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Revista nº 1 Marzo Año 2013

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Eduardo Juárez<br />

El conocimiento perseguido: Robando el secreto...<br />

Este interesante repunte historiográfico muestra claramente la necesidad de conocer el modo en<br />

que fue gestionado el secreto del negocio del vidrio y cómo éste influyó en el endurecimiento de<br />

las relaciones laborales en Venecia, así como la dispersión de sus productores como causa y<br />

efecto a la vez de la citada presión política y económica sobre un negocio altamente lucrativo y<br />

estratégico para la República veneciana.<br />

A su vez, la necesidad de captar el conocimiento compositivo privilegiado de los venecianos<br />

influyó directamente en la consolidación de los mecanismos represivos políticos propios que<br />

dieron lugar a los famosos servicios de inteligencia y espionaje de la República de Venecia, los<br />

primeros y más desarrollados de la Europa Occidental.<br />

El presente artículo, por tanto, tratara de mostrar los diferentes métodos empleados por los<br />

elementos propios y externos para lograr captar el secreto más protegido por el gremio veneciano:<br />

las composiciones magistrales. Del mismo modo, se pondrá de manifiesto las consecuencias de<br />

estas prácticas, tanto las defensivas como las ofensivas, y hasta donde llegó la implicación de los<br />

vidrieros para lograr su objetivo.<br />

ESPIONAJE Y ROBO DE INFORMACIÓN<br />

Conocer el momento en que el vidrio veneciano se convirtió en una referencia para los centros<br />

productivos europeos no resulta muy complicado. Aunque el análisis de su tradición vidriera<br />

entronca con diferentes flujos de información ya señalados, parece obvio que el inicio del siglo XIII<br />

fue crucial para el desarrollo de este negocio. En la primera mitad de ese siglo, el vidrio veneciano<br />

fue recluido en la isla de Murano y sus maestros empezaron a asociarse hasta conformar el primer<br />

gremio del vidrio europeo.<br />

La fecha clave de este nacer del vidrio suntuario veneciano coincidió con la cuarta cruzada,<br />

cuando el Dogo Enrico Dandolo se coaligó con Alejo IV Ángelo y tomaron Constantinopla,<br />

estableciendo el famoso Imperio Latino. Esta conquista reportó multitud de ganancias a la<br />

República veneciana de carácter político y, sobre todo, económico, al permitirles controlar los<br />

canales comerciales derivados. Entre esas ganancias comerciales se puede afirmar con certeza la<br />

migración de maestros vidrieros bizantinos, poseedores de las técnicas orientales que hacían a<br />

los centros sirios de Damasco y Aleppo ser los más considerados en el Mediterráneo.<br />

Curiosamente, el jefe de la expedición que llevó a cabo la cuarta cruzada fue Bonifacio de<br />

Monferrato, en cuyo marquesado se ubicaría el centro vidriero de Altare, quienes, según Samuel<br />

Kurinsky, Dillon y Engels, se beneficiaron de la expatriación de operarios procedentes del Imperio<br />

Bizantino.<br />

A partir de ese momento, el vidrio de Venecia, ya como vidrio muranés, experimentó un<br />

permanente desarrollo con constantes innovaciones técnicas y, principalmente, compositivas. Este<br />

crecimiento le llevó a ser el objetivo del resto de centros vidrieros, especialmente el altarés,<br />

deseosos de controlar tan lucrativo negocio.<br />

Debido a que la competencia con el centro muranés era imposible en condiciones normales<br />

―esto es, de producción según los medios propios― la mayoría de los centros vidrieros italianos<br />

y europeos se afanaron en conseguir copiar los modelos muraneses que tanto éxito tenían.<br />

Sin embargo, aunque la copia técnica era sencilla, pues bastaba con comprar piezas muranesas y<br />

repetirlas hasta lograr la similitud, la composición del vidrio delataba su procedencia,<br />

principalmente por la alta calidad de los productos venecianos. Seguramente con esa intención el<br />

comerciante Filippo Strozzi “el Viejo” ordenó a su agente en Venecia la obtención de once vasos<br />

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