Entre el miedo y la esperanza - Txalaparta.com
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.18<br />
letras&ideas<br />
norte. El resultado es este libro<br />
De Ernesto al Che, <strong>el</strong> mejor homenaje<br />
que he podido hacer a mi<br />
amigo, hoy <strong>el</strong> inmortal Comandante<br />
Che Guevara. Puedo decir<br />
que es un aporte testimonial, un<br />
<strong>com</strong>plemento para su gran biografía,<br />
que creo aún no está escrita.<br />
Fue mi intención mostrarlo<br />
<strong>com</strong>o niño, adolescente y joven,<br />
todas etapas que vivimos juntos,<br />
y <strong>com</strong>partir con los lectores <strong>el</strong><br />
enorme honor que tuve de haber<br />
viajado con él en circunstancias<br />
especiales, <strong>com</strong>partiendo calor,<br />
frío, hambre, in<strong>com</strong>odidades y<br />
añoranzas, por gran parte de<br />
América d<strong>el</strong> Sur. Esta América,<br />
siempre convulsionada, era y sigue<br />
siendo un continente joven a<br />
<strong>la</strong> espera de constructores de su<br />
mejor futuro. El mejor ejemplo,<br />
c<strong>la</strong>ro, es Ernesto que dejó su vida<br />
por <strong>la</strong> liberación de los pueblos<br />
americanos y hoy su imagen es<br />
un mod<strong>el</strong>o a seguir en todo <strong>el</strong><br />
mundo.<br />
Conocí a Ernesto a los tres<br />
años en <strong>la</strong> pequeña ciudad cordobesa<br />
de Alta Gracia, en Argentina.<br />
Mi padre, Carlos Ferrer Zorril<strong>la</strong>,<br />
se convirtió en <strong>el</strong> médico de<br />
Ernestito, que a los cuatro años<br />
se mudó con toda su familia a esa<br />
localidad serrana, para tratarse <strong>el</strong><br />
asma. Su médico le había re<strong>com</strong>endado<br />
una temporada de cuatro<br />
meses en <strong>la</strong>s sierras. Esos<br />
cuatro meses se transformaron en<br />
once años, un <strong>la</strong>rgo tiempo en <strong>el</strong><br />
que tuve <strong>el</strong> privilegio de vivir<br />
muy cerca d<strong>el</strong> que se convirtió en<br />
mi íntimo amigo. Compartimos<br />
todo lo que pueden <strong>com</strong>partir dos<br />
chicos: juegos, p<strong>el</strong>eas, estudios,<br />
vida familiar, travesuras. Más<br />
ad<strong>el</strong>ante nos asomamos juntos a<br />
<strong>la</strong> adolescencia, con sus fiestas,<br />
novias, excesos, primeras experiencias<br />
sexuales.<br />
Cuando Ernesto regresó de su<br />
primer viaje por Latinoamérica<br />
que hizo con Alberto Granado (y<br />
que se r<strong>el</strong>ata en <strong>la</strong> p<strong>el</strong>ícu<strong>la</strong> Dia-<br />
rios de motocicleta), me ofreció<br />
emprender un segundo recorrido<br />
por tierra hasta Venezu<strong>el</strong>a –donde<br />
se había quedado trabajando Granado–<br />
una vez que se hubiera recibido<br />
de médico, para lo que le<br />
faltaban once materias. Lo que<br />
parecía una hazaña imposible,