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alforja<br />

R E V I S T A D E P O E S Í A<br />

40<br />

Primavera 2007<br />

Nueva época


a<br />

alforja ARTE y<br />

LITERATURA<br />

Dirección<br />

José Vicente Anaya y José Ángel Leyva<br />

Editora y diseño<br />

María Luisa Martínez Passarge<br />

Consejo Editorial<br />

Ludmila Biriukova, Miguel Ángel Echegaray,<br />

Evodio Escalante, Juan Gelman,<br />

Eduardo Langagne, Carlos Maciel Sánchez,<br />

Carlos Montemayor, José Emilio Pacheco,<br />

María Vázquez Valdez<br />

Consejo de colaboradores: Francis Mestries, Luciano Pérez, Begoña Pulido, Edmar Salinas, Javier Sicilia.<br />

Representantes en México: Graciela Ayala Ruiz y Alfonso Peña Raigoza (Durango), Ludmila Biriukova,<br />

Guillermo Carrera, Rubén Márquez Máximo (Puebla, Pue.), Willivaldo Delgadillo (Ciudad Juárez),<br />

<strong>Ver</strong>ónica Loera y Chávez (Oaxaca, Oax.), Aglae Margalli (Mexicali), María Merced Nájera Migoni (Delicias,<br />

Chih.), José de Jesús Sampedro (Zacatecas, Zac.), Dora Moro, Teresa Serrato, José Reyes (Guadalajara,<br />

Jal.), Sergio Ricardo Venegas (Cuernavaca, Mor.), Amaranta Caballero, Heriberto Yépez<br />

(Tijuana), Ivonne Gómez Ledezma (Torreón, Coah.), Marcos García Caballero (Aguascalientes),<br />

Carlos Maciel Sánchez (Culiacán, Sin.).<br />

Representantes en el extranjero: Eugenia Echeverría (Santiago de Chile), María Antonieta Flores (Caracas),<br />

Rodolfo Häsler (Barcelona), Mario Licón (Sidney, Australia), Floriano Martins (Brasil), Josu Montero<br />

(Bilbao), Antonieta Villamil (Los Ángeles Ca., Estados Unidos), Edwin Madrid y Aleyda Quevedo (Ecuador),<br />

Krystyna Rodowska (Polonia).<br />

Diseño de página web: Reyes Sánchez Villaseñor [mexking@prodigy.net.mx]<br />

Editor de alforja virtual: Alí Calderón<br />

Portada: Ferreira Gullar, 2004<br />

Foto: Paulo Rodrigues<br />

Gráfica: Benjamín Domínguez<br />

alforja es una <strong>revista</strong> de la Fraternidad Universal de los Poetas.<br />

correo electrónico: alforjapoesia@yahoo.com<br />

Página en Internet: www.alforjapoesia.com<br />

alforja no se hace responsable por originales no solicitados.<br />

Domicilio: Copilco 3o0, ed. 7, depto. 503, Col. Copilco Universidad,<br />

Del. Coyoacán, C.P. 04360, México, D.F. Tel./Fax: 5554 5309<br />

Impresión: Exima, S.A. de C.V. ■ Tlaxcala 17, col. Barrio de San Francisco,<br />

del. Magdalena Contreras, 10500, México, D.F., tel.: 5568 4771<br />

issn 1405-5147<br />

© Todos los derechos son de los autores. Cada autor se hace responsable por sus opiniones.<br />

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA<br />

DE SINALOA<br />

Rector<br />

Héctor Melesio Cuén Ojeda<br />

Secretario General<br />

Jesús Madueña Molina<br />

Justo al borde de los diez años de existencia, en este número 40,<br />

nuestra alforja concluye otra etapa. Luego de coeditar<br />

algún tiempo con la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM),<br />

la nueva administración nos mira con extrañeza y desdén.<br />

¿Qué le puede dar una publicación de poesía a una institución<br />

educativa? Con certeza lo sabían Luis Ignacio Sáinz primero<br />

y después Hernán Lara Zavala, que nos brindaron el apoyo<br />

de la UAM durante esos difíciles años de sobrevivencia,<br />

lo mismo que nos hace agradecer profundamente.<br />

Desde la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) nos llegan<br />

señales de comprensión y entusiasmo por esta publicación<br />

que persevera y alcanza lectores dentro y fuera de México.<br />

Diez años de insistir en que la poesía es inútil pero necesaria,<br />

individual y universal, inocua hasta el punto de cambiar<br />

la dirección y el rumbo. Nos entusiasma que sea ahora la UAS<br />

la coeditora de alforja porque nos recuerda una sólida tradición<br />

de solidaridad y lucha por la educación de un pueblo agobiado<br />

por la violencia y el olvido, por esa provincia que es capital<br />

para nosotros. Aquí se inicia un nuevo capítulo.


Contenido<br />

Ferreira Gullar<br />

Ferreira Gullar por él mismo 6<br />

alfredo fressia<br />

Canto para muchas voces. Nueva poesía de Ferreira Gullar 10<br />

ferreira gullar, Fotografía de Mallarmé, Redundancias, Muchas voces, 16<br />

Esto y aquello, Lección de un gato siamés, Pregunta y respuesta, Mañana de<br />

noviembre, Reflexión, Un instante, Extravío, Mañana, Infinito silencio<br />

dirceu villa<br />

Ferreira Gullar: ¿en qué se apoya tal arquitectura? 26<br />

eleuda de carvalho<br />

Sucio, seco, terrenal. Ent<strong>revista</strong> con Ferreira Gullar 31<br />

pablo del barco<br />

Ferreira Gullar, la deidad inconsciente del poeta 34<br />

ferreira gullar, Tres poemas sobre poesía 16<br />

josé ángel leyva<br />

¿Quién es Ferreira Gullar? 45<br />

Miscelánea<br />

ludmila borisovna biriukova<br />

Literatura y sociedad. Poesía rusa de la segunda mitad del siglo XX 49<br />

vladimir gandelsman, Irreal… 69<br />

bajit kenzhéiev, Oh, vida…, Estoy harto… 70<br />

arseni tarkovski, Hice una cama de nieve… 72<br />

inna lisnianskaia, Tú eres víctima…, se platea la Luna… 73<br />

vladímir strochkov, …un hombre ordinario…, Le digo… 75<br />

alexéi tsvetkov, Como el cielo… 77<br />

serguéi gandlevski, Hay en la vida… 78<br />

josé luis sierra, Los pobres en el otoño 79<br />

odette alonso yodú<br />

Divinas perversiones. La ciudad como escenario en la lírica lésbica 82<br />

marco fonz de tanya<br />

Carlos Edmundo de Ory. ¿Yo qué soy? 86<br />

carlos edmundo de ory, Lo más triste del mundo, Arcanum, Bajo mi lámpara 90<br />

de trabajo, Plegaria de la llaga, España (camafeo), Fonemoramas<br />

luis bravo<br />

Del barro primigenio. Desde y hacia la poesía de José Emilio Pacheco 97<br />

josé emilio pacheco, Cerámica de Colima 101<br />

claudia santa-ana, I. Laúdes, II. El juego, III. El alquimista 102<br />

gaspar orozco, Filme visto en un “múltiple” de Hans Arp, pequeño libro de Ruth 104<br />

pablo del barco, Maletín de México 106<br />

marco antonio campos<br />

La vida vista con el ojo del jaguar. Ent<strong>revista</strong> con Efraín Bartolomé 109<br />

moisés ramírez, para ti no soy poeta…, Generación red, Fashion System 118<br />

josé ángel leyva<br />

Benjamín Domínguez. Sintaxis de lo insólito 122<br />

víctor cabrera, Cuatro poemas 129<br />

rubén macías, Demasiado joven, A esa niña, Carta de un suicida 131<br />

poetas de torreón, Irritilas y Lesbianas 133<br />

rocío i. ramírez, El dios de las niñas solas 134<br />

sebastián margot noriega, La juerga de los ansiosos 135<br />

carlos reyes ávila, Ángeles onanistas 137<br />

ivonne gómez ledezma, Réquiem por un twist 138<br />

fátima borrego, Lo hice 139<br />

adriana luévano, Ironía volátil 139<br />

juan gerardo pacheco, Vestigios de noche y de cerveza 140<br />

Crítica de la poesía y de los poetas<br />

[…] 141<br />

Reseñas<br />

héctor carreto<br />

Grissel Gómez Estrada, bajo el signo del escorpión 142<br />

sergio téllez-pon<br />

Eclipse sobre Montevideo, en la poesía de Alfredo Fressia 144<br />

jorge bustamante garcía<br />

Viernes en Jerusalén, o el mundo del poema de Marco Antonio Campos 146<br />

víctor cabrera<br />

Apuntes para un Génesis marino, poesía de Luis Paniagua 150<br />

raúl carrillo arciniega<br />

Un pensamiento corporal en la antología de Jenaro Talens 153


Ferreira en su casa, 2004. Foto: Paulo Rodrigues.<br />

Ferreira Gullar<br />

por él mismo<br />

i<br />

Traducción de Alfredo Fressia<br />

Soy un poeta del nordeste brasileño, un poeta de Maranhão, de la ciudad de<br />

São Luís do Maranhão. Soy un poeta de la calle del Coqueiro, de la calle de los<br />

Afogados, de la Quinta de los Medeiros, del Caga-Osso, de la calle del Sol y<br />

de la playa de Cayú. Un poeta de la casa del puestero Newton Ferreira, de la casa<br />

de doña Zizí, hermano de Dodó y de Adí, de Newton, de Nelson, de Alzirinha, de<br />

Concita, de Leda, de Norma y de Consuelo, amigo de Aplastado y de Espíritu del<br />

Garage de Bosta. Un fugitivo y un sobreviviente. Alguien que logró escapar del<br />

anonimato, que viene del sufrimiento menor, de la tragedia cotidiana y oscura que<br />

transcurre bajo los techos de mi patria ahogada en sollozos; la tragedia de la vidanada,<br />

de la vida-nadie. Si algún sentido tiene lo que escribo, es dar voz a ese mundo<br />

sin historia.<br />

Pero no hay ningún mérito en esto. Primeramente, huí. Huí del puesto de<br />

verduras, huí de la familia, de la vida sofocante y poca. Huí por la poesía, inventé<br />

un mundo feérico y feroz. Un suicidio esplendente: le lancé fuego al verbo, mis ropas<br />

mortales, como si fuera mi cuerpo. No lo era. Y sobreviví, sobreviví, sobreviví.<br />

Abatí a la poesía, la repisé con mis pies, la oriné. Me lavé las manos, me hice concretista,<br />

neoconcretista, enterré al poema en una casa del barrio de Gávea. Y sepulté<br />

con él a la metafísica.<br />

No, no hay ninguna poética universal: universal es la poesía, la vida misma.<br />

Universal es Bizuza, cuya voz se borró con su garganta deshecha hace años en el<br />

fondo de la tierra. Universal es la quinta de la casa, llena de plantas, estallando verde<br />

en el día maranhense, lejos de París, de Londres, de Moscú. El pollo que nace y<br />

muere allí, entre los cercados de palos. El olor del gallinero, la noche que pasa<br />

arrastrando billones de astros sobre nuestra vida de poca duración. Universal<br />

porque Bizuza, sobando pimienta en una cocina de São Luís, pertenece a la Vía<br />

Láctea. Y la historia humana no transcurre sólo en los campos de batalla y en los<br />

gabinetes presidenciales. Transcurre también en las quintas, entre plantas y gallinas;<br />

en las calles de los suburbios, en las casas de juego, en los prostíbulos, en los colegios,<br />

en las fábricas, en los amores de esquina. De eso quise hacer mi poesía, de esa<br />

f e r r e i r a g u l l a r 7


8<br />

materia humilde y humillada, porque el canto no puede ser una traición a la vida, y<br />

sólo es justo cantar si nuestro canto arrastra consigo a la gente y a las cosas que no<br />

tienen voz.<br />

ii<br />

Mi padre era un puestero y en mi casa no había libros. Conocí la poesía en las antologías<br />

escolares: algunos poemas y sonetos que venían desde Camões hasta los<br />

simbolistas y parnasianos, pero no pasaban de allí. Cuando empecé a escribir —alrededor<br />

de los trece años— pensaba que todos los poetas habían muerto, y aun así<br />

me entregué con entusiasmo a ese oficio de difuntos. Iba a la Biblioteca Municipal<br />

y leía sólo poetas maranhenses. Todos los demás, incluso los brasileños, no me<br />

despertaban el menor interés. Un día, no sé bien cuándo, descubrí la existencia del<br />

resto del mundo —las grandes ciudades distantes— y desde entonces empecé a sentir<br />

que vivía al margen de la Historia.<br />

São Luís do Maranhão, mi ciudad, con sus días luminosos y azules, permanecía<br />

entre el deslumbramiento y la desesperación: la vida era bella y destituida de finalidad.<br />

La literatura, que me prometía una respuesta al enigma de la vida, me recordaba<br />

a la muerte, con su mundo de letras negras impresas en páginas amarillentas.<br />

Comprendí que la poesía debía captar la fuerza y la vibración de la vida o no tendría<br />

sentido escribir. Ni vivir. Me zambullí así en una aventura cuyas consecuencias<br />

eran imprevisibles.<br />

Estábamos a fines de los años ’40, principios de los ’50, y los poetas que entraban<br />

en escena se volverían herméticos y fríos, pero eran los poetas de la metrópolis y<br />

eso, a mis ojos, les otorgaba prestigio. Aun no tenía juicio alguno a respecto de<br />

ellos y seguía el rumbo de mis indagaciones y mis perplejidades. Pienso haber comprendido,<br />

más tarde, que esa generación era producto, por un lado de la posguerra,<br />

y por otro, del nivel al que Carlos Drummond de Andrade y Jorge de Lima<br />

habían conducido la experiencia poética en Brasil. El fin de la guerra fue el fin de<br />

una pesadilla y había llevado a los poetas a la participación, a las efusiones de la<br />

rebeldía y la solidaridad. Muchos de ellos ahora deseaban recogerse en su intimidad,<br />

auscultar el lado oscuro y silencioso de la vida. Más aún porque la guerra fría<br />

dividía a los compañeros de ayer, aguzaba los conflictos ideológicos y reiniciaba la<br />

persecución a los comunistas. Todo aconsejaba que los poetas se alejaran de los<br />

acontecimientos. Se retomó la búsqueda de la poesía pura, de esa poesía que no se<br />

alimenta de lo cotidiano sino de las palabras mágicas y de la forma verbal rebuscada.<br />

Ese interés por la forma ya se había manifestado en la madurez del lenguaje<br />

poético que surgió espontánea e irreverente con los modernistas de 1922.<br />

Aquella necesidad mía de que la poesía captara la compleja vibración de la vida<br />

me alejaba del formalismo y me estimulaba a bajar a niveles en que zozobraba la<br />

propia estructura del discurso. Por otro lado, esa misma necesidad me llevaba a<br />

querer captar la experiencia descontaminada de pasado y, para eso, era necesario<br />

repeler toda y cualquier manera, todo estilo listo, como si fuera posible recrear<br />

integralmente el lenguaje a cada poema. Terminé por desintegrar el discurso y<br />

reducir las palabras a oscuros aglomerados de fonemas y rugidos en la tentativa de<br />

encontrar un lenguaje menos abstracto, no conceptual, no manipulado y lo más<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

próximo posible a la experiencia sensorial del<br />

mundo. Sentí que era imposible seguir adelante<br />

por ese camino y consideré acabada mi<br />

experiencia poética. Estábamos en 1953.<br />

Después vino la experiencia concreta, neoconcreta,<br />

y finalmente mi adhesión a la<br />

poesía política, cuando el Brasil ardía en la<br />

lucha por las reformas sociales.<br />

Abandonar las experiencias de vanguardia<br />

para entregarse al poema comprometido,<br />

ése fue el viraje que realicé, más consecuente<br />

de lo que parecía a simple vista: mi<br />

búsqueda de un lenguaje no conceptual<br />

implicaba el rechazo de los contenidos<br />

ideológicos del universo<br />

cultural que me había cabido como<br />

herencia. Al retomar, en otro nivel, el<br />

contacto con la realidad social, a partir de<br />

una visión crítica de sus fundamentos, se<br />

me volvió necesario, como poeta,<br />

empezar de nuevo. Me volqué hacia las<br />

formas poéticas rudimentarias de los cantores<br />

de ferias y de los romances “de cordel”,<br />

que habían fascinado mi infancia nordestina. El<br />

movimiento de cultura popular, que buscaba elevar<br />

la conciencia política de las masas proletarias de la ciudad<br />

y el campo se extendió por todo el país durante los<br />

dos últimos años del gobierno de João Goulart.<br />

Si es cierto que, por dar prioridad al factor<br />

político, ese movimiento se resintió de una<br />

visión simplificadora del problema cultural y<br />

estético, también le abrió perspectivas renovadoras<br />

al arte brasileño: la poesía, el teatro, el cine y la música popular resultaron<br />

extensamente fecundados por él. El golpe militar de 1964 cerró los Centros<br />

Populares de Cultura y sometió a sus principales integrantes a un proceso policiaco-militar.<br />

De hecho, fue ese movimiento de cultura popular lo que me ofreció la<br />

salida para el impasse estético de la poesía. Como siempre, la solución de ese problema<br />

no se encuentra en el progresivo refinamiento de los elementos formales y sí<br />

en el retorno a la materia sucia y compleja de la vida.<br />

Durante aquellos años, manteniendo mi repudio a las concepciones metafísicas,<br />

busqué que mi poesía expresara esos cambios y esa profundización de mi<br />

visión de la realidad. El lenguaje simple del comienzo de esta fase comprometida<br />

fue volviéndose denso poco a poco hasta asimilar la complejidad de la experiencia.<br />

El Poema sucio, que escribí en 1975 en Buenos Aires, tal vez realice la mejor síntesis<br />

de ese largo y difícil esfuerzo para expresar la complejidad en un lenguaje ase-<br />

f e r r e i r a g u l l a r 9


10<br />

Foto cortesía de Ferreira Gullar<br />

ALFREDO FRESSIA<br />

Canto para<br />

muchas voces<br />

Nueva poesía de Ferreira Gullar<br />

Después de un silencio poético de<br />

doce años, Ferreira Gullar, el poeta<br />

que no quiere tener nombre de pila<br />

(nació en San Luis del Marañón, el 10 de<br />

septiembre de 1930), resurge en 1999 con<br />

una publicación de nombre sugestivo:<br />

Muitas vozes. Y si muchas son las “voces” que<br />

la poesía de Gullar recoge, fueron también<br />

“muchas” las apuestas estéticas hasta encontrar<br />

su voz, ésa que es sólo suya, ese acento<br />

justo que vuelve a atravesar el presente<br />

libro. El poema “Inventario”, de este volumen,<br />

capta al poeta entre su nombre y su<br />

vasta búsqueda estética: “Vivo la prehistoria<br />

de mí / Por poco poco / yo era yo / José de<br />

Ribamar Ferreira Gullar / No fue suficiente /<br />

El Gullar que bastase / no nació.” Si José de<br />

Ferreira Gullar, a los veinte años, 1950, San Luis. Ribamar era insuficiente, la obra de Gullar<br />

que “no nació”, la que se rehusó siempre a<br />

estar “pronta”, sigue renovándose desde<br />

hace medio siglo.<br />

Después de Um pouco acima do chão, una edición del autor de 1949 en su San<br />

Luis natal, la poesía de Gullar, ya instalado en Río de Janeiro desde 1951 y donde<br />

trabaja como periodista, atravesaría varias crisis, cambios de rumbo que convierten<br />

su biografía poética en una especie de muestrario de las corrientes estéticas<br />

que atraviesan la poesía brasileña del post-“modernismo” local. A partir de A luta<br />

corporal (Río, 1954), su obra se convierte en la expresión misma de una procura: el<br />

soneto clásico, “camoniano”, el verso libre, el poema en prosa, y aun la negación<br />

de los contenidos ideológicos impuestos, lo que lo llevaría al célebre poema<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

De Ferreira Gullar pudo escribir Vinícius de Moraes que es el último<br />

gran poeta brasileño. Y es la última voz significativa de la poesía, se<br />

adelantó nuestro Pedro Dantas. Me parece que, además de esto, con<br />

excepción de algunas piezas de Mário de Andrade y también de<br />

Carlos Drummond de Andrade (especialmente en Rosa do povo), es<br />

nuestro único poeta mayor de los tiempos que corren. Pero en Gullar la voz pública<br />

no se separa nunca de su toque íntimo, de su timbre personal, de esperanzas y<br />

desesperanzas, de los recuerdos de infancia en una ciudad azul, evocada en<br />

medio del triste exilio porteño. Hoy (1978) sólo le es comparable, en Brasil, la<br />

prosa de Guimarães Rosa.<br />

SÉRGIO BUARQUE DE HOLLANDA<br />

“Roçzeiral”, donde las palabras comparecen destituidas de significado. Para quien<br />

se interese en la “genética” de una obra poética, A luta… constituye el privilegiado<br />

documento de un creador en busca de una voz propia. Y ese “acento” no sólo prefigura,<br />

sino que también se sumará a las “muchas voces” de su obra, y de su papel<br />

en un Brasil que se urbanizaba y se industrializaba rápidamente, que comenzaba a<br />

edificar su nueva capital y que, desde 1956, encontrará una vanguardia poética en<br />

el movimiento concretista de los paulistas Décio Pignatari y los hermanos Haroldo<br />

y Augusto de Campos.<br />

Pero el Gullar concretista y neoconcretista (desde su ensayo Teoria do não-objeto,<br />

de 1959), contrapunto carioca del movimiento paulista, no encontrará en esa<br />

voz la verdadera vanguardia que pudiera dar cuenta de la expresión existencial y<br />

colectiva en la agitada sociedad brasileña de los años que preceden al golpe de 1964 y<br />

de los años siguientes, hasta el “golpe duro” de 1968. Los Centros Populares de<br />

Cultura (CPC) eran entonces un hervidero de ideas y de artistas. El joven presidente<br />

del CPC de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), que militaba entonces junto a<br />

nombres importantes de la cultura nacional (el dramaturgo Oduvaldo Viana Filho,<br />

los cineastas León Hirchman, Cacá Diegues, Arnaldo Jabor, entre otros), comprometido<br />

en la militancia hasta la misma afiliación formal en el Partido Comunista<br />

Brasileño, en 1964, el mismo día del golpe, abandona su etapa concretista y se abre<br />

a otra voz que también constituye una investigación estética. Se trata del rescate de<br />

la poesía popular, los romances épicos de la literatura “de cordel”, la que en el<br />

nordeste se lee y se vende en ferias, y donde el poeta ve un instrumento de concientización<br />

de las masas. Quedan de esa etapa y de esa voz ediciones del CPC-UNE como<br />

João Boa Morte, cabra marcado pra morrer (que sería después filmado por Eduardo<br />

Coutinho) y Quem matou Aparecida, ambas de 1962. La reflexión más elaborada de<br />

la violencia que Brasil y el continente sufrieron en aquellos años aparece en los<br />

poemas que serán reunidos y publicados en 1975 bajo el título Dentro da noite<br />

veloz, que también es el nombre de la más conmovedora elegía por la muerte de<br />

Ernesto Che Guevara que produjera la poesía brasileña. Dentro da noite veloz es, sin<br />

f e r r e i r a g u l l a r 11


12<br />

duda, otra prueba de que la poesía “comprometida” no necesita caer en lugares<br />

comunes y que ese compromiso puede incluso potenciar los recursos estéticos y la<br />

misma reflexión existencial.<br />

La militancia antes y durante la dictadura le valdrá a Gullar la persecución militar<br />

y policial, de la que escapará en 1971 como clandestino por la frontera<br />

uruguaya. Del exilio en Moscú (1971-1973), Santiago de Chile (1973), Lima (1974) y<br />

Buenos Aires (1975-1977) surgirá Poema sujo, libro publicado en 1976, antes del<br />

definitivo retorno del poeta a su país, que ocurrirá en marzo de 1977.<br />

Gullar volvió, efectivamente, antes de la Ley de Amnistía del 28 de agosto de<br />

1979; un desafío arriesgado, sin duda, y si permaneció detenido durante sólo pocos<br />

días es porque Poema sujo, escrito en Buenos Aires, le había valido un lugar en la<br />

cultura nacional que excedía a la crítica académica y que ya los medios de difusión<br />

no podían silenciar. Ese poema “sucio” como la vida, como el exilio y la nostalgia,<br />

interpretaba en cierto modo todo lo que la sociedad brasileña sentía entonces<br />

como un consenso: el cansancio frente a un régimen represivo, que no por nada<br />

entraba en su tramo final, la nostalgia de un pasado de libertad que en el poema es<br />

la perplejidad frente a la San Luis natal, y que cada lector podía leer con una clave<br />

personal y social que remitía siempre a la superación de los exilios y los insilios,<br />

que constituyen además todo un tópico de la literatura brasileña (desde el romántico<br />

Gonçalves Dias, otro marañense). La voz de Gullar es, en ese extenso poema,<br />

la de todos, la de las calles, la de los suburbios, pero es también la que se eleva y<br />

contempla al hombre frágil bajo “la Vía Láctea”.<br />

Primor de técnica, de ritmo, de yuxtaposición emocionada de discursos, Poema<br />

sujo tenía todo para convertirse en un emblema privilegiado de su tiempo, como<br />

también lo será, en otro nivel, la música popular que incorporará textos de Clarice<br />

Lispector o del mismo Gullar, en esa feliz incapacidad brasileña de separar con<br />

nitidez autoritaria el arte popular del erudito. Y es seguro también que a partir de<br />

Poema sujo, la obra y la persona de Gullar se convirtieron en una especie de ícono<br />

nacional (probablemente muy a su pesar). Vendrían después poemarios como el<br />

tenso Na vertigem do dia (1980), Crime na flora, un texto escrito treinta años antes,<br />

que el poeta publica a instancias de su editor en 1986, y Barulhos (1987), que antecede,<br />

en la polifonía, al actual Muitas vozes. También advendría una parte considerable<br />

de su obra como ensayista, crítico de artes plásticas, dramaturgo, traductor,<br />

cronista. Pero el Gullar-ícono —que el Gullar “no nacido” tal vez no acepte nunca—<br />

quedaba definitivamente instalado entre las referencias culturales brasileñas<br />

con su biografía, su tematizada calle Duvivier en Copacabana, sus apariciones<br />

mediáticas, a veces polémicas, siempre inteligentes.<br />

el poeta por él mismo<br />

En 1995 El País Cultural pidió a Gullar un texto donde él mismo presentara su obra<br />

al público uruguayo que, por las barreras idiomáticas o la consabida distancia<br />

cultural, pudiera no conocerla. Escribió entonces una nota especialmente inspirada,<br />

de momentos casi líricos, que el lector puede encontrar en este número de alfor-<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Foto cortesía de Ferreira Gullar<br />

Ferreira Gullar en una plaza pública, 1964.<br />

ja y que da inicio al dossier (p. 7). El “poeta de la casa del puestero Newton<br />

Ferreira”, su padre, daba allí la clave fundamental para su lectura: la relación<br />

intrínseca, física, orgánica del arte y la vida. La solución para los impasses estéticos<br />

(como los momentos que siguieron a su ruptura con el movimiento concretista) “no<br />

se encuentra en el progresivo refinamiento de los elementos formales y sí en el retorno<br />

a la materia sucia y compleja de la vida”. Se definía entonces como “un fugitivo<br />

y un sobreviviente. Alguien que logró escapar del anonimato, que viene del sufrimiento<br />

menor, de la tragedia cotidiana y oscura que transcurre bajo los techos de<br />

mi patria ahogada en sollozos; la tragedia de la vida-nada, de la vida-nadie”. El<br />

tema de la incorporación en la escritura de esa vida “menor”, que incluye la casa, el<br />

cuerpo, los vecinos, el pueblo, volvía en otro momento de aquella nota reveladora:<br />

“la historia humana no transcurre sólo en los campos de batalla y en los gabinetes<br />

presidenciales. Transcurre también en las quintas, entre plantas y gallinas; en las<br />

calles de suburbios, en las casas de juego, en los prostíbulos, en las escuelas, en las<br />

fábricas, en los noviazgos de esquina. De todo eso quise hacer mi poesía, de esa<br />

materia humilde y humillada, porque el canto no puede ser una traición a la vida,<br />

y sólo es justo cantar si nuestro canto arrastra consigo a la gente y a las cosas que<br />

no tienen voz”.<br />

En cuanto a las “muchas voces” que componen diacrónicamente su obra, no<br />

suponen, según el poeta, una contradicción. Abordando su evolución estética,<br />

decía Gullar: “Abandonar las experiencias de vanguardia para entregarme al poema<br />

participante fue un cambio radical que ejecuté y que era más consecuente de lo<br />

que podía parecer a primera vista: mi búsqueda de un lenguaje no-conceptual<br />

implicaba el rechazo a los contenidos ideológicos del universo cultural que me<br />

f e r r e i r a g u l l a r 13


14<br />

había cabido como herencia”.<br />

Finalmente, la ciudad natal, que incluye en su caso la infancia y la adolescencia,<br />

ocupaba un espacio importante de aquella nota, comparable al que ocupa en su poesía.<br />

Casi como un resumen, decía a cierta altura: “San Luis del Marañón, mi ciudad,<br />

con sus días luminosos y azules, se mantenía entre el deslumbramiento y la<br />

desesperación: la vida era bella y carente de finalidad. […] Comprendí que la<br />

poesía debía captar la fuerza y la vibración de la vida o no tendría sentido escribir.<br />

Ni vivir.” Es posible que el “desajuste” de la mirada de los poetas, la que constituye<br />

su “exilio” pero que también descubre lo incapturable, se produzca siempre en la<br />

infancia. Es por lo menos lo que sugería Gullar en cierto diálogo grabado, pero<br />

nunca publicado, con un poeta uruguayo en su casa de la calle Duvivier en 1985.<br />

Interrogado sobre si ya se sentía exiliado en San Luis, decía:<br />

Te puedo decir que sí, pero no de la manera en que me sentí durante el exilio político.<br />

Me sentía exiliado de una manera existencial, me sentía exiliado en el mundo.<br />

Hoy me doy cuenta de que aquello era consecuencia de una imposibilidad de articular<br />

mi vida con la de los otros, de encontar un sentido que justificase mi presencia en<br />

el mundo. […] Poema sujo fue compuesto en Buenos Aires. Y al mismo tiempo, esa<br />

retomada del exilio en San Luis era un reencuentro con la patria, porque aquel exilio<br />

era existencial pero tenía un profundo apoyo afectivo, concreto, de la propia vida;<br />

porque si sentía esa dificultad de integrarme, también me sentía identificado con la<br />

naturaleza, con la historia de la ciudad, mi pequeña historia de bicho, de animal nacido<br />

allí, junto a aquel río, bajo aquel cielo, en aquellas mañanas, que al mismo tiempo<br />

eran mi alimento.<br />

un libro síntesis<br />

La unidad del arte y de la vida, la recuperación del entorno físico y social del poeta,<br />

esa historia íntima de San Luis y Río de Janeiro, con sus olores, sus colores, su vida<br />

cotidiana potenciada por el poeta hasta la reflexión metafísica, la unidad de voces en<br />

el sincronismo de la creación, he ahí los temas de la poesía de Gullar, conmovidos,<br />

en los casi sesenta textos de Muitas vozes, por la meditación sobre la pérdida y la<br />

Poema sujo es la encarnación de la nostalgia de quien está desgraciadamente<br />

lejos de nosotros, geográficamente, y tan cerca de nosotros<br />

como está cerca de él, en la imaginación del poeta, el Brasil que le inspiró<br />

esos versos. Poema sujo merecería ser llamado “poema nacional”,<br />

porque encarna todas las experiencias, victorias, derrotas y esperanzas<br />

de la vida del hombre brasileño. Es el Brasil mismo, en versos “sucios” y, por<br />

tanto, sinceros.<br />

OTTO MARIA CARPEAUX<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

muerte.<br />

El poeta crea una primera red del sentido sobre el juego ruidos-silencio. El poemario<br />

se abre con la mención de las voces del gato, el perro, el pájaro en la mañana<br />

“de un noviembre / en el Brasil” (“Sólo oyendo”), o el ruido de un avión Electra, el<br />

del puente aéreo Río-San Pablo, insólito en una calle sobre la que no debería pasar,<br />

un ruido que el poeta articula con el “detonar” del poema (“porque su estampido /<br />

(como ciertos / gritos) / por demasiado alto / no puede ser oído” (“Electra II”).<br />

Así, este libro de voces incluye poemas como “Evocación de silencios” o<br />

“Infinito silencio”; de hecho, la relación voz-silencio se exaspera hasta el oxímoron<br />

en este último: “hubo/ (hay) / un enorme silencio / anterior al nacimiento de las<br />

estrellas / […] / ese silencio / gira bajo nuestra vida / y de punta a punta / la<br />

atraviesa / estridente”.<br />

Esa aventura del silencio, que también aproxima al poeta a la estética de Drummond<br />

de Andrade, toma a veces la forma de recuerdos que se inscriben en la autobiografía<br />

y el testimonio. En “Caída de Allende”, la memoria recupera no el lado<br />

“sonoro”, irremediablemente solemne de la tragedia, sino la anécdota, vivida, de<br />

unos jóvenes vecinos que jugaban al futbol mientras se protegían de las balas. Y<br />

puede comparecer también el recuerdo de un gallo en el cantero de un jardín de<br />

hospital, o una anécdota de humor inesperado protagonizada por el padre ya<br />

enfermo del mal que lo mataría.<br />

El tema grave —pero nunca patético— de la muerte y la “eternidad”, siempre<br />

presente en la obra de Gullar, reaparece en estas Muitas vozes que incluyen poemas<br />

llamados “Los vivos”, “Los muertos” o “El muerto y el vivo”, obra de un poeta que<br />

pregunta: “¿Dónde estarán mis pedazos? / Mucho se fue con los amigos / que ya<br />

no oyen ni hablan” (“Extravío”).<br />

El poema “Muchas voces” incluye a la propia literatura junto a la vida (“El agua<br />

que oíste / en un soneto de Rilke”), en la poesía: “Mi poema / es un tumulto: / el<br />

habla / que en él habla / otras voces / arrastra en alarido.” Porque la voz del poeta,<br />

multívoca, incluye aquí todos los “timbres” con que de hecho fue construyendo su<br />

obra. Así, el poeta de versos clásicos y sonetos camonianos permance, en esta obra<br />

mayor, en el uso “tradicional” de estrofas de dos versos, de rimas asonantadas<br />

(“Nueva concepción de la muerte”), o los cuartetos, también de versos asonantes,<br />

de “Los vivos”. Del poeta de las “vanguardias” de los años de la década de 1950<br />

queda el uso suntuoso del espacio blanco de la página, esos versos que se dislocan,<br />

se “mueven”, y que constituyen una sintaxis gráfica que también forma parte del<br />

sentido y de su ritmo. Y es seguro que la voz “comprometida”, de la que el poeta<br />

nunca abdicó, subyace en la recuperación de esos temas “menores”, esa “materia<br />

humile y humillada” del poeta de la calle Duvivier, para quien el poema puede “detonarse”<br />

en una feria vecina (“El poema en la calle”), el que descubre en un ave del<br />

barrio “el poema / que gullar no logra escribir” (“En la laguna”).<br />

En ese sentido, Muitas vozes es una obra de culminación, no porque el poeta<br />

detenga su labor creativa, sino porque reúne y sintetiza las voces de una poética que,<br />

en casi medio siglo, se busca a sí misma, se encuentra en cada obra y se sintetiza en<br />

la polifonía explícita de este más reciente opus. Estremecido por el “jamás / jamás<br />

jamás / escaparás” oído en lo oscuro (“Sortilegio”), acosado por la pregunta “pero<br />

f e r r e i r a g u l l a r 15


16<br />

FERREIRA GULLAR<br />

Fotografía de Mallarmé<br />

es una foto<br />

premeditada<br />

como un crimen<br />

basta<br />

fijarse en el arreglo<br />

de las ropas el pelo<br />

la barba todo<br />

adrede preparado<br />

—un gesto y la manta<br />

equilibrada sobre<br />

los hombros<br />

caerá— y<br />

especialmente la mano<br />

como la lapicera<br />

detenida<br />

encima de la<br />

hoja en blanco: todo<br />

a espera<br />

de la eternidad<br />

se sabe:<br />

después del clic<br />

la escena se deshizo en la<br />

rue de rome la vida volvió<br />

a fluir imperfecta<br />

pero<br />

eso la foto no lo<br />

captó porque la foto<br />

Traducciones de Alfredo Fressia<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

es la pose la suspensión<br />

del tiempo<br />

ahora<br />

meras manchas<br />

en el papel raso<br />

pero ocurre que<br />

tu mirada<br />

encuentra la de él<br />

(Mallarmé) que<br />

allí<br />

desde el fondo<br />

de la muerte<br />

mira<br />

Redundancias<br />

Tenerle miedo a la muerte<br />

es cosa de los vivos<br />

el muerto está libre<br />

de todo lo que es vida<br />

Tenerle apego al mundo<br />

es cosa de los vivos<br />

para el muerto no hay<br />

(no hubo)<br />

rayos ríos risas<br />

Y nadie vive la muerte<br />

quiera el muerto quiera el vivo<br />

mera noción que existe<br />

sólo mientras existo<br />

f e r r e i r a g u l l a r 17


18<br />

Muchas voces<br />

Mi poema<br />

es un tumulto<br />

el habla<br />

que en él habla<br />

otras voces<br />

arrastra en alarido<br />

(estamos todos<br />

llenos de voces<br />

que casi todas las veces<br />

se aprietan en nuestra voz:<br />

si dices pera,<br />

se enciende un relámpago<br />

un rastrillo<br />

de tardes y azúcares<br />

o<br />

si azul dijeras,<br />

puede ser que se agite<br />

el Egeo<br />

en tus glándulas)<br />

El agua que oíste<br />

en un soneto de Rilke<br />

los ínfimos<br />

rumores en el césped<br />

el sabor<br />

del anís<br />

(esa alegría)<br />

la boca fría<br />

de la muchacha<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

el mosquito<br />

en el charco<br />

la hemorragia<br />

de mañana<br />

todo eso en ti<br />

se deposita<br />

y calla.<br />

Hasta que de pronto<br />

un susto<br />

o un vendaval<br />

(que el poema dispara)<br />

esos fósiles al habla.<br />

Mi poema<br />

es un tumulto, un alarido:<br />

basta aguzar el oído.<br />

Esto y aquello<br />

sos tu cuerpo<br />

tu voz tu hueso<br />

sos tu olor<br />

y el olor del otro<br />

el placer del beso<br />

sos tu gozo<br />

lo que va a morir<br />

cuando el cuerpo muera<br />

llama<br />

f e r r e i r a g u l l a r 19


20<br />

pero también sos aquella<br />

alegría (verso,<br />

melodía)<br />

que, intangible, planea<br />

encima<br />

de lo que la muerte besa.<br />

Lección de un gato siamés<br />

Sólo ahora sé<br />

que existe la eternidad:<br />

es la duración<br />

finita<br />

de mi precariedad<br />

El tiempo fuera<br />

de mí<br />

es relativo<br />

pero no el tiempo vivo:<br />

ese es eterno<br />

porque es afectivo<br />

—dura eternamente<br />

mientras vivo<br />

Y como no vivo<br />

más allá de lo que vivo<br />

no es<br />

tiempo relativo:<br />

dura en sí mismo<br />

eterno (y transitivo).<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Pregunta y respuesta<br />

Si es un hecho que<br />

toda la masa del sistema<br />

solar (sumando la de Saturno y Marte<br />

y Tierra y Venus y Urano y Mercurio<br />

y Plutón, más<br />

los satélites, más<br />

los asteroides, más) equivale<br />

apenas a 2% de la masa<br />

total del Sol y<br />

que el Sol no es más<br />

que un mínimo punto<br />

de luz en la abismal tesitura de<br />

de gas y polvo de la Vía<br />

Láctea y que la Vía<br />

Láctea es sólo una<br />

entre billones de galaxias<br />

que a velocidad de 300 mil km por segundo<br />

vuelan y estallan<br />

en la noche<br />

entonces pregunto:<br />

¿qué hace ahí<br />

mi poema con su<br />

inaudible ruido?<br />

Y respondo:<br />

Inaudible<br />

para quien esté<br />

en la galaxia NGC 5128<br />

o en la constelación<br />

de Virgo o incluso<br />

en Ganimedes<br />

f e r r e i r a g u l l a r 21


22<br />

donde afortunadamente no estás,<br />

Claudia Ahimsa,<br />

poeta y musa del planeta Tierra.<br />

Mañana de noviembre<br />

Mi gato siamés<br />

se acuesta<br />

al sol<br />

displicente y eterno<br />

Reflexión<br />

Está fuera<br />

de mi alcance<br />

mi fin<br />

Sólo sé hasta<br />

donde soy<br />

contemporáneo de mí<br />

(de terciopelo<br />

y garras,<br />

lleno de sonidos)<br />

(de la muerte,<br />

lo sabemos nosotros)<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Un instante<br />

Aquí me tengo<br />

como no me conozco<br />

ni me quise<br />

sin comienzo<br />

ni fin<br />

aquí me tengo<br />

sin mí<br />

nada recuerdo<br />

ni sé<br />

a la luz presente<br />

soy sólo un animal<br />

transparente<br />

Extravío<br />

¿Dónde empiezo, dónde acabo,<br />

si lo que está afuera está dentro<br />

como en un círculo cuya<br />

periferia es el centro?<br />

Estoy disperso en las cosas,<br />

en personas, en gavetas:<br />

de repente encuentro allí<br />

partes de mí: risas, vértebras.<br />

f e r r e i r a g u l l a r 23


24<br />

Estoy deshecho en las nubes:<br />

veo la ciudad desde lo alto<br />

y un niño en cada esquina<br />

que soy yo mismo y me llama.<br />

Me extravié en el tiempo.<br />

¿Dónde estarán mis pedazos?<br />

Mucho se fue con los amigos<br />

que ya no oyen ni hablan.<br />

Estoy disperso en los vivos,<br />

en su cuerpo, en su olfato,<br />

donde duermo hecho aroma<br />

o voz que tampoco habla.<br />

Ah, ser sólo el presente:<br />

esta mañana, esta sala.<br />

Mañana<br />

Tan vertiginoso urgía<br />

el verano<br />

zumbando hecho dínamo<br />

en aquellas mañanas veloces<br />

que era como si viésemos<br />

la eternidad<br />

(ofuscadora)<br />

produciéndose a sí misma,<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

mientras oíamos<br />

la luz voraz<br />

consumir nuestros muertos<br />

encima de la ciudad.<br />

Infinito silencio<br />

hubo<br />

(hay)<br />

un enorme silencio<br />

anterior al nacimiento de las estrellas<br />

antes de la luz<br />

materia de la materia<br />

de donde todo viene incesante y donde<br />

todo se borra<br />

eternamente<br />

ese silencio<br />

grita bajo nuestra vida<br />

y de punta a punta<br />

la atraviesa<br />

estridente<br />

Los poemas pertenecen a su reciente Muitas vozes (José Olympio, Río de Janeiro, 1999).<br />

f e r r e i r a g u l l a r 25


26<br />

DIRCEU VILLA<br />

Ferreira Gullar:<br />

¿en qué se apoya<br />

tal arquitectura?<br />

Ferreira Gullar es un nombre por el cual todos los poetas de mi generación (de<br />

25 a 35 años) sienten respeto, y muchos, admiración. Hay por lo menos dos<br />

peculiaridades suyas que pueden sustentar ambas actitudes. Una es el hecho de<br />

que el autor ilustra, una vez más, el importante lugar que el estado de Maranhão<br />

exhibe en la literatura brasileña entre los siglos XIX y XX, la tierra de Gonçalves Dias,<br />

de Sousândrade, Odorico Mendes y Maranhão Sobrinho, estos tres últimos<br />

rescatados del olvido por los poetas concretistas y poéticamente más importantes<br />

que el romanticismo oficial de las antologías. Por otro lado, Gullar fue el único en<br />

salir no sólo intacto sino también prestigiado después de discordar frontal y públicamente<br />

con los caminos propuestos por el concretismo. Peor: el heresiarca creó la<br />

disidencia neoconcreta, ya que pertenecía al grupo original del que fue después un<br />

crítico vehemente. Esto no es poco en el medio exiguo y disputadísimo de la poesía<br />

brasileña, sobre todo en un tiempo en que se pretendía definir quién estaba del<br />

lado de la brillante novedad y quién era favorable al moho.<br />

Después de haber sobrevivido a lo peor, lo que sí hubiera podido dañar la imagen<br />

exterior de la evolución poética de Gullar —una carrera sólida que se extiende desde<br />

los años de la década de 1940 hasta el presente— fueron ciertas marcas, evidentes<br />

en su poesía, del compromiso político, una poesía comprometida inscrita<br />

en la tradición del “cordel”, oral. Había sin duda un desajuste en la estética creada<br />

por un poeta del vehículo escrito y de mentalidad cosmopolita tratando de componer<br />

como un cantador repentista “nordestino”, con el resultado advertido por Julio<br />

Cortázar en Algunos aspectos del cuento, cuando deslindaba la diferencia de alcance<br />

y de estructura entre la tradición de cuentos orales argentinos y los de registro<br />

escrito, cada cual con sus especificidades. Se trata, en cualquier caso, de una parte<br />

muy pequeña de la obra de Gullar, reunida bajo el título Romances de cordel (1962-<br />

1967), y también algunos poemas políticos de Dentro da noite veloz. Son, además,<br />

textos concebidos con finalidad panfletaria, y esto, en los tiempos durísimos de la<br />

dictadura militar (1964-1985), precisamente el tipo de acontecimiento que desfigura<br />

el arte de una época y de un lugar. Con aquella dictadura —y todo lo que implica:<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

censura, prisiones, exilios, torturas y<br />

asesinatos—, Brasil retrocedió treinta años desde<br />

el punto donde se encontraba cultural,<br />

política y socialmente, y aun hoy el país se<br />

esfuerza para compensar y superar la enormidad<br />

del estrago.<br />

De la obra de Gullar dentro de la<br />

poesía brasileña destaco la contribución<br />

notable de poemas como “Galo galo”,<br />

dentro del magnífico libro A luta corporal<br />

(1950-1953), del Poema sujo (1975), Dentro<br />

da noite veloz (1962-1975) y de su obra más<br />

reciente, como el excelente Muitas vozes<br />

(1999), una obra que se depura, adquiriendo<br />

cada vez más la naturalidad elocuente de una<br />

experiencia poética muy personal.<br />

Hoy el verso de Gullar es sólo de<br />

Gullar, su marca registrada, y<br />

desarrolló una flexibilidad expresiva<br />

considerable. Pensemos, por<br />

ejemplo, que llegó a publicar, al<br />

inicio de su carrera, con los<br />

poetas de la llamada generación<br />

del ’45; pero retros-<br />

La trayectoria literaria y vital de Ferreira Gullar es una de las más ricas<br />

de la poesía brasileña contemporánea. Atraviesa los experimentalismos<br />

radicales de la poesía concreta en porosa convivencia con las transformaciones<br />

paralelas de la plástica, incursiona en las encrucijadas que se<br />

le presentan al artista por las preocupaciones que le plantean su conciencia<br />

social y su deseo de participación política, y culmina en un equilibrio armonioso<br />

en que el sujeto lírico proyecta sobre el laberinto de la realidad su dimensión<br />

existencial y cósmica, sin que el contexto social colectivo se desdibuje por completo.<br />

Ferreira Gullar combina la mirada penetrante de Cabral de Melo Neto, su<br />

capacidad imagética abstractizante —en especial su visión del nordeste con<br />

una proximidad con el lector, similar a la que tuvieron Bandeira y Drummond de<br />

Andrade. Sin duda, uno de sus méritos es haber conservado hasta el día de hoy su<br />

impulso poético, pues haber pasado por registros a veces no sólo diferentes sino<br />

encontrados es una de las pruebas de su vitalidad y calidad, las cuales le tienen<br />

garantizada su permanencia en el panorama poético brasileño.<br />

f e r r e i r a g u l l a r<br />

RODOLFO MATA<br />

Ramón Muñiz<br />

27


28<br />

pectivamente (y creo que en la propia época en que surgieron) sus poemas tienen<br />

más consistencia de factura, son más duros, nada concesivos al lenguaje idealizado y<br />

lleno de tenues divagaciones de aquel grupo que quería reaccionar al modernismo<br />

volviendo a un refugio, el locus amoenus de la poesía parnasiana en pleno siglo XX<br />

de posguerra. Incluso era posible, en los poemas de A luta corporal, leer la nítida<br />

convivencia con la imaginación aglutinadora, comprensiva, impar de los poemas<br />

de Murilo Mendes.<br />

El concretismo fue feliz al oponer a la flacidez irreflexiva del ’45, un programa<br />

de vanguardia centrado en la palabra y en la estructura, como objetos, y en un<br />

canon que retomaba el de Pound e injertaba en él al barroco, a Mallarmé y a las<br />

vanguardias modernas internacionales. Por su lado, Gullar también tuvo éxito en la<br />

empresa con una poesía que, si no llevó el elemento formal y visual al punto que lo<br />

llevaron los concretos —no era su intención—, se construye sobre el equilibrio<br />

entre la palabra hablada y el verso, es conversacional sin aflojarse, una poesía, en<br />

fin, intensa y directa, algo muy infrecuente en Brasil. Y eso significaba oponerse a<br />

la poesía de loza nacional, imitada de la francesa, de sus colegas del ’45.<br />

En ese sentido, es evidente que Gullar guarda semejanzas de procedimiento con<br />

el modernismo brasileño, al menos con los poetas que apreciaba, como Manuel<br />

Bandeira o Carlos Drummond de Andrade, pero su verso libre es electrificado, rápido,<br />

de aprensión inmediata, mientras los modernistas locales tenían cierta actitud de<br />

ironía y melancolía infusas, una actitud que resulta extraña a la obra de Gullar. Brasil<br />

nunca se familiarizó con poetas que expongan cierta furia —éstos, además, no<br />

aparecen con frecuencia en las artes literarias del país—, pero justamente este es el<br />

caso de la voz poética de Gullar. Bastante identificada, por cierto, con el ícono de<br />

su “Galo galo”:<br />

Galo: as penas que<br />

florescem da carne silenciosa<br />

e o duro bico e as unhas e o olho<br />

sem amor. Grave<br />

solidez.<br />

Em que se apóia tal arquitetura?<br />

Buena pregunta. No era, claro, como la notoria arquitectura de otro importante<br />

poeta brasileño, João Cabral de Melo Neto, quien la utilizaba en el sentido estricto<br />

de la precisa ingeniería de sus poemas. Tal vez esté más cercana a la idea del fearful<br />

symmetry de aquel tigre de Blake, que por necesidad incluye en su dibujo la fluidez<br />

armónica de agua y el ímpetu agresivo del salto sobre la presa. Es la misma arquitectura<br />

que se reconfigura en Gullar para dar forma a algunos sonetos de construcción<br />

impecable y para envolver aquel flujo violento en que cabe todo, llamado<br />

Poema sujo, donde encontramos los resquicios de la jornada concretista en las<br />

paronomasias y las especializaciones, flotando en medio de memorias que se agrupan<br />

en un esquema de collage cubista, imitando el crisol arcaico en el que los<br />

recuerdos se encuentran en mélange con cosas imaginadas, y una atrae a las otras por<br />

nexos más fuertes —y más difícilmente explicable— que lo que normalmente<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

imprime en ellas la disciplina de la razón. Comienza, por tanto, en la duda y en lo<br />

oscuro, en el obstáculo, en repeticiones y ecos:<br />

turvo turvo<br />

a turva<br />

mão do sopro<br />

contra o muro<br />

escuro<br />

menos menos<br />

menos que escuro<br />

menos que mole e duro menos que fosso e muro: menos que furo<br />

escuro<br />

mais que escuro:<br />

claro<br />

La frustración y las presiones del exilio sudamericano de Gullar surgen no sólo como<br />

tema, sino forzando la propia estructura poemática a desencadenar esa explosión,<br />

y ése es un ejemplo de cómo el sentido de la forma —tantas veces confundido con<br />

algo puramente “cerebral” o sólo “frío”— en realidad se desarrolla al fuego, como<br />

quien golpea un trozo de hierro caliente en una forja. Ese poema explosivo, en el que<br />

una cosa se transforma en otra, incorpora el vértigo de la memoria, unida a la imaginación,<br />

al deseo de superar la circunstancia. Fue un poema único, sin lugar a<br />

dudas, y en ese periodo Gullar dice haber sentido una especie de “toque de Midas”<br />

poético (<strong>revista</strong> Poesia Sempre, núm. 9, 1998), percibiendo la realidad alrededor de<br />

sí ya imbuida de la naturaleza de lenguaje transformador de la poesía.<br />

Entonces es posible percibir la evolución del poeta; a saber, un estreno<br />

sorprendente con A luta corporal, donde el modernismo toma un camino diverso<br />

(pero no contrario); la participación en los cambios importantes, impresos por la<br />

vanguardia concretista, reactualizando el experimento contra el retroceso del ’45,<br />

hueco e idealizador; e, inmediatamente, criticando la rigidez del programa concreto,<br />

pronunciándose a favor de la fluidez de la forma sensible y contra la idea “evolutiva”<br />

y “matemática” con que se pretendió cerrar el “ciclo histórico del verso”; el<br />

compromiso político que efectivamente debilita su obra, pero que acaba por estallar<br />

en el poema que lo liberta, ese turning point que es Poema sujo; la constitución de<br />

una voz poética en la que la forma es, de más en más, su modo específico de ver y<br />

de pensar. Lo que quiero decir con esto se puede leer en el poema “Os mortos”,<br />

del libro Muitas vozes:<br />

os mortos vêem o mundo<br />

pelos olhos dos vivos<br />

eventualmente ouvem,<br />

com nossos ouvidos,<br />

certas sinfonias<br />

algum bater de portas,<br />

ventanias<br />

f e r r e i r a g u l l a r 29


30<br />

Ausentes<br />

de corpo e alma<br />

misturam o seu ao nosso riso<br />

se de fato<br />

quando vivos<br />

acharam a mesma graça<br />

Es perceptible la economía de recursos, algún<br />

paralelismo, alguna consonancia, un repertorio<br />

pequeño y preciso de referencias<br />

para impregnar a los vivos de los muertos. Es<br />

toda una lección de concentración para<br />

muchos que imaginan que para ser conciso<br />

bastaría con escribir poco, o dejar todo suelto<br />

esperando que lean todo eso como un aspecto<br />

sugestivo de la poesía. Gullar permanece fiel<br />

al corte claro de su poesía, que ahora también<br />

se combina con el silencio, entendido<br />

aquí como menos movimiento, menos estridencia.<br />

No discuto aquí —aunque los aspectos que<br />

mencionaré tengan una notoria relevancia en<br />

un retrato completo del autor— la crítica de<br />

arte de Gullar, de lo más interesante y que<br />

abordó artistas brasileños de un periodo reciente,<br />

y fundamentales, como Iberê Camargo<br />

y Siron Franco; ni su teatro, su escritura periodística<br />

o las crónicas a las que se viene dedicando últimamente (y ésta es la parte<br />

más floja de su obra, junto con la propaganda de su disgusto por unos libros<br />

imprescindibles como la Commedia de Dante o el Ulisses de Joyce, que denomina<br />

peyorativamente “cerebral”). Me parece que su poesía, amén de ser la parte más<br />

importante de lo que escribió, constituye también uno de lo núcleos que<br />

definieron uno de los modos de leer y escribir poesía en Brasil, incluyendo en esto<br />

cierta división, más de política cultural que efectivamente de fondo, que opuso a los<br />

hermanos Haroldo y Augusto de Campos (y sus seguidores) en São Paulo, y el propio<br />

Gullar (y sus seguidores) en Río de Janeiro.<br />

Hoy esto se esfuma saludablemente, permitiendo una mayor libertad en la<br />

comprensión de las obras de ambas tendencias, sin nuevas afiliaciones necesarias a<br />

un grupo o al otro. Más bien, es probable que el real reconocimiento del valor<br />

específico de cada uno de los autores que, como Gullar, estaban en el ojo del<br />

huracán de la segunda edición vanguardista del siglo XX, encuentre una posibilidad<br />

de lectura más amplia, más oxigenada. Es al menos lo que percibo como poeta y<br />

como lector interesado de poesía. <br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

ELEUDA DE CARVALHO<br />

Sucio, seco, terrenal<br />

ENTREVISTA CON FERREIRA GULLAR<br />

Para celebrar los tres decenios de la publicación de Poema sucio, la editorial José<br />

Olympio lanzó una edición conmemorativa que incluye, además del texto de<br />

presentación del propio autor y del prefacio de Alcides Villa Villaça (“Delante<br />

de un poema, nunca estamos solos”), un CD con la lectura original de Ferreira Gullar,<br />

aquella hecha en una cinta de cassete, en 1975, en casa del dramaturgo y amigo Augusto<br />

Boal, en Buenos Aires, Argentina, cuando todo parecía una noche sin fin sobre<br />

América del Sur. El amanecer era todavía un sueño distante. Sobre “la ciudad sucia /<br />

de mucho dolor en voz baja”, de “tanta gente humillada / comiendo poco / y aún así<br />

bordando flores / en sus toallas de mesa”.<br />

El poeta marañense accedió a hablar especialmente sobre Poema sujo (Poema sucio)<br />

y otras producciones en el campo del periodismo, literatura, dramaturgia, entre<br />

otras facetas de su trayectoria. Respuestas breves e incisivas. Directo. A veces, seco.<br />

Pero abriendo espacio también para la ternura. Es posible hasta imaginarlo con una<br />

sonrisa para escribir a los amigos, como el cantor y socio cearense Raimundo Fagner.<br />

<br />

Usted escribe el Poema sucio en otro cielo, distante. Habla de San Luis, de Alcántara.<br />

De la ciudad y, aún más, especialmente de las personas. Y el poema llegó a Brasil del<br />

extranjero, en su propia voz, en una cinta magnetofónica. ¿Cómo fue el génesis?<br />

¿Cómo surgió la primera idea, la primera palabra?<br />

Pasé una noche planeando comenzar el poema por la mañana. Cuando me senté<br />

en la máquina, no veía nada. Entonces comencé a escribir palabras que no querían<br />

decir nada: “turbio, turbio, turbio…”.<br />

f e r r e i r a g u l l a r 31


Foto de Luciano Bomwell<br />

“La ciudad no está en el hombre del mismo modo que en sus puestos, plazas y<br />

calles.” El fervor de las ciudades: ¿fervor de las criaturas?<br />

Digo que la ciudad que está en el hombre no es la misma que está en los<br />

puestos, plazas, calles. Es otra, inventada, sufrida, tranfigurada.<br />

Usted salió de San Luis de Marañao, corrió mundo. Atracó en Río de Janeiro. Mas<br />

carga consigo a Marañao, incrustado en el pecho. ¿Principio o final?<br />

San Luis fue mi comienzo, inicio de todo para mí. Lo traigo conmigo. Con sus<br />

sonidos, olores y ventanas. El paraíso perdido.<br />

Cuente un poco sobre la prisión a su vuelta a Brasil. Glauber Rocha esperándolo en<br />

el aeropuerto. Y la policía tras usted. ¿Qué duele aún de aquella época?<br />

No duele nada. Lo que pasó, pasó. La verdad, ellos no me aprehendieron cuando<br />

desembarqué porque había una multitud de artistas e intelectuales que me esperaban<br />

en el aeropuerto. Al día siguiente me mandaron llamar gentilmente, y allí me<br />

esposaron, me vendaron y me llevaron para la DOI-CODI (Delegación de Policía<br />

Política). Después de un inútil interrogatorio de 72 horas, me soltaron.<br />

Me gustaría que hable sobre su encuentro con Oswald de Andrade, y con los<br />

hermanos Campos [los poetas Augusto y Haroldo de Campos].<br />

El día de mi cumpleaños, el 1 de septiembre de 1953, mi casa fue invadida por<br />

Oswald de Andrade. Sonó la companita, fui a abrir la puerta, era él. Me llevé un<br />

susto… Pasamos la tarde entera conversando él, Oliveira Bastos, que lo había llevado<br />

hasta allá, y yo. Nació una amistad que duró poco, pues un año después él<br />

El amigo Gatinho, 2002.<br />

32<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

murió. Ya con los concretistas, tuve mayor contacto con Augusto de Campos, en<br />

el comienzo de 1955, después de publicar La lucha corporal. Fue un libro que nos<br />

aproximó. Enseguida nació la poesía concreta y, meses después de eso, rompí con<br />

el movimiento. Ellos eran inteligentes, talentosos, pero estaban obsesionados en<br />

hacer vanguardia. El problema estaba allí.<br />

¿En dónde descubrió o redescubrió, en su estética, la estética de la cultura de nuestro<br />

pueblo nordestino? La feria, el cordel, el artesanado…<br />

Mi poesía es una invención mía con la colaboración de muchos poetas y mucha<br />

gente de todas partes, especialmente del Nordeste. De niño escuchaba cantantes de<br />

feria en el Mercado Nuevo, cerca de mi casa, en San Luis. Por eso pude escribir,<br />

más tarde, mis historias de cordel.<br />

Hombre de siete instrumentos. A la palabra, en la poesía, en el teatro, en los<br />

guiones para programas de televisión. ¿Da para hacer el trabajo de encargo y la labor del<br />

poema?<br />

Da, sí. La poesía no tiene nada que ver con el mercado, éste nos da el pan. Ella sólo<br />

viene cuando quiere. Las otras cosas la gente las escribe hasta con fecha marcada<br />

y plazo fijo. Fui periodista toda la vida en la redacción de los periódicos y aprendí<br />

esa disciplina.<br />

João Guimarães Rosa, Clarice Lispector, Ernest Hemingway, Nise da Silveira, usted…<br />

a todos les es común el arte (de la vida) y el aprecio por los gatos. La medida de lo<br />

eterno y el tamaño inmensurable de la belleza. Furia y suavidad. Pero cuente, ¿cómo<br />

nació el libro Un gato llamado Gatito?<br />

Ese libro nació de un poema que hice un poco en juego contando las gracias de<br />

mi gato. A Claudia, mi mujer, le gustó y sugirió que escribiese otros. Escribí, mas<br />

no pensaba publicarlos. Una editorial apareció y me propuso su publicación.<br />

Fagner grabó algunas composiciones con letras y versos suyos. ¿Cómo nació esta<br />

alianza?<br />

La complicidad con mi querido amigo Fagner nació por iniciativa de él, que<br />

puso música a un poema mío. A partir de eso trabajamos juntos un par de poemas<br />

míos, que gracias a eso ganaron enorme popularidad.<br />

Volviendo a Poema sucio, hable un poco sobre esta figura menudita, vestido florido,<br />

entre sábanas lavadas y la alquimia del fogón: Bizuza.<br />

Bizuza era tía de mi madre y ayudó a criarnos, a mí y a mis hermanos. Se encargaba<br />

de la cocina y de todo lo demás. Me acuerdo de ella con enorme ternura y<br />

mucha culpa. No sé si le di el cariño que ella merecía. Cuando publiqué me primer<br />

libro de poemas y el nombre de ella estaba allí, sonrió feliz. Al menos eso. <br />

Eleuda de Carvalho. Periodista cultural, trabaja para el periódico O Povo, de Ceara, Brasil.<br />

Originaria de Bahía, reside en la ciudad de Fortaleza. Estudió la maestría en letras y es auto-<br />

f e r r e i r a g u l l a r 33


PABLO DEL BARCO<br />

34<br />

Ferreira Gullar,<br />

la deidad inconsciente<br />

del poeta<br />

Siempre quise traducir al español Poema sujo de Ferreira Gullar. Me pareció,<br />

en su primera lectura, un libro de dramática ironía; un hombre que lleva a cuestas su<br />

destino y lo celebra dejando sobre las cosas que le fueron vitales una mirada<br />

profunda, que orada la materia del horizonte creando un jardín de flores<br />

melancólicas. Conocí a José de Ribamar Ferreira y él era su obra, estaba en<br />

su mirada, en lo lánguido y tímido de sus gestos que escondían a un hombre<br />

que ha sufrido y que, sin embargo, fluye sobre la vida, que transporta un enorme saco<br />

de esperanza en una leve y consistente canoa por un río constante, de cauce enérgico.<br />

Un caudal de palabras estrictas, precisas, de aparente dureza y extrema ternura que<br />

produce siempre una gran emoción. Poema sujo nos obliga a indagar sin excusas en<br />

nuestra existencia. Revisar con él los textos de la versión española<br />

fue una gran lección de enseñanza poética y humana.*<br />

* Pablo del Barco, traductor<br />

de la versión española<br />

de Poema sucio, Visor,<br />

Madrid, 1998.<br />

1 Introducción a Ferrerira<br />

Gullar, Toda poesía (1950-<br />

1980), 3ª ed., Civilizaçao<br />

Brasileira, Río de Janeiro,<br />

1983.<br />

Poesía, ¿detener la vida con palabras?<br />

No, liberarla,<br />

hacerla voz y fuego en nuestra voz.<br />

De Dentro da noite veloz, 1975.<br />

Vinícius de Moraes definió a Ferreira Gullar como “el último<br />

gran poeta brasileño”. Sergio Buarque de Hollanda, autor de<br />

Visión del Paraíso, dijo de él: “Es nuestro único poeta mayor<br />

de los tiempos actuales (con excepción de Mario de Andrade y Drummond<br />

de Andrade) […] sólo comparable, en Brasil, a la prosa de<br />

Guimaraes Rosa.” 1<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Foto cortesía de Ferreira Gullar<br />

Ferreira Gullar en 1958.<br />

Ferreira Gullar, nacido José de Ribamar Ferreira el 10 de septiembre<br />

de 1930 en São Luis de Maranhao, comenzó a escribir poemas a<br />

los quince años. Desde entonces, su tierra, las gentes y los paisajes<br />

formarán parte nuclear de su obra, fundamentalmente en verso:<br />

Soy un poeta del nordeste brasileño, un poeta del Maranhao, de la<br />

ciudad de Sao Luis de Maranhao… Un forajido y un superviviente.<br />

Alguien que consiguió escapar del anonimato… de la tragedia cotidiana<br />

y oscura que se desarrolla bajo los techos de mi patria…; la tragedia<br />

de la vida-nada, de la vida-nadie. Si algún sentido tiene lo que<br />

escribo es dar voz a ese mundo sin historia. 2<br />

2 Ferreira Gullar, Uma luz<br />

do chao, Avenir Editora,<br />

Río de Janeiro, 1978,<br />

pp. 13-14.<br />

f e r r e i r a g u l l a r 35


3 Edición del autor, São<br />

Luís do Maranhao, 1949.<br />

4 Uma luz do chao,<br />

pp. 21-22.<br />

5 Ibidem., p. 43.<br />

36<br />

De sus primeras inquietudes poéticas surge un libro, Um pouco acima<br />

do chao (1949), 3 que publica con la ayuda económica de su madre<br />

y que elimina en la edición de su obra completa. En esta época es<br />

locutor de Radio Timbira do Maranhao, de donde le dimiten por<br />

negarse a dar una información manipulada; el gobernador del Estado<br />

pretendía obligarle a leer una nota resposabilizando a los comunistas<br />

de la muerte de un trabajador; el propio Gullar había visto cómo la<br />

policía disparaba contra los manifestantes. En 1951 marcha a Río de<br />

Janeiro, donde trabajará como periodista y crítico de arte hasta 1971,<br />

año en que se exilia en Moscú, tras la dictadura militar de 1964.<br />

los primeros poetas, las últimas esperanzas de “otro<br />

lenguaje”<br />

No hay antecedentes literarios en la familia de Ferreira Gullar; no hay<br />

medios en aquel escasamente cultural São Luis de Maranhao:<br />

Mi padre era tendero y en mi casa no había libros. Conocí la poesía<br />

por las antologías escolares: algunos poemas y sonetos que iban de<br />

Camões a los simbolistas y parnasianos, pero no pasaban de ahí.<br />

Cuando comencé a escribir —alrededor de los trece años— pensaba<br />

que todos los poetas ya había muerto, e incluso así me entregué con<br />

entusiasmo a este oficio de difuntos. Iba a la Biblioteca Municipal y<br />

sólo leía poetas marañenses. Todos los otros poetas, incluso<br />

brasileños, no me despertaban el menor interés. 4<br />

Ferreira Gullar se forma más tarde con los poetas clásicos portugueses<br />

—Camões, Bocage, Pessoa, Vitorino Nemésio, Sá Carneiro,<br />

Torga—, para terminar con los brasileños Drummond de Andrade y<br />

Manuel Bandeira, que le conducen a un cambio drástico en su<br />

definición y en su creación poética. Comienza entonces una poesía de<br />

redescubrimiento de lo cotidiano, que coincide con un nuevo<br />

planteamiento formal, alejado del artificio y la norma poética, alejado<br />

incluso en su propia vida del lenguaje coloquial, hasta el punto de llegar<br />

a hablar sin sintaxis, de manera caótica, escasamente comprensible.<br />

Es su vinculación indefectible al sentido de realidad del lenguaje<br />

poético, su voluntad de servicio a una mutación en el hombre por el<br />

ejercicio de la poesía; un lenguaje comprometido con la realidad, a<br />

veces en objetos que definen en lo elemental y primario esa realidad;<br />

un lenguaje comprometido con el hombre que lo hace y lo trabaja, en<br />

una identificación tal que “trabajar el lenguaje es trabajar al hombre,<br />

y el poema se hace de esa manera un cuerpo nuevo en el que el hom-<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

bre se construye”. 5<br />

Esta poesía, que aparece como un fracaso para el poeta, como una<br />

imposibilidad, cerraba un camino poético Ferreira Gullar, hasta el<br />

punto de considerar A luta corporal (La lucha corporal) (1954) 6 como<br />

su testamento lírico. Pero el tiempo diría que esta afirmación era<br />

apresurada. Los interrogantes que plantea el poeta tendrán continuidad;<br />

la sensación del paso del tiempo actuando sobre los objetos,<br />

por ejemplo, aparece de nuevo en Poema sucio; el clima de deterioro,<br />

de cambio de luz y de volumen, de actitud de utilidad:<br />

Las peras, en el plato,<br />

se pudren.<br />

El reloj, sobre ellas,<br />

¿mide<br />

su muerte?<br />

Paremos el péndulo. Detendríamos,<br />

así, la<br />

muerte de las frutas?<br />

¡Ah, las peras se cansaron<br />

de sus formas y de<br />

su dulzura! Las peras,<br />

concluídas, se gastan en<br />

el fulgor de estar listas<br />

para nada. 7<br />

La ruptura está en el lenguaje; la continuidad, resguardada, medio escondida<br />

en esta ruptura. La incapacidad de una expresión efectiva<br />

acarrea el silencio de Gullar. Pero el contacto con los poetas paulistas<br />

Haroldo y Augusto de Campos y Decio Pignatari —también en la<br />

búsqueda de un nuevo camino expresivo en poesía— les llevará a la<br />

creación del concretismo, a partir de 1956, con la base inicial de la<br />

<strong>revista</strong> Noigrandes 1, aparecida en 1952. Preciosismo, juego verbal,<br />

ironía como réplica a la poesía intimista de los años de la década de<br />

1940 nucleaban el movimiento, además de determinados procesos<br />

estructurales propios del futurismo o del dadaísmo.<br />

En la misma necesidad de encontrar una expresión personal se sitúa<br />

O vil metal, 8 el libro más hermético de toda su obra, donde se refleja la<br />

inseguridad que impone el acierto/desacierto de una investigación<br />

determinada por el espectáculo de la vida humana, traducido a un<br />

arte poético que no se desea únicamente como arte.<br />

A los seis meses abandona Gullar el movimiento, obsesionado por<br />

la búsqueda de un nuevo lenguaje que el concretismo no satisfacía. Pasan<br />

dos años hasta la creación del neoconcretismo, movimiento ligado<br />

a las artes plásticas, al constructivismo, donde el escritor elabora<br />

una teoría rabiosamente ruptural, la teoría del no-objeto:<br />

6 Edición del autor, Río<br />

de Janeiro, 1954. Reúne<br />

poemas de los años 1950-<br />

1953.<br />

7 En Toda poesia, op. cit.,<br />

p. 37.<br />

8 Poemas de los años<br />

1954-1960. Este libro nunca<br />

se publicó como obra<br />

aislada. Vio la luz en Toda<br />

poesia, op. cit., pp. 125-<br />

f e r r e i r a g u l l a r 37


159.<br />

9 En “Textos de literatura<br />

comentada: Ferreira<br />

Gullar”, Abril Educaçao,<br />

São Paulo, 1981, p. 79.<br />

10 Ent<strong>revista</strong> en Jornal de<br />

Letras, año XI, núm. 486,<br />

Lisboa, octubre-noviembre<br />

de 1991, p. 17.<br />

11 En Toda poesia, op. cit.,<br />

pp. 177-213.<br />

12 Poemas de los años<br />

1957-1958. En Toda poesia,<br />

op. cit., pp.161-174.<br />

13 Civilizaçao Brasileira,<br />

Río de Janeiro, 1975.<br />

Reúne poemas de los años<br />

1962-1975.<br />

14 En Toda poesia, op. cit.,<br />

38<br />

La expresión no-objeto no pretende designar un objeto negativo o algo<br />

que sea lo opuesto a los objetos materiales con propiedades<br />

exactamente contrarias a esos objetos. El no-objeto no es un antiobjeto<br />

sino un objeto especial en el que se pretende realizada la síntesis de<br />

experiencias sensoriales y mentales: un cuerpo transparente al<br />

conocimiento fenomenológico, integralmente perceptible, que se da a<br />

la percepción sin dejar huella. Una pura apariencia. 9<br />

El exceso de refinamiento al que llega la poesía neoconcreta determina<br />

otra crisis de creación: el abandono de esa vía y la fijación en otra forma<br />

de expresión que se mantiene aún viva en todo el nordeste de<br />

Brasil: la literatura de cordel. Es una tentativa de llegar a su objetivo,<br />

el viejo y constante objetivo: que la poesía llegue a todo el mundo,<br />

que se responsabilice del papel tranformador del poeta, que no pierda<br />

sentido de la realidad de lo cotidiano: “Intenté reencontrar mi<br />

lenguaje de poeta a partir del lenguaje coloquial.” 10<br />

Romances de cordel 11 es la muestra específica de esa forma de hacer<br />

poesía, no tan opuesta como a primera vista parece de los Poemas<br />

concretos / neoconcretos. 12 La semejanza temática es evidente y, en la<br />

fortuna de un lenguaje poético nuevo para Ferreira Gullar (que es el<br />

viejo lenguaje de los romances), la elección e insistencia de algunos<br />

términos nos avisa sobre la permanente búsqueda del poeta de un<br />

lenguaje vivo.<br />

En esa progresión hacia el hallazgo definitivo de la expresión<br />

personal, Dentro da noite veloz 13 resume estas preocupaciones y marca<br />

el camino hacia la madurez temática y formal de Poema sucio. “Mi<br />

pueblo, mi poema” puede sintetizar esa integración de voluntades:<br />

Mi pueblo y mi poema crecen juntos<br />

como crece en el fruto<br />

el árbol nuevo.<br />

En el pueblo mi poema va naciendo<br />

como en el cañaveral<br />

nace verde el azúcar.<br />

En el pueblo mi poema está maduro<br />

como el sol<br />

en la garganta del futuro.<br />

Mi pueblo en mi poema<br />

se refleja<br />

como la espiga se funde en tierra fértil.<br />

Al pueblo aquí su poema le devuelvo<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Foto de Walter Craveiro<br />

menos como quien canta<br />

que como el que planta. 14<br />

Dicho de otra manera, Ferreira Gullar trata de conciliar dos sentimientos:<br />

arte y vida en una poesía-verdad en la que sentirse vivo:<br />

Mi desesperación consistía en que toda esa riqueza de la que yo me<br />

percataba, desfilaba ante mis ojos como una película sin que yo fuera<br />

capaz de sumergirme en ella. Comprendí que debía confundirme con<br />

la vida al precio que fuere, cosa que, hasta entonces, ya había evitado.<br />

Es el viejo problema de siempre: el arte nos da lo esencial pero excluye<br />

p. 217.<br />

15 Santiago Kovadloff,<br />

“Ferreira Gullar: poesía y<br />

persona”, en Cuadernos<br />

Hispanoamericanos,<br />

f e r r e i r a g u l l a r 39


40<br />

la vida. La vida, en cambio, nos arrastra en su caudal y nos dilapida en<br />

actos y hechos superficiales. 15<br />

Es también una vuelta del poeta a su tierra, una reelaboración de la<br />

experiencia personal, de la que ya no va a separarse nunca. La circunstancia<br />

histórica de Brasil le ayuda: 1964 es un año decisivo. El golpe<br />

militar de Jõao Goulart transforma la sociedad brasileña; impone,<br />

sobre todo, falta de libertades, de las que los intelectuales —Ferreira<br />

Gullar entre ellos— son las primeras víctimas. Fue perseguido por su<br />

militancia política en el Partido Comunista Brasileño, miembro del<br />

Comité Estatal. Su responsabilidad iba más allá de la presidencia del<br />

Centro Popular de Cultura en Río de Janeiro; su compromiso era<br />

mayor que el de formar parte del Comando Geral dos Trabalhadores<br />

Intelectuais. Reorganizó a los intelectuales contra la dictadura militar<br />

hasta ser preso y torturado en 1968. Entra en la clandestinidad a partir<br />

de 1970, y en 1971 se exilia en Moscú, donde, según confiesa, cree volverse<br />

loco. Pone rumbo a Chile en mayo de 1973 y asiste al golpe militar<br />

que derrocó a Salvador Allende el 13 de septiembre; allí se salvó de<br />

otra nueva prisión por su acreditación como periodista. Sigue rumbo<br />

a Lima y Buenos Aires hasta 1977, año en que regresa a Brasil desafiando<br />

al gobierno militar; es nuevamente encarcelado, pero la opinión<br />

pública nacional e internacional actúa en su defensa y es liberado, con<br />

vigilancia especial, cuando se incorpora a su antiguo puesto de trabajo<br />

en el periódico Estado de São Paulo.<br />

poema sucio, una coral latinoamericana<br />

Ferreira Gullar ha dicho muchas veces que escribir en Buenos Aires<br />

su Poema sucio, entre mayo y octubre de 1975, le ayudó a volver a<br />

Brasil. El éxito del libro en América fue tal, se habló tanto de él que<br />

acabó convirtiéndose en un alegato contra la dictadura brasileña y en<br />

una carta de presentación inequívoca de Ferreira Gullar.<br />

El éxito de Poema sucio no es sino el reconocimiento de la<br />

coherencia vital y poética de su autor, distanciado en la nostalgia,<br />

pero nunca ausente de sus motivaciones iniciales en São Luís de<br />

Maranhão. Es cierto que a la ingenuidad de la mirada de sus primeros<br />

poemas seguirá la visión crítica cargada de historia. Pero estas dos formas<br />

de ver, estas dos posiciones aparecen en Poema sucio, confirmando<br />

—esa misma coherencia— que las rupturas, especialmente de nivel<br />

formal, no logran destruir. Incluso diría que ayudan a darle unidad y<br />

que, en definitiva, hacen de este libro una obra clásica en cuanto a que<br />

se formula no desde un momento puntual y aislado, sino sirviendo a<br />

una tradición cultural y poética.<br />

Ferreira Gullar es consciente de ese desafío. Decía en una entrevis-<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

ta, hablando de su poesía a partir de 1962: “Es el reencuentro con mi<br />

país, con el habla cotidiana; ya no pienso en todos aquellos problemas<br />

mallarmeanos y eliotianos. Es una reelaboración de mi experiencia de<br />

brasileño y de hombre de mi tiempo, cada vez más abierto a cualquier<br />

experiencia.” 16 Ese resultado definitivo satisface al poeta en una solución<br />

que le vuelve a la alegría de la infancia: “Es extraño, pero cuanto<br />

más voy envejeciendo más optimista me vuelvo.” 17 Entendemos que<br />

no es sino saberse cumplidor de un deber, de su compromiso personal<br />

nacido en la magia de sus paisajes marañenses. A medida que<br />

avanza su obra se establecen más lazos de unión entre la memoria (o<br />

la nostalgia) y la realidad procesada a través de la historia y en el análisis,<br />

creando un entramado con la acción formal poética que evidencia<br />

esa coherencia señalada.<br />

La unidad temática, el reconocimiento con un lenguaje personal establecido<br />

tras rupturas y reelaboraciones, y la distancia obligada por<br />

su destierro, hacen de Poema sucio una obra totalizadora, de encuentros<br />

de la infancia (¿el paraíso perdido?) y la visión de un luchador a<br />

favor del restañamiento de una realidad no grata pero superable en la<br />

humildad de lo cotidiano.<br />

Para el resultado final de Poema sucio Ferreira Gullar pone en<br />

marcha innumerables registros experienciales, incontables instrumentos<br />

de óptica personal y voces hasta —en palabras del crítico<br />

brasileño Alfredo Bosi— “alcanzar una dimensión coral sin por eso<br />

perder el calor de aquellos afectos singularísimos que sólo las imágenes<br />

de su ciudad de São Luis serían capaces de provocar”. 18<br />

Poema sucio es el poema total en la obra de Ferreira Gullar. Su<br />

obra posterior, Na vertigem do día (1980), 19 es la continuidad del hallazgo,<br />

donde se diluye su mundo original marañense y se traslada la<br />

motivación al Brasil más cotidiano, en el que se integra el propio<br />

Gullar como un observador de la propia intimidad, referida en personajes,<br />

objetos, reflexiones y situaciones de lo diario.<br />

Ignoro si hay en Poema sucio una voluntad expresa de antologar<br />

temas y expresiones de toda su obra anterior. La unidad temática se<br />

ofrece a veces a través de ópticas que parecen desmarcarse del<br />

objetivo general. Pero es la apariencia y quizás la servidumbre a que<br />

obliga la forma de ofrecer. Las inquietudes, quebraduras y búsquedas<br />

de un lenguaje que exprese lo que quieren el hombre y el poeta<br />

(Ferreira Gullar) que hay en el hombre (José de Ribamar Ferreira) se<br />

siguen en un camino voluntarioso, agonizante a veces, siempre evidente,<br />

hasta ese edificio sólido que es la expresión singular, personalísima<br />

en la poesía brasileña, latinoamericana, contemporánea, de<br />

Ferreira (Gullar y José de Ribamar): en él, el ojo del hombre certifica la<br />

deidad inconsciente del poeta. <br />

núm. 61, Madrid, p. 69.<br />

16 Jornal de Letras, op. cit.,<br />

p. 17.<br />

17 Ibidem.<br />

18 Alfredo Bosi, “Roteiro<br />

do poeta”, en Ferreira<br />

Gullar, Poemas, Global<br />

Editora, São Paulo, 1983,<br />

p. 10.<br />

19 Editora Civilizaçao<br />

Brasileira, Río de Janeiro,<br />

1980. Poemas de los años<br />

1975-1980.<br />

f e r r e i r a g u l l a r 41


42<br />

FERREIRA GULLAR<br />

Tres poemas sobre poesía<br />

Poema poroso<br />

De tierra te quiero;<br />

poema<br />

y sin embargo iluminado.<br />

De tierra<br />

el cuerpo rozado de eclipses<br />

poroso<br />

poema<br />

de polvo,<br />

donde berrean<br />

suicidas y perfumes;<br />

así te quiero<br />

sin rostro<br />

y sin embargo familiar<br />

como el suelo del corral<br />

(sombra de todos nosotros después<br />

y antes que nosotros)<br />

cuando la gallina cacarea y escarba).<br />

De tierra<br />

donde para siempre se apagará<br />

la forma de esta mano<br />

ardiente por ahora.<br />

<strong>Ver</strong>siones de Pablo del Barco<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Subversiva<br />

La poesía<br />

cuando llega<br />

no respeta nada.<br />

Ni padre ni madre.<br />

Cuando llega<br />

de cualquiera de sus abismos<br />

no reconoce al Estado ni a la Sociedad Civil<br />

infringe el Código de Aguas*<br />

relincha<br />

como puta<br />

joven<br />

frente al Palacio de la Alvorada.**<br />

Y sólo después<br />

reconsidera: besa<br />

en los ojos a los que ganan poco<br />

acoge en su hombro<br />

a los que tienen sed de felicidad<br />

y de justicia<br />

Y promete incendiar el país.<br />

* El Código das Aguas fue decretado en Brasil el 10 de julio de 1934, bajo la jefatura del<br />

gobierno provisional de Getulio Vargas, para un uso más racional del agua en el país.<br />

** El Palacio da Alvorada es la residencia oficial del presidente de la República de Brasil, primer<br />

edificio de Brasilia, inaugurado en junio de 1958 y proyectado por Oscar Niemeyer.<br />

f e r r e i r a g u l l a r 43


44<br />

Arte poética<br />

No quiero morir no quiero<br />

pudrirme en el poema<br />

que el cadáver de mis tardes<br />

no venga a heder en tu mañana feliz<br />

y el fulgor<br />

que tu boca encienda tal vez de las palabras<br />

—aunque nacido de la muerte—<br />

se sume<br />

a los otros fuegos del dÌa<br />

a los barullos de la casa y de la avenida<br />

en el presente veloz<br />

Nada que se parezca<br />

a pájaro en paja momia<br />

de flor<br />

dentro del libro<br />

y lo que de la noche vuelva<br />

vuelva en llamas<br />

o en llaga<br />

vertiginosamente como el jazmín<br />

que en un solo resplandor<br />

ilumina toda la ciudad.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

¿Quién es<br />

Ferreira Gullar?<br />

JOSÉ ÁNGEL LEYVA<br />

es Ferreira Gullar? Solté la interrogante a boca de jarro a aquel<br />

¿Quién<br />

hombre de apariencia languideciente y frágil, espectral y gótica, dotado<br />

de una fuerza verbal y un tono alegre que lo sacaba del cuadro melancólico<br />

en que parecía estar insertado. El interlocutor no se inmutó ante la pregunta,<br />

esbozó una casi imperceptible sonrisa y contestó: “Es un poeta que establece<br />

una conversación permanente con su alter ego: José de Ribamar Ferreira, nacido en<br />

São Luís de Maranhâo, en 1930, y que se dedicó en su juventud al periodismo y fue<br />

locutor en Radio Timbiras, hasta 1950, cuando ganó un premio nacional de poesía<br />

y abandonó su pueblo natal para afincarse en Río de Janeiro —responde Ferreira<br />

Gullar con la mirada puesta en algún punto de los vitrales que adornan el tragaluz<br />

del restaurante del hotel—. Desde entonces, José de Ribamar se trasmuta de vez en<br />

cuando en Ferreira Gullar, cuando su estado anímico y existencial es propicio para<br />

darle cauce al surgimiento de la poesía. Pero si Ferreira Gullar está frío, si no es<br />

capaz de escribir poemas, deja que su lugar lo ocupe el hombre común, José de<br />

Ribamar. Si éste percibe que la temperatura sube y que es tiempo de escribir, le<br />

cede paso al poeta; así nace con frecuencia Ferreira Gullar.”<br />

Hace ya ocho años que el autor de A luta corporal visitó México para presentar su<br />

libro En el vértigo del día, traducido al español por la literata y cantante Alma<br />

Velasco. Este volumen reúne poemas de Ferreira Gullar escritos entre 1967 y 1980,<br />

de los cuales escribe en el prólogo el mexicano Eduardo Langagne: “Se trata de un<br />

libro que representa una suerte de resumen o síntesis de los tránsitos poéticos de<br />

Gullar a través de su obra: el juego de espacios visuales que participan connotativamente<br />

en el poema, el desparpajado trato semántico a una vida diaria abrumadoramente<br />

poética, las referencias culturales que permiten encontrar una lectura del<br />

lado oscuro de la luna.” Gracias a esa traducción, Ferreira comenzó a ser leído y<br />

f e r r e i r a g u l l a r 45


Foto de Luciano Bomwell<br />

Ferreira Gullar y su amigo Gatinho, 2002.<br />

46<br />

conocido en este país, menos quizás de lo que merece la dimensión de su obra. Ha<br />

sido también incluido en diversas antologías de poesía brasileña y la <strong>revista</strong> de<br />

poesía alforja, ha dado cuenta de ent<strong>revista</strong>s y nuevas traducciones de ese poeta<br />

mayor llamado Ferreira Gullar. Podría decirse, en ese sentido, que Ferreira es, en<br />

México, un poeta de culto.<br />

En lo personal guardo un recuerdo muy intenso del poeta de Sâo Luís de Maranhâo,<br />

a quien pude hacerle una larga ent<strong>revista</strong> incluida en mi libro <strong>Ver</strong>sos comunicantes<br />

(poetas ent<strong>revista</strong>n a poetas iberoamericanos), una conversación floreciente<br />

porque me revela a un hombre consecuente con sus ideas y sus oficios, a una persona<br />

lúcida y desprovista ya de lacras ideológicas que limiten su visión política y<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

estética. Ya antes de la ent<strong>revista</strong> y del libro En el vértigo de un día había tenido<br />

contacto con su pensamiento en la Gaceta del Fondo de Cultura Económica. Se trataba<br />

de un texto frustrante para mí, pues llevaba años reflexionando sobre el tema<br />

del dolor y la poesía, como una especie de altar intelectual que iba acumulando<br />

retazos y piezas reflexivas en torno a la relación del dolor con el acto creativo. Así,<br />

de pronto, aparecía ante mis ojos un ensayito firmado por el escritor Ferreira<br />

Gullar que desmenuzaba cada una de mis originales ideas con una sencillez y una<br />

claridad pasmosas. La lectura de ese texto —“El dolor y el arte”—, fue, además de<br />

frustrante, gozoso y revelador porque me demostraba lo poco originales que solemos<br />

ser en los terrenos que la poesía cultiva. La muerte, el amor, la alegría, el<br />

dolor, el conocimiento, la vida, son temas recurrentes de todas las épocas, preocupaciones<br />

que nos hermanan con el pasado y con certeza también con el futuro. Ese<br />

ensayo me conectaba con un poeta de habla portuguesa de quien ignoraba sus poemas,<br />

pero estaba seguro de que se me iba a convertir en un referente literario fundamental.<br />

Las coincidencias conceptuales con Ferreira no se limitan al campo del dolor —<br />

debo confesar que fui médico antes de ser poeta, o por lo menos, antes de<br />

reconocerme como tal—, se expanden al ámbito de lo social, de lo político, del<br />

amor a las artes visuales. El pensamiento de Ferreira tiene la nobleza de quien sabe<br />

distinguir entre la dimensión de una obra poética y artística y de una posición<br />

política. Así ocurre cuando refiere su admiración por Jorge Luis Borges y<br />

Fernando Pessoa en tiempos de exilio y cerrazón ideológica. A la nobleza se suma<br />

la inteligencia —no muy común entre los escritores militantes, pero sí en<br />

Ferreira—, la congruencia lo hace admitir errores y evocar momentos decisivos<br />

cuando se debe tomar partido y fijar posturas. Así lo hizo en su juventud cuando<br />

renunció a su trabajo como locutor porque se negó a transmitir información falsa, y<br />

así lo volvió a hacer mientras estuvo convencido de la lucha contra las tiranías militares<br />

en Sudamérica y el mundo. Lo ético y lo estético en el poeta Ferreira se conjugan<br />

sin resentimientos ni estrecheces, con la sabiduría y el impulso que determina a<br />

todo gran pensador y artista: la inconformidad y la búsqueda incesantes.<br />

La ruptura de Ferreira con los concretistas tiene ese mismo trasfondo existencial<br />

y estético, esa misma sustancia subversiva para admitir en sí la fuerza que conduce<br />

su poesía hacia todo aquello que muestre un aliento de vida, que toque y se<br />

expanda en el lector. El reconocimiento del habla doméstica, de la comunicación<br />

cotidiana, de las palabras de la calle, dan la clave de la materia con la que el poeta<br />

ha dotado a su obra. Lo dice mejor él mismo: “El poema es el sitio donde dicho<br />

lenguaje banal, la lengua usual, se transforma en poesía. No hay palabras que sean<br />

poéticas por sí mismas. Entonces, en mi caso, especialmente, la poesía termina<br />

siendo una transformación de las palabras del habla vulgar, un acto de fulguración,<br />

de extracción de la luz, la belleza de la parte sucia de la vida.” Quizás su<br />

poema “Plátanos podridos” sea uno de esos buenos ejemplos para comprender el<br />

significado de esta idea. El lenguaje literario está inmerso en todo acontecimiento<br />

humano y de la naturaleza, está allí frente a los sentidos y la mente, bulle y se manifiesta,<br />

pero es necesario iluminar el hecho, descubrirlo, transformarlo en una<br />

expresión y un suceso extraordinario, poético. La poesía nace del lenguaje banal,<br />

f e r r e i r a g u l l a r 47


MISCELÁNEA<br />

El objetivo del presente trabajo es profundizar en el conocimiento<br />

y las percepciones que se tienen en México sobre la poesía y<br />

la sociedad rusa del siglo XX, en particular de sus últimos cincuenta<br />

años que son de suma importancia en el entendimiento de<br />

la obra poética rusa en el cruce de dos siglos. Para el propósito de esta<br />

reflexión resulta útil confirmar el significado de la presencia intelectual<br />

—y más específicamente de la poética rusa— en tierras mexicanas.<br />

Puede ser interesante recordar a los poetas rusos que visitaron<br />

México como viajeros: Constantín Balmont, simbolista, quien llegó a<br />

este país al inicio del siglo XX, en 1905, y Mayakovski, vanguardista,<br />

[…] quien viajó casi exactamente veinte años después. Cuando lo<br />

hizo, ya Rusia ha experimentado la Revolución —México la suya— y<br />

representa un nuevo tipo de sociedad que trastorna, conmueve y disloca<br />

muchas de las habituales nociones del mundo que existían en Europa.<br />

[…]. Maiakovski llegó a México el 8 de julio de 1925. […]. En la<br />

LUDMILA BORISOVNA BIRIUKOVA<br />

Literatura y sociedad<br />

Poesía rusa de la segunda mitad del siglo XX<br />

En el fondo de dicha revisión se encuentra la interpretación<br />

de la poesía no como una declaración retórica sino como<br />

un permanente experimento de los medios artísticos en relación<br />

con la posibilidad de una expresión plástica. Es poco<br />

probable que tal percepción encierre a la poesía en sus propios<br />

límites. No es un experimento formal, es un testimonio<br />

directo y verdadero, absolutamente honesto. Los versos son,<br />

de alguna manera, el único intento de una manifestación no<br />

formal: profieren una idea y esquivan la mentira.<br />

La naturaleza del arte continúa siendo un misterio. Y hasta<br />

la actualidad no ha sido desmentido el supuesto de que,<br />

en el nivel de las obras maestras, el arte toca las capas profundas<br />

de la realidad.*<br />

mijail áisenberg<br />

* Mijail Áisenberg, Mirada<br />

sobre un artista libre.<br />

Prólogo para una guía<br />

inédita, Gandalf, Moscú,<br />

1997, en “Poesía rusa en el<br />

cruce de dos siglos”, Ludmila<br />

Biriukova y Jorge<br />

Bustamante García<br />

(coords.), alforja, núm.<br />

XXX, otoño de 2004, trad.<br />

de Ludmila Biriukova,<br />

p. 48.<br />

1 Luis Mario Schneider,<br />

Dos poetas rusos en México:<br />

Balmont y Mayakovski,<br />

Sep-Setentas, núm. 66,<br />

México, 1973, pp. 10 y 19.<br />

m i s c e l á n e a 49


2 Hermann Bellinghausen,<br />

“Pulgas y dragones: alforja<br />

de poesía rusa”, La<br />

Jornada de Enmedio, 17 de<br />

enero de 2005, p. 3a.<br />

50<br />

estación lo esperaban Diego Rivera y otras personas. 1<br />

También se conocen las visitas de Evguéni Evtushenko y Andréi<br />

Voznesenski, poetas surgidos en los años de desestalinización y<br />

quienes posteriormente se convirtieron en “…poetas estrellas (pero<br />

iconoclastas) del sovietismo […] quienes vinieron a México y declamaron<br />

ante grandes audiencias, al estilo ‘poesía en los estadios’”. 2<br />

No faltó la presencia poderosa de Joseph Brodsky, premio Nobel<br />

de literatura, más conocido en estas latitudes. Emigró de Leningrado<br />

[ahora San Petersburgo] a Estados Unidos a principios de la década<br />

de 1970, perseguido por el régimen soviético en su etapa del “estancamiento”.<br />

Apoyado por Octavio Paz, y a partir de su segunda lengua,<br />

el inglés, Brodsky se hizo frecuente colaborador de <strong>revista</strong>s y suplementos<br />

culturales de México (ídem).<br />

Estos temas inevitablemente nos llevan a la problemática de la<br />

poesía en lengua rusa que cuenta con algo más de dos siglos de edad,<br />

y a tratar de comprender el impacto que tuvieron sobre la misma los<br />

acontecimientos sociales durante el siglo XX, “desde la primavera de la<br />

revolución hasta su gris ocaso” […].<br />

Hablamos de la tragedia de la revolución. De grandes historias<br />

de amor transfiguradas en un corpus poético<br />

equivalente a nuestro Siglo de Oro, sólo que en un<br />

mundo con la libertad hipotecada. Amantes<br />

incansables, los poetas del llamado Siglo de Plata<br />

(Pasternak, Mandelstam, Ajmátova, Tsvetáieva)<br />

hicieron del amor su universo, y uno y otro<br />

toparon con esa desgracia llamada Stalin, que les<br />

marcó vidas y muertes (ídem).<br />

También es un recorrido hacia la libertad,<br />

hazaña de la poesía y la emoción. Aquí<br />

viene al caso una reflexión de Vladislav<br />

Jodasévich, uno de los poetas rusos fundamentales<br />

de la primera mitad del siglo<br />

pasado, sobre el papel que desempeña y<br />

la importancia que puede tener un poeta<br />

en la sociedad: “…está vivo sólo aquel<br />

poeta que respira el aire de su siglo, oye<br />

música de su tiempo”.<br />

Alekséi Aliojin, director de la <strong>revista</strong> de<br />

poesía Arión, de Moscú, opina que en<br />

la década de los años de 1970:<br />

El imperio soviético entró en su último<br />

periodo, caracterizado con suma precisión<br />

por la palabra “estancamiento”. Atrás habían<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

quedado las esperanzas y el entusiasmo surgidos de la desestalinización<br />

y la liberalización relativa de la vida de finales de la década de<br />

1950 y comienzos de la de 1960. Estos años generaron el boom de la<br />

joven poesía de “farándula”: los estadios llenos de miles de espectadores<br />

escuchando poesía no fueron ninguna leyenda. Pero el viento<br />

fresco de oposición y fe en el futuro, lo cual era vital en esas grandiosas<br />

veladas poéticas, se coloreaba con el sonido de los versos, desaparecía<br />

sin dejar huella y los versos resultaron en parte no ser profundos<br />

(Evtushenko) y en parte comenzaron sólo a perseguir el éxito acostumbrado<br />

(Andréi Voznesenski) […].<br />

Las circunstancias externas no favorecieron los descubrimientos poéticos.<br />

Como cualquier régimen agotado, el soviético del final tendió cada<br />

vez más a un conservadurismo estático, que en las condiciones de<br />

una total censura se reflejó directamente en la producción de las<br />

publicaciones. Esto no significa que no hubiera logros creativos<br />

valiosos. Pero ellos no surgieron en las corrientes “principales” […]. 3<br />

Hay que resaltar que en estas condiciones sociales —según Mijail Áisenberg—<br />

la actitud poética, como el arte en general, se convirtió en<br />

Rusia, por lo menos hasta finales de los años de 1980, en una posición<br />

especial de la vida, permitiendo la existencia de un artista dentro<br />

de la sociedad, pero no según sus leyes. “Eran tiempos —dice este<br />

autor— que, en el caso de la poesía, los versos reflejaban una forma<br />

de vida y no una profesión, y los representantes del arte querían<br />

entender cómo un hombre común podía aspirar a lo extraordinario.”<br />

4<br />

Es conocida la importancia del samizdat (autoediciones, a veces<br />

escritos a máquina y en pocos ejemplares) y del tamizdat (publicaciones<br />

fuera de Rusia). En la clandestinidad la palabra se mantenía<br />

viva gracias a una serie de departamentos privados llamados salones.<br />

La poeta Natalia Ósipova, quien a mediados de la década de 1980 fue<br />

propietaria de uno de los salones literarios caseros, recuerda:<br />

Los oyentes que no alcanzaban lugar, se acomodaban en el piso. Una<br />

vez, una jovencita delgada y de una estatura no muy alta se puso incluso<br />

en pose de turco encima de un librero al lado del busto de Voltaire. Ya<br />

no me era posible conocer a todos los presentes, y éstos no siempre se<br />

conocían entre sí. Surgía la idea de conseguir lugares más amplios, unas<br />

salas […]. Posteriormente solía encontrarme con la gente que eventualmente<br />

asistía a dichas reuniones, quienes afirmaban haberme visitado<br />

en mi salón de disidente. Se debe recordar que en aquellos años, en<br />

víspera de la perestroika, el movimiento disidente sufría dificultades, que<br />

incluso ahora algunos de los autores lo llaman el tiempo de la destrucción.<br />

Los disidentes, como regla general, estaban en la cárcel. En<br />

mi casa no se hablaba de política, y aunque a veces no era tan difícil<br />

adivinar las simpatías de un interlocutor, las reflexiones siempre eran<br />

3 Alekséi Aliojin, “La poesía<br />

rusa en el cruce de dos<br />

siglos”, alforja Revista de<br />

poesía, núm. XXX, otoño<br />

de 2004.<br />

4 Mijail Áisenberg, Mirada<br />

sobre un artista libre.<br />

Prólogo para una guía<br />

inédita, Gandalf, Moscú,<br />

1997.<br />

5 N. Ósipova, “Sobre el<br />

‘salón’ en Pushkinskaia”,<br />

NLO [Nueva Revisión<br />

Literaria] núm. 32, abril<br />

de 1998, pp. 264-265.<br />

m i s c e l á n e a 51


6 El original en ruso de<br />

este poema fue tomado de<br />

Vavilon: Textos y autores:<br />

Mijail Aisenberg: Indicador<br />

de nombres, Poesía,<br />

Moscú, Gandalf, 1993.<br />

<strong>Ver</strong>sión en español de<br />

Ludmila Biriukova, en<br />

alforja Revista de poesía,<br />

núm. XXX, otoño de 2004.<br />

7 Mijail Áisenberg, “Algunos<br />

otros”, Mirada sobre<br />

un artista libre…, op. cit.<br />

52<br />

de carácter poético. 5<br />

En este salón, en particular, con la lectura de poesía se presentaban<br />

los principales autores de la literatura clandestina, no oficial, entre<br />

ellos: Vsévolod Nekrásov, Lev Rubinshtein, Mijail Áisenberg y<br />

otros. Lo distintivo de la mayoría de los autores de esta tendencia literaria<br />

era su conciencia de encontrarse “bajo la mira”, lo cual se<br />

percibe en sus versos (ídem). Evocamos un poema de Mijail Áisenberg<br />

escrito en 1982, en plena clandestinidad: 6<br />

En cuanto al arte oficial, éste<br />

Nos amenazan, pero no tenemos miedo<br />

Nos maldicen, y no nos importa<br />

Nos hacen pedazos, nada sentimos<br />

Nos echan, andamos libres<br />

¿Qué clase de gente somos?<br />

¿Qué tipo de pájaros?<br />

Deberíamos gritar y caer<br />

Deberíamos rechinar los dientes<br />

Y en la vacuidad reptante<br />

Escarbar por si acaso<br />

[…] se creaba y durante mucho tiempo existía sobre un fundamento de<br />

carácter monolítico, además, la cohesión ideológica se convertía poco<br />

a poco a la del estilo y se petrificaba en unas formas casi rituales. En<br />

esto consiste su diferencia de todos los fenómenos culturales normales.<br />

[…] Como fenómeno cultural el arte oficial sólo puede ser<br />

estudiado desde el punto de vista sociológico. 7<br />

Los poetas “no oficiales” de la era soviética sólo pudieron publicar en<br />

la última década del siglo XX. Esta es la razón principal del porqué los<br />

poetas rusos contemporáneos más trascendentes —quienes acumularon<br />

su obra durante los decenios de la marginación y de la<br />

clandestinidad— ni siquiera fueron conocidos por el gran sector de<br />

lectores rusos. Y menos en el extranjero, en particular en las traducciones<br />

al español.<br />

Aquí cabe resaltar un asunto más delicado. El desarrollo de un tema<br />

como éste no sería completo si dejáramos de lado el problema del<br />

silencio que ha acompañado a estos fenómenos en diferentes latitudes<br />

y en gran medida en México y en otros países de América<br />

Latina. La reflexión que surge de este estudio permite precisar cómo<br />

la experiencia totalitaria pretende borrar la producción artística de<br />

matices críticos o contestatarios.<br />

En el mundo existe una vasta obra publicada que aborda los dos to-<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

talitarismos del siglo XX —fascismo y estalinismo— desde un punto<br />

de vista crítico. En el segundo caso —que interesa para el propósito<br />

del presente trabajo— resaltamos, sobre todo, el hecho de que las<br />

transformaciones operadas por los bolcheviques a partir de octubre<br />

de 1917,<br />

[…] no sólo suprimieron el pluralismo político al afirmarse como<br />

partido único y confinar en calabozos a sus oponentes. El partido bolchevique<br />

“se arroga la autoridad de decidir los principios que rigen<br />

tanto la vida económica como la familia, las costumbres, la sexualidad,<br />

la educación, la literatura o el arte. Como lo nota sutilmente Lefort, “la<br />

imagen de una sociedad civil se vuelve intolerable”. 8<br />

Gilles Bataillon hace el seguimiento de esa tesis; dice que es preciso<br />

entender, junto con el autor de La complication…, que esta situación<br />

[…] no ofrece otra opción al individuo que integrarse a ese nuevo cuerpo<br />

o ir a dar al campo de “los enemigos del Pueblo”. […]. Hay mucho<br />

más: una completa “perversión de la ley”. […] El terror no sólo muestra<br />

el número insensato de víctimas en ciertas épocas, sino “una ince-<br />

8 Gilles Bataillon, “El comunismo,<br />

un hecho social<br />

total”, Letras Libres, año<br />

VI, núm. 66, junio de<br />

2004, México, pp. 65-68.<br />

El libro de Claud Lefort La<br />

complication, retour sur le<br />

communisme, Fayard,<br />

París, 1999.<br />

m i s c e l á n e a 53


9 Trad. de Ludmila Biriukova,<br />

publicado por primera<br />

vez en Arquitrave,<br />

núm. 23, febrero de 2006,<br />

Colombia, p. 17.<br />

54<br />

sante fabricación de enemigos del pueblo” (idem).<br />

Es urgente la comprensión de estos fenómenos en Rusia (en Europa en<br />

general) y también en regiones como América Latina, donde la fascinación<br />

por la Revolución rusa ha sido importante; estudiar sus repercusiones<br />

en la vida privada y en los espacios culturales (idem).<br />

En el momento actual es imposible no percibir una discusión intensa<br />

entre intelectuales latinoamericanos relativa a estos problemas.<br />

Se llega a formular una idea muy sencilla en apariencia —válida para<br />

los escenarios contemporáneos del mundo que vivimos—: el crimen<br />

como causa del fracaso de los movimientos revolucionarios y la imposibilidad<br />

de construir una nueva sociedad sobre campos de exterminio.<br />

Algunos intelectuales podrían argumentar que desconocían estas<br />

atrocidades, mientras que a otros —aquí y allá y en todas partes—<br />

simplemente no les interesó saber. En este sentido, resulta ilustrativo el<br />

poema “El siglo actual y el que pasó”, de Aleksandr Gálich, escrito en<br />

1967: 9<br />

Al comprender lo inútil de las justificaciones<br />

Y saber que la ignominia es la oscuridad completa y no hay salida,<br />

Nuestros antepasados a la hora de la muerte escribían agónicas cartas<br />

Y después de orar:<br />

“Por los siglos de los siglos…”<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Se encerraban con llave y la pistola a la sien.<br />

¡Pero, para nosotros, el honor, el checo y el diablo<br />

Son espacios desconocidos!<br />

¡Y para nosotros, el homenaje y la estima<br />

Por lealtad a la común infamia!<br />

¡Y nosotros mecemos a los nietecitos,<br />

Y asistimos a las asambleas,<br />

Y nuestras voces de soprano resuenan<br />

Cada vez más pulcras!<br />

Se conoce una vasta obra escrita sobre este tema que comprende<br />

libros de arte y análisis histórico. Uno de ellos, de Martin Amis, se<br />

refiere al hundimiento del valor de la vida humana. “Se centra en un<br />

importante punto débil del pensamiento del siglo XX: la tolerancia de<br />

los intelectuales occidentales ante el comunismo”. 10<br />

Aunamos a esta perspectiva una tercera particularidad: el desconocimiento<br />

y la incomprensión por parte de los intelectuales<br />

latinoamericanos de las condiciones de vida pública y privada de los<br />

habitantes de la ex Unión Soviética y de sus espacios culturales. [Hubo<br />

intelectuales de México que sí conocieron y denunciaron los<br />

crímenes de Stalin; algunos de ellos fueron José Revueltas, Eunice<br />

Odio y Rubén Salazar Mallén.] Mientras que nos pronunciemos por la<br />

defensa de la diversidad frente al mundo globalizado, ojalá que no se<br />

nos olvide que en el tiempo “soviético” el fenómeno monolítico era<br />

generalizado y aplanador de las más mínimas diferencias.<br />

Existen innumerables testimonios acerca de 1937-1938, los años del<br />

terror, escritos en aquella época. Uno de ellos es del escritor Demián<br />

Bedni:<br />

Son tales la opresión y el terror en la URSS que ni la literatura ni la<br />

ciencia son ya posibles […] Tengo la impresión de haber pertenecido<br />

a un Partido cuyo 99.9 por ciento de los miembros eran espías y<br />

provocadores. Stalin es una persona horrorosa, movido a menudo por<br />

afanes puramente personales. Todos los grandes líderes han creado<br />

siempre a su alrededor una brillante pléyade de camaradas. En cambio,<br />

¿qué ha creado Stalin? Ha exterminado a todo el mundo, no queda<br />

nadie, todos han sido aniquilados. Sólo Iván el Terrible hizo algo<br />

equiparable […] El ejército está completamente destruido. […] Los<br />

campesinos no temen a nada ni a nadie, pues están convencidos de<br />

que una cárcel no puede ser mucho peor que una granja colectiva”. 11<br />

A Stalin se le informó de la opinión del poeta Mijaíl Svetlov:<br />

Todo el mundo está siendo acorralado; literalmente todo el mundo. Los<br />

comisarios y sus ayudantes se han instalado en la Lubianka. Pero lo<br />

10 Martin Amis, Koba el<br />

Temible. La risa y los<br />

veinte millones, Anagrama,<br />

Barcelona, 2004 [del<br />

texto en la contraportada].<br />

Título original: Koba<br />

the Dread: laughter and<br />

the twenty million, Londres,<br />

2002.<br />

11 Rayfield, Stalin y los<br />

verdugos, Taurus, México,<br />

2005, p. 373.<br />

m i s c e l á n e a 55


12 Anna Ajmátova y Boris<br />

Pasternak.<br />

13 Rayfield, op. cit., pp.<br />

489-490.<br />

56<br />

más ridículo, lo más trágico de todo es que pasemos entre todos estos<br />

acontecimientos sin entender ni palabra al respecto […] ¿De qué tienen<br />

tanto miedo? […] No somos sino patéticos residuos de una época que<br />

está periclitada […] Esto no es un juicio en toda regla, sino el imperio<br />

del crimen organizado” (ibid., pp. 372-373).<br />

Continúa el mismo autor: “Tres de los más grandes poetas de Rusia,<br />

—Ósip Mandelstam, Nikolái Kliúiev y el joven Nikolái Zabolotski—<br />

fueron marcados para su exterminio” (ibid., p. 373). Al poeta surrealista<br />

Daníl Jarms “consiguieron volverlo loco” (ibid., p. 375). El poeta y<br />

disidente Nikolái Oléinikov “fue ejecutado, acusado [falsamente] de<br />

ser espía japonés, el 24 de noviembre de 1937”. Se sabe que cuando se<br />

procedió a la detención de Nikolái Oléinikov, su interrogador “le dijo<br />

así: ‘Sé que eres inocente, pero tu suerte está echada. Has de firmar<br />

esta falsa declaración, pues de lo contrario te golpearán hasta que la<br />

firmes o hasta que mueras, eso da igual’” (idem). “El poeta Nikolái<br />

Zabolotski tuvo más suerte: fue detenido y torturado el 19 de marzo.<br />

Gracias a su imaginación desbordante pudo enloquecer. A sus torturadores<br />

les aburrían los casos de psiquiátrico: Zabolotski fue internado<br />

en el gulag. Su encanto y su talento como dibujante lo salvaron de<br />

los trabajos forzados: fue el único poeta de importancia que sobrevivió<br />

a los campos y transmitió sus experiencias:<br />

Y allí estaba la tierra de la melancolía,<br />

los hiperbóreos barracones,<br />

en donde Plinio el Viejo había llegado a ver<br />

¡un orificio que alcanzaba hasta el mismo infierno! (idem).<br />

La literatura y los escritores seguían siendo víctimas también en la posguerra:<br />

El aparato de propaganda del Comité Central asumió las labores de un<br />

crítico literario. […]<br />

Ajmátova, una de los dos poetas más grandes de Rusia vivos, 12 y Zoshchenko,<br />

su mejor autor de relatos, fueron proscritos. […]<br />

Las diatribas de Stalin señalaron una ofensiva: la edición de las obras<br />

completas de Tolstói en 90 volúmenes, que venían publicándose desde<br />

1928, sufrió un gran recorte. El cristianismo de Tolstói quedaría<br />

neutralizado por una serie de prólogos leninistas. El novelista Fadéiev,<br />

cómplice en la ejecución de tantos escritores durante 1937 y 1938, fue<br />

nombrado secretario general de la Unión de Escritores. El acceso a la<br />

literatura extranjera quedó estrictamente restringido a quienes, según<br />

Stalin, tuvieran necesidad de ver material corrupto.<br />

La literatura fue así aplastada. 13<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

La situación de terror y de miedo sólo se acabaría con la muerte de Stalin.<br />

Le seguiría un breve paréntesis de apertura característico de los<br />

años de la década de 1960 y luego los tiempos grisáceos del estancamiento<br />

anteriores a la Perestroika de Gorbachev. Han transcurrido<br />

décadas enteras repletas de innumerables crímenes cometidos en<br />

nombre del pueblo, la amistad de los pueblos y el socialismo. Me<br />

parece oportuno evocar a Montale:<br />

Decía Montale [comenta Hugo Gutiérrez Vega] que la poesía es absolutamente<br />

inútil, por lo cual es totalmente necesaria. En esta paradoja,<br />

nuestro mundo contemporáneo encuentra una posible salida a esta declinación<br />

de la palabra en manos de políticos demagogos, en manos de<br />

fundamentalistas o de pseudo-intelectuales. Todo lo que la palabra ha<br />

sufrido a lo largo de los años, de alguna manera es redimido por la<br />

poesía. 14<br />

Algunos autores fueron obligados a comprometer su talento. “Y parece<br />

—nos dice Martin Amis— que eso es algo que no se puede hacer”.<br />

15<br />

Los bolcheviques obligaban a los escritores —unas veces física, otras<br />

espiritualmente— a encajar en toda clase de moldes. Isaac Bábel fue<br />

fusilado en 1940, Osip Mandelstam perdió la razón en 1938,<br />

camino de Kolimá (“Soy real y llegará la muerte realmente?”);<br />

estos hombres podrían contar que fueron mártires<br />

de su arte; y lo fueron, y también centenares como<br />

ellos. Algunos escritores, más o menos<br />

auténticos, se esforzaron por trabajar<br />

“para” los bolcheviques. Su triunfo<br />

fue inversamente proporcional al<br />

tamaño de su talento. Los<br />

escritores sin talento sabían adular<br />

al régimen; los que lo tenían<br />

no sabían adularlo, al<br />

menos mucho tiempo.<br />

Pensemos en Maiakovski.<br />

[…] Se suicidó en 1930. Pero<br />

el destino más extraño y quizá el más<br />

amargo de todos fue el de Máximo Gorki<br />

(ibid.: 236-237).<br />

Con el fin de desmentir la información<br />

sobre los gulag, que había aparecido en<br />

Inglaterra, en junio de 1929 invitaron a<br />

Gorki a que visitara uno de estos campa-<br />

m i s c e l á n e a<br />

14 Hugo Gutiérrez Vega<br />

en Jesús Alejo, “Espacios<br />

públicos para la poesía”,<br />

Milenio, 14 de octubre de<br />

2004, p. 43.<br />

15 Martin Amis, Koba el<br />

Temible. La risa y los<br />

Veinte Millones, Anagrama,<br />

Barcelona, 2004,<br />

(1ª ed. en inglés, Londres,<br />

2002); p. 236.<br />

57


16 Jung Chang, Cisnes salvajes.<br />

Tres hijas de China,<br />

Circe Bolsillo, Barcelona,<br />

2ª ed., 2005 [1ª ed., 1994]<br />

p. 277.<br />

58<br />

mentos de prisioneros políticos en trabajos forzados. “Salió de los<br />

barracones ‘deshecho en lágrimas’. Pero, en el Libro de visitas elogió a<br />

‘los incansables centinelas de la Revolución’, capaces de ser al mismo<br />

tiempo notables y audaces creadores de cultura” (ibid.: p. 240). Sus<br />

opiniones se conocieron en todo el mundo. Se tiene registro de que<br />

el niño de catorce años con quien Gorki sostuvo una conversación<br />

fue fusilado inmediatamente después de la partida del escritor.<br />

[…] pero Gorki andaba a ciegas, dando traspiés, con el corazón en un<br />

puño. […] Empeñó su alma y luego quiso recuperarla.<br />

[…] Gorki, pues, estaba tratando de recuperar su integridad. Pero, ¿por<br />

qué la perdió? Solzhenitsyn no se muerde la lengua: “[…] el interés<br />

material. […] Y Stalin lo mató sin ningún fin concreto, por exceso de<br />

cautela: Gorki también habría entonado himnos de alabanza a 1937”<br />

(ibid.: p. 243).<br />

Matices múltiples marcan las diferencias entre las experiencias revolucionarias<br />

de otros espacios y tiempos, no obstante… se puede<br />

observar, en el caso de la versión china del totalitarismo, muchos<br />

procesos semejantes que<br />

resaltan también la tragedia de<br />

los individuos del siglo XX, de la<br />

obra escrita y sus lectores:<br />

Esta vez, Mao había estado<br />

presente y se había salido con<br />

la suya gracias a la complicidad<br />

de Zhou Enlai. El presidente<br />

anuló la resolución de<br />

febrero [1966] y declaró que<br />

todos los intelectuales<br />

disidentes y sus ideas debían<br />

ser eliminados. […] la<br />

ingente revolución cultural<br />

fue oficialmente desencadenada.<br />

Subrayó el hecho de<br />

que eran precisamente funcionarios<br />

del Partido<br />

Comunista quienes habían<br />

protegido a esos mismos intelectuales<br />

disidentes y a otros<br />

enemigos de clase.<br />

¿Quiénes eran exactamente<br />

estos “seguidores del capitalismo”?<br />

Ni siquiera el propio<br />

Mao estaba seguro de ello. Sí<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

sabía que quería sustituir a la totalidad de los miembros del Comité del<br />

Partido en Pekín, y así lo hizo. 16<br />

Cisnes salvajes, de Jung Chang, va mucho más allá de los aspectos aquí<br />

planteados. Nos lleva a la memoria de tres generaciones de mujeres<br />

de China, impregnada de la historia común de sus contemporáneos,<br />

de fragmentos sutiles y trágicos tan característicos del siglo pasado<br />

que, sin embargo, no dejan de brotar en la piel y en el alma de<br />

quienes estuvieron involucrados voluntaria o involuntariamente; un<br />

texto que traspasa las fronteras de una lengua o una geografía. Nos<br />

penetra su espíritu del recuerdo del pasado común y de una vida, de<br />

un individuo. En el siglo XX de las revoluciones sociales, tecnológicas<br />

e informáticas, tal parece que no hubo tiempo para detenerse a ver a<br />

los individuos. Este hecho llevó a la tragedia de millones de seres<br />

humanos.<br />

Nos cuenta la autora:<br />

En respuesta a aquella incierta llamada, la Guardia Roja se lanzó a la<br />

calle en todas las poblaciones chinas para dar rienda suelta a su vandalismo,<br />

fanatismo e ignorancia. […] Se prendieron hogueras en las que<br />

ardían los libros. Muy pronto, casi todos los tesoros conservados en colecciones<br />

privadas resultaron destruidos. Numerosos escritores y artistas<br />

se suicidaron tras haber sido cruelmente apaleados, humillados y<br />

forzados a contemplar cómo su obra era reducida a cenizas […].<br />

A las acciones de la Guardia Roja, Mao respondió con un “¡muy bien<br />

hecho!”, y ordenó a la nación que los apoyara […].<br />

El país se vio asolado por una ola de palizas y torturas, la mayor parte<br />

de las cuales tenían lugar durante los saqueos domiciliarios […].<br />

En Pekín […] varios cines y teatros del centro fueron transformados<br />

en cámaras de tortura (ibid.: pp. 286-287).<br />

Probablemente la poesía se reconoce como “el único producto cultural<br />

que no tiene valor comercial. La novela es objeto de gran<br />

especulación por parte de los grandes grupos editoriales, pero el que<br />

la poesía no venda tanto es una garantía de independencia”. 17<br />

Es un hecho conocido que en la ex Unión Soviética fueron perseguidos<br />

tanto los escritores independientes como sus lectores. “El<br />

interés de uno al otro (no de todos al uno). La poesía es un asunto<br />

particular, la cuestión de vida de cada autor y cada lector”. 18<br />

El interés de este tipo de por sí es una gran rareza, se mide avaramente y<br />

tiene un precio enorme. Tal vez, incluso por eso el número de gente<br />

que gusta de la poesía y lee versos no es tan grande. Pero nunca eran<br />

muchos […] (idem).<br />

Después de la perestroika, las capas burocráticas que perdían el poder<br />

17 Arturo Mendoza,<br />

“Hans Magnus Enzensberger,<br />

En las revoluciones<br />

no caben los<br />

poetas”, Milenio, Cultura,<br />

6 de noviembre, 2003, p.<br />

42.<br />

18 Mijail Áisenberg, “Lugar<br />

de sombra”, Mirada<br />

sobre un artista libre,<br />

Gandalf, 1997 [en ruso].<br />

Este artículo fue escrito en<br />

m i s c e l á n e a 59


1993.<br />

19 Amis, op. cit., p. 238.<br />

20 Mijail Áisenberg, op. cit.<br />

21 Mijail Áisenberg, “Los<br />

vendedores del aire”, Mirada<br />

sobre un artista libre,<br />

Gandalf, 1997.<br />

22 George Orwell, “Los<br />

impedimentos de la literatura”,<br />

Letras Libres, agosto<br />

de 2006, año VIII, núm.<br />

92, p. 20.<br />

60<br />

trataron de desprestigiar el arte underground que durante décadas fue<br />

el único espacio libre en la URSS. Según la concepción oficial del arte<br />

en la era soviética sólo merece ser mencionado y analizado “aquel<br />

autor con ayuda de quien se puede llegar a describir algún fenómeno<br />

o tendencia. El autor ilustra, es secundario”. Se afirmaba que “la tendencia<br />

es independiente de la autoría” (idem):<br />

Con tales ideas los críticos de matices sociales […] tratan de convertir<br />

el arte —el único espacio de la libertad— en una disciplina social. Está<br />

ocurriendo una especie de “lavado de cerebros”, en el transcurso del<br />

cual el lector se acostumbra a no confiar de su propia reacción, de su<br />

percepción […] (idem).<br />

Como un paréntesis viene a la memoria un pasaje de la<br />

correspondencia entre Maxim Gorki y Lenin. Escribe Lenin: “ […]<br />

recuerdo una observación que me hiciste: ‘Los artistas somos personas<br />

irresponsables.’ ¡Precisamente! Dices unas palabras increíblemente<br />

irritadas, pero […]”. 19 Sin embargo, “es posible que muriera<br />

más gente a manos de la Checa que en las batallas de la guerra civil”.<br />

Esta afirmación la retoma el traductor del libro de Amis debido a que<br />

en su carta a Gorki, Lenin elabora una especie de defensa de la postura<br />

del terror (idem).<br />

No se puede olvidar —insiste Áisenberg— que “cada fenómeno<br />

artístico constituye un espacio estético propio, habla en su idioma”,<br />

pero precisa que, sin duda, no se trata de versos, sino de una cuestión<br />

relacionada con el poder:<br />

El poder se escapa de las manos, si no sobre las dependencias y tirajes, sí<br />

sobre las mentes. ¡Pero es justamente el más deseado, el más dulce poder!<br />

La literatura soviética, incluyendo la crítica, siempre fue, como<br />

dicen en la actualidad, “una estructura de poder”. Cualquier construcción<br />

lineal después de unos pasos aparece fuera de la realidad —en la<br />

región de las ideologías— y, para advertir esta frontera, el pensamiento<br />

debe mirar atrás, chocar y cambiar el rumbo, entrar al diálogo. Con<br />

otras palabras cambió la apreciación de la materia de la que se confecciona<br />

la verdad. 20<br />

En agresiones contra el underground —dice Mijail Áisenberg— el<br />

crítico Evgueni Schvartch escribió: “¡Sombra! Conoce tu lugar” […].<br />

Pero cómo olvidar “de aquel lenguaje que se construía en un intento<br />

de defender al pensamiento de la inercia de todas las reglas, incluyendo<br />

las propias”. Sería un pecado:<br />

Bajo la luz de la literatura soviética, la anterior clandestinidad se parece a<br />

la región de las sombras. Aquí no hay nada que pueda ofender: ya Platón<br />

consideraba la poesía como sombra de la sombra. Las sombras, en<br />

efecto, deben conocer su lugar […]. En la Tierra no existe un tal lugar.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Sólo en la mitología y en la imaginación. Ahí tendremos que existir<br />

(idem).<br />

De acuerdo con el concepto que se tenía sobre el escritor en los tiempos<br />

del régimen soviético —en los interminables tiempos del estancamiento,<br />

como los llaman los escritores de la tendencia “no oficial”—,<br />

“el escritor no es aquel que escribe, sino quien lleva la <strong>Ver</strong>dad a los lectores”.<br />

21<br />

[…] los pecados comienzan cuando […] la política y la vida social<br />

empiezan a ser vistas a través de la literatura. […] los autores se convierten<br />

en los personajes, y su discurso en una cita. […] yo sólo me<br />

refiero [nos dice Áisenberg] a la no confluencia entre las posiciones de<br />

un autor y un individuo (idem).<br />

George Orwell nos recuerda: “Para escribir con un lenguaje comprensible<br />

y vigoroso es necesario pensar sin miedo, y si uno piensa<br />

sin miedo no puede ser políticamente ortodoxo”. 22<br />

[…] vale la pena notar que la literatura en prosa casi desapareció por<br />

completo durante la única era de fe que existió en Europa. En toda la<br />

Edad Media casi no hubo literatura imaginativa en prosa y fueron<br />

muy pocos los escritos históricos: los líderes intelectuales de la<br />

sociedad expresaban sus pensamientos más serios a través de un<br />

lenguaje muerto que apenas sufrió alteraciones a lo largo de mil años.<br />

Sin embargo, el totalitarismo promete no tanto una era de fe como<br />

una de esquizofrenia. […] Sin importar cuánto tiempo sobreviva, una<br />

sociedad como ésa no puede darse el lujo de ser tolerante ni intelectualmente<br />

estable. Jamás puede permitir el registro verídico de los<br />

hechos ni la sinceridad emocional que requiere la creación literaria.<br />

[…]<br />

Por el momento, lo único que sabemos es que, al igual que ciertos animales<br />

salvajes, la imaginación no se reproduce en cautiverio (ibid.: pp.<br />

20 y 23).<br />

Un escritor normal, reencarnación de la plena libertad, continúa Áisenberg:<br />

[…] sospecha de sí mismo diferentes cosas poco halagadoras, se reconoce<br />

como un ser extraño, algo monstruoso. Que el talento carcoma<br />

alguna materia del alma que lo alimenta, y este lugar o se cicatriza, se<br />

petrifica, o se cubrirá de la carne salvaje, la locura. El artista absorbe al<br />

hombre en el autor y entonces, aunque sea por esta razón, no vale la<br />

pena que él asuma el papel de líder popular, ni de asesor del soberano.<br />

Pero los escritores soviéticos, que no conocen la reflexión, indivisibles<br />

como un núcleo, de nada de esto se dan cuenta. […].<br />

Es el miedo ante la vida. Y cuando éste se mezcla con una insoportable<br />

23 Áisenberg, op. cit.<br />

24 Rayfield, op. cit., p. 536.<br />

m i s c e l á n e a 61


25 George Saunders (sel.),<br />

Samizdat. Voces de la oposición<br />

soviética, Ediciones<br />

Pluma, Buenos Aires, Ediciones<br />

Carmecac, México.<br />

Ed. original: Pathfinder<br />

Press, Nueva York, 1974,<br />

pp. 32-33.<br />

62<br />

percepción del poder que escapa, esta gente está dispuesta a todo […]. 23<br />

La verdad de la historia rusa y de los crímenes cometidos contra sus<br />

habitantes en general y contra escritores en particular en los tiempos<br />

del estalinismo, al igual que el atropello a los derechos humanos en los<br />

años del estancamiento brezhneviano, deben ser contados y plasmados<br />

en los libros de texto correspondientes a las interpretaciones<br />

del siglo XX. Hasta que esto ocurra de manera plena y satisfactoria,<br />

uno de los testimonios preciados de la época —la poesía escrita en<br />

condiciones de clandestinidad o semiclandestinidad, que a veces<br />

llegó con suerte a ser publicada en Occidente, en el exilio, o en Rusia<br />

en las ediciones de samizdat— nos sirve de guía. Sin el entendimiento<br />

de estos procesos y sin su denuncia, Rusia (en palabras de Rayfield,<br />

especialista de literatura rusa en la Universidad de Londres) “seguirá<br />

estando espiritualmente enferma […]”. 24<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

El fenómeno impreciso, desarticulado, de la “oposición cultural” —lecturas<br />

públicas espontáneas, pase de mano en mano de poesía u otros<br />

escritos, etc.— se difundió y sistematizó con el tiempo hasta convertirse<br />

en el fenómeno social del samizdat, una red regular por la cual se<br />

copiaba y distribuía material no censurado a una audiencia interesada.<br />

El vago fermento de los círculos rebeldes que producían o leían literatura<br />

clandestina se volvió más organizado, preciso y político, sobre todo<br />

cuando fue derrotado Jruchov en 1964-1965. Fue una época de descontento<br />

creciente entre los círculos intelectuales más politizados y entre las<br />

masas trabajadoras. Aparecieron, por ejemplo, noticias sobre huelgas<br />

y trabajo a desgano en una planta automotriz de Moscú, que<br />

aparentemente contribuyeron al reemplazo de Jruchov por el equipo<br />

Breznev-Kosiguin. 25<br />

Los años de la década de 1960 fueron testigos de la aparición de los<br />

periódicos Ruskoe Slovo, Cuadernos de la socialdemocracia, de una publicación<br />

clandestina de la Unión de los Comuneros de 1964-1965, de<br />

grupos literarios que se interesaban tanto en la crítica social como en<br />

la literatura (SMOG, moscovita, es uno de ellos), de la “oposición cultural”<br />

legal centrada en los poetas rebeldes “legales” Evtushenko y<br />

Voznesenski, de la <strong>revista</strong> Novi Mir de Tvardovski, y también de numerosas<br />

memorias de viejos bolcheviques que, en su mayoría, habían<br />

pasado años en los campos y, a su vez, del contacto de los jóvenes con<br />

estos hombres. Estos procesos influyeron en el desarrollo de una<br />

sociedad cada vez más interesada en la política (ibid.: pp. 34-36).<br />

Basta mencionar los nombres de algunos que regresaron de los campos<br />

para señalar cómo impactaron sobre la juventud: Solzenitsin, cuya<br />

estatura se ha vuelto comparable a la de Tolstoy; Lev Kopelev, escritor<br />

cuyo análisis sobre el estalinismo, publicado en la <strong>revista</strong> Tagebuch del<br />

Partido Comunista Austriaco, llevó a su expulsión del Partido Comunista<br />

de la Unión Soviética en 1968; Evguénia Ginzburg, vieja comunista<br />

cuyo Viaje hacia el torbellino es un recuento samizdat de las<br />

purgas de Stalin; 26 A. V. Snegov, antiestalinista que denunció, en las<br />

discusiones abiertas realizadas en 1966 en el Instituto de Marxismo-<br />

Leninismo, la política contrarrevolucionaria de Stalin en la Guerra<br />

Civil española y en Alemania en vísperas de la toma del poder por<br />

Hitler; Alexey Kosterin y Piotr Fakir, cuyas experiencias en los campos<br />

de Stalin y el papel que desempeñaron en el movimiento de protesta de<br />

la época posterior a Jruchov son bien conocidos (idem).<br />

La situación política se ha agudizado de nuevo con la entrada de los<br />

tanques rusos a Checoslovaquia. “El rasgo más importante de la primavera<br />

checa en 1968 fue la tendencia hacia la instauración en el<br />

Estado y en el partido de las normas de la democracia socialista. Esta<br />

tendencia coincidía con la preocupación principal de los opositores<br />

26 Evguénia S. Guinzbourg,<br />

Le<strong>Ver</strong>tige (Chronique<br />

des temps du culte de<br />

la personnalité), t. 1, 1967<br />

(col. Points-Romans,<br />

1981), Éditions du Seuil;<br />

Le Ciel de la Kolyma (Le<br />

<strong>Ver</strong>tige, t. 2) 1980 (col.<br />

Points-Romans, 1983),<br />

Éditions du Seuil. [Nacida<br />

en Moscú en 1906, docente<br />

de la Universidad de<br />

Kazan, madre de dos<br />

hijos, en 1937 fue condenada<br />

a diez años de trabajos<br />

forzados en los<br />

campos estalinianos en<br />

Kolimá, al nordeste de<br />

Siberia. Liberada en 1947,<br />

fue detenida de nuevo y<br />

sólo hasta después de la<br />

muerte de Stalin ha sido<br />

rehabilitada. A partir de<br />

1959 empieza a redactar<br />

sus memorias, que se<br />

difunden en Samizdat;<br />

vive en la parte europea<br />

de Rusia con su segundo<br />

marido, a quien había<br />

conocido en los campos].<br />

(Tomado de Le Ciel de la<br />

Kolyma, (Le <strong>Ver</strong>tige, t. 2)<br />

1980, col. Points-Romans,<br />

1983, Éditions du Seuil).<br />

27 Isaiah Berlin, “¿Qué es<br />

la libertad política?”,<br />

Letras Libres, año VIII,<br />

núm. 91, julio de 2006,<br />

pp. 14-17.<br />

m i s c e l á n e a 63


28 Samizdat. Voces…, op,<br />

cit., p. 263.<br />

64<br />

soviéticos” (ibid.: p. 38).<br />

“Ser libre -—en palabras de Isaiah Berlin— es no estar obstruido,<br />

es ser capaz de hacer lo que uno quiera hacer”. Resalta el contenido<br />

del concepto “la libertad”:<br />

[…] no es una palabra que denote un fin humano, sino un término<br />

para designar la ausencia de obstáculos —en particular, que resultan<br />

de la acción humana para la realización de cualesquier fines que los<br />

hombres puedan perseguir—. Y la lucha por la libertad, al igual que la<br />

lucha por la justicia, es una pugna no por un fin positivo, sino por<br />

condiciones en que puedan llevarse a cabo esos fines positivos: es<br />

despejar un espacio que, sin los fines que vale la pena perseguir en sí<br />

mismos, permanecería vacío. 27<br />

En 1969 recibió mucha difusión la información sobre las “clínicas<br />

siquiátricas especiales” de la Unión Soviética. Amnistía Internacional<br />

participó en esta difusión.<br />

[…] cuando se quiere excluir a alguien de la sociedad se lo declara<br />

mentalmente enfermo si las autoridades están convencidas de su<br />

culpabilidad y la investigación no ha podido probarla. La Corte no establece<br />

el periodo de internación, que puede extenderse indefinidamente.<br />

A personas totalmente sanas se las interna en estos hospitales a<br />

causa de sus opiniones, junto a otras realmente enfermas. De este modo<br />

pierden el derecho a defenderse ante un tribunal y viven en condiciones<br />

mucho peores que las de las prisiones y los campos.<br />

El primero de estos “hospitales” ya existía antes de la guerra, en Kazan.<br />

Aún mantiene una sección especial para los internados políticos creada<br />

en esa época. Después de la guerra se estableció una colonia en<br />

Sistjovka, en la región de Smolensk. […] A los internos de esta colonia<br />

se los hunde en un completo colapso mental. 28<br />

La misma fuente menciona que otros “hospitales” de este tipo se abrieron<br />

en Leningrado en 1952, en Cherniajovsk en 1965, en la región de<br />

Kaliningrado, en Minsk, en 1966, y en Dnepropetrovsk en 1968. En<br />

estos centros de detención —de acuerdo con la misma fuente— a los<br />

presos políticos “se los tortura con el pretexto de aplicarles un tratamiento;<br />

reciben grandes dosis de aminazina y sulfasina, que les causan<br />

reacciones depresivas y graves daños físicos”. No debe<br />

sorprendernos entonces que durante el caso del juicio de Natalia<br />

Gorbanevskaia —quien participó en la manifestación de la Plaza<br />

Roja contra la invasión a Checoslovaquia—, su madre, compareciendo<br />

ante la Corte exigió: “Si mi hija ha cometido un crimen, entonces<br />

condénenla, no importa qué tan severo sea el castigo. Pero no envíen<br />

a una persona completamente sana a una institución siquiátrica”<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

(ibid.: pp. 262-263).<br />

Le Monde publicó en 1971, del 4 al 5 de abril, una carta-protesta del<br />

académico Andrei Sajarov, quien exigió la libertad de todos los<br />

arrestados (ibid.: p. 268). Pero “hay silencios más resonantes que los<br />

gritos”. Esta frase pertenece a Valentín Moroz, quien intervino en su<br />

juicio, “fue arrestado en agosto de 1965, en una oleada represiva que<br />

atrapó a docenas de intelectuales ucranianos” (ibid.: pp. 271 y 274). El<br />

atropello de los derechos del hombre es uno de los múltiples fenómenos<br />

que no pueden ser soslayados en la caracterización del siglo<br />

XX. Explica Hannah Arendt:<br />

La destrucción de los derechos del hombre, la muerte en el hombre de<br />

la persona jurídica, es un prerrequisito para dominarlo enteramente. Y<br />

ello se aplica no sólo a categorías especiales, tales como las de delincuentes,<br />

adversarios políticos, judíos, homosexuales, sobre quienes se<br />

realizaron los primeros experimentos, sino a cada habitante de un<br />

Estado totalitario […].<br />

A la verdadera naturaleza de los regímenes totalitarios corresponde<br />

exigir el poder ilimitado. Semejante poder sólo puede ser afirmado si<br />

literalmente todos los hombres, sin una sola excepción, son fiablemente<br />

dominados en cada aspecto de su vida […].<br />

29 Hannah Arendt, Los<br />

orígenes del totalitarismo,<br />

Taurus (1ª ed. en inglés,<br />

1951), 1ª ed. en México,<br />

2004, pp. 547, 553 y 554.<br />

30 Víctor Serge, “Le massacre<br />

des ecrivains sovietiques”,<br />

16 Fusill’es a<br />

Moscou. Zinoviev,<br />

Kamenev, Smirnov…<br />

Lettres inédites, Spartacus,<br />

París, nov.-dic. de 1972.<br />

31 Víctor Serge, Obras<br />

escogidas, p. 317.<br />

m i s c e l á n e a 65


32 R. Greeman, “Víctor<br />

Serge y la novela revolucionaria”<br />

(trad. de Jorge<br />

Bustamante García), en A.<br />

V. Gúsiev Víctor Serge,<br />

Humanismo socialista<br />

contra totalitarimo, Centro<br />

Científico-Educativo,<br />

Praxis, Moscú, 2003.<br />

33 Susan Sontag, “Perpetuo”,<br />

Letras Libres, año VI,<br />

núm. 66, junio de 2004.<br />

66<br />

El poder total sólo puede ser logrado y salvaguardado en un mundo<br />

de reflejos condicionados, de marionetas sin el más ligero rasgo de<br />

espontaneidad. […] la individualidad, es decir, todo lo que distingue a<br />

un hombre de otro, resulta intolerable. 29<br />

Es justo en estas páginas hacer referencia a Víctor Serge, quien, entre<br />

otras reflexiones, nos dejó un testimonio sobre la resistencia de los<br />

poetas rusos, como en general sobre la historia de la masacre de<br />

escritores soviéticos en 1936-1939. 30 Escribe Richard Greeman, uno de<br />

los especialistas de su obra literaria:<br />

Serge recurrió a la escritura con la discreta aspiración de dejar<br />

testimonios útiles sobre su época, pero al mismo tiempo alimentó la<br />

esperanza de que a sus obras les estaba destinada una larga vida. 31 El<br />

ciclo de sus novelas abarca toda una época histórica de lucha: desde el<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

movimiento prerrevolucionario pasando por la revolución rusa, la<br />

guerra civil y la NEP, hasta llegar a la contrarrevolución estalinista, el<br />

surgimiento del fascismo y el casi total aniquilamiento de la única generación<br />

revolucionaria en la historia, a la cual pertenecía el propio Serge.<br />

Él fue, sin duda, un auténtico testigo y “cantor” de este ejército del pasado,<br />

y su obra —incluyendo sus textos perdidos, que nos son conocidos<br />

sólo por sus temas y títulos— continúa viviendo, a semejanza de los<br />

ciclos épicos y trágicos de la antigüedad. 32<br />

La obra literaria de Víctor Serge, reconocida por escritores importantes<br />

de su tiempo, entre ellos Romain Rollan y André Gide, no ha perdido<br />

vigencia en el momento actual. En este sentido puede mencionarse el<br />

ensayo que Susan Sontag le dedica a su vida y obra y que coincide con<br />

la publicación en inglés de la novela de Serge El caso Tuláiev. En su<br />

escrito, al referirse a Serge, “una de las conciencias libres más<br />

apasionantes del siglo XX”, Sontag reconstruye el ambiente literario<br />

de Serge: 33<br />

Las afinidades literarias de Serge, así como muchas de sus amistades,<br />

estaban entre los grandes modernistas de los años veinte, como Pilniak,<br />

Zamiatin, Serguei Esenin, Maiakovski, Pasternak, Danil Jarms (su<br />

cuñado) y Mandelstam, en lugar de los realistas como Gorki, emparentado<br />

[con él] por el lado materno, y Alexei Tolstoi. Pero en 1928,<br />

cuando Serge comenzó a escribir narrativa, la nueva era milagrosa<br />

prácticamente había acabado, destruida por los censores, y pronto los<br />

propios escritores, en su mayoría, fueron detenidos y asesinados o se<br />

suicidaron.<br />

En esta parte cabe mencionar a otros críticos del sistema soviético,<br />

como Trotski, Gide, Koestler, y a los investigadores del totalitarismo<br />

posteriores a Serge: H. Arendt, R. Aron, K. Friedrich, G. Bataillon,<br />

M. Amis y D. Rayfield, entre otros.<br />

Después de la Segunda Guerra mundial la censura implementada<br />

por el gobierno de la Unión Soviética indicaba a quiénes, desde entonces,<br />

sus habitantes debían recordar. Eran tiempos que propiciaron<br />

la aparición de una oposición no tanto política sino estética y de<br />

la memoria, una oposición que tenía el propósito de recordar,<br />

aunque de manera fragmentaria, la cultura anterior, cuyos representantes,<br />

en su mayoría, fueron eliminados físicamente o reprimidos<br />

por el poder.<br />

Es el caso del legado literario del Siglo de Plata, 34 reconstruido gracias<br />

a la labor minuciosa del poeta Leonid Chertkov, quien también<br />

pasó varios años en prisión. 35 Originario de Leningrado (en la<br />

actualidad San Petersburgo), con el riesgo de ser reprimido realizó en<br />

soledad y en silencio una exhaustiva búsqueda histórica en bibliotecas<br />

y archivos. Acudió a los periódicos y <strong>revista</strong>s de la época, realizó<br />

34 Mandelshtam, Ajmátova,<br />

Pasternak, Tsvetáieva,<br />

entre otros.<br />

35 Vadim Skuratovski,<br />

“Estando solo”, CN, Stolichnie<br />

novosti, versión<br />

electrónica, núm. 33,<br />

(278), 23-29 de septiembre<br />

de 2003.<br />

36 Tomado de la Revista<br />

Aire, Proyecto ARGO,<br />

Moscú, director Dmitri<br />

Kuzmin, versión electrónica<br />

[en ruso].<br />

m i s c e l á n e a 67


37 Carlos Rubio, “Instan a<br />

Rusia a juzgar crímenes de<br />

soviéticos”, Reforma, sec.<br />

Internacional, 17 de<br />

octubre de 2006, p. 8.<br />

38 Aleksandr Solzhenitsyn<br />

es autor de Archipiélago<br />

Gulag, El primer círculo,<br />

Un día en la vida de Iván<br />

Denisóvich, entre otros.<br />

39 Daniel Kehlmann,<br />

“Aleksandr Solzhenitsyn,<br />

definido por la historia”,<br />

Milenio, 22 de octubre de<br />

2006, p. 36.<br />

40 Chentalinski, Vitali, De<br />

los archivos literarios del<br />

KGB, España, Anaya &<br />

Mario Muchnik, 1994; y<br />

“Denuncia contra Sócrates”,<br />

2006.<br />

41 Ricardo San Vicente,<br />

“Prólogo”, en Joseph<br />

Brodsky, No vendrá el diluvio<br />

tras nosotros. Antología<br />

poética (1960-1996),<br />

trad., sele. y pról. de Ricardo<br />

San Vicente, Galaxia<br />

Gutenberg, Círculo de<br />

Lectores, Barcelona, 2000,<br />

p. 16.<br />

42 Mijail Áisenberg,<br />

“Algunos otros”, op. cit.<br />

68<br />

ent<strong>revista</strong>s con algunos de los últimos rusos tristes y viejos que conservaban<br />

la memoria de los tiempos pasados. Como resultado de esta<br />

labor se publicaron cerca de un centenar de ensayos bien documentados,<br />

en su mayoría dedicados a la caracterización del Siglo de Plata<br />

y a su gente, medio olvidados, olvidados, u olvidados por completo<br />

(idem).<br />

Siendo un investigador solitario, “de las cenizas de la historia extraía<br />

firmes, como un brillante, hechos y colisiones, conservados en ella<br />

por milagro” (idem). Como muchos poetas opositores, Leoníd<br />

Chertkov emigró a Occidente, donde pasó los últimos años de su vida.<br />

Nosotros, agradecidos lectores, no podemos olvidar que sin sus<br />

aportaciones en el campo de la historia literaria de la ex Unión<br />

Soviética no nos hubiera sido posible tener acceso a la obra prohibida<br />

por décadas de los más grandes poetas rusos del siglo XX. En memoria<br />

de Mandelstam recordaremos su apreciación de la poesía: “Todos<br />

los versos los divido en los permitidos y los escritos sin permiso. Los<br />

primeros son una basura; los segundos, el aire robado.” 36<br />

No obstante, nadie sabe cuánta obra literaria y artística en general<br />

quedó destruida por el poder en el transcurso de un tiempo que parecía<br />

interminable. Y frente a los hechos actuales —el asesinato de la<br />

periodista Anna Politkovskaia el día 7 de octubre de 2006 y las medidas<br />

prohibitivas contra las organizaciones no gubernamentales— sería<br />

válida la pregunta: ¿cuándo llegará el día que un individuo en Rusia<br />

respire el aire de la democracia plena?<br />

De acuerdo con el escritor Vitali Shentalinski: “Ahora lo que<br />

tenemos son fusilamientos selectivos y cada mañana, al levantarnos,<br />

los rusos prendemos la radio preguntándonos ‘¿a quién más?, ¿a quién<br />

habrán ahora quitado de en medio?’”. 37 Claro, no se comparan los<br />

tiempos de hoy a los de la terrible persecución estaliniana —según el<br />

mismo escritor, “Rusia necesita ahora, más que nunca, un tribunal<br />

como el de Nuremberg, pues el régimen comunista que padeció<br />

durante décadas no ha sido aún denominado de forma jurídica y oficial<br />

como un régimen criminal” (idem), pero sin duda la gente sigue<br />

viviendo con miedo. “En lo que se refiere a la cultura —precisa<br />

Shentalinski—, en estos momentos es más fuerte la autocensura de<br />

los creadores que la censura que ejerce el poder” (idem). Tal vez, el<br />

miedo y la precaución son características predominantes de la conducta<br />

de un ciudadano ruso.<br />

En una ent<strong>revista</strong> realizada por la <strong>revista</strong> alemana Cicero,<br />

Aleksandr Solzhenitsyn, 38 premio Nobel de literatura (1970), quien<br />

retornó a Rusia luego de un exilio de 21 años (1973-1994), muestra su<br />

escepticismo:<br />

El gran apoyo a la dictadura comunista de los pensadores occidentales<br />

que comenzó en la década de 1930 es una señal y consecuencia de la<br />

decadencia del humanismo secular: estamos sufriendo por ello ahora y<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Poetas rusos<br />

***<br />

Traducciones de Ludmila Biriukova<br />

Irreal, el que fluye, eres,<br />

mariposa que entró volando desde la tempestad,<br />

soñado, te pareces<br />

Chuang Chou, sutil, todo es endeble,<br />

Libre, a qué puede uno adherirse aquí,<br />

ser fugaz, amar la lluvia y las flores,<br />

a los animales sagrados… pero es suficiente,<br />

incendiado, eres quien se apaga.<br />

VLADIMIR GANDELSMAN<br />

De poemas de 1984-1986.<br />

Vladimir Gandelsman. Leningrado, en la actualidad San Petersburgo, 1948. Vive entre<br />

Nueva York y San Petersburgo.<br />

m i s c e l á n e a 69


70<br />

BAJIT KENZHÉIEV<br />

***<br />

Oh, vida, desvelo, gusano de seda impar…<br />

amigo mío, ¿de qué conversan los gitanos?<br />

Aun con la fogata la noche es cada vez más fría,<br />

de los corceles robados, sujetados corceles,<br />

el relincho entrañable, de la guitarra el fluir ronco,<br />

y las chispas se desprenden al aire… Envuelto en una manta,<br />

el niño contempla el fuego sin entender por qué<br />

se desencadena en la niebla la sustancia de madera<br />

y las taciturnas mariposillas arden<br />

y nosotros somos limitados, y nosotros somos ignorantes…<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

***<br />

Estoy harto de la zozobra y la cólera,<br />

me pongo viejo, soy un hazmerreír, ando sin afeitar,<br />

y el alma, visitante parlanchina,<br />

hasta el amanecer me repite fantasías—<br />

[me repite fantasías hasta el amanecer—]<br />

bien cubriéndose del pelo y de la carne,<br />

bien partiendo hacia el nitrógeno eterno,<br />

oye los vientos húmedos triásicos,<br />

y de miedo roe la almohada—<br />

recuerda —por la noche, entrañable y frágil,<br />

como si fuera el oficio de un amor débil,<br />

por el suelo fangoso antediluviano<br />

una tribu de anfibios se desplazaba—<br />

el corazón de pez tendía a la tierra,<br />

susurrando con la sangre fría,<br />

la espina se rompía, la arteria se deformaba,<br />

así es como ella nacía, el alma,<br />

semejante a una rata arcaica,<br />

que ha olvidado la situación y el cálculo,<br />

de la Tierra a las incomparables alturas<br />

a nuestro hermano ahora le arrastra,<br />

hacia las miríadas de puntos explosivos,<br />

donde la falsedad cósmica encuentra su razón,<br />

y la poesía es tan sólo un apuntador<br />

del hurto humano…<br />

Bajit Kenzhéiev. Chimkent, Kazajstán, ex Unión Soviética, 1950. Vive en Canadá.<br />

m i s c e l á n e a 71


72<br />

ARSENI TARKOVSKI<br />

***<br />

Arseni Tarkovski. 1907-1989.<br />

Hice una cama de nieve,<br />

Arboledas y praderas decapité,<br />

Y forcé que a tus pies se estrechasen<br />

El más dulce laurel, el lúpulo amargo.<br />

Pero a marzo no le siguió abril<br />

En defensa de normas e inventarios.<br />

Te he erigido un monumento<br />

En la más sollozante de las tierras.<br />

Estoy de pie bajo el cielo del norte<br />

Ante tu elevación<br />

Blanca, miserable e indómita.<br />

No me reconozco,<br />

Solo, solo, con una camisa oscura<br />

En tu porvenir, como en el paraíso.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

***<br />

Se platea la Luna en una fuente de nube.<br />

Nosotros no somos nuestro propio juez y de los demás tampoco.<br />

Hubiera dormido dulcemente, pero he aquí la desdicha:<br />

El mundo migra —se mueven los hielos y la gente,<br />

Y también las estrellas se mueven— quién sabe a dónde.<br />

Como lavanda, está azulino el amanecer.<br />

El fuego invade mi alma, aunque la mente es clara:<br />

En el abandono se encuentra el mundo, por eso es cruel.<br />

Si duerme el pastor, se dispersa el rebaño,<br />

Si duerme El Señor, se dispersa el pueblo.<br />

Inna Lisnianskaia. 1928.<br />

INNA LISNIANSKAIA<br />

m i s c e l á n e a 73


74<br />

VLADÍMIR STROCHKOV<br />

***<br />

…un hombre ordinario, común,<br />

pero algo lento. Una vez<br />

iba a su casa. En el descanso de la escalera,<br />

pensativo, atravesó la pared de lado a lado<br />

y salió volando del octavo piso,<br />

pero no cayó, se elevó al noveno,<br />

sacó las llaves y, al abrir la ventana,<br />

entró en la cocina, se puso a hervir pelmeni, *<br />

los arrojó al colador, les echó crema,<br />

se dispuso a comer, pero de pronto cayó —y es todo.<br />

He visto el cuerpo. Estaba destrozado.<br />

NOTA: Este poema recibió el premio “Elección del lector”, 2005 de Arión, <strong>revista</strong> de poesía<br />

de Moscú, cuyo director es Alekséi Aliojin. [N. de la T.]<br />

* Especie de ravioles.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

***<br />

Digo, estoy cansado, estoy cansado, déjame,<br />

no puedo, digo, estoy cansado, déjame, estoy cansado,<br />

no deja, no oye, de nuevo me apretó en su puño,<br />

me eleva, ríe, pero aún no has volado,<br />

dice, ríe, de nuevo por encima de mi cabeza<br />

abre sus dedos, me alza, vuela,<br />

así parece que vuelo, digo, escupiendo la hierba,<br />

parece que he volado, digo, he volado, déjame,<br />

estoy cansado, digo, déjame, estoy cansado, pero él de nuevo<br />

me eleva por encima de mi cabeza, yo estoy cansado,<br />

me alza, estoy cansado, y él no logra<br />

entender, ríe, vuela, dice, hacia los arbustos,<br />

pero estoy cansado, manoteo con toda mi fuerza,<br />

me rompí el hocico, me aferré a un arbusto extremo,<br />

bueno, digo, que sea la última vez, y él dice, loco,<br />

si ya volaste, bueno, digo, como quieras,<br />

entonces, otra vez, no, dice, discúlpame,<br />

estoy cansado, déjame, ríe, no puedo, me has tocado,<br />

sólo una vez más, digo, no puedo, dice, ahora vuela por ti mismo,<br />

vete al diablo, digo, Señor, ya me cansaste,<br />

río, él me mira, pero yo río, no puedo,<br />

bueno, dice, arranca, corre, y yo me impulso.<br />

Vladímir Strochkov. 1946.<br />

m i s c e l á n e a 75


76<br />

ALEKSÉI TSVETKOV<br />

Alekséi Tsvetkov. 1947.<br />

***<br />

Como el cielo sobre la ensenada, corazón, deja de latir,<br />

No alteres el curso de las libélulas.<br />

Dios para un palmo de tierra tiene<br />

Una columna de almas proyectadas.<br />

Él quitará con la pala un estrato de tierra,<br />

Descubriendo los siglos.<br />

Pero, Señor, ¿qué se podría hacer conmigo,<br />

Si estoy vivo por ahora?<br />

No pongas la casa más rica que la paterna,<br />

Aun más penosa será tu frustración.<br />

Así las hormigas no cambian su orden<br />

Y las aves entre los claros de los tejados.<br />

Está en llamas la pared,<br />

De los ojos apagados sale humo.<br />

Pero sobre mí, ¿qué podrán decir ustedes<br />

Que yo mismo no haya dicho?<br />

Sin fe mendiga el espíritu cansado,<br />

En la puerta susurrando con la alforja,<br />

Una vida que fuese más apreciada que dos,<br />

Más rica de sí misma.<br />

Recuerdo la tierra de mis poemas,<br />

He cantado cerca de su fuego.<br />

Pero ¿qué puede ser cambiado si como y duermo,<br />

Y parece que no existo?<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Serguéi Gandlevski. 1952.<br />

***<br />

Hay en la vida vegetal del poeta<br />

Una época infausta, cuando<br />

Intenta evadir la luz celestial<br />

Y teme al juicio de los hombres.<br />

Y desde el pozo de una metrópoli,<br />

<strong>Ver</strong>tiendo a las palomas grises el mijo limpio,<br />

Jura con un juramento terrible,<br />

Desquitarse si llega el caso, pero<br />

Gracias a Dios, en la veranda de una casa de campo,<br />

Donde el jazmín acaricia la mano,<br />

Del violín exaltado de Vivaldi<br />

Aprendíamos a volar —y he aquí<br />

El vacío alcanza la altura,<br />

Y el alma desde la altura del vacío<br />

Se precipita a la tierra y queda sin pulso,<br />

Pero las flores rozan el codo…<br />

En realidad nada sabemos,<br />

Tenemos mieditis, bebemos como una esponja,<br />

Por la excitación quebramos los cerillos<br />

Y a causa del abatimiento rompemos la vajilla.<br />

Nos prometemos decir sin halagos<br />

Francamente las cuatro verdades.<br />

Pero los versos no son un instrumento de venganza,<br />

Sino manantial de dignidad de plata.<br />

SERGUÉI GANDLEVSKI<br />

m i s c e l á n e a 77


78<br />

JOSÉ LUIS SIERRA<br />

Los pobres en el otoño<br />

Azufre para quemar la calle.<br />

No documenté la trifulca.<br />

La enramada a media calle.<br />

El viento pasó como el otoño<br />

de ayer, percibimos la destrucción<br />

demasiado tarde…<br />

Yo no tenía memoria entonces.<br />

***<br />

La verdad.<br />

El horizonte.<br />

No el vacío frente a la mirada,<br />

lontananza afín.<br />

Locos en verdad,<br />

hombres deshabitados, marchitos,<br />

endiablados —por decir.<br />

Silbos,<br />

habitantes universales,<br />

encajonados.<br />

De cartón piedra su piel.<br />

Incendiarios<br />

de los mejores días y malas noches,<br />

cerebrales cuando se oponían las razones.<br />

No había porqués.<br />

Acción para las dudas.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

m i s c e l á n e a<br />

Para mentir y ser aceptados.<br />

Eso decían entonces.<br />

“Dormimos para las estrellas”.<br />

79


80<br />

***<br />

El olor picaba,<br />

era un gas fétido. Una mugre agredía.<br />

Una esperanza de encontrarse y no perderse.<br />

Todos sabíamos que allí estaban.<br />

No pedían comprobar su existencia.<br />

Pasaban de mirada en mirada.<br />

No eran invisibles.<br />

Vivían y no más.<br />

Vivían, sólo eso.<br />

Se acuestan sobre la nube de olor<br />

y se confunden…<br />

Ululan, ululan…<br />

***<br />

Una congregación, una banda,<br />

una insólita aparición nocturna,<br />

un barco fantasma, una procesión,<br />

un manifestarse en silencio.<br />

Un drama a mitad de la plaza.<br />

Cuánto hilacho tirado de la nada.<br />

Bajan en triciclos<br />

tirados por sus perros…<br />

A pie, ciegos,<br />

tirados por sus perros.<br />

Montados unos sobre otros, enredados,<br />

como manojos de aire, como<br />

resoplidos…<br />

Ocres y negros, el vestido es un delantal,<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

m i s c e l á n e a<br />

un mandil, un sobretodo.<br />

Utópico, metódico.<br />

El desfile es opaco.<br />

Son pobres los aires.<br />

***<br />

En jirones los vemos.<br />

No se hablan, apenas juntan sus andrajos.<br />

El mercado es su refugio,<br />

¡aventados alrededor de la fuente llaman, aullan,<br />

balbucean su piedad…!<br />

El predicador ronda al igual que ellos<br />

por los entrecijos del dolor,<br />

los rodea, los escudriña…<br />

Rezume vahos hediondos.<br />

Cascorvos, colorados los rostros, negruscos,<br />

encostrados, no sabes si algo podrido<br />

les regurgita en el vientre…<br />

Hasta que vomitan y el mundo los castiga,<br />

y los llama a cuenta;<br />

volcados hacia ellos están los iluminados:<br />

aquellos que no tuvieron hambre,<br />

que no necesitaron agua en el camino,<br />

que perdonaron lo necesario.<br />

Bajo la cuesta y allí están otra vez.<br />

Son alientos moribundos.<br />

Santiago de Querétaro, 2005<br />

81


82<br />

ODETTE ALONSO YODÚ<br />

LA CIUDAD COMO ESCENARIO EN LA LÍRICA LÉSBICA<br />

Divinas perversiones<br />

No cabe duda: la ciudad es el escenario por excelencia de la diversidad en todos<br />

los sentidos y de la variedad sexual en particular. Desde la lírica sáfica<br />

hasta sus más jóvenes y recientes cultivadoras, la poesía lésbica ha nacido<br />

y se ha nutrido en esos ambientes citadinos, cuna de todas esas divinas perversiones.<br />

Gracias a Pierre Louÿs, el autor de Las canciones de Bilitis, conocemos la ciudad<br />

primera de la lírica lésbica, aquella urbe espléndida que dio vida, hacia el siglo VII antes<br />

de Cristo, a una poesía que contrastaba con la virilidad del ideal homérico, una<br />

poesía espiritual, dispuesta a cantar con delicadeza y refinamiento los sentimientos<br />

que se confinaban a los espacios privados. De ella nos dice Pierre Louÿs (Las<br />

canciones de Bilitis, Ediciones 29, col. Ucieza, Barcelona, 2003, pp. 10-11):<br />

Lesbos era entonces el centro del mundo. A medio camino entre la bella Ática y la<br />

fastuosa Lidia, la isla tenía por capital una ciudad más iluminada que Atenas y más<br />

corrompida que Sardes […]. Las calles estrechas y siempre atestadas por una multitud<br />

resplandeciente de telas coloreadas, túnicas de púrpura y de jacinto, cyclas de<br />

seda transparente, basaras arrastrantes en el polvo de los zapatos amarillos. Las<br />

mujeres llevaban en las orejas unos grandes aretes de oro engastados de perlas brutas<br />

y en los brazos brazaletes de plata maciza groseramente cincelada en relieves […] La<br />

animación de Mitylene no cesaba con el día, pues nunca era tarde para que se oyera,<br />

por las puertas abiertas, los sones de alegres instrumentos, los gritos de las mujeres y el<br />

ruido de las danzas. […] En una sociedad en la cual los maridos por la noche están<br />

tan ocupados en el vino y las bailarinas, las mujeres fatalmente debían acercarse y<br />

buscar entre sí el consuelo de su soledad. De ahí vino que aquéllas se enternecieran<br />

en esos amores delicados, a los cuales la antigüedad daba ya su nombre, y que mantuvieran,<br />

pese a lo que opinen los hombres, más pasión verdadera que viciosa búsqueda.<br />

Creo que fatalmente no es el adverbio más apropiado para referirse a “esos amores<br />

delicados [con] más pasión verdadera que viciosa búsqueda”. Creo que ni Safo ni<br />

Bilitis ni las servidoras de las musas, aquellas compañeras de las poetas lesbianas, las<br />

de Lesbos, usarían o pensarían siquiera en describir sus amores con ese adverbio.<br />

Creo que su poesía y la posterior, la que llega hasta nosotras, la que seguimos cultivando<br />

en honor a ellas, no merece ese adverbio fatal. ¡Cosas de hombres éstas de<br />

calificarnos desde su más absoluta ignorancia especulativa!<br />

Los escenarios urbanos han sido, desde Mitylene hasta hoy, el más fecundo caldo<br />

de cultivo para las relaciones lésbicas y la poesía que las canta. La ciudad como<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

espacio físico, los oficios de ciudad, los hobbies y los ambientes citadinos, la comida,<br />

los atuendos, los afeites, los modos y maneras de las urbes, han encontrado y<br />

encuentran lugar privilegiado en la poesía escrita por mujeres para otras mujeres.<br />

Alrededor del año 1800, Wu Tsao, en su poema “Para la cortesana Chi’ng Lin”,<br />

describía ambientes que remontaban a las servidoras de las musas en Lesbos:<br />

Sobre tu esbelto cuerpo<br />

Repiquetean los adornos de jade y de coral de tu cinturón […]<br />

Tú brillas intensamente como una lámpara perfumada<br />

Entre las sombras circundantes.<br />

Jugamos juegos del vino<br />

Y una a la otra nos recitamos poemas […]<br />

Luego una a la otra nos pintamos hermosas cejas.<br />

La mención de la ciudad como espacio físico que cobija<br />

a estos amores es el primer nivel, el más inmediato,<br />

de inserción de esta lírica en el contexto urbano.<br />

Así, por ejemplo, en “Ella pasó por aquí”, Djuna<br />

Barnes (Estados Unidos, 1892-1982) le dice a la<br />

muchacha que se ha marchado “toda vestiditos, ceceando<br />

por la ciudad” que se la robará “como un<br />

penique entre la multitud”. La misma neoyorkina<br />

multitud en la cual soñó Laura Ruiz (Cuba, 1966)<br />

besar a su novia:<br />

Yo sólo quería construir un camino por donde ir y<br />

venir. Un camino que vigilar hasta que consintieras<br />

ser besada en el invierno del Central Park, con el mismo<br />

miedo con que en un cine de isla acaricié tus<br />

muslos cuando Scarlett O’Hara —que no era Vivian<br />

Leigh sino tú— levantó los ojos y dijo mirándome:<br />

“Lo pensaré mañana.”<br />

La misma ciudad en que Dina Piera di Donato (Venezuela)<br />

canta a la “Sargento Josanna Jeffrey”: “mi<br />

centinela de trenzas escarchadas / más bella que<br />

Central Park en invierno / tatuado de azafrán / firmado<br />

Christo […] Josanna mía mi aliento de bambú”, la<br />

novia negra del Bronx, suicidada después de un año en<br />

la insensata guerra de Bagdad. Las mismas “calles bulliciosas”,<br />

en uno u otro continente —qué más da—,<br />

de las cuales Elsa Gidlow (Gran Bretaña, 1898-1986)<br />

ha “sustraído a una hermosa muchacha de sus deslucidos<br />

sueños […] para un sacrificio que le ofreceré a<br />

la noche”.<br />

Esa deambulante —citadina al fin— puede conver-<br />

fm ei rs cr e li rá an eg au<br />

l l a r 83


84<br />

tirse en ciudad ella misma, al menos para los ojos de su amada, como propone<br />

Silvia A. Ramos (Cuba, 1953) en su poema “Mujer”:<br />

He sido tus calles,<br />

cada viejo<br />

adoquín,<br />

cada reja y muro<br />

trenzados<br />

por tus ojos.<br />

O puede confundirse en “las orgías / los encuentros inteligentes / el amor sin<br />

amor” característico de las grandes ciudades posmodernas que Manelic Ferret<br />

(Cuba, 1961) refiere en su poema “Filón”.<br />

En esas ciudades posmodernas acontecen otros encuentros, otras reuniones<br />

que buscan, como en Lesbos entonces, como en cada ciudad de la historia, el refugio<br />

de los espacios íntimos. Allí, alejadas de la mirada mundanal del resto, en la<br />

tibia atmósfera de las cocinas y los comedores y las salas de estar, ocurren otras<br />

degustaciones indudablemente citadinas.<br />

Tal es el caso de la cena mediterránea que Gloria Bosch (España, 1959) quiere preparar<br />

en “Receta de cocina frustrada a las finas hierbas”:<br />

Apenas empiezo a saborearte<br />

y ya me entran ganas de comerte<br />

mordisquear tus orejas despacio<br />

lamer tu cuello lentamente,<br />

prepararte un aderezo con mi aliento<br />

mezclar tu saliva con mis dedos. […]<br />

El orégano previsto en tu mejilla<br />

la pimienta salpicada en tu mirada<br />

la vainilla extendida por tu nuca<br />

la menta en tu piel y la mostaza.<br />

El comino, el limón, la hierbabuena<br />

el romero en tu frente, en tus labios la salvia<br />

el azafrán y el laurel en tus hombros<br />

por tus dientes el anís, la alcaparra.<br />

Tal intento se frustra porque la amante mantiene “una dieta muy estricta”; las<br />

dietas que son, sobre todo en los últimos tiempos, atormentantes ocupaciones<br />

citadinas. Sin embargo, de no haber tenido que congelar “en la memoria el menú<br />

del deseo”, a esta cena le hubieran venido de maravilla las copas de vino tinto que,<br />

en el poema que ese título lleva —“Copas de vino tinto”— comparte Raquel<br />

Rolando Souza (Brasil, 1960) con la mujer de sus amores mientras sus rostros se<br />

avecinan y una lengua unta a la otra y los cabellos de ambas se entretejen.<br />

Y como para gustos se han hecho los colores y los grosores, mientras unas<br />

cuidan su peso, Tatiana de la Tierra (Colombia, 1961) nos confiesa, en su “Oda a<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

las lesbianas desagradables”, que tiene “ansias de una lesbiana regorda / tan grande<br />

que no cabe dentro de la puerta de Starbucks / y tiene que construir un café afuera<br />

para ella”.<br />

[…] sueño con una lesbiana sin dinero<br />

tan pobre que no tiene carro ni monedas para el autobús<br />

camina descalza por las calles dondequiera […]<br />

les roba a las supertiendas<br />

estafa a los hombres de negocio […]<br />

hace una parrillada de pájaros en su carrito de compras<br />

Y así, cafetería, dinero, autobús, supertiendas y hombres de negocio componen un<br />

cuadro completamente citadino.<br />

Dunia Galindo (Venezuela, 1961), por su parte, sospecha que Freud —ese otro<br />

hobby tan urbano—,<br />

Sabe que estuve con ella<br />

Que me cuesta volver a la horma,<br />

seguir el mapa<br />

Que no se trata de desdeñar constructos religiosos,<br />

culturales<br />

Que el malestar en él,<br />

la transgresión en mí<br />

es un asunto más primario<br />

menos retorcido:<br />

Que yo no tengo la culpa<br />

Que la culpa es de sus trenzas<br />

y del olor que [te] sale de los pechos.<br />

Y en aposentos más privados, en las habitaciones donde la pasión se teje y se desteje<br />

como las “agujas entrando y saliendo de la tela” de Amy Lowell (Estados<br />

Unidos, 1874-1925), hay dos mujeres probando que su amor no es el fatal consuelo<br />

que atribuía el viejo Louÿs a las mujeres de Lesbos. Por eso, en “Habitación 324”,<br />

Mae Roque (Cuba, 1972) presupone —sabe— que<br />

[…] puede existir un hotel<br />

con un cuarto<br />

y dos mujeres<br />

o una sola a ambos lados de la puerta,<br />

que extienden las manos al mismo lugar<br />

para reencontrarse siempre.<br />

Entonces la muerte<br />

será la sombra que pasa<br />

fm ei rs cr e li rá an eg au<br />

l l a r 85


86<br />

MARCO FONZ DE TANYA<br />

Carlos Edmundo de Ory<br />

¿Yo qué soy?<br />

me interno en el terreno de la voluntad o del pensamiento<br />

espeso, yo no sé todavía el mensaje que traigo, pues el espíritu que<br />

“…cuando<br />

sale por mi letra es por el momento un espíritu revolucionario,<br />

más bien destructor y característicamente demoniaco. No soy más que un poeta,<br />

un lírico feroz y una voz iluminada que canta libremente…”.<br />

El párrafo anterior fue escrito el domingo 2 de diciembre de 1950. Su autor contaba<br />

con 27 años. Hacía cinco que había llegado a Madrid proveniente de su natal<br />

Cádiz. A los 21 años se preguntaba: “¿Por qué estamos rodeados de auroras de la<br />

muerte?” Y a los 25 años afirmaba con clara visión delirante: “¡Jóvenes algo profundos,<br />

me oiréis! Tarde o temprano saldré yo con mis libros, como ahora salgo con<br />

mis barbas. Como mis barbas de fuego turbador serán mis ideas y mis profecías.”<br />

Carlos Edmundo de Ory nace el 27 de abril del 1923. Gaditano con raíces marinas<br />

y árbol universal. Poeta de posguerra, representa en España una de las voces de las<br />

vanguardias europeas. De hecho, junto con Eduardo Chicharro hijo y Silvano Sernesi<br />

fundan en 1945 el “postismo”, y en 1951, junto con el pintor Darío Suro, funda el<br />

“introrrealismo”. Estos dos movimientos lo hacen en sí mismo ser “la vanguardia”<br />

en la España de posguerra. Carlos Edmundo de Ory “pertenece a una estirpe de escritores<br />

para quienes vida y obra forman una indisoluble unidad”. Esto lo dice<br />

Gloria Rey Faraldos refiriéndose a Gérard de Nerval, pero creo que es igual de válido<br />

cuando hablamos de Ory, ya que su poesía, cuentos, novela, ensayos, diarios y<br />

vida son un solo ser, un Golem maravilloso que nos lleva de la mano a visitar el<br />

mundo del hombre y los mundos del más allá.<br />

ii<br />

La historia del poeta Carlos Edmundo de Ory comienza desde sus padres. Su<br />

madre le escribe contestando a la pregunta del poeta sobre su nacimiento:<br />

Carlitos, tu hora de llegar al mundo fueron las seis de la tarde, creo que era viernes,<br />

pero exactamente no te lo puedo decir, pero por la mañana fui a misa y tengo idea de<br />

que era viernes: ya sabes que te caíste al suelo al nacer, y por poco me muero yo, y que<br />

cuando tenías un mes te salió un bulto en la cabeza y por poco me vuelvo loca, y<br />

i<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

quise llevarte a todos los médicos de Cádiz y tu padre fue a rogar al decano de la<br />

Facultad, que ya estaba jubilado y no visitaba, que fuese a verte, y fue y le dije que al<br />

nacer te habías caído, y yo lloraba tanto que después de un reconocimiento completo<br />

se volvió a mí y me dijo: “Tranquilícese, señora, que el niño está bien y será un talento<br />

cuando sea mayor.” Esto lo predijo Rodrigo Labin, aquel señor de las barbas largas.<br />

[Marín, 28 de junio de 1961.]<br />

Y su padre, el poeta modernista Eduardo de Ory, quien fue amigo de Rubén Darío y<br />

Amado Nervo, escribió un poema a su hijo en el que afirma: “Tú serás poeta, /<br />

poeta preclaro; / ¡serás… mi obra magna / y mi mejor lauro!” Y en efecto, Carlos es,<br />

por sobre todos los oficios, poeta.<br />

m i s c e l á n e a 87


88<br />

El joven aquel que comienza sus diarios en 1944 en Madrid, es desde ese<br />

momento un escritor, un poeta. Joven que ve fechas y datos de lugares como parte de<br />

la prosa o del poema. Joven que escribía: “A veces escribo algo tan hermoso que<br />

me horrorizo de saberme desconocido.” Afortunadamente ni el tiempo ni la censura<br />

de algunos críticos y poetas en España, ni el olvido ni la mala memoria de los seres<br />

humanos lograron callar u ocultar la obra monumental de Carlos Edmundo de<br />

Ory.<br />

iii<br />

Poeta, el más humano y mágico de los poetas que he conocido. Tengo tal vez la<br />

mala manía de ir a conocer y buscar a los poetas vivos. Me gusta saber cómo son a<br />

la par de los poemas que escriben. Y me he llevado sorpresas gratas y experiencias<br />

desagradables. Con Carlos Edmundo de Ory el encuentro es, en verdad, de lo más<br />

luminoso y afortunado.<br />

He leído casi todos sus libros y mi carne ha dejado de ser triste. Poemas que son<br />

el amor creado y creador. El matrimonio de lo cordial y la imaginación, la lucidez diversa,<br />

el estudio en su poemario Técnica y llanto, estudio del ser y el todo. La lucha<br />

por recuperar la inocencia, la lucha por la confianza, la crítica, el humor y la<br />

investigación de lo ilegible.<br />

Poemas que van desde lo que él llama “aerolitos”, poemas que son como aforismos,<br />

hasta su poemario Música de lobos, que nos dice es su libro profético. Poetamago,<br />

poeta-demiurgo, poeta-visionario, poeta-místico y poeta-Ory son los<br />

estados de conciencia y luz que hacen de sus poemarios una experiencia de asombrosa<br />

calidez existencial.<br />

Carlos Edmundo de Ory es un poeta a quien no le gustan las ent<strong>revista</strong>s, ni los<br />

concursos de poesía, ni que ningún premio de poesía lleve su nombre, ni la televisión.<br />

Le gusta dialogar y que cuando uno esté en su casa investigue todos los objetos<br />

que forman su mundo. Compartir es parte vital de sus poemas.<br />

iv<br />

Aerolito:<br />

“Si te gusta ser llamado poeta desde joven, cuida de vivir poco.<br />

Toda una vida con un pequeño mote es ridículo.”<br />

Para un poeta demiurgo como Carlos Edmundo de Ory la misión no ha sido fácil,<br />

pero ha sido plena y llena de magia. Su comienzo con la creación del postismo en<br />

1945 fue aplaudido por Eugenio d’Ors, Vicente Aleixandre, Cirlot y otros escritores<br />

y poetas que llevan con su nombre la calidad de su obra y la visión. Fue rechazado<br />

por esa España sumisa y llena de miedo. Y escritores que ahora nadie guarda en la<br />

memoria ni en el corazón hicieron que se cerraran todas las puertas para no dejar<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

pasar esta vanguardia. Afortunadamente, la fuerza y belleza de la obra de Ory logró<br />

vencer esas débiles barreras y llega a nosotros como un tesoro recién descubierto.<br />

Es indispensable y necesario leer junto a la obra poética de Ory sus Diarios. En<br />

ellos la poesía desborda de vida y la vida se convierte en un poema que se construye<br />

conforme el poeta nos habla de sus momentos, anécdotas, lecturas, viajes,<br />

amores, desamores y el encuentro con Laura Lachéroy (pintora), ser y compañera<br />

para la visión y crecimiento del Ory hombre como del Ory poeta.<br />

Otro libro que reafirma y que amplía la estructura para el conocimiento de la<br />

obra de Carlos Edmundo de Ory es su novela Méphiboseth en Onu, así como sus<br />

cuentos publicados en dos volúmenes titulados Cuentos sin hadas. Y sus ensayos<br />

en el libro Iconografías y estelas. El poemario Sin permiso de ser ángel es publicado en<br />

edición bilingüe —inglés-español— y traducido por Allen Ginsberg y Edith<br />

Grossmann.<br />

Otros poetas como Félix Grande, Jaume Pont, Joaquín Marco, Pere Gimferrer,<br />

Ramón Ripio y el poeta chileno Manuel Silva reconocen en Carlos Edmundo de<br />

Ory al poeta de culto y necesaria referencia para completar la visión sobre la poesía<br />

de España y la poesía mundial.<br />

v<br />

En México la lectura de la obra de Carlos Edmundo de Ory ha sido aislada, pero<br />

sus lectores son de la talla de Efraín Huerta y Octavio Paz. Así que su lectura llega<br />

como parte de un destino luminoso a quien tiene que llegar y da fruto a quien<br />

tiene que darlo. Actualmente existe una mayor difusión en nuestro país de la obra<br />

de Ory, ya sea porque las editoriales distribuyen mejor sus libros o porque algunos<br />

poetas que son buenos lectores al viajar a España se traen entre sus regalos y<br />

bebidas libros de Ory. El próximo año publicaremos los La mano en la espalda.<br />

Cuatro manifiestos postistas. Y esperamos también editar una selección de su poesía.<br />

Ante una obra literaria monumental como la de Carlos Edmundo de Ory nos<br />

queda leerla como él recomienda entrar a un libro de poemas: abrir una página,<br />

leer el poema, cerrar el libro. Así las veces que sea necesario, sin darle importancia al<br />

tiempo, con todo el espacio del mundo. Y en algún momento terminar de leer el<br />

libro.<br />

vi<br />

La pequeñísima muestra poética a continuación es una invitación personal a buscar<br />

al poeta que vuelve a hacer de la palabra una invocación y evocación mágica<br />

para entrar en el poema.<br />

Carlos Edmundo de Ory nos dice: “El cansancio hace inocentes a los hombres.” Y<br />

con esa inocencia nos convertimos en sabios que están por saber y conocer todo.<br />

La respuesta al “¿yo qué soy?” que nos lanza Carlos Edmundo de Ory es: soy el que<br />

m i s c e l á n e a 89


90<br />

CARLOS EDMUNDO DE ORY<br />

Lo más triste del mundo…<br />

Lo más triste del mundo para mí<br />

No es estar solo solo solo<br />

Lo más triste en el mundo para mí<br />

Es estar solo sin flores sin flores<br />

Amiens, 4 febrero 1972.<br />

[Del libro Miserable ternura]<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Arcanum<br />

En este instante en que te llevas las manos a la cara<br />

y alzas los hombros hasta las orejas<br />

sabes que no te importa nada más que el poema<br />

nunca antes sufrido y que te quema la garganta<br />

No hagas caso al desprecio de emociones letales<br />

ponte el alma que ha sido tu camisa de siempre<br />

reconoce el guiñapo lleno de quemaduras<br />

sé tu propio cobayo y no tengas vergüenza<br />

en descampado deja tus facciones transidas<br />

acuérdate de toda tu música de lobo<br />

Habla solo como hablan solos los violines<br />

di entonces aquello que en el mayor secreto<br />

respetaron tus sienes y si en ellas confías<br />

serás fiel a ti mismo y a tu materia mater<br />

La alta poesía es casta descuida enciéndete<br />

aunque vayas a oscuras que la noche te honra<br />

Cada vez me parezco más a Gaspar Hauser<br />

Experto en la vivencia existencial<br />

sientas piedra de escándalo con los cabellos sueltos<br />

Desde luego por mucho que confiese de mí<br />

entre líneas sonando así quiero que suene<br />

un corazón antiguo como un reloj de oro<br />

Yo sé que alguna vez dije más en silencio<br />

riendo bellamente de mí por fin maduro<br />

porque no es a través del verbo como puede<br />

mirar el alma su paisaje chino<br />

Y sin embargo obtuve permiso superior<br />

para asombrar a algunos camaradas de ánimo<br />

con lastimera voz de expósito ambulante<br />

echando bocanadas de sangre por el alma<br />

Empero si mi prójimo viene corriendo a verme<br />

y con los ojos fijos en el suelo me escucha<br />

en voz baja le cuento mi estancia en este mundo<br />

Cada vez me parezco más a Gaspar Hauser<br />

Hoy mi rostro de joven incendiario<br />

m i s c e l á n e a 91


92<br />

lo llevo como tea malgastada y aún<br />

el humo de mis ojos se estrella contra el cielo<br />

Casa no tengo mía ni sé en qué callejuela<br />

dejaré la ceniza de mi levita azul<br />

Estas son las palabras escritas en la arena<br />

infinita del tiempo por demás infinito<br />

Todo empezó en el mar que está en mis tuétanos<br />

y cuando me alejé del sitio de la sal<br />

tierra adentro me he visto dando locos paseos<br />

a impulsos de mi código o mi espacio entrañable<br />

saltando de las camas cuyas sábanas negras<br />

tanto dañan mis sueños manvacíos de espuma<br />

Aquí caí después en la terra corrupta<br />

donde anduve buscando vanamente las redes<br />

mientras tiraba al viento mi sarta de diamantes<br />

Cada vez me parezco más a Gaspar Hauser<br />

Bajo mi lámpara de trabajo<br />

I<br />

Azúlate divino chimpancé<br />

que el ángel acaricie tus cabellos heroicos<br />

La hora del humanista ha pasado hace tiempo<br />

Es menester vivir al borde del abismo<br />

El viento se levanta ¿quién se cruza de brazos?<br />

Toco el muro de las lamentaciones<br />

¡Ay de mí! ¡Ay de ellos! ¡Qué dolor!<br />

Busca el hombre la leche y la miel<br />

Lodo y sangre salpican nuestras bocas<br />

Me da pena mirar la corbata del mundo<br />

Fantasmas con zapatos de charol<br />

A cada despertar agoto mis pupilas<br />

Encuadernando lágrimas estoy<br />

Poeta atareado al fin me consolé<br />

diciendo quintaesencias diciendo tonterías<br />

[Del libro Melos melancolía]<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Se abandonó la patria luminosa del ser<br />

Las cosas que yo hago gracias a los que gimen<br />

Escupo ladro acuso y ardo en cólera.<br />

II<br />

Los elefantes son analfabetos<br />

Vino una piedra ayer a visitarme<br />

Tengo un anillo en la lengua rota<br />

El color negro está mal de salud<br />

Bebo un litro de risa y estornudo<br />

La palabra conejo mide un metro<br />

Se ha puesto pantalones el crepúsculo<br />

Nadie sabe por qué las nubes huelen<br />

Lo desgraciado que es un vaso de agua<br />

Mi pensamiento me pidió turrón<br />

La sangre de los trenes me fascina<br />

Mañana cumple años mi pañuelo<br />

III<br />

Hubo un varón en tierra de Hus<br />

Y Job dijo: Aburríme no he de vivir eternamente<br />

Déjame pues que mis días son vanos<br />

Me levanto del pan para ganarme la cama<br />

Tengo que comer ir vestido por las calles<br />

dormir bajo techado en un viejo colchón<br />

a ras del suelo soñar sueños<br />

Nunca tuve casa propia<br />

Por eso vagabundeo y me alejo<br />

Me alejé de la familia un sábado<br />

No dije adiós al mar<br />

No dije adiós a nadie<br />

Caí en manos de la infinita angustia<br />

Poco a poco subía mi cuesta<br />

y sentí mi rostro pudrirse<br />

Pasé el tiempo gozando goces materiales<br />

siempre prisionero de la basura tridimensional<br />

Conocí el extraño secreto de la conciencia<br />

m i s c e l á n e a 93


94<br />

De rodillas ante la humanidad<br />

hoy celebro las fiestas del luto<br />

A la casita de campo de la raza futura<br />

iré a pasar las Navidades<br />

Padre maestro que estás en los cielos<br />

Danos el mazapán de cada año<br />

IV<br />

¿Quién deja sus piernas olvidadas en la cama?<br />

¿Quién es la madre que escupe a los ojos de su hijo?<br />

¿Quién no clava una lanza en el ano de su jefe?<br />

¿Quién canta a medianoche como un loco?<br />

¿Quién se lleva a la cama el cadáver de una doncella?<br />

¿Por qué quieres cortar el pescuezo a tu marido?<br />

¿Por qué nacemos siempre a cualquier hora?<br />

¿Por qué Dios ha escondido las llaves del espíritu?<br />

¿Por qué mamas por qué lloras por qué dices te amo?<br />

¡No llores! ¡No llores! ¡No llores!<br />

V<br />

¿Quién va? ¿Son ratas o transeúntes fulminantes?<br />

Solitario paraje de la queja<br />

Los malheridos y aquellos que esconden su dolor<br />

El hampa donde la delincuencia cunde<br />

La droga pasa de mano en mano con tiento furtivo<br />

En las noches de las urbes trotan pisadas<br />

La basura de la vida se mueve en los rincones<br />

Automáticamente todos tienen miedo<br />

Automáticamente todos tienen deseos<br />

Automáticamente todos quieren ser felices<br />

Cada noche una calle abre y cierra su cremallera<br />

La materia orina o es el canto de la lluvia<br />

Ha caído un ruiseñor en el pantano<br />

Respiraciones y tinieblas en el corro de sombras<br />

Oh Eva oh mundo de oxígeno y serpientes<br />

Bajo astros extraños juega el humo humanal<br />

[Del libro Melos melancolía]<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Plegaria de la llaga<br />

Ya está otra vez hablando en verso este guasón<br />

Tiene la mente llena de maitines<br />

Hete aquí su relincho de existencia hete aquí<br />

su súbito suspiro en sol mayor<br />

Pone el grito en la tierra y quién oye su idioma<br />

de garganta de gallo saludando a la vida<br />

¡Ay de tú! ¡Ay de tú! El mundo de belleza<br />

que se hunde en un fracaso de tesoros<br />

Protocolo de errores humanos y de horrores<br />

mientras los tenebrosos trepan hacia la meta<br />

Hace un montón de siglos que el mundo huele mal<br />

a pesar del Espíritu y de los jazmineros<br />

¿Qué es el hombre hoy noche en este santo día?<br />

Tantas masacres tantas hecatombes<br />

Oh linda flor del ser, ¿por qué has perdido el juicio?<br />

Trágate el alma chúpate los ojos<br />

En tiempos de destrozo domina la tristeza<br />

Empero quién se atreve a tapar con pañuelo<br />

el viejo sol de siempre desde Grecia hasta hoy<br />

Bajo los arcos del espacio cantarás todavía<br />

aunque tu pobre corazón se ponga serio<br />

y se convierta el himno a la vida en mayido<br />

[Del libro Melos melancolía]<br />

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96<br />

España (camafeo)<br />

España un mirlo España<br />

un muro vuela herido<br />

míralo España mátalo<br />

un mirlo un muro un hilo<br />

El monte enseña España<br />

España enseña un muslo<br />

móntalo España el monte<br />

miedo me da la manta<br />

que el muerto muele en sueños<br />

España dile a España<br />

dile que mieles muchas<br />

moscas mitades mieles<br />

mécete España mía.<br />

Fonemoramas<br />

París, agosto de 1959.<br />

Si canto soy un cantueso<br />

Si leo soy un león<br />

Si emano soy una mano<br />

Si amo soy un amasijo<br />

Si lucho soy un serrucho<br />

Si como soy como soy<br />

Si río soy un río de risa<br />

Si duermo enfermo de dormir<br />

Si fumo me fumo hasta el humo<br />

Si hablo me escucha el diablo<br />

Si miento invento una verdad<br />

Si me hundo me Carlos Edmundo.<br />

París, enero de 1963.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

LUIS BRAVO<br />

DESDE Y HACIA LA POESÍA DE JOSÉ EMILIO PACHECO<br />

Del barro primigenio<br />

José Emilio Pachecho (México, 1939) ha recogido en Tarde o temprano (Fondo<br />

de Cultura Económica, México, 2000) los doce libros escritos entre 1958-2000<br />

que lo sitúan entre las voces más sobresalientes y rigurosas de la poesía en lengua<br />

española de los últimos cincuenta años.<br />

En uno de ellos, Ciudad de la memoria (1986-1989), título proveniente de un<br />

verso de Enrique Lihn, el poeta hace suyo lo que reza desde el epígrafe del mismo<br />

poeta chileno: “Vivimos en la ignorancia total, en la ciudad de la memoria.<br />

Borrada.” Con tales palabras el poeta mexicano reenvía, una vez más, lo que bien<br />

podría ser uno de los correlatos de su axiología poética: cómo esta civilización actual,<br />

la occidental predominantemente, portadora de un carácter tan voraz como<br />

arrogante, es un coloso que se hunde en el desprecio de los tiempos —que cree<br />

dominar—, desde una falsa altura de pies de barro.<br />

Mirado ese fracaso “humanista” desde el lado de la poesía, surge la fina ironía<br />

que matiza y hasta combate el participio de “borrada”, pues por momentos sus<br />

poemas hurgan entre las ruinas de lo ancestral hasta que la mirada rescata de entre<br />

ellas algo valioso. Por lo menos así lo hace al situarse y situarnos ante una<br />

“Cerámica de Colima”, título del poema sobre el que puntualmente recalo.<br />

Tras una aparente sencillez expositiva, la lectura descubre los laberintos temporales<br />

y la reflexión ética que sustentan a esa pieza de cerámica desde esta pieza de lenguaje<br />

poético. La primera estrofa dice: “La colección incluye algunas piezas / de las<br />

que ocultan los museos. / En varias de ellas hombre y mujer / forman un solo bloque<br />

enlazado.”<br />

El entrelazamiento hombre-mujer genera de inmediato la visualización del motivo<br />

erótico. Pero el verso anterior señala las implicancias que suelen intervenir en<br />

el “criterio” museístico ante este tipo de piezas. Surge allí el tema del “ocultamiento”,<br />

lo que da pie al perverso tratamiento de la “memoria” y de la valoración del<br />

“otro”, que suele cometerse en relación con las artes nativas. Es que el espacio<br />

museístico —destinado supuestamente a resguardar la memoria de las más diversas<br />

culturas— traiciona a veces su propósito en nombre de alguna falsa moral, que<br />

a su vez falsea lo que debiera ser muestra de la pluralidad antropológica.<br />

* Texto leído por el autor en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, dedicado a José Emilio<br />

Pacheco, realizado en Morelia, México, el 21 de octubre de 2006, en el que participaron críticos y poetas<br />

hispanoamericanos y de lengua francesa.<br />

m i s c e l á n e a 97


98<br />

Señalemos como al pasar —y glosando a Néstor García Canclini (Arte popular y<br />

sociedad en América Latina, Grijalbo, 1977)— que la “puesta en escena” museística<br />

suele descentrar a las piezas de sus lugares de origen, exponerlas en espacios neutros,<br />

haciendo con ello que se desvanezca su sentido primordial. Allí rige casi siempre<br />

una contextualización dependiente de la historia de Occidente y de sus<br />

imperios de turno, por lo que esas obras quedan “fuera de su propia historia”.<br />

Despojadas de referencias semánticas y pragmáticas de origen, se insertan en una<br />

universalidad “ideal” que se sitúa por encima de cualquier origen. En los hechos se<br />

trata de un espacio artificial inventado por los centros imperiales para reunir las<br />

obras sustraídas a lo largo de siglos a sus colonias, legitimando así la apropiación<br />

indebida de bienes culturales que no son fácilmente aceptables, pues desafían los<br />

parámetros del gusto y/o el canon establecido.<br />

El poema oficia desde el inicio como un instrumento cuyo arte devela las particulares<br />

significaciones de esa cerámica en la que “hombre y mujer / forman un solo<br />

bloque enlazado” con “más de mil años en el abrazo”. En busca del contexto primigenio,<br />

el poema primero especula sobre sus posibles usos domésticos : “tal vez /<br />

vasijas que contuvieron agua y saciaron la sed”; de inmediato procede a descorrer<br />

el velo de esa otra sed que devora a los amantes protagónicos, y agrega: “edén sexual<br />

/ de los antiguos mexicanos”.<br />

Hecha “en piedra que fue lodo original, / limo, magma / principio y fin de toda<br />

vida en la tierra”, la pieza moldea una energía deseante que llega hasta el presente<br />

con un puro “[…] placer / sin justificación reproductora”. He allí lo que el poeta<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

denomina con locuacidad como “pornotopia precolombina”. Esto es: una celebración<br />

del goce carnal en sí mismo, rescatado desde una concepción sexual nativa<br />

no mediatizada ni censurada por la religiosidad imperial.<br />

A medida que el lector se interna en el amasijo de barros humanos y de tiempos<br />

espiralados que el poema propone como al pasar, es posible establecer una correlación<br />

con el primer verso del primer poema que abre el libro (un homenaje a<br />

Ramón López Velarde, titulado “Caracol”). Allí se dice: “Tú, como todos, eres lo<br />

que ocultas”, lo que se aplica tanto a la cerámica en cuestión como al poema que la<br />

vuelve a representar.<br />

Como buen poema ekphrástico —aquellos que otorgan verbalidad a otro objeto<br />

de arte cuyo código no es lingüístico—, éste contiene una reflexión estética que se<br />

extiende hacia lo axiológico, abordando el tema de la alteridad, clave del texto.<br />

“Los amantes / llevan más de mil años en el abrazo. / Desde el punto de vista de la<br />

edad clásica no son hermosos. / Pero ellos a su vez encontrarían / poco deseable la<br />

estatuaria griega”.<br />

Mientras se enjuicia al arte occidental “clásico” como patrón de una determinada<br />

mirada estética, lo más relevante es que desde el pensamiento potencial de los<br />

amantes —“mudos” protagonistas de la pieza— se derive una apreciación estética<br />

“otra”, la de los nativos que “encontrarían poco deseable” la belleza de “la estatuaria<br />

griega”. Sin desestimar el arte griego, la evolución estrófica estructura esa sutil<br />

dialéctica, logrando descentrar cualquier (falso) universalismo de índole etnocéntrico.<br />

Y como lo hiciera entre nosotros el pintor Joaquín Torres García, se da vuelta el<br />

mapa de Sudamérica señalando como norte lo que está en el sur pues, como se<br />

sabe aunque no siempre se aplica, lo universal no tiene centro y el centro cambia<br />

según la perspectiva.<br />

La mayor confluencia de tiempos y de culturas provenientes desde distintos<br />

puntos del orbe, con sus paralelas y acaso cíclicas historias de violencia y dominio de<br />

unos imperios por otros, se produce a manera de cierre en la penúltima estrofa:<br />

“Cuando después de tanto amor se produzca al fin / el orgasmo que se inició<br />

cuando Batu Kan / amenazaba al mundo blanco que nos desprecia, / estallará el<br />

planeta.”<br />

La zona de Colima, situada entre las laderas australes del volcán del mismo<br />

nombre y la llanura costera del océano Pacífico, en el México actual, habría<br />

recibido a sus primeros núcleos poblaciones hacia el siglo V a.C. Cuando llegaron<br />

los españoles, veintún siglos después, encontraron un reino habitado por los<br />

otomíes denominado Collimán, que significa “lugar conquistado por nuestros<br />

abuelos” o “lugar dominado por el Dios del Fuego”. Es interesante recordar a<br />

Prometeo, portador del fuego, como una figura de adoración divina por parte de<br />

los antiguos alfareros griegos. Acaso, en forma análoga, los nativos de Collimán<br />

señalan con ese nombre su propia identidad de hacedores de cerámica; una<br />

cerámica conocida por sus vasijas en forma de animales, especialmente de perros,<br />

llamados techichi o tepescuintli, moldeados en las más diversas posturas imaginables.<br />

Juguemos con otra analogía de corte poético. En esta pieza, que a lo largo del<br />

poema se individualizará de entre la colección que integra, la postura de los<br />

m i s c e l á n e a 99


100<br />

amantes está “congelada” en el tiempo gracias al arte del ceramista. La reflexión en<br />

torno al cruce de códigos entre el arte plástico y el arte poético remite, en parte, a<br />

una similar apreciación sobre la eterna felicidad de los amantes de la urna griega de<br />

la “Oda” de John Keats, cuyos personajes siempre mantienen en vilo su deseo:<br />

“hirviente amante, nunca, nunca, podrás tú besarla / aunque estés cerca de la meta,<br />

pero no te lamentes / ella no desaparecerá, aunque tú no alcances tu deleite / por<br />

siempre desearás su amor y ella será hermosa.”<br />

Más carnal que la del joven romántico inglés, la visión de Pacheco hace perdurar<br />

en el tiempo no sólo el deseo de los amantes colimeños sino el goce mismo de<br />

sus cuerpos en un éxtasis que, como un volcán, permanece en actividad potencial<br />

durante siglos. Según los cálculos, ese goce del barro habría comenzado “cuando<br />

Batu Kan amenazaba al mundo blanco que nos desprecia”. Si el líder mongol, nieto<br />

de Gengis Kan, conquistó Rusia, Polonia y Hungría entre los años 1237 y 1241,<br />

entonces el orgasmo de estos amantes mexicas ha durado, hasta la fecha de publicación<br />

del poema, unos siete siglos y medio. Si bien es éste quizás el orgasmo más<br />

prolongado de la historia del arte —un planteo inquietante por su elevación hacia<br />

lo fantástico en un poeta que suele verse más bien como realista—, no es éste el único<br />

atractivo que el poema propone.<br />

El texto también apunta a señalar esa otra barbarie de la “dominación” de unos<br />

pueblos por otros que alimenta la historia humana. Esto se evidencia cuando la<br />

voz que enuncia dice “nos desprecia”, asumiendo desde el pronombre plural que<br />

quien dice el poema se alinea entre los que han sido despreciados por el mundo<br />

“blanco”.<br />

Ese “blanco” puede ser un blanco polisémico. Pensemos en el “blanco” mármol<br />

clásico que en pleno auge renacentista depreció, desde su monumental producción<br />

arquitectónica y escultural, a este otro arte hecho de barro o piedra encontrado<br />

en tierras americanas; pensemos aún en ese otro “blanco” que hace al lugar común<br />

de la “pureza de espíritu”, desde cuya “blancura” la ortodoxia religiosa estigmatizara<br />

el goce de los cuerpos. Y aún pensemos que así como Batu Kan, el mongol,<br />

despreció al oriente europeo y diezmó sus ciudades, así también fueron diezmadas<br />

las culturas del antiguo México por el conquistador blanco, que no reconoció en el<br />

nativo mesoamericano la alteridad, al otro igual pero distinto, tema que desde el<br />

lúcido Montaigne hasta nuestros días no ha perdido un ápice de vigencia.<br />

Así la historia del desprecio se repite una y otra vez hasta que, como dice el poema<br />

en cierto tono profético, estalle el planeta gracias a ese “orgasmo” de los<br />

amantes que, como un volcán [de Colima] dé otra vez “principio y fin” a “toda<br />

vida en la tierra”, como un big bang de origen sexual. Esa suerte de “orgasmo<br />

apocalíptico” es una inquietante paradoja cuyo desenfadado oximoron es de la<br />

mejor estirpe del humor barroco.<br />

La coda del poema, en sólo tres versos, aterriza todas estas volutas históricas al<br />

presente : “Pero entretanto / ellos siguen gozando la libertad / de las bestias que se<br />

hacen dioses”.<br />

Lo que tiene el poeta frente a sí, lo que el lector aquilata en palabras, es una simple<br />

cerámica de amantes gozando en un tiempo durable, tiempo y forma que, a la manera<br />

antigua de los mitos, reúne lo humano, lo animal y lo divino en un solo<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Cerámica de Colima<br />

La colección incluye algunas piezas<br />

de las que ocultan los museos.<br />

En varias de ellas hombre y mujer<br />

forman un solo bloque enlazado.<br />

No son estatuas funerarias sino tal vez<br />

vasijas que contuvieron agua y saciaron la sed.<br />

O son la pornotopia precolombina, el edén sexual<br />

de los antiguos mexicanos. Sólo el placer<br />

sin justificación reproductora.<br />

Los amantes<br />

llevan más de mil años en el abrazo.<br />

Desde el punto de vista de la edad clásica<br />

no son hermosos.<br />

Pero ellos a su vez encontrarían<br />

poco deseable la estatuaria griega.<br />

Para las dos figuras de barro<br />

sólo importa el placer,<br />

su placer tan suyo.<br />

Siguen ligados,<br />

por los siglos amándose<br />

en piedra que fue lodo original,<br />

limo, magma,<br />

principio y fin de toda vida en la tierra.<br />

Cuando después de tanto amor se produzca al fin<br />

el orgasmo que se inició cuando Batu Kan<br />

amenazaba al mundo blanco que nos desprecia,<br />

estallará el planeta.<br />

Pero entretanto<br />

ellos siguen gozando la libertad<br />

de las bestias que se hacen dioses.<br />

JOSÉ EMILIO PACHECO<br />

m i s c e l á n e a 101


102<br />

CLAUDIA SANTA-ANA<br />

I<br />

Laúdes<br />

No sabía<br />

que tu voz sigue<br />

la ondulación de los peces bajo las naves.<br />

Me has dicho tu nombre,<br />

me sentaré en la quilla<br />

y veré a tu rostro imposible ensombrecer la gavia.<br />

II<br />

El juego<br />

Apenas un telar<br />

de luz retiene los muebles<br />

las desleídas cosas.<br />

Nombrada está la casa.<br />

Afuera los niños se dispersan:<br />

Juego es esconderse<br />

donde el vagón impostergable de la lluvia<br />

volverá sin pertenencias.<br />

No, mujer.<br />

No entrarán del huerto enardecido<br />

los pájaros del Norte.<br />

No abrirán los ojos<br />

las setas del bosque adentro.<br />

Sólo aprieta los puños<br />

mientras deslizo el agua<br />

y el jabón sobre tus hombros.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

III<br />

El alquimista<br />

El viejo observa,<br />

me habla con lenguaje de farola.<br />

Sobre el friso de su frente<br />

se eleva alto un papalote.<br />

Claudia Santa-Ana. Ciudad de México, 1974. Poeta y arquitecta. Realizó también estudios<br />

en restauración y conservación del patrimonio cultural. Recibió el Premio Nacional de Literatura<br />

Salvador Gallardo Dávalos 2000 en poesía y fue becaria del Fondo Estatal para la<br />

Cultura y las Artes de Aguascalientes. Ha publicado los libros de poesía Quinta estación y Un<br />

sable en la memoria. Actualmente dirige el Centro de Investigación y Estudios Literarios de<br />

Aguascalientes Fraguas.<br />

m i s c e l á n e a 103


104<br />

GASPAR OROZCO<br />

Filme visto en un “múltiple” de Hans Arp<br />

Para Peter Goode<br />

Mi amigo Peter pule un pedazo de metal frente a la ventana. ¿Se trata de la pieza<br />

de una maquinaria desaparecida hace mucho tiempo? ¿Del fragmento perdido<br />

del yelmo? El metal brilla como agua que nunca volveré a ver. ¿Será la figura de<br />

un pájaro que extiende una sola ala o será el contorno de un cometa en su última<br />

noche sobre la tierra? Con un paño azul, Peter construye el irrepetible astro de<br />

este instante. Tal vez se trate de la silueta fugitiva del otoño o de un amuleto para<br />

atraer el verbo blanco de la lluvia. ¿Y si fuera una llave para abrir las puertas de la<br />

niebla? ¿O una esquirla de la bomba que durmió sumergida hasta escuchar la voz<br />

de esa mujer? ¿Podría ser el número de bronce arrancado de la fachada del laboratorio<br />

central? En la superficie del oro, Peter abre el reflejo de su mirada: la onda<br />

sin final del espejo contra el espejo. Ahí está el alma.<br />

Pequeño libro de Ruth<br />

Del árbol de hierro, el fruto más suave. Lo depositó una ola vacía en la orilla,<br />

frente a mí. En una habitación solitaria memorizas ahora las líneas de la piedra,<br />

los murmullos de la sal. Pródiga en apariciones es la frontera entre el otoño y el<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

invierno es esta isla. Si tocaras la piel del agua, los astros de todas las noches se<br />

unirían. Si tocaras mi frente, se dispersarían todos mis recuerdos. De ti, las palabras<br />

en la lengua del hierro y la nieve: en el principio, el árbol bajo el cual nací y<br />

cuya sombra es mi sangre, cuyo rumor es mi silencio, cuyo follaje es mi memoria,<br />

cuya raíz es mi olvido.<br />

*<br />

En el escenario de mi cabeza, una mujer dentro de un círculo de espigas rotas.<br />

Busca y recolecta las no tocadas por la siega. Nadie en este teatro. Al terminar de<br />

espigar, la alforja llena, levanta agradecida su mirada hacia el poniente. Cae el<br />

telón. Todos los silencios. En ese instante, comienza el incendio, fragante y violento.<br />

Abandono en calma el edificio. El teatro en llamas es la única luz en la isla.<br />

Lentamente, la isla se pierde en la noche. Un punto de fuego cada vez más pequeño,<br />

cada vez más nítido, punza en mi cabeza.<br />

*<br />

Del otro lado del océano te alcanzarán estas imágenes. Allá el viento estará cortado<br />

por espadas. Como pan de guerra. Te escucho repetir tus líneas en una habitación<br />

vacía. En el fondo de un espejo la isla, la lluvia: otra manera de decir la memoria.<br />

¿Por qué punto llegará la tan ansiada Gracia? Miraré al este y aguardaré. Te adivino<br />

dormida, oculta entre las ondulaciones del centeno en un invierno extrañamente<br />

tibio. El lucero que se apaga sobre mí en esta hora, en tu cielo se enciende con<br />

otra fuerza. Sé que hoy la Gracia te posee.<br />

*<br />

Del cuarto contiguo, abandonado, escucho el oleaje de los trigales blancos. La secreta<br />

oración del invierno en la isla desierta.<br />

Y el paraíso estará cubierto de espigas hasta el límite de nuestros ojos muertos.<br />

*<br />

Gaspar Orozco. Chihuahua, 1971. Poeta, músico, traductor y diplomático. Estudió literatura<br />

en la Universidad de Texas en El Paso, y relaciones internacionales en El Colegio de<br />

México. Sus poemas han sido publicados en diversas <strong>revista</strong>s literarias, así como en el<br />

número II de alforja REVISTA DE POESÍA. Ha trabajado varias formas de poesía experimental.<br />

m i s c e l á n e a 105


PABLO DEL BARCO<br />

1.<br />

siempre queda<br />

el aire,<br />

siempre su materia<br />

deshoja la margarita<br />

de lo real,<br />

las palabras de amor<br />

sobrevuelan los oídos,<br />

en el vientre cocinan<br />

inagotables jugos,<br />

pero tienen su invierno<br />

duermen sin humo<br />

viven en el rescoldo<br />

invisible y frío<br />

a que convida<br />

el hombre,<br />

que no sabe volar,<br />

porque apenas puede<br />

compaginar los sueños.<br />

2.<br />

mientras el avión despega<br />

una sopa de ojos<br />

se arrastra por el suelo,<br />

parten y<br />

reparten lágrimas;<br />

la tristeza danza<br />

con sus zapatos de plomo,<br />

construye cada uno<br />

su destino<br />

más allá del tiempo;<br />

lo que se va<br />

106<br />

Maletín de México<br />

lo que se queda<br />

se hace uno<br />

en un espacio<br />

que es solo,<br />

en su huella;<br />

es destino del mundo,<br />

es línea diagonal<br />

que compromete el cielo<br />

en los puntos suspensivos<br />

del ser.<br />

3.<br />

pasa el fuego<br />

queda el nombre<br />

un teléfono<br />

en la agenda<br />

escrito a lápiz,<br />

propuestas de encuentros<br />

que no se cumplirán,<br />

ya fue el adios<br />

pero resisten<br />

las palabras,<br />

piensas si aún<br />

habrá deseo<br />

para justificar<br />

el apacible tesoro<br />

del recuerdo,<br />

ahora ves de nuevo<br />

el resplandor de sus ojos,<br />

aprecias la armonía<br />

de su voz,<br />

pero ella<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

no es ya Ella,<br />

ya tiene su apellido<br />

luce un anillo<br />

que le obliga<br />

a compartir olores,<br />

se despide<br />

con las alegres promesas,<br />

mientras se aleja<br />

queda una estela<br />

en gris,<br />

y las palabras<br />

que nunca tuvieron<br />

oportunidad de nacer<br />

luchan a codazos<br />

para querer vivir.<br />

4.<br />

pongo el pie<br />

en el día<br />

como un extraño<br />

como un loco<br />

a la luz,<br />

el mundo es un ajeno<br />

porque no fue construido<br />

a mi manera,<br />

y así<br />

me aferro a la palabra,<br />

a su desnuda dimensión,<br />

voy columpiándome<br />

en un circo de demonios<br />

que mastico<br />

entre mi boca<br />

y la razón,<br />

no es futuro<br />

no hay nombre<br />

no hay regiones<br />

no estoy<br />

tan sólo me presiento,<br />

tal vez nadie me ve,<br />

de este modo<br />

respiro mi soledad,<br />

junto a mí.<br />

5.<br />

no sé cuando empezó,<br />

me veo<br />

de pronto<br />

el cabello blanco<br />

los pies poco ágiles<br />

acobardada la visión,<br />

no estuve atento<br />

a una parte<br />

de mí<br />

de tí tampoco,<br />

porque la escasa luz<br />

no te deslumbra<br />

y es hora de empezar<br />

a remendar la ropa,<br />

déjame recoserte<br />

con hilvanes de oro,<br />

mirarte fijamente sin anteojos,<br />

caminarte en el diario<br />

interminable y repetido<br />

para ser yo<br />

de nuevo<br />

ignorar la patraña<br />

del espejo<br />

saber que la vida<br />

nunca está<br />

en la realidad<br />

que nos enseñan.<br />

6.<br />

renacen las huellas<br />

en un cubo de sombras<br />

m i s c e l á n e a 107


poseídas<br />

por la necesidad<br />

de ser,<br />

descubrí que las cosas<br />

son el alma del tiempo,<br />

lo han sabido<br />

lo han incorporado<br />

al sol y<br />

a la existencia,<br />

no quiero<br />

alojarlas en mí,<br />

tengo poco espacio<br />

para la poca luz<br />

que pude ahorrar,<br />

me asfixiarán a cada rato<br />

no podré jamás exterminarlas…,<br />

dejaré de ser,<br />

como un chapulín enamorado.<br />

7.<br />

el tamaño del tiempo<br />

predice las angustias;<br />

aquí todo es grande,<br />

la vida está<br />

colgada de un vaivén;<br />

como un tonto escribo versos:<br />

no encuentro otra manera<br />

de encontrarme;<br />

imagino en la letra<br />

un oasis del ruido<br />

una música leve<br />

y posesiva;<br />

así me explico el mundo,<br />

las palabras conciertan<br />

paladares y lógicas,<br />

escancian sentimientos<br />

realidades<br />

sueños;<br />

108<br />

deseo que viajen<br />

en su máquina de ser<br />

ajenas al ansia<br />

de esta vida global<br />

tan llena de bocinas.<br />

8.<br />

me rebelo<br />

quiero cambiar<br />

el ritmo de mi letra<br />

y la palabra me acomoda<br />

en su laboratorio de ayer,<br />

ella sigue el rastro<br />

en la materia<br />

y el cielo,<br />

troquela en la noche<br />

invisible y tenaz,<br />

ah Pablo iluso<br />

no tienes contrato<br />

con los dioses,<br />

no prevengas<br />

el hierro del azar;<br />

quiero ser su amante,<br />

me prostituye el destino,<br />

ser policía deseas?<br />

ser atlante<br />

por encima<br />

de la pobre existencia?<br />

o arreglador de flores<br />

para fiestas galantes<br />

de quienes ignoran<br />

el olor de la fresca rosa?<br />

no la toques más:<br />

el suyo es tu destino<br />

México, 1-10 diciembre, 2006.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

MARCO ANTONIO CAMPOS<br />

La vida vista con<br />

el ojo del jaguar<br />

[Ent<strong>revista</strong> con Efraín Bartolomé]<br />

Desde 1982, con Ojo de jaguar, acaso su mejor libro, Efraín Bartolomé<br />

pasó a ocupar un lugar privilegiado en nuestra poesía<br />

de fin de siglo. El libro relata sus vivencias en la región de los Altos<br />

chiapanecos en los años finales de la década de 1970 y principios de la<br />

de 1980, y los recuerdos de una infancia con imágenes de prodigio.<br />

Sin conocer los sitios y la fauna que Efraín describe de su estado<br />

natal que tanto ha recorrido —ríos, selva, montañas,<br />

cafetales, llanuras, caseríos, ruinas prehispánicas—,<br />

al leerlo sentimos que sus<br />

experiencias son las nuestras.<br />

Escindido entre la gran ciudad<br />

y el paraíso perdido de la<br />

infancia de su natal<br />

Ocosingo, entre la llama<br />

del cuerpo de la mujer y<br />

la sombra destructora<br />

del ángel, entre el lenguaje<br />

imaginativo de<br />

la poesía y los dédalos<br />

de la ciencia de la<br />

psicología, pocos<br />

poetas entre<br />

nosotros han creído<br />

como él en la<br />

misión del poeta<br />

en la tierra y en<br />

la poesía como<br />

la lengua<br />

m i s c e l á n e a<br />

Foto: JAL<br />

109


110<br />

creadora de maravillas. No por algo el mejor conocedor de su obra, el poeta y crítico<br />

Juan Domingo Argüelles, ha dicho que una de las cualidades de Bartolomé es la de no<br />

renunciar nunca a la propia palabra, “que es la que da identidad y fija para siempre<br />

la fidelidad y la felicidad del pasado”. Eso. Por su vida y su obra poética, Efraín<br />

Bartolomé da la impresión de que la gran mayoría del tiempo la felicidad no le ha sido<br />

ajena. Entre los libros de Efraín Bartolomé se cuentan: Ojo de jaguar (1982),<br />

Cuadernos contra el ángel (1987), Música lunar (1991), Corazón del monte (1995),<br />

Avellanas (1997), Partes un verso a la mitad y sangra (1999) y Fogata con tres<br />

piedras (2007).<br />

<br />

Ojo de jaguar fue su primer libro. Después lo ha alargado con nuevos poemas. Es un<br />

título ilustrativo de lo que contienen las páginas. ¿Por qué le puso así?<br />

Una de las kratofanías fulgurantes de mayor densidad ante la que mi espíritu ha<br />

estado expuesto es la mirada del jaguar: su poder magnético, a un tiempo seductor<br />

y paralizante, parece brotar de los ojos mismos de la Gorgona. La corpulencia<br />

del corazón del monte avanza entre los árboles con elegante silencio, su piel manchada<br />

enigmáticamente cubre y aprieta una masa de músculos con rayo. Y frente al<br />

cielo estrellado de su piel, su poderosa cabeza en la que flotan los ojos como dos<br />

astros repletos de sol líquido. Nuestro tigre americano, aunque de talla un poco<br />

menor, siempre me ha parecido más elegante, más seductor, más fascinante, más<br />

poderoso y más bello que el mismo tigre de Bengala. Me gusta verlo así: el jaguar<br />

como una especie de Gorgona macho. Cuando supe que aquel mi primer libro lleno<br />

de fanopeas terrenales, de imágenes de fauna y flora mezcladas con la sangre de la<br />

infancia, no tuve que pensarlo: tomé un verso del poema que abre el libro (“un ojo<br />

de jaguar daría de pronto certero con la imagen”) y tuve el título. Aquel puñado de<br />

páginas rescataba para la poesía lo que en la realidad perdíamos, y el título me<br />

parecía el enigma que el contenido tendría que resolver. Era un título ambicioso<br />

pero me responsabilicé de tal ambición. El libro ha crecido con los años como<br />

criatura viva. En cada nueva edición se le han sumado nuevos poemas de la misma<br />

estirpe, de la misma familia espiritual, escritos con la misma sangre. Se ha editado<br />

seis veces desde su primera aparición en Punto de Partida de la UNAM, hasta su<br />

inclusión en El ser que somos, la antología española que acaba de publicar<br />

Renacimiento. Se acerca ya a los quince mil ejemplares y da gusto saber que tiene<br />

lectores.<br />

En sus versos usted cita la lengua de los abuelos. ¿La siente suya y la habla de alguna<br />

manera?<br />

En ese poema (“Invocación”) me refiero a la lengua española, la lengua en la<br />

que hablo, en la que escribo y en la que sueño. En la dialéctica del poema aludo<br />

tanto al idioma y su sabiduría acumulada en siglos como a mi lengua personal,<br />

física, la que está en la cavidad bucal y a la que pido hablar con verdad. Aunque<br />

nací en Chiapas soy hijo de mestizos por varias generaciones y no hablo, desafortunadamente,<br />

ninguna de las lenguas derivadas del maya. De niño aprendí unas<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

cuantas palabras y frases en tzeltal para comunicarme en términos muy elementales<br />

con trabajadores del rancho o con mercaderes indígenas del pueblo, pero no pasé<br />

de ahí. Dejé mi pueblo a los once años para hacer vida de estudiante a San<br />

Cristóbal de las Casas, donde las etnias hablan tzotzil. Ahí me pasó lo mismo, o<br />

menos: aprendí unas cuantas palabras y frases sueltas. Mi mujer, arqueóloga, estuvo<br />

aprendiendo maya por un tiempo y yo la veía con cierta envidia e interés, pero el<br />

ritmo de mi vida actual no me permitió pasar de ahí.<br />

Su ciudad natal es Ocosingo. Vuelve una y otra vez a sus poemas. ¿Qué representa<br />

para usted?<br />

Aquel pueblo de tres mil habitantes en que viví de niño, con agua por todas partes,<br />

con cafetales y grandes huertos de naranjos y cítricos diversos, ha sido afeado<br />

hasta la náusea por el progreso que lo maquilló grotescamente y acabó casi con todo.<br />

¿Qué representó para mí? Literalmente el paraíso, el trato directo e inmediato con<br />

los elementos. Dentro de ese paraíso había otro. “El paraíso” se llamaba la finca de<br />

mis tíos abuelos en el segundo valle de Ocosingo y el sitio era lo que su nombre<br />

indica en las mitologías: el huerto florido y placentero con río cristalino que brotaba<br />

allí mismo y árboles generosos cargados de fruto. Bajo los mameyes y otras<br />

sapotáceas había cacao, cafetos y pomarrosas. Florido, dije, y sí: con gran diversidad<br />

de orquídeas y palmas y mariposas, y con abundantes serpientes, insectos,<br />

peces de río, aves y felinos grandes. Mi pueblo era la puerta de entrada a lo que fue<br />

la gran Selva Lacandona cuando aún era merecedora de su nombre y, como se<br />

sabe, ahí se genera uno de los sistemas hidrográficos más importantes del país, el<br />

sistema Jataté-Usumacinta. De modo que los ciervos, los jabalíes, los tepescuintles,<br />

los armadillos, las guacamayas y el relámpago verde de los loros eran cosa cotidiana<br />

en los ranchos inmediatos al pueblo y de ahí en adelante. En el paraíso se ubica<br />

el Árbol del Conocimiento y eso comenzaba en la huerta de mi propia casa. Ahí<br />

me fue dado empezar mi aprendizaje de los misterios.<br />

Está en poemas y versos la presencia de los padres. Por su padre parece sentir orgullo<br />

(“Siempre!”) y por su madre una honda ternura (“La casa sola”). ¿Cómo los<br />

recuerda? ¿Cómo evoca aquel mundo de infancia y adolescencia en un orbe de cuentos<br />

orales, leyendas y supersticiones?<br />

Los veo como la fortaleza y la dulzura, como el roble firme y la poza a<br />

mediodía: la razón y la emoción, la disciplina y el amor, la información y la memoria,<br />

el progreso y la tradición. Fuimos seis hermanos y mis padres hicieron todo lo<br />

que estuvo en sus manos por hacer de nosotros gente de bien. Una imagen: paseo<br />

a caballo con mi padre rumbo al cafetal grande: él monta en El Tenampa, un<br />

caballazo blanco, y yo monto en El Tzapo, un retinto bajito y sorprendentemente<br />

grueso. Atravesamos un potrero bajo el sol. Cuando nos aproximamos al comienzo<br />

del cafetal, me muestra un imponente árbol de jobo que llena la mañana con su<br />

aroma inolvidable. Nos detenemos a juntar jobos amarillos en un morral. Otra imagen:<br />

mi madre me lleva a San Cristóbal para iniciar la vida estudiantil fuera de casa<br />

apenas a los once años. Vamos en avioneta a Comitán. Por la tarde tomamos el<br />

autobús rumbo a San Cristóbal. En una semana mi madre me instala, me inscribe<br />

m i s c e l á n e a 111


112<br />

en la escuela, me compra los útiles, me presenta con el director, me llevan al grupo,<br />

me bendice, se despide, me besa. Yo me quedo con cierta ansiedad controlada,<br />

pero a la hora del recreo oigo el claro rumor de la avioneta del capitán Luna en la<br />

que va mi madre de regreso al pueblo. No volveré a verlos sino diez meses después.<br />

Tomo conciencia del desprendimiento. El ruido de aquel motor me atraviesa<br />

como una lanza.<br />

En un tiempo en que no había carretera, mis padres siempre estuvieron<br />

pendientes de nuestra formación. No había secundaria en el pueblo y por eso<br />

había que ir a San Cristóbal. No había universidad en Chiapas y por eso había que<br />

venir a la ciudad de México. De los once años en adelante sólo vi a mis padres en<br />

las vacaciones. No pasé con ellos mis crisis de adolescencia y juventud, de modo<br />

que nuestros encuentros fueron siempre entrañablemente amorosos.<br />

El tiempo de la infancia en un pequeño pueblo del trópico selvático es luminoso<br />

durante el día, pero es de oscuridad y constelaciones durante la noche. La<br />

planta de luz eléctrica del pueblo comenzaba a las seis de la tarde y se apagaba a las<br />

diez de la noche, pero no siempre: a veces se descomponía la ruidosa maquinita<br />

aquella y la oscuridad, las sombras y los densos follajes con sonidos de animal nocturno<br />

eran propicios para cuentos de espantos y apariciones, y para leyendas como<br />

las de “El sombrerón”, “El cadejo” y “La mala mujer”. Algunas de esas atmósferas<br />

están en Ojo de jaguar. Las de adolescencia están más en Cuadernos contra el<br />

ángel y en Corazón del monte.<br />

Usted ha hecho vivir, en versos de tersura y cadencia, aun con nombres propios, la<br />

naturaleza chiapaneca: selva, volcanes, montañas, árboles, ríos. Parece haber recorrido a<br />

pie, a caballo y en barcas el estado de Chiapas. ¿Qué le da la naturaleza de su estado<br />

natal?<br />

Me dio el sentido de la poesía y luego todo el sentido de la vida: el contacto con la<br />

naturaleza (con minúscula) me puso al servicio de Deméter, la magna madre Naturaleza<br />

(con mayúscula). Si dejamos de honrarla, ella deja de cumplir su función<br />

bienhechora y se acaba la vida vegetal. Sin ésta se acaba la vida animal, y sin ambas,<br />

se pone en riesgo la vida humana. Amenazada la vida humana se pone en riesgo<br />

también la existencia misma de los dioses. Esto me dijeron los misterios poéticos<br />

de Eleusis muchos años más tarde, gracias a la cultura; pero todo había comenzado<br />

en el contacto directo con los ríos, con la tierra, con el fuego y con el viento con<br />

los que me tocó dialogar de niño en la tierra natal. De modo que mi pueblo fue el<br />

cuaderno de apuntes de mi ontología personal y mi laboratorio de experimentación<br />

en carne viva de que la violación de los misterios produce monstruos.<br />

Si cuando tenía 29 años hablaba de lo que fue y se fue, ¿qué siente ahora a los 56,<br />

que la destrucción de la naturaleza en Chiapas es avasalladora?<br />

En Chiapas, en México y en el resto del planeta… A veces siento desolación<br />

pero no me dejo llevar por ella. Me sobrepongo y siembro y escribo y rescato y<br />

hago conciencia. Siembro aunque otros destruyan. Estoy cultivando ahora un<br />

bosquecito de bambú que espero dure por lo menos un siglo. Ahí va mi proyecto,<br />

paso a pasito. Mi cabaña de Chiapas se ha convertido en una montañita, un<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Foto: JAL<br />

Efraín Bartolomé y Guadalupe.<br />

pequeño territorio selvático con ceibas, cedros, sapotáceas y ramones. Creo que ya<br />

es el único manchón verde en la parte alta del pueblo, pero si no lo hubiera hecho<br />

no habría ninguno. Con eso creo honrar el misterio central de la poesía. Vivo de<br />

esa manera y un día, de pronto, cuando menos lo espero, la experiencia se transforma<br />

en poema.<br />

Usted ha visitado y escrito asimismo sobre las ruinas de las ciudades mayas. ¿Cómo<br />

siente usted su pasado prehispánico?<br />

Como un tesoro con el que no sabía que contaba. Empecé a leerlo a partir de<br />

los 25 años. Estaba ahí desde siempre e incidía en mi alma pero no lo veía. No, al<br />

menos, con la luz de la razón. Se aparecía en los sueños pero la vigilia parecía<br />

obviarlo. La poesía me ha ayudado a integrar ese pasado a mis emociones.<br />

¿De quién se siente cerca y quién lo ha influido de los poetas chiapanecos?<br />

He leído bien a mis paisanos y me siento cerca de todos los que con algunos de<br />

sus versos han pulsado notas de mi laúd interno y me han producido emociones<br />

hondas. Puedo citar desde Rodulfo Figueroa y Héctor Eduardo Paniagua, hasta los<br />

más jóvenes, pasando por Daniel Robles Sasso, los Espigos y Joaquín Vázquez<br />

Aguilar. Me siento cerca de Sabines, Rosario Castellanos y Enoch Cancino<br />

Casahonda.<br />

Pero para usted la gran ciudad, en este caso la ciudad de México, la ha mirado a la<br />

inversa de la naturaleza, como la pérdida del paraíso, como imágenes sucesivas de una<br />

pesadilla de la que no se puede huir. Sin embargo sólo ha escrito un libro sobre ella<br />

m i s c e l á n e a 113


Foto: JAL<br />

114<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

(Ciudad bajo el relámpago) y de eso ya datan 25 años. ¿Ve a la ciudad de México<br />

como un descenso al infierno?<br />

Toda urbe es eso: lo contrario del paraíso, el sitio de la condena, la Venus de las<br />

Cloacas. Y mientras más desmesurada, más letal. Díganlo si no, y por lo pronto, el<br />

cielo sucio, el aire irrespirable, los ríos que llegan más o menos limpios y se van<br />

contaminados y pestilentes, el gran canal, los lagos desecados, la tierra estéril y asfixiada<br />

bajo el asfalto, los tiraderos de basura, la neurosis, el crimen, el tianguis<br />

interminable, el consumismo, la delincuencia, el temor, el tráfico y los plantones…<br />

Cuestan muy caros los palacios, las universidades, los museos, la gastronomía,<br />

la industria y la gran arquitectura. De todos modos, miro de frente estas<br />

realidades y las acepto, pero no dejo de reaccionar ante ellas con desagrado.<br />

Gran parte de su poesía está marcada por el deseo. ¿Qué ha significado para usted<br />

la mujer? ¿Cómo lo marca en su poesía?<br />

Dios es mujer, dice el rumor entre los siglos. Por el amor humano he llegado al<br />

divino, dijo Rubén Darío, pararrayos celeste. Eso me ha pasado. Mi primer temblor<br />

ante lo femenino se dio a una edad en que aún no disponía de palabras para<br />

nombrarlo. Para mí han encarnado en lo femenino el agua, la tierra, la montaña, la<br />

noche, la mujer, el alma. Maravillas del monte, el viento ardiendo entre los ocotales,<br />

el fuego sobre los cerros, el poder de la diosa hablando desde la transparencia<br />

del agua, la noche pronunciando constelaciones. Esa convivencia cotidiana con los<br />

elementos debió producir incisiones, estigmas y cicatrices en mi alma infantil.<br />

Desde entonces, entre los cinco y los nueve años, recuerdo mi temblor ante lo<br />

femenino humano, el quinto elemento: el misterio encarnado en la belleza de ciertas<br />

mujeres (niñas, adolescentes, hembras en plenitud). La clara percepción de un<br />

dulce misterio en cuya presencia mis emociones se agudizaban y me llevaban del<br />

deslumbramiento a la parálisis. Creo que descubrí la poesía por el lado luminoso<br />

del mundo. En cuanto pude comencé a interrogar esos misterios y a lo largo de mi<br />

vida he sido un oficiante dedicado y gozoso.<br />

Usted ha estado cerca del elemento tierra, pero ante todo del fuego. Su poesía está<br />

llena de soles, relámpagos, resplandores, luces, destellos, llamas, oros. El oficio del<br />

poeta es para usted el de arder y así tituló, con un verso suyo, su poesía reunida<br />

(Oficio: arder). La escritura del poeta debe ser de fuego. ¿Ve usted el mundo como una<br />

gran llamarada?<br />

No exactamente. Lo veo como un fluir constante de energía viva en los tres reinos:<br />

el mineral, el vegetal y el animal. Lo veo como un horno o como una fuente<br />

de lava no violenta. También como una fogata con tres piedras: con tizones,<br />

brasas, llamas y ceniza. El fuego puede cocer nuestro pan, hablar con nosotros, iluminarnos,<br />

acompañar el amor, ser alivio contra el frío, ser el corazón de la casa —<br />

el hogar—, pero también puede ser, si se le descuida o se le trata sin respeto,<br />

presagio del incendio que lo devore todo.<br />

Una recurrencia en sus poemas —como en Baudelaire, Rilke, Alberti, Drummond,<br />

Owen, Lizalde y Roca— es el ángel. Pero usted escribe por él, con él, contra él. ¿De<br />

m i s c e l á n e a 115


116<br />

dónde le vino la imagen o idea? ¿Qué significado tiene el ángel en su poesía?<br />

En mi visión el ángel es más bien una figura antipática: siempre lo he visto<br />

como el servidor del dios masculino. Apareció por primera vez en mis poemas en<br />

un libro de luto llamado Cuadernos contra el ángel. Se trataba de una protesta y de<br />

una defensa ante la artera pedrada en el sentido que fue mi primera experiencia<br />

con la muerte, la pérdida de la mujer amada, poco antes de que yo cumpliera 35<br />

años. Para afirmarme en el mundo tras aquella sacudida lancé imprecaciones contra<br />

todo. Poco a poco se fue asentando en mí una especie de nueva certidumbre, la<br />

que me daba el escudo de oro del orgullo poético: el poeta al servicio de la diosa y<br />

contra los dioses masculinos y sus servidores. El ángel como alguien contra el que<br />

había que luchar.<br />

En sus dos oficios, como psicoterapeuta y como poeta —recuerda Juan Domingo<br />

Argüelles— halla como fin último la emoción.<br />

El poeta es un artista, un experto en el arte de atrapar emociones en esos<br />

artefactos verbales llamados poemas. El psicoterapeuta efectivo es un científico<br />

que usa métodos y técnicas de la psicología para ayudar a las personas a manejar<br />

mejor sus dificultades de tipo emocional. La herramienta principal en ambos casos<br />

es la palabra. Siempre me gusta recordar cuando hablo con los jóvenes que en la<br />

formación de los antiguos bardos era fundamental que llevaran a cabo una labor<br />

curativa en su sociedad: la de médico físico, la de intérprete del Oráculo o la de<br />

intérprete de sueños. La razón de la tarea era estar en contacto con la emoción<br />

humana, la más compleja de todas las formas de comportamiento puesto que<br />

incluye cambios bioquímicos, reacciones viscerales y glandulares, pero también sensopercepciones,<br />

acciones, y la intervención de procesos superiores como la imaginación<br />

y el pensamiento. Me formé como un científico del comportamiento<br />

humano, pero el conocimiento que sobre las emociones me ha aportado la poesía<br />

ha sido definitivamente invaluable, incluso en el trabajo psicoterapéutico.<br />

Cuando habla del sabio azar y del cuidadoso azar, ¿piensa que el azar en la vida es<br />

más importante que el libre albedrío? ¿El azar tiene una función en la poesía?<br />

Tengo la sensación de que en el delicado equilibrio de estos reinos (azar y libre albedrío)<br />

está el secreto de toda sabiduría. Cuando me levanto con mirada optimista<br />

la balanza se carga nítidamente hacia el libre albedrío, pero muy pronto la sabia<br />

realidad y sus intrincadas leyes nos muestra el espejo de sus enigmas. Entonces<br />

vuelve la nivelación. Cuando sucede lo contrario, cuando despertamos y pisamos<br />

la mañana con botas pesimistas, nos da por sentirnos regidos por los hilos de un<br />

destino inexorable e inapelable. Pero muy pronto, también, nuestro socrático<br />

demonio interno —¿el libre albedrío?— nos recuerda al oído las palabras de<br />

Protágoras: el hombre es la medida de todas las cosas, o las de Epicteto: el hombre<br />

no se perturba por las circunstancias sino por lo que piensa de ellas. Entonces, una<br />

vez más, se restaura el equilibrio. Como adulto consciente creo ahora, pues, en un<br />

control recíproco entre azar y libre albedrío.<br />

Sobre la función del azar en la poesía, creo que ahí es donde el fiel de la balanza<br />

muestra sus mayores oscilaciones: las emociones surgen muchas veces ante<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

acontecimientos programados, por lo que bien podríamos llamar la cuidadosa<br />

casualidad. Los acontecimientos se cruzan en nuestro camino y el libre albedrío<br />

decide que respondamos ante ellos con un brote neurótico o con un acto de<br />

creación: un poema, por ejemplo: un conjunto de palabras que atrapa mágicamente<br />

la emoción y la deja cifrada y lista para revivir cuando entre en contacto con<br />

una sensibilidad entrenada.<br />

¿Usted cree en la inspiración o en el trabajo?<br />

Con respecto al trabajo y la inspiración creo, desde la raíz de mi alma, que los<br />

poemas que valen la pena son los inspirados, los producidos en ese estado alterado<br />

de conciencia en que la sensorialidad se agudiza hasta el electrizamiento y el<br />

zumbido. Cuando flotan alrededor de la cabeza las palabras como abejas. Entonces<br />

podemos mirar imágenes reveladoras con el ojo de la mente y encontrar extrañas<br />

relaciones y nuevos sentidos entre las cosas. Entonces las palabras brotan una junto a<br />

otra con una carga capaz de producir en quien las lea una emoción similar a la<br />

emoción que las generó. Eso es la comunión espiritual a la que aspiro y a la que<br />

creo que aspira la poesía que perdura. Lo demás es literatura… para aprovechar la<br />

consonancia.<br />

Pero no demeritemos el trabajo. Es necesario trabajar pero hay que hacerlo<br />

antes y después de la escritura del poema. Antes, formándose, conociendo la tradición,<br />

dominando los secretos del arte. Después, usando el otro extremo del lápiz…<br />

Todo eso hay que hacer para que cuando la diosa diga: “¡Ahora!”, estemos listos para<br />

que el espíritu entre en nosotros. Ese espíritu, aliento, viento, vida, es la inspiración.<br />

Dicho de otro modo: hay que prepararse para merecerla. Desde luego, sigo teniendo<br />

claro que algo que ciertamente no se nombra con la palabra azar rige estas<br />

cosas, como bien dijo aquel señor que ambos, usted y yo, admiramos.<br />

“Todo me lo ha dado la poesía”, dice usted en algún momento. Parece tener una<br />

gran fe en la misión del poeta y en la función de la poesía. ¿Cómo detallaría eso?<br />

Mi sensibilidad, mis facultades perceptuales, mis habilidades cognoscitivas, mi<br />

capacidad de imaginación y de pensamiento, mi actuar en el mundo, el<br />

conocimiento de mí mismo, de los seres humanos y del planeta en que vivimos,<br />

mi historia y la historia, mi actividad profesional, mi forma de vivir y de amar, mi<br />

manera de entender el mundo y, en suma, el sentido de la vida, han sido generados,<br />

procesados, reprocesados, moldeados o transformados al pasar por el tamiz<br />

de oro de la poesía. Definitivamente creo que de esa manera se refina la materia<br />

bruta que somos y nos lleva de los estadios narcisistas a un vivir responsable y<br />

gozoso en el mundo. Creo que el alma humana es importante y creo que la función<br />

de la poesía es hacer que los hombres redescubran su alma. Por eso creo en sus<br />

poderes y en la misión del poeta. Creo tanto en eso que le he ofrendado mi vida.<br />

¿Usted cree que el poeta es un elegido, una ave exótica, un ser común y corriente o<br />

un ser improductivo y desechable?<br />

Puede ser todo eso y más. Cuando pensamos en Homero, en Baudelaire, en Rubén<br />

Darío, en Antonio Machado, en Blake, en Pessoa, en Díaz Mirón, entre otros,<br />

m i s c e l á n e a 117


118<br />

MOISÉS RAMÍREZ<br />

para ti no soy poeta<br />

soy tu flaco<br />

estos zapatos sucios<br />

los tirantes / el peinado de ladito<br />

esa fotografía que encontraste en el cajón<br />

no soy poeta<br />

soy un cigarro una canción en tu memoria<br />

una copa de vino / el cierre de tu falda<br />

y dos o tres poemas con tu nombre<br />

cuando pongo en la mesa un verso nuevo<br />

para leértelo a la hora del café<br />

no es por oficio o rabia o por amor<br />

/ es porque sí<br />

o porque no / o todo junto<br />

después de todo<br />

quién quiere ser poeta<br />

salir en el periódico<br />

cuando se puede ser tu flaco<br />

sin buscar a todas horas<br />

la palabra<br />

si el ritmo son tus manos<br />

tu mirada<br />

que los que miren esto<br />

me digan como quieran<br />

yo soy tu flaco<br />

el que usaba tirantes<br />

y lo peinaban de ladito<br />

yo me pienso un hombre como todos<br />

pero me sé dejado de la gracia<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

de un dios<br />

o de un amigo<br />

o mi mujer que hará yo no sé qué<br />

por alegrarme<br />

cuando me vea desesperado<br />

por definirme lo que soy /<br />

soy una tarde de mi infancia<br />

jugando a las batallas<br />

al desfile con mi hermana<br />

un tambor una bandera<br />

y esta caja que los guarda<br />

/ soy la tarde en bicicleta<br />

o el barquillo o la paleta<br />

o los naipes en la casa de una prima<br />

que no era en realidad mi prima sino mi muy amiga<br />

o compañera o como novia sin saberlo<br />

a esa edad nos importaban otras cosas<br />

y eso éramos<br />

sin cuestionarnos por el mundo<br />

por las cosquillas que sentíamos al vernos<br />

o las que yo sentía por lo menos<br />

/ entonces no me preocupaba<br />

entonces me pensaba un niño como todos<br />

Generación red<br />

Nacimos en los años<br />

del muro y su caída<br />

vieja pared del arrabal<br />

en un país anclado a los progresos<br />

tiempo sin héroes<br />

vivimos una infancia de robots<br />

karatecas / Abbey Road<br />

Nosotros los de entonces<br />

no conocemos la complejidad las palabras<br />

m i s c e l á n e a 119


120<br />

no hablamos alegorías<br />

decimos nada<br />

¿quién va a querer saber<br />

de las abuelas y los siete años /<br />

de los rincones de la casa que huelen a humedad<br />

a libros viejos /<br />

quién va a querer saber<br />

de la top model que piensa / en Neruda y Gardel<br />

si ya no hablamos<br />

de pilotos celestes ni de patrias<br />

de dioses que se fueron<br />

del instante o las musas?<br />

ying sin yang<br />

big sin bang<br />

nuestra poesía es más que cut & paste /<br />

no escribimos el paso del tiempo<br />

/ creemos en la poesía que está fuera del poema /<br />

escribimos su derrota<br />

Fashion System<br />

1<br />

la desnudez no sabe nada de los kilos<br />

de los escotes<br />

el look hipersexual<br />

la elevación del busto los cosméticos<br />

las cintas del tobillo y su delirio otoño-invierno<br />

los pájaros su danza<br />

de plumas decantadas sobre el hombro<br />

las borlas de hilo zigzagueante<br />

ubicuo desteñido apuñalado<br />

París Milán Cibeles Nueva York<br />

tu propia casa /<br />

ah<br />

pezones provocados por la seda<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

en el encaje<br />

serpeante<br />

la desnudez no sabe<br />

no sabe<br />

claridad<br />

suavidad de mariposas<br />

en los ojos<br />

2<br />

la verdadera alquimia es el pinchazo<br />

las cremas adecuadas / un sorbo de prozac<br />

para olvidar un poco el medio ambiente<br />

la paz mundial el show la celulitis<br />

y el código de barras y los labios<br />

3<br />

te miras<br />

te miras sin tu cuerpo y sin tu rostro<br />

te miras en la punta de la aguja<br />

te miras en el líquido metálico<br />

te miras en los párpados abiertos<br />

te miras en el labio ensangrentado<br />

te miras en la curva de tus pechos<br />

te miras en las luces del espejo<br />

te miras y eres tú pero sin serlo<br />

te miras en la piel de la cortina<br />

te miras en los ojos que te miran<br />

te miras en los pasos matemáticos<br />

te miras en la ráfaga del flash<br />

te miras sin ser tú pero ya siendo<br />

Moisés Ramírez. Morelia, 1984. Estudió la licenciatura en lengua y literaturas hispánicas en<br />

la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha colaborado en publicaciones colectivas,<br />

en <strong>revista</strong>s y suplementos del país y del extranjero. Ha organizado y promovido encuentros<br />

de literatura en la Escuela de Letras de la misma Universidad.<br />

m i s c e l á n e a 121


122<br />

Benjamín<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Benjamín Domínguez en su estudio, 2007. Foto: JAL<br />

Domínguez<br />

Sintaxis de lo insólito<br />

JOSÉ ÁNGEL LEYVA<br />

La trayectoria de Benjamín Domínguez (Ciudad Jiménez, Chihuahua, 1942)<br />

transita por diversos momentos iconográficos que, poco a poco, se hunden en el<br />

universo onírico donde él adquiere carta de pertenencia. Naturalezas muertas,<br />

alacenas, trasteros, telas con todos sus pliegues y bordados, monjas floridas, personajes<br />

flamencos y renacentistas en convivencia con sujetos del mundo contemporáneo con<br />

todo y sus utilerías, desde la familia de los Arnolfini hasta un elenco fabuloso de ángeles y<br />

demonios que juegan a un ilusionismo convincente. La pintura de Benjamín Domínguez<br />

elabora escenas cargadas de dramatismo, escenografías y atuendos caprichosos a<br />

la vez que seductores y sugerentes. La magia, el sueño, el tiempo, el gesto, el símbolo,<br />

aderezados con salpicaduras de surrealismo, conforman la sustancia expresiva del artista<br />

que apuesta al virtuosismo de la técnica y a la imaginación. La obra de Benjamín<br />

Domínguez suele mostrar una fuerte carga hiperrealista entreverada con el poder de su<br />

paleta. Colores —especialmente rojos y dorados— y texturas al servicio de un juego de<br />

imágenes emblemáticas y objetos dotados de un carácter propio ensamblan un discurso<br />

barroco, seductor, elocuente. La filigrana plástica de Domínguez entra en conexión<br />

con el deseo del cuerpo y su extrañeza, plasma literariamente sus pieles y sus lienzos,<br />

genera una sintaxis donde lo insólito invoca los sentidos. Esta es nuestra conversación.<br />

<br />

Benjamín, tienes un discurso visual muy identificable, además de una paleta y un estilo<br />

muy definidos. ¿Cómo descubriste e iniciaste tu trabajo en ese sentido?<br />

Estuve mucho años sin pintar, navegaba a la deriva sin tener una idea de quién<br />

era yo. Un día aprendí a leerme a mí mismo. Durante mucho tiempo estuve<br />

acumulando conocimiento y enriqueciendo la calidad de mi espíritu. Descubrí que<br />

en mi interior convivían varios personajes que formaban parte importante de mí.<br />

Supe entonces lo que tenía que pintar, descubrí mi propio lenguaje. Con éste he<br />

pintado durante cuarenta años mi propia historia.<br />

m i s c e l á n e a 123


124<br />

El flamenco antiguo, el surrealismo, el hiperrealismo, el simbolismo son o<br />

aparentan ser componentes de tu universo icónico. ¿Qué referentes, presencias o escuelas<br />

reconoces en tu obra?<br />

Nací en un pueblo surrealista, cerca de la Zona del Silencio, entre Chihuahua,<br />

Durango y Coahuila. Crecí sobre el antiguo fondo de un mar, el mar de Tetis.<br />

Rodeado desde chico de fósiles marinos milenarios, tuve siempre la certeza de vivir<br />

dentro de un sueño. Los habitantes del desierto crecemos con la sensación de no estar<br />

completamente despiertos, vivimos en esa ensoñación que provocan los horizontes<br />

infinitos. De ahí viene mi fascinación por lo fantástico, que es la primera característica<br />

de mis cuadros, todo viene de ese pueblo y de mi infancia. Reconozco una<br />

gran influencia de la pintura flamenca, que me parece profundamente contemporánea,<br />

igual que la pintura barroca, la cual me ha permitido estudiar el interior<br />

atormentado del hombre moderno. Llegué al sadomasoquismo estudiando la imagen<br />

barroca íntimamente. Esta imagen es espiritual pero está siempre bordeando los<br />

límites de una violencia inaudita. Caravaggio, El Greco, Jan van Eyck, Membling,<br />

Roger van der Weiden son pintores que influyen directamente en mi pintura.<br />

Has transitado por diversos épocas pictóricas. ¿Cómo las definirías y describirías? Me<br />

refiero a que tu trayectoria y el proceso de definición de un discurso propio te ha colocado<br />

en momentos específicos de actitud frente al arte, de disposición y de interlocución<br />

con tu obra.<br />

Dialogar con el cuadro es parte del placer del artista plástico, crea una<br />

comunicación primero con el espacio vacío de la tela que te propone infinitas<br />

probabilidades de movimiento para ubicar tus personajes. El diálogo es continuo,<br />

aquel espacio blanco es el umbral del laberinto que guarda en el centro el mundo<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

real o fantástico de la idea. No creo en el arte antiguo y moderno; el arte es continuo<br />

y es posible hablar con el lenguaje de hace quinientos años, en un diálogo<br />

completamente contemporáneo. Los historiadores y los críticos han conceptualizado<br />

el discurso del arte en cada época y escuela para clasificarlo. Sin embargo, artistas<br />

como Bill Viola (videoasta) se basa en la obra de Fra Angelico y Giotto para realizar<br />

sus videos. Picasso creó los fundamentos del arte moderno conversando con el<br />

lenguaje del arte africano antiguo. Yo hice video con la idea de Jan van Eyck.<br />

m i s c e l á n e a 125


126<br />

Las temáticas son también planos en los que te has movido, has abrevado y has<br />

desplegado muchos días de trabajo intenso: las monjas, naturalezas muertas de diversa<br />

índole, los Arnolfini, escenas donde lo antiguo y lo moderno se superponen o se conjugan,<br />

y ahora el dolor, la tortura, el masoquismo. ¿Cómo y por qué has elegido dichas<br />

temáticas o cómo éstas te han elegido a ti?<br />

Casi todas esas temáticas responden a experiencias personales. La mayoría son<br />

de mi infancia y juventud. El surrealismo me llegó con la primera novia. Ella trabajaba<br />

en una feria de pueblo representando a la mujer araña; yo siempre la vi con su<br />

traje de arácnido seduciendo a los espectadores con su mirada provocadora y su voz.<br />

Me cautivó su condición surrealista. Con el tiempo, mis pinturas acusaron mucho<br />

de la magia que ella representaba.<br />

La obsesión por los tatuajes viene de mi padre, quien tenía un tatuaje en el brazo,<br />

y de un amigo que llevaba todo el cuerpo tatuado y me dio a leer el libro de Ray<br />

Bradbury, El hombre ilustrado.<br />

El Laocoonte, un personaje que he pintado continuamente durante veinticinco<br />

años, lo conocí en la feria del pueblo como un encantador de serpientes, después<br />

lo vi en un cuadro del Greco y, por supuesto, en el libro Laocoonte, de Efraim<br />

Lessing, que fue fundamental en mis lecturas de adolescente.<br />

Las “adivinadoras” de los gitanos —o húngaros, como les llamábamos—<br />

plantaban sus carpas en esa zona del desierto cerca de la casa de mis padres. Yo crecí<br />

con los hijos de estos gitanos; de ahí vienen varios temas como “las cuatro edades”,<br />

“los cinco sentidos”, “las gitanas adivinadoras”. De los circos que llegaban a mi<br />

pueblo tomé los temas de las levitaciones y de los magos.<br />

El dolor, la tortura, el sadomasoquismo, son la culminación del estudio que<br />

hice de la imagen barroca; de la fastuosidad y el lujo pasé al color de la penitencia<br />

infinitamente cruel, como los Cristos de los siglos XVI o XVII.<br />

El cine es un lenguaje visual que te apasiona. ¿Cómo lo vinculas con tu obra?<br />

¿Quiénes son esos directores cinematográficos o con qué filmes te sientes identificado?<br />

Aprendí a pintar en el cine de mi pueblo. A los trece años de edad anunciaba las<br />

películas en grandes planos de madera con pinturas rústicas. En éstas desfilaron los<br />

grandes artistas del cine, recreados por mi pincel. De niño no sólo aprendí a pintar<br />

sino a conocer el lenguaje del cine. Veintisiete años después, en el Palacio de Bellas<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Artes, expuse una de las más importantes colecciones de pintura, Veinte variaciones<br />

sobre el matrimonio Arnolfini de Jan Van Eyck, imaginadas como una<br />

secuencia cinematográfica dentro de una habitación llena de símbolos: una pareja<br />

hombre-mujer se ama, se odia, se destruye en una sucesión de cuadros que narran<br />

la historia de la pareja en dicha serie, en la cual está presente el cine, la literatura, la<br />

poesía, el simbolismo, el surrealismo, el barroco, etcétera.<br />

¿Y el dibujo?<br />

El dibujo es fundamental para cualquier artista, es la base que sostiene la solidez<br />

del cuadro. Aun en el cine se necesita una historia dibujada, casi todos los directores<br />

delineaban el carácter de sus escenas en un cuaderno de dibujo. Para mí, dibujar es<br />

como escribir, narrar un cuerpo o un paisaje con aquella línea simbólica que<br />

anuncia el suceso que está a punto de acontecer. En sí mismo, el dibujo es una<br />

obra con sus propios valores y características únicas<br />

¿Cuál es el grado de dificultad que representa la elaboración de tus cuadros?¿Cómo<br />

asumes su complejidad o su sencillez?<br />

El grado de dificultad que representa la solución de un cuadro tiene que ver con<br />

lo que tienes que decir. Yo tengo mucha información que me facilita la elaboración<br />

de las pinturas, nunca he tenido dificultad para encontrar tema. La técnica, el<br />

cómo pintar, lo facilita porque tiene reglas mínimas que te permiten resolver<br />

cualquier problema. No soy un artista atormentado.<br />

La literatura es otra de tus pasiones, no sólo como lector sino como autor de historias.<br />

¿Piensas que estos dos lenguajes y disciplinas se digan algo entre sí? ¿Cómo conviven en<br />

tu caso?<br />

Mi pintura es profundamente literaria, narra historias, perfila caracteres de<br />

seres que viven en un mundo creado a su medida, son personajes espirituales o<br />

perfectamente instalados en el dolor y que dan testimonio de su presencia. Como<br />

si se tratara de un cuadro con cámaras que fotografían el momento insólito que<br />

están viviendo.<br />

De Rafael Alberti aprendí a profundizar en el interior de los seres luminosos y a<br />

encontrar la parte oscura que los define como hombres ordinarios. Mario Benede-<br />

m i s c e l á n e a 127


128<br />

tti, por el contrario, me enseñó a hurgar en el alma del hombre protervo, ordinario,<br />

y ahí en aquella oscuridad descubrí la luz verdadera de su espíritu: mis ángeles<br />

barrocos con vicios humanos.<br />

Por último, ¿hacia dónde te gustaría orientar tu trabajo plástico? ¿Cuál es la ambición<br />

del artista Benjamín Domínguez?<br />

Tengo un tiempo experimentando con la fotografía y el video. Sin dejar de pintar,<br />

quiero utilizar otros lenguajes para decir lo que quiero comunicar, esto va a<br />

dar otro valor a mi pintura. Llegué al video como una continuidad de mi propia<br />

pintura, mis cuadros tiene la idea de que algo va a suceder. El video servirá como<br />

vehículo para que eso ocurra. <br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Casa vacía<br />

Liberada del peso de las cosas<br />

la casa es apenas su recuerdo:<br />

un cubo inhabitado de memoria,<br />

el vacío escondido tras el eco…<br />

Cuatro poemas<br />

Y el eco, ¿la sombra sonora de qué cuerpos?<br />

Advertencia<br />

Advierto aquí el rastro de otras tribus,<br />

su huella acaso menos cautelosa,<br />

la antigua fe en el orden y el progreso.<br />

Otros pies marcaron ya antes esta arena,<br />

pero ¿qué manos erigieron nuestra ruina en la confianza<br />

en un orbe más ancho y verdadero?<br />

<strong>Ver</strong>dad no es la medida de las cosas:<br />

el mundo no es verdad,<br />

no es ésta su espesor, el fuelle que lo anima,<br />

y aun si fuera el mar la tasa de sus olas<br />

el cielo de este lado se mide por ausencias.<br />

No hay sol que reconozca aquí su sombra…<br />

Yo mismo no adivino<br />

la voz que me impone la marea.<br />

VÍCTOR CABRERA<br />

m i s c e l á n e a 129


130<br />

Inscripciones sobre un muro<br />

Lamparones de vino agrio sobre el mantel de siempre.<br />

En el suelo, hormigas que barren migajas de rencor<br />

me hacen pensar en un insecto estercolero<br />

—Sísifo acorazado—<br />

que empuja cuestarriba su esfera de excremento<br />

(y en lo qué vino a terminar el pan de cada día)<br />

La hiel —de quién— ha escrito en la pared estas frases lapidarias:<br />

The LOVE was here<br />

Aquí estuvo el DE SE O<br />

Habrá que dar<br />

—te digo—<br />

otra mano de pintura.<br />

Mudanza de las cosas<br />

Toda llegada anticipa una mudanza,<br />

cada sangre se sostiene en su latido<br />

—y en ese fluir se advierten los signos del traslado.<br />

Apenas su tosca mansedumbre pisa el suelo,<br />

las cosas urden ya la escapatoria:<br />

en sus vetas la madera traza rutas de salida,<br />

dibuja el tiempo en el tapiz de los sillones<br />

el mapa y la escalera.<br />

No envejece en su sitio la moldura:<br />

madura la ilusión de un nuevo muro<br />

hasta el día en que<br />

—podrido—<br />

cae un fruto del cemento.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Demasiado joven<br />

Hoy amanecí con las manos<br />

ensangrentadas<br />

con el odio entre los dientes<br />

la puerta abierta del suicidio<br />

y la felicidad guardada<br />

en alguna parte de la vida<br />

con la tierra rejuntándose<br />

en las uñas<br />

entregado al sol<br />

con el odio perfecto de dios<br />

A esa niña<br />

Todos hemos visto<br />

caer alguien en el fuego<br />

alguna vez fuimos nosotros<br />

esta es la parte que no me gusta:<br />

recordar los rincones de tu sexo<br />

tus ojos aun permanecen<br />

tendidos sobre tu intacto<br />

dormir<br />

RUBÉN MACÍAS<br />

m i s c e l á n e a 131


132<br />

tú y yo hemos caído<br />

tan solos,<br />

pero ya lo demás duerme<br />

es nocturno como este poema<br />

aquí, dejamos<br />

nuestra ropa tendida en los fracasos<br />

después de todo a nadie le importa<br />

esta noche de vidrios frescos<br />

en la memoria<br />

Carta de un suicida<br />

Todo es recurrente<br />

en el tiempo<br />

el tiempo mismo<br />

es una sombra hambrienta<br />

en los árboles<br />

alguien mastica vidrios<br />

para dominar las ansias de no morir<br />

hablo del tiempo<br />

debajo de los libros<br />

de las calles<br />

que incendian rosas<br />

en los días de polvo<br />

hablo al suicida y a su amada<br />

que no los quema este infierno<br />

Rubén Macías. Ciudad Juárez, Chihuahua, 1982. Estos poemas son de su libro La<br />

contemplación del suicidio.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Poetas de Torreón<br />

Irritilas y Lesbianas<br />

Nos hacemos llamar “Irritilas y Lesbianas”, somos de la Comarca Lagunera<br />

(México,) así que también nos da por llamarnos “Lagunas mentales”.<br />

Más que un grupo intelectual somos una bola de zánganos. Nos gusta<br />

escribir poesía y leerla donde nos dé nuestra regalada gana. No creemos en la<br />

solemnidad, y buscamos la intensidad en el poema. Estamos hartos de la cursilería<br />

y pensamos que para hacer poesía es necesario entregarnos a ella, partirnos la<br />

madre con la vida. Apostamos nuestra vida a cada rato. Hace tiempo que dejamos<br />

de darle importancia a todo aquello que a los demás importa. Como seres<br />

extremadamente egoístas vamos por la vida con una carcajada siempre en la boca.<br />

¿Idiotas? A veces sí, casi siempre, porque como los sufíes creemos en la sabiduría<br />

de los idiotas. Nos burlamos de todo, especialmente de nosotros mismos. Nuestra<br />

propuesta es que carecemos de ella, pueden ser todas o ninguna porque no pensamos<br />

en limitarnos, sabemos de antemano que mañana pensaremos diferente<br />

que hoy. Somos tan inestables que el constante cambio es nuestra única constante.<br />

Esto somos, que los poemas hablen por nosotros.<br />

Fátima Borrego | Ivonne Gómez Ledezma | Adriana Luévano | Sebastián Margot<br />

Noriega | Juan Gerardo Pacheco | Rocío I. Ramírez | Carlos Reyes Ávila<br />

m i s c e l á n e a 133


134<br />

ROCÍO I. RAMÍREZ<br />

El dios de las niñas solas<br />

Aun recuerdo tus ojos verde moco<br />

la impecable Margarita escuchando mis versiones<br />

love me do, eight days a week, ticket to ride<br />

tú vigilando el momento exacto en el school bus<br />

Tenías nueve años Jaime<br />

contubernio con el chofer<br />

y la mirada borrosa como de huevo tibio<br />

Cómo no bajar por la puerta de atrás<br />

cómo no meterte en mis oraciones<br />

diosito que hoy no me agarre la mano<br />

que hoy no me agarre la mano<br />

si yo no sabía qué sentir<br />

Cambiaste mis canciones de autobús<br />

por el áspero juego de evadirte<br />

sentarme con los hermanitos galleta<br />

hacerme la ciega<br />

bajar corriendo la escalerilla<br />

Ay Jaimito ternuras ojitos de gato<br />

hoy sé que la oración fue por ti y a veces<br />

por Margarita mi amiga tu hermana<br />

oración que nunca escuchó el ángel de mi guarda<br />

que jamás atendió el dios de las niñas solas<br />

Yo no sabía qué hacer pero lo hice<br />

Jaime<br />

todavía me arde<br />

aquella cachetada que te di<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

SEBASTIÁN MARGOT NORIEGA<br />

La juerga de los ansiosos<br />

Por la calle vamos tan jotos como borrachos,<br />

cuando a los demás digo:<br />

Esa es la casa donde mi muchachito duerme.<br />

Diecisiete noviembres soñando<br />

lunas y conejos<br />

bajo las colchas que sostienen los escombros<br />

de un hogar.<br />

Si supiera rezar lo haría por él,<br />

le administraría segundos a su asombro y<br />

detendría la bofetada que enloda resplandores.<br />

Pero quién soy yo para amurallar<br />

su espíritu de campo abierto y bicicletas.<br />

Sólo debo conformarme con apretar su mano<br />

entre las multitudes<br />

y apedrear a las parejas que se besan<br />

a medianoche.<br />

Les hablo de él como si fuera mi hijo<br />

y deambulo entre los riscos<br />

de incestuosos relatos.<br />

Jamás inmune a la vulgaridad del deseo<br />

y los pueriles decibeles de un me gusta.<br />

Él aún ignora los planes de recién casado,<br />

los combates en el infinito,<br />

A Moi<br />

m i s c e l á n e a 135


136<br />

las abiertas vitrinas del fracaso.<br />

Toda esa malva marisma en que chapoteamos<br />

bebiendo y bramando.<br />

Es mejor irnos ya, les reclamo,<br />

que nuestras afeminadas voces<br />

son aullidos<br />

y estos salmos prisioneros<br />

no lo deben despertar.<br />

Mañana habrá que levantarnos muy<br />

temprano para volver a ser los mismos.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Ángeles onanistas<br />

también los ángeles se masturban<br />

se gozan, se disfrutan<br />

se envuelven con el río de caricias<br />

de su propio tacto<br />

parecen jóvenes adolescentes<br />

pero son ángeles celebrando tentaciones<br />

porque ellas han visto<br />

que luna adentro de su cuerpo<br />

otra es la corriente que las empuja<br />

que las arrebata<br />

han nacido para el asombro<br />

y la humedad las vence<br />

dicen que no / que ya no más<br />

pero es pronta la ilusión y pum!<br />

la entrepierna es paraíso perdido<br />

frecuencia fértil<br />

exploración y naufragio<br />

reencuentro con la misma carne<br />

comunión más allá de lo etéreo<br />

piel ensalivada de Dios<br />

el deseo de Santa Úrsula sin manto:<br />

celebración de las once mil vírgenes.<br />

que no digan que no<br />

porque la luna lo ha visto todo<br />

porque las playas saben de noches<br />

de altas cimas / peores temperaturas<br />

porque el mar también se excita<br />

porque son mujeres<br />

porque son ángeles<br />

que así mismas se desean.<br />

CARLOS REYES ÁVILA<br />

m i s c e l á n e a 137


138<br />

IVONNE GÓMEZ LEDEZMA<br />

Réquiem por un twist<br />

Mia Wallace hace magia con las nubes:<br />

las pulveriza divide e inhala<br />

y todo el caos del cielo se refugia en su sangre<br />

restos blancos de polvo en su nariz<br />

polvo oscuro aferrándose a sus pies<br />

que caminan detrás de Vincent Vega<br />

para viajar en el tiempo<br />

siempre hay lugar para más nubes<br />

entre cigarros y miradas<br />

entre malteadas y una imposible Marilyn<br />

que resucita para ventilar sus piernas<br />

en la pista de baile se entrelazan dos furias<br />

en un duelo de twist<br />

cada movimiento es un golpe<br />

cada golpe una promesa con la firma de Chuck Berry<br />

con el ritmo se despeina la lealtad<br />

miradas y caderas sellan pactos<br />

que cambiarán por otro baile:<br />

el twist de una jeringa dentro del corazón<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Lo hice<br />

Lo hice<br />

no más sangre cada 28<br />

la mía y la tuya en una sola<br />

lo hice<br />

o mejor dicho<br />

me lo hicieron.<br />

Ironía volátil<br />

Desde que nos vimos<br />

estalló la carcajada<br />

tras cada estupidez<br />

nos volvimos más amigos<br />

después de tantos años<br />

aún no puedo contenerme:<br />

Qué risa<br />

FÁTIMA BORREGO<br />

ADRIANA LUÉVANO<br />

m i s c e l á n e a 139


140<br />

JUAN GERARDO PACHECO<br />

Vestigios de noche y de cerveza<br />

Ella es una calle<br />

por donde pasa el mundo cabizbajo<br />

en su cuerpo hay vestigios<br />

de noche y de cerveza<br />

si calla<br />

el lenguaje pierde su equilibrio<br />

si apenas baja los ojos<br />

los jardines se olvidan de su vuelo<br />

su ausencia funde<br />

las blandas historias de la noche<br />

ella es una hoguera que roza<br />

la niebla<br />

y la distancia.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

CRÍTICA DE LA POESÍA Y DE LOS POETAS<br />

A los poetas de México se les acabó (de nuevo) el espíritu crítico<br />

[esperemos que sólo por este número]


142<br />

uidado! Estamos ante una verda-<br />

¡Cdera escorpina. Nacida el 12 de noviembre,<br />

igual que nuestra atormentada y<br />

enigmática sor Juana, aunque en años diferentes,<br />

Grissel Gómez Estrada asume su<br />

signo astral como un destino, como una<br />

fuerza que marca su temperamento. Así,<br />

el elemento que predomina es Otra vida,<br />

el poemario que nos ocupa, es el agua.<br />

Escorpión es uno de los tres signos zodiacales<br />

de agua, junto con Piscis y Cáncer,<br />

pero si el mar es el líquido que rige a<br />

Piscis y el agua de la fuente es propia de<br />

Cáncer, la que le corresponde a Escorpión<br />

es el agua estancada del pantano. Contraria<br />

a la constante mutabilidad del mar<br />

y a la transparencia quieta del estanque,<br />

las aguas turbias y oscuras, inmóviles y<br />

espesas de Escorpión simbolizan misterio<br />

y peligro. El pantano, ese “Recinto húmedo<br />

/ verde de semen y hongos”, para calificarlo<br />

con palabras de la poeta Grissel,<br />

devora a todo aquel que se atreva a pisarlo,<br />

y en pesadillas y bajo ciertos estados<br />

mentales alterados, corremos el riesgo de<br />

presenciar cómo de allí emergen los monstruos<br />

que respiran dentro de nosotros<br />

mismos, esos seres que alimentan nuestro<br />

subconsciente o aquellos seres que en<br />

nuestro tiempo-espacio convencional ya<br />

están muertos pero nos siguen haciendo<br />

daño en forma de espectros: “A veces, /<br />

RESEÑAS<br />

Grissel Gómez Estrada,<br />

bajo el signo del escorpión<br />

Héctor Carreto<br />

mientras duermo, / vuelves / y me miras /<br />

imaginar tu risa” (p. 23).<br />

Pero el agua cenagosa no es la única<br />

forma líquida que corre por el universo<br />

de Otra vida: un cauce más fuerte lo forman<br />

las lágrimas, el semen y, sobre todo,<br />

la sangre: “Cenit coronado por la diosa de<br />

plata / a quien venerabas / probando la<br />

sangre / que regaba tu cuerpo. / Probaste<br />

tu propia sangre / y tu piel fue teñida con<br />

el néctar / sólo concedido a los dioses”<br />

(pp. 64-65).<br />

Esta referencia al placer de la sangre,<br />

que salpica todo el libro de Grissel Gómez<br />

Estrada, me lleva de inmediato a otro<br />

escritor, también nacido bajo el venenoso<br />

signo del escorpión, Bram Stoker, cuyo<br />

personaje más famoso, el conde Drácula,<br />

retorna al mundo de los vivos cuando<br />

logra beber sangre caliente. A semejanza<br />

de la visión de Stoker, el de esta autora es<br />

el de la noche, la soledad,<br />

la pérdida, el dolor. Reino de la noche<br />

poblado por emblemáticos gatos negros,<br />

arácnidos, lobos y el reptil de la cola erguida,<br />

el escorpión, que se arrastra y repta<br />

“entre piedras, soledad / y luto, / […]<br />

entre gente mala”, escribe la poeta en “El<br />

escorpión”. Reino de la noche donde, al<br />

parecer, los seres humanos no son más<br />

que muertos que buscan sangre para<br />

poder volver a la vida: “bebí la sangre /<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

regada por mujeres simples” (p. 78), confiesan<br />

estos versos de “La condesa sangrienta”,<br />

poema extenso —quizá el mejor<br />

del libro— y que tal vez sea para Grissel<br />

lo que Drácula fue para Stoker.<br />

Recomiendo este poemario, Otra vida,<br />

a todos los lectores, tanto a sanos como<br />

enfermizos, a fresas y a gruesitos, con inclinación<br />

a las más bajas pasiones y también<br />

a los que sólo beben leche. A todos<br />

les aseguro un viaje al país de las pesadi-<br />

llas, a dejarse ser víctimas de la temible<br />

condesa viuda, a presenciar cómo<br />

“Tomaba su baño tibio, / de agua rija, /<br />

con la que cumplía el destino / que le<br />

impuso el Escorpión: / ser bella, / a través<br />

de la fuerza / que otorga la sangre”.<br />

grissel gómez estrada<br />

Otra vida<br />

Ostraco, México, 2004.<br />

r e s e ñ a s 143


144<br />

Por primera vez se publica<br />

en México una<br />

muestra de la obra poética<br />

de Alfredo Fressia (Montevideo,<br />

Uruguay, 1948) bajo<br />

el título de Eclipse. Cierta<br />

poesía 1973-2003. A lo largo<br />

de estos treinta años, se<br />

pueden percibir los varios<br />

temas que atraviesan los<br />

poemas de Fressia. Eclipse<br />

está dividido en cinco secciones<br />

que dan muestra de<br />

esta poesía llevada a cabo discretamente<br />

en un lapso de tres décadas: “Cuarenta<br />

poemas”, “El Uruguay y El Plata”, “El<br />

futuro”, el poema “Obediencia” y su más<br />

reciente producción, “Eclipse”, del año<br />

2003, que presta su nombre para titular<br />

esta compilación.<br />

En todos y cada uno hay un homoerotismo<br />

latente que se hace más evidente en<br />

el largo e intenso poema “Obediencia”.<br />

Allí Fressia remite al lector a uno de sus<br />

primeros cuarenta poemas con los que se<br />

abre el libro: “Bello amor”, en el que ya<br />

habla del “memorial de hombres que me<br />

amaron”. Fressia escribió un poema<br />

como “Obediencia” con intensidad, una<br />

fiereza que le da un tono desapasionado<br />

gracias al cual pareciera que los amantes<br />

furtivos acaban despedazándose mutua-<br />

RESEÑAS<br />

Eclipse sobre Montevideo,<br />

en la poesía de Alfredo Fressia<br />

Sergio Téllez-Pon<br />

mente. En la poesía homoerótica<br />

de Fressia no hay<br />

concesiones para el amor.<br />

Por su parte, en Eclipse, su<br />

más reciente poemario, la<br />

metáfora lleva a una poética<br />

regida por un tiempo<br />

(por el Tiempo, mejor<br />

dicho), en el que Fressia va<br />

cayendo al tomar conciencia<br />

de que los momentos<br />

más gloriosos pasan<br />

fugaces.<br />

Pero es en “El Uruguay y El Plata” y en<br />

“El futuro” donde Montevideo aparece<br />

como la ciudad que Fressia lleva a cuestas<br />

a donde quiera que vaya. Aunque la dictadura<br />

militar en Uruguay duró poco más<br />

de una década, desde entonces Fressia<br />

decidió instalarse en Sao Paulo y sólo<br />

regresar a su ciudad natal esporádicamente,<br />

y así han pasado ya poco más de<br />

tres décadas. Es aquí, pues, donde el<br />

poeta uruguayo pone lo mejor de sí, escribe<br />

con una seguridad inquebrantable<br />

que le permite la parodia, la sorna y, sin<br />

embargo, sale muy bien librado.<br />

Se podría decir que la poesía escrita en<br />

el exilio tiene ciertos rasgos en común,<br />

independientemente de la nacionalidad<br />

del desterrado. Los escritores exiliados<br />

suelen exaltar, con esa añoranza que les<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

da la distancia y el tiempo, la tierra dejada<br />

intempestivamente (además de la lengua<br />

y el otro yo que se deja en aquel lugar).<br />

Así, la obra poética de Fressia no es la excepción<br />

cuando se trata de evocar el lugar<br />

abandonado no por voluntad propia. Sin<br />

embargo, en la mayoría de los poemas de<br />

Fressia, Montevideo en particular, y Uruguay<br />

todo, es tratado con ironía demoledora.<br />

La ciudad es motivo de escarnio y<br />

no como el idilio perdido (visión común<br />

entre los desterrados), según puede apreciarse<br />

en este poemita en prosa: “Hay<br />

que tener mucho cuidado para hablar de<br />

Montevideo porque es una ciudad de dolor.<br />

En Montevideo siempre se sufre un<br />

poco más que en el resto del mundo.”<br />

Luego, si se toma muy en cuenta que<br />

el deporte nacional de los uruguayos es<br />

maldecir todo lo del Uruguay, según se<br />

dice coloquialmente en aquel país, entonces<br />

se entenderá el tono malicioso con que<br />

están escritos muchos de los poemas reunidos<br />

en Eclipse. Esto quizá se deba a que<br />

en algunos países del cono sur no se tenga<br />

esa filiación nacionalista como la tenemos,<br />

por ejemplo, los mexicanos, debido<br />

a la carencia de raíces prehispánicas que<br />

exaltar: “Montevideo era un puesto militar<br />

de avanzado en el Río de la Plata y nació<br />

sin nombre: Monte VI de Este a Oeste.<br />

San Felipe se había adormecido y Santiago<br />

tuvo un sobresalto. Entonces Montevideo<br />

conoció el tedio y la guerra —innombrables—<br />

y ya nunca tuvo calma.”<br />

De tal manera que si los mismos montevideanos<br />

reconocen esta carencia, entonces<br />

resultará curioso (y hasta legítimo)<br />

que un poeta como el brasileño Murilo<br />

Mendes advierta esa no-identidad nacional<br />

en un poema y de entrada diga: “El<br />

Uruguay es un bello país de América del<br />

sur limitado al norte por Lautreamont, al<br />

sur por Laforgue, al este por Supervielle.<br />

El país no tiene oeste.” Lautremont, Jules<br />

Laforgue y Jules Supervielle, los poetas en<br />

lengua francesa nacidos en Uruguay,<br />

quienes pronto abandonarían su país natal,<br />

su lengua y nunca se sentirían uruguayos,<br />

son la muestra más fehaciente del<br />

sentir uruguayo.<br />

Fressia es felizmente un incómodo, un<br />

eclipse sobre Montevideo porque, como<br />

lo recuerda continuamente, en Montevideo<br />

el pasado, el presente, el futuro y toda<br />

la eternidad pueden —o no— suceder en<br />

un mismo instante, de manera tal que allí<br />

“siempre se sufre un poco más que en el<br />

resto del mundo”.<br />

alfredo fressia<br />

Eclipse. Cierta poesía 1973-2003<br />

<strong>Alforja</strong>, Conaculta-fonca, col. Azor, México,<br />

r e s e ñ a s 145


146<br />

Marco Antonio Campos es un so-ñador<br />

que vuela con los pies demasiado<br />

puestos en la tierra, y es, además, un<br />

creador de versatilidad alocada (y no hay<br />

en este calificativo ninguna reverberación<br />

peyorativa): lo mismo ha escrito y publicado<br />

cuento y ensayo, como ent<strong>revista</strong>s,<br />

crónica, novela, poesía y traducciones de<br />

poetas italianos, franceses, alemanes y<br />

brasileños (recuerdo a Ungaretti, a Saba,<br />

Quasimodo, Rimbaud, Baudelaire, Gide,<br />

Artaud, Trakl y Drummond de Andrade).<br />

Es también perpetrador de un género<br />

extraño, una suerte de crónicas noveladas<br />

sobre poetas y pintores excepcionales e<br />

infortunados, de aquí y de allá, disidentes<br />

esenciales y rebeldes perpetuos y rotundos<br />

que deshilaron sus vidas en un tiempo<br />

vano, en las ciudades de los<br />

desdichados.<br />

Su último libro, Viernes en Jerusalén, es<br />

algo que es muchas cosas a la vez. Me referiré<br />

sólo a algunos aspectos. Es, primero,<br />

un libro en el que el autor vuelve<br />

los ojos a la infancia, e incluso, a antes de<br />

la infancia, a sus ancestros, los Hüttich y<br />

los Palmer, los abuelos paternos que se<br />

pasaron la vida luchando para no querer a<br />

sus nietos. Y ahí hay dos poemas —“Parc<br />

Lafontaine” y “Adiós a la infancia”— que<br />

son parte medular de la autobiografía del<br />

poeta. “Adiós a la infancia” no es una<br />

RESEÑAS<br />

Viernes en Jerusalén<br />

o el mundo del poema<br />

de Marco Antonio Campos<br />

Jorge Bustamante García<br />

despedida, sino, paradójicamente, una<br />

forma de permanecer todavía en ella, de<br />

volver los ojos hacia ella (como lo quería<br />

Rilke) para pretextar la poesía. La<br />

Graciela de “Adiós a la infancia”, con su<br />

“cuerpo de durazno en sazón y una rama<br />

de estrellas en las noches” es también, de<br />

alguna forma, la estudiante de 1966 o la<br />

“Sonia en el invierno de 1981”, o cada una<br />

de las muchachas ligeras “de vestidos<br />

tenues que espejean en su piel los fulgores<br />

del sol en las riberas del Sena”. Hay una<br />

tenue erótica camposiana (de Campos,<br />

por supuesto) que se enuncia desde<br />

“Adiós a la infancia” y que atraviesa todo<br />

el libro, hasta el último poema titulado<br />

“Pero en serio ¿valió la pena?”, en el que<br />

asegura, no sin cierta perplejidad y casi a<br />

quemarropa, que la poesía no le dio los<br />

dones que le dio a los grandes poetas,<br />

pero que, sin embargo, le dio otras cosas,<br />

como<br />

la posibilidad de “apreciar más a fondo la<br />

ligereza y la dulzura corporal de las<br />

mujeres”.<br />

Un hacedor de versos se debe a otros<br />

hacedores. Ya todo está tan redicho que<br />

pareciera que lo único que le queda a los<br />

que escriben es la glosa. En ese mundo de<br />

resonancias, la erótica lírica de Campos es<br />

bastante afortunada. De la estirpe de la<br />

del Octavio Paz de “Voy por tu cuerpo<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

como por el mundo”, pasando —tal vez<br />

sin saberlo— por la del colombiano Jorge<br />

Gaitán Durán de “Dos cuerpos que se<br />

juntan desnudos / solos en la ciudad<br />

donde habitan los astros / inventan sin<br />

reposo al deseo”, para terminar en unos<br />

frescos, francos y deliciosos versos de clara<br />

factura a lo Marco Antonio Campos:<br />

“el mundo comenzaba a parecerse a sus<br />

piernas / y las cinco letras de la palabra<br />

mundo / se alteraban por las cinco letras<br />

de la palabra deseo” (“La estudiante de<br />

1966”). Este poema empieza con un verso<br />

misterioso, casi sorprendente, que se refiere<br />

a la estudiante: “Tendría mi edad si<br />

no fuera por el frío”. Es una imposibilidad<br />

asombrosa. No puedo entenderlo a<br />

cabalidad, pero intuyo que, de alguna<br />

manera, ahí aflora la poesía ¿Será la audacia<br />

en este supuesto juego de clima y<br />

r e s e ñ a s 147


148<br />

tiempo? De esas audacias y sorpresas<br />

poéticas solía Huidobro construir algunos<br />

versos, como éste: “Eras tan hermosa, que<br />

no pudiste hablar.” Ahí también intuyo<br />

algo bello que no puedo explicar.<br />

Hay otros aspectos que quisiera resaltar<br />

en este libro: los lugares, los viajes, los fechamientos.<br />

La experiencia vital de Marco<br />

Antonio Campos está desbordada de<br />

viajes, de lugares que parecen pertenecerle.<br />

Cuando leí Las ciudades de los desdichados<br />

me di cuenta —y lo dije en su<br />

momento— que, al igual que<br />

Aguascalientes y Zacatecas, el autor<br />

conocía al dedillo las ciudades europeas<br />

donde deambularon Modigliani y Anna<br />

Ajmátova, Van Gogh y Egon Schiele.<br />

Marco Antonio ha convertido en legítimamente<br />

suyos, a través de las lenguas<br />

aprendidas y de vivencias directas y<br />

extensas, esos lugares, esas calles, esos<br />

antros, esos bares, esas tardes y esas<br />

madrugadas por donde se desparramaron<br />

su imaginación y sus sueños. En ese trasiego,<br />

en ese ir y venir, desde su casa de<br />

Pinos 8 y el cine Ermita de su infancia,<br />

hasta sus veranos en Arlès o junto al Sena,<br />

en Jerusalén o en Filadelfia, en Salzburgo<br />

o Buenos Aires, en Cartagena de Indias o<br />

en Montreal, y tantos otros, atiborrando<br />

papelitos y servilletas, no hubiera podido<br />

ser posible una obra que<br />

se construye, ladrillo a ladrillo, por tantas<br />

cosas vividas con el fulgor de la vigilia y<br />

los ojos abiertos.<br />

En casi todos los poemas de Viernes en<br />

Jerusalén hay referencias, a veces exactas<br />

(con hora y todo), a las fechas en que fueron<br />

escritos y a la edad o edades del autor<br />

en las distintas épocas: “Es 20 de septiembre<br />

del año 2002 / Se hace tarde la<br />

mañana” (“Perdonen la tristeza”), “Era<br />

agosto. Era 1988” (“Cefalonia”), “Son las<br />

tres de la tarde del 10 de agosto del año<br />

2000” (Pont de la Tournelle), “Pero este<br />

diciembre del noventa y uno” (“En casa<br />

de Gonzalo Rojas”), “En la primavera del<br />

año tercero del milenio, con el fardo de<br />

los cincuenta y cuatro años” (“Viernes en<br />

Jerusalén”), “Yo tenía 23 años y han pasado<br />

28” (“Yo estuve aquí”). El poeta escribe<br />

su biografía, la crónica de la<br />

inmediatez, de lo que palpó, sintió,<br />

escuchó, miró y olió y de lo que alcanzó a<br />

olvidar, asunto que tiene su mejor expresión<br />

en un poema personalísimo como<br />

“Parc Lafontaine”, en donde expresa el<br />

desencuentro con la madre y recuerda<br />

otra vez la infancia “donde las casas /<br />

daban a todas las casas”, porque en San<br />

Pedro de los Pinos se conocían todos e<br />

hicieron “un mundo de dos parques y<br />

veinte calles / hicimos de la calle un mundo<br />

aparte”. El poema “Elegía de<br />

Filadelfia” es una especie de ajuste de<br />

cuentas con ese país de salteadores que,<br />

en poco más de dos siglos, “deshizo al<br />

mundo para convertirse, / sin pedírselo<br />

nadie, en el forajido / disfrazado de policía”.<br />

Este poema no es más que un pretexto<br />

también para hablar de Paulina (la<br />

que decía: “hacerse el amor con el más<br />

alto amor en las batallas del lecho”) y<br />

hablar de sí mismo, porque de lo único<br />

que puede hablar el poeta es de sí mismo,<br />

aunque al hacerlo refleje, sin proponérse-<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

lo, el estado de las cosas del mundo. Todos<br />

estos poemas de Marco Antonio<br />

Campos son autobiografía feroz y pura,<br />

como lo quería el poeta ruso Sergéi Esenin,<br />

que cuando le pidieron una biografía<br />

escribió cinco líneas y terminó diciendo<br />

que lo demás estaba en sus versos.<br />

Un último aspecto que quiero resaltar<br />

—aunque haya otros que ahora se me escapan—<br />

es, a mi parecer, la indagación<br />

que hace Campos sobre los avatares de la<br />

memoria y la inutilidad de la poesía. Es<br />

una constante en este libro el paso y contraste<br />

de la edad, el paso despiadado de<br />

los años, la contraposición permanente<br />

del que fue y del que es ahora, en los diferentes<br />

momentos, y que no se concilia<br />

con este camino que no sabemos a dónde<br />

va ni cómo y del que uno no puede deslindarse,<br />

entre otras cosas, porque es imposible<br />

el deslinde en la memoria. No te<br />

puedes desligar de nada, de lo que aconteció<br />

sin rumbo en los años jóvenes,<br />

porque exactamente esa vibra casi intangible<br />

de lo que creemos que fue es lo que<br />

constituye la cepa de los días aparentemente<br />

perdidos. Y digo aparentemente<br />

perdidos, porque después descubrimos, a<br />

través de la poesía, que, como dice con<br />

brillantez Marco Antonio en uno de sus<br />

textos: “Algo en mi íntimo protesta y grita<br />

/ por algo que debió ser y sólo fue como /<br />

canción de época, como canción que dice<br />

/ y repite hasta rayar el disco / que esos<br />

fueron los días, que esos fueron”, y que,<br />

precisamente, en esos días —que no debemos<br />

permitir que se vayan— es que se<br />

encuentran las respuestas que desde entonces<br />

yacen en nosotros mismos.<br />

Viernes en Jerusalén acaba con una pregunta<br />

que queda en el aire y que nadie<br />

podrá responder: “¿Valió la pena el sacrificio,<br />

valió la pena abandonar la apuesta<br />

de la acción para entregarle la vida a la<br />

inutilidad de la poesía?” Entre los crea-<br />

dores, el poeta es el único que sabe a ciencia<br />

cierta que su arte es inútil, y que, a<br />

diferencia del novelista, el pintor o el<br />

escultor, sabe que nunca le dejará plata, ni<br />

patrimonio, ni posición. Y sin embargo,<br />

persiste, reincide e insiste en su música,<br />

acá, allá y en todo, su música que suena<br />

como el tiempo desde todos los instantes,<br />

que mata y da vida, que huye y regresa, y<br />

que es tan inútil como la voz del viento.<br />

Queda el consuelo de que, aunque —tal<br />

vez— la poesía no sirva para nada,<br />

aunque no sirva para ganarse la vida, sirva<br />

quizá para ganarse el alma, como decía el<br />

nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez, y de<br />

que mirar con mirada propia, única e<br />

irrepetible las cosas del mundo es la<br />

mejor celebración que podemos hacer de<br />

la vida. Tenemos un mundo que hemos<br />

colocado a salvo con las manos y los ojos<br />

y el corazón puestos en las palabras, el<br />

mundo del poema.Y ese mundo del poema,<br />

que va casi siempre a contracorriente<br />

de lo que llamamos realidad elemental,<br />

ríspida y literal, es todo un universo<br />

infinito y aún inexplorado, colmado de<br />

múltiples sorpresas, asombros, juegos y<br />

fabulaciones. Lo dice a su manera Marco<br />

Antonio, en el poema que da título al<br />

libro: “pienso que / a lo mejor alguna vez,<br />

alguna vez, cuando el justo / lo sea de<br />

corazón y el sufrido de espíritu / no<br />

escuche la canción del necio, / cuando el<br />

nombre del malvado sea raído y sucumban<br />

/ el héroe y el mártir fraudulentos,<br />

cuando no sea un lloro / el tiempo de la<br />

tribulación y el tiempo del infortunio, / el<br />

verano se hará una golondrina, el sol verá<br />

su luz / en el fruto del naranjo y el vino<br />

viejo / se beberá por fin en odre nuevo”.<br />

marco antonio campos<br />

Viernes en Jerusalén<br />

r e s e ñ a s 149


150<br />

Hace poco más de un año, cuando mi<br />

amiga y colega Carmina Estrada<br />

preparaba Un orbe más ancho, la antología<br />

de poetas nacidos en las décadas de 1970 y<br />

1980, publicada por la Dirección de<br />

Literatura de la UNAM, una de las voces<br />

que más me interesó fue la de Luis<br />

Paniagua (San Pablo Pejo, Gunajuato,<br />

1979). A diferencia de las de otros autores<br />

incluidos en ese libro, cuyas poéticas me<br />

resultaron atractivas por su inserción en,<br />

permítaseme el oximoron, cierta tradición<br />

vanguardista latinoamericana, lo<br />

mismo hermética u oscura que torrencial<br />

y desbordada, la de Paniagua atrapó mi<br />

atención por ubicarse justamente en el<br />

polo opuesto.<br />

Aquellos poemas, ganadores en 2004<br />

del certamen de la <strong>revista</strong> Punto de Partida,<br />

algunos de los cuales hoy forman<br />

parte de Los pasos del vistante, me sorprendieron<br />

por la nitidez de sus imágenes<br />

y por su calculada contención. Nada en<br />

ellos parece excederse hacia la pirotecnia<br />

lingüística o conceptual. Los de Paniagua<br />

son dardos que, al atinar en su blanco,<br />

estallan en silencio: “Grito pájaro / Y el<br />

eco me devuelve / Una parvada…”.<br />

Ésta, la contundencia de un vuelo tumultuoso<br />

encapsulado en tres versos, es la<br />

misma con la que Luis Paniagua ha edificado<br />

su primer poemario individual.<br />

RESEÑAS<br />

Apunte para un Génesis marino,<br />

poesía de Luis Paniagua<br />

Víctor Cabrera<br />

Dividido en tres secciones, cada una representa<br />

una estación distinta en el periplo<br />

hacia un naufragio apenas presentido<br />

(ese naufragio que, al final, acaso sea todo<br />

amor), y en el que la voz poética se asume<br />

visitante de un territorio ajeno, turista de<br />

paso por las cosas, viajero que zarpa de un<br />

puerto al que un día regresará irremediablemente<br />

devastado.<br />

Así, en “Croquis sobre el mar”, el primero<br />

de los tres apartados del libro, el<br />

poeta se da a la tarea de construir un paisaje<br />

marino que será lo mismo escenario<br />

de fondo que, a la larga, vehículo de nostalgias<br />

e íntimas catástrofes. Jugando a ser<br />

el dios de sus propias criaturas (barcazas,<br />

faros, olas, farallones), Paniagua inventa<br />

un océano personal como en el primer<br />

día del mundo: “En el alba / el canto del<br />

gallo / es un mástil: / reverdecen unos<br />

barcos / ya hundidos.”<br />

Como un hermano madrugador del<br />

“cazador de crepúsculos” de Julio Cortázar,<br />

Paniagua atrapa al vuelo esta imagen<br />

auroral que abre su libro para introducirnos<br />

en un territorio aparentemente<br />

diáfano, pero que irá ganando densidad a<br />

medida que la lectura avance. Ya en la<br />

primera página, el poeta funda un día que<br />

habrá de progresar inexorablemente hacia<br />

su ocaso.<br />

Visuales en la medida en que todo en<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

ellos nos remite a las imágenes evocadas<br />

por su autor, estos poemas apelan a la mirada<br />

para suscitar nuestro asombro,<br />

como si inmediatamente después de leerlos<br />

hubiera que cerrar los ojos para contemplar<br />

mejor esas postales en<br />

movimiento: “Escribo mar / y el agua<br />

salpica esta página.”<br />

Efectista por efectivo, Luis Paniagua<br />

asume el riesgo de quien conoce sus recursos<br />

retóricos y los maneja con soltura.<br />

Los resultados, sin embargo, no son siempre<br />

los mismos. Por momentos —a mi<br />

parecer los menos afortunados del libro,<br />

aunque también los menos abundantes—<br />

los afanes minimalistas de Paniagua desembocan<br />

en una simpleza grandilocuente:<br />

“Eres, / mar, / la palabra / más<br />

grande.” O: “Parpadea la mañana / en<br />

medio de la maraña / de existir.”<br />

En otras ocasiones, ese deseo de síntesis<br />

cede a la tentación de explicar de más. He<br />

aquí un ejemplo: “Acaso también eres un<br />

genio / y tu nombre, mar, / como una<br />

lámpara, / da peces de luz.”<br />

Me pregunto si no sobra ahí el primer<br />

verso, si no se concentra el poema en los<br />

tres siguientes: “…tu nombre, mar / como<br />

una lámpara / da peces de luz.” Que<br />

cada quien le responda al lector que lleva<br />

dentro. En todo caso, éstos no me parecen<br />

descuidos verdaderamente graves<br />

para un libro (un primer libro) cuyo conjunto<br />

va más allá de esas concesiones que,<br />

en el fondo, todo poeta suele permitirse.<br />

“Las habitaciones de abril”, segunda<br />

sección del libro, es el mediodía que sigue<br />

a aquel amanecer en el que dios hizo el<br />

mar y sus bártulos. Entran en acción dos<br />

personajes, Él y Ella, Adán y Eva redivivos<br />

en el caldeado edén portuario de un cuarto<br />

de hotel donde entran en juego esas<br />

dos fuerzas de la naturaleza que son el<br />

mar y el amar: “Es el calor una espuma<br />

rijosa, lengua de la noche emboscada en<br />

su pedestal salitroso. / Apagadas vértebras<br />

del cielo, las apenas estrellas. / Él y el<br />

equipaje como brazo derecho; Ella cansada,<br />

mientras las niñas de sus ojos sueltan<br />

en la atmósfera pesada sus palomas rotas.<br />

/ En el primer hotel hallado, la piel arde<br />

su Troya.”<br />

Ajenos al orbe, sudorosos tras los muros<br />

de su deseo en esa calurosa habitación<br />

copada por ominosos símbolos mareños,<br />

los amantes se convierten paulatinamente<br />

en sus propios fantasmas, pasajeros en<br />

tránsito de un paraíso que no los contiene:<br />

“Nadie abre la ventana: / Afuera<br />

crece el mundo con la mirada ausente.”<br />

Todo allí parece condenarlos y ellos,<br />

sin saberlo bien del todo, avanzan hacia<br />

un desastre impostergable: “Ella duerme.<br />

Sueña un mar debajo de sus párpados. /<br />

Él sabe que su sueño predica ya el naufragio.”<br />

Así, el último poema de esta estación<br />

(“Todo azul. Todo oleaje. / Es de<br />

pronto la playa toda, sólo Él y su cuaderno”)<br />

y su apostilla (“¿Qué dioses te lloraron<br />

/ antes de mí, mujer / que existe el<br />

mar?”) anticipan el tono pesaroso que<br />

invade el último apartado.<br />

r e s e ñ a s<br />

151


152<br />

“Las lenguas de la arena” es, finalmente,<br />

el crepúsculo ineluctable presentido<br />

desde aquel amanecer que es la primera<br />

sección. “Corridas las cortinas de la noche”,<br />

reza el primer verso, y en seguida<br />

sabremos que lo que fue celebración y<br />

asombro de un mundo en ciernes no será<br />

ya más que abono de nostalgias: “Hay un<br />

mundo más allá / De todos los naufragios:<br />

/ El recuerdo de una tarde clara / Y<br />

las barcas flotando livianas / Como peces<br />

muertos.”<br />

“La memoria es una playa / mojada por<br />

el tiempo”, escribe Panigua. Una playa a<br />

la que, pasada la tormenta y tras la expulsión<br />

de un paraíso terreno por sensual,<br />

vuelve el náufrago guiado por el mapa de<br />

la melancolía para contemplar la huella<br />

de sus pasos en la arena.<br />

Tradicional en el mejor sentido del término,<br />

Paniagua no rehuye influencias ni<br />

evade precursores; por el contrario, pretende,<br />

precisamente, insertarse en esa tradición<br />

(la de la poesía mexicana)<br />

adocenada y rancia, de acuerdo con<br />

algunos, vivísima y sólidamente asentada<br />

en sus raíces, según yo.<br />

Si ya en “Norte”, la sección que le corresponde<br />

en el poemario colectivo Al frío<br />

de los cuatro vientos (Instituto Mexiquense<br />

de Cultura, Toluca, 2006), Luis Paniagua<br />

revela la atenta lectura de la obra paceana,<br />

en Los pasos del visitante evidencia ciertas<br />

lecciones aprehendidas: están allí la voluntad<br />

sintética de cierta poesía oriental<br />

pasada por los ojos del propio Paz y de<br />

Tablada; un parentesco con las postales<br />

de Mar de fondo y, señaladamente, con las<br />

estampas eróticas de Por amor a Fosca, de<br />

Francisco Hernández, lo mismo que con<br />

algunos poemas costeños de Un navío un<br />

amor, de José Luis Rivas. Pienso incluso<br />

en un par de versos de Jaime Sabines en<br />

los que está contenido el espíritu de estos<br />

poemas de Paniagua: “Del mar, también<br />

del mar / de la tela del mar que nos<br />

envuelve.”<br />

Estos pueden ser faros posibles dentro<br />

de un mar vastísimo de combinaciones.<br />

Observo, sin embargo, un vínculo notorio<br />

de este libro con las Canciones para<br />

cantar en las barcas, de Gorostiza. No podría<br />

asegurarlo, pero lo aseguraría: mientras<br />

su autor escribía estos versos tuvo<br />

presentes, consciente o inconscientemente,<br />

los del poeta tabasqueño para<br />

entablar un diálogo con ellos. Comparemos,<br />

por ejemplo, esta alborada de<br />

Gorostiza: “El paisaje marino / en pesados<br />

colores se dibuja. / Duermen las<br />

cosas. Al salir el alba / parece sobre el mar<br />

una burbuja. / Y la vida es apenas / un<br />

milagroso reposar de barcas / en la blanda<br />

quietud de las arenas”, con este atardecer<br />

de Paniagua: “En el abrevadero del<br />

muelle / Beben las barcas suspendidas /<br />

Cae el sol de las cinco de la tarde; / A estas<br />

horas / El puerto es una bestia dormida /<br />

Y el mar su quieto sueño.”<br />

A diferencia de buena parte de sus<br />

coetáneos, quienes miran atentos hacia<br />

otras latitudes en busca de referentes pasados<br />

o inmediatos, Paniagua ha preferido,<br />

por el momento, explorar esta veta<br />

en pos de sus mejores diamantes, en una<br />

búsqueda fructífera hasta ahora.<br />

Es de celebrar la publicación de Los<br />

pasos del visitante y la apuesta lírica de<br />

Paniagua justo hoy, cuando unas cuantas<br />

voces acusan ranciedumbre en aquello<br />

que no les parece confusa y uniformemente<br />

“contemporáneo”.<br />

luis paniagua<br />

Los pasos del visitante<br />

UNAM-Dirección de<br />

Literatura, Ediciones de<br />

Punto de Partida, núm. 3,<br />

México, 2006.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Como estudioso de la poesía siempre<br />

he creído que las antologías personales<br />

son un instrumento valiosísimo para<br />

desnudar a un autor. A partir de ellas el<br />

lector atento comienza por entrar a un<br />

universo particular en el que el pensamiento<br />

poético se va delineando a medida<br />

que los versos, las imágenes y sus construcciones<br />

lingüísticas re-presentan el<br />

mundo. Un poeta es, por definición, un<br />

lingüista, un sufridor de palabras que<br />

busca decir eso que el estar, el vivir, nos<br />

arroja a la cara y no sabemos por qué nos<br />

incomoda. Jenaro Talens no es sólo un<br />

lingüista sino, propiamente dicho, un semiótico,<br />

un hombre preocupado por los<br />

signos del mundo y su traducción. José<br />

Gorotiza decía que el fenómeno poético<br />

estaba disperso en el mundo y que la misión<br />

de todo poeta era traducir esa experiencia<br />

al plano del lenguaje. Jenaro Talens<br />

lo sabe y su lenguaje pregunta, duda y<br />

busca en la intemperie eso que alguien<br />

puso entre nosotros.<br />

Jenaro Talens (Tarifa, España, 1946),<br />

poeta y semiólogo andaluz, nos presenta<br />

su antología Luz de intemperie realizada<br />

por él mismo. En ella encontramos su<br />

proceso de producción poética desde<br />

1960 hasta 2006, cuarenta y seis años de<br />

trabajo lírico que nos hablan de una reflexión<br />

poética profunda de aquello que<br />

RESEÑAS<br />

Un pensamiento corporal<br />

en la antología de Jenaro Talens<br />

Raúl Carrillo Arciniega<br />

lo circunda. En esta luz del mundo, del<br />

afuera, nos podemos adentrar desde un<br />

principio al mundo dejado en ruinas por<br />

una vanguardia que proclamó la destrucción<br />

de todo. Desde este mundo fragmentado,<br />

derruido, hubieron de venir<br />

poetas que buscaran en la mirada un espacio<br />

de reflexión, no sobre su propio<br />

discurso, sino sobre su propio cuerpo. El<br />

cuerpo que fue estableciendo instancias,<br />

maneras para volver a mirar un mundo<br />

que había dejado una significación, o mejor<br />

dicho, que había evidenciado la falta<br />

de significado del conocimiento previo.<br />

De esa forma, los primeros poemas<br />

antologados forman parte de un libro que<br />

recoge y atestigua esta pérdida. Cenizas de<br />

sentido nos arroja a los lectores a la falta y<br />

la reflexión de un mundo consumido, un<br />

espacio geográfico que precisa el<br />

reconocimiento del cuerpo como<br />

mediación. Es el comienzo de un desaprendizaje<br />

que más tarde lo llevaría a<br />

reconocerlo como largo y sinuoso.<br />

Desde el primer poema encontramos<br />

los temas que habrán de funcionar como<br />

ejes discursivos de su propuesta y, por<br />

qué no, de su poesía: un situarse en el<br />

mundo para iniciar la reconstrucción de<br />

los procesos de conocimiento, y sobre<br />

todo, la función de la percepción de sí<br />

mismo, para llegar a una elaboración de<br />

r e s e ñ a s 153


154<br />

un universo lingüístico en el que la palabra<br />

es una herida en la piel. Así, el reconocimiento<br />

al que se refiere el poeta es el<br />

encuentro con lo otro que lo conforma y<br />

aquello en lo que se refleja: un espejo de sí<br />

mismo. En ese contemplarse se inicia el<br />

proceso de desvanecimiento del contenido,<br />

de su ser presencial que llegará a desmaterializarse<br />

para hacerse poema.<br />

Dentro de la percepción que tiene de sí, la<br />

voz poética vuelve para cuestionar su propio<br />

significado en un plano histórico. Esa<br />

percepción revela un mundo que lo mira<br />

para cuestionarlo por sus certezas dentro<br />

del universo. Tal intelección intuitiva<br />

sirve para contrastar y cuestionar el<br />

rescoldo de significación bajo el cual el<br />

otro se integra.<br />

alforja 40 | primavera 2007<br />

Dentro de la construcción de percepciones<br />

que Talens desarrolla, llama la<br />

atención la oportunidad para el análisis<br />

temporal, que lo sitúa sobre una realidad<br />

inestable que impulsa tanto a la conformación<br />

del yo espacial como a la revaloración<br />

de su tiempo como entidad en el<br />

mundo. El cuerpo como epidermis para<br />

el conocimiento establece una construcción<br />

mediática con el lenguaje. Así, para<br />

Talens —o para el sujeto poético que Talens<br />

hace hablar—, “toda historia es ficción…<br />

y sólo como ficción la historia<br />

existe”, es decir, la historia está hecha de<br />

construcciones y actualizaciones que ya<br />

nadie puede plantear porque, como se establece<br />

más adelante en el mismo poema,<br />

la historia, el conocimiento que se descubre<br />

del mundo, no es una evocación discursiva,<br />

sino una sensación que duele en<br />

la piel “Toda historia es dolor, / y el dolor<br />

es la historia.”<br />

Conforme nos adentramos más en el<br />

pensamiento lingüístico de Talens —o de<br />

la voz que por el habla— nos percatamos<br />

de un anclaje en el “estar”, en el reconocimiento<br />

de la presencia frente a la esencia<br />

que ha dejado de lado. El ser, como entidad<br />

sustancial es negado para ofrecer una<br />

realidad fugitiva, un cuerpo huidizo, un<br />

significado incompleto, el eco de una palabra<br />

que no alcanza a distinguirse, un<br />

ruido que se convierte en exceso, y hasta<br />

una imagen de un objeto que se ausenta.<br />

En el poema que titula “Ars poética” leemos:<br />

“la sucesión me engendra, me acumula.<br />

Un eco que produce / otros ecos, la<br />

historia, el hilo indestructible / que nada<br />

usurpa: excede, / como la arena el pairo<br />

de las olas.” El yo poético, que es el mismo<br />

del mundo, es alguien que se repite y<br />

se conforma en nombre, que se oculta en<br />

ciudades fantasmas en las que habitan los<br />

huecos significativos y la propia voz<br />

poética.<br />

En la última parte del recorrido, que<br />

comprende de 1992 hasta 2006, Talens<br />

nos entrega esa confirmación del cuerpo<br />

en el mundo como vehículo único de<br />

aprehensión, parte de su “Largo aprendizaje”.<br />

Puntos cardinales nos habla de ese<br />

cuerpo en deterioro que contempla el paso<br />

del tiempo, una certeza de estar vivo y<br />

un saber que aún no llega porque hemos<br />

sido víctimas de una burla mayúscula, de<br />

un paraíso limítrofe que no entrega sabiduría.<br />

La intemperie convoca al cuerpo en<br />

su medio y en su percepción física y lingüística.<br />

La herida del tiempo es la del<br />

lenguaje, es el calor que recorre el cuerpo.<br />

En el poema “Territorios de un cuerpo”<br />

leemos: “y me limito a estar sobre tu<br />

cuerpo / como quien mira sin temor, de<br />

frente, un eclipse / de sol”. De ese modo,<br />

la corporeidad que le ha servido para<br />

reconstruir el mundo, resignificarlo, se<br />

ausenta. El cuerpo, al final, como todo lo<br />

que ha tenido que desaprender, se vuelve<br />

lenguaje y objeto vacío, lenguaje y cuerpo<br />

vacíos que no acaban de redefinirse. Leemos<br />

en “Le quito al tiempo las escamas”:<br />

“He visto un nombre y asumo en él la forma<br />

que me ha hecho mortal.” Esta mortalidad<br />

del cuerpo habrá de pelear con la<br />

inmortalidad de la palabra: heridas del<br />

lenguaje que Talens nos ofrece con la luz<br />

de la intemperie. Su largo aprendizaje<br />

temporal nos ha revelado nuestro cuerpo<br />

como intelección, como luz que sitúa<br />

nuestro caminar dentro de los puntos<br />

cardinales.<br />

jenaro talens<br />

Luz de intemperie.<br />

Antología personal<br />

pról. de Luis Vicente de<br />

Aguinaga, UNAM-Dirección<br />

de Literatura, Textos de<br />

Difusión Cultural, serie<br />

Poesía, México, 2006.<br />

r e s e ñ a s 155


Rodolfo Alonso<br />

Poesía junta [1952-2005]<br />

168 pp., 2006<br />

Jaime Jaramillo Escobar<br />

Tres libros<br />

280 pp., 2006<br />

Juan Manuel Roca<br />

Las hipótesis de Nadie<br />

120 pp., 2006<br />

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128 pp., 2006<br />

Niki Ladaki-Filippou<br />

Hacia Kerini<br />

y otros poemas<br />

192 pp., 2006<br />

Máximo Simpson<br />

A fin de cuentas<br />

80 pp., 2006<br />

Régis Bonvicino<br />

Poemas [1990-2004]<br />

172 pp., 2006<br />

Floriano Martins<br />

Tres estudios<br />

para un amor loco<br />

128 pp., 2006<br />

José Ángel Leyva<br />

Duranguraños<br />

174 pp., 2007<br />

Alfredo Fressia<br />

Eclipse. Cierta poesía<br />

[1973-2003]<br />

144 pp., 2006<br />

Margaret Randall<br />

Dentro de otro tiempo:<br />

reflejos del Gran Cañón<br />

136 pp., 2006<br />

En prensa:<br />

José Vicente Anaya<br />

Peregrino<br />

96 pp., 2007<br />

Carlos Montemayor<br />

Los poemas de Tsin Pau<br />

80 pp., 2007<br />

Rumor de alas.<br />

Poesía de ángeles<br />

De raíz entraña.<br />

Poemas de la patria<br />

Rumor de alas.<br />

Poesía de ángeles<br />

De raíz entraña.<br />

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y fantasmas<br />

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Antología poética.<br />

Gozo del sexo<br />

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Poesía<br />

homoerótica<br />

Poesía<br />

homoerótica


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