14.08.2015 Views

DEFENSA NACIONAL Y PENSAMIENTO ESTRATÉGICO

Defensa_nacional_pensamiento_estrategico2

Defensa_nacional_pensamiento_estrategico2

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

8•Defensa Nacional y Pensamiento Estratégico, Universidad de la Defensa Nacional. N˚2, Julio de 2015 98. Al respecto, Derghougassian (2012:28) sostiene que “en los ochentay los noventa, la estrategia de losEstados Unidos en el hemisferiooccidental empezó a girar en torno alas implicancias en el área de seguridadde los tratado de libre comercio (…) Noobstante, la prioridad (…) a partir de lasegunda mitad de los noventa [fue] (…)primero la llamada ‘guerra contra lasdrogas’, luego su expansión hacia las‘nuevas amenazas’ y, después del 11 deseptiembre de 2001, la ‘guerra contra elterrorismo’”.9. En este sentido, cabe mencionarque la disciplina de las relacionesinternacionales en Argentina seencontraba en estos momentos inmersaen un proceso de conformación ydefinición de espacios “propios”(Bulcourf, 2005); la pérdida derelevancia de lo que hasta entonceshabía constituido el eje de discusiónsobre defensa probablemente favorecióla “apropiación” de parte del área dedefensa por este campo.10. En los términos de Saín (2001:2) “Se denominaron ‘nuevasamenazas’ al conjunto de riesgosy situaciones conflictivas notradicionales, esto es, no generadaspor los conflictos interestatalesderivados de diferendos limítrofesterritorialeso de competencias porel dominio estratégico, y que estabanparticularmente sujetos a resolución decarácter militar a través del empleo ode la amenaza de empleo de las FuerzasArmadas de los países contendientes.Estas ‘nuevas amenazas’ han supuestoun corolario de cuestiones y asuntosque conformaron la denominada“nueva agenda de seguridad”, en la quedespunta el narcotráfico, el fenómenoguerrillero, el terrorismo, los conflictosétnicos, raciales, nacionalistas oreligiosos, etc., es decir, amenazas decarácter internas”. Cabe destacar que enla medida en que las “nuevas amenazas”pusieron en discusión el rol de lasFuerzas Armadas también incitaron arepensar las relaciones cívico-militares,al menos en el caso argentino.dos. Se puede sostener que este desplazamiento del eje de discusión esresultado de la conjunción de diversos factores que operaron a distintosniveles. Por un lado, las transformaciones en el sistema internacional –el fin de la Guerra Fría– y su impacto sobre la agenda de seguridad delos Estados Unidos 8 . Por otro lado, el avance en los procesos de integraciónregional, que tuvo como consecuencia la desactivación, a medianoplazo, de las hipótesis de conflicto en la región (Tibiletti, 2014). Porúltimo, en el plano nacional, la aparente clausura del “problema militar”,con la firma de los indultos presidenciales a favor de los altos mandosmilitares, que garantizó, al menos formalmente, la subordinación de lasFuerzas Armadas al poder civil (Canelo, 2011).En principio, estos procesos operaron a favor de un redireccionamientode la agenda de investigación en una doble dirección: por unlado, en una aproximación conceptual y temática a la agenda de seguridadnorteamericana (Poczynok, 2011); por otro, en la vinculación delos estudios sobre defensa con el campo de las relaciones internacionales,con la consiguiente modificación en las perspectivas de análisis 9 .En esta línea, el giro de la política exterior argentina durante los años90 favoreció la búsqueda de miradas más abarcadoras, que integraranlos procesos que afectaban al área de defensa con el campo específicode las relaciones internacionales argentinas. Cabe destacar que si bieneste movimiento tuvo como resultado una probable pérdida de identidaddel campo, también favoreció el reconocimiento de la política dedefensa como política pública subordinada al poder político y vinculada,en particular, con la política exterior.En lo que respecta a las temáticas que se abordaron durante estosaños se destaca, como ya mencionamos, las discusiones en torno alos cambios en la agenda de seguridad internacional (Fontana, 1994;1996; 1997; 1999; 2001; Derghougassian, 2004) que, hacia finales dela década, cristalizará en torno al dilema de las “nuevas amenazas” 10(Fontana, 2003, López, 2003; Montenegro, 2000; 2001a, 2001b, 2004,Saín, 2001, 2002a, 2003; Saín y López, 2004; Tibiletti, 2001). Esta discusiónno debe entenderse sólo en términos teóricos, es decir a quéconsiderar como amenazas no tradicionales, sino fundamentalmenteen términos de cuáles eran los medios y/o instrumentos que el Estadodebía utilizar para enfrentar esas amenazas y garantizar su seguridad(Diamint, 2001; 2002b; 2003b; Chiappini, 2003; DerGhougassian, 2011y 2012). Cabe destacar que, en general, la comunidad académica sostuvolo que se denominó “el consenso básico en materia de seguridady defensa”, esto es, que las Fuerzas Armadas eran el instrumento paraenfrentar una agresión externa de origen estatal, mientras que las fuerzaspoliciales eran las encargadas de la seguridad interna, dentro de lacual se ubicaban las “nuevas amenazas”. Aún así, la agenda norteamericana,más allá de que haya sido confirmada o rechazada por diversosautores, tuvo el poder suficiente como para ordenar el eje de discusiónal interior del campo. No debería obviarse, de todas maneras, que estareceptividad también obedeció a razones locales, vinculadas con los interrogantesen torno al rol de las Fuerzas Armadas en un contexto declara desatención del área de defensa por parte del poder político (Saín,1997 y 2001) 11 .En términos conceptuales los aportes vinculados con las “nuevasamenazas”, “amenazas no tradicionales” o “amenazas emergentes”(entre otros conceptos utilizados) se caracterizaron por el “pluralismoteórico” (Derghougassian, 2004) en el marco de un esfuerzo generalorientado a repensar el concepto de seguridad, que abarcó tanto la inclusiónde nuevos temas hasta entonces no considerados como vinculadoscon la seguridad estatal (lo que se llamó “securitización de laagenda”) como nuevos mecanismos en el área de seguridad orientadosprecisamente a garantizarla (por caso, el enfoque de la “seguridad cooperativa”o los esfuerzos teóricos en torno a la noción de “comunidadesde seguridad”).El segundo gran eje de discusión que atravesó toda la década fue, porsu parte, el deterioro de las capacidades defensivas del Estado y la escasaprioridad otorgada al área de defensa. Aunque de forma fragmentariay atendiendo a cuestiones puntuales, ya desde finales del períodoanterior diversos autores habían llamado la atención sobre la reducciónpresupuestaria y su impacto sobre la operatividad de las Fuerzas Armadas(Scheetz, 1995a y 1995b) apelando a la necesidad de una reformamilitar integral (Scheetz y Cáceres, 1995; Saín, 2003) 12 . Ahora se sumaronnuevas voces que defendían la necesidad de llevar a cabo una actualizacióndoctrinaria (Donadio, 1996; López, 1996a) o que revisitabanla problemática de las relaciones cívico-militares pero desde una perspectivaque destacaba la escasa voluntad política para hacer efectivo elcontrol civil 13 (Diamint, 1999 y 2002a; López y Pion-Berlin, 1996; López,1999). En este marco, al ajuste que afectaba a las distintas áreas a cargodel Estado, incluyendo defensa, se le sumó la ausencia de directricespolíticas claras tanto sobre la misión del instrumento militar como delrol del poder civil en relación con las Fuerzas Armadas. Esta situaciónfue reiteradamente advertida por la comunidad académica del campo,que insistió sobre los riesgos de no ejercer una clara dirección política 14 .Adicionalmente cabe destacar que comienza a analizarse en esteperíodo la problemática de la defensa en el marco de los procesos deintegración en marcha, en particular en el seno del MERCOSUR (Diamint,2001b; Ugarte, 2003). De igual manera, la región cobró relevanciaen términos comparativos y en función de la consolidación de mecanismosde cooperación en defensa con Brasil y Chile (Fontana, 2001).Por último, la ya mencionada inclusión de la defensa como área legítimadel área de las relaciones internacionales se tradujo en una seriede aportes que a la postre enriquecerían al campo de estudios. Entreéstos cabe nombrar a los trabajos empíricos y teóricos sobre política11. Un excelente análisis de los debatesy contradicciones en las posicionesgubernamentales en torno al uso delas Fuerzas Armadas contra las nuevasamenazas puede encontrarse enSaín (2001). El autor aborda las dospresidencias de Carlos S. Menem (1989-1994 y 1995-1999) y la presidenciade Fernando De La Rúa (1999-2001)e incluye las divisiones al interior delas propias Fuerzas Armadas en tornoa esta cuestión, las relaciones condiversas agencias gubernamentalesnorteamericanas y las cambiantesposiciones de los propios presidentes.En base a este análisis puede concluirseque fue el relativamente alto consensopolítico en torno a preservar ladistinción entre defensa y seguridadinterior lo que impidió una modificaciónen la legislación que habilitase alas FF.AA a participar en tareas deseguridad interior durante estos años.12. La reforma militar era una temáticaindisolublemente ligada al rol de lasFuerzas Armadas en una democracia envías de consolidación; las discusionesen torno a las nuevas amenazas se“ajustaban” precisamente a esa búsquedade “nuevas” funciones. Un trabajo pioneroque abordó las propias percepcionesde las Fuerzas Armadas en torno a estetópico fue el de Fontana (1993).13. En este grupo también puedenincluirse los trabajos que analizaronlas relaciones entre unas FuerzasArmadas debilitadas operativa ypresupuestariamente y diversos actorespolíticos (Martínez, 2000; Saín yBarbuto, 2002)14. En este marco diversascontribuciones hicieron hincapié en el“desarme de hecho” de la Argentinay en su potencial para participar enmecanismos de cooperación para lapaz, en particular en relación con EE.UU(López, 2002).

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!