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aquellos tiempos del Cebo, que por ello se llamaba Cebo y no de otra manera!<br />
En tanto, la Fuente quedaba solitaria, pero nunca del todo abandonada.<br />
Los domingos ella gustaba de salir con el padre, que tenía costumbre de madrugar<br />
y caminar por todos los alrededores de Utiel. Iban hasta los lavaderos<br />
del pueblo y allí almorzaban. A la vuelta se detenían en la Fuente. Les<br />
gustaba ver la hojarasca multicolor que alfombraba el suelo. Lanzaban hojas<br />
al aire y luego las veían caer lentamente como en un vuelo planeando. Aun<br />
hoy día, pasados los años y con el paseo arreglado y unas fuentes más espectaculares<br />
y con los bancos de piedra desplazados, la orgía caducifolia<br />
junto a la tómbola, símbolo donde los hay, le sigue atrayendo.<br />
Siempre vuelve en otoño y va a la Fuente a mezclarse con las hojas y a<br />
recordar. También recuerda el momento culmen de esa estación, que era el<br />
traslado de la Virgen a su ermita, en ese tiempo en que ya te has de abrigar.<br />
Y hoy, ella, aunque no haga la romería, se asoma a la mesilla. Luego, mientras<br />
dura el otoño, va al Remedio, quizá en días de diario cuando no hay<br />
nadie y recorre los paseos que realizaba con sus padres ya mayores cada semana,<br />
cuando la esperaban para subir al coche y tomar aire puro en su<br />
paseo hasta el caserón de Santa Ana.<br />
Ella hoy, se sienta en las escaleras de esa casa y mira. El sol es tibio en<br />
otoño. La sierra ante ella se le presenta como intocada y piensa. Quizá saca<br />
un libro del bolso y lee un rato. Luego vuelve andando hasta la ermita.<br />
Al caer la tarde se acerca al Cebo. Ya no es lo mismo, pero para ella es<br />
igual. Nadie lo sabe, pero lo recorre, sin ningún fin determinado, dos o tres<br />
veces desde el comienzo de la calle Real hasta la Puerta del Sol. Debe pasear<br />
por la acera, que los tiempos han cambiado y ya no puede caminarse por<br />
medio de la calle. Gente en tiendas y cafeterías; ha pasado el tiempo y no se<br />
ven adolescentes en el ritual de antaño. Lo que no ha cambiado es la sonrisa<br />
de alguien que aún la reconoce y le dice “Hola” y posiblemente se para a hablar<br />
con ella y le pregunta y charlan un rato y luego se dicen adiós.<br />
Pero lo que quizá no dice es que ha vuelto porque es otoño y no puede<br />
dejarlo pasar en su recuerdo. Después vendrá el invierno, la primavera, el verano…<br />
otras historias llenas de añoranza. Pero esas uvas en sazón, negras,<br />
esa hojas de la Fuente ocres, rojizas, amarillas, esa romería, alegre cara a la<br />
sierra, porque es el último domingo de octubre y ese comienzo de la temporada<br />
del Cebo, eso sólo se da en otoño. Y no en cualquier otoño; ha de ser en<br />
el otoño de Utiel.<br />
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