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Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

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<strong>la</strong>s propias narices <strong>de</strong> los Estados Unidos!<br />

La algarabía en 23 y 12 alcanzó su clímax, ap<strong>la</strong>usos y gritos se<br />

juntaban y en <strong>la</strong> multitud surgió una reiterada consigna cada<br />

vez más intensa y ca<strong>de</strong>nciosa: «¡Somos socialistas, pa´ <strong>la</strong>nte y<br />

pa´<strong>la</strong>nte…!».<br />

–¿Oyeron lo que acaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir Fi<strong>de</strong>l? –pregunté enseguida a<br />

mi mamá y a mi hermana, en voz alta para que todos escucharan–.<br />

Bautizó a <strong>la</strong> criatura y sin agua bendita. ¡La Revolución<br />

es socialista, tenemos una Revolución socialista! ¡Viva Cuba<br />

socialista! –grité eufórico, y los <strong>de</strong>más repitieron ¡viva!, y nos<br />

miramos <strong>de</strong>sconcertados, como preguntándole cada quien a los<br />

otros el alcance <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> <strong>de</strong>scomunal afirmación.<br />

De súbito, una pasajera <strong>de</strong> b<strong>la</strong>nca piel, cabellera rubia y semb<strong>la</strong>nte<br />

<strong>de</strong> princesa, que oía sin inmutarse el discurso y nuestro<br />

alboroto, movió hacia ambos <strong>la</strong>dos <strong>la</strong> cabeza en a<strong>de</strong>mán enigmático,<br />

se colocó <strong>de</strong> un tirón <strong>la</strong> plisada saya roja <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong>,<br />

tal vez por timi<strong>de</strong>z, pues sus sensuales piernas <strong>la</strong> hacían aun más<br />

atractiva, y expresó con firmeza:<br />

–Si Fi<strong>de</strong>l es socialista, yo también lo seré, pero lo que nunca voy<br />

a aceptar es que venga el comunismo… ¡Eso sí que no! ¡Aunque<br />

me lo pidan Dios y todos los santos juntos!<br />

Cuando arribamos a Ciudad Libertad estaban allí casi dos mil<br />

adolescentes, acompañados <strong>de</strong> familiares y amigos. Parecía una<br />

réplica <strong>de</strong>l acto patriótico <strong>de</strong> 23 y 12, don<strong>de</strong> seguía ha-b<strong>la</strong>ndo<br />

Fi<strong>de</strong>l; los coros espontáneos exc<strong>la</strong>maban consignas y entonaban<br />

himnos y cantos <strong>de</strong>dicados a <strong>la</strong> patria y a <strong>la</strong> Revolución. Muchos<br />

familiares alentaban a los brigadistas, otras veces estos los encaraban,<br />

al no conseguir <strong>de</strong> ellos el respaldo necesario. Me impresionó<br />

ver algunos niños y niñas <strong>de</strong> doce o trece años. A uno le <strong>de</strong>cían<br />

el Pájaro Loco, por ser muy intranquilo y tener una nariz <strong>la</strong>rga<br />

y media curvada; a otra <strong>la</strong> Pequeña Lulú, porque parecía una<br />

graciosa miniatura <strong>de</strong> mu-jer; a esta le escuché expresarle a su<br />

padre con una voz resuelta y mirándole furiosa a los ojos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

su nimia estatura, muy cerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> madre que <strong>la</strong> respaldaba:<br />

–¡No, chico, no tengo miedo!, ¿me oíste?... ¡Ahora es cuando<br />

<strong>de</strong>bemos alfabetizar y no me voy a quedar en <strong>la</strong> casa por tu culpa!<br />

Los responsables <strong>de</strong> <strong>la</strong> organización trataban <strong>de</strong> poner or-<br />

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