Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau
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nos <strong>de</strong>cía: «Vengan, métanse en <strong>la</strong> fiesta», y en-seguida nos<br />
vimos ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> «sapos», eso parecían por sus uniformes<br />
militares <strong>de</strong> varios colores, como manchas…<br />
El repatriado se <strong>de</strong>tuvo y precisó el nombre <strong>de</strong>l brigadista:<br />
Gerardo Massaret, y nos mostró <strong>la</strong> foto don<strong>de</strong> este sostiene un<br />
enorme fusil, casi <strong>de</strong> su estatura. Luego siguió leyéndonos <strong>la</strong> increíble<br />
historia <strong>de</strong> Gerardo:<br />
Eran tan verracos, que le hacían caso a todas <strong>la</strong>s mentiras<br />
que en ese momento escuchaban por radio Swam, que si Fi<strong>de</strong>l<br />
se había asi<strong>la</strong>do, que si los milicianos se habían pasado pa-ra<br />
ellos. Un gordo me dijo que iba a fusi<strong>la</strong>rme por fi<strong>de</strong>lista, yo<br />
les respondí cantándoles el Himno <strong>de</strong>l 26 <strong>de</strong> Julio y los tenía<br />
locos, por poco hasta se lo apren<strong>de</strong>n.<br />
Los periodistas le preguntan cómo logró salir <strong>de</strong> su cautiverio.<br />
–Cuando nuestras tropas comenzaron a batirlos todos se disgregaron.<br />
Mi compañero y yo estuvimos metidos en el agua<br />
junto con seis o siete «sapos». Cuando los nuestros es-tuvieron<br />
cerca, ellos corrieron <strong>de</strong>sesperados y nos <strong>de</strong>jaron abandonados.<br />
Momentos <strong>de</strong>spués llegó el capitán Guillermo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> Policía<br />
Nacional Revolucionaria y nos rescató.<br />
–¿Y ese rifle, cómo lo conseguiste? –inquirió el reportero.<br />
–Me lo regaló el Comandante Efigenio, que se encontraba en <strong>la</strong><br />
zona.<br />
Al conocer esta historia me lo puso en <strong>la</strong>s manos y dijo:<br />
–¡Te lo ganaste, ahora hazte merecedor <strong>de</strong> él!<br />
–¿Y cómo apreciaste el valor <strong>de</strong> los mercenarios? –indaga el<br />
otro reportero.<br />
–¡Muchacho, fíjate que le tenían miedo hasta a los cangrejos<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> Ciénaga!<br />
Todos nos reímos con este comentario final <strong>de</strong> Gerardo y le<br />
agra<strong>de</strong>cimos a Roberto <strong>la</strong> iniciativa.<br />
–Fue muy buena tu i<strong>de</strong>a –aseveró alguien–. Gerardo no titubeó,<br />
actuó como un verda<strong>de</strong>ro revolucionario, hombre a todo…Por<br />
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