Una palabra para cruzar el puente - Alforja

1994. Publica los poemarios Peccata minuta (Santo Domingo: Impresos
Gabi) y El antilibro de las cuchufletas: poesía inorgánica (Santo Domingo:
Impresos Gabi).
1995. Publica los poemarios Después de la pólvora (Santo Domingo:
Punto Creativo) y Mi casa y otros lugares (Santo Domingo: Punto
Creativo).
2000. Publica los poemarios Evocación de la nostalgia (Santo Domingo:
Impresos Gabi) y Trasmutaciones (Santo Domingo: Impresos Gabi).
2002. Publica su última obra poética: Pájaros de piedra (Santo Domingo:
Impresos Gabi). // Junio. Bajo el auspicio de la Comisión
Permanente de Efemérides Patrias, y dentro de la colección bibliográfica
de la Fundación Espacios Culturales, ve la luz pública la
segunda edición de su La luz abre un paréntesis. Homenaje a los Héroes
de Junio. En las palabras de presentación (“Junio en los versos de
Rafael Abréu Mejía”) el poeta Mateo Morrison dice: “Este texto […]
asume en versos transparentes y alejados de cualquier rasgo de panfletarismo
un auténtico decir. El poeta reflexiona no sólo sobre el heroísmo de los combatientes,
sino acerca del dolor de ellos y de la comunidad nacional ante el fracaso
bélico que se convirtió luego en triunfo moral” (p. 3).
2004. 6 de mayo. En la tarde de este viernes el poeta Rafael Abréu
Mejía parte hacia ese remoto lugar del que jamás regresará para
encantarnos con sus haikus. Fallece en la ciudad de Santo Domingo,
donde transcurrió toda su vida. Fue un habitante eterno de la
Zona Oriental, en cuyas calles han quedado sus huellas. // Agosto.
Es editada, con el auspicio de la Secretaría de Estado de Cultura y
bajo la responsabilidad nuestra, su obra ámbito del ser profundo: antología
poética 1968-2002, que compendia textos que aparecen en sus
once publicaciones indicadas más arriba, además de algunos dados
a luz pública en suplementos y antologías. “Rafael Abréu Mejía, un
auténtico amigo” (pp. 9-10), así titula el poeta Tony Raful sus palabras
de presentación, donde afirma que “ámbito del ser profundo es el
mayor desmentido a quienes trataron de excluir a Rafael Abréu Mejía
del espacio que se ganó en la Generación de Post-Guerra”. La antología,
que constituye un hermoso homenaje al poeta fallecido hacía
unos meses, también trae un emotivo escrito del poeta Mateo
Morrison, su entrañable amigo: “Rafael Abréu Mejía, permanente
cultor y amante de la poesía” (pp. 11-13). Dice Morrison: “Sé que
los lectores, al tener en sus manos esta antología, estarán de acuerdo
conmigo en que se nos fue un auténtico poeta, pero que nos deja
uno de los más grandes ejemplos de humildad y de consagración sin
estridencia, en la búsqueda del auténtico ser humano a través de la
profundidad del alma”.
A MANERA DE EPÍLOGO
Abreu Mejía era un admirador fascinado de la poesía oriental.
Podríamos decir que él es el poeta dominicano que de manera más
fervorosa, apasionada, se ha dedicado a cultivar la poesía de corte
oriental, específicamente el haiku. Sobre el origen de su pasión
orientalista el poeta Tomás Castro nos cuenta lo que sigue:
“Lo conocí en casa de Miguel Collado. Yo estaba de paso
por el país a principios de los años noventa; le hablé de mi
visión del haiku y desde aquel día este tipo de poesía oriental
abrió entre ambos un puente de comunicación que sospecho
no pudo quebrarlo la muerte…” (En su artículo “Con la luz de
Rafael Abréu Mejía”, disponible en http://
espanol.groups.yahoo.com/group/abecedario/message/9155)
Es –todavía– un poeta en gran medida inédito, pues su abundante
producción poética no ha recibido la debida atención por
parte de los críticos y reseñadores literarios, por lo que aún no ha
sido valorada con sentido de justicia. Su obra poética merece, por
su calidad, un estudio calmado y minucioso, ya que hay en ella una
honda y constante preocupación por todo lo que atañe al hombre.
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