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alforja<br />
R E V I S T A D E P O E S Í A<br />
40<br />
Primavera 2007<br />
Nueva época
a<br />
alforja ARTE y<br />
LITERATURA<br />
Dirección<br />
José Vicente Anaya y José Ángel Leyva<br />
Editora y diseño<br />
María Luisa Martínez Passarge<br />
Consejo Editorial<br />
Ludmila Biriukova, Miguel Ángel Echegaray,<br />
Evodio Escalante, Juan Gelman,<br />
Eduardo Langagne, Carlos Maciel Sánchez,<br />
Carlos Montemayor, José Emilio Pacheco,<br />
María Vázquez Valdez<br />
Consejo de colaboradores: Francis Mestries, Luciano Pérez, Begoña Pulido, Edmar Salinas, Javier Sicilia.<br />
Representantes en México: Graciela Ayala Ruiz y Alfonso Peña Raigoza (Durango), Ludmila Biriukova,<br />
Guillermo Carrera, Rubén Márquez Máximo (Puebla, Pue.), Willivaldo Delgadillo (Ciudad Juárez),<br />
<strong>Ver</strong>ónica Loera y Chávez (Oaxaca, Oax.), Aglae Margalli (Mexicali), María Merced Nájera Migoni (Delicias,<br />
Chih.), José de Jesús Sampedro (Zacatecas, Zac.), Dora Moro, Teresa Serrato, José Reyes (Guadalajara,<br />
Jal.), Sergio Ricardo Venegas (Cuernavaca, Mor.), Amaranta Caballero, Heriberto Yépez<br />
(Tijuana), Ivonne Gómez Ledezma (Torreón, Coah.), Marcos García Caballero (Aguascalientes),<br />
Carlos Maciel Sánchez (Culiacán, Sin.).<br />
Representantes en el extranjero: Eugenia Echeverría (Santiago de Chile), María Antonieta Flores (Caracas),<br />
Rodolfo Häsler (Barcelona), Mario Licón (Sidney, Australia), Floriano Martins (Brasil), Josu Montero<br />
(Bilbao), Antonieta Villamil (Los Ángeles Ca., Estados Unidos), Edwin Madrid y Aleyda Quevedo (Ecuador),<br />
Krystyna Rodowska (Polonia).<br />
Diseño de página web: Reyes Sánchez Villaseñor [mexking@prodigy.net.mx]<br />
Editor de alforja virtual: Alí Calderón<br />
Portada: Ferreira Gullar, 2004<br />
Foto: Paulo Rodrigues<br />
Gráfica: Benjamín Domínguez<br />
alforja es una <strong>revista</strong> de la Fraternidad Universal de los Poetas.<br />
correo electrónico: alforjapoesia@yahoo.com<br />
Página en Internet: www.alforjapoesia.com<br />
alforja no se hace responsable por originales no solicitados.<br />
Domicilio: Copilco 3o0, ed. 7, depto. 503, Col. Copilco Universidad,<br />
Del. Coyoacán, C.P. 04360, México, D.F. Tel./Fax: 5554 5309<br />
Impresión: Exima, S.A. de C.V. ■ Tlaxcala 17, col. Barrio de San Francisco,<br />
del. Magdalena Contreras, 10500, México, D.F., tel.: 5568 4771<br />
issn 1405-5147<br />
© Todos los derechos son de los autores. Cada autor se hace responsable por sus opiniones.<br />
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA<br />
DE SINALOA<br />
Rector<br />
Héctor Melesio Cuén Ojeda<br />
Secretario General<br />
Jesús Madueña Molina<br />
Justo al borde de los diez años de existencia, en este número 40,<br />
nuestra alforja concluye otra etapa. Luego de coeditar<br />
algún tiempo con la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM),<br />
la nueva administración nos mira con extrañeza y desdén.<br />
¿Qué le puede dar una publicación de poesía a una institución<br />
educativa? Con certeza lo sabían Luis Ignacio Sáinz primero<br />
y después Hernán Lara Zavala, que nos brindaron el apoyo<br />
de la UAM durante esos difíciles años de sobrevivencia,<br />
lo mismo que nos hace agradecer profundamente.<br />
Desde la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) nos llegan<br />
señales de comprensión y entusiasmo por esta publicación<br />
que persevera y alcanza lectores dentro y fuera de México.<br />
Diez años de insistir en que la poesía es inútil pero necesaria,<br />
individual y universal, inocua hasta el punto de cambiar<br />
la dirección y el rumbo. Nos entusiasma que sea ahora la UAS<br />
la coeditora de alforja porque nos recuerda una sólida tradición<br />
de solidaridad y lucha por la educación de un pueblo agobiado<br />
por la violencia y el olvido, por esa provincia que es capital<br />
para nosotros. Aquí se inicia un nuevo capítulo.
Contenido<br />
Ferreira Gullar<br />
Ferreira Gullar por él mismo 6<br />
alfredo fressia<br />
Canto para muchas voces. Nueva poesía de Ferreira Gullar 10<br />
ferreira gullar, Fotografía de Mallarmé, Redundancias, Muchas voces, 16<br />
Esto y aquello, Lección de un gato siamés, Pregunta y respuesta, Mañana de<br />
noviembre, Reflexión, Un instante, Extravío, Mañana, Infinito silencio<br />
dirceu villa<br />
Ferreira Gullar: ¿en qué se apoya tal arquitectura? 26<br />
eleuda de carvalho<br />
Sucio, seco, terrenal. Ent<strong>revista</strong> con Ferreira Gullar 31<br />
pablo del barco<br />
Ferreira Gullar, la deidad inconsciente del poeta 34<br />
ferreira gullar, Tres poemas sobre poesía 16<br />
josé ángel leyva<br />
¿Quién es Ferreira Gullar? 45<br />
Miscelánea<br />
ludmila borisovna biriukova<br />
Literatura y sociedad. Poesía rusa de la segunda mitad del siglo XX 49<br />
vladimir gandelsman, Irreal… 69<br />
bajit kenzhéiev, Oh, vida…, Estoy harto… 70<br />
arseni tarkovski, Hice una cama de nieve… 72<br />
inna lisnianskaia, Tú eres víctima…, se platea la Luna… 73<br />
vladímir strochkov, …un hombre ordinario…, Le digo… 75<br />
alexéi tsvetkov, Como el cielo… 77<br />
serguéi gandlevski, Hay en la vida… 78<br />
josé luis sierra, Los pobres en el otoño 79<br />
odette alonso yodú<br />
Divinas perversiones. La ciudad como escenario en la lírica lésbica 82<br />
marco fonz de tanya<br />
Carlos Edmundo de Ory. ¿Yo qué soy? 86<br />
carlos edmundo de ory, Lo más triste del mundo, Arcanum, Bajo mi lámpara 90<br />
de trabajo, Plegaria de la llaga, España (camafeo), Fonemoramas<br />
luis bravo<br />
Del barro primigenio. Desde y hacia la poesía de José Emilio Pacheco 97<br />
josé emilio pacheco, Cerámica de Colima 101<br />
claudia santa-ana, I. Laúdes, II. El juego, III. El alquimista 102<br />
gaspar orozco, Filme visto en un “múltiple” de Hans Arp, pequeño libro de Ruth 104<br />
pablo del barco, Maletín de México 106<br />
marco antonio campos<br />
La vida vista con el ojo del jaguar. Ent<strong>revista</strong> con Efraín Bartolomé 109<br />
moisés ramírez, para ti no soy poeta…, Generación red, Fashion System 118<br />
josé ángel leyva<br />
Benjamín Domínguez. Sintaxis de lo insólito 122<br />
víctor cabrera, Cuatro poemas 129<br />
rubén macías, Demasiado joven, A esa niña, Carta de un suicida 131<br />
poetas de torreón, Irritilas y Lesbianas 133<br />
rocío i. ramírez, El dios de las niñas solas 134<br />
sebastián margot noriega, La juerga de los ansiosos 135<br />
carlos reyes ávila, Ángeles onanistas 137<br />
ivonne gómez ledezma, Réquiem por un twist 138<br />
fátima borrego, Lo hice 139<br />
adriana luévano, Ironía volátil 139<br />
juan gerardo pacheco, Vestigios de noche y de cerveza 140<br />
Crítica de la poesía y de los poetas<br />
[…] 141<br />
Reseñas<br />
héctor carreto<br />
Grissel Gómez Estrada, bajo el signo del escorpión 142<br />
sergio téllez-pon<br />
Eclipse sobre Montevideo, en la poesía de Alfredo Fressia 144<br />
jorge bustamante garcía<br />
Viernes en Jerusalén, o el mundo del poema de Marco Antonio Campos 146<br />
víctor cabrera<br />
Apuntes para un Génesis marino, poesía de Luis Paniagua 150<br />
raúl carrillo arciniega<br />
Un pensamiento corporal en la antología de Jenaro Talens 153
Ferreira en su casa, 2004. Foto: Paulo Rodrigues.<br />
Ferreira Gullar<br />
por él mismo<br />
i<br />
Traducción de Alfredo Fressia<br />
Soy un poeta del nordeste brasileño, un poeta de Maranhão, de la ciudad de<br />
São Luís do Maranhão. Soy un poeta de la calle del Coqueiro, de la calle de los<br />
Afogados, de la Quinta de los Medeiros, del Caga-Osso, de la calle del Sol y<br />
de la playa de Cayú. Un poeta de la casa del puestero Newton Ferreira, de la casa<br />
de doña Zizí, hermano de Dodó y de Adí, de Newton, de Nelson, de Alzirinha, de<br />
Concita, de Leda, de Norma y de Consuelo, amigo de Aplastado y de Espíritu del<br />
Garage de Bosta. Un fugitivo y un sobreviviente. Alguien que logró escapar del<br />
anonimato, que viene del sufrimiento menor, de la tragedia cotidiana y oscura que<br />
transcurre bajo los techos de mi patria ahogada en sollozos; la tragedia de la vidanada,<br />
de la vida-nadie. Si algún sentido tiene lo que escribo, es dar voz a ese mundo<br />
sin historia.<br />
Pero no hay ningún mérito en esto. Primeramente, huí. Huí del puesto de<br />
verduras, huí de la familia, de la vida sofocante y poca. Huí por la poesía, inventé<br />
un mundo feérico y feroz. Un suicidio esplendente: le lancé fuego al verbo, mis ropas<br />
mortales, como si fuera mi cuerpo. No lo era. Y sobreviví, sobreviví, sobreviví.<br />
Abatí a la poesía, la repisé con mis pies, la oriné. Me lavé las manos, me hice concretista,<br />
neoconcretista, enterré al poema en una casa del barrio de Gávea. Y sepulté<br />
con él a la metafísica.<br />
No, no hay ninguna poética universal: universal es la poesía, la vida misma.<br />
Universal es Bizuza, cuya voz se borró con su garganta deshecha hace años en el<br />
fondo de la tierra. Universal es la quinta de la casa, llena de plantas, estallando verde<br />
en el día maranhense, lejos de París, de Londres, de Moscú. El pollo que nace y<br />
muere allí, entre los cercados de palos. El olor del gallinero, la noche que pasa<br />
arrastrando billones de astros sobre nuestra vida de poca duración. Universal<br />
porque Bizuza, sobando pimienta en una cocina de São Luís, pertenece a la Vía<br />
Láctea. Y la historia humana no transcurre sólo en los campos de batalla y en los<br />
gabinetes presidenciales. Transcurre también en las quintas, entre plantas y gallinas;<br />
en las calles de los suburbios, en las casas de juego, en los prostíbulos, en los colegios,<br />
en las fábricas, en los amores de esquina. De eso quise hacer mi poesía, de esa<br />
f e r r e i r a g u l l a r 7
8<br />
materia humilde y humillada, porque el canto no puede ser una traición a la vida, y<br />
sólo es justo cantar si nuestro canto arrastra consigo a la gente y a las cosas que no<br />
tienen voz.<br />
ii<br />
Mi padre era un puestero y en mi casa no había libros. Conocí la poesía en las antologías<br />
escolares: algunos poemas y sonetos que venían desde Camões hasta los<br />
simbolistas y parnasianos, pero no pasaban de allí. Cuando empecé a escribir —alrededor<br />
de los trece años— pensaba que todos los poetas habían muerto, y aun así<br />
me entregué con entusiasmo a ese oficio de difuntos. Iba a la Biblioteca Municipal<br />
y leía sólo poetas maranhenses. Todos los demás, incluso los brasileños, no me<br />
despertaban el menor interés. Un día, no sé bien cuándo, descubrí la existencia del<br />
resto del mundo —las grandes ciudades distantes— y desde entonces empecé a sentir<br />
que vivía al margen de la Historia.<br />
São Luís do Maranhão, mi ciudad, con sus días luminosos y azules, permanecía<br />
entre el deslumbramiento y la desesperación: la vida era bella y destituida de finalidad.<br />
La literatura, que me prometía una respuesta al enigma de la vida, me recordaba<br />
a la muerte, con su mundo de letras negras impresas en páginas amarillentas.<br />
Comprendí que la poesía debía captar la fuerza y la vibración de la vida o no tendría<br />
sentido escribir. Ni vivir. Me zambullí así en una aventura cuyas consecuencias<br />
eran imprevisibles.<br />
Estábamos a fines de los años ’40, principios de los ’50, y los poetas que entraban<br />
en escena se volverían herméticos y fríos, pero eran los poetas de la metrópolis y<br />
eso, a mis ojos, les otorgaba prestigio. Aun no tenía juicio alguno a respecto de<br />
ellos y seguía el rumbo de mis indagaciones y mis perplejidades. Pienso haber comprendido,<br />
más tarde, que esa generación era producto, por un lado de la posguerra,<br />
y por otro, del nivel al que Carlos Drummond de Andrade y Jorge de Lima<br />
habían conducido la experiencia poética en Brasil. El fin de la guerra fue el fin de<br />
una pesadilla y había llevado a los poetas a la participación, a las efusiones de la<br />
rebeldía y la solidaridad. Muchos de ellos ahora deseaban recogerse en su intimidad,<br />
auscultar el lado oscuro y silencioso de la vida. Más aún porque la guerra fría<br />
dividía a los compañeros de ayer, aguzaba los conflictos ideológicos y reiniciaba la<br />
persecución a los comunistas. Todo aconsejaba que los poetas se alejaran de los<br />
acontecimientos. Se retomó la búsqueda de la poesía pura, de esa poesía que no se<br />
alimenta de lo cotidiano sino de las palabras mágicas y de la forma verbal rebuscada.<br />
Ese interés por la forma ya se había manifestado en la madurez del lenguaje<br />
poético que surgió espontánea e irreverente con los modernistas de 1922.<br />
Aquella necesidad mía de que la poesía captara la compleja vibración de la vida<br />
me alejaba del formalismo y me estimulaba a bajar a niveles en que zozobraba la<br />
propia estructura del discurso. Por otro lado, esa misma necesidad me llevaba a<br />
querer captar la experiencia descontaminada de pasado y, para eso, era necesario<br />
repeler toda y cualquier manera, todo estilo listo, como si fuera posible recrear<br />
integralmente el lenguaje a cada poema. Terminé por desintegrar el discurso y<br />
reducir las palabras a oscuros aglomerados de fonemas y rugidos en la tentativa de<br />
encontrar un lenguaje menos abstracto, no conceptual, no manipulado y lo más<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
próximo posible a la experiencia sensorial del<br />
mundo. Sentí que era imposible seguir adelante<br />
por ese camino y consideré acabada mi<br />
experiencia poética. Estábamos en 1953.<br />
Después vino la experiencia concreta, neoconcreta,<br />
y finalmente mi adhesión a la<br />
poesía política, cuando el Brasil ardía en la<br />
lucha por las reformas sociales.<br />
Abandonar las experiencias de vanguardia<br />
para entregarse al poema comprometido,<br />
ése fue el viraje que realicé, más consecuente<br />
de lo que parecía a simple vista: mi<br />
búsqueda de un lenguaje no conceptual<br />
implicaba el rechazo de los contenidos<br />
ideológicos del universo<br />
cultural que me había cabido como<br />
herencia. Al retomar, en otro nivel, el<br />
contacto con la realidad social, a partir de<br />
una visión crítica de sus fundamentos, se<br />
me volvió necesario, como poeta,<br />
empezar de nuevo. Me volqué hacia las<br />
formas poéticas rudimentarias de los cantores<br />
de ferias y de los romances “de cordel”,<br />
que habían fascinado mi infancia nordestina. El<br />
movimiento de cultura popular, que buscaba elevar<br />
la conciencia política de las masas proletarias de la ciudad<br />
y el campo se extendió por todo el país durante los<br />
dos últimos años del gobierno de João Goulart.<br />
Si es cierto que, por dar prioridad al factor<br />
político, ese movimiento se resintió de una<br />
visión simplificadora del problema cultural y<br />
estético, también le abrió perspectivas renovadoras<br />
al arte brasileño: la poesía, el teatro, el cine y la música popular resultaron<br />
extensamente fecundados por él. El golpe militar de 1964 cerró los Centros<br />
Populares de Cultura y sometió a sus principales integrantes a un proceso policiaco-militar.<br />
De hecho, fue ese movimiento de cultura popular lo que me ofreció la<br />
salida para el impasse estético de la poesía. Como siempre, la solución de ese problema<br />
no se encuentra en el progresivo refinamiento de los elementos formales y sí<br />
en el retorno a la materia sucia y compleja de la vida.<br />
Durante aquellos años, manteniendo mi repudio a las concepciones metafísicas,<br />
busqué que mi poesía expresara esos cambios y esa profundización de mi<br />
visión de la realidad. El lenguaje simple del comienzo de esta fase comprometida<br />
fue volviéndose denso poco a poco hasta asimilar la complejidad de la experiencia.<br />
El Poema sucio, que escribí en 1975 en Buenos Aires, tal vez realice la mejor síntesis<br />
de ese largo y difícil esfuerzo para expresar la complejidad en un lenguaje ase-<br />
f e r r e i r a g u l l a r 9
10<br />
Foto cortesía de Ferreira Gullar<br />
ALFREDO FRESSIA<br />
Canto para<br />
muchas voces<br />
Nueva poesía de Ferreira Gullar<br />
Después de un silencio poético de<br />
doce años, Ferreira Gullar, el poeta<br />
que no quiere tener nombre de pila<br />
(nació en San Luis del Marañón, el 10 de<br />
septiembre de 1930), resurge en 1999 con<br />
una publicación de nombre sugestivo:<br />
Muitas vozes. Y si muchas son las “voces” que<br />
la poesía de Gullar recoge, fueron también<br />
“muchas” las apuestas estéticas hasta encontrar<br />
su voz, ésa que es sólo suya, ese acento<br />
justo que vuelve a atravesar el presente<br />
libro. El poema “Inventario”, de este volumen,<br />
capta al poeta entre su nombre y su<br />
vasta búsqueda estética: “Vivo la prehistoria<br />
de mí / Por poco poco / yo era yo / José de<br />
Ribamar Ferreira Gullar / No fue suficiente /<br />
El Gullar que bastase / no nació.” Si José de<br />
Ferreira Gullar, a los veinte años, 1950, San Luis. Ribamar era insuficiente, la obra de Gullar<br />
que “no nació”, la que se rehusó siempre a<br />
estar “pronta”, sigue renovándose desde<br />
hace medio siglo.<br />
Después de Um pouco acima do chão, una edición del autor de 1949 en su San<br />
Luis natal, la poesía de Gullar, ya instalado en Río de Janeiro desde 1951 y donde<br />
trabaja como periodista, atravesaría varias crisis, cambios de rumbo que convierten<br />
su biografía poética en una especie de muestrario de las corrientes estéticas<br />
que atraviesan la poesía brasileña del post-“modernismo” local. A partir de A luta<br />
corporal (Río, 1954), su obra se convierte en la expresión misma de una procura: el<br />
soneto clásico, “camoniano”, el verso libre, el poema en prosa, y aun la negación<br />
de los contenidos ideológicos impuestos, lo que lo llevaría al célebre poema<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
De Ferreira Gullar pudo escribir Vinícius de Moraes que es el último<br />
gran poeta brasileño. Y es la última voz significativa de la poesía, se<br />
adelantó nuestro Pedro Dantas. Me parece que, además de esto, con<br />
excepción de algunas piezas de Mário de Andrade y también de<br />
Carlos Drummond de Andrade (especialmente en Rosa do povo), es<br />
nuestro único poeta mayor de los tiempos que corren. Pero en Gullar la voz pública<br />
no se separa nunca de su toque íntimo, de su timbre personal, de esperanzas y<br />
desesperanzas, de los recuerdos de infancia en una ciudad azul, evocada en<br />
medio del triste exilio porteño. Hoy (1978) sólo le es comparable, en Brasil, la<br />
prosa de Guimarães Rosa.<br />
SÉRGIO BUARQUE DE HOLLANDA<br />
“Roçzeiral”, donde las palabras comparecen destituidas de significado. Para quien<br />
se interese en la “genética” de una obra poética, A luta… constituye el privilegiado<br />
documento de un creador en busca de una voz propia. Y ese “acento” no sólo prefigura,<br />
sino que también se sumará a las “muchas voces” de su obra, y de su papel<br />
en un Brasil que se urbanizaba y se industrializaba rápidamente, que comenzaba a<br />
edificar su nueva capital y que, desde 1956, encontrará una vanguardia poética en<br />
el movimiento concretista de los paulistas Décio Pignatari y los hermanos Haroldo<br />
y Augusto de Campos.<br />
Pero el Gullar concretista y neoconcretista (desde su ensayo Teoria do não-objeto,<br />
de 1959), contrapunto carioca del movimiento paulista, no encontrará en esa<br />
voz la verdadera vanguardia que pudiera dar cuenta de la expresión existencial y<br />
colectiva en la agitada sociedad brasileña de los años que preceden al golpe de 1964 y<br />
de los años siguientes, hasta el “golpe duro” de 1968. Los Centros Populares de<br />
Cultura (CPC) eran entonces un hervidero de ideas y de artistas. El joven presidente<br />
del CPC de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), que militaba entonces junto a<br />
nombres importantes de la cultura nacional (el dramaturgo Oduvaldo Viana Filho,<br />
los cineastas León Hirchman, Cacá Diegues, Arnaldo Jabor, entre otros), comprometido<br />
en la militancia hasta la misma afiliación formal en el Partido Comunista<br />
Brasileño, en 1964, el mismo día del golpe, abandona su etapa concretista y se abre<br />
a otra voz que también constituye una investigación estética. Se trata del rescate de<br />
la poesía popular, los romances épicos de la literatura “de cordel”, la que en el<br />
nordeste se lee y se vende en ferias, y donde el poeta ve un instrumento de concientización<br />
de las masas. Quedan de esa etapa y de esa voz ediciones del CPC-UNE como<br />
João Boa Morte, cabra marcado pra morrer (que sería después filmado por Eduardo<br />
Coutinho) y Quem matou Aparecida, ambas de 1962. La reflexión más elaborada de<br />
la violencia que Brasil y el continente sufrieron en aquellos años aparece en los<br />
poemas que serán reunidos y publicados en 1975 bajo el título Dentro da noite<br />
veloz, que también es el nombre de la más conmovedora elegía por la muerte de<br />
Ernesto Che Guevara que produjera la poesía brasileña. Dentro da noite veloz es, sin<br />
f e r r e i r a g u l l a r 11
12<br />
duda, otra prueba de que la poesía “comprometida” no necesita caer en lugares<br />
comunes y que ese compromiso puede incluso potenciar los recursos estéticos y la<br />
misma reflexión existencial.<br />
La militancia antes y durante la dictadura le valdrá a Gullar la persecución militar<br />
y policial, de la que escapará en 1971 como clandestino por la frontera<br />
uruguaya. Del exilio en Moscú (1971-1973), Santiago de Chile (1973), Lima (1974) y<br />
Buenos Aires (1975-1977) surgirá Poema sujo, libro publicado en 1976, antes del<br />
definitivo retorno del poeta a su país, que ocurrirá en marzo de 1977.<br />
Gullar volvió, efectivamente, antes de la Ley de Amnistía del 28 de agosto de<br />
1979; un desafío arriesgado, sin duda, y si permaneció detenido durante sólo pocos<br />
días es porque Poema sujo, escrito en Buenos Aires, le había valido un lugar en la<br />
cultura nacional que excedía a la crítica académica y que ya los medios de difusión<br />
no podían silenciar. Ese poema “sucio” como la vida, como el exilio y la nostalgia,<br />
interpretaba en cierto modo todo lo que la sociedad brasileña sentía entonces<br />
como un consenso: el cansancio frente a un régimen represivo, que no por nada<br />
entraba en su tramo final, la nostalgia de un pasado de libertad que en el poema es<br />
la perplejidad frente a la San Luis natal, y que cada lector podía leer con una clave<br />
personal y social que remitía siempre a la superación de los exilios y los insilios,<br />
que constituyen además todo un tópico de la literatura brasileña (desde el romántico<br />
Gonçalves Dias, otro marañense). La voz de Gullar es, en ese extenso poema,<br />
la de todos, la de las calles, la de los suburbios, pero es también la que se eleva y<br />
contempla al hombre frágil bajo “la Vía Láctea”.<br />
Primor de técnica, de ritmo, de yuxtaposición emocionada de discursos, Poema<br />
sujo tenía todo para convertirse en un emblema privilegiado de su tiempo, como<br />
también lo será, en otro nivel, la música popular que incorporará textos de Clarice<br />
Lispector o del mismo Gullar, en esa feliz incapacidad brasileña de separar con<br />
nitidez autoritaria el arte popular del erudito. Y es seguro también que a partir de<br />
Poema sujo, la obra y la persona de Gullar se convirtieron en una especie de ícono<br />
nacional (probablemente muy a su pesar). Vendrían después poemarios como el<br />
tenso Na vertigem do dia (1980), Crime na flora, un texto escrito treinta años antes,<br />
que el poeta publica a instancias de su editor en 1986, y Barulhos (1987), que antecede,<br />
en la polifonía, al actual Muitas vozes. También advendría una parte considerable<br />
de su obra como ensayista, crítico de artes plásticas, dramaturgo, traductor,<br />
cronista. Pero el Gullar-ícono —que el Gullar “no nacido” tal vez no acepte nunca—<br />
quedaba definitivamente instalado entre las referencias culturales brasileñas<br />
con su biografía, su tematizada calle Duvivier en Copacabana, sus apariciones<br />
mediáticas, a veces polémicas, siempre inteligentes.<br />
el poeta por él mismo<br />
En 1995 El País Cultural pidió a Gullar un texto donde él mismo presentara su obra<br />
al público uruguayo que, por las barreras idiomáticas o la consabida distancia<br />
cultural, pudiera no conocerla. Escribió entonces una nota especialmente inspirada,<br />
de momentos casi líricos, que el lector puede encontrar en este número de alfor-<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Foto cortesía de Ferreira Gullar<br />
Ferreira Gullar en una plaza pública, 1964.<br />
ja y que da inicio al dossier (p. 7). El “poeta de la casa del puestero Newton<br />
Ferreira”, su padre, daba allí la clave fundamental para su lectura: la relación<br />
intrínseca, física, orgánica del arte y la vida. La solución para los impasses estéticos<br />
(como los momentos que siguieron a su ruptura con el movimiento concretista) “no<br />
se encuentra en el progresivo refinamiento de los elementos formales y sí en el retorno<br />
a la materia sucia y compleja de la vida”. Se definía entonces como “un fugitivo<br />
y un sobreviviente. Alguien que logró escapar del anonimato, que viene del sufrimiento<br />
menor, de la tragedia cotidiana y oscura que transcurre bajo los techos de<br />
mi patria ahogada en sollozos; la tragedia de la vida-nada, de la vida-nadie”. El<br />
tema de la incorporación en la escritura de esa vida “menor”, que incluye la casa, el<br />
cuerpo, los vecinos, el pueblo, volvía en otro momento de aquella nota reveladora:<br />
“la historia humana no transcurre sólo en los campos de batalla y en los gabinetes<br />
presidenciales. Transcurre también en las quintas, entre plantas y gallinas; en las<br />
calles de suburbios, en las casas de juego, en los prostíbulos, en las escuelas, en las<br />
fábricas, en los noviazgos de esquina. De todo eso quise hacer mi poesía, de esa<br />
materia humilde y humillada, porque el canto no puede ser una traición a la vida,<br />
y sólo es justo cantar si nuestro canto arrastra consigo a la gente y a las cosas que<br />
no tienen voz”.<br />
En cuanto a las “muchas voces” que componen diacrónicamente su obra, no<br />
suponen, según el poeta, una contradicción. Abordando su evolución estética,<br />
decía Gullar: “Abandonar las experiencias de vanguardia para entregarme al poema<br />
participante fue un cambio radical que ejecuté y que era más consecuente de lo<br />
que podía parecer a primera vista: mi búsqueda de un lenguaje no-conceptual<br />
implicaba el rechazo a los contenidos ideológicos del universo cultural que me<br />
f e r r e i r a g u l l a r 13
14<br />
había cabido como herencia”.<br />
Finalmente, la ciudad natal, que incluye en su caso la infancia y la adolescencia,<br />
ocupaba un espacio importante de aquella nota, comparable al que ocupa en su poesía.<br />
Casi como un resumen, decía a cierta altura: “San Luis del Marañón, mi ciudad,<br />
con sus días luminosos y azules, se mantenía entre el deslumbramiento y la<br />
desesperación: la vida era bella y carente de finalidad. […] Comprendí que la<br />
poesía debía captar la fuerza y la vibración de la vida o no tendría sentido escribir.<br />
Ni vivir.” Es posible que el “desajuste” de la mirada de los poetas, la que constituye<br />
su “exilio” pero que también descubre lo incapturable, se produzca siempre en la<br />
infancia. Es por lo menos lo que sugería Gullar en cierto diálogo grabado, pero<br />
nunca publicado, con un poeta uruguayo en su casa de la calle Duvivier en 1985.<br />
Interrogado sobre si ya se sentía exiliado en San Luis, decía:<br />
Te puedo decir que sí, pero no de la manera en que me sentí durante el exilio político.<br />
Me sentía exiliado de una manera existencial, me sentía exiliado en el mundo.<br />
Hoy me doy cuenta de que aquello era consecuencia de una imposibilidad de articular<br />
mi vida con la de los otros, de encontar un sentido que justificase mi presencia en<br />
el mundo. […] Poema sujo fue compuesto en Buenos Aires. Y al mismo tiempo, esa<br />
retomada del exilio en San Luis era un reencuentro con la patria, porque aquel exilio<br />
era existencial pero tenía un profundo apoyo afectivo, concreto, de la propia vida;<br />
porque si sentía esa dificultad de integrarme, también me sentía identificado con la<br />
naturaleza, con la historia de la ciudad, mi pequeña historia de bicho, de animal nacido<br />
allí, junto a aquel río, bajo aquel cielo, en aquellas mañanas, que al mismo tiempo<br />
eran mi alimento.<br />
un libro síntesis<br />
La unidad del arte y de la vida, la recuperación del entorno físico y social del poeta,<br />
esa historia íntima de San Luis y Río de Janeiro, con sus olores, sus colores, su vida<br />
cotidiana potenciada por el poeta hasta la reflexión metafísica, la unidad de voces en<br />
el sincronismo de la creación, he ahí los temas de la poesía de Gullar, conmovidos,<br />
en los casi sesenta textos de Muitas vozes, por la meditación sobre la pérdida y la<br />
Poema sujo es la encarnación de la nostalgia de quien está desgraciadamente<br />
lejos de nosotros, geográficamente, y tan cerca de nosotros<br />
como está cerca de él, en la imaginación del poeta, el Brasil que le inspiró<br />
esos versos. Poema sujo merecería ser llamado “poema nacional”,<br />
porque encarna todas las experiencias, victorias, derrotas y esperanzas<br />
de la vida del hombre brasileño. Es el Brasil mismo, en versos “sucios” y, por<br />
tanto, sinceros.<br />
OTTO MARIA CARPEAUX<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
muerte.<br />
El poeta crea una primera red del sentido sobre el juego ruidos-silencio. El poemario<br />
se abre con la mención de las voces del gato, el perro, el pájaro en la mañana<br />
“de un noviembre / en el Brasil” (“Sólo oyendo”), o el ruido de un avión Electra, el<br />
del puente aéreo Río-San Pablo, insólito en una calle sobre la que no debería pasar,<br />
un ruido que el poeta articula con el “detonar” del poema (“porque su estampido /<br />
(como ciertos / gritos) / por demasiado alto / no puede ser oído” (“Electra II”).<br />
Así, este libro de voces incluye poemas como “Evocación de silencios” o<br />
“Infinito silencio”; de hecho, la relación voz-silencio se exaspera hasta el oxímoron<br />
en este último: “hubo/ (hay) / un enorme silencio / anterior al nacimiento de las<br />
estrellas / […] / ese silencio / gira bajo nuestra vida / y de punta a punta / la<br />
atraviesa / estridente”.<br />
Esa aventura del silencio, que también aproxima al poeta a la estética de Drummond<br />
de Andrade, toma a veces la forma de recuerdos que se inscriben en la autobiografía<br />
y el testimonio. En “Caída de Allende”, la memoria recupera no el lado<br />
“sonoro”, irremediablemente solemne de la tragedia, sino la anécdota, vivida, de<br />
unos jóvenes vecinos que jugaban al futbol mientras se protegían de las balas. Y<br />
puede comparecer también el recuerdo de un gallo en el cantero de un jardín de<br />
hospital, o una anécdota de humor inesperado protagonizada por el padre ya<br />
enfermo del mal que lo mataría.<br />
El tema grave —pero nunca patético— de la muerte y la “eternidad”, siempre<br />
presente en la obra de Gullar, reaparece en estas Muitas vozes que incluyen poemas<br />
llamados “Los vivos”, “Los muertos” o “El muerto y el vivo”, obra de un poeta que<br />
pregunta: “¿Dónde estarán mis pedazos? / Mucho se fue con los amigos / que ya<br />
no oyen ni hablan” (“Extravío”).<br />
El poema “Muchas voces” incluye a la propia literatura junto a la vida (“El agua<br />
que oíste / en un soneto de Rilke”), en la poesía: “Mi poema / es un tumulto: / el<br />
habla / que en él habla / otras voces / arrastra en alarido.” Porque la voz del poeta,<br />
multívoca, incluye aquí todos los “timbres” con que de hecho fue construyendo su<br />
obra. Así, el poeta de versos clásicos y sonetos camonianos permance, en esta obra<br />
mayor, en el uso “tradicional” de estrofas de dos versos, de rimas asonantadas<br />
(“Nueva concepción de la muerte”), o los cuartetos, también de versos asonantes,<br />
de “Los vivos”. Del poeta de las “vanguardias” de los años de la década de 1950<br />
queda el uso suntuoso del espacio blanco de la página, esos versos que se dislocan,<br />
se “mueven”, y que constituyen una sintaxis gráfica que también forma parte del<br />
sentido y de su ritmo. Y es seguro que la voz “comprometida”, de la que el poeta<br />
nunca abdicó, subyace en la recuperación de esos temas “menores”, esa “materia<br />
humile y humillada” del poeta de la calle Duvivier, para quien el poema puede “detonarse”<br />
en una feria vecina (“El poema en la calle”), el que descubre en un ave del<br />
barrio “el poema / que gullar no logra escribir” (“En la laguna”).<br />
En ese sentido, Muitas vozes es una obra de culminación, no porque el poeta<br />
detenga su labor creativa, sino porque reúne y sintetiza las voces de una poética que,<br />
en casi medio siglo, se busca a sí misma, se encuentra en cada obra y se sintetiza en<br />
la polifonía explícita de este más reciente opus. Estremecido por el “jamás / jamás<br />
jamás / escaparás” oído en lo oscuro (“Sortilegio”), acosado por la pregunta “pero<br />
f e r r e i r a g u l l a r 15
16<br />
FERREIRA GULLAR<br />
Fotografía de Mallarmé<br />
es una foto<br />
premeditada<br />
como un crimen<br />
basta<br />
fijarse en el arreglo<br />
de las ropas el pelo<br />
la barba todo<br />
adrede preparado<br />
—un gesto y la manta<br />
equilibrada sobre<br />
los hombros<br />
caerá— y<br />
especialmente la mano<br />
como la lapicera<br />
detenida<br />
encima de la<br />
hoja en blanco: todo<br />
a espera<br />
de la eternidad<br />
se sabe:<br />
después del clic<br />
la escena se deshizo en la<br />
rue de rome la vida volvió<br />
a fluir imperfecta<br />
pero<br />
eso la foto no lo<br />
captó porque la foto<br />
Traducciones de Alfredo Fressia<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
es la pose la suspensión<br />
del tiempo<br />
ahora<br />
meras manchas<br />
en el papel raso<br />
pero ocurre que<br />
tu mirada<br />
encuentra la de él<br />
(Mallarmé) que<br />
allí<br />
desde el fondo<br />
de la muerte<br />
mira<br />
Redundancias<br />
Tenerle miedo a la muerte<br />
es cosa de los vivos<br />
el muerto está libre<br />
de todo lo que es vida<br />
Tenerle apego al mundo<br />
es cosa de los vivos<br />
para el muerto no hay<br />
(no hubo)<br />
rayos ríos risas<br />
Y nadie vive la muerte<br />
quiera el muerto quiera el vivo<br />
mera noción que existe<br />
sólo mientras existo<br />
f e r r e i r a g u l l a r 17
18<br />
Muchas voces<br />
Mi poema<br />
es un tumulto<br />
el habla<br />
que en él habla<br />
otras voces<br />
arrastra en alarido<br />
(estamos todos<br />
llenos de voces<br />
que casi todas las veces<br />
se aprietan en nuestra voz:<br />
si dices pera,<br />
se enciende un relámpago<br />
un rastrillo<br />
de tardes y azúcares<br />
o<br />
si azul dijeras,<br />
puede ser que se agite<br />
el Egeo<br />
en tus glándulas)<br />
El agua que oíste<br />
en un soneto de Rilke<br />
los ínfimos<br />
rumores en el césped<br />
el sabor<br />
del anís<br />
(esa alegría)<br />
la boca fría<br />
de la muchacha<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
el mosquito<br />
en el charco<br />
la hemorragia<br />
de mañana<br />
todo eso en ti<br />
se deposita<br />
y calla.<br />
Hasta que de pronto<br />
un susto<br />
o un vendaval<br />
(que el poema dispara)<br />
esos fósiles al habla.<br />
Mi poema<br />
es un tumulto, un alarido:<br />
basta aguzar el oído.<br />
Esto y aquello<br />
sos tu cuerpo<br />
tu voz tu hueso<br />
sos tu olor<br />
y el olor del otro<br />
el placer del beso<br />
sos tu gozo<br />
lo que va a morir<br />
cuando el cuerpo muera<br />
llama<br />
f e r r e i r a g u l l a r 19
20<br />
pero también sos aquella<br />
alegría (verso,<br />
melodía)<br />
que, intangible, planea<br />
encima<br />
de lo que la muerte besa.<br />
Lección de un gato siamés<br />
Sólo ahora sé<br />
que existe la eternidad:<br />
es la duración<br />
finita<br />
de mi precariedad<br />
El tiempo fuera<br />
de mí<br />
es relativo<br />
pero no el tiempo vivo:<br />
ese es eterno<br />
porque es afectivo<br />
—dura eternamente<br />
mientras vivo<br />
Y como no vivo<br />
más allá de lo que vivo<br />
no es<br />
tiempo relativo:<br />
dura en sí mismo<br />
eterno (y transitivo).<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Pregunta y respuesta<br />
Si es un hecho que<br />
toda la masa del sistema<br />
solar (sumando la de Saturno y Marte<br />
y Tierra y Venus y Urano y Mercurio<br />
y Plutón, más<br />
los satélites, más<br />
los asteroides, más) equivale<br />
apenas a 2% de la masa<br />
total del Sol y<br />
que el Sol no es más<br />
que un mínimo punto<br />
de luz en la abismal tesitura de<br />
de gas y polvo de la Vía<br />
Láctea y que la Vía<br />
Láctea es sólo una<br />
entre billones de galaxias<br />
que a velocidad de 300 mil km por segundo<br />
vuelan y estallan<br />
en la noche<br />
entonces pregunto:<br />
¿qué hace ahí<br />
mi poema con su<br />
inaudible ruido?<br />
Y respondo:<br />
Inaudible<br />
para quien esté<br />
en la galaxia NGC 5128<br />
o en la constelación<br />
de Virgo o incluso<br />
en Ganimedes<br />
f e r r e i r a g u l l a r 21
22<br />
donde afortunadamente no estás,<br />
Claudia Ahimsa,<br />
poeta y musa del planeta Tierra.<br />
Mañana de noviembre<br />
Mi gato siamés<br />
se acuesta<br />
al sol<br />
displicente y eterno<br />
Reflexión<br />
Está fuera<br />
de mi alcance<br />
mi fin<br />
Sólo sé hasta<br />
donde soy<br />
contemporáneo de mí<br />
(de terciopelo<br />
y garras,<br />
lleno de sonidos)<br />
(de la muerte,<br />
lo sabemos nosotros)<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Un instante<br />
Aquí me tengo<br />
como no me conozco<br />
ni me quise<br />
sin comienzo<br />
ni fin<br />
aquí me tengo<br />
sin mí<br />
nada recuerdo<br />
ni sé<br />
a la luz presente<br />
soy sólo un animal<br />
transparente<br />
Extravío<br />
¿Dónde empiezo, dónde acabo,<br />
si lo que está afuera está dentro<br />
como en un círculo cuya<br />
periferia es el centro?<br />
Estoy disperso en las cosas,<br />
en personas, en gavetas:<br />
de repente encuentro allí<br />
partes de mí: risas, vértebras.<br />
f e r r e i r a g u l l a r 23
24<br />
Estoy deshecho en las nubes:<br />
veo la ciudad desde lo alto<br />
y un niño en cada esquina<br />
que soy yo mismo y me llama.<br />
Me extravié en el tiempo.<br />
¿Dónde estarán mis pedazos?<br />
Mucho se fue con los amigos<br />
que ya no oyen ni hablan.<br />
Estoy disperso en los vivos,<br />
en su cuerpo, en su olfato,<br />
donde duermo hecho aroma<br />
o voz que tampoco habla.<br />
Ah, ser sólo el presente:<br />
esta mañana, esta sala.<br />
Mañana<br />
Tan vertiginoso urgía<br />
el verano<br />
zumbando hecho dínamo<br />
en aquellas mañanas veloces<br />
que era como si viésemos<br />
la eternidad<br />
(ofuscadora)<br />
produciéndose a sí misma,<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
mientras oíamos<br />
la luz voraz<br />
consumir nuestros muertos<br />
encima de la ciudad.<br />
Infinito silencio<br />
hubo<br />
(hay)<br />
un enorme silencio<br />
anterior al nacimiento de las estrellas<br />
antes de la luz<br />
materia de la materia<br />
de donde todo viene incesante y donde<br />
todo se borra<br />
eternamente<br />
ese silencio<br />
grita bajo nuestra vida<br />
y de punta a punta<br />
la atraviesa<br />
estridente<br />
Los poemas pertenecen a su reciente Muitas vozes (José Olympio, Río de Janeiro, 1999).<br />
f e r r e i r a g u l l a r 25
26<br />
DIRCEU VILLA<br />
Ferreira Gullar:<br />
¿en qué se apoya<br />
tal arquitectura?<br />
Ferreira Gullar es un nombre por el cual todos los poetas de mi generación (de<br />
25 a 35 años) sienten respeto, y muchos, admiración. Hay por lo menos dos<br />
peculiaridades suyas que pueden sustentar ambas actitudes. Una es el hecho de<br />
que el autor ilustra, una vez más, el importante lugar que el estado de Maranhão<br />
exhibe en la literatura brasileña entre los siglos XIX y XX, la tierra de Gonçalves Dias,<br />
de Sousândrade, Odorico Mendes y Maranhão Sobrinho, estos tres últimos<br />
rescatados del olvido por los poetas concretistas y poéticamente más importantes<br />
que el romanticismo oficial de las antologías. Por otro lado, Gullar fue el único en<br />
salir no sólo intacto sino también prestigiado después de discordar frontal y públicamente<br />
con los caminos propuestos por el concretismo. Peor: el heresiarca creó la<br />
disidencia neoconcreta, ya que pertenecía al grupo original del que fue después un<br />
crítico vehemente. Esto no es poco en el medio exiguo y disputadísimo de la poesía<br />
brasileña, sobre todo en un tiempo en que se pretendía definir quién estaba del<br />
lado de la brillante novedad y quién era favorable al moho.<br />
Después de haber sobrevivido a lo peor, lo que sí hubiera podido dañar la imagen<br />
exterior de la evolución poética de Gullar —una carrera sólida que se extiende desde<br />
los años de la década de 1940 hasta el presente— fueron ciertas marcas, evidentes<br />
en su poesía, del compromiso político, una poesía comprometida inscrita<br />
en la tradición del “cordel”, oral. Había sin duda un desajuste en la estética creada<br />
por un poeta del vehículo escrito y de mentalidad cosmopolita tratando de componer<br />
como un cantador repentista “nordestino”, con el resultado advertido por Julio<br />
Cortázar en Algunos aspectos del cuento, cuando deslindaba la diferencia de alcance<br />
y de estructura entre la tradición de cuentos orales argentinos y los de registro<br />
escrito, cada cual con sus especificidades. Se trata, en cualquier caso, de una parte<br />
muy pequeña de la obra de Gullar, reunida bajo el título Romances de cordel (1962-<br />
1967), y también algunos poemas políticos de Dentro da noite veloz. Son, además,<br />
textos concebidos con finalidad panfletaria, y esto, en los tiempos durísimos de la<br />
dictadura militar (1964-1985), precisamente el tipo de acontecimiento que desfigura<br />
el arte de una época y de un lugar. Con aquella dictadura —y todo lo que implica:<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
censura, prisiones, exilios, torturas y<br />
asesinatos—, Brasil retrocedió treinta años desde<br />
el punto donde se encontraba cultural,<br />
política y socialmente, y aun hoy el país se<br />
esfuerza para compensar y superar la enormidad<br />
del estrago.<br />
De la obra de Gullar dentro de la<br />
poesía brasileña destaco la contribución<br />
notable de poemas como “Galo galo”,<br />
dentro del magnífico libro A luta corporal<br />
(1950-1953), del Poema sujo (1975), Dentro<br />
da noite veloz (1962-1975) y de su obra más<br />
reciente, como el excelente Muitas vozes<br />
(1999), una obra que se depura, adquiriendo<br />
cada vez más la naturalidad elocuente de una<br />
experiencia poética muy personal.<br />
Hoy el verso de Gullar es sólo de<br />
Gullar, su marca registrada, y<br />
desarrolló una flexibilidad expresiva<br />
considerable. Pensemos, por<br />
ejemplo, que llegó a publicar, al<br />
inicio de su carrera, con los<br />
poetas de la llamada generación<br />
del ’45; pero retros-<br />
La trayectoria literaria y vital de Ferreira Gullar es una de las más ricas<br />
de la poesía brasileña contemporánea. Atraviesa los experimentalismos<br />
radicales de la poesía concreta en porosa convivencia con las transformaciones<br />
paralelas de la plástica, incursiona en las encrucijadas que se<br />
le presentan al artista por las preocupaciones que le plantean su conciencia<br />
social y su deseo de participación política, y culmina en un equilibrio armonioso<br />
en que el sujeto lírico proyecta sobre el laberinto de la realidad su dimensión<br />
existencial y cósmica, sin que el contexto social colectivo se desdibuje por completo.<br />
Ferreira Gullar combina la mirada penetrante de Cabral de Melo Neto, su<br />
capacidad imagética abstractizante —en especial su visión del nordeste con<br />
una proximidad con el lector, similar a la que tuvieron Bandeira y Drummond de<br />
Andrade. Sin duda, uno de sus méritos es haber conservado hasta el día de hoy su<br />
impulso poético, pues haber pasado por registros a veces no sólo diferentes sino<br />
encontrados es una de las pruebas de su vitalidad y calidad, las cuales le tienen<br />
garantizada su permanencia en el panorama poético brasileño.<br />
f e r r e i r a g u l l a r<br />
RODOLFO MATA<br />
Ramón Muñiz<br />
27
28<br />
pectivamente (y creo que en la propia época en que surgieron) sus poemas tienen<br />
más consistencia de factura, son más duros, nada concesivos al lenguaje idealizado y<br />
lleno de tenues divagaciones de aquel grupo que quería reaccionar al modernismo<br />
volviendo a un refugio, el locus amoenus de la poesía parnasiana en pleno siglo XX<br />
de posguerra. Incluso era posible, en los poemas de A luta corporal, leer la nítida<br />
convivencia con la imaginación aglutinadora, comprensiva, impar de los poemas<br />
de Murilo Mendes.<br />
El concretismo fue feliz al oponer a la flacidez irreflexiva del ’45, un programa<br />
de vanguardia centrado en la palabra y en la estructura, como objetos, y en un<br />
canon que retomaba el de Pound e injertaba en él al barroco, a Mallarmé y a las<br />
vanguardias modernas internacionales. Por su lado, Gullar también tuvo éxito en la<br />
empresa con una poesía que, si no llevó el elemento formal y visual al punto que lo<br />
llevaron los concretos —no era su intención—, se construye sobre el equilibrio<br />
entre la palabra hablada y el verso, es conversacional sin aflojarse, una poesía, en<br />
fin, intensa y directa, algo muy infrecuente en Brasil. Y eso significaba oponerse a<br />
la poesía de loza nacional, imitada de la francesa, de sus colegas del ’45.<br />
En ese sentido, es evidente que Gullar guarda semejanzas de procedimiento con<br />
el modernismo brasileño, al menos con los poetas que apreciaba, como Manuel<br />
Bandeira o Carlos Drummond de Andrade, pero su verso libre es electrificado, rápido,<br />
de aprensión inmediata, mientras los modernistas locales tenían cierta actitud de<br />
ironía y melancolía infusas, una actitud que resulta extraña a la obra de Gullar. Brasil<br />
nunca se familiarizó con poetas que expongan cierta furia —éstos, además, no<br />
aparecen con frecuencia en las artes literarias del país—, pero justamente este es el<br />
caso de la voz poética de Gullar. Bastante identificada, por cierto, con el ícono de<br />
su “Galo galo”:<br />
Galo: as penas que<br />
florescem da carne silenciosa<br />
e o duro bico e as unhas e o olho<br />
sem amor. Grave<br />
solidez.<br />
Em que se apóia tal arquitetura?<br />
Buena pregunta. No era, claro, como la notoria arquitectura de otro importante<br />
poeta brasileño, João Cabral de Melo Neto, quien la utilizaba en el sentido estricto<br />
de la precisa ingeniería de sus poemas. Tal vez esté más cercana a la idea del fearful<br />
symmetry de aquel tigre de Blake, que por necesidad incluye en su dibujo la fluidez<br />
armónica de agua y el ímpetu agresivo del salto sobre la presa. Es la misma arquitectura<br />
que se reconfigura en Gullar para dar forma a algunos sonetos de construcción<br />
impecable y para envolver aquel flujo violento en que cabe todo, llamado<br />
Poema sujo, donde encontramos los resquicios de la jornada concretista en las<br />
paronomasias y las especializaciones, flotando en medio de memorias que se agrupan<br />
en un esquema de collage cubista, imitando el crisol arcaico en el que los<br />
recuerdos se encuentran en mélange con cosas imaginadas, y una atrae a las otras por<br />
nexos más fuertes —y más difícilmente explicable— que lo que normalmente<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
imprime en ellas la disciplina de la razón. Comienza, por tanto, en la duda y en lo<br />
oscuro, en el obstáculo, en repeticiones y ecos:<br />
turvo turvo<br />
a turva<br />
mão do sopro<br />
contra o muro<br />
escuro<br />
menos menos<br />
menos que escuro<br />
menos que mole e duro menos que fosso e muro: menos que furo<br />
escuro<br />
mais que escuro:<br />
claro<br />
La frustración y las presiones del exilio sudamericano de Gullar surgen no sólo como<br />
tema, sino forzando la propia estructura poemática a desencadenar esa explosión,<br />
y ése es un ejemplo de cómo el sentido de la forma —tantas veces confundido con<br />
algo puramente “cerebral” o sólo “frío”— en realidad se desarrolla al fuego, como<br />
quien golpea un trozo de hierro caliente en una forja. Ese poema explosivo, en el que<br />
una cosa se transforma en otra, incorpora el vértigo de la memoria, unida a la imaginación,<br />
al deseo de superar la circunstancia. Fue un poema único, sin lugar a<br />
dudas, y en ese periodo Gullar dice haber sentido una especie de “toque de Midas”<br />
poético (<strong>revista</strong> Poesia Sempre, núm. 9, 1998), percibiendo la realidad alrededor de<br />
sí ya imbuida de la naturaleza de lenguaje transformador de la poesía.<br />
Entonces es posible percibir la evolución del poeta; a saber, un estreno<br />
sorprendente con A luta corporal, donde el modernismo toma un camino diverso<br />
(pero no contrario); la participación en los cambios importantes, impresos por la<br />
vanguardia concretista, reactualizando el experimento contra el retroceso del ’45,<br />
hueco e idealizador; e, inmediatamente, criticando la rigidez del programa concreto,<br />
pronunciándose a favor de la fluidez de la forma sensible y contra la idea “evolutiva”<br />
y “matemática” con que se pretendió cerrar el “ciclo histórico del verso”; el<br />
compromiso político que efectivamente debilita su obra, pero que acaba por estallar<br />
en el poema que lo liberta, ese turning point que es Poema sujo; la constitución de<br />
una voz poética en la que la forma es, de más en más, su modo específico de ver y<br />
de pensar. Lo que quiero decir con esto se puede leer en el poema “Os mortos”,<br />
del libro Muitas vozes:<br />
os mortos vêem o mundo<br />
pelos olhos dos vivos<br />
eventualmente ouvem,<br />
com nossos ouvidos,<br />
certas sinfonias<br />
algum bater de portas,<br />
ventanias<br />
f e r r e i r a g u l l a r 29
30<br />
Ausentes<br />
de corpo e alma<br />
misturam o seu ao nosso riso<br />
se de fato<br />
quando vivos<br />
acharam a mesma graça<br />
Es perceptible la economía de recursos, algún<br />
paralelismo, alguna consonancia, un repertorio<br />
pequeño y preciso de referencias<br />
para impregnar a los vivos de los muertos. Es<br />
toda una lección de concentración para<br />
muchos que imaginan que para ser conciso<br />
bastaría con escribir poco, o dejar todo suelto<br />
esperando que lean todo eso como un aspecto<br />
sugestivo de la poesía. Gullar permanece fiel<br />
al corte claro de su poesía, que ahora también<br />
se combina con el silencio, entendido<br />
aquí como menos movimiento, menos estridencia.<br />
No discuto aquí —aunque los aspectos que<br />
mencionaré tengan una notoria relevancia en<br />
un retrato completo del autor— la crítica de<br />
arte de Gullar, de lo más interesante y que<br />
abordó artistas brasileños de un periodo reciente,<br />
y fundamentales, como Iberê Camargo<br />
y Siron Franco; ni su teatro, su escritura periodística<br />
o las crónicas a las que se viene dedicando últimamente (y ésta es la parte<br />
más floja de su obra, junto con la propaganda de su disgusto por unos libros<br />
imprescindibles como la Commedia de Dante o el Ulisses de Joyce, que denomina<br />
peyorativamente “cerebral”). Me parece que su poesía, amén de ser la parte más<br />
importante de lo que escribió, constituye también uno de lo núcleos que<br />
definieron uno de los modos de leer y escribir poesía en Brasil, incluyendo en esto<br />
cierta división, más de política cultural que efectivamente de fondo, que opuso a los<br />
hermanos Haroldo y Augusto de Campos (y sus seguidores) en São Paulo, y el propio<br />
Gullar (y sus seguidores) en Río de Janeiro.<br />
Hoy esto se esfuma saludablemente, permitiendo una mayor libertad en la<br />
comprensión de las obras de ambas tendencias, sin nuevas afiliaciones necesarias a<br />
un grupo o al otro. Más bien, es probable que el real reconocimiento del valor<br />
específico de cada uno de los autores que, como Gullar, estaban en el ojo del<br />
huracán de la segunda edición vanguardista del siglo XX, encuentre una posibilidad<br />
de lectura más amplia, más oxigenada. Es al menos lo que percibo como poeta y<br />
como lector interesado de poesía. <br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
ELEUDA DE CARVALHO<br />
Sucio, seco, terrenal<br />
ENTREVISTA CON FERREIRA GULLAR<br />
Para celebrar los tres decenios de la publicación de Poema sucio, la editorial José<br />
Olympio lanzó una edición conmemorativa que incluye, además del texto de<br />
presentación del propio autor y del prefacio de Alcides Villa Villaça (“Delante<br />
de un poema, nunca estamos solos”), un CD con la lectura original de Ferreira Gullar,<br />
aquella hecha en una cinta de cassete, en 1975, en casa del dramaturgo y amigo Augusto<br />
Boal, en Buenos Aires, Argentina, cuando todo parecía una noche sin fin sobre<br />
América del Sur. El amanecer era todavía un sueño distante. Sobre “la ciudad sucia /<br />
de mucho dolor en voz baja”, de “tanta gente humillada / comiendo poco / y aún así<br />
bordando flores / en sus toallas de mesa”.<br />
El poeta marañense accedió a hablar especialmente sobre Poema sujo (Poema sucio)<br />
y otras producciones en el campo del periodismo, literatura, dramaturgia, entre<br />
otras facetas de su trayectoria. Respuestas breves e incisivas. Directo. A veces, seco.<br />
Pero abriendo espacio también para la ternura. Es posible hasta imaginarlo con una<br />
sonrisa para escribir a los amigos, como el cantor y socio cearense Raimundo Fagner.<br />
<br />
Usted escribe el Poema sucio en otro cielo, distante. Habla de San Luis, de Alcántara.<br />
De la ciudad y, aún más, especialmente de las personas. Y el poema llegó a Brasil del<br />
extranjero, en su propia voz, en una cinta magnetofónica. ¿Cómo fue el génesis?<br />
¿Cómo surgió la primera idea, la primera palabra?<br />
Pasé una noche planeando comenzar el poema por la mañana. Cuando me senté<br />
en la máquina, no veía nada. Entonces comencé a escribir palabras que no querían<br />
decir nada: “turbio, turbio, turbio…”.<br />
f e r r e i r a g u l l a r 31
Foto de Luciano Bomwell<br />
“La ciudad no está en el hombre del mismo modo que en sus puestos, plazas y<br />
calles.” El fervor de las ciudades: ¿fervor de las criaturas?<br />
Digo que la ciudad que está en el hombre no es la misma que está en los<br />
puestos, plazas, calles. Es otra, inventada, sufrida, tranfigurada.<br />
Usted salió de San Luis de Marañao, corrió mundo. Atracó en Río de Janeiro. Mas<br />
carga consigo a Marañao, incrustado en el pecho. ¿Principio o final?<br />
San Luis fue mi comienzo, inicio de todo para mí. Lo traigo conmigo. Con sus<br />
sonidos, olores y ventanas. El paraíso perdido.<br />
Cuente un poco sobre la prisión a su vuelta a Brasil. Glauber Rocha esperándolo en<br />
el aeropuerto. Y la policía tras usted. ¿Qué duele aún de aquella época?<br />
No duele nada. Lo que pasó, pasó. La verdad, ellos no me aprehendieron cuando<br />
desembarqué porque había una multitud de artistas e intelectuales que me esperaban<br />
en el aeropuerto. Al día siguiente me mandaron llamar gentilmente, y allí me<br />
esposaron, me vendaron y me llevaron para la DOI-CODI (Delegación de Policía<br />
Política). Después de un inútil interrogatorio de 72 horas, me soltaron.<br />
Me gustaría que hable sobre su encuentro con Oswald de Andrade, y con los<br />
hermanos Campos [los poetas Augusto y Haroldo de Campos].<br />
El día de mi cumpleaños, el 1 de septiembre de 1953, mi casa fue invadida por<br />
Oswald de Andrade. Sonó la companita, fui a abrir la puerta, era él. Me llevé un<br />
susto… Pasamos la tarde entera conversando él, Oliveira Bastos, que lo había llevado<br />
hasta allá, y yo. Nació una amistad que duró poco, pues un año después él<br />
El amigo Gatinho, 2002.<br />
32<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
murió. Ya con los concretistas, tuve mayor contacto con Augusto de Campos, en<br />
el comienzo de 1955, después de publicar La lucha corporal. Fue un libro que nos<br />
aproximó. Enseguida nació la poesía concreta y, meses después de eso, rompí con<br />
el movimiento. Ellos eran inteligentes, talentosos, pero estaban obsesionados en<br />
hacer vanguardia. El problema estaba allí.<br />
¿En dónde descubrió o redescubrió, en su estética, la estética de la cultura de nuestro<br />
pueblo nordestino? La feria, el cordel, el artesanado…<br />
Mi poesía es una invención mía con la colaboración de muchos poetas y mucha<br />
gente de todas partes, especialmente del Nordeste. De niño escuchaba cantantes de<br />
feria en el Mercado Nuevo, cerca de mi casa, en San Luis. Por eso pude escribir,<br />
más tarde, mis historias de cordel.<br />
Hombre de siete instrumentos. A la palabra, en la poesía, en el teatro, en los<br />
guiones para programas de televisión. ¿Da para hacer el trabajo de encargo y la labor del<br />
poema?<br />
Da, sí. La poesía no tiene nada que ver con el mercado, éste nos da el pan. Ella sólo<br />
viene cuando quiere. Las otras cosas la gente las escribe hasta con fecha marcada<br />
y plazo fijo. Fui periodista toda la vida en la redacción de los periódicos y aprendí<br />
esa disciplina.<br />
João Guimarães Rosa, Clarice Lispector, Ernest Hemingway, Nise da Silveira, usted…<br />
a todos les es común el arte (de la vida) y el aprecio por los gatos. La medida de lo<br />
eterno y el tamaño inmensurable de la belleza. Furia y suavidad. Pero cuente, ¿cómo<br />
nació el libro Un gato llamado Gatito?<br />
Ese libro nació de un poema que hice un poco en juego contando las gracias de<br />
mi gato. A Claudia, mi mujer, le gustó y sugirió que escribiese otros. Escribí, mas<br />
no pensaba publicarlos. Una editorial apareció y me propuso su publicación.<br />
Fagner grabó algunas composiciones con letras y versos suyos. ¿Cómo nació esta<br />
alianza?<br />
La complicidad con mi querido amigo Fagner nació por iniciativa de él, que<br />
puso música a un poema mío. A partir de eso trabajamos juntos un par de poemas<br />
míos, que gracias a eso ganaron enorme popularidad.<br />
Volviendo a Poema sucio, hable un poco sobre esta figura menudita, vestido florido,<br />
entre sábanas lavadas y la alquimia del fogón: Bizuza.<br />
Bizuza era tía de mi madre y ayudó a criarnos, a mí y a mis hermanos. Se encargaba<br />
de la cocina y de todo lo demás. Me acuerdo de ella con enorme ternura y<br />
mucha culpa. No sé si le di el cariño que ella merecía. Cuando publiqué me primer<br />
libro de poemas y el nombre de ella estaba allí, sonrió feliz. Al menos eso. <br />
Eleuda de Carvalho. Periodista cultural, trabaja para el periódico O Povo, de Ceara, Brasil.<br />
Originaria de Bahía, reside en la ciudad de Fortaleza. Estudió la maestría en letras y es auto-<br />
f e r r e i r a g u l l a r 33
PABLO DEL BARCO<br />
34<br />
Ferreira Gullar,<br />
la deidad inconsciente<br />
del poeta<br />
Siempre quise traducir al español Poema sujo de Ferreira Gullar. Me pareció,<br />
en su primera lectura, un libro de dramática ironía; un hombre que lleva a cuestas su<br />
destino y lo celebra dejando sobre las cosas que le fueron vitales una mirada<br />
profunda, que orada la materia del horizonte creando un jardín de flores<br />
melancólicas. Conocí a José de Ribamar Ferreira y él era su obra, estaba en<br />
su mirada, en lo lánguido y tímido de sus gestos que escondían a un hombre<br />
que ha sufrido y que, sin embargo, fluye sobre la vida, que transporta un enorme saco<br />
de esperanza en una leve y consistente canoa por un río constante, de cauce enérgico.<br />
Un caudal de palabras estrictas, precisas, de aparente dureza y extrema ternura que<br />
produce siempre una gran emoción. Poema sujo nos obliga a indagar sin excusas en<br />
nuestra existencia. Revisar con él los textos de la versión española<br />
fue una gran lección de enseñanza poética y humana.*<br />
* Pablo del Barco, traductor<br />
de la versión española<br />
de Poema sucio, Visor,<br />
Madrid, 1998.<br />
1 Introducción a Ferrerira<br />
Gullar, Toda poesía (1950-<br />
1980), 3ª ed., Civilizaçao<br />
Brasileira, Río de Janeiro,<br />
1983.<br />
Poesía, ¿detener la vida con palabras?<br />
No, liberarla,<br />
hacerla voz y fuego en nuestra voz.<br />
De Dentro da noite veloz, 1975.<br />
Vinícius de Moraes definió a Ferreira Gullar como “el último<br />
gran poeta brasileño”. Sergio Buarque de Hollanda, autor de<br />
Visión del Paraíso, dijo de él: “Es nuestro único poeta mayor<br />
de los tiempos actuales (con excepción de Mario de Andrade y Drummond<br />
de Andrade) […] sólo comparable, en Brasil, a la prosa de<br />
Guimaraes Rosa.” 1<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Foto cortesía de Ferreira Gullar<br />
Ferreira Gullar en 1958.<br />
Ferreira Gullar, nacido José de Ribamar Ferreira el 10 de septiembre<br />
de 1930 en São Luis de Maranhao, comenzó a escribir poemas a<br />
los quince años. Desde entonces, su tierra, las gentes y los paisajes<br />
formarán parte nuclear de su obra, fundamentalmente en verso:<br />
Soy un poeta del nordeste brasileño, un poeta del Maranhao, de la<br />
ciudad de Sao Luis de Maranhao… Un forajido y un superviviente.<br />
Alguien que consiguió escapar del anonimato… de la tragedia cotidiana<br />
y oscura que se desarrolla bajo los techos de mi patria…; la tragedia<br />
de la vida-nada, de la vida-nadie. Si algún sentido tiene lo que<br />
escribo es dar voz a ese mundo sin historia. 2<br />
2 Ferreira Gullar, Uma luz<br />
do chao, Avenir Editora,<br />
Río de Janeiro, 1978,<br />
pp. 13-14.<br />
f e r r e i r a g u l l a r 35
3 Edición del autor, São<br />
Luís do Maranhao, 1949.<br />
4 Uma luz do chao,<br />
pp. 21-22.<br />
5 Ibidem., p. 43.<br />
36<br />
De sus primeras inquietudes poéticas surge un libro, Um pouco acima<br />
do chao (1949), 3 que publica con la ayuda económica de su madre<br />
y que elimina en la edición de su obra completa. En esta época es<br />
locutor de Radio Timbira do Maranhao, de donde le dimiten por<br />
negarse a dar una información manipulada; el gobernador del Estado<br />
pretendía obligarle a leer una nota resposabilizando a los comunistas<br />
de la muerte de un trabajador; el propio Gullar había visto cómo la<br />
policía disparaba contra los manifestantes. En 1951 marcha a Río de<br />
Janeiro, donde trabajará como periodista y crítico de arte hasta 1971,<br />
año en que se exilia en Moscú, tras la dictadura militar de 1964.<br />
los primeros poetas, las últimas esperanzas de “otro<br />
lenguaje”<br />
No hay antecedentes literarios en la familia de Ferreira Gullar; no hay<br />
medios en aquel escasamente cultural São Luis de Maranhao:<br />
Mi padre era tendero y en mi casa no había libros. Conocí la poesía<br />
por las antologías escolares: algunos poemas y sonetos que iban de<br />
Camões a los simbolistas y parnasianos, pero no pasaban de ahí.<br />
Cuando comencé a escribir —alrededor de los trece años— pensaba<br />
que todos los poetas ya había muerto, e incluso así me entregué con<br />
entusiasmo a este oficio de difuntos. Iba a la Biblioteca Municipal y<br />
sólo leía poetas marañenses. Todos los otros poetas, incluso<br />
brasileños, no me despertaban el menor interés. 4<br />
Ferreira Gullar se forma más tarde con los poetas clásicos portugueses<br />
—Camões, Bocage, Pessoa, Vitorino Nemésio, Sá Carneiro,<br />
Torga—, para terminar con los brasileños Drummond de Andrade y<br />
Manuel Bandeira, que le conducen a un cambio drástico en su<br />
definición y en su creación poética. Comienza entonces una poesía de<br />
redescubrimiento de lo cotidiano, que coincide con un nuevo<br />
planteamiento formal, alejado del artificio y la norma poética, alejado<br />
incluso en su propia vida del lenguaje coloquial, hasta el punto de llegar<br />
a hablar sin sintaxis, de manera caótica, escasamente comprensible.<br />
Es su vinculación indefectible al sentido de realidad del lenguaje<br />
poético, su voluntad de servicio a una mutación en el hombre por el<br />
ejercicio de la poesía; un lenguaje comprometido con la realidad, a<br />
veces en objetos que definen en lo elemental y primario esa realidad;<br />
un lenguaje comprometido con el hombre que lo hace y lo trabaja, en<br />
una identificación tal que “trabajar el lenguaje es trabajar al hombre,<br />
y el poema se hace de esa manera un cuerpo nuevo en el que el hom-<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
bre se construye”. 5<br />
Esta poesía, que aparece como un fracaso para el poeta, como una<br />
imposibilidad, cerraba un camino poético Ferreira Gullar, hasta el<br />
punto de considerar A luta corporal (La lucha corporal) (1954) 6 como<br />
su testamento lírico. Pero el tiempo diría que esta afirmación era<br />
apresurada. Los interrogantes que plantea el poeta tendrán continuidad;<br />
la sensación del paso del tiempo actuando sobre los objetos,<br />
por ejemplo, aparece de nuevo en Poema sucio; el clima de deterioro,<br />
de cambio de luz y de volumen, de actitud de utilidad:<br />
Las peras, en el plato,<br />
se pudren.<br />
El reloj, sobre ellas,<br />
¿mide<br />
su muerte?<br />
Paremos el péndulo. Detendríamos,<br />
así, la<br />
muerte de las frutas?<br />
¡Ah, las peras se cansaron<br />
de sus formas y de<br />
su dulzura! Las peras,<br />
concluídas, se gastan en<br />
el fulgor de estar listas<br />
para nada. 7<br />
La ruptura está en el lenguaje; la continuidad, resguardada, medio escondida<br />
en esta ruptura. La incapacidad de una expresión efectiva<br />
acarrea el silencio de Gullar. Pero el contacto con los poetas paulistas<br />
Haroldo y Augusto de Campos y Decio Pignatari —también en la<br />
búsqueda de un nuevo camino expresivo en poesía— les llevará a la<br />
creación del concretismo, a partir de 1956, con la base inicial de la<br />
<strong>revista</strong> Noigrandes 1, aparecida en 1952. Preciosismo, juego verbal,<br />
ironía como réplica a la poesía intimista de los años de la década de<br />
1940 nucleaban el movimiento, además de determinados procesos<br />
estructurales propios del futurismo o del dadaísmo.<br />
En la misma necesidad de encontrar una expresión personal se sitúa<br />
O vil metal, 8 el libro más hermético de toda su obra, donde se refleja la<br />
inseguridad que impone el acierto/desacierto de una investigación<br />
determinada por el espectáculo de la vida humana, traducido a un<br />
arte poético que no se desea únicamente como arte.<br />
A los seis meses abandona Gullar el movimiento, obsesionado por<br />
la búsqueda de un nuevo lenguaje que el concretismo no satisfacía. Pasan<br />
dos años hasta la creación del neoconcretismo, movimiento ligado<br />
a las artes plásticas, al constructivismo, donde el escritor elabora<br />
una teoría rabiosamente ruptural, la teoría del no-objeto:<br />
6 Edición del autor, Río<br />
de Janeiro, 1954. Reúne<br />
poemas de los años 1950-<br />
1953.<br />
7 En Toda poesia, op. cit.,<br />
p. 37.<br />
8 Poemas de los años<br />
1954-1960. Este libro nunca<br />
se publicó como obra<br />
aislada. Vio la luz en Toda<br />
poesia, op. cit., pp. 125-<br />
f e r r e i r a g u l l a r 37
159.<br />
9 En “Textos de literatura<br />
comentada: Ferreira<br />
Gullar”, Abril Educaçao,<br />
São Paulo, 1981, p. 79.<br />
10 Ent<strong>revista</strong> en Jornal de<br />
Letras, año XI, núm. 486,<br />
Lisboa, octubre-noviembre<br />
de 1991, p. 17.<br />
11 En Toda poesia, op. cit.,<br />
pp. 177-213.<br />
12 Poemas de los años<br />
1957-1958. En Toda poesia,<br />
op. cit., pp.161-174.<br />
13 Civilizaçao Brasileira,<br />
Río de Janeiro, 1975.<br />
Reúne poemas de los años<br />
1962-1975.<br />
14 En Toda poesia, op. cit.,<br />
38<br />
La expresión no-objeto no pretende designar un objeto negativo o algo<br />
que sea lo opuesto a los objetos materiales con propiedades<br />
exactamente contrarias a esos objetos. El no-objeto no es un antiobjeto<br />
sino un objeto especial en el que se pretende realizada la síntesis de<br />
experiencias sensoriales y mentales: un cuerpo transparente al<br />
conocimiento fenomenológico, integralmente perceptible, que se da a<br />
la percepción sin dejar huella. Una pura apariencia. 9<br />
El exceso de refinamiento al que llega la poesía neoconcreta determina<br />
otra crisis de creación: el abandono de esa vía y la fijación en otra forma<br />
de expresión que se mantiene aún viva en todo el nordeste de<br />
Brasil: la literatura de cordel. Es una tentativa de llegar a su objetivo,<br />
el viejo y constante objetivo: que la poesía llegue a todo el mundo,<br />
que se responsabilice del papel tranformador del poeta, que no pierda<br />
sentido de la realidad de lo cotidiano: “Intenté reencontrar mi<br />
lenguaje de poeta a partir del lenguaje coloquial.” 10<br />
Romances de cordel 11 es la muestra específica de esa forma de hacer<br />
poesía, no tan opuesta como a primera vista parece de los Poemas<br />
concretos / neoconcretos. 12 La semejanza temática es evidente y, en la<br />
fortuna de un lenguaje poético nuevo para Ferreira Gullar (que es el<br />
viejo lenguaje de los romances), la elección e insistencia de algunos<br />
términos nos avisa sobre la permanente búsqueda del poeta de un<br />
lenguaje vivo.<br />
En esa progresión hacia el hallazgo definitivo de la expresión<br />
personal, Dentro da noite veloz 13 resume estas preocupaciones y marca<br />
el camino hacia la madurez temática y formal de Poema sucio. “Mi<br />
pueblo, mi poema” puede sintetizar esa integración de voluntades:<br />
Mi pueblo y mi poema crecen juntos<br />
como crece en el fruto<br />
el árbol nuevo.<br />
En el pueblo mi poema va naciendo<br />
como en el cañaveral<br />
nace verde el azúcar.<br />
En el pueblo mi poema está maduro<br />
como el sol<br />
en la garganta del futuro.<br />
Mi pueblo en mi poema<br />
se refleja<br />
como la espiga se funde en tierra fértil.<br />
Al pueblo aquí su poema le devuelvo<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Foto de Walter Craveiro<br />
menos como quien canta<br />
que como el que planta. 14<br />
Dicho de otra manera, Ferreira Gullar trata de conciliar dos sentimientos:<br />
arte y vida en una poesía-verdad en la que sentirse vivo:<br />
Mi desesperación consistía en que toda esa riqueza de la que yo me<br />
percataba, desfilaba ante mis ojos como una película sin que yo fuera<br />
capaz de sumergirme en ella. Comprendí que debía confundirme con<br />
la vida al precio que fuere, cosa que, hasta entonces, ya había evitado.<br />
Es el viejo problema de siempre: el arte nos da lo esencial pero excluye<br />
p. 217.<br />
15 Santiago Kovadloff,<br />
“Ferreira Gullar: poesía y<br />
persona”, en Cuadernos<br />
Hispanoamericanos,<br />
f e r r e i r a g u l l a r 39
40<br />
la vida. La vida, en cambio, nos arrastra en su caudal y nos dilapida en<br />
actos y hechos superficiales. 15<br />
Es también una vuelta del poeta a su tierra, una reelaboración de la<br />
experiencia personal, de la que ya no va a separarse nunca. La circunstancia<br />
histórica de Brasil le ayuda: 1964 es un año decisivo. El golpe<br />
militar de Jõao Goulart transforma la sociedad brasileña; impone,<br />
sobre todo, falta de libertades, de las que los intelectuales —Ferreira<br />
Gullar entre ellos— son las primeras víctimas. Fue perseguido por su<br />
militancia política en el Partido Comunista Brasileño, miembro del<br />
Comité Estatal. Su responsabilidad iba más allá de la presidencia del<br />
Centro Popular de Cultura en Río de Janeiro; su compromiso era<br />
mayor que el de formar parte del Comando Geral dos Trabalhadores<br />
Intelectuais. Reorganizó a los intelectuales contra la dictadura militar<br />
hasta ser preso y torturado en 1968. Entra en la clandestinidad a partir<br />
de 1970, y en 1971 se exilia en Moscú, donde, según confiesa, cree volverse<br />
loco. Pone rumbo a Chile en mayo de 1973 y asiste al golpe militar<br />
que derrocó a Salvador Allende el 13 de septiembre; allí se salvó de<br />
otra nueva prisión por su acreditación como periodista. Sigue rumbo<br />
a Lima y Buenos Aires hasta 1977, año en que regresa a Brasil desafiando<br />
al gobierno militar; es nuevamente encarcelado, pero la opinión<br />
pública nacional e internacional actúa en su defensa y es liberado, con<br />
vigilancia especial, cuando se incorpora a su antiguo puesto de trabajo<br />
en el periódico Estado de São Paulo.<br />
poema sucio, una coral latinoamericana<br />
Ferreira Gullar ha dicho muchas veces que escribir en Buenos Aires<br />
su Poema sucio, entre mayo y octubre de 1975, le ayudó a volver a<br />
Brasil. El éxito del libro en América fue tal, se habló tanto de él que<br />
acabó convirtiéndose en un alegato contra la dictadura brasileña y en<br />
una carta de presentación inequívoca de Ferreira Gullar.<br />
El éxito de Poema sucio no es sino el reconocimiento de la<br />
coherencia vital y poética de su autor, distanciado en la nostalgia,<br />
pero nunca ausente de sus motivaciones iniciales en São Luís de<br />
Maranhão. Es cierto que a la ingenuidad de la mirada de sus primeros<br />
poemas seguirá la visión crítica cargada de historia. Pero estas dos formas<br />
de ver, estas dos posiciones aparecen en Poema sucio, confirmando<br />
—esa misma coherencia— que las rupturas, especialmente de nivel<br />
formal, no logran destruir. Incluso diría que ayudan a darle unidad y<br />
que, en definitiva, hacen de este libro una obra clásica en cuanto a que<br />
se formula no desde un momento puntual y aislado, sino sirviendo a<br />
una tradición cultural y poética.<br />
Ferreira Gullar es consciente de ese desafío. Decía en una entrevis-<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
ta, hablando de su poesía a partir de 1962: “Es el reencuentro con mi<br />
país, con el habla cotidiana; ya no pienso en todos aquellos problemas<br />
mallarmeanos y eliotianos. Es una reelaboración de mi experiencia de<br />
brasileño y de hombre de mi tiempo, cada vez más abierto a cualquier<br />
experiencia.” 16 Ese resultado definitivo satisface al poeta en una solución<br />
que le vuelve a la alegría de la infancia: “Es extraño, pero cuanto<br />
más voy envejeciendo más optimista me vuelvo.” 17 Entendemos que<br />
no es sino saberse cumplidor de un deber, de su compromiso personal<br />
nacido en la magia de sus paisajes marañenses. A medida que<br />
avanza su obra se establecen más lazos de unión entre la memoria (o<br />
la nostalgia) y la realidad procesada a través de la historia y en el análisis,<br />
creando un entramado con la acción formal poética que evidencia<br />
esa coherencia señalada.<br />
La unidad temática, el reconocimiento con un lenguaje personal establecido<br />
tras rupturas y reelaboraciones, y la distancia obligada por<br />
su destierro, hacen de Poema sucio una obra totalizadora, de encuentros<br />
de la infancia (¿el paraíso perdido?) y la visión de un luchador a<br />
favor del restañamiento de una realidad no grata pero superable en la<br />
humildad de lo cotidiano.<br />
Para el resultado final de Poema sucio Ferreira Gullar pone en<br />
marcha innumerables registros experienciales, incontables instrumentos<br />
de óptica personal y voces hasta —en palabras del crítico<br />
brasileño Alfredo Bosi— “alcanzar una dimensión coral sin por eso<br />
perder el calor de aquellos afectos singularísimos que sólo las imágenes<br />
de su ciudad de São Luis serían capaces de provocar”. 18<br />
Poema sucio es el poema total en la obra de Ferreira Gullar. Su<br />
obra posterior, Na vertigem do día (1980), 19 es la continuidad del hallazgo,<br />
donde se diluye su mundo original marañense y se traslada la<br />
motivación al Brasil más cotidiano, en el que se integra el propio<br />
Gullar como un observador de la propia intimidad, referida en personajes,<br />
objetos, reflexiones y situaciones de lo diario.<br />
Ignoro si hay en Poema sucio una voluntad expresa de antologar<br />
temas y expresiones de toda su obra anterior. La unidad temática se<br />
ofrece a veces a través de ópticas que parecen desmarcarse del<br />
objetivo general. Pero es la apariencia y quizás la servidumbre a que<br />
obliga la forma de ofrecer. Las inquietudes, quebraduras y búsquedas<br />
de un lenguaje que exprese lo que quieren el hombre y el poeta<br />
(Ferreira Gullar) que hay en el hombre (José de Ribamar Ferreira) se<br />
siguen en un camino voluntarioso, agonizante a veces, siempre evidente,<br />
hasta ese edificio sólido que es la expresión singular, personalísima<br />
en la poesía brasileña, latinoamericana, contemporánea, de<br />
Ferreira (Gullar y José de Ribamar): en él, el ojo del hombre certifica la<br />
deidad inconsciente del poeta. <br />
núm. 61, Madrid, p. 69.<br />
16 Jornal de Letras, op. cit.,<br />
p. 17.<br />
17 Ibidem.<br />
18 Alfredo Bosi, “Roteiro<br />
do poeta”, en Ferreira<br />
Gullar, Poemas, Global<br />
Editora, São Paulo, 1983,<br />
p. 10.<br />
19 Editora Civilizaçao<br />
Brasileira, Río de Janeiro,<br />
1980. Poemas de los años<br />
1975-1980.<br />
f e r r e i r a g u l l a r 41
42<br />
FERREIRA GULLAR<br />
Tres poemas sobre poesía<br />
Poema poroso<br />
De tierra te quiero;<br />
poema<br />
y sin embargo iluminado.<br />
De tierra<br />
el cuerpo rozado de eclipses<br />
poroso<br />
poema<br />
de polvo,<br />
donde berrean<br />
suicidas y perfumes;<br />
así te quiero<br />
sin rostro<br />
y sin embargo familiar<br />
como el suelo del corral<br />
(sombra de todos nosotros después<br />
y antes que nosotros)<br />
cuando la gallina cacarea y escarba).<br />
De tierra<br />
donde para siempre se apagará<br />
la forma de esta mano<br />
ardiente por ahora.<br />
<strong>Ver</strong>siones de Pablo del Barco<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Subversiva<br />
La poesía<br />
cuando llega<br />
no respeta nada.<br />
Ni padre ni madre.<br />
Cuando llega<br />
de cualquiera de sus abismos<br />
no reconoce al Estado ni a la Sociedad Civil<br />
infringe el Código de Aguas*<br />
relincha<br />
como puta<br />
joven<br />
frente al Palacio de la Alvorada.**<br />
Y sólo después<br />
reconsidera: besa<br />
en los ojos a los que ganan poco<br />
acoge en su hombro<br />
a los que tienen sed de felicidad<br />
y de justicia<br />
Y promete incendiar el país.<br />
* El Código das Aguas fue decretado en Brasil el 10 de julio de 1934, bajo la jefatura del<br />
gobierno provisional de Getulio Vargas, para un uso más racional del agua en el país.<br />
** El Palacio da Alvorada es la residencia oficial del presidente de la República de Brasil, primer<br />
edificio de Brasilia, inaugurado en junio de 1958 y proyectado por Oscar Niemeyer.<br />
f e r r e i r a g u l l a r 43
44<br />
Arte poética<br />
No quiero morir no quiero<br />
pudrirme en el poema<br />
que el cadáver de mis tardes<br />
no venga a heder en tu mañana feliz<br />
y el fulgor<br />
que tu boca encienda tal vez de las palabras<br />
—aunque nacido de la muerte—<br />
se sume<br />
a los otros fuegos del dÌa<br />
a los barullos de la casa y de la avenida<br />
en el presente veloz<br />
Nada que se parezca<br />
a pájaro en paja momia<br />
de flor<br />
dentro del libro<br />
y lo que de la noche vuelva<br />
vuelva en llamas<br />
o en llaga<br />
vertiginosamente como el jazmín<br />
que en un solo resplandor<br />
ilumina toda la ciudad.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
¿Quién es<br />
Ferreira Gullar?<br />
JOSÉ ÁNGEL LEYVA<br />
es Ferreira Gullar? Solté la interrogante a boca de jarro a aquel<br />
¿Quién<br />
hombre de apariencia languideciente y frágil, espectral y gótica, dotado<br />
de una fuerza verbal y un tono alegre que lo sacaba del cuadro melancólico<br />
en que parecía estar insertado. El interlocutor no se inmutó ante la pregunta,<br />
esbozó una casi imperceptible sonrisa y contestó: “Es un poeta que establece<br />
una conversación permanente con su alter ego: José de Ribamar Ferreira, nacido en<br />
São Luís de Maranhâo, en 1930, y que se dedicó en su juventud al periodismo y fue<br />
locutor en Radio Timbiras, hasta 1950, cuando ganó un premio nacional de poesía<br />
y abandonó su pueblo natal para afincarse en Río de Janeiro —responde Ferreira<br />
Gullar con la mirada puesta en algún punto de los vitrales que adornan el tragaluz<br />
del restaurante del hotel—. Desde entonces, José de Ribamar se trasmuta de vez en<br />
cuando en Ferreira Gullar, cuando su estado anímico y existencial es propicio para<br />
darle cauce al surgimiento de la poesía. Pero si Ferreira Gullar está frío, si no es<br />
capaz de escribir poemas, deja que su lugar lo ocupe el hombre común, José de<br />
Ribamar. Si éste percibe que la temperatura sube y que es tiempo de escribir, le<br />
cede paso al poeta; así nace con frecuencia Ferreira Gullar.”<br />
Hace ya ocho años que el autor de A luta corporal visitó México para presentar su<br />
libro En el vértigo del día, traducido al español por la literata y cantante Alma<br />
Velasco. Este volumen reúne poemas de Ferreira Gullar escritos entre 1967 y 1980,<br />
de los cuales escribe en el prólogo el mexicano Eduardo Langagne: “Se trata de un<br />
libro que representa una suerte de resumen o síntesis de los tránsitos poéticos de<br />
Gullar a través de su obra: el juego de espacios visuales que participan connotativamente<br />
en el poema, el desparpajado trato semántico a una vida diaria abrumadoramente<br />
poética, las referencias culturales que permiten encontrar una lectura del<br />
lado oscuro de la luna.” Gracias a esa traducción, Ferreira comenzó a ser leído y<br />
f e r r e i r a g u l l a r 45
Foto de Luciano Bomwell<br />
Ferreira Gullar y su amigo Gatinho, 2002.<br />
46<br />
conocido en este país, menos quizás de lo que merece la dimensión de su obra. Ha<br />
sido también incluido en diversas antologías de poesía brasileña y la <strong>revista</strong> de<br />
poesía alforja, ha dado cuenta de ent<strong>revista</strong>s y nuevas traducciones de ese poeta<br />
mayor llamado Ferreira Gullar. Podría decirse, en ese sentido, que Ferreira es, en<br />
México, un poeta de culto.<br />
En lo personal guardo un recuerdo muy intenso del poeta de Sâo Luís de Maranhâo,<br />
a quien pude hacerle una larga ent<strong>revista</strong> incluida en mi libro <strong>Ver</strong>sos comunicantes<br />
(poetas ent<strong>revista</strong>n a poetas iberoamericanos), una conversación floreciente<br />
porque me revela a un hombre consecuente con sus ideas y sus oficios, a una persona<br />
lúcida y desprovista ya de lacras ideológicas que limiten su visión política y<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
estética. Ya antes de la ent<strong>revista</strong> y del libro En el vértigo de un día había tenido<br />
contacto con su pensamiento en la Gaceta del Fondo de Cultura Económica. Se trataba<br />
de un texto frustrante para mí, pues llevaba años reflexionando sobre el tema<br />
del dolor y la poesía, como una especie de altar intelectual que iba acumulando<br />
retazos y piezas reflexivas en torno a la relación del dolor con el acto creativo. Así,<br />
de pronto, aparecía ante mis ojos un ensayito firmado por el escritor Ferreira<br />
Gullar que desmenuzaba cada una de mis originales ideas con una sencillez y una<br />
claridad pasmosas. La lectura de ese texto —“El dolor y el arte”—, fue, además de<br />
frustrante, gozoso y revelador porque me demostraba lo poco originales que solemos<br />
ser en los terrenos que la poesía cultiva. La muerte, el amor, la alegría, el<br />
dolor, el conocimiento, la vida, son temas recurrentes de todas las épocas, preocupaciones<br />
que nos hermanan con el pasado y con certeza también con el futuro. Ese<br />
ensayo me conectaba con un poeta de habla portuguesa de quien ignoraba sus poemas,<br />
pero estaba seguro de que se me iba a convertir en un referente literario fundamental.<br />
Las coincidencias conceptuales con Ferreira no se limitan al campo del dolor —<br />
debo confesar que fui médico antes de ser poeta, o por lo menos, antes de<br />
reconocerme como tal—, se expanden al ámbito de lo social, de lo político, del<br />
amor a las artes visuales. El pensamiento de Ferreira tiene la nobleza de quien sabe<br />
distinguir entre la dimensión de una obra poética y artística y de una posición<br />
política. Así ocurre cuando refiere su admiración por Jorge Luis Borges y<br />
Fernando Pessoa en tiempos de exilio y cerrazón ideológica. A la nobleza se suma<br />
la inteligencia —no muy común entre los escritores militantes, pero sí en<br />
Ferreira—, la congruencia lo hace admitir errores y evocar momentos decisivos<br />
cuando se debe tomar partido y fijar posturas. Así lo hizo en su juventud cuando<br />
renunció a su trabajo como locutor porque se negó a transmitir información falsa, y<br />
así lo volvió a hacer mientras estuvo convencido de la lucha contra las tiranías militares<br />
en Sudamérica y el mundo. Lo ético y lo estético en el poeta Ferreira se conjugan<br />
sin resentimientos ni estrecheces, con la sabiduría y el impulso que determina a<br />
todo gran pensador y artista: la inconformidad y la búsqueda incesantes.<br />
La ruptura de Ferreira con los concretistas tiene ese mismo trasfondo existencial<br />
y estético, esa misma sustancia subversiva para admitir en sí la fuerza que conduce<br />
su poesía hacia todo aquello que muestre un aliento de vida, que toque y se<br />
expanda en el lector. El reconocimiento del habla doméstica, de la comunicación<br />
cotidiana, de las palabras de la calle, dan la clave de la materia con la que el poeta<br />
ha dotado a su obra. Lo dice mejor él mismo: “El poema es el sitio donde dicho<br />
lenguaje banal, la lengua usual, se transforma en poesía. No hay palabras que sean<br />
poéticas por sí mismas. Entonces, en mi caso, especialmente, la poesía termina<br />
siendo una transformación de las palabras del habla vulgar, un acto de fulguración,<br />
de extracción de la luz, la belleza de la parte sucia de la vida.” Quizás su<br />
poema “Plátanos podridos” sea uno de esos buenos ejemplos para comprender el<br />
significado de esta idea. El lenguaje literario está inmerso en todo acontecimiento<br />
humano y de la naturaleza, está allí frente a los sentidos y la mente, bulle y se manifiesta,<br />
pero es necesario iluminar el hecho, descubrirlo, transformarlo en una<br />
expresión y un suceso extraordinario, poético. La poesía nace del lenguaje banal,<br />
f e r r e i r a g u l l a r 47
MISCELÁNEA<br />
El objetivo del presente trabajo es profundizar en el conocimiento<br />
y las percepciones que se tienen en México sobre la poesía y<br />
la sociedad rusa del siglo XX, en particular de sus últimos cincuenta<br />
años que son de suma importancia en el entendimiento de<br />
la obra poética rusa en el cruce de dos siglos. Para el propósito de esta<br />
reflexión resulta útil confirmar el significado de la presencia intelectual<br />
—y más específicamente de la poética rusa— en tierras mexicanas.<br />
Puede ser interesante recordar a los poetas rusos que visitaron<br />
México como viajeros: Constantín Balmont, simbolista, quien llegó a<br />
este país al inicio del siglo XX, en 1905, y Mayakovski, vanguardista,<br />
[…] quien viajó casi exactamente veinte años después. Cuando lo<br />
hizo, ya Rusia ha experimentado la Revolución —México la suya— y<br />
representa un nuevo tipo de sociedad que trastorna, conmueve y disloca<br />
muchas de las habituales nociones del mundo que existían en Europa.<br />
[…]. Maiakovski llegó a México el 8 de julio de 1925. […]. En la<br />
LUDMILA BORISOVNA BIRIUKOVA<br />
Literatura y sociedad<br />
Poesía rusa de la segunda mitad del siglo XX<br />
En el fondo de dicha revisión se encuentra la interpretación<br />
de la poesía no como una declaración retórica sino como<br />
un permanente experimento de los medios artísticos en relación<br />
con la posibilidad de una expresión plástica. Es poco<br />
probable que tal percepción encierre a la poesía en sus propios<br />
límites. No es un experimento formal, es un testimonio<br />
directo y verdadero, absolutamente honesto. Los versos son,<br />
de alguna manera, el único intento de una manifestación no<br />
formal: profieren una idea y esquivan la mentira.<br />
La naturaleza del arte continúa siendo un misterio. Y hasta<br />
la actualidad no ha sido desmentido el supuesto de que,<br />
en el nivel de las obras maestras, el arte toca las capas profundas<br />
de la realidad.*<br />
mijail áisenberg<br />
* Mijail Áisenberg, Mirada<br />
sobre un artista libre.<br />
Prólogo para una guía<br />
inédita, Gandalf, Moscú,<br />
1997, en “Poesía rusa en el<br />
cruce de dos siglos”, Ludmila<br />
Biriukova y Jorge<br />
Bustamante García<br />
(coords.), alforja, núm.<br />
XXX, otoño de 2004, trad.<br />
de Ludmila Biriukova,<br />
p. 48.<br />
1 Luis Mario Schneider,<br />
Dos poetas rusos en México:<br />
Balmont y Mayakovski,<br />
Sep-Setentas, núm. 66,<br />
México, 1973, pp. 10 y 19.<br />
m i s c e l á n e a 49
2 Hermann Bellinghausen,<br />
“Pulgas y dragones: alforja<br />
de poesía rusa”, La<br />
Jornada de Enmedio, 17 de<br />
enero de 2005, p. 3a.<br />
50<br />
estación lo esperaban Diego Rivera y otras personas. 1<br />
También se conocen las visitas de Evguéni Evtushenko y Andréi<br />
Voznesenski, poetas surgidos en los años de desestalinización y<br />
quienes posteriormente se convirtieron en “…poetas estrellas (pero<br />
iconoclastas) del sovietismo […] quienes vinieron a México y declamaron<br />
ante grandes audiencias, al estilo ‘poesía en los estadios’”. 2<br />
No faltó la presencia poderosa de Joseph Brodsky, premio Nobel<br />
de literatura, más conocido en estas latitudes. Emigró de Leningrado<br />
[ahora San Petersburgo] a Estados Unidos a principios de la década<br />
de 1970, perseguido por el régimen soviético en su etapa del “estancamiento”.<br />
Apoyado por Octavio Paz, y a partir de su segunda lengua,<br />
el inglés, Brodsky se hizo frecuente colaborador de <strong>revista</strong>s y suplementos<br />
culturales de México (ídem).<br />
Estos temas inevitablemente nos llevan a la problemática de la<br />
poesía en lengua rusa que cuenta con algo más de dos siglos de edad,<br />
y a tratar de comprender el impacto que tuvieron sobre la misma los<br />
acontecimientos sociales durante el siglo XX, “desde la primavera de la<br />
revolución hasta su gris ocaso” […].<br />
Hablamos de la tragedia de la revolución. De grandes historias<br />
de amor transfiguradas en un corpus poético<br />
equivalente a nuestro Siglo de Oro, sólo que en un<br />
mundo con la libertad hipotecada. Amantes<br />
incansables, los poetas del llamado Siglo de Plata<br />
(Pasternak, Mandelstam, Ajmátova, Tsvetáieva)<br />
hicieron del amor su universo, y uno y otro<br />
toparon con esa desgracia llamada Stalin, que les<br />
marcó vidas y muertes (ídem).<br />
También es un recorrido hacia la libertad,<br />
hazaña de la poesía y la emoción. Aquí<br />
viene al caso una reflexión de Vladislav<br />
Jodasévich, uno de los poetas rusos fundamentales<br />
de la primera mitad del siglo<br />
pasado, sobre el papel que desempeña y<br />
la importancia que puede tener un poeta<br />
en la sociedad: “…está vivo sólo aquel<br />
poeta que respira el aire de su siglo, oye<br />
música de su tiempo”.<br />
Alekséi Aliojin, director de la <strong>revista</strong> de<br />
poesía Arión, de Moscú, opina que en<br />
la década de los años de 1970:<br />
El imperio soviético entró en su último<br />
periodo, caracterizado con suma precisión<br />
por la palabra “estancamiento”. Atrás habían<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
quedado las esperanzas y el entusiasmo surgidos de la desestalinización<br />
y la liberalización relativa de la vida de finales de la década de<br />
1950 y comienzos de la de 1960. Estos años generaron el boom de la<br />
joven poesía de “farándula”: los estadios llenos de miles de espectadores<br />
escuchando poesía no fueron ninguna leyenda. Pero el viento<br />
fresco de oposición y fe en el futuro, lo cual era vital en esas grandiosas<br />
veladas poéticas, se coloreaba con el sonido de los versos, desaparecía<br />
sin dejar huella y los versos resultaron en parte no ser profundos<br />
(Evtushenko) y en parte comenzaron sólo a perseguir el éxito acostumbrado<br />
(Andréi Voznesenski) […].<br />
Las circunstancias externas no favorecieron los descubrimientos poéticos.<br />
Como cualquier régimen agotado, el soviético del final tendió cada<br />
vez más a un conservadurismo estático, que en las condiciones de<br />
una total censura se reflejó directamente en la producción de las<br />
publicaciones. Esto no significa que no hubiera logros creativos<br />
valiosos. Pero ellos no surgieron en las corrientes “principales” […]. 3<br />
Hay que resaltar que en estas condiciones sociales —según Mijail Áisenberg—<br />
la actitud poética, como el arte en general, se convirtió en<br />
Rusia, por lo menos hasta finales de los años de 1980, en una posición<br />
especial de la vida, permitiendo la existencia de un artista dentro<br />
de la sociedad, pero no según sus leyes. “Eran tiempos —dice este<br />
autor— que, en el caso de la poesía, los versos reflejaban una forma<br />
de vida y no una profesión, y los representantes del arte querían<br />
entender cómo un hombre común podía aspirar a lo extraordinario.”<br />
4<br />
Es conocida la importancia del samizdat (autoediciones, a veces<br />
escritos a máquina y en pocos ejemplares) y del tamizdat (publicaciones<br />
fuera de Rusia). En la clandestinidad la palabra se mantenía<br />
viva gracias a una serie de departamentos privados llamados salones.<br />
La poeta Natalia Ósipova, quien a mediados de la década de 1980 fue<br />
propietaria de uno de los salones literarios caseros, recuerda:<br />
Los oyentes que no alcanzaban lugar, se acomodaban en el piso. Una<br />
vez, una jovencita delgada y de una estatura no muy alta se puso incluso<br />
en pose de turco encima de un librero al lado del busto de Voltaire. Ya<br />
no me era posible conocer a todos los presentes, y éstos no siempre se<br />
conocían entre sí. Surgía la idea de conseguir lugares más amplios, unas<br />
salas […]. Posteriormente solía encontrarme con la gente que eventualmente<br />
asistía a dichas reuniones, quienes afirmaban haberme visitado<br />
en mi salón de disidente. Se debe recordar que en aquellos años, en<br />
víspera de la perestroika, el movimiento disidente sufría dificultades, que<br />
incluso ahora algunos de los autores lo llaman el tiempo de la destrucción.<br />
Los disidentes, como regla general, estaban en la cárcel. En<br />
mi casa no se hablaba de política, y aunque a veces no era tan difícil<br />
adivinar las simpatías de un interlocutor, las reflexiones siempre eran<br />
3 Alekséi Aliojin, “La poesía<br />
rusa en el cruce de dos<br />
siglos”, alforja Revista de<br />
poesía, núm. XXX, otoño<br />
de 2004.<br />
4 Mijail Áisenberg, Mirada<br />
sobre un artista libre.<br />
Prólogo para una guía<br />
inédita, Gandalf, Moscú,<br />
1997.<br />
5 N. Ósipova, “Sobre el<br />
‘salón’ en Pushkinskaia”,<br />
NLO [Nueva Revisión<br />
Literaria] núm. 32, abril<br />
de 1998, pp. 264-265.<br />
m i s c e l á n e a 51
6 El original en ruso de<br />
este poema fue tomado de<br />
Vavilon: Textos y autores:<br />
Mijail Aisenberg: Indicador<br />
de nombres, Poesía,<br />
Moscú, Gandalf, 1993.<br />
<strong>Ver</strong>sión en español de<br />
Ludmila Biriukova, en<br />
alforja Revista de poesía,<br />
núm. XXX, otoño de 2004.<br />
7 Mijail Áisenberg, “Algunos<br />
otros”, Mirada sobre<br />
un artista libre…, op. cit.<br />
52<br />
de carácter poético. 5<br />
En este salón, en particular, con la lectura de poesía se presentaban<br />
los principales autores de la literatura clandestina, no oficial, entre<br />
ellos: Vsévolod Nekrásov, Lev Rubinshtein, Mijail Áisenberg y<br />
otros. Lo distintivo de la mayoría de los autores de esta tendencia literaria<br />
era su conciencia de encontrarse “bajo la mira”, lo cual se<br />
percibe en sus versos (ídem). Evocamos un poema de Mijail Áisenberg<br />
escrito en 1982, en plena clandestinidad: 6<br />
En cuanto al arte oficial, éste<br />
Nos amenazan, pero no tenemos miedo<br />
Nos maldicen, y no nos importa<br />
Nos hacen pedazos, nada sentimos<br />
Nos echan, andamos libres<br />
¿Qué clase de gente somos?<br />
¿Qué tipo de pájaros?<br />
Deberíamos gritar y caer<br />
Deberíamos rechinar los dientes<br />
Y en la vacuidad reptante<br />
Escarbar por si acaso<br />
[…] se creaba y durante mucho tiempo existía sobre un fundamento de<br />
carácter monolítico, además, la cohesión ideológica se convertía poco<br />
a poco a la del estilo y se petrificaba en unas formas casi rituales. En<br />
esto consiste su diferencia de todos los fenómenos culturales normales.<br />
[…] Como fenómeno cultural el arte oficial sólo puede ser<br />
estudiado desde el punto de vista sociológico. 7<br />
Los poetas “no oficiales” de la era soviética sólo pudieron publicar en<br />
la última década del siglo XX. Esta es la razón principal del porqué los<br />
poetas rusos contemporáneos más trascendentes —quienes acumularon<br />
su obra durante los decenios de la marginación y de la<br />
clandestinidad— ni siquiera fueron conocidos por el gran sector de<br />
lectores rusos. Y menos en el extranjero, en particular en las traducciones<br />
al español.<br />
Aquí cabe resaltar un asunto más delicado. El desarrollo de un tema<br />
como éste no sería completo si dejáramos de lado el problema del<br />
silencio que ha acompañado a estos fenómenos en diferentes latitudes<br />
y en gran medida en México y en otros países de América<br />
Latina. La reflexión que surge de este estudio permite precisar cómo<br />
la experiencia totalitaria pretende borrar la producción artística de<br />
matices críticos o contestatarios.<br />
En el mundo existe una vasta obra publicada que aborda los dos to-<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
talitarismos del siglo XX —fascismo y estalinismo— desde un punto<br />
de vista crítico. En el segundo caso —que interesa para el propósito<br />
del presente trabajo— resaltamos, sobre todo, el hecho de que las<br />
transformaciones operadas por los bolcheviques a partir de octubre<br />
de 1917,<br />
[…] no sólo suprimieron el pluralismo político al afirmarse como<br />
partido único y confinar en calabozos a sus oponentes. El partido bolchevique<br />
“se arroga la autoridad de decidir los principios que rigen<br />
tanto la vida económica como la familia, las costumbres, la sexualidad,<br />
la educación, la literatura o el arte. Como lo nota sutilmente Lefort, “la<br />
imagen de una sociedad civil se vuelve intolerable”. 8<br />
Gilles Bataillon hace el seguimiento de esa tesis; dice que es preciso<br />
entender, junto con el autor de La complication…, que esta situación<br />
[…] no ofrece otra opción al individuo que integrarse a ese nuevo cuerpo<br />
o ir a dar al campo de “los enemigos del Pueblo”. […]. Hay mucho<br />
más: una completa “perversión de la ley”. […] El terror no sólo muestra<br />
el número insensato de víctimas en ciertas épocas, sino “una ince-<br />
8 Gilles Bataillon, “El comunismo,<br />
un hecho social<br />
total”, Letras Libres, año<br />
VI, núm. 66, junio de<br />
2004, México, pp. 65-68.<br />
El libro de Claud Lefort La<br />
complication, retour sur le<br />
communisme, Fayard,<br />
París, 1999.<br />
m i s c e l á n e a 53
9 Trad. de Ludmila Biriukova,<br />
publicado por primera<br />
vez en Arquitrave,<br />
núm. 23, febrero de 2006,<br />
Colombia, p. 17.<br />
54<br />
sante fabricación de enemigos del pueblo” (idem).<br />
Es urgente la comprensión de estos fenómenos en Rusia (en Europa en<br />
general) y también en regiones como América Latina, donde la fascinación<br />
por la Revolución rusa ha sido importante; estudiar sus repercusiones<br />
en la vida privada y en los espacios culturales (idem).<br />
En el momento actual es imposible no percibir una discusión intensa<br />
entre intelectuales latinoamericanos relativa a estos problemas.<br />
Se llega a formular una idea muy sencilla en apariencia —válida para<br />
los escenarios contemporáneos del mundo que vivimos—: el crimen<br />
como causa del fracaso de los movimientos revolucionarios y la imposibilidad<br />
de construir una nueva sociedad sobre campos de exterminio.<br />
Algunos intelectuales podrían argumentar que desconocían estas<br />
atrocidades, mientras que a otros —aquí y allá y en todas partes—<br />
simplemente no les interesó saber. En este sentido, resulta ilustrativo el<br />
poema “El siglo actual y el que pasó”, de Aleksandr Gálich, escrito en<br />
1967: 9<br />
Al comprender lo inútil de las justificaciones<br />
Y saber que la ignominia es la oscuridad completa y no hay salida,<br />
Nuestros antepasados a la hora de la muerte escribían agónicas cartas<br />
Y después de orar:<br />
“Por los siglos de los siglos…”<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Se encerraban con llave y la pistola a la sien.<br />
¡Pero, para nosotros, el honor, el checo y el diablo<br />
Son espacios desconocidos!<br />
¡Y para nosotros, el homenaje y la estima<br />
Por lealtad a la común infamia!<br />
¡Y nosotros mecemos a los nietecitos,<br />
Y asistimos a las asambleas,<br />
Y nuestras voces de soprano resuenan<br />
Cada vez más pulcras!<br />
Se conoce una vasta obra escrita sobre este tema que comprende<br />
libros de arte y análisis histórico. Uno de ellos, de Martin Amis, se<br />
refiere al hundimiento del valor de la vida humana. “Se centra en un<br />
importante punto débil del pensamiento del siglo XX: la tolerancia de<br />
los intelectuales occidentales ante el comunismo”. 10<br />
Aunamos a esta perspectiva una tercera particularidad: el desconocimiento<br />
y la incomprensión por parte de los intelectuales<br />
latinoamericanos de las condiciones de vida pública y privada de los<br />
habitantes de la ex Unión Soviética y de sus espacios culturales. [Hubo<br />
intelectuales de México que sí conocieron y denunciaron los<br />
crímenes de Stalin; algunos de ellos fueron José Revueltas, Eunice<br />
Odio y Rubén Salazar Mallén.] Mientras que nos pronunciemos por la<br />
defensa de la diversidad frente al mundo globalizado, ojalá que no se<br />
nos olvide que en el tiempo “soviético” el fenómeno monolítico era<br />
generalizado y aplanador de las más mínimas diferencias.<br />
Existen innumerables testimonios acerca de 1937-1938, los años del<br />
terror, escritos en aquella época. Uno de ellos es del escritor Demián<br />
Bedni:<br />
Son tales la opresión y el terror en la URSS que ni la literatura ni la<br />
ciencia son ya posibles […] Tengo la impresión de haber pertenecido<br />
a un Partido cuyo 99.9 por ciento de los miembros eran espías y<br />
provocadores. Stalin es una persona horrorosa, movido a menudo por<br />
afanes puramente personales. Todos los grandes líderes han creado<br />
siempre a su alrededor una brillante pléyade de camaradas. En cambio,<br />
¿qué ha creado Stalin? Ha exterminado a todo el mundo, no queda<br />
nadie, todos han sido aniquilados. Sólo Iván el Terrible hizo algo<br />
equiparable […] El ejército está completamente destruido. […] Los<br />
campesinos no temen a nada ni a nadie, pues están convencidos de<br />
que una cárcel no puede ser mucho peor que una granja colectiva”. 11<br />
A Stalin se le informó de la opinión del poeta Mijaíl Svetlov:<br />
Todo el mundo está siendo acorralado; literalmente todo el mundo. Los<br />
comisarios y sus ayudantes se han instalado en la Lubianka. Pero lo<br />
10 Martin Amis, Koba el<br />
Temible. La risa y los<br />
veinte millones, Anagrama,<br />
Barcelona, 2004 [del<br />
texto en la contraportada].<br />
Título original: Koba<br />
the Dread: laughter and<br />
the twenty million, Londres,<br />
2002.<br />
11 Rayfield, Stalin y los<br />
verdugos, Taurus, México,<br />
2005, p. 373.<br />
m i s c e l á n e a 55
12 Anna Ajmátova y Boris<br />
Pasternak.<br />
13 Rayfield, op. cit., pp.<br />
489-490.<br />
56<br />
más ridículo, lo más trágico de todo es que pasemos entre todos estos<br />
acontecimientos sin entender ni palabra al respecto […] ¿De qué tienen<br />
tanto miedo? […] No somos sino patéticos residuos de una época que<br />
está periclitada […] Esto no es un juicio en toda regla, sino el imperio<br />
del crimen organizado” (ibid., pp. 372-373).<br />
Continúa el mismo autor: “Tres de los más grandes poetas de Rusia,<br />
—Ósip Mandelstam, Nikolái Kliúiev y el joven Nikolái Zabolotski—<br />
fueron marcados para su exterminio” (ibid., p. 373). Al poeta surrealista<br />
Daníl Jarms “consiguieron volverlo loco” (ibid., p. 375). El poeta y<br />
disidente Nikolái Oléinikov “fue ejecutado, acusado [falsamente] de<br />
ser espía japonés, el 24 de noviembre de 1937”. Se sabe que cuando se<br />
procedió a la detención de Nikolái Oléinikov, su interrogador “le dijo<br />
así: ‘Sé que eres inocente, pero tu suerte está echada. Has de firmar<br />
esta falsa declaración, pues de lo contrario te golpearán hasta que la<br />
firmes o hasta que mueras, eso da igual’” (idem). “El poeta Nikolái<br />
Zabolotski tuvo más suerte: fue detenido y torturado el 19 de marzo.<br />
Gracias a su imaginación desbordante pudo enloquecer. A sus torturadores<br />
les aburrían los casos de psiquiátrico: Zabolotski fue internado<br />
en el gulag. Su encanto y su talento como dibujante lo salvaron de<br />
los trabajos forzados: fue el único poeta de importancia que sobrevivió<br />
a los campos y transmitió sus experiencias:<br />
Y allí estaba la tierra de la melancolía,<br />
los hiperbóreos barracones,<br />
en donde Plinio el Viejo había llegado a ver<br />
¡un orificio que alcanzaba hasta el mismo infierno! (idem).<br />
La literatura y los escritores seguían siendo víctimas también en la posguerra:<br />
El aparato de propaganda del Comité Central asumió las labores de un<br />
crítico literario. […]<br />
Ajmátova, una de los dos poetas más grandes de Rusia vivos, 12 y Zoshchenko,<br />
su mejor autor de relatos, fueron proscritos. […]<br />
Las diatribas de Stalin señalaron una ofensiva: la edición de las obras<br />
completas de Tolstói en 90 volúmenes, que venían publicándose desde<br />
1928, sufrió un gran recorte. El cristianismo de Tolstói quedaría<br />
neutralizado por una serie de prólogos leninistas. El novelista Fadéiev,<br />
cómplice en la ejecución de tantos escritores durante 1937 y 1938, fue<br />
nombrado secretario general de la Unión de Escritores. El acceso a la<br />
literatura extranjera quedó estrictamente restringido a quienes, según<br />
Stalin, tuvieran necesidad de ver material corrupto.<br />
La literatura fue así aplastada. 13<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
La situación de terror y de miedo sólo se acabaría con la muerte de Stalin.<br />
Le seguiría un breve paréntesis de apertura característico de los<br />
años de la década de 1960 y luego los tiempos grisáceos del estancamiento<br />
anteriores a la Perestroika de Gorbachev. Han transcurrido<br />
décadas enteras repletas de innumerables crímenes cometidos en<br />
nombre del pueblo, la amistad de los pueblos y el socialismo. Me<br />
parece oportuno evocar a Montale:<br />
Decía Montale [comenta Hugo Gutiérrez Vega] que la poesía es absolutamente<br />
inútil, por lo cual es totalmente necesaria. En esta paradoja,<br />
nuestro mundo contemporáneo encuentra una posible salida a esta declinación<br />
de la palabra en manos de políticos demagogos, en manos de<br />
fundamentalistas o de pseudo-intelectuales. Todo lo que la palabra ha<br />
sufrido a lo largo de los años, de alguna manera es redimido por la<br />
poesía. 14<br />
Algunos autores fueron obligados a comprometer su talento. “Y parece<br />
—nos dice Martin Amis— que eso es algo que no se puede hacer”.<br />
15<br />
Los bolcheviques obligaban a los escritores —unas veces física, otras<br />
espiritualmente— a encajar en toda clase de moldes. Isaac Bábel fue<br />
fusilado en 1940, Osip Mandelstam perdió la razón en 1938,<br />
camino de Kolimá (“Soy real y llegará la muerte realmente?”);<br />
estos hombres podrían contar que fueron mártires<br />
de su arte; y lo fueron, y también centenares como<br />
ellos. Algunos escritores, más o menos<br />
auténticos, se esforzaron por trabajar<br />
“para” los bolcheviques. Su triunfo<br />
fue inversamente proporcional al<br />
tamaño de su talento. Los<br />
escritores sin talento sabían adular<br />
al régimen; los que lo tenían<br />
no sabían adularlo, al<br />
menos mucho tiempo.<br />
Pensemos en Maiakovski.<br />
[…] Se suicidó en 1930. Pero<br />
el destino más extraño y quizá el más<br />
amargo de todos fue el de Máximo Gorki<br />
(ibid.: 236-237).<br />
Con el fin de desmentir la información<br />
sobre los gulag, que había aparecido en<br />
Inglaterra, en junio de 1929 invitaron a<br />
Gorki a que visitara uno de estos campa-<br />
m i s c e l á n e a<br />
14 Hugo Gutiérrez Vega<br />
en Jesús Alejo, “Espacios<br />
públicos para la poesía”,<br />
Milenio, 14 de octubre de<br />
2004, p. 43.<br />
15 Martin Amis, Koba el<br />
Temible. La risa y los<br />
Veinte Millones, Anagrama,<br />
Barcelona, 2004,<br />
(1ª ed. en inglés, Londres,<br />
2002); p. 236.<br />
57
16 Jung Chang, Cisnes salvajes.<br />
Tres hijas de China,<br />
Circe Bolsillo, Barcelona,<br />
2ª ed., 2005 [1ª ed., 1994]<br />
p. 277.<br />
58<br />
mentos de prisioneros políticos en trabajos forzados. “Salió de los<br />
barracones ‘deshecho en lágrimas’. Pero, en el Libro de visitas elogió a<br />
‘los incansables centinelas de la Revolución’, capaces de ser al mismo<br />
tiempo notables y audaces creadores de cultura” (ibid.: p. 240). Sus<br />
opiniones se conocieron en todo el mundo. Se tiene registro de que<br />
el niño de catorce años con quien Gorki sostuvo una conversación<br />
fue fusilado inmediatamente después de la partida del escritor.<br />
[…] pero Gorki andaba a ciegas, dando traspiés, con el corazón en un<br />
puño. […] Empeñó su alma y luego quiso recuperarla.<br />
[…] Gorki, pues, estaba tratando de recuperar su integridad. Pero, ¿por<br />
qué la perdió? Solzhenitsyn no se muerde la lengua: “[…] el interés<br />
material. […] Y Stalin lo mató sin ningún fin concreto, por exceso de<br />
cautela: Gorki también habría entonado himnos de alabanza a 1937”<br />
(ibid.: p. 243).<br />
Matices múltiples marcan las diferencias entre las experiencias revolucionarias<br />
de otros espacios y tiempos, no obstante… se puede<br />
observar, en el caso de la versión china del totalitarismo, muchos<br />
procesos semejantes que<br />
resaltan también la tragedia de<br />
los individuos del siglo XX, de la<br />
obra escrita y sus lectores:<br />
Esta vez, Mao había estado<br />
presente y se había salido con<br />
la suya gracias a la complicidad<br />
de Zhou Enlai. El presidente<br />
anuló la resolución de<br />
febrero [1966] y declaró que<br />
todos los intelectuales<br />
disidentes y sus ideas debían<br />
ser eliminados. […] la<br />
ingente revolución cultural<br />
fue oficialmente desencadenada.<br />
Subrayó el hecho de<br />
que eran precisamente funcionarios<br />
del Partido<br />
Comunista quienes habían<br />
protegido a esos mismos intelectuales<br />
disidentes y a otros<br />
enemigos de clase.<br />
¿Quiénes eran exactamente<br />
estos “seguidores del capitalismo”?<br />
Ni siquiera el propio<br />
Mao estaba seguro de ello. Sí<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
sabía que quería sustituir a la totalidad de los miembros del Comité del<br />
Partido en Pekín, y así lo hizo. 16<br />
Cisnes salvajes, de Jung Chang, va mucho más allá de los aspectos aquí<br />
planteados. Nos lleva a la memoria de tres generaciones de mujeres<br />
de China, impregnada de la historia común de sus contemporáneos,<br />
de fragmentos sutiles y trágicos tan característicos del siglo pasado<br />
que, sin embargo, no dejan de brotar en la piel y en el alma de<br />
quienes estuvieron involucrados voluntaria o involuntariamente; un<br />
texto que traspasa las fronteras de una lengua o una geografía. Nos<br />
penetra su espíritu del recuerdo del pasado común y de una vida, de<br />
un individuo. En el siglo XX de las revoluciones sociales, tecnológicas<br />
e informáticas, tal parece que no hubo tiempo para detenerse a ver a<br />
los individuos. Este hecho llevó a la tragedia de millones de seres<br />
humanos.<br />
Nos cuenta la autora:<br />
En respuesta a aquella incierta llamada, la Guardia Roja se lanzó a la<br />
calle en todas las poblaciones chinas para dar rienda suelta a su vandalismo,<br />
fanatismo e ignorancia. […] Se prendieron hogueras en las que<br />
ardían los libros. Muy pronto, casi todos los tesoros conservados en colecciones<br />
privadas resultaron destruidos. Numerosos escritores y artistas<br />
se suicidaron tras haber sido cruelmente apaleados, humillados y<br />
forzados a contemplar cómo su obra era reducida a cenizas […].<br />
A las acciones de la Guardia Roja, Mao respondió con un “¡muy bien<br />
hecho!”, y ordenó a la nación que los apoyara […].<br />
El país se vio asolado por una ola de palizas y torturas, la mayor parte<br />
de las cuales tenían lugar durante los saqueos domiciliarios […].<br />
En Pekín […] varios cines y teatros del centro fueron transformados<br />
en cámaras de tortura (ibid.: pp. 286-287).<br />
Probablemente la poesía se reconoce como “el único producto cultural<br />
que no tiene valor comercial. La novela es objeto de gran<br />
especulación por parte de los grandes grupos editoriales, pero el que<br />
la poesía no venda tanto es una garantía de independencia”. 17<br />
Es un hecho conocido que en la ex Unión Soviética fueron perseguidos<br />
tanto los escritores independientes como sus lectores. “El<br />
interés de uno al otro (no de todos al uno). La poesía es un asunto<br />
particular, la cuestión de vida de cada autor y cada lector”. 18<br />
El interés de este tipo de por sí es una gran rareza, se mide avaramente y<br />
tiene un precio enorme. Tal vez, incluso por eso el número de gente<br />
que gusta de la poesía y lee versos no es tan grande. Pero nunca eran<br />
muchos […] (idem).<br />
Después de la perestroika, las capas burocráticas que perdían el poder<br />
17 Arturo Mendoza,<br />
“Hans Magnus Enzensberger,<br />
En las revoluciones<br />
no caben los<br />
poetas”, Milenio, Cultura,<br />
6 de noviembre, 2003, p.<br />
42.<br />
18 Mijail Áisenberg, “Lugar<br />
de sombra”, Mirada<br />
sobre un artista libre,<br />
Gandalf, 1997 [en ruso].<br />
Este artículo fue escrito en<br />
m i s c e l á n e a 59
1993.<br />
19 Amis, op. cit., p. 238.<br />
20 Mijail Áisenberg, op. cit.<br />
21 Mijail Áisenberg, “Los<br />
vendedores del aire”, Mirada<br />
sobre un artista libre,<br />
Gandalf, 1997.<br />
22 George Orwell, “Los<br />
impedimentos de la literatura”,<br />
Letras Libres, agosto<br />
de 2006, año VIII, núm.<br />
92, p. 20.<br />
60<br />
trataron de desprestigiar el arte underground que durante décadas fue<br />
el único espacio libre en la URSS. Según la concepción oficial del arte<br />
en la era soviética sólo merece ser mencionado y analizado “aquel<br />
autor con ayuda de quien se puede llegar a describir algún fenómeno<br />
o tendencia. El autor ilustra, es secundario”. Se afirmaba que “la tendencia<br />
es independiente de la autoría” (idem):<br />
Con tales ideas los críticos de matices sociales […] tratan de convertir<br />
el arte —el único espacio de la libertad— en una disciplina social. Está<br />
ocurriendo una especie de “lavado de cerebros”, en el transcurso del<br />
cual el lector se acostumbra a no confiar de su propia reacción, de su<br />
percepción […] (idem).<br />
Como un paréntesis viene a la memoria un pasaje de la<br />
correspondencia entre Maxim Gorki y Lenin. Escribe Lenin: “ […]<br />
recuerdo una observación que me hiciste: ‘Los artistas somos personas<br />
irresponsables.’ ¡Precisamente! Dices unas palabras increíblemente<br />
irritadas, pero […]”. 19 Sin embargo, “es posible que muriera<br />
más gente a manos de la Checa que en las batallas de la guerra civil”.<br />
Esta afirmación la retoma el traductor del libro de Amis debido a que<br />
en su carta a Gorki, Lenin elabora una especie de defensa de la postura<br />
del terror (idem).<br />
No se puede olvidar —insiste Áisenberg— que “cada fenómeno<br />
artístico constituye un espacio estético propio, habla en su idioma”,<br />
pero precisa que, sin duda, no se trata de versos, sino de una cuestión<br />
relacionada con el poder:<br />
El poder se escapa de las manos, si no sobre las dependencias y tirajes, sí<br />
sobre las mentes. ¡Pero es justamente el más deseado, el más dulce poder!<br />
La literatura soviética, incluyendo la crítica, siempre fue, como<br />
dicen en la actualidad, “una estructura de poder”. Cualquier construcción<br />
lineal después de unos pasos aparece fuera de la realidad —en la<br />
región de las ideologías— y, para advertir esta frontera, el pensamiento<br />
debe mirar atrás, chocar y cambiar el rumbo, entrar al diálogo. Con<br />
otras palabras cambió la apreciación de la materia de la que se confecciona<br />
la verdad. 20<br />
En agresiones contra el underground —dice Mijail Áisenberg— el<br />
crítico Evgueni Schvartch escribió: “¡Sombra! Conoce tu lugar” […].<br />
Pero cómo olvidar “de aquel lenguaje que se construía en un intento<br />
de defender al pensamiento de la inercia de todas las reglas, incluyendo<br />
las propias”. Sería un pecado:<br />
Bajo la luz de la literatura soviética, la anterior clandestinidad se parece a<br />
la región de las sombras. Aquí no hay nada que pueda ofender: ya Platón<br />
consideraba la poesía como sombra de la sombra. Las sombras, en<br />
efecto, deben conocer su lugar […]. En la Tierra no existe un tal lugar.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Sólo en la mitología y en la imaginación. Ahí tendremos que existir<br />
(idem).<br />
De acuerdo con el concepto que se tenía sobre el escritor en los tiempos<br />
del régimen soviético —en los interminables tiempos del estancamiento,<br />
como los llaman los escritores de la tendencia “no oficial”—,<br />
“el escritor no es aquel que escribe, sino quien lleva la <strong>Ver</strong>dad a los lectores”.<br />
21<br />
[…] los pecados comienzan cuando […] la política y la vida social<br />
empiezan a ser vistas a través de la literatura. […] los autores se convierten<br />
en los personajes, y su discurso en una cita. […] yo sólo me<br />
refiero [nos dice Áisenberg] a la no confluencia entre las posiciones de<br />
un autor y un individuo (idem).<br />
George Orwell nos recuerda: “Para escribir con un lenguaje comprensible<br />
y vigoroso es necesario pensar sin miedo, y si uno piensa<br />
sin miedo no puede ser políticamente ortodoxo”. 22<br />
[…] vale la pena notar que la literatura en prosa casi desapareció por<br />
completo durante la única era de fe que existió en Europa. En toda la<br />
Edad Media casi no hubo literatura imaginativa en prosa y fueron<br />
muy pocos los escritos históricos: los líderes intelectuales de la<br />
sociedad expresaban sus pensamientos más serios a través de un<br />
lenguaje muerto que apenas sufrió alteraciones a lo largo de mil años.<br />
Sin embargo, el totalitarismo promete no tanto una era de fe como<br />
una de esquizofrenia. […] Sin importar cuánto tiempo sobreviva, una<br />
sociedad como ésa no puede darse el lujo de ser tolerante ni intelectualmente<br />
estable. Jamás puede permitir el registro verídico de los<br />
hechos ni la sinceridad emocional que requiere la creación literaria.<br />
[…]<br />
Por el momento, lo único que sabemos es que, al igual que ciertos animales<br />
salvajes, la imaginación no se reproduce en cautiverio (ibid.: pp.<br />
20 y 23).<br />
Un escritor normal, reencarnación de la plena libertad, continúa Áisenberg:<br />
[…] sospecha de sí mismo diferentes cosas poco halagadoras, se reconoce<br />
como un ser extraño, algo monstruoso. Que el talento carcoma<br />
alguna materia del alma que lo alimenta, y este lugar o se cicatriza, se<br />
petrifica, o se cubrirá de la carne salvaje, la locura. El artista absorbe al<br />
hombre en el autor y entonces, aunque sea por esta razón, no vale la<br />
pena que él asuma el papel de líder popular, ni de asesor del soberano.<br />
Pero los escritores soviéticos, que no conocen la reflexión, indivisibles<br />
como un núcleo, de nada de esto se dan cuenta. […].<br />
Es el miedo ante la vida. Y cuando éste se mezcla con una insoportable<br />
23 Áisenberg, op. cit.<br />
24 Rayfield, op. cit., p. 536.<br />
m i s c e l á n e a 61
25 George Saunders (sel.),<br />
Samizdat. Voces de la oposición<br />
soviética, Ediciones<br />
Pluma, Buenos Aires, Ediciones<br />
Carmecac, México.<br />
Ed. original: Pathfinder<br />
Press, Nueva York, 1974,<br />
pp. 32-33.<br />
62<br />
percepción del poder que escapa, esta gente está dispuesta a todo […]. 23<br />
La verdad de la historia rusa y de los crímenes cometidos contra sus<br />
habitantes en general y contra escritores en particular en los tiempos<br />
del estalinismo, al igual que el atropello a los derechos humanos en los<br />
años del estancamiento brezhneviano, deben ser contados y plasmados<br />
en los libros de texto correspondientes a las interpretaciones<br />
del siglo XX. Hasta que esto ocurra de manera plena y satisfactoria,<br />
uno de los testimonios preciados de la época —la poesía escrita en<br />
condiciones de clandestinidad o semiclandestinidad, que a veces<br />
llegó con suerte a ser publicada en Occidente, en el exilio, o en Rusia<br />
en las ediciones de samizdat— nos sirve de guía. Sin el entendimiento<br />
de estos procesos y sin su denuncia, Rusia (en palabras de Rayfield,<br />
especialista de literatura rusa en la Universidad de Londres) “seguirá<br />
estando espiritualmente enferma […]”. 24<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
El fenómeno impreciso, desarticulado, de la “oposición cultural” —lecturas<br />
públicas espontáneas, pase de mano en mano de poesía u otros<br />
escritos, etc.— se difundió y sistematizó con el tiempo hasta convertirse<br />
en el fenómeno social del samizdat, una red regular por la cual se<br />
copiaba y distribuía material no censurado a una audiencia interesada.<br />
El vago fermento de los círculos rebeldes que producían o leían literatura<br />
clandestina se volvió más organizado, preciso y político, sobre todo<br />
cuando fue derrotado Jruchov en 1964-1965. Fue una época de descontento<br />
creciente entre los círculos intelectuales más politizados y entre las<br />
masas trabajadoras. Aparecieron, por ejemplo, noticias sobre huelgas<br />
y trabajo a desgano en una planta automotriz de Moscú, que<br />
aparentemente contribuyeron al reemplazo de Jruchov por el equipo<br />
Breznev-Kosiguin. 25<br />
Los años de la década de 1960 fueron testigos de la aparición de los<br />
periódicos Ruskoe Slovo, Cuadernos de la socialdemocracia, de una publicación<br />
clandestina de la Unión de los Comuneros de 1964-1965, de<br />
grupos literarios que se interesaban tanto en la crítica social como en<br />
la literatura (SMOG, moscovita, es uno de ellos), de la “oposición cultural”<br />
legal centrada en los poetas rebeldes “legales” Evtushenko y<br />
Voznesenski, de la <strong>revista</strong> Novi Mir de Tvardovski, y también de numerosas<br />
memorias de viejos bolcheviques que, en su mayoría, habían<br />
pasado años en los campos y, a su vez, del contacto de los jóvenes con<br />
estos hombres. Estos procesos influyeron en el desarrollo de una<br />
sociedad cada vez más interesada en la política (ibid.: pp. 34-36).<br />
Basta mencionar los nombres de algunos que regresaron de los campos<br />
para señalar cómo impactaron sobre la juventud: Solzenitsin, cuya<br />
estatura se ha vuelto comparable a la de Tolstoy; Lev Kopelev, escritor<br />
cuyo análisis sobre el estalinismo, publicado en la <strong>revista</strong> Tagebuch del<br />
Partido Comunista Austriaco, llevó a su expulsión del Partido Comunista<br />
de la Unión Soviética en 1968; Evguénia Ginzburg, vieja comunista<br />
cuyo Viaje hacia el torbellino es un recuento samizdat de las<br />
purgas de Stalin; 26 A. V. Snegov, antiestalinista que denunció, en las<br />
discusiones abiertas realizadas en 1966 en el Instituto de Marxismo-<br />
Leninismo, la política contrarrevolucionaria de Stalin en la Guerra<br />
Civil española y en Alemania en vísperas de la toma del poder por<br />
Hitler; Alexey Kosterin y Piotr Fakir, cuyas experiencias en los campos<br />
de Stalin y el papel que desempeñaron en el movimiento de protesta de<br />
la época posterior a Jruchov son bien conocidos (idem).<br />
La situación política se ha agudizado de nuevo con la entrada de los<br />
tanques rusos a Checoslovaquia. “El rasgo más importante de la primavera<br />
checa en 1968 fue la tendencia hacia la instauración en el<br />
Estado y en el partido de las normas de la democracia socialista. Esta<br />
tendencia coincidía con la preocupación principal de los opositores<br />
26 Evguénia S. Guinzbourg,<br />
Le<strong>Ver</strong>tige (Chronique<br />
des temps du culte de<br />
la personnalité), t. 1, 1967<br />
(col. Points-Romans,<br />
1981), Éditions du Seuil;<br />
Le Ciel de la Kolyma (Le<br />
<strong>Ver</strong>tige, t. 2) 1980 (col.<br />
Points-Romans, 1983),<br />
Éditions du Seuil. [Nacida<br />
en Moscú en 1906, docente<br />
de la Universidad de<br />
Kazan, madre de dos<br />
hijos, en 1937 fue condenada<br />
a diez años de trabajos<br />
forzados en los<br />
campos estalinianos en<br />
Kolimá, al nordeste de<br />
Siberia. Liberada en 1947,<br />
fue detenida de nuevo y<br />
sólo hasta después de la<br />
muerte de Stalin ha sido<br />
rehabilitada. A partir de<br />
1959 empieza a redactar<br />
sus memorias, que se<br />
difunden en Samizdat;<br />
vive en la parte europea<br />
de Rusia con su segundo<br />
marido, a quien había<br />
conocido en los campos].<br />
(Tomado de Le Ciel de la<br />
Kolyma, (Le <strong>Ver</strong>tige, t. 2)<br />
1980, col. Points-Romans,<br />
1983, Éditions du Seuil).<br />
27 Isaiah Berlin, “¿Qué es<br />
la libertad política?”,<br />
Letras Libres, año VIII,<br />
núm. 91, julio de 2006,<br />
pp. 14-17.<br />
m i s c e l á n e a 63
28 Samizdat. Voces…, op,<br />
cit., p. 263.<br />
64<br />
soviéticos” (ibid.: p. 38).<br />
“Ser libre -—en palabras de Isaiah Berlin— es no estar obstruido,<br />
es ser capaz de hacer lo que uno quiera hacer”. Resalta el contenido<br />
del concepto “la libertad”:<br />
[…] no es una palabra que denote un fin humano, sino un término<br />
para designar la ausencia de obstáculos —en particular, que resultan<br />
de la acción humana para la realización de cualesquier fines que los<br />
hombres puedan perseguir—. Y la lucha por la libertad, al igual que la<br />
lucha por la justicia, es una pugna no por un fin positivo, sino por<br />
condiciones en que puedan llevarse a cabo esos fines positivos: es<br />
despejar un espacio que, sin los fines que vale la pena perseguir en sí<br />
mismos, permanecería vacío. 27<br />
En 1969 recibió mucha difusión la información sobre las “clínicas<br />
siquiátricas especiales” de la Unión Soviética. Amnistía Internacional<br />
participó en esta difusión.<br />
[…] cuando se quiere excluir a alguien de la sociedad se lo declara<br />
mentalmente enfermo si las autoridades están convencidas de su<br />
culpabilidad y la investigación no ha podido probarla. La Corte no establece<br />
el periodo de internación, que puede extenderse indefinidamente.<br />
A personas totalmente sanas se las interna en estos hospitales a<br />
causa de sus opiniones, junto a otras realmente enfermas. De este modo<br />
pierden el derecho a defenderse ante un tribunal y viven en condiciones<br />
mucho peores que las de las prisiones y los campos.<br />
El primero de estos “hospitales” ya existía antes de la guerra, en Kazan.<br />
Aún mantiene una sección especial para los internados políticos creada<br />
en esa época. Después de la guerra se estableció una colonia en<br />
Sistjovka, en la región de Smolensk. […] A los internos de esta colonia<br />
se los hunde en un completo colapso mental. 28<br />
La misma fuente menciona que otros “hospitales” de este tipo se abrieron<br />
en Leningrado en 1952, en Cherniajovsk en 1965, en la región de<br />
Kaliningrado, en Minsk, en 1966, y en Dnepropetrovsk en 1968. En<br />
estos centros de detención —de acuerdo con la misma fuente— a los<br />
presos políticos “se los tortura con el pretexto de aplicarles un tratamiento;<br />
reciben grandes dosis de aminazina y sulfasina, que les causan<br />
reacciones depresivas y graves daños físicos”. No debe<br />
sorprendernos entonces que durante el caso del juicio de Natalia<br />
Gorbanevskaia —quien participó en la manifestación de la Plaza<br />
Roja contra la invasión a Checoslovaquia—, su madre, compareciendo<br />
ante la Corte exigió: “Si mi hija ha cometido un crimen, entonces<br />
condénenla, no importa qué tan severo sea el castigo. Pero no envíen<br />
a una persona completamente sana a una institución siquiátrica”<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
(ibid.: pp. 262-263).<br />
Le Monde publicó en 1971, del 4 al 5 de abril, una carta-protesta del<br />
académico Andrei Sajarov, quien exigió la libertad de todos los<br />
arrestados (ibid.: p. 268). Pero “hay silencios más resonantes que los<br />
gritos”. Esta frase pertenece a Valentín Moroz, quien intervino en su<br />
juicio, “fue arrestado en agosto de 1965, en una oleada represiva que<br />
atrapó a docenas de intelectuales ucranianos” (ibid.: pp. 271 y 274). El<br />
atropello de los derechos del hombre es uno de los múltiples fenómenos<br />
que no pueden ser soslayados en la caracterización del siglo<br />
XX. Explica Hannah Arendt:<br />
La destrucción de los derechos del hombre, la muerte en el hombre de<br />
la persona jurídica, es un prerrequisito para dominarlo enteramente. Y<br />
ello se aplica no sólo a categorías especiales, tales como las de delincuentes,<br />
adversarios políticos, judíos, homosexuales, sobre quienes se<br />
realizaron los primeros experimentos, sino a cada habitante de un<br />
Estado totalitario […].<br />
A la verdadera naturaleza de los regímenes totalitarios corresponde<br />
exigir el poder ilimitado. Semejante poder sólo puede ser afirmado si<br />
literalmente todos los hombres, sin una sola excepción, son fiablemente<br />
dominados en cada aspecto de su vida […].<br />
29 Hannah Arendt, Los<br />
orígenes del totalitarismo,<br />
Taurus (1ª ed. en inglés,<br />
1951), 1ª ed. en México,<br />
2004, pp. 547, 553 y 554.<br />
30 Víctor Serge, “Le massacre<br />
des ecrivains sovietiques”,<br />
16 Fusill’es a<br />
Moscou. Zinoviev,<br />
Kamenev, Smirnov…<br />
Lettres inédites, Spartacus,<br />
París, nov.-dic. de 1972.<br />
31 Víctor Serge, Obras<br />
escogidas, p. 317.<br />
m i s c e l á n e a 65
32 R. Greeman, “Víctor<br />
Serge y la novela revolucionaria”<br />
(trad. de Jorge<br />
Bustamante García), en A.<br />
V. Gúsiev Víctor Serge,<br />
Humanismo socialista<br />
contra totalitarimo, Centro<br />
Científico-Educativo,<br />
Praxis, Moscú, 2003.<br />
33 Susan Sontag, “Perpetuo”,<br />
Letras Libres, año VI,<br />
núm. 66, junio de 2004.<br />
66<br />
El poder total sólo puede ser logrado y salvaguardado en un mundo<br />
de reflejos condicionados, de marionetas sin el más ligero rasgo de<br />
espontaneidad. […] la individualidad, es decir, todo lo que distingue a<br />
un hombre de otro, resulta intolerable. 29<br />
Es justo en estas páginas hacer referencia a Víctor Serge, quien, entre<br />
otras reflexiones, nos dejó un testimonio sobre la resistencia de los<br />
poetas rusos, como en general sobre la historia de la masacre de<br />
escritores soviéticos en 1936-1939. 30 Escribe Richard Greeman, uno de<br />
los especialistas de su obra literaria:<br />
Serge recurrió a la escritura con la discreta aspiración de dejar<br />
testimonios útiles sobre su época, pero al mismo tiempo alimentó la<br />
esperanza de que a sus obras les estaba destinada una larga vida. 31 El<br />
ciclo de sus novelas abarca toda una época histórica de lucha: desde el<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
movimiento prerrevolucionario pasando por la revolución rusa, la<br />
guerra civil y la NEP, hasta llegar a la contrarrevolución estalinista, el<br />
surgimiento del fascismo y el casi total aniquilamiento de la única generación<br />
revolucionaria en la historia, a la cual pertenecía el propio Serge.<br />
Él fue, sin duda, un auténtico testigo y “cantor” de este ejército del pasado,<br />
y su obra —incluyendo sus textos perdidos, que nos son conocidos<br />
sólo por sus temas y títulos— continúa viviendo, a semejanza de los<br />
ciclos épicos y trágicos de la antigüedad. 32<br />
La obra literaria de Víctor Serge, reconocida por escritores importantes<br />
de su tiempo, entre ellos Romain Rollan y André Gide, no ha perdido<br />
vigencia en el momento actual. En este sentido puede mencionarse el<br />
ensayo que Susan Sontag le dedica a su vida y obra y que coincide con<br />
la publicación en inglés de la novela de Serge El caso Tuláiev. En su<br />
escrito, al referirse a Serge, “una de las conciencias libres más<br />
apasionantes del siglo XX”, Sontag reconstruye el ambiente literario<br />
de Serge: 33<br />
Las afinidades literarias de Serge, así como muchas de sus amistades,<br />
estaban entre los grandes modernistas de los años veinte, como Pilniak,<br />
Zamiatin, Serguei Esenin, Maiakovski, Pasternak, Danil Jarms (su<br />
cuñado) y Mandelstam, en lugar de los realistas como Gorki, emparentado<br />
[con él] por el lado materno, y Alexei Tolstoi. Pero en 1928,<br />
cuando Serge comenzó a escribir narrativa, la nueva era milagrosa<br />
prácticamente había acabado, destruida por los censores, y pronto los<br />
propios escritores, en su mayoría, fueron detenidos y asesinados o se<br />
suicidaron.<br />
En esta parte cabe mencionar a otros críticos del sistema soviético,<br />
como Trotski, Gide, Koestler, y a los investigadores del totalitarismo<br />
posteriores a Serge: H. Arendt, R. Aron, K. Friedrich, G. Bataillon,<br />
M. Amis y D. Rayfield, entre otros.<br />
Después de la Segunda Guerra mundial la censura implementada<br />
por el gobierno de la Unión Soviética indicaba a quiénes, desde entonces,<br />
sus habitantes debían recordar. Eran tiempos que propiciaron<br />
la aparición de una oposición no tanto política sino estética y de<br />
la memoria, una oposición que tenía el propósito de recordar,<br />
aunque de manera fragmentaria, la cultura anterior, cuyos representantes,<br />
en su mayoría, fueron eliminados físicamente o reprimidos<br />
por el poder.<br />
Es el caso del legado literario del Siglo de Plata, 34 reconstruido gracias<br />
a la labor minuciosa del poeta Leonid Chertkov, quien también<br />
pasó varios años en prisión. 35 Originario de Leningrado (en la<br />
actualidad San Petersburgo), con el riesgo de ser reprimido realizó en<br />
soledad y en silencio una exhaustiva búsqueda histórica en bibliotecas<br />
y archivos. Acudió a los periódicos y <strong>revista</strong>s de la época, realizó<br />
34 Mandelshtam, Ajmátova,<br />
Pasternak, Tsvetáieva,<br />
entre otros.<br />
35 Vadim Skuratovski,<br />
“Estando solo”, CN, Stolichnie<br />
novosti, versión<br />
electrónica, núm. 33,<br />
(278), 23-29 de septiembre<br />
de 2003.<br />
36 Tomado de la Revista<br />
Aire, Proyecto ARGO,<br />
Moscú, director Dmitri<br />
Kuzmin, versión electrónica<br />
[en ruso].<br />
m i s c e l á n e a 67
37 Carlos Rubio, “Instan a<br />
Rusia a juzgar crímenes de<br />
soviéticos”, Reforma, sec.<br />
Internacional, 17 de<br />
octubre de 2006, p. 8.<br />
38 Aleksandr Solzhenitsyn<br />
es autor de Archipiélago<br />
Gulag, El primer círculo,<br />
Un día en la vida de Iván<br />
Denisóvich, entre otros.<br />
39 Daniel Kehlmann,<br />
“Aleksandr Solzhenitsyn,<br />
definido por la historia”,<br />
Milenio, 22 de octubre de<br />
2006, p. 36.<br />
40 Chentalinski, Vitali, De<br />
los archivos literarios del<br />
KGB, España, Anaya &<br />
Mario Muchnik, 1994; y<br />
“Denuncia contra Sócrates”,<br />
2006.<br />
41 Ricardo San Vicente,<br />
“Prólogo”, en Joseph<br />
Brodsky, No vendrá el diluvio<br />
tras nosotros. Antología<br />
poética (1960-1996),<br />
trad., sele. y pról. de Ricardo<br />
San Vicente, Galaxia<br />
Gutenberg, Círculo de<br />
Lectores, Barcelona, 2000,<br />
p. 16.<br />
42 Mijail Áisenberg,<br />
“Algunos otros”, op. cit.<br />
68<br />
ent<strong>revista</strong>s con algunos de los últimos rusos tristes y viejos que conservaban<br />
la memoria de los tiempos pasados. Como resultado de esta<br />
labor se publicaron cerca de un centenar de ensayos bien documentados,<br />
en su mayoría dedicados a la caracterización del Siglo de Plata<br />
y a su gente, medio olvidados, olvidados, u olvidados por completo<br />
(idem).<br />
Siendo un investigador solitario, “de las cenizas de la historia extraía<br />
firmes, como un brillante, hechos y colisiones, conservados en ella<br />
por milagro” (idem). Como muchos poetas opositores, Leoníd<br />
Chertkov emigró a Occidente, donde pasó los últimos años de su vida.<br />
Nosotros, agradecidos lectores, no podemos olvidar que sin sus<br />
aportaciones en el campo de la historia literaria de la ex Unión<br />
Soviética no nos hubiera sido posible tener acceso a la obra prohibida<br />
por décadas de los más grandes poetas rusos del siglo XX. En memoria<br />
de Mandelstam recordaremos su apreciación de la poesía: “Todos<br />
los versos los divido en los permitidos y los escritos sin permiso. Los<br />
primeros son una basura; los segundos, el aire robado.” 36<br />
No obstante, nadie sabe cuánta obra literaria y artística en general<br />
quedó destruida por el poder en el transcurso de un tiempo que parecía<br />
interminable. Y frente a los hechos actuales —el asesinato de la<br />
periodista Anna Politkovskaia el día 7 de octubre de 2006 y las medidas<br />
prohibitivas contra las organizaciones no gubernamentales— sería<br />
válida la pregunta: ¿cuándo llegará el día que un individuo en Rusia<br />
respire el aire de la democracia plena?<br />
De acuerdo con el escritor Vitali Shentalinski: “Ahora lo que<br />
tenemos son fusilamientos selectivos y cada mañana, al levantarnos,<br />
los rusos prendemos la radio preguntándonos ‘¿a quién más?, ¿a quién<br />
habrán ahora quitado de en medio?’”. 37 Claro, no se comparan los<br />
tiempos de hoy a los de la terrible persecución estaliniana —según el<br />
mismo escritor, “Rusia necesita ahora, más que nunca, un tribunal<br />
como el de Nuremberg, pues el régimen comunista que padeció<br />
durante décadas no ha sido aún denominado de forma jurídica y oficial<br />
como un régimen criminal” (idem), pero sin duda la gente sigue<br />
viviendo con miedo. “En lo que se refiere a la cultura —precisa<br />
Shentalinski—, en estos momentos es más fuerte la autocensura de<br />
los creadores que la censura que ejerce el poder” (idem). Tal vez, el<br />
miedo y la precaución son características predominantes de la conducta<br />
de un ciudadano ruso.<br />
En una ent<strong>revista</strong> realizada por la <strong>revista</strong> alemana Cicero,<br />
Aleksandr Solzhenitsyn, 38 premio Nobel de literatura (1970), quien<br />
retornó a Rusia luego de un exilio de 21 años (1973-1994), muestra su<br />
escepticismo:<br />
El gran apoyo a la dictadura comunista de los pensadores occidentales<br />
que comenzó en la década de 1930 es una señal y consecuencia de la<br />
decadencia del humanismo secular: estamos sufriendo por ello ahora y<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Poetas rusos<br />
***<br />
Traducciones de Ludmila Biriukova<br />
Irreal, el que fluye, eres,<br />
mariposa que entró volando desde la tempestad,<br />
soñado, te pareces<br />
Chuang Chou, sutil, todo es endeble,<br />
Libre, a qué puede uno adherirse aquí,<br />
ser fugaz, amar la lluvia y las flores,<br />
a los animales sagrados… pero es suficiente,<br />
incendiado, eres quien se apaga.<br />
VLADIMIR GANDELSMAN<br />
De poemas de 1984-1986.<br />
Vladimir Gandelsman. Leningrado, en la actualidad San Petersburgo, 1948. Vive entre<br />
Nueva York y San Petersburgo.<br />
m i s c e l á n e a 69
70<br />
BAJIT KENZHÉIEV<br />
***<br />
Oh, vida, desvelo, gusano de seda impar…<br />
amigo mío, ¿de qué conversan los gitanos?<br />
Aun con la fogata la noche es cada vez más fría,<br />
de los corceles robados, sujetados corceles,<br />
el relincho entrañable, de la guitarra el fluir ronco,<br />
y las chispas se desprenden al aire… Envuelto en una manta,<br />
el niño contempla el fuego sin entender por qué<br />
se desencadena en la niebla la sustancia de madera<br />
y las taciturnas mariposillas arden<br />
y nosotros somos limitados, y nosotros somos ignorantes…<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
***<br />
Estoy harto de la zozobra y la cólera,<br />
me pongo viejo, soy un hazmerreír, ando sin afeitar,<br />
y el alma, visitante parlanchina,<br />
hasta el amanecer me repite fantasías—<br />
[me repite fantasías hasta el amanecer—]<br />
bien cubriéndose del pelo y de la carne,<br />
bien partiendo hacia el nitrógeno eterno,<br />
oye los vientos húmedos triásicos,<br />
y de miedo roe la almohada—<br />
recuerda —por la noche, entrañable y frágil,<br />
como si fuera el oficio de un amor débil,<br />
por el suelo fangoso antediluviano<br />
una tribu de anfibios se desplazaba—<br />
el corazón de pez tendía a la tierra,<br />
susurrando con la sangre fría,<br />
la espina se rompía, la arteria se deformaba,<br />
así es como ella nacía, el alma,<br />
semejante a una rata arcaica,<br />
que ha olvidado la situación y el cálculo,<br />
de la Tierra a las incomparables alturas<br />
a nuestro hermano ahora le arrastra,<br />
hacia las miríadas de puntos explosivos,<br />
donde la falsedad cósmica encuentra su razón,<br />
y la poesía es tan sólo un apuntador<br />
del hurto humano…<br />
Bajit Kenzhéiev. Chimkent, Kazajstán, ex Unión Soviética, 1950. Vive en Canadá.<br />
m i s c e l á n e a 71
72<br />
ARSENI TARKOVSKI<br />
***<br />
Arseni Tarkovski. 1907-1989.<br />
Hice una cama de nieve,<br />
Arboledas y praderas decapité,<br />
Y forcé que a tus pies se estrechasen<br />
El más dulce laurel, el lúpulo amargo.<br />
Pero a marzo no le siguió abril<br />
En defensa de normas e inventarios.<br />
Te he erigido un monumento<br />
En la más sollozante de las tierras.<br />
Estoy de pie bajo el cielo del norte<br />
Ante tu elevación<br />
Blanca, miserable e indómita.<br />
No me reconozco,<br />
Solo, solo, con una camisa oscura<br />
En tu porvenir, como en el paraíso.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
***<br />
Se platea la Luna en una fuente de nube.<br />
Nosotros no somos nuestro propio juez y de los demás tampoco.<br />
Hubiera dormido dulcemente, pero he aquí la desdicha:<br />
El mundo migra —se mueven los hielos y la gente,<br />
Y también las estrellas se mueven— quién sabe a dónde.<br />
Como lavanda, está azulino el amanecer.<br />
El fuego invade mi alma, aunque la mente es clara:<br />
En el abandono se encuentra el mundo, por eso es cruel.<br />
Si duerme el pastor, se dispersa el rebaño,<br />
Si duerme El Señor, se dispersa el pueblo.<br />
Inna Lisnianskaia. 1928.<br />
INNA LISNIANSKAIA<br />
m i s c e l á n e a 73
74<br />
VLADÍMIR STROCHKOV<br />
***<br />
…un hombre ordinario, común,<br />
pero algo lento. Una vez<br />
iba a su casa. En el descanso de la escalera,<br />
pensativo, atravesó la pared de lado a lado<br />
y salió volando del octavo piso,<br />
pero no cayó, se elevó al noveno,<br />
sacó las llaves y, al abrir la ventana,<br />
entró en la cocina, se puso a hervir pelmeni, *<br />
los arrojó al colador, les echó crema,<br />
se dispuso a comer, pero de pronto cayó —y es todo.<br />
He visto el cuerpo. Estaba destrozado.<br />
NOTA: Este poema recibió el premio “Elección del lector”, 2005 de Arión, <strong>revista</strong> de poesía<br />
de Moscú, cuyo director es Alekséi Aliojin. [N. de la T.]<br />
* Especie de ravioles.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
***<br />
Digo, estoy cansado, estoy cansado, déjame,<br />
no puedo, digo, estoy cansado, déjame, estoy cansado,<br />
no deja, no oye, de nuevo me apretó en su puño,<br />
me eleva, ríe, pero aún no has volado,<br />
dice, ríe, de nuevo por encima de mi cabeza<br />
abre sus dedos, me alza, vuela,<br />
así parece que vuelo, digo, escupiendo la hierba,<br />
parece que he volado, digo, he volado, déjame,<br />
estoy cansado, digo, déjame, estoy cansado, pero él de nuevo<br />
me eleva por encima de mi cabeza, yo estoy cansado,<br />
me alza, estoy cansado, y él no logra<br />
entender, ríe, vuela, dice, hacia los arbustos,<br />
pero estoy cansado, manoteo con toda mi fuerza,<br />
me rompí el hocico, me aferré a un arbusto extremo,<br />
bueno, digo, que sea la última vez, y él dice, loco,<br />
si ya volaste, bueno, digo, como quieras,<br />
entonces, otra vez, no, dice, discúlpame,<br />
estoy cansado, déjame, ríe, no puedo, me has tocado,<br />
sólo una vez más, digo, no puedo, dice, ahora vuela por ti mismo,<br />
vete al diablo, digo, Señor, ya me cansaste,<br />
río, él me mira, pero yo río, no puedo,<br />
bueno, dice, arranca, corre, y yo me impulso.<br />
Vladímir Strochkov. 1946.<br />
m i s c e l á n e a 75
76<br />
ALEKSÉI TSVETKOV<br />
Alekséi Tsvetkov. 1947.<br />
***<br />
Como el cielo sobre la ensenada, corazón, deja de latir,<br />
No alteres el curso de las libélulas.<br />
Dios para un palmo de tierra tiene<br />
Una columna de almas proyectadas.<br />
Él quitará con la pala un estrato de tierra,<br />
Descubriendo los siglos.<br />
Pero, Señor, ¿qué se podría hacer conmigo,<br />
Si estoy vivo por ahora?<br />
No pongas la casa más rica que la paterna,<br />
Aun más penosa será tu frustración.<br />
Así las hormigas no cambian su orden<br />
Y las aves entre los claros de los tejados.<br />
Está en llamas la pared,<br />
De los ojos apagados sale humo.<br />
Pero sobre mí, ¿qué podrán decir ustedes<br />
Que yo mismo no haya dicho?<br />
Sin fe mendiga el espíritu cansado,<br />
En la puerta susurrando con la alforja,<br />
Una vida que fuese más apreciada que dos,<br />
Más rica de sí misma.<br />
Recuerdo la tierra de mis poemas,<br />
He cantado cerca de su fuego.<br />
Pero ¿qué puede ser cambiado si como y duermo,<br />
Y parece que no existo?<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Serguéi Gandlevski. 1952.<br />
***<br />
Hay en la vida vegetal del poeta<br />
Una época infausta, cuando<br />
Intenta evadir la luz celestial<br />
Y teme al juicio de los hombres.<br />
Y desde el pozo de una metrópoli,<br />
<strong>Ver</strong>tiendo a las palomas grises el mijo limpio,<br />
Jura con un juramento terrible,<br />
Desquitarse si llega el caso, pero<br />
Gracias a Dios, en la veranda de una casa de campo,<br />
Donde el jazmín acaricia la mano,<br />
Del violín exaltado de Vivaldi<br />
Aprendíamos a volar —y he aquí<br />
El vacío alcanza la altura,<br />
Y el alma desde la altura del vacío<br />
Se precipita a la tierra y queda sin pulso,<br />
Pero las flores rozan el codo…<br />
En realidad nada sabemos,<br />
Tenemos mieditis, bebemos como una esponja,<br />
Por la excitación quebramos los cerillos<br />
Y a causa del abatimiento rompemos la vajilla.<br />
Nos prometemos decir sin halagos<br />
Francamente las cuatro verdades.<br />
Pero los versos no son un instrumento de venganza,<br />
Sino manantial de dignidad de plata.<br />
SERGUÉI GANDLEVSKI<br />
m i s c e l á n e a 77
78<br />
JOSÉ LUIS SIERRA<br />
Los pobres en el otoño<br />
Azufre para quemar la calle.<br />
No documenté la trifulca.<br />
La enramada a media calle.<br />
El viento pasó como el otoño<br />
de ayer, percibimos la destrucción<br />
demasiado tarde…<br />
Yo no tenía memoria entonces.<br />
***<br />
La verdad.<br />
El horizonte.<br />
No el vacío frente a la mirada,<br />
lontananza afín.<br />
Locos en verdad,<br />
hombres deshabitados, marchitos,<br />
endiablados —por decir.<br />
Silbos,<br />
habitantes universales,<br />
encajonados.<br />
De cartón piedra su piel.<br />
Incendiarios<br />
de los mejores días y malas noches,<br />
cerebrales cuando se oponían las razones.<br />
No había porqués.<br />
Acción para las dudas.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
m i s c e l á n e a<br />
Para mentir y ser aceptados.<br />
Eso decían entonces.<br />
“Dormimos para las estrellas”.<br />
79
80<br />
***<br />
El olor picaba,<br />
era un gas fétido. Una mugre agredía.<br />
Una esperanza de encontrarse y no perderse.<br />
Todos sabíamos que allí estaban.<br />
No pedían comprobar su existencia.<br />
Pasaban de mirada en mirada.<br />
No eran invisibles.<br />
Vivían y no más.<br />
Vivían, sólo eso.<br />
Se acuestan sobre la nube de olor<br />
y se confunden…<br />
Ululan, ululan…<br />
***<br />
Una congregación, una banda,<br />
una insólita aparición nocturna,<br />
un barco fantasma, una procesión,<br />
un manifestarse en silencio.<br />
Un drama a mitad de la plaza.<br />
Cuánto hilacho tirado de la nada.<br />
Bajan en triciclos<br />
tirados por sus perros…<br />
A pie, ciegos,<br />
tirados por sus perros.<br />
Montados unos sobre otros, enredados,<br />
como manojos de aire, como<br />
resoplidos…<br />
Ocres y negros, el vestido es un delantal,<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
m i s c e l á n e a<br />
un mandil, un sobretodo.<br />
Utópico, metódico.<br />
El desfile es opaco.<br />
Son pobres los aires.<br />
***<br />
En jirones los vemos.<br />
No se hablan, apenas juntan sus andrajos.<br />
El mercado es su refugio,<br />
¡aventados alrededor de la fuente llaman, aullan,<br />
balbucean su piedad…!<br />
El predicador ronda al igual que ellos<br />
por los entrecijos del dolor,<br />
los rodea, los escudriña…<br />
Rezume vahos hediondos.<br />
Cascorvos, colorados los rostros, negruscos,<br />
encostrados, no sabes si algo podrido<br />
les regurgita en el vientre…<br />
Hasta que vomitan y el mundo los castiga,<br />
y los llama a cuenta;<br />
volcados hacia ellos están los iluminados:<br />
aquellos que no tuvieron hambre,<br />
que no necesitaron agua en el camino,<br />
que perdonaron lo necesario.<br />
Bajo la cuesta y allí están otra vez.<br />
Son alientos moribundos.<br />
Santiago de Querétaro, 2005<br />
81
82<br />
ODETTE ALONSO YODÚ<br />
LA CIUDAD COMO ESCENARIO EN LA LÍRICA LÉSBICA<br />
Divinas perversiones<br />
No cabe duda: la ciudad es el escenario por excelencia de la diversidad en todos<br />
los sentidos y de la variedad sexual en particular. Desde la lírica sáfica<br />
hasta sus más jóvenes y recientes cultivadoras, la poesía lésbica ha nacido<br />
y se ha nutrido en esos ambientes citadinos, cuna de todas esas divinas perversiones.<br />
Gracias a Pierre Louÿs, el autor de Las canciones de Bilitis, conocemos la ciudad<br />
primera de la lírica lésbica, aquella urbe espléndida que dio vida, hacia el siglo VII antes<br />
de Cristo, a una poesía que contrastaba con la virilidad del ideal homérico, una<br />
poesía espiritual, dispuesta a cantar con delicadeza y refinamiento los sentimientos<br />
que se confinaban a los espacios privados. De ella nos dice Pierre Louÿs (Las<br />
canciones de Bilitis, Ediciones 29, col. Ucieza, Barcelona, 2003, pp. 10-11):<br />
Lesbos era entonces el centro del mundo. A medio camino entre la bella Ática y la<br />
fastuosa Lidia, la isla tenía por capital una ciudad más iluminada que Atenas y más<br />
corrompida que Sardes […]. Las calles estrechas y siempre atestadas por una multitud<br />
resplandeciente de telas coloreadas, túnicas de púrpura y de jacinto, cyclas de<br />
seda transparente, basaras arrastrantes en el polvo de los zapatos amarillos. Las<br />
mujeres llevaban en las orejas unos grandes aretes de oro engastados de perlas brutas<br />
y en los brazos brazaletes de plata maciza groseramente cincelada en relieves […] La<br />
animación de Mitylene no cesaba con el día, pues nunca era tarde para que se oyera,<br />
por las puertas abiertas, los sones de alegres instrumentos, los gritos de las mujeres y el<br />
ruido de las danzas. […] En una sociedad en la cual los maridos por la noche están<br />
tan ocupados en el vino y las bailarinas, las mujeres fatalmente debían acercarse y<br />
buscar entre sí el consuelo de su soledad. De ahí vino que aquéllas se enternecieran<br />
en esos amores delicados, a los cuales la antigüedad daba ya su nombre, y que mantuvieran,<br />
pese a lo que opinen los hombres, más pasión verdadera que viciosa búsqueda.<br />
Creo que fatalmente no es el adverbio más apropiado para referirse a “esos amores<br />
delicados [con] más pasión verdadera que viciosa búsqueda”. Creo que ni Safo ni<br />
Bilitis ni las servidoras de las musas, aquellas compañeras de las poetas lesbianas, las<br />
de Lesbos, usarían o pensarían siquiera en describir sus amores con ese adverbio.<br />
Creo que su poesía y la posterior, la que llega hasta nosotras, la que seguimos cultivando<br />
en honor a ellas, no merece ese adverbio fatal. ¡Cosas de hombres éstas de<br />
calificarnos desde su más absoluta ignorancia especulativa!<br />
Los escenarios urbanos han sido, desde Mitylene hasta hoy, el más fecundo caldo<br />
de cultivo para las relaciones lésbicas y la poesía que las canta. La ciudad como<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
espacio físico, los oficios de ciudad, los hobbies y los ambientes citadinos, la comida,<br />
los atuendos, los afeites, los modos y maneras de las urbes, han encontrado y<br />
encuentran lugar privilegiado en la poesía escrita por mujeres para otras mujeres.<br />
Alrededor del año 1800, Wu Tsao, en su poema “Para la cortesana Chi’ng Lin”,<br />
describía ambientes que remontaban a las servidoras de las musas en Lesbos:<br />
Sobre tu esbelto cuerpo<br />
Repiquetean los adornos de jade y de coral de tu cinturón […]<br />
Tú brillas intensamente como una lámpara perfumada<br />
Entre las sombras circundantes.<br />
Jugamos juegos del vino<br />
Y una a la otra nos recitamos poemas […]<br />
Luego una a la otra nos pintamos hermosas cejas.<br />
La mención de la ciudad como espacio físico que cobija<br />
a estos amores es el primer nivel, el más inmediato,<br />
de inserción de esta lírica en el contexto urbano.<br />
Así, por ejemplo, en “Ella pasó por aquí”, Djuna<br />
Barnes (Estados Unidos, 1892-1982) le dice a la<br />
muchacha que se ha marchado “toda vestiditos, ceceando<br />
por la ciudad” que se la robará “como un<br />
penique entre la multitud”. La misma neoyorkina<br />
multitud en la cual soñó Laura Ruiz (Cuba, 1966)<br />
besar a su novia:<br />
Yo sólo quería construir un camino por donde ir y<br />
venir. Un camino que vigilar hasta que consintieras<br />
ser besada en el invierno del Central Park, con el mismo<br />
miedo con que en un cine de isla acaricié tus<br />
muslos cuando Scarlett O’Hara —que no era Vivian<br />
Leigh sino tú— levantó los ojos y dijo mirándome:<br />
“Lo pensaré mañana.”<br />
La misma ciudad en que Dina Piera di Donato (Venezuela)<br />
canta a la “Sargento Josanna Jeffrey”: “mi<br />
centinela de trenzas escarchadas / más bella que<br />
Central Park en invierno / tatuado de azafrán / firmado<br />
Christo […] Josanna mía mi aliento de bambú”, la<br />
novia negra del Bronx, suicidada después de un año en<br />
la insensata guerra de Bagdad. Las mismas “calles bulliciosas”,<br />
en uno u otro continente —qué más da—,<br />
de las cuales Elsa Gidlow (Gran Bretaña, 1898-1986)<br />
ha “sustraído a una hermosa muchacha de sus deslucidos<br />
sueños […] para un sacrificio que le ofreceré a<br />
la noche”.<br />
Esa deambulante —citadina al fin— puede conver-<br />
fm ei rs cr e li rá an eg au<br />
l l a r 83
84<br />
tirse en ciudad ella misma, al menos para los ojos de su amada, como propone<br />
Silvia A. Ramos (Cuba, 1953) en su poema “Mujer”:<br />
He sido tus calles,<br />
cada viejo<br />
adoquín,<br />
cada reja y muro<br />
trenzados<br />
por tus ojos.<br />
O puede confundirse en “las orgías / los encuentros inteligentes / el amor sin<br />
amor” característico de las grandes ciudades posmodernas que Manelic Ferret<br />
(Cuba, 1961) refiere en su poema “Filón”.<br />
En esas ciudades posmodernas acontecen otros encuentros, otras reuniones<br />
que buscan, como en Lesbos entonces, como en cada ciudad de la historia, el refugio<br />
de los espacios íntimos. Allí, alejadas de la mirada mundanal del resto, en la<br />
tibia atmósfera de las cocinas y los comedores y las salas de estar, ocurren otras<br />
degustaciones indudablemente citadinas.<br />
Tal es el caso de la cena mediterránea que Gloria Bosch (España, 1959) quiere preparar<br />
en “Receta de cocina frustrada a las finas hierbas”:<br />
Apenas empiezo a saborearte<br />
y ya me entran ganas de comerte<br />
mordisquear tus orejas despacio<br />
lamer tu cuello lentamente,<br />
prepararte un aderezo con mi aliento<br />
mezclar tu saliva con mis dedos. […]<br />
El orégano previsto en tu mejilla<br />
la pimienta salpicada en tu mirada<br />
la vainilla extendida por tu nuca<br />
la menta en tu piel y la mostaza.<br />
El comino, el limón, la hierbabuena<br />
el romero en tu frente, en tus labios la salvia<br />
el azafrán y el laurel en tus hombros<br />
por tus dientes el anís, la alcaparra.<br />
Tal intento se frustra porque la amante mantiene “una dieta muy estricta”; las<br />
dietas que son, sobre todo en los últimos tiempos, atormentantes ocupaciones<br />
citadinas. Sin embargo, de no haber tenido que congelar “en la memoria el menú<br />
del deseo”, a esta cena le hubieran venido de maravilla las copas de vino tinto que,<br />
en el poema que ese título lleva —“Copas de vino tinto”— comparte Raquel<br />
Rolando Souza (Brasil, 1960) con la mujer de sus amores mientras sus rostros se<br />
avecinan y una lengua unta a la otra y los cabellos de ambas se entretejen.<br />
Y como para gustos se han hecho los colores y los grosores, mientras unas<br />
cuidan su peso, Tatiana de la Tierra (Colombia, 1961) nos confiesa, en su “Oda a<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
las lesbianas desagradables”, que tiene “ansias de una lesbiana regorda / tan grande<br />
que no cabe dentro de la puerta de Starbucks / y tiene que construir un café afuera<br />
para ella”.<br />
[…] sueño con una lesbiana sin dinero<br />
tan pobre que no tiene carro ni monedas para el autobús<br />
camina descalza por las calles dondequiera […]<br />
les roba a las supertiendas<br />
estafa a los hombres de negocio […]<br />
hace una parrillada de pájaros en su carrito de compras<br />
Y así, cafetería, dinero, autobús, supertiendas y hombres de negocio componen un<br />
cuadro completamente citadino.<br />
Dunia Galindo (Venezuela, 1961), por su parte, sospecha que Freud —ese otro<br />
hobby tan urbano—,<br />
Sabe que estuve con ella<br />
Que me cuesta volver a la horma,<br />
seguir el mapa<br />
Que no se trata de desdeñar constructos religiosos,<br />
culturales<br />
Que el malestar en él,<br />
la transgresión en mí<br />
es un asunto más primario<br />
menos retorcido:<br />
Que yo no tengo la culpa<br />
Que la culpa es de sus trenzas<br />
y del olor que [te] sale de los pechos.<br />
Y en aposentos más privados, en las habitaciones donde la pasión se teje y se desteje<br />
como las “agujas entrando y saliendo de la tela” de Amy Lowell (Estados<br />
Unidos, 1874-1925), hay dos mujeres probando que su amor no es el fatal consuelo<br />
que atribuía el viejo Louÿs a las mujeres de Lesbos. Por eso, en “Habitación 324”,<br />
Mae Roque (Cuba, 1972) presupone —sabe— que<br />
[…] puede existir un hotel<br />
con un cuarto<br />
y dos mujeres<br />
o una sola a ambos lados de la puerta,<br />
que extienden las manos al mismo lugar<br />
para reencontrarse siempre.<br />
Entonces la muerte<br />
será la sombra que pasa<br />
fm ei rs cr e li rá an eg au<br />
l l a r 85
86<br />
MARCO FONZ DE TANYA<br />
Carlos Edmundo de Ory<br />
¿Yo qué soy?<br />
me interno en el terreno de la voluntad o del pensamiento<br />
espeso, yo no sé todavía el mensaje que traigo, pues el espíritu que<br />
“…cuando<br />
sale por mi letra es por el momento un espíritu revolucionario,<br />
más bien destructor y característicamente demoniaco. No soy más que un poeta,<br />
un lírico feroz y una voz iluminada que canta libremente…”.<br />
El párrafo anterior fue escrito el domingo 2 de diciembre de 1950. Su autor contaba<br />
con 27 años. Hacía cinco que había llegado a Madrid proveniente de su natal<br />
Cádiz. A los 21 años se preguntaba: “¿Por qué estamos rodeados de auroras de la<br />
muerte?” Y a los 25 años afirmaba con clara visión delirante: “¡Jóvenes algo profundos,<br />
me oiréis! Tarde o temprano saldré yo con mis libros, como ahora salgo con<br />
mis barbas. Como mis barbas de fuego turbador serán mis ideas y mis profecías.”<br />
Carlos Edmundo de Ory nace el 27 de abril del 1923. Gaditano con raíces marinas<br />
y árbol universal. Poeta de posguerra, representa en España una de las voces de las<br />
vanguardias europeas. De hecho, junto con Eduardo Chicharro hijo y Silvano Sernesi<br />
fundan en 1945 el “postismo”, y en 1951, junto con el pintor Darío Suro, funda el<br />
“introrrealismo”. Estos dos movimientos lo hacen en sí mismo ser “la vanguardia”<br />
en la España de posguerra. Carlos Edmundo de Ory “pertenece a una estirpe de escritores<br />
para quienes vida y obra forman una indisoluble unidad”. Esto lo dice<br />
Gloria Rey Faraldos refiriéndose a Gérard de Nerval, pero creo que es igual de válido<br />
cuando hablamos de Ory, ya que su poesía, cuentos, novela, ensayos, diarios y<br />
vida son un solo ser, un Golem maravilloso que nos lleva de la mano a visitar el<br />
mundo del hombre y los mundos del más allá.<br />
ii<br />
La historia del poeta Carlos Edmundo de Ory comienza desde sus padres. Su<br />
madre le escribe contestando a la pregunta del poeta sobre su nacimiento:<br />
Carlitos, tu hora de llegar al mundo fueron las seis de la tarde, creo que era viernes,<br />
pero exactamente no te lo puedo decir, pero por la mañana fui a misa y tengo idea de<br />
que era viernes: ya sabes que te caíste al suelo al nacer, y por poco me muero yo, y que<br />
cuando tenías un mes te salió un bulto en la cabeza y por poco me vuelvo loca, y<br />
i<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
quise llevarte a todos los médicos de Cádiz y tu padre fue a rogar al decano de la<br />
Facultad, que ya estaba jubilado y no visitaba, que fuese a verte, y fue y le dije que al<br />
nacer te habías caído, y yo lloraba tanto que después de un reconocimiento completo<br />
se volvió a mí y me dijo: “Tranquilícese, señora, que el niño está bien y será un talento<br />
cuando sea mayor.” Esto lo predijo Rodrigo Labin, aquel señor de las barbas largas.<br />
[Marín, 28 de junio de 1961.]<br />
Y su padre, el poeta modernista Eduardo de Ory, quien fue amigo de Rubén Darío y<br />
Amado Nervo, escribió un poema a su hijo en el que afirma: “Tú serás poeta, /<br />
poeta preclaro; / ¡serás… mi obra magna / y mi mejor lauro!” Y en efecto, Carlos es,<br />
por sobre todos los oficios, poeta.<br />
m i s c e l á n e a 87
88<br />
El joven aquel que comienza sus diarios en 1944 en Madrid, es desde ese<br />
momento un escritor, un poeta. Joven que ve fechas y datos de lugares como parte de<br />
la prosa o del poema. Joven que escribía: “A veces escribo algo tan hermoso que<br />
me horrorizo de saberme desconocido.” Afortunadamente ni el tiempo ni la censura<br />
de algunos críticos y poetas en España, ni el olvido ni la mala memoria de los seres<br />
humanos lograron callar u ocultar la obra monumental de Carlos Edmundo de<br />
Ory.<br />
iii<br />
Poeta, el más humano y mágico de los poetas que he conocido. Tengo tal vez la<br />
mala manía de ir a conocer y buscar a los poetas vivos. Me gusta saber cómo son a<br />
la par de los poemas que escriben. Y me he llevado sorpresas gratas y experiencias<br />
desagradables. Con Carlos Edmundo de Ory el encuentro es, en verdad, de lo más<br />
luminoso y afortunado.<br />
He leído casi todos sus libros y mi carne ha dejado de ser triste. Poemas que son<br />
el amor creado y creador. El matrimonio de lo cordial y la imaginación, la lucidez diversa,<br />
el estudio en su poemario Técnica y llanto, estudio del ser y el todo. La lucha<br />
por recuperar la inocencia, la lucha por la confianza, la crítica, el humor y la<br />
investigación de lo ilegible.<br />
Poemas que van desde lo que él llama “aerolitos”, poemas que son como aforismos,<br />
hasta su poemario Música de lobos, que nos dice es su libro profético. Poetamago,<br />
poeta-demiurgo, poeta-visionario, poeta-místico y poeta-Ory son los<br />
estados de conciencia y luz que hacen de sus poemarios una experiencia de asombrosa<br />
calidez existencial.<br />
Carlos Edmundo de Ory es un poeta a quien no le gustan las ent<strong>revista</strong>s, ni los<br />
concursos de poesía, ni que ningún premio de poesía lleve su nombre, ni la televisión.<br />
Le gusta dialogar y que cuando uno esté en su casa investigue todos los objetos<br />
que forman su mundo. Compartir es parte vital de sus poemas.<br />
iv<br />
Aerolito:<br />
“Si te gusta ser llamado poeta desde joven, cuida de vivir poco.<br />
Toda una vida con un pequeño mote es ridículo.”<br />
Para un poeta demiurgo como Carlos Edmundo de Ory la misión no ha sido fácil,<br />
pero ha sido plena y llena de magia. Su comienzo con la creación del postismo en<br />
1945 fue aplaudido por Eugenio d’Ors, Vicente Aleixandre, Cirlot y otros escritores<br />
y poetas que llevan con su nombre la calidad de su obra y la visión. Fue rechazado<br />
por esa España sumisa y llena de miedo. Y escritores que ahora nadie guarda en la<br />
memoria ni en el corazón hicieron que se cerraran todas las puertas para no dejar<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
pasar esta vanguardia. Afortunadamente, la fuerza y belleza de la obra de Ory logró<br />
vencer esas débiles barreras y llega a nosotros como un tesoro recién descubierto.<br />
Es indispensable y necesario leer junto a la obra poética de Ory sus Diarios. En<br />
ellos la poesía desborda de vida y la vida se convierte en un poema que se construye<br />
conforme el poeta nos habla de sus momentos, anécdotas, lecturas, viajes,<br />
amores, desamores y el encuentro con Laura Lachéroy (pintora), ser y compañera<br />
para la visión y crecimiento del Ory hombre como del Ory poeta.<br />
Otro libro que reafirma y que amplía la estructura para el conocimiento de la<br />
obra de Carlos Edmundo de Ory es su novela Méphiboseth en Onu, así como sus<br />
cuentos publicados en dos volúmenes titulados Cuentos sin hadas. Y sus ensayos<br />
en el libro Iconografías y estelas. El poemario Sin permiso de ser ángel es publicado en<br />
edición bilingüe —inglés-español— y traducido por Allen Ginsberg y Edith<br />
Grossmann.<br />
Otros poetas como Félix Grande, Jaume Pont, Joaquín Marco, Pere Gimferrer,<br />
Ramón Ripio y el poeta chileno Manuel Silva reconocen en Carlos Edmundo de<br />
Ory al poeta de culto y necesaria referencia para completar la visión sobre la poesía<br />
de España y la poesía mundial.<br />
v<br />
En México la lectura de la obra de Carlos Edmundo de Ory ha sido aislada, pero<br />
sus lectores son de la talla de Efraín Huerta y Octavio Paz. Así que su lectura llega<br />
como parte de un destino luminoso a quien tiene que llegar y da fruto a quien<br />
tiene que darlo. Actualmente existe una mayor difusión en nuestro país de la obra<br />
de Ory, ya sea porque las editoriales distribuyen mejor sus libros o porque algunos<br />
poetas que son buenos lectores al viajar a España se traen entre sus regalos y<br />
bebidas libros de Ory. El próximo año publicaremos los La mano en la espalda.<br />
Cuatro manifiestos postistas. Y esperamos también editar una selección de su poesía.<br />
Ante una obra literaria monumental como la de Carlos Edmundo de Ory nos<br />
queda leerla como él recomienda entrar a un libro de poemas: abrir una página,<br />
leer el poema, cerrar el libro. Así las veces que sea necesario, sin darle importancia al<br />
tiempo, con todo el espacio del mundo. Y en algún momento terminar de leer el<br />
libro.<br />
vi<br />
La pequeñísima muestra poética a continuación es una invitación personal a buscar<br />
al poeta que vuelve a hacer de la palabra una invocación y evocación mágica<br />
para entrar en el poema.<br />
Carlos Edmundo de Ory nos dice: “El cansancio hace inocentes a los hombres.” Y<br />
con esa inocencia nos convertimos en sabios que están por saber y conocer todo.<br />
La respuesta al “¿yo qué soy?” que nos lanza Carlos Edmundo de Ory es: soy el que<br />
m i s c e l á n e a 89
90<br />
CARLOS EDMUNDO DE ORY<br />
Lo más triste del mundo…<br />
Lo más triste del mundo para mí<br />
No es estar solo solo solo<br />
Lo más triste en el mundo para mí<br />
Es estar solo sin flores sin flores<br />
Amiens, 4 febrero 1972.<br />
[Del libro Miserable ternura]<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Arcanum<br />
En este instante en que te llevas las manos a la cara<br />
y alzas los hombros hasta las orejas<br />
sabes que no te importa nada más que el poema<br />
nunca antes sufrido y que te quema la garganta<br />
No hagas caso al desprecio de emociones letales<br />
ponte el alma que ha sido tu camisa de siempre<br />
reconoce el guiñapo lleno de quemaduras<br />
sé tu propio cobayo y no tengas vergüenza<br />
en descampado deja tus facciones transidas<br />
acuérdate de toda tu música de lobo<br />
Habla solo como hablan solos los violines<br />
di entonces aquello que en el mayor secreto<br />
respetaron tus sienes y si en ellas confías<br />
serás fiel a ti mismo y a tu materia mater<br />
La alta poesía es casta descuida enciéndete<br />
aunque vayas a oscuras que la noche te honra<br />
Cada vez me parezco más a Gaspar Hauser<br />
Experto en la vivencia existencial<br />
sientas piedra de escándalo con los cabellos sueltos<br />
Desde luego por mucho que confiese de mí<br />
entre líneas sonando así quiero que suene<br />
un corazón antiguo como un reloj de oro<br />
Yo sé que alguna vez dije más en silencio<br />
riendo bellamente de mí por fin maduro<br />
porque no es a través del verbo como puede<br />
mirar el alma su paisaje chino<br />
Y sin embargo obtuve permiso superior<br />
para asombrar a algunos camaradas de ánimo<br />
con lastimera voz de expósito ambulante<br />
echando bocanadas de sangre por el alma<br />
Empero si mi prójimo viene corriendo a verme<br />
y con los ojos fijos en el suelo me escucha<br />
en voz baja le cuento mi estancia en este mundo<br />
Cada vez me parezco más a Gaspar Hauser<br />
Hoy mi rostro de joven incendiario<br />
m i s c e l á n e a 91
92<br />
lo llevo como tea malgastada y aún<br />
el humo de mis ojos se estrella contra el cielo<br />
Casa no tengo mía ni sé en qué callejuela<br />
dejaré la ceniza de mi levita azul<br />
Estas son las palabras escritas en la arena<br />
infinita del tiempo por demás infinito<br />
Todo empezó en el mar que está en mis tuétanos<br />
y cuando me alejé del sitio de la sal<br />
tierra adentro me he visto dando locos paseos<br />
a impulsos de mi código o mi espacio entrañable<br />
saltando de las camas cuyas sábanas negras<br />
tanto dañan mis sueños manvacíos de espuma<br />
Aquí caí después en la terra corrupta<br />
donde anduve buscando vanamente las redes<br />
mientras tiraba al viento mi sarta de diamantes<br />
Cada vez me parezco más a Gaspar Hauser<br />
Bajo mi lámpara de trabajo<br />
I<br />
Azúlate divino chimpancé<br />
que el ángel acaricie tus cabellos heroicos<br />
La hora del humanista ha pasado hace tiempo<br />
Es menester vivir al borde del abismo<br />
El viento se levanta ¿quién se cruza de brazos?<br />
Toco el muro de las lamentaciones<br />
¡Ay de mí! ¡Ay de ellos! ¡Qué dolor!<br />
Busca el hombre la leche y la miel<br />
Lodo y sangre salpican nuestras bocas<br />
Me da pena mirar la corbata del mundo<br />
Fantasmas con zapatos de charol<br />
A cada despertar agoto mis pupilas<br />
Encuadernando lágrimas estoy<br />
Poeta atareado al fin me consolé<br />
diciendo quintaesencias diciendo tonterías<br />
[Del libro Melos melancolía]<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Se abandonó la patria luminosa del ser<br />
Las cosas que yo hago gracias a los que gimen<br />
Escupo ladro acuso y ardo en cólera.<br />
II<br />
Los elefantes son analfabetos<br />
Vino una piedra ayer a visitarme<br />
Tengo un anillo en la lengua rota<br />
El color negro está mal de salud<br />
Bebo un litro de risa y estornudo<br />
La palabra conejo mide un metro<br />
Se ha puesto pantalones el crepúsculo<br />
Nadie sabe por qué las nubes huelen<br />
Lo desgraciado que es un vaso de agua<br />
Mi pensamiento me pidió turrón<br />
La sangre de los trenes me fascina<br />
Mañana cumple años mi pañuelo<br />
III<br />
Hubo un varón en tierra de Hus<br />
Y Job dijo: Aburríme no he de vivir eternamente<br />
Déjame pues que mis días son vanos<br />
Me levanto del pan para ganarme la cama<br />
Tengo que comer ir vestido por las calles<br />
dormir bajo techado en un viejo colchón<br />
a ras del suelo soñar sueños<br />
Nunca tuve casa propia<br />
Por eso vagabundeo y me alejo<br />
Me alejé de la familia un sábado<br />
No dije adiós al mar<br />
No dije adiós a nadie<br />
Caí en manos de la infinita angustia<br />
Poco a poco subía mi cuesta<br />
y sentí mi rostro pudrirse<br />
Pasé el tiempo gozando goces materiales<br />
siempre prisionero de la basura tridimensional<br />
Conocí el extraño secreto de la conciencia<br />
m i s c e l á n e a 93
94<br />
De rodillas ante la humanidad<br />
hoy celebro las fiestas del luto<br />
A la casita de campo de la raza futura<br />
iré a pasar las Navidades<br />
Padre maestro que estás en los cielos<br />
Danos el mazapán de cada año<br />
IV<br />
¿Quién deja sus piernas olvidadas en la cama?<br />
¿Quién es la madre que escupe a los ojos de su hijo?<br />
¿Quién no clava una lanza en el ano de su jefe?<br />
¿Quién canta a medianoche como un loco?<br />
¿Quién se lleva a la cama el cadáver de una doncella?<br />
¿Por qué quieres cortar el pescuezo a tu marido?<br />
¿Por qué nacemos siempre a cualquier hora?<br />
¿Por qué Dios ha escondido las llaves del espíritu?<br />
¿Por qué mamas por qué lloras por qué dices te amo?<br />
¡No llores! ¡No llores! ¡No llores!<br />
V<br />
¿Quién va? ¿Son ratas o transeúntes fulminantes?<br />
Solitario paraje de la queja<br />
Los malheridos y aquellos que esconden su dolor<br />
El hampa donde la delincuencia cunde<br />
La droga pasa de mano en mano con tiento furtivo<br />
En las noches de las urbes trotan pisadas<br />
La basura de la vida se mueve en los rincones<br />
Automáticamente todos tienen miedo<br />
Automáticamente todos tienen deseos<br />
Automáticamente todos quieren ser felices<br />
Cada noche una calle abre y cierra su cremallera<br />
La materia orina o es el canto de la lluvia<br />
Ha caído un ruiseñor en el pantano<br />
Respiraciones y tinieblas en el corro de sombras<br />
Oh Eva oh mundo de oxígeno y serpientes<br />
Bajo astros extraños juega el humo humanal<br />
[Del libro Melos melancolía]<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Plegaria de la llaga<br />
Ya está otra vez hablando en verso este guasón<br />
Tiene la mente llena de maitines<br />
Hete aquí su relincho de existencia hete aquí<br />
su súbito suspiro en sol mayor<br />
Pone el grito en la tierra y quién oye su idioma<br />
de garganta de gallo saludando a la vida<br />
¡Ay de tú! ¡Ay de tú! El mundo de belleza<br />
que se hunde en un fracaso de tesoros<br />
Protocolo de errores humanos y de horrores<br />
mientras los tenebrosos trepan hacia la meta<br />
Hace un montón de siglos que el mundo huele mal<br />
a pesar del Espíritu y de los jazmineros<br />
¿Qué es el hombre hoy noche en este santo día?<br />
Tantas masacres tantas hecatombes<br />
Oh linda flor del ser, ¿por qué has perdido el juicio?<br />
Trágate el alma chúpate los ojos<br />
En tiempos de destrozo domina la tristeza<br />
Empero quién se atreve a tapar con pañuelo<br />
el viejo sol de siempre desde Grecia hasta hoy<br />
Bajo los arcos del espacio cantarás todavía<br />
aunque tu pobre corazón se ponga serio<br />
y se convierta el himno a la vida en mayido<br />
[Del libro Melos melancolía]<br />
m i s c e l á n e a 95
96<br />
España (camafeo)<br />
España un mirlo España<br />
un muro vuela herido<br />
míralo España mátalo<br />
un mirlo un muro un hilo<br />
El monte enseña España<br />
España enseña un muslo<br />
móntalo España el monte<br />
miedo me da la manta<br />
que el muerto muele en sueños<br />
España dile a España<br />
dile que mieles muchas<br />
moscas mitades mieles<br />
mécete España mía.<br />
Fonemoramas<br />
París, agosto de 1959.<br />
Si canto soy un cantueso<br />
Si leo soy un león<br />
Si emano soy una mano<br />
Si amo soy un amasijo<br />
Si lucho soy un serrucho<br />
Si como soy como soy<br />
Si río soy un río de risa<br />
Si duermo enfermo de dormir<br />
Si fumo me fumo hasta el humo<br />
Si hablo me escucha el diablo<br />
Si miento invento una verdad<br />
Si me hundo me Carlos Edmundo.<br />
París, enero de 1963.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
LUIS BRAVO<br />
DESDE Y HACIA LA POESÍA DE JOSÉ EMILIO PACHECO<br />
Del barro primigenio<br />
José Emilio Pachecho (México, 1939) ha recogido en Tarde o temprano (Fondo<br />
de Cultura Económica, México, 2000) los doce libros escritos entre 1958-2000<br />
que lo sitúan entre las voces más sobresalientes y rigurosas de la poesía en lengua<br />
española de los últimos cincuenta años.<br />
En uno de ellos, Ciudad de la memoria (1986-1989), título proveniente de un<br />
verso de Enrique Lihn, el poeta hace suyo lo que reza desde el epígrafe del mismo<br />
poeta chileno: “Vivimos en la ignorancia total, en la ciudad de la memoria.<br />
Borrada.” Con tales palabras el poeta mexicano reenvía, una vez más, lo que bien<br />
podría ser uno de los correlatos de su axiología poética: cómo esta civilización actual,<br />
la occidental predominantemente, portadora de un carácter tan voraz como<br />
arrogante, es un coloso que se hunde en el desprecio de los tiempos —que cree<br />
dominar—, desde una falsa altura de pies de barro.<br />
Mirado ese fracaso “humanista” desde el lado de la poesía, surge la fina ironía<br />
que matiza y hasta combate el participio de “borrada”, pues por momentos sus<br />
poemas hurgan entre las ruinas de lo ancestral hasta que la mirada rescata de entre<br />
ellas algo valioso. Por lo menos así lo hace al situarse y situarnos ante una<br />
“Cerámica de Colima”, título del poema sobre el que puntualmente recalo.<br />
Tras una aparente sencillez expositiva, la lectura descubre los laberintos temporales<br />
y la reflexión ética que sustentan a esa pieza de cerámica desde esta pieza de lenguaje<br />
poético. La primera estrofa dice: “La colección incluye algunas piezas / de las<br />
que ocultan los museos. / En varias de ellas hombre y mujer / forman un solo bloque<br />
enlazado.”<br />
El entrelazamiento hombre-mujer genera de inmediato la visualización del motivo<br />
erótico. Pero el verso anterior señala las implicancias que suelen intervenir en<br />
el “criterio” museístico ante este tipo de piezas. Surge allí el tema del “ocultamiento”,<br />
lo que da pie al perverso tratamiento de la “memoria” y de la valoración del<br />
“otro”, que suele cometerse en relación con las artes nativas. Es que el espacio<br />
museístico —destinado supuestamente a resguardar la memoria de las más diversas<br />
culturas— traiciona a veces su propósito en nombre de alguna falsa moral, que<br />
a su vez falsea lo que debiera ser muestra de la pluralidad antropológica.<br />
* Texto leído por el autor en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, dedicado a José Emilio<br />
Pacheco, realizado en Morelia, México, el 21 de octubre de 2006, en el que participaron críticos y poetas<br />
hispanoamericanos y de lengua francesa.<br />
m i s c e l á n e a 97
98<br />
Señalemos como al pasar —y glosando a Néstor García Canclini (Arte popular y<br />
sociedad en América Latina, Grijalbo, 1977)— que la “puesta en escena” museística<br />
suele descentrar a las piezas de sus lugares de origen, exponerlas en espacios neutros,<br />
haciendo con ello que se desvanezca su sentido primordial. Allí rige casi siempre<br />
una contextualización dependiente de la historia de Occidente y de sus<br />
imperios de turno, por lo que esas obras quedan “fuera de su propia historia”.<br />
Despojadas de referencias semánticas y pragmáticas de origen, se insertan en una<br />
universalidad “ideal” que se sitúa por encima de cualquier origen. En los hechos se<br />
trata de un espacio artificial inventado por los centros imperiales para reunir las<br />
obras sustraídas a lo largo de siglos a sus colonias, legitimando así la apropiación<br />
indebida de bienes culturales que no son fácilmente aceptables, pues desafían los<br />
parámetros del gusto y/o el canon establecido.<br />
El poema oficia desde el inicio como un instrumento cuyo arte devela las particulares<br />
significaciones de esa cerámica en la que “hombre y mujer / forman un solo<br />
bloque enlazado” con “más de mil años en el abrazo”. En busca del contexto primigenio,<br />
el poema primero especula sobre sus posibles usos domésticos : “tal vez /<br />
vasijas que contuvieron agua y saciaron la sed”; de inmediato procede a descorrer<br />
el velo de esa otra sed que devora a los amantes protagónicos, y agrega: “edén sexual<br />
/ de los antiguos mexicanos”.<br />
Hecha “en piedra que fue lodo original, / limo, magma / principio y fin de toda<br />
vida en la tierra”, la pieza moldea una energía deseante que llega hasta el presente<br />
con un puro “[…] placer / sin justificación reproductora”. He allí lo que el poeta<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
denomina con locuacidad como “pornotopia precolombina”. Esto es: una celebración<br />
del goce carnal en sí mismo, rescatado desde una concepción sexual nativa<br />
no mediatizada ni censurada por la religiosidad imperial.<br />
A medida que el lector se interna en el amasijo de barros humanos y de tiempos<br />
espiralados que el poema propone como al pasar, es posible establecer una correlación<br />
con el primer verso del primer poema que abre el libro (un homenaje a<br />
Ramón López Velarde, titulado “Caracol”). Allí se dice: “Tú, como todos, eres lo<br />
que ocultas”, lo que se aplica tanto a la cerámica en cuestión como al poema que la<br />
vuelve a representar.<br />
Como buen poema ekphrástico —aquellos que otorgan verbalidad a otro objeto<br />
de arte cuyo código no es lingüístico—, éste contiene una reflexión estética que se<br />
extiende hacia lo axiológico, abordando el tema de la alteridad, clave del texto.<br />
“Los amantes / llevan más de mil años en el abrazo. / Desde el punto de vista de la<br />
edad clásica no son hermosos. / Pero ellos a su vez encontrarían / poco deseable la<br />
estatuaria griega”.<br />
Mientras se enjuicia al arte occidental “clásico” como patrón de una determinada<br />
mirada estética, lo más relevante es que desde el pensamiento potencial de los<br />
amantes —“mudos” protagonistas de la pieza— se derive una apreciación estética<br />
“otra”, la de los nativos que “encontrarían poco deseable” la belleza de “la estatuaria<br />
griega”. Sin desestimar el arte griego, la evolución estrófica estructura esa sutil<br />
dialéctica, logrando descentrar cualquier (falso) universalismo de índole etnocéntrico.<br />
Y como lo hiciera entre nosotros el pintor Joaquín Torres García, se da vuelta el<br />
mapa de Sudamérica señalando como norte lo que está en el sur pues, como se<br />
sabe aunque no siempre se aplica, lo universal no tiene centro y el centro cambia<br />
según la perspectiva.<br />
La mayor confluencia de tiempos y de culturas provenientes desde distintos<br />
puntos del orbe, con sus paralelas y acaso cíclicas historias de violencia y dominio de<br />
unos imperios por otros, se produce a manera de cierre en la penúltima estrofa:<br />
“Cuando después de tanto amor se produzca al fin / el orgasmo que se inició<br />
cuando Batu Kan / amenazaba al mundo blanco que nos desprecia, / estallará el<br />
planeta.”<br />
La zona de Colima, situada entre las laderas australes del volcán del mismo<br />
nombre y la llanura costera del océano Pacífico, en el México actual, habría<br />
recibido a sus primeros núcleos poblaciones hacia el siglo V a.C. Cuando llegaron<br />
los españoles, veintún siglos después, encontraron un reino habitado por los<br />
otomíes denominado Collimán, que significa “lugar conquistado por nuestros<br />
abuelos” o “lugar dominado por el Dios del Fuego”. Es interesante recordar a<br />
Prometeo, portador del fuego, como una figura de adoración divina por parte de<br />
los antiguos alfareros griegos. Acaso, en forma análoga, los nativos de Collimán<br />
señalan con ese nombre su propia identidad de hacedores de cerámica; una<br />
cerámica conocida por sus vasijas en forma de animales, especialmente de perros,<br />
llamados techichi o tepescuintli, moldeados en las más diversas posturas imaginables.<br />
Juguemos con otra analogía de corte poético. En esta pieza, que a lo largo del<br />
poema se individualizará de entre la colección que integra, la postura de los<br />
m i s c e l á n e a 99
100<br />
amantes está “congelada” en el tiempo gracias al arte del ceramista. La reflexión en<br />
torno al cruce de códigos entre el arte plástico y el arte poético remite, en parte, a<br />
una similar apreciación sobre la eterna felicidad de los amantes de la urna griega de<br />
la “Oda” de John Keats, cuyos personajes siempre mantienen en vilo su deseo:<br />
“hirviente amante, nunca, nunca, podrás tú besarla / aunque estés cerca de la meta,<br />
pero no te lamentes / ella no desaparecerá, aunque tú no alcances tu deleite / por<br />
siempre desearás su amor y ella será hermosa.”<br />
Más carnal que la del joven romántico inglés, la visión de Pacheco hace perdurar<br />
en el tiempo no sólo el deseo de los amantes colimeños sino el goce mismo de<br />
sus cuerpos en un éxtasis que, como un volcán, permanece en actividad potencial<br />
durante siglos. Según los cálculos, ese goce del barro habría comenzado “cuando<br />
Batu Kan amenazaba al mundo blanco que nos desprecia”. Si el líder mongol, nieto<br />
de Gengis Kan, conquistó Rusia, Polonia y Hungría entre los años 1237 y 1241,<br />
entonces el orgasmo de estos amantes mexicas ha durado, hasta la fecha de publicación<br />
del poema, unos siete siglos y medio. Si bien es éste quizás el orgasmo más<br />
prolongado de la historia del arte —un planteo inquietante por su elevación hacia<br />
lo fantástico en un poeta que suele verse más bien como realista—, no es éste el único<br />
atractivo que el poema propone.<br />
El texto también apunta a señalar esa otra barbarie de la “dominación” de unos<br />
pueblos por otros que alimenta la historia humana. Esto se evidencia cuando la<br />
voz que enuncia dice “nos desprecia”, asumiendo desde el pronombre plural que<br />
quien dice el poema se alinea entre los que han sido despreciados por el mundo<br />
“blanco”.<br />
Ese “blanco” puede ser un blanco polisémico. Pensemos en el “blanco” mármol<br />
clásico que en pleno auge renacentista depreció, desde su monumental producción<br />
arquitectónica y escultural, a este otro arte hecho de barro o piedra encontrado<br />
en tierras americanas; pensemos aún en ese otro “blanco” que hace al lugar común<br />
de la “pureza de espíritu”, desde cuya “blancura” la ortodoxia religiosa estigmatizara<br />
el goce de los cuerpos. Y aún pensemos que así como Batu Kan, el mongol,<br />
despreció al oriente europeo y diezmó sus ciudades, así también fueron diezmadas<br />
las culturas del antiguo México por el conquistador blanco, que no reconoció en el<br />
nativo mesoamericano la alteridad, al otro igual pero distinto, tema que desde el<br />
lúcido Montaigne hasta nuestros días no ha perdido un ápice de vigencia.<br />
Así la historia del desprecio se repite una y otra vez hasta que, como dice el poema<br />
en cierto tono profético, estalle el planeta gracias a ese “orgasmo” de los<br />
amantes que, como un volcán [de Colima] dé otra vez “principio y fin” a “toda<br />
vida en la tierra”, como un big bang de origen sexual. Esa suerte de “orgasmo<br />
apocalíptico” es una inquietante paradoja cuyo desenfadado oximoron es de la<br />
mejor estirpe del humor barroco.<br />
La coda del poema, en sólo tres versos, aterriza todas estas volutas históricas al<br />
presente : “Pero entretanto / ellos siguen gozando la libertad / de las bestias que se<br />
hacen dioses”.<br />
Lo que tiene el poeta frente a sí, lo que el lector aquilata en palabras, es una simple<br />
cerámica de amantes gozando en un tiempo durable, tiempo y forma que, a la manera<br />
antigua de los mitos, reúne lo humano, lo animal y lo divino en un solo<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Cerámica de Colima<br />
La colección incluye algunas piezas<br />
de las que ocultan los museos.<br />
En varias de ellas hombre y mujer<br />
forman un solo bloque enlazado.<br />
No son estatuas funerarias sino tal vez<br />
vasijas que contuvieron agua y saciaron la sed.<br />
O son la pornotopia precolombina, el edén sexual<br />
de los antiguos mexicanos. Sólo el placer<br />
sin justificación reproductora.<br />
Los amantes<br />
llevan más de mil años en el abrazo.<br />
Desde el punto de vista de la edad clásica<br />
no son hermosos.<br />
Pero ellos a su vez encontrarían<br />
poco deseable la estatuaria griega.<br />
Para las dos figuras de barro<br />
sólo importa el placer,<br />
su placer tan suyo.<br />
Siguen ligados,<br />
por los siglos amándose<br />
en piedra que fue lodo original,<br />
limo, magma,<br />
principio y fin de toda vida en la tierra.<br />
Cuando después de tanto amor se produzca al fin<br />
el orgasmo que se inició cuando Batu Kan<br />
amenazaba al mundo blanco que nos desprecia,<br />
estallará el planeta.<br />
Pero entretanto<br />
ellos siguen gozando la libertad<br />
de las bestias que se hacen dioses.<br />
JOSÉ EMILIO PACHECO<br />
m i s c e l á n e a 101
102<br />
CLAUDIA SANTA-ANA<br />
I<br />
Laúdes<br />
No sabía<br />
que tu voz sigue<br />
la ondulación de los peces bajo las naves.<br />
Me has dicho tu nombre,<br />
me sentaré en la quilla<br />
y veré a tu rostro imposible ensombrecer la gavia.<br />
II<br />
El juego<br />
Apenas un telar<br />
de luz retiene los muebles<br />
las desleídas cosas.<br />
Nombrada está la casa.<br />
Afuera los niños se dispersan:<br />
Juego es esconderse<br />
donde el vagón impostergable de la lluvia<br />
volverá sin pertenencias.<br />
No, mujer.<br />
No entrarán del huerto enardecido<br />
los pájaros del Norte.<br />
No abrirán los ojos<br />
las setas del bosque adentro.<br />
Sólo aprieta los puños<br />
mientras deslizo el agua<br />
y el jabón sobre tus hombros.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
III<br />
El alquimista<br />
El viejo observa,<br />
me habla con lenguaje de farola.<br />
Sobre el friso de su frente<br />
se eleva alto un papalote.<br />
Claudia Santa-Ana. Ciudad de México, 1974. Poeta y arquitecta. Realizó también estudios<br />
en restauración y conservación del patrimonio cultural. Recibió el Premio Nacional de Literatura<br />
Salvador Gallardo Dávalos 2000 en poesía y fue becaria del Fondo Estatal para la<br />
Cultura y las Artes de Aguascalientes. Ha publicado los libros de poesía Quinta estación y Un<br />
sable en la memoria. Actualmente dirige el Centro de Investigación y Estudios Literarios de<br />
Aguascalientes Fraguas.<br />
m i s c e l á n e a 103
104<br />
GASPAR OROZCO<br />
Filme visto en un “múltiple” de Hans Arp<br />
Para Peter Goode<br />
Mi amigo Peter pule un pedazo de metal frente a la ventana. ¿Se trata de la pieza<br />
de una maquinaria desaparecida hace mucho tiempo? ¿Del fragmento perdido<br />
del yelmo? El metal brilla como agua que nunca volveré a ver. ¿Será la figura de<br />
un pájaro que extiende una sola ala o será el contorno de un cometa en su última<br />
noche sobre la tierra? Con un paño azul, Peter construye el irrepetible astro de<br />
este instante. Tal vez se trate de la silueta fugitiva del otoño o de un amuleto para<br />
atraer el verbo blanco de la lluvia. ¿Y si fuera una llave para abrir las puertas de la<br />
niebla? ¿O una esquirla de la bomba que durmió sumergida hasta escuchar la voz<br />
de esa mujer? ¿Podría ser el número de bronce arrancado de la fachada del laboratorio<br />
central? En la superficie del oro, Peter abre el reflejo de su mirada: la onda<br />
sin final del espejo contra el espejo. Ahí está el alma.<br />
Pequeño libro de Ruth<br />
Del árbol de hierro, el fruto más suave. Lo depositó una ola vacía en la orilla,<br />
frente a mí. En una habitación solitaria memorizas ahora las líneas de la piedra,<br />
los murmullos de la sal. Pródiga en apariciones es la frontera entre el otoño y el<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
invierno es esta isla. Si tocaras la piel del agua, los astros de todas las noches se<br />
unirían. Si tocaras mi frente, se dispersarían todos mis recuerdos. De ti, las palabras<br />
en la lengua del hierro y la nieve: en el principio, el árbol bajo el cual nací y<br />
cuya sombra es mi sangre, cuyo rumor es mi silencio, cuyo follaje es mi memoria,<br />
cuya raíz es mi olvido.<br />
*<br />
En el escenario de mi cabeza, una mujer dentro de un círculo de espigas rotas.<br />
Busca y recolecta las no tocadas por la siega. Nadie en este teatro. Al terminar de<br />
espigar, la alforja llena, levanta agradecida su mirada hacia el poniente. Cae el<br />
telón. Todos los silencios. En ese instante, comienza el incendio, fragante y violento.<br />
Abandono en calma el edificio. El teatro en llamas es la única luz en la isla.<br />
Lentamente, la isla se pierde en la noche. Un punto de fuego cada vez más pequeño,<br />
cada vez más nítido, punza en mi cabeza.<br />
*<br />
Del otro lado del océano te alcanzarán estas imágenes. Allá el viento estará cortado<br />
por espadas. Como pan de guerra. Te escucho repetir tus líneas en una habitación<br />
vacía. En el fondo de un espejo la isla, la lluvia: otra manera de decir la memoria.<br />
¿Por qué punto llegará la tan ansiada Gracia? Miraré al este y aguardaré. Te adivino<br />
dormida, oculta entre las ondulaciones del centeno en un invierno extrañamente<br />
tibio. El lucero que se apaga sobre mí en esta hora, en tu cielo se enciende con<br />
otra fuerza. Sé que hoy la Gracia te posee.<br />
*<br />
Del cuarto contiguo, abandonado, escucho el oleaje de los trigales blancos. La secreta<br />
oración del invierno en la isla desierta.<br />
Y el paraíso estará cubierto de espigas hasta el límite de nuestros ojos muertos.<br />
*<br />
Gaspar Orozco. Chihuahua, 1971. Poeta, músico, traductor y diplomático. Estudió literatura<br />
en la Universidad de Texas en El Paso, y relaciones internacionales en El Colegio de<br />
México. Sus poemas han sido publicados en diversas <strong>revista</strong>s literarias, así como en el<br />
número II de alforja REVISTA DE POESÍA. Ha trabajado varias formas de poesía experimental.<br />
m i s c e l á n e a 105
PABLO DEL BARCO<br />
1.<br />
siempre queda<br />
el aire,<br />
siempre su materia<br />
deshoja la margarita<br />
de lo real,<br />
las palabras de amor<br />
sobrevuelan los oídos,<br />
en el vientre cocinan<br />
inagotables jugos,<br />
pero tienen su invierno<br />
duermen sin humo<br />
viven en el rescoldo<br />
invisible y frío<br />
a que convida<br />
el hombre,<br />
que no sabe volar,<br />
porque apenas puede<br />
compaginar los sueños.<br />
2.<br />
mientras el avión despega<br />
una sopa de ojos<br />
se arrastra por el suelo,<br />
parten y<br />
reparten lágrimas;<br />
la tristeza danza<br />
con sus zapatos de plomo,<br />
construye cada uno<br />
su destino<br />
más allá del tiempo;<br />
lo que se va<br />
106<br />
Maletín de México<br />
lo que se queda<br />
se hace uno<br />
en un espacio<br />
que es solo,<br />
en su huella;<br />
es destino del mundo,<br />
es línea diagonal<br />
que compromete el cielo<br />
en los puntos suspensivos<br />
del ser.<br />
3.<br />
pasa el fuego<br />
queda el nombre<br />
un teléfono<br />
en la agenda<br />
escrito a lápiz,<br />
propuestas de encuentros<br />
que no se cumplirán,<br />
ya fue el adios<br />
pero resisten<br />
las palabras,<br />
piensas si aún<br />
habrá deseo<br />
para justificar<br />
el apacible tesoro<br />
del recuerdo,<br />
ahora ves de nuevo<br />
el resplandor de sus ojos,<br />
aprecias la armonía<br />
de su voz,<br />
pero ella<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
no es ya Ella,<br />
ya tiene su apellido<br />
luce un anillo<br />
que le obliga<br />
a compartir olores,<br />
se despide<br />
con las alegres promesas,<br />
mientras se aleja<br />
queda una estela<br />
en gris,<br />
y las palabras<br />
que nunca tuvieron<br />
oportunidad de nacer<br />
luchan a codazos<br />
para querer vivir.<br />
4.<br />
pongo el pie<br />
en el día<br />
como un extraño<br />
como un loco<br />
a la luz,<br />
el mundo es un ajeno<br />
porque no fue construido<br />
a mi manera,<br />
y así<br />
me aferro a la palabra,<br />
a su desnuda dimensión,<br />
voy columpiándome<br />
en un circo de demonios<br />
que mastico<br />
entre mi boca<br />
y la razón,<br />
no es futuro<br />
no hay nombre<br />
no hay regiones<br />
no estoy<br />
tan sólo me presiento,<br />
tal vez nadie me ve,<br />
de este modo<br />
respiro mi soledad,<br />
junto a mí.<br />
5.<br />
no sé cuando empezó,<br />
me veo<br />
de pronto<br />
el cabello blanco<br />
los pies poco ágiles<br />
acobardada la visión,<br />
no estuve atento<br />
a una parte<br />
de mí<br />
de tí tampoco,<br />
porque la escasa luz<br />
no te deslumbra<br />
y es hora de empezar<br />
a remendar la ropa,<br />
déjame recoserte<br />
con hilvanes de oro,<br />
mirarte fijamente sin anteojos,<br />
caminarte en el diario<br />
interminable y repetido<br />
para ser yo<br />
de nuevo<br />
ignorar la patraña<br />
del espejo<br />
saber que la vida<br />
nunca está<br />
en la realidad<br />
que nos enseñan.<br />
6.<br />
renacen las huellas<br />
en un cubo de sombras<br />
m i s c e l á n e a 107
poseídas<br />
por la necesidad<br />
de ser,<br />
descubrí que las cosas<br />
son el alma del tiempo,<br />
lo han sabido<br />
lo han incorporado<br />
al sol y<br />
a la existencia,<br />
no quiero<br />
alojarlas en mí,<br />
tengo poco espacio<br />
para la poca luz<br />
que pude ahorrar,<br />
me asfixiarán a cada rato<br />
no podré jamás exterminarlas…,<br />
dejaré de ser,<br />
como un chapulín enamorado.<br />
7.<br />
el tamaño del tiempo<br />
predice las angustias;<br />
aquí todo es grande,<br />
la vida está<br />
colgada de un vaivén;<br />
como un tonto escribo versos:<br />
no encuentro otra manera<br />
de encontrarme;<br />
imagino en la letra<br />
un oasis del ruido<br />
una música leve<br />
y posesiva;<br />
así me explico el mundo,<br />
las palabras conciertan<br />
paladares y lógicas,<br />
escancian sentimientos<br />
realidades<br />
sueños;<br />
108<br />
deseo que viajen<br />
en su máquina de ser<br />
ajenas al ansia<br />
de esta vida global<br />
tan llena de bocinas.<br />
8.<br />
me rebelo<br />
quiero cambiar<br />
el ritmo de mi letra<br />
y la palabra me acomoda<br />
en su laboratorio de ayer,<br />
ella sigue el rastro<br />
en la materia<br />
y el cielo,<br />
troquela en la noche<br />
invisible y tenaz,<br />
ah Pablo iluso<br />
no tienes contrato<br />
con los dioses,<br />
no prevengas<br />
el hierro del azar;<br />
quiero ser su amante,<br />
me prostituye el destino,<br />
ser policía deseas?<br />
ser atlante<br />
por encima<br />
de la pobre existencia?<br />
o arreglador de flores<br />
para fiestas galantes<br />
de quienes ignoran<br />
el olor de la fresca rosa?<br />
no la toques más:<br />
el suyo es tu destino<br />
México, 1-10 diciembre, 2006.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
MARCO ANTONIO CAMPOS<br />
La vida vista con<br />
el ojo del jaguar<br />
[Ent<strong>revista</strong> con Efraín Bartolomé]<br />
Desde 1982, con Ojo de jaguar, acaso su mejor libro, Efraín Bartolomé<br />
pasó a ocupar un lugar privilegiado en nuestra poesía<br />
de fin de siglo. El libro relata sus vivencias en la región de los Altos<br />
chiapanecos en los años finales de la década de 1970 y principios de la<br />
de 1980, y los recuerdos de una infancia con imágenes de prodigio.<br />
Sin conocer los sitios y la fauna que Efraín describe de su estado<br />
natal que tanto ha recorrido —ríos, selva, montañas,<br />
cafetales, llanuras, caseríos, ruinas prehispánicas—,<br />
al leerlo sentimos que sus<br />
experiencias son las nuestras.<br />
Escindido entre la gran ciudad<br />
y el paraíso perdido de la<br />
infancia de su natal<br />
Ocosingo, entre la llama<br />
del cuerpo de la mujer y<br />
la sombra destructora<br />
del ángel, entre el lenguaje<br />
imaginativo de<br />
la poesía y los dédalos<br />
de la ciencia de la<br />
psicología, pocos<br />
poetas entre<br />
nosotros han creído<br />
como él en la<br />
misión del poeta<br />
en la tierra y en<br />
la poesía como<br />
la lengua<br />
m i s c e l á n e a<br />
Foto: JAL<br />
109
110<br />
creadora de maravillas. No por algo el mejor conocedor de su obra, el poeta y crítico<br />
Juan Domingo Argüelles, ha dicho que una de las cualidades de Bartolomé es la de no<br />
renunciar nunca a la propia palabra, “que es la que da identidad y fija para siempre<br />
la fidelidad y la felicidad del pasado”. Eso. Por su vida y su obra poética, Efraín<br />
Bartolomé da la impresión de que la gran mayoría del tiempo la felicidad no le ha sido<br />
ajena. Entre los libros de Efraín Bartolomé se cuentan: Ojo de jaguar (1982),<br />
Cuadernos contra el ángel (1987), Música lunar (1991), Corazón del monte (1995),<br />
Avellanas (1997), Partes un verso a la mitad y sangra (1999) y Fogata con tres<br />
piedras (2007).<br />
<br />
Ojo de jaguar fue su primer libro. Después lo ha alargado con nuevos poemas. Es un<br />
título ilustrativo de lo que contienen las páginas. ¿Por qué le puso así?<br />
Una de las kratofanías fulgurantes de mayor densidad ante la que mi espíritu ha<br />
estado expuesto es la mirada del jaguar: su poder magnético, a un tiempo seductor<br />
y paralizante, parece brotar de los ojos mismos de la Gorgona. La corpulencia<br />
del corazón del monte avanza entre los árboles con elegante silencio, su piel manchada<br />
enigmáticamente cubre y aprieta una masa de músculos con rayo. Y frente al<br />
cielo estrellado de su piel, su poderosa cabeza en la que flotan los ojos como dos<br />
astros repletos de sol líquido. Nuestro tigre americano, aunque de talla un poco<br />
menor, siempre me ha parecido más elegante, más seductor, más fascinante, más<br />
poderoso y más bello que el mismo tigre de Bengala. Me gusta verlo así: el jaguar<br />
como una especie de Gorgona macho. Cuando supe que aquel mi primer libro lleno<br />
de fanopeas terrenales, de imágenes de fauna y flora mezcladas con la sangre de la<br />
infancia, no tuve que pensarlo: tomé un verso del poema que abre el libro (“un ojo<br />
de jaguar daría de pronto certero con la imagen”) y tuve el título. Aquel puñado de<br />
páginas rescataba para la poesía lo que en la realidad perdíamos, y el título me<br />
parecía el enigma que el contenido tendría que resolver. Era un título ambicioso<br />
pero me responsabilicé de tal ambición. El libro ha crecido con los años como<br />
criatura viva. En cada nueva edición se le han sumado nuevos poemas de la misma<br />
estirpe, de la misma familia espiritual, escritos con la misma sangre. Se ha editado<br />
seis veces desde su primera aparición en Punto de Partida de la UNAM, hasta su<br />
inclusión en El ser que somos, la antología española que acaba de publicar<br />
Renacimiento. Se acerca ya a los quince mil ejemplares y da gusto saber que tiene<br />
lectores.<br />
En sus versos usted cita la lengua de los abuelos. ¿La siente suya y la habla de alguna<br />
manera?<br />
En ese poema (“Invocación”) me refiero a la lengua española, la lengua en la<br />
que hablo, en la que escribo y en la que sueño. En la dialéctica del poema aludo<br />
tanto al idioma y su sabiduría acumulada en siglos como a mi lengua personal,<br />
física, la que está en la cavidad bucal y a la que pido hablar con verdad. Aunque<br />
nací en Chiapas soy hijo de mestizos por varias generaciones y no hablo, desafortunadamente,<br />
ninguna de las lenguas derivadas del maya. De niño aprendí unas<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
cuantas palabras y frases en tzeltal para comunicarme en términos muy elementales<br />
con trabajadores del rancho o con mercaderes indígenas del pueblo, pero no pasé<br />
de ahí. Dejé mi pueblo a los once años para hacer vida de estudiante a San<br />
Cristóbal de las Casas, donde las etnias hablan tzotzil. Ahí me pasó lo mismo, o<br />
menos: aprendí unas cuantas palabras y frases sueltas. Mi mujer, arqueóloga, estuvo<br />
aprendiendo maya por un tiempo y yo la veía con cierta envidia e interés, pero el<br />
ritmo de mi vida actual no me permitió pasar de ahí.<br />
Su ciudad natal es Ocosingo. Vuelve una y otra vez a sus poemas. ¿Qué representa<br />
para usted?<br />
Aquel pueblo de tres mil habitantes en que viví de niño, con agua por todas partes,<br />
con cafetales y grandes huertos de naranjos y cítricos diversos, ha sido afeado<br />
hasta la náusea por el progreso que lo maquilló grotescamente y acabó casi con todo.<br />
¿Qué representó para mí? Literalmente el paraíso, el trato directo e inmediato con<br />
los elementos. Dentro de ese paraíso había otro. “El paraíso” se llamaba la finca de<br />
mis tíos abuelos en el segundo valle de Ocosingo y el sitio era lo que su nombre<br />
indica en las mitologías: el huerto florido y placentero con río cristalino que brotaba<br />
allí mismo y árboles generosos cargados de fruto. Bajo los mameyes y otras<br />
sapotáceas había cacao, cafetos y pomarrosas. Florido, dije, y sí: con gran diversidad<br />
de orquídeas y palmas y mariposas, y con abundantes serpientes, insectos,<br />
peces de río, aves y felinos grandes. Mi pueblo era la puerta de entrada a lo que fue<br />
la gran Selva Lacandona cuando aún era merecedora de su nombre y, como se<br />
sabe, ahí se genera uno de los sistemas hidrográficos más importantes del país, el<br />
sistema Jataté-Usumacinta. De modo que los ciervos, los jabalíes, los tepescuintles,<br />
los armadillos, las guacamayas y el relámpago verde de los loros eran cosa cotidiana<br />
en los ranchos inmediatos al pueblo y de ahí en adelante. En el paraíso se ubica<br />
el Árbol del Conocimiento y eso comenzaba en la huerta de mi propia casa. Ahí<br />
me fue dado empezar mi aprendizaje de los misterios.<br />
Está en poemas y versos la presencia de los padres. Por su padre parece sentir orgullo<br />
(“Siempre!”) y por su madre una honda ternura (“La casa sola”). ¿Cómo los<br />
recuerda? ¿Cómo evoca aquel mundo de infancia y adolescencia en un orbe de cuentos<br />
orales, leyendas y supersticiones?<br />
Los veo como la fortaleza y la dulzura, como el roble firme y la poza a<br />
mediodía: la razón y la emoción, la disciplina y el amor, la información y la memoria,<br />
el progreso y la tradición. Fuimos seis hermanos y mis padres hicieron todo lo<br />
que estuvo en sus manos por hacer de nosotros gente de bien. Una imagen: paseo<br />
a caballo con mi padre rumbo al cafetal grande: él monta en El Tenampa, un<br />
caballazo blanco, y yo monto en El Tzapo, un retinto bajito y sorprendentemente<br />
grueso. Atravesamos un potrero bajo el sol. Cuando nos aproximamos al comienzo<br />
del cafetal, me muestra un imponente árbol de jobo que llena la mañana con su<br />
aroma inolvidable. Nos detenemos a juntar jobos amarillos en un morral. Otra imagen:<br />
mi madre me lleva a San Cristóbal para iniciar la vida estudiantil fuera de casa<br />
apenas a los once años. Vamos en avioneta a Comitán. Por la tarde tomamos el<br />
autobús rumbo a San Cristóbal. En una semana mi madre me instala, me inscribe<br />
m i s c e l á n e a 111
112<br />
en la escuela, me compra los útiles, me presenta con el director, me llevan al grupo,<br />
me bendice, se despide, me besa. Yo me quedo con cierta ansiedad controlada,<br />
pero a la hora del recreo oigo el claro rumor de la avioneta del capitán Luna en la<br />
que va mi madre de regreso al pueblo. No volveré a verlos sino diez meses después.<br />
Tomo conciencia del desprendimiento. El ruido de aquel motor me atraviesa<br />
como una lanza.<br />
En un tiempo en que no había carretera, mis padres siempre estuvieron<br />
pendientes de nuestra formación. No había secundaria en el pueblo y por eso<br />
había que ir a San Cristóbal. No había universidad en Chiapas y por eso había que<br />
venir a la ciudad de México. De los once años en adelante sólo vi a mis padres en<br />
las vacaciones. No pasé con ellos mis crisis de adolescencia y juventud, de modo<br />
que nuestros encuentros fueron siempre entrañablemente amorosos.<br />
El tiempo de la infancia en un pequeño pueblo del trópico selvático es luminoso<br />
durante el día, pero es de oscuridad y constelaciones durante la noche. La<br />
planta de luz eléctrica del pueblo comenzaba a las seis de la tarde y se apagaba a las<br />
diez de la noche, pero no siempre: a veces se descomponía la ruidosa maquinita<br />
aquella y la oscuridad, las sombras y los densos follajes con sonidos de animal nocturno<br />
eran propicios para cuentos de espantos y apariciones, y para leyendas como<br />
las de “El sombrerón”, “El cadejo” y “La mala mujer”. Algunas de esas atmósferas<br />
están en Ojo de jaguar. Las de adolescencia están más en Cuadernos contra el<br />
ángel y en Corazón del monte.<br />
Usted ha hecho vivir, en versos de tersura y cadencia, aun con nombres propios, la<br />
naturaleza chiapaneca: selva, volcanes, montañas, árboles, ríos. Parece haber recorrido a<br />
pie, a caballo y en barcas el estado de Chiapas. ¿Qué le da la naturaleza de su estado<br />
natal?<br />
Me dio el sentido de la poesía y luego todo el sentido de la vida: el contacto con la<br />
naturaleza (con minúscula) me puso al servicio de Deméter, la magna madre Naturaleza<br />
(con mayúscula). Si dejamos de honrarla, ella deja de cumplir su función<br />
bienhechora y se acaba la vida vegetal. Sin ésta se acaba la vida animal, y sin ambas,<br />
se pone en riesgo la vida humana. Amenazada la vida humana se pone en riesgo<br />
también la existencia misma de los dioses. Esto me dijeron los misterios poéticos<br />
de Eleusis muchos años más tarde, gracias a la cultura; pero todo había comenzado<br />
en el contacto directo con los ríos, con la tierra, con el fuego y con el viento con<br />
los que me tocó dialogar de niño en la tierra natal. De modo que mi pueblo fue el<br />
cuaderno de apuntes de mi ontología personal y mi laboratorio de experimentación<br />
en carne viva de que la violación de los misterios produce monstruos.<br />
Si cuando tenía 29 años hablaba de lo que fue y se fue, ¿qué siente ahora a los 56,<br />
que la destrucción de la naturaleza en Chiapas es avasalladora?<br />
En Chiapas, en México y en el resto del planeta… A veces siento desolación<br />
pero no me dejo llevar por ella. Me sobrepongo y siembro y escribo y rescato y<br />
hago conciencia. Siembro aunque otros destruyan. Estoy cultivando ahora un<br />
bosquecito de bambú que espero dure por lo menos un siglo. Ahí va mi proyecto,<br />
paso a pasito. Mi cabaña de Chiapas se ha convertido en una montañita, un<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Foto: JAL<br />
Efraín Bartolomé y Guadalupe.<br />
pequeño territorio selvático con ceibas, cedros, sapotáceas y ramones. Creo que ya<br />
es el único manchón verde en la parte alta del pueblo, pero si no lo hubiera hecho<br />
no habría ninguno. Con eso creo honrar el misterio central de la poesía. Vivo de<br />
esa manera y un día, de pronto, cuando menos lo espero, la experiencia se transforma<br />
en poema.<br />
Usted ha visitado y escrito asimismo sobre las ruinas de las ciudades mayas. ¿Cómo<br />
siente usted su pasado prehispánico?<br />
Como un tesoro con el que no sabía que contaba. Empecé a leerlo a partir de<br />
los 25 años. Estaba ahí desde siempre e incidía en mi alma pero no lo veía. No, al<br />
menos, con la luz de la razón. Se aparecía en los sueños pero la vigilia parecía<br />
obviarlo. La poesía me ha ayudado a integrar ese pasado a mis emociones.<br />
¿De quién se siente cerca y quién lo ha influido de los poetas chiapanecos?<br />
He leído bien a mis paisanos y me siento cerca de todos los que con algunos de<br />
sus versos han pulsado notas de mi laúd interno y me han producido emociones<br />
hondas. Puedo citar desde Rodulfo Figueroa y Héctor Eduardo Paniagua, hasta los<br />
más jóvenes, pasando por Daniel Robles Sasso, los Espigos y Joaquín Vázquez<br />
Aguilar. Me siento cerca de Sabines, Rosario Castellanos y Enoch Cancino<br />
Casahonda.<br />
Pero para usted la gran ciudad, en este caso la ciudad de México, la ha mirado a la<br />
inversa de la naturaleza, como la pérdida del paraíso, como imágenes sucesivas de una<br />
pesadilla de la que no se puede huir. Sin embargo sólo ha escrito un libro sobre ella<br />
m i s c e l á n e a 113
Foto: JAL<br />
114<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
(Ciudad bajo el relámpago) y de eso ya datan 25 años. ¿Ve a la ciudad de México<br />
como un descenso al infierno?<br />
Toda urbe es eso: lo contrario del paraíso, el sitio de la condena, la Venus de las<br />
Cloacas. Y mientras más desmesurada, más letal. Díganlo si no, y por lo pronto, el<br />
cielo sucio, el aire irrespirable, los ríos que llegan más o menos limpios y se van<br />
contaminados y pestilentes, el gran canal, los lagos desecados, la tierra estéril y asfixiada<br />
bajo el asfalto, los tiraderos de basura, la neurosis, el crimen, el tianguis<br />
interminable, el consumismo, la delincuencia, el temor, el tráfico y los plantones…<br />
Cuestan muy caros los palacios, las universidades, los museos, la gastronomía,<br />
la industria y la gran arquitectura. De todos modos, miro de frente estas<br />
realidades y las acepto, pero no dejo de reaccionar ante ellas con desagrado.<br />
Gran parte de su poesía está marcada por el deseo. ¿Qué ha significado para usted<br />
la mujer? ¿Cómo lo marca en su poesía?<br />
Dios es mujer, dice el rumor entre los siglos. Por el amor humano he llegado al<br />
divino, dijo Rubén Darío, pararrayos celeste. Eso me ha pasado. Mi primer temblor<br />
ante lo femenino se dio a una edad en que aún no disponía de palabras para<br />
nombrarlo. Para mí han encarnado en lo femenino el agua, la tierra, la montaña, la<br />
noche, la mujer, el alma. Maravillas del monte, el viento ardiendo entre los ocotales,<br />
el fuego sobre los cerros, el poder de la diosa hablando desde la transparencia<br />
del agua, la noche pronunciando constelaciones. Esa convivencia cotidiana con los<br />
elementos debió producir incisiones, estigmas y cicatrices en mi alma infantil.<br />
Desde entonces, entre los cinco y los nueve años, recuerdo mi temblor ante lo<br />
femenino humano, el quinto elemento: el misterio encarnado en la belleza de ciertas<br />
mujeres (niñas, adolescentes, hembras en plenitud). La clara percepción de un<br />
dulce misterio en cuya presencia mis emociones se agudizaban y me llevaban del<br />
deslumbramiento a la parálisis. Creo que descubrí la poesía por el lado luminoso<br />
del mundo. En cuanto pude comencé a interrogar esos misterios y a lo largo de mi<br />
vida he sido un oficiante dedicado y gozoso.<br />
Usted ha estado cerca del elemento tierra, pero ante todo del fuego. Su poesía está<br />
llena de soles, relámpagos, resplandores, luces, destellos, llamas, oros. El oficio del<br />
poeta es para usted el de arder y así tituló, con un verso suyo, su poesía reunida<br />
(Oficio: arder). La escritura del poeta debe ser de fuego. ¿Ve usted el mundo como una<br />
gran llamarada?<br />
No exactamente. Lo veo como un fluir constante de energía viva en los tres reinos:<br />
el mineral, el vegetal y el animal. Lo veo como un horno o como una fuente<br />
de lava no violenta. También como una fogata con tres piedras: con tizones,<br />
brasas, llamas y ceniza. El fuego puede cocer nuestro pan, hablar con nosotros, iluminarnos,<br />
acompañar el amor, ser alivio contra el frío, ser el corazón de la casa —<br />
el hogar—, pero también puede ser, si se le descuida o se le trata sin respeto,<br />
presagio del incendio que lo devore todo.<br />
Una recurrencia en sus poemas —como en Baudelaire, Rilke, Alberti, Drummond,<br />
Owen, Lizalde y Roca— es el ángel. Pero usted escribe por él, con él, contra él. ¿De<br />
m i s c e l á n e a 115
116<br />
dónde le vino la imagen o idea? ¿Qué significado tiene el ángel en su poesía?<br />
En mi visión el ángel es más bien una figura antipática: siempre lo he visto<br />
como el servidor del dios masculino. Apareció por primera vez en mis poemas en<br />
un libro de luto llamado Cuadernos contra el ángel. Se trataba de una protesta y de<br />
una defensa ante la artera pedrada en el sentido que fue mi primera experiencia<br />
con la muerte, la pérdida de la mujer amada, poco antes de que yo cumpliera 35<br />
años. Para afirmarme en el mundo tras aquella sacudida lancé imprecaciones contra<br />
todo. Poco a poco se fue asentando en mí una especie de nueva certidumbre, la<br />
que me daba el escudo de oro del orgullo poético: el poeta al servicio de la diosa y<br />
contra los dioses masculinos y sus servidores. El ángel como alguien contra el que<br />
había que luchar.<br />
En sus dos oficios, como psicoterapeuta y como poeta —recuerda Juan Domingo<br />
Argüelles— halla como fin último la emoción.<br />
El poeta es un artista, un experto en el arte de atrapar emociones en esos<br />
artefactos verbales llamados poemas. El psicoterapeuta efectivo es un científico<br />
que usa métodos y técnicas de la psicología para ayudar a las personas a manejar<br />
mejor sus dificultades de tipo emocional. La herramienta principal en ambos casos<br />
es la palabra. Siempre me gusta recordar cuando hablo con los jóvenes que en la<br />
formación de los antiguos bardos era fundamental que llevaran a cabo una labor<br />
curativa en su sociedad: la de médico físico, la de intérprete del Oráculo o la de<br />
intérprete de sueños. La razón de la tarea era estar en contacto con la emoción<br />
humana, la más compleja de todas las formas de comportamiento puesto que<br />
incluye cambios bioquímicos, reacciones viscerales y glandulares, pero también sensopercepciones,<br />
acciones, y la intervención de procesos superiores como la imaginación<br />
y el pensamiento. Me formé como un científico del comportamiento<br />
humano, pero el conocimiento que sobre las emociones me ha aportado la poesía<br />
ha sido definitivamente invaluable, incluso en el trabajo psicoterapéutico.<br />
Cuando habla del sabio azar y del cuidadoso azar, ¿piensa que el azar en la vida es<br />
más importante que el libre albedrío? ¿El azar tiene una función en la poesía?<br />
Tengo la sensación de que en el delicado equilibrio de estos reinos (azar y libre albedrío)<br />
está el secreto de toda sabiduría. Cuando me levanto con mirada optimista<br />
la balanza se carga nítidamente hacia el libre albedrío, pero muy pronto la sabia<br />
realidad y sus intrincadas leyes nos muestra el espejo de sus enigmas. Entonces<br />
vuelve la nivelación. Cuando sucede lo contrario, cuando despertamos y pisamos<br />
la mañana con botas pesimistas, nos da por sentirnos regidos por los hilos de un<br />
destino inexorable e inapelable. Pero muy pronto, también, nuestro socrático<br />
demonio interno —¿el libre albedrío?— nos recuerda al oído las palabras de<br />
Protágoras: el hombre es la medida de todas las cosas, o las de Epicteto: el hombre<br />
no se perturba por las circunstancias sino por lo que piensa de ellas. Entonces, una<br />
vez más, se restaura el equilibrio. Como adulto consciente creo ahora, pues, en un<br />
control recíproco entre azar y libre albedrío.<br />
Sobre la función del azar en la poesía, creo que ahí es donde el fiel de la balanza<br />
muestra sus mayores oscilaciones: las emociones surgen muchas veces ante<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
acontecimientos programados, por lo que bien podríamos llamar la cuidadosa<br />
casualidad. Los acontecimientos se cruzan en nuestro camino y el libre albedrío<br />
decide que respondamos ante ellos con un brote neurótico o con un acto de<br />
creación: un poema, por ejemplo: un conjunto de palabras que atrapa mágicamente<br />
la emoción y la deja cifrada y lista para revivir cuando entre en contacto con<br />
una sensibilidad entrenada.<br />
¿Usted cree en la inspiración o en el trabajo?<br />
Con respecto al trabajo y la inspiración creo, desde la raíz de mi alma, que los<br />
poemas que valen la pena son los inspirados, los producidos en ese estado alterado<br />
de conciencia en que la sensorialidad se agudiza hasta el electrizamiento y el<br />
zumbido. Cuando flotan alrededor de la cabeza las palabras como abejas. Entonces<br />
podemos mirar imágenes reveladoras con el ojo de la mente y encontrar extrañas<br />
relaciones y nuevos sentidos entre las cosas. Entonces las palabras brotan una junto a<br />
otra con una carga capaz de producir en quien las lea una emoción similar a la<br />
emoción que las generó. Eso es la comunión espiritual a la que aspiro y a la que<br />
creo que aspira la poesía que perdura. Lo demás es literatura… para aprovechar la<br />
consonancia.<br />
Pero no demeritemos el trabajo. Es necesario trabajar pero hay que hacerlo<br />
antes y después de la escritura del poema. Antes, formándose, conociendo la tradición,<br />
dominando los secretos del arte. Después, usando el otro extremo del lápiz…<br />
Todo eso hay que hacer para que cuando la diosa diga: “¡Ahora!”, estemos listos para<br />
que el espíritu entre en nosotros. Ese espíritu, aliento, viento, vida, es la inspiración.<br />
Dicho de otro modo: hay que prepararse para merecerla. Desde luego, sigo teniendo<br />
claro que algo que ciertamente no se nombra con la palabra azar rige estas<br />
cosas, como bien dijo aquel señor que ambos, usted y yo, admiramos.<br />
“Todo me lo ha dado la poesía”, dice usted en algún momento. Parece tener una<br />
gran fe en la misión del poeta y en la función de la poesía. ¿Cómo detallaría eso?<br />
Mi sensibilidad, mis facultades perceptuales, mis habilidades cognoscitivas, mi<br />
capacidad de imaginación y de pensamiento, mi actuar en el mundo, el<br />
conocimiento de mí mismo, de los seres humanos y del planeta en que vivimos,<br />
mi historia y la historia, mi actividad profesional, mi forma de vivir y de amar, mi<br />
manera de entender el mundo y, en suma, el sentido de la vida, han sido generados,<br />
procesados, reprocesados, moldeados o transformados al pasar por el tamiz<br />
de oro de la poesía. Definitivamente creo que de esa manera se refina la materia<br />
bruta que somos y nos lleva de los estadios narcisistas a un vivir responsable y<br />
gozoso en el mundo. Creo que el alma humana es importante y creo que la función<br />
de la poesía es hacer que los hombres redescubran su alma. Por eso creo en sus<br />
poderes y en la misión del poeta. Creo tanto en eso que le he ofrendado mi vida.<br />
¿Usted cree que el poeta es un elegido, una ave exótica, un ser común y corriente o<br />
un ser improductivo y desechable?<br />
Puede ser todo eso y más. Cuando pensamos en Homero, en Baudelaire, en Rubén<br />
Darío, en Antonio Machado, en Blake, en Pessoa, en Díaz Mirón, entre otros,<br />
m i s c e l á n e a 117
118<br />
MOISÉS RAMÍREZ<br />
para ti no soy poeta<br />
soy tu flaco<br />
estos zapatos sucios<br />
los tirantes / el peinado de ladito<br />
esa fotografía que encontraste en el cajón<br />
no soy poeta<br />
soy un cigarro una canción en tu memoria<br />
una copa de vino / el cierre de tu falda<br />
y dos o tres poemas con tu nombre<br />
cuando pongo en la mesa un verso nuevo<br />
para leértelo a la hora del café<br />
no es por oficio o rabia o por amor<br />
/ es porque sí<br />
o porque no / o todo junto<br />
después de todo<br />
quién quiere ser poeta<br />
salir en el periódico<br />
cuando se puede ser tu flaco<br />
sin buscar a todas horas<br />
la palabra<br />
si el ritmo son tus manos<br />
tu mirada<br />
que los que miren esto<br />
me digan como quieran<br />
yo soy tu flaco<br />
el que usaba tirantes<br />
y lo peinaban de ladito<br />
yo me pienso un hombre como todos<br />
pero me sé dejado de la gracia<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
de un dios<br />
o de un amigo<br />
o mi mujer que hará yo no sé qué<br />
por alegrarme<br />
cuando me vea desesperado<br />
por definirme lo que soy /<br />
soy una tarde de mi infancia<br />
jugando a las batallas<br />
al desfile con mi hermana<br />
un tambor una bandera<br />
y esta caja que los guarda<br />
/ soy la tarde en bicicleta<br />
o el barquillo o la paleta<br />
o los naipes en la casa de una prima<br />
que no era en realidad mi prima sino mi muy amiga<br />
o compañera o como novia sin saberlo<br />
a esa edad nos importaban otras cosas<br />
y eso éramos<br />
sin cuestionarnos por el mundo<br />
por las cosquillas que sentíamos al vernos<br />
o las que yo sentía por lo menos<br />
/ entonces no me preocupaba<br />
entonces me pensaba un niño como todos<br />
Generación red<br />
Nacimos en los años<br />
del muro y su caída<br />
vieja pared del arrabal<br />
en un país anclado a los progresos<br />
tiempo sin héroes<br />
vivimos una infancia de robots<br />
karatecas / Abbey Road<br />
Nosotros los de entonces<br />
no conocemos la complejidad las palabras<br />
m i s c e l á n e a 119
120<br />
no hablamos alegorías<br />
decimos nada<br />
¿quién va a querer saber<br />
de las abuelas y los siete años /<br />
de los rincones de la casa que huelen a humedad<br />
a libros viejos /<br />
quién va a querer saber<br />
de la top model que piensa / en Neruda y Gardel<br />
si ya no hablamos<br />
de pilotos celestes ni de patrias<br />
de dioses que se fueron<br />
del instante o las musas?<br />
ying sin yang<br />
big sin bang<br />
nuestra poesía es más que cut & paste /<br />
no escribimos el paso del tiempo<br />
/ creemos en la poesía que está fuera del poema /<br />
escribimos su derrota<br />
Fashion System<br />
1<br />
la desnudez no sabe nada de los kilos<br />
de los escotes<br />
el look hipersexual<br />
la elevación del busto los cosméticos<br />
las cintas del tobillo y su delirio otoño-invierno<br />
los pájaros su danza<br />
de plumas decantadas sobre el hombro<br />
las borlas de hilo zigzagueante<br />
ubicuo desteñido apuñalado<br />
París Milán Cibeles Nueva York<br />
tu propia casa /<br />
ah<br />
pezones provocados por la seda<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
en el encaje<br />
serpeante<br />
la desnudez no sabe<br />
no sabe<br />
claridad<br />
suavidad de mariposas<br />
en los ojos<br />
2<br />
la verdadera alquimia es el pinchazo<br />
las cremas adecuadas / un sorbo de prozac<br />
para olvidar un poco el medio ambiente<br />
la paz mundial el show la celulitis<br />
y el código de barras y los labios<br />
3<br />
te miras<br />
te miras sin tu cuerpo y sin tu rostro<br />
te miras en la punta de la aguja<br />
te miras en el líquido metálico<br />
te miras en los párpados abiertos<br />
te miras en el labio ensangrentado<br />
te miras en la curva de tus pechos<br />
te miras en las luces del espejo<br />
te miras y eres tú pero sin serlo<br />
te miras en la piel de la cortina<br />
te miras en los ojos que te miran<br />
te miras en los pasos matemáticos<br />
te miras en la ráfaga del flash<br />
te miras sin ser tú pero ya siendo<br />
Moisés Ramírez. Morelia, 1984. Estudió la licenciatura en lengua y literaturas hispánicas en<br />
la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha colaborado en publicaciones colectivas,<br />
en <strong>revista</strong>s y suplementos del país y del extranjero. Ha organizado y promovido encuentros<br />
de literatura en la Escuela de Letras de la misma Universidad.<br />
m i s c e l á n e a 121
122<br />
Benjamín<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Benjamín Domínguez en su estudio, 2007. Foto: JAL<br />
Domínguez<br />
Sintaxis de lo insólito<br />
JOSÉ ÁNGEL LEYVA<br />
La trayectoria de Benjamín Domínguez (Ciudad Jiménez, Chihuahua, 1942)<br />
transita por diversos momentos iconográficos que, poco a poco, se hunden en el<br />
universo onírico donde él adquiere carta de pertenencia. Naturalezas muertas,<br />
alacenas, trasteros, telas con todos sus pliegues y bordados, monjas floridas, personajes<br />
flamencos y renacentistas en convivencia con sujetos del mundo contemporáneo con<br />
todo y sus utilerías, desde la familia de los Arnolfini hasta un elenco fabuloso de ángeles y<br />
demonios que juegan a un ilusionismo convincente. La pintura de Benjamín Domínguez<br />
elabora escenas cargadas de dramatismo, escenografías y atuendos caprichosos a<br />
la vez que seductores y sugerentes. La magia, el sueño, el tiempo, el gesto, el símbolo,<br />
aderezados con salpicaduras de surrealismo, conforman la sustancia expresiva del artista<br />
que apuesta al virtuosismo de la técnica y a la imaginación. La obra de Benjamín<br />
Domínguez suele mostrar una fuerte carga hiperrealista entreverada con el poder de su<br />
paleta. Colores —especialmente rojos y dorados— y texturas al servicio de un juego de<br />
imágenes emblemáticas y objetos dotados de un carácter propio ensamblan un discurso<br />
barroco, seductor, elocuente. La filigrana plástica de Domínguez entra en conexión<br />
con el deseo del cuerpo y su extrañeza, plasma literariamente sus pieles y sus lienzos,<br />
genera una sintaxis donde lo insólito invoca los sentidos. Esta es nuestra conversación.<br />
<br />
Benjamín, tienes un discurso visual muy identificable, además de una paleta y un estilo<br />
muy definidos. ¿Cómo descubriste e iniciaste tu trabajo en ese sentido?<br />
Estuve mucho años sin pintar, navegaba a la deriva sin tener una idea de quién<br />
era yo. Un día aprendí a leerme a mí mismo. Durante mucho tiempo estuve<br />
acumulando conocimiento y enriqueciendo la calidad de mi espíritu. Descubrí que<br />
en mi interior convivían varios personajes que formaban parte importante de mí.<br />
Supe entonces lo que tenía que pintar, descubrí mi propio lenguaje. Con éste he<br />
pintado durante cuarenta años mi propia historia.<br />
m i s c e l á n e a 123
124<br />
El flamenco antiguo, el surrealismo, el hiperrealismo, el simbolismo son o<br />
aparentan ser componentes de tu universo icónico. ¿Qué referentes, presencias o escuelas<br />
reconoces en tu obra?<br />
Nací en un pueblo surrealista, cerca de la Zona del Silencio, entre Chihuahua,<br />
Durango y Coahuila. Crecí sobre el antiguo fondo de un mar, el mar de Tetis.<br />
Rodeado desde chico de fósiles marinos milenarios, tuve siempre la certeza de vivir<br />
dentro de un sueño. Los habitantes del desierto crecemos con la sensación de no estar<br />
completamente despiertos, vivimos en esa ensoñación que provocan los horizontes<br />
infinitos. De ahí viene mi fascinación por lo fantástico, que es la primera característica<br />
de mis cuadros, todo viene de ese pueblo y de mi infancia. Reconozco una<br />
gran influencia de la pintura flamenca, que me parece profundamente contemporánea,<br />
igual que la pintura barroca, la cual me ha permitido estudiar el interior<br />
atormentado del hombre moderno. Llegué al sadomasoquismo estudiando la imagen<br />
barroca íntimamente. Esta imagen es espiritual pero está siempre bordeando los<br />
límites de una violencia inaudita. Caravaggio, El Greco, Jan van Eyck, Membling,<br />
Roger van der Weiden son pintores que influyen directamente en mi pintura.<br />
Has transitado por diversos épocas pictóricas. ¿Cómo las definirías y describirías? Me<br />
refiero a que tu trayectoria y el proceso de definición de un discurso propio te ha colocado<br />
en momentos específicos de actitud frente al arte, de disposición y de interlocución<br />
con tu obra.<br />
Dialogar con el cuadro es parte del placer del artista plástico, crea una<br />
comunicación primero con el espacio vacío de la tela que te propone infinitas<br />
probabilidades de movimiento para ubicar tus personajes. El diálogo es continuo,<br />
aquel espacio blanco es el umbral del laberinto que guarda en el centro el mundo<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
real o fantástico de la idea. No creo en el arte antiguo y moderno; el arte es continuo<br />
y es posible hablar con el lenguaje de hace quinientos años, en un diálogo<br />
completamente contemporáneo. Los historiadores y los críticos han conceptualizado<br />
el discurso del arte en cada época y escuela para clasificarlo. Sin embargo, artistas<br />
como Bill Viola (videoasta) se basa en la obra de Fra Angelico y Giotto para realizar<br />
sus videos. Picasso creó los fundamentos del arte moderno conversando con el<br />
lenguaje del arte africano antiguo. Yo hice video con la idea de Jan van Eyck.<br />
m i s c e l á n e a 125
126<br />
Las temáticas son también planos en los que te has movido, has abrevado y has<br />
desplegado muchos días de trabajo intenso: las monjas, naturalezas muertas de diversa<br />
índole, los Arnolfini, escenas donde lo antiguo y lo moderno se superponen o se conjugan,<br />
y ahora el dolor, la tortura, el masoquismo. ¿Cómo y por qué has elegido dichas<br />
temáticas o cómo éstas te han elegido a ti?<br />
Casi todas esas temáticas responden a experiencias personales. La mayoría son<br />
de mi infancia y juventud. El surrealismo me llegó con la primera novia. Ella trabajaba<br />
en una feria de pueblo representando a la mujer araña; yo siempre la vi con su<br />
traje de arácnido seduciendo a los espectadores con su mirada provocadora y su voz.<br />
Me cautivó su condición surrealista. Con el tiempo, mis pinturas acusaron mucho<br />
de la magia que ella representaba.<br />
La obsesión por los tatuajes viene de mi padre, quien tenía un tatuaje en el brazo,<br />
y de un amigo que llevaba todo el cuerpo tatuado y me dio a leer el libro de Ray<br />
Bradbury, El hombre ilustrado.<br />
El Laocoonte, un personaje que he pintado continuamente durante veinticinco<br />
años, lo conocí en la feria del pueblo como un encantador de serpientes, después<br />
lo vi en un cuadro del Greco y, por supuesto, en el libro Laocoonte, de Efraim<br />
Lessing, que fue fundamental en mis lecturas de adolescente.<br />
Las “adivinadoras” de los gitanos —o húngaros, como les llamábamos—<br />
plantaban sus carpas en esa zona del desierto cerca de la casa de mis padres. Yo crecí<br />
con los hijos de estos gitanos; de ahí vienen varios temas como “las cuatro edades”,<br />
“los cinco sentidos”, “las gitanas adivinadoras”. De los circos que llegaban a mi<br />
pueblo tomé los temas de las levitaciones y de los magos.<br />
El dolor, la tortura, el sadomasoquismo, son la culminación del estudio que<br />
hice de la imagen barroca; de la fastuosidad y el lujo pasé al color de la penitencia<br />
infinitamente cruel, como los Cristos de los siglos XVI o XVII.<br />
El cine es un lenguaje visual que te apasiona. ¿Cómo lo vinculas con tu obra?<br />
¿Quiénes son esos directores cinematográficos o con qué filmes te sientes identificado?<br />
Aprendí a pintar en el cine de mi pueblo. A los trece años de edad anunciaba las<br />
películas en grandes planos de madera con pinturas rústicas. En éstas desfilaron los<br />
grandes artistas del cine, recreados por mi pincel. De niño no sólo aprendí a pintar<br />
sino a conocer el lenguaje del cine. Veintisiete años después, en el Palacio de Bellas<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Artes, expuse una de las más importantes colecciones de pintura, Veinte variaciones<br />
sobre el matrimonio Arnolfini de Jan Van Eyck, imaginadas como una<br />
secuencia cinematográfica dentro de una habitación llena de símbolos: una pareja<br />
hombre-mujer se ama, se odia, se destruye en una sucesión de cuadros que narran<br />
la historia de la pareja en dicha serie, en la cual está presente el cine, la literatura, la<br />
poesía, el simbolismo, el surrealismo, el barroco, etcétera.<br />
¿Y el dibujo?<br />
El dibujo es fundamental para cualquier artista, es la base que sostiene la solidez<br />
del cuadro. Aun en el cine se necesita una historia dibujada, casi todos los directores<br />
delineaban el carácter de sus escenas en un cuaderno de dibujo. Para mí, dibujar es<br />
como escribir, narrar un cuerpo o un paisaje con aquella línea simbólica que<br />
anuncia el suceso que está a punto de acontecer. En sí mismo, el dibujo es una<br />
obra con sus propios valores y características únicas<br />
¿Cuál es el grado de dificultad que representa la elaboración de tus cuadros?¿Cómo<br />
asumes su complejidad o su sencillez?<br />
El grado de dificultad que representa la solución de un cuadro tiene que ver con<br />
lo que tienes que decir. Yo tengo mucha información que me facilita la elaboración<br />
de las pinturas, nunca he tenido dificultad para encontrar tema. La técnica, el<br />
cómo pintar, lo facilita porque tiene reglas mínimas que te permiten resolver<br />
cualquier problema. No soy un artista atormentado.<br />
La literatura es otra de tus pasiones, no sólo como lector sino como autor de historias.<br />
¿Piensas que estos dos lenguajes y disciplinas se digan algo entre sí? ¿Cómo conviven en<br />
tu caso?<br />
Mi pintura es profundamente literaria, narra historias, perfila caracteres de<br />
seres que viven en un mundo creado a su medida, son personajes espirituales o<br />
perfectamente instalados en el dolor y que dan testimonio de su presencia. Como<br />
si se tratara de un cuadro con cámaras que fotografían el momento insólito que<br />
están viviendo.<br />
De Rafael Alberti aprendí a profundizar en el interior de los seres luminosos y a<br />
encontrar la parte oscura que los define como hombres ordinarios. Mario Benede-<br />
m i s c e l á n e a 127
128<br />
tti, por el contrario, me enseñó a hurgar en el alma del hombre protervo, ordinario,<br />
y ahí en aquella oscuridad descubrí la luz verdadera de su espíritu: mis ángeles<br />
barrocos con vicios humanos.<br />
Por último, ¿hacia dónde te gustaría orientar tu trabajo plástico? ¿Cuál es la ambición<br />
del artista Benjamín Domínguez?<br />
Tengo un tiempo experimentando con la fotografía y el video. Sin dejar de pintar,<br />
quiero utilizar otros lenguajes para decir lo que quiero comunicar, esto va a<br />
dar otro valor a mi pintura. Llegué al video como una continuidad de mi propia<br />
pintura, mis cuadros tiene la idea de que algo va a suceder. El video servirá como<br />
vehículo para que eso ocurra. <br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Casa vacía<br />
Liberada del peso de las cosas<br />
la casa es apenas su recuerdo:<br />
un cubo inhabitado de memoria,<br />
el vacío escondido tras el eco…<br />
Cuatro poemas<br />
Y el eco, ¿la sombra sonora de qué cuerpos?<br />
Advertencia<br />
Advierto aquí el rastro de otras tribus,<br />
su huella acaso menos cautelosa,<br />
la antigua fe en el orden y el progreso.<br />
Otros pies marcaron ya antes esta arena,<br />
pero ¿qué manos erigieron nuestra ruina en la confianza<br />
en un orbe más ancho y verdadero?<br />
<strong>Ver</strong>dad no es la medida de las cosas:<br />
el mundo no es verdad,<br />
no es ésta su espesor, el fuelle que lo anima,<br />
y aun si fuera el mar la tasa de sus olas<br />
el cielo de este lado se mide por ausencias.<br />
No hay sol que reconozca aquí su sombra…<br />
Yo mismo no adivino<br />
la voz que me impone la marea.<br />
VÍCTOR CABRERA<br />
m i s c e l á n e a 129
130<br />
Inscripciones sobre un muro<br />
Lamparones de vino agrio sobre el mantel de siempre.<br />
En el suelo, hormigas que barren migajas de rencor<br />
me hacen pensar en un insecto estercolero<br />
—Sísifo acorazado—<br />
que empuja cuestarriba su esfera de excremento<br />
(y en lo qué vino a terminar el pan de cada día)<br />
La hiel —de quién— ha escrito en la pared estas frases lapidarias:<br />
The LOVE was here<br />
Aquí estuvo el DE SE O<br />
Habrá que dar<br />
—te digo—<br />
otra mano de pintura.<br />
Mudanza de las cosas<br />
Toda llegada anticipa una mudanza,<br />
cada sangre se sostiene en su latido<br />
—y en ese fluir se advierten los signos del traslado.<br />
Apenas su tosca mansedumbre pisa el suelo,<br />
las cosas urden ya la escapatoria:<br />
en sus vetas la madera traza rutas de salida,<br />
dibuja el tiempo en el tapiz de los sillones<br />
el mapa y la escalera.<br />
No envejece en su sitio la moldura:<br />
madura la ilusión de un nuevo muro<br />
hasta el día en que<br />
—podrido—<br />
cae un fruto del cemento.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Demasiado joven<br />
Hoy amanecí con las manos<br />
ensangrentadas<br />
con el odio entre los dientes<br />
la puerta abierta del suicidio<br />
y la felicidad guardada<br />
en alguna parte de la vida<br />
con la tierra rejuntándose<br />
en las uñas<br />
entregado al sol<br />
con el odio perfecto de dios<br />
A esa niña<br />
Todos hemos visto<br />
caer alguien en el fuego<br />
alguna vez fuimos nosotros<br />
esta es la parte que no me gusta:<br />
recordar los rincones de tu sexo<br />
tus ojos aun permanecen<br />
tendidos sobre tu intacto<br />
dormir<br />
RUBÉN MACÍAS<br />
m i s c e l á n e a 131
132<br />
tú y yo hemos caído<br />
tan solos,<br />
pero ya lo demás duerme<br />
es nocturno como este poema<br />
aquí, dejamos<br />
nuestra ropa tendida en los fracasos<br />
después de todo a nadie le importa<br />
esta noche de vidrios frescos<br />
en la memoria<br />
Carta de un suicida<br />
Todo es recurrente<br />
en el tiempo<br />
el tiempo mismo<br />
es una sombra hambrienta<br />
en los árboles<br />
alguien mastica vidrios<br />
para dominar las ansias de no morir<br />
hablo del tiempo<br />
debajo de los libros<br />
de las calles<br />
que incendian rosas<br />
en los días de polvo<br />
hablo al suicida y a su amada<br />
que no los quema este infierno<br />
Rubén Macías. Ciudad Juárez, Chihuahua, 1982. Estos poemas son de su libro La<br />
contemplación del suicidio.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Poetas de Torreón<br />
Irritilas y Lesbianas<br />
Nos hacemos llamar “Irritilas y Lesbianas”, somos de la Comarca Lagunera<br />
(México,) así que también nos da por llamarnos “Lagunas mentales”.<br />
Más que un grupo intelectual somos una bola de zánganos. Nos gusta<br />
escribir poesía y leerla donde nos dé nuestra regalada gana. No creemos en la<br />
solemnidad, y buscamos la intensidad en el poema. Estamos hartos de la cursilería<br />
y pensamos que para hacer poesía es necesario entregarnos a ella, partirnos la<br />
madre con la vida. Apostamos nuestra vida a cada rato. Hace tiempo que dejamos<br />
de darle importancia a todo aquello que a los demás importa. Como seres<br />
extremadamente egoístas vamos por la vida con una carcajada siempre en la boca.<br />
¿Idiotas? A veces sí, casi siempre, porque como los sufíes creemos en la sabiduría<br />
de los idiotas. Nos burlamos de todo, especialmente de nosotros mismos. Nuestra<br />
propuesta es que carecemos de ella, pueden ser todas o ninguna porque no pensamos<br />
en limitarnos, sabemos de antemano que mañana pensaremos diferente<br />
que hoy. Somos tan inestables que el constante cambio es nuestra única constante.<br />
Esto somos, que los poemas hablen por nosotros.<br />
Fátima Borrego | Ivonne Gómez Ledezma | Adriana Luévano | Sebastián Margot<br />
Noriega | Juan Gerardo Pacheco | Rocío I. Ramírez | Carlos Reyes Ávila<br />
m i s c e l á n e a 133
134<br />
ROCÍO I. RAMÍREZ<br />
El dios de las niñas solas<br />
Aun recuerdo tus ojos verde moco<br />
la impecable Margarita escuchando mis versiones<br />
love me do, eight days a week, ticket to ride<br />
tú vigilando el momento exacto en el school bus<br />
Tenías nueve años Jaime<br />
contubernio con el chofer<br />
y la mirada borrosa como de huevo tibio<br />
Cómo no bajar por la puerta de atrás<br />
cómo no meterte en mis oraciones<br />
diosito que hoy no me agarre la mano<br />
que hoy no me agarre la mano<br />
si yo no sabía qué sentir<br />
Cambiaste mis canciones de autobús<br />
por el áspero juego de evadirte<br />
sentarme con los hermanitos galleta<br />
hacerme la ciega<br />
bajar corriendo la escalerilla<br />
Ay Jaimito ternuras ojitos de gato<br />
hoy sé que la oración fue por ti y a veces<br />
por Margarita mi amiga tu hermana<br />
oración que nunca escuchó el ángel de mi guarda<br />
que jamás atendió el dios de las niñas solas<br />
Yo no sabía qué hacer pero lo hice<br />
Jaime<br />
todavía me arde<br />
aquella cachetada que te di<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
SEBASTIÁN MARGOT NORIEGA<br />
La juerga de los ansiosos<br />
Por la calle vamos tan jotos como borrachos,<br />
cuando a los demás digo:<br />
Esa es la casa donde mi muchachito duerme.<br />
Diecisiete noviembres soñando<br />
lunas y conejos<br />
bajo las colchas que sostienen los escombros<br />
de un hogar.<br />
Si supiera rezar lo haría por él,<br />
le administraría segundos a su asombro y<br />
detendría la bofetada que enloda resplandores.<br />
Pero quién soy yo para amurallar<br />
su espíritu de campo abierto y bicicletas.<br />
Sólo debo conformarme con apretar su mano<br />
entre las multitudes<br />
y apedrear a las parejas que se besan<br />
a medianoche.<br />
Les hablo de él como si fuera mi hijo<br />
y deambulo entre los riscos<br />
de incestuosos relatos.<br />
Jamás inmune a la vulgaridad del deseo<br />
y los pueriles decibeles de un me gusta.<br />
Él aún ignora los planes de recién casado,<br />
los combates en el infinito,<br />
A Moi<br />
m i s c e l á n e a 135
136<br />
las abiertas vitrinas del fracaso.<br />
Toda esa malva marisma en que chapoteamos<br />
bebiendo y bramando.<br />
Es mejor irnos ya, les reclamo,<br />
que nuestras afeminadas voces<br />
son aullidos<br />
y estos salmos prisioneros<br />
no lo deben despertar.<br />
Mañana habrá que levantarnos muy<br />
temprano para volver a ser los mismos.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Ángeles onanistas<br />
también los ángeles se masturban<br />
se gozan, se disfrutan<br />
se envuelven con el río de caricias<br />
de su propio tacto<br />
parecen jóvenes adolescentes<br />
pero son ángeles celebrando tentaciones<br />
porque ellas han visto<br />
que luna adentro de su cuerpo<br />
otra es la corriente que las empuja<br />
que las arrebata<br />
han nacido para el asombro<br />
y la humedad las vence<br />
dicen que no / que ya no más<br />
pero es pronta la ilusión y pum!<br />
la entrepierna es paraíso perdido<br />
frecuencia fértil<br />
exploración y naufragio<br />
reencuentro con la misma carne<br />
comunión más allá de lo etéreo<br />
piel ensalivada de Dios<br />
el deseo de Santa Úrsula sin manto:<br />
celebración de las once mil vírgenes.<br />
que no digan que no<br />
porque la luna lo ha visto todo<br />
porque las playas saben de noches<br />
de altas cimas / peores temperaturas<br />
porque el mar también se excita<br />
porque son mujeres<br />
porque son ángeles<br />
que así mismas se desean.<br />
CARLOS REYES ÁVILA<br />
m i s c e l á n e a 137
138<br />
IVONNE GÓMEZ LEDEZMA<br />
Réquiem por un twist<br />
Mia Wallace hace magia con las nubes:<br />
las pulveriza divide e inhala<br />
y todo el caos del cielo se refugia en su sangre<br />
restos blancos de polvo en su nariz<br />
polvo oscuro aferrándose a sus pies<br />
que caminan detrás de Vincent Vega<br />
para viajar en el tiempo<br />
siempre hay lugar para más nubes<br />
entre cigarros y miradas<br />
entre malteadas y una imposible Marilyn<br />
que resucita para ventilar sus piernas<br />
en la pista de baile se entrelazan dos furias<br />
en un duelo de twist<br />
cada movimiento es un golpe<br />
cada golpe una promesa con la firma de Chuck Berry<br />
con el ritmo se despeina la lealtad<br />
miradas y caderas sellan pactos<br />
que cambiarán por otro baile:<br />
el twist de una jeringa dentro del corazón<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Lo hice<br />
Lo hice<br />
no más sangre cada 28<br />
la mía y la tuya en una sola<br />
lo hice<br />
o mejor dicho<br />
me lo hicieron.<br />
Ironía volátil<br />
Desde que nos vimos<br />
estalló la carcajada<br />
tras cada estupidez<br />
nos volvimos más amigos<br />
después de tantos años<br />
aún no puedo contenerme:<br />
Qué risa<br />
FÁTIMA BORREGO<br />
ADRIANA LUÉVANO<br />
m i s c e l á n e a 139
140<br />
JUAN GERARDO PACHECO<br />
Vestigios de noche y de cerveza<br />
Ella es una calle<br />
por donde pasa el mundo cabizbajo<br />
en su cuerpo hay vestigios<br />
de noche y de cerveza<br />
si calla<br />
el lenguaje pierde su equilibrio<br />
si apenas baja los ojos<br />
los jardines se olvidan de su vuelo<br />
su ausencia funde<br />
las blandas historias de la noche<br />
ella es una hoguera que roza<br />
la niebla<br />
y la distancia.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
CRÍTICA DE LA POESÍA Y DE LOS POETAS<br />
A los poetas de México se les acabó (de nuevo) el espíritu crítico<br />
[esperemos que sólo por este número]
142<br />
uidado! Estamos ante una verda-<br />
¡Cdera escorpina. Nacida el 12 de noviembre,<br />
igual que nuestra atormentada y<br />
enigmática sor Juana, aunque en años diferentes,<br />
Grissel Gómez Estrada asume su<br />
signo astral como un destino, como una<br />
fuerza que marca su temperamento. Así,<br />
el elemento que predomina es Otra vida,<br />
el poemario que nos ocupa, es el agua.<br />
Escorpión es uno de los tres signos zodiacales<br />
de agua, junto con Piscis y Cáncer,<br />
pero si el mar es el líquido que rige a<br />
Piscis y el agua de la fuente es propia de<br />
Cáncer, la que le corresponde a Escorpión<br />
es el agua estancada del pantano. Contraria<br />
a la constante mutabilidad del mar<br />
y a la transparencia quieta del estanque,<br />
las aguas turbias y oscuras, inmóviles y<br />
espesas de Escorpión simbolizan misterio<br />
y peligro. El pantano, ese “Recinto húmedo<br />
/ verde de semen y hongos”, para calificarlo<br />
con palabras de la poeta Grissel,<br />
devora a todo aquel que se atreva a pisarlo,<br />
y en pesadillas y bajo ciertos estados<br />
mentales alterados, corremos el riesgo de<br />
presenciar cómo de allí emergen los monstruos<br />
que respiran dentro de nosotros<br />
mismos, esos seres que alimentan nuestro<br />
subconsciente o aquellos seres que en<br />
nuestro tiempo-espacio convencional ya<br />
están muertos pero nos siguen haciendo<br />
daño en forma de espectros: “A veces, /<br />
RESEÑAS<br />
Grissel Gómez Estrada,<br />
bajo el signo del escorpión<br />
Héctor Carreto<br />
mientras duermo, / vuelves / y me miras /<br />
imaginar tu risa” (p. 23).<br />
Pero el agua cenagosa no es la única<br />
forma líquida que corre por el universo<br />
de Otra vida: un cauce más fuerte lo forman<br />
las lágrimas, el semen y, sobre todo,<br />
la sangre: “Cenit coronado por la diosa de<br />
plata / a quien venerabas / probando la<br />
sangre / que regaba tu cuerpo. / Probaste<br />
tu propia sangre / y tu piel fue teñida con<br />
el néctar / sólo concedido a los dioses”<br />
(pp. 64-65).<br />
Esta referencia al placer de la sangre,<br />
que salpica todo el libro de Grissel Gómez<br />
Estrada, me lleva de inmediato a otro<br />
escritor, también nacido bajo el venenoso<br />
signo del escorpión, Bram Stoker, cuyo<br />
personaje más famoso, el conde Drácula,<br />
retorna al mundo de los vivos cuando<br />
logra beber sangre caliente. A semejanza<br />
de la visión de Stoker, el de esta autora es<br />
el de la noche, la soledad,<br />
la pérdida, el dolor. Reino de la noche<br />
poblado por emblemáticos gatos negros,<br />
arácnidos, lobos y el reptil de la cola erguida,<br />
el escorpión, que se arrastra y repta<br />
“entre piedras, soledad / y luto, / […]<br />
entre gente mala”, escribe la poeta en “El<br />
escorpión”. Reino de la noche donde, al<br />
parecer, los seres humanos no son más<br />
que muertos que buscan sangre para<br />
poder volver a la vida: “bebí la sangre /<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
regada por mujeres simples” (p. 78), confiesan<br />
estos versos de “La condesa sangrienta”,<br />
poema extenso —quizá el mejor<br />
del libro— y que tal vez sea para Grissel<br />
lo que Drácula fue para Stoker.<br />
Recomiendo este poemario, Otra vida,<br />
a todos los lectores, tanto a sanos como<br />
enfermizos, a fresas y a gruesitos, con inclinación<br />
a las más bajas pasiones y también<br />
a los que sólo beben leche. A todos<br />
les aseguro un viaje al país de las pesadi-<br />
llas, a dejarse ser víctimas de la temible<br />
condesa viuda, a presenciar cómo<br />
“Tomaba su baño tibio, / de agua rija, /<br />
con la que cumplía el destino / que le<br />
impuso el Escorpión: / ser bella, / a través<br />
de la fuerza / que otorga la sangre”.<br />
grissel gómez estrada<br />
Otra vida<br />
Ostraco, México, 2004.<br />
r e s e ñ a s 143
144<br />
Por primera vez se publica<br />
en México una<br />
muestra de la obra poética<br />
de Alfredo Fressia (Montevideo,<br />
Uruguay, 1948) bajo<br />
el título de Eclipse. Cierta<br />
poesía 1973-2003. A lo largo<br />
de estos treinta años, se<br />
pueden percibir los varios<br />
temas que atraviesan los<br />
poemas de Fressia. Eclipse<br />
está dividido en cinco secciones<br />
que dan muestra de<br />
esta poesía llevada a cabo discretamente<br />
en un lapso de tres décadas: “Cuarenta<br />
poemas”, “El Uruguay y El Plata”, “El<br />
futuro”, el poema “Obediencia” y su más<br />
reciente producción, “Eclipse”, del año<br />
2003, que presta su nombre para titular<br />
esta compilación.<br />
En todos y cada uno hay un homoerotismo<br />
latente que se hace más evidente en<br />
el largo e intenso poema “Obediencia”.<br />
Allí Fressia remite al lector a uno de sus<br />
primeros cuarenta poemas con los que se<br />
abre el libro: “Bello amor”, en el que ya<br />
habla del “memorial de hombres que me<br />
amaron”. Fressia escribió un poema<br />
como “Obediencia” con intensidad, una<br />
fiereza que le da un tono desapasionado<br />
gracias al cual pareciera que los amantes<br />
furtivos acaban despedazándose mutua-<br />
RESEÑAS<br />
Eclipse sobre Montevideo,<br />
en la poesía de Alfredo Fressia<br />
Sergio Téllez-Pon<br />
mente. En la poesía homoerótica<br />
de Fressia no hay<br />
concesiones para el amor.<br />
Por su parte, en Eclipse, su<br />
más reciente poemario, la<br />
metáfora lleva a una poética<br />
regida por un tiempo<br />
(por el Tiempo, mejor<br />
dicho), en el que Fressia va<br />
cayendo al tomar conciencia<br />
de que los momentos<br />
más gloriosos pasan<br />
fugaces.<br />
Pero es en “El Uruguay y El Plata” y en<br />
“El futuro” donde Montevideo aparece<br />
como la ciudad que Fressia lleva a cuestas<br />
a donde quiera que vaya. Aunque la dictadura<br />
militar en Uruguay duró poco más<br />
de una década, desde entonces Fressia<br />
decidió instalarse en Sao Paulo y sólo<br />
regresar a su ciudad natal esporádicamente,<br />
y así han pasado ya poco más de<br />
tres décadas. Es aquí, pues, donde el<br />
poeta uruguayo pone lo mejor de sí, escribe<br />
con una seguridad inquebrantable<br />
que le permite la parodia, la sorna y, sin<br />
embargo, sale muy bien librado.<br />
Se podría decir que la poesía escrita en<br />
el exilio tiene ciertos rasgos en común,<br />
independientemente de la nacionalidad<br />
del desterrado. Los escritores exiliados<br />
suelen exaltar, con esa añoranza que les<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
da la distancia y el tiempo, la tierra dejada<br />
intempestivamente (además de la lengua<br />
y el otro yo que se deja en aquel lugar).<br />
Así, la obra poética de Fressia no es la excepción<br />
cuando se trata de evocar el lugar<br />
abandonado no por voluntad propia. Sin<br />
embargo, en la mayoría de los poemas de<br />
Fressia, Montevideo en particular, y Uruguay<br />
todo, es tratado con ironía demoledora.<br />
La ciudad es motivo de escarnio y<br />
no como el idilio perdido (visión común<br />
entre los desterrados), según puede apreciarse<br />
en este poemita en prosa: “Hay<br />
que tener mucho cuidado para hablar de<br />
Montevideo porque es una ciudad de dolor.<br />
En Montevideo siempre se sufre un<br />
poco más que en el resto del mundo.”<br />
Luego, si se toma muy en cuenta que<br />
el deporte nacional de los uruguayos es<br />
maldecir todo lo del Uruguay, según se<br />
dice coloquialmente en aquel país, entonces<br />
se entenderá el tono malicioso con que<br />
están escritos muchos de los poemas reunidos<br />
en Eclipse. Esto quizá se deba a que<br />
en algunos países del cono sur no se tenga<br />
esa filiación nacionalista como la tenemos,<br />
por ejemplo, los mexicanos, debido<br />
a la carencia de raíces prehispánicas que<br />
exaltar: “Montevideo era un puesto militar<br />
de avanzado en el Río de la Plata y nació<br />
sin nombre: Monte VI de Este a Oeste.<br />
San Felipe se había adormecido y Santiago<br />
tuvo un sobresalto. Entonces Montevideo<br />
conoció el tedio y la guerra —innombrables—<br />
y ya nunca tuvo calma.”<br />
De tal manera que si los mismos montevideanos<br />
reconocen esta carencia, entonces<br />
resultará curioso (y hasta legítimo)<br />
que un poeta como el brasileño Murilo<br />
Mendes advierta esa no-identidad nacional<br />
en un poema y de entrada diga: “El<br />
Uruguay es un bello país de América del<br />
sur limitado al norte por Lautreamont, al<br />
sur por Laforgue, al este por Supervielle.<br />
El país no tiene oeste.” Lautremont, Jules<br />
Laforgue y Jules Supervielle, los poetas en<br />
lengua francesa nacidos en Uruguay,<br />
quienes pronto abandonarían su país natal,<br />
su lengua y nunca se sentirían uruguayos,<br />
son la muestra más fehaciente del<br />
sentir uruguayo.<br />
Fressia es felizmente un incómodo, un<br />
eclipse sobre Montevideo porque, como<br />
lo recuerda continuamente, en Montevideo<br />
el pasado, el presente, el futuro y toda<br />
la eternidad pueden —o no— suceder en<br />
un mismo instante, de manera tal que allí<br />
“siempre se sufre un poco más que en el<br />
resto del mundo”.<br />
alfredo fressia<br />
Eclipse. Cierta poesía 1973-2003<br />
<strong>Alforja</strong>, Conaculta-fonca, col. Azor, México,<br />
r e s e ñ a s 145
146<br />
Marco Antonio Campos es un so-ñador<br />
que vuela con los pies demasiado<br />
puestos en la tierra, y es, además, un<br />
creador de versatilidad alocada (y no hay<br />
en este calificativo ninguna reverberación<br />
peyorativa): lo mismo ha escrito y publicado<br />
cuento y ensayo, como ent<strong>revista</strong>s,<br />
crónica, novela, poesía y traducciones de<br />
poetas italianos, franceses, alemanes y<br />
brasileños (recuerdo a Ungaretti, a Saba,<br />
Quasimodo, Rimbaud, Baudelaire, Gide,<br />
Artaud, Trakl y Drummond de Andrade).<br />
Es también perpetrador de un género<br />
extraño, una suerte de crónicas noveladas<br />
sobre poetas y pintores excepcionales e<br />
infortunados, de aquí y de allá, disidentes<br />
esenciales y rebeldes perpetuos y rotundos<br />
que deshilaron sus vidas en un tiempo<br />
vano, en las ciudades de los<br />
desdichados.<br />
Su último libro, Viernes en Jerusalén, es<br />
algo que es muchas cosas a la vez. Me referiré<br />
sólo a algunos aspectos. Es, primero,<br />
un libro en el que el autor vuelve<br />
los ojos a la infancia, e incluso, a antes de<br />
la infancia, a sus ancestros, los Hüttich y<br />
los Palmer, los abuelos paternos que se<br />
pasaron la vida luchando para no querer a<br />
sus nietos. Y ahí hay dos poemas —“Parc<br />
Lafontaine” y “Adiós a la infancia”— que<br />
son parte medular de la autobiografía del<br />
poeta. “Adiós a la infancia” no es una<br />
RESEÑAS<br />
Viernes en Jerusalén<br />
o el mundo del poema<br />
de Marco Antonio Campos<br />
Jorge Bustamante García<br />
despedida, sino, paradójicamente, una<br />
forma de permanecer todavía en ella, de<br />
volver los ojos hacia ella (como lo quería<br />
Rilke) para pretextar la poesía. La<br />
Graciela de “Adiós a la infancia”, con su<br />
“cuerpo de durazno en sazón y una rama<br />
de estrellas en las noches” es también, de<br />
alguna forma, la estudiante de 1966 o la<br />
“Sonia en el invierno de 1981”, o cada una<br />
de las muchachas ligeras “de vestidos<br />
tenues que espejean en su piel los fulgores<br />
del sol en las riberas del Sena”. Hay una<br />
tenue erótica camposiana (de Campos,<br />
por supuesto) que se enuncia desde<br />
“Adiós a la infancia” y que atraviesa todo<br />
el libro, hasta el último poema titulado<br />
“Pero en serio ¿valió la pena?”, en el que<br />
asegura, no sin cierta perplejidad y casi a<br />
quemarropa, que la poesía no le dio los<br />
dones que le dio a los grandes poetas,<br />
pero que, sin embargo, le dio otras cosas,<br />
como<br />
la posibilidad de “apreciar más a fondo la<br />
ligereza y la dulzura corporal de las<br />
mujeres”.<br />
Un hacedor de versos se debe a otros<br />
hacedores. Ya todo está tan redicho que<br />
pareciera que lo único que le queda a los<br />
que escriben es la glosa. En ese mundo de<br />
resonancias, la erótica lírica de Campos es<br />
bastante afortunada. De la estirpe de la<br />
del Octavio Paz de “Voy por tu cuerpo<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
como por el mundo”, pasando —tal vez<br />
sin saberlo— por la del colombiano Jorge<br />
Gaitán Durán de “Dos cuerpos que se<br />
juntan desnudos / solos en la ciudad<br />
donde habitan los astros / inventan sin<br />
reposo al deseo”, para terminar en unos<br />
frescos, francos y deliciosos versos de clara<br />
factura a lo Marco Antonio Campos:<br />
“el mundo comenzaba a parecerse a sus<br />
piernas / y las cinco letras de la palabra<br />
mundo / se alteraban por las cinco letras<br />
de la palabra deseo” (“La estudiante de<br />
1966”). Este poema empieza con un verso<br />
misterioso, casi sorprendente, que se refiere<br />
a la estudiante: “Tendría mi edad si<br />
no fuera por el frío”. Es una imposibilidad<br />
asombrosa. No puedo entenderlo a<br />
cabalidad, pero intuyo que, de alguna<br />
manera, ahí aflora la poesía ¿Será la audacia<br />
en este supuesto juego de clima y<br />
r e s e ñ a s 147
148<br />
tiempo? De esas audacias y sorpresas<br />
poéticas solía Huidobro construir algunos<br />
versos, como éste: “Eras tan hermosa, que<br />
no pudiste hablar.” Ahí también intuyo<br />
algo bello que no puedo explicar.<br />
Hay otros aspectos que quisiera resaltar<br />
en este libro: los lugares, los viajes, los fechamientos.<br />
La experiencia vital de Marco<br />
Antonio Campos está desbordada de<br />
viajes, de lugares que parecen pertenecerle.<br />
Cuando leí Las ciudades de los desdichados<br />
me di cuenta —y lo dije en su<br />
momento— que, al igual que<br />
Aguascalientes y Zacatecas, el autor<br />
conocía al dedillo las ciudades europeas<br />
donde deambularon Modigliani y Anna<br />
Ajmátova, Van Gogh y Egon Schiele.<br />
Marco Antonio ha convertido en legítimamente<br />
suyos, a través de las lenguas<br />
aprendidas y de vivencias directas y<br />
extensas, esos lugares, esas calles, esos<br />
antros, esos bares, esas tardes y esas<br />
madrugadas por donde se desparramaron<br />
su imaginación y sus sueños. En ese trasiego,<br />
en ese ir y venir, desde su casa de<br />
Pinos 8 y el cine Ermita de su infancia,<br />
hasta sus veranos en Arlès o junto al Sena,<br />
en Jerusalén o en Filadelfia, en Salzburgo<br />
o Buenos Aires, en Cartagena de Indias o<br />
en Montreal, y tantos otros, atiborrando<br />
papelitos y servilletas, no hubiera podido<br />
ser posible una obra que<br />
se construye, ladrillo a ladrillo, por tantas<br />
cosas vividas con el fulgor de la vigilia y<br />
los ojos abiertos.<br />
En casi todos los poemas de Viernes en<br />
Jerusalén hay referencias, a veces exactas<br />
(con hora y todo), a las fechas en que fueron<br />
escritos y a la edad o edades del autor<br />
en las distintas épocas: “Es 20 de septiembre<br />
del año 2002 / Se hace tarde la<br />
mañana” (“Perdonen la tristeza”), “Era<br />
agosto. Era 1988” (“Cefalonia”), “Son las<br />
tres de la tarde del 10 de agosto del año<br />
2000” (Pont de la Tournelle), “Pero este<br />
diciembre del noventa y uno” (“En casa<br />
de Gonzalo Rojas”), “En la primavera del<br />
año tercero del milenio, con el fardo de<br />
los cincuenta y cuatro años” (“Viernes en<br />
Jerusalén”), “Yo tenía 23 años y han pasado<br />
28” (“Yo estuve aquí”). El poeta escribe<br />
su biografía, la crónica de la<br />
inmediatez, de lo que palpó, sintió,<br />
escuchó, miró y olió y de lo que alcanzó a<br />
olvidar, asunto que tiene su mejor expresión<br />
en un poema personalísimo como<br />
“Parc Lafontaine”, en donde expresa el<br />
desencuentro con la madre y recuerda<br />
otra vez la infancia “donde las casas /<br />
daban a todas las casas”, porque en San<br />
Pedro de los Pinos se conocían todos e<br />
hicieron “un mundo de dos parques y<br />
veinte calles / hicimos de la calle un mundo<br />
aparte”. El poema “Elegía de<br />
Filadelfia” es una especie de ajuste de<br />
cuentas con ese país de salteadores que,<br />
en poco más de dos siglos, “deshizo al<br />
mundo para convertirse, / sin pedírselo<br />
nadie, en el forajido / disfrazado de policía”.<br />
Este poema no es más que un pretexto<br />
también para hablar de Paulina (la<br />
que decía: “hacerse el amor con el más<br />
alto amor en las batallas del lecho”) y<br />
hablar de sí mismo, porque de lo único<br />
que puede hablar el poeta es de sí mismo,<br />
aunque al hacerlo refleje, sin proponérse-<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
lo, el estado de las cosas del mundo. Todos<br />
estos poemas de Marco Antonio<br />
Campos son autobiografía feroz y pura,<br />
como lo quería el poeta ruso Sergéi Esenin,<br />
que cuando le pidieron una biografía<br />
escribió cinco líneas y terminó diciendo<br />
que lo demás estaba en sus versos.<br />
Un último aspecto que quiero resaltar<br />
—aunque haya otros que ahora se me escapan—<br />
es, a mi parecer, la indagación<br />
que hace Campos sobre los avatares de la<br />
memoria y la inutilidad de la poesía. Es<br />
una constante en este libro el paso y contraste<br />
de la edad, el paso despiadado de<br />
los años, la contraposición permanente<br />
del que fue y del que es ahora, en los diferentes<br />
momentos, y que no se concilia<br />
con este camino que no sabemos a dónde<br />
va ni cómo y del que uno no puede deslindarse,<br />
entre otras cosas, porque es imposible<br />
el deslinde en la memoria. No te<br />
puedes desligar de nada, de lo que aconteció<br />
sin rumbo en los años jóvenes,<br />
porque exactamente esa vibra casi intangible<br />
de lo que creemos que fue es lo que<br />
constituye la cepa de los días aparentemente<br />
perdidos. Y digo aparentemente<br />
perdidos, porque después descubrimos, a<br />
través de la poesía, que, como dice con<br />
brillantez Marco Antonio en uno de sus<br />
textos: “Algo en mi íntimo protesta y grita<br />
/ por algo que debió ser y sólo fue como /<br />
canción de época, como canción que dice<br />
/ y repite hasta rayar el disco / que esos<br />
fueron los días, que esos fueron”, y que,<br />
precisamente, en esos días —que no debemos<br />
permitir que se vayan— es que se<br />
encuentran las respuestas que desde entonces<br />
yacen en nosotros mismos.<br />
Viernes en Jerusalén acaba con una pregunta<br />
que queda en el aire y que nadie<br />
podrá responder: “¿Valió la pena el sacrificio,<br />
valió la pena abandonar la apuesta<br />
de la acción para entregarle la vida a la<br />
inutilidad de la poesía?” Entre los crea-<br />
dores, el poeta es el único que sabe a ciencia<br />
cierta que su arte es inútil, y que, a<br />
diferencia del novelista, el pintor o el<br />
escultor, sabe que nunca le dejará plata, ni<br />
patrimonio, ni posición. Y sin embargo,<br />
persiste, reincide e insiste en su música,<br />
acá, allá y en todo, su música que suena<br />
como el tiempo desde todos los instantes,<br />
que mata y da vida, que huye y regresa, y<br />
que es tan inútil como la voz del viento.<br />
Queda el consuelo de que, aunque —tal<br />
vez— la poesía no sirva para nada,<br />
aunque no sirva para ganarse la vida, sirva<br />
quizá para ganarse el alma, como decía el<br />
nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez, y de<br />
que mirar con mirada propia, única e<br />
irrepetible las cosas del mundo es la<br />
mejor celebración que podemos hacer de<br />
la vida. Tenemos un mundo que hemos<br />
colocado a salvo con las manos y los ojos<br />
y el corazón puestos en las palabras, el<br />
mundo del poema.Y ese mundo del poema,<br />
que va casi siempre a contracorriente<br />
de lo que llamamos realidad elemental,<br />
ríspida y literal, es todo un universo<br />
infinito y aún inexplorado, colmado de<br />
múltiples sorpresas, asombros, juegos y<br />
fabulaciones. Lo dice a su manera Marco<br />
Antonio, en el poema que da título al<br />
libro: “pienso que / a lo mejor alguna vez,<br />
alguna vez, cuando el justo / lo sea de<br />
corazón y el sufrido de espíritu / no<br />
escuche la canción del necio, / cuando el<br />
nombre del malvado sea raído y sucumban<br />
/ el héroe y el mártir fraudulentos,<br />
cuando no sea un lloro / el tiempo de la<br />
tribulación y el tiempo del infortunio, / el<br />
verano se hará una golondrina, el sol verá<br />
su luz / en el fruto del naranjo y el vino<br />
viejo / se beberá por fin en odre nuevo”.<br />
marco antonio campos<br />
Viernes en Jerusalén<br />
r e s e ñ a s 149
150<br />
Hace poco más de un año, cuando mi<br />
amiga y colega Carmina Estrada<br />
preparaba Un orbe más ancho, la antología<br />
de poetas nacidos en las décadas de 1970 y<br />
1980, publicada por la Dirección de<br />
Literatura de la UNAM, una de las voces<br />
que más me interesó fue la de Luis<br />
Paniagua (San Pablo Pejo, Gunajuato,<br />
1979). A diferencia de las de otros autores<br />
incluidos en ese libro, cuyas poéticas me<br />
resultaron atractivas por su inserción en,<br />
permítaseme el oximoron, cierta tradición<br />
vanguardista latinoamericana, lo<br />
mismo hermética u oscura que torrencial<br />
y desbordada, la de Paniagua atrapó mi<br />
atención por ubicarse justamente en el<br />
polo opuesto.<br />
Aquellos poemas, ganadores en 2004<br />
del certamen de la <strong>revista</strong> Punto de Partida,<br />
algunos de los cuales hoy forman<br />
parte de Los pasos del vistante, me sorprendieron<br />
por la nitidez de sus imágenes<br />
y por su calculada contención. Nada en<br />
ellos parece excederse hacia la pirotecnia<br />
lingüística o conceptual. Los de Paniagua<br />
son dardos que, al atinar en su blanco,<br />
estallan en silencio: “Grito pájaro / Y el<br />
eco me devuelve / Una parvada…”.<br />
Ésta, la contundencia de un vuelo tumultuoso<br />
encapsulado en tres versos, es la<br />
misma con la que Luis Paniagua ha edificado<br />
su primer poemario individual.<br />
RESEÑAS<br />
Apunte para un Génesis marino,<br />
poesía de Luis Paniagua<br />
Víctor Cabrera<br />
Dividido en tres secciones, cada una representa<br />
una estación distinta en el periplo<br />
hacia un naufragio apenas presentido<br />
(ese naufragio que, al final, acaso sea todo<br />
amor), y en el que la voz poética se asume<br />
visitante de un territorio ajeno, turista de<br />
paso por las cosas, viajero que zarpa de un<br />
puerto al que un día regresará irremediablemente<br />
devastado.<br />
Así, en “Croquis sobre el mar”, el primero<br />
de los tres apartados del libro, el<br />
poeta se da a la tarea de construir un paisaje<br />
marino que será lo mismo escenario<br />
de fondo que, a la larga, vehículo de nostalgias<br />
e íntimas catástrofes. Jugando a ser<br />
el dios de sus propias criaturas (barcazas,<br />
faros, olas, farallones), Paniagua inventa<br />
un océano personal como en el primer<br />
día del mundo: “En el alba / el canto del<br />
gallo / es un mástil: / reverdecen unos<br />
barcos / ya hundidos.”<br />
Como un hermano madrugador del<br />
“cazador de crepúsculos” de Julio Cortázar,<br />
Paniagua atrapa al vuelo esta imagen<br />
auroral que abre su libro para introducirnos<br />
en un territorio aparentemente<br />
diáfano, pero que irá ganando densidad a<br />
medida que la lectura avance. Ya en la<br />
primera página, el poeta funda un día que<br />
habrá de progresar inexorablemente hacia<br />
su ocaso.<br />
Visuales en la medida en que todo en<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
ellos nos remite a las imágenes evocadas<br />
por su autor, estos poemas apelan a la mirada<br />
para suscitar nuestro asombro,<br />
como si inmediatamente después de leerlos<br />
hubiera que cerrar los ojos para contemplar<br />
mejor esas postales en<br />
movimiento: “Escribo mar / y el agua<br />
salpica esta página.”<br />
Efectista por efectivo, Luis Paniagua<br />
asume el riesgo de quien conoce sus recursos<br />
retóricos y los maneja con soltura.<br />
Los resultados, sin embargo, no son siempre<br />
los mismos. Por momentos —a mi<br />
parecer los menos afortunados del libro,<br />
aunque también los menos abundantes—<br />
los afanes minimalistas de Paniagua desembocan<br />
en una simpleza grandilocuente:<br />
“Eres, / mar, / la palabra / más<br />
grande.” O: “Parpadea la mañana / en<br />
medio de la maraña / de existir.”<br />
En otras ocasiones, ese deseo de síntesis<br />
cede a la tentación de explicar de más. He<br />
aquí un ejemplo: “Acaso también eres un<br />
genio / y tu nombre, mar, / como una<br />
lámpara, / da peces de luz.”<br />
Me pregunto si no sobra ahí el primer<br />
verso, si no se concentra el poema en los<br />
tres siguientes: “…tu nombre, mar / como<br />
una lámpara / da peces de luz.” Que<br />
cada quien le responda al lector que lleva<br />
dentro. En todo caso, éstos no me parecen<br />
descuidos verdaderamente graves<br />
para un libro (un primer libro) cuyo conjunto<br />
va más allá de esas concesiones que,<br />
en el fondo, todo poeta suele permitirse.<br />
“Las habitaciones de abril”, segunda<br />
sección del libro, es el mediodía que sigue<br />
a aquel amanecer en el que dios hizo el<br />
mar y sus bártulos. Entran en acción dos<br />
personajes, Él y Ella, Adán y Eva redivivos<br />
en el caldeado edén portuario de un cuarto<br />
de hotel donde entran en juego esas<br />
dos fuerzas de la naturaleza que son el<br />
mar y el amar: “Es el calor una espuma<br />
rijosa, lengua de la noche emboscada en<br />
su pedestal salitroso. / Apagadas vértebras<br />
del cielo, las apenas estrellas. / Él y el<br />
equipaje como brazo derecho; Ella cansada,<br />
mientras las niñas de sus ojos sueltan<br />
en la atmósfera pesada sus palomas rotas.<br />
/ En el primer hotel hallado, la piel arde<br />
su Troya.”<br />
Ajenos al orbe, sudorosos tras los muros<br />
de su deseo en esa calurosa habitación<br />
copada por ominosos símbolos mareños,<br />
los amantes se convierten paulatinamente<br />
en sus propios fantasmas, pasajeros en<br />
tránsito de un paraíso que no los contiene:<br />
“Nadie abre la ventana: / Afuera<br />
crece el mundo con la mirada ausente.”<br />
Todo allí parece condenarlos y ellos,<br />
sin saberlo bien del todo, avanzan hacia<br />
un desastre impostergable: “Ella duerme.<br />
Sueña un mar debajo de sus párpados. /<br />
Él sabe que su sueño predica ya el naufragio.”<br />
Así, el último poema de esta estación<br />
(“Todo azul. Todo oleaje. / Es de<br />
pronto la playa toda, sólo Él y su cuaderno”)<br />
y su apostilla (“¿Qué dioses te lloraron<br />
/ antes de mí, mujer / que existe el<br />
mar?”) anticipan el tono pesaroso que<br />
invade el último apartado.<br />
r e s e ñ a s<br />
151
152<br />
“Las lenguas de la arena” es, finalmente,<br />
el crepúsculo ineluctable presentido<br />
desde aquel amanecer que es la primera<br />
sección. “Corridas las cortinas de la noche”,<br />
reza el primer verso, y en seguida<br />
sabremos que lo que fue celebración y<br />
asombro de un mundo en ciernes no será<br />
ya más que abono de nostalgias: “Hay un<br />
mundo más allá / De todos los naufragios:<br />
/ El recuerdo de una tarde clara / Y<br />
las barcas flotando livianas / Como peces<br />
muertos.”<br />
“La memoria es una playa / mojada por<br />
el tiempo”, escribe Panigua. Una playa a<br />
la que, pasada la tormenta y tras la expulsión<br />
de un paraíso terreno por sensual,<br />
vuelve el náufrago guiado por el mapa de<br />
la melancolía para contemplar la huella<br />
de sus pasos en la arena.<br />
Tradicional en el mejor sentido del término,<br />
Paniagua no rehuye influencias ni<br />
evade precursores; por el contrario, pretende,<br />
precisamente, insertarse en esa tradición<br />
(la de la poesía mexicana)<br />
adocenada y rancia, de acuerdo con<br />
algunos, vivísima y sólidamente asentada<br />
en sus raíces, según yo.<br />
Si ya en “Norte”, la sección que le corresponde<br />
en el poemario colectivo Al frío<br />
de los cuatro vientos (Instituto Mexiquense<br />
de Cultura, Toluca, 2006), Luis Paniagua<br />
revela la atenta lectura de la obra paceana,<br />
en Los pasos del visitante evidencia ciertas<br />
lecciones aprehendidas: están allí la voluntad<br />
sintética de cierta poesía oriental<br />
pasada por los ojos del propio Paz y de<br />
Tablada; un parentesco con las postales<br />
de Mar de fondo y, señaladamente, con las<br />
estampas eróticas de Por amor a Fosca, de<br />
Francisco Hernández, lo mismo que con<br />
algunos poemas costeños de Un navío un<br />
amor, de José Luis Rivas. Pienso incluso<br />
en un par de versos de Jaime Sabines en<br />
los que está contenido el espíritu de estos<br />
poemas de Paniagua: “Del mar, también<br />
del mar / de la tela del mar que nos<br />
envuelve.”<br />
Estos pueden ser faros posibles dentro<br />
de un mar vastísimo de combinaciones.<br />
Observo, sin embargo, un vínculo notorio<br />
de este libro con las Canciones para<br />
cantar en las barcas, de Gorostiza. No podría<br />
asegurarlo, pero lo aseguraría: mientras<br />
su autor escribía estos versos tuvo<br />
presentes, consciente o inconscientemente,<br />
los del poeta tabasqueño para<br />
entablar un diálogo con ellos. Comparemos,<br />
por ejemplo, esta alborada de<br />
Gorostiza: “El paisaje marino / en pesados<br />
colores se dibuja. / Duermen las<br />
cosas. Al salir el alba / parece sobre el mar<br />
una burbuja. / Y la vida es apenas / un<br />
milagroso reposar de barcas / en la blanda<br />
quietud de las arenas”, con este atardecer<br />
de Paniagua: “En el abrevadero del<br />
muelle / Beben las barcas suspendidas /<br />
Cae el sol de las cinco de la tarde; / A estas<br />
horas / El puerto es una bestia dormida /<br />
Y el mar su quieto sueño.”<br />
A diferencia de buena parte de sus<br />
coetáneos, quienes miran atentos hacia<br />
otras latitudes en busca de referentes pasados<br />
o inmediatos, Paniagua ha preferido,<br />
por el momento, explorar esta veta<br />
en pos de sus mejores diamantes, en una<br />
búsqueda fructífera hasta ahora.<br />
Es de celebrar la publicación de Los<br />
pasos del visitante y la apuesta lírica de<br />
Paniagua justo hoy, cuando unas cuantas<br />
voces acusan ranciedumbre en aquello<br />
que no les parece confusa y uniformemente<br />
“contemporáneo”.<br />
luis paniagua<br />
Los pasos del visitante<br />
UNAM-Dirección de<br />
Literatura, Ediciones de<br />
Punto de Partida, núm. 3,<br />
México, 2006.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Como estudioso de la poesía siempre<br />
he creído que las antologías personales<br />
son un instrumento valiosísimo para<br />
desnudar a un autor. A partir de ellas el<br />
lector atento comienza por entrar a un<br />
universo particular en el que el pensamiento<br />
poético se va delineando a medida<br />
que los versos, las imágenes y sus construcciones<br />
lingüísticas re-presentan el<br />
mundo. Un poeta es, por definición, un<br />
lingüista, un sufridor de palabras que<br />
busca decir eso que el estar, el vivir, nos<br />
arroja a la cara y no sabemos por qué nos<br />
incomoda. Jenaro Talens no es sólo un<br />
lingüista sino, propiamente dicho, un semiótico,<br />
un hombre preocupado por los<br />
signos del mundo y su traducción. José<br />
Gorotiza decía que el fenómeno poético<br />
estaba disperso en el mundo y que la misión<br />
de todo poeta era traducir esa experiencia<br />
al plano del lenguaje. Jenaro Talens<br />
lo sabe y su lenguaje pregunta, duda y<br />
busca en la intemperie eso que alguien<br />
puso entre nosotros.<br />
Jenaro Talens (Tarifa, España, 1946),<br />
poeta y semiólogo andaluz, nos presenta<br />
su antología Luz de intemperie realizada<br />
por él mismo. En ella encontramos su<br />
proceso de producción poética desde<br />
1960 hasta 2006, cuarenta y seis años de<br />
trabajo lírico que nos hablan de una reflexión<br />
poética profunda de aquello que<br />
RESEÑAS<br />
Un pensamiento corporal<br />
en la antología de Jenaro Talens<br />
Raúl Carrillo Arciniega<br />
lo circunda. En esta luz del mundo, del<br />
afuera, nos podemos adentrar desde un<br />
principio al mundo dejado en ruinas por<br />
una vanguardia que proclamó la destrucción<br />
de todo. Desde este mundo fragmentado,<br />
derruido, hubieron de venir<br />
poetas que buscaran en la mirada un espacio<br />
de reflexión, no sobre su propio<br />
discurso, sino sobre su propio cuerpo. El<br />
cuerpo que fue estableciendo instancias,<br />
maneras para volver a mirar un mundo<br />
que había dejado una significación, o mejor<br />
dicho, que había evidenciado la falta<br />
de significado del conocimiento previo.<br />
De esa forma, los primeros poemas<br />
antologados forman parte de un libro que<br />
recoge y atestigua esta pérdida. Cenizas de<br />
sentido nos arroja a los lectores a la falta y<br />
la reflexión de un mundo consumido, un<br />
espacio geográfico que precisa el<br />
reconocimiento del cuerpo como<br />
mediación. Es el comienzo de un desaprendizaje<br />
que más tarde lo llevaría a<br />
reconocerlo como largo y sinuoso.<br />
Desde el primer poema encontramos<br />
los temas que habrán de funcionar como<br />
ejes discursivos de su propuesta y, por<br />
qué no, de su poesía: un situarse en el<br />
mundo para iniciar la reconstrucción de<br />
los procesos de conocimiento, y sobre<br />
todo, la función de la percepción de sí<br />
mismo, para llegar a una elaboración de<br />
r e s e ñ a s 153
154<br />
un universo lingüístico en el que la palabra<br />
es una herida en la piel. Así, el reconocimiento<br />
al que se refiere el poeta es el<br />
encuentro con lo otro que lo conforma y<br />
aquello en lo que se refleja: un espejo de sí<br />
mismo. En ese contemplarse se inicia el<br />
proceso de desvanecimiento del contenido,<br />
de su ser presencial que llegará a desmaterializarse<br />
para hacerse poema.<br />
Dentro de la percepción que tiene de sí, la<br />
voz poética vuelve para cuestionar su propio<br />
significado en un plano histórico. Esa<br />
percepción revela un mundo que lo mira<br />
para cuestionarlo por sus certezas dentro<br />
del universo. Tal intelección intuitiva<br />
sirve para contrastar y cuestionar el<br />
rescoldo de significación bajo el cual el<br />
otro se integra.<br />
alforja 40 | primavera 2007<br />
Dentro de la construcción de percepciones<br />
que Talens desarrolla, llama la<br />
atención la oportunidad para el análisis<br />
temporal, que lo sitúa sobre una realidad<br />
inestable que impulsa tanto a la conformación<br />
del yo espacial como a la revaloración<br />
de su tiempo como entidad en el<br />
mundo. El cuerpo como epidermis para<br />
el conocimiento establece una construcción<br />
mediática con el lenguaje. Así, para<br />
Talens —o para el sujeto poético que Talens<br />
hace hablar—, “toda historia es ficción…<br />
y sólo como ficción la historia<br />
existe”, es decir, la historia está hecha de<br />
construcciones y actualizaciones que ya<br />
nadie puede plantear porque, como se establece<br />
más adelante en el mismo poema,<br />
la historia, el conocimiento que se descubre<br />
del mundo, no es una evocación discursiva,<br />
sino una sensación que duele en<br />
la piel “Toda historia es dolor, / y el dolor<br />
es la historia.”<br />
Conforme nos adentramos más en el<br />
pensamiento lingüístico de Talens —o de<br />
la voz que por el habla— nos percatamos<br />
de un anclaje en el “estar”, en el reconocimiento<br />
de la presencia frente a la esencia<br />
que ha dejado de lado. El ser, como entidad<br />
sustancial es negado para ofrecer una<br />
realidad fugitiva, un cuerpo huidizo, un<br />
significado incompleto, el eco de una palabra<br />
que no alcanza a distinguirse, un<br />
ruido que se convierte en exceso, y hasta<br />
una imagen de un objeto que se ausenta.<br />
En el poema que titula “Ars poética” leemos:<br />
“la sucesión me engendra, me acumula.<br />
Un eco que produce / otros ecos, la<br />
historia, el hilo indestructible / que nada<br />
usurpa: excede, / como la arena el pairo<br />
de las olas.” El yo poético, que es el mismo<br />
del mundo, es alguien que se repite y<br />
se conforma en nombre, que se oculta en<br />
ciudades fantasmas en las que habitan los<br />
huecos significativos y la propia voz<br />
poética.<br />
En la última parte del recorrido, que<br />
comprende de 1992 hasta 2006, Talens<br />
nos entrega esa confirmación del cuerpo<br />
en el mundo como vehículo único de<br />
aprehensión, parte de su “Largo aprendizaje”.<br />
Puntos cardinales nos habla de ese<br />
cuerpo en deterioro que contempla el paso<br />
del tiempo, una certeza de estar vivo y<br />
un saber que aún no llega porque hemos<br />
sido víctimas de una burla mayúscula, de<br />
un paraíso limítrofe que no entrega sabiduría.<br />
La intemperie convoca al cuerpo en<br />
su medio y en su percepción física y lingüística.<br />
La herida del tiempo es la del<br />
lenguaje, es el calor que recorre el cuerpo.<br />
En el poema “Territorios de un cuerpo”<br />
leemos: “y me limito a estar sobre tu<br />
cuerpo / como quien mira sin temor, de<br />
frente, un eclipse / de sol”. De ese modo,<br />
la corporeidad que le ha servido para<br />
reconstruir el mundo, resignificarlo, se<br />
ausenta. El cuerpo, al final, como todo lo<br />
que ha tenido que desaprender, se vuelve<br />
lenguaje y objeto vacío, lenguaje y cuerpo<br />
vacíos que no acaban de redefinirse. Leemos<br />
en “Le quito al tiempo las escamas”:<br />
“He visto un nombre y asumo en él la forma<br />
que me ha hecho mortal.” Esta mortalidad<br />
del cuerpo habrá de pelear con la<br />
inmortalidad de la palabra: heridas del<br />
lenguaje que Talens nos ofrece con la luz<br />
de la intemperie. Su largo aprendizaje<br />
temporal nos ha revelado nuestro cuerpo<br />
como intelección, como luz que sitúa<br />
nuestro caminar dentro de los puntos<br />
cardinales.<br />
jenaro talens<br />
Luz de intemperie.<br />
Antología personal<br />
pról. de Luis Vicente de<br />
Aguinaga, UNAM-Dirección<br />
de Literatura, Textos de<br />
Difusión Cultural, serie<br />
Poesía, México, 2006.<br />
r e s e ñ a s 155
Rodolfo Alonso<br />
Poesía junta [1952-2005]<br />
168 pp., 2006<br />
Jaime Jaramillo Escobar<br />
Tres libros<br />
280 pp., 2006<br />
Juan Manuel Roca<br />
Las hipótesis de Nadie<br />
120 pp., 2006<br />
Publicaciones más recientes de <strong>Alforja</strong><br />
Colección Azor (13 x 20 cm)<br />
Jotamario Arbeláez<br />
Paños menores<br />
128 pp., 2006<br />
Niki Ladaki-Filippou<br />
Hacia Kerini<br />
y otros poemas<br />
192 pp., 2006<br />
Máximo Simpson<br />
A fin de cuentas<br />
80 pp., 2006<br />
Régis Bonvicino<br />
Poemas [1990-2004]<br />
172 pp., 2006<br />
Floriano Martins<br />
Tres estudios<br />
para un amor loco<br />
128 pp., 2006<br />
José Ángel Leyva<br />
Duranguraños<br />
174 pp., 2007<br />
Alfredo Fressia<br />
Eclipse. Cierta poesía<br />
[1973-2003]<br />
144 pp., 2006<br />
Margaret Randall<br />
Dentro de otro tiempo:<br />
reflejos del Gran Cañón<br />
136 pp., 2006<br />
En prensa:<br />
José Vicente Anaya<br />
Peregrino<br />
96 pp., 2007<br />
Carlos Montemayor<br />
Los poemas de Tsin Pau<br />
80 pp., 2007<br />
Rumor de alas.<br />
Poesía de ángeles<br />
De raíz entraña.<br />
Poemas de la patria<br />
Rumor de alas.<br />
Poesía de ángeles<br />
De raíz entraña.<br />
Poemas de la patria<br />
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Colección Poesía en el Andén (11 x 16 cm, 80 pp.)<br />
El rompimiento<br />
amoroso<br />
en la poesía<br />
Sin límite ni puerta.<br />
Poesía de los sueños<br />
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Sirenas y otros<br />
animales fabulosos<br />
Poemas de vampiros<br />
y fantasmas<br />
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Poemas de vampiros<br />
y fantasmas<br />
Antología poética.<br />
Gozo del sexo<br />
Antología poética.<br />
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Poesía<br />
homoerótica<br />
Poesía<br />
homoerótica
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