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MATRIMONIO Y DIVORCIO, Una Perspectiva Bíblica

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volver, ningún interés en el hogar ni sus responsabilidades y un rompimiento de las promesas matrimoniales.<br />

Esto necesariamente supone un tiempo bastante largo de separación, para poder determinar si efectivamente<br />

existe una deserción definitiva, o si es temporal y con posibilidad de reconciliación.<br />

Además, ¡el cónyuge inconverso no debe ser echado de la casa! De hecho, el comportamiento del creyente debe<br />

ser tal que pueda ganar a su pareja para el Señor (vs. 14,16). Si llega a ser evidente que el mal comportamiento<br />

del creyente ha sido causa contribuyente a que el cónyuge inconverso se haya aburrido y se haya ido, el consejo<br />

bíblico es arrepentirse y buscar perdón y reconciliación con la parte desertora. No se trata de apuradamente<br />

buscar un divorcio, ahora que ("¡al fin!") el cónyuge se ha ido.<br />

Esto subraya, de paso, el grave peligro de volverse legalista: una persona puede aferrarse a ciertos textos para<br />

justificar su divorcio y nuevo matrimonio, pero en el fondo puede ser culpable de no querer hacer la voluntad de<br />

Dios. Se puede caer en la trampa de los fariseos, quienes trataban de aplicar la letra de la Ley mientras que<br />

ignoraban el espíritu de la Ley. Esta es una actitud verdaderamente peligrosa, y aquellos que aconsejan en estos<br />

asuntos deben tomar esto muy en cuenta.<br />

¡No podemos añadir a la Palabra de Dios!<br />

Aquellos que enseñan este punto de vista, declaran que este permiso adicional de Pablo (por deserción), no es<br />

una contradicción con el único permiso que dio Jesucristo (por inmoralidad), ya que Jesucristo habló en el<br />

contexto judío, antes de que comenzara la Iglesia. Así que Pablo ahora extiende la enseñanza para cubrir la<br />

nueva circunstancia de la Iglesia (judía y gentil). Insisten que no hay contradicción, que más bien se trata de una<br />

nueva expresión de la tensión entre la perfecta voluntad de Dios y su segunda o tercera voluntad.<br />

Algunos preguntan si este precedente de Pablo, de extender la enseñanza de Jesucristo, no nos dará pie para<br />

extender las causales bíblicas que permiten el divorcio: Así pues, ¿no sería justificable ante Dios el divorcio de<br />

una esposa debido a que su esposo es drogadicto, o porque la golpea a ella o a los niños?<br />

Mi convicción personal es que sólo los apóstoles tenían el grado de inspiración del Espíritu Santo que les<br />

permitía hacer esta extensión. No tenemos derecho de extender los preceptos bíblicos. Nuestra tarea debe ser la<br />

de buscar la guía del Espíritu Santo para saber cómo aplicar las Escrituras a nuestras circunstancias, pero nunca<br />

de añadir a sus mandamientos. ¡Existen claras advertencias en contra de añadir a la Palabra de Dios! Además,<br />

nuestras circunstancias hoy día son esencialmente las mismas que vivió Pablo: todavía estamos en la misma<br />

Iglesia, y la naturaleza humana no ha cambiado.<br />

No creo que estemos autorizados a justificar un divorcio por drogadicción o violencia. Pero tal vez, en casos<br />

extremos, sí puede ser aconsejable un período de separación por tales causas, hasta que se vean señas de un<br />

cambio que permita reconstruir la relación de pareja. "Y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su<br />

marido..."<br />

¿Qué debe hacer un creyente abandonado por su cónyuge?<br />

Hay una explicación alternativa a la que acabamos de considerar (el abandono definitivo permite el divorcio),<br />

que, a mi parecer, se ajusta mejor al pasaje de 1 Corintios 7, a la luz del resto de las Escrituras, y los evangelios<br />

en particular. Recordemos que en las declaraciones de Jesús, Él condenó el divorcio (excepto por inmoralidad<br />

sexual), insistiendo en que el esposo, al repudiar a su esposa y volverse a casar, cometía adulterio él mismo;<br />

además hacía que su esposa cometiera adulterio, y cualquiera que se casara con uno de los cónyuges divorciados<br />

también cometía adulterio. ¡Aun un hombre soltero que decidiera casarse con una mujer injustamente divorciada,<br />

estaba cometiendo adulterio! (Mateo 5:32, 19:9; Marcos 10:11-12; Lucas 16:18)<br />

Entonces, ¿qué enseña Pablo en este pasaje? Si combinamos las palabras del Señor Jesús en los evangelios con<br />

las del apóstol Pablo en un solo pensamiento coherente, tenemos lo siguiente: Mientras el cónyuge desertor<br />

permanezca "soltero" (no casándose de nuevo, ni juntándose a vivir con alguien, ni viviendo una vida de<br />

inmoralidad sexual), durante este tiempo, Pablo nos muestra que el creyente abandonado debe quedarse sin<br />

<strong>MATRIMONIO</strong> Y <strong>DIVORCIO</strong>, <strong>Una</strong> <strong>Perspectiva</strong> <strong>Bíblica</strong> – Andrés P. Nunn pg.32

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