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Eduardo Juárez<br />
El conocimiento perseguido: Robando el secreto...<br />
vidrio en la isla de Murano 9 . A principios del XV ya eran una de las familias más importantes y<br />
poderosas del gremio del vidrio muranés.<br />
Bartolomeo Barovier, en esos años, alcanzó las más altas dignidades, llegando a ser secretario<br />
del papa veneciano Eugenio IV y del genovés Nicolás V, acabando sus días como canciller del<br />
primer Patriarca de Venecia, el Santo Lorenzo Giustiniani. En esos momentos, los Barovier<br />
conformaban una verdadera élite, principalmente por la calidad de sus esmaltes, como bien<br />
recordaba León Battista Alberti.<br />
Aunque su fama no alcanzó la máxima cota hasta la eclosión de Angelo Barovier, también<br />
conocido en la isla y citado en la documentación como Anzolo da Muran o Anzollo dalla Serena 10 .<br />
Hacia 1453, este Ángelo Barovier consiguió formular la composición del cristallo, referido en los<br />
libri di fornace como vidrio cristalino.<br />
Esta composición dio a los venecianos el control del negocio del vidrio europeo durante los<br />
siguientes siglos y fue la causa esencial de la lucha por el conocimiento de la composición del<br />
vidrio muranés. <strong>Año</strong>s más tarde, en 1460, el talento de Angelo Barovier alumbró otra de las<br />
composiciones emblemáticas del negocio muranés: el vidrio “chalzedonia 11 ”.<br />
Para comprender la fama alcanzada por Ángelo Barovier, no hay más que recordar el epitafio<br />
escrito sobre su tumba, desaparecida con la destrucción de la iglesia de San Esteban de Murano,<br />
donde se hallaba 12 :<br />
Angele pontificum qui secretarius es<br />
Terrarum fueras miraculum domini<br />
Cui potuit vítrea quidquid in arte latebat<br />
Nunpars terra iacons parsque atenta polo<br />
Angelo Baroviero suisqui poteris sacrum.<br />
Si ya de por sí la maestría familiar en el uso de los esmaltes había convertido a los Barovier en un<br />
objetivo esencial para el robo de información, el desarrollo del vidrio cristalino lo hizo aún más.<br />
Aunque los procedimientos gremiales venecianos impedían la monopolización del talento en la isla<br />
de Murano con prácticas como la costumbre legalizada del comparto 13 , los robos relacionados con<br />
el conocimiento de los Barovier fueron relativamente comunes en la década de los cincuenta del<br />
siglo XV.<br />
El 13 de octubre de 1446 Bartolomeo Barovier no logró que fuera condenado un operario por<br />
robarle una página de su libro di fornace. Según éste, su taller debía ser compensado por “damno<br />
unius libri in quo erant scripte recepte artis vitre 14 ”.<br />
En 1463 fue denunciado por Marco Barovier un robo en su taller, echándose en falta<br />
concretamente el sello metálico empleado para marcar las plaquetas de esmalte recién<br />
producidas. Evidentemente se trataba de una acto encaminado a copiar la producción de los<br />
famosos esmaltes Barovier o, al menos, de garantizar como verdaderas determinadas imitaciones.<br />
La consecuencia inmediata, siendo gastaldo del arte Marino Barovier―cónsul y representante<br />
legal del gremio―, fue la obligación de que cada taller empleara su propio sello claramente<br />
identificable: non bullar smalto del segno del marco di altro patrón.<br />
9 Zecchin, 1987: 17.<br />
10 Moretti, 2001: 60.<br />
11 Zecchin, 1990: 52.<br />
12 Gaspareto, 1958: 79.<br />
13 Juárez Valero, 2010: 355-373.<br />
14 Zecchin, 1987I: 49.<br />
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