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Revista nº 1 Marzo Año 2013

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Eduardo Juárez<br />

El conocimiento perseguido: Robando el secreto...<br />

los secretos de la familia Barovier. Una vez lo hubo conseguido, abandonó el taller de los Barovier<br />

para intentar fundar el suyo propio.<br />

El procedimiento seguido por Ballarin para penetrar los secretos del conocimiento de los Barovier<br />

denotaba lo que ya era una evidencia: el absoluto secreto de las recetas compositivas y su<br />

aplicación, y, sobre todo, la encriptación en mayor o menor grado de estas fórmulas en los libri di<br />

fornace.<br />

Después de hacerse con los secretos de Angelo Barovier, Giorgio Ballarin, a pesar de la presión a<br />

que fue sometido, continuó con su vida. Tuvo un hijo natural, Francesco Ballarin, cuyo nombre<br />

aparecía por primera vez en la documentación en 1498. Más adelante se casó con una tal<br />

Margherita Bortolusio, apellido relacionado con el vidrio, especialmente el altarés, en la forma<br />

Bertolucio o Bertoluzzi y de origen sefardí, según Samuel Kurinsky. Con esta Marguerita tuvo tres<br />

hijos, siendo los más reconocidos de ellos Francesco y Giorgio, del mismo nombre que el abuelo.<br />

Durante un tiempo, ambos hermanos trabajaron en el taller de los Cattani bajo la insignia de la<br />

Sirena, siendo Francesco el más reconocido por la enorme calidad de sus esmaltes, comparados<br />

por todos sus coetáneos con los famosos Barovier.<br />

La consecuencia de esta maestría en la composición y las técnicas ganada de un modo u otro por<br />

los Ballarin fue su conversión en objetivo del robo de información reservada al mismo nivel que los<br />

Barovier.<br />

A la ya referida trifulca entre el abuelo Giorgio Ballarin y uno de sus operarios, llamado Domenego<br />

Vizenza, en 1483 cuando producía vidrio calcedonio, cabe destacar la denuncia hecha por éste en<br />

1487 de un robo en su taller. La denuncia ante la Cancillería listaba lo que le había sido<br />

sustraído 19 :<br />

Quidam cráteres Gallici cum pedibus<br />

Quidam ciati cum duobus capitibus auratis de latemo<br />

Quidam paternostri a mola<br />

Quidam scripture<br />

Casella una cupressi cum chirographis et paternostris quibusdam<br />

Calamare unum vitreum, ex parte dimidia blamvum ex et altera album<br />

El asalto al taller de Ballarin tenía como objeto, sin duda, la captura de los libri di fornace donde se<br />

consignaban las fórmulas que, a su vez, Giorgio había sustraído a los Barovier años atrás. Su<br />

propia denuncia ante la Cancillería, magistratura unida a la protección de la información de la<br />

República veneciana y especialmente a la relacionada con el secreto, mostraban qué estaba<br />

denunciando Giorgio Ballarin, qué había sido robado.<br />

Sin embargo, más allá de las competencias personales y familiares, lo que sí quedaba claro era<br />

que aquellos talleres que conseguían formular un procedimiento de exclusiva calidad, se<br />

convertían de manera inmediata en objeto de presión por parte del este flujo ilegal de información<br />

entre los talleres venecianos.<br />

La presión a la que eran sometidos los Barovier por sus invenciones de técnicas de esmalte y las<br />

composiciones del cristallo y el vidrio calcedonio de Angelo Barovier y las técnicas de vidrio no<br />

soplado inventadas por su hija en 1487 también fue experimentada por los Ballarin.<br />

Conseguida las técnicas de los esmaltes y el cristallo con el robo llevado a cabo por Giorgio, en<br />

1493 lograron el privilegio de la Signoria de producir en exclusiva el vidrio de color rosechiero, el<br />

famoso rojo transparente, llevado al taller Ballarin por aquel vidriero de la Lorena llamado Roberto,<br />

hijo de Giovanni da Tissano 20 .<br />

19 Zecchin, 1987II: 60.<br />

20 Gaspareto, 1958: 159.<br />

19

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