guía del emprendedor social
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Revisar aspectos como los que acabamos de mostrar supone, desde el punto de vista de la idea de empresa, repensar cuál es el papel<br />
que desempeña esta institución en la sociedad, pregunta especialmente relevante teniendo en cuenta que se ha convertido en la<br />
institución central <strong>del</strong> funcionamiento de la economía.<br />
Esta “herramienta” de creación de valor, en consecuencia, ha acabado marcando y condicionando muchos de los territorios <strong>del</strong><br />
desarrollo humano. Y lo ha hecho desde un marco de incentivos que, como decíamos, razona sólo en términos monetarios, dando<br />
protagonismo a lo que pasa por el mercado (piénsese en el ocio, por ejemplo) y marginando actividades esenciales para la reproducción<br />
de lo cotidiano pero no remuneradas por el mercado, como, por ejemplo, el cuidado de los otros.<br />
El <strong>emprendedor</strong> <strong>social</strong>, por tanto, vendría a<br />
representar el intento por usar la “herramienta”<br />
empresa precisamente más allá de lo monetario,<br />
priorizando el fundamento ético, <strong>social</strong> y ambiental.<br />
Este fundamento se ve recogido en la misión de la<br />
empresa, la razón última de ser de los proyectos<br />
empresariales.<br />
En este sentido la “maximización <strong>del</strong> valor para el<br />
accionista”, sacrosanta fórmula de la economía<br />
neoliberal debería reescribirse tratando de buscar la<br />
maximización <strong>del</strong> valor-felicidad para todos los públicos<br />
implicados en el proceso empresarial.<br />
Sin duda, esa búsqueda supone dar un paso más allá<br />
<strong>del</strong> territorio de la filantropía empresarial y de la<br />
responsabilidad empresarial, para cambiar la<br />
perspectiva en torno a la ventaja competitiva, el<br />
beneficio empresarial y el éxito empresarial.<br />
=<br />
Una perspectiva que da prioridad a la cuestión básica<br />
de qué comunidades deseamos y podemos crear,<br />
basadas en principios como el cuidado, la justicia, la<br />
precaución o la perdurabilidad dentro de los límites <strong>del</strong><br />
planeta. Para ello es preciso contemplar la empresa<br />
menos como un fin y más como un medio para el logro<br />
de esas metas <strong>social</strong>es colectivamente acordadas.<br />
Efectivamente, el proceso de cambio económico e<br />
institucional, desde una economía feudal a otra<br />
capitalista, incrementó espectacularmente las<br />
oportunidades de negocio fruto <strong>del</strong> crecimiento de los<br />
mercados, <strong>del</strong> cambio tecnológico, de la creación de una<br />
abundante fuerza de trabajo asalariada y de un marco<br />
de incentivos favorable a la iniciativa individual y la<br />
propiedad privada. Cambios que otorgaron un intenso<br />
protagonismo al papel <strong>del</strong> empresario como coordinador<br />
<strong>del</strong> proceso productivo y de la empresa privada como<br />
mo<strong>del</strong>o organizativo, y ello frente a otro tipo de<br />
sistemas productivos más cooperativos o comunales.<br />
El predominio de la empresa no ha dejado de crecer hasta<br />
la actualidad, primero marcada por la especialización<br />
de la dirección de las grandes empresas en el siglo XIX,<br />
estructuradas en unidades organizativas<br />
especializadas y dirigidas por ejecutivos asalariados;<br />
después por el creciente poder de unas grandes<br />
corporaciones transnacionales que gobiernan extensas<br />
redes de valor global.