General - Calendario de fiestas y actividades - Puigcerdà

HISTORIA
Durante el presente siglo se ha mantenido
la teoría de que Puigcerdà fue fundada
en el año 1177, partiendo del documento
por el cual el monarca cedía
unos terrenos para la construcción de la
iglesia. Sin embargo, en este mismo
documento queda muy claro que se
habla de una villa, por lo cual debe
suponerse que la fecha de fundación de
la misma debería retrocederse, teniendo
en cuenta que existen materiales y
noticias muy anteriores, i que en 1094
Guillem Ramón, conde de Cerdanya,
lega en testamento el castillo de "Mont
Cerda", a su hijo, Guillem Jordà. Desde
el momento que se menciona un castillo,
cabe suponer que debía tratarse de
una importante fortificación, dentro de
la cual y en sus alrededores iría creciendo
la población. Su ubicación en un
lugar estratégico y suficientemente
extenso como para acoger una gran
población debió ser el motivo principal
por el que Alfonso I el Casto decidió
habilitarlo como núcleo fuerte de la
frontera en detrimento de otros puntos
de la zona.
Para potenciar su asentamiento, se le
concedió la capitalidad de la Cerdanya
y, con ella, numerosísimos privilegios
que consiguieron poblarla y fortalecerla
hasta tal punto que a mediados
del siglo XIV Puigcerdà se convirtió
en la quinta o sexta población de
Catalunya en número de habitantes.
Además le fueron adscritas las admi-
Sello en judío para marcar el pan, con leyenda
en árabe, s. XIV
Dibujo del Castillo.
1319-1320
nistraciones, tanto laicas como eclesiásticas.Merced
al notable volumen
de sus privilegios, la villa de
Puigcerdà no sólo fue estructurando
un gobierno propio, sino que el resto
de elementos necesarios para su crecimiento
también se benefició de
ello. Así, encontramos concesiones
reales de tipo social, económico y
también, entre otras, las de carácter
militar y defensivo, con el fin de
garantizar la seguridad de los habitantes
y otras necesidades de orden
militar. En este marco claramente
proteccionista, la nueva población
adquirió un rápido crecimiento demográfico
y comercial, convirtiéndose
en un núcleo básico en la red de
población comercial y defensiva del
interior del país, complementaria a la
de la costa, y jugó un relevante papel
en la concentración de productos y
de su redistribución. Así, Puigcerdà,
hacia finales del s. XIII representa
para el Pirineo occidental catalán lo
que Perpinyà suponía para el litoral.
Esta dinámica hizo posible la rápida
estructuración social y profesional,
que condujo a la aparición de cofradías
y gremios, al asentamiento de una
importante comunidad judía y el establecimiento
de distintas órdenes religiosas
que construyeron grandes
conventos (dominicos, franciscanos,
clarisas). Todo este ímpetu encontró
el soporte de la gran Catalunya de los
siglos XIII y XIV, el cual queda patente
en la rápida recuperación de la
población después del gran incendio
de 1280, que destruyó gran parte del
núcleo, así como de los posteriores
de 1319,1379 y 1389. Pero a lo largo
del siglo XV dicha situación empeoraría
tanto en Puigcerdà como en el
resto del Principado, a causa de las
guerras y del rebrote de la peste
negra, aparte del gran terremoto de
1428, que destruyó gran parte de la
Vila. Superado todo ello, la población
se fue rehaciendo y volvió a establecerse
la tradición comercial y de servicios
de antaño, la cual ya no perdería
su continuidad nunca más, pese a
los graves conflictos a los que se
vería expuesta en siglos posteriores.
Su situación estratégica, que permite
controlar dos importantes pasos pirenaicos,
como son los de la Perxa y del
Pimorent, y su preeminencia en el
marco de esta zona, fueron los motivos
por los cuales durante el siglo XVI
se vería obligada a ser partícipe de un
constante ambiente bélico. Los ataques,
sitios y acometidas que sufrió
la villa, tanto por parte de las tropas
españolas como, sobretodo, de las
francesas, se convertirían en un
hecho continuado, ya que era básico
conquistar este núcleo para controlar
la zona y esta situación perduraría
hasta la ocupación napoleónica. De
las guerras con el francés derivaría
la partición de la Cerdanya entre
España y Francia, a raíz del Tratado
de los Pirineos (1659-1660) situando
la frontera al pie de Puigcerdà,
Paralelamente, y durante los siglos XVI
y parte del XVII, otro elemento desestabilizador
irrumpió con fuerza: el bandolerismo.