MATRIMONIO Y DIVORCIO, Una Perspectiva Bíblica
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12. EFESIOS CAPÍTULO CINCO<br />
La relación entre Cristo y su Iglesia se ilustra gráficamente en el Nuevo Testamento como la relación entre<br />
esposo y esposa (Efesios 5:22-23). Los esposos deben amar a sus esposas así como Cristo amó a la Iglesia y se<br />
entregó por ella. Las esposas deben sujetarse a sus maridos así como la Iglesia debe sujetarse a Cristo.<br />
Esta es una analogía muy especial, pues la relación entre esposos ¡es la más íntima y permanente que se conozca<br />
entre seres humanos! Es semejante a las analogías encontradas en los pasajes proféticos de Isaías, Jeremías y<br />
Ezequiel, donde ellos también trazan el paralelo entre la alianza matrimonial y la relación de Jehová con Israel y<br />
Judá.<br />
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enfatizan la intimidad y permanencia de la relación de Dios con su<br />
pueblo, y así indirectamente la intimitad y permanencia del matrimonio. Esto es parte del plan perfecto de Dios<br />
para el matrimonio. Esta es su voluntad activa. Cristo, el esposo perfecto, nunca se divorciará de su esposa la<br />
Iglesia. Él es nuestro ejemplo máximo, también en esta área del matrimonio.<br />
De este pasaje se desprende mucha enseñanza positiva para el matrimonio. En especial, Pablo enfatiza dos<br />
consejos para los cónyuges:<br />
(1) La esposa debe someterse a su esposo. Esto es parte del orden divino que Dios, el inventor del matrimonio,<br />
ha instituido. Esta sumisión debe ser semejante a la de la Iglesia al Señor Jesucristo.<br />
(2) El esposo debe amar a su esposa. ¡Este mandato se repite tres veces en el espacio de nueve versículos! Es<br />
como si el apóstol nos quisiera enfatizar marcadamente la importancia de tal instrucción. Nuevamente, el modelo<br />
es Jesucristo mismo, en su amor por la Iglesia.<br />
Es fundamental que cada cónyuge se aplique la parte de este pasaje que le corresponde. Al esposo no le<br />
corresponde obligar a su esposa a obedecerle, sino hacer su parte: amar a su esposa. A la esposa no le<br />
corresponde quejarse de la falta de amor y consideración de parte de su esposo, sino hacer su parte: someterse a<br />
él en el Señor. Al meditar en estos versículos, se verán muchísimas cosas más, que valen la pena ser estudiadas y<br />
predicadas en nuestra iglesia local. Pero sobre todo, ¡debemos aplicarlas en nuestros matrimonios!<br />
13. PRIMERA A LOS CORINTIOS CAPÍTULO SIETE<br />
Debemos analizar la enseñanza de Pablo en este capítulo, a la luz del resto de las Escrituras. La instrucción se<br />
divide en dos partes: Primero el mandato directo de Cristo, "mando, no yo, sino el Señor..." (vs.10-11); y<br />
segundo el consejo divinamente inspirado del apóstol Pablo, "yo digo, no el Señor..." (vs.12-15). Notemos que<br />
ambas partes siguen el mismo patrón ya visto en el Antiguo Testamento y en los Evangelios:<br />
(1) Primero, se enfatiza la indisolubilidad del matrimonio: "La mujer no se separe del marido... el marido no<br />
abandone a su mujer... El hermano... no la abandone... La mujer... no lo abandone..." El matrimonio es una unión<br />
de por vida que no debe ser separada.<br />
(2) Luego se nos presenta un segundo nivel de la voluntad de Dios: "Y si se separa, quédese sin casar, o<br />
reconcíliese con su marido" (v.11). Aquí vemos el permiso de Dios para una separación temporal, mientras se<br />
logra una restauración que permita que la pareja vuelva a convivir. Mientras tanto, deben permanecer sin<br />
casarse.<br />
<strong>MATRIMONIO</strong> Y <strong>DIVORCIO</strong>, <strong>Una</strong> <strong>Perspectiva</strong> <strong>Bíblica</strong> – Andrés P. Nunn pg.30