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IV FINANCIAL TIMES
Lunes 1º de abril de 2013 EL CRONISTA
John McDermott
ALMUERZO CON EL FT:
Noam Chomsky
“Barack Obama está llevando a cabo
una campaña global de asesinatos”
Hay una cápsula del tiempo
cerca de los ascensores del
Stata Center del Massachusetts
Institute of Technology.
“Profesor Chomsky”, lo llamo. El hombre
de 84 años me saluda y caminamos
por el nuevo edificio. El MIT es, en parte,
un monumento a sus ideas, sugiero. Sus
teorías de gramática, que arguyen que el
idioma es innato, han revolucionado la
psicología moderna y las ciencias de la
computación y cognitivas.
“Un problema de este campo es que no
hay mucho que pueda hacerse con él”,
dice, inexpresivo. Salimos a un crudo día
en Cambridge, rumbo al restaurant.
La distancia de Chomsky de la corriente
dominante no se restringe a su
trabajo académico. Considerarlo un lingüista
es casi lo mismo que llamar fisicoculturista
a Arnold Schwarzenegger.
Posiblemente Chomsky sea el activista
político más destacado del mundo. Para
sus opositores, es un cascarrabias que
considera que el diablo nació en Estados
Unidos. Para sus seguidores, es alguien
valiente que cuenta la verdad y un humanista
implacable; un Bertrand Russell
de los últimos tiempos.
En 2006, Chávez recomendó el libro de
Chomsky Hegemonía o Supervivencia:
El dominio mundial de Estados Unidos a
la Asamblea General de la ONU. “Es una
historia ambivalente”, dice Chomsky del
legado de Chávez. Habla de reducir la pobreza
y aumentar el alfabetismo. “Por
otro lado, hay muchos problemas”, tales
como la violencia y la corrupción policial;
también se refiere a la hostilidad occidental,
particularmente a un intento
de golpe de estado en 2002 apoyado por
Estados Unidos. El comportamiento de
Estados Unidos hacia Caracas obviamente
es importante en cualquier evaluación
de Chávez, pero su aparición es
un significante temprano de un patrón
en la charla de Chomsky: luego de hablar
suficiente sobre política con el profesor
es bastante probable que salga a colación
la política exterior de Estados Unidos
o el socialismo nacional.
Algunos críticos de Chomsky lo acusaron
de tomarse a la ligera las fallas de los
autócratas por ser enemigos de Estados
Unidos. Chomsky rechaza esa acusación
vehementemente: se pronunció contra
la consolidación del poder de la difusora
estatal; se quejó del caso de María Lourdes
Afiuni, una jueza que pasó más de un
año en la cárcel en espera de un juicio por
difundir una crítica al gobierno.
Todavía, Chomsky piensa como pegar
duro a sus blancos. “Supongamos que
critico a Irán. ¿Qué impacto tendrá esto?
El único impacto que causa es fortalecer
a quienes desean implementar políticas
de las que no soy partidario, tales como
el bombardeo”. Argumenta que cualquier
crítica contra Chávez, por ejemplo,
Chomsky dijo que, si se lo juzga según
los principios establecidos en los juicios
de Nuremberg, cada líder estadounidense
deposguerra sería acusado de crímenes de guerra
invariablemente llegará a los medios
masivos, mientras que sus críticas a Estados
Unidos no aparecen en los medios.
Este tratamiento injusto es la suerte del
disidente, según Chomsky. A los intelectuales
les gusta considerarse iconoclastas,
afirma. “Pero un repaso por la historia
demuestra que es exactamente lo
opuesto. Intelectuales respetados son
aquellos que conforman y sirven intereses
de poder”.
En 1967 New York Review of Books publicó
“The Responsibilities of Intellectuals”,
un ensayo deslumbrante que
Chomsky escribió a los 38 años. En dicho
ensayo, Chomsky denuncia la sumisión
ciega al poder de la élite intelectual
de Washington. Hoy su ira sigue concentrándose
en Estados Unidos por
considerar que es el país con mayor poder,
y él es ciudadano estadounidense.
Diría que tiene sentido, pero ¿su posición
en otra comunidad, la izquierda anti-guerra,
no significa que también tiene
el deber de repudiar el mal accionar de
sus figuras visibles?
“Quizás un pequeño porcentaje debería
preocuparse por esa comunidad. Pero
esto ni se acerca a la responsabilidad del
poder del estado y los medios masivos”.
Chomsky dijo que, si se lo juzga según
los principios establecidos en los juicios
de Nuremberg, cada líder estadounidense
de posguerra sería acusado de crímenes
de guerra. Le pregunté su opinión so-
Traducciones: Mariana I. Oriolo
bre Barack Obama. ¿Qué piensa del presidente
que se opuso a la guerra de Irak?
“Está llevando a cabo una campaña global
de asesinatos.” Muerdo el anzuelo y
le pido que me explique. “Imagina que
algún oficial nazi alemán haya llevado a
cabo una campaña global de asesinatos
en occidente, eso hubiese calificado para
Nuremberg.”
En un esfuerzo por incentivar la reflexión
pregunto si siente que ha cumplido
con las normas que figuran en su ensayo
en el NYRB de hace tantos años.
“La verdad que no”, afirma. “Hay un
montón de cosas en las que debería haber
hecho más”.
Casi todo, incluso reflexiones personales,
parece reducirse a política. Es evidente
que Chomsky tomó al pie de la letra
la máxima de Marx sobre el papel del
filósofo. Pero, ¿hubiera deseado pasar
más tiempo dedicado puramente a la investigación?
“Lo que realmente vale no
es lo académico, es la vida personal.” Pasa
seis o siete horas al día contestando
correos electrónicos, lo que le deja poco
tiempo para hobbies.
“Lo único que logré a lo largo de toda
la carrera fue reservarme tiempo para la
familia.” Carol Chomsky, su esposa y colega
lingüista, murió en 2008. “Desde entonces
me sumergí en el trabajo”.
Le pregunto sobre su crianza: ¿la vocación
por la política vino antes que la imaginación
académica? “Sí, desde la infan-
cia”. Antes de ser adolescente, escribía
para el periódico de la escuela acerca de
la expansión del fascismo en Europa.
“Fue bastante aterrador. Mis padres ponían
la radio para escuchar los discursos
de Hitler en el mitin de Nuremberg. Yo no
entendía nada”.
Su historia me recuerda -comento- el
inicio de la novela “La Conjura contra
América”, en la que Philip Roth imagina las
consecuencias para las familias judías de
una victoria de Charles Lindbergh en las
elecciones presidenciales de 1940. “Fue
bastante parecida”, afirma Chomsky. Lo
que me lleva a otra de las críticas a
Chomsky, formulada por personajes como
el fallecido periodista británico Christopher
Hitchens, de que oponerse a la guerra
en Irak, que comenzó hace casi exactamente
10 años, implicó condescenderse
con un fascista de la era moderna, Saddam
Hussein. “Por supuesto que no. Si usted
piensa que él estaba al mismo nivel
que Hitler, entonces debería condenar a
Reagan y Bush en primer lugar porque
ellos le prestaron mucho apoyo”.
“Haga un simple experimento mental
sobre lo que llamamos 11/9... Imagine
que el avión que fue derribado en
Pennsylvania alcanzó su objetivo, que era
probablemente la Casa Blanca. Y suponga
que se mató al presidente, se desató un
golpe militar, previamente planificado, se
derrocó al gobierno, se asesinaron miles
de personas, se torturaron otras tantas, y
se estableció un centro terrorista internacional
destinado a ayudar a establecer
gobiernos neonazis en toda la región, llevando
a cabo asesinatos, etc... Hubiera
sido mucho peor que el 9/11. Indiscutible.
Pero el hecho de que no podemos
verlo amerita una reflexión sobre la sociedad
y la cultura occidental”.
El terreno comparativo de las masacres
me hace sentir un poco incómodo:
el ejemplo del profesor implica que hay
una equivalencia moral, afirmo, entre
EE.UU. y al-Qaeda, y minimiza la responsabilidad
del general Pinochet por
los años de opresión que tuvieron lugar
después del golpe de Estado.
“Al comparar los dos sucesos, no lo hago
en términos de responsabilidad, sino
de la naturaleza de la atrocidad”, afirma.
¿Cuál es la conexión, en caso de existir,
entre su investigación académica y su activismo?
Parece que hay un eslabón perdido,
comento.
“Tiene que ver con la pregunta: ¿cuál es
la esencia de la naturaleza humana?”. “Los
primeros pensadores ilustrados escribieron
sobre cómo es el carácter creativo que
separa a los humanos del resto del mundo
orgánico. Ese carácter se manifiesta
con mayor claridad en el lenguaje. Los intelectuales
posteriores llevaron esta idea
a la esfera social. “Así que, todo aquello
que limite la necesidad natural de una
persona de llevar a cabo el trabajo creativo
bajo su propia dirección, es ilegítimo”.
Traducción: Viviana Fernández