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eficientes que les permitiría reducir
los costos de producción, manteniendo
las calidades exigidas por el
mercado, haciéndolas competitivas
frente a los productores locales.
Posiblemente establecer asociaciones
con empresas productoras
locales sería un camino relativamente
fácil y rápido de entrar en el mercado
de estos países actualmente en
crecimiento acelerado.
Obviamente, existe otros mercados
relacionados con la producción
de áridos, sumamente interesantes
como el de los prefabricados, áridos
ligeros, hormigones especiales, etc.,
en los que las industrias europeas
podrían jugar un papel importante,
aportando su experiencia de años
en este sector.
En la actualidad, los países con
un alto índice de crecimiento que
además presentan una estabilidad
política y seguridad jurídica suficiente,
en los que en principio sería recomendable
invertir serían: Chile, Uruguay,
Perú, Panamá, Colombia, Brasil,
México y Ecuador, entre otros.
De los países anteriormente mencionados
Chile y Uruguay son los
que presentan una mayor estabilidad
y seguridad jurídica.
Los países del entorno bolivariano,
Venezuela, Bolivia, Nicaragua
son poco recomendables para invertir,
con la excepción de Ecuador que
si bien se sitúa dentro de la órbita de
Venezuela, gracias a su riqueza en
materias primas minerales, de
reciente desarrollo, no está sujeta a
sus directrices.
Es interesante contemplar al mismo
tiempo, las posibilidades de desarrollo
de cada país, para lo que es importante
considerar el nivel de infraestructuras
existentes y el número de habitantes.
Países, por ejemplo como Costa Rica,
El Salvador o Uruguay con una población
inferior a los 5 millones, pueden ser
interesantes para industrias de tamaño
pequeño o medio, con dos o tres centros
de operación como máximo.
También es muy importante a la hora
de estudiar la implantación de una
empresa de producción de áridos,
conocer la implantación de las empresas
locales, y la producción de cemento
en el país, ya que en ocasiones pueden
existir situaciones cercanas al
monopolio lo que dificultará el estable-
cimiento de empresas extranjeras, a
menos que sea en base a asociaciones
con empresas locales, lo cual puede
ser muy aconsejable en estos países
donde las relaciones y contactos son
de la máxima importancia.
Otro punto a considerar es el nivel
de burocracia en los diferentes países
y la complejidad y particularidades
de su estructura legal-comercial,
lo que po dría ser el caso, como
ejemplo, de Brasil, donde el sistema
impositivo es su mamente farragoso,
al mismo tiempo que existe un control
enorme y no siempre efectivo, en
el movimiento de divisas.
En cualquier caso, los países Iberoamericanos
representan en estos
momentos una oportunidad interesantísima
de inversión para las
empresas españolas. Al igual que en
el Siglo XV los españoles cruzaron el
océano buscando una nueva vida,
que en España se les negaba, hoy
en el Siglo XXI, dada la situación de
crisis por la que atravesamos y con
unas perspectivas nada halagüeñas
a largo plazo, podría ser el momento
propicio para partir de nuevo en
busca de “El Dorado”.
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