreas costeras resguardadas, los ríos con caudales lentos y las zonas
con alimento y agua dulce (Khan 2002).
82
Ubicaciones geográficas:
1. Arrecibe de Bucco
2. Bahía de Balandra
3. Bahía de Salybia
4. Bahía de Matura
5. L’Embranche
6. Río Nariva
7. Pantano de Nariva
8. -Big Pond
9. Río Otoire
10. Manzanilla Road
11. Río Oropuche
Figura 23. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Trinidad y Tobago, según los mejores datos
disponibles a partir de sondeos aéreos, sondeos en barco y entrevistas.
La población más concentrada de manatíes se encuentra en Big Pond, una gran masa de agua cuyo nivel
no cambia por temporada, de fácil acceso y sin conexión directa con el mar, que se ubica en la parte
norte del Pantano de Nariva (Boyle y Khan 1993, Khan 2002). Hay una población reproductora de
manatíes en el Río Nariva y la Laguna Cocal, en la frontera este del Pantano de Nariva (Khan 2002).
También se han producido avistamientos en los ríos North Oropouche, Charamel y Ortoire (Amour
1993, Boyle y Khan 1993).

No existen cálculos de población actuales. En 1993, un estudio realizado a partir de sondeos en
barco/helicóptero y una serie de entrevistas a pescadores concluyó que la población de manatíes de
Trinidad no superaba los 100 ejemplares (Amour 1993). En 1991, un sondeo aéreo de las zonas del Río
North Oropouche y el Pantano de Nariva registró pruebas de la presencia de cuatro manatíes, y un
sondeo en barco posterior descubrió indicios de que los manatíes se habían estado alimentando (Seddon
1992). El Subcomité de Manatíes de la asociación Trinidad and Tobago Field Naturalists’ Club inició
una investigación sobre la distribución de los manatíes en 1993 y calculó que hay aproximadamente
entre 25 y 30 manatíes en la costa este de Trinidad (UNEP 1995). Más recientemente, Khan (2002)
señaló que se observan menos de 30 manatíes anualmente en las aguas de la costa este. Nathai-Gyan y
Boodoo (2002) informaron que la misma población de manatíes (entre 20 y 30 ejemplares) habita el Río
Nariva. Indicaron que esta población es sustentable y que ha producido cuatro nacimientos desde 1996.
Sin embargo, la población de manatíes de Trinidad es relativamente pequeña en comparación con la de
otros países.
Los manatíes migran a causa de los cambios estacionales del nivel del agua, dado que estos afectan la
disponibilidad de alimentos y la salinidad del agua. Es probable que migren entre Venezuela y Trinidad
y entre los sistemas fluviales locales y las bahías costeras (Khan 2002). Nathai-Gyan y Boodoo (2002)
señalaron que los manatíes migran hacia el Océano Atlántico en la costa este.
2.20.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Los planes de desarrollo a largo plazo y su gran impacto en la hidrología y ecología de la zona
amenazan las poblaciones de manatíes de Trinidad. Este impacto se produce por el drenaje de pantanos
y humedales, la construcción de represas, la filtración de pesticidas en las napas subterráneas, la
contaminación del agua, la tala de los manglares, y la excavación, el dragado y la actividad maderera en
el Río North Oropouche (Hislop 1985, Seddon 1992, Amour 1993, Boyle y Khan 1993, Nathai-Gyan y
Boodoo 2002). La construcción de esclusas y canales en los sistemas fluviales ha bloqueado el acceso
para las poblaciones locales de manatíes y, posiblemente, aisló a dos poblaciones en el Pantano de
Nariva (Boyle y Khan 1993). Esto podría ser perjudicial para el flujo genético de una población que ya
es reducida y vulnerable.
El Pantano de Nariva, que constituye el principal hábitat de los manatíes en Trinidad, también sufre el
problema constante de los incendios que provocan los agricultores, cazadores y pescadores para quitar la
vegetación. La mayoría de las veces, los incendios se descontrolan debido a los fuertes vientos que
provienen de la costa, por lo que se destruyen valiosos hábitats (Nathai-Gyan y Boodoo 2002). El
Pantano de Nariva también se ve afectado por el uso de prácticas agrícolas inadecuadas. Miles de
hectáreas convertidas en campos de arroz emplean sistemas de irrigación instalados en forma ilegal y
descargan agua salada en el hábitat de los manatíes (Nathai-Gyan y Boodoo 2002).
La búsqueda de petróleo es intensa en las costas sur y este de Trinidad. El aumento de la búsqueda de
petróleo puede dañar a los manatíes, dado el tráfico de lanchas y la contaminación que afectan la calidad
del hábitat. Asimismo, es posible que los manatíes sean susceptibles al ruido que producen el tráfico de
las embarcaciones a motor, la actividad sísmica y la búsqueda de gas y petróleo (Khan 2002).
Ha habido casos de manatíes que quedan atrapados accidentalmente en redes en el Río North Oropouche
(Hislop 1985, Khan 2002), el Río L’Embranche (Boyle y Khan 1993, Khan 2002), la región del Pantano
de Nariva del Río Nariva (Boyle y Khan 1993, Khan 2002, Nathai-Gyan y Boodoo 2002), el Río
83

Ortoire, la Laguna Cocal y el Río L’Embrance, el Río Charamel, el Río North Oropouche, el Río
Matura, y la bahía y el río Salibia (Khan 2002). Los datos sobre pesca furtiva son contradictorios
(Amour 1993, Boyle y Khan 1993), pero Seddon (1992) señaló que la carne de manatí se vende
ocasionalmente en los mercados locales, aunque no queda claro si se deriva de cazas premeditadas o
casuales. Khan (2002) informó que se capturan manatíes jóvenes y se conservan como rarezas y/o
posibles fuentes de alimento. Nathai-Gyan y Boodoo (2002) indicaron que la mayor parte de la pesca
furtiva tiene lugar en la zona de Nariva y que el principal método utilizado es el arpón.
El uso de los manatíes como atracción turística podría poner en riesgo a las pequeñas poblaciones de
Trinidad. Si no están reguladas, las actividades humanas invasivas pueden afectar negativamente a las
poblaciones locales de manatíes, en particular, en Nariva Big Pond, la Laguna Cocal y el Río Nariva
superior, dado que estas poblaciones se encuentran en áreas semicerradas y, por lo tanto, no tienen
muchas maneras de evitar a los humanos (Khan 2002).
2.20.3. Legislación nacional y medidas de conservación
Por definición, la Ley de conservación de la vida silvestre de 1980 contempla a los manatíes dentro de
su jurisdicción. El hábitat del Pantano de Nariva está protegido por la Ley de pesca de 1975 y fue
declarado Área prohibida por el Aviso legal N.º 78 de 1993 de la Ley de bosques de 1955. Sin embargo,
según la Ley de pesca de 1990, los manatíes se pueden cazar legalmente, salvo que el propietario de la
zona se oponga. Asimismo, la aplicación de las medidas de protección no es adecuada, dada la falta de
personal policial. El Pantano de Nariva, el Río Oropouche y el Río Ortoire se han propuesto como
parques nacionales. El Pantano de Nariva se declaró área Ramsar en 1992 (Amour 1993, Boyle y Khan
1993, The Annotated Ramsar List 2007). Trinidad y Tobago ha ratificado una serie de acuerdos de
conservación internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4).
Desde 1991, el Subcomité de Manatíes de la asociación Trinidad and Tobago Field Naturalists’ Club
organiza talleres públicos y programas de educación ambiental para escuelas (Boyle y Khan 1993). En
2002, la organización Manatee Conservation Trust aceptó la tarea de elaborar un Plan nacional de
recuperación de los manatíes, con el apoyo de la Unidad de Coordinación Regional del Programa para el
Medio Ambiente del Caribe del PNUMA. El grupo Manatee Conservation Trust es una organización sin
fines de lucro de Trinidad y Tobago que colabora con la División Forestal del Gobierno (Nathai-Gyan y
Boodoo 2002).
Los principales objetivos del Plan de recuperación de los manatíes son evitar la reducción de las
poblaciones de manatíes actuales y garantizar la preservación de los hábitats que frecuentan. El
documento detalla un programa de conservación de los manatíes de cuatro años de duración y enumera
medidas prioritarias que se deben tomar antes del término del período. Entre las actividades se citan una
evaluación del estado y la distribución de los manatíes en el país, la identificación del hábitat esencial
(en particular, dentro del Pantano de Nariva) y el desarrollo de pautas normativas y un plan de gestión
específico para el Pantano de Nariva (Nathai-Gyan y Boodoo 2002).
84

2.21. ESTADOS UNIDOS
2.21.1. Estado y distribución
La subespecie de Florida (Trichechus manatus latirostris) ocupa hábitats costeros, ribereños y de
estuario en el sudoeste de Estados Unidos (Reynolds y Powell 2002, U.S. Fish and Wildlife Service
2001). La subespecie se limita principalmente a la península de Florida durante el invierno, dada la
disponibilidad de aguas cálidas en la región. Durante los meses estivales, se han llegado a observar
manatíes en Rhode Island en el norte y en Texas en el oeste.
Los científicos calculan que puede haber al menos 3,300 manatíes en aguas estadounidenses. A efectos
administrativos, se considera que la población de manatíes de Florida está formada por cuatro
subpoblaciones regionales. De esas cuatro subpoblaciones, las dos más pequeñas (del noroeste de
Florida y el Río St. Johns) se encuentran en crecimiento (U.S. Fish and Wildlife Service 2001, Runge et
al. 2004), la más grande (costa este) es estable o presenta un leve crecimiento (Craig y Reynolds 2004 1 )
y la segunda más grande (sudoeste de Florida) probablemente está disminuyendo (Runge et al. 2004).
Glaser y Reynolds (2003) proponen que el estado de los manatíes en Florida puede ser el mejor del siglo
o más gracias a la legislación protectora, la concientización general del público y el interés de los
habitantes de Florida.
85
Estados:
1. Massachussets
2. Rhode Island
3. Connecticut
4. Nueva York
5. Pennsylvania
6. Nueva Jersey
7. Delaware
8. Maryland
9. Virginia
10. Carolina del Norte
11. Carolina del Sur
12. Georgia
13. Florida
13a. Río St. Johns
13b Blue Spring
13c Crystal River
14. Alabama
15. Mississippi
16. Lousiana
17. Texas
Figura 24. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Estados Unidos, según los mejores datos disponibles
a partir de sondeos aéreos, sondeos en barco, entrevistas y avistamientos documentados. El sombreado oscuro indica la
distribución durante todo el año, mientras que el sombreado claro hace referencia a la presencia estacional u ocasional.
En un análisis reciente del estado de los sirenios para la Unión Mundial para la Conservación de la
Naturaleza (IUCN), Taylor et al. (2006) recomendaron colocar a la subespecie T. m. latirostris en la
clasificación “en peligro de extinción”. La subespecie se considera en peligro de extinción según la Ley
1 Runge et al. (2004) sugieren que la subpoblación de la costa este es estable o está disminuyendo, pero hace poco volvieron a
considerar sus datos y emplearon un enfoque analítico modificado que probablemente haga coincidir sus resultados con los
de Craig y Reynolds.

de especies en peligro de extinción de EE. UU., pero la legislación del estado de Florida la considera
“amenazada”. Reynolds y Powell (2002) mencionan los atributos de su ciclo vital. De acuerdo con los
estudios exhaustivos de los manatíes de Crytal River (noroeste de Florida) y Blue Spring (noreste de
Florida), estos son algunos rasgos importantes que afectan el potencial reproductivo y la supervivencia:
Máxima expectativa de vida: 60 años
Período de gestación: 1–13 meses
Supervivencia anual de un adulto: variable; hasta 96% en algunos lugares
Edad de madurez sexual: 3–4 años en las hembras; a partir de los 2 años en
los machos
Porcentaje de hembras adultas preñadas: 0.33
Intervalo promedio entre partos: 0.5 años
Cantidad de crías: una, aunque a veces hay casos de mellizos
La integración de este tipo de datos en modelos sugiere que el índice de aumento anual óptimo es de
aproximadamente el 6.5% en condiciones ideales (Boyd et al. 1999). El estado de Florida cuenta con un
programa consolidado de recuperación de cadáveres. Se han recuperado más de 400 manatíes muertos
(el equivalente a casi el 12% de la población mínima estimada de 3,300) en un solo año (Marine
Mammal Commission 2005).
2.21.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Por regla general, la supervivencia de los manatíes en todo el mundo se ve perjudicada por una serie de
amenazas actuales (las capturas accidentales en equipos de pesca, la pérdida del hábitat, las colisiones
con embarcaciones, la caza, la contaminación) y futuras, relacionadas con el crecimiento de la población
humana y las actividades humanas (Reynolds 1999). Los efectos inexorables y a veces mal controlados
del aumento de la población humana en Florida constituyen la mayor amenaza para la sustentabilidad de
varios recursos naturales vivos y no vivos, entre ellos, el manatí del Caribe.
En Estados Unidos, la caza no parece ser una amenaza importante para los manatíes, pero la medida en
que otros factores (por ejemplo, la contaminación) afectan a los manatíes se desconoce, debido a una
falta general de información. En el caso de los manatíes de Florida, la pérdida de las aguas cálidas en
invierno es la mayor amenaza a corto plazo (Laist y Reynolds 2005a, b), aunque las colisiones con
embarcaciones continúan matando a decenas de ejemplares todos los años e hiriendo a otros (Marine
Mammal Commission 2005). Entre 2000 y 2004, las muertes relacionadas con los humanos
conformaron el 28.7% (458 de 1,595) de la mortalidad de los manatíes (Marine Mammal Commission
2005).
Además de verse amenazados por los humanos, los manatíes del sudoeste de Florida (la única
subpoblación que se considera en descenso) presentan altos niveles de mortalidad a causa de las mareas
rojas (Flewelling et al. 2005). De hecho, las mareas rojas pueden producir un porcentaje más alto de
mortalidad anual de manatíes en un año determinado (por ejemplo, 140 muertes en 1996) que cualquier
otra causa conocida. La medida en que las actividades humanas pueden exacerbar la frecuencia e
intensidad de las mareas rojas es un tema de debate (Van Dolah 2005). Los efectos de factores como el
cambio climático en el estado de la población de manatíes tampoco quedan claros. Los huracanes, cuya
frecuencia e intensidad parecen estar relacionadas con el cambio climático, disminuyen la supervivencia
de los manatíes adultos de Florida (Langtimm y Beck 2003).
86

2.21.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
El tema de la importancia socioeconómica se puede considerar desde dos puntos de vista. En algunos
lugares, como Crystal River, el turismo centrado en los manatíes genera fondos económicos para la
comunidad. Por otro lado, en algunas ocasiones, la aplicación de legislación protectora ha causado el
cese o la reducción de algunas empresas lucrativas (por ejemplo, la construcción de muelles en el
Condado de Lee). Las zonas de velocidad náutica regulada para proteger a los manatíes han suscitado
quejas en los pescadores y otras personas, que aducen que la duración de los viajes (y los gastos
relacionados) son difíciles de sostener. Hasta donde se sabe, no existe un análisis integral y actual de la
rentabilidad de los manatíes para las comunidades de Florida.
2.21.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Dos leyes federales de EE. UU. protegen al manatí de Florida: la Ley de protección de mamíferos
marinos de 1972 y la Ley de especies en peligro de extinción de 1973. Las disposiciones generales de
estos estatutos se detallan en Baur et al. (1999) y las enmiendas más recientes se mencionan en varios
informes anuales de la Comisión de Mamíferos Marinos (www.mmc.gov). Reynolds 1999, U.S. Fish
and Wildlife Service 2001, y Glaser y Reynolds 2003 analizan la protección de los manatíes conforme a
estas leyes. Tal como lo exige la Ley de especies en peligro de extinción, Florida cuenta con un
programa de recuperación de los manatíes (U.S. Fish and Wildlife Service 2001). El plan de
recuperación se ha llevado a cabo cinco veces desde 1980. En este momento, el Servicio de Pesca,
Fauna y Flora de EE. UU. se encuentra elaborando un plan modificado con la asistencia de varias
agencias y partes interesadas. Asimismo, Estados Unidos ha firmado acuerdos de conservación
internacionales que protegen a los manatíes y su hábitat (Tabla 4).
En abril de 2007, el Servicio de Pesca, Fauna y Flora de EE. UU. finalizó un estudio de cinco años de
duración sobre el manatí del Caribe y sus subespecies, conforme a la Ley de especies en peligro de
extinción. Esta ley utiliza cinco criterios para evaluar el estado de un grupo taxonómico: (1) la
destrucción, modificación o reducción actual o amenazada del hábitat o territorio de una especie, (2) la
sobreexplotación con fines comerciales, recreativos, científicos o educativos, (3) la predominancia o los
efectos de una enfermedad o un depredador, (4) la falta de idoneidad de los mecanismos normativos
actuales o (5) los factores naturales o humanos que afectan la existencia de la especie. Según el Servicio
de Pesca, Fauna y Flora, el estado actual de los manatíes justifica un cambio de la clasificación actual de
la especie de “en peligro de extinción” a “amenazada”. De acuerdo con la ley, una especie en peligro de
extinción es una especie que corre el riesgo de extinguirse en el futuro inmediato en todo su territorio o
una parte considerable de este. Una especie amenazada es aquella que podría convertirse en especie en
peligro de extinción en el futuro cercano en todo su territorio o una parte considerable de este. Cabe
destacar que el cambio de la clasificación de “en peligro de extinción” a “amenazada” no exige la
modificación de las medidas de protección que ya están implementadas. El estudio del Servicio de
Pesca, Fauna y Flora incluye la recomendación, y no la decisión formal, de cambiar el estado de los
manatíes de Florida a “especie amenazada”. Una decisión de este tipo sólo se puede tomar luego de un
proceso normativo formal con debates del público y de otras agencias.
El motivo principal para sugerir el cambio de categoría de los manatíes tiene que ver con el estado de la
especie en Florida. En tres de las cuatro unidades de gestión regionales (subpoblaciones) de manatíes de
Florida, los análisis demográficos demuestran que hay crecimiento. El análisis también incluye un
estudio de las amenazas actuales de las poblaciones de manatíes a través del modelo biológico central,
que puede asignar niveles variables de amenaza, específicamente, a las embarcaciones, las mareas rojas,
los enredos, la disponibilidad de aguas cálidas y las muertes causadas por represas/esclusas. El modelo
87

también incorpora factores ambientales, demográficos y de estocasticidad catastrófica. Teniendo en
cuenta los mejores datos disponibles en esta ocasión, el modelo biológico central indicó que si los
refugios de aguas cálidas desaparecen, la población futura de manatíes exhibiría una disminución
constante durante aproximadamente 50 años, con una aceleración de esa reducción luego de ese período.
El resultado sería una posibilidad del 8.5% de cuasi extinción (< 250 animales en cada costa) en 100
años y una posibilidad del 14% 50 años más tarde. Los detalles de la evaluación de cinco años de
duración de los manatíes y el análisis de las amenazas se pueden consultar en
http://www.fws.gov/northflorida/Manatee/manatees.htm. Si bien el modelo biológico central se basó en
datos integrales sobre los manatíes de Florida, se desconoce la medida en que la mayoría de los
parámetros correspondientes a esa subespecie se aplican a la subespecie antillana. En casi todos los
territorios de la especie (es decir, el territorio de ambas subespecies), el estado de los manatíes se
desconoce, los tamaños de las poblaciones nunca se calcularon y es posible que muchas poblaciones
estén disminuyendo en la actualidad (Tabla 3, Taylor et al. 2006).
88

2.22. VENEZUELA
2.22.1. Estado y distribución
La información sobre el estado de los manatíes en Venezuela es escasa. Si bien Venezuela cuenta con
una amplia costa caribeña, los avistamientos de manatíes en gran parte de la costa son poco frecuentes,
debido a la falta de hábitats adecuados (son rocosos, de aguas profundas y frías con escasa agua dulce).
La ausencia de manatíes en partes de la costa de Venezuela representa una gran irregularidad en el
territorio de la especie (Lefebvre et al. 1989).
En la década de 1980, luego de varias observaciones desde sondeos aéreos y de recopilar datos en
entrevistas, se concluyó que no había manatíes en el Lago de Maracaibo ni en Boca del Dragón (O’Shea
et al. 1986, Correa-Viana et al. 1990). Sin embargo, otros estudios recientes (Manzanilla-Fuentes 2006)
demostraron que una cantidad relativamente reducida de manatíes frecuenta algunas partes del Lago de
Maracaibo, el lago más grande Sudamérica, ubicado a 180 km de la costa en el noroeste de Venezuela.
Hubo un total de 27 avistamientos de manatíes (adultos y crías) en la orilla norte del lago, que se ubica
en la Bahía El Tablazo. No queda claro si los avistamientos fueron de diferentes animales o del mismo
ejemplar en distintas ocasiones. Se observaron ejemplares en grupos de entre dos y cuatro, aunque son
más comunes los avistamientos de animales solitarios. La densidad de la población era baja (menos de
0.01 manatí/km). Las observaciones de manatíes en la bahía tuvieron lugar sobre la costa de la Isla de
Toas y en los arroyos de la Isla San Carlos, áreas caracterizadas por la amplitud de sus manglares, que
aportan alimentos y zonas protegidas para los manatíes. La Bahía El Tablazo tiene una salinidad más
alta que el resto del Lago de Maracaibo, dado que está más cerca del Golfo de Venezuela (Manzanilla-
Fuentes 2006).
89
Ubicaciones geográficas:
1. Golfo de Venezuela
2. Isla de San Carlos
3. Isla de Toas
4. Bahía El Tablazo
5. Lago de Maracaibo
6. Golfo de Paria
7. Caño La Brea
8. Delta del Orinoco
9. Río Orinoco
10. Río San Juan
11. Boca del Dragón
12. Río Cinaruco
13. Río Capanaparo
Estado:
14. Zulia
15. Lara
16. Trujillo
17. Apure
18. Sucre
19. Anzoátegui
- Laguna de Taguache
Parques Nacionales:
20. Parque Zoológico y Botánico
“Bararida” (en Lara)
21. Parque Nacional Santos Luzardo (en
Apure)
22. Parque Nacional Ciénagas del
Catatumbo (en Zulia)
23. Parque Nacional Delta del Orinoco
“Mariusa”
24. Parque Nacional Turuépano
Figura 25. Distribución de manatíes del Caribe, Trichechus manatus, en Venezuela, según los mejores datos disponibles a
partir de sondeos aéreos y entrevistas a residentes de la zona.

Las entrevistas a habitantes de la zona indican que la mayoría de los animales de la Bahía El Tablazo
son adultos. Los entrevistados señalaron que los manatíes se observan con más frecuencia durante la
temporada seca y que los animales frecuentan la bahía con diferentes fines: para alimentarse, viajar,
reproducirse y “jugar”. Esta última actividad fue la más mencionada (Manzanilla-Fuentes 2006).
No se dispone de información sistemática actual sobre el estado de la especie en la mayor parte de la
costa este de Venezuela, una zona que se caracteriza por contar con hábitats de buena calidad para los
manatíes. Tiene ríos de caudal lento, estuarios, aguas cálidas y pantanos con manglares (O’Shea et al.
1986, Correa-Viana et al. 1990). Durante la década de 1980, en repetidas ocasiones se avistaron
manatíes en las vías fluviales del prolongado Delta del Orinoco y en el Orinoco medio. En 2003, se
observaron tres manatíes en el Golfo de Paria, dentro del Parque Nacional Turuépano (com. pers. de S.
Boher con Self-Sullivan y Mignucci-Giannoni 2006). El parque se encuentra al norte del Río San Juan,
en el extremo oeste del golfo (estado de Sucre). En 1992, se registraron 11 avistamientos de manatíes en
el Golfo de Paria. El mismo año, también se observaron manatíes en el Caño La Brea y la Laguna de
Taguache (Lefebvre et al. 2001).
2.22.2. Principales amenazas y problemas de conservación
Aunque en los últimos años disminuyó, la caza ilegal continúa siendo una realidad en Venezuela. En los
alrededores del Lago de Maracaibo, la gente consume carne de manatí. En los pueblos pequeños que se
ubican cerca de la Isla Toas, incluso los jóvenes comen carne de manatí. Los resultados de las
entrevistas sugieren que la población de manatíes está disminuyendo en esta parte del lago. Los
entrevistados expresaron que los manatíes abundaban en el país hace 40 años y que la cantidad era tal
que en algunos sectores del Lago de Maracaibo era difícil navegar durante la marea baja porque había
manatíes por todas partes. Agregaron que debido a su abundancia, los manatíes eran fáciles de atrapar
con redes y que, a menudo, los habitantes de la zona capturaban y liberaban ejemplares sólo para
entretenerse, y no por necesidad. Los residentes del área sugirieron que es probable que los manatíes
hayan abandonado la zona después del dragado de un canal que perjudicó la calidad del hábitat
(Manzanilla-Fuentes 2006). Es posible que esta tendencia se repita en el resto del país, aunque no se ha
confirmado que sea así. Los biólogos venezolanos mencionan que los enredos accidentales también
representan una amenaza (com. pers. de M. Balladares y C. Balladares). Sin embargo, no hay
información específica sobre la cantidad de animales que han muerto de esta manera en el último
tiempo.
Los manatíes también mueren por otras causas antropogénicas. Algunas de estas causas no son del todo
claras. En el Golfo de Venezuela, por ejemplo, se encontraron tres manatíes muertos en 2003. Un manatí
murió al colisionar contra una embarcación. Presentaba traumatismos graves en el cráneo y heridas en el
lomo producidas por la hélice. Otro, una cría, que se encontró cerca de la ciudad de Santa Rosa de
Aguas, murió por una herida profunda en el abdomen, que es muy posible que no haya sido causada por
una embarcación. La causa de muerte del tercer ejemplar se desconoce (Manzanilla-Fuentes 2006). El
Lago de Maracaibo es una zona de intensas obras de desarrollo y búsqueda de petróleo y gas. Es posible
que estas actividades afecten la calidad del hábitat o incluso perjudiquen directamente a los manatíes,
dado el tráfico náutico y la contaminación que producen (Correa-Viana et al. 1990).
2.22.3. Importancia socioeconómica de la especie para las comunidades locales
Para algunos pueblos de Venezuela, los manatíes continúan siendo una fuente de alimento. No obstante,
la caza ha disminuido considerablemente desde mediados del siglo pasado (O’Shea et al. 1988, Lefebvre
et al. 1989). Los manatíes en cautiverio se utilizan para fines educativos y para exhibirlos en un parque
estatal llamado Parque Zoológico y Botánico Bararida, ubicado en Barquisimeto, estado de Lara. Otras
crías se exhiben en el Parque Sur Maracaibo, en el estado de Zulia. El gobierno venezolano vendió dos
90

manatíes más, que fueron enviados al Dallas World Aquarium en 1999 (com. pers. de A.G. Manzanilla-
Fuentes).
2.22.4. Legislación nacional y medidas de conservación
Los manatíes están protegidos por una ley general de caza, la Ley de Protección a la Fauna Silvestre de
1970 (artículos 11 y 77), la Resolución MARN (Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales
Renovables) N.º 127 de 1978 y la Resolución MARN N.º 95 de 1979. Asimismo, Venezuela ha
ratificado varios acuerdos de conservación internacionales (Tabla 4) que protegen a los manatíes y su
hábitat. Venezuela cuenta con 43 parques nacionales y cinco áreas Ramsar. Se han observado manatíes
en una de las áreas Ramsar, la Ciénaga Los Olivitos (The Annotated Ramsar List 2007). Al menos once
de los parques protegen zonas costeras y las aguas alejadas de la costa de algunos ríos y estuarios
(Arassari Trek 2006). Uno de estos parques es el Parque Nacional Santos Luzardo del estado de Apure.
El parque se fundó en 1988 y protege 584,368 hectáreas de tierra y las márgenes de dos ríos, el Cinaruco
y el Capanaparo. En 1991, un sector de 226,130 hectáreas de manglares, bosques perennes y pantanos
del sudeste del Lago de Maracaibo se convirtió en el Parque Nacional Ciénagas del Catatumbo. El
parque está ubicado en el estado de Zulia. El mismo año, se fundó el Parque Nacional Delta del Orinoco
Mariusa, de una superficie de 331,000 hectáreas que abarcan pantanos, hábitats de estuarios y manglares
costeros, en el noreste del Delta del Orinoco (Gobierno Bolivariano de Venezuela 2006). Hace poco, se
recomendó convertir la Bahía El Tablazo del Lago de Maracaibo en un área protegida para los manatíes.
En esta zona, algunos investigadores independientes llevaron a cabo programas educativos relacionados
con los manatíes en las comunidades locales (Manzanilla-Fuentes 2006).
91

3. RECOMENDACIONES SUGERIDAS A CORTO Y A LARGO PLAZO
La correcta conservación de los manatíes en el Gran Caribe constituye una tarea compleja que exigirá
aunar los esfuerzos de legisladores, administradores, científicos, líderes comunitarios y otras partes
interesadas. La dificultad surge de la necesidad de conciliar la protección de una especie y el hábitat del
que depende y, a la vez, respetar las necesidades y tradiciones de las personas que dependen del mismo
hábitat para su subsistencia. En muchos países en vías de desarrollos donde hay manatíes, las personas
presentan distintos niveles educativos y socioeconómicos. En una zona de condiciones socioeconómicas
pobres, es improbable que la conservación de los manatíes sea una prioridad. Asimismo, se ejerce una
gran presión económica y política para mantener y expandir la pesca, la tala y el desarrollo costero,
actividades que afectan negativamente a los manatíes y sus hábitats. El desafío radica en unificar el
desarrollo socioeconómico y la conservación de los manatíes y su hábitat en un marco sostenible. Es
probable que esto sea un proceso lento, que requerirá aunar esfuerzos de los distintos segmentos de la
sociedad.
La siguiente argumentación presenta recomendaciones de actividades a corto y a largo plazo que se
necesitan para conservar al manatí del Caribe en la región del Gran Caribe. Las recomendaciones se
agrupan en dos categorías:
1. Las medidas prioritarias o a corto plazo se deben implementar de inmediato o lo más rápido
posible. Son medidas de conservación, investigación, educación y aplicación de las leyes.
2. La investigación y las medidas de conservación a largo plazo deben facilitar la implementación y
el fortalecimiento de los programas de investigación, educación y conservación diseñados para
garantizar la recuperación y el mantenimiento de los manatíes y la protección de los hábitats
necesarios para su supervivencia.
Las recomendaciones se deben adoptar como programa integrado y polifacético en el que los resultados
científicos y los programas educativos justifiquen la creación de medidas legislativas y de conservación.
Algunas recomendaciones aparecen en las dos categorías. Por ejemplo, los países que carecen de
información reciente sobre las poblaciones locales podrían realizar sondeos aéreos para evaluar la
distribución y las tendencias demográficas actuales. La misma técnica podría utilizarse para supervisar
el estado de las poblaciones con el tiempo e identificar tendencias espaciales y temporales. Por otro lado,
la educación ambiental es tanto una prioridad a corto plazo como a largo plazo, si bien el diseño
concreto de las actividades educativas variará según los objetivos inmediatos y a largo plazo. Las
recomendaciones presentadas incluyen las recomendaciones y pautas del Plan de Acción sobre
mamíferos marinos (anteproyecto) y de los planes de gestión de manatíes que existen en algunos países.
Todas las recomendaciones se resumen en la Tabla 7 que se encuentra al final de esta sección. A
continuación hay una sección que detalla estrategias de conservación de los manatíes para cada país en
particular. Estas recomendaciones se identificaron durante el análisis del estado de los manatíes en el
Gran Caribe. Los investigadores locales que actualmente trabajan con los manatíes sugirieron otras
recomendaciones.
92

3.1. RECOMENDACIONES PRIORITARIAS O A CORTO PLAZO
3.1.1. Evaluar el estado actual y la distribución de los manatíes
La investigación dirigida, diseñada para aportar información útil tanto sobre los manatíes como sobre la
gente, debe constituir una parte integral de cualquier plan de recuperación de una especie o población.
Sin datos científicos para informar a las autoridades, es sumamente difícil saber cuáles son los pasos
adecuados para conservar una especie o un hábitat. Es necesario llevar a cabo una evaluación cualitativa
del estado 2 y la distribución de los manatíes en las zonas costeras de cada país que se encuentre dentro
del territorio de los manatíes. El plan actual ha logrado concretar esta evaluación en algunos países, pero
la falta de datos recientes o confiables en otros países ha impedido finalizar la tarea.
Para evaluar la distribución de los manatíes y su abundancia relativa, los investigadores pueden llevar a
cabo sondeos en zonas donde esta técnica resulte conveniente. Idealmente, para poder identificar
tendencias, se deben realizar sondeos aéreos en forma periódica, si es posible, entre dos y cuatro veces
por año, durante un período mínimo de un año. Los investigadores también pueden hacer entrevistas
dentro de cada país. Las preguntas se deben redactar de modo que permitan obtener información sobre
las zonas donde los manatíes aparecen con más frecuencia, sobre sus objetivos particulares (es decir,
reproducirse, descansar) y sobre los momentos del año en que esto ocurre. Los cazadores de manatíes
(retirados o actuales), los pescadores y los habitantes de las áreas costeras son los sujetos más adecuados
para las entrevistas, ya que conocen las zonas en cuestión.
3.1.2. Definir pautas para la recopilación de datos/censos
Es crucial elaborar protocolos y técnicas estandarizadas para la recopilación y el análisis de datos. Esto
garantiza que los resultados se puedan comparar tanto dentro de cada país como entre diferentes países.
La mayoría de las técnicas necesarias para las actividades recomendadas (por ejemplo, los programas de
recuperación de cadáveres, los sondeos aéreos) son relativamente costosas y requieren aunar esfuerzos.
Por lo tanto, es fundamental idear protocolos alternativos accesibles (y sostenibles) para aquellos países
con fondos para investigación limitados, a fin de garantizar que la recopilación de datos sobre la
distribución de manatíes se lleve a cabo.
Sondeos aéreos: Periódicamente, se realizan varios tipos básicos de sondeos aéreos para evaluar la
biología de los manatíes (por ejemplo, búsquedas sinópticas, intensivas, de distribución, etc.). Se
puede hallar información sobre los tipos de sondeos y los protocolos en los sitios web del Programa
de Investigación de Manatíes del Mote Marine Laboratory Manatee (www.mote.org) y el Florida
Fish and Wildlife Research Institute (http://research.myfwc.com/features/view_article.asp?id=1765).
Sondeos de identificación fotográfica: El seguimiento documentado de ejemplares particulares
durante períodos prolongados permite que los investigadores compilen datos sobre el ciclo vital de
dichos individuos, que luego se pueden utilizar para calcular los índices de reproducción, los índices
de supervivencia de los adultos, la fidelidad al nido y los patrones de movimiento estacionales. El
2 En una situación óptima, las evaluaciones del “estado” de una especie o población deben incluir varios factores, como la
abundancia, las tendencias de la población, la demografía y la identificación y el control de amenazas. Creemos que los
países del Gran Caribe deben aspirar, con el tiempo, a desarrollar bases de datos que permitan realizar una evaluación
exhaustiva del estado. No obstante, dada la escasez de datos en la mayoría de los lugares, un paso lógico y práctico para
analizar el estado supondría (a) evaluar la abundancia relativa, (b) identificar las amenazas y (c) estudiar si esas amenazas
están bajo control.
93

apéndice de este informe incluye ejemplos de las planillas que se utilizan durante los sondeos de
identificación fotográfica (en tierra y en barco).
Entrevistas: Si bien la redacción de un cuestionario parece una tarea sencilla, es necesario diseñar el
instrumento de sondeo minuciosamente, de modo tal que no guíe ni predisponga de cierta manera a
los entrevistados. Asimismo, el cuestionario debe ser estándar. Por lo tanto, los investigadores que
estén interesados en realizar entrevistas deben diseñar sus encuestas con cuidado. Idealmente, deben
consultar a alguien que tenga experiencia en diseño de encuestas. En Nicaragua, por ejemplo, gracias
a las entrevistas estándar, fue posible comprender la cultura de las comunidades autóctonas que aún
cazan y los resultados de la investigación han permitido mejorar los programas educativos que
promueven la protección de los manatíes (Espinoza 2004). En el sitio web de la Fundación Manatí -
Trichechus (http://www.fundacionmanati.org) se pueden descargar ejemplos de entrevistas. Siempre
que sea posible, se deben organizar sondeos aéreos o en barco para confirmar los resultados de las
entrevistas sobre la distribución y el hábitat de los manatíes.
Caracterización del hábitat de los manatíes: Los métodos se pueden basar en los métodos
estandarizados que desarrolló el Proyecto para el Sistema Arrecifal Mesoamericano para la región
mesoamericana. El proyecto elaboró un manual de métodos para supervisar y caracterizar a las
comunidades de hierbas marinas (en función de la biomasa y la composición) y la contaminación y
calidad del agua. Estos métodos se diseñaron con la colaboración de expertos locales de la región
mesoamericana y se pueden adoptar en otras regiones que tengan interés en estudiar el hábitat de los
manatíes. Se puede descargar un manual que explica los métodos en inglés y en español en el Centro
de información del proyecto, en http://www.mbrs.org.bz/.
Protocolos de varamiento y necropsia: Se pueden adaptar los protocolos de los manuales
“Manual of procedures for the salvage and necropsy of carcasses of the West Indian manatee”
de Robert Bonde, que se puede descargar en el sitio web de Sirenian Project
(http://cars.er.usgs.gov/Manatees/manatees.html), y “CRC Handbook of Marine Mammal Medicine”
de Leslie A. Dierauf y Frances M. D. Gulland, que se puede comprar en CRC Publishers
(http://www.crcpress.com/).
3.1.3. Proteger a los manatíes y su hábitat
3.1.3.1 Mejorar la conciencia sobre los manatíes
El éxito de cualquier iniciativa de conservación depende de un componente efectivo de
educación/concientización pública. Las campañas de concientización sobre la conservación de los
manatíes deben hacer hincapié en que los manatíes son un componente integral de la fauna, la cultura y
la historia autóctonas, y que son vulnerables a los riesgos que conllevan el desarrollo y las actividades
humanas, por ejemplo, la pesca con redes y la caza. Al aclarar los motivos por los que las leyes limitan
dichas actividades, es posible que ceda la resistencia que oponen las personas afectadas. Los medios de
comunicación, como la radio, la televisión, las revistas y los periódicos, son las vías más efectivas para
incorporar la dimensión ambiental a las vidas cotidianas de la gente. Los anuncios radiales de servicio
público pueden ser un método eficaz para concienciar al público de algunas zonas rurales. El programa
de concientización también puede incluir la distribución general de un cartel, folletos y volantes
ilustrados, una presentación de diapositivas y carteles en las vías fluviales.
94

La gestión responsable del ambiente es compatible con las iniciativas de proteger a los manatíes y otras
especies en peligro de extinción. Se pueden planificar actividades especiales, por ejemplo, un “día del
manatí” durante un festival local o un programa de adopción de manatíes. En México, el 7 de septiembre
se declaró Día Nacional del Manatí. Todos los años, los integrantes del Comité Técnico Consultivo para
la Conservación del Manatí se reúnen en esa fecha para crear actividades de educación y
concientización.
Los países del Gran Caribe, en particular, los países limítrofes, deben coordinar la producción de
materiales educativos (folletos, videos y carteles) para poder contar con un sistema más rentable. Por
ejemplo, el programa de Belice se puede usar como modelo de los programas de educación pública de
otros lugares. Sin embargo, es importante destacar que las realidades y necesidades de los habitantes de
cada país son diferentes. Por ende, los diseños metodológicos y los programas de educación y
concientización pública deben considerar y reflejar las culturas locales a las que se dirigen. Los
materiales educativos deben estar en varios idiomas (entre otros, los idiomas de los indios autóctonos) a
fin de distribuirlos entre los habitantes locales y los turistas. Los programas educativos deben diseñarse
de modo tal que contemplen la participación de la comunidad local en todos los niveles.
Los programas de educación ambiental deben centrarse en las regiones costeras que habitan los
manatíes, donde las comunidades locales interactúan con la especie. Los materiales creados deben estar
dirigidos a un público en particular. Por ejemplo, un programa desarrollado e implementado en las
escuelas de la costa caribeña debe incentivar a los niños a aprender más sobre los manatíes por medio de
proyectos especiales o viajes de estudio para observar a la especie en su hábitat natural. La información
se puede afianzar en el hogar a través de lecciones televisadas o la difusión de videos sobre los manatíes
(por ejemplo, de la asociación Save the Manatee Club de Florida) en la televisión local. Se debe motivar
a los adultos a intervenir en determinados estudios científicos sobre los manatíes en sus comunidades. A
la hora de implementar programas regionales, es fundamental preparar materiales especialmente para
distribuir en las comunidades autóctonas y tratar temas relacionados con estas.
Por ejemplo, en la mayoría de los lugares, en general hay muy pocos pescadores de manatíes activos,
por lo que las actividades ambientales que apuntan a disminuir su impacto pueden generar resultados
positivos considerables. Sin embargo, es necesario procurar que no se estimule el interés en un posible
producto en los lugares donde nunca hubo pesca furtiva. En las áreas más empobrecidas, es importante
imponer sanciones por la pesca furtiva, pero también ofrecer alternativas económicas viables. Se deben
implementar medidas específicas para mejorar las condiciones de vida, de manera tal que la pesca
furtiva deje de ser necesaria para la subsistencia y la gente acepte las iniciativas de aplicación de la ley y
no las perciba como un método de opresión con fines que no benefician a la población local.
Los programas de educación y extensión también deben estar orientados a los pescadores y deben
incentivarlos, como sea posible, a utilizar equipos en los que los manatíes no queden atrapados ni
resulten heridos y a liberar a los manatíes vivos de las redes en lugar de matarlos. Se debe informar a los
residentes de la zona sobre cualquier norma actual que les prohíba matar o dañar a los manatíes.
Por otro lado, es crucial desarrollar un programa educativo especial para los organismos de seguridad
nacionales y locales, de modo que estén al tanto de las leyes protectoras y la necesidad de aplicarlas. La
importancia de su función se puede recalcar en talleres sobre aplicación de las leyes y sesiones de
capacitación. Los programas educativos también deben estar dirigidos a las autoridades, los
administradores y los legisladores locales, que son vitales a la hora de aprobar y aplicar las leyes, y
aportan los fondos necesarios para las actividades normativas y de investigación.
95

La posibilidad de utilizar a los manatíes y sus hábitats como atracciones de ecoturismo (y los beneficios
que ello puede generar para la economía si se emplea a habitantes de la zona con conocimientos sobre la
especie) podría llegar a citarse como estímulo para que los cazadores apoyen la conservación. Algunos
rubros de empleo relacionados con el turismo son el hospedaje, el transporte, las guías, los servicios, el
arte y las artesanías. Sin embargo, las actividades de ecoturismo, si no se llevan a cabo de manera
correcta y prudente, pueden producir efectos no deseados y/o no previstos en las especies y sus hábitats
(véase la sección 3.2.5, “Desarrollar pautas para los avistamientos de manatíes en su hábitat y otras
actividades relacionadas”). Por ejemplo, las embarcaciones han afectado visiblemente a los manatíes de
Florida. En efecto, la principal causa de muerte de los manatíes son las colisiones con embarcaciones
(U.S. Fish and Wildlife Service 2001). Por ende, un emprendimiento de ecoturismo que aumentara
drásticamente el tráfico náutico y no lo regulara en una zona frecuentada por los manatíes podría matar,
herir o desplazar a los ejemplares.
3.1.3.2. Áreas protegidas
La designación de áreas protegidas se utiliza cada vez más como herramienta para lograr los objetivos
de conservación. Antes de explicar en detalle el valor de las áreas protegidas para la conservación de la
especie, se debe reconocer y dar cabida a un hecho: sin una correcta aplicación de las normas, una
participación significativa de las comunidades locales ni planes de gestión bien formulados que
subrayen las metas, los objetivos y los parámetros de las áreas protegidas, estas carecen de valor. Por
consiguiente, si un país desea realizar el loable objetivo de crear un área protegida, debe respaldar ese
objetivo con el compromiso de aportar fondos y contratar personal para garantizar que los habitantes de
la zona tengan derecho a voto, se apliquen las medidas de protección y se elabore e implemente un plan
de gestión.
Es necesario crear planes de gestión para las áreas de interés ecológico o perfeccionar los planes
actuales, a fin de garantizar la protección del hábitat de los manatíes. Las áreas protegidas de los
manatíes deben incluir los requisitos básicos para su supervivencia: agua, fuentes de alimento adecuadas
y áreas poco profundas y resguardadas. Se deben llevar a cabo investigaciones científicas para
identificar hábitats clave y designarlos áreas protegidas. Las investigaciones también deben detectar y
tratar de suplir las deficiencias de conocimiento relacionadas con los requisitos específicos del hábitat
para los manatíes, tanto a nivel local como regional. Dado que los manatíes son herbívoros, las áreas
protegidas deben contar con hábitats con abundante vegetación marina y de agua dulce en buen estado.
Las zonas utilizadas con frecuencia para las funciones biológicas esenciales (por ejemplo, reproducirse y
parir) se deben denominar hábitats críticos y deben gozar de una estricta protección. Como los manatíes
se trasladan de un lugar a otro, resulta fundamental implementar reglas de protección o límites de
velocidad en los corredores que conectan las áreas protegidas, con lo que se crearían redes de reservas
de manatíes. En general, se deben usar los criterios del Protocolo SPAW para evaluar las posibles áreas
protegidas.
Una vez que se hayan identificado varias zonas, es necesario identificar las áreas de mayor prioridad. Al
menos en teoría, la mejor manera de conservar a los manatíes es establecer áreas protegidas de tamaño
suficiente que contengan los recursos que los manatíes necesitan y donde cualquier actividad que
amenace el bienestar de la especie (ya sea la caza, la pesca con redes, la navegación o el desarrollo) esté
limitada o prohibida. Si bien la designación de áreas protegidas que excluyan ciertos tipos de actividades
humanas puede percibirse como perjudicial a nivel económico en el corto plazo, dichas áreas ofrecen la
posibilidad de generar beneficios sustanciales inmediatos, por ejemplo, actividades recreativas reguladas
y oportunidades educativas para el público (siempre y cuando dichas actividades estén diseñadas para
96

que el impacto humano en el hábitat protegido sea mínimo). También producen beneficios económicos a
largo plazo para los residentes de la zona por medio del ecoturismo, la sostenibilidad de los recursos,
etc. Asimismo, estas áreas protegidas pueden servir de puntos de control valiosos para futuros
experimentos ecológicos y análisis comparativos. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y
Atmosférica de Estados Unidos dispone de información útil sobre las áreas marinas protegidas en su
sitio web: http://mpa.gov/information_tools/archives/what_is_mpa.html.
El éxito de la fundación de una nueva reserva o la implementación de un parque existente depende, en
parte, del apoyo que se reciba de distintos segmentos de la sociedad. Además del público general, es
importante no desatender a las culturas tradicionales que viven dentro de los límites del área protegida.
La participación de los pueblos autóctonos u otros en la administración de la reserva les permitirá
valorar su propia importancia, evitará la resistencia a las medidas de protección y mejorará las
posibilidades de éxito.
En los casos donde sea imposible o poco práctico excluir las actividades humanas, la mejor alternativa
puede ser establecer una reserva de la biosfera. En una reserva de la biosfera, las poblaciones humanas
del lugar no deben abandonar el área protegida; en lugar de ello, se define un sistema de zonas en la
región. La zonificación designa ciertas áreas de una región que se deben mantener intactas en forma
permanente (por ejemplo, las áreas de reproducción) y otras áreas donde se puede permitir una
extracción controlada de ciertos recursos para la subsistencia. Sin embargo, el sistema requiere contar
con bastante información sobre la especie y la región que se desean proteger. El proceso de selección de
zonas tiene en cuenta los derechos de los pueblos afectados por la designación del área protegida e
incluye disposiciones para que los residentes participen en el proceso de toma de decisión.
Un ejemplo de una reserva de la biosfera es la Reserva de la Biosfera Maya de Guatemala. La reserva
cuenta con el reconocimiento de las Naciones Unidas, ya que protege 1.5 millones de hectáreas de selva
subtropical. Está dividida en tres zonas: (1) un núcleo en el que sólo se permiten actividades de
investigación, conservación y ecoturismo, (2) una zona de usos múltiples en la que los recursos naturales
se pueden explotar y extraer de manera sostenible, conforme a las leyes establecidas por el gobierno y
(3) una zona neutral donde se promueven y llevan a cabo actividades de conservación para proteger el
territorio. Se puede encontrar más información sobre este tipo de reserva en http://www.condesan.org/e-
foros/biosf/biosf4_9.htm.
Los países del Gran Caribe que no han firmado ni ratificado el Protocolo SPAW ni la Convención de
Ramsar deben hacerlo de inmediato y, además, deben intervenir en la consolidación de las reservas de la
biosfera como herramientas de conservación, adecuadas para las necesidades ambientales, culturales y
socioeconómicas de la región. La gestión de zonas aisladas también es una manera propicia de lograr los
objetivos del Plan de Acción de la región del Gran Caribe para la protección y conservación de los
mamíferos marinos.
Como se indicó anteriormente, se deben incorporar metas y objetivos de gestión adecuados en las áreas
marinas protegidas actuales y futuras para aumentar su valor para la conservación de los manatíes.
Además, es conveniente establecer mecanismos específicos para contar con contribuciones
multidisciplinarias con el fin de elegir, modificar, planificar e implementar la gestión de las áreas
marinas protegidas. Es necesario crear un plan de gestión ecosistémico integral que contemple factores
socioeconómicos para cada área protegida (o de gestión especial). Se puede promover un marco legal
que permita generar fondos por medio del cobro de una entrada (es decir, una tasa de usuario) al área
protegida.
97

3.1.3.3. Aplicar las leyes correspondientes
La aplicación de las leyes actuales puede ser problemática, particularmente por el nivel de pobreza de
muchos países de la región y por la falta de personal en los organismos de seguridad. Sin embargo, hay
que reconocer que incluso en un país rico como Estados Unidos, la aplicación de las leyes actuales que
protegen a los manatíes no es correcta y la eficacia de dichas normas es poco clara (U.S. Fish and
Wildlife Service 2001). Por lo tanto, la falta de fondos para respaldar la aplicación de las leyes y
cuantificar la efectividad de los programas constituye un problema general.
Los manatíes deben continuar siendo una especie protegida, como lo disponen las leyes de la mayoría de
los países del Gran Caribe. Los países de la región deben ratificar el Protocolo SPAW, la convención de
la CITES y la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias si aún no lo han hecho. La
Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias (también denominada CMS o
Convención de Bonn) apunta a conservar las especies marinas, terrestres y avícolas en todo su territorio.
Es un tratado intergubernamental sobre la conservación de la vida silvestre y los hábitats a escala global
que cuenta con el amparo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Leyes para disminuir/prohibir la pesca con redes: En general, se desconoce la incidencia de los
enredos accidentales en la mortalidad o las heridas de los manatíes. No obstante, dado que es una de
las mayores amenazas inmediatas para los manatíes de la región, la pesca con redes en los ríos se
debe prohibir. Para ello, es necesario crear, implementar y aplicar normas pertinentes. Se debe
controlar la colocación ilegal de redes a lo largo o cerca de las desembocaduras de los ríos, ya que
bloquean el acceso a los ríos y las lagunas.
Resulta fundamental restringir la pesca en las zonas que los manatíes utilizan para reproducirse o educar
a las crías. Se deben recopilar datos sobre la frecuencia de los enredos y las características de los
diferentes equipos de pesca y los métodos que se emplean en estos incidentes. Al aprovechar al máximo
las oportunidades para recopilar datos sobre los enredos accidentales, será posible ampliar los
conocimientos sobre este problema e identificar maneras para resolverlo.
Para tratar temas relacionados con los enredos accidentales, es necesario entablar vínculos con las
autoridades de pesca y las partes interesadas. La cooperación entre los pescadores locales, las
autoridades y los investigadores puede ser útil a la hora de descubrir y promover prácticas de pesca más
adecuadas que eviten los enredos accidentales de manatíes. Las medidas de gestión deben tener en
cuenta factores socioeconómicos que identifiquen medios de subsistencia alternativos para los
pescadores desplazados. También es importante reconocer que la modificación de los equipos o las
prácticas de pesca puede tener un efecto negativo inesperado en otras especies. Por ende, antes de
implementar formalmente cualquier equipo o práctica de pesca, es necesario determinar su eficacia. La
creación de material educativo sobre la mortalidad que provoca la actividad pesquera puede ayudar a
concientizar a las comunidades locales. Una campaña de concientización pública desarrollada para las
partes interesadas pertinentes también puede contribuir a fomentar vínculos con las autoridades
correspondientes. La campaña también debe incentivar la participación del público en las iniciativas
para mitigar/disminuir la interacción de la actividad pesquera con los manatíes.
Leyes contra la caza de manatíes: La explotación directa de los manatíes generalmente se produce por
la demanda de productos o mercancías (por ejemplo, carne, grasa, aceite, esculturas de hueso). En
algunos países, parece que la caza ilegal está desapareciendo. Pese a esta tendencia, la captura de
apenas algunos manatíes por año puede representar la diferencia entre un crecimiento o una
98

disminución en una población de manatíes reducida. Se deben tomar iniciativas para inculcar a las
comunidades que (a) la caza de manatíes es ilegal, (b) los manatíes tienen otros valores y no son sólo
mercancías, y (c) los programas bien diseñados que conservan a los manatíes generan ciertos
beneficios para la conservación y la productividad de los ecosistemas. Al llevar a cabo estos programas
de educación/concientización, es posible que la presión del grupo para no cazar sea tal que el problema
desaparezca. En caso contrario, en primer lugar, se debe dar una advertencia a los cazadores. Si eso
tampoco funciona, se los debe arrestar, para que sirvan de ejemplo para los demás infractores.
3.1.3.4. Disminuir las muertes y los daños causados por los humanos
El mantenimiento y la consolidación de las normas son vitales para disminuir las muertes y los daños
causados por los humanos. Los datos sobre la mortalidad de los manatíes pueden resultar útiles para
formar una noción del efecto que tienen determinadas amenazas en una población particular de
manatíes. Si los datos se recopilan sistemáticamente durante un período prolongado, se pueden utilizar
para guiar las iniciativas de gestión, aplicación de las leyes y educación y, por lo tanto, para contribuir a
mejorar la conservación. Los cadáveres se pueden aprovechar para realizar estudios anatómicos y
genéticos, entre otros.
Figura 26. Un manatí con cicatrices permanentes causadas
por embarcaciones. (Fotografía gentileza del Mote Marine
Laboratory).
99
Choques con embarcaciones: pueden matar
o herir a los animales hasta el punto de
dejarlos impedidos para la reproducción.
En Belice, por ejemplo, las colisiones con
embarcaciones fueron la principal causa de
muerte de los manatíes entre 1996 y 2003
(Auil y Valentine 2004). En Florida, los
choques con embarcaciones representan la
mayor causa identificada de muerte de los
manatíes (U.S. Fish and Wildlife Service
2001) y constituyen aproximadamente
entre el 20% y el 30% de la mortalidad
anual (hasta 98 manatíes por año; Marine
Mammal Commission 2006). Además, las
embarcaciones hieren gravemente a los
manatíes y, por lo tanto, pueden
comprometer su salud y hacer que
sucumban más fácilmente a las
enfermedades y otros factores. Existen
zonas de velocidad náutica regulada en
Florida, pero su implementación y
efectividad a la hora disminuir la
mortalidad resultan temas controvertidos.
Los gobiernos locales y nacionales del Caribe
deben trabajar para educar a las partes
interesadas sobre el riesgo de herir y matar a
los manatíes durante la navegación. También
es necesario iniciar un sistema para registrar
las colisiones con embarcaciones, a fin de

determinar los índices y la distribución de los choques. Asimismo, se deben tomar medidas para
administrar el tráfico náutico en los hábitats que frecuentan los manatíes, limitar el acercamiento de las
embarcaciones a los ejemplares y mejorar el diseño de los barcos y las hélices. Estas y otras
recomendaciones sobre el comportamiento de los humanos con los mamíferos marinos aparecen en
Reynolds y Wells (2003).
3.1.4. Promover la cooperación y el intercambio de información sobre la conservación de los
manatíes a nivel nacional y regional
Se debe incentivar la difusión de los resultados de todas las investigaciones científicas a través de foros
públicos y científicos pertinentes de la región del Gran Caribe y de todo el mundo. Es necesario contar
con la cooperación internacional para crear mejores programas educativos y de investigación y para
detener la pesca furtiva de manatíes a nivel regional. Por ejemplo, la cooperación internacional de
Belice, Guatemala y Honduras es fundamental para erradicar la pesca de manatíes en Port Honduras.
Podría establecerse un grupo de trabajo sobre los manatíes en esta región, a fin de elaborar un programa
de educación/concientización para las comunidades locales. El National Manatee Working Group de
Belice ya ha colaborado con especialistas de México y Estados Unidos para determinar prioridades de
investigación y crear programas educativos e iniciativas de conservación pensadas para detener la pesca
furtiva de manatíes. Esta iniciativa debe extenderse a otros países para crear un grupo de trabajo
internacional que se reúna anualmente.
Este es un aspecto en el que el Programa para el Medio Ambiente del Caribe podría desempeñar una
función coordinadora sumamente efectiva. Por ejemplo, el Programa podría crear un proceso sistemático
para que los países del Gran Caribe aportaran información sobre nuevos programas, la efectividad de los
programas actuales y problemas de conservación relacionados con los manatíes y su hábitat. Esta
información se intercambiaría periódicamente (es decir, semestralmente) entre todos los gobiernos y las
organizaciones que cooperan en esta iniciativa.
3.1.4.1. Crear planes nacionales de recuperación o actualizar los existentes y organizar equipos de
recuperación
El anteproyecto del Plan de Acción sobre mamíferos marinos para la región del Gran Caribe (MMAP)
recomienda diseñar un plan nacional de recuperación si las poblaciones de mamíferos marinos se
encuentran sometidas a una o más de las siguientes situaciones:
sobreexplotación,
supervisión inadecuada o aplicación irregular de las normas de protección, y
degradación del hábitat y otros factores (enfermedades, etc.).
Las poblaciones de manatíes sufren estos problemas en la mayor parte de su territorio. Para garantizar la
supervivencia permanente de las poblaciones de manatíes, se recomienda que los países creen planes
nacionales de recuperación o actualicen los que tienen. Los planes de recuperación proponen protocolos
para proteger y desarrollar la especie o las poblaciones. El plan debe enumerar las metas, los objetivos,
las pautas, los datos necesarios, una justificación de los programas de investigación y gestión y un
cronograma de implementación para las actividades diseñadas con el fin de mejorar la preservación de la
especie. Dicho plan debe adaptarse a las necesidades y condiciones específicas de cada país. Los planes
de recuperación de Colombia, Costa Rica, Belice, Florida, Guatemala, Venezuela, Estados Unidos y
Puerto Rico se pueden usar como ejemplos. Se pueden descargar ejemplares de algunos de los planes de
recuperación en los sitios web de cada organismo nacional del medio ambiente. El plan de recuperación
100

para los manatíes de Florida se encuentra en el sitio web del Servicio de Pesca, Fauna y Flora de
EE. UU., http://www.fws.gov/northflorida/Manatee/Documents/Recovery%20Plan/MRP-start.pdf.
Los planes nacionales de recuperación se deben basar en los mejores datos disponibles de cada país y
deben incluir una lista comentada de las actividades que se adoptarán en los campos de conservación,
investigación científica, aplicación de las leyes y educación. También deben incluir, en la medida de lo
posible, un plan de contingencia para los efectos de hechos catastróficos (por ejemplo, derrames de
petróleo, huracanes, epizootias), un protocolo para el rescate y la rehabilitación de manatíes
desamparados o heridos, y pautas para la liberación y reintroducción de animales rehabilitados en el
hábitat. Se puede consultar a la Red Caribeña de Varamientos de Puerto Rico sobre los últimos aspectos,
dada su experiencia en intervenciones con manatíes heridos. Se recomienda elaborar y distribuir una
lista de personas y organismos disponibles para ayudar en dichos casos.
El plan de recuperación se debe revisar y actualizar al menos cada cinco años para que refleje los
cambios en la información disponible, los directivos de los organismos, el estado de las amenazas u
otros factores. Además, debe enumerar los criterios para determinar el estado de la especie (véase la
definición anterior) y para evaluar los avances en pos de los objetivos de recuperación. El Plan de
Acción sobre mamíferos marinos para la región del Gran Caribe considera que una población se está
recuperando si:
es estable o está en crecimiento,
el hábitat es adecuado para las necesidades de dicha población y
las amenazas (directas de la especie o indirectas para el hábitat) se han identificado y están bajo
control.
En la elaboración de este plan de recuperación deben intervenir investigadores, especialistas en
conservación, administradores, legisladores, funcionarios gubernamentales, y organizaciones no
gubernamentales, comunitarias y de base. Este grupo de expertos debe integrar el equipo nacional de
recuperación, encargado de coordinar la implementación de las actividades de recuperación y de
supervisar y evaluar el avance del plan de recuperación a nivel nacional. La creación de equipos
nacionales de recuperación no es costosa, pero es posible que al menos una parte del trabajo necesario
para implementar un plan correctamente requiera la participación de personal pago. En muchos casos,
las redes integradas totalmente por voluntarios no han tenido éxito a la hora de mantener programas
críticos a largo plazo. Podrían celebrarse acuerdos bilaterales con países que ya han desarrollado sus
planes de recuperación para contribuir con la elaboración de estos planes en otros países.
3.1.4.2. Establecer una red de información y cooperación
3.1.4.2.1. Red regional de manatíes
La fundación de una red regional de manatíes es de gran importancia para el Gran Caribe. La red
facilitaría el intercambio de información entre investigadores, administradores y estudiantes. También
permitiría coordinar iniciativas e intercambiar experiencias con personas con intereses de educación y
conservación similares. La creación de una biblioteca centralizada es vital. Gran parte de la información
que se genera sobre los manatíes en los países del Gran Caribe no llega a un público amplio porque no
es fácil de conseguir. Sin embargo, muchos informes, tesis y artículos están en formato electrónico y se
deben colocar en una base de datos electrónica a la que la gente pueda obtener acceso en Internet.
101

Este abordaje ya está en marcha. El Mote Marine Laboratory (Florida, EE. UU.; www.mote.org) ha
comenzado a organizar una biblioteca de archivos PDF sobre los manatíes que ha puesto a disposición
del PNUMA y otros. En un marco más amplio, la Comisión de Mamíferos Marinos de EE. UU. (que ha
respaldado el trabajo del Grupo de Especialistas en Sirenios de la IUCN durante muchos años) está
planeando abrir una biblioteca de archivos PDF sobre sirenios en su sitio web. Asimismo, algunos
grupos de investigación locales han publicado sus informes y boletines en línea para que quien lo desee
pueda consultarlos sin cargo. Por ejemplo, en Costa Rica, la Fundación Salvemos al Manatí puso varios
documentos electrónicos a disposición del público en su sitio web (http://www.fundacionmanati.org).
Por otro lado, el uso de una red de correo electrónico entre todas las instituciones que participan en la
investigación sobre los manatíes en la región puede acelerar el intercambio de información.
Un sistema regional de intercambio de información mejoraría la cooperación entre los grupos que
actualmente realizan investigaciones sobre los manatíes en el Gran Caribe. Los investigadores de
sirenios tienen la ventaja de trabajar con una cantidad reducida de especies que está distribuida en una
zona relativamente limitada, en comparación con otros grupos de especialistas en mamíferos marinos.
Esto permite que los profesionales que intervienen en la conservación de los manatíes en el Caribe
trabajen prácticamente a nivel local, lo que implica que se cuenta con la gran ventaja de que la
coordinación de las actividades es mucho más fácil y los niveles de burocracia son menores. Los
boletines actuales del Grupo de Especialistas en Sirenios de la IUCN/SSC, SIRENEWS, Sirenian
International y The Society of Marine Mammalogy se deben considerar canales valiosos para el
intercambio de información. Como ya existen, no se necesitan fondos ni tiempo para desarrollar otro
mecanismo de difusión de noticias.
3.1.4.2.2. Coordinador de la red regional de manatíes
Se debe seleccionar un coordinador de la red regional de manatíes para facilitar la coordinación de las
actividades relacionadas con los manatíes en la región. Las responsabilidades del coordinador serán
recopilar, centralizar y difundir toda la información sobre los manatíes, coordinar todas las actividades
de investigación y gestión de los manatíes, e identificar fuentes pertinentes de financiación para
proyectos específicos. Para garantizar que la persona elegida sea experta en la biología de los manatíes y
sea capaz de trabajar bien en equipo, la selección se puede llevar a cabo con el asesoramiento del
presidente del Grupo de Especialistas en Sirenios de la IUCN.
102

3.2. INVESTIGACIÓN Y MEDIDAS DE CONSERVACIÓN A LARGO PLAZO
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
El siguiente texto aporta una perspectiva bastante integral sobre la investigación que resultaría útil para
generar conocimientos sobre los manatíes y protegerlos. Muchos países no cuentan con programas de
investigación permanentes, mientras que otros prácticamente han implementado todos los componentes.
En el caso de aquellos países donde la investigación es escasa o nula, cabe destacar que, para que un
programa prospere, hace falta bastante tiempo, dedicación y financiación. Por ello, es importante que
esos países tomen medidas graduales. No hay que perder la motivación por la magnitud de un programa
integral. Todas las medidas que se tomen en pos de una iniciativa como esta pueden resultar sumamente
útiles.
Se debe reconocer que se ha trabajado en forma exhaustiva con los manatíes de Florida, pero el modelo
de EE. UU. para ciertos tipos de investigación a veces puede ser innecesariamente costoso. Por ende, los
países que aspiren a iniciar un programa de investigación y a desarrollar las competencias locales deben
considerar otros modelos (por ejemplo, las operaciones de captura y etiquetado que llevaron a cabo el
Dr. Morales-Vela, el Dr. Olivera Gómez y sus colegas en México) como alternativas efectivas y
rentables.
La investigación debe apuntar, en la mayor medida posible, a dar respuestas claras a preguntas
relacionadas con la conservación (investigación aplicada), y no a asuntos vinculados con la biología
general de los manatíes (investigación básica). Esto cobra particular importancia en los lugares donde
los fondos son muy limitados. Se debe hacer hincapié en el reconocimiento de la incertidumbre
científica y en la cuantificación e incorporación de dicha incertidumbre en la toma de decisiones. Esto
requiere no sólo el desarrollo y la aplicación de métodos científicos novedosos, sino también la
inculcación de nuevos puntos de vista en la cultura sociopolítica. Todos los métodos de investigación
invasiva deben cumplir con normas aceptadas internacionalmente, metodologías científicas, etc., para
poder recibir fondos e implementarse.
Los estudios a largo plazo de animales identificados individualmente (denominados estudios
longitudinales) pueden resultar costosos y además exigen financiación a largo plazo. No obstante, los
estudios longitudinales se recomiendan para evaluar el ciclo vital, el territorio y la distribución, el efecto
de los contaminantes y la salud general de los animales. Incluso con recursos mínimos se pueden iniciar,
ampliar o impulsar varios de estos estudios, que mejorarían la noción que existe de las poblaciones de
mamíferos marinos en las áreas costeras y sus alrededores. Dichos estudios pueden exigir la aplicación
de técnicas no letales pero invasivas, lo que supone el riesgo de que se produzcan situaciones de acoso.
Por lo tanto, se deben emplear protocolos estándar y varios investigadores experimentados deben
supervisar a todos los participantes. Asimismo, los participantes deben recibir capacitación para respetar
los protocolos y se deben implementar sistemas nacionales de permisos. No se deben utilizar métodos
letales para la investigación de especies protegidas como el manatí del Caribe.
3.2.1.1. Estado y distribución
Se deben implementar estudios de investigación para analizar las distribuciones naturales de los
manatíes y examinar cómo varían con el tiempo o en función de otros factores naturales.
Sondeos aéreos: Los sondeos aéreos se han utilizado mucho para determinar la abundancia y la
distribución de los manatíes y su uso de los hábitats del Gran Caribe. Sin embargo, es importante
destacar que existen diferentes técnicas para realizar sondeos aéreos y que el uso de una técnica en
103

particular debe depender de los objetivos del proyecto de investigación (véase el sitio web del Mote
Marine Laboratory, www.mote.org). Tipos básicos de sondeos aéreos que se utilizan periódicamente
para evaluar las poblaciones de sirenios: sondeos de distribución, sondeos de búsqueda intensiva y
sondeos de secciones transversales.
En algunos pero no en todos los casos, los sondeos aéreos pueden aportar datos y contribuir a verificar la
información sobre la distribución de los manatíes recopilada por medio de entrevistas. Dado que los
sondeos aéreos pueden resultar muy costosos para los países en vías de desarrollo, se pueden llevar a
cabo sólo dos veces por año, una vez que se disponga de suficiente información general, a fin de
aprovechar al máximo su utilidad. Los sondeos se deben realizar utilizando un recorrido y un método
sistemáticos (el tipo de aeronave, la velocidad, la altitud, la cantidad de observadores, etc.) para poder
hacer comparaciones significativas entre los sondeos (Morales-Vela et al. 2000). Es importante que
participen observadores con experiencia en búsqueda de sirenios y detección de indicios sutiles de su
presencia. Por otro lado, al emplear siempre a los mismos observadores y pilotos, disminuyen las
posibilidades de parcialidad.
En los lugares donde la información es escasa o nula, los sondeos iniciales deben abarcar toda la costa
(incluso las zonas donde se sabe que hay o hubo manatíes) y se deben realizar búsquedas exhaustivas en
las áreas donde se prevé que hay densidad de población. Estas áreas pueden ser desembocaduras de ríos,
ensenadas y lagunas resguardadas, o lugares identificados durante las investigaciones preliminares. Si
los sondeos aéreos se repiten periódicamente, es probable que revelen tendencias de la cantidad de
individuos y su distribución. Una vez que se hayan establecido los patrones de distribución, puede
resultar rentable centrar la mayoría de los sondeos (aunque no todos) en zonas donde se sepa que hay
manatíes.
Sondeos en barco: Los sondeos en barco se deben dedicar a las zonas de mayor densidad. Una vez
que se hayan acopiado los datos básicos, y suponiendo que se dispone de fondos, las iniciativas
podrían concentrarse en la supervisión intensiva de algunos ejemplares silvestres a través de
radiotelemetría, con el fin de obtener información detallada sobre sus movimientos y el uso del
hábitat.
Estudios de telemetría: El gasto que supone la telemetría suscita el análisis de un tema general
importante: es fundamental evaluar minuciosamente la pregunta de investigación que se plantea y
garantizar que se desarrolle un diseño experimental que aporte respuestas claras y útiles a dicha
pregunta. Sería sumamente desafortunado si se invirtiera una suma considerable de dinero en una
investigación mal diseñada que, en última instancia, generara muy poca información útil, en especial
en países con fondos limitados. En una primera instancia, se deben utilizar pocas etiquetas VHF.
Luego, la cantidad se puede incrementar como corresponda. El uso de etiquetas satelitales más
costosas sólo se debe emprender si se han acumulado datos generales y los investigadores conocen
bien las técnicas. Los individuos a los que se les hace el seguimiento por radio pueden aportar datos
sobre la conducta y la estructura social de los manatíes.
104

Figura 27. Los sondeos aéreos y en barco son técnicas fundamentales para estudiar los diferentes aspectos de la biología de
los manatíes. (Fotografías gentileza del Mote Marine Laboratory)
Figura 28. Biólogos investigadores realizando un seguimiento de manatíes etiquetados en la bahía de Chetumal, México.
(Fotografías de Benjamín Morales-Vela y Humberto Bahena-Basave, ECOSUR).
3.2.1.2. Información biológica que permite descubrir aspectos vitales de la dinámica
población
Las amenazas, tanto naturales como antropogénicas, se deben identificar y controlar (y cuantificar, si es
posible) para obtener una noción de su importancia relativa y para priorizar las medidas normativas y de
mitigación que correspondan. Las amenazas actuales para la existencia de los manatíes son la pesca
furtiva, los enredos accidentales en redes de pesca, los efectos del cambio climático (por ejemplo, el
aumento de la incidencia de los huracanes), la pérdida del hábitat, la contaminación, el tráfico náutico
105

(por el ruido, las alteraciones y las colisiones), la ingestión de residuos, las líneas de monofilamento y
los anzuelos, y el vandalismo. Los posibles conflictos entre los manatíes y las actividades humanas
regionales, como la pesca, la deforestación y la construcción de canales y represas, se deben identificar y
controlar. También se deben obtener datos de referencia sobre enfermedades y parásitos comunes en los
manatíes del Gran Caribe y su función en la mortalidad natural de la especie.
Los varamientos de manatíes también les dan a los científicos la posibilidad de recopilar información
biológica básica, por ejemplo, dónde habita una especie en un lugar determinado. Un mamífero marino
varado es un mamífero marino muerto que se encuentra en una playa o que flota cerca de la costa, o un
mamífero marino vivo que se encuentra en una playa o en aguas tan poco profundas que no puede
desplazarse y continuar con su actividad normal. La definición hace referencia a individuos muertos,
varamientos masivos o hechos de mortalidad inusuales (la muerte inesperada y significativa de una
población marina que demanda una respuesta inmediata). Los cadáveres recuperados en las costas o las
víctimas de enredos accidentales en redes de pesca pueden aportar información valiosa sobre los
parámetros del ciclo vital y también pueden facilitar el cálculo de cifras realistas sobre las amenazas y
las muertes que provocan los humanos.
Tanto Florida como Puerto Rico pueden servir de modelo para la implementación de programas de
varamientos. Es necesario capacitar al personal para que utilice las técnicas de muestreo adecuadas, para
archivar las muestras, y crear y mantener una base de datos de resultados. Una lista de los veterinarios
de la región especializados en mamíferos marinos sería un excelente recurso para un caso de
emergencia. Se necesita la cooperación de los países de la región, ya que los manatíes atraviesan las
fronteras nacionales. Por lo tanto, hace falta estimular las iniciativas actuales y poner en marcha nuevas
medidas a nivel local, nacional y regional para desarrollar redes de varamientos activas. Se recomienda
que las redes de varamientos actuales con integrantes/socios del Protocolo SPAW capaciten y asistan a
los países que carecen de estas competencias. La capacitación debe estar dirigida, entre otros, a
veterinarios, epidemiólogos y químicos analíticos. En ese sentido, el U.S. National Marine Fisheries
Service ha patrocinado talleres regionales de capacitación (por ejemplo, en Trinidad y Tobago en 2006)
y planea implementar más cursos de este tipo.
3.2.1.3. Iniciativas coordinadas a nivel regional
Cooperación en la investigación: En noviembre de 2006, se lanzó una iniciativa para poner en
marcha actividades regionales en parte del Caribe con la creación de un grupo cooperativo de
investigadores de manatíes que trabaja en Mesoamérica. Los objetivos del grupo son desarrollar
proyectos de investigación e iniciativas de conservación en la región, que se extiende desde la zona
central de México hasta Panamá. El grupo se compone de dos o tres investigadores locales de cada
país mesoamericano más un investigador invitado de Venezuela. La intención del grupo es ofrecer
ayuda a todos los integrantes para el uso de las técnicas de campo, siempre que sea posible. Dado
que algunos países tienen más experiencia en ciertas técnicas, como la radiotelemetría, los
investigadores de estos países más avanzados tecnológicamente pueden ayudar a capacitar a los
investigadores de otros países que estén interesados en emplear las mismas técnicas o técnicas
similares. Este tipo de cooperación se debe aplicar a otras zonas del Caribe, ya que el principal
objetivo del trabajo de conservación de los manatíes es estudiar, proteger y conservar a la especie en
toda la región. El grupo de investigación mesoamericano propuso una serie de recomendaciones para
la región que se pueden aplicar a otras partes del Caribe.
106

Otro ejemplo de colaboración regional es el inicio de un plan de gestión trinacional para los manatíes
en el sur de Mesoamérica, más específicamente, en Nicaragua, Costa Rica y Panamá. El plan de
gestión es una iniciativa conjunta de organizaciones locales de cada uno de los tres países: la
Fundación Amigos del Río San Juan de Nicaragua, la Comisión Ambiental del Departamento de San
Carlos y la Fundación Manatí de Costa Rica, y la Asociación de Amigos y Vecinos de la Costa y la
Naturaleza, la Fundación Natura y la Autoridad Nacional del Ambiente de Panamá.
Áreas protegidas multinacionales: Los animales no respetan los límites políticos, por lo que el
trabajo regional es sumamente importante. En efecto, los problemas que los manatíes pueden
afrontar en un país podrían afectar a las poblaciones adyacentes si, por ejemplo, los animales están
protegidos en un país pero tienen que huir de la caza en el país vecino. Por ende, la protección debe
plantearse a gran escala. Las áreas protegidas de las costas de varios países pueden servir de
corredores para que los manatíes emprendan largos recorridos. Un ejemplo de este tipo de protección
a gran escala es el Corredor Mesoamericano, que está formado por siete países centroamericanos
(Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá) y los cinco estados
del sur de México (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán). Los ecosistemas
marinos de esos países albergan los manglares más grandes y mejor conservados del Caribe (UNEP
1999).
Algunos países mesoamericanos disponen de áreas costeras protegidas que se superponen. Esto es lo
que sucede en el Santuario del Manatí de la Bahía de Chetumal del sur de México y el Santuario de
Vida Silvestre de Corozal Bay del norte de Belice. Otros países cuentan con reservas de la biosfera
que abarcan varias áreas protegidas. La Reserva de la Biosfera del Sureste incluye siete áreas
protegidas que se ubican entre Nicaragua y Costa Rica: la Reserva Natural Cerro Silva, la Reserva
Natural Punta Gorda, la Reserva Biológica Indio Maíz, el Refugio de Vida Silvestre Río San Juan, el
Refugio de Vida Silvestre Los Guatuzos, el Monumento Nacional Archipiélago de Solentiname y el
Monumento Histórico Fortaleza de la Inmaculada Concepción de María. Esta biosfera tiene un total
2
de 7,859 km de superficie protegida en los dos países. Asimismo, la reserva alberga cuatro
humedales Ramsar: el Sistema de Humedales San Miguelito, el Sistema de Humedales Bahía de
Bluefields, el Refugio de Vida Silvestre Río San Juan y el Refugio de Vida Silvestre Los Guatuzos.
Estudios de desplazamientos transfronterizos: Este tipo de iniciativa de conservación a nivel regional
es muy importante, porque se sabe que los manatíes se desplazan de un país a otro. Los datos más
recientes que se obtuvieron con los animales etiquetados indican que los habitantes del área
protegida de la Bahía de Chetumal de México viajan a Southern Lagoon en Belice. Este recorrido
representa una distancia de más de 260 km (com. pers. de B. Morales-Vela y N. Auil). Este es el
primer registro de un recorrido de tanta distancia y de los desplazamientos transfronterizos de los
manatíes en la región. Es por esto que se recomienda que los países donde se encuentra el T.
manatus formen parte de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias. El T.
manatus figura en el Apéndice I de la Convención y, por ese motivo, las partes de la CMS deben
esforzarse por proteger a esta especie en particular, conservar o restaurar los lugares donde vive,
mitigar los obstáculos de la migración y controlar otros factores que puedan poner en peligro a la
especie (CMS 2004). Los estudios sobre los desplazamientos transfronterizos pueden ayudar a
identificar si los animales están migrando o dispersándose. Por otro lado, el análisis de los patrones
de desplazamiento puede determinar si el movimiento de los animales fuera de su área es una
conducta natural o el resultado de la presión antropomórfica. La segunda situación se registró en
Belice, donde los manatíes dejaron de visitar Swallow Caye cuando se permitió la implementación
107

de programas para nadar con manatíes sin supervisión (Auil 1998).
Estudios genéticos regionales: En la actualidad, hay dos laboratorios que llevan a cabo este tipo de
análisis: la Universidad de Florida y el Mote Marine Laboratory. Los manatíes que se desplazaban
entre México y Belice eran machos que podrían haber estado reproduciéndose en dos áreas
geográficas. Los estudios genéticos pueden aportar datos sobre la paternidad y la subestructura de la
población. Los cálculos del nivel de variación genética también pueden servir de indicadores de la
estabilidad de una población en particular (com. pers. de S. Carney). Las técnicas genéticas deben
emplear una gran cantidad de loci microsatélites más variables que los que se encuentran
actualmente en la bibliografía (García-Rodríguez et al. 2000). Esto definiría más la variabilidad
genética y, por ende, generaría información más específica sobre la composición genética de los
individuos de diferentes regiones.
3.2.1.4. Controlar el cambio climático y su efecto en la distribución y la supervivencia de los
manatíes
Las influencias naturales y antropomórficas que afectan el cambio climático son complejas y dinámicas,
por lo que es difícil analizarlas en relación con la salud de los mamíferos marinos. Si bien el efecto
potencial del cambio climático en los mamíferos marinos no se ha investigado mucho, en Florida, los
huracanes y otras tormentas intensas se relacionan con la disminución de los índices de supervivencia de
los adultos en las zonas donde ocurren (Langtimm y Beck 2003). La disminución de la supervivencia de
los manatíes podría deberse a la muerte directa o indirecta y/o a la emigración de la región a causa de las
tormentas. Si la intensidad y predominancia de los huracanes verdaderamente se relacionan con el
cambio climático, como sugieren algunos investigadores (Langtimm y Beck 2003), entonces es posible
que el cambio climático tenga efectos directos notables en la supervivencia de los manatíes y tal vez
otros mamíferos marinos. Por ejemplo, en el norte de Australia, al menos 27 dugones se quedaron
varados después de que un ciclón tropical de vientos de hasta 185 km/h golpeara la costa sudoeste, el
Golfo de Carpentaria. La marea de la tormenta también causó el varamiento de otros animales marinos,
entre otros, más de 500 tortugas verdes (Chelonia mydas), tiburones y peces (Marsh 1988). Si bien esto
no ha sucedido con los manatíes, se deben evaluar los efectos de los huracanes más fuertes en el hábitat
y los ecosistemas acuáticos relacionados.
Además de los cambios radicales en la conducta o la distribución debido al cambio climático, puede
haber otros cambios más sutiles en la fisiología, la bioquímica o la genética de la especie afectada. Estos
se deben analizar mediante el uso concienzudo de bioindicadores ambientales (biomarcadores), así como
se evalúan los efectos de la exposición a contaminantes o biotoxinas.
3.2.2. Supervisar las condiciones del hábitat
En términos amplios, el hábitat abarca todo el ecosistema del que depende una especie o población. El
hábitat de los manatíes se degrada y destruye a causa del desarrollo costero, el aumento del ruido que
producen las embarcaciones, ciertas prácticas pesqueras, la introducción de contaminantes y el cambio
climático. Los ambientes costeros se ven expuestos a una enorme gama de contaminantes, por ejemplo,
organoclorados, metales pesados, residuos e hidrocarburos del petróleo provenientes de diversas fuentes
marinas y terrestres, entre otras, actividades industriales y agrícolas. El posible grado de alteración y
degradación del hábitat es inmenso y duradero, y las especies costeras como los manatíes son
particularmente vulnerables. No obstante, los efectos de las actividades humanas en los hábitats de los
manatíes no se conocen del todo y se controlan de manera sumamente irregular.
108

Entre las medidas necesarias para supervisar eficazmente la calidad del hábitat se encuentran describir
las distribuciones de los manatíes e investigar cómo las distribuciones varían con el tiempo en función
de factores naturales. Se deben implementar tareas de investigación y control para evaluar la
degradación y contaminación del hábitat, en especial en países con numerosas fuentes agrícolas e
industriales de contaminantes del agua de gran escala. También se debe elaborar una descripción
rigurosa de las áreas donde las actividades humanas posiblemente tengan un efecto negativo en el
hábitat de los manatíes. La información generada se debe utilizar para llevar a cabo una evaluación
formal de los riesgos de los efectos acumulativos o interactivos de diversas actividades humanas. Cabe
destacar que los efectos de los contaminantes de las vías fluviales se extienden mucho más allá de los
manatíes e incluso las poblaciones humanas costeras. Por ende, los manatíes podrían convertirse en una
importante especie centinela, cuyo estado podría servir de barómetro de los problemas del ecosistema y
la salud humana. Se han diseñado modelos de programas rentables para iniciar análisis de contaminantes
para los manatíes y otros mamíferos marinos en el Gran Caribe y zonas aledañas (por ejemplo, Wetzel y
Reynolds 2006, Wetzel et al. 2006).
Desde el punto de vista de la gestión, es necesario elaborar pautas y criterios para garantizar que el
desarrollo de la costa y las cuencas hidrográficas no degrade el hábitat de los manatíes. También se
deben designar áreas de interés ecológico donde el desarrollo de la costa y/o las cuencas hidrográficas
esté limitado o prohibido, si corresponde. Las partes interesadas locales deben participar en el diseño y
la implementación de principios sostenibles de desarrollo de las costas y las cuencas hidrográficas.
3.2.2.1. Identificar los requisitos del hábitat y las áreas protegidas de importancia particular para
los manatíes
Es necesario identificar e investigar la distribución de las zonas de alimentación (hierbas marinas y
vegetación acuática de agua dulce), reproducción y parición que frecuentan los manatíes. En última
instancia, esto podría incluir el análisis de las características físico-químicas de las masas de agua que
habitan los manatíes. Estos datos son importantes, dado que la mayoría de los países del Gran Caribe
está sufriendo varias alteraciones debido al desarrollo costero y la expansión de las actividades
turísticas. Contar con información sobre los requisitos del hábitat permitirá detectar cuáles son las áreas
de particular importancia para los manatíes. Ninguna especie puede sobrevivir si su hábitat desaparece.
Por lo tanto, es fundamental identificar, caracterizar y proteger el hábitat de los manatíes, y evaluar y
supervisar los cambios. Los requisitos del hábitat deben figurar en el marco nacional integrado de
gestión de las zonas costeras de cada país.
3.2.2.2. Promover la recuperación de las áreas preferentes de los manatíes que están degradadas
En algunos países, el azolvamiento, el desplazamiento de sedimentos causado por la agricultura y las
aguas residuales que produce el desarrollo industrial y urbano han alterado los hábitats que antes
ocupaban los manatíes. Cuando sea posible, debe recuperarse la condición original de las áreas que los
manatíes han frecuentado históricamente, de modo que la especie pueda volver a utilizarlas.
3.2.2.3. Contaminación del hábitat
Los entornos cercanos a la costa están expuestos a una amplia gama de contaminantes, tanto transitorios
como permanentes. Si bien muchos estudios han detectado niveles considerables de determinados
contaminantes (principalmente, organoclorados y ciertos metales) en los tejidos de los mamíferos
marinos, prácticamente no hay datos que vinculen a los contaminantes con efectos negativos en los
animales (O’Shea et al. 1999).
109

Ubicación de la fuente de contaminación: En el Gran Caribe, en general se reconoce que la
producción agrícola y el desplazamiento de sedimentos han suscitado preocupación por la presencia
de contaminantes en el agua, por ejemplo, pesticidas, exceso de nutrientes y herbicidas. Entre las
medidas necesarias se encuentra identificar los lugares clave donde hay contaminantes u otros
factores que podrían afectar la salud de los manatíes. En esas áreas clave, se deben iniciar estudios
para evaluar (a) los niveles de contaminantes en los sedimentos del entorno, los alimentos de los
manatíes y los tejidos de los ejemplares y (b) los indicadores de diagnóstico clínico de exposición o
efectos. Estos estudios analizan tejidos de manatíes varados, así como de biopsias y manatíes
capturados vivos. Para los estudios, se deben emplear los protocolos estándar actuales para la
recolección y el análisis de muestras y se debe recurrir siempre a los mismos laboratorios de análisis.
Proliferación de algas nocivas: Es necesario supervisar la frecuencia y la intensidad de las
proliferaciones de algas nocivas. En Florida, las circunstancias que contribuyen a las muertes de
manatíes causadas por mareas rojas son la concentración y distribución de los dinoflagelados de la
marea roja (Karenia brevis), el momento y la escala de la formación de grupos de manatíes, la
salinidad y el momento y la persistencia de la proliferación. Se debe evaluar la relación entre la
frecuencia y la intensidad de las mareas rojas, si es posible, en función de factores antropogénicos
como la eutrofización y los cambios climáticos (véase la sección 1.c: Recomendaciones a largo
plazo).
3.2.2.4. Alteraciones acústicas
A menudo, el ruido es una forma de contaminación del hábitat. En las últimas décadas, el ruido
ambiente antropogénico ha aumentado drásticamente en muchas áreas costeras. El ruido puede degradar
la calidad de un hábitat y alterar su salud. Se han registrado respuestas conductuales y fisiológicas al
aumento del ruido ambiente en los mamíferos marinos. Actualmente, se debate si los manatíes pueden
detectar el ruido de los motores de las embarcaciones y cuáles son las frecuencias que detectan más
fácilmente. Sin embargo, un estudio que analiza el comportamiento de los manatíes en presencia de
embarcaciones descubrió que, con frecuencia, estos ejemplares responden a las embarcaciones que se
aproximan y que se encuentran a distancias de hasta 68 metros. En el estudio, los manatíes modificaban
más su velocidad de desplazamiento si la nave que se aproximaba se encontraba en aguas poco
profundas que si se hallaba en aguas profundas. Los manatíes respondían principalmente desplazándose
hacia aguas profundas (canales) y aumentando su velocidad. Desafortunadamente, al nadar hacia los
canales, los animales quedan en el camino de la embarcación antes de llegar a aguas de suficiente
profundidad, donde pueden resguardarse debajo del barco (Nowacek et al. 2004).
Con otro experimento sobre el acercamiento de embarcaciones que se llevó a cabo en aguas profundas,
se descubrió que un ejemplar de estudio que portaba un transmisor de radio se sumergía apenas un barco
cercano comenzaba a avanzar en su dirección. El animal no volvía a salir a la superficie hasta que la
embarcación pasaba y se alejaba 0.6 km del área general (Nowacek et al. 2002). No obstante, se
desconoce la distancia a la que el animal detectaba inicialmente las distintas naves que se aproximaban.
El sonido no se propaga fácilmente en aguas poco profundas, en especial, en las zonas de hierbas
marinas.
Actualmente, no se sabe hasta qué punto los manatíes pueden localizar los sonidos de las embarcaciones
o qué características de los sonidos permiten localizarlos. Sin embargo, los efectos que no son
inmediatamente mortales pueden cobrar importancia y ser nocivos si conllevan cambios en la
reproducción, la migración o los patrones de desplazamiento, la distribución, la recolección de
alimentos, la conducta social, la comunicación, o si, con el tiempo, aumentan el índice de mortalidad.
110

Varias actividades humanas generan ruidos en el medio ambiente marino, por ejemplo, el transporte
comercial, la búsqueda y extracción de petróleo y gas, los dragados y las construcciones en la costa y las
operaciones militares. Los sonidos de baja frecuencia atraviesan grandes distancias, en particular en
aguas profundas, lo que significa que las fuentes locales pueden tener efectos en lugares distantes.
Para disminuir los efectos de las alteraciones sonoras y el ruido subacuático, los países deben adoptar un
protocolo para reducir el ruido en los entornos marinos. Las normas de velocidad náutica pueden
contribuir a disminuir el ruido ambiente, ya que los niveles de ruido de las embarcaciones están
directamente relacionados con la velocidad. Cuanto más rápido se desplaza una nave, más rápido gira la
hélice, lo que produce más turbulencias y ruido. Una embarcación a alta velocidad produce una amplia
gama de frecuencias que supera las condiciones predominantes del ambiente, cuyas frecuencias son de
hasta 20 kHz. Por otra parte, cuando una embarcación se desplaza a baja velocidad y la hélice gira más
lentamente, la turbulencia es mínima y el ruido se reduce en gran medida. El espectro de ruido
dominante en este caso está por debajo de 1 kHz (Gerstein 2002).
Para poder reducir el ruido ambiente, es fundamental identificar áreas clave para realizar estudios piloto
donde el tráfico náutico o ciertas actividades ruidosas se puedan relacionar con la distribución y la
conducta de los manatíes. También habrá que detectar áreas clave para supervisar a largo plazo. Las
investigaciones continuas de los científicos de Estados Unidos pueden aclarar este tema, lo que
permitiría evitar estudios acústicos costosos en el Gran Caribe.
3.2.3. Supervisar y modificar como corresponda los programas de concientización sobre los
manatíes y las medidas de aplicación de las leyes
3.2.3.1. Concientización sobre los manatíes
Todos los programas de educación y concientización pública se deben evaluar periódicamente para
analizar su efectividad en las comunidades o los grupos a los que están dirigidos y modificarlos si es
necesario. La implementación de programas educativos de conservación de los manatíes en las
comunidades cercanas a las futuras reservas se debe promover en forma periódica, por medio de la
inclusión de un componente educativo en todas las áreas protegidas actuales y propuestas. En las áreas
protegidas donde haya manatíes, se deben iniciar un programa educativo para los usuarios del parque y
un programa de interpretación para los visitantes que les informe cuáles son las normas. El personal
local (guardaparques, investigadores, administradores) deben recibir capacitación y los operadores que
manejan embarcaciones dentro y fuera del área deben solicitar una licencia, de modo que todos estén al
tanto del valor del recurso y lo comprendan, respeten todas las normas sobre los manatíes y ayuden a
educar al público.
Dado que las mareas rojas pueden estar relacionadas con factores antropogénicos, se debe desarrollar un
programa para educar al público general sobre las fuentes de contaminantes y sus posibles efectos sobre
los manatíes y las personas. Asimismo, es necesario promover programas de educación y gestión de los
recursos hídricos en los barcos y los puertos de los sectores de pesca, líneas de cruceros y transporte. Se
deben disponer suficientes instalaciones de recepción de residuos marinos en puertos, puertos deportivos
y muelles. Su ubicación debe estar bien publicitada. También se sugiere implementar incentivos para
aquellos que cumplan con la legislación nacional e internacional sobre la prevención de la
contaminación en tierra y en el mar.
111

3.2.3.2. Evaluar y mejorar la efectividad de las leyes actuales
Los países deben evaluar las leyes que conforman la legislación protectora de los manatíes y sus
hábitats. La condición de protección de los manatíes se debe asentar de manera explícita; no se debe dar
por sobrentendida dada la existencia de legislación más general sobre protección de la fauna. Cualquier
ambigüedad que se preste a una doble interpretación de la ley se debe eliminar. Si es necesario, la
legislación se debe ampliar para que contemple temas o conflictos específicos.
La comunicación entre expertos en legislación de cada país permitiría evaluar la legislación a nivel
regional y podría redundar en la actualización y la estandarización de las leyes y las multas en toda la
zona de distribución del manatí. Esto garantizaría que la especie contara con un marco normativo
coherente en todo su territorio. Como se advirtió anteriormente para el caso de las áreas marinas
protegidas, si las leyes no se aplican, la condición legal no sirve de mucho.
3.2.4. Disminuir y controlar las actividades que pueden ser perjudiciales para los manatíes
Actividades acuáticas: Los manatíes son muy movedizos y son capaces de recorrer grandes
distancias. Por ende, pueden encontrarse con embarcaciones. La cantidad de embarcaciones
motorizadas de la región está aumentando, dado que estas reemplazaron a las canoas talladas
tradicionales en los países del Gran Caribe. Para evitar una situación similar a la que hubo en
Florida, se deben regular las velocidades y es necesario designar áreas náuticas en las zonas
preferenciales de los manatíes. Cabe destacar que, gracias a las zonas de baja velocidad, hay menos
erosión en las márgenes, menos turbidez en el agua y menos accidentes fatales. Ciertas alteraciones,
por ejemplo, la práctica de ski acuático, snorkel y buceo, la pesca y el uso de motos acuáticas se
deben regular o prohibir en los alrededores de las áreas de manatíes. Las prácticas relacionadas con
el turismo se deben regular a fin de evitar que los manatíes abandonen las zonas preferenciales o
críticas.
Desarrollo de las áreas costeras: El desarrollo de las áreas costeras se está acelerando en muchas
zonas del Gran Caribe. Si no se planifican bien, muchas de estas actividades pueden afectar
negativamente a las poblaciones de manatíes, dado que causan contaminación, producen mayor
tráfico náutico y turbidez en el agua, y provocan la destrucción de los manglares. Es necesario
considerar estos factores al redactar los planes de gestión de desarrollo de ciertas áreas. También
hace falta incluir políticas sólidas e integrales sobre el tratamiento de las aguas residuales, el
desplazamiento de sedimentos causado por la agricultura, el vertido de contaminantes, la destrucción
de los manglares, la deforestación y la erosión. Junto con las solicitudes de permiso para
implementar obras a gran escala en los hábitats de los manatíes, se deben exigir evaluaciones de
impacto ambiental obligatorias y programas de educación y aplicación de las leyes.
3.2.5. Desarrollar pautas para la observación de manatíes en su hábitat y otras actividades
relacionadas
Los posibles efectos del turismo se deben considerar dentro del contexto general de amenazas causadas
por los humanos, a fin de garantizar que la observación de manatíes se lleve a cabo de manera
respetuosa para los animales, las comunidades humanas locales y los demás turistas (para obtener más
información sobre este tema, véase Reynolds y Wells 2003). Cuando el tráfico náutico es intensivo,
permanente, no está regulado y se encuentra cerca de los animales mientras estos descansan, se
alimentan, cuidan a los más pequeños o se relacionan entre sí, puede alterar dichas actividades y,
posiblemente, causar problemas a largo plazo para las poblaciones. Algunos de los posibles efectos
negativos son:
112

Alteración de la conducta normal.
Más probabilidades de choques con embarcaciones.
Contaminación sonora producida por el aumento del tráfico náutico.
Destrucción/contaminación del hábitat debido al desarrollo costero.
El ecoturismo tiene la posibilidad de beneficiar la conservación de los manatíes. Estos beneficios pueden
surgir, principalmente, a partir de una disminución de la mortalidad de los animales si los ex cazadores
se convierten en guías turísticos. En algunos países, como Belice, ya hay actividades de ecoturismo a
pequeña escala (Auil 1998). Mucha gente está dispuesta a viajar grandes distancias para tener la
oportunidad de observar la vida silvestre en ecosistemas vírgenes. El ecoturismo, si se planifica y
administra correctamente, puede ser positivo para los manatíes, puede representar una fuente alternativa
de ingresos para los cazadores y los pescadores y puede mejorar la economía local en general. En
Florida, los ingresos anuales que producen los miles de turistas que están interesados en ver a los
manatíes y nadar con ellos han contribuido a lograr que el público apoye la conservación de la especie.
Las oportunidades para implementar actividades de ecoturismo centradas en los manatíes varían según
cada país. Para poder poner en marcha dichas actividades correctamente, es necesario diseñar planes de
turismo junto con las partes interesadas locales para conservar las características ecológicas del área y
garantizar que el turismo no tenga demasiado impacto. Es importante tener en cuenta que hay una línea
muy fina entre el contacto de los humanos con los manatíes y el acoso. Es por esto que, en el ámbito
administrativo, es fundamental (1) designar áreas de interés ecológico donde el ecoturismo esté limitado
o no esté permitido, (2) definir estrategias administrativas para los visitantes y para el otorgamiento de
concesiones a emprendimientos comerciales, y (3) establecer asociaciones entre los operadores de
ecoturismo. Estos son otros aspectos para considerar:
Programas de capacitación. Se deben implementar a nivel nacional y regional, y los habitantes de la
zona deben desempeñarse como guías, docentes, operadores de las embarcaciones e intérpretes. Sólo
los guías autorizados (que deben realizar un programa de capacitación) deben tener permiso para
llevar a los visitantes a ver a los animales de cerca.
Visitantes: códigos de conducta para la observación de manatíes. La cantidad de visitantes debe ser
reducida y su presencia y sus acciones deben estar reguladas y limitadas a ciertas zonas y horas del
día. Los visitantes deben recibir una charla educativa y deben estar informados sobre las reglas
locales. En particular, no se debe permitir alimentar a los animales y, en general, no se debe tolerar
el acoso (cuya definición en sentido amplio es una actividad que cambia la conducta “normal” de los
animales). Sólo aquellas empresas de pequeña escala, adaptadas a la comunidad local, deben estar
autorizadas a ingresar al área para mejorar la economía local, en lugar de perjudicarla. También se
debe recomendar a los operadores que establezcan asociaciones con organizaciones científicas para
ofrecer oportunidades de investigación.
Evaluación de las actividades de observación de manatíes. Cuando sea posible, las investigaciones se
deben llevar a cabo al mismo tiempo que el ecoturismo, a fin de estudiar el efecto que este último
tiene sobre la conducta de los manatíes. Varios estudios han demostrado que los manatíes responden
a las embarcaciones cercanas a distancias que oscilan entre 25 y 50 m. Se desconoce la distancia a la
que los manatíes detectan inicialmente la presencia de las naves (Nowacek et al. 2004). En Belice,
las embarcaciones de ecoturismo causaron que los manatíes abandonaran ciertas áreas. Sin embargo,
hoy, dicha zona es un santuario de vida silvestre administrado por un grupo de guías turísticos y
113

otros miembros de la comunidad popular (Auil 1998). Las embarcaciones pueden tener un efecto
negativo, no sólo en la conducta de los manatíes, sino también en el medio ambiente. En Florida,
uno de los efectos negativos directos más graves sobre el hábitat de los manatíes es el deterioro de la
hierba marina que se produce al navegar en aguas costeras poco profundas y estuarios. Las hélices
dejan marcas que, con frecuencia, tienen decenas de metros de largo y destruyen los rizomas y la
biomasa del área afectada (Smith 1993). Incluso si las embarcaciones se desplazan lentamente en las
zonas de manatíes, es posible que aumenten la velocidad en los alrededores, que pueden ser hábitats
importantes para la especie. Por ende, las zonas de ecoturismo deben delimitar una zona neutral en la
que las naves deban circular a baja velocidad. Si varios estudios demuestran que el ecoturismo tiene
un impacto negativo en las poblaciones de manatíes, las normas se deben revisar, a fin de realizar los
cambios necesarios o detener la actividad.
3.2.6. Desarrollar pautas para los manatíes en cautiverio
La extracción de los manatíes puede producir más daños que beneficios para la conservación de la
especie en el Gran Caribe. Al extraer sólo algunos ejemplares de poblaciones reducidas, como las del
Gran Caribe, es probable que la reproducción, la reserva genética y el mantenimiento de las subespecies
de la zona se vean afectados. Por este motivo, la extracción de manatíes silvestres para exhibirlos en
cautiverio, tanto dentro como fuera del país, como ha sucedido en las exposiciones de manatíes del
Caribe en acuarios de Japón y Holanda, se debe disminuir y regular detalladamente. La posesión y el
comercio de manatíes, si es que se permiten, se deben llevar a cabo de acuerdo con el Protocolo SPAW,
la CITES y otros tratados y acuerdos pertinentes.
Rescate y rehabilitación: Los programas que trabajen con manatíes en cautiverio deben encargarse
exclusivamente de operaciones de rescate y rehabilitación, y deben hacer hincapié en aprovechar la
oportunidad de educar al público durante el proceso. Los manatíes rehabilitados se deben devolver al
hábitat, a menos que se los considere incapaces de readaptarse a las condiciones naturales. En el caso
de que se libere un animal, el área de reubicación se debe seleccionar luego de un exhaustivo análisis
y el ejemplar se debe marcar (o, idealmente, etiquetar) y supervisar rigurosamente. Brasil ha
demostrado que la reincorporación de manatíes rehabilitados es posible y puede tener éxito. Los
programas de Florida probaron la viabilidad de reproducir a los manatíes en establecimientos de
exhibición pública. Sin embargo, la carga monetaria que implica mantener a los manatíes en
cautiverio en condiciones adecuadas puede ser excesiva para muchos países del Gran Caribe. Se
deben establecer pautas estrictas para los casos en que los manatíes se mantengan en cautiverio para
rehabilitación, a fin de garantizar que se promueva el bienestar de los ejemplares. Todos los casos de
cautiverio o semicautiverio deben contar con la autorización del organismo responsable de
promulgar las leyes de protección de los manatíes. Se debe asignar a un veterinario que controle el
bienestar de los animales, garantice que reciban suficientes alimentos balanceados todos los días y
examine su estado de salud periódicamente. Las normas que se emplean en Estados Unidos para los
establecimientos de rehabilitación de mamíferos marinos se pueden consultar en
http://www.nmfs.noaa.gov/pr/pdfs/health/rehab_facilities.pdf.
Exhibición pública: Se deben evitar las capturas de ejemplares para exhibirlos y para otras
situaciones cuyo fin no sea la rehabilitación. Sin embargo, en los casos en que un país ya tenga
manatíes en exhibición pública, dicha exhibición se debe combinar con programas de investigación y
educación pública. El valor económico, educativo y de conservación de las exhibiciones se debe
investigar y los resultados se deben comunicar al gobierno y el público.
114

Los establecimientos de cautiverio actuales se deben mejorar y deben adoptar normas para brindar la
mejor atención posible a los manatíes. Deben cumplir con requisitos básicos sobre el tamaño de la
piscina o el predio y la calidad del agua. Las normas para establecimientos de largo plazo que se
utilizan en Estados Unidos se pueden tomar como referencia. El Departamento de Agricultura de
Estados Unidos dispone de información útil sobre las normas de atención de los animales,
definiciones, reglamentos, estándares y reglas. La información se encuentra en el sitio principal de la
sección sobre atención de animales de http://www.aphis.usda.gov/ac/publications.html. En Estados
Unidos, la elaboración y el aval de las normas de los programas de educación y conservación de los
establecimientos de exhibición de mamíferos marinos están a cargo de la Association of Zoos and
Aquariums (AZA) y la Alliance of Marine Mammal Parks and Aquariums (AAMPA). Los sitios
web de ambas organizaciones disponen de más información.
3.2.7. Capacitar al personal y a los biólogos locales sobre gestión y conservación de las zonas
costeras
Para que los programas dedicados a los manatíes se conviertan en iniciativas nacionales a largo plazo, es
necesario contar con el trabajo de expertos locales y otras personas comprometidas. Los biólogos
locales, regionales y nacionales deben recibir capacitación de diversos niveles (de nivel técnico a nivel
científico) y realizar pasantías. Dado que la disponibilidad de programas sobre vida silvestre puede ser
muy limitada a nivel local, es posible que los candidatos deban estudiar en el exterior. No es necesario
que la capacitación se centre específica o exclusivamente en la biología de los manatíes; de hecho,
ciertas personas que cuentan con una capacitación amplia en biología y que no están especializadas en
manatíes demuestran tener una solidez profesional considerable. Preferentemente, los programas deben
hacer hincapié en la gestión y conservación de la vida silvestre costera, actividades que implican un
amplio rango de disciplinas. Todas las actividades se coordinarían con el componente de capacitación
del programa regional del Protocolo SPAW para las áreas protegidas y el personal encargado de la vida
silvestre.
115

Tabla 7. Resumen de recomendaciones sugeridas a corto y a largo plazo
Tipo de
recomendación
Número de
tarea/subtarea
Descripción
A corto plazo o 3.1.1. Evaluar el estado actual y la distribución del manatí
prioritaria 3.1.2. Definir pautas para la recopilación de datos/censos
3.1.3. Proteger a los manatíes y su hábitat
3.1.3.1. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.3.2. Áreas protegidas
3.1.3.3. Aplicar las leyes correspondientes
3.1.3.4. Disminuir las muertes y los daños causados por los humanos
3.1.4. Promover la cooperación y el intercambio de información sobre la conservación del manatí
3.1.4.1. (nacional y regional) Crear planes nacionales de recuperación o actualizar los existentes y
3.1.4.2. organizar equipos de recuperación Establecer una red de información y cooperación
A largo plazo 3.2.1 Investigaciones sobre los manatíes
3.2.1.1. Estado y distribución
3.2.1.2 Información biológica que permite descubrir aspectos vitales de la dinámica de la población
3.2.1.3. Iniciativas coordinadas a nivel regional
3.2.1.4. Controlar el cambio climático y su efecto en la distribución y la supervivencia de los manatíes
3.2.2. Supervisar las condiciones del hábitat
3.2.2.1. Identificar los requisitos del hábitat y proteger las áreas de importancia particular para los
3.2.2.2. manatíes
3.2.2.3. Promover la recuperación de las áreas preferentes de los manatíes que están degradadas
3.2.2.4. Contaminación del hábitat
Alteraciones acústicas
3.2.3. Supervisar y modificar como corresponda los programas de concientización sobre los manatíes y
3.2.3.1. las medidas de aplicación de las leyes
3.2.3.2. Concientización sobre los manatíes
Evaluar y mejorar la efectividad de las leyes actuales
3.2.4. Disminuir y controlar las actividades que pueden ser perjudiciales para los manatíes
3.2.5. Desarrollar pautas para la observación de manatíes en su hábitat y otras actividades relacionadas
3.2.6. Desarrollar pautas para los manatíes en cautiverio
3.2.7. Capacitar al personal y a los biólogos locales sobre gestión y conservación de las zonas costeras
116

4. POSIBLE REINTRODUCCIÓN DE LOS MANATÍES: UNA REFLEXIÓN
PARA MEJORAR LA CONSERVACIÓN Y LAS INVESTIGACIONES
Se ha planteado la idea restablecer las poblaciones de manatíes en partes del territorio histórico donde ya
no existen. Para que funcione, este emprendimiento requiere (a) un compromiso considerable a largo
plazo para llevar a cabo investigaciones, supervisiones, reuniones entre las partes interesadas y para
aplicar las leyes, (b) un compromiso a corto plazo para obtener datos particulares para lograr los
objetivos, y (c) un compromiso para identificar las amenazas de los manatíes y sus hábitats en el lugar
de reintroducción propuesto y para trabajar en forma cooperativa con las partes interesadas, a fin de
mitigar dichas amenazas antes de realizar la reintroducción en cuestión.
Por ende, para que una reintroducción tenga éxito, debe plasmar e incorporar varias de las metas a corto
y a largo plazo definidas para los lugares donde actualmente hay manatíes (véase el Capítulo 3 de este
informe). En esta sección, el concepto se analiza por separado como iniciativa exclusiva e integrada en
un lugar donde hoy en día no hay manatíes.
4.1 INTRODUCCIÓN
El Parque Nacional de Guadeloupe y otras entidades de Guadeloupe, Antillas Francesas, tienen interés
en reinsertar manatíes en las aguas de la reserva natural Grand Cul-de-Sac Marin. La especie dejó de
habitar las aguas de Guadeloupe hace varias décadas, dado que fue exterminada por la caza. Algunas
personas mayores recuerdan haber visto carne de manatí en venta en los mercados. Los manatíes
continúan siendo parte del folclore local y la historia de Guadeloupe (por ejemplo, el pueblo de
Lamentin, que se encuentra cerca de Grand Cul-de-Sac Marin, fue nombrado así por los manatíes). De
hecho, hay una planta de procesamiento de manatíes fuera de servicio cerca de Vieux Bourg (Grande-
Terre). El objetivo de reinsertar a los manatíes existe desde que se realizó un estudio de viabilidad en
2002.
Si bien la idea de la reintroducción se está considerando sólo en Guadeloupe en este momento, un
proyecto de reintroducción adecuado podría (a) crear un modelo para reproducir en otros lugares, (b)
restablecer poblaciones de manatíes en lugares del Caribe donde actualmente las amenazas son mínimas
y están bajo control, y (c) ayudar a promover las investigaciones sobre manatíes en otros lugares, como
medida preliminar fundamental para permitir la extracción de manatíes en dichas zonas. Además, si los
manatíes se reinsertaran en partes del territorio anterior donde las amenazas están identificadas y bajo
control, dicho proceso podría ampliar el territorio de las subespecies y, en última instancia, generar
beneficios de conservación futuros si otras oblaciones actuales amenazadas disminuyen o desaparecen.
Si se llevan a cabo de manera correcta, las reinserciones pueden ser un componente útil (entre muchos
otros) de una iniciativa de todo el Caribe para estudiar y conservar a los manatíes. Las ideas que se
expresan a continuación pertenecen a un informe (Reynolds y Wetzel 2008) presentado ante el
Departamento de Parques Nacionales de Guadeloupe. Las limitaciones y los interrogantes corresponden
específicamente al proyecto de reintroducción de Guadeloupe, pero también podrían aplicarse a posibles
reinserciones futuras de otros lugares del Caribe.
4.2. CUESTIONES PARA TENER EN CUENTA ANTES DE COMENZAR
El objetivo de restablecer una especie que fue exterminada por las actividades humanas es noble.
También es sumamente difícil de lograr. Un proyecto de este tipo no se debe emprender a menos que se
tenga la certeza de que funcionará y que se cuente con los datos técnicos y científicos necesarios. De lo
117

contrario, los animales seleccionados para la reintroducción se pueden perder, lo que sería una tragedia,
en especial cuando se trata de una especie en peligro de extinción. Las siguientes son algunas categorías
de aspectos o medidas que se deben considerar antes de poner en marcha este difícil y riesgoso proyecto.
4.2.1. Condición legal y transparencia
Los mamíferos marinos suscitan emociones muy intensas en la gente. La captura de manatíes en peligro
de extinción con cualquier fin, incluso un fin noble, puede provocar bastante revuelo y reacciones muy
disímiles. Es vital que el gobierno del Guadeloupe y el Parque Nacional hayan realizado un análisis muy
exhaustivo para garantizar que (a) la captura y reubicación de los manatíes se lleve a cabo con
transparencia y de conformidad con todas las leyes y convenciones pertinentes (por ejemplo, la CITES,
el Protocolo SPAW), y (b) haya una justificación bien formulada que destaque los beneficios para la
conservación y la legitimidad del proceso de reintroducción.
4.2.2. Enseñanzas de las reinserciones de otras especies que se deben tener en cuenta
La Primera Conferencia Internacional sobre Reintroducción de Fauna Silvestre tuvo lugar
en Chicago, Illinois, el 15 y 16 de abril de 2008. El sitio web del evento es:
http://www.lpzoo.org/reintroworkshop/registration.html.
La información adquirida en esta conferencia u otras de temas similares podría ahorrar dinero y tiempo y
ayudar a garantizar el éxito de un programa de reintroducción de manatíes. Los países interesados en la
posibilidad de reincorporar a los manatíes deben estudiar las iniciativas de otras especies para aprender
de esas experiencias.
4.2.3. Sistemática de los manatíes en el Gran Caribe
Dos subespecies del manatí del Caribe (Trichechus manatus) ocupan las aguas y las áreas costeras de los
países del Gran Caribe (véanse los textos anteriores de este plan de acción). El manatí de Florida (T.m.
latirostris) cuenta con aproximadamente 3,400 individuos y se encuentra en las aguas de Florida
(EE. UU.). En ocasiones, algunos ejemplares se desplazan hasta las Bahamas o Cuba. El manatí
antillano (T.m. manatus) ocupa el resto del territorio de la especie (es decir, las aguas de casi dos
docenas de países) y tiene alrededor de 5,500 individuos. Para la posible reincorporación en Guadeloupe
sólo se deben considerar individuos de la especie del manatí antillano.
4.2.4. ¿Cuántos manatíes se necesitarían para que una iniciativa de reintroducción funcione?
Esta pregunta es difícil de responder. En cierto sentido, cuantos más animales se puedan introducir,
mejor, desde el punto de vista de mantener la diversidad genética y evitar los problemas relacionados
con la vulnerabilidad inherente a la extinción que tienen las poblaciones reducidas. Sin embargo, de los
países y las islas del Gran Caribe, sólo cinco (Belice, Brasil, Colombia, México y Nicaragua) tienen una
población aproximada de manatíes antillanos de más de 500 individuos. La extracción de manatíes de
poblaciones pequeñas podría generar riesgos excesivos e inaceptables en dichos grupos. Los proyectos
de reintroducción no deben retirar más de 10 individuos de una población.
4.2.5. Estado de los manatíes que se utilizarían para la reintroducción
Hay varios aspectos para tener en cuenta en este sentido. El primero, y quizás el más obvio, es si el lugar
de donde se extraerán los manatíes puede soportar la pérdida de varios individuos. Esa pregunta se
responde en cierta medida en la Categoría 4, de la que se habló anteriormente. Si los animales que se
utilizarán para la reintroducción son silvestres, se recomienda que provengan de la población de
manatíes antillanos más grande que se encuentre, para disminuir los efectos en la población restante. Los
118

países en donde hay 100 manatíes o menos no serían candidatos idóneos para aportar animales para
reinsertar. De hecho, lo mejor sería evitar la extracción de manatíes de poblaciones con menos de 200
ejemplares.
Sería conveniente considerar el uso de manatíes que ya están en cautiverio, en lugar de manatíes
silvestres. Entre los ejemplares en cautiverio sanos puede haber animales nacidos en cautiverio, pero
existe el riesgo de que estos individuos (o aquellos individuos que viven en cautiverio desde muy
temprana edad), que han vivido todas sus vidas en un entorno controlado, carezcan de las aptitudes (por
ejemplo, recolectar alimentos, encontrar agua dulce, evitar las embarcaciones) para sobrevivir en el
hábitat. Sin embargo, los ejemplares sanos que viven en cautiverio y tuvieron algo de experiencia en el
hábitat antes de vivir en cautiverio pueden ser buenos candidatos para reinsertar, porque (a) esto
permitiría disminuir o prescindir de la necesidad de extraer más manatíes de poblaciones silvestres, (b)
la salud y la composición genética de los animales en cautiverio serían fáciles de evaluar, y (c) los
costos se reducirían en gran medida. Dicho esto, se debe observar que el uso de los animales en
cautiverio para este fin puede crear inadvertidamente la impresión entre los habitantes locales de que se
puede ganar mucho dinero vendiendo manatíes. Ha habido situaciones en las que mataron a mamíferos
marinos hembras con crías, con la percepción de que existía un mercado lucrativo para las crías. En
ninguna circunstancia sería correcto generar la impresión de que los manatíes se venderán (a través de
cazadores o en el marco de un programa de reproducción en cautiverio) por ninguna razón.
Como ya se señaló, si se utilizan manatíes silvestres para la reintroducción, hay muy pocos países que
reunirían los requisitos para aportar ejemplares desde el punto de vista de los números, aunque se deben
tener en cuenta otros criterios. Uno de estos criterios es la genética y la variabilidad genética. Vianna et
al. (2003) analizó los resultados de análisis genéticos de manatíes del Caribe. No hay datos sobre la
composición genética de los manatíes que originalmente ocupaban las aguas de Guadeloupe. Las islas
de Puerto Rico (en el norte) y Trinidad y Tobago (en el sur) son las zonas más cercanas donde hay
manatíes.
Según un análisis de la región de control del ADN mitocondrial, los haplotipos de los manatíes de
Puerto Rico son más similares a los de los manatíes de Florida y República Dominicana. Si bien Vianna
et al. 2006 no registró datos genéticos de los manatíes de países como Cuba, Haití y Jamaica, parecería
probable que los manatíes de esos países presentaran haplotipos de ADN mitocondrial bastante
similares. De acuerdo con el análisis de la región de control del ADN mitocondrial, los manatíes de
Puerto Rico y República Dominicana tienen escasa diversidad genética (sólo dos haplotipos).
Vianna et al. 2003 tampoco presentó datos sobre los manatíes de Trinidad y Tobago, pero los ejemplares
del país vecino de Venezuela exhiben tres haplotipos en la región de control del ADN mitocondrial.
Ninguno de estos se encontró en los manatíes de Puerto Rico. Por otro lado, los manatíes colombianos
tienen una diversidad genética bastante alta (ocho haplotipos) y un haplotipo en común con los manatíes
de Puerto Rico/República Dominicana.
No obstante, se debe destacar que la variabilidad de la región de control del ADN mitocondrial no
necesariamente indica una variabilidad del genoma nuclear. Un conocido especialista en genética de
mamíferos marinos (Dr. Greg O’Corry-Crowe, com. pers. 2008) señala que sería mucho más
significativo que hubiera una variabilidad de genes sometidos a una selección activa, como la familia de
genes del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC), que desempeña una importante función en las
respuestas del sistema inmunológico y la reproducción. De hecho, una científica postdoctorada del Mote
119

Marine Laboratory (la Dra. Susan Carney) está estudiando los genes MHC de los manatíes de Florida,
mientras que el Dr. O’Corry-Crowe analiza los genes MHC en otros mamíferos marinos. Sería útil
financiar un estudio pequeño de la variabilidad de los genes MHC para evaluar si conviene que haya
diversidad en los manatíes de los lugares de captura seleccionados. Con este fin, ya se han tomado
algunas muestras. Estas se encuentran archivadas y podrían ponerse a disposición de los encargados de
un estudio de este tipo.
Una observación final con respecto al tamaño aproximado de la población y la diversidad genética es
que podría resultar conveniente tomar dos o más manatíes de cada una de las poblaciones si se utilizan
manatíes silvestres y si las investigaciones científicas sugieren que son saludables y provienen de una
población relativamente grande. Este método limitaría el posible impacto en cada población de donde se
extraigan ejemplares y podría mejorar la variabilidad genética de la población donde se realiza la
reintroducción.
El último criterio fundamental que se debe considerar al seleccionar un lugar para extraer manatíes es la
salud de los individuos. En un estudio piloto reciente, Wetzel et al. (2008) detectó niveles de
contaminantes orgánicos (bifenilos policlorados y pesticidas clorados) en los manatíes de la Bahía de
Chetumal, México, y el sudoeste de Florida que eran suficientemente altos para generar preocupación
por los efectos sobre la reproducción y la salud. Sería sumamente desafortunado trasladar manatíes con
problemas inmunológicos o reproductivos; esto condenaría a la iniciativa de reintroducción a la ruina
antes de su inicio. Asimismo, sería inoportuno introducir manatíes infectados con una enfermedad que
afectara su potencial reproductivo, su salud o su esperanza de vida. Antes de establecer compromisos
para capturar animales de un lugar en particular, se recomienda evaluar exhaustivamente los agentes de
enfermedades (por ejemplo, con estudios bacterianos) y los contaminantes que afectan a los manatíes de
la zona. Salvo que un veterinario certifique la salud de los animales, no se deben considerar aptos para la
reintroducción.
4.3. PREGUNTAS QUE SE DEBEN RESPONDER ANTES DE CAPTURAR/EXTRAER
MANATÍES DE CUALQUIER LUGAR
El texto anterior expone algunas pautas generales y ciertas preguntas que se deben investigar para poder
llevar a cabo un programa de reintroducción. La siguiente lista se elaboró en un intento de plantear
preguntas más integrales y específicas. En general, se corresponde con las recomendaciones a corto
plazo que se deben tener en cuenta. Se debe hacer una salvedad: a fin de evitar la especulación de que
los datos recopilados están intervenidos por personas que podrían beneficiarse de algún modo con la
extracción de los manatíes de una población local, cualquier investigación que se realice se debe
encomendar a terceros que no tengan intereses creados (salvo el deseo de proteger a los manatíes) en los
resultados de ciertos estudios particulares.
Antes de iniciar las capturas de manatíes en cualquier población “madre”, el Parque Nacional de
Guadeloupe y las autoridades ambientales francesas (u otros que deseen considerar la reintroducción de
manatíes) deben realizar o encomendar estudios que respondan las siguientes preguntas.
4.3.1. ¿Cuál es el tamaño de la población de manatíes en la que se proponen las capturas
(suponiendo que no hay manatíes en cautiverio o que los que hay no son aptos para la
reintroducción)? Si se calcula que una población silvestre tiene menos de 200 o 100 individuos, no
sería una población idónea para extraer ejemplares. Idealmente, los manatíes se deben extraer
únicamente de poblaciones silvestres de al menos 500 individuos.
120

4.3.2. ¿Cuáles son las amenazas actuales de esa población? Se debe llevar a cabo una evaluación para
determinar los factores humanos y naturales que amenazan la supervivencia, la salud o la reproducción
de los manatíes.
4.3.3. ¿Qué efecto tienen esas amenazas en la salud y la supervivencia de los manatíes? ¿Se están
tomando medidas para controlar dichas amenazas? Si la falta de control de las amenazas produce la
muerte o la disminución de la salud o el potencial reproductivo de los manatíes de una zona, las
extracciones podrían exacerbar una situación que ya es precaria. No se deben capturar manatíes de
poblaciones donde las amenazas sean graves o no estén controladas. Dicho de otro modo, mientras las
amenazas no estén bajo control, no sería conveniente disminuir el tamaño de una población de manatíes.
4.3.4. Los manatíes que se han seleccionado para capturar, ¿son manatíes antillanos?
Como se observó antes, deben serlo, ya que no es muy probable que la población original de manatíes de
Guadeloupe haya albergado a ejemplares de Florida. Sin embargo, este tema es de importancia, ya que
se han observado manatíes de Florida en otros lugares, además de Estados Unidos.
4.3.5. ¿Los manatíes elegidos para capturar presentan variabilidad genética en los genes
sometidos a selección activa? Esto se debe evaluar. Ya se han archivado muestras de tejidos aptas para
el análisis genético de manatíes de varias zonas del Caribe. Si todo el resto es igual, la variación genética
es un factor determinante vital al decidir qué grupo de manatíes es más adecuado como grupo de reserva
para las reinserciones.
4.3.6. ¿Los animales son saludables?
Se debe contratar a un veterinario con experiencia para que evalúe la salud y el estado físico generales
de los manatíes de los lugares que se están considerando. Se deben llevar a cabo estudios bacterianos y
virales para analizar si los manatíes de ciertas zonas tienen infecciones que podrían debilitarlos o que se
podrían propagar por toda la población. Las cargas corporales de contaminantes también se deben
examinar y comparar, si es posible, con valores equivalentes de tóxicos. Asimismo, es necesario realizar
estudios de los biomarcadores de exposición y efectos, a fin de evaluar las respuestas reales de los
individuos a las agresiones del medio ambiente.
Es fundamental responder varias preguntas antes de capturar a los manatíes en un lugar para
reinsertarlos en otro. Si las preguntas se responden correctamente, se obtendrá un resultado muy positivo
(independientemente de que se lleve a cabo la reintroducción o no): mejorará enormemente el
conocimiento sobre el estado y las amenazas de los manatíes en ciertos lugares del Gran Caribe.
4.4. PROMOCIÓN DE UNA POBLACIÓN DE MANATÍES SALUDABLE EN GUADELOUPE
Como en el caso anterior, hay varios factores que entran en juego en este aspecto. En primer lugar, si el
traslado se llevara a cabo, el objetivo debe ser insertar a 10 individuos en el Parque Nacional de
Guadeloupe. Dicho grupo debe estar integrado principalmente por hembras (7 u 8 de los 10 individuos),
a fin de aprovechar al máximo el potencial reproductivo del grupo. Sería ideal contar con ejemplares
adultos jóvenes, pero es imposible determinar la edad de los manatíes vivos de gran tamaño. Por lo
tanto, se recomienda que los candidatos para el traslado sean animales de al menos 2.6 metros de largo
(es decir, adultos o jóvenes de gran tamaño). Dichos individuos deben ser capaces de reproducirse desde
el inicio del proyecto.
121

Los manatíes insertados deben etiquetarse con transmisores satelitales, de modo que se puedan
supervisar. Esto permite que los científicos y administradores puedan detectar si los individuos se alejan
de Guadeloupe (una posibilidad real, dadas las tendencias nómades de ciertos manatíes). También aporta
información biológica valiosa (por ejemplo, patrones de uso del hábitat) que facilitaría una conservación
óptima y orientada de los hábitats importantes para los manatíes. Con los transmisores también es
posible reubicar fácilmente a los animales para realizar evaluaciones periódicas, que pueden suponer
desde observaciones simples del aspecto y la conducta hasta capturas para examinar el peso, realizar
análisis de sangre o estudiar otros parámetros de salud. Otros métodos para supervisar a los animales y
sus patrones de uso del hábitat son los sondeos aéreos y en barco. Para tal fin, el Parc National de la
Guadeloupe debe contratar o designar a dos empleados de jornada completa para que controlen los
movimientos, la distribución, el uso del hábitat y la salud general de los manatíes, y también para que se
desempeñen como coordinadores y funcionarios de información pública.
Dado que existe la posibilidad de que los manatíes se alejen de Guadeloupe, debe haber un período de
transición de algunas semanas, en el que se mantenga a los animales trasladados dentro de los límites de
un predio amplio o varios (lo suficientemente grandes para que los alimentos sean abundantes) en las
aguas del Grand Cul-de-Sac Marin. Esta transición puede servir para que los ejemplares dejen su marca
en el nuevo entorno y, por lo tanto, no tengan tanta tendencia a alejarse.
Si los manatíes reinsertados parecen adaptarse bien al nuevo entorno, sería excelente. Sin embargo, se
deben considerar otros factores antes y después de realizar el traslado. Uno es la salud del medio
ambiente en el que se introducen; es necesario estudiar los sedimentos de varios lugares del Grand Cul-
de-Sac Marin para garantizar que los riesgos de salud que implican los contaminantes absorbidos sean
mínimos. Otra evaluación debe analizar el área en función de la presencia o intensidad de las amenazas
registradas, por ejemplo, el tráfico náutico y las actividades pesqueras.
También, antes de iniciar el proceso, es sumamente importante garantizar que los pobladores de
Guadeloupe estén de acuerdo con la reintroducción. Si se establecen zonas de protección de manatíes, es
fundamental que se respeten, para evitar situaciones que a veces se generan en otros lugares del Caribe,
donde la gente mata y/o consume manatíes. También es vital procurar que no se utilicen redes de
enmalle, trampas para cangrejos u otros equipos de pesca donde los manatíes se puedan quedar
enredados en las partes de la isla donde se insertará a los ejemplares. Como se señaló antes, es posible
que las actividades o costumbres de los pobladores de Guadeloupe se vean limitadas de alguna manera.
Sin la garantía de que el proyecto cuenta con el respeto y la aceptación general de la gente, una
población inicial de manatíes podría exterminarse fácilmente.
En todo esto está la necesidad implícita de desarrollar un programa de educación y concientización para
la isla. Sin un programa de este tipo, con frecuencia, las iniciativas de conservación fracasan. Un
resultado no previsto de las iniciativas de educación y concientización puede ser que la gente quiera
nadar con los manatíes, alimentarlos o interactuar con ellos y otros animales silvestres de alguna
manera. El gobierno francés debe desaconsejar dichas actividades y permitir únicamente interacciones
mínimas, a fin de que los manatíes puedan vivir lo más libre y naturalmente que sea posible. En
Reynolds y Wells (2003) se citan algunas pautas sobre este tema.
Existen ciertas amenazas (enredos en equipos de pesca, el posible desarrollo de operaciones de
ecoturismo intensivas, huracanes), pero el hecho es que las amenazas relacionadas con los humanos en
122

Guadeloupe (u otros lugares considerados para realizar reinserciones) pueden ser mucho menores que
las de los países de donde se extrajeron originalmente los ejemplares.
Las preguntas que se deben responder en Guadeloupe o cualquier otro lugar considerado para reinsertar
manatíes antes de llevar a cabo el proceso son:
¿El hábitat parece contar con todo lo necesario para los manatíes (alimentos, agua dulce, zonas
tranquilas alejadas de la gente)?
¿Se han identificado y controlado las amenazas o posibles amenazas para los manatíes?
¿Hay lugares para instalar cercos flexibles que dispongan de alimentos, agua dulce y otros
elementos necesarios para los manatíes?
¿Hay una infraestructura y una base de financiación para realizar una supervisión y evaluación
continuas de los manatíes reinsertados?
¿Los programas de concientización pública y educación son suficientes para que el público apoye
las medidas de protección de los manatíes y su hábitat?
¿Se pueden implementar áreas de control para proteger a los manatíes?
La elaboración de respuestas para estas preguntas constituye el cumplimiento de las recomendaciones a
corto plazo. Sin embargo, la implementación concreta de algunos aspectos del programa (la supervisión,
la educación y concientización pública, la aplicación de las normas, la colaboración con las partes
interesadas para mantener las amenazas bajo control) representa un compromiso a largo plazo crucial.
4.5. CONCLUSIONES
4.5.1. Impresiones generales de la propuesta de Guadeloupe de reinsertar a los manatíes (de
Reynolds y Wetzel 2008)
Para que el proyecto de reintroducción funcione, es necesario contar con evaluaciones y planes previos,
supervisiones posteriores, normas y marcos de aplicación de las leyes, y un programa sólido de
educación y concientización. Muchos de los elementos necesarios (por ejemplo, un buen hábitat,
organismos comprometidos y dotados de recursos, un nivel bajo de amenazas humanas) para promover
un proyecto de reintroducción de manatíes eficaz en Guadeloupe ya existen. Las claves del éxito radican
en llevar a cabo las evaluaciones necesarias antes de iniciar el proceso y en garantizar que haya fondos
para la supervisión, la aplicación de las leyes y los programas de educación durante muchos años.
4.5.2. Un panorama más amplio: conclusiones sobre la cuestión general de reinsertar a los
manatíes en ex hábitats del Gran Caribe
El tema de crear “nuevas” poblaciones de manatíes en hábitats que la especie ocupaba antes sigue siendo
controvertido. Como se observó antes, hay una serie de preguntas que se deben responder en detalle para
poder considerar seriamente una iniciativa de este tipo. En cualquier caso en que se proponga un
proyecto de reintroducción, es el país que encabeza la propuesta el que debe encargarse de demostrar
que (a) el proceso no perjudicará gravemente a otras poblaciones de manatíes, (b) las amenazas del
entorno en el que se insertarán los animales están identificadas y bajo control, y (c) se dispone de fondos
y personal a largo plazo para supervisar y proteger a los manatíes reinsertados. Los beneficios netos para
la investigación y conservación de los manatíes en el Gran Caribe deben superar ampliamente los costos
de cualquier iniciativa de reintroducción.
123

Si se lleva a cabo una reintroducción de manatíes en Guadeloupe u otro lugar del Gran Caribe, una
supervisión rigurosa permitirá que los científicos y administradores juzguen los aspectos positivos del
proyecto, así como aquellos que se deben mejorar. Si el proceso se perfeccionara lo suficiente y se
probara su efectividad, las reinserciones (o inserciones) podrían convertirse en un importante
componente para la conservación de los manatíes en toda la región.
124

5. MEDIDAS SUGERIDAS PARA CADA PAÍS
Para poder garantizar que las iniciativas regionales y nacionales de conservación de los manatíes se
centren en problemas de importancia crítica, los países deben tratar de identificar prioridades de
conservación clave (de acuerdo con la información actual). En este contexto, se han sugerido las
siguientes recomendaciones, con el fin de facilitar la identificación de problemas críticos pertinentes
para la conservación de los manatíes en cada país. Cuando los nombres de los países tienen un asterisco,
significa que las recomendaciones son de expertos locales. Si los países tienen dos asteriscos, quiere
decir que las recomendaciones son de expertos locales y de los autores, sobre la base de la información
actual. En el caso de aquellos países que no tienen ningún asterisco, las recomendaciones pertenecen al
PNUMA-CEP y se basan en los datos de un país en particular. Los expertos que participaron se citan en
el Apéndice I: Lista de colaboradores. La Tabla 8, que se encuentra al final de esta sección, resume las
recomendaciones para cada país.
5.1. BAHAMAS
Investigación: Los estudios de seguimiento por radio han aportado información valiosa sobre los
patrones de desplazamiento de los manatíes desde y hacia las Bahamas. Se detectó que algunos
animales provenían de Florida (Reid 2000, Lefebvre et al. 2001). Al capturar y etiquetar a los
ejemplares, se deben tomar muestras genéticas para examinar la composición genética. Las técnicas
genéticas deben emplear una gran cantidad de loci microsatélites más variables que los que se
encuentran actualmente en la bibliografía (Vianna et al. 2006). Esto definiría más la variabilidad
genética y, por ende, generaría información más específica sobre el origen genético de los individuos
de los que se tomaron las muestras.
5.2. BELICE (*)
Si bien muchas estrategias del Plan de recuperación de Belice (Auil 1998) se llevaron a cabo, quedan
algunas actividades pendientes. Además, con el surgimiento de nuevos datos, se han realizado nuevas
recomendaciones.
Protección del hábitat: Tres áreas protegidas (santuarios de vida silvestre) de Belice se establecieron
específicamente para la conservación de los manatíes. Cada una cuenta con un grupo comunitario
específico que participa formalmente en la administración o que está trabajando para poder
participar. Se recomienda ofrecer más apoyo a estos grupos y establecer redes de trabajo, a fin de
consolidar la capacidad de cada grupo para gestionar estos hábitats críticos para los manatíes. Desde
este punto de vista, se deben considerar las siguientes recomendaciones:
1. Crear planes de ostión para los tres santuarios de vida silvestre de manatíes. Los planes de
gestión de otras áreas protegidas en las que hay hábitats de manatíes también se deben revisar.
Asimismo, se debe recomendar que dichas zonas cuenten con protección para los manatíes.
2. Iniciar o continuar investigaciones científicas en las áreas protegidas, para supervisar y mejorar
la efectividad de dichas zonas como estrategias de conservación.
3. Controlar los movimientos de los manatíes entre las áreas protegidas, a fin de determinar cuáles
son las rutas migratorias y dónde hay otros centros de actividad, para poder protegerlos.
Plan de recuperación y normas:
1. Revisar y actualizar el Plan nacional de recuperación de los manatíes.
2. Garantizar que todos los proyectos de desarrollo costero tengan en cuenta los efectos sobre los
125

manatíes (por ejemplo, el aumento de las actividades náuticas, la pérdida de los lechos de hierba
marina por los dragados y rellenos). Cuando corresponda, las evaluaciones de impacto ambiental
de estos proyectos deben incluir medidas estratégicas de mitigación.
3. Establecer y aplicar reglas de navegación (por ejemplo, zonas de baja velocidad) en zonas con
altas posibilidades de conflicto entre los manatíes y los usos humanos.
Red Nacional de Varamientos: Es necesario consolidar la red de varamientos actual. Para ello,
resulta fundamental contratar a nuevos empleados y capacitarlos sobre la recopilación y el registro
de datos y sobre el mantenimiento de la base de datos nacional de varamientos. Para lograrlo, hace
falta:
o llevar a cabo al menos una sesión de capacitación por año sobre la red de varamientos;
o actualizar y optimizar los datos que se deben recopilar por cada animal muerto varado, y
o continuar el proyecto de rehabilitación y liberación de manatíes.
Investigación: Para poder crear e implementar estrategias de gestión adecuadas para el manatí, es
imperativo continuar y perfeccionar las técnicas de investigación. Los datos existentes sobre el ciclo
de vida, la distribución y la abundancia relativa de la especie permitirá que las autoridades tomen
decisiones informadas (Auil 1998). Si bien se están realizando proyectos de investigación, es
necesario desarrollar proyectos nuevos e iniciativas de colaboración científica en las áreas que aún
no se han estudiado:
1. Supervisar los movimientos de los manatíes con técnicas de teledetección (VHF, PTT,
seguimiento por GPS) y agregar más zonas identificadas como hábitats críticos para la especie.
2. Continuar los exámenes de salud y los controles de los individuos para determinar las
características del ciclo vital de la población de Belice.
3. Continuar la toma de muestras para realizar estudios de ADN, a fin de identificar el grado de
relación que hay entre los ejemplares de Belice y con los ejemplares de la región. Esto cobró
importancia a partir del descubrimiento de que los manatíes se desplazan entre México y Belice.
4. Continuar el desarrollo de la base de datos de identificaciones con foto.
5. Continuar los sondeos para observar si hay cambios drásticos en los conteos nacionales.
6. Continuar los estudios detallados de ecología y conducta en Drowned Cayes, Southern Lagoon y
el Atolón Turneffe. Identificar otros sitios de uso intensivo y realizar investigaciones (por
ejemplo, Corozal Bay, Placencia Lagoon y el Golfo de Honduras).
7. Propiciar oportunidades para que distintos científicos de Belice (y los países vecinos) trabajen en
red y colaboren en una iniciativa para determinar un cálculo de población estadístico válido.
8. Recomendar/exigir a los investigadores locales que publiquen los resultados de sus proyectos,
tanto en medios populares como científicos. Las publicaciones evaluadas por expertos se pueden
aprovechar para elaborar medidas de gestión específicas para una zona y para orientar
investigaciones futuras. Las publicaciones populares contribuyen a que los grupos de apoyo
locales e internacionales estén a favor de las actividades.
Extensión educativa: Se deben continuar los programas de extensión educativa dirigidos a alumnos
de escuelas primarias y secundarias. Existen motivos para creer que todavía hay cazadores en zonas
que se consideran “seguras” para los manatíes. Se recomienda organizar campañas educativas
locales y nacionales para las comunidades costeras, a fin de volver a llamar la atención del público
sobre el tema de la conservación de los manatíes.
126

Colaboración regional: El Santuario de Vida Silvestre de Corozal Bay, ubicado en el norte de Belice,
limita con el Área Natural Protegida de manatíes de la Bahía de Chetumal, que se encuentra en el sur
de México. Los grupos de gestión/investigación que trabajan en este gran sistema de protección de
los manatíes deben entablar vínculos internacionales, para llevar a cabo actividades de investigación,
educación y, en particular, aplicación de las leyes en el sistema conjunto. Asimismo, la Reserva
Marina de Port Honduras cuenta con hábitats para los manatíes, que probablemente frecuentan las
aguas costeras de Guatemala y Honduras. Se recomienda iniciar proyectos de cooperación en la
frontera sur, quizás por medio de asociaciones existentes, como TRIGOH.
5.3. COLOMBIA (*)
Investigación: Uno de los estudios más importantes que se necesitan es un análisis detallado de las
zonas de distribución de los manatíes y la posible abundancia de estos ejemplares en el país. Otro
estudio debe identificar la cantidad de manatíes que se encuentran en semicautiverio. También debe
examinar la posibilidad de liberar a estos animales en sus hábitats naturales. Si los manatíes se
liberan, deben etiquetarse, para poder supervisar sus movimientos.
Educación ambiental: Es necesario desarrollar un programa de educación ambiental en las áreas
costeras. La campaña de educación debe tener el fin de disminuir o erradicar la caza ilegal. Las áreas
donde se avistan manatíes con frecuencia se deben declarar áreas especiales de protección.
5.4. COSTA RICA (*)
Legislación: Es necesario implementar y aplicar normas ambientales en los hábitats importantes para
los manatíes. Uno de los principales problemas para las poblaciones de manatíes en Costa Rica es el
tráfico náutico. Sin embargo, hay muy pocas restricciones en las zonas clave para los manatíes, por
ejemplo, el Parque Nacional Tortuguero, el Refugio de Vida Silvestre Barra del Colorado y la
Reserva Forestal Pacuaré. Se necesita la presencia de autoridades del Ministerio del Ambiente para
supervisar la actividad náutica, dado que la presencia de embarcaciones afecta considerablemente a
las comunidades humanas del lugar. Como lo indica el Plan de Acción para el Manatí (Jiménez et al.
2001), estas visitas normativas son importantes, incluso si constituyen solamente uno de los
componentes de la conservación de los manatíes. Los patrullajes pueden ayudar a concientizar a la
gente y a disminuir los efectos negativos de las embarcaciones sobre los manatíes.
Educación ambiental: La educación es fundamental, ya que las actividades de las comunidades del
lugar, por ejemplo, la pesca furtiva y la colocación de redes, continúan siendo un problema para los
manatíes en Costa Rica. Si bien la pesca furtiva se ha reducido en gran medida, aún hay algunos
casos esporádicos. La pesca también constituye un problema, porque las redes se colocan en áreas
donde los manatíes podrían quedarse enredados. Estos dos problemas dan la pauta de que se
necesitan programas educativos, en especial en las áreas protegidas y en las comunidades de los
alrededores. Se deben diseñar programas educativos exclusivos para cada comunidad, dado que cada
comunidad tiene necesidades y métodos de explotación diferentes, según los recursos naturales que
tenga a su alcance. Por ejemplo, la comunidad de Barra del Colorado utiliza los recursos más
intensivamente que las comunidades de Barra de Tortuguero y Barra de Parismina. Esto se debe a
que Barra del Colorado tiene mayores necesidades económicas y está más aislada que las otras dos
comunidades. En esta zona también se han denunciado casos esporádicos de caza de manatíes para
consumo (com. pers. de R. Sandí). La persistencia de esta actividad ilegal más los problemas que
implican los enredos accidentales reflejan la falta de (1) presencia de personal del Ministerio del
Ambiente de Costa Rica y (2) actividades coordinadas entre las autoridades que están a cargo de
127

proteger a los manatíes y llevar a cabo las iniciativas de conservación. Estos problemas también
indican que, fuera de las áreas protegidas, los manatíes deben afrontar más problemas que afectan el
estado de la especie en todo el país.
Investigación: Los estudios científicos deben apuntar a generar datos que se puedan usar como
herramientas para conservar a los manatíes. Los estudios de seguimiento por radio pueden ayudar a
aportar información básica sobre aspectos ecológicos importantes para la conservación de la especie.
Varios proyectos de investigación recientes han estudiado métodos para capturar a los manatíes y
colocarles etiquetas de seguimiento por radio. Estos estudios son guías útiles para futuras
investigaciones, ya que han identificado métodos de captura a partir de las características únicas de
los hábitats donde se hallan los manatíes.
Implementación de iniciativas de conservación regionales: Dichas iniciativas y tratados se necesitan
para promover la conservación junto con los países vecinos, en especial, con Nicaragua y Panamá.
Los manatíes pueden migrar desde y hacia los países vecinos, por lo que se necesitan iniciativas
regionales para proteger a la especie, ya que las amenazas de un país afectarán a los ejemplares que
viven en otro. Ya han comenzado las tratativas para iniciar proyectos regionales con Panamá.
5.5. CUBA (**)
Evaluación de las actividades relacionadas con los humanos: Se debe evaluar el conflicto que hay
entre los manatíes y las actividades pesqueras. Es esencial resolver este asunto, ya que los enredos
accidentales son una de las mayores amenazas que afectan a los manatíes en Cuba. La cooperación
con las comunidades pesqueras podría ayudar a identificar prácticas y métodos alternativos para
disminuir las posibilidades de que los manatíes se enreden.
Educación ambiental: En las zonas donde los enredos accidentales son un problema, es fundamental
implementar una campaña educativa para la comunidad. La magnitud de las capturas accidentales se
debe investigar al llevar a cabo entrevistas de sondeo.
Evaluar y mejorar la efectividad de las leyes actuales: En Villa Clara, hace falta implementar
medidas normativas en las áreas protegidas de Las Loras, Lanzanillo Pajonal Fragoso y Las Licuas
Cayo del Cristo.
5.6. REPÚBLICA DOMINICANA
Investigación: Se debe realizar con urgencia un estudio integral que analice la distribución de los
manatíes en todo el país, ya que no hay datos actuales. Dicho estudio debe hacer hincapié en la
organización de sondeos aéreos periódicos, a fin de evaluar la distribución nacional y la abundancia
de los manatíes. También se deben realizar sondeos de seguimiento. Idealmente, se incentivaría a las
comunidades locales a participar en entrevistas e iniciativas de supervisión de la población. Estas
intervenciones de las partes interesadas contribuirían a fomentar las capacidades de la comunidad y
fortalecerían los objetivos de conservación de los manatíes a largo plazo en la región.
Asimismo, es necesario evaluar las posibles amenazas de los manatíes y sus hábitats, por ejemplo,
analizando los contaminantes de las zonas más problemáticas en las que haya manatíes. Las
muestras tomadas casualmente de animales varados y cadáveres se pueden utilizar en análisis
genéticos y de contaminantes para identificar posibles problemas de salud de las poblaciones locales
de manatíes. Si se ampliara la red actual de varamientos, estos estudios se beneficiarían directamente
128

y se contribuiría a reducir los incidentes en los que los manatíes resultan muertos o heridos por
causas antropogénicas.
5.7. GUAYANA FRANCESA
Investigación: Es posible que los manatíes se desplacen entre la Guayana Francesa y partes de Brasil
y Surinam. Un estudio de seguimiento por radio podría detectar si esos movimientos realmente
existen o no. En caso de que existan, se necesita un plan de gestión a nivel regional. También hace
falta realizar estudios que evalúen el posible efecto de los contaminantes en los manatíes y otros
ejemplares marinos. Muchas masas de agua están contaminadas con combustible, dado que una
práctica común es vaciar los tanques de combustible en el agua. Asimismo, los campos de arroz
pueden afectar negativamente a los ecosistemas acuáticos, porque es posible que todavía se utilicen
insecticidas tales como el diclorodifeniltricloretano, la dieldrina y la aldrina (de Thoisy et al. 2003).
Por otro lado, es crucial contar con un programa de conservación regional que se centre en las áreas
protegidas.
5.8. GUATEMALA (*)
Educación ambiental y aplicación de leyes pertinentes: La pesca furtiva continúa siendo una
amenaza para los manatíes de Guatemala. Se debe desarrollar un programa ambiental que esté
dirigido a los pueblos donde todavía se practica la caza furtiva. Los programas educativos que se
utilizaron en otros lugares, como el país vecino de Belice, se pueden tomar como ejemplo, dado que
resultaron útiles a la hora de disminuir la caza ilegal. Además, es necesario reforzar las leyes
actuales. A pesar de la protección legal, los cazadores continúan capturando manatíes, sin temor a
recibir multas. Si la recomendación de fomentar la educación ambiental y la aplicación de las leyes
se adopta plenamente, esta sola medida puede tener un efecto positivo considerable en el estado de
las poblaciones de manatíes.
Actividad náutica y pesquera: La actividad náutica no está regulada en las áreas protegidas. Es
esencial llevar a cabo un estudio que analice los posibles efectos de la actividad náutica sobre los
manatíes en el extremo sudeste del Lago de Izábal (desde la Ensenada Lagartos hasta Punta Chapín).
Esta área se considera zona de parición, ya que con frecuencia se avistan crías en estas aguas poco
profundas. Sin embargo, la actividad náutica no está regulada allí y se han visto embarcaciones muy
cerca de los manatíes. La mayoría de las embarcaciones pertenecen a pescadores que utilizan la zona
para colocar chinchorros, actividad que tampoco está regulada y que constituye otro motivo de
preocupación. Aparentemente, los manatíes se enredan en este tipo de red en esa parte del lago. Este
problema también se ha observado con frecuencia en otros países. Afecta particularmente a las crías
y a los ejemplares jóvenes. El gobierno debe regular el uso de los chinchorros y se deben designar
otras zonas para las actividades pesqueras.
Investigación: No queda claro si los manatíes salen del Lago de Izábal. No obstante, el movimiento
de ejemplares de esta área a otros puntos geográficos es un aspecto importante, en especial si se
inician actividades mineras cerca del lago, en una zona donde se registró la mayor cantidad de
manatíes del país. Si hay fondos disponibles, se recomienda poner en marcha un programa de
radiotelemetría en el Lago de Izábal, a fin de estudiar los movimientos de los manatíes, en particular,
cuando comiencen las actividades mineras. Si los animales se capturan para colocarles etiquetas,
también se pueden tomar muestras de tejido para realizar análisis genéticos y de contaminantes. Los
estudios de contaminantes son primordiales, ya que se ha informado que las aguas que habitan los
129

manatíes en el Lago de Izábal contienen plomo (com. pers. de H. García). Esto no sólo afecta
directamente a la población de manatíes, sino que además amenaza la salud de la gente que consume
carne de manatí en forma ilegal.
La mayoría de las iniciativas de investigación actuales se centran en el Lago de Izábal. Es necesario
realizar estudios de los manatíes que frecuentan la Bahía de Manabique; esta zona es muy
importante para la especie, pero no se sabe nada sobre los ejemplares que habitan esas aguas
específicamente. Los estudios podrían dedicarse a observar la conducta de la especie, dado que las
aguas de esta bahía ofrecen una buena visibilidad. Sería conveniente llevar a cabo un estudio que
comparara los diferentes aspectos de los animales que frecuentan las aguas de la Bahía de
Manabique y los que habitan el Lago de Izábal, ya que las dos áreas presentan diferencias ecológicas
que pueden afectar el comportamiento y la ecología de los ejemplares.
5.9. GUYANA
Investigación: La tarea más urgente es determinar el estado y la distribución de los manatíes en el
país. En este caso, sería preferible recurrir a sondeos aéreos a gran escala. Sin embargo, si esto no es
inmediatamente posible debido a los costos y otros aspectos logísticos, sería conveniente obtener
datos de referencia realizando entrevistas y otros estudios de bajo costo.
5.10. HAITÍ
Investigación: La tarea más primordial es determinar el estado y la distribución actuales de los
manatíes en el país, dado que la única información disponible se basa en un estudio que se llevó a
cabo a fines de la década de 1980. Los nuevos sondeos podrían emplear la misma metodología que
utilizó Rathbun et al. (1985). En un país tan necesitado de apoyo económico, se puede establecer
contacto con organismos de financiación internacionales, como Sirenian International, para solicitar
su participación en esta iniciativa.
5.11. HONDURAS (*)
Investigación: Las responsabilidades de coordinar y llevar a cabo investigaciones sobre los manatíes
se deben asignar a una persona u oficina central. Idealmente, esta persona/oficina debe estar ubicada
cerca de la costa norte, para que pueda tener acceso inmediato a los lugares donde se encuentran los
ejemplares del país. Las responsabilidades de la oficina consistirían en recopilar datos sobre
avistamientos de manatíes y organizar vuelos anuales sobre las áreas clave.
Los zonas clave para los manatíes que se identificaron en la costa norte (es decir, el Refugio de Vida
Silvestre Cuero y Salado, el Río Aguán y el Río Chapagua) se deben sondear una vez por año o cada
dos años, desde fines de marzo hasta principios de mayo, para determinar cualquier cambio en la
distribución y la abundancia relativa de la población. A esos vuelos los debe coordinar el
coordinador nacional de investigaciones sobre manatíes. Esta persona debe recurrir a la colaboración
de terceros que ya hayan realizado expediciones aéreas en la región.
La costa de La Mosquitia se debe sondear para determinar el estado y la distribución de los manatíes
en esa área. Para realizar el sondeo inicial, se puede conformar un equipo reducido, como el que se
organizó para los sondeos de la costa norte. Si bien se avistaron manatíes en los sondeos aéreos de
2000 y 2005, la sección costera que se extiende desde la frontera de Guatemala hasta Punta Sal se
debe sondear exhaustivamente para definir la distribución de la especie en esa región. Los animales
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avistados en esta zona pueden ser ejemplares que migran; el hecho de que haya avistamientos no
quiere decir que el lugar se trate de una verdadera área clave, aunque una excepción pueden ser los
humedales de Omoa.
Por último, el siguiente paso para estudiar a los manatíes en Honduras es adquirir una noción más
completa de sus movimientos y su ecología conductual. Para ello, se recomienda supervisar a
algunos animales por radio y mediante estudios con etiquetas satelitales. El mejor lugar para llevar a
cabo este proyecto es el Refugio de Vida Silvestre Cuero y Salado, tanto por su accesibilidad como
por su población uniforme de manatíes. Como se mencionó anteriormente, esto representa el
siguiente paso para proteger a los manatíes en Honduras y se debe considerar después de varios años
de realizar sondeos de la población. Se recomienda entablar vínculos con el equipo del Proyecto
Sirenia del Departamento de Estudios Geológicos de EE. UU. y/o con el equipo de la Wildlife Trust,
que ya están llevando a cabo estudios preliminares en Belice.
Información biológica que permite descubrir aspectos vitales de la dinámica de la población: Cuando
se encuentren manatíes muertos, se deben practicar necropsias para determinar la causa de muerte.
También se sugiere tomar muestras para preservarlas como especímenes de museo. Si el cadáver no
es reciente, se deben tomar fotografías del cuerpo. También es conveniente tomar nota de datos
anecdóticos, de las medidas estándar y de cualquier información sobre la posible causa de muerte. Si
el cadáver es reciente, los tejidos de piel se deben preservar para realizar análisis del ADN. Además,
se deben recuperar los huesos para estudiarlos cuando sea posible. Por último, es necesario entregar
una copia de todos estos datos al coordinador de investigaciones sobre manatíes.
Educación ambiental: Las campañas educativas locales sobre manatíes deben ser una prioridad, tanto
en la costa norte como en La Mosquitia. Al concientizarse sobre el tema, la gente registrará más
avistamientos de ejemplares y, con suerte, también informará a las autoridades al encontrar animales
muertos. Los pueblos de la costa norte deben saber que la abundancia relativa de manatíes en la
región está disminuyendo.
Áreas protegidas: Se recomienda continuar protegiendo el Refugio de Vida Silvestre Cuero y Salado.
Las comparaciones de los estudios recientes con los sondeos aéreos realizados en 1979-1980 indican
que es necesario llevar a cabo más estudios ecológicos en la Laguna Thompson. Esto permitirá
determinar si el exceso de sedimentación o residuos químicos de las plantaciones de palma aceitera
está afectando negativamente al ecosistema.
5.12. JAMAICA
Investigación: Ante todo, se deben priorizar los sondeos a gran escala en todo el país, a fin de
obtener información sobre los patrones de distribución y la abundancia relativa de los manatíes. No
debe haber más manatíes en condiciones de semicautiverio hasta que se determine que el estado de
la especie en el país es estable. Incluso la extracción de algunos individuos puede tener
consecuencias drásticas si la población es reducida.
Desarrollar pautas para los manatíes en cautiverio: En este momento, hay tres manatíes en cautiverio
en el Río Alligator Hole. Se debe determinar la capacidad del río, ya que en 1996, los recursos
alimenticios del río se agotaron y hubo que establecer un programa de alimentación complementario
(Mignucci-Giannoni et al. 2003). No se deben introducir más manatíes en el río hasta que se
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disponga de información sobre su capacidad.
5.13. MÉXICO (*)
En la última reunión del Comité Técnico Consultivo para la Conservación del Manatí en noviembre de
2006, el grupo analizó las principales amenazas y los problemas de conservación e investigación
relacionados con la protección de los manatíes en el país. Se formularon varias recomendaciones sobre
investigación y medidas de conservación prioritarias con la intención de implementarlas en el transcurso
de los siguientes cuatro años. Las recomendaciones principales fueron:
1. El Comité Técnico Consultivo para la Conservación del Manatí reconoce la necesidad de desarrollar
protocolos estándar oficiales para respaldar el programa de varamientos y, en particular, la
rehabilitación de crías y adultos y las iniciativas de liberación que se llevan a cabo en diferentes
regiones de México. Asimismo, las instituciones que participan en el Comité Técnico Consultivo
para la Conservación del Manatí y que tienen manatíes en cautiverio trabajarán en pos de
estandarizar los protocolos para mejorar la gestión en cautiverio y la cría.
2. El Comité Técnico Consultivo para la Conservación del Manatí reconoce que una gran parte del área
costera de la Península de Yucatán y Tabasco está formada por áreas naturales protegidas, y que
varias de estas cuentan con poblaciones de manatíes de tamaño considerable. Sin embargo, lo que
preocupa al Comité es que algunas de las áreas protegidas tienen serias limitaciones administrativas,
no implementan bien las medidas de conservación de los manatíes y se sufren presiones para
desarrollar actividades económicas dentro y en los alrededores. Se identificó que el área protegida de
la Bahía de Chetumal sufre estos problemas en particular. El Comité insta a emprender una
evaluación integral de la situación de las diferentes áreas naturales protegidas, de modo que se
puedan hacer recomendaciones específicas a los gobiernos federales y estatales, y de ese modo se
puedan implementar mejores estrategias de conservación de los manatíes.
3. El Comité recomienda continuar desarrollando procedimientos para calcular las poblaciones de
manatíes en los estados de Campeche, Chiapas, Tabasco y Veracruz mediante técnicas acústicas.
Para ello, se necesitará la cooperación internacional.
4. El Comité reconoce la necesidad de continuar estudiando la variabilidad genética de los manatíes y
el flujo genético que hay entre las poblaciones de esta especie en distintas regiones de México. Se
sugiere utilizar técnicas con microsatélites en dichos estudios.
5. El Comité recomienda continuar los programas de seguimiento de manatíes por radio en las zonas
con altas concentraciones de ejemplares. Los nuevos datos que surjan sobre los movimientos
transfronterizos entre México y Belice y sobre los hábitats importantes de manatíes que se
interconectan incentivarán el desarrollo de sólidos proyectos de colaboración regional para las
actividades de investigación y conservación.
6. El Comité reconoce la necesidad de evaluar el efecto de ciertos contaminantes (por ejemplo,
pesticidas, herbicidas y bifenilos policlorados) en las poblaciones de manatíes y sus hábitats críticos.
Se detectaron bifenilos policlorados en algunas muestras de manatíes de Quintana Roo (Wetzel et
al., datos inéditos), lo que sugiere que la contaminación es un problema en esa zona.
7. Es primordial organizar un programa educativo intensivo a nivel nacional para respaldar las
actividades regionales de conservación de los manatíes. En particular, el Comité identificó la
necesidad de difundir información sobre la biología de los manatíes y apoya las actividades de la red
local de varamientos de mamíferos marinos.
5.14. NICARAGUA
Aplicación de las leyes pertinentes: La caza ilegal continúa siendo un problema grave en Nicaragua,
132

donde se han identificado varias comunidades que la practican (Jiménez 2002, Espinoza 2004). Es
necesario poner fin a la caza ilegal, pero para lograrlo, se deben establecer medios de vida
alternativos para los cazadores. La caza es parte de la cultura y tradición de las comunidades locales,
por lo que, para exhortar a los pueblos a que abandonen la actividad, se debe llevar a cabo un estudio
socioeconómico que identifique (1) otras actividades que sean lucrativas y atractivas, y (2) modos de
comunicar estas alternativas, de modo que los habitantes del lugar estén dispuestos a considerar las
sugerencias y los cambios de estilo de vida. Es necesario fortalecer las leyes. Esa iniciativa debe
estar acompañada de medidas de aplicación efectivas. Las áreas protegidas, como la Reserva
Biológica Cayos Miskitos, no cuentan con suficiente personal de supervisión (Jiménez 2002). Sin
embargo, se sabe que hay cuatro comunidades de cazadores cerca de la reserva. Se debe contratar a
más personal para aplicar correctamente las medidas de conservación en las áreas protegidas. Los
fondos para financiar esta recomendación se pueden solicitar al gobierno nicaragüense o se pueden
recaudar mediante iniciativas de cooperación internacional.
Educación ambiental: Se necesita con urgencia un programa educativo para concientizar a los
pescadores furtivos detectados sobre los efectos de la pesca furtiva en los manatíes. El programa
debe contemplar la participación de líderes de la comunidad, autoridades locales y científicos.
También puede resultar útil contar con participantes internacionales en este caso particular, a fin de
financiar un estudio, dado que es posible que el gobierno de Nicaragua no pueda asignar fondos
específicamente a esta actividad (Jiménez 2000). También se necesita educación pública, para
fortalecer y aplicar la legislación que prohíbe la caza de manatíes. Por otro lado, la educación puede
servir para fomentar el orgullo por los manatíes, como característica significativa del medio
ambiente marino y como especie emblemática de las iniciativas de conservación marina.
5.15. PANAMÁ (*)
Investigación: No se ha realizado ningún estudio integral desde fines de la década de 1980 (Mou y
Chen 1990). La diversidad genética y la viabilidad de la población local de manatíes también se
desconocen, por lo que se deben evaluar. No queda claro si los pocos animales que se observaron en
la parte este del país (Comarca) interactúan o se mezclan con los ejemplares de la costa oeste
(Changuinola). Asimismo, la proximidad del refugio de San San Pond Sack (la zona con la mayor
cantidad de manatíes del país) con la frontera de Costa Rica sugiere que hay cierto grado de
intercambio genético entre los dos países. Un estudio genético podría determinar si hay intercambio
genético a nivel local y regional, y esa información se puede utilizar para poner en marcha
iniciativas de conservación a una escala mayor.
También es importante realizar un estudio que analice los hábitos alimenticios de los manatíes. El
estudio debe identificar el tipo y la cantidad de plantas de las que se alimentan los manatíes, así
como su valor nutricional. Los datos se pueden utilizar para proteger a especies vegetales críticas, en
especial en zonas donde el agua está contaminada por el desplazamiento de sedimentos que produce
la agricultura (por ejemplo, las plantaciones de bananas) y/o la ganadería. La vegetación acuática se
ve gravemente afectada por los vertidos de las plantaciones de bananas. Los estudios de
investigación deben contar con más recursos técnicos, para garantizar la participación de los
habitantes locales en actividades de campo. Los residentes del lugar pueden colaborar con los
programas de conservación y ayudar a concientizar a sus amigos y familiares.
Crear planes nacionales de recuperación o actualizar los existentes y organizar equipos de
recuperación: Es primordial elaborar un plan de recuperación de los manatíes para el país. San San
133

Pond Sack es la única zona que cuenta con un plan de acción para conservar a los manatíes. Es
necesario poner en marcha iniciativas de gestión, investigación y educación en todas las áreas donde
se observen manatíes. Los planes de gestión actuales de las áreas costeras protegidas se deben
modificar y hace falta implementar medidas para proteger las zonas y los ecosistemas críticos para
los manatíes. Todo esto permitiría gestionar a mayor escala las áreas importantes. Se debe formar un
grupo de trabajo interinstitucional para desarrollar estudios de investigación sobre la biología y la
ecología de los manatíes de la costa caribeña norte de Panamá. Dichos estudios pueden contribuir a
identificar santuarios y rutas migratorias para los manatíes.
Educación ambiental: Es necesario entablar vínculos con posibles copartícipes que puedan ayudar a
crear actividades de investigación y educación ambiental a nivel regional. Esas actividades podrían
facilitar la recuperación de ecosistemas críticos para los manatíes de la región.
Desarrollar pautas para la observación de manatíes en su hábitat y otras actividades relacionadas:
Las actividades de ecoturismo sostenible pueden ser útiles para concientizar a la gente sobre la
protección de los manatíes y para consolidar las iniciativas de conservación. La actividad también
puede generar medios alternativos de sustento económico para las comunidades locales. Para
promover el ecoturismo sostenible, podría redactarse un manual de actividades relacionadas con los
manatíes. El manual debe detallar las actividades recomendadas, modos de analizar sus posibles
efectos sobre los manatíes y medidas para tomar en caso de que se detecte que las actividades tienen
un impacto negativo. En San San Pond Sack, se utilizan plataformas para observar a los manatíes
desde lejos.
5.16. PUERTO RICO (*)
Actualizar el plan nacional de recuperación: Se debe priorizar la actualización del plan de
recuperación de los manatíes. Este plan debe tener en cuenta las necesidades y limitaciones locales
para ser verdaderamente útil y garantizar la viabilidad de los objetivos a corto y a largo plazo.
Asimismo, se debe tomar como referencia cuando se necesite recabar información sobre los estudios
puertorriqueños sobre manatíes. De hecho, el plan de recuperación debe aportar pautas que los
administradores puedan utilizar de inmediato al tomar decisiones y desarrollar nuevos planes de
investigación. Dado que los manatíes de Puerto Rico afrontan conflictos y problemas ambientales
diferentes de los de los manatíes de otras zonas, como Florida, las decisiones de gestión se deben
tomar, siempre que sea posible, a partir de datos y estudios locales.
Investigación: Se necesita un mejor cálculo de la población. Para obtenerlo, se debe establecer una
metodología estándar para los sondeos aéreos y las iniciativas de recopilación de datos se deben
planificar y coordinar con las distintas instituciones y organizaciones que intervienen. Los datos que
se obtuvieron con los sondeos realizados por el Servicio de Pesca, Fauna y Flora de EE. UU. no se
han analizado, revelado ni publicado aún. Los datos del sondeo aéreo de la Red Caribeña de
Varamientos se pueden consultar en informes inéditos que se publicarán en breve. El análisis de
estos datos con tecnología, por ejemplo, el software SIG, puede revelar importantes patrones de uso
de los hábitats que se desconocen hasta ahora. Es necesario llevar a cabo sondeos sinópticos
reiterados para localizar una cantidad mínima de manatíes de la isla en los que se puedan basar las
medidas de gestión.
También se necesita con urgencia una evaluación actualizada de la capacidad del ecosistema. Las
iniciativas de conservación de los últimos 15 a 20 años se han sustentado en la suposición de que la
134

única amenaza para las poblaciones de manatíes es la interacción humana, pero es posible que las
limitaciones del hábitat y la contaminación también afecten las cifras demográficas. La población se
ha mantenido estable; anualmente, se recuperan entre 8 y 13 cadáveres. Sin embargo, la tendencia de
recuperación de cuerpos fue en aumento en los últimos 17 años. Es posible que la capacidad de la
isla para los manatíes se encuentre en equilibrio o esté cerca de este, en cuyo caso las iniciativas para
proteger el hábitat y mantener la estabilidad de la población cobrarían mayor importancia que la
estimulación de un crecimiento demográfico insostenible.
Es fundamental realizar estudios más detallados sobre la biología de la especie. El siguiente paso es
iniciar estudios conductuales y sobre los movimientos de los manatíes y caracterizar los hábitats
frecuentados (a partir de datos de seguimiento por radio), a fin de comprender los patrones de
desplazamiento y de uso de los hábitats. Ante todo, es apremiante estudiar con radiotelemetría el uso
del hábitat de cada manatí cerca de la Reserva Nacional de Investigación Estuarina Bahía de Jobos
en Salinas y Guayama, en la costa sur, y cerca del Estuario de la Bahía de San Juan en Toa Baja,
Cataño, Guaynabo, San Juan, Carolina y Loiza, en la costa norte.
Los datos telemétricos tampoco se han publicado íntegramente y esta información es vital para
adquirir una noción más profunda de cómo los manatíes usan el hábitat. Se necesitan estudios del
ADN microsatélite nuclear para comprender los tipos de interacciones que hay en la estructura de la
población a pequeña escala. Actualmente, se están desarrollando y optimizando iniciadores
microsatélites para loci polimórficos en la Universidad de Florida (Kellogg et al. 2007), el Fish and
Wildlife Research Institute y el Mote Marine Laboratory. Estos estudios abordarán cuestiones
relacionadas con el uso del hábitat y los patrones migratorios por medio de la identificación de las
áreas de reproducción, la determinación de si las poblaciones del norte y el sur de la isla se
reproducen entre sí y el análisis del grado de contacto social entre los tres haplotipos (en las zonas de
alimentación o de agua dulce, por ejemplo). El evidente aislamiento genético de las poblaciones de
manatíes de Florida y Puerto Rico (Kellogg et al. 2007) indica que las decisiones de gestión de la
especie en Estados Unidos deben tener en cuenta que los ejemplares de Florida y Puerto Rico son
diferentes, sufren amenazas distintas y requieren otras medidas de gestión. El cambio de la categoría
de “en peligro de extinción” del manatí de Puerto Rico por haber cambiado la categoría de Florida a
“vulnerable” sería un ejemplo de una medida de gestión sin fundamento e irresponsable desde el
punto de vista biológico. Si el aislamiento genético previsto de las poblaciones de manatíes del norte
y el sur se confirma con el análisis de microsatélites, la población de manatíes de Puerto Rico no se
debe tratar como si fuera un grupo homogéneo. Los administradores ambientales deben considerar
este aspecto al elaborar planes para ampliar las iniciativas de recuperación de la especie en Puerto
Rico.
Los proyectos de evaluación de la mortalidad de los manatíes deben continuar, particularmente, para
documentar los casos íntegramente mediante el uso de la histopatología. Estos resultados se deben
publicar, para que se puedan tener en cuenta en las decisiones de gestión sobre la salud de la
población. Las iniciativas de rescate y rehabilitación también se deben continuar y financiar
correctamente, dado el alto costo de los tratamientos y del entrenamiento de los animales para
sobrevivir en el hábitat. Debido al tamaño reducido de la isla, estas iniciativas se deben centralizar
en un establecimiento con personal capacitado de largo plazo, a fin de evitar la superposición de
esfuerzos y hacer hincapié en mejorar las técnicas de tratamiento para facilitar la supervivencia de
cada paciente.
135

Identificar los requisitos del hábitat y las áreas protegidas de importancia particular para los
manatíes: Las autoridades locales deben reforzar las iniciativas para regular y proteger los hábitats
de los manatíes del desarrollo. Es necesario que se centren en las zonas de alimentación y
reproducción preferentes de los individuos de la población. Algo que mejorará las iniciativas de
protección de los hábitats es contar con una caracterización detallada de los lechos de hierba marina,
así como con datos de radiotelemetría de los manatíes y sobre la disponibilidad de agua dulce en las
zonas que frecuenta la especie.
Normas de velocidad en las áreas de manatíes: Se deben identificar las áreas de manatíes a partir de
la información aportada por los sondeos aéreos, a fin de regular la velocidad de las embarcaciones en
dichos lugares para disminuir en la mayor medida posible las muertes de ejemplares a causa de
colisiones. Esta regulación debe estar acompañada de una enmienda de la ley de navegación del
estado libre asociado que contemple la aplicación de multas considerables que sirvan de método de
disuasión para los navegantes y deportistas que utilizan las zonas donde los manatíes están más en
riesgo. Esta iniciativa también se debe combinar con campañas de educación para los guardaparques,
una correcta aplicación de las leyes, y abogados y jueces que tomen estas medidas seriamente y las
consideren una importante herramienta de conservación para la especie.
Mejorar la educación pública: Se deben poner en marcha más iniciativas para mejorar la extensión
comunitaria y la educación pública sobre la difícil situación de los manatíes. Una sugerencia es
lanzar y financiar una campaña educativa masiva para que, al haber una ciudadanía mejor educada e
informada, se facilite la conservación de los manatíes. Esto supondría difundir información a través
de varios medios (periódicos y anuncios radiales y televisivos de servicio público), distribuir carteles
y folletos en escuelas y organizar la visita de oradores a escuelas y actividades ambientales.
5.17. SURINAM
Investigación: Los sondeos para determinar el estado y la distribución actuales de los manatíes debe
ser la principal prioridad en Surinam. La mayoría de los informes datan de las décadas de 1970 y
1980. Los sondeos aéreos aportan los datos más integrales, sin embargo, si no es posible realizarlos
debido al costo y la logística, se puede obtener información útil entrevistando a los pescadores
locales y a la gente que vive en la costa. La distribución de los manatíes se puede estudiar a los
intervalos que correspondan (por ejemplo, cada dos a cinco años).
5.18. TRINIDAD Y TOBAGO
Las recomendaciones propuestas en esta sección se corresponden con el Plan de recuperación de
Trinidad y Tobago (Nathai-Gyan y Boodoo 2002):
Investigación: Es fundamental obtener información sobre la distribución y la abundancia relativa de
los manatíes en Trinidad y Tobago. El método sugerido más viable para este tipo de investigación en
el país son los sondeos en barco y las entrevistas de campo. Los barcos deben contar con plataformas
de observación desde donde los observadores puedan buscar manatíes durante el sondeo. Según el
Plan de recuperación de Trinidad y Tobago, se deben llevar a cabo sondeos en barco mensuales en el
Pantano de Nariva y sondeos trimestrales en otras zonas donde haya manatíes. También es necesario
realizar sondeos aéreos anuales en todo el país.
Áreas protegidas: El Pantano de Nariva es una de las áreas más importantes para los manatíes del
136

país. Es por ello que se debe designar área de recursos gestionados y se debe elaborar un plan de
gestión para proteger el hábitat. Los patrullajes y los controles permanentes deben continuar, a fin de
garantizar la protección de las especies presentes y los ecosistemas. Se recomienda otorgar el cargo
de guardabosques honorario a personas selectas que puedan ejercer la autoridad legal necesaria para
contribuir con las actividades actuales de patrullaje/control. Otros hábitats importantes para los
manatíes también necesitan planes de gestión, por ejemplo, Big Pond, Manzanilla y los canales de
conexión, y el Río Mitán. Los planes de gestión deben incluir pautas para reforzar las normas
actuales o regular aquellas actividades que pueden tener un impacto negativo sobre los manatíes, es
decir, se debe limitar el uso de embarcaciones motorizadas, chinchorros y anzuelos grandes, y se
debe controlar que no se destruya el hábitat. Para lograr este último objetivo, cualquier proyecto que
suponga realizar obras en hábitats importantes para los manatíes se debe evaluar y debe recibir un
certificado de aprobación de impacto ambiental para poder ponerse en marcha. En los casos donde se
permitan actividades agrícolas, se debe mantener una zona neutra de 25 m cerca de cualquier curso
de agua natural. Es crucial impedir el desecho de residuos en las vías fluviales y las aguas abiertas
mediante la aplicación de la Ley de residuos y la coordinación de programas educativos.
Modificar las leyes pertinentes: La caza de manatíes está prohibida y la sanción por no respetar la
prohibición es una multa de aproximadamente US$160.00 o una pena de encarcelamiento de tres
meses. Tanto la multa como la pena se deben aumentar considerablemente para que resulten
efectivas.
5.19. ESTADOS UNIDOS (*)
La conservación y gestión de los manatíes en Estados Unidos se han llevado a cabo con tres décadas de
cooperación y cuatro versiones consecutivas del Plan de recuperación de manatíes de Florida, entre
ellas, la versión más reciente, que fue aprobada y publicada en 2001 (U.S. Fish and Wildlife Service
2001). El último plan cuenta con descripciones detalladas y justificaciones de las medidas necesarias,
además de un cronograma de implementación por prioridades que asigna diferentes tareas a distintas
instituciones u otras partes interesadas. Las principales entidades que tienen la responsabilidad legal de
estudiar y conservar a los manatíes son el Departamento del Interior (el Servicio de Pesca, Fauna y Flora
de EE. UU. y el Departamento de Estudios Geológicos de EE. UU.) y la Comisión de Pesca y
Conservación de Vida Silvestre de Florida. A nivel federal, la Comisión de Mamíferos Marinos de
EE. UU. oficia de entidad supervisora independiente.
Las cuatro principales recomendaciones para la recuperación de los manatíes en Florida que se
mencionan en el plan de recuperación son:
reducir las causas de alteración, acoso, daño y mortalidad de los manatíes;
determinar y supervisar el estado de la población de manatíes;
proteger, identificar, evaluar y supervisar los hábitats de los manatíes, y
facilitar la recuperación por medio de la concientización pública y la educación.
Ha habido grandes avances en el abordaje de cada una de estas categorías. De hecho, Wallace (1994)
consideró que el programa de recuperación de manatíes de ese momento era un modelo al que podían
aspirar los programas de recuperación de otras especies. Es importante observar que los avances en pos
de la recuperación de los manatíes de Florida dependen en parte de la disponibilidad de datos científicos
útiles para informar a los administradores y promover medidas de mitigación y conservación efectivas.
137

Gracias a las iniciativas polifacéticas y los compromisos de financiación a largo plazo, se puede afirmar
que el manatí de Florida es uno de los mamíferos marinos más conocidos del mundo (Glaser y Reynolds
2003).
Si bien la recuperación del manatí de Florida no está garantizada, en vista de todos los efectos de una
población humana en ascenso vertiginoso, la base de información y la infraestructura que existen dan
motivos para crear optimismo. En virtud de esa creencia y de la aparente mejora del estado de los
manatíes en las últimas tres décadas, hace poco, el estado de Florida cambió la categoría de los manatíes
de “especie en peligro de extinción” a “especie amenazada”. Para ver las medidas de recuperación
detalladas, consúltense las páginas web del Servicio de Pesca, Fauna y Flora de EE. UU.
(http://www.fws.gov/northflorida/Manatee/manatees.htm) y de la Comisión de Pesca y Conservación de
Vida Silvestre de Florida (http://floridaconservation.org).
5.20. VENEZUELA (**)
Investigación: Se necesitan datos de referencia sobre la distribución de los manatíes en Venezuela.
La mayoría de los estudios recientes se han centrado en una pequeña región del Lago de Maracaibo.
Sin embargo, no se dispone de información sistemática actual sobre el estado de la especie en gran
parte de la costa este de Venezuela. Según la disponibilidad de recursos, se pueden obtener datos de
referencia por medio de sondeos aéreos y en barco.
Áreas protegidas: Se debe hacer hincapié en proteger a los manatíes en las zonas designadas para su
protección. Los investigadores locales recomiendan que la Bahía El Tablazo se convierta en un área
protegida para los manatíes. La participación de la comunidad y la gestión deben ser componentes
integrales de la administración de la reserva.
Desarrollar pautas para los manatíes en cautiverio: Otro tema importante para tratar es mejorar las
condiciones de cautiverio o liberar al animal que se encuentra en el Parque Zoológico y Botánico
Barrida, ubicado en Barquisento, estado de Lara.
138

Tabla 8. Resumen de recomendaciones sugeridas para cada país
País
Número de
tarea/subtarea
Descripción de la recomendación
Bahamas 3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
Belice 3.1.3. Proteger a los manatíes y su hábitat
3.1.3.1. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.4.1. Crear planes nacionales de recuperación o actualizar los existentes
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
3.2.1.2. Información biológica que permite descubrir aspectos vitales de la
dinámica de la población
Colombia 3.1.3.1. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
Costa Rica 3.1.3.1. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.3.2. Áreas protegidas
3.1.3.3. Aplicar las leyes correspondientes
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
3.2.1.3. Tareas coordinadas a nivel regional
Cuba 3.1.3.1. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.3.4. Disminuir las muertes y los daños causados por los humanos
República
Dominicana
3.2.3.2. Evaluar y mejorar la efectividad de las leyes actuales
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
3.2.1.1. Estado y distribución
3.2.1.2. Información biológica que permite descubrir aspectos vitales de la
dinámica de la población
3.2.2. Supervisar las condiciones del hábitat
Guyana 3.2.1. Investigación
Francesa 3.2.2.3. Contaminación del hábitat
Guatemala 3.1.3. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.3.3. Aplicar las leyes correspondientes
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
3.2.4.
Disminuir y controlar las actividades que pueden ser perjudiciales para los
manatíes
Guyana 3.2.2.1. Estado y distribución
Haití 3.2.2.1. Estado y distribución
Honduras 3.1.3. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.3.2. Áreas protegidas
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
3.2.1.1. Estado y distribución
Jamaica 3.2.1.1. Estado y distribución
3.2.1.2. Información biológica que permite descubrir aspectos vitales de la
dinámica de la población
3.2.6. Desarrollar pautas para los manatíes en cautiverio
México 3.1.2. Definir pautas para la recopilación de datos/censos
3.1.3. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.3.2. Áreas protegidas
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
139

Tabla 8 (continuación) Resumen de recomendaciones sugeridas para cada país
País
Número de
tarea/subtarea
Descripción de la recomendación
Nicaragua 3.1.3.3. Aplicar las leyes correspondientes
3.2.3.
Supervisar y modificar como
concientización sobre los manatíes
corresponda los programas de
Panamá 3.1.3.1. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.4.1.
Crear planes nacionales de recuperación o actualizar los existentes y
organizar equipos de recuperación
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
3.2.1.1. Estado y distribución
3.2.2.1. Identificar los requisitos del hábitat y proteger las áreas de importancia
particular para los manatíes
3.2.5. Desarrollar pautas para la observación de manatíes en su hábitat y otras
actividades relacionadas
Puerto Rico 3.1.2. Definir pautas para la recopilación de datos/censos
3.1.4.1. Crear planes nacionales de recuperación o actualizar los existentes y
organizar equipos de recuperación
3.2.1. Investigaciones sobre los manatíes
3.2.2.1. Identificar los requisitos del hábitat y proteger las áreas de importancia
particular para los manatíes
Surinam 3.2.1.2. Estado y distribución
Trinidad y 3.1.3.2. Áreas protegidas
Tobago 3.2.1.2. Estado y distribución
3.2.3.2. Evaluar y mejorar la efectividad de las leyes actuales
Estados
Unidos
3.1.3.1. Mejorar la concientización sobre los manatíes
3.1.3.4. Disminuir las muertes y los daños causados por los humanos
3.2.1.2. Estado y distribución
3.2.2. Supervisar las condiciones del hábitat
Venezuela 3.1.3.2. Áreas protegidas
3.2.1.1. Estado y distribución
3.2.6. Desarrollar pautas para los manatíes en cautiverio
140

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Roo, México. Rev. Inv. Cient. 1 (N.º Especial SOMEMMA 1):1–12.
154

7. APÉNDICES
155

APÉNDICE I
LISTA DE COLABORADORES
Mucha gente del Gran Caribe contribuyó con el desarrollo de este documento. La siguiente referencia indica la participación de cada
persona: C = Colaborador, AP = Autor principal, R = Revisor y AR = aportó recomendaciones
País del que se
aporta
información
Nombre Tipo de
colaboración
Afiliación/Dirección
Bahamas James P. Reid C, R U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
2201 NW 40th Terrace
Gainesville, FL 32605 USA
Belice Nicole E. Auil C, R, AR Wildlife Trust
Marie-Lys C.
Bacchus
P.O. Box 378, Belize City, Belize
C Loma Linda University
Earth and Biological Sciences
Loma Linda, CA 92350 USA
Suzanne P. Holguín C San Francisco State University
Department of Geography and Human
Environmental Studies
1600 Holloway Avenue
San Francisco, CA 94132 USA
Caryn Self-Sullivan C, R, AR Sirenios International, Inc.
200 Stonewall Drive
Fredericksburg, VA 22401 USA
Angeline Valentine R, AR Duke University
135 Duke Lab Road
Brasil Carolina Mattosinho
de Carvalho Alvite
Beaufort NC, 28516-1770 USA
AP Aquatic Mammal Center, IBAMA
Rodovia AL 101 Norte, Km 12
Rioacho Doce, Maceio
Alagoas, Brazil 57033-970
156
Correo electrónico
Números de
teléfono/fax
Jim_Reid@usgs.gov Tel.: 352-378-8181
Fax: 352-374-8080
nauilGómez@gmail.com Tel.: 501-223-5172
Fax: 501-223-5172
mlbacchus@hotmail.com Tel.: 909-796-1080
Fax: 909-558-0259
suzpolo@earthlink.net Tel.: 415-505-2448
Fax: 415-405-2474
caryn@sirean.org Tel.: 540-287-8207
Fax: 540-907-4597
Belice: 501-223-2333
amv9@duke.edu Tel.: 919-218-8304
carolina_alvite@yahoo.com.br Tel.: 55-98-3221-5298
Fax: 55-98-3232-3010

País del que se
aporta
información
Nombre
Colombia Dalila Caicedo-
Herrera
Nataly Castelblanco-
Martínez
Tipo de
colaboración
Afiliación/Dirección
C, R, AR Fundación Omacha
Diagonal 86A No. 30-38
Barrio El Polo
Bogotá, Colombia
C Proyecto Manatí
El Colegio de la Frontera Sur
Av. Centenario Km. 5.5, CP 77900
Chetumal, Quintana Roo, México
Costa Rica Ignacio Jiménez C, R The Conservation Land Trust Argentina
Cuba 3129, Apto. 15; Apdo. 245-3015
(1429) Capital Federal, Argentina
Alexander Gómez C, AR Maestría en Conservación y Manejo de
Vida Silvestre
Instituto Internacional en Conservación
y Manejo de Vida Silvestre
Cuba José Antonio Santos
Mariño
República
Dominicana
Idelisa Bonnelly de
Calventi
Haydee Domínguez
Tejo
Universidad Nacional, Costa Rica
C, R Empresa Nacional para la Protección de
la Flora y la Fauna
Territorio Villa Clara, Cuba
C, R Fundación Dominicana de Estudios
Marinos, Inc. (FUNDEMAR)
Sócrates Nolasco No. 6, Apto. 401
Residencial Carla Pamela
Ensanche Naco
Santo Domingo, República Dominicana
C Centro de Investigaciones de Biología
Marina (CIBIMA)
Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD)
Arístides F. Cabral, esquina Ortega
Frier, Antiguo Hospital Militar El
Marion, Ciudad Universitaria,
Santo Domingo, República Dominicana
157
Correo electrónico
Números de
teléfono/fax
dalila@omacha.org Tel.: 57-1-2362686
dcastel@posgrado.ecosur.mx Tel.: 52-983-8350440
int. 4334
Fax: 52-983-8350450
i_Jiménez_perez@yahoo.es Tel.: 54-11-47011415
gmanatusl@gmail.com Tel.: 506-237-6643,
506-811-6916
Fax: 506-268-7152
ffaunavc@enet.cu Tel.: 053-042-202898
fundemar@verizon.net.do Tel.: 809-547-3677
Fax: 809-547-3677
hmdominguez@mixmail.com,
hdominguezt@gmail.com
Tel.: 809-686-3250

País del que se
aporta
información
Nombre
Tipo de
colaboración
Afiliación/Dirección
Guatemala Franklin Herrera R Consejo Nacional de Áreas
Protegidas 5 Avenida 6-06 Zona 1
Edificio IPM 6to. Nivel Ciudad de
Guatemala, Guatemala
Heidy García de la
Vega
Oscar Hugo
Machuca
Ester Quintana
Rizzo
C, R Defensores de la Naturaleza 2da.
Av. Esquina, Costado de la
Municipalidad, Barrio El Centro El
Estor, Izábal, Guatemala
C, R Defensores de la Naturaleza 2da.
Av. Esquina, Costado de la
Municipalidad, Barrio El Centro El
Estor, Izábal, Guatemala
AP, AR Mote Marine Laboratory 1600 Ken
Thompson Parkway Sarasota, FL
34236 USA
Honduras Gustavo Cruz C Profesor y Director del Museo de
Historia Nacional Universidad
Autónoma de Honduras (UNAH)
Tegucigalpa, Honduras
Robert Ford C Loma Linda University Department
of Earth and Biological Sciences,
Griggs Hall, Room 121 Loma
Linda, CA 92350 USA
Daniel González-
Socoloske
México Janneth Adriana
Padilla-Saldívar
C, R, AR Duke University University
Programme in Ecology Nicholas
School of Enviroment Durham, NC
27708 USA
158
Correo electrónico
Números de
teléfono/fax
franklin@conap.gob.gt Tel.: 502-2422-6700
Fax: 502-2251-8588
hgarcia@defensores.org.gt Tel.: 502-7949-7130
Fax: 502-7949-7130
meichuc26@yahoo.com Tel.: 502-5342-8036
tetequintana@comcast.net Tel.: 727-388-2619
gcruzmuseo@mail.cablecolor.hn
C, R Quintana Roo, México janet@ecosur-qroo.mx
rford@llu.edu Tel.: 909-558-7507
Fax: 909-558-0259
gonzdan@gmail.com Tel.: 919-668-0267
Fax: 919-660-7348

País del que se
aporta
información
México
(continuación)
Nombre
Benjamín Morales-
Vela
Alejandro Ortega-
Argueta
León David Olivera-
Gómez
Tipo de
colaboración
Afiliación/Dirección
AP, AR Proyecto Manatí El Colegio de la
Frontera Sur Av. Centenario Km.
5.5, CP 77900
C, R School of Natural and Rural
Systems Management, University of
Queensland
Gatton 4343, Queensland, Australia
C, R Universidad Juárez Autónoma de
Tabasco
Villahermosa, Tabasco, México
159
Correo electrónico
Números de
teléfono/fax
benjamin@ecosur-qroo.mx Tel.: 52-983-8350440
int. 4334
Fax: 52-983-8350450
aortegarg@yahoo.com.mx Tel.: 61-07-5460-1681
Fax: 61-07-5460-1324
leon.olivera@dacbiol.ujat.mx Tel.: 52-993-3544308,
3581579
Fax: 52-993-3544308
Claudia Tippet C, R San Francisco, USA claurodi@gmail.com Tel.: 802-230-6090
Nicaragua Maribel Chamorro
Monjarrez
C FUNDAR en Río San Juan
Dirección Frente al Colegio Sagrado
Corazón de Jesús
San Carlos, Río San Juan
Ignacio Jiménez C, R The Conservation Land Trust
Argentina
Cuba 3129, Apto. 15; Apdo. 245-3015
(1429) Capital Federal, Argentina
Panamá Karla Aparicio C Urb. Altos del Río, Calle C, No. 87
Ciudad de Panamá, Panamá
Toni Marshett C 16 Blackbutt Place, New South
WaleAustralia 2481
Lenin Riquelme C Fundación Conservación Naturaleza
y Vida, Apartado 0823-01212
Panamá 0823
maribel.chamorro@yahoo.com
maribel.chamorro@fundar.org.ni
Tel.: 505-583-0241
(particular)
505-583-
0011 (laboral)
505- 270 5434
(laboral)
i_Jiménez_perez@yahoo.es Tel.: 54-11-47011415
k_aparicio@yahoo.com Tel.: 507-222-1781
Fax: 507-222-1781
mashett@hotmail.com Tel.: 61-2-6680-7796
lenin6707@yahoo.com Tel.: 507-256-5694

País del que se
aporta
información
Nombre
Tipo de
colaboración
Afiliación/Dirección
Kherson Ruiz C, R, AR Asociación de Amigos y Vecinos de
la Costa y la Naturaleza
(AAMVECONA)
Changuinola
Provincia de Bocas del Toro, Panamá
Malena Sarlo C The Nature Conservancy, Panamá
Clayton, Ciudad del Saber,
Calle Principal, Casa 352 A/B
Puerto Rico Antonio A.
Mignucci-Giannoni
Trinidad y
Tobago
Estados Unidos John E. Reynolds,
III
Panamá
C, R, AR Red Caribeña de Varamientos
Caribbean Stranding Network
P.O. Box 361715
San Juan, Puerto Rico 00936
Marta Rodríguez C, AR University of South Florida
College of Marine Science
140 7 th Avenue South
St. Petersburg, Florida 33701 USA
Aldemaro Romero C Arkansas State University
Department of Biological Sciences
P.O. Box 599
State University, AR 72467 USA
Jalaudin A. Khan C Environmental Natural Resources
and Communication Consultant
P.O. Box 1400, Port of Spain
Republic of Trinidad and Tobago
Venezuela Adda G. Manzanilla
Fuentes
AP, AR Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Parkway
Sarasota, FL 34236 USA
C, R, AR Universidad Pedagógica
Experimental Libertador
UPEL-IPB Educación Agropecuaria
Barquisimeto Estado Lara, Venezuela
160
Correo electrónico
Números de
teléfono/fax
keruiz@cwpanama.net Tel.: 507-758-7359
Fax: 507-758-7359
msarlo@tnc.org Tel.: 507-317-0299
Fax: 507-317-0340
mignucci@caribe.net Tel.: 787-759-8432
martar@marine.usf.edu Tel.: 727-896-8626
x3130
Fax: 727-893-9176
aromero@astate.edu Tel.: 870-972-3082
khanjala@yahoo.com Tel.: 868-743-1604,
868-623-5559
Fax: 868-663-9686
reynolds@mote.org Tel.: 941-388-4441
Fax: 941-388-4317
aeseijas@yahoo.com Tel.: 058-257-2516589
Fax: 058-257-2531580

APÉNDICE II
INSTITUCIONES Y ORGANIZACIONES QUE INTERVIENEN EN LA
INVESTIGACIÓN/CONSERVACIÓN DE LOS MANATÍES
Asociación de Amigos y Vecinos de la Costa y la Naturaleza (AAMVECONA)
Belize Audubon Society
P. O. Box 1001 Tel.: 501-223-5004 12
Fort Street Fax: 501-223-4985
Belice City, Belice
The Belize Zoo & Tropical Education Center
P.O. Box 1787 Tel.: 501-220-8004
Belice City, Belice Fax: 501-220-8010
Centro de Estudios Conservacionistas (CECON)
Universidad de San Carlos de Guatemala Tel.: 502-231-0904
Av. de la Reforma 0-63 Zona 10 Fax: 502-234-7664
Guatemala, Guatemala
Centro de Investigaciones de Quintana Roo
Ap. Postal 424, C. P. 7700 Tel.: 51-983-21666
Chetumal, Quintana Roo Tel.: 51-983-20115/20076
México Fax: 52-983-20447
Coastal Zone Management Unit
Fisheries Dept. Tel.: 501-2-32623
P.O. Box 148 Fax: 501-2-32983
Belice City, Belice
Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAMA)
Ministerio de Planificación y Política Económica Tel.: 507-269-4133 234
Direction Via Spain, Building Prosperity 3° floor Fax: 507-264-3373
Section 10120, Zone 4 Panamá, República de Panamá
Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP)
5 Avenida 6-06 Zona 1 Tel.: 502-2422-6700
Edificio IPM 6to. Nivel Fax: 502-2251-8588
Ciudad de Guatemala, Guatemala 01001
El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR)
Av. Centenario km 5.5, C. P. 77900 Tel.: 52-983-8350440
Chetumal, Quintana Roo, México Fax: 52-983-8350450
161

Florida Fish and Wildlife Conservation Commission
Fish and Wildlife Research Institute Tel.: 727-896-8626
100 Eighth Avenue SE Fax: 727-893-9176
St. Petersburg, Florida 33701-5095
Fundación Cuero y Salado (FUCSA)
Barrio La Merced, calle 15 Edificio Daytona Tel.: 504-443-0329
La Ceiba, Atlántida, Honduras Fax: 504-440-1990
Fundación Defensores de la Naturaleza
7 Avenida 7-09 Zona 13 Tel.: 502-2440-8138
Guatemala, Guatemala
Fundación Manatí Trichechus
Apartado de correo 245-3015 Tel.: 506-2677648
San Rafael de Heredia, Costa Rica
Hubbs-Sea World Research Institute
6295 Sea Harbor Drive Tel.: 407-370-1650
Orlando, FL 32821, USA Fax: 407-370-1659
Lowry Park Zoo
1101 W. Sligh Avenue Tel.: 813-935-8552
Tampa, FL 33604, USA Fax: 813-935-9486
Miami Seaquarium
4400 Rickenbaker Cswy. Tel.: 305-361-5705
Miami, Fl. 33149, USA
Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA)
Apartado No. 5123 Tel.: 505-2-631273/1271
Managua, Nicaragua Fax: 505-2-631-274
Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovable
Centro Simón Bolívar Tel.: 58-2-408 15 00/03/22
Torre Sur, Piso 18 Fax: 58-2-481 02 36
1010-A Caracas, Venezuela
Ministerio del Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial
Calle 37 No. 8-40, Piso 4 Tel.: 57-1-332-3400
Bogotá, Colombia Fax: 57-1-288-9892
Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Parkway Tel.: 941-388-4441
Sarasota, Florida 34236 USA Fax: 941-388-4317
162

Red Caribeña de Varamientos/Caribbean Stranding Network
P.O. Box 361715 Tel.: 787-766-1717
San Juan, 00936-1715, Puerto Rico Fax: 787-751-5840
Emergencias: 787-399-8432
Save the Manatee Club
500 N. Maitland Ave. Tel.: 407-539-0990
Maitland, FL 32751, USA Fax: 407-539-0871
Secretaria de Estado en el Despacho del Ambiente (SEDA)
Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Tel.: 504-235-7833/239-4296
Edificio Principal, 100 metros al Sur Fax: 504-232-6250
del Estadio Nacional
Tegucigalpa, Honduras
U.S. Fish and Wildlife Service, Sirenia Project
USGS/FISC Sirenia Project Tel.: 352-372-2571/ 2201
NW 40th Terrace Tel.: 352-378-8181
Gainesville, FL 32605-3574 USA Fax: 352-374-8080
Wildlife Trust
1601 3rd St S, Suite F Tel.: 727-895-7140
St Petersburg, FL 33701 USA Fax: 727-895-7150
163

APÉNDICE III
DIRECTORIO DE PERSONAS QUE TRABAJAN CON LOS MANATÍES EN EL CARIBE
País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Bahamas Clairidge, Diane Bahamas Marine Mammal Survey
P.O. Box AB-20714
Marsh Harbour, Abaco, Bahamas
Gape, Lynn Bahamas National Trust
Public Relations and Education Officer
P.O. Box N 4105, Nassau, Bahamas
Reid, James P. U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
2201 NW 40th Terrace
Gainesville, FL 32605 USA
Belice
Szlyk, Thomas K.
Auil, Nicole E.
AUTEC Naval Underwater Warfare Center
Andros, Bahamas
Wildlife Trust, P.O. Box 378,
Belize City, Belize
Bacchus, Marie-Lys C. Loma Linda University
Earth and Biological Sciences
Loma Linda, CA 92350 USA
Dunbar, Stephen Loma Linda University
Department of Earth and Biological
Sciences
Loma Linda, CA 92350 USA
Hines, Ellen Assistant Professor
San Francisco State University
Department of Geography and Human
Environmental Studies
1600 Holloway Avenue
San Francisco, CA 94132 USA
Suzanne P. Holguín San Francisco State University
Department of Geography and Human
Environmental Studies
1600 Holloway Avenue
San Francisco, CA 94132 USA
164
nlgaoe@batelnet.bs Tel.: 242-393-1317
Fax: 242-393-4978
Jim_Reid@usgs.gov Tel.: 352-378-8181
Fax: 352-374-8080
szlyk@wpb.nuwc.navy.mil
nauilGómez@gmail.com Tel.: 501-223-5172
Fax: 501-223-5172
mlbacchus@hotmail.com Tel.: 909-796-1080
Fax: 909-558-0259
sdunbar@llu.edu Tel.: 909-558-1000
Fax: 909-558-0259
ehines@sfsu.edu Tel.: 415-405-0921
Fax: 415-338-6243
suzpolo@earthlink.net Tel.: 415-505-2448
Fax: 415-405-2474

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Belice
(continuación)
LaCommare, Katherine University of Massachusetts
145 S. Tompkins St.
Howell, MI 48843-2041 USA
Katie.lacommare@umb.edu Tel.: 540-287-8207
Powell, James A. Wildlife Trust
1601 3rd Street South, Suite F
St Petersburg, FL 33701 USA
powell@wildlifetrust.org Tel.: 727-895-7140
Fax: 727-895-7150
Smith, Greg Basil Jones, Ambergris Caye, Belize
Self-Sullivan, Caryn Sirenian International, Inc.
caryn@sirean.org Tel.: 540-287-8207
200 Stonewall Drive
Fredericksburg, VA 22401 USA
Fax: 540-907-4597
Belice: 501-223-2333
Valentine, Angeline Duke University
135 Duke Lab Road
Beaufort NC, 28516-1770 USA
amv9@duke.edu Tel.: 919-218-8304
Brasil Aparecida Zanoni,
Solange
Executora da Unidade do Ceará
Unidade Executora Regional
do Ceará - CMA/CE
solange.zanoni@ibama.gov.br
Araújo de Oliveira,
Daniela
Coordenadora do Eco-Parque
Eco-Parque Peixe-Boi & Cia
Fundação Mamíferos Aquáticos
danbox@bol.com.br
Barbosa Filho, Roberto
Cavalcanti
Executor da Unidade da Paraíba
Unidade Executora Regional
da Paraíba- CMA/PB
CMA/IBAMA
roberto.barbosafilho@ibama.gov.br
Bicudo César, Fabiana Setor de Acesso ao Uso
Responsável pela Secretaria Executiva da
REMANE, CMA/IBAMA
fabiana.cesar@ibama.gov.br
de Freitas Castro,
Denise
Diretora Executiva da FMA
Fundação Mamíferos Aquáticos
denisefma@uol.com.br
de Oliveira Luna, Fabia Aquatic Mammal Center, IBAMA
Rua Amaud de Holanda 54-B/201
Boa Viagem
Recife/PE, Brazil 51021-170
fabialuna@uol.com.br Tel.: 55-81-99616388
dos Santos, Heleno
Francisco
Unidade Executora Regional do Piauí-
CMA/PI, CMA/IBAMA
165

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Brasil
(continuación)
Gomes Borges, João
Carlos
Médico Veterinário
Fundação mamíferos Aquático
jcgborges@hotmail.com
Gonzales, Mateus Assessor Técnico da UER/AL
Fundação Mamíferos Aquáticos
mateusgonzales@pop.com.br
Machado Severo,
Magnus
Médico Veterinário
Fundação Mamíferos Aquáticos
magnuspxboi@hotmail.com
Mattosinho de Carvalho
Alvite, Carolina
Aquatic Mammal Center, IBAMA
Rodovia AL 101 Norte, Km 12
Rioacho Doce, Maceio
Alagoas, Brazil 57033-970
carolina_alvite@yahoo.com.br Tel.: 55-98-3221-5298
Fax: 55-98-3232-3010
Monteiro, Eliana Analista Ambiental
CMA/IBAMA
eliana.monteiro@ibama.gov.br
Nobre Gomes, Jeane
Kuri
FMA – Convênio FNMA jeanekury@yahoo.com.br
Paszkiewicz, Érika Médica Veterinária
FMA – Convênio FNMA
marberika@yahoo.com.br
Paulo, Josarnaldo
Ramos
Executor da Unidade do Maranhão
Unidade Executora Regional do Maranhaoã
CMA/MA, CMA/IBAMA
josarnaldo.paulo@ibama.gov.br
Pinto de Lima, Regis Programme Director
Aquatic Mammal Center, IBAMA
Pbox 01- Itamaracá/PE - Brazil
ZCode 53900-000
regis.lima@ibama.gov.br Tel.: 55-81-35443030
Fax: 55-81-35441056
Ramalho Lins, Carlos
Augusto
Execução Técnica do Projeto Peixe-Boi
Marinho em âmbito nacional
Fundação Mamíferos Aquáticos
carlos.lins@ibama.gov.br
Ribeiro Sobrinho, José
Germano
Orientador Educacional
Fundação Mamíferos Aquáticos
josesobrinhogermano@bol.com
.br
Sousa-Lima, Renata S. Cornell University
Department of Natural Resources and
Bioacoustics Research Programme
Laboratory of Ornithology
159 Sapsucker Woods Road
Ithaca, NY 14850 USA
rsl32@cornell.edu Tel.: 607-254-2164
Vergara Parente,
Jociery Einhardt
Médica Veterinária
Fundação Mamíferos Aquáticos
vetpxboi@uol.com.br
166

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Colombia Caicedo-Herrera, Dalila Fundación Omacha
Diagonal 86A No. 30-38, Barrio El Polo
Bogotá, Colombia
dalila@omacha.org Tel.: 57-1-2362686
Caballero, Susana University of Auckland
School of Biological Sciences
Private Bag 92019, Auckland, New Zealand
s.caballero@auckland.ac.nz Tel.: 64-9-3737599 x84588
Castelblanco-Martínez,
Nataly
ECOSUR-Unidad Chetumal
Apdo. Postal 424
Av. Centenario km 5.5 C.P. 77014
Chetumal, Quintana Roo, México
dcastel@posgrado.ecosur.mx Tel.: 983-83-5-04-55
Montoya-Ospina, Ruby C/. Pere Terre I Domenec 11
2o. 1al Barcelona 08027
España
marnetec@marnetec.com Tel.: 34931011207
Costa Rica Espinoza-Marin, Carlos Fundación Salvemos al Manatí
Apdo. 245-3015
San Rafael de Heredia, Costa Rica
c_espin@racsa.co.cr Tel.: 506-2377725
Gómez, Alexander Maestría en Conservación y Manejo de gmanatusl@gmail.com Tel.: 506-237-6643, 506-
Vida Silvestre
Instituto Internacional en Conservación y
Manejo de Vida Silvestre
Universidad Nacional, Costa Rica
811-6916
Fax: 506-268-7152
Jiménez, Ignacio The Conservation Land Trust Argentina
Cuba 3129, Apto. 15
Apdo. 245-3015
(1429) Capital Federal, Argentina
i_Jiménez_perez@yahoo.es Tel.: 54-11-47011415
Cuba Álvarez, Vicente
Berovides
Facultad de Biología
Universidad de La Habana
Calle 25, No. 455, Vedado,
Ciudad de La Habana, Cuba
vbero@fbio.uh.cu
Álvarez Alemán,
Anmari
Centro de Investigaciones Marinas
Universidad de La Habana
Calle 16 # 114, Miramar, Playa
la Habana, Cuba
anmari@cim.uh.cu
Collazo, José Luis Refugio de Pauna Las Picuas Cayo del
Cristo
ffaunavc@enet.cu
167

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Cuba García Alfonso, Eddy Refugio de Fauna Lanzanillo-Pajonal-
Fragoso, and Empresa Nacional para la
Protección de la Flora y la Fauna Villa
Clara
ffaunavc@enet.cu
Hurtado, Andrés Parque Nacional Ciénaga de Zapata pnacionalcz@enet.cu
Hernández Orozco,
Fernando
Empresa Nacional para la Protección de la
Flora y la Fauna
ffconservacion@enet.cu
Ibarra Martín, María
Elena
Centro de Investigaciones Marinas
Universidad de La Habana
Calle 16 # 114, Miramar, Playa
la Habana, Cuba
cim@comuh.uh.cu Tel.: 53-720-30617
Fax: 53 720-42087
República
Dominicana
Santos Mariño, José
Antonio
Bonnelly de Calventi,
Idelisa
Empresa Nacional para la Protección de la
Flora y la Fauna
Territorio Villa Clara, Cuba
Fundación Dominicana de Estudios
Marinos, Inc. (FUNDEMAR)
Sócrates Nolasco No. 6, Apto. 401
Residencial Carla Pamela
Ensanche Naco
Santo Domingo, República Dominicana
ffaunavc@enet.cu
fundemar@verizon.net.do
Tel.: 053-042-202898
Tel.: 809-547-3677
Fax: 809-547-3677
Domínguez-Tejo,
Haydee
Fundación Dominicana de Estudios
Marinos, Inc. (FUNDEMAR)
Sócrates Nolasco No. 6, Apto. 401
Residencial Carla Pamela
Ensanche Naco
Santo Domingo, República Dominicana
fundemar@verizon.net.do Tel.: 809-547-3677
Fax: 809-547-3677
Pugibet, E. Director, Acuario Nacional
República Dominicana
E.pugibet@codetel.net.do
Vega, Mónica B. Sub-director
Acuario Nacional República Dominicana
A-343, P.O Box 02-5356
Miami, FL 33102-5256 USA
monicamithrax@yahoo.es Tel.: 809-766-1709
Guayana Francesa de Thoisy, Benoit Association Kwata NGO, BP 672
F-97335 Cayenne cedex
French Guiana
thoisy@nplus.gf Tel.: 594-594-38-73-32
Spiegelberger, Thomas CABI Bioscience Rue des Grillos 1
2800 Delemont, Switzerland
t.spiegelberger@cabi.org
168

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Guatemala García de la Vega,
Heidy
Defensores de la Naturaleza
2da. Av. Esquina
Costado de la Municipalidad
Barrio El Centro,
El Estor, Izábal, Guatemala
Herrera, Franklin Consejo Nacional de Áreas Protegidas
5 Avenida 6-06 Zona 1
Edificio IPM 6to. Nivel
Ciudad de Guatemala, Guatemala 01001
Machuca, Oscar Hugo Defensores de la Naturaleza
2da. Av. Esquina
Costado de la Municipalidad
Barrio El Centro
El Estor, Izábal, Guatemala
Quintana-Rizzo, Ester Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Parkway
Sarasota, FL 34236 USA
Romero-Oliva, Claudia Escuela de Biología
Universidad de San Carlos
Ciudad de Guatemala
Guyana Bernard, Calvin R. University of Guyana
Department of Biology
Turkeyen Campus
East Coast Demerara, Guyana
Neurohr, Bernhard European Endangered Species Programme
Coordinator for the Caribbean manatee
Harilal, Chuvika Environmental Officer, Biodiversity Unit
Natural Resources Management Division
Environmental Protection Agency-Guyana
Honduras Cerrato, Carlos Universidad Autónoma de Honduras
Tegucigalpa, Honduras
Cruz, Gustavo Profesor y Director
Museo de Historia Nacional
Universidad Autónoma de Honduras
Tegucigalpa, Honduras
169
hgarcia@defensores.org.gt Tel.: 502-7949-7130
Fax: 502-7949-7130
franklin@conap.gob.gt Tel.: 502-2422-6700
Fax: 502-2251-8588
meichuc26@yahoo.com Tel.: 502-5342-8036
tetequintana@comcast.net Tel.: 727-388-2619
clauseth@gmail.com
csbd@guyana.net.gy
bernhard.neurohr@odn.de
mrilini17@hotmail.com
ccerratob@yahoo.com
gcruzmuseo@mail.cablecolor.hn

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Honduras
(continuación)
Flores, Saúl Museo de Historia Nacional
Universidad Autónoma de Honduras
Tegucigalpa, Honduras
Ford, Robert Loma Linda University
Department of Earth and Biological
Sciences
Griggs Hall, Room 121
Loma Linda, CA 92350 USA
González-Socoloske,
Daniel
Duke University
University Programme in Ecology
Nicholas School of Enviroment
Durham, NC 27708 USA
Jamaica Strong, Yvette National Environment and Planning Agency
10 Caledonia Avenue
Kingston 5, Jamaica
México Morales-Vela,
Benjamín
Olivera-Gómez, León
David
Ortega-Argueta,
Alejandro
Padilla-Saldívar,
Janneth Adriana
Proyecto Manatí
El Colegio de la Frontera Sur
Av. Centenario Km. 5.5, CP 77900
Chetumal, Quintana Roo, México
Profesor –Investigador
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
Villahermosa, Tabasco, México
School of Natural and Rural Systems
Management
The University of Queensland
Gatton 4343, Queensland, Australia
170
rford@llu.edu Tel.: 909-558-7507
Fax: 909-558-0259
gonzdan@gmail.com Tel.: 919-668-0267
Fax: 919-660-7348
Ystrong@nepa.gov.jm
benjamin@ecosur-qroo.mx Tel.: 52-983-8350440
x4334
Fax: 52-983-8350450
leon.olivera@dacbiol.ujat.mx Tel.: 52-993-3544308,
3581579
Fax: 52-993-3544308
aortegarg@yahoo.com.mx Tel.: 61-07-5460-1681
Fax: 61-07-5460-1324
Chetumal, Quintana Roo, México janet@ecosur-qroo.mx Tel.: 52-983-8350440
x4334
Fax: 52-983-8350450
Portillo Ochoa, Enrique Universidad Veracruzana
Instituto de Investigaciones Biológicas
Sexta de Huarez # 179
Zona Centro, CP 91000
Xalapa, Veracruz, México
eportillo@uv.mx

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
México
(continuación)
Tippett, Claudia San Francisco, U.S.A. claurodi@gmail.com Tel.: 802-230-6090
Nicaragua Jiménez, Ignacio Cuba 3129, Apto. 15
Apdo. 245-3015
(1429) Capital Federal, Argentina
i_Jiménez_perez@yahoo.es Tel.: 54-11-47011415
Panamá Aparicio, Karla Urb. Altos del Río, Calle C, No. 87
Ciudad de Panamá, Panamá
k_aparicio@yahoo.com Tel.: 507-222-1781
Fax: 507-222-1781
Marshett, Toni 16 Blackbutt Place, New South
WaleAustralia 2481
mashett@hotmail.com Tel.: 61-2-6680-7796
Muschett, Giselle Pontificia Universidad Católica de Chile lagiss@hotmail.com Teléfono (Panamá): 507-
Facultad de Agronomía e Ingeniería
261-4554
Forestal, Campus San Joaquín
4860 Avenida Vicuña Mackenna
Santiago, Chile
Teléfono (Chile): 56-2-
686-4169
Riquelme, Lenin Fundación Conservación Naturaleza y Vida
Apartado 0823-01212
Panamá 0823
lenin6707@yahoo.com Tel.: 507-256-5694
Ruiz, Kherson Asociación de Amigos y Vecinos de la
Costa y la Naturaleza AAMVECONA
Changuinola
Provincia de Bocas del Toro
Panamá
keruiz@cwpanama.net Tel.: 507-758-7359
Fax: 507-758-7359
Sarlo, Malena The Nature Conservancy, Panama
Programme
Clayton, Ciudad del Saber,
Calle Principal, Casa 352 A/B
Panamá
msarlo@tnc.org Tel.: 507-317-0299
Fax: 507-317-0340
Puerto Rico Mignucci-Giannoni,
Antonio A.
Red Caribeña de Varamientos
Caribbean Stranding Network
P.O. Box 361715
San Juan, Puerto Rico 00936
mignucci@caribe.net Tel.: 787-759-8432
Rodríguez, Marta University of South Florida
College of Marine Science
140 7 th martar@marine.usf.edu Tel.: 727-896-8626 int.
Avenue South
St. Petersburg, Florida 33701 USA
3130
Fax: 727-893-9176
171

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Surinam Duplaix, N. Oceanic Society’s Giant River
Otter Project in Surinam
344 18 th Street NE
Salem, Oregon 97301 USA
NDParis@aol.com Tel.: 503-373-4747
Reichart, H.A. Guayana Shield Programme Officer haerichart@aol.com Tel.: 415-472-2939
Trinidad y Tobago Khan, Jalaudin A.
WIDECAST, 348 Hickory Lane
San Rafael, CA 94903 USA
Environmental Natural Resources
and Communication Consultant
P.O. Box 1400, Port of Spain
Republic of Trinidad and Tobago
Romero, Aldemaro Arkansas State University
Department of Biological Sciences
P.O. Box 599, State University,
AR 72467 USA
Estados Unidos Adimey, Nicole U.S. Fish and Wildlife Service
Manatee Rescue, Rehabilitation and
Release Programme
6620 Southpoint Drive South, Suite 310
Jacksonville, FL 32216 USA
Arnold, David Florida Fish and Wildlife Conservation
Commission
620 S. Meridian St, OES-BPS
Tallahassee, FL 32399 USA
Barton, Sheri L. Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Parkway
Sarasota, FL 34236 USA
Bauer, Gordon B. New College of Florida
5700 N. Tamiami Trail
Sarasota, FL 34243 USA
Beck, Cathy A. U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
2201 NW 40 th Terrace,
Gainesville, FL 32605 USA
Bonde, Robert K. U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
172
khanjala@yahoo.com Tel.: 868-743-1604, 868-
623-5559
Fax: 868-663-9686
aromero@astate.edu Tel.: 870-972-3082
nicole_adimey@fws.gov Tel.: 904-232-2580 int.123
Fax: 904-232-2404
Tel.: 850- 922-4330
Fax: 850- 922-4338
sheri@mote.org Tel.: 941-388-4441
bauer@ncf.edu Tel.: 941-487-4394
cbeck@usgs.gov Tel.: 352-264-3550
Fax: 352-374-8080
rbonde@usgs.gov Tel.: 352-264-3555
Fax: 352-374-8080

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Estados Unidos
(continuación)
2201 NW 40 th Terrace
Gainesville, FL 32605 USA
Bossart, Greg D. Division of Marine Mammal Research and
Conservation
Harbor Branch Oceanographic Institution
5600 US 1 North
Ft. Pierce, Florida 34946 USA
Card, Winston Cincinnati Zoo
3400 Vine Street
Cincinnati, OH 45220 USA
Carney, Susan Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Parkway
Sarasota, FL 34236 USA
Davis, Jane Living Seas Programme
PO Box 10000
Lake Buena Vista, FL 32830 USA
Deutsch, Charles J. Florida Fish and Wildlife Conservation
Commission
Fish and Wildlife Research Institute
100 Eighth Avenue SE
St. Petersburg, Florida 33701 USA
Domning, Daryl P. Howard University
Faculty Senate, 525 Bryant St.
NW, Rm C-119, Washington, DC 20059
Edwards, Holly Florida Fish and Wildlife Conservation
Commission
Fish and Wildlife Research Institute
100 Eighth Avenue SE
St. Petersburg, Florida 33701 USA
Flamm, Richard Florida Fish and Wildlife Conservation
Commission
Fish and Wildlife Research Institute
100 Eighth Avenue SE
St. Petersburg, Florida 33701 USA
Frohlich, Kipp Florida Fish and Wildlife Conservation
Commission
Imperiled Species Management Section
620 South Meridan St.
173
gbossart@hboi.edu Tel.:
772-465-2400 int. 556
Fax: 772-466-4853
info@cincinnatizoo.org Tel.: 513-281-4700
carney@mote.org Tel.: 941-388-4441
Tel.: 407-828-3814
Fax: 407-828-2251
chip.deutsch@myfwc.com Tel.: 727-896-8626
Fax: 727-893-9176
ddomning@howard.edu Tel.: 202-806-6026
Fax: 202-265-7055
Tel.: 727-896-8626
Fax: 727-893-9176
richard.flamm@myfwc.com Tel.: 727-896-8626
Fax: 727-893-9176
kipp.frohlich@myfwc.com Tel.: 850-922-4330
Fax: 850-922-6988

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Estados Unidos
(continuación)
Tallahassee, FL 32399 USA
Gaspard, Joseph C. Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Parkway
Sarasota, FL 34236 USA
Higgs, Kari A. Florida Fish and Wildlife Conservation
Commission
Fish and Wildlife Research Institute
100 Eighth Avenue SE
St. Petersburg, Florida 33701 USA
Hines, Ellen San Francisco State University
Department of Geography and Human
Environmental Studies
1600 Holloway Avenue
San Francisco, CA 94132 USA
Keith, Lucy W. Wildlife Trust
1601 3rd Street South, Suite F
St Petersburg, FL 33701 USA
Kerivan, John SeaWorld Orlando
7007 SeaWorld Drive
Orlando, FL 32821 USA
Kochman, Howard I. U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
2201 NW 40th Terrace
Gainesville, FL 32605 USA
Lefebvre, Lynn W. U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
2201 NW 40th Terrace
Gainesville, FL 32605 USA
Langtimm, Catherine
A.
U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
2201 NW 40th Terrace
Gainesville, FL 32605 USA
Mann, David A. University of South Florida
College of Marine Science
140 7 th Avenue South
Saint Petersburg, FL 33701 USA
174
jgaspard@mote.org Tel.: 941-388-4441
Fax: 941-388-4317
kari.higgs@myfwc.com Tel.: 727-896-8626
Fax: 727-893-9176
ehines@sfsu.edu Tel.: 415-405-0921
Fax: 415-338-6243
keith@wildlifetrust.org Tel.: 727-895-7140
Fax: 727-895-7150
SWF.PR@SeaWorld.com Tel.: 407-351-3600
hkochman@usgs.gov Tel.: 352-264-3561
Fax: 352-374-8080
lynn_lefebvre@usgs.gov Tel.: 508-335-3029
Fax: 352-374-8080
catherine_langtimm@usgs.gov Tel.: 508-335-3029
Fax: 352-374-8080
dmann@marine.usf.edu Tel.: 727-553-1192
Fax: 727-553-1189

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Estados Unidos
(continuación)
McDonald, Sara L. Florida Fish and Wildlife Conservation
Commission
Fish and Wildlife Research Institute
100 Eighth Avenue SE
St. Petersburg, Florida 33701 USA
McGuire, Peter University of Florida
Dept. of Biochemistry and Molecular
Biology
JHMHC, Box # 100245
Gainesville, FL 32611 USA
Murphy, Dave Presidente y Director Ejecutivo
Lowry Park Zoological Garden
7530 North Blvd.
Tampa, FL 33604 USA
Myers, Gwen Columbus Zoo
P.O. Box 400, Powell, Ohio 43065 USA
Odell, Daniel K. Hubbs-Sea World Research Institute
6295 Sea Harbor Drive
Orlando, FL 32821 USA
O’Shea, Thomas J. U.S. Geological Survey
Fort Collins Science Center
2150 Centre Ave, Bldg C
Fort Collins, CO 80525 USA
Porter, Bill U.S. Army Corps of Engineers
P.O. Box 4970
Jacksonville, FL 32232 USA
Powell, James A. Sea to Shore Alliance
200 2nd Ave. South, #315
St. Petersburg,
Florida 33701 USA
Provancha, Jane A. Dynamic Corporation Florida Operations
100 Spaceport Way
Cape Canaveral, FL 32920 USA
Rathbun, Galen B. Department of Ornithology & Mammalogy
California Academy of Sciences
Golden Gate Park
San Francisco, CA 94118 USA
175
sara.mcdonald@myfwc.com Tel.: 727-896-8626
Fax: 727-893-9176
pmcguire@biochem.med.ufl.edu Tel.: 352-392-6853
information@lowryparkzoo.com Tel.: 813-935-8552 int.
212
Fax: 813-935-9486
Michael.Barrie@Columbuszoo.org Tel.: 614-645-3400
odell@ucf.edu Tel.: 407-370-1653
Fax: 407-370-1659
tom_o’shea@usgs.gov Tel.: 970-226-9397
Fax: 970-226-9230
Tel.: 904-232-2234
Fax: 904-232-1684
jpowell@sea2shore.org Tel.: 727-322-8809
jane.provancha1-@ksc.nasa.gov Tel.: 321-730-0770
Fax: 321-730-3455
grathbun@calacademy.org Tel.: 415-321-7176
Fax: 415-321-7346

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Estados Unidos
(continuación)
Reep, Roger University of Florida
Department of Physiological Sciences
PO Box 100144 Health Science Center
Gainesville, FL 32610 USA
Reid, James P. U.S. Geological Survey, Sirenia Project
Florida Integrated Science Center
2201 NW 40th Terrace
Gainesville, FL 32605 USA
Reidarson, Tom Sea World of San Diego
500 SeaWorld Drive
San Diego, CA 92109 USA
Reynolds, John E., III Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Parkway
Sarasota, FL 34236 USA
Rommel, Sentiel A. Department of Biology and Marine Biology
University of North Carolina, Wilmington
601 S. College Road, Dobo Hall 102
Wilmington, North Carolina 28403-5915
Rose, Patrick Save the Manatee Club
500 N. Maitland Ave.
Maitland, FL 32751, USA
Ross, Monica Wildlife Trust
1601 3rd Street South, Suite F
St Petersburg, FL 33701 USA
Salisbury, Lex Presidente y Director Ejecutivo
Lowry Park Zoological Garden
7530 North Blvd.
Tampa, FL 33604 USA
Stamper, Andrew Disneys Living Seas
EC Trl. W-251, P.O. Box 10000
Lake Buena Vista, FL 32830-1000 USA
Taylor, Cindy Wildlife Trust
1601 3rd Street South, Suite F
St Petersburg, FL 33701 USA
Thompson, Patti Save the Manatee Club
500 N. Maitland Ave.
Maitland, FL 32751, USA
176
reep@ufbi.ufl.edu Tel.:
352-392-4700 int. 3800
Fax: 352-392-5145
Jim_Reid@usgs.gov Tel.: 352-378-8181
Fax: 352-374-8080
Tom.Reidarson@iaaam.org Tel.: 800-257-4268
reynolds@mote.org Tel.: 941-388-4441
Fax: 941-388-4317
rommels@uncw.edu Tel.: 910-962-3487
Fax: 910-962-4066
Tel.: 407-539-0990
Fax: 407-539-0871
ross@wildlifetrust.org Tel.: 727-895-7140
Fax: 727-895-7150
Lex.Salisbury@lowryparkzoo.org Tel.: 813-935-8552
Fax: 813-935-9486
Tel.: 407-560-5576
Fax: 407-560-5750
taylor@wildlifetrust.org Tel.: 727-895-7140
Fax: 727-895-7150
Tel.: 407-539-0990
Fax: 407-539-0871

País Nombre Afiliación/Dirección Correo electrónico Números de teléfono/fax
Estados Unidos
(continuación)
Tringali, Michael Fish and Wildlife Research Institute
100 Eighth Avenue SE
St. Petersburg, Florida 33701 USA
Valade, James U.S. Fish and Wildlife Service
6620 Southpoint Drive South, Suite 310
Jacksonville, FL 32216 USA
Wagoner, Bob Sea World of Florida
7007 Sea World Drive
Orlando, FL 32821 USA
Walsh, Michael Sea World of Florida
7007 Sea World Dr.
Orlando, FL 32821 USA
Warmolts, Doug Columbus Zoo & Aquarium
9990 Riverside Dr. Box 400
Powell, OH USA
Ward, Leslie Fish and Wildlife Research Institute
100 Eighth Avenue SE
St. Petersburg, Florida 33701 USA
Wetzel, Dana Mote Marine Laboratory
1600 Ken Thompson Pkwy
Sarasota, FL 34236
Yerian, Art Homossassa Springs State Wildlife Park
4150 South Suncoast Boulevard
Homosassa, FL 34446
Venezuela Balladares, Clemente Oficina Nacional de Diversidad Biológica
Torre Sur, El Silencio, Piso 6
Caracas, Venezuela
Boher, Salvador Caracas 1100, Apdo. Postal 28058
Venezuela
Manzanilla Fuentes,
Adda G.
Universidad Pedagógica Experimental
Libertador
UPEL-IPB Educación Agropecuaria
Barquisimeto Estado Lara, Venezuela
Reichart, Henri A. Guayana Shield Programme Officer
WIDECAST
348 Hickory Lane
San Rafael, CA 94903 USA
177
mike.tringali@myfwc.com Tel.: 727-896-8626
Fax: 727-893-9176
jim_valade@fws.gov Tel.: 904-232-2580 int. 118
Fax: 904-232-2404
SWF.PR@SeaWorld.com Tel.: 407-351-3600,
407-363-2280
michael.walsh@anheuser-
busch.com
Tel.: 407-363-2366
dwarmolt@colszoo.org Tel.: 614-645-3524
Fax: 614-645-3465
leslie.ward@fwc.state.fl.us Tel.: 727-896-8626
Fax: 727-893-9176
dwetzel@mote.org Tel.: 941-388-4441
Tel.: 352-628-5343
Fax: 352-628-4243
cballadares@marn.gov.ve Tel.: 0058-212-4082138
sboher@cantv.net Tel.: 041-403-051775
aeseijas@yahoo.com Tel.: 058-257-2516589
Fax: 058-257-2531580
hareichart@aol.com Tel.: 415-472-2939

APÉNDICE IV
EJEMPLO DE FICHA DE DATOS DE IDENTIFICACIÓN FOTOGRÁFICA E
INSTRUCCIONES PARA EL FORMULARIO DE RECOPILACIÓN DE DATOS
DE IDENTIFICACIÓN FOTOGRÁFICA
178

INSTRUCCIONES PARA LA RECOPILACIÓN DE DATOS DE IDENTIFICACIÓN FOTOGRÁFICA
UTILIZADAS POR EL MOTE MARINE LABORATORY
Información de la parte superior de la página
En el extremo superior, escriba el número de página. El segundo espacio se llenará al final del
día. Es para el número total de páginas que se utilicen en ese día en particular.
Date: Utilice este formato: DD MMM AAAA. Ejemplo: 14 jul 2001
Start Time: La hora (en formato de 24 horas) en que los manatíes se vieron por primera vez
durante este avistamiento. Por ejemplo, las 2:15 de la tarde serían las 14:15.
End Time: La hora (en formato de 24 horas) en que finalizó el avistamiento, ya sea porque los
manatíes desaparecieron, abandonaron un lugar e ingresaron a otro, o se concluyeron las
fotografías.
Location: El lugar donde se vieron los manatíes por primera vez en este avistamiento en
particular. El observador debe ser capaz de darle esta información. Si no es así, búsquelo en una
carta de navegación o un mapa.
Photographer: Apellido del fotógrafo.
Recorder: Apellido del registrador de datos.
Lat/Long: La latitud y la longitud donde los manatíes se vieron por primera vez en este
avistamiento en particular.
Sighting #: Un avistamiento consta de todos los manatíes que se observan en un mismo lugar.
Por ejemplo, si se observan uno o varios manatíes en Pansy Bayou, todos esos ejemplares
forman parte del mismo avistamiento. El primer avistamiento del día será “sighting #1”, el
segundo, “sighting #2”, etc.
Air and Water temperature and salinity: Temperatura y salinidad del aire y del agua.
Weather: Las condiciones del tiempo. Elija entre estas opciones: despejado, parcialmente
nublado, mayormente nublado, nublado o lluvioso.
Conditions: Las condiciones del tiempo. Elija entre estas opciones: excelentes, buenas,
regulares, malas.
Wind: Registre la dirección de la que proviene el viento y la velocidad aproximada. Por
ejemplo, W 10-15.
Hindrance: Condiciones que impiden que el fotógrafo obtenga buenas fotos de los manatíes. Por
ejemplo, reflejo, viento, oleaje.
#Total min: max: : Este es el conteo más exacto de TODOS los manatíes que se encuentran
en el lugar durante sus observaciones (avistamiento). Dado que en ocasiones es difícil determinar
un número exacto, utilizamos un rango (es decir, había al menos 5, pero no más de 10). Algunas
circunstancias permiten contar con precisión a cada manatí presente durante el avistamiento. En
ese caso, escribiría ese número tanto en “min” como en “max”.
#Calves min: max: : Cantidad mínima y máxima de crías presentes.
#Photo’d min: max: : Cantidad mínima y máxima de manatíes que se fotografiaron durante
el avistamiento.
#Scarred min: max:__: Cantidad mínima y máxima de manatíes que presentaban cicatrices o
mutilaciones en el avistamiento.
179

Información de cada manatí en particular
Se recopilará información de cada manatí observado durante el avistamiento. También se dibujará un
esquema de sus cicatrices y mutilaciones.
Silueta del manatí: Utilice esta herramienta para esquematizar cualquier cicatriz o mutilación que
pueda tener el manatí. También se pueden incluir otros identificadores, por ejemplo, patrones de
percebes o algas, etc.; no obstante, las CICATRICES y MUTILACIONES son los más importantes.
I.D.
Si el manatí le resulta conocido al observador (o a alguna persona presente), registre el
nombre o número de catálogo del ejemplar. No es necesario asignar un número de
identificación temporal por ese día.
Si el manatí es desconocido, recibirá un número de identificación TEMPORAL por ese día.
El número de identificación temporal está formado por el mes, el día del mes y una letra
secuencial.
Ejemplo: El primer manatí desconocido visto y fotografiado el 21 de junio sería 621A. El
segundo manatí desconocido visto ese mismo día sería 621B, y así sucesivamente. NO asigne
un número de identificación temporal a un manatí conocido.
Size Class: AA, SU, CC: Rodee con un círculo una de estas opciones.
AA = adulto
SU = subadulto (joven). Esta categoría también debe asignarse según la experiencia observada.
CC = cría
Habitat: Elija una de estas opciones:
GB = lecho de hierba marina
DB = cuenca dragada; canal, dársena o puerto deportivo con >50% de sus riberas alteradas.
DC = canal dragado
SB = bahía poco profunda/bajío/banco de arena (sin vegetación y de 1.5 m de profundidad)
TRIB = tributario (río, arroyo, etc.)
ReproStatus: El estado reproductivo del manatí. Si el manatí está con una cría, registre ese dato
y el tamaño aproximado de la cría. Utilice el siguiente formato para registrar esto: w/sc = con
una cría pequeña
Las líneas en blanco restantes: Utilice estas líneas para registrar el número de rollo y de
exposición que se toma de cada manatí.
El número de rollo se escribe de la siguiente manera: las iniciales del nombre y el apellido
del fotógrafo, los últimos dos dígitos del corriente año y la cantidad de rollos que lleva
sacados el fotógrafo en el año actual.
Ejemplo: RN0145 = el 45.º rollo de película que Rachel Nostrom sacó en 2001.
El número de exposición siempre va precedido del número de rollo. Si se toman varias
fotografías de un manatí en particular en el mismo rollo, todas esas exposiciones deben ir
después del número de rollo, en el mismo renglón.
Los números de rollo y de exposición se deben registrar del siguiente modo:
RN0145: 1-5, 10-12 Una serie de fotos se puede registrar con un guión entre la primera y la
última foto, para indicar, por ejemplo, las exposiciones 1 a 5. Si las fotos no están dentro de
una serie, cada número se debe separar con una coma.
180

Algunos comentarios generales
1. Al esquematizar cicatrices y/o mutilaciones en las siluetas de los manatíes:
Sea lo más preciso posible e incluya cualquier dato que pueda facilitar la búsqueda de
coincidencias en las diapositivas.
SOMBREE las mutilaciones en el esquema, para distinguirlas de las cicatrices.
Anote el color de la cicatriz fuera de la silueta del manatí y junto a los patrones de cicatrices.
Esto es particularmente importante en el caso de las cicatrices grises, que pueden resultar
difíciles de distinguir al mirar las diapositivas.
Tome nota de cualquier herida reciente o abierta.
2. El sexo de un manatí NUNCA se registra, SALVO que cuente con la confirmación visual. Las
posibles maneras de confirmar el sexo son:
observar la orientación de la abertura genital en relación con la cicatriz umbilical y el ano.
Hembra = la abertura genital está cerca del ano (más abajo, cerca del pedúnculo y la cola)
Macho = la abertura genital está cerca de la cicatriz umbilical (en el medio del cuerpo)
181

Publicado por:
PNUMA
Se pueden solicitar más copias de esta y otras publicaciones a:
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Caribe
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Teléfono: (1-876) 922 9276-9
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rcu@cep.unep.org
182

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Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
Programa Ambiental del Caribe
Unidad de Coordinación Regional
PNUMA UCR/CAR Tel.: (876) 922-9267
14 – 20 Port Royal Street Fax: (876) 922-9292
Kingston, Jamaica
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