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Una palabra para cruzar el puente - Alforja

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ALEXIS GÓMEZ ROSA<br />

[Editor]<br />

<strong>Una</strong> <strong>palabra</strong> <strong>para</strong> <strong>cruzar</strong> <strong>el</strong> <strong>puente</strong><br />

[Antología]


<strong>Una</strong> <strong>palabra</strong> <strong>para</strong> <strong>cruzar</strong> <strong>el</strong> <strong>puente</strong><br />

Antología poética d<strong>el</strong> grupo La Antorcha<br />

RAFAEL ABRÉU MEJÍA<br />

SOLEDAD ÁLVAREZ<br />

ENRIQUE EUSEBIO<br />

ALEXIS GÓMEZ ROSA<br />

MATEO MORRISON


© SECRETARÍA DE ESTADO DE CULTURA<br />

<strong>Una</strong> <strong>palabra</strong> <strong>para</strong> <strong>cruzar</strong> <strong>el</strong> <strong>puente</strong><br />

ISBN.-<br />

EDICIÓN A CARGO DE:<br />

Alexis Gómez Rosa<br />

COMPOSICIÓN Y DIAGRAMACIÓN:<br />

Eric Simó<br />

DISEÑO DE PORTADA:<br />

Cristian Cohén<br />

IMPRESIÓN<br />

Editora Búho<br />

Impreso en República Dominicana<br />

A Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía,<br />

In memorian<br />

A Fernando Vargas,<br />

equilibrista en tradición<br />

de ruptura.<br />

6 7


Todo es puerta Todo es <strong>puente</strong><br />

Ahora marchamos en la otra orilla<br />

Mira abajo correr <strong>el</strong> río de los siglos.<br />

El río de los signos.<br />

Mira correr <strong>el</strong> río de los astros.<br />

OCTAVIO PAZ<br />

Es necesario ver los hombres<br />

caminar apresuradamente,<br />

como quien teme perder la última guagua.<br />

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ<br />

8 9


Introducción


14 15


Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía<br />

17


Poeta y editor de sí mismo y de otros que nunca supieron rendirle<br />

honor a la gratitud. Hizo poesía con la <strong>palabra</strong> y con la<br />

vida misma, por lo que, con poético entusiasmo, se dedicó a la<br />

crianza y venta de aves de corral, construyendo sus Hai Q<br />

RAM entre gansos y palomas, entre codornices y periquitos<br />

d<strong>el</strong> amor. Su sensibilidad no tenía igual, por lo que siempre le<br />

rindió tributo al pensamiento terenciano: ningún dolor humano<br />

le era indiferente. Nació en la zona oriental (hoy Santo<br />

Domingo Este) de la ciudad de Santo Domingo, República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> día 4 de febrero de 1939. Allí falleció <strong>el</strong> día 6<br />

de mayo de 2004. Durante varios lustros perteneció al equipo<br />

editorial de la Universidad Autónoma de Santo Domingo<br />

(UASD), siendo responsable de la realización artística de numerosas<br />

obras literarias de autores de la Generación d<strong>el</strong> 60 y<br />

de jóvenes escritores de posteriores promociones. Fue colaborador<br />

d<strong>el</strong> diario La Noticia, -en <strong>el</strong> que mantuvo la columna “El<br />

Pequeño Defensor”- y d<strong>el</strong> importante suplemento cultural Aquí<br />

de ese vespertino, que durante veinte años estuvo dirigido por<br />

<strong>el</strong> poeta Mateo Morrison. Gran parte de su producción poética<br />

se encuentra dispersa en antologías, revistas y suplementos<br />

literarios. A él se debe <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> grupo La Antorcha, d<strong>el</strong><br />

que fue uno de sus fundadores. En la historia de la literatura<br />

dominicana su nombre está registrado dentro de la denominada<br />

Promoción Literaria de Post-Guerra, segunda oleada de la<br />

Generación d<strong>el</strong> 60. Obras poéticas suyas son: Poesía 1 (1969,<br />

en colaboración con Mateo Morrison y Andrés L. Mateo); La<br />

luz abre un paréntesis (1971); Con las manos de mi alma (1993);<br />

Ámbito d<strong>el</strong> ser profundo (1993); Hai Q RAM (1993); Peccata minuta<br />

(1994); El antilibro de las cuchufletas: poesía inorgánica (1994);<br />

Después de la pólvora (1995); Mi casa y otros lugares (1995);<br />

Trasmutaciones (2000); y Pájaros de piedra (2002). En <strong>el</strong> año de<br />

su deceso fue editada su obra Ámbito d<strong>el</strong> ser profundo: antología<br />

poética 1968-2002, compilada por Migu<strong>el</strong> Collado.<br />

BIBLIOGRAFÍA ACTIVA<br />

Bibliografía<br />

POESÍA. La luz abre un paréntesis. Santo Domingo: Impresora Di-Do,<br />

1971. Hi Q Ram. Santo Domingo: Impresos Gabi, S. A., 1993. Ámbito<br />

d<strong>el</strong> ser profundo. Santo Domingo: Impresos Gabi, S. A., 1993. Con las<br />

manos en mi alma. Santo Domingo: Editora Robiou, 1993. El antilibro<br />

de las cuchufletas. Santo Domingo: Impresos Gabi, S. A. 1994. Peccata<br />

minuta. Santo Domingo: Impresos Gabi, S. A., 1994. Mi casa y otros<br />

lugares. Santo Domingo: Punto Creativo, 1995. Después de la pólvora.<br />

Santo Domingo: Punto Creativo, 1995. Transmutaciones. Santo Domingo:<br />

Impresos Gabi, 2000.<br />

BIBLIOGRAFÍA PASIVA<br />

Baeza Flores, Alberto. “Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía”, en Los poetas dominicanos<br />

d<strong>el</strong> 1965. Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 1985: 45, 70,<br />

73, 470-71, 477. Collado, Migu<strong>el</strong>. “Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía”, en Apuntes<br />

bibliográficos sobre la literatura dominicana. Santo Domingo: Biblioteca<br />

Nacional, 1993: 59-60, 62, 173, 176, 203, 226. Conde, Pedro.<br />

“Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía”. Antología informal. Santo Domingo: Editora<br />

Nacional, 1970: 109. Gerón, Cándido. Diccionario de autores dominicanos<br />

1492-1994. 2da. ed. Santo Domingo: Editora Colorscan, 1994:<br />

113. Morrison, Mateo. “Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía”, en Homenaje de los poetas<br />

dominicanos a la cultura francesa. Santo Domingo: Morrisgraph, 2000.<br />

18 19


Cronología literaria de Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía<br />

(1939-2004)<br />

PRIMERA ETAPA: 1939-1979<br />

Migu<strong>el</strong> Collado<br />

“Con la mano de Rafa<strong>el</strong><br />

la luz abre un paréntesis<br />

que se convierte en arcoiris”.<br />

TOMÁS CASTRO<br />

1939. Febrero 4. Nace en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán,<br />

capital de la República Dominicana. Miembro de una familia de<br />

destacados int<strong>el</strong>ectuales –a la que pertenecen Rafa<strong>el</strong> Abreu Licairac<br />

(su abu<strong>el</strong>o), Félix Evaristo Mejía, Abigaíl Mejía de Fernández, Ab<strong>el</strong><br />

Fernández Mejía y Marcio Mejía Ricart, entre otros–, sus padres<br />

son Julio Ernesto Abreu Román y María Mejía.<br />

1953. Mayo. Escribe, a los 14 años de edad, su primer texto poético,<br />

aún no recogido en volumen:<br />

Las b<strong>el</strong>lezas d<strong>el</strong> mar<br />

“Mar inmenso y espumoso<br />

de lindas aguas azules,<br />

nunca estás en reposo<br />

y parece juntarte con las nubes.<br />

Navegar en tus aguas yo quisiera,<br />

contemplarte más de cerca que en la orilla,<br />

20 21


ver la espuma de tus olas cuando brilla<br />

a la luz de la luna tempranera”.<br />

1967. Es co-fundador d<strong>el</strong> grupo cultural La Antorcha, junto a los<br />

poetas Mateo Morrison, Enrique Eusebio, Alexis Gómez y Soledad<br />

Álvarez, todos integrantes de la denominada Promoción Literaria<br />

de Post-Guerra, última oleada poética de la Generación d<strong>el</strong> 60. El<br />

nombre de dicho grupo fue sugerido por él. // A partir de este año,<br />

y hasta 1975, es <strong>el</strong> realizador artístico de un número significativo<br />

de libros de autores dominicanos. Forma parte d<strong>el</strong> equipo editorial<br />

d<strong>el</strong> Movimiento Cultural Universitario (MCU) y d<strong>el</strong> Departamento<br />

de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo<br />

(UASD).<br />

1968. Enero 21. Publica, en <strong>el</strong> diario El Nacional de ¡Ahora! (p. 23),<br />

su primer poema: “Transparencia d<strong>el</strong> dolor”: “Todo es nada cuando<br />

llega <strong>el</strong> dolor. / La carne herida por las sombras / llena de espanto la<br />

miseria. / Pero <strong>el</strong>los no se detienen, / reciben la sangre con una sonrisa / en<br />

su eterno afán de entristecer las mañanas” (primera estrofa). // En este<br />

año inicia una vigorosa actividad editorial: edita, con <strong>el</strong> poeta Juan<br />

Sánchez Lamouth, la revista literaria Actividades. Con Sánchez<br />

Lamouth trabaría una profunda amistad que se mantendría hasta <strong>el</strong><br />

último instante de la vida d<strong>el</strong> autor de la “Sinfonía vegetal a Juan<br />

Pablo Duarte”.<br />

1969. Da a la luz pública <strong>el</strong> poemario Poesía I (Santo Domingo:<br />

Movimiento Cultural Universitario), en colaboración con Mateo<br />

Morrison y Andrés L. Mateo. En las <strong>palabra</strong>s de presentación d<strong>el</strong><br />

volumito –apenas unas 30 páginas–, Héctor Amarante dice, al referirse<br />

a Abreu Mejía: “Tiene conciencia de qué debe decir, de la<br />

utilidad d<strong>el</strong> verso…” De ese poemario –que recoge siete poemas<br />

suyos– s<strong>el</strong>eccionamos “Elegía por <strong>el</strong> dolor de una madre”, aunque<br />

debemos destacar que con su texto “Pequeño canto <strong>para</strong> después<br />

d<strong>el</strong> triunfo” él anuncia la llegada f<strong>el</strong>iz d<strong>el</strong> poeta de la síntesis:<br />

“Si yo les digo<br />

que soy uno de ustedes,<br />

que les amo intensamente,<br />

que me hago co-partícipe<br />

d<strong>el</strong> amor que hace órbitas<br />

en torno al corazón d<strong>el</strong> hombre...<br />

¿Qué más puedo decir en este<br />

panegírico al dolor?”<br />

1970. Su poema “Epitafio sobre la yerba” es incluido en la Antología<br />

informal: la joven poesía dominicana (Santo Domingo: Editora Nacional),<br />

de Pedro Conde.<br />

1971. Publica <strong>el</strong> poemario La luz abre un paréntesis (Santo Domingo:<br />

Imprenta Di-Do). Acerca de esta obra la crítica Marianne de<br />

Tolentino dice:<br />

“La luz abre un paréntesis seduce desde la primera ojeada a la<br />

portada –color y composición– [...]. Los versos implican sensibilidad, convicción<br />

y fuerza. El canto a la naturaleza (‘Descripción pr<strong>el</strong>iminar’) con<br />

sus correspondencias humanas impresiona por sus múltiples matices, las<br />

imágenes simples y sensoriales, <strong>el</strong> estilo directo y firme. La metáfora y la<br />

alegoría se entremezclan con pasajes descriptivos súbitamente enfurecidos y<br />

estremecedores” (La Gaceta Literaria de Auditorium, Año I, Núm.<br />

15, Mayo 6 de 1972, p. 5).<br />

1972. Es co-director d<strong>el</strong> suplemento Poesía de la revista Mosaico. //<br />

Marzo. Seis textos poéticos<br />

suyos, que forman parte de su libro inédito Poemas d<strong>el</strong> oscuro su<strong>el</strong>o,<br />

aparecen en <strong>el</strong> boletín informativo La Nueva Voz (Núm. 4, p. 11),<br />

órgano d<strong>el</strong> MCU.<br />

1973 -1974. Durante este lapso es co-editor de Bloque, revista de<br />

crítica literaria y artística. // Además, ejerce <strong>el</strong> periodismo de opi-<br />

22 23


nión a través de su columna “El Pequeño Defensor”, que publicaba<br />

en <strong>el</strong> diario La Noticia.<br />

1973-1977. Es colaborador d<strong>el</strong> suplemento Aquí Cultural de La<br />

Noticia.<br />

1975 Octubre 12. Bajo <strong>el</strong> título “Poemas de Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía” <strong>el</strong><br />

suplemento Aquí Cultural, d<strong>el</strong> periódico La Noticia, le dedica las<br />

páginas 6-A y 7-A a su poesía. Abreu Mejía hace una breve introducción<br />

de sus trabajos: “Estos poemas son demasiados sencillos. Se puede<br />

decir que molestan de tanta sencillez. Pero, ¿qué puede ser mejor que la<br />

sencillez cuando se nos ha complicado tanto la vida?”. En total son 28<br />

textos. Es importante destacar que de esos poemas especialmente<br />

uno constituye, a nuestro juicio, un antecedente <strong>el</strong>ocuente de la<br />

poesía de corte oriental con la que él habrá de sorprendernos más<br />

ad<strong>el</strong>ante. Se trata de un dístico:<br />

Patria<br />

“Esa hermosa flor<br />

con tan fuerte olor a sangre”.<br />

14 de diciembre. Firma las “D<strong>el</strong>iberaciones” d<strong>el</strong> Comité Organizador<br />

d<strong>el</strong> I Foro Latinoamericano de la Joven Poesía, importante<br />

evento literario que tuvo lugar, los días 1 al 7 de diciembre de<br />

1975, en la ciudad de Santo Domingo. También firman: Oscar Hahn,<br />

chileno; Saúl Sosnowski, argentino; Isaac Goldemberg, peruano;<br />

Víctor Fragoso, puertorriqueño; Aída Cartagena Portalatín, Mateo<br />

Morrison y Tony Raful, dominicanos; Julián Gómez, mexicano; y<br />

George Eugene, haitiano.<br />

1979. Abandona <strong>el</strong> mundo literario <strong>para</strong> dedicarse al comercio en <strong>el</strong><br />

ámbito agropecuario. Sigue escribiendo, pero ausente d<strong>el</strong> escenario<br />

público de las letras. El desencanto, producto de la mezquindad de<br />

la crítica literaria ejercida en <strong>el</strong> momento –incapaz de reconocer <strong>el</strong><br />

valor de su poesía–, es la causa principal de este retiro involuntario.<br />

Se sumerge, entonces, en un silencio literario de casi cinco lustros.<br />

SEGUNDA ETAPA: 1992-2004<br />

1992. En este año rompe <strong>el</strong> silencio literario que había iniciado en<br />

marzo de 1979. Sobre ese silencio <strong>el</strong> poeta escribiría: “No estaba<br />

muerto / estaba entre los surcos / cultivando <strong>el</strong> silencio”. En este mismo<br />

año reanuda su activismo literario de los años 60 y 70, participando<br />

en tertulias literarias y en encuentros de escritores, así como dictando<br />

charlas y ofreciendo recitales poéticos que entusiasmaban a los<br />

contertulios por <strong>el</strong> donaire con que decía su poesía.<br />

1993-2004. Como todo un gestor cultural natural, pasa a formar<br />

parte, hasta <strong>el</strong> momento de su muerte, de la Directiva d<strong>el</strong> Grupo<br />

Cultural Cacibajagua, que había sido fundado <strong>el</strong> 27 de mayo de 1991<br />

por los poetas Carlos Gómez Doorly y Juan B. Nina. A este grupo<br />

se habrían de integrar, luego, los poetas Víctor Villegas –actual Presidente–,<br />

Jorge Piña y Jo<strong>el</strong> Almonó.<br />

1993. Publica los poemarios Con las manos de mi alma (Santo Domingo:<br />

Editora Robiou), ámbito d<strong>el</strong> ser profundo (Santo Domingo: Impresos<br />

Gabi) y Hai Q RAM (Santo Domingo: Impresos Gabi). // A<br />

partir de este año tiene una dinámica participación en <strong>el</strong> espacio<br />

Noche en Grande con la Poesía –originalmente llamado Sábado en Grande<br />

con la Poesía–, fundado por <strong>el</strong> poeta Jo<strong>el</strong> Almonó, y cuyo escenario<br />

era <strong>el</strong> Hostal Nicolás de Ovando, en la calle Las Damas de la<br />

Ciudad Colonial. // A finales de este mismo año forma parte d<strong>el</strong><br />

grupo Auge, con los poetas Tony Raful, Mateo Morrison, Federico<br />

Jóvine Bermúdez y Tomás Castro. Este grupo tendría una vida efímera,<br />

pues desaparecería al año siguiente.<br />

24 25


1994. Publica los poemarios Peccata minuta (Santo Domingo: Impresos<br />

Gabi) y El antilibro de las cuchufletas: poesía inorgánica (Santo Domingo:<br />

Impresos Gabi).<br />

1995. Publica los poemarios Después de la pólvora (Santo Domingo:<br />

Punto Creativo) y Mi casa y otros lugares (Santo Domingo: Punto<br />

Creativo).<br />

2000. Publica los poemarios Evocación de la nostalgia (Santo Domingo:<br />

Impresos Gabi) y Trasmutaciones (Santo Domingo: Impresos Gabi).<br />

2002. Publica su última obra poética: Pájaros de piedra (Santo Domingo:<br />

Impresos Gabi). // Junio. Bajo <strong>el</strong> auspicio de la Comisión<br />

Permanente de Efemérides Patrias, y dentro de la colección bibliográfica<br />

de la Fundación Espacios Culturales, ve la luz pública la<br />

segunda edición de su La luz abre un paréntesis. Homenaje a los Héroes<br />

de Junio. En las <strong>palabra</strong>s de presentación (“Junio en los versos de<br />

Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía”) <strong>el</strong> poeta Mateo Morrison dice: “Este texto […]<br />

asume en versos transparentes y alejados de cualquier rasgo de panfletarismo<br />

un auténtico decir. El poeta reflexiona no sólo sobre <strong>el</strong> heroísmo de los combatientes,<br />

sino acerca d<strong>el</strong> dolor de <strong>el</strong>los y de la comunidad nacional ante <strong>el</strong> fracaso<br />

bélico que se convirtió luego en triunfo moral” (p. 3).<br />

2004. 6 de mayo. En la tarde de este viernes <strong>el</strong> poeta Rafa<strong>el</strong> Abréu<br />

Mejía parte hacia ese remoto lugar d<strong>el</strong> que jamás regresará <strong>para</strong><br />

encantarnos con sus haikus. Fallece en la ciudad de Santo Domingo,<br />

donde transcurrió toda su vida. Fue un habitante eterno de la<br />

Zona Oriental, en cuyas calles han quedado sus hu<strong>el</strong>las. // Agosto.<br />

Es editada, con <strong>el</strong> auspicio de la Secretaría de Estado de Cultura y<br />

bajo la responsabilidad nuestra, su obra ámbito d<strong>el</strong> ser profundo: antología<br />

poética 1968-2002, que compendia textos que aparecen en sus<br />

once publicaciones indicadas más arriba, además de algunos dados<br />

a luz pública en suplementos y antologías. “Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía, un<br />

auténtico amigo” (pp. 9-10), así titula <strong>el</strong> poeta Tony Raful sus <strong>palabra</strong>s<br />

de presentación, donde afirma que “ámbito d<strong>el</strong> ser profundo es <strong>el</strong><br />

mayor desmentido a quienes trataron de excluir a Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía<br />

d<strong>el</strong> espacio que se ganó en la Generación de Post-Guerra”. La antología,<br />

que constituye un hermoso homenaje al poeta fallecido hacía<br />

unos meses, también trae un emotivo escrito d<strong>el</strong> poeta Mateo<br />

Morrison, su entrañable amigo: “Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía, permanente<br />

cultor y amante de la poesía” (pp. 11-13). Dice Morrison: “Sé que<br />

los lectores, al tener en sus manos esta antología, estarán de acuerdo<br />

conmigo en que se nos fue un auténtico poeta, pero que nos deja<br />

uno de los más grandes ejemplos de humildad y de consagración sin<br />

estridencia, en la búsqueda d<strong>el</strong> auténtico ser humano a través de la<br />

profundidad d<strong>el</strong> alma”.<br />

A MANERA DE EPÍLOGO<br />

Abreu Mejía era un admirador fascinado de la poesía oriental.<br />

Podríamos decir que él es <strong>el</strong> poeta dominicano que de manera más<br />

fervorosa, apasionada, se ha dedicado a cultivar la poesía de corte<br />

oriental, específicamente <strong>el</strong> haiku. Sobre <strong>el</strong> origen de su pasión<br />

orientalista <strong>el</strong> poeta Tomás Castro nos cuenta lo que sigue:<br />

“Lo conocí en casa de Migu<strong>el</strong> Collado. Yo estaba de paso<br />

por <strong>el</strong> país a principios de los años noventa; le hablé de mi<br />

visión d<strong>el</strong> haiku y desde aqu<strong>el</strong> día este tipo de poesía oriental<br />

abrió entre ambos un <strong>puente</strong> de comunicación que sospecho<br />

no pudo quebrarlo la muerte…” (En su artículo “Con la luz de<br />

Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía”, disponible en http://<br />

espanol.groups.yahoo.com/group/abecedario/message/9155)<br />

Es –todavía– un poeta en gran medida inédito, pues su abundante<br />

producción poética no ha recibido la debida atención por<br />

parte de los críticos y reseñadores literarios, por lo que aún no ha<br />

sido valorada con sentido de justicia. Su obra poética merece, por<br />

su calidad, un estudio calmado y minucioso, ya que hay en <strong>el</strong>la una<br />

honda y constante preocupación por todo lo que atañe al hombre.<br />

26 27


<strong>Una</strong> muestra importante de la producción poética de Rafa<strong>el</strong><br />

Abréu Mejía se encuentra dispersa en suplementos culturales y antologías<br />

literarias: más de setenta textos poéticos, publicados de<br />

1968 a 1992. Parte de esa producción aparece recogida en su ya<br />

citada obra ámbito d<strong>el</strong> ser profundo: antología poética 1968-2002. De esa<br />

antología proceden los textos que aparecen en esta s<strong>el</strong>ección.<br />

La sensibilidad y la fuerza que la int<strong>el</strong>ectual Marianne de<br />

Tolentino había observado en su poemario La luz abre un paréntesis<br />

(1971) habrían de mantenerse presente -como innegables cualidades<br />

de su ser más profundo- en su posterior producción poética.<br />

Es, su poesía, una búsqueda desesperada, pero mansa, en las<br />

profundidades e interioridades inextricables de la conciencia humana.<br />

Fue un poeta torrencial, natural, vivencial, sincero y, sobre todo,<br />

humano.<br />

El grado de <strong>el</strong>evación espiritual alcanzado por Rafa<strong>el</strong> Abréu<br />

Mejía y su sorprendente comunión con la naturaleza, razón de ser<br />

de su poesía de corte oriental, quedaron evidenciados al hacer triste<br />

entrada al camposanto <strong>el</strong> cortejo fúnebre: allí, como una corona de<br />

luces multicolores, esperaba hermosamente imponente un arcoiris,<br />

que luego desapareció al descender <strong>el</strong> féretro en las fauces frías de<br />

la tierra...como si acaso ese fenómeno de luz decidiera guiar <strong>el</strong> alma<br />

de nuestro poeta hacia <strong>el</strong> infinito.<br />

Pocas semanas antes de morir, quizá unos días antes apenas,<br />

Abreu Mejía, en una de esas visitas que le hacíamos <strong>para</strong> saber de<br />

su salud -después de haber regresado de Cuba, acompañado de su<br />

amigo de siempre Mateo Morrison-, nos dictó unos versos de un<br />

poema que, según acostumbraba a decir, venía rumiando:<br />

“Esos niños que deambulan<br />

por las calles,<br />

hurgando en la basura,<br />

venderían de nuevo a Cristo<br />

-si volvierapor<br />

treinta monedas”.<br />

Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía dejó inéditas las obras poéticas siguientes:<br />

Epigramas de ayer y de hoy, Gajes d<strong>el</strong> oficio, Manantial d<strong>el</strong> haiku,<br />

Los habitantes de la luz y C-Ch-D. De la primera de esas obras<br />

recordamos <strong>el</strong> siguiente epigrama, que evidencia, como opinara<br />

<strong>el</strong> poeta y crítico Antonio Fernández Spencer en una ocasión, su<br />

ingeniosidad:<br />

“El perro es perro,<br />

la gente es gente;<br />

no quieras hacer d<strong>el</strong> perro gente;<br />

no dañes al perro”.<br />

El poeta de la luz -cuya alma, sensitiva, llena de humanidad, tenía<br />

manos sembradoras de bondad- permanecerá siempre vivo en la<br />

memoria de aqu<strong>el</strong>los que lo quisimos y supimos valorarlo como ser<br />

humano y como poeta singular.<br />

28 29


Elegía por <strong>el</strong> dolor de una madre<br />

Madre,<br />

de manera que todo lo que fue tu hijo<br />

-sonrisa y vigor<br />

corriendo por las calles,<br />

amor y alegría<br />

llenando tu corazón,<br />

llenando tu casa-<br />

ahora es tan sólo:<br />

un retazo de sombra en la sombra,<br />

un poco de humo<br />

perdido entre las nubes.<br />

De manera que si preguntas<br />

en qué lugar de la isla<br />

está la luz de tus ojos,<br />

<strong>el</strong> más dulce pedazo de tu amor,<br />

te dirán sencillamente:<br />

“Ha muerto su hijo, señora”.<br />

De manera que si lloras<br />

y haces públicas tus lágrimas<br />

y con violencia lanzas<br />

al aire una protesta,<br />

no faltará quien te colme de amenazas.<br />

30 31


Así que a pesar<br />

de la herida que te cubre,<br />

d<strong>el</strong> dolor que ahora<br />

hace sus caminos por tus venas,<br />

tendrás que soportar<br />

la impunidad que nos consume,<br />

toda la cru<strong>el</strong>dad<br />

que nos derrumba.<br />

Entonces, madre,<br />

no obstante<br />

la inmensa luz<br />

que viene arrolladora,<br />

<strong>el</strong> ruido de la paz que percibimos...<br />

no obstante esa verdad,<br />

tendrás que convencerte,<br />

tendré que convencerme:<br />

eres otro eslabón<br />

en esta cadena de dolor.<br />

Descripción pr<strong>el</strong>iminar<br />

Como una sábana verde<br />

la inmensidad d<strong>el</strong> pasto.<br />

Como escaleras imperfectas<br />

los acantilados, los desfiladeros.<br />

La luz abre un paréntesis<br />

Como profundas heridas las cañadas,<br />

<strong>el</strong> cauce de los ríos muertos,<br />

los ahondados caminos<br />

por <strong>el</strong> paso de los hombres y de los siglos.<br />

Semejantes al busto de la tierra<br />

las montañas,<br />

con sus pezones de árboles erectos,<br />

con sus aureolas de distintas hierbas,<br />

de empequeñecida grama,<br />

de arbustos atrofiados por la sombra.<br />

En la distancia,<br />

<strong>el</strong> horizonte como un arco de pálidos colores.<br />

Los ríos cortando las llanuras<br />

en dos mitades.<br />

Las espigas<br />

creciendo libremente en sus riberas:<br />

al cuidado de unos ojos hechos por <strong>el</strong> amor<br />

32 33


al cuidado de las manos que hizo la ternura,<br />

las mismas que inventaron<br />

la paciencia y la dedicación.<br />

(Las mismas<br />

que día a día propician <strong>el</strong> pan,<br />

<strong>el</strong> que luego enjugará nuestros labios,<br />

<strong>el</strong> que hará posible nuestra sangre).<br />

Todo en perfecta armonía.<br />

Todo en la ruta de los vientos,<br />

en <strong>el</strong> ámbito de perfumes distintos,<br />

de distintos colores,<br />

de inconfundible rumor de aguas<br />

corriendo entre las piedras,<br />

de múltiples cantos de aves trepadoras.<br />

Todo,<br />

bajo un techo de sol quemante,<br />

radiante,<br />

vigoroso.<br />

Origen d<strong>el</strong> Canto<br />

Se origina <strong>el</strong> canto<br />

cuando se advierten sus cuerpos<br />

entre la tarde y la noche.<br />

Cuando se les ve perderse<br />

en la densidad d<strong>el</strong> follaje<br />

e inician <strong>el</strong> ascenso hacia las cumbres<br />

ataviados de coraje,<br />

de mochilas,<br />

de fusiles.<br />

Nace este párrafo de la historia<br />

cuando la inmensa linterna de la mañana,<br />

apabullando las sombras,<br />

las hace huir desesperadas.<br />

Cuando distribuye los colores<br />

en su debido lugar<br />

y le devu<strong>el</strong>ve a los callados pájaros su canto.<br />

Se inicia<br />

–quise decir–<br />

cuando se nos presentan erguidos<br />

sobre las hojas muertas,<br />

tácticamente<br />

semi-ocultos entre los árboles<br />

apretando entre los dientes<br />

“la <strong>palabra</strong> redentora”.<br />

(Porque habían fortalecido sus gargantas <strong>para</strong> <strong>el</strong> combate,<br />

porque eran mensajeros de la libertad,<br />

porque habían acumulado...<br />

demasiada paz en sus entrañas).<br />

Revienta su coraje,<br />

cuando a todo lo ancho<br />

y a todo lo largo d<strong>el</strong> país,<br />

era más amplio <strong>el</strong> festín de los vampiros.<br />

Cuando en cada sorbo de sangre<br />

en pequeños coágulos se nos iba la Patria.<br />

Cuando en un canal de abundantes lágrimas<br />

crecía vigorosa tristeza.<br />

Revienta su coraje<br />

y ardiente se siente <strong>el</strong> combate.<br />

34 35


De ese lado,<br />

<strong>el</strong> amor hecho una furia encendía hogueras,<br />

abría caminos,<br />

sembraba la esperanza.<br />

De este lado,<br />

la embestida d<strong>el</strong> monstruo.<br />

El peso de toda su cru<strong>el</strong>dad.<br />

Sus afilados dientes,<br />

sus engrosados brazos<br />

A base d<strong>el</strong> oprobio y la ignominia.<br />

(El quantum de todas sus fuerzas<br />

en círculos de la muerte,<br />

en inmensas olas de exterminio).<br />

Final d<strong>el</strong> Canto<br />

Ahora,<br />

volviendo <strong>el</strong> calendario v<strong>el</strong>ozmente,<br />

a la mente vu<strong>el</strong>ven terribles los recuerdos<br />

de aqu<strong>el</strong>las horas impregnadas en su sangre,<br />

de aqu<strong>el</strong>la noticia y la extinción masiva,<br />

de su inmenso dolor<br />

sólo imaginado por nosotros.<br />

Ahora, meditando frente a las montañas<br />

me parece ver los alpinistas de la libertad<br />

rodar por sus lomos como la lluvia<br />

y descender al valle con <strong>el</strong> pecho herido...<br />

sangrante.<br />

Todavía,<br />

aún pienso que puedo encontrar<br />

sus corazones disu<strong>el</strong>tos en <strong>el</strong> polvo.<br />

Aún creo<br />

que puedo hallar sus ojos<br />

como estr<strong>el</strong>las enterradas.<br />

Que puedo oir su voz<br />

oculta en la bruma de los bosques.<br />

Que puedo tocar tu pi<strong>el</strong> de héroes a destiempo<br />

con sólo tocar la cáscara de un árbol cualquiera.<br />

Todavía,<br />

permanece y crece aqu<strong>el</strong>la luz entre nosotros.<br />

Todavía, todavía nos guía<br />

por las oscuras sendas.<br />

36 37


Epítome de mi alma<br />

Pongo mi rúbrica en <strong>el</strong> fuego.<br />

No hablo de lo que fui, de lo que soy.<br />

He aprendido a aquilatar<br />

la complejidad d<strong>el</strong> odio<br />

y aunque espero mucho más<br />

de la cru<strong>el</strong>dad humana<br />

amo con tanto amor<br />

que no le temo a la muerte,<br />

le temo más al dolor.<br />

Esta es otra historia <strong>para</strong> ser contada<br />

El verso se mueve<br />

p<strong>el</strong>igrosamente hacia mí,<br />

se encabrita y ataca mi flanco izquierdo.<br />

El verso es muy débil,<br />

se lastima,<br />

sangra por todas sus <strong>palabra</strong>s.<br />

Condolido, voy en su auxilio:<br />

curo sus heridas,<br />

sílaba por sílaba,<br />

letra por letra.<br />

El verso se aleja en silencio,<br />

vu<strong>el</strong>ve acompañado de otros versos,<br />

plasma en mi frente un beso agradecido,<br />

llama a los versos que vinieron con él,<br />

los reúne los organiza,<br />

me dejan <strong>el</strong> poema entre las manos.<br />

38 39


El hombre que yace tirado<br />

sobre <strong>el</strong> sofá de mi alma<br />

se llama Séneca.<br />

Tiene las venas abiertas<br />

como yo las puertas<br />

de mi conciencia.<br />

Ámbito d<strong>el</strong> ser profundo<br />

Un punto de luz<br />

zigzaguea <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o,<br />

pinta la noche.<br />

Luciérnaga<br />

40 41


La noche me mira<br />

con millones de ojos<br />

acusadores.<br />

Ci<strong>el</strong>o estr<strong>el</strong>lado<br />

Soy <strong>el</strong> prisionero<br />

de tus piernas. Nunca imaginé<br />

cautivo tan f<strong>el</strong>iz.<br />

Cópula<br />

42 43


Más allá de mí está <strong>el</strong> otro,<br />

<strong>el</strong> que no soy todavía,<br />

<strong>el</strong> que no sé si seré.<br />

Metafísica<br />

Órfico aqu<strong>el</strong>arre: la <strong>palabra</strong><br />

Podio glamoroso de lo ufano<br />

Polifásico policromo<br />

<strong>el</strong> verso grita<br />

Chirrían las curvas anglosajonas<br />

Polígrafo poético ceniciente<br />

Polipasto loco en <strong>el</strong> zapato<br />

Acrobático péndulo pendiente<br />

Polipero políptico poliedro<br />

Sofocón orgásmico en la tríada<br />

Llanura loca de estridencias<br />

Gorrión d<strong>el</strong> papo en la garganta<br />

Yo soy tu <strong>para</strong>noico favorito<br />

44 45<br />

XIII


XX<br />

Fotosíntesis d<strong>el</strong> ojo<br />

ver caracoles surcando <strong>el</strong> aire<br />

Estrepitosamente una gaviota de humo<br />

enamora los sueños<br />

que engloba una burbuja<br />

Tomad las hu<strong>el</strong>las de un virus<br />

dejadas sobre <strong>el</strong> lodo fresco<br />

Cabriola flirtera<br />

semantiza <strong>el</strong> nervio de la <strong>palabra</strong><br />

Chiste chistecito cuchufleta<br />

<strong>el</strong> poeta concluye en buchipluma<br />

<strong>Una</strong> puta putea en la punta<br />

¡Atención, planeta Tierra!<br />

¿Llegarás a llamarte SODOMA?<br />

Las nubes<br />

Las blancas barbas de Dios flotan en <strong>el</strong> aire.<br />

46 47


El corazón d<strong>el</strong> olvido.<br />

La ingratitud<br />

Adulzoro<br />

lo intempestivo<br />

lo frágil<br />

lo insólito<br />

lo procaz<br />

Armonizo<br />

lo absurdo lo adefesioso<br />

lo abrupto lo inútil<br />

me busco me encuentro<br />

me escondo me digo:<br />

la muerte de la poesía<br />

no es posible<br />

Adulzoro<br />

48 49


Acentúo<br />

devalúo<br />

revalúo<br />

atino<br />

desatino<br />

Soy amor piedra discordia<br />

me sumerjo<br />

me adhiero<br />

me safo<br />

me enrosco<br />

disiento<br />

consiento<br />

subo<br />

<strong>el</strong> ser humano que soy<br />

se alimenta de la luz<br />

Epílogo<br />

Evocación de la nostalgia<br />

¡Lúdicos pueden ser esos recuerdos!<br />

¡Adolescentes tal vez!<br />

Ese <strong>puente</strong> de nieblas que trasmuta<br />

<strong>el</strong> áng<strong>el</strong> que vive en la sonrisa<br />

Duendecillos que retornan cabalgando<br />

sobre ese polen llamado memoranza<br />

Saudades que <strong>el</strong> alma presentiza<br />

endulzando levemente <strong>el</strong> llanto amargo<br />

Flores redivivas<br />

que alientan <strong>el</strong> aroma de la memoria<br />

Presente histórico que retrotrae <strong>el</strong> amor<br />

volcando <strong>el</strong> corazón en un suspiro<br />

Flechas que regresan desde <strong>el</strong> fondo<br />

a clavarse en los ojos d<strong>el</strong> dolor<br />

D<strong>el</strong>icias de algún tiempo mejor<br />

que han sido yantadas por <strong>el</strong> olvido<br />

Sostengo <strong>el</strong> corazón entre los dedos<br />

evocando la nostalgia...<br />

de un tiempo que se niega a morir<br />

por los caminos de la sombra.<br />

50 51


cientos de galaxias<br />

miles de galaxias<br />

millones de galaxias<br />

XLVII<br />

quasares quasares<br />

agujeros negros agujeros negros<br />

miles de millones de estr<strong>el</strong>las<br />

antes d<strong>el</strong> Big Bang<br />

(<strong>el</strong> gran estallido)<br />

¿qué había?<br />

¿un gran átomo?<br />

¿una gran esfera?<br />

¿Quién dejó allí esa esfera?<br />

la inexistencia de Dios<br />

es indemostrable<br />

Julio Cortázar<br />

A fuerza de llamarte Julio<br />

corta Cortázar la corteza<br />

d<strong>el</strong> árbol narrador<br />

Nutriéndose siempre la raíz d<strong>el</strong> agua<br />

de la vida<br />

de la luz<br />

de la muerte<br />

(Para que todo empiece ahí<br />

donde comienza <strong>el</strong> corazón<br />

y no terminan los caminos<br />

y se alarga LA AUTOPISTA DEL SUR<br />

donde tus manos dieron a luz<br />

una criatura tremenda<br />

quebrantada en <strong>el</strong> tiempo y <strong>el</strong> espacio)<br />

Para que uno sienta<br />

<strong>el</strong> peso de LA NOCHE BOCA ARRIBA<br />

<strong>para</strong> que vea cómo crece en <strong>el</strong> aliento<br />

<strong>el</strong> ínfimo fulgor de las estr<strong>el</strong>las<br />

<strong>para</strong> que se pierda <strong>el</strong> sentido común<br />

y <strong>el</strong> sentido sienta<br />

todo lo sentido por <strong>el</strong> hombre<br />

A fuerza de llamarte Julio<br />

corta Cortázar la coraza<br />

52 53


penetrante la llama azul acetileno<br />

donde fluyen y confluyen por amor<br />

TODOS LOS FUEGOS EL FUEGO Elegía sin número<br />

Desde <strong>el</strong> principio,<br />

te fuiste adentrando en <strong>el</strong> silencio.<br />

Desde <strong>el</strong> principio<br />

de uno a otro corazón<br />

la mirada inquisitiva,<br />

la misma incertidumbre,<br />

idéntica la angustia.<br />

Y en tus ojos<br />

inmensos como <strong>el</strong> mundo<br />

una pequeña luz a veces,<br />

una pequeña esperanza… a veces<br />

Desde <strong>el</strong> principio,<br />

tomó <strong>el</strong> dolor<br />

diversas formas:<br />

unas veces,<br />

en lágrimas disu<strong>el</strong>tas en <strong>el</strong> aire,<br />

cristalizadas en la luz,<br />

hundidas en <strong>el</strong> polvo.<br />

Otras veces,<br />

en gritos desafiando <strong>el</strong> odio,<br />

liberándose d<strong>el</strong> miedo,<br />

agigantados en <strong>el</strong> viento.<br />

54 55


Desde <strong>el</strong> principio,<br />

ni siquiera la muerte<br />

se sintió fuerte<br />

y en <strong>el</strong> trayecto comprendido<br />

entre tu vida y tus fuerzas,<br />

hubo de tardar<br />

diez días,<br />

tantas horas<br />

y qué sé yo cuántos minutos.<br />

Entonces la infamia tuvo miedo<br />

y su cobarde actitud cayó en <strong>el</strong> fango<br />

y en <strong>el</strong> silencio de tu voz<br />

creció la voz d<strong>el</strong> pueblo,<br />

<strong>el</strong> amor d<strong>el</strong> pueblo,<br />

la ira d<strong>el</strong> pueblo.<br />

Soledad Álvarez<br />

56 57


Nació en Santo Domingo. Poeta y ensayista. Es graduada de<br />

Filología con especialidad en Literatura Hispanoamericana de<br />

la Universidad de La Habana, Fue Sub-Directora d<strong>el</strong> Suplemento<br />

Cultural “Isla Abierta” d<strong>el</strong> periódico Hoy, publicación<br />

en la que desarrolló una amplia labor de crítica literaria, y colaboradora<br />

de los periódicos El Nacional de ¡Ahora! y Listín<br />

Diario. Ha publicado los poemarios Vu<strong>el</strong>o (1994) y Las estaciones<br />

íntimas (2006), con, <strong>el</strong> que obtuvo <strong>el</strong> Premio Nacional de<br />

Poesía “Salomé Ureña”. Como ensayista, ha publicado La magna<br />

patria de Pedro Henríquez Ureña: una interpretación de su<br />

americanismo (1980), Premio Siboney de Ensayo, y Complicidades.<br />

Ensayos y comentarios sobre literatura dominicana (1998), Es<br />

co-autora d<strong>el</strong> libro El siglo XX dominicano, Economía, política,<br />

pensamiento y literatura (1999). En 1996 antologó y presentó <strong>para</strong><br />

una red de diarios iberoamericanos <strong>el</strong> Periolibro dedicado a<br />

Pedro Henríquez Ureña, publicación de la UNESCO y <strong>el</strong> Fondo<br />

de Cultura Económica, de México. Sus poemas han aparecido<br />

en numerosas antologías nacionales y extranjeras, entre<br />

otras Enciclopedia dominicana (1978), Poesía de post-guerra: joven<br />

poesía dominicana (198 l), Antología literaria dominicana (1982),<br />

Sin otro profeta que su canto (1982), El paisaje dominicano (1992),<br />

Antología histórica de la poesía dominicana d<strong>el</strong> Siglo XX (1995),<br />

Dos siglos de literatura dominicana. Poesía (1996), Poesie dominicaine<br />

du XX Siecle (1995), Antología mayor de la literatura dominicana<br />

(1999), Miroirs de la Caraibe, douze poetes de Saint-Domingue (2000),<br />

Berliner anthologie (2005), Caut<strong>el</strong>oso engaño d<strong>el</strong> sentido (2007). Ensayos<br />

de su autoría han sido publicados en los libros El debate<br />

sobre las generaciones (1991), Ponencias de la Semana Internacional<br />

en Honor a Pedro Henríquez Ureña (1995), Código de ética de la<br />

gestión pública (2000), Cultura y sociedad en la República Dominicana<br />

d<strong>el</strong> Siglo XX (2000), Ensayos. Pedro Henríquez Ureña. Edición<br />

crítica (1998), Coloquios (1998, 1999), ‘ Arqueología de las sombras.<br />

La narrativa de Marcio V<strong>el</strong>oz Maggiolo (2004), Pensantes.<br />

Cultura e historia dominicana vista por sus mujeres (2004).<br />

BIBLIOGRAFÍA ACTIVA<br />

Bibliografía<br />

Poesía: Vu<strong>el</strong>o posible. Santo Domingo, Amigo d<strong>el</strong> Hogar, 1994. Las<br />

estaciones íntimas, Santo Domingo, Amigo d<strong>el</strong> Hogar, 2006.<br />

Ensayo. La magna patria de Pedro Henríquez Ureña: una interpretación<br />

de su americanismo, Santo Domingo, Premio Siboney 1980, Editora<br />

Taller, 1981; segunda edición. Santiago, UCMM, Editora Taller,<br />

1982. Complicidades, Santo Domingo, Editora Taller, 1998. El Siglo<br />

XX dominicano. Economía, política, pensamiento y literatura (en colaboración),<br />

Santo Domingo, Codet<strong>el</strong>, Amigo d<strong>el</strong> Hogar, 1999.<br />

BIBLIOGRAFÍA PASIVA<br />

Alcántara Almánzar, José: “Las estaciones íntimas de Soledad<br />

Álvarez” en “Areíto”, periódico Hoy, 8 de julio, 2006./ Cabrera,<br />

Fernando: “Soledad es vocación de compañía”, en periódico El<br />

Caribe (Suplemento), 22 de marzo 1997./ Castañón, Adolfo. “Soledad<br />

Álvarez” en Lluvia de letras, México, UNAM, 2008. / Chez Checo,<br />

José, editor. “Soledad Álvarez” en Coloquios 98. Santo Domingo.<br />

Ediciones Ferilibro, 1998.3511./ Collado, Migu<strong>el</strong> y Rafa<strong>el</strong> García<br />

Romero: “Soledad Álvarez”, Ensayos críticos sobre escritoras dominicanas<br />

d<strong>el</strong> siglo XX, Santo Domingo, 2002./ Durán, Diony:<br />

“Soledad Álvarez. La magna patria de Pedro Henríquez Ureña” en<br />

Anales d<strong>el</strong> Caribe, Centro de Estudiuos d<strong>el</strong> Caribe, Casa de las Américas,<br />

La Habana, 2/1982. Fenwick, M.J. “Soledad Álvarez”, en<br />

58 59


Writers of the Caribbean and Central America. New York & London:<br />

Garland Publishing, 1992:1241/ Gerón, Cándido. Diccionario de autores<br />

dominicanos 1492-1994.2da.ed. Santo Domingo: Editora<br />

Colorscan, 1994:120/ Gil, Laura: “Vu<strong>el</strong>o posible. Poesía y<br />

cotidianidad femenina en Soledad Álvarez” en periódico El Caribe<br />

(suplemento), 24 de diciembre 1994/ Gómez Rosa, Alexis: “Soledad<br />

Álvarez”. Revista Surgai. Bilbao, España. Diciembre 1995:30-<br />

34./ Granados, Pedro: “Soledad Álvarez, sus señas íntimas” en<br />

periódico Listín Diario, 23 de julio, 2006./ Gutiérrez, Franklin. “Soledad<br />

Àlvarez” en Antología histórica de la poesía dominicana d<strong>el</strong> siglo<br />

XX. Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998:<br />

353-360. / Lagos, Ramiro: “Soledad Álvarez” en Voces femeninas d<strong>el</strong><br />

mundo hispánico. Colombia: Centro de estudios poéticos hispánicios,<br />

1991: 309-310. Lantigua, José Rafa<strong>el</strong>. “Vértice y festín”: autobiografía<br />

de la soledad y la ausencia”. Última Hora (Biblioteca) 11 de<br />

diciembre, 1994. /Lantigua, José Rafa<strong>el</strong> “Soledad Álvarez: <strong>el</strong> amor<br />

es tan subversivo como la poesía”, en El oficio de la <strong>palabra</strong>. Santo<br />

Domingo: Ediciones La Trinitaria, 1994: 197-205/ Lasosé, Danilo:<br />

“El talento poético de Soledad Álvarez” en periódico Listín Diario,<br />

28 de marzo, 1990/ Mármol, José: “La posibilidad d<strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o” en<br />

Las pestes d<strong>el</strong> lenguaje y otros ensayos, Santo Domingo, Editorial Letra<br />

Gráfica, 2004./ Molina Morillo, Rafa<strong>el</strong>: Personalidades dominicanas<br />

1988-1989. Santo Domingo: Molina Morillo & Asociados, 1988:15-<br />

16. Ortega, Francisco: “Soledad Álvarez tras un encuentro con su<br />

estilo”, El Caribe (suplemento), 13 de julio 1991./ Rueda, Manu<strong>el</strong>:<br />

“Soledad Álvarez” en Dos siglos de literatura dominicana (S. XIX-XX).<br />

Santo Domingo: Colección Sesquicentenario de la Independencia<br />

Nacional, 1996:572-584./ Rueda, Manu<strong>el</strong>: “Un vu<strong>el</strong>o posible de<br />

Soledad Álvarez” en <strong>Una</strong> Voz. I. Temas literarios, s<strong>el</strong>ección y notas<br />

Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, Fundación Corripio, 2001. /<br />

V<strong>el</strong>oz Maggiolo, Marcio: “Soledad Álvarez: Vu<strong>el</strong>o posible”, Revista<br />

Rumbo, d<strong>el</strong> 17 al 23 de mayo, 1995.<br />

Nombre de mujer sola<br />

José Mármol<br />

Aprendimos de la filosofía presocrática, especialmente d<strong>el</strong> inmenso<br />

Heráclito, por Borges escamoteado, dicho sea al pasar, que<br />

nadie puede bañarse dos veces en un mismo río. Pero, ¿alguien nos<br />

insinuó siquiera, me pregunto, sobre la imposibilidad de leer dos<br />

veces un mismo libro, una misma pagina, un mismo poema, una<br />

misma línea de un poema? Es ostensible nuestra orfandad acerca<br />

de este último aserto. Además, es dulcemente aterradora la certeza<br />

según la cual <strong>el</strong> poema es una experiencia única e irrepetible, tanto<br />

en su génesis escritural como en la experiencia de la lectura.<br />

He leído, siempre con inusitado fervor, y he escrito, cada vez<br />

con mayor deslumbramiento acerca de la obra poética de Soledad<br />

Álvarez. <strong>Una</strong> obra que, a fuerza de austeridad expresiva y clara<br />

conciencia de la fecundidad d<strong>el</strong> silencio en la creación, se sustenta<br />

hasta hoy día en dos pilares, en dos obras de una singular validez<br />

estética y una in<strong>el</strong>udible referencia, cuando de poesía dominicana<br />

contemporánea se habla. Me refiero a los poemarios Vu<strong>el</strong>o posible<br />

(1994) y Las estaciones intimas (2006), Premio Anual de Poesia Salomé<br />

Ureña 2007. Doce años de un libro al otro, con un interregno de<br />

intensa labor crítica e investigativa y conferencias pronunciadas en<br />

r<strong>el</strong>evantes escenarios locales e internacionales. Doce años, como si<br />

<strong>el</strong> destino le hubiese exigido mostrar la marca ind<strong>el</strong>eble que en <strong>el</strong>la<br />

y en su generación fijaran, como en inolvidable y larga noche de<br />

pesadilla y desconcierto, los truculentos doce años d<strong>el</strong> régimen despótico,<br />

criminal y corrupto d<strong>el</strong> inefable Joaquín Balaguer y su<br />

extensísima lista de esbirros y secuaces.<br />

60 61


Es ontológica y estéticamente llamativo <strong>el</strong> hecho de que Soledad<br />

Álvarez fuese y siga siendo, esta antología lo evidencia, la única<br />

destacada mujer de su núcleo generacional y d<strong>el</strong> grupo La Antorcha.<br />

De igual forma lo fueron Aida Cartagena Portalatín en La Poesía<br />

Sorprendida y Jeannette Miller en la Generación d<strong>el</strong> 60. Soledad es<br />

<strong>el</strong> último eslabón de esa especial estirpe de voces femeninas únicas<br />

en un concierto de voces poéticas que componen un particular hito<br />

en la historia literaria dominicana.<br />

Pero, antes que regodearse en <strong>el</strong>lo, en ese supuesto privilegio de<br />

unicidad la poeta se pregunta quejumbrosamente acerca d<strong>el</strong> por<br />

qué de “mi nombre de mujer sola”, y llega a inquirir, en forma un<br />

tanto virulenta o rabiosa, al insondable y omnisciente Señor al expresar<br />

“la que hiciste a tu imagen está sola”. Y remontándose a un<br />

oscuro pasado gruñe casi al decir “una niña sola grita su nombre/<br />

llamándose desde la memoria d<strong>el</strong> desamparo: Soledad soledad”. Nótese,<br />

de una vez, la r<strong>el</strong>ación de identidad y de diferencia, una r<strong>el</strong>ación<br />

dialéctica, pues, entre <strong>el</strong> nombre propio “Soledad” y <strong>el</strong> sustantivo<br />

abstracto “soledad”, cuyo significado remite a la carencia,<br />

voluntaria o no, de compañía. Pero, nuestra lengua también ofrece<br />

acepciones de soledad como pesar m<strong>el</strong>ancólico o <strong>el</strong> tipo de tonada<br />

andaluza que envu<strong>el</strong>ve ese sentimiento o las coplas tristes que se<br />

hacen acompañar por esa música también nostálgica o la danza que<br />

con <strong>el</strong>la se baila. Un poco de todo esto es, en la escritura y en la<br />

vida, la poeta Álvarez.<br />

Esta brevísima reflexión sobre la r<strong>el</strong>ación ser/nombre-d<strong>el</strong>-ser<br />

hace de <strong>puente</strong> entre un libro y otro de nuestra autora, signando en<br />

<strong>el</strong>la <strong>el</strong> hecho, mucho más que retórico o alegórico, de que la escritura<br />

poética es una hendidura existencial, una forma estilística suspendida<br />

en <strong>el</strong> tiempo, única e irrepetible, y por demás, trascendente<br />

que, quiérase o no, agrieta y rebosa los diques de contención de la<br />

individualidad, la soledad o <strong>el</strong> silencio.<br />

El de la escritura, y sobre todo, de la creación poética, es <strong>el</strong><br />

ejercicio radical de la soledad; una soledad desoladora, a veces,<br />

sonora y nada más como gustó decir al místico San Juan de la Cruz.<br />

De ahí que, entre otras valederas e históricas razones de género y<br />

de contextualización política, cultural y social, exija Virginia Woolf<br />

una habitación propia, esa que en soledad le permitía, en un tiempo<br />

y un espacio muy hostiles, pensar y escribir en libertad. Se escribe,<br />

en soledad, desde la nostalgia y la m<strong>el</strong>ancolía. Cuando no, desde la<br />

nostalgia y la utopía, desde la inadaptación a lo establecido al deseo<br />

visceral d<strong>el</strong> lugar sin límite soñado y ansiado. ¿Esto por qué? Porque<br />

más allá d<strong>el</strong> horizonte d<strong>el</strong> lenguaje, porque más allá de la ética<br />

de la forma que rige los <strong>para</strong>digmas de sentido de la escritura no<br />

queda ya más nada: después d<strong>el</strong> poema sólo la realidad que fundan<br />

las <strong>palabra</strong>s; sólo la fugaz realidad que, como en Lezama Lima,<br />

escapa justo en <strong>el</strong> momento en <strong>el</strong> que parecía alcanzar su definición<br />

mejor, su sentido más redondo y perfecto.<br />

De ahí <strong>el</strong> carácter único; de ahí la naturaleza transubjetiva; de<br />

ahí <strong>el</strong> alcance trascendental de la obra de arte, más allá de los bordes,<br />

racionales o absurdos, de la historia y de los contornos sinuosos<br />

de las ideologías. Y todo <strong>el</strong>lo implica una aventura existencial e<br />

inventiva que, en forma alguna, habría de entenderse como evasivo<br />

acto de sustraerse o excluirse de la historia. Cuando esta poeta nombra<br />

las cosas toda la realidad se estremece y se refunda. Ese es, en<br />

definitiva, <strong>el</strong> hecho estético que nos permite afirmar que en Soledad<br />

Álvarez encontramos a la poeta que ha sido capaz de autentificar<br />

un lenguaje, una voz, un estro inconfundibles.<br />

Sensaciones de este orden son las que experimentamos al entrar<br />

en contacto con la escritura poética de Soledad Álvarez, en la que<br />

con frecuencia se hace patente la idea de que la autora lucha, por<br />

medio de la imagen certera o la <strong>palabra</strong> en silencio, contra las agresiones<br />

viles, las inexcusables ofensas de la sociedad y de la vida<br />

misma, de sus males ancestrales, de sus enfermedades incurables y<br />

aborrecibles, sean estas d<strong>el</strong> alma o d<strong>el</strong> cuerpo, que como <strong>el</strong> fondo y<br />

la forma, <strong>el</strong> individuo y <strong>el</strong> estilo son, en definitiva, una misma cosa.<br />

La soledad es, se ha dicho de múltiples formas, <strong>el</strong> mal endémico<br />

de la contemporaneidad, desde la modernidad hasta la posmodernidad<br />

y sus efluvios. Nuestra autora afronta esta epidemia, a veces como<br />

62 63


equilibrista, otras veces como volatinera (dos condiciones ancla<br />

de su ser escritural), pero siempre en postura de “mujer que ha<br />

domado sus fieras”, a través de los caminos que le ofrece la creación<br />

poética.<br />

Cuando nos instalamos en la densidad y plasticidad lumínica de<br />

sus poemas advertimos, casi por arte de magia, que conforme sus<br />

<strong>palabra</strong>s nacen y se entretejen nuestro espíritu y pensamiento van<br />

descubriendo, como si de la escritura d<strong>el</strong> mundo y la lectura d<strong>el</strong><br />

hombre se tratase, la derrota última d<strong>el</strong> ser y de las cosas.<br />

Santo Domingo, RD<br />

Marzo de 2008<br />

Tiro de dados<br />

Estás en <strong>el</strong> límite.<br />

<strong>Una</strong> quiebra de árboles te persigue.<br />

Dudas lo que ves<br />

salamanquesas prendidas<br />

de un muro entre <strong>el</strong> ojo y su amuleto<br />

estr<strong>el</strong>las en <strong>el</strong> pantano d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o.<br />

Nada sabes.<br />

En vano consultas oráculos, tablas de la ley<br />

una señal al menos de lo que eres<br />

de lo que son las cosas.<br />

No preguntes.<br />

Alguien soñó por ti este vacío<br />

<strong>el</strong>igió tu nombre entre todos los nombres<br />

y escribió con cenizas la cábala de la locura.<br />

Preferirías un viaje por las más intrincadas galerías<br />

pero eres prisionera de ningún fin.<br />

64 65


Imanes<br />

En espacio de nadie, toda pi<strong>el</strong><br />

acaricio la brisa que nació hoy<br />

y sin pudor desnuda las hojas<br />

en remolino que envu<strong>el</strong>ve y estremece.<br />

En espacio de nadie, sin saber<br />

rozo frutos, larvas, imanes<br />

miríadas de formas<br />

sustancias de espesura perdurable.<br />

Florece <strong>el</strong> latido terrestre.<br />

Colma lo vacío con su savia.<br />

Mi cuerpo es cuerpo nada más<br />

dejándose ir, hundiéndose<br />

en <strong>el</strong> éxtasis de los contornos<br />

en <strong>el</strong> goce de la dent<strong>el</strong>lada de la piedra<br />

en <strong>el</strong> aquí que prolonga sus mudanzas<br />

<strong>para</strong> que <strong>el</strong> tránsito sea breve:<br />

más espléndido que las orillas áureas.<br />

Voyeur<br />

Los amantes en la playa no saben que miro<br />

<strong>el</strong> encuentro de sus cuerpos a la sombra d<strong>el</strong> atardecer.<br />

Hombre y mujer como mástil de un v<strong>el</strong>ero.<br />

Verticales.<br />

Horizontales como cetáceos en lo alto de la ola.<br />

El uno en <strong>el</strong> centro d<strong>el</strong> otro<br />

en <strong>el</strong> centro de un mundo que sólo durará un instante<br />

inmensurable de b<strong>el</strong>leza efímera<br />

de paisaje sin límite.<br />

Alguien tiene que llegar.<br />

Por <strong>el</strong> aire una fervencia acaricia<br />

me envu<strong>el</strong>ve <strong>el</strong> quejido d<strong>el</strong> amor.<br />

Ligera como en la danza recupero latidos<br />

playas de arenas desbordadas<br />

aterciop<strong>el</strong>ado salitre.<br />

Soy lo que miro.<br />

66 67


En casa<br />

Es bueno llegar<br />

quitarse los zapatos<br />

dejar en <strong>el</strong> agua <strong>el</strong> polvo d<strong>el</strong> día largo<br />

tocar desnuda las paredes desnudas de la casa<br />

caminar como ciega entre muebles libros lám<strong>para</strong>s<br />

como ciega que sólo tiene estas pobres cosas.<br />

Habría que arreglar puertas pintar los techos<br />

esmerilar espejos por donde anda mi extravío<br />

donde miro a la que no puede escapar<br />

hacia ninguna parte<br />

porque la casa es una torre que no conoce nadie<br />

Mejor así.<br />

Me basta lo que tengo.<br />

Mías son las hormigas ensimismadas<br />

<strong>el</strong> camino brillante de la babosa<br />

la rana recién nacida en <strong>el</strong> baño de mi hija<br />

y este blues largo<br />

<strong>para</strong> decir tu nombre<br />

como un trofeo.<br />

Deseo de ti.<br />

Deseo de mí en ti.<br />

Hondo.<br />

Pez que nada<br />

en la nada de su centro.<br />

Despacio.<br />

Sin retorno.<br />

Sólo boca.<br />

Roce.<br />

Seno.<br />

Húmeda<br />

de palpable humedad<br />

Me hundo en ti.<br />

Lo real es remoto<br />

y cede.<br />

Agosto<br />

68 69


Antierótica<br />

Conozco <strong>el</strong> centro de tu cuerpo<br />

palmo a palmo la pi<strong>el</strong> y sus aristas<br />

dientes<br />

gestos que son dédalo<br />

hasta que encuentro <strong>el</strong> camino<br />

por la curva d<strong>el</strong> pie<br />

hasta <strong>el</strong> gozne de las piernas.<br />

Conozco <strong>el</strong> pozo donde me detengo<br />

<strong>para</strong> alcanzar <strong>el</strong> manantial de tu sexo:<br />

<strong>puente</strong> de venas<br />

torb<strong>el</strong>lino de nervios<br />

v<strong>el</strong>los.<br />

Tendido estás y en tu mano<br />

<strong>el</strong> pezón apunta desaparece<br />

uva blanda en la fuga de amor<br />

erizado renuevo<br />

cuando cierras los ojos <strong>para</strong> verme<br />

cuando abres <strong>el</strong> alma<br />

y soy tu cuerpo.<br />

Itinerarios<br />

70 71<br />

I<br />

La desnudez de la noche estremece la memoria<br />

devora cuerpos.<br />

Alrededor lo que tuve y no<br />

playas hirvientes ciudades<br />

muebles adulterios libros.<br />

Piedras como brasas laceran <strong>el</strong> alma.<br />

¿Hasta cuándo este duermev<strong>el</strong>a de ausencias?<br />

Sobre mi cabeza la noche de fantasmas<br />

una niña quiere ser corista y canta<br />

canciones tristes como lágrimas.<br />

Salamandra domesticada todas las niñas que fui<br />

toda la luz y la inocencia desnuda<br />

en juego interminable de máscaras<br />

de crímenes de ternura<br />

de condenados adolescentes que han bebido<br />

<strong>el</strong> filtro d<strong>el</strong> escándalo y d<strong>el</strong> amor.<br />

Mi adolescencia mi adolescencia<br />

esta noche su cintura breve su p<strong>el</strong>o<br />

<strong>el</strong> encuentro f<strong>el</strong>iz los desencuentros.<br />

¿Alguien conoce <strong>el</strong> naufragio de que<br />

esta mujer es capaz?<br />

sus catástrofes son alegres<br />

disfrazada de hechizos se viste y se desviste<br />

como la corista que no fue y ha descubierto<br />

un territorio nuevo <strong>para</strong> <strong>el</strong> suplicio.


Este es <strong>el</strong> tiempo de la fiesta<br />

de los amantes que llegan y se despiden con reverencias<br />

la cabeza entre las piernas<br />

las secretas esperanzas entre las piernas.<br />

¡Erróneas y ebrias noches las d<strong>el</strong> amor!<br />

aqu<strong>el</strong> saqueo d<strong>el</strong> tiempo<br />

aqu<strong>el</strong> tumulto de los sentidos<br />

<strong>para</strong> llegar a ninguna parte<br />

sino a este desteñido paisaje de nada.<br />

Pasan mis muertos y se alejan.<br />

No hay piedad <strong>para</strong> <strong>el</strong>los<br />

como no hay absolución <strong>para</strong> mí.<br />

Pero estoy viva<br />

y sin tregua.<br />

72 73<br />

Coda<br />

Nada quedará de tu presencia<br />

que no sea <strong>el</strong> recuerdo:<br />

pedazos de imágenes<br />

rastros que otras presencias desvanecerán.<br />

Nada quedará de esta tarde<br />

ni la f<strong>el</strong>icidad que comienza<br />

con <strong>el</strong> ruido de las cucharillas en las tazas<br />

de café<br />

entre paredes y platos descascarados<br />

<strong>el</strong> sillón de mimbre a punto de sucumbir<br />

bajo <strong>el</strong> peso de los libros<br />

la ropa sobre la cama<br />

y tras la ventana <strong>el</strong> azul ondeante<br />

agujereado por los árboles.<br />

Mañana escribiré sobre la muerte de los amantes<br />

recuperaré entre todos los momentos<br />

<strong>el</strong> que nos salvó d<strong>el</strong> miedo y su deriva<br />

<strong>el</strong> más limpio<br />

cuando dijiste que <strong>el</strong> amor no contradice<br />

la ausencia d<strong>el</strong> amor<br />

y tus ojos se humedecieron<br />

y acariciaste mi espalda<br />

con la d<strong>el</strong>icadeza<br />

d<strong>el</strong> que se aleja de puntillas.


Heridas<br />

Si pudieras saber qué queda en ti de las cosas vividas<br />

en qué lugar aguardan los ayeres.<br />

Un rostro olvidado regresa con su mirada de océano<br />

dolorosamente cercano, dolorosamente ajeno<br />

a este presente implacable que te enmuere.<br />

Idéntico en <strong>el</strong> pánico de su hechizo<br />

en lo que amaste fugaz<br />

sin más certeza que la pasión<br />

arrastrándote hacia la niebla d<strong>el</strong> bar<br />

donde los suicidas cantaban a los fantasmas de su horror<br />

y las mujeres en c<strong>el</strong>o humedecían los cristales.<br />

Lo que ha sido no termina.<br />

Muchos serán los días<br />

y muchas las historias que atravieses<br />

con la única sed que no colma <strong>el</strong> tiempo<br />

pero la hu<strong>el</strong>la de una noche muerde otra hu<strong>el</strong>la<br />

y todas expiran y reviven<br />

de presencia inesperada.<br />

II<br />

Dócil en <strong>el</strong> reposo imposible<br />

no menos Soledad que mañana<br />

aparto una a una las penas que me infligen:<br />

<strong>el</strong> odio que no entendí<br />

<strong>el</strong> zarpazo que me hizo tambalear<br />

la humillación innombrable<br />

cruzan hacia atrás<br />

como vagones en ci<strong>el</strong>o efímero<br />

como corre <strong>el</strong> tiempo <strong>para</strong> borrar lo que ha sido<br />

y luego detenerse en este olvido multiplicado.<br />

Dádiva breve mas perdurable<br />

otro será <strong>el</strong> destino sin heridas.<br />

74 75


Todo incluido<br />

Santo Domingo encanta a los desprevenidos<br />

tiene un azul obstinado<br />

una fragancia<br />

muchedumbre de palmeras<br />

pórticos como danzantes.<br />

The great escape dicen los turistas<br />

en las noches de azogue d<strong>el</strong> malecón.<br />

De oferta a cuerpo<br />

en <strong>el</strong> pudridero de los arrecifes<br />

la negra de pechos desbordados<br />

<strong>el</strong> adolescente de sexo indefinido<br />

mendicantes<br />

malabaristas<br />

cada uno con su pedazo de sueño en <strong>el</strong> bolsillo<br />

con la botija de sonajas y caracoles muertos<br />

ensartados <strong>para</strong> la ceremonia y <strong>el</strong> trueque.<br />

Esta es la ciudad azul azul.<br />

Que vengan los que den más.<br />

A golpe de cálculos hemos aprendido<br />

a saciar sus apetitos.<br />

Para unos las fuentes y los jardines<br />

<strong>el</strong> cundeamor dorado y <strong>el</strong> moriviví<br />

que crece sin presentimientos.<br />

Para otros la bot<strong>el</strong>la de cocuyos recogidos en los<br />

caminos d<strong>el</strong> amanecer<br />

monumentos y retablos sombríos.<br />

Que nadie dude de nuestros dones<br />

ni de la fortuna de este presente ciego.<br />

Hemos dejado atrás agravios y deslealtades.<br />

Nada recordamos<br />

y los días por venir importan menos<br />

que un puñado de cenizas.<br />

Vivamos.<br />

Esta es la ciudad azul azul<br />

y estos son los fastos de su muerte.<br />

76 77


Barbie<br />

Las dudas no han oscurecido su mirada.<br />

No tiene venas indiscretas en las piernas<br />

ni líneas en <strong>el</strong> rostro que señalen<br />

la frecuencia de un gesto<br />

o de una desesperanza.<br />

Su perfección es implacable.<br />

Te recuerda tu verdad de mujer que envejece<br />

la curva cada vez más notoria d<strong>el</strong> vientre<br />

la aflicción de los pechos<br />

<strong>el</strong> temor puntual cada mañana<br />

de que aparezcan alrededor de los ojos<br />

las primeras arrugas<br />

la primera hebra blanca<br />

en <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o que llevas más corto<br />

<strong>para</strong> suavizar <strong>el</strong> paso de los años.<br />

Es como chocar contra un muro<br />

que no habías visto<br />

pero que estaba a mitad d<strong>el</strong> camino<br />

<strong>para</strong> esta caída<br />

de la que te levantarás otra<br />

menos hirviente<br />

quizás menos apetecible<br />

<strong>para</strong> esos ejercicios lacerantes<br />

en los que pusiste la vida<br />

amando hasta no ser<br />

dejándote llevar por desiertos de muerte.<br />

Lo que perece con <strong>el</strong> tiempo<br />

no es sólo <strong>el</strong> músculo o la pi<strong>el</strong>.<br />

Lo que has ganado<br />

no son sólo estas heridas<br />

que destilan piedad.<br />

Ahora estás a salvo y son las cinco.<br />

Tu hija c<strong>el</strong>ebra <strong>el</strong> cumpleaños de su<br />

muñeca. Las niñas comienzan a llegar.<br />

78 79


Ritual<br />

Era apenas un agujero en la media de seda que envu<strong>el</strong>ve la pi<strong>el</strong>,<br />

pero en segundos la abertura corrió por las piernas<br />

y fue un presagio en este día que había comenzado perfecto:<br />

los pájaros y la luz asomándose a la ventana, <strong>el</strong> olor d<strong>el</strong> café,<br />

la tibieza d<strong>el</strong> agua como sábana, y en la luna d<strong>el</strong> espejo<br />

tu imagen de mujer invicta, de mujer que ha domado sus fieras.<br />

Tendrías que dar vu<strong>el</strong>ta sobre tus pies y cerrar la sentina<br />

de sombras<br />

donde yace horriblemente viva la muerta que nunca serías,<br />

la que acuna espantos y arrastra su historia<br />

con los tobillos hinchados como madera náufraga,<br />

la sonrisa rancia en <strong>el</strong> rostro desollado por la soledad<br />

y <strong>el</strong> estuario envejecido de los muslos<br />

tras la media rota.<br />

¿Será <strong>el</strong>la o eres tú la que en la luna d<strong>el</strong> espejo<br />

empuña <strong>el</strong> pinc<strong>el</strong> como pistola, tras la hu<strong>el</strong>la d<strong>el</strong> insomnio<br />

<strong>el</strong> rim<strong>el</strong>, <strong>el</strong> lápiz rojo y todas las razones d<strong>el</strong> vestido mortaja<br />

que espera <strong>para</strong> salir como cualquier transeúnte<br />

por las calles que regresan de ninguna parte?<br />

¿Será <strong>el</strong>la o eres tú la que veo pasar en este día perfecto,<br />

sin extraviarse, hasta <strong>el</strong> final d<strong>el</strong> laberinto?<br />

Al desnudo<br />

Frente a ti han ido<br />

cayendo uno a uno los v<strong>el</strong>os que me cubren;<br />

y <strong>el</strong> fulgor, la fábula arrebatada que fui<br />

como flor de sal en <strong>el</strong> agua<br />

se han perdido.<br />

Mira la antípoda impía de lo que deseaste;<br />

bajo la luz que no tiene escudo ni vu<strong>el</strong>ta<br />

mírame las astillas d<strong>el</strong> hombro<br />

las uñas sin consu<strong>el</strong>o<br />

la almendra d<strong>el</strong> vientre trocada en<br />

cuesco exangüe,<br />

<strong>el</strong> sexo donde <strong>el</strong> deseo depositó su tibieza liquida<br />

una medusa prensada entre tablas.<br />

Desnuda estoy d<strong>el</strong> desnudo que me disfraza<br />

y mis ojos ya no son <strong>el</strong> fanal de tus viajes nocturnos;<br />

de mis senos no mana la leche que te alimentaba<br />

y en mis sienes no pastan furias ni caballos.<br />

Ah las imágenes que perseguí y perdimos<br />

la lumbre efímera, la imposible divisa destrozada;<br />

pero al final d<strong>el</strong> día mi corazón es la casa<br />

donde te acojo<br />

sin v<strong>el</strong>os, con dulzura de amapola.<br />

80 81


Primer encuentro<br />

Marco mi territorio con la lengua,<br />

la tierra de carne y hueso donde retoña <strong>el</strong> instante<br />

hasta abrir los cauces de la eternidad:<br />

alto p<strong>el</strong>aje nocturno poblado por mis hu<strong>el</strong>las,<br />

escrutable en sus orificios,<br />

en <strong>el</strong> gozo presentido que asciende por c<strong>el</strong>ajes de temblor<br />

como pez en vorágine de líquenes y arenas tibias.<br />

No hay reparos que no deshaga mi lengua<br />

ni espacio intocado que no explore<br />

este lento acariciar mamífero en la noche d<strong>el</strong> primer fuego,<br />

hombre y mujer descubriéndose,<br />

olisqueándose donde crece una flor viva<br />

y la sed abreva en pozos y estalactitas íntimas.<br />

Aquí hu<strong>el</strong>es a cardumen y médanos tibios,<br />

aquí rezuma un dulzor que extiende su espesura<br />

y se derrama como ofrenda en la planicie esférica d<strong>el</strong> vientre.<br />

Movimiento miscible. Desgarradura de v<strong>el</strong>ámenes.<br />

Yo oigo <strong>el</strong> ir y venir d<strong>el</strong> tiempo en su marea,<br />

dejándome ir me encuentro conmigo en lo que abrasa<br />

–entraña henchida de goce y soledades–<br />

y entre un latido y otro<br />

acezante<br />

la infinitud de la pequeña muerte.<br />

Zoología<br />

Blando <strong>el</strong> cuerpo. Desvalido como cachorro<br />

en <strong>el</strong> blanco océano de las sábanas,<br />

v<strong>el</strong>a al viento suave la respiración<br />

dejándose ir por <strong>el</strong> sueño y sus <strong>para</strong>jes;<br />

las piernas abiertas, los brazos en aspa,<br />

las manos de anh<strong>el</strong>ante mamífero hacia arriba,<br />

hacia <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o pintado.<br />

Sin alas, sin estratagemas <strong>para</strong> escapar.<br />

Sin los cerrojos que callan la boca.<br />

Sin ordenanza.<br />

Puedes acariciar su lomo. Contar una a una<br />

vértebras y articulaciones.<br />

Olerlo. Seguir <strong>el</strong> rastro de sus humores:<br />

espeso en la corva, en la ingle amargo,<br />

en <strong>el</strong> v<strong>el</strong>lo como v<strong>el</strong>o en la pi<strong>el</strong>;<br />

detrás como marisma, en las ancas.<br />

Rozar la boca sin riesgos. Sin lengua. Sólo<br />

con los labios.<br />

Puedes engarzar tus dedos<br />

con sus dedos,<br />

llamarlo por su nombre vulnerable<br />

y quedarte en su pecho como si fuera tabla de<br />

salvación <strong>para</strong> <strong>el</strong> naufragio.<br />

No te fíes: despierto clavará las garras.<br />

82 83


<strong>Una</strong> cama no es una cama<br />

<strong>Una</strong> cama no es sólo <strong>el</strong> colchón, las sábanas,<br />

las almohadas.<br />

No sólo está hecha de hierro o de madera.<br />

No sólo es <strong>para</strong> una o <strong>para</strong> dos.<br />

La cama tuya y mía es tornadiza<br />

como los días de verano:<br />

playa de arenas blancas, lisa y calma<br />

cuando nos tendemos <strong>para</strong> mirarnos<br />

sin rec<strong>el</strong>os sin horizonte<br />

pensamiento adentro <strong>el</strong> uno al otro,<br />

en lasitud de luna <strong>el</strong> paso reflexivo,<br />

nubes destilando humedades,<br />

apetencias que nos bañan;<br />

y entonces ya no estamos en la playa<br />

sino en un mar de aguas huracanadas,<br />

y la cama es una ola en su rompiente,<br />

un torb<strong>el</strong>lino de espuma abierta<br />

en <strong>el</strong> que se arremolinan los pulpos d<strong>el</strong> deseo<br />

junto a las algas anguilas quemantes,<br />

y en la deriva de pliegues y fragmentos<br />

tu voz es una balsa y tu cuerpo <strong>el</strong> remolque<br />

que me lleva a la orilla original;<br />

y la cama ya no es playa ni mar<br />

sino isla<br />

donde una niña duerme<br />

acunada en <strong>el</strong> regazo de la tierra.<br />

Aguas profundas<br />

Un cuerpo como río<br />

Navegable<br />

Sus corrientes tranquilas<br />

Su cauce ancho<br />

Profundo de límpida profundidad<br />

Desciende<br />

Ondula por <strong>el</strong> lecho desde la cabecera<br />

Y son cambiantes sus paisajes<br />

De sombra y tornasol<br />

Efusivas sus aguas en <strong>el</strong> abrazo<br />

Me anegan me colman<br />

Y otras aguas desde mis adentros<br />

Como río en <strong>el</strong> río<br />

se desbordan.<br />

84 85


Por la música<br />

“hasta que se conceden un dios:<br />

la música.<br />

Radiante respuesta a nada.”<br />

Música, sálvame de la vigilia estéril<br />

entrégame la clave <strong>para</strong> abrir los laberintos,<br />

la m<strong>el</strong>odía que germina <strong>el</strong> milagro<br />

y me lanza infinito arriba<br />

en aleteo de luz y simetrías hasta las profundidades<br />

de tu agua c<strong>el</strong>este,<br />

siempre volviendo de sí siempre repitiéndose<br />

su nada sonora<br />

sus corrientes,<br />

cristalina sucesión de las maderas<br />

en los pastos d<strong>el</strong> oboe,<br />

en los tréboles durmientes que riza <strong>el</strong> matiz<br />

igual que <strong>el</strong> viento de la tarde los cab<strong>el</strong>los<br />

de las muchachas;<br />

música d<strong>el</strong> ser que persigo y escapa<br />

alcánzame la trepidación de lunas,<br />

<strong>el</strong> caudal d<strong>el</strong> saxo como volcán en erupción<br />

en los abismos d<strong>el</strong> alma,<br />

todo imposible posible por tu llamado<br />

todo lo yermo vivo<br />

todo lo baldío fértil surtidor de acordes<br />

me habite me fecunde me ampare<br />

sostenga la inmensidad donde quedarme,<br />

MANUEL RUEDA<br />

cuerda que pulsa espléndida la mano<br />

sin preguntas<br />

sólo temblando.<br />

86 87


Clase de cocina<br />

Arrancarle la pi<strong>el</strong> a la cebolla.<br />

Desafiante<br />

sobre la tabla de cocina<br />

como en <strong>el</strong> poema<br />

la <strong>palabra</strong>.<br />

Atravesar sus capas tiernas,<br />

su rojiza esfera;<br />

llegar a su rotundo henchido corazón<br />

a su poso de cristal<br />

a su médula.<br />

Pero no con <strong>el</strong> cuchillo<br />

–por <strong>el</strong> filo <strong>el</strong> corte–<br />

no con <strong>el</strong> ajeno utensilio y la pericia.<br />

Con las manos tendré que desgajarla<br />

con las uñas escarbar su carnadura,<br />

y lloraré incontenibles lágrimas<br />

y su sabor será mi sabor<br />

y su olor agrio mi marca.<br />

Las estaciones íntimas<br />

Primavera<br />

Un río impávido bordea la blanca llanura<br />

de Mount Desert Island.<br />

En esta isla, donde los árboles y las praderas<br />

se desnudan frente al mar,<br />

Marguerite Yourcenar avizoró en <strong>el</strong> horizonte<br />

la nave en la que Adriano llegó a la eternidad<br />

(quizás sin saber que <strong>el</strong>la misma realizaría<br />

ese viaje sin tiempo).<br />

Aquí paseó su tristeza.<br />

Por más de treinta años también fue f<strong>el</strong>iz<br />

y rodeada de aldeanos, gente simple y rocas imponentes<br />

rozó con la <strong>palabra</strong> <strong>el</strong> silencio de la perfección.<br />

Debajo de la nieve, blanca y leve como la estola<br />

que llevaba siempre consigo<br />

(y en la que depositaron sus cenizas)<br />

nosotros buscamos la tarja con <strong>el</strong> poema escrito<br />

que identifica la casa definitiva de Marguerite.<br />

¿Palabras serán sobre <strong>el</strong> tiempo que reverdece<br />

o sobre esas voces a las que se refería la monja budista Ryo-Nan:<br />

la de los pinos y los cedros cuando calla <strong>el</strong> viento?<br />

Serán hermosas y hablarán de la vida y de la muerte<br />

como d<strong>el</strong> mismo río que fluye,<br />

como la hoja recién nacida que encontramos bajo la nieve<br />

anunciando la primavera.<br />

88 89


Verano<br />

El verano ha madurado los frutos.<br />

Rotundo, rebosante de su savia se derrama,<br />

y no hay piedra que no encienda su plenitud ígnea<br />

ni estanques de larvas y algas oscuras que no bullan<br />

de luz y materias vivas.<br />

El verano rezuma en los cuerpos,<br />

arabesco incesante multiplica sus hu<strong>el</strong>las,<br />

desata alegres impudicias en las muchachas<br />

–en las noches calientes los muslos húmedos<br />

reclaman <strong>el</strong> frescor de las caricias–,<br />

y una avidez se desnuda y ofrece.<br />

Ah, si como a los frutos <strong>el</strong> verano madurara <strong>el</strong> deseo,<br />

y llegue –al fin– <strong>el</strong> deshi<strong>el</strong>o a mi corazón.<br />

Otoño<br />

Las hojas tejen la cauda serena d<strong>el</strong> otoño,<br />

y es un río dorado Rock Creek Park,<br />

una marea que abre las puertas<br />

y las ventanas d<strong>el</strong> tiempo.<br />

Yo estoy suspendida en un recuerdo sin rostros,<br />

un recuerdo indescifrable de pura transparencia:<br />

pálpito, murmullo de esponjada madriguera<br />

asciende,<br />

colma la quietud, la extensión v<strong>el</strong>ar<br />

de esta estación templada de la vida,<br />

y es como volver a ser pi<strong>el</strong> de otra pi<strong>el</strong>,<br />

refugio rezumante,<br />

blando tierno vientre bajo la presión táctil.<br />

¿Quién revu<strong>el</strong>ve las hojas d<strong>el</strong> parque<br />

y las hace crepitar,<br />

como una vez mi cuerpo?<br />

90 91


Invierno<br />

No hay invierno en la isla, dijo,<br />

y una bandada de recuerdos cruzó <strong>el</strong> desbordado<br />

berm<strong>el</strong>lón de diciembre.<br />

Míralos desde <strong>el</strong> vacío que sólo conoce la madriguera,<br />

donde encendemos árboles y guirnaldas sin esperanza,<br />

las bocas pintadas, agonizantes hasta <strong>el</strong> final:<br />

hasta la efímera f<strong>el</strong>icidad d<strong>el</strong> vino, y su rebujo.<br />

Son los paisajes que no ha podido vencer <strong>el</strong> desencanto:<br />

los caminos de hierba frente a la casa<br />

adormecidos por <strong>el</strong> frescor límpido d<strong>el</strong> aire,<br />

<strong>el</strong> alminar inalcanzable d<strong>el</strong> almendro<br />

donde cimbra la luz y anidan luciérnagas y pájaros,<br />

<strong>el</strong> rumor de las sábanas tendidas en la profundidad d<strong>el</strong> patio,<br />

lluvias nocturnas, parpadeo de lám<strong>para</strong>s, calmos portales,<br />

y desde los tibios recintos de la casa <strong>el</strong> olor a leche<br />

y a manzanas como bálsamo.<br />

Acaso <strong>el</strong> invierno no sea solamente<br />

la estación de las lluvias y d<strong>el</strong> frío:<br />

abrigo d<strong>el</strong> recuerdo ovillándose en sí mismo,<br />

evocada plenitud, cuando todo termina.<br />

Enrique Eusebio<br />

92 93


Enrique Eusebio pertenece al grupo de los poetas llamados de postguerra.<br />

Inició sus actividades literarias en <strong>el</strong> grupo literario La Antorcha<br />

en 1967, y con la publicación de su libro Desde la presencia d<strong>el</strong><br />

mar, hasta <strong>el</strong> centro de la vida, en 1973. Posteriormente publicó los<br />

libros:<br />

—Poetas con Nicaragua, Antología, compilación y notas. Editora de<br />

la UASD, 1972.<br />

—Escritos Críticos: Lectura de un Ejercicio (Problemas de Lingüística<br />

y Semiótica en la Crítica Literaria Dominicana), Ensayo, Col.<br />

UASD CRÍTICA, 1978.<br />

—Consignas & Sub-versiones (Poemas Experimentales), Editora Cosmos,<br />

1980.<br />

RULETARIO (Discos superpuestos capaces de generar más de cinco<br />

mil poemas distintos), Edición Artesanal, UASD, 1982.<br />

—El formalismo ruso, la primera escu<strong>el</strong>a de crítica textual, (Ensayo),<br />

UASD, 1985.<br />

—Inventos d<strong>el</strong> Instante/Instantes Rotos, Poemas, Edición Personal,<br />

1996.<br />

—Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés por Claude<br />

Couffon, y al inglés por Jorge Guitar y Robin Kay Willoughby.<br />

Muestras de sus poesías están registradas en historias de la literatura,<br />

antologías, enciclopedia y diccionario, desde la de Joaquín<br />

Balaguer, pasando por la Enciclopedia Dominicana, las publicaciones<br />

de Manu<strong>el</strong> Rueda: Dos Siglos de Literatura Dominicana (Siglo XIX-<br />

XX), Poesía, Vol. II, 1992; y Antología Mayor de la Poesía Dominicana,<br />

Tomo II, Editorial Corripio, 1999, hasta los Diccionario Histórico de la<br />

Literatura Dominicana (1942-1992) de Cándido Gerón y <strong>el</strong> Diccionario<br />

de la Literatura Dominicana (Bibliográfico y Terminológico) de Franklin<br />

Gutiérrez (2004).<br />

— Tiene inéditos algunos textos en “libros de pap<strong>el</strong>” tanto en<br />

poesía, cuentos y ensayos, pero éditos parcialmente en ediciones<br />

digitales, como País de Hojalata (poemas), Escribir/Reescribirse (poemas),<br />

La Torre de Bab<strong>el</strong> (poemas incitatorios a aprender una nueva<br />

lengua <strong>para</strong> entender una propuesta escritural), y ensayos tales:<br />

“Pensar en Subdesarrollo o la imposibilidad de visualizar <strong>el</strong><br />

prensente”; “Mañana, todo será inalámbrico”; y una nueva edición<br />

de “Críticos de la voz, de la <strong>palabra</strong> y d<strong>el</strong> silencio (o como <strong>el</strong> subdesarrollo<br />

lee al revés) y otros.<br />

Enrique Eusebio es Profesor Titular d<strong>el</strong> Departamento de Letras<br />

de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la enseñanza<br />

de la Lengua Española, Lingüística, Teoría y Crítica Literarias<br />

e Historia de la Literatura (desde 1978).<br />

Fue Director de Publicaciones y de la Editora Universitaria de la<br />

Universidad Autónoma de Santo Domingo (1988-1992).<br />

Editor-Director de la revista “Scriptura”, órgano d<strong>el</strong> Departamento<br />

de Letras de la UASD, 1980-1984.<br />

Director Fundador de la Editora Nacional de la Secretaría de Estado<br />

de Cultura (2001-2003).<br />

Asesor y Consultor de publicaciones variadas.<br />

Especializado en digitalización de libros virtuales, dirige una Biblioteca<br />

Virtual con más de 50,000 títulos, de los cuales más de<br />

500 son autores nacionales.<br />

Emails: enriqueeusebio@gmail.com<br />

y hbolton@codet<strong>el</strong>.net.do<br />

94 95


BIBLIOGRAFÍA ACTIVA<br />

Bibliografía<br />

POESÍA. Desde la presencia d<strong>el</strong> mar hasta <strong>el</strong> centro de la vida. Santo<br />

Domingo: Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1973.<br />

Consignas & Sub-versiones. Santo Domingo: Editora Cosmos, 1980.<br />

Ruletarios. Santo Domingo: Universidad Autónoma de Santo<br />

Domingo, 1982. Inventos d<strong>el</strong> instante/ Instantes rotos. Santo<br />

Domingo: Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1996.<br />

ENSAYO. Escritos críticos: lectura de un ejercicio. Santo Domingo:<br />

Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1977. Formalismo ruso,<br />

la primera escu<strong>el</strong>a de crítica textual. Santo Domingo: Universidad<br />

Autónoma de Santo Domingo, 1986.<br />

ANTOLOGÍA. Poetas con Nicaragua. Santo Domingo: Universidad<br />

Autónoma de Santo Domingo, 1978.<br />

BIBLIOGRAFÍA PASIVA<br />

Collado, Migu<strong>el</strong>. “Enrique Eusebio”, en Apuntes bibliográficos sobre<br />

la literatura dominicana. Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 1993.<br />

Couffon, Claude. “Poètes de la République Dominicaine”, Edición<br />

bilingüe, París, Ed. Amiot. Lenganey, 1992: 134-141. Baeza Flores,<br />

Alberto. “Los poetas dominicanos de 1965: <strong>Una</strong> generación<br />

importante y distinta”, Santo Domingo: Colección Orfeo, Biblioteca<br />

Nacional, 1985: 16-480. Enciclopedia dominicana. Tomo VIII. Santo<br />

Domingo: Editora Alfa y Omega, 3ra. Ed., 1986: 184. Gerón,<br />

96 97


Cándido. “Enrique Eusebio” en Diccionario de autores dominicanos<br />

1492-1994, 2da Ed. Santo Domingo: Editora Colorcan, 178. Guitart,<br />

Jorge y Robin Kay Willoughby. “Enrique Eusebio’s translated<br />

poems”. Buffalo, New Cork. Terra Poetica, Vol. 2½, 1983: 5-6.<br />

“Enrique Eusebio”. Revista Surgai, Bilbao, España, diciembre 1995:<br />

46-49. Mateo, Andrés L. “Enrique Eusebio” en Poesía de postguerra<br />

/Joven poesía dominicana. Santo Domingo: Editora Alfa y Omega,<br />

198: 69-77. Moya Pons, Frank. “Enrique Eusebio”, en Bibliografía<br />

de la literatura dominicana. Santo Domingo: Comisión permanente<br />

Feria Internacional d<strong>el</strong> Libro, 1997: 269-70. Rosario Cand<strong>el</strong>ier,<br />

Bruno. “Enrique Eusebio: Consignas y Subversiones”, en Ensayos<br />

críticos. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y<br />

Maestra, 1982: 209-241. Rueda, Manu<strong>el</strong>. “Enrique Eusebio”, en<br />

Dos siglos de literatura dominicana (S. XIX-XX). Vol. II. Santo<br />

Domingo: Colección Sesquicentenario de la independencia Nacional,<br />

1996: 541-547. Trinidad Vólquez, Nicanor y Andrés Manu<strong>el</strong> Blanco<br />

Díaz: “Estudios sobre la crítica literaria en República Dominicana”.<br />

Santo Domingo. Col. Orfeo, Biblioteca Nacional, 1986: 108-113.<br />

(N. B.: Actualizada parcialmente por Enrique Eusebio)<br />

Enrique Eusebio:<br />

Inventos d<strong>el</strong> Instante / Instantes Rotos<br />

Por Odalís G. Pérez<br />

Un poeta no es alguien que utiliza la <strong>palabra</strong> solamente. Quien<br />

toma la <strong>palabra</strong> <strong>para</strong> aturdir, quien evoca desde <strong>el</strong> ser que decide<br />

una entidad, puede entender lo que la tradición oriental y occidental<br />

ha denominado poeta. Se trata d<strong>el</strong> sentido, de aqu<strong>el</strong>lo que ya no<br />

puede ocultarse en la vida latente de las <strong>palabra</strong>s.<br />

Tradición y Modernidad desocultan, sin embargo, una travesía<br />

desde <strong>el</strong> lenguaje poético, pues la modernidad es también “tradición<br />

de la ruptura”, de aqu<strong>el</strong>lo que encaja y desencaja en una travesía<br />

donde poesía, r<strong>el</strong>ato y contrarr<strong>el</strong>ato, problematizan todo<br />

significante abierto a la escritura. La célebre frase de Paz a propósito<br />

de esa tradición de la ruptura, conduce a reflexionar en torno a la<br />

determinabilidad o infinitud de lo poético, pero además, en torno a<br />

los usos diversos d<strong>el</strong> lenguaje en su transmisión espacio-temporal.<br />

La poesía siempre es y será contemporánea. Todo lo que <strong>el</strong> poeta<br />

inventa, inscribe o re-escribe, cobra su valor en <strong>el</strong> movimiento<br />

mismo de la reb<strong>el</strong>ión, <strong>el</strong> ente, la significación expresivo-verbal y los<br />

diversos tonos de la intencionalidad rítmica de lo poético. Desde<br />

que Enrique Eusebio asumió a finales de los años 60 la poesía<br />

como inscripción y decisión de ser, su búsqueda a veces callada,<br />

otras veces turbulenta, no ha dejado de constituirse en experiencia<br />

dialógica, y, sobre todo crítica. Su constante lectura reconocida<br />

como acto intencional, afirmación de su mundo desde la poiesis,<br />

la hybris serpentina y las versiones o sub-versiones que surgen de<br />

esa página que es la textualidad misma d<strong>el</strong> blanco-voz o <strong>el</strong> espacio-sentido,<br />

aspiran a una quaestio renovadora d<strong>el</strong> poema y sus cauces<br />

de lenguaje.<br />

98 99


Es importante destacar que <strong>el</strong> poeta y ensayista Enrique Eusebio<br />

fue miembro fundador d<strong>el</strong> grupo La Antorcha en 1967. Pero ya<br />

desde antes había sido habitado por esa r<strong>el</strong>ación que había marcado<br />

a casi todos los poetas de los 60: poesía y sociedad. Los avatares de<br />

una existencia y un existente atribulado por las visiones conjeturales<br />

y <strong>para</strong>dójicas de lo visible en lo social, hicieron que este poeta asumiera<br />

la presencia como reto poiético y sobre todo como invención<br />

que se abre a la contradicción existente como cuerpo, lenguaje, inversión<br />

y des-inversión significativa. Para Eusebio, lo poético se<br />

tornaba y se torna a un lenguaje, significancia, escritura<br />

perceptosensible, pluralidad de signos que encuentran su cohesión<br />

en la página, implosión de hablas en un registro semioestético, y<br />

proceso de intimación estético-verbal.<br />

Lo que desde Mallarmé, Apollinaire, Lautreamont, Artaud,<br />

Francis Ponge, Rene Char, Henri Michaux y los poetas concretos<br />

brasileños, creó y revolucionó como punto y fundamento la página<br />

escrita-ins-cripta, le atrajo al poeta como visión y convicción de<br />

lenguaje. De ahí su modo de vivir la conjetura. Enrique Eusebio<br />

asumió también la poesía como estudio de la tradición y la ruptura,<br />

y ya por los años 70 se lanza decididamente a un encuentro con <strong>el</strong><br />

lenguaje, con las estructuras d<strong>el</strong> reconocimiento espacial y temporal<br />

d<strong>el</strong> poema; con las presencias convertidas en voz, <strong>palabra</strong> y<br />

fluencia visional.<br />

Todo lo que se planteaba en su primer libro titulado Desde la<br />

presencia d<strong>el</strong> mar hasta <strong>el</strong> centro de la vida (1973) cobró aun más<br />

fuerza y sentido d<strong>el</strong> experimento en Consignas y sub-versiones, publicado<br />

más tarde en 1980, pero que había escrito y planeado<br />

años antes en <strong>el</strong> movimiento de una lectura consistente de los<br />

experimentalistas franceses, alemanes, brasileños y españoles,<br />

entre otros.<br />

<strong>Una</strong> visión conjuntiva d<strong>el</strong> poema ligado a un proceso de ruptura<br />

y subversión de la página hizo que <strong>el</strong> poeta Eusebio se planteara<br />

la destrucción o pulverización de la tradicional página poética<br />

(véase, Consignas y subversiones), pero también un conocimiento<br />

y re-conocimiento de la historia misma de la escritura, tomando<br />

como punto de partida la transgresión desde <strong>el</strong> lenguaje experimental<br />

en otros dominios como la lógica, la música, la cibernética,<br />

las artes gráficas, las arquitecturas visuales d<strong>el</strong> nuevo diseño,<br />

la publicidad y otras mediaciones que le han servido de base a su<br />

libro Consignas y subversiones.<br />

En efecto, hasta llegar a Inventos d<strong>el</strong> instante / instantes rotos <strong>el</strong><br />

poeta ha recorrido lo que es la historia misma de la poética y la<br />

poesía en una conjunción que toma como ejemplo autores como<br />

Mich<strong>el</strong> Leiris, Mich<strong>el</strong> Butos, Luc Decaunes, B. No<strong>el</strong>, Maurice<br />

Rouché, Claude Roy, Pierre Emmanu<strong>el</strong>, Jean L´Ans<strong>el</strong>n, Alan<br />

Bosquet, Claude Vigée, Ives Bonnefay, Mich<strong>el</strong> Marroll y otros.<br />

Toda una travesía poética que ha marcado <strong>el</strong> lenguaje y la lengua<br />

poética de los llamados heterodoxos d<strong>el</strong> siglo XX, constituye también<br />

<strong>el</strong> punto de apoyo de este poeta dominicano que ya se perfilaba,<br />

desde finales de los años 60 y comienzo de los 70, como un<br />

representante de la poesía postvanguardista y experimentalista<br />

dominicana.<br />

Los Inventos d<strong>el</strong> instante / Instantes rotos conducen a Escribir /<br />

Reescribirse, donde <strong>el</strong> poeta-lector Enrique Eusebio estima <strong>el</strong> lenguaje<br />

poético en <strong>el</strong> marco de una poeticidad entendida en su movimiento<br />

nuclear, ritmo-apertura, tempo verbal, estetización d<strong>el</strong> espacio<br />

verbal conjetural, <strong>el</strong>ementaridad y conjunción significante y<br />

órbita de la imagen.<br />

La dialéctica de la imagen poética se particulariza en esa<br />

poeticidad que se abre en todo momento al matiz y a la puntuación<br />

de los <strong>el</strong>ementos que trazan una línea vital en <strong>el</strong> poema, y a la vez<br />

construyen la ultimidad d<strong>el</strong> espacio-fluencia <strong>para</strong> retornar al origen<br />

mismo de la metáfora poética. Esta no se niega en los orígenes, sino<br />

que más bien atilda la r<strong>el</strong>ación superficie-profundidad d<strong>el</strong> poema.<br />

De ahí <strong>el</strong> invento, <strong>el</strong> instante roto, <strong>el</strong> sesgo, la desestructuración de<br />

la imagen en <strong>el</strong> acto mismo de poetizar.<br />

En Inventos d<strong>el</strong> Instante / Instantes rotos, <strong>el</strong> poeta enuncia en su<br />

fluencia poético-verbal una travesía óntica de lo visible. Así<br />

100 101


“El espejo deja los contornos al sueño.<br />

El amanecer no es calígine,<br />

tampoco luz.<br />

Es sesgo que martilla penumbras”.<br />

La <strong>palabra</strong> quiere ser imagen, visibilidad, espacio conjetural que<br />

rompe con <strong>el</strong> tiempo mismo de la otredad:<br />

“El espacio y <strong>el</strong> lugar me dejan lúdica la<br />

vocación de escribano,<br />

entretejo y destejo la comedia enana de mi<br />

muerte”.<br />

No sin cierta ironía, <strong>el</strong> poeta desinvierte la forma verbal en la página<br />

blanco-voz-tiempo y r<strong>el</strong>ata en su registro la imagen conjetural:<br />

“No fue hoy sin embargo.<br />

Ayer, quizás,<br />

ante espejos girasoles sin pasado ni presente.<br />

Entonces ahora, <strong>el</strong> ayer de ahora entre fangos,<br />

saltando riachu<strong>el</strong>os nietos de antiguas<br />

calles retenidas en mi infancia<br />

o cuando <strong>el</strong> <strong>puente</strong>, réplica de catapulta<br />

hacia la muerte,<br />

entreabría sus fauces mientras barcos<br />

gigantes penetraban su ci<strong>el</strong>o”.<br />

Los núcleos poéticos abstractizados que instituyen en este caso<br />

<strong>el</strong> poema (ahora, ayer, presente, pasado, infancia, muerte), producen<br />

un niv<strong>el</strong> de expresión <strong>para</strong>dójica instruido en <strong>el</strong> espacio mismo<br />

de la subjetividad constitucional o constitutiva d<strong>el</strong> poema. La invención<br />

de la poiesis marcada por aqu<strong>el</strong>los poetemas que como unificación<br />

de la poeticidad articulan <strong>el</strong> universo d<strong>el</strong> sentido en estos<br />

“Inventos…”, progresa en tanto que mediación significante y significativa<br />

de un mundo poético-verbal que quiere ser transgresión y<br />

libertad en <strong>el</strong> registro asumido.<br />

Así pues, la memoria de un espacio incluyente, pero sobre todo<br />

surgente, asegura / no asegura la poética misma d<strong>el</strong> speculum y <strong>el</strong><br />

dictum en <strong>el</strong> espesor d<strong>el</strong> texto poético:<br />

“No lo aseguro.<br />

Entiendo que hay más muertes que vidas.<br />

Tún<strong>el</strong>es transparentes aposentados<br />

donde la <strong>palabra</strong> no se dijo.<br />

Inventos d<strong>el</strong> instante”.<br />

El mundo caracterizado como entidad conlleva la crítica de la<br />

figura poética:<br />

“Reproche de cuanto <strong>el</strong> espacio hizo sueños”.<br />

La intuición, pero sobre todo, la determinación de una fluencia,<br />

de una metáfora que parece inscribirse en la reflexividad de un dinamismo<br />

organizador d<strong>el</strong> acto poético, conducen a un espacio d<strong>el</strong><br />

ojo revertido, con-vertido en mundo d<strong>el</strong> poema:<br />

“Huecos, en cambio, cuyas concavidades<br />

abarroto, recámara preferida,<br />

guarnición donde corro cortinas<br />

y retengo lo que <strong>el</strong> ojo no te piensa”<br />

A seguidas, la inflexión poético-verbal traduce la hu<strong>el</strong>la y la contradicción<br />

como figuras emblemáticas en la página-sentido:<br />

“Podría decir a mi pesar:<br />

Desnombro sedicioso y calculador<br />

<strong>el</strong> haz que trazas entre vu<strong>el</strong>tas,<br />

102 103


edificando sentidos de naipes que<br />

estrangulo<br />

y te devu<strong>el</strong>vo en agnosia”.<br />

El espacio poético se convierte también en espacio metapoiético<br />

y así, nuestro autor abre su cauce explicativo en <strong>el</strong> poema, produciendo<br />

de esta suerte una crítica d<strong>el</strong> sentido y de la lectura misma<br />

de lo poético:<br />

“No quería postularlo. Hago añicos tu<br />

discurso:<br />

¿tu lectura?<br />

El sentido es sólo polvo.<br />

Desgarramientos alfabéticos en la página,<br />

mala fe manifiesta,<br />

espejismos también”.<br />

En efecto <strong>el</strong> dictum poético se expresa en la misma tensión de la<br />

poeticidad en su declive rítmico y nuclear, siendo así que la<br />

intencionalidad de la voz se convierte en proceso de<br />

metasignificación d<strong>el</strong> decir y <strong>el</strong> sentir como red y memoria:<br />

“Entre tu decir y mi sentir<br />

retengo lo que nunca podrás entender:<br />

mansos chinchorros<br />

reverberando pizcas de luces citadinas<br />

y lunares flotantes:<br />

¿dónde?”.<br />

Entonces, la confluencia textual crea, materializa, produce la<br />

extensión, la red de sentidos mediante los núcleos poéticos tensivos:<br />

“Redes nubosas descansando <strong>el</strong> humo que<br />

fumé ayer,<br />

decisión con que hago este día.<br />

Pero tus legibilidades querrían la voz<br />

de un cuerpo amanecido,<br />

la biografía fantasmal de un sujeto<br />

ayunándose las cicatrices”.<br />

El poeta intima pero a la vez se aleja, se extraña, se pronuncia<br />

como lenguaje-tema, lenguaje-discurso, poesía-signo, y sobre todo<br />

modus-dictum, tal como hemos destacado en los párrafos anteriores:<br />

“Un decir: una historia después de todo”.<br />

Se hace observable en la poeticidad asumida, escrita y pronunciada<br />

por Enrique Eusebio una “oralización” d<strong>el</strong> poema y una<br />

“poetización de la oralidad, esto es, d<strong>el</strong> decir de las propias entidades<br />

convergentes. Presencia y ausencia, imagen y <strong>palabra</strong>, voz y discurso,<br />

construyen <strong>el</strong> significado poético y la metasignificación de su peculiar<br />

poeticidad. De ahí lo bizarro, lo tangible y lo visible perfilado en<br />

la siguiente fluencia neobarroca y hasta postexperimental:<br />

“Un amanecer es tuerto si mi mano no lo golpea.<br />

Un rectángulo tal vez sea sueño<br />

si sus medidas no descifran un cuerpo…<br />

Pero todo lo olvido (…)<br />

Un instante cualquiera:<br />

<strong>el</strong> principio de pasos<br />

que trasiegan adoquines de hojalata.<br />

Ruidos de rostros que se cruzan.<br />

Puñales sombríos.<br />

Ríos blasfemando algas…”<br />

La contradictio, así como la proliferación semiopoética de estos<br />

signos, arquean o desarticulan temporalidad y pulsión en una síntesis<br />

rítmica fluyente-con-fluyente:<br />

104 105


“Es la mañana y mis huesos se pierden en cand<strong>el</strong>abros.<br />

Mis ojos niegan la cólera… Todo pasa”.<br />

Sin embargo, aunque todo pasa, no siempre la escritura desasimila<br />

espacios, signos, ni mucho menos ese poetema y a la vez culturema<br />

fundamental que aparece en la evolución y travesía poética de Enrique<br />

Eusebio:<br />

“La ciudad, espejo, r<strong>el</strong>umbres ubiquitarios<br />

espu<strong>el</strong>eándose en toses hemoptísicas.<br />

Sombras lumínicas encubriendo al hombre<br />

que arrastra su ataúd…<br />

Y esto a pocos les importa:<br />

sea arena movediza o fango encurtido…”<br />

El contraste como figura retórico-poética extiende también su efecto<br />

en <strong>el</strong> marco de cierta tendencia neobarroca y neolezamiana presente en<br />

las últimas poéticas latinoamericanas de nuestros días. Esa misma estilística<br />

y conciencia d<strong>el</strong> poema, desarrolla sus núcleos en la escritura<br />

que se reconoce en la tensión y en <strong>el</strong> escarceo de la página:<br />

“Interesa una voz cuarteada que chille<br />

pavorosa<br />

en <strong>el</strong> umbral de las brumas.<br />

Sesos que se desangren,<br />

prisma agónico desparramándose sobre taxis<br />

y transeúntes hechos candil o cadáver cierto”.<br />

La línea tensiva d<strong>el</strong> decir en este poema que se desarrolla en varios<br />

tiempos, se afirma en lo que es la t<strong>el</strong>eología propia d<strong>el</strong> poema:<br />

“Luego cenizas, espacio <strong>para</strong> <strong>el</strong> sueño,<br />

lugar <strong>para</strong> la muerte,<br />

voces sordas y dedos acusadores:<br />

tu sentir y pensar en la <strong>palabra</strong> que nada dijo.<br />

Y en estas páginas: escarceos,<br />

inventos d<strong>el</strong> instante,<br />

tinta blanca sobre pap<strong>el</strong> oscuro”.<br />

Todo un movimiento de la dianoia poética se pronuncia como<br />

consecuencia d<strong>el</strong> texto anterior en Escribir / Reescribirse, y donde <strong>el</strong><br />

texto verbal denominado poema o poiema o poiemata, se convierte<br />

en tránsito, plano perceptivo, objeto figural y sensible:<br />

“La escritura adversa luces provenientes<br />

de caracteres predictivos.<br />

Rubrica signos que sólo en los labios se escriben.<br />

Su cara ofrece al espejo huérfana de gestos<br />

o clandestinas marinas aguas se hace.<br />

Testimonia ecotantes predicativos en<br />

glotizadas ausencias ingurgitadas.<br />

Paredes irrepitientes sí rev<strong>el</strong>an<br />

resplandores que se reprochan”.<br />

Pero Escribir/Reescribirse implica en este contexto un yo, una apertura<br />

de la mismidad en la escritura que conduce necesariamente al escribir:<br />

“Escribir es negar la bondad d<strong>el</strong> ‘ojo afirmativo’.<br />

Sólo si la página encanecida duerme <strong>el</strong> decir se niega;<br />

ademanes se confiesan tras huidos espejos<br />

de otras aguas ribereñas emergidos”.<br />

Los ritmemas poéticos crean, asimilan los tonos timbres d<strong>el</strong> sentido<br />

en la escritura y así, <strong>el</strong> poeta materializa, inscribe en la página<br />

<strong>el</strong> matiz, <strong>el</strong> pulso o la figura d<strong>el</strong> poema:<br />

“A punto estoy en equilibrio.<br />

Escarnio <strong>para</strong> quien espera oír voces y<br />

devu<strong>el</strong>vo sentidos mudos(…)<br />

106 107


Suerte prestidigitante a mitad de corrección de pruebas”.<br />

El poeta no es traductor, sino más bien inscriptor de <strong>palabra</strong>s<br />

que según él nada dicen:<br />

“Molesta ahora <strong>el</strong> cosquilleo al rodar (<strong>el</strong>la)<br />

por <strong>el</strong> suave pasto hojarasquero<br />

repaciendo la desgarrada blancura<br />

mant<strong>el</strong>iana…(…)<br />

Y nada mis <strong>palabra</strong>s dicen. Escuchan…”<br />

(…)<br />

La escritura reescribe cíclicos instantes.<br />

Es espejo que irrita,<br />

e.g.: un río en que me ahogo y no muero;<br />

una <strong>palabra</strong> que trago pero no digiero;<br />

libros apilados donde dije lo que no debí decir (…)<br />

Palabras (im) presas en escarceos:<br />

mar de fuego y sueños…<br />

Mal d<strong>el</strong> mar, prostituto si se lo deja morir a su antojo (…)<br />

Tendríamos que volver, r<strong>el</strong>eer, analizar aun más la productividad<br />

poética de Enrique Eusebio en <strong>el</strong> contexto de la poesía dominicana<br />

y latinoamericana de los años 60, 70 y 80, pero además en <strong>el</strong><br />

contexto de renovación y búsqueda d<strong>el</strong> discurso poético latinoamericano<br />

y caribeño de las últimas tres décadas.<br />

Conviene entender su transgresión poética a partir de los ejes<br />

que han guiado a los miembros d<strong>el</strong> grupo cultural La Antorcha, no<br />

sólo en <strong>el</strong> contexto d<strong>el</strong> foco temporal de finales de los años 60, sino<br />

en <strong>el</strong> marco de trascendencia de este periplo literario. Los compañeros<br />

de grupo de Enrique Eusebio asumieron la problemática d<strong>el</strong><br />

lenguaje y <strong>el</strong> discurso poético en tanto que espacio social, político y<br />

lírico, desde una consciencia de sus propios alcances y límites. Aunque<br />

un tanto silencioso, <strong>el</strong> poeta no ha dejado de hablar, no ha<br />

callado, se mantiene en un ámbito desacralizador y desacralizante<br />

d<strong>el</strong> espacio poético y su construcción significativa.<br />

Inventos d<strong>el</strong> instante / Instantes rotos<br />

El espejo deja los contornos al sueño.<br />

El amanecer no es calígine,<br />

tampoco luz.<br />

Es sesgo que martilla penumbras.<br />

Un rectángulo se busca en una habitación ciega.<br />

Se apetece tierra, no arena movediza,<br />

paredes que no estrujen los huesos.<br />

Otra casa es después de todo nuevo hogar.<br />

Residencia en tierra,<br />

fango untuoso y adivinante amigo y enemigo pero compañero,<br />

recipiendario que a poco hará urnas de la carne,<br />

contagiará prístinos manantiales.<br />

El espacio y <strong>el</strong> lugar me dejan lúdica la vocación de escribano,<br />

entretejo y destejo la comedia enana de mi muerte.<br />

No fue hoy sin embargo.<br />

Ayer, quizás,<br />

ante espejos girasoles sin pasado ni presente.<br />

108 109<br />

I<br />

Entonces ahora, <strong>el</strong> ayer de ahora entre fangos,<br />

saltando riachu<strong>el</strong>os nietos de antiguas calles retenidas en mi infancia


o cuando <strong>el</strong> <strong>puente</strong>, réplica de catapulta<br />

hacia la muerte,<br />

entreabría sus fauces mientras barcos<br />

gigantes penetraban su ci<strong>el</strong>o.<br />

No siempre. A veces era plano y tremolinaba:<br />

¿<strong>el</strong> principio d<strong>el</strong> derrumbe?<br />

Caían entonces los mozalbetes<br />

en suicidas clavados hasta partir aguas negras.<br />

Ayer quizá.<br />

Hoy santuario de pescadores.<br />

Estuario recubierto de cadáveres.<br />

Y <strong>el</strong> agua, la que a pesar de todo transcurre,<br />

se me estanca.<br />

Me vu<strong>el</strong>ve a calles pedregosas,<br />

a soles meridianos desgarrando zinques,<br />

al empuje de rotaciones acetatos donde una voz hace <strong>el</strong> trópico<br />

o murmullos adormecidos preguntando cómo fue, no sé decirte qué<br />

[ paso...<br />

la respuesta que en Caracas alguien hace infi<strong>el</strong> a la memoria.<br />

No lo aseguro.<br />

Entiendo que hay más muertes que vidas.<br />

Tún<strong>el</strong>es transparentes aposentados<br />

donde la <strong>palabra</strong> no se dijo.<br />

Inventos d<strong>el</strong> instante.<br />

Reproche de cuanto <strong>el</strong> espacio hizo sueños.<br />

110 111<br />

II<br />

Tus ojos no buscan las <strong>palabra</strong>s;<br />

piensan en lo que oculto tras <strong>el</strong>las:<br />

<strong>el</strong> desliz de un signo,<br />

rúbricas galimáticas adrede adnatas,<br />

vacíos ingrávidos donde <strong>el</strong> pensar nada<br />

cede al instinto.<br />

Huecos, en cambio, cuyas concavidades abarroto,<br />

recámara preferida, guarnición donde corro cortinas<br />

y retengo lo que <strong>el</strong> ojo no te piensa.<br />

Podría decir a mi pesar:<br />

Desnombro sedicioso y calculador<br />

<strong>el</strong> haz que trazas entre vu<strong>el</strong>tas,<br />

edificando sentidos de naipes que estrangulo<br />

y te devu<strong>el</strong>vo en agnosia.<br />

No quería postularlo. Hago añicos tu discurso:<br />

¿tu lectura?<br />

El sentido es sólo polvo.<br />

Desgarramientos alfabéticos en la página,<br />

mala fe manifiesta,<br />

espejismos también.


III<br />

Entre tu decir y mi sentir<br />

retengo lo que nunca podrás entender:<br />

mansos chinchorros<br />

reverberando pizcas de luces citadinas<br />

y lunares flotantes:<br />

¿dónde?<br />

Redes nubosas descansando <strong>el</strong> humo que fumé ayer,<br />

decisión con que hago este día.<br />

Pero tus legibilidades querrían la voz<br />

de un cuerpo amanecido,<br />

la biografía fantasmal de un sujeto<br />

ayunándose las cicatrices.<br />

Un decir: una historia después de todo.<br />

112 113<br />

IV<br />

Tu reto es una apuesta en esta página.<br />

Puedo decirte lo que negaré después.<br />

Alumbrarte desiertos. Dibujarte oasis aperitivos...<br />

Pero me da la gana de usarme la vida<br />

como me enjabono <strong>el</strong> cuerpo con t<strong>el</strong>arañas<br />

o lanzo un alarido por puro gusto<br />

o me emborracho sin pedir excusas a nadie.<br />

Sé que nunca podrás tocarla.<br />

El uso de la circulación sanguínea<br />

lo estrujo a mi manera,<br />

verbi gratia, hablo de sol:<br />

ciudades que mojan mis ropas sin que caiga lluvia,<br />

cenizas de otros muertos penando sobre <strong>el</strong> asfalto:<br />

¿r<strong>el</strong>ente?,<br />

cruzando semáforos en rojo,<br />

abandonando pasajeros que olvidaron sus tridentes...<br />

Polvo que serás y cenizas que fuiste.<br />

Y siempre <strong>el</strong> lugar y <strong>el</strong> espacio<br />

me dejan lúdica la escribanía.


Un amanecer es tuerto si mi mano no le golpea.<br />

Un rectángulo tal vez sea sueño<br />

si sus medidas no descifran un cuerpo...<br />

V<br />

Pero todo lo olvido.<br />

Prefiero <strong>el</strong> juego de las remembranzas:<br />

Peces en <strong>el</strong> estanque mordisqueando burbujas.<br />

El césped pardo remojado por <strong>el</strong> sol que empapó mis vestimentas.<br />

El diligente amigo incapaz de distinguir<br />

entre muecas y sonrisas.<br />

Un instante cualquiera:<br />

<strong>el</strong> principio de pasos<br />

que trasiegan adoquines de hojalata.<br />

Ruidos de rostros que se cruzan.<br />

Puñales sombríos.<br />

Ríos blasfemando algas.<br />

Pescadores absortos a contracorriente.<br />

Es la mañana y mis huesos se pierden en cand<strong>el</strong>abros.<br />

Mis ojos niegan la cólera... Todo pasa.<br />

114 115<br />

VI<br />

La ciudad, espejo, r<strong>el</strong>umbres ubiquitarios<br />

espu<strong>el</strong>eándose en toses hemoptísicas.<br />

Sombras lumínicas encubriendo al hombre que arrastra su ataúd...<br />

Y esto a pocos les importa:<br />

sea arena movediza o fango encurtido.<br />

Hay un espejo en cada esquina que devu<strong>el</strong>ve la imagen,<br />

borrones incandescentes, espumeantes,<br />

saltando a los aleros, agolpándose en los techos,<br />

estallando en cenizas hasta reducirse a polvo.<br />

Interesa una voz cuarteada que chille pavorosa<br />

en <strong>el</strong> umbral de las brumas.<br />

Sesos que se desangren,<br />

prisma agónico desparramándose sobre taxis<br />

y transeúntes hechos candil o cadáver cierto.<br />

Luego cenizas, espacio <strong>para</strong> <strong>el</strong> sueño,<br />

lugar <strong>para</strong> la muerte,<br />

voces sordas y dedos acusadores:<br />

tu sentir y pensar en la <strong>palabra</strong> que nada dijo.<br />

Y en estas páginas: escarceos,<br />

inventos d<strong>el</strong> instante,<br />

tinta blanca sobre pap<strong>el</strong> oscuro.


I<br />

Escribir / Reescribirse<br />

«El tiempo visto a través de la imagen/<br />

es un tiempo perdido de vista».<br />

(RENÉ CHAR: «Las Hojas de Hipnos»)<br />

La escritura adversas luces provenientes de caracteres predictivos.<br />

Rubrica signos que sólo en los labios se escriben.<br />

Su cara ofrece al espejo huérfana de gestos<br />

o clandestinas marinas aguas se hace.<br />

Testimonia ecotantes predicativos en glotizadas ausencias<br />

[ ingurgitadas.<br />

Paredes irrepitientes sí rev<strong>el</strong>an resplandores que se reprochan.<br />

Escribir es negar la bondad d<strong>el</strong> ‘ojo afirmativo’.<br />

Sólo si la página encanecida duerme <strong>el</strong> decir se niega,<br />

ademanes se confiesan tras huidos espejos<br />

de otras aguas ribereñas emergidos.<br />

II<br />

A punto estoy de equilibrio.<br />

Escarnio <strong>para</strong> quien espera oír voces y devu<strong>el</strong>vo sentidos mudos,<br />

ofensas mohinescas impunitables.<br />

Después d<strong>el</strong> domingo: una quini<strong>el</strong>a.<br />

Suerte prestidigitante a mitad de corrección de pruebas.<br />

116 117<br />

III<br />

Molesta ahora <strong>el</strong> cosquilleo al rodar (<strong>el</strong>la) por <strong>el</strong> suave pasto<br />

[ hojarasquero<br />

repaciendo la desgarrada blancura mant<strong>el</strong>iana...<br />

Y nada mis <strong>palabra</strong>s dicen. Escuchan:<br />

<strong>el</strong> ruido de ese mar ronco vociferante hiposo,<br />

en noches divididas, cuarteándose...<br />

suicidándose en grises singladuras.<br />

IV<br />

Como estrategia las <strong>palabra</strong>s uso.<br />

Ofrézcote vagüedades <strong>para</strong> un desayuno de polvo.<br />

Me queda apenas claudicar cada vez,<br />

cuando <strong>el</strong> polvo d<strong>el</strong> sentido me hace carne.<br />

Te timo... Creo... y lo siento.<br />

V<br />

La escritura reescribe cíclicos instantes.<br />

Es espejo que irrita,<br />

e.g.: un río en que me ahogo y no muero;<br />

una <strong>palabra</strong> que trago pero no digiero;<br />

libros apilados donde dije lo que no debí decir.<br />

Todo voluntad de reingeniería.<br />

Palabras (im) presas en escarceos:<br />

mar de fuego y sueños,<br />

arrebatado enemigo que amigo me esputa.<br />

Algas muertas que llegan hasta la orilla y se esfuman.<br />

Mal d<strong>el</strong> mar, prostituto si se lo deja morir a su antojo.


En las olas sus coqueteos nacen pero no se inscriben en esta hoja.<br />

Se escurren d<strong>el</strong> paisaje azulgrisáceo y vu<strong>el</strong>ven,<br />

no en flujos, sólo en malabares,<br />

desperdicios de un circo ausente...<br />

VI<br />

Quise decir:<br />

escribí discurriendo <strong>el</strong> entrecejo.<br />

Me reescribí escribiendo,<br />

violé mis imparciales derechos dubitativos.<br />

¡Se impuso la <strong>palabra</strong>!<br />

No me arrepiento ahora de mis espeju<strong>el</strong>os rotos.<br />

Ejercicios Plagiarios<br />

VARIACIÓN DE LA MÚSICA EN TU CUERPO (PLAGIO)<br />

He sembrado tu vientre<br />

de guitarras que confirman<br />

la noche.<br />

He llenado de flautas<br />

tus mañanas más tiernas.<br />

La música en tu cuerpo<br />

ha sustituido mis <strong>palabra</strong>s.<br />

Primer Intento<br />

La música en tu cuerpo<br />

Por Mateo Morrison,<br />

d<strong>el</strong> libro inédito “Espasmos en la noche”<br />

VARIACIÓN DE LA MÚSICA EN TU CUERPO<br />

Plagio de un poema de Mateo Morrison,<br />

Por Enrique Eusebio.<br />

Cuando sembré tu vientre, cítaras nocturnas<br />

se apiadaban de la muerte de tu cintura.<br />

Como niño lloraba inclemente la noche llena de música,<br />

todos los acordes condenaban mi desacato.<br />

No debí pensar en <strong>el</strong> sonido de las flautas resucitando tu agonía y<br />

118 119


entregándome luces aurorales en impolutos dest<strong>el</strong>los matinales.<br />

Había tocado la pi<strong>el</strong> de tu guitarra como cantándole a la noche,<br />

que era tierno tu diapasón entre mis dedos, que vivía en ti de la<br />

misma manera como los sonidos llegan al alma y empujan las<br />

<strong>palabra</strong>s hasta volverse ecos…<br />

Aproximación Plagiaria<br />

No te puedo confirmar si te siembro de guitarras,<br />

tu vientre sinfónico me negará <strong>el</strong> espacio de la noche.<br />

Flautas díscolas gritarán cualquier atisbo matinal<br />

y la ternura será recóndita envoltura donde mis penas gemirán.<br />

Yo no sé de <strong>palabra</strong>s,<br />

esta impulsividad glótica defenestrará mis gemidos.<br />

Desembolso d<strong>el</strong> Plagio<br />

Propósito<br />

“He llenado tu vientre de amor y sementera…”<br />

Migu<strong>el</strong> Hernández<br />

Tu vientre es manantial emanador pletórico de todos los sonidos<br />

d<strong>el</strong> mudo. Toca la guitarra y hace que la noche dé voz a cualquier<br />

arritmia que no entienda tu sutileza solista de flauta. Porque suena<br />

hasta en mis lúgubres huesos con sonidos de tambora, güira y acordeón;<br />

estás en mis pupilas ciegas que buscan la noche <strong>para</strong> tocarte<br />

los sonidos y amanecerme piadoso amante que despierta en la frutal<br />

flauta de tus arpegios, sin <strong>palabra</strong>s, sin oídos, sólo con <strong>el</strong> gesto<br />

que ama.<br />

Transversión<br />

Confirmo la noche sembrando tu vientre de guitarras.<br />

Más tiernas serán tus mañanas si las lleno de flautas.<br />

Mis <strong>palabra</strong>s serán la música de tu cuerpo.<br />

Transposición<br />

Tu vientre, si lo cultivo y hago música sorda,<br />

jamás sonará; será un silencio afirmativo en la pasión de mis sonidos<br />

escondidos, tendré tu matinal desafuero sin ruidos. Vivirás en<br />

mis flautas ausentes, en soliloquios de tangos viudos. Sin <strong>palabra</strong>s<br />

que digan algo de ti. Solo una diagonal luz matinal será la interpretación<br />

de tu mudez. Hablarás, en la pasión silenciosa donde tu guitarra<br />

en acordes tocarás en mi mente y mi flauta sorda acallará la<br />

mañana inventada <strong>para</strong> oírnos en silencio.<br />

21-22 de septiembre de 2007<br />

PLAGIO DE LA “CEGUERA” DE JOAQUÍN BALAGUER<br />

Llevo la sombra en mis ojos<br />

y bajo los pies, abrojos.<br />

En este mundo sin luz<br />

la sombra extiende su imperio:<br />

<strong>para</strong> ser un cementerio<br />

sólo le falta la cruz.<br />

Ceguera<br />

Por Joaquín Balaguer<br />

120 121


Introito<br />

PLAGIO DE ENRIQUE EUSEBIO<br />

Llevo la patria como una sombra en mis ojos,<br />

y con los pies la hago abrojos,<br />

imperio de cenizas que van más allá de la luz d<strong>el</strong> mundo<br />

como un inmenso cementerio al que le he negado la luz.<br />

Mi excusa es la ceguera, pero cada muerto lo veo<br />

cuando cruza <strong>el</strong> umbral luminoso que me niego a ver.<br />

Variación<br />

Confieso que lo he visto todo, aunque he negado lo visto.<br />

Es mejor mi total ceguera porque sólo apena a quienes le conceden<br />

importancia a la muerte. Tranquilo me siento en este cementerio,<br />

no hay imperio que combata la glaucomaquia donde implanto la cruz,<br />

sin un nombre ni fecha ni nada identificatorio, son abrojos, muertos<br />

que sólo existen en la conciencia de los otros.<br />

Inquisición<br />

Sin luz, <strong>el</strong> mundo es mi espectáculo:<br />

“¡Qué gran artista ha perdido <strong>el</strong> mundo!”(*)<br />

Veo sólo como <strong>el</strong> fuego diezma a mis oponentes,<br />

pulveriza su pasión de ser comunistas, disociadores o conspirantes,<br />

todos arden en las mismas llamas d<strong>el</strong> infierno<br />

y no hay agua propicia que calme este exterminio facturado.<br />

(*) Nerón<br />

Per-Versión<br />

‘En este mundo sin luz’ la penumbra extiende su imperio.<br />

Hic et nunc gobierno este cementerio.<br />

Nadie ve porque no llega hasta mi ceguera,<br />

don prestidigitante que me permite ver la vil oscuridad de los otros.<br />

Tontos son, hic iacet, me han concedido la dicha de gobernarlos.<br />

Que sea la cruz su oscura voluntad masoquista.<br />

122 123


D<strong>el</strong> Ayer de Ahora... S<strong>el</strong>ección<br />

Desde la Presencia d<strong>el</strong> Mar…<br />

Ven. Aproxima las manos al fuego,<br />

descorre <strong>el</strong> v<strong>el</strong>o moviente que aún te recuerda,<br />

y no dudes, eres luz desgranada,<br />

la <strong>palabra</strong> dicha al mar<br />

cuando los barcos abren <strong>el</strong> horizonte,<br />

cuando hienden su límite exacto.<br />

Circula a mi alrededor,<br />

bosteza sin remordimiento los días opacos,<br />

la niebla,<br />

mi sudor apenas rodado por tus pechos.<br />

Y no huyas de la tarde;<br />

no debes, inconsolada,<br />

reedificar ciudades o derrumbes sordos,<br />

ni propiciarle incendios a la lluvia,<br />

al agua que nunca te bañó completamente.<br />

No. Existes ya, glótica,<br />

como nudo de la voz<br />

que te añades al pensamiento.<br />

Y existías también en los párpados,<br />

ahorcada, diminuta,<br />

en <strong>el</strong> hombre gris que dobló alguna calle de mi infancia.<br />

Aqu<strong>el</strong> inclemente asesino d<strong>el</strong> paisaje.<br />

1<br />

Rodea <strong>el</strong> espacio ahora,<br />

inventa los colores que <strong>el</strong> polvo<br />

no ha hecho posible en esta sala.<br />

Y entonces, caerás como pez en <strong>el</strong> estanque,<br />

lo inundarás todo,<br />

<strong>el</strong> nudo corredizo hallará pliegues <strong>para</strong> asirse,<br />

naufragaremos,<br />

<strong>el</strong> mar nos hará parte de sus antiguos residuos.<br />

[D<strong>el</strong> libro Desde la presencia d<strong>el</strong> mar hasta <strong>el</strong> centro de la vida, 1973]<br />

124 125


Brevísima R<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> Descubrimiento<br />

de Las Indias (*)<br />

¿Y fue por este río de sueñera y de barro que las proas<br />

vinieron a fundarme la patria ?<br />

(J. L. BORGES)<br />

Y las naves en zozobra entreabrían la paridora mar<br />

de multitud de aplausos (1) y fuegos fatuos sorpresivos<br />

en la sorpresa de un horizonte atándose a las entrañas.<br />

Sueños y contrapiés, agonía de distancia,<br />

luz vesperal declinando como lluvia de mant<strong>el</strong>ería persa.<br />

Peces y escarceos de las aguas, superficie virgen,<br />

past<strong>el</strong>ería de espumas y resabios haciéndose epístola inédita,<br />

anchurosa galera donde la espada habría de escribir <strong>el</strong> mañana.<br />

“¿Cómo admitirse abandonado en <strong>el</strong> primer escalón de la vida? (2)<br />

¿Por qué torcer naves, destino de brújulas,<br />

espaciosa ausencia en la remota planicie de una esperanza?”<br />

Atrás: est<strong>el</strong>as y titubeos tambaleantes,<br />

Palos de Moguer, los reyes y sus miserias,<br />

las viejas tascas de Madrid putrefactas,<br />

la ciudad feneciendo en sus límites oscuros,<br />

acuchillándose como matrona inservible.<br />

Atrás Casti<strong>el</strong>la moribunda, las salinas de Fernando,<br />

una disputa real ahogada en sexo y orgasmos cortesanos.<br />

Los moros, moros de la morería, (3)<br />

sin fuegos artificiales ni imprenta,<br />

menos Sem Tob, rabino estúpido,<br />

hilador de consejas amatorias:<br />

llena tu cántaro de blasfemias<br />

y ahoga tu m<strong>el</strong>iflua incontinencia<br />

en <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> padre, de los espíritus desterrados<br />

en esta santa hora de luces y presagio de oro <strong>para</strong> la corona.<br />

“¡Oh luna primerísima de América,<br />

hopalanda que cobijas nuestra procesión de naufragios,<br />

esta borrachera con que arribamos a tierras de impíos.<br />

Eres norte que doblegas nuestra insatisfacción de distancias.<br />

Ovíllanos como mansos insectos cuyo refugio es la luz.<br />

Condúcenos hacia estaciones que nos clareen la mañana,<br />

a golpes de remos y escupitajos,<br />

sobrenavegando esta casi devastación d<strong>el</strong> planeta:<br />

TERRE > TIERRE > TIERRA<br />

El junco ocre y enmohecido por la sal <strong>el</strong>evándose desde<br />

las aguas,<br />

un reflejo deslumbrador y un espejismo.<br />

Transparencias contorneando verdes que te quería verde (4)<br />

árboles abanicándose florecientes como espigas;<br />

tierra rojiza como sangre difunta olvidada:<br />

“Corrientes aguas, puras, cristalinas; (...)<br />

aves que aquí sembráis vuestras quer<strong>el</strong>las” (5)<br />

“Oh América aindiada por mis cuitas,<br />

equivocada nación que vapuleó en mis grandezas y sueños.<br />

Dame tus aires ‘como en abril en castilla’,<br />

sea mi tumba una vega tan grande<br />

donde los ojos no puedan llegar con la vista (6)<br />

Atrás Genova recortada en palomas agonizantes,<br />

mujeres y puertos, heráldicas y blasfemias,<br />

un hombre sin domicilio conocido<br />

126 127


tras la última aurora navegando en aguardiente,<br />

aprendiz de brujo, pensionista rabioso<br />

maldiciendo a los grumetes que se hacían a la mar:<br />

CRISTOPHORUM COLOMBUS / CRISTOFHORIS<br />

COLOMBIS / COLUMBA / COULOMBO/<br />

COLHONO / COLOMA / COULOM<br />

¿Quién te lo iba a decir malandrín barato,<br />

genovés vulgar de putas y burd<strong>el</strong>es,<br />

que violando donc<strong>el</strong>las por tierras de América<br />

nos hacías la patria con tus burlas y manías?<br />

Oh Eric, <strong>el</strong> muchacho noruego con alma de fiord<br />

y corazón de nieblas; (7)<br />

¿dónde las walkirias nos dejaron tu sepultura?<br />

¿Pagaste a Leif Erickson sus tributos?<br />

¿Dím<strong>el</strong>o, hija de perra,<br />

fuiste quien dio origen a la agonía de esta tierra?”<br />

Un trop<strong>el</strong> de indios apiñándose en la cólera,<br />

humo y un salvaje manotazo a los hijos de Caín.<br />

“¿Quién duda que la pólvora contra los infi<strong>el</strong>es<br />

es incienso <strong>para</strong> <strong>el</strong> señor? (8)<br />

Oh Eric, hijo de p—i—e—d-r-a,<br />

denuesto mayor de una casta de mercuriales manías,<br />

Aquí está la patria: un mendrugo de pan<br />

anchuroso en su genital condescendencia.<br />

NOTAS<br />

(*) El asterisco alude al título d<strong>el</strong> libro de Bartolomé de Las Casas. Se llamaba,<br />

este poema, anteriormente, Canto al Descubrimiento de América.<br />

l) De Esquilo.<br />

2) El entrecomillado indica probable monólogo de Cristóbal Colón.<br />

3) D<strong>el</strong> Romance de “Abenámar y <strong>el</strong> rey don Juan” (Cf. Flor Nueva de Romances<br />

Viejos: Ramón Menéndez Pidal).<br />

4) De Federico García Lorca.<br />

5) Versos de Garcilaso de la Vega (Égloga Primera)<br />

6) Citas textuales de Cristóbal Colón.<br />

7) Versos de Tomás Hernández Franco, d<strong>el</strong> poema “Y<strong>el</strong>idá”.<br />

8) De Gonzalo Fernández de Oviedo (Historia General y Natural<br />

de las Indias).<br />

[D<strong>el</strong> libro “Consignas & Sub_Versiones”, 1980, y los demás textos]<br />

128 129


Soliloquio de René Descartes<br />

Porque dudo y blasfemo, confieso:<br />

Nadie toca lo que al pincharme estremece.<br />

Nadie sostiene este apretón de párpados sangrantes,<br />

este ruido que cae de la noche arrastrándose como fantasma.<br />

Lo que ahuyenta y cierra <strong>el</strong> círculo en cruz y espada,<br />

incinera los halcones, las mandrágoras y <strong>el</strong> astrolabio,<br />

la uña de Salvador Arcáng<strong>el</strong> en <strong>el</strong> hipocampo.<br />

No hay quien pueda explicarme <strong>el</strong> mundo<br />

a través de esa niebla que resbala hasta mi frente.<br />

Todo es confuso y oscuro, pienso...<br />

El aliento d<strong>el</strong> beso sobre <strong>el</strong> seno moreno<br />

edifícase en trop<strong>el</strong> avasallante,<br />

me place, mas no me lacera.<br />

Y me digo: sílaba tras sílaba insurge <strong>el</strong> pensamiento,<br />

ruido tras ruido estalla la f<strong>el</strong>icidad<br />

por cualquier bofetada:<br />

un hombre despréndese asustadizo de un balcón<br />

en la oscuridad adúltera,<br />

lamenta <strong>el</strong> sexo violentado por crujires de cerraduras,<br />

lento se suicida porque es sólo visión de la calle que hago.<br />

No hizo <strong>el</strong> amor sino una treta atornentada de sus instintos.<br />

Pienso, luego amo su amor de suicida.<br />

Todo es claro lo sé, transparente y cierto.<br />

La ciudad se derrurnba mientras la cobardía se enaltece.<br />

Tras de mí las olas con sus teclas de espumas ordenándome.<br />

Los muertos me pesan porque nunca restituiré su dicha.<br />

Esto pienso, luego existo...<br />

Compañera<br />

Próxima a mi pecho, edificas conmigo la ternura.<br />

Me das las manos que <strong>el</strong> mundo entrega<br />

como remedio de su pesadumbre.<br />

Cada vez es más amplio tu sentir<br />

sobre mi párpado adolorido,<br />

me inventas la ciudad, oyes por mí todas las voces.<br />

Estoy en ti y es <strong>el</strong> invierno en su frialdad acogedora,<br />

en su abrigo perenne que reverdece mi dicha como grito.<br />

Si hablo de soledad, tú llenas mis <strong>palabra</strong>s con una multitud.<br />

Oh dulce compañera, me resbalo por ti hacia una pendiente<br />

(que conduce a la vida.<br />

130 131


I<br />

West End & River Side<br />

Palabras tengo donde tu ciudad muere<br />

en <strong>el</strong> lila de tu blusa toda de tarde arrepentida.<br />

Fraseos de un rito anagnórisis de luces-sombras<br />

se figuran en tu rostro-perla.<br />

A contracorriente furtivos tus ojos son diagnóstico<br />

de mi semblante.<br />

En mi frente nace tu boca como alondra cautiva,<br />

y las voces tocan <strong>el</strong> silencio entre notas flotantes de jazz:<br />

and my soul is dead; blue my mind pale your touch.<br />

Todo dice que <strong>el</strong> humo es bueno,<br />

comensal de mudas historias sirviéndose a la mesa.<br />

Cada uno a su manera mintiéndose...<br />

II<br />

Afuera la tarde exige dos cuerpos<br />

en voto a su tibia llovizna,<br />

a su olor a huesos rotos.<br />

Pide dos sombras desdiciéndose como <strong>el</strong> agua,<br />

sin dedos que simulen a otros dedos entr<strong>el</strong>azados.<br />

Dos estatuas escondidas en su soledad:<br />

espejos nocherniegos...<br />

Two bodys alone and twice<br />

sustained by one wind of dry season,<br />

saying good-bye while moving near thems<strong>el</strong>ves.<br />

Atrás la ciudad es una espía implacable:<br />

muere sobre <strong>el</strong> río con mil ojos<br />

que de nada le sirven..<br />

132 133


Mecanógrafo de Actas de Difuntos (*)<br />

Esta página es una sed en la memoria<br />

abierta y dispuesta a los signos<br />

entr<strong>el</strong>azándose Mientras cae la lluvia<br />

mintiéndose sus propios trazos<br />

gota a gota<br />

y se estatuye ya bosque <strong>para</strong> la mirada,<br />

pala<br />

El ojo que nace e hiende, <strong>el</strong> olfato crece.<br />

abras<br />

en t<strong>el</strong>ares finos y caliginosos...<br />

Las teclas d<strong>el</strong>iran ante la muerte de formol<br />

...como mantas rayadas;<br />

líneas cayendo huidas.<br />

sin patria ni domicilio conocido,<br />

‘cadáveres no amados’ tétricos<br />

petrificados en su postrera voluntad de ser<br />

Es la lluvia paz regocijo vendidos<br />

tras <strong>el</strong> cristal empañado a precio de ocasión<br />

Sólo queda <strong>el</strong> borrón <strong>para</strong> la hoja nueva,<br />

olores perplejos en la habitación angosta,<br />

ansias de ser identidad,<br />

putridez, ,rocío,<br />

peces en <strong>el</strong> aire jugueteando entre árboles lloviznándose<br />

entr<strong>el</strong>arañándose en la página muda<br />

los grafemas<br />

Huyen los muertos de la paz de los vivos invéntanse historias<br />

niéganse a morir fosilizados sin rostro ni edad;<br />

estudiados<br />

nada importa si edificar es <strong>el</strong> destino<br />

por<br />

curiosos jovenzu<strong>el</strong>os diariamente saludándoles a manotazos<br />

con un bisturí mínimo común divisor<br />

d<strong>el</strong> estar vivo<br />

o d<strong>el</strong> estar muerto<br />

Y mana <strong>el</strong> agua como chorrera de sangre seca,<br />

Los muertos ya no hablan<br />

dicen que la lluvia fue su adiós o<br />

su opacidad en una calle sin nombre<br />

Un día <strong>para</strong> morir Sólo un año <strong>para</strong> hacerlos eternos como<br />

(momias<br />

en esta página transcrita<br />

donde hu<strong>el</strong>o, me mojo, lloro<br />

tecleteo facturas de difuntos<br />

digo ¡basta! arranco <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> requiescat in pace. Llueve.<br />

(*)NOTA:<br />

MECANÓGRAFO DE ACTAS DE DIFUNTOS<br />

Se trata de dos poemas entrecruzados (o biscripción). Se diferencian<br />

por <strong>el</strong> uso de tipos en negritas y cursivas, y por los signos de<br />

134 135


puntuación. Las mayúsculas indican comienzo o seguimiento de<br />

uno de los dos textos; la coma y los puntos suspensivos, interrupción.<br />

La flecha es una señal guía d<strong>el</strong> orden de lectura en un entrecruce<br />

de ambos. El signo indica opción lectural.<br />

Alexis Gómez Rosa<br />

136 137


(Santo Domingo, República Dominicana, 1950), realizó estudios<br />

de literatura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo<br />

y en los Estados Unidos de Norteamérica. Su vida la ha<br />

invertido en correrías de cama y mesa y en <strong>el</strong> conocimiento de<br />

ciertos oficios con los que sobrevive a su inestabilidad y a sus<br />

mudanzas.<br />

Durante <strong>el</strong> verano de 1983 preparó un viaje de exploración<br />

por algunas ciudades de la costa Este norteamericana con un<br />

resultado nada glorioso, salvo <strong>para</strong> su producción poética, que<br />

se nutrió y engorda de la difícil y comentada experiencia.<br />

Tras mucho explorar y trasnochar, se quedó finalmente en<br />

Nueva York donde obtuvo una maestría en Literatura Española<br />

e Hispanoamericana (New York University, 1993). Su<br />

poesía es una (a)puesta en escena contra la página de los que<br />

escriben con un seguro full ante los accidentes y reclamos de la<br />

historia. Allí se vende un temblor, un r<strong>el</strong>ámpago/escalofrío y<br />

no se negocia con <strong>el</strong> establishment de un gusto acartonado que<br />

atraviesa, por igual, al decente y al docente, tan amigos de<br />

graduar y consagrar.<br />

Obras publicadas: Oficio de postmuerte (Williamburg Printshop,<br />

Brooklin, N.Y., 1977); High Quality, Ltd. (Colección de poesía<br />

“Luna Cabeza Caliente”, Santo Domingo 1985); Contra la pluma<br />

la espuma (Editora Taller, Santo Domingo, 1990); New York<br />

City en tránsito de pie quebrado (Editora Taller, Santo Domingo,<br />

1990); Tiza & tinta (Antología personal), (Lluvia Editores,<br />

Lima, Perú, 1991); Si Dios quiere y otros versos por encargo (Editora<br />

Búho, Santo Domingo, 1997); S<strong>el</strong>f service poems (Editorial<br />

Hu<strong>el</strong>ga & Fierro, Madrid, España, 2000). Su obra poética ha<br />

sido traducida al inglés, francés, italiano y portugués. Tiene en<br />

prensa El festín: (S)obras completas (poemas).<br />

(1967-2007).<br />

https:/www.alexisgomezrosa.com<br />

BIBLIOGRAFÍA ACTIVA<br />

Bibliografía<br />

POESÍA. Oficio de post-muerte. New York: Williamsburg Printshop, 1973;<br />

1973, segunda edición, editora Alfa & Omega, Santo Domingo,<br />

Republica Dominicana 1976); Pluróscopo (plaquette de la revista Ahora!,<br />

Santo Domingo, Pluróscopo. Santo Domingo: Ediciones ¡Ahora,<br />

1977. High Quality, Ltd. Santo Domingo: Colección Luna Cabeza<br />

Caliente, 1985. Contra la pluma la espuma. Santo Domingo: Editora<br />

Taller, 1990. Tiza y tinta. Lima, Perú: Ediciones Lluvia, 1991; New<br />

York en tránsito de pie quebrado. Santo Domingo: Editora Taller, 1993.<br />

Si Dios quiere y otros versos por encargo. Santo Domingo: Editora Amigo<br />

d<strong>el</strong> Hogar, 1996. S<strong>el</strong>f Service Poems (Ahora disponible en su versión cast<strong>el</strong>lana).<br />

Madrid: Editora Huerga y Ferro, 2000. Adagio cornuto (Ediciones<br />

Bangó, Santo Domingo, 2000); Lápida circa y otros epitafios de la<br />

torre abolida (Editorial Manatí, Santo Domingo, 2003); La tregua de los<br />

mamíferos (Editora Amigo d<strong>el</strong> Hogar, Santo Domingo, 2005); Ferrybout<br />

de una noche invertebrada (Editora Nacional, Santo Domingo, 2006).<br />

BIBLIOGRAFÍA PASIVA<br />

B<strong>el</strong>liard, Basilio. “Poemas de autoservicio de Alexis Gómez Rosa”.<br />

La Nación [Suplemento Cultural] 25 de junio, 2000: 21-23. | Corni<strong>el</strong>,<br />

Zaida. “Alexis Gómez Rosa: la poesía es <strong>el</strong> espejismo que me refleja”.<br />

(Entrevista) Listín Diario [Ventana] 22 de julio, 2000: 16C. | Gerón,<br />

Cándido. “Alexis Gómez Rosa”, en Diccionario de autores dominicanos<br />

1492-1994. 2da. ed. Santo Domingo: Editora Colorscan, 1994: 199-<br />

200. | Gutiérrez, Franklin. “Alexis Gómez Rosa”, en Antología histórica<br />

de la poesía dominicana d<strong>el</strong> siglo XX. Puerto Rico: Editorial de la<br />

Universidad de Puerto Rico, 1998: 361-369. | Hernández Tavárez,<br />

138 139


Alberto. “New York City: en tránsito de pie quebrado”. Listín USA, 9<br />

de marzo, 1994: 10. | Lantigua, José Rafa<strong>el</strong>. “Alexis Gómez Rosa:<br />

escribiendo sobre la voz d<strong>el</strong> lenguaje de la carne”. Ultima Hora [Biblioteca]<br />

2 de marzo, 1991: 10. | Lantigua, José Rafa<strong>el</strong>. “Alexis Gómez<br />

Rosa: espejos y latires en un almanaque de sombras”. Ultima Hora<br />

[Biblioteca] 9 de marzo, 1991: 10. | Lantigua, José Rafa<strong>el</strong>. “Alexis<br />

Gómez Rosa: f ® cciones y confesiones”. (Entrevista) Ultima Hora<br />

[Biblioteca] 18 y 25 de septiembre y 2 de octubre, 1994. | Lantigua,<br />

José Rafa<strong>el</strong>. “Poemas de auto-servicio (Des)andando los pasos perdidos”.<br />

Listín Diario [Biblioteca] 22 de octubre, 2000: 13. | Lantigua,<br />

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22 de octubre, 2000: 115. | Luby, Barry and Finke Wayne.<br />

“Alexis Gómez Rosa”, en Anthology of Contemporary Latin American<br />

Literature. New Jersey: Associated University Press, 1986. | Mateo,<br />

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City. El Siglo, 15 de marzo, 1994: 7. | Molina, Cynthia. “Alexis Gómez<br />

Rosa: desde la conciencia d<strong>el</strong> tránsito”. (Entrevista) Hoy [Isla Abierta]<br />

9 de julio, 2000: 16-19. | Molina Morillo, Rafa<strong>el</strong>. Alexis Gómez<br />

Rosa”, en Personalidades dominicanas 1993. Santo Domingo: Molina<br />

Morillo & Asociados, 1993: 264-265. | Moquete, Clodomiro. “Alexis<br />

Gómez Rosa”, en Cada uno Dios. Santo Domingo: Colección<br />

Calilonada, 2000: 51-66. | Moya Pons, Frank. “Alexis Gómez Rosa”,<br />

en Bibliografía de la literatura dominicana. Santo Domingo: Comisión<br />

Permanente de la Feria Nacional d<strong>el</strong> Libro, 1997: 287. | Ortega,<br />

Julio. “Alexis Gómez Rosa”, en Antología de la poesía hispanoamericana<br />

actual. México: Siglo XXI editores, 1987. | Prosdocimi, María d<strong>el</strong><br />

Carmen. “De S<strong>el</strong>f Service y otros poemas, de Alexis Gómez: la pasión<br />

por las <strong>palabra</strong>s”. El Siglo [Cultura] 16 de septiembre, 2000: 5E.<br />

| Sánchez, Enriquillo. “Pluma y espuma de Alexis Gómez”. El Siglo,<br />

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en El síndrome de Penélope en la poesía dominicana. Santo Domingo: Biblioteca<br />

Nacional, 1986: 85-87. | Rueda, Manu<strong>el</strong>. “Alexis Gómez<br />

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Domingo: Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional,<br />

1996: 568-571. | Silén, Iván. “Alexis Gómez Rosa”, en Los<br />

<strong>para</strong>guas amarillos. Hanover: Ediciones d<strong>el</strong> Norte, 1983.<br />

Alexis Gómez Rosa y <strong>el</strong> festín de la poesía<br />

Plinio Chahín<br />

La exuberancia verbal no siempre se convierte en d<strong>el</strong>iberada<br />

parodia o tiende, luego de su despliegue, al extremo laconismo. Puede<br />

también mantenerse en estado puro sin renunciar a sus poderes, sin<br />

dejar tampoco de percibir sus límites. Expansión d<strong>el</strong> lenguaje y refracción<br />

de la conciencia crítica pueden coincidir sin neutralizarse.<br />

La obra de Alexis Gómez-Rosa (Santo Domingo, República Dominicana,<br />

1950), es <strong>el</strong> desarrollo simultáneo de este doble movimiento.<br />

Es <strong>el</strong>lo lo que le comunica un sentido problemático. Es<br />

cierto que la intensidad de esa obra podría hacer pensar en una<br />

tendencia hacia <strong>el</strong> ascetismo y al despilfarro. Pero habría que admitir<br />

que esa exuberancia manierista es sobre todo obsesiva: no una<br />

voluntad barroca, mucho menos <strong>el</strong> gusto por lo que se llama hermetismo,<br />

sino una busca de intensidad disoluta.<br />

De modo que la extensión de esta obra no excluye ni <strong>el</strong> poder<br />

verbal ni <strong>el</strong> poder imaginario en que aquél se funda. Alexis Gómez-<br />

Rosa habría que situarlo entre los mejores poetas dominicanos de la<br />

Generación de Postguerra de los años setenta y d<strong>el</strong> presente siglo.<br />

Voces malditas o inocentes, víctimas o cómplices, todas <strong>el</strong>las<br />

van formando <strong>el</strong> enjambre sonoro, gozoso, oscuro y luminoso de<br />

muchos de los poemas de Gómez-Rosa. Poemas que son un conjuro<br />

y a la par una obsesión: si Gómez-Rosa las “escucha” no es<br />

<strong>para</strong> convertirse en esa identidad un tanto pretenciosa que ahora<br />

llaman “testigo”, sino por pura fascinación y hasta verdadera identificación.<br />

140 141


Voces anónimas. Voces también de personajes conocidos que<br />

hablan de sus oficios. Ni prestigiosos ni anodinos, esos oficios se<br />

sitúan, sin embargo, en una cierta marginalidad: introducen la opacidad<br />

en lo impredecible.<br />

Héroes y payasos de una misma<br />

escena: puedo adquirir,<br />

por igual, enanos trompetistas<br />

y áng<strong>el</strong>es bisexuales…<br />

ramoneando noches<br />

en carne viva…(“Opio territorio”, pág. 46)<br />

En otros poemas que continúan la misma línea narrativa, la<br />

persona poética de Alexis Gómez- Rosa se transforma sucesivamente<br />

en un actor, vagabundo o buhonero. El viaje y la errancia,<br />

la aventura, la angustia y <strong>el</strong> dolor. Pero no se piense que con <strong>el</strong>lo<br />

entramos en un mundo de símbolos, mucho menos de alegorías:<br />

creo que la poesía de Alexis Gómez-Rosa huye por igual de ambas<br />

tendencias. Otra cosa es decir que con <strong>el</strong>lo se nos inicia en un<br />

trato ambivalente con lo real; sólo que ambivalencia no quiere ser<br />

acá equivalente de vaguedad, misterio, suspenso, alusiones secretas<br />

o cifradas. Por <strong>el</strong> contrario, Gómez-Rosa, practica una técnica<br />

de la yuxtaposición de planos nítidos y precisos, lo que es distinto<br />

a sustituir una cosa por otra.<br />

En efecto, en <strong>el</strong> poema titulado La nada totalitaria, de Cabeza<br />

de alquiler d<strong>el</strong> año 1990, pág. 34, <strong>el</strong> poeta se desprende de su yo, en<br />

una ardua tarea por vencer <strong>el</strong> tedio y la angustia temporal:<br />

No hay nadie.<br />

Los hombres vienen<br />

a declarar su partida<br />

con la indulgencia<br />

zodiacal<br />

de un signo.<br />

¿Quién me llama?<br />

Aquí todo es una secu<strong>el</strong>a<br />

de la nada.<br />

¿Ha muerto <strong>el</strong> tiempo?<br />

Ya no soy<br />

… un estado de <strong>palabra</strong>s.<br />

Arraigo y desarraigo: ¿no discurren entre estos dos polos de la<br />

poesía de Alexis Gómez-Rosa y la visión que <strong>el</strong>la nos da? Alexis<br />

Gómez-Rosa está en <strong>el</strong> mundo como si estuviera fuera de él; pero <strong>el</strong><br />

mundo no le parece una falacia o una irrealidad: es una herida, un<br />

padecimiento, a la vez, que una fiesta y un desengaño. Se está en <strong>el</strong><br />

mundo pero sin habitarlo de verdad. Así, <strong>para</strong> habitar “en él” hay<br />

primero que estar “contra él”, cambiarlo.<br />

Esta dialéctica d<strong>el</strong> “en” y <strong>el</strong> “contra” rige gran parte de la experiencia<br />

de Alexis Gómez-Rosa y especialmente la d<strong>el</strong> lenguaje: en y<br />

en contra <strong>el</strong> lenguaje, <strong>el</strong> suyo es la búsqueda por habitarlo. De suerte<br />

que su idea sobre la “manera de decir” como clave d<strong>el</strong> poema<br />

cobra un sentido más complejo y profundo: no se trata de la voluntad<br />

de estilo, sino, de la voluntad de estallar todo estilo.<br />

En efecto, lo que preocupa a Alexis Gómez-Rosa no es <strong>el</strong> estilo<br />

sino <strong>el</strong> lenguaje mismo: <strong>el</strong> mundo que se pierde o se redime por <strong>el</strong><br />

lenguaje. De ahí <strong>el</strong> presentimiento de uno de sus poemas, como<br />

signo de un auténtico gozo y desesperación:<br />

Noches de ofrenda y aqu<strong>el</strong>arre.<br />

Mientras acciono saliva y engorda<br />

mi ansiedad/mientras me lavo mis cinco<br />

sentidos (“Opio…”pág. 49).<br />

Uno de los rasgos dominantes en la literatura contemporánea<br />

–ya esto ha sido dicho mil y una vez– es <strong>el</strong> debate con y contra <strong>el</strong><br />

tiempo. El tiempo, subrayemos lo esencial, como sucesión. Es obvio<br />

142 143


que una obra que encarne ese debate debe encarnar también una<br />

nueva escritura: la ruptura con <strong>el</strong> discurso, que, como tal, no puede<br />

ser sino discurso temporal. Lo importante, sin embargo, es llegar a<br />

precisar dos cosas: por una parte, hasta dónde llega esa ruptura y si<br />

<strong>el</strong>la hace posible una recomposición de la obra en sí misma; y, por<br />

otra parte, hasta dónde la obra trasciende su debate con <strong>el</strong> tiempo y<br />

logra una verdadera liberación.<br />

En la obra de Alexis Gómez-Rosa, por ejemplo, domina la incertidumbre<br />

de la vida: una suerte de ensimismamiento, irresolución<br />

y perplejidad dubitativa frente al tiempo. En su primer libro<br />

Oficio de postmuerte (1973), se trata <strong>el</strong> tiempo de la caída, en su sentido<br />

ontológico, y d<strong>el</strong> escepticismo, que ejemplifican los poemas de<br />

las páginas 45, 48, 53, 87, entre otros.<br />

En su libro New York City en tránsito de pie quebrado, Premio de<br />

Poesía de Casa de Teatro d<strong>el</strong> año1990, y, en gran parte de sus poemas<br />

posteriores, <strong>el</strong> tiempo es una doble enajenación: social y histórica<br />

y, a la vez, metafísica. Todo su intento no es simplemente <strong>el</strong> de<br />

querer negar la muerte sino de darle un sentido: morir de vida y no<br />

de tiempo, como dijoVallejo.<br />

El tiempo es monotonía, vacío, carencia de intensidad y esto,<br />

por supuesto, contamina su experiencia d<strong>el</strong> presente. Gómez –Rosa,<br />

en verdad, no vive en <strong>el</strong> presente porque quiere trascender la prisión<br />

que es <strong>para</strong> él; de ahí que lo modifique continuamente.<br />

A través de la memoria busca un pasado primordial e incorruptible:<br />

la infancia, <strong>el</strong> barrio, la ciudad, <strong>el</strong> hogar vistos en una suerte<br />

de ebriedad dionisíaca.<br />

La ebriedad dionisíaca es inse<strong>para</strong>ble de la fiesta, que no pone<br />

reparos ante la posibilidad que en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> goce irrumpa <strong>el</strong> dolor<br />

o <strong>el</strong> espanto. En la fiesta dionisíaca se cobija <strong>el</strong> ánimo hospitalario,<br />

ese impulso que, aún sin excluir la porfía y la competición, <strong>el</strong> espíritu<br />

agonal, respeta al contrincante y c<strong>el</strong>ebra conjuntamente la existencia<br />

tanto en su faceta lóbrega como luminosa.<br />

Nietzsche ha dicho: “La naturaleza exuberante c<strong>el</strong>ebra sus<br />

saturnales y sus exequias…los dolores despiertan placer, <strong>el</strong> júbilo<br />

arranca d<strong>el</strong> pecho sonidos llenos de dolor. El dios o lusios (liberador),<br />

ha libertado a las cosas de sí mismas, ha transformado todo”.<br />

Ebriedad, fiesta, reconciliación con la naturaleza y la humanidad<br />

en <strong>el</strong> seno de la danza, <strong>el</strong> canto y la música.<br />

Vivir en <strong>el</strong> tiempo como presente ¿no implica alcanzar <strong>el</strong> grado<br />

más alto de intensidad temporal? ¿No supone también resolver la<br />

dualidad que subyace en la concepción de Gómez-Rosa? Vivir <strong>el</strong><br />

tiempo como presente, es ya no estar en <strong>el</strong> tiempo, como si éste<br />

fuese ajeno a nosotros, sino “ser <strong>el</strong> tiempo mismo”, como diría<br />

Machado.<br />

Estas críticas de Gómez-Rosa, aparte d<strong>el</strong> gusto estético, corresponden<br />

por supuesto a una determinada visión d<strong>el</strong> tiempo. Gómez-<br />

Rosa no es un simple historicista; no concibe <strong>el</strong> tiempo como una<br />

extensión que va progresando a través de una serie de puntos. Es<br />

más bien un bergsoniano: <strong>el</strong> tiempo como una continua duración y<br />

como una unidad indisociable; estamos en <strong>el</strong> tiempo y no podemos<br />

substraernos a él. Pero si bien <strong>el</strong> tiempo no es mera cronología sino<br />

sobre todo experiencia psíquica, <strong>el</strong> presente o <strong>el</strong> instante nunca llega<br />

adquirir – ni en Gómez-Rosa ni en Bergson– su propio r<strong>el</strong>ieve,<br />

no tiene sentido sino en <strong>el</strong> flujo mismo de la duración. Gómez-<br />

Rosa, podría decirse, vive en <strong>el</strong> tiempo, pero no en <strong>el</strong> presente.<br />

Su obra ¿no sería, más bien, una búsqueda d<strong>el</strong> tiempo “pasado”,<br />

aunque no “perdido” d<strong>el</strong> tiempo como fugacidad? Pero, además,<br />

aunque se reb<strong>el</strong>a contra la “lógica” en los dominios d<strong>el</strong> arte, no<br />

parece curarse de emplearla en su propio provecho: todo lo que no<br />

está en “su” noción está “fuera” todo tiempo, en una intemporalidad<br />

vacía; todo lo que no participa de “su emoción”, deriva en frialdad<br />

int<strong>el</strong>ectual. Sin embargo, la nueva poesía con la que Gómez-Rosa<br />

está de acuerdo, no busca esa intemporalidad, sino, simplemente,<br />

vivir en <strong>el</strong> presente, en <strong>el</strong> instante.<br />

Alexis Gómez-Rosa, se acoge, también, a lo que él llama “despojo<br />

apolíneo” (“Me agita, zumbador, <strong>el</strong> mundo bacanal/de los sentidos”,<br />

(Si Dios quiere y otros versos por encargo, Premio Nacional de<br />

Poesía, 1992, pág.53 ); y a la libertad a través de la ruptura con la<br />

144 145


lógica de la realidad; y, a los poderes de la imaginación, cuya función<br />

es semejante a la de la memoria: la nostalgia y <strong>el</strong> rescate de lo<br />

original.<br />

Finalmente, en sus poemas sobre lo urbano, Gómez Rosa tiene<br />

acceso a una visión utópica: la trascendencia de la historia mediante<br />

un nuevo orden cósmico y revolucionario, y <strong>el</strong> advenimiento de<br />

un mundo regido por <strong>el</strong> erotismo y la fantasía. Gómez-Rosa intuye<br />

un tiempo distinto, sin lograr d<strong>el</strong> todo escapar de la angustia de la<br />

sucesión, ni mucho menos liberarse de <strong>el</strong>la.<br />

La unión<br />

Soldadura de labios.<br />

(El callejón de Regina a la hora none<br />

de los monjes) Soldadura de pechos.<br />

(La noche dentadura de luto en los r<strong>el</strong>ojes)<br />

Soldadura de alientos.<br />

(Arrobos d<strong>el</strong> pachulí sus trenzas Dios<br />

la esculpe:<br />

Soldadura de vientres.<br />

(Adivinanza: lo que va viene ¿vaivenes?)<br />

Soldadura de sexos.<br />

(El sol declaratorio/ la luna clarividencia)<br />

Soldadura de <strong>palabra</strong>s.<br />

(Caldero de los signos/ <strong>el</strong> sí y <strong>el</strong> no d<strong>el</strong> sino)<br />

Soldadura de silencios.<br />

(Las sábanas jinetes/ <strong>el</strong> viento sacerdote)<br />

Hazlo sonar de nuevo en <strong>el</strong> gramófono.<br />

146 147


Circulo madre al cuadrado<br />

Supermarket, aeropuertos, máquinas de coser,<br />

<strong>el</strong> mundo chico de mi madre <strong>el</strong> mundo grande.<br />

El mundo ancho de mamá <strong>el</strong> mundo largo,<br />

príncipe negro, rascaci<strong>el</strong>os, <strong>el</strong> arte culinario.<br />

La túnica desnuda, corotos, <strong>el</strong> espejo risueño,<br />

<strong>el</strong> mundo rojo de mi madre <strong>el</strong> mundo blanco.<br />

El mundo tierra de mamá <strong>el</strong> mundo agua,<br />

canta <strong>el</strong> gallo, la iglesia, es la casa de Dios.<br />

Amuletos, planetas, la pi<strong>el</strong> de los caminos,<br />

<strong>el</strong> mundo sueño de mi madre <strong>el</strong> mundo superficie.<br />

El mundo grave de mamá <strong>el</strong> mundo transparencia,<br />

hospitales, museos, los dédalos d<strong>el</strong> cuerpo.<br />

El mundo macho cimarrón, ¡claro!, los cuervos<br />

d<strong>el</strong> leopardo: ese mundo sincero.<br />

(De “Opio territorio”, d<strong>el</strong> libro Contra la pluma la espuma, 1990).<br />

Borrar lo escrito<br />

La mandarina está detenida<br />

en la mirada de Carlos.<br />

En la mesa yace la mandarina<br />

en su equilibrio, la mirada de Carlos.<br />

También <strong>el</strong> aire<br />

que atraviesa la ventana, y los ladridos<br />

d<strong>el</strong> perro empozado en <strong>el</strong> jardín:<br />

inmóvil sobre la mesa<br />

como si fuera a operarlo:<br />

la mano quirúrgica si esta fuera<br />

a conocer su existencia.<br />

Desde <strong>el</strong> jardín de música,<br />

a la ventana errante,<br />

así como a la mirada exacta de Carlos:<br />

la percepción de vértigos<br />

de la memoria. Vale decir:<br />

silogismos, calendario,<br />

galimatías, ¡oh campo magnético d<strong>el</strong> signo!<br />

inmutable, sobre la (ir)realidad<br />

de los sentidos.<br />

148 149


Carton de publicidad<br />

Soy hombre de mingitorios callejeros.<br />

Su olor varonil vende más que <strong>el</strong> drugstore<br />

más cercano, soy una musaraña que organiza<br />

su teatro. Ilumino <strong>el</strong> entarimado y baño al público<br />

con sangre de gallina en la sangre,<br />

soy hombre de apaga y vámonos.<br />

La mochila en <strong>el</strong> pensamiento. A decir verdad,<br />

la mochila en los malos pensamientos,<br />

soy una güira en tránsito a una orquesta de cámara.<br />

Palabras que traen <strong>palabra</strong>s,<br />

la música de alquiler contra viento y marea,<br />

soy un virgoniano bajo <strong>el</strong> signo de escorpión.<br />

Todos los signos reúno bajo <strong>el</strong> signo de escorpión,<br />

soy una página pluscuamperfecta<br />

desprovista de todo lo perfecto.<br />

En la columna izquierda los verbos auxiliares,<br />

los verbos auxiliados en la columna derecha,<br />

soy una especie de arqueólogo d<strong>el</strong> sueño.<br />

Mitad cuerpo de luz, la otra mitad de sombra,<br />

soy en mi osario de letras un manifiesto de sangre.<br />

¿Quién ha puesto a secar <strong>el</strong> alma en mi recinto?<br />

Soy un camino que se anuda<br />

en la podredumbre de su origen.<br />

Campeador de onda corta<br />

Voy articulando <strong>el</strong> poema.<br />

Cambiando sombras por bot<strong>el</strong>las,<br />

sordo, como un policía,<br />

que ha perdido su infancia<br />

con <strong>el</strong> primer muerto de su oficio.<br />

Asesinar <strong>el</strong> poema, la madre.<br />

Ir borrándolo hasta que surja <strong>el</strong> otro:<br />

<strong>el</strong> texto innumerable (tintura<br />

de mis días), <strong>el</strong> rostro<br />

palimpsesto. Apostilla: ir contra<br />

la página como contra sí mismo.<br />

El poema ensamblado, r<strong>el</strong>ojería,<br />

proveniente d<strong>el</strong> plagio,<br />

se busca un padre honesto.<br />

El poema espontáneo, complaciente,<br />

orillador de fórmulas:<br />

pobre cantar de ciego.<br />

Ingeniosidad versus ingeniería.<br />

Está bajando sangre por mis letras,<br />

vísceras y testículos.<br />

La poesía: es <strong>el</strong> acto más lúcido<br />

de la política.<br />

Abierto <strong>el</strong> ojo, tinta sobre tiza,<br />

amplificando <strong>el</strong> sonido<br />

de las esferas terrestres.<br />

150 151


Si hablo sigan la broma<br />

Tengo por declarar a continuación,<br />

lo que me baja por <strong>el</strong> centro de la lengua<br />

impulsado por la memoria inválida.<br />

Lo que vive rumorado en una oreja: toda<br />

la oreja. Lo que se agacha debajo<br />

de la lengua transpira <strong>el</strong> habla: envu<strong>el</strong>ta<br />

en sábanas de transparencia. Lo dicho<br />

por un labio que en <strong>el</strong> otro rechina.<br />

El paso d<strong>el</strong> silencio encorvado sobre<br />

párpados abiertos, arenales me avanza muerte<br />

y cerrojo. Lo que circula<br />

entre las líneas d<strong>el</strong> poema que pienso.<br />

Los puntos suspensivos, y aparte,<br />

los asteriscos que no son correspondidos, los signos de<br />

número más, número menos<br />

La carta que reposa en <strong>el</strong> lápiz<br />

de mi mujer, y que sospecho, no habrá<br />

de alcanzar nunca <strong>el</strong> blanco y negro.<br />

Lo que se asoma a la cabeza<br />

<strong>para</strong> dejarme en babia.<br />

La sorpresa que me reserva <strong>el</strong> camino<br />

que inicio. Lo que llega instalado<br />

en una clave de música (Sentimiento puro,<br />

¿no?/ azúcar). Lo que vibra de noche<br />

<strong>para</strong> escaparse de día. El discurso<br />

enredado en las c<strong>el</strong>dillas d<strong>el</strong> micrófono,<br />

-¡óy<strong>el</strong>o!/ fuera de serie. Eso que arrolla<br />

por las vías de la página introduciendo<br />

inusitados caballos de fuerza.<br />

Lo que se desprende d<strong>el</strong> techo<br />

de un loco y que ahora encuentro inerte<br />

en la boca d<strong>el</strong> t<strong>el</strong>éfono: constituyentes<br />

son d<strong>el</strong> tiempo de mi poesía.<br />

El deseo en trance convertido en carne<br />

de mi carne. El labio A,<br />

censurado por su opuesto a quien ve.<br />

(De “Cabeza de alquiler”, d<strong>el</strong> libro Contra la pluma la espuma, 1990).<br />

152 153


Espejos que borrar<br />

El espejo me aburre su lección de semejanzas.<br />

Desde afuera, con la navaja, lo borro sin tocarlo.<br />

Al espejo que discurre le superpongo un espejo<br />

estacionado.<br />

Lo borro con ternura facial de llanto intransitivo.<br />

Le miento sacándome la máscara favorita de mamá:<br />

aqu<strong>el</strong>la de septiembre dos de mil novecientos<br />

cincuenta.<br />

El espejo que sonríe no es <strong>el</strong> espejo que me reparte<br />

en fragmentos.<br />

Al primero le doy los buenos días,<br />

y <strong>el</strong> segundo me declara su imposible.<br />

Está dicho: <strong>para</strong>do un espejo frente a otro<br />

no hay espejo.<br />

Prolonga <strong>el</strong> vacío su capacidad de blancas conjeturas.<br />

Así, escribir espejos de agua con <strong>el</strong> hilillo Huidobro<br />

de una sombra.<br />

O subscribir espejismos con la piedra que deja <strong>el</strong> agua<br />

al secarse.<br />

El espejo que me busca se demora en una imagen<br />

rupestre.<br />

Cavernícola hasta la próxima piedra, algo nuboso,<br />

me veo empañado en <strong>el</strong> tambor de un horizonte.<br />

Desencuentro<br />

¿Y <strong>el</strong> cojo? ¿En qué aire abandonó<br />

su pierna?, ¿en qué zapato regresa?<br />

Ensartando vacíos, remolinos, donde<br />

antes había carne, huesos,<br />

membranas,<br />

un pie danzante.<br />

Siento <strong>el</strong> percutir de las horas<br />

goteando en <strong>el</strong> oído d<strong>el</strong> mundo.<br />

También un galope unánime, ascendiendo<br />

pedradas, los enanos.<br />

Todos vu<strong>el</strong>ven a ser coro.<br />

Todos se llenan la boca de espagueti,<br />

ensayando duendes, federicos,<br />

entro a la nada en la que acontece<br />

una ventana. Saltan allí mandíbulas,<br />

cojeando, la <strong>palabra</strong> que consagra.<br />

Ombligos de primerísima emoción<br />

hacia la funeraria y <strong>el</strong> templo,<br />

resulta verdaderamente atractivo.<br />

¿Quiénes encaminan miradas<br />

a continuación d<strong>el</strong> sol visionario<br />

de los ciegos?<br />

Lo visto transmigra y se abulta<br />

en calles y anexos.<br />

La vista se angosta e involuciona<br />

puertos, altos azules, a curricán<br />

de v<strong>el</strong>oces estr<strong>el</strong>las.<br />

154 155


Mi cuerpo lo arroja mi mujer,<br />

lo vomita su lesbiana. Algo me hu<strong>el</strong>e<br />

negro, muy feo.<br />

La poesía: perpendicular es al bostezo<br />

de un policía de tránsito.<br />

La carta<br />

A Rigas Kappatos<br />

En la estafeta de correos puse una carta, una carta vacía. Si está<br />

vacía no es una carta, es un pap<strong>el</strong> y no merece ningún comentario.<br />

Ser pap<strong>el</strong>, <strong>el</strong> espacio inmaculado, la mirada (monotonía d<strong>el</strong> desierto,<br />

discurso que se repite), es dar cumplimiento al No-Ser, determinado<br />

en <strong>el</strong> marco de las causas finales.<br />

Arena y viento (sugerencia de la página en su pap<strong>el</strong> de mendigo),<br />

traen un eco distante que nunca fue voz: fríos silencios d<strong>el</strong><br />

sueño de las cucurbitáceas.<br />

En blanco la página promulga lejanías, miserables sandalias.<br />

(Cartero que va y vu<strong>el</strong>ve).<br />

<strong>Una</strong> carta espera cosas. En sí, la carta, es un informe, una salutación,<br />

o tan sólo un acuse de recibo. En última instancia sería buscar,<br />

al doblar la esquina, como <strong>el</strong> cuchillo <strong>el</strong> pecho adolescente, o<br />

mi<strong>el</strong> en los labios de la amante. Es abocarse a la sangre sin cometer<br />

<strong>el</strong> crimen.<br />

<strong>Una</strong> pregunta: ¿y <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que mandé, qué es? Yo diría que un<br />

metalenguaje, Narciso. Vale superponerle otro pap<strong>el</strong>, hacer dialogar<br />

dos vacíos. Llenar un vacío con otro (la metodología es de<br />

Juarroz), y luego ver allí <strong>el</strong> significado d<strong>el</strong> mundo que reproducen.<br />

Pap<strong>el</strong> que arropa <strong>el</strong> lápiz y lo anula, haciéndolo describirse<br />

garrapateando nombres y ciudades. ¿A quién la carta, <strong>el</strong> pap<strong>el</strong>? Circulatoria<br />

la mirada, va ensartando arqueologías, vitrales, bodegones,<br />

por la redondez de la sala, <strong>el</strong> orgullo es d<strong>el</strong> gato que pasea.<br />

156 157


El buen sujeto de la mala conciencia<br />

Qué cosa: un loco se está mordiendo una oreja en <strong>el</strong> espejo. A<br />

dent<strong>el</strong>ladas limpias se devora las cuatro letras de su nombre.<br />

Se muerde una mejilla, la nariz, que termina en <strong>puente</strong> de cotorra<br />

por donde pasan los disturbios de su mundo interior.<br />

Aletea ilusionado: loco suma gorgojos. Aletea sangrando a profusión<br />

en una mezcla de mucosidad y fétido humor, riendo con lágrimas<br />

larvas que evolucionan mariposas.<br />

Ríe a la muchedumbre de curiosos afectada de solemnidad Kodak,<br />

obsedida por la barbarie.<br />

En la mano izquierda <strong>el</strong> corazón (aún latiendo), en su ordinario<br />

pap<strong>el</strong> de mal romanticismo, le dice cosas y se asusta al callar<br />

otras.<br />

El loco de la 169 street engulle con grandes mordiscos sus tripas Su<br />

miembro viril succiona, desesperado, hasta hacerlo esculpir largas<br />

blasfemias, provocando oleadas de vómitos y náuseas, oleadas<br />

de aceite.<br />

Ya doblado sobre sus rodillas: mapa de arterias, hígado y riñones, lo<br />

conducen a completar su antropofagia convencido de finalizar<br />

(muerto de risa), con los siete días de la creación, ¿existe?, ¿no<br />

existe?<br />

Abandonado a suerte y verdad, en plena calle, présago de su historia,<br />

lo espera <strong>el</strong> cuerpo errante de la noche.<br />

Son d<strong>el</strong> vacilador<br />

Ojerosa, la calle, en <strong>el</strong> crudo meridiano al sur d<strong>el</strong> Bronx, le salen<br />

como ganglios y cerosas membranas.<br />

Los carniceros, en la esquina, meditan en un cuchillo <strong>el</strong> reporte<br />

meteorológico de que habrá nieve. Los bodegueros, rumiando<br />

entre las uñas la ganancia, c<strong>el</strong>ebran <strong>el</strong> paso arrocero de la<br />

nieve.<br />

Y los mecánicos, carteros y zapateros, programados en lustrosa lujuria,<br />

dejan escapar sus ojos entre apretados glúteos en la nieve.<br />

Buhoneros y comeojos y chulos y trafalmejas, imponen contra r<strong>el</strong>oj<br />

su lotería, en un minuto impuro de nieve.<br />

Los santeros de la lechuza con su mágico herbario, protegen las<br />

almas desahuciadas que orillan la nieve.<br />

Tecatos, rufianes, gariteros, dispútanse un cliente que vacila en la<br />

noche caen seis pulgadas de nieve.<br />

Los bomberos y policías: custodios twenty four hours d<strong>el</strong> inmaculado<br />

tesoro de jardines y veneros, desandan –perseguidores– las hu<strong>el</strong>las<br />

d<strong>el</strong> d<strong>el</strong>irio esparcidas en la nieve.<br />

Los camareros, ¡ah, los camareros!, con mejillas de nalgas infantiles,<br />

sonríen por acción dentrífica semejante a la nieve.<br />

Las estilistas de b<strong>el</strong>leza, como voluptuosas odaliscas, como gatas, ira<br />

ponen en las pestañas que mueven intermitentes en la nieve.<br />

158 159


Los pastores adventistas (¡santísimo!), oriundos d<strong>el</strong> mismo dogma por<br />

<strong>el</strong> que negué la fe, la conmiseración reparten cubiertos por la nieve.<br />

Los automovilistas y ciclistas (no podrían faltar), c<strong>el</strong>osos de la blancura<br />

d<strong>el</strong> tiempo, ac<strong>el</strong>eran <strong>el</strong> vértice (da igual, extreman <strong>el</strong> vértice),<br />

que hace la muerte más nieve.<br />

Salseros y magos (ojerosa está la calle al sur d<strong>el</strong> Bronx), madrugadores<br />

d<strong>el</strong> olvido, a la pista salen fortalecidos en <strong>el</strong> espíritu de la<br />

nieve.<br />

(D<strong>el</strong> libro New York City en tránsito de pie quemado, 1990).<br />

Urbano corazón<br />

—¿Te acuerdas, viejo, d<strong>el</strong> pipicito cívico?<br />

(De un diálogo familiar)<br />

La tarde, en las esquinas, se olvida de pre<strong>para</strong>r la noche.<br />

La tarde rítmica (lo que es más lamentable),<br />

se olvida de proponer a la noche planicies o r<strong>el</strong>ieves,<br />

y en la glorieta d<strong>el</strong> parque Independencia<br />

nos quedamos, inf<strong>el</strong>ices restauradores de la tarde.<br />

(Déjame decirlo más claro:<br />

inf<strong>el</strong>ices restauradores cívicos de la República).<br />

Teoría simple. En <strong>el</strong> mar de la dialéctica: teoría<br />

compuesta.<br />

A flor de labios la diatriba, clavada en un epíteto,<br />

la imagen de quien colgó la sombra de un silencio.<br />

Altos cambronales y <strong>el</strong> campeche:<br />

no sirve <strong>para</strong> <strong>el</strong> carbón d<strong>el</strong> campesino.<br />

Por <strong>el</strong> litoral norte la ringlera de tiendas de campaña.<br />

El polvo-culebra, venenoso, en <strong>el</strong> rumor verde olivo.<br />

En <strong>el</strong> litoral sur:<br />

<strong>el</strong> mar en su erotismo despliega las v<strong>el</strong>as<br />

d<strong>el</strong> deseo en la escollera: litoral de luces de bohemia.<br />

¿Cómo no cortar la rosa de los nombres?, ¿cómo cerrarme<br />

al sueño, viejo carcamal de tantas noches<br />

derramadas en un vaso?<br />

—Conozco la historia de los moradores de esta villa.<br />

160 161


La gorra tipo Charles de Gaulle, sobre la mirada analítica,<br />

nos preserva de una eventual claudicación,<br />

nosotros los pequeños burgueses.<br />

Avanza <strong>el</strong> golpe de Estado en los pies d<strong>el</strong> canillita<br />

que vocifera: “a Dios gracias”.<br />

(Carros de asalto, muchedumbre, proclamas de reafirmación<br />

cristiana). Avanza la noche<br />

como un solo cart<strong>el</strong> de Ramírez Conde o Silvano Lora:<br />

aborto de ojos cortados <strong>para</strong> un.vernissage surrealista.<br />

La poesía se hace en las calles (mañana, frente al baluarte<br />

de El Conde...) la <strong>palabra</strong> de los restauradores:<br />

teoría simple; desencadenado <strong>el</strong> verbo, desencarnado:<br />

teoría con puertas. ¿Quién entra?, ¿sales?<br />

La poesía cívica, como <strong>el</strong> amor de Pigmalión y Galantea,<br />

se encuentra en <strong>el</strong> mercado de las pulgas.<br />

M<strong>el</strong>odía en lo mío<br />

El día se origina en un plato de arroz con lentejas<br />

y costillitas de chivo.<br />

Para mis compañeros de oficio (obsedidos por <strong>el</strong> colesterol<br />

y la vitalidad sexual), <strong>el</strong> día<br />

no termina de crecer, a pesar de su hinchazón al voleo,<br />

proveniente de las masas de gas, sin riendas de las nubes.<br />

Es miércoles cimarrón dotado de un especial encanto,<br />

gasolina y merengue,<br />

frente a la carretera que nos conduce al ci<strong>el</strong>o de Sosúa,<br />

y al infierno (no menos c<strong>el</strong>este),<br />

de la finca d<strong>el</strong> comodoro Williams.<br />

Agua y cocoteros en azul turquesa recortados por la brisa<br />

que aleja las montañas.<br />

(Isab<strong>el</strong> de Torres, como un ojo d<strong>el</strong> tiempo,<br />

en protección de los bañistas, ilustra <strong>el</strong> viaje que ya gana<br />

las tierras de Río San Juan).<br />

Agua y cocoteros a lo largo d<strong>el</strong> ojo enardecido.<br />

Casas meditabundas que son nudos en la carretera desatada,<br />

y en sus frentes, unos hombres huraños,<br />

negociando mas allá de las petacas d carbón, la ingravidez<br />

de su d<strong>el</strong>irio.<br />

Sin caminar nos desplazamos: <strong>el</strong> humo d<strong>el</strong> veguero,<br />

los percherones; <strong>el</strong> humo pecho d<strong>el</strong> veguero cabeceando<br />

en su arcádica lentitud,<br />

<strong>el</strong> día estalla en su planicie nemorosa.<br />

162 163


Las horas se iban almacenando con <strong>el</strong> mismo tic nervioso<br />

como si fueran a <strong>para</strong>r a un frasco<br />

(Un retrato se forma <strong>el</strong> paisaje de una verde<br />

ilusión, la luz como <strong>el</strong> sonido venidero).<br />

El pasado ahora suma unos minutos cuya conquista<br />

pertenece al futuro, sombra y transcurre.<br />

En esta hora se dan cita un gajo de sol, <strong>el</strong> temblor<br />

d<strong>el</strong> colibrí, y la fanfarria de la guayaba y <strong>el</strong> níspero.<br />

Mi cuerpo se tiende en la sensualidad de lo efímero,<br />

y se deja preñar por todo aqu<strong>el</strong>lo que a la cita<br />

dice presente.<br />

Galope sordo, infecundo, por la gradería oriental, galope<br />

ciego. Yunta de bueyes,<br />

narigones, arrastrando un sol cardenalicio<br />

por los atajos que abrevan en Charco Largo, mitigan<br />

colores los arrayanes en primer plano:<br />

desdibuja <strong>el</strong> labrador su fe de hondo ci<strong>el</strong>o.<br />

Este debe ser uno de los rostros de la f<strong>el</strong>icidad, otro,<br />

debe llamarse Bárbara:<br />

la mujer que me confirma en su llave.<br />

Dentro de unos instantes habrá de crearse <strong>el</strong> fuego;<br />

y con él la cocción y bendición de los alimentos,<br />

acercará nuestras voces<br />

en un solo corazón, lavado por <strong>el</strong> verdor de marzo.<br />

La casa ha recobrado su sentido y por <strong>el</strong> sueño,<br />

los cuerpos se anudan por <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, se anulan,<br />

en la mordaza de fugas y regresos.<br />

Café sublime verde y negro<br />

A Migu<strong>el</strong> Alfonseca, René d<strong>el</strong> Risco.<br />

A Efraín Castillo.<br />

Pero una cosa es con violín y la otra es con guitarra.<br />

El ladrillo: rojo picor los ladrillos, sirven de marco<br />

al tumbe de rápidos carteristas.<br />

Súbita emoción, y en las niñas: hubo pánico de vivir<br />

<strong>el</strong> goce de la mano en <strong>el</strong> trasero.<br />

Luego las pobladas y los altibajos monetarios<br />

y de la economía,<br />

añaden un nuevo ingrediente en los mentideros de líderes<br />

y patriotas.<br />

El polvo en las orejas, correrías, en la política<br />

de El Conde, y las manos que regresan d<strong>el</strong> Rialto<br />

por <strong>el</strong> sexo, abriéndome en todo <strong>el</strong> ojo,<br />

a los espasmos de una ética piadosa.<br />

De un lado a otro (difícil resulta determinar su procedencia),<br />

<strong>el</strong> Volkswagen negro, al pasar,<br />

se lleva mi pensamiento de las cuatro<br />

menos cuarto, a sabiendas<br />

(Manolo Tavárez, Severo Cabral, Rodríguez Echavarría,<br />

Juan Bosch), de ser otros los símbolos<br />

que difunde la radio, en su galería de afamadas estr<strong>el</strong>las<br />

de la canción.<br />

Aún exhibía mis pantaloncitos cortos y coleccionaba<br />

cangrejos<br />

164 165


que d<strong>el</strong> Ozama subían (suben), a mi infancia<br />

de trompos y chichiguas.<br />

Lo de las domésticas fue posterior. También <strong>el</strong> berenjenal<br />

de la guerra y la poesía.<br />

Tremendo jaleo <strong>el</strong> que se armó<br />

durante esos días con sus noches (las más ricas),<br />

desenrollando <strong>el</strong> ojo por la cuesta de la calle Hostos<br />

a la Luperón, hasta <strong>el</strong> remate de una bandeja<br />

de frituras.<br />

Engorde, caríjole, engorde, en emulación d<strong>el</strong> vecino,<br />

y que a ninguno de ustedes mal le cuadre.<br />

Carrus<strong>el</strong> de los gordos f<strong>el</strong>ices y dichosos<br />

Apiñados en <strong>el</strong> rencor de un tufo camicero, tragan<br />

en seco, los insaciables golosos.<br />

Redondos (no es una metáfora), pero redondos hasta <strong>el</strong> fin<br />

de la cuesta,<br />

dan lengua los gordos mordiendo en <strong>el</strong> vacío,<br />

<strong>el</strong> pato asado que impone su vu<strong>el</strong>o<br />

y <strong>el</strong> cuá cuá nos recuerda...<br />

Se lamen los dedos y en <strong>el</strong> ombligo escarban, con mucha<br />

nostalgia y poco sentido común;<br />

su infancia inalterable (coma),<br />

con mucho sentido d<strong>el</strong> gusto reducido al paladar<br />

impostergable.<br />

Me place verlos merodear la vitrina pomposa<br />

de un rojo pequinés.<br />

Rodar naranjas, bot<strong>el</strong>lones. Rimar la circularidad<br />

con lo absoluto.<br />

Tengo <strong>el</strong> firme convencimiento de que Botero los echó<br />

a andar, con la visible complicidad<br />

de Teté Mar<strong>el</strong>la,<br />

y en súbita venganza contra la pequeña humanidad<br />

que me habita: los gordos bacanales, levantan<br />

sus ojos de un momento.<br />

Gruñen y se comen las uñas y se rascan <strong>el</strong> culo<br />

muertos de risa. Y un dedo les sale por un hoyo de la nariz,<br />

166 167


diciendo sí, diciendo no.<br />

Y como si pertenecieran a un combo, visten de blanco<br />

y negro marchando uno tras de otro.<br />

Sé que esto no suena muy creíble, ¿cierto?<br />

Ni yo estoy aquí <strong>para</strong> cantar verdades.<br />

Además, no se imaginan ustedes lo mucho que gocé la función<br />

caravana, hinchado hasta <strong>el</strong> d<strong>el</strong>irio,<br />

con más miedo que vergüenza, pobrecito de mí.<br />

(Apiñados los gordos, cuente los paseantes, aire le falta<br />

a la respiración d<strong>el</strong> día).<br />

(D<strong>el</strong> libro Si Dios quiere y otros versos por encargo, 1991).<br />

Oración<br />

El mercado es <strong>el</strong> mercado y en él compro.<br />

El mercado es <strong>el</strong> mercado y en él copulo.<br />

El mercado es <strong>el</strong> mercado y en él vendo tu alma al diablo.<br />

En <strong>el</strong> mercado soy la espuma en <strong>el</strong> vaso de cerveza.<br />

En <strong>el</strong> mercado soy la máscara que ausculta los mundos interiores.<br />

En <strong>el</strong> mercado soy la bot<strong>el</strong>la en la marea de tus pulsaciones,<br />

haciendo girar basílicas y ob<strong>el</strong>iscos d<strong>el</strong> siglo XXI.<br />

En <strong>el</strong> mercado no hay más mercado, se vende la vida.<br />

En <strong>el</strong> mercado me abro al viento Sur como al d<strong>el</strong> Norte.<br />

En <strong>el</strong> mercado grito y blasfemo y esas pulcras <strong>palabra</strong>s,<br />

recrean la opí<strong>para</strong> mesa de la última cena.<br />

168 169


Cuerpo culebro<br />

Todo su cuerpo es una ambulancia llorando en emergencia,<br />

<strong>el</strong> negro bouquet<br />

de su emperramiento abrasivo, echado a correr sobre los<br />

tres minutos<br />

d<strong>el</strong> rojo que alfombra la escalera.<br />

(El rojo león que alberga un no declarado nerviosismo).<br />

El cuerpo entero, hasta <strong>el</strong> d<strong>el</strong>irio borrado, quedó sílaba temblando<br />

en <strong>el</strong> aire,<br />

que lo eterniza, manchado por sus contracciones de animal<br />

sentimiento (la gata o la culebra),<br />

volcado en la misantropía de un lunes. Un lunes cualquiera<br />

con su torva muchedumbre de gentiles y gentilicios.<br />

Más nada logró aplacar esa vidriosa pasión contra la razón<br />

estr<strong>el</strong>lada;<br />

esa querencia de arácnido evolucionando en alacranes y en<br />

tijeretas de alacranes.<br />

El corazón no le dictó cosa buena: «Otro día habrás de nacer,<br />

bañada por la sangre que pueda en la tierra repetirte»,<br />

escuchó decir a la voz de los astros, en la emisión dominical<br />

de la Radio H.I.Zeta.<br />

Lo demás, es materia de testamento convertida en noticia,<br />

gracias al generoso patrocinio de la Compañía de<br />

Seguros<br />

San Rafa<strong>el</strong>, igualmente en noticia convertido.<br />

En vida se llamó Conchita Navarro. La vi crecer en mi sangre<br />

y en la lengua, tenía ya <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o<br />

en contum<strong>el</strong>ia de la <strong>palabra</strong> invertebrada.<br />

(D<strong>el</strong> libro S<strong>el</strong>f service poems (Ahora disponible en su versión cast<strong>el</strong>lana), 2000).<br />

170 171


(Ferryboat de una noche invertebrada<br />

Hacia <strong>el</strong> final de tus latidos,<br />

<strong>el</strong> ferryboat corta la rosa de los vientos,<br />

entre otras amputaciones y cicatrices<br />

frente a la noche de un solo temblor.<br />

En <strong>el</strong> ojo izquierdo:<br />

pulso de águila,<br />

guardo pequeñas travesías<br />

que en tu cuerpo se pierden,<br />

y hace olvido,<br />

porque nuevos naufragios<br />

<strong>el</strong> ojo derecho inicia y te bendice<br />

señora,<br />

por altas planicies<br />

menos mía,<br />

que <strong>el</strong> vaivén sobrecogido<br />

en tu pi<strong>el</strong> que d<strong>el</strong>ira y adormece<br />

los sentidos.<br />

Aprendiz de brujo,<br />

te observo y me extravío<br />

por tu fosforescente desnudez;<br />

más lírica cuanto más te abandonas;<br />

sorprendida,<br />

y en la lengua te anudas<br />

con un prontuario inútil<br />

de sílabas líquidas,<br />

entrecortadas,<br />

como si en <strong>el</strong>las se borraran<br />

tus párpados de amarilla enfermedad,<br />

y <strong>el</strong> mar y su infinito sombrío<br />

que alimentaran<br />

su inequívoco paisaje.<br />

Animal hecho de la materia prima<br />

de la muerte.<br />

Sobre tu cuerpo la noche<br />

avanza mi <strong>palabra</strong> en <strong>el</strong> tiempo,<br />

<strong>el</strong> ferry muge anclado bajo <strong>el</strong> bostezo<br />

de los astros:<br />

<strong>el</strong> agua parlanchina<br />

que intercambia <strong>el</strong> cifrado mensaje<br />

de tu <strong>el</strong>ocuencia danzaria.<br />

Mujer,<br />

manantial de niebla, trampa<br />

d<strong>el</strong> <strong>para</strong>íso.<br />

Gime tu pi<strong>el</strong> en su castillo<br />

<strong>el</strong> día,<br />

se levanta intranquilo<br />

ante tus ojos narcóticos<br />

de contracción sedienta, irredimible.<br />

En <strong>el</strong>los cabe la urdimbre<br />

de la incontinencia y d<strong>el</strong> desasosiego,<br />

<strong>el</strong> tránsito d<strong>el</strong> amor en la ciudad<br />

donde sangra,<br />

<strong>el</strong> sol de tu quimera.<br />

172 173


Ausencia de Guarina Rodríguez<br />

Llueve con tristeza sobre las cuatro de la tarde.<br />

Llueve sobre <strong>el</strong> hueco que debió<br />

ilustrar tu cuerpo de palisandro, inaprehensible,<br />

donde terminaran mis manos a horcajadas.<br />

Llueve rápido, ruidoso, con sentimiento de ruinas.<br />

Llueve aquí en mi corazón trapecista,<br />

porque tu credo se mueve al son de otra basílica,<br />

de otras empobrecidas mareas.<br />

Llueve cal, salitre o arena ante tu indefensión<br />

de ultramar, <strong>el</strong> ferryboat guarda en tus ojos<br />

un arcoiris taciturno, de g<strong>el</strong>atina, bueno y válido<br />

<strong>para</strong> <strong>el</strong> próximo escalofrío, Dios no me deja mentir.<br />

Llueve y duermes con mucho fe<strong>el</strong>ing, de ahí ahí,<br />

entre los pliegues de tus sábanas acalambradas<br />

(Las sábanas que guardan las miserias<br />

babosas d<strong>el</strong> último inquilino).<br />

Llueve muy hondo, con frecuencia modulada,<br />

una minuta d<strong>el</strong> verano en tus muslos, en tus caderas.<br />

Llueve un sarampión de agujas ebrias,<br />

imantadas, <strong>para</strong>l<strong>el</strong>o a tu sueño deshecho<br />

en cama de tormenta. llueve de abajo<br />

hacia arriba hasta cubrir tu nombre,<br />

hasta borrarlo. Llueve a cantaros entre los hilos<br />

d<strong>el</strong> contestador t<strong>el</strong>efónicos, digo <strong>el</strong> silencio<br />

la censura, la t<strong>el</strong>araña. Llueve con mala fe,<br />

con mala leche. Llueve a intervalos nones<br />

sobre una cadena de ceros tautológicos<br />

en <strong>el</strong> mar de tu angustia sin fin. Llueve a tono<br />

con tu miedo de lagartija de ojos saltones,<br />

saltarines, sal si puedes. Llueve lujuria, d<strong>el</strong>irio,<br />

frenesí: esto da sexo por todas partes, al fondo<br />

abultado de unos imperturbables blue jeans.<br />

Llueve en primera persona, en voz baja,<br />

sin límites ni comentarios marginales. Visto<br />

y comprobado <strong>el</strong> caso, llueve contra tus senos<br />

meditabundos, huraños y convincentes,<br />

que huyen bajo una blusa de pecados mortales.<br />

Llueve ausencia contra <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj<br />

de arterias imperfectas.<br />

Llueve con prosapia de Caribe aborigen.<br />

174 175


Clandestinos<br />

Los amantes de mi tiempo,<br />

los de la última tanda,<br />

su amor entrado en carne derramaron<br />

por <strong>el</strong> otoño dormido, en <strong>el</strong> otoño<br />

recobrado.<br />

En <strong>el</strong> trópico íntimo de una playa<br />

nocturna, o en la ilusión de metrópolis<br />

d<strong>el</strong> malecón al filo de la madrugada,<br />

los amantes regresan<br />

uno, dos, tres, recogidos sus pasos<br />

en la muerte.<br />

Las amantes se abrazan; f<strong>el</strong>ices<br />

se despiertan.<br />

En <strong>el</strong> huracán neumático<br />

de una cita automovilística,<br />

o en <strong>el</strong> jacuzzi amable de aguas<br />

efervescentes aún más amables,<br />

los amantes desatan sus caretas.<br />

En <strong>el</strong> happy hour d<strong>el</strong> Jaragua<br />

su luna, o en <strong>el</strong> perfume<br />

acuart<strong>el</strong>ado de un suspiro,<br />

los amantes pierden la cabeza<br />

en <strong>el</strong> ping pong de las cavilaciones.<br />

En <strong>el</strong> cinema invierno de las 9:15<br />

allá un film de Visconti,<br />

o en <strong>el</strong> revival glorioso de una cafetería<br />

de El Conde, los amantes, de alucinante<br />

ideología, visten de rojo, en <strong>el</strong> palco<br />

igualmente rojo d<strong>el</strong> Estadio<br />

Quisqueya, cero a cero la vida.<br />

En <strong>el</strong> tiempo petrificado<br />

de la Ciudad Colonial, o en las ruinas<br />

memorables de la misma ciudad,<br />

los amantes tienen sed de ci<strong>el</strong>o.<br />

Así en las convocatorias rock<br />

de la Fortaleza Ozama;<br />

dígase igual: en los jazz session<br />

de la Fortaleza Ozama,<br />

o en las comparsas bullangueras<br />

d<strong>el</strong> carnaval los diablos y la muerte,<br />

los amantes se juegan en un beso<br />

la lengua de lapidar y bendecir.<br />

Guarida hicieron en la calle<br />

los amantes de mi tiempo.<br />

Nosotros, los sobrevivientes,<br />

los de la hora d<strong>el</strong> perro,<br />

amor hicimos mordiéndonos la cola,<br />

dejando caer sobre <strong>el</strong> mar<br />

de lo imposible,<br />

las babitas d<strong>el</strong> deseo<br />

(D<strong>el</strong> libro Ferryboat de una noche invertebrada, 2006).<br />

176 177


Pez on line<br />

Te miro (niebla en la recámara como en la noche azogue),<br />

desde la p<strong>el</strong>vis semejante a un paisaje lunar,<br />

cuarto menguante;<br />

te miro ida y venida en la blancura inhóspita; blanco sobre<br />

blanco al ojo le viene insoportable.<br />

Duermes o finges dormir arrinconada en <strong>el</strong> decúbito<br />

de tu almanaque mensual,<br />

loca por teñir de carmín ese páramo<br />

de luna ebria (la novia tísica de los postumistas), con sus fallas<br />

y estrías las sábanas que lavanda te acogen.<br />

Has llegado con ese horrible uniforme de policía fulero:<br />

<strong>el</strong> subrayado es mío;<br />

con tantos kilómetros amarrados a ese peregrinaje<br />

de horizonte barroco y ci<strong>el</strong>o abierto,<br />

que puntualmente almacenas en tus zapatos.<br />

Estás ahí cual la hiedra (es un bolero); como una piedra,<br />

una gema, acurrucada en la cama triste y vacía,<br />

tu cuerpo;<br />

lo vi antes caer por <strong>el</strong> muslo impecable que termina<br />

en cinco dedos petardos de lascivia estridencia.<br />

Lo había escuchado hace tiempo. En esos pies pequeños<br />

que hacen frágiles hu<strong>el</strong>las,<br />

se anuncia <strong>el</strong> muérdago insomne<br />

de una enrojecida querencia.<br />

Allí tiene la pasión en la boca d<strong>el</strong> estómago, una culebrilla<br />

nerviosa que nos abre todos sus abismos,<br />

<strong>para</strong> permitir<br />

pasos de gato a horas negras y amarillas.<br />

Pero ya ven ustedes cómo me pierdo en mullidas disquisiciones,<br />

sin ton ni son, corazón;<br />

te miro a soga corta, como de costumbre,<br />

y la respiración se me hace una tolvanera de oscuras v<strong>el</strong>losidades,<br />

de picante olor a s<strong>el</strong>va profunda, reptando<br />

por ese trópico ámbar donde la espalda pierde <strong>el</strong> nombre.<br />

Te miro largo y tendido y es tu dormir esponjoso,<br />

a todo pulmón, inalcanzable.<br />

Un dormir apretujado,<br />

como de abeja, creciendo de manera minuciosa, con malicia,<br />

como de piedra:<br />

tus pechos llenos de ci<strong>el</strong>o<br />

que a otro su<strong>el</strong>o de lengua, dientes y labios llenos conducen,<br />

tus pezones en línea suben y bajan las estr<strong>el</strong>las.<br />

Te miro sin ojos, al rojo vivo, en la cima de una urticante<br />

pimienta (otra sentencia):<br />

crea su cu<strong>el</strong>lo de bot<strong>el</strong>la<br />

inaugurando en la garganta incurable, las ruinas de un deseo<br />

habilitado <strong>para</strong> encampanar la voz a lo más hondo.<br />

178 179


Ex libris<br />

<strong>Una</strong> vida llevo echando páginas <strong>para</strong> la izquierda.<br />

Versos altruistas, misericordiosos, con mucho sentido<br />

patrio en agrio naranja;<br />

páginas que atravesaron<br />

los mares y las altas montañas,<br />

<strong>para</strong> concentrar<br />

–<strong>palabra</strong> en <strong>el</strong> tiempo–, <strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o animista<br />

de la experiencia cósmica.<br />

Mucho he leído lo que guardo<br />

de Grecia en la memoria, lleva Roma sapiencia<br />

en sus corc<strong>el</strong>es.<br />

Elocuencia de la espada<br />

y las letras sus hazañas consagran;<br />

sombra de gemido en la sangre.<br />

Hacia la izquierda levanta <strong>el</strong> corazón<br />

su cargo de conciencia.<br />

Pesados bloques de letras<br />

de la s<strong>el</strong>vática prosa, avanzan su doctrinaria red,<br />

su entramado de luces, en campo fértil de la gris materia<br />

sabias ideas.<br />

Acrobacias d<strong>el</strong> signo, grafismo,<br />

pirotecnias verbales, se agolpan a la izquierda se alarga<br />

la página en su mutabilidad cercada,<br />

escolios exornan<br />

al texto pensar la mortificada escritura.<br />

Hoy, como ayer, cuarenta años después, 1967,<br />

la poesía,<br />

entre mis libros, memoria guarda d<strong>el</strong> fuego.<br />

El tiempo es ese fuego por <strong>el</strong> que habla la poesía.<br />

(Homenaje: A Borges x Machado.<br />

De La Antorcha, a Rafa<strong>el</strong>, Mateo, Soledad y Enrique).<br />

180 181<br />

(Inédito).


Mateo Morrison<br />

182 183


Nació en Santo Domingo <strong>el</strong> 14 de abril de 1947. Poeta y activista<br />

cultural. Estudió Letras en la Facultad de Humanidades<br />

de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y Administración<br />

Cultural en <strong>el</strong> Centro Latinoamericano y d<strong>el</strong> Caribe<br />

<strong>para</strong> <strong>el</strong> Desarrollo Cultural (CLACDEC), en Venezu<strong>el</strong>a. Dirigió<br />

<strong>el</strong> suplemento literario Aquí d<strong>el</strong> periódico La Noticia, durante<br />

dos décadas y <strong>el</strong> Departamento de Difusión Artística y<br />

Extensión Cultural de la Universidad Autónoma de Santo<br />

Domingo, desde donde organizó numerosos encuentros culturales<br />

y fundó varios talleres literarios en diferentes lugares d<strong>el</strong><br />

país. También laboró como director de Formación y Cooperación<br />

Técnica d<strong>el</strong> Consejo Presidencial de Cultura. Es miembro<br />

de la junta directiva de la Unión de Escritores Dominicanos<br />

y de la Asociación de Escritores de Venezu<strong>el</strong>a. Desde hace<br />

cuarenta años se dedica a diversos géneros literarios, siendo<br />

los más cultivados la poesía y <strong>el</strong> ensayo. Actualmente la nov<strong>el</strong>a<br />

es su principal acción creativa. Morrison ha realizado una<br />

amplia labor de carácter sociocultural en defensa de los derechos<br />

d<strong>el</strong> pueblo dominicano, tanto en <strong>el</strong> ámbito político como<br />

cultural, recorriendo todo <strong>el</strong> territorio nacional y diversos países<br />

d<strong>el</strong> mundo, poniendo en primer lugar la soberanía, la libertad<br />

y la democracia. Su obra literaria ha sido traducida al inglés,<br />

francés, chino, coreano, hebreo y rumano. Tiene treinta y<br />

tres publicaciones, entre las cuales se encuentran: Aniversario<br />

de dolor; Pablo Neruda y su presencia en Santo Domingo; Visiones d<strong>el</strong><br />

transeúnte; De carab<strong>el</strong>as, Descubrimiento y encuentro de culturas; Si la<br />

casa se llena de sombras; Poemas d<strong>el</strong> amoroso ente; Hacia una radiografía<br />

de la cultura dominicana contemporánea; A propósito de imágenes;<br />

Nocturnidad d<strong>el</strong> viento; Voz que se desplaza; Dorothy Dandridge:<br />

30 años de poesía y otros escritos; Soliloquio desnudo; Política cultural<br />

en la República Dominicana; Difícil equilibrio y Un silencio que camina.<br />

En la actualidad está trabaja en una trilogía de nov<strong>el</strong>as.<br />

BIBLIOGRAFÍA ACTIVA<br />

Bibliografía<br />

Poesía: Aniversario d<strong>el</strong> dolor. Santo Domingo: Editora Universidad<br />

Autónoma de Santo Domingo, 1973. Visiones d<strong>el</strong> transeúnte. Santo<br />

Domingo: Editora Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1983;<br />

Si la casa se llena de sombras. Santo Domingo: Editora Universidad<br />

Autónoma de Santo Domingo, 1986. A propósito de imágenes. Editora<br />

Taller, 1991. Nocturnidad d<strong>el</strong> viento/Voz que se desplaza. Santo Domingo:<br />

Editora Búho, 1996. 30 años de poesía y otros escritos. Santo<br />

Domingo: Editora Universidad Autónoma de Santo, 1999.<br />

BIBLIOGRAFÍA PASIVA<br />

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Balaguer, Joaquín. “Mateo Morrison” en Historia de la literatura<br />

dominicana. 7ma. ed. Santo Domingo: Editora Corripio, 1988: 319.<br />

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de noviembre; 5, 12 de diciembre, 1998. | Collado, Migu<strong>el</strong>. “Mateo<br />

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1986: 5. | Lantigua, José Rafa<strong>el</strong>. “Entre dos textos: tras <strong>el</strong> compromiso,<br />

una poesía de amor después de la utopía. Ultima Hora [Biblioteca]<br />

2 de noviembre, 1991: 10. | Lantigua, José Rafa<strong>el</strong>. “Para leer<br />

a Mateo Morrison”. Última Hora [Biblioteca] 15 de septiembre, 1996.<br />

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| Mármol, José, “Mateo Morrison: poeta moderno”, en Ética d<strong>el</strong><br />

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1997. | Martínez, Carlos T. “Mateo Morrison”, en Grandes<br />

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1973. | Ramos, Em<strong>el</strong>da. “Visualizaciones en otra dimensión de la<br />

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| Tejeda Ortiz, Dagoberto. “Todos aspiramos a la ternura”. Última<br />

Hora [Biblioteca] 8 de diciembre, 1996: 33. | V<strong>el</strong>oz Maggiolo, Marcio.<br />

“Mateo Morrison: de la post-guerra al amor”. La Noticia [Aquí] 29<br />

de septiembre, 1991: 2.<br />

186 187


Viaje estético: d<strong>el</strong> gesto social a la imagen lúdica<br />

César Augusto Zapata<br />

Era la década de los sesenta, con <strong>el</strong> Canto General y los textos de<br />

la Antipoesía se labraba una escritura que muchas veces quedó<br />

entrampada en <strong>el</strong> panfleto y las urgencias sociales propias de una<br />

época convulsa de la historia nacional. En contacto con los trabajos<br />

teóricos que anunciaban una “estética marxista”, según la cual<br />

toda obra de arte debí cumplir una función social, <strong>el</strong> arte al servicio<br />

de la revolución, surgieron los escritores de la poesía de postguerra.<br />

Las utopías parecían tangibles y las arengas las anunciaban cercanas.<br />

Allí se teje la historia de esta generación: en un topos social<br />

que no constituyó la ruptura formal con los movimientos literarios<br />

de los sesenta, sino la producción que este grupo había esbozado<br />

en la acción de los frentes de masas y los sindicatos. Así, postguerra<br />

fue <strong>el</strong> catalizador de las iniciativas setentistas.<br />

En ese contexto, <strong>el</strong> grupo La Antorcha convocó a los jóvenes<br />

que en <strong>el</strong> momento representaban una fisura importante en <strong>el</strong> discurso<br />

que les precedía. La Antorcha, aunque escribió versos de<br />

barricada, exploró, aún en medio de la propuesta marxista, otras<br />

visiones, sonidos y experiencias. Como antecesora de la Joven Poesía,<br />

La Antorcha fue una luz importante en medio de las utopías y<br />

luchas que marcaron los doce años de la semidictadura balaguerista.<br />

Las heterogeneidades se aproximaban solo por la realidad social<br />

que movía su sensibilidades, pero en <strong>el</strong> texto, era claro, los sujetos<br />

de la escritura se distanciaban. La intertextualidad que podría<br />

reclamarse hoy <strong>para</strong> <strong>el</strong> estudio generacional no estaba presente en<br />

los trabajos que <strong>para</strong> los sesenta habían publicado los miembros de<br />

188 189


estos nuevos grupos. Es por <strong>el</strong>lo que <strong>el</strong> concepto generacional que<br />

los cohesiona es <strong>el</strong> ortegiano en que se asumen las coordenadas<br />

epocales, la coetaneidad y una determinada sensibilidad social como<br />

variables definitorias. <strong>Una</strong> búsqueda de los vasos comunicantes, de<br />

estructuras discursivas isotópicas se tropezaría con las diferencias<br />

y la diversidad de estrategias en mayor grado.<br />

A pesar de su condición rizomática con r<strong>el</strong>ación a la postura de<br />

compromiso social de los escritores de los sesenta, las posguerras<br />

se distancian de éstos en la búsqueda signada por nuevas lecturas,<br />

de un lenguaje poético que supera al panfleto. Diacronía entre la<br />

obra poética y las exigencias de un discurso político, <strong>el</strong> mensaje no<br />

debía desplazar la b<strong>el</strong>leza estética. De este modo se inicia <strong>el</strong> proceso<br />

de abandono d<strong>el</strong> viejo debate sobre forma y contenido, herido de<br />

muerte ya por los formalistas rusos.<br />

En ese contexto emerge <strong>el</strong> poeta Mateo Morrison, imp<strong>el</strong>ido<br />

por una especie de realismo de la simultaneidad: las utopías sociales,<br />

los sueños, la paternidad, <strong>el</strong> amor, la solidaridad, los asombros,<br />

la mujer. “Fabrica” una poesía donde dialoga <strong>el</strong> compromiso<br />

con un filón romántico que se cu<strong>el</strong>a muchas veces a despecho d<strong>el</strong><br />

autor. Cuando la convicción ideológica lo llevaba de la mano hacia<br />

la necesidad de comunicar un mensaje, por otro lado, <strong>el</strong> corazón<br />

hacía su incursión en las zonas de la ternura. Aniversario d<strong>el</strong><br />

dolor podría ser un título con una posición especial en la galería de<br />

conmemoraciones d<strong>el</strong> romanticismo. El poema fusiona en Morrison<br />

como catalizador, como <strong>palabra</strong> que organiza un decir que no abandona<br />

la doble articulación entre <strong>el</strong> lenguaje que dice y <strong>el</strong> lenguaje<br />

que se dice.<br />

“…desde hace poco<br />

mis versos tienen un rastro de llanto recrecido<br />

un crujir de dientes, un odio almacenado”.<br />

El poema cuestiona la existencia de lo b<strong>el</strong>lo atemporal en medio<br />

de la dura realidad vivida en <strong>el</strong> ahora:<br />

“ojo vibrátil d<strong>el</strong> mañana<br />

ojo acuoso de sales<br />

dónde está <strong>el</strong> mar<br />

donde los peces bañándose<br />

en enormes olas impetuosas<br />

El poeta expresa su fe en <strong>el</strong> porvenir, pero dista mucho de la<br />

arenga y realismo socialistas:<br />

“La cabeza da vu<strong>el</strong>tas en una enorme mesa<br />

El índice de nuevo señala al horizonte<br />

Y <strong>el</strong> mar aparece de pronto<br />

Humedeciendo los ojos infinitos<br />

D<strong>el</strong> futuro<br />

A menudo reflexiva, la poesía de Mateo Morrison se apropia de<br />

los <strong>el</strong>ementos cotidianos, <strong>el</strong>evándolos a la categoría de voz poética.<br />

Aunque no tiene un texto que pueda considerarse su Ars poética, es<br />

posible rastrear en su obra algunas constantes discursivas que la<br />

articulan. Podemos referir la función de un significante cotidiano<br />

alcanzando un sentido nuevo de transparencia en <strong>el</strong> nombrar. La<br />

enumeración es un recurso pocas veces usado en la tradición<br />

escritural dominicana. En manos de Morrison, este recurso se <strong>el</strong>eva<br />

por encima de la simple referncialidad, <strong>para</strong> alcanzar la categoría<br />

de una imagen, de una figura de construcción que convierte a<br />

las cosas en una serie de objetos que amueblan los mundos posibles<br />

creados por <strong>el</strong> autor. Los muros, la hierba, las aceras se transfiguran<br />

en receptáculos de la muerte; en los árboles puede colgar<br />

la enfermedad y unos p<strong>el</strong>daños ascienden al pecho d<strong>el</strong> poeta poblándolo<br />

de palomas.<br />

La poesía aquí es reconstrucción, transfiguración y deseo que<br />

se yergue en <strong>el</strong> tránsito hacia <strong>el</strong> canto, donde la cuestión temática es<br />

un pretexto que permite <strong>el</strong> paso de la visión sensible d<strong>el</strong> poeta a la<br />

facticidad d<strong>el</strong> texto. “Tiempo de empezar a reconstruir <strong>el</strong> amor con los<br />

190 191


escombros”. El tiempo es topos, la <strong>palabra</strong> escombros que en las manos<br />

d<strong>el</strong> orfebre se torna b<strong>el</strong>leza o utensilio. Mateo Morrison resu<strong>el</strong>ve<br />

esta dicotomía por la vía de las analogías, con la cuales acomoda <strong>el</strong><br />

mensaje social con la diferencia específica, que Roman Jakobson atribuye<br />

a la función poética.<br />

Situarnos en <strong>el</strong> año de 1973, época de la aparición d<strong>el</strong> primer<br />

libro de poesía bajo la firma de Mateo Morrison, nos plantea <strong>el</strong><br />

asunto d<strong>el</strong> texto como unidad, lo que nos sitúa en una visión moderna<br />

quizá no reclamada por <strong>el</strong> poeta. Sin embargo, la poesía de<br />

Morrison evoluciona, cambia, se hace multívoca y fragmentaria.<br />

En su unidad, se acerca a dialogar con otras formas textuales, como<br />

es <strong>el</strong> caso de la pintura de Dionisio Blanco, lo que nos coloca ante<br />

una poesía social estallada, crítica, que busca y encuentra lo que de<br />

lúdico y onírico hay en la propia realidad, trasladada de la crítica<br />

social a la crítica de lenguaje lineal. Así en la práctica textual, no en<br />

<strong>el</strong> teorizar, la poesía de este autor nos hace asistir a una pretensión<br />

de unidad y estilo que estalla luego en unas posibilidades, en correspondencias<br />

y diálogos.<br />

“…difícil equilibrio<br />

de una mano que traza<br />

mientras <strong>el</strong> ojo mide<br />

difícil equilibrio de unos ojos<br />

y unas manos que se buscan”.<br />

Equilibrio d<strong>el</strong> ojo y la mano d<strong>el</strong> pintor. Equilibrio d<strong>el</strong> ojo d<strong>el</strong><br />

poeta ante la imagen plástica y la mano que traza unos versos, colocando<br />

a Morrison definitivamente en la contemporaneidad d<strong>el</strong> decir<br />

poético, explorando en <strong>el</strong> interregno de otros discursos, en este<br />

caso <strong>el</strong> de la plástica.<br />

Los rápidos cambios ocurridos en la “aldea global” atañen también<br />

a la escritura –dicho esto sin pretensiones sociológizantes–, no<br />

sólo en las tematizaciones, sino en la experiencia d<strong>el</strong> sujeto inmerso<br />

en una determinada realidad, en una materialidad que será magma<br />

y pretexto de su producción estética. Pero en la propia perspectiva<br />

estética se pondrá de manifiesto, a despecho d<strong>el</strong> otro. Las propuestas<br />

escriturales y críticas. La lucha de clases como divisa ideológica<br />

que marcó al sujeto de los setenta, ha dado paso a un proceso de<br />

individualización y soledad cuya metáfora tecnológica es la comunicación<br />

virtual. El poeta encuentra en la heteroglosia, en los lenguajes<br />

atravesados por la poesía, su respuesta, proponiendo su propio<br />

a<strong>para</strong>to teórico desde la productividad misma d<strong>el</strong> poema.<br />

Las <strong>palabra</strong>s están ahí<br />

sobre <strong>el</strong> rojo y <strong>el</strong> ocre<br />

y sobre <strong>el</strong> rojo y <strong>el</strong> verde otras <strong>palabra</strong>s<br />

nadie las pronuncia<br />

porque están ahí ya pronunciadas<br />

moviéndose en nuestros ojos<br />

como si fuera posible conversar<br />

con uno mismo y con los demás<br />

al mismo tiempo.<br />

Si asumimos esta visión bahktiniana, los signos ideológicos<br />

aparecen pues en toda poesía, así como <strong>el</strong> lenguaje poético atraviesa<br />

los lenguajes utilitarios y los lenguajes de otras formas d<strong>el</strong><br />

arte.. La literatura y la vida (D<strong>el</strong>euze) se tocan siempre en los<br />

corredores de la multivocidad, donde <strong>el</strong> poeta reclama suyas la<br />

originalidad y su verosimilitud. <strong>Una</strong> voz que se desplaza es una<br />

que se multiplica en voces dirigidas hacia la metáfora fundante de<br />

la poesía morrinsiana. <strong>Una</strong>s <strong>palabra</strong>s que comienzan a “Esculpirse<br />

en algún rostro”.<br />

La dicotomía entre “lenguaje poético” y “lenguaje ordinario”<br />

es disu<strong>el</strong>ta por las formas estalladas y la apertura de la escritura<br />

poética a las demás inscripciones y “géneros”. Aunque Mateo<br />

Morrison no se detiene a jugar la parodia y <strong>el</strong> verso, con la estructura<br />

narrativa y <strong>el</strong> ritmo, sí dejó su poesía aproximarse a los<br />

linderos de lo conversacional y salir airosa como lenguaje otro. El<br />

192 193


poema no se perdió en <strong>el</strong> mero decir, <strong>el</strong> poeta no se quedó entrampado<br />

en las urgencias.<br />

“Debajo de la superficie de la idea<br />

Está la forma…”<br />

La cuestión d<strong>el</strong> mito como sustancia d<strong>el</strong> poetizar –genialmente<br />

recuperado por Octavio Paz en aqu<strong>el</strong>la frase que afirma que la poesía<br />

es siempre mitos recuperados o mitos creados– convierte al poeta<br />

en una especie de mago o mistagogo cuyo material creador es <strong>el</strong><br />

lenguaje. En los diferentes momentos de la evolución poética de<br />

Morrison se evidencia la transfiguración de lo representacional a lo<br />

mítico; la madurez de su poesía que es un rev<strong>el</strong>ar, un dar a ver lo qué<br />

hay debajo de la superficie de la forma y de la idea: <strong>el</strong> signo puro al<br />

que aspira <strong>el</strong> poeta. Sabiendo con Paul de Man (1979) que la estructura<br />

<strong>para</strong>digmática d<strong>el</strong> lenguaje es retórica más que representacional,<br />

o expresiva, o referencial, <strong>el</strong> poeta mira con otro mirar las cosas cotidianas<br />

y las vu<strong>el</strong>ve cuerpo d<strong>el</strong> ritmo y <strong>el</strong> asombro.<br />

“… mi retina y mismazos<br />

iniciaron su circular manía<br />

hasta que descubrí<br />

los símbolos d<strong>el</strong> viento”<br />

Mateo Morrison ha logrado levantarse de un tiempo donde se<br />

intuye un compás necesario de reflexión y maduración. Pero, sobretodo,<br />

de renovación d<strong>el</strong> lenguaje, requisito que la poesía nos demanda.<br />

Ahora su estro se orienta a la experiencia de la cotidianidad,<br />

y rompe los linderos d<strong>el</strong> poema <strong>para</strong> explorar la narrativa. Allí a<br />

despecho d<strong>el</strong> escritor se filtra por los intersticios de la anécdota o <strong>el</strong><br />

r<strong>el</strong>ato la voz poética: los fogonazos líricos, las imágenes. Lo que<br />

digo se hace evidente en <strong>el</strong> propio título de su nov<strong>el</strong>a recientemente<br />

publicada: Un silencio que camina<br />

<strong>Una</strong> cuestión que se evidencia también en la escritura renovada<br />

d<strong>el</strong> poeta, es la ironía y <strong>el</strong> recurso de lo cotidiano reinventado, presentes<br />

ambos recursos en <strong>el</strong> poema “la cámara me observa”, de su<br />

más reciente texto. Atmósfera conversacional que imanta con recursos<br />

d<strong>el</strong> lenguaje poético, a las <strong>palabra</strong>s cotidianas. La imagen<br />

verbal: “la cámara ya sabe a lo que he venido”, con la que explora <strong>el</strong><br />

poeta posibilidades psicológicas, aparece por primera vez en la poesía<br />

de mateo, por lo que la asumimos como parte de los <strong>el</strong>ementos de<br />

ruptura con la poesía de urgencia de “Aniversario d<strong>el</strong> dolor” y como<br />

parte de la búsqueda de nuevas posibilidades.<br />

Así, recursos de imágenes yuxtapuestas que agregan<br />

multivocidades al texto son manejados con acierto: “Usted ya no<br />

podrá derramar la sonrisa en sus zapatos”. Este verso, al inicio d<strong>el</strong> poema<br />

“Inmadurez”, remite al lector a lecturas múltiples, potenciación<br />

de la plurisemia propia de la poesía. Tirar por <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o la alegría, desdeñar<br />

sentimientos son algunas de las imágenes que podrían derivar de<br />

este hallazgo. Sin dudas, un nuevo decir se ha gestado en la producción<br />

d<strong>el</strong> poeta Mateo Morrison, sin abandonar su poética de lo cotidiano,<br />

ha realizado <strong>el</strong> tránsito necesario a un discurso que se adecué<br />

con las nuevas corrientes, no desde <strong>el</strong> punto de vista de adhesión a<br />

escu<strong>el</strong>as, sino desde las significaciones que los tiempos ponen en<br />

manos d<strong>el</strong> poeta como herramienta <strong>para</strong> la creación de sueños: concreción<br />

en la letra de los mundos posibles.<br />

<strong>Una</strong> colección poética es una aventura doble: la escritura y la<br />

s<strong>el</strong>ección crítica. Pero siempre toda <strong>el</strong>ección entraña un acto subjetivo.<br />

Las preferencias y los olvidos son inapreciables materiales <strong>para</strong><br />

<strong>el</strong> estudio detenido de la estética d<strong>el</strong> escritor, evidenciada en su<br />

junte. Siempre queda <strong>el</strong> sabor de lo postergado, de aqu<strong>el</strong> poema que<br />

pudo ser imprescindible. Siempre una s<strong>el</strong>ección será “difícil equilibrio”,<br />

un acto de amor y permanencia en las letras de un poeta de<br />

los sueños y la tierra.<br />

194 195


No sólo hombres<br />

No sólo hombres caen<br />

sobre piedras,<br />

sobre hierbas,<br />

sobre aceras,<br />

También niñas portadoras de inocencia,<br />

han caído junto a libros salpicados.<br />

También niñas<br />

que no conocieron lo difícil<br />

de crecer <strong>para</strong>l<strong>el</strong>o a la tristeza,<br />

presentaron sus labios escolares a la pólvora.<br />

Y quién dice que sus cuerpos fragmentados<br />

no aumentaron <strong>el</strong> dolor en la ciudad.<br />

Y quién dice que con libros en <strong>el</strong> pecho,<br />

dejaran de pasar día a día creciendo en sus amores<br />

y quién niega que algún día<br />

cada piedra esté sobre otra piedra<br />

cada sosiego esté sobre cada hombre<br />

cada sonrisa esté sobre cada madre<br />

y cada niña esté sin pólvora en los labios.<br />

A Am<strong>el</strong>ia Ricart<br />

196 197


Colón<br />

Colón quiso estas cosas ciertamente.<br />

Su cara patriarcal nos lo demuestra.<br />

Colón fue como <strong>el</strong> viento, que quiere<br />

a veces amar tanto a los árboles<br />

que convierte su amor en huracanes.<br />

Duarte<br />

“Ahora sé que la Patria no es un libro”.<br />

LEOPOLDO AYALA.<br />

198 199<br />

a)<br />

Hubo un tiempo en que la Patria<br />

fue <strong>el</strong> corazón de Duarte y unos libros.<br />

Pero no pudo quedarse la patria en corazones.<br />

Y a trabucazos y amor la conseguimos.<br />

b)<br />

De nuevo la Patria se ha arrinconado<br />

en nuestros corazones<br />

y en libros que resultan clandestinos.<br />

c)<br />

Pero como la patria no es sólo libros<br />

amor y trabucazos<br />

NUEVA PATRIA.


Examen médico<br />

Examen d<strong>el</strong> bolsillo<br />

Examen cristalino de los vasos<br />

Examen d<strong>el</strong> lugar y sus anexos<br />

Después de unos minutos<br />

Examen de conciencia.<br />

Prostituta<br />

Semáforo<br />

Sólo la rojedad de la sangre<br />

que derramaron los valerosos obreros de Chicago<br />

me ha hecho soportar este rojo insolente<br />

que me detiene con una mueca atroz y despiadada.<br />

200 201


Si la casa se llena de sombras<br />

Si la casa se llena de sombras<br />

y declinan nuestros ojos<br />

si ollas caen a nuestros pasos<br />

inaugurando jornadas de silencio<br />

reinaugura tu luz salida d<strong>el</strong> rostro<br />

imponente que posees<br />

altas nuestras banderas<br />

en <strong>el</strong> más visible de los mástiles<br />

atrás ese rostro cansado<br />

deslizándose apenas en los pasillos<br />

no hay sombra sin su luz<br />

en algún punto estará la nuestra<br />

esperando <strong>el</strong> arribo de tu imagen.<br />

A Iluminada<br />

Dibujo d<strong>el</strong> entorno<br />

Dibujo d<strong>el</strong> entorno<br />

transgresor d<strong>el</strong> amor<br />

en los apartados lugares donde nace la vida<br />

trazando las líneas dadoras de aliento<br />

y una multitud de palomas desafiando <strong>el</strong> aire<br />

una mano-visible-invisible<br />

experimenta con las formas<br />

hasta dejarlas convertidas<br />

en perfectas posibilidades.<br />

Que alguien recoja<br />

y bordee lo que fue dicho<br />

haciendo d<strong>el</strong> color un lenguaje de múltiples contornos.<br />

202 203


Las <strong>palabra</strong>s están ahí<br />

Las <strong>palabra</strong>s están ahí<br />

sobre <strong>el</strong> rojo y <strong>el</strong> ocre<br />

y sobre <strong>el</strong> rojo y verde otras <strong>palabra</strong>s<br />

nadie las pronuncia<br />

porque están ahí ya pronunciadas<br />

moviéndose en nuestros ojos<br />

como si fuera posible conversar<br />

con uno mismo y los demás<br />

al mismo sino tiempo.<br />

Difícil equilibrio<br />

de un ojo misterioso<br />

que tiene que medir<br />

mientras la mano traza<br />

difícil equilibrio<br />

de una mano que traza<br />

mientras <strong>el</strong> ojo mide<br />

difícil equilibrio de unos ojos<br />

y unas manos que se buscan.<br />

Difícil equilibrio<br />

204 205


Samantha y las <strong>palabra</strong>s<br />

Desafío d<strong>el</strong> viento a las ramas más débiles.<br />

Samantha y las <strong>palabra</strong>s se enfrascan<br />

en batallas intensas que todos contemplamos,<br />

las <strong>palabra</strong>s en forma irregular<br />

establecen su orden.<br />

Samantha pretende al fin desordenarlas<br />

con impulsos a veces inauditos.<br />

Fonemas y morfemas<br />

cruzan por los espacios<br />

en una lucha frontal<br />

donde <strong>el</strong> idioma parece esfumarse<br />

y los sonidos auspician <strong>el</strong> caos.<br />

Al final sonrientes<br />

Samantha y las <strong>palabra</strong>s<br />

anuncian <strong>el</strong> triunfo de la vida.<br />

Rosas multicolores invaden nuestra casa<br />

hinchadas de sueños, lágrimas y risas<br />

y sillas y mesas que danzan<br />

sobre <strong>el</strong> piso.<br />

Alicia Alonso<br />

Nace un nuevo abismo<br />

cuando Alicia regala su universo.<br />

Danza la poesía<br />

cuando sus manos y sus pies nos estremecen.<br />

Flotan nuestros corazones adheridos al viento<br />

por espacios nunca vistos.<br />

El tiempo y la gravedad<br />

atrapados por sus leyes se destruyen,<br />

<strong>para</strong> que habiten nuevas const<strong>el</strong>aciones<br />

en nuestros ojos.<br />

206 207


Escribo unas <strong>palabra</strong>s<br />

que al instante se borran.<br />

Diseño unos dibujos<br />

que alguien convierte en polvo.<br />

Las manos más pequeñas<br />

y suaves de la tierra<br />

destruyen cada intento<br />

de edificar auroras.<br />

Berioska instalada<br />

al borde de la cama<br />

la convierte en su reino<br />

destruye-construye-destruye<br />

juntos reordenamos los pap<strong>el</strong>es<br />

que terminan incendiados<br />

de ternura.<br />

Berioska<br />

<strong>Una</strong> ciudad posible<br />

Ahora <strong>para</strong> hacer una ciudad posible<br />

tenemos que crearla día a día<br />

en nuestras mentes.<br />

En escenarios propicios al abismo.<br />

Espacios que parecen infernales sombras.<br />

Diría que los mundos que hicimos posible<br />

son ciudades abiertas<br />

sin muros sin sonrisas.<br />

Quizás la tuya que a veces<br />

se desplaza lentamente sobre mí<br />

y me confunde.<br />

208 209


Cotidianidad<br />

A veces armamos en nuestras mentes<br />

nuevas maneras de deslizar<br />

nuestras vidas por las sombras.<br />

Huimos a mundos que creíamos<br />

ataviados de luces.<br />

En verdad somos adoradores<br />

de los signos cotidianos.<br />

Las mañanas, las tardes y las noches<br />

saben más o menos lo que haremos.<br />

Los amores y los odios son los mismos.<br />

Las rutas trazadas, exactas.<br />

Admito que este día resulta extraño<br />

Siento sobre mí, cálidas manos<br />

que me conducen a lugares no vistos.<br />

<strong>Una</strong> sensación de calma me invade<br />

se iluminan las paredes de mis días.<br />

El tiempo corre sobre mis tardes<br />

y se instala sigilosa una nueva cotidianidad<br />

que me desplaza.<br />

A Víctor Villegas<br />

Última visita al hospital infantil<br />

Recorriendo sus ojos cada día.<br />

Viviendo en sus rodillas.<br />

Cruzando por su vientre.<br />

Este había muerto desde antes.<br />

Su adiós prematuro<br />

cong<strong>el</strong>ado en sus manos<br />

deja casi desierto<br />

los muros hospital.<br />

Sobre su cadáver<br />

no incluido en las estadísticas oficiales<br />

danzará la muerte de los otros.<br />

210 211


Receta <strong>para</strong> ser correctamente antologado<br />

por un escritor de la post-modernidad<br />

Subvertir las <strong>palabra</strong>s<br />

desafiando <strong>el</strong> espacio.<br />

Llenar de vaguedades cada línea.<br />

Evitar temas r<strong>el</strong>ativos a las Guerras Sociales<br />

y no besar muchachas en los versos.<br />

Al final, llevar tu trabajo en una<br />

jaula de cristal a un colega<br />

que de seguro te inmortalizará<br />

en <strong>el</strong> vacío.<br />

Dorothy Dandridge<br />

Aquí tengo<br />

Superficies que amó<br />

T<strong>el</strong>as que ciñó a su cuerpo<br />

Monedas que manoseó<br />

Zapatos a los que les dio su ritmo<br />

Vientos que recorrieron su cuerpo<br />

Revistas que coleccionaba<br />

R<strong>el</strong>ojes detenidos<br />

Vasos en que bebió<br />

Instantes en que se contorneaba<br />

sudorosa de amor<br />

212 213


Sonrisas que lanzó al aire<br />

Lágrimas cong<strong>el</strong>adas<br />

Música de todas las culturas<br />

Filmes en que actuó<br />

Hebras de sus cab<strong>el</strong>los<br />

Álbumes con fotos de Duke Ellington<br />

Y Ella Fitzgerald<br />

T<strong>el</strong>éfonos descolgados<br />

Diálogos inconclusos<br />

Ventanas y puertas de colores<br />

Cortinas y sábanas compradas<br />

en mercados persas<br />

Todo esta aquí en mi museo de sueños<br />

214 215


Jardines secretos en su boca<br />

Desiertos florecidos en sus ojos<br />

Nubes ennegrecidas<br />

Caderas anchas<br />

Árboles frondosos<br />

plantados en su sexo<br />

Y una desnudez total<br />

buscando ci<strong>el</strong>os<br />

Soliloquio desnudo<br />

216 217<br />

I<br />

Desnudo de mí<br />

ahora <strong>el</strong> parque<br />

es <strong>el</strong> único escenario<br />

que poseo<br />

Desnuda de ti,<br />

evades mis insinuaciones<br />

te percibo<br />

por las calles de toda la ciudad<br />

Lleno de tu desnudez<br />

vacío de tu voz<br />

Siento que después de ti<br />

un río no será un río<br />

será una construcción de sueños<br />

al lado de su cauce<br />

Un <strong>puente</strong> no será<br />

<strong>el</strong> armazón enorme que visitamos<br />

será una nostalgia<br />

por donde pasan autos<br />

El mar será un adiós que se detiene<br />

y <strong>el</strong> aeropuerto una larga sensación<br />

de lo que ya no somos


Yo estaré desnudo de mí<br />

en <strong>el</strong> parque más pequeño<br />

mientras desafías con tu desnudez<br />

todas las posibilidades<br />

Ahora buceo sobre tu superficie<br />

Pompas de jabón<br />

sobre nuestros sexos diluidos<br />

Duermo sobre las mismas caderas<br />

que me sacudieron<br />

y no sé despertar<br />

II<br />

De mi amor no señalaré<br />

sus últimos misterios<br />

ya lo adivinarán<br />

por los ojos cansados<br />

por <strong>el</strong> muro que pondré<br />

a cada <strong>palabra</strong><br />

Tendrán que descifrar los signos<br />

a través d<strong>el</strong> nudo de mi corbata<br />

Mis zapatos deslustrados<br />

mi ausencia de pañu<strong>el</strong>o<br />

y mi complicidad definitiva<br />

con las sombras<br />

III<br />

Las plazas y sus luces<br />

no me atraen<br />

seguiré en mi parque semi-oscuro<br />

esperando que llegues<br />

Cargadas tus manos de colores<br />

las niñas te seguirán<br />

por la ruta acordada<br />

y nos iremos todos<br />

a multiplicar las últimas sonrisas<br />

por aceras mojadas<br />

de lluvias bendecidas<br />

218 219<br />

IV<br />

El parque no es <strong>el</strong> lugar propicio<br />

<strong>para</strong> <strong>el</strong> poema sino <strong>para</strong> la poesía<br />

vestida de azul la poesía<br />

encarnó en un cuerpo mulato a medianoche<br />

No se necesita lápiz, bolígrafo ni laptop<br />

solo unos ojos penetrantes<br />

que desnuden esa mujer<br />

depositando en su cuerpo<br />

una lluvia de latidos<br />

V<br />

Hoy reclamo a la vida<br />

mi pedazo de sueño<br />

no acepto ser reducido<br />

a un átomo insensato<br />

que da vu<strong>el</strong>tas y vu<strong>el</strong>tas<br />

sin sentido


Algún orden debe pertenecerme<br />

en este mundo<br />

porque uno se pase<br />

varios días hablando solo<br />

en una acera<br />

no debe ser<br />

declarado <strong>el</strong> loco de la esquina<br />

exijo un espacio<br />

<strong>para</strong> eructar mis vacíos<br />

y dignificar sonreído<br />

<strong>el</strong> asco circundante<br />

La cámara me observa<br />

La precisa, digital, neutral,<br />

sofisticada, inhumana, pero no<br />

indiferente cámara,<br />

enciende sus lentes<br />

y me observa.<br />

Lo sé por <strong>el</strong> silencio de su luz.<br />

Porque parece adivinar<br />

mis deseos infinitos de tomar<br />

un paquete de av<strong>el</strong>lanas,<br />

<strong>para</strong> ir degustando,<br />

en todos los espacios d<strong>el</strong> supermercado<br />

y llegar con las manos vacías<br />

a la puerta de salida.<br />

La cámara de todos modos<br />

me captará aunque no tome<br />

ninguna av<strong>el</strong>lana de las góndolas<br />

repletas de frutas.<br />

Lo que quizás<br />

no pueda la cámara saber<br />

son mis deseos<br />

y no estoy tan seguro porque<br />

hace mucho tiempo ya se detecta<br />

la verdad y la mentira a través<br />

de los sonidos d<strong>el</strong> corazón<br />

Tomaré las av<strong>el</strong>lanas porque ya<br />

de todos modos<br />

la cámara sabe<br />

a qué he venido.<br />

220 221


Charlize<br />

La casa es <strong>el</strong> sonido d<strong>el</strong> domingo<br />

cuando Charlize atraviesa la puerta<br />

Dora comienza la actuación<br />

nos volvemos todos cartones animados<br />

y terminamos como maniquíes<br />

alrededor de <strong>el</strong>la<br />

Charlize se apropia<br />

de todos los espacios posibles.<br />

Su despedida es un ritual amoroso<br />

donde cada uno quiere ocupar<br />

<strong>el</strong> mejor ángulo<br />

<strong>para</strong> que sus manitas nos devu<strong>el</strong>van<br />

nuestra condición de seres cotidianos.<br />

Porque la verdad ha ser dicha:<br />

con su despedida<br />

se termina la fiesta.<br />

Primer sueño<br />

¡Qué memoria más densa!<br />

Recuerdo en la infancia mi primer sueño<br />

acerca de una niña<br />

a mi lado gritando<br />

inconsolable.<br />

La abracé y comenzamos<br />

a llorar a dúo.<br />

Con las lágrimas<br />

construimos un río<br />

y no nos ahogamos.<br />

Este sueño es tan cierto<br />

que respira<br />

222 223


Ojos de madre, vientos de guerra<br />

A Efigenia<br />

Desde la lupa que arrecia mi ceguera te veo <strong>cruzar</strong> por los hilos d<strong>el</strong><br />

agua. Adivinas a través de tu iris las diversas maneras de morir<br />

cruzando por tus lentes. Aquí madre, también se cuecen las habas<br />

de tus sueños. Los frutos cultivados en <strong>el</strong> patio recientemente han<br />

sido agujereados. Otra bandera arde en las escu<strong>el</strong>as y un retrato de<br />

Ercilia Pepín nos acompaña en este nuevo intento de humillación<br />

imperial. Los reflejos están en las córneas de tus ojos agigantados,<br />

pero sin lágrimas donde Las siete que brillan han dejado de<br />

proyectarse en nuestro ci<strong>el</strong>o. Ahora son estr<strong>el</strong>las solitarias que se<br />

ocultan detrás de un portavión. La ciudad atacada en <strong>el</strong> mismo<br />

ombligo se contornea al ritmo de una música excitando los sentidos.<br />

Despertarnos sobre cada uno de los sueños que <strong>el</strong>aboraron<br />

nuestros muertos mayores. Madre, nunca me has abandonado, siempre<br />

ha estado presente tu voz. En <strong>el</strong> terremoto de agosto contra los<br />

latidos de la tierra a penas ponías los débiles sonidos de mi corazón<br />

que no sabía porqué todos oraban.<br />

Nunca me has abandonado y ahora que abril abre todos los caminos,<br />

tú junto a mí abres uno nuevo, lo percibo en tus ojos cuyas<br />

pupilas van tomando colores más fuertes y brillantes. Vienes a la<br />

mesa y traes víveres cocidos. En los instantes de calma distribuyes<br />

la comida con tus manos firmes y un nuevo disparo alumbra los<br />

círculos d<strong>el</strong> patio. Detrás de los restos de carbón las balas persiguen<br />

a mis tíos transformados desde sus andamios en diestros combatientes.<br />

Adivinan <strong>el</strong> curso de la muerte y casi se burlan de <strong>el</strong>la, reincorporándose<br />

llenos de polvo y de rencor. ¿Es ésta acaso la estación<br />

de la vida o de la muerte? En esta primavera <strong>el</strong> viento hace<br />

temblar <strong>el</strong> polen y un leve murmullo nos dice que se reiniciarán<br />

muy pronto los combates. Las <strong>palabra</strong>s p<strong>el</strong>ean entre sí y cada adjetivo<br />

se transforma en cañón, aunque la gramática no sepa de balas.<br />

Tus ojos adivinan la continuidad de la muerte, siguen violentando<br />

los altares de Doña Juana, hija de San Cosme y San Damián, oficiante<br />

d<strong>el</strong> barón d<strong>el</strong> cementerio a quien se le murió una bala en<br />

medio de la sien. El altar donde oficiaba Juana ha sido tomado por<br />

los invasores y descubrieron que ahí se construían bombas y granadas<br />

de miseria callada en medio de un bohío.<br />

No ha sido sólo <strong>el</strong> tiempo tratando de morir entre nosotros. En este<br />

instante un fusil máuser puede ser la diferencia entre la vida y la<br />

muerte, una granada guardada desde la segunda guerra mundial<br />

puede ser una pieza de museo o un estallido de libertad en nuestras<br />

manos. Hoy he aprendido a dirigir mis ojos a los enemigos, no los<br />

había visto, ahora están a quince metros y en <strong>el</strong> hueco de la vida.<br />

Los invasores pueden tener también hijos y esposas que lo esperen<br />

y madres que como tú agigantan los ojos <strong>para</strong> que yo pueda leer los<br />

signos d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro. El enemigo es un desconocido que sólo identificas<br />

si tu bala es más certera que la de él. Eso aprendimos de mano<br />

de la guerra bajo un ci<strong>el</strong>o que nos cobijó a todos. La lección es<br />

permanente, nadie puede olvidar ni <strong>el</strong> sonido ni la luz llenando de<br />

muerte al compañero de al lado ni su rostro y dolores insertados en<br />

<strong>el</strong> centro de los huesos, ni la pena que no se ve, no se siente, no<br />

existe más que en la memoria de los vivos.<br />

Abril apareció de pronto en cada una de nuestras manos, invitándonos<br />

a tomar <strong>el</strong> fragmento de luz entregado por día. No renegamos<br />

d<strong>el</strong> pacto de amor firmado con la sangre, porque en <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong><br />

llanto se batían los anh<strong>el</strong>os cobijados a través de laberintos de una<br />

historia repetida. Te tomaré las manos y las asiré a mi pecho, descubriré<br />

zonas que fui creando al salir de tu vientre <strong>para</strong> proteger las<br />

hu<strong>el</strong>las de amor que me entregaste. Las demás madres construyen<br />

este ejército de amor contigo, edificando nuevos caminos. La muerte<br />

cruza v<strong>el</strong>oz por estos pinares conducentes a estaciones confundidas<br />

entre sí. Preñadas de nuevas criaturas, naciendo desde <strong>el</strong><br />

agua, enarbolando banderas y prolongando la identidad d<strong>el</strong> pueblo.<br />

224 225


Porque soñar en una guerra es despertar, porque soñar en una guerra<br />

es difícil.<br />

Desde <strong>el</strong> último piso de la plaza puedes mirar la calle que cruzamos<br />

hace cuarenta años en ese trajín, ahora autopista, los cadetes dejaron<br />

San Isidro <strong>para</strong> alcanzar <strong>el</strong> <strong>puente</strong>. Luis estará tranquilo en New<br />

York con su madre preñada por un marine. A través de fragmentos<br />

de sombra d<strong>el</strong>ineadas por tu t<strong>el</strong>escopio podrás ver hasta las hormigas<br />

pasando con rapidez por donde los cañones populares fueron<br />

enterrados. Debajo d<strong>el</strong> último respaldo de piedra ocultamos las armas<br />

como un tesoro diciendo: los poderes su<strong>el</strong>en ser vulnerables.<br />

Los barrotes construidos <strong>para</strong> encerrar los últimos resquicios d<strong>el</strong><br />

honor lucen caídos. Nadie entona su ritmo porque ya <strong>el</strong> heroísmo,<br />

dijo Luis, se vistió d<strong>el</strong> último grito de la moda. La canción a la<br />

patria suena hueca en las nuevas sinfonías y un ronquido voraz<br />

hiende los aires. De todos modos toma tu cruz <strong>para</strong> una procesión<br />

hacia <strong>el</strong> combate, toma tu machete restaurador, tu trabuco<br />

independentista y canta con <strong>el</strong> coro infinito de tono marcial. La<br />

guerra dibujó cristales en los rostros vecinos. Envejecieron en forma<br />

ac<strong>el</strong>erada ciguas y mariposas hasta morir dejando solo adornos<br />

disecados en múltiples vitrinas. Debo regresar, me muero por no<br />

dejarte sola en medio de este desierto con tus ojos de madre atormentada-combatiente.<br />

De pronto un vibrante sonido estalla en <strong>el</strong> centro de nuestro mundo.<br />

Aves hastiadas de tumultos se individualizan y se dirigen exhaustas<br />

hacia <strong>el</strong> sol derritiendo sus ojos y van sin rumbo cierto<br />

hacia tún<strong>el</strong>es trazados por manos invisibles. Aquí está la tarde en<br />

que murieron los hijos de María. Seguros d<strong>el</strong> triunfo caminaron firmes<br />

a los barrotes de la cárc<strong>el</strong>. Ya eran libres y murieron a cuatro<br />

esquinas, proclamando con sus bocas trasgredidas la posibilidad<br />

d<strong>el</strong> cambio. Sobre sus rostros una ciudad que entraba en una nueva<br />

etapa no quería que la Fortaleza Ozama se derrumbara y sus techos<br />

les cayeran encima de los hombros.<br />

Renacía la ciudad en cada uno de los espacios d<strong>el</strong> anh<strong>el</strong>o y un leve<br />

paso reseñará <strong>el</strong> momento oportuno <strong>el</strong>egido <strong>para</strong> morir. En realidad<br />

no había <strong>el</strong>ección, porque nadie quería perder la oportunidad de<br />

entrar por los muros de la historia. Un ojo enorme inauguraba las<br />

primeras jornadas donde un fusil ciego trasgredía la cotidianidad.<br />

El <strong>puente</strong>, <strong>el</strong> <strong>puente</strong>, he ahí <strong>el</strong> inicio de Ulises y <strong>el</strong> final de Ernesto<br />

o la eternidad de Ernesto y <strong>el</strong> retorno de Ulises, porque <strong>el</strong> <strong>puente</strong><br />

fue la frontera entre la dignidad y <strong>el</strong> vacío. Porque a veces este es <strong>el</strong><br />

único camino. No hay opciones: o estás en <strong>el</strong> <strong>puente</strong> o estás en la<br />

nada. Francis comprendió rápido la posibilidad d<strong>el</strong> vacío o de la<br />

dignidad y no lo pensó más, por eso <strong>el</strong> <strong>puente</strong> es <strong>el</strong> símbolo permanente<br />

nacido en los oídos de la patria.<br />

226 227


Adendum<br />

228 229


Los grupos literarios<br />

Alejandro Paulino Ramos<br />

La guerra civil de abril de 1965 y la participación de los escritores<br />

de la Generación d<strong>el</strong> sesenta en <strong>el</strong>la, abrió la puerta a las definiciones<br />

teórico-prácticas con las que se llevó la poesía a niv<strong>el</strong> de<br />

compromisos con la cotidianidad y los intereses político-ideológicos<br />

de una parte de los escritores dominicanos. El medio<br />

organizacional <strong>para</strong> cumplir con esos fines fueron los grupos literarios,<br />

y la competencia entre <strong>el</strong>los <strong>el</strong> reflejo vulgar de las líneas partidarias<br />

de la época.<br />

La poesía de sus integrantes fue <strong>el</strong> compromiso social como se<br />

puede apreciar en los versos siguientes «la conocerán después por<br />

los escombros. / Por <strong>el</strong> hijo que estuvo / y no aparece, / por la<br />

sangre que tiñe las aceras. / Por <strong>el</strong> intenso olor a pólvora quemada»<br />

(Pedro Caro Conocimiento de la ciudad).<br />

Aqu<strong>el</strong>la consigna de “Unidad”, surgida en la guerra, y <strong>el</strong> interés<br />

en la prevención de los niv<strong>el</strong>es de “esclarecimiento” alcanzados en<br />

1965, fueron parte d<strong>el</strong> motivo d<strong>el</strong> surgimiento de los grupos y su<br />

objeto “la formación de la conciencia de la literatura como un oficio;<br />

y la imprescindible formación teórica <strong>para</strong> ejercerla.(Enrique<br />

Eusebio, Bloque No.2). El primer agrupamiento en aparecer fue La<br />

Máscara (1965), integrando a poetas de la clase media conservadoras<br />

(véase Tony Raful, Lo social en la poesía dominicana), y dirigida por<br />

Héctor Díaz Polanco, Aquiles Azar y Lourdes Billini. Otros grupos<br />

aparecieron en la provincias como reflejo natural de los que surgían<br />

en la capital de la República: “Admiversa” (dirigida por Mora Serrano),<br />

y “Escritores d<strong>el</strong> Cibao”, por ejemplo.<br />

230 231


A fines de 1965, encabezados por Migu<strong>el</strong> Alfonseca y Ramón<br />

Francisco e integrados por Iván García, Enriquillo Sánchez, René<br />

d<strong>el</strong> Risco y Mauricio V<strong>el</strong>oz Maggiolo, surgió El Puño, y su formación<br />

anunciada en la revista Testimonio Número 17, de enero de 1967.<br />

Rafa<strong>el</strong> Julián en Bloque No.2, lo señala como <strong>el</strong> más digno de estudio<br />

y d<strong>el</strong> cual se esperaba mayor permanencia, producto de un fenómeno<br />

social jamás visto en nuestro país: la Revolución de Abril,<br />

como un desprendimiento de El Puño y reagrupamiento de escritores<br />

que no estaban vinculados a grupos, surgió La Isla (1966); con<br />

ese nombre se intentaba romper con <strong>el</strong> aislamiento de los dos los<br />

pueblos que ocupaban “La Española” (Haití y República Dominicana)<br />

dirigido por Antonio Lockward Artiles e integrado por Fernando<br />

Sánchez Martínez, Pedro Caro, Wilfredo Lozano, Jimmy Sierra,<br />

Andrés L. Mateo, y Rutin<strong>el</strong> Domínguez. En 1967, influenciado<br />

por los poetas de El Puño y La Isla, apareció La Antorcha, integrada<br />

por Mateo Morrison, Alexis Gómez Rosa, Enrique Eusebio, Fernando<br />

Vargas, Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía y Soledad Álvarez. Y este último<br />

grupo se constituyó en <strong>el</strong> núcleo principal de lo que luego se llamaría<br />

La Joven Poesía Dominicana. Muchos de estos poetas también<br />

formaron parte d<strong>el</strong> Movimiento Cultural Universitario.<br />

En cuanto al Bloque de Jóvenes Escritores, <strong>el</strong> último de importancia<br />

en aparecer (1973), este trató de romper <strong>el</strong> aislamiento, y la<br />

desintegración de los agrupamientos anteriores, así como impulsar<br />

una actividad literaria fecunda. El Bloque, fue dirigido por Rafa<strong>el</strong><br />

Julián, Mateo Morrison, Antonio Lockward Artiles, Héctor<br />

Amarante, Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía y Diógenes Céspedes.<br />

Todos los grupos, con excepción de La Máscara, fueron<br />

influenciados por las ideas socialistas, la solidaridad con las luchas<br />

antiimperialistas y <strong>el</strong> partidismo de izquierda de los años sesenta y<br />

principio de los setenta. Para 1974, ya habían desaparecido dando<br />

paso a una a nueva generación en la literatura dominicana: La Joven<br />

Poesía Dominicana.<br />

232 233<br />

La ciudad colonial, durante los años duros de la década d<strong>el</strong> sesenta, se constituyó en <strong>el</strong> polo<br />

magnético <strong>para</strong> los escritores dominicanos airear sus inquietudes políticas y poéticas.


NARRATIVA DOMINICANA: LA MÁSCARA<br />

En los últimos meses de 1965 se organizaron en la ciudad de<br />

Santo Domingo, los grupos literarios La Máscara y El Puño. El primero,<br />

integrado por int<strong>el</strong>ectuales de “la clase conservadora”, y <strong>el</strong><br />

segundo por “revolucionarios”. Se da por cierto que La Máscara fue<br />

la primera agrupación cultural y literaria después de finalizada la<br />

guerra. Sus integrantes fueron principalmente, Héctor Díaz Polanco<br />

(teórico de la agrupación), Lourdes Billini y Aquiles Azar, y su principal<br />

aporte <strong>el</strong> impulso de la cuentística dominicana.<br />

La Máscara nace en la época en que la “poesía salio de la trinchera<br />

y se refugiço en <strong>el</strong> piano bar, los cinematógrafos y las piernas<br />

de las oficinistas” (Alexis Gómez Rosa citado por Franklin Gutiérrez<br />

en su Antología histórica de la poesía dominicana d<strong>el</strong> siglo XX [1912-<br />

1995] ), y en la que <strong>el</strong> tema urbano “va a constituir la fuente primaria<br />

de inspiración”. Sus integrantes y los que luego van a formar<br />

otros grupos, son “muchachos nacidos y educados en la ciudad;<br />

estudiantes universitarios, activistas políticos, militantes de partidos<br />

revolucionarios, o simplemente profesores, actores, publicistas”.<br />

(Antología de José Alcántara Almánzar).<br />

Aquiles Azar, principal de La Máscara (Bloque No.2), dice de<br />

su nacimiento lo siguiente. “La Máscara, agrupación que nació debido<br />

a una necesidad en <strong>el</strong> año 1965; un grupo de jóvenes se reúnen<br />

tentativamente una primera, segunda y hasta tercera vez <strong>para</strong> dejar<br />

constituida dicha agrupación”. El nacimiento de El puño y luego<br />

La Isla “despierta un gran interés en que la trayectoria la dirige <strong>el</strong><br />

grupo “La Máscara”. Este es <strong>el</strong> grupo que inicia y patrocina toda<br />

una serie de movimientos de índole cultural”. (Véase entrevista en<br />

“Cada uno Dios”, de Clodomiro Moquete).<br />

El objetivo de La Máscara, era la “búsqueda y descubrimiento de<br />

valores en todos los campos y las artes”, realizaban exposiciones de<br />

pintura, presentaban obras de teatro, conferencias sobre aspectos culturales,<br />

cursillos de música (los de “apreciación musical” de Don Julio<br />

Rav<strong>el</strong>o iniciados en <strong>el</strong> 1966, c<strong>el</strong>ebrados en su casa, fueron iniciativa<br />

de la agrupación), de literatura y los concursos de cuentos, auspiciados<br />

por E. León Jiménez (1966-1971), que abrieron las puertas a<br />

los narradores de los sesentas.<br />

Su primer concurso de cuentos fue convocado en agosto de 1966<br />

y ganado por Migu<strong>el</strong> Alfonseca, René d<strong>el</strong> Risco, Enriquillo Sánchez,<br />

y Ab<strong>el</strong> Fernández Mejía, Armando Almánzar, y Rubén Echavarría.<br />

Todos, menos Fernández Mejía, eran miembros d<strong>el</strong> grupo cultural<br />

El Puño, <strong>el</strong> cual mantuvo debates y “competencia” con La Máscara.<br />

El jurado fue integrado por <strong>el</strong> profesor Juan Bosch, Máximo<br />

Aviles Blonda y Héctor Incháustegui Cabral.<br />

Las razones de la desaparición de La Máscara, guarda r<strong>el</strong>ación, <strong>para</strong><br />

Rafa<strong>el</strong> Julián, con la falta de intereses comunes, y por estar la agrupación<br />

formada por “pequeños burgueses”. Para Aquiles Azar fue “la<br />

falta de <strong>el</strong>ementos y de personas que quisieran continuar la labor que<br />

dicha agrupación empezó” la que puso fin en 1972 a la agrupación.<br />

La Máscara, al igual que las demás organizaciones de la época,<br />

fue afectada por <strong>el</strong> “subdesarrollo económico” que implicaba, a decir<br />

de Rafa<strong>el</strong> Julián, una ausencia de tradición institucional, lo que impedía<br />

que en <strong>el</strong> país se desarrollara <strong>el</strong> espíritu de corporación. La<br />

Máscara, y sus famosos concursos de cuentos, fue la academia donde<br />

muchos de los narradores de hoy aceptaron ser evaluados y publicados.<br />

El desarrollo de la cuentística es <strong>el</strong> aporte fundamental de<br />

la agrupación cultural y literaria La Máscara.<br />

REVOLUCIONARIOS Y POESÍA: EL PUÑO<br />

La agrupación El Puño surgió a finales de 1965 imitando a los<br />

nov<strong>el</strong>istas d<strong>el</strong> Boom (véase a Carlos E. Deive), y sus integrantes más<br />

importantes los fueron Ramón Francisco, (guía d<strong>el</strong> grupo), Migu<strong>el</strong><br />

Alfonseca, Armando Almánzar, Rafa<strong>el</strong> Vásquez, Iván García, Antonio<br />

Lockward Artiles, René D<strong>el</strong> Risco Bermúdez, Enriquillo<br />

Sánchez, y Marcio V<strong>el</strong>oz Maggiolo.<br />

El Puño fue en sus posiciones sumamente contestatario y desde<br />

su fundación, vinculado con <strong>el</strong> movimiento revolucionario, de los<br />

234 235


primeros en denunciar la dictadura que se había iniciado en 1966:<br />

“ahora quieren imponer <strong>el</strong> bozal/ los que pidieron la muerte/ los<br />

que pidieron <strong>el</strong> degü<strong>el</strong>lo de retoños.../Los que furiosos crispaban<br />

como anciana hojarasca/ porque al amanecer después de las matanzas/<br />

se oía <strong>el</strong> canto ronco de los hombres,/.../ esos ahora quieren<br />

imponer <strong>el</strong> silencio”. (Migu<strong>el</strong> Alfonseca. “A los que tratan de<br />

imponer <strong>el</strong> bozal”).<br />

En aqu<strong>el</strong>los tiempos sus integrantes no eran muy conocidos;<br />

eran personas “que, aunque con mucho talento, carecían de formación<br />

en las ciencias sociales. La mayor parte... ni siquiera eran profesionales.<br />

No conocían las leyes que rigen <strong>el</strong> proceso social e histórico.<br />

Su trayectoria política, pura y limpia, la habían agotado por<br />

intuición y por pasión juvenil” (Rafa<strong>el</strong> Julián. Bloque No.2). Eran<br />

revolucionarios y algunos vinculados a organizaciones socialistas, y<br />

como tales influenciados por las luchas políticas de posguerra.<br />

Publicaban la Colección El Puño dirigida por Iván García y<br />

Migu<strong>el</strong> Alfonseca, en la que aparecieron Hot<strong>el</strong> Cosmos, cuentos de<br />

Antonio Lockward, La Guerra y los Cantos, poemas de Migu<strong>el</strong><br />

Alfonseca, y se llegó a anunciar El jubilo de la sangre, de René d<strong>el</strong><br />

Risco, así como la nov<strong>el</strong>a Demasiado lejos, de Iván García. El objetivo<br />

de la colección era la de “publicar las creaciones de los jóvenes<br />

escritores dominicanos desconocidos aun por una gran parte<br />

de nuestro pueblo”. Esos escritos representaban “una visión, un<br />

panorama de nuestra época desde una generación comprometida<br />

con su tiempo y con su pueblo” (La Guerra y los cantos, de Migu<strong>el</strong><br />

Alfonseca).<br />

Su desintegración fue producto de las disidencias internas,<br />

provocadas por las “concepciones disímiles” de sus miembros “sobre<br />

<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que debe cumplir la literatura y <strong>el</strong> arte en general” (Rafa<strong>el</strong><br />

Julián. Bloque No. 2), y por las divisiones iniciadas en <strong>el</strong> Movimiento<br />

14 de Junio, Movimiento Popular Dominicano, y otras organizaciones<br />

revolucionarias. El Puño desaparece, dice Rafa<strong>el</strong> Julián, porque<br />

de “sus miembros, unos se convierten en peones d<strong>el</strong> imperialismo<br />

norteamericano y de la alta burguesía criolla mediante la publicidad;<br />

otros, los menos, se dedican a la docencia universitaria, al ejercicio<br />

de sus profesiones y al periodismo”.<br />

D<strong>el</strong> fraccionamiento surgió como desprendimiento d<strong>el</strong> El Puño,<br />

<strong>el</strong> grupo La Isla dirigido por Antonio Lockward quien encabezaba<br />

<strong>el</strong> ala radical de la organización. El puño fue <strong>el</strong> grupo “mas digno<br />

de estudio, y <strong>el</strong> único d<strong>el</strong> cual se esperaba mayor permanencia. En<br />

primer lugar, porque se nutrió de personas con iguales antecedentes<br />

políticos; y en segundo lugar, porque fue <strong>el</strong> producto de un fenómeno<br />

social jamás visto en nuestro país: la Revolución de Abril. Sin<br />

embargo, con este grupo cultural vamos a ver que después de expirado<br />

<strong>el</strong> momento patriótico, la individualidad de cada ciudadano<br />

(en este caso cada artista), con sus flaquezas, necesidades, debilidades<br />

y resabios ideológicos” lo llevó a su desaparición.<br />

LITERATURA Y SOCIEDAD: LA ISLA<br />

La Isla surgió a finales de 1966, fruto de la divergencia política<br />

y cultural que estremeció <strong>el</strong> campo revolucionario. Al calor d<strong>el</strong> debate<br />

ideológico, cuando <strong>el</strong> 14 de Junio se dividía entre<br />

“transformistas” y “no transformistas”, y en <strong>el</strong> MPD debatían la<br />

“primera” y “segunda posición”, que provocó su división, se produjo<br />

la salida de Antonio Lockward y otros de la agrupación El Puño,<br />

creando de inmediato La Isla. La división de El Puño, dice Rafa<strong>el</strong><br />

Julián, estuvo r<strong>el</strong>acionada con la discusión sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de la literatura<br />

y <strong>el</strong> arte en la sociedad dominicana.<br />

El nombre de La Isla surgió, como una idea de Antonio<br />

Lockward Artiles, buscando romper <strong>el</strong> aislamiento dominicohaitiano,<br />

pues se entendía que entre los dos pueblos existían identidades<br />

en las luchas políticas y en <strong>el</strong> campo cultural. Andrés L. Mateo<br />

dice que <strong>el</strong> grupo surgió con un manifiesto “cuyo contenido expresa<br />

nítidamente una cosmovisión que revisa en términos revolucionarios<br />

las instancias de la existencia y <strong>el</strong> arte”.<br />

Sus integrantes se definieron en <strong>el</strong> manifiesto, cuatro años<br />

después, como “jóvenes int<strong>el</strong>ectuales de extracción popular” que<br />

236 237


participaban en <strong>el</strong> desarrollo de eventos culturales en diversas barriadas<br />

de la capital y d<strong>el</strong> interior creando algunas obras artísticas<br />

de r<strong>el</strong>ativo valor cultural y revolucionario y dándole al pueblo <strong>el</strong><br />

poder creador de los valores culturales, además de oponerse “a<br />

la tesis reaccionaria de crear un arte que tenga su razón de ser en<br />

sí mismo”.<br />

Entre sus integrantes, “jóvenes entre los 16 y 35 años, con<br />

distinguibles dones de, poetas, narradores dramaturgos, ensayistas<br />

y actores, entre otros géneros literarios (véase Ahora! No. 202, 1967),<br />

se encontraban Antonio Lockward Artiles (<strong>el</strong> líder d<strong>el</strong> grupo), José<br />

Ulises Rutin<strong>el</strong> Domínguez (deportado durante los 12 años de<br />

Balaguer), Fernando Sánchez Martínez, Norberto James, Rómulo<br />

Medrano Marte, Fausto d<strong>el</strong> Rosal, Freddy Castillo, Pedro Caro (no<br />

llegó a ser formalmente miembro), Juan González, Wilfredo Lozano<br />

y Andrés L. Mateo; este último considerado por Rutin<strong>el</strong><br />

Domínguez, por su propia producción, como <strong>el</strong> de mayor calidad y<br />

sensibilidad poética d<strong>el</strong> grupo.<br />

Sus encuentros se realizaban los sábados en la tarde en <strong>el</strong> hogar<br />

de Lockward, en El Conde casi esquina Santomé, otras veces en <strong>el</strong><br />

de Rutin<strong>el</strong>, en la calle Salcedo número 11, y en <strong>el</strong> Club Enriquillo,<br />

en la calle d<strong>el</strong> mismo nombre.<br />

Lockward define <strong>el</strong> grupo como <strong>el</strong> de mayor conciencia sobre<br />

los problemas d<strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual en los países atrasados, y planteaba<br />

una literatura que obedeciera al “realismo critico”. El grupo publicó,<br />

como Colección La Isla: Los poemas de la sangre, de Jorge Lara<br />

(seudónimo de Ulises Rutin<strong>el</strong> Domínguez) y Sobre la marcha, de<br />

Norberto James, así como Portal d<strong>el</strong> mundo, de Andrés L. Mateo, y<br />

Ferrocarril central, de Antonio Lockward.<br />

La agrupación publicaba además Ediciones Futuro, folletos que<br />

vendían a los interesados en los temas literarios, cuando visitaban<br />

los clubes culturales d<strong>el</strong> país, y era notorio ver sus escritos en la<br />

revista ¡Ahora! Y en suplemento dominical de El Nacional. Además<br />

formaron en la universidad d<strong>el</strong> Estado <strong>el</strong> Movimiento cultural Universitario.<br />

238 239<br />

Enrique Eusebio, Villa Duarte, 1968. Alexis Gómez Rosa, Ensanche Ozama, 1967.


El final d<strong>el</strong> grupo llegó cuando una parte de sus integrantes se<br />

hicieron profesionales, cambiaron su vocación por un salario, salieron<br />

d<strong>el</strong> país o les llegó “<strong>el</strong> viento frío”; después de 24 años, casi<br />

todos se han mantenido d<strong>el</strong> lado de la dignidad y apegados a valores<br />

revolucionarios y democráticos.<br />

POETAS CONTRA LOS DOCE AÑOS<br />

La firma d<strong>el</strong> Acta Institucional, puso fin al enfrentamiento armado<br />

y a la ocupación militar americana de 1965. Los hombres y<br />

mujeres que combatieron <strong>para</strong> instaurar un régimen democrático<br />

que aniquilara los residuos d<strong>el</strong> trujillismo, marcharon a sus pueblos<br />

y barrios, llevando la esperanza de que todo fuera una pausa en <strong>el</strong><br />

combate.<br />

En medio de la guerra fría, la vu<strong>el</strong>ta d<strong>el</strong> neotrujillísmo que encabezaba<br />

Joaquín Balaguer en 1966, significó una derrota momentánea<br />

de las fuerzas liberales y una reinstalación de la dictadura sin<br />

Trujillo, pero con los mismos actores, sólo que ahora <strong>el</strong> pueblo, que<br />

había saboreado <strong>el</strong> poder de las armas, no estaba en condiciones de<br />

aceptar pasivamente.<br />

Los Doce Años (1966-1978), fueron de una alta represión y de<br />

resistencia en todos los frentes; con <strong>el</strong> interés puesto en la vu<strong>el</strong>ta a<br />

la revolución. Los sectores se reorganizaron y definieron sus estrategias,<br />

y los poetas no quedaron al margen: se organizaron y<br />

influenciados por las ideologías que matizaron la guerra. Así surgieron<br />

muy pronto, los grupos literarios y culturales: La Isla, EL Puño,<br />

La Antorcha, La Máscara, y El Bloque de Jóvenes Escritores; algunos<br />

reclamando un espacio en las luchas, otros de claras tendencias<br />

conservadoras. Surgieron los talleres literarios Jacques Viau,<br />

César Vallejo, Domingo Moreno Jimenes, Sánchez Lamouth, <strong>el</strong> Movimiento<br />

Cultural Universitario, y en medio de la represión los Clubes<br />

Culturales de donde salieron poetas y narradores.<br />

Surgieron y fortalecieron los suplementos culturales d<strong>el</strong> Listín<br />

Diario, La Noticia y la revista Ahora; surgió <strong>el</strong> movimiento Pluralista,<br />

la Generación de posguerra evolucionó en busca de nueva definición;<br />

bajo su amparo surgió La Joven Poesía Dominicana. Fueron<br />

doce años de intensas actividades político-culturales, y de<br />

enfrentamientos con la dictadura: los recitales poéticos y las presentaciones<br />

artísticas muchas veces terminaban bajo los efectos de<br />

los gases lacrimógenos y de los disparos indiscriminados.<br />

Poetas y escritores iban a la cárc<strong>el</strong> por <strong>el</strong> simple hecho de haber<br />

aparecido al momento de un allanamiento un libro de Marx, Lenin<br />

o de Platón en sus libreros. Ana C<strong>el</strong>ia Lantigua, miembro d<strong>el</strong> Movimiento<br />

Cultural Universitario pasó largos meses prisionera en La<br />

Victoria, y un joven panadero de la barriada de Los Mina, Dani<strong>el</strong><br />

Cabrera, que había escrito un poema en <strong>el</strong> homenaje a Jacques Viau,<br />

hecho prisionero y fusilado en una de las paredes d<strong>el</strong> cementerio de<br />

ese popular sector.<br />

René d<strong>el</strong> Risco, uno de los más importantes poetas de nuestro<br />

país, no resistió <strong>el</strong> sabor de la parcial derrota y terminó con su vida<br />

en un “accidente” de tránsito en <strong>el</strong> malecón de la capital. Otros se<br />

fueron acomodando a la nueva situación, se dedicaron a la publicidad,<br />

aunque siguieron escribiendo poemas y la revolución y “la lucha<br />

de clases” fue quedando en <strong>el</strong> olvido; se cambió <strong>el</strong> sentido ideológico<br />

en la poesía, algunos se hicieron metafísicos, otros evangélicos,<br />

y los más, marcados por <strong>el</strong> viento frío d<strong>el</strong> que nos habló René, se<br />

convirtieron en alcohólicos y contertulios de cafeterías y discotecas;<br />

pero todos, o casi todos mantuvieron como norte, públicamente<br />

o en secreto, un rechazo permanente contra la dictadura y su<br />

principal ejecutor: Joaquín Balaguer. No es raro, entonces, que al<br />

lado de este prolífico escritor, rara vez aparezca un poeta de la generación<br />

d<strong>el</strong> sesenta, pues tuvieron que enfrentarse con <strong>el</strong><br />

neotrujillísmo que por largos años representó <strong>el</strong> anciano caudillo.<br />

LA ANTORCHA: LA JOVEN POESÍA DOMINICANA<br />

La Antorcha surgió como grupo poético-cultural bajo la influencia<br />

de El Puño y la Isla, en <strong>el</strong> ultimó cuatrimestre de 1967 y se<br />

240 241


convirtió a partir de 1970 en <strong>el</strong> núcleo principal de lo que temprano<br />

se llamó La Joven Poesía Dominicana, cuyos integrantes formaron<br />

parte de la segunda Generación d<strong>el</strong> Sesenta.<br />

En la revista Ahora! (25 de septiembre de 1967), apareció un<br />

trabajo titulado los Grupos juveniles culturales, reclamando a su<br />

favor la ayuda de la sociedad dominicana “Esta ayuda se puede y<br />

debe prestar en cualquier momento y de cualquier manera, <strong>para</strong> que<br />

se les reconozcan como entidades progresistas y necesarias, y se les<br />

ubique en <strong>el</strong> sitial merecido. Hace poco hizo su aparición en esta<br />

capital <strong>el</strong> grupo cultural La Antorcha, cuando algunos de sus miembros<br />

participaron en un concurso literario y cuando presentaron un<br />

drama teatral en un colegio católico…”<br />

La agrupación se formó, de acuerdo a Enrique Eusebio, <strong>para</strong><br />

salir d<strong>el</strong> aislamiento cultural, aunque su unión nunca pasó de ser<br />

una “juntura”, pues no hubo una organización coherente, ni una<br />

base programática que asegurara su permanencia. Eran, todos los<br />

grupos de entonces, acantonamientos ideológicos cerrados.<br />

El líder de la agrupación La Antorcha y que luego formó La<br />

Joven Poesía, lo fue <strong>el</strong> poeta y trabajador cultural Mateo Morrison<br />

(véase Tony Raful, “Lo Social en la Poesía Dominicana”). Entre los<br />

integrantes de la agrupación se encontraban además Soledad Álvarez,<br />

Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía, Alexis Gómez Rosa, y Enrique Eusebio. En<br />

<strong>el</strong>los se dejó sentir <strong>el</strong> espíritu revolucionario y “la solidaridad<br />

antiimperialista” de aqu<strong>el</strong>los tiempos: d<strong>el</strong> 14 al 21 de Junio de 1969,<br />

junto a El Puño y la Isla, organizaron una semana de solidaridad<br />

con <strong>el</strong> pueblo haitiano.<br />

Además, a finales de 1971 los integrantes de los referidos grupos<br />

c<strong>el</strong>ebraron, en <strong>el</strong> <strong>para</strong>ninfo de Ciencias Médicas de la UASD,<br />

un foro poético en <strong>el</strong> que participaron Andrés L. Mateo, Domingo<br />

de los Santos, Enrique Eusebio, Alexis Gómez Rosa, Luis Manu<strong>el</strong><br />

Ledesma, Norberto James. René d<strong>el</strong> Risco y Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía.<br />

El grupo La Antorcha se reunía <strong>para</strong> estudiar, leer poemas<br />

y discutir sus escritos en las casas de sus integrantes, especialmente<br />

en <strong>el</strong> hogar de Morrison en la barriada conocida como<br />

Cruz de Mendoza, y en la casa d<strong>el</strong> poeta Alexis Gómez Rosa en<br />

<strong>el</strong> Ensanche Ozama.<br />

Enrique Eusebio, tratando de definir lo que fue <strong>el</strong> grupo (en<br />

encuesta hecha por Diógenes Céspedes <strong>para</strong> la revista Bloque), dijo<br />

que en La Antorcha “nos limitamos a ser un grupo de amigos que<br />

hacíamos actividades en común: como lecturas de poemas, recitales,<br />

conferencias, etc... y apenas dimos a la luz un sólo número de la<br />

revista “Dest<strong>el</strong>los”.<br />

La Antorcha, al igual que sus predecesores La Máscara, <strong>el</strong> Puño<br />

y la Isla desapareció a finales de 1972, dando paso a la formación<br />

de la agrupación Bloque de Jóvenes Escritores Dominicanos (véase<br />

a Enrique Eusebio, Auditórium No. 37, de 1973) y al movimiento<br />

de transición que marcó la literatura de entonces: La Joven Poesía<br />

Dominicana.<br />

242 243


Casa de la familia Gómez-Rosa ubicada en la calle Aruba No. 107, d<strong>el</strong> Ensanche Ozama, donde <strong>el</strong> grupo La<br />

Antorcha solía realizar sus reuniones de trabajo.<br />

Declaración de los grupos literarios<br />

en <strong>el</strong> cuarto Aniversario de la muerte en combate<br />

d<strong>el</strong> poeta Revolucionario Jacques Viau Renaud<br />

El cumplirse un aniversario más de la muerte en combate d<strong>el</strong><br />

escritor revolucionario JACQUES VIAU RENAUD, ocurrida en la<br />

batalla d<strong>el</strong> 15 de Junio de 1965, cuando las fuerzas d<strong>el</strong> ejército<br />

popular constitucionalista respondieron a la nueva agresión d<strong>el</strong> imperialismo<br />

norteamericano, es <strong>para</strong> nosotros motivo de reflexión<br />

pues nos hace ver que <strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual comprometido con las clases<br />

marginadas en un país donde <strong>el</strong> analfabetismo arropa a la gran mayoría<br />

de la población no debe servir solamente con la obra, sino<br />

estar dispuesto a dar su colaboración en forma militante <strong>para</strong> lograr<br />

la liberación de nuestros pueblos.<br />

Santo Domingo y Haití son producto de la lucha<br />

intercolonialista por la repartición de las tierras d<strong>el</strong> nuevo continente<br />

y la oligarquía ha buscado colocar a nuestros pueblos como<br />

enemigos irreconciliables.<br />

Si vemos la historia con objetividad, ningún pueblo es enemigo<br />

de otro y menos lo serán <strong>el</strong> haitiano y <strong>el</strong> dominicano, no solo por<br />

estar geográficamente unidos sino por compartir la miseria y la explotación<br />

que patrocina hoy <strong>el</strong> imperialismo norteamericano y que<br />

en <strong>el</strong> pasado nos imponían, los colonialistas españoles y franceses.<br />

En consecuencia, RESOLVEMOS:<br />

1) Repudiar enérgicamente la penetración cultural imperialista<br />

d<strong>el</strong> yanqui enemigo de nuestra nacionalidad y, por tanto, de nuestra<br />

cultura;<br />

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Alexis Gómez Rosa, Mateo Morrison, Tony Raful, Enriquillo Sánchez, Wilfredo Lozano y Federico Jovine<br />

Bermúdez, en <strong>el</strong> recital conmemorativo d<strong>el</strong> séptimo aniversario de la Revolución de Abril de 1965.<br />

2) Enriquecer cada día más nuestro contexto cultural progresista,<br />

creando obras con fondo realístico y forma avanzada, reconociendo<br />

que “lo característico d<strong>el</strong> arte es que ofrece, íntimamente<br />

amalgamados <strong>el</strong> documento y la emoción”;<br />

3) Ir formando, sobre la marcha, un frente cultural revolucionario<br />

que pueda coadyuvar al desarrollo de la literatura nacional progresista<br />

y unificar ala promoción de int<strong>el</strong>ectuales avanzados en torno<br />

a metas comunes;<br />

4) Dejar sentadas las bases <strong>para</strong> la c<strong>el</strong>ebración d<strong>el</strong> primer congreso<br />

de escritores progresistas;<br />

5) Fortalecer cada día más la unidad de los pueblos dominicano<br />

y haitiano, combatiendo la falsa imagen que los historiadores han<br />

creado <strong>para</strong> distanciarnos y debilitar nuestra lucha contra <strong>el</strong> colonialismo,<br />

<strong>el</strong> imperialismo y las oligarquías nacionales.<br />

Por una cultura nacional que nos incorpore a las corrientes más<br />

avanzadas de Latinoamérica y <strong>el</strong> mundo!<br />

POR LA LIBERACIÓN DE NUESTROS PUEBLOS!<br />

GRUPO “LA ISLA”<br />

MOVIMIENTO CULTURAL UNIVERSITARIO<br />

GRUPO “LA ANTORCHA”<br />

GRUPO “EL PUÑO”<br />

246 247


Alexis Gómez Rosa, en <strong>el</strong> recital-homenaje a Am<strong>el</strong>ia Ricart Calventi, Liceo Salomé Ureña de Henríquez, 1968.<br />

GRUPO LA MÁSCARA<br />

Dimensiones heroicas<br />

Esta agrupación de artistas fue fundada en septiembre de 1965<br />

y se dedicó principalmente a la animación artístico-cultural. Su directiva<br />

fue presidida por Freddy Ginebra. Otros miembros fueron:<br />

María Rosa Mallorga, secretaria e Ivonne Haché, tesorera. Entre<br />

otros vocales: Lourdes Billini, Rafa<strong>el</strong> Brenes, Piedad Montes de<br />

Oca, Adolfo Piantini, F<strong>el</strong>ipe Gil, Venancia de Pou, Priscila Caro,<br />

Áng<strong>el</strong> Haché, Aquiles Azar García, José Ramón Rot<strong>el</strong>lini, Luis José<br />

Germán y <strong>el</strong> Padre Villaverde.<br />

Entre las actividades realizadas por <strong>el</strong> grupo La Máscara se cuentan:<br />

recitales de poesías, exposiciones-concursos de pintura, obras<br />

de teatro, publicación de libros de poemas, premiaciones a artistas<br />

destacados, cineforums y <strong>el</strong> primer concurso de cuentos dominicanos,<br />

concurso literario que ha mantenido su continuidad en <strong>el</strong> Concurso<br />

de Cuentos de Casa de Teatro.<br />

OBJETIVOS<br />

“Abrir las puertas a todos aqu<strong>el</strong>los que no se atrevían o no podían<br />

expresarse en su medio artístico... Que los integrantes se vayan<br />

educando en todos los aspectos d<strong>el</strong> Arte”. 1<br />

1 Revista Ahora! No. 137. 27 de julio de 1966.<br />

248 249


GRUPO EL PUÑO<br />

Este grupo cultural, formado en 1966 aglutinó a poetas, artistas<br />

plásticos, teatristas y críticos de arte. A decir de Marcio V<strong>el</strong>oz<br />

Maggiolo “fue un grupo de crítica social que trataba de conformar<br />

una literatura nueva, un arte nuevo, una crítica nueva”. 2<br />

Fueron sus integrantes los poetas Migu<strong>el</strong> Alfonseca, Ramón<br />

Francisco, René d<strong>el</strong> Risco, Marcio V<strong>el</strong>oz Maggiolo, Enriquillo<br />

Sánchez, Armando Almánzar, Jeannette Miller, Iván García, Rafa<strong>el</strong><br />

Vásquez, Arnulfo Soto y Antonio Emilio Ornes. Asimismo, los pintores<br />

José Ramírez Conde y Norberto Santana.<br />

El Puño se reunía <strong>para</strong> discutir sobre teoría literaria. Organizaron<br />

algunos recitales en barrios de Santo Domingo y pueblos d<strong>el</strong><br />

país. Publicaron un sólo número de la revista “El Puño”.<br />

GRUPO LA ANTORCHA<br />

Este grupo formado por jóvenes poetas dominicanos surge en<br />

1967 en la zona oriental de la ciudad. Se inició como agrupación<br />

cultural dedicada a la lectura de poemas y temas de teatro en diferentes<br />

clubes culturales y barrios d<strong>el</strong> ensanche Ozama. Publicaron<br />

un único número de la revista Dest<strong>el</strong>los. Estuvo integrado por los<br />

poetas Alexis Gómez Rosa, Enrique Eusebio, Mateo Morrison, Soledad<br />

Alvarez, Fernando Vargas y Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía.<br />

Redactaron una declaración expresando su sentir en <strong>el</strong> editorial<br />

de Dest<strong>el</strong>los.<br />

DECLARACIÓN<br />

Nosotros, conscientes de nuestra función social –como hombres<br />

y como pueblo–, continuaremos esa labor histórica. Es necesario<br />

2. Cultura d<strong>el</strong> Siglo. 21 de noviembre de 1998.<br />

construir una nueva literatura (que ya se está construyendo), capaz<br />

de alcanzar resonancia universal.<br />

Estamos conscientes de estas necesidades imperantes, y por<br />

eso, pretendemos producir una literatura seria y popular.<br />

No dependemos de ningún partido político, entidad u organización;<br />

ni contamos con asesoramiento o padrinazgo, somos<br />

–única y exclusivamente– La Antorcha. Al constituirnos en grupo<br />

literario, respondemos a una necesidad social. Deseamos promover<br />

la cultura en la parte oriental de la ciudad y <strong>el</strong>evar la voz<br />

con nuestro arte.<br />

GRUPO FRIORDANO<br />

Se forma en 1967 con jóvenes pintores de la ciudad de Santiago,<br />

estudiantes de la Universidad Católica Madre y Maestra. Presentan<br />

su primera exposición colectiva al año siguiente en ese recinto<br />

universitario. La preocupación de los miembros d<strong>el</strong> grupo fue<br />

la búsqueda de nuevas técnicas artísticas a través de la experimentación.<br />

Para <strong>el</strong>lo se dedicaron a la investigación de diferentes expresiones<br />

plásticas. También c<strong>el</strong>ebraron exposiciones en otras ciudades<br />

d<strong>el</strong> país promoviendo a jóvenes artistas y reconociendo a<br />

maestros consagrados de la plástica nacional. <strong>Una</strong> iniciativa destacada<br />

de Friordano fue la organización de tres ediciones d<strong>el</strong> Concurso<br />

de Dibujo y Pintura. Sus integrantes fueron: Nonora Fondeur,<br />

Danilo de los Santos, Dani<strong>el</strong> Henríquez, Friné Torres, Orlando<br />

Menicucci y Roberto Ceballos.<br />

Friordano fue un grupo muy prolífico; presentó trece exposiciones<br />

en un lapso de tres años en varias ciudades y pueblos d<strong>el</strong> país,<br />

visitando la ciudad capital en varias ocasiones. Sin embargo, en las<br />

exposiciones que c<strong>el</strong>ebró Friordano hasta 1971 no estuvieron siempre<br />

presente todos sus integrantes.<br />

250 251


El Conde visto desde <strong>el</strong> interior d<strong>el</strong> Bar Restaurant Panamericano: peña literaria que aglutinó<br />

a poetas y escritores antes y después de la guerra de 1965.<br />

DECLARACIÓN<br />

“En las siglas (de Friordano) se reúnen los nombres de todos los<br />

que componemos la agrupación. Para formarlo se tomaron las dos<br />

primeras letras. Como había: Dánic<strong>el</strong> y Dani<strong>el</strong> se escogió un solo<br />

“DA”, y como los dos nombres comenzaban con dos letras iguales<br />

pero no en <strong>el</strong> mismo orden, se optó por uno. Es <strong>el</strong> caso de Orlando<br />

y Roberto. Nos quedamos con “OR”, quizás por razones de eufonía.<br />

Con <strong>el</strong> nombre de Frinette no hubo alteración. Con Nonora<br />

tampoco: un monosílabo tan usado “NO”, encaja bien en cualquier<br />

parte. En resumidas cuentas, <strong>el</strong> nombre de Friordano junta los nombres<br />

de sus componentes: Frinette, Orlando y Roberto, Dánic<strong>el</strong> y<br />

Dani<strong>el</strong>, y Nonora....,La primera y fundamental tarea era “pintar y la<br />

aspiración de pintar mejor cada vez”, <strong>para</strong> que se pudiera “ver en<br />

las obras la expresión profunda de nuestros sentimientos y <strong>el</strong> ansia<br />

de alcanzar ese bien que se reserva <strong>el</strong> espíritu: la b<strong>el</strong>leza... No solamente<br />

creemos que <strong>el</strong> artista debe realizar una labor de proyección,<br />

sino que <strong>el</strong> artista se debe a su comunidad, y a su sociedad. Por eso<br />

nuestro empeño no es sólo exponer como grupo, sino patrocinar la<br />

presentación de otros artistas <strong>para</strong> difundir <strong>el</strong> arte dominicano, un<br />

arte que no todos lo niv<strong>el</strong>es sociales conocen... Somos pintores.<br />

Creemos que hay una pintura universal y creemos en <strong>el</strong>la... La pintura<br />

dominicana, por otra parte, es pintura desconocida. Es cierto<br />

que hay un Colson universal, un Yoryi localista y anecdótico, un<br />

Hernández Ortega, un Suro y un Giudic<strong>el</strong>li.<br />

252 253


Lo social en la poesía dominicana<br />

a partir de los años 60<br />

Tony Raful<br />

Carl Jung, <strong>el</strong> famoso psicoanalista, c<strong>el</strong>oso de la r<strong>el</strong>ación establecida<br />

por Sigmond Freud, padre d<strong>el</strong> sicoanálisis, con <strong>el</strong> gran poeta<br />

Rayne María Rilke, en <strong>el</strong> momento en que se producía <strong>el</strong> rompimiento<br />

definitivo con Freud, a causa de diferencias profundas en<br />

torno a los límites de lo sexual como base instintiva y absoluta de la<br />

conducta humana, reprochó con <strong>el</strong>egancia aqu<strong>el</strong>la insólita aproximación<br />

d<strong>el</strong> poeta y <strong>el</strong> científico judío, diciendo que “<strong>el</strong> Poeta Rilke<br />

y yo, procedemos d<strong>el</strong> mismo lugar, escarbamos en <strong>el</strong> inconsciente<br />

colectivo”.<br />

El inconsciente colectivo, que fue <strong>el</strong> imaginario con <strong>el</strong> cual Jung<br />

trabajó aportando la idea de un patrón cultural humano que es memoria<br />

colectiva de todas las ideas y acciones, gravitando sobre la<br />

conciencia de los hombres como componentes básicos de su pensamiento,<br />

ha sido conocido en términos de la tradición r<strong>el</strong>igiosa esotérica<br />

oriental, de cuya v<strong>el</strong>a cultural asoma una riqueza infinita,<br />

como <strong>el</strong> “archivo askáshico”, pues nada se borra ni se anula, todo<br />

es hacendosa herramienta donde procuramos <strong>el</strong> instrumento preciso<br />

la idea genial o burda de una empresa social o individual.<br />

CONSIDERACIONES HISTÓRICAS LITERARIAS<br />

Desde ese portal ideológico majestuoso, Walt Whitman<br />

desindividualiza al poeta, asume más que la voz de sí mismo, la voz<br />

de la nación, de la humanidad. Tal y como dice Ricardo Molina “<strong>el</strong><br />

yo whitmínico es una abstracción, un mero ficticio que pretende<br />

254 255


asumir a toda América”, allí donde las gentes, las masas, las ciudades<br />

que florecen se constituyen en los ejes conceptuales de una<br />

poesía multitudinaria.<br />

Pero qué son los tiempos literarios sino reflejos de los tiempos<br />

históricos, no reproducción mecánica de sus procesos productivos,<br />

pero indudables instancias de búsqueda y ruptura, recreación y huida,<br />

subversión de una modalidad de lo real. El poeta romántico<br />

opera bajo la impronta de los cambios sociales más profundos, porque<br />

<strong>el</strong> momento histórico está vinculado a la Revolución francesa y<br />

las guerras napoleónicas, la gran revolución industrial d<strong>el</strong> siglo XVIII<br />

y primer tercio d<strong>el</strong> XIX, la aparición d<strong>el</strong> capitalismo contemporáneo,<br />

<strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong> liberalismo.<br />

Un autor, Aranguren, señala que la evasiva posición en <strong>el</strong> sentido<br />

de una reacción primaria ante las revoluciones políticas e industriales,<br />

de signo racionalista, reacción de repulsa origina <strong>el</strong> refugio<br />

en un tercer reino, ni realista ni r<strong>el</strong>igioso, en <strong>el</strong> reino d<strong>el</strong> ensueño, <strong>el</strong><br />

de la vida interior, <strong>el</strong> mundo ideal (Sh<strong>el</strong>ley o Becquer). Otro refugio<br />

es <strong>el</strong> pasado idealizado medieval u oriental o la. antigüedad,<br />

Holderlin, Baladas de Goethe y Schiller, la Aspasia de Leopardi o<br />

los bíblicos, los poemas antiguos de Alfred de Vigny o de Lamartine.<br />

Frente a esos cambios sociales que rasgan la vestidura d<strong>el</strong> inundo<br />

viejo y anuncian las nuevas auroras d<strong>el</strong> pre capitalismo, España<br />

se pone de moda con sus héroes medievales, su tradición musulmana,<br />

sus leyendas, su Romancero, convertidos en cate categorías estéticas,<br />

todo <strong>el</strong>lo la convierte en tierra de evasión. Su mundo cultural<br />

no late al ritmo de los cambios que amanecen a fines d<strong>el</strong> siglo 18<br />

y durante <strong>el</strong> siglo 19.<br />

Espronceda y Víctor Hugo se convierten en poetas románticos<br />

liberales, con sus reservas sobre la mediocridad de los procesos<br />

incipientes de la industria. Víctor Hugo llega a convertirse en<br />

la conciencia sonora de su tiempo, <strong>el</strong> más popular y admirado escritor<br />

de su tiempo, ante todo por <strong>el</strong> tono político social cada día<br />

más poderoso, la defensa de los humildes y su entrega a los movimientos<br />

políticos de vanguardia. Virtuoso e inspirado. Víctor Hugo<br />

lucha contra tiranías de los Reyes y de los Emperadores y pone su<br />

musa al servicio de la Revolución. Ya en 1834 la segunda generación<br />

romántica ha adoptado una oposición revolucionaria y liberal.<br />

Es la actitud de Byron, Espronceda, Lamartine. El poeta toma parte<br />

activa en la política, conspira, lucha en las barricadas.<br />

¿Qué sucede en la segunda mitad y, finales de siglo 19 con la<br />

actitud de los poetas malditos franceses? La reb<strong>el</strong>ión contra la sociedades<br />

y las convenciones burguesas conduce a la bohemia y a la<br />

autodestrucción. Esos son los casos de Baud<strong>el</strong>aire. De Verlaine, de<br />

Rimbaud. El poeta es un ser maldito porque no se adaptá a la sociedad<br />

ni a los moldes ideológicos de su tiempo. Son reacciones contra<br />

<strong>el</strong> mundo y las convenciones de la burguesía las que serán la base<br />

d<strong>el</strong> movimiento simbolista francés. Mallarmé lleva hasta su absoluto<br />

la poética d<strong>el</strong> símbolo, consagrado con <strong>el</strong> “rigor y ascetismo de<br />

un científico a sus experimentos poéticos de gabinete”. Verlaine se<br />

convierte en un depravado social y un guiñapo humano. Rimbaud<br />

reniega de la poesía y ofrece la declaración aqu<strong>el</strong>la de que la poesía<br />

es una mierda, donde resume toda su convicción autodestructiva.<br />

MALLARMÉ Y GÓNGORA:<br />

DOS FORMAS DE HACER LITERATURA<br />

Las diferencias entre un Mallarmé y un Góngora, por ejemplo.<br />

Para ilustrar, pueden definirse en las anotaciones de Dámaso Alonzo<br />

cuando dice: “Góngora es un poeta que trabaja siempre sobre los<br />

datos de una representación d<strong>el</strong> mundo ya establecida de antemano...<br />

Para Góngora <strong>el</strong> mundo de las representaciones estéticas es un<br />

complejo formado, preexistente, tradicional. Para Mallarmé es un<br />

mundo inexistente que se está formando y deshaciendo en todo<br />

momento de la intuición poética. En Góngora <strong>el</strong> universo poético<br />

se funda en la tradición grecorromana, en Mallarmé, epígono d<strong>el</strong><br />

romanticismo, es pura creación d<strong>el</strong> espíritu. Se trata, como dice<br />

Molina, “de la auto-contemplación narcisista y <strong>el</strong> fervor por una<br />

b<strong>el</strong>leza hecha de <strong>palabra</strong>s que desvían la poesía hacia <strong>el</strong> esteticismo”.<br />

256 257


LAS VANGUARDIAS Y EL BARRO SOCIAL DE LA LITERATURA<br />

Es <strong>el</strong> mundo de lo social marcando la impronta de los procesos<br />

creadores de la literatura. Lo social como condición expresiva y<br />

global. El lenguaje no es posible sino como producto social. El<br />

lenguaje no llega sino por la necesidad social. El lenguaje que recrea<br />

<strong>el</strong> espíritu, está tiznado de la brega cotidiana d<strong>el</strong> pan y <strong>el</strong> trabajo.<br />

El lenguaje no aparece como un don gratuito sino como un momento<br />

evolutivo de la especie humana.<br />

La ética hedonista de los Modernistas, por ejemplo, su tendencia<br />

al dilettantismo, su amor a la musicalidad, a la metáfora pura, a<br />

la <strong>el</strong>egancia descuidada y aristocrática, su cisne, “símbolo de los<br />

infortunados de este mundo que suspiran por bienes perdidos”, esos<br />

reos de la nostalgia, <strong>el</strong> Pavón, <strong>el</strong> Lis, <strong>el</strong> Fauno, la Princesa, <strong>el</strong> Centauro,<br />

Bizancio, etc., recuerdan a los simbolistas franceses. Vienen<br />

de allí, ataviados de remembranzas y ofrendas semifeudales y rémoras<br />

sociales. Son coágulos culturales d<strong>el</strong> tiempo perdido.<br />

Poggioli ha llamado artistas camaleónicos, a los creadores envu<strong>el</strong>tos<br />

en este siglo en la incesante búsqueda de repuestas provisionales<br />

de las vanguardias literarias. Docenas de movimientos literarios<br />

consignados por Guillermo de Torre en Historia de las<br />

literaturas de vanguardia, tales como dadaístas, cubistas,<br />

superrealistas, imaginistas, ultraístas, realistas, existencialistas,<br />

futuristas, letristas, concretistas, objetivistas. etcétera, atestiguan<br />

este torb<strong>el</strong>lino y esta confusión.<br />

Estos movimientos artísticos, literatura, música y pintura, provocan<br />

comunidad de ideales en una necesidad social determinada<br />

por la inconformidad y la reb<strong>el</strong>ión. Camaleónicos en sentido proteico,<br />

enfrentan la perpetuidad de transformación d<strong>el</strong> lenguaje asociado<br />

al hombre so pena de ir tan v<strong>el</strong>oces que puedan convertirse en<br />

autores sin lectores previstos. Como ser de excepción, <strong>el</strong> poeta es<br />

un ser esencialmente individualista, que debe encontrar en la sociedad<br />

capitalista su marco operativo dáctil, sin embargo lo permean<br />

las corrientes de la historia, lo traicionan las voces de la existencia<br />

colectiva, nacimiento, muerte, guerra, caza, las cavernas cuaternarias,<br />

la conquista colectiva d<strong>el</strong> fuego, la construcción de la rueda, la<br />

invención de la ganadería, <strong>el</strong> descubrimiento de la agricultura, la<br />

plástica de los murales cavernosos, la imagen y la magia, las canciones<br />

a la victoria colectiva, los rituales proféticos, los festejos a las<br />

estr<strong>el</strong>las d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, todo <strong>el</strong> valor de la solidaridad humana sin la cual<br />

no somos ni seremos.<br />

EL POSTUMISMO Y LA POESÍA SORPRENDIDA<br />

Durante este siglo <strong>el</strong> Postumismo en la historia de la literatura<br />

dominicana es una recurrencia al panteísmo y un intento de identidad<br />

social y literaria en <strong>el</strong> escenario desintegrador de una ocupación<br />

militar extranjera. Los aprestos literarios nativos de asunción<br />

de las vanguardias europeas encontraron en los llamados poetas<br />

“sorprendidos”, a sus traductores y seguidores. El surrealismo vinculado<br />

al freudismo, es una reacción de la vaciedad entre dos guerras,<br />

enriquecedora de múltiples posibilidades d<strong>el</strong> lenguaje, constituye<br />

un alucinógeno literario por exc<strong>el</strong>encia. Su único gran poeta<br />

Andre Breton visitó nuestro país invitado por los “sorprendidos”<br />

que vivían avergonzados de los “postumistas” a quienes veían como<br />

provincianos.<br />

Pero independientemente d<strong>el</strong> valor de grandes poetas dominicanos<br />

pertenecientes a la “poesía sorprendida” puede decirse que<br />

esta poesía se convirtió en literatura evasiva d<strong>el</strong> entorno social y<br />

político dominicano. Cantó a castillos y a cabras españolas, discurseó<br />

con áng<strong>el</strong>es que parecían salidos de los textos de Rilke o de Hoderlin,<br />

buscó <strong>el</strong> lenguaje preciosista y se d<strong>el</strong>eitó en la musicalidad de su sus<br />

versos frente al espejo narcisista de sus terturlias capitaleñas y a la<br />

prodigalidad de los espacios literarios d<strong>el</strong> único periódico dominicano,<br />

oficialista o trujillista.<br />

Todo este purismo literario apolítico no les impidió aparecer en<br />

uno de los grandes homenajes poéticos al tirano, titulado “los poetas<br />

cantan a Trujillo”. Uno de los grandes conflictos de esta poesía<br />

258 259


El Conde esq. 19 de Marzo, 1967. De izquierda a derecha Arnulfo Soto, Armando Almánzar, Iván García,<br />

Rafa<strong>el</strong> Vásquez, Ramírez Conde (Condecito), Migu<strong>el</strong> Alfonseca, René d<strong>el</strong> Risco Bermúdez, Norberto<br />

Santana (pintor), Rubén Echavarría, Dionisio Pichardo (pintor).<br />

fue asomarse al clima de libertades creadoras y literarias de la<br />

posdictadura, pues algunos de <strong>el</strong>los <strong>para</strong> justificarse hablaron de un<br />

lenguaje encubierto, cifrado, que era crítico contra la tiranía. Ni los<br />

carc<strong>el</strong>eros ni los censores entendieron, y así sobrevivieron. Sería<br />

injusto si no menciono la persecución a que se vio sometido <strong>el</strong> poeta<br />

chileno Alberto Baeza Flores, cónsul chileno en <strong>el</strong> país en 1943,<br />

quien fue <strong>el</strong> orientador de la Poesía Sorprendida, y quien tuvo que<br />

salir precipitadamente d<strong>el</strong> país, pues se le acusaba de conspirar contra<br />

<strong>el</strong> régimen. Rindo también homenaje de gratitud y reconocimiento<br />

al poeta Mariano Lebrón Saviñón, quien siendo un exquisito<br />

aeda representativo de aqu<strong>el</strong>la época, no incursionó en<br />

enfrentamientos ideológicos ni se ha prestado a denostar ningún<br />

tipo de poesía social, contribuyendo en la actualidad a la difusión<br />

popular de conceptos culturales y poéticos.<br />

LA GRAN POESÍA SOCIAL DOMINICANA<br />

La gran poesía social dominicana de este siglo la producen Manu<strong>el</strong><br />

d<strong>el</strong> Cabral, Pedro Mir, Octavio Guzmán Carretero y Héctor<br />

Incháustegui. Este cuarteto de escritores reivindica en plena tiranía<br />

<strong>el</strong> espacio de lo social como un ejercicio creador admirable. Dos de<br />

<strong>el</strong>los tienen que tomar <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> exilio, uno muere tempranamente<br />

y <strong>el</strong> otro se adocena en la administración trujillista, no sin<br />

confesar, muchos años después, que él, lo que había sido siempre<br />

es un revolucionario con miedo. Sin embargo cuando le corresponde<br />

escribir en libertad, publica los únicos textos poéticos contrarios<br />

a la gesta revolucionaria de abril de 1965, que son reflexiones críticas<br />

contra la acción popular.<br />

Si la temática de lo social implica algún compromiso real, éste<br />

se expresa nítidamente en <strong>el</strong> marco de una dictadura tiránica. Un<br />

escritor no puede producir, no puede ser libre dentro de una sociedad<br />

de espías e injusticias tangibles.<br />

Los poetas llamados de la generación d<strong>el</strong> 48, casi todos se<br />

caracterizan por asumir compromisos opositores frente a la tira-<br />

260 261


nía y se ven envu<strong>el</strong>tos en conflictos y penalidades. Se trata de<br />

una poesía diversa pero caracterizada por <strong>el</strong> uso retórico, ampuloso<br />

de la <strong>palabra</strong> y por grandes inquietudes sociales. Víctor<br />

Villegas, Rafa<strong>el</strong> Valera Benítez, Ab<strong>el</strong>ardo Vicioso, Máximo Avilés<br />

Blonda, Ab<strong>el</strong> Fernández Mejía y Juan Carlos Jiménez (éste desaparecido<br />

por la tiranía trujillista en 1960), entre otros cultivaron<br />

vetas poéticas de gran angustia individual y social. Otro poeta,<br />

Diógenes Paulino Isálguez, es desaparecido por la dictadura<br />

trujillista en 1949, luego de hacer alusiones críticas a la dictadura,<br />

en una cafetería citadina.<br />

Con la muerte d<strong>el</strong> tirano Rafa<strong>el</strong> Trujillo y <strong>el</strong> inicio de la democracia<br />

política en nuestro país, comienza un desbordamiento cultural<br />

importante. Levantada la censura se produjo un renacimiento de<br />

actividades literarias al calor de los influjos libertarios de la época.<br />

LA LIBERTAD Y LA POESÍA<br />

Lecturas de Neruda que habían sido prohibidas empezaron a<br />

promoverse conjuntamente con otros autores, recitales y tertulias<br />

florecieron por doquier. En ese momento histórico se produce <strong>el</strong><br />

primer recital poético de masas en nuestro país. Es Pedro Mir que<br />

regresa d<strong>el</strong> exilio en <strong>el</strong> año de 1962. La Federación de Estudiantes<br />

Dominicanos organiza dicho recital en <strong>el</strong> Centro Social Obrero en<br />

la barriada de trabajadores de Villa Francisca, casi colindando con<br />

la montaña sacra, donde <strong>el</strong> poeta Domingo Moreno Jimenes, se había<br />

investido como sumo pontífice d<strong>el</strong> movimiento postumista en<br />

<strong>el</strong> año de 1921.<br />

Sin tropas norteamericanas recorriendo a Villa Francisca, pero<br />

rodeado de miles de jóvenes ansiosos por escucharlo, Pedro Mir<br />

leyó Hay un país en <strong>el</strong> mundo, y seis momentos de esperanza. Se iniciaba<br />

así la permanencia d<strong>el</strong> poema dominicano de mayor difusión popular,<br />

escrito en 1949, en <strong>el</strong> exilio en Cuba, nacía en Santo Domingo,<br />

frente al calor y <strong>el</strong> entusiasmo democrático Y marcaba su destino<br />

como <strong>el</strong> más grande poeta social dominicano, anunciado por Juan<br />

Bosch, con dotes visionarias al principio de su carrera literaria.<br />

“Muertos sin sepulturas” pieza teatral escrita por Jean Paul Sartre,<br />

recordando la experiencia nazi de ocupación de su Patria, fue presentada<br />

en <strong>el</strong> exclusivo hasta entonces Palacio de B<strong>el</strong>las Artes, bajo<br />

la dirección d<strong>el</strong> cuadro de actores y artistas d<strong>el</strong> Movimiento 14 de<br />

junio, <strong>para</strong> recordar los desaparecidos durante la tiranía trujillista.<br />

Llenos completos durante varios días, convirtieron a B<strong>el</strong>las Artes,<br />

en un recinto bautizado por la democracia de participación popular.<br />

Como dato curioso uno de los jóvenes actores que participó en la<br />

representación de esta obra, lo era Narciso González Medina, mejor<br />

conocido como Narcisazo, quien sería desaparecido por organismos<br />

de seguridad d<strong>el</strong> Estado dominicano, 24 años después, quedando<br />

él mismo, como un muerto sin sepultura.<br />

Al calor de los acontecimientos sociales y políticos se funda <strong>el</strong><br />

grupo cultural artístico “Arte y Liberación”, bajo la dirección d<strong>el</strong><br />

reconocido pintor Silvano Lora, agrupando a poetas jóvenes, actores,<br />

pintores, dramaturgos, escultores, declamadores, etcétera. Este<br />

grupo inicia numerosas actividades teniendo como foco de trabajo<br />

<strong>el</strong> patio d<strong>el</strong> antiguo Ayuntamiento de la capital, en plena calle El<br />

Conde esquina Arzobispo Meriño, donde se ofrecían manifestaciones<br />

culturales abiertas al público, pero organiza también encuentros<br />

en los barrios populares con la consigna de llevar <strong>el</strong> arte al<br />

pueblo y nutrirse d<strong>el</strong> pueblo. Era <strong>el</strong> año de 1963.<br />

Todo giraba alrededor de lo social en literatura. Luis Alfredo<br />

Torres, poeta reconocido de la llamada generación d<strong>el</strong> 48, educado<br />

en los Estados Unidos y apolítico, publica “31 racimos de sangre”,<br />

un texto poético de indudable valor literario y social, de referencia<br />

a la tiranía trujillista. Lupo Hernández Rueda de la misma<br />

generación literaria escribe textos de salutación heroica a los mártires<br />

y héroes d<strong>el</strong> 14 de junio de 1959, Rafa<strong>el</strong> Valera Benítez, la<br />

primera figura de la generación d<strong>el</strong> 48, publica sus poemas y los<br />

dedica a los niños mártires de la calle Espaillat, que en octubre de<br />

262 263


1961 se enfrentaron con palos y piedras a la policía trujillista.<br />

Todavía con la presencia en <strong>el</strong> país d<strong>el</strong> hijo mayor de Trujillo y sus<br />

familiares, bajo un estado de censura, un joven atrevido logra burlar<br />

a los censores d<strong>el</strong> diario oficialista El Caribe, en su página literaria<br />

y publica un poema cuyo acróstico cifrado decía que Trujillo<br />

era un asesino y un ladrón.<br />

Arte y Liberación canaliza las diversas inquietudes literarias d<strong>el</strong><br />

momento y les da un tono progresista en lo social y en lo político.<br />

Empieza a discutirse en los círculos literarios y culturales la tesis<br />

d<strong>el</strong> “int<strong>el</strong>ectual comprometido”, <strong>el</strong>aborada por Sartre en la post<br />

guerra. <strong>Una</strong> poeta perteneciente a la “poesía sorprendida” (1943),<br />

Aida Cartagena Portalatín, olvida los devaneos surrealistas de los<br />

años 40, y asume la poesía social dominicana y organiza tertulias de<br />

jóvenes poetas y escritores, perseguidos por la dictadura, promueve<br />

ediciones llamadas brigadas dominicanas (1961) y publica dos textos<br />

sociales innovadores, La tierra escrita (1966) y Escalera <strong>para</strong> Electra<br />

(1969), esta última queda como finalista en un concurso internacional<br />

europeo. Máximo Avilés Blonda publica en 1962, Centro d<strong>el</strong><br />

Mundo y posteriormente en 1970, Cantos a H<strong>el</strong>ena, de profundo contenido<br />

social y político.<br />

En lo político cultural se incrementa una línea de Estado en esa<br />

dirección durante los siete meses de Gobierno d<strong>el</strong> profesor Juan Bosch,<br />

nos visita <strong>el</strong> Maestro Pablo Casals, son nombrados en la Radio T<strong>el</strong>evisión<br />

Estatal, poetas y escritores jóvenes, son becados en programas<br />

especiales en <strong>el</strong> exterior numerosos artistas, se va definiendo un pensamiento<br />

democrático int<strong>el</strong>ectual que recibe su punto culminante en<br />

la premiación de la obra biográfica d<strong>el</strong> General Gregorio Luperón,<br />

d<strong>el</strong> doctor Hugo Tolentino Dipp, con motivo de las c<strong>el</strong>ebraciones d<strong>el</strong><br />

Centenario de la Gesta de la Restauración de la República. Marcio<br />

V<strong>el</strong>oz Maggiolo obtiene un Premio Internacional de nov<strong>el</strong>a, se privilegia<br />

la creación y se respeta <strong>el</strong> talento, siendo nombrado <strong>el</strong> Embajador<br />

más joven de la República con apenas 26 años.<br />

INTERVENCIÓN MILITAR NORTEAMERICANA, POESÍA Y ARTE EN<br />

MEDIO DE LA TRAGEDIA Y LA ESPERANZA<br />

Los acontecimientos sociales y políticos se precipitan, la democracia<br />

es violentada Y como consecuencia histórica se produce <strong>el</strong><br />

movimiento de guerra patriótica de 1965, se crea en la zona<br />

constitucionalista, cercado por tropas interventoras norteamericanas,<br />

un resurgimiento d<strong>el</strong> arte y de la poesía. De nuevo, <strong>el</strong> pintor<br />

Silvano Lora, conforma un grupo llamado Frente Artístico y<br />

Cultural, que integra a los artistas y poetas identificados con la<br />

gesta de abril.<br />

Bajo <strong>el</strong> tronar de los fusiles, <strong>el</strong> Frente Cultural y Artístico,<br />

ofrece recitales continuos en los diferentes comandos armados.<br />

Se producen exposiciones de pintura, donde Ramón Oviedo, Cándido<br />

Bidó, Silvano Lora, José Cestero, Iván Tovar, José Ramírez<br />

Conde (Condecito), Norberto Santana y los escultores Mario Cruz<br />

y Antonio Toribio entre otros, ponen sus pinc<strong>el</strong>es al servicio de<br />

la Patria. Los poetas jóvenes Migu<strong>el</strong> Alfonseca, René d<strong>el</strong> Risco<br />

Bermúdez, Jacques Viau Renaud (haitiano que murió combatiendo)<br />

Antonio Lockward Artiles, Juan José Ayuso, Rubén<br />

Echavarría, Jeannette Miller, Iván García, Armando Almánzar,<br />

Pedro Caro, Ramón Francisco, Salvador Pérez Martínez (<strong>el</strong> Pera)<br />

y otros escriben sus textos, declaman y se comprometen social y<br />

políticamente.<br />

El 14 de junio de 1965, se publica en la zona constitucionalista,<br />

<strong>el</strong> opúsculo poético titulado Arribo de la Luz, d<strong>el</strong> poeta Migu<strong>el</strong><br />

Alfonseca, en homenaje a los mártires de 1959. De una b<strong>el</strong>leza<br />

lírica y de una presencia social indudable, este texto se lee en las<br />

calles y en los mítines armados.<br />

El Frente Cultural fija en un documento ideológico su puntos<br />

de vistas sobre <strong>el</strong> arte y la cultura y señala que todo arte debe<br />

servir al pueblo y comprometerse con sus luchas y padecimientos<br />

y publica póstumamente los poemas de Jacques Viau, Permanencia<br />

d<strong>el</strong> llanto, así como un folleto contentivo de poemas escritos sobre<br />

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Aeropuerto Internacional de Las Américas. Poetas participantes en <strong>el</strong> Primer Foro Internacional de la Joven<br />

Poesía. De izquierda a derecha: Mateo Morrison, Francisco Rodríguez de León, Néstor Barreto, Víctor Fragoso,<br />

Jaime Escobar, Áng<strong>el</strong> Luis Méndez, Saúl Sosnowsky, Oscar Hahn y Alexis Gómez Rosa.<br />

la guerra de abril donde figuran poetas como Pedro Mir, Ab<strong>el</strong>ardo<br />

Vicioso, René d<strong>el</strong> Risco, Migu<strong>el</strong> Alfonseca, Pedro Caro, Juan José<br />

Ayuso, Rafa<strong>el</strong> Astacio Hernández y otros.<br />

LA POST GUERRA<br />

DEBATE DE LA FUNCIÓN DE LA POESÍA<br />

En <strong>el</strong> período inmediato de post guerra, Migu<strong>el</strong> Alfonseca publica<br />

La guerra y los cantos (1966). René d<strong>el</strong> Risco Bermúdez publica<br />

en 1967, El viento frío, que es un texto que recoge las frustraciones<br />

creadas por <strong>el</strong> retorno de la contrarrevolución al Poder y la pérdida<br />

de los ideales de abril de 1965. Se trata de una visión de la pequeña<br />

burguesía urbana de la época, que pretende reconstruir la vida a<br />

partir de su desesperanza. Pedro Caro publica El nuevo canto (1968)<br />

y Asombro de la muerte (1969), y asume una poesía más militante y<br />

comprometida socia políticamente.<br />

En los primeros meses de 1966 se funda <strong>el</strong> grupo cultural La<br />

máscara, con jóvenes provenientes de sectores acomodados de la<br />

época con grandes inquietudes culturales aunque de posiciones conservadoras.<br />

Su primer concurso público de cuentos, abierto <strong>el</strong> día<br />

primero de agosto de 1966, fue ganado por Migu<strong>el</strong> Alfonseca, René<br />

d<strong>el</strong> Risco, Ab<strong>el</strong> Fernández Mejía, Armando Almánzar, Rubén<br />

Echavarría, Enriquillo Sánchez, quienes con la excepción de<br />

Fernández Mejía, constituirían <strong>el</strong> núcleo central d<strong>el</strong> grupo EI Puño,<br />

formado por estos jóvenes <strong>para</strong> reafirmar su compromiso social<br />

ideológico con los cambios sociales y con una literatura comprometida<br />

todos los cuentos premiados por un Jurado integrado por Juan<br />

Bosch, Máximo Avilés Blonda y Héctor Incháustegui, tenían una<br />

clara connotación de compromiso social.<br />

El principal teórico d<strong>el</strong> grupo La Máscara, lo era <strong>el</strong> poeta Héctor<br />

Díaz Polanco, quien en <strong>el</strong> prólogo de presentación de los cuentos<br />

premiados, expone sus diferencias con quienes plantean <strong>el</strong> arte <strong>para</strong><br />

las masas, cuando dice: “una cosa es cierta: los mismos que pregonan<br />

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con énfasis que <strong>el</strong> arte no debe ser algo extraño a la masa se están<br />

alejando de <strong>el</strong>la –mientras marchan cada vez con más fuerza hacia<br />

la int<strong>el</strong>ectualización, hacia un arte artístico <strong>para</strong> artistas. No se puede<br />

plantear sin embargo una dicotomía inflexible e inexcusable: seguir<br />

fi<strong>el</strong> al arte o dirigirse hacia las masas. Lo importante es conjugar<br />

estas dos funciones. Y <strong>para</strong> <strong>el</strong>lo es necesario crear un lenguaje<br />

efectivo y preciso...”<br />

REAGRUPAMIENTOS LITERARIOS<br />

Surge un nuevo grupo literario cultural llamado La Isla, como<br />

un desprendimiento d<strong>el</strong> grupo El Puño, dirigido por Antonio<br />

Lockward e integrado por Andrés L. Mateo, Jorge Lara, Norberto<br />

James, Fernando Sánchez Martínez, Pedro Caro, Wilfredo Lozano<br />

y se agrega posteriormente Jimmy Sierra. Este grupo radicaliza<br />

sus puntos de vistas sobre <strong>el</strong> arte y plantea una literatura que<br />

obedezca a lo que <strong>el</strong>los llaman “realismo crítico”. En virtual<br />

adhesión ideológica marxista, este grupo publica en 1966, los<br />

Poemas de sangre, de Jorge Lara y posteriormente Sobre la Marcha,<br />

de Norberto James, así como poemas en ediciones independientes<br />

de Andrés L. Mateo llamados Portal de un mundo. Todos bajo<br />

<strong>el</strong> influjo de una literatura de hondo contenido social. Años después<br />

Wilfredo Lozano publica un texto poético La esperanza y <strong>el</strong><br />

yunque (1972) en <strong>el</strong> mismo orden de lo social. Dos obras publicadas<br />

por Lockward, Hot<strong>el</strong> Cosmos (cuentos), en 1966 acusada por<br />

algunos sectores de tener tendencia existencialista y Espíritu intranquilo<br />

(nov<strong>el</strong>a), tenían también la gravitación d<strong>el</strong> influjo social<br />

de la época. De ese tiempo son sus poemas al Ferrocarril<br />

Central y posteriormente Yo canto al tanque de lastre d<strong>el</strong> Regina<br />

Express y Se me muere Rebeca, textos sociales de solidaridad con<br />

los trabajadores y emigrantes ilegales asfixiados como polizontes<br />

en buques de transporte de carga. En ese orden Apolinar<br />

Núñez publica sus Poemas decididamente fuñones en 1967, estando<br />

vinculado al a<strong>para</strong>to administrativo y docente de la Universidad<br />

Católica de Santiago, poemas irónicos de una carga social incisiva<br />

contra <strong>el</strong> sistema vigente.<br />

En la presentación d<strong>el</strong> libro El viento frío de René d<strong>el</strong> Risco, <strong>el</strong><br />

poeta Migu<strong>el</strong> Alfonseca citó textualmente algunos párrafos d<strong>el</strong> discurso<br />

pronunciado por Mario Vargas Llosa al recibir <strong>el</strong> premio Rómulo<br />

Gallego, donde hablaba de literatura comprometida y ejercitada como<br />

respuesta social de fuego e inconformidad contra <strong>el</strong> sistema establecido.<br />

En ese discurso Vargas Llosa, en luna de mi<strong>el</strong> con la revolución<br />

cubana (1966) ofreció como donación a Casa de las Américas<br />

<strong>el</strong> monto económico de su premio. Era tanto <strong>el</strong> influjo de lo<br />

social en la literatura dominicana y mundial dentro d<strong>el</strong> contexto d<strong>el</strong><br />

llamado boom literario, que Marcio V<strong>el</strong>oz Maggiolo, queda en primer<br />

lugar en <strong>el</strong> Concurso Seix Barral de España, con su nov<strong>el</strong>a “De<br />

abril en ad<strong>el</strong>ante”, homenaje a la guerra patria dominicana, empatado<br />

con <strong>el</strong> Obsceno pájaro de la noche, d<strong>el</strong> chileno José Donoso, sin<br />

embargo la obra d<strong>el</strong> dominicano por motivos inexplicables permaneció<br />

anónima mientras la de Donoso recorrió <strong>el</strong> mundo. De la época<br />

inmediata a la guerra es también la nov<strong>el</strong>a experimental de V<strong>el</strong>oz<br />

Maggiolo, Los áng<strong>el</strong>es de hueso, en homenaje a los guerrilleros<br />

constitucionalistas de 1963.<br />

Ramón Francisco, perteneciente al grupo El Puño, dirigido por<br />

Alfonseca, escribe en la guerra de abril sus Odas a Walt Whitman,<br />

produjeron una conmoción estética y social, que fue extrañamente<br />

sustraída de todo tipo de publicidad por <strong>el</strong> propio Ramón Francisco,<br />

que parece estar dejándolas como las buenas cosechas de vino<br />

<strong>para</strong> otras auroras o <strong>para</strong> otros tiempos.<br />

PRÁCTICA ESCRITURAL Y PRAXIS SOCIAL<br />

Los poetas más jóvenes surgidos en <strong>el</strong> grupo La Antorcha<br />

(1967), Mateo Morrison (Aniversario d<strong>el</strong> dolor, 1973), Enrique Eusebio<br />

(Consignas y subversiones), Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía (La luz abre un paréntesis),<br />

Alexis Gómez Rosa (Oficio de post-muerte, 1973), Soledad Álvarez,<br />

cuyo poema Si nacieras llamándote Luis Pérez la identificó en aqu<strong>el</strong><br />

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periodo por <strong>el</strong> alto contenido social y de denuncia envu<strong>el</strong>tos en la<br />

b<strong>el</strong>leza literaria d<strong>el</strong> texto, José Molinaza (Último universo, 1972),<br />

van a tener en esa época como maestros inmediatos a los poetas e<br />

int<strong>el</strong>ectuales jóvenes d<strong>el</strong> Puño y de la Isla.<br />

Se inicia un largo recorrido de publicaciones y trabajos <strong>para</strong> este<br />

grupo que años después (1970-71) se convierte en Joven Poesía y<br />

desarrolla intensas actividades culturales y literarias durante casi<br />

toda la década de los años 70. A la virtual desaparición de los y<br />

grupos La Isla y <strong>el</strong> Puño, Andrés Mateo, W1lffredo Lozano Norberto<br />

James se integran conjuntamente con <strong>el</strong> núcleo central de La Antorcha,<br />

a lo que se llamaría Joven poesía dominicana. A esta Joven<br />

Poesía se agregan participando en recitales y actividades conjuntas,<br />

dos miembros d<strong>el</strong> grupo El Puño, René d<strong>el</strong> Risco, a quien la muerte<br />

se<strong>para</strong> bruscamente en diciembre de 1972 y Enriquillo Sánchez.<br />

Otros poetas surgen integrándose a la Joven Poesía, entre <strong>el</strong>los Luis<br />

Manu<strong>el</strong> Ledesma (1971) (de efímera pero intensa vida literaria),<br />

Domingo de los Santos (Raíces de la horas, 1971), Radhamés Reyes<br />

Vásquez, catapultado por René d<strong>el</strong> Risco, Cándido Gerón, independiente,<br />

Asombro de los tiempos, 1973), Migu<strong>el</strong> Aníbal Perdomo,<br />

Federico Jovine Bermúdez (Hu<strong>el</strong>las de la ira, 1973), un poeta de la<br />

generación d<strong>el</strong> 48, Ab<strong>el</strong> Fernández Mejía, con altos compromisos<br />

sociales y quien escribe Tony Raful.<br />

A mediados de los años 70 surgen poetas de singular importancia,<br />

uno de <strong>el</strong>los Cayo Claudio Espinal, escribe un texto básico llamado<br />

Banquetes de aflicción, cuyo principal poema está dedicado al<br />

General José Contreras, un héroe ciego de nuestras luchas<br />

independentistas d<strong>el</strong> siglo pasado. Este poema es un exponente de<br />

poesía social de alto valor conceptual. Cabe destacar también a<br />

José Enrique García, quien junto a Cayo Claudio Espinal, gana los<br />

premios de poesía de un concurso auspiciado por una firma licorera,<br />

cuyos jurados eran exponentes rigurosos de la calidad artística.<br />

De todo este reagrupamiento poético operado a finales de 1969,<br />

responde una gran cantidad de obras publicadas en ese interregno<br />

hasta los años 80. Ninguna de esas obras reasume <strong>el</strong> tema de la<br />

guerra de abril, sino como menciones aisladas o textos de alto valor<br />

poético. Ninguno habla de fusiles ni de llanto, salvo los textos publicados<br />

a raíz de la guerra. Ninguno es estridente ni sonoro en la<br />

ampulosidad verbal de adjetivos patrióticos y sociales. Un poeta<br />

como Mateo Morrison convertido en poeta social de una ternura<br />

insospechada, aborda <strong>el</strong> problema social con la destreza d<strong>el</strong> oficio<br />

literario que le permite vivir la militancia política sin ahogar textos<br />

básicos de amor.<br />

EL PLURALISMO DEL POETA MANUEL RUEDA (1975)<br />

Lo social en la poesía dominicana es una referencia permanente<br />

de océanos, expresivos de riqueza testimonial. A la aportación<br />

novedosa d<strong>el</strong> poeta Manu<strong>el</strong> Rueda con <strong>el</strong> Pluralismo en 1975 se le<br />

sumó <strong>el</strong> carácter exclusivo y limitativo que curiosamente ofrecía <strong>el</strong><br />

Pluralismo dominicano, <strong>para</strong> quien había terminado la etapa de la<br />

literatura o de los versos lineales en la escritura. Ese decreto<br />

pluralista le restó posibilidades expansivas a la integración d<strong>el</strong> bloque<br />

musical y sus múltiples lecturas. Dada, Apollinaire, Huidobro,<br />

Paz, Tablada, los concretistas brasileños y norteamericanos, nos<br />

precedían con muchos años luz. Pero en <strong>el</strong> fondo de la discusión se<br />

reiniciaba una vieja batalla contra la poesía de contenido social que<br />

Rueda traía en sus alforjas int<strong>el</strong>ectuales, dolido por su exclusión d<strong>el</strong><br />

movimiento social de los años 60.<br />

Aprovechando <strong>el</strong> colapso y cansancio de los 70, <strong>el</strong> deterioro de<br />

la utopía y las frustraciones continuas de los cambios sociales, Rueda<br />

es <strong>el</strong> único de los poetas Sorprendidos, que fueron duramente<br />

fustigados por lo poetas de los 60, en especial por Alfonseca, en<br />

un congreso literario c<strong>el</strong>ebrado en <strong>el</strong> año 1967 en la Universidad<br />

Católica Madre y Maestra, que toma la iniciativa de la revancha,<br />

tantos años después. Ridiculiza <strong>el</strong> tema social en la literatura habla de<br />

“temas manidos” como si toda la tradición literaria oriental y toda la<br />

literatura grecorromana no estuviese cimentada sobre lo social–mitológico.<br />

Arremete contra Pedro Mir y lo califica de epígono de Lorca<br />

270 271


Bajar al Conde, sin cita previa y en cualquier momento, era la mejor oportunidad <strong>para</strong> encontrar <strong>el</strong> oído amable que<br />

escuchara <strong>el</strong> poema que definiera <strong>el</strong> instante.<br />

mientras logra alzarse como un nuevo Príncipe literario dominicano,<br />

hacia donde gira una buena parte d<strong>el</strong> mundillo literario dominicano.<br />

Todo esto, luego de una labor de acercamiento a la Joven<br />

Poesía en la cual llegó a leer poemas de claro contenido social y<br />

político.<br />

El propio Rueda había escrito los Cantos de la frontera, de hondo<br />

contenido social, después de la muerte de Trujillo. Uno de los<br />

poetas sorprendidos más importantes Freddy Gatón Arce escribió<br />

Además son y Magino Quezada, dos piezas literarias de altísimo contenido<br />

social de denuncia, y consideradas por algunos como sus<br />

mejores obras, precisamente después de la caída de la tiranía la<br />

primera y después de la Revolución de abril, la segunda. Franklin<br />

Mieses Burgos, escribió dos poemas sociales en los años finales<br />

de su existencia, uno de <strong>el</strong>los en homenaje al héroe revolucionario<br />

guerrillero Coron<strong>el</strong> Francisco Caamaño y otro a los niños pobres<br />

dominicanos, bajo la influencia y convivencia diaria con los poetas<br />

sociales y <strong>el</strong> tiempo histórico. Alexis Gómez Rosa y Luis Manu<strong>el</strong><br />

Ledesma son dos poetas que habían cultivado <strong>el</strong> tema social<br />

incluso la fama de Ledesma en ese tiempo le viene por su trabajo<br />

premiado Facturas y otros pap<strong>el</strong>es, que es una mordaz e ingeniosa<br />

crítica social a la burocracia capitalista, mientras <strong>el</strong> primero, Gómez<br />

Rosa acucioso y buscador de nuevas formas literarias, le había<br />

cantado al General Juan Sánchez Ramírez y otros héroes pre nacionales,<br />

tras una posible poesía patriótica.<br />

Estamos hablando d<strong>el</strong> tiempo de Mario Benedetti, poeta que<br />

sobrevive y sobrevivirá, d<strong>el</strong> tiempo de Ernesto Cardenal, sin cuyos<br />

textos no se puede escribir <strong>el</strong> nombre de Nicaragua, d<strong>el</strong> tiempo<br />

Pablo Neruda, <strong>el</strong> más grande poeta americano de todos los tiempo<br />

d<strong>el</strong> tiempo de Nicanor Parra, <strong>el</strong> antipoeta social por naturaleza,<br />

cuya gracia literaria consistió en ver <strong>el</strong> mundo al revés y coquetear<br />

con <strong>el</strong> socialismo, de Roberto Fernández Retamar y de Heberto<br />

Padilla, este último que hizo de lo social su entorno de disensión,<br />

sin <strong>el</strong> cual no parece dar señales de vida literaria en los términos<br />

significativos, de su dolorosa experiencia.<br />

272 273


Lo social recibe un espaldarazo cuando en <strong>el</strong> mismo año de 1975<br />

se organiza en <strong>el</strong> país <strong>el</strong> Foro de la Joven Poesía Latinoamericana,<br />

donde acuden poetas de toda América y concluyen ratificando<br />

compromisos sociales d<strong>el</strong> arte. Todo esto mueve a la curiosidad al<br />

saber que <strong>el</strong> organizador de ese evento lo fue <strong>el</strong> poeta Alexis Gómez<br />

Rosa, <strong>el</strong> más fiero de los impugnadores d<strong>el</strong> tema social en la literatura<br />

dominicana dentro de las nuevas generaciones.<br />

Concomitantemente lo social se sigue reproduciendo en esta<br />

segunda mitad de la década de los 70. Se crea <strong>el</strong> grupo Jacques<br />

Viau, integrado por los poetas Julio Cuevas, Aquiles Julian, Juan<br />

Byron, Federico Sánchez, Raúl Bartolomé entre otros, con talento<br />

y espontaneidad creadora, marcados por la signatura social<br />

tanto en <strong>el</strong> género de la poesía como en <strong>el</strong> de narrativa.<br />

Parientes de la joven Poesía aunque diferenciados por razones<br />

generacionales, <strong>el</strong> Jacque Viau combina sus labores literarias con<br />

compromisos sociales importantes. Este grupo se fusiona en <strong>el</strong><br />

año de 1979 con <strong>el</strong> taller literario Cesar Vallejo creado Mateo<br />

Morrison, donde aparece un poeta que sería fundamental, José<br />

Mármol, así como Mayra Alemán, Dionisio de Jesús, Plinio Chahin,<br />

Ylonca Nacidit Perdomo, entre otros, en la Universidad Autónoma<br />

de Santo Domingo. A la vez se fusiona también con <strong>el</strong> César<br />

Vallejo, la sección de literatura d<strong>el</strong> Movimiento Cultural Universitario,<br />

donde se encuentran Tomás Castro, poeta destacado, Rafa<strong>el</strong><br />

García Romero, Migu<strong>el</strong> A. Jiménez, Tomás Modesto, Franklin<br />

Gutiérrez, etcétera.<br />

Los tres grupos ahora fusionados bajo la dirección de Mateo<br />

Morrison, a finales de los años 70, reivindica en lo ideológico y en<br />

lo social la teoría d<strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual comprometido en lo literario los<br />

textos sociales lo cual no excluye <strong>el</strong> abordaje de temas diversos, y<br />

en lo orgánico compromisos partidarios de izquierda.<br />

Un grupo de poetas mujeres surge en esos años, entre las que<br />

cabe destacar por su incursión en temas sociales y por <strong>el</strong> especial<br />

talento y destreza en <strong>el</strong> manejo de la lengua, Áng<strong>el</strong>a Hernández,<br />

Carmen Imbert Brugal, Carmen Sánchez y Chiqui Vicioso (con una<br />

labor de trabajo social en la comunidad dominicana en New York y<br />

textos con gran sensibilidad y demanda social).<br />

CAMBIOS SOCIALES E IDEOLÓGICOS.<br />

LA EXPULSIÓN DE LO SOCIAL EN LA POESÍA DOMINICANA<br />

El triunfo d<strong>el</strong> PRD en 1978, la interrupción d<strong>el</strong> autoritarismo<br />

despótico, la pérdida de la aureola d<strong>el</strong> martirologio de la izquierda<br />

dominicana, <strong>el</strong> decaimiento a niv<strong>el</strong> mundial d<strong>el</strong> bloque socialista<br />

que se expresaría lustros después con la caída d<strong>el</strong> Muro de Berlín, la<br />

descomposición de la Unión Soviética, <strong>el</strong> auge d<strong>el</strong> individualismo y<br />

d<strong>el</strong> neoliberalismo, en grados de consumo y competencia de mercado,<br />

como nunca se habían expresado en la sociedad dominicana, así<br />

como la pérdida de la inocencia ideológica y la presión social de<br />

ascenso de jóvenes humildes, de lo que <strong>el</strong> profesor Juan Bosch llamó<br />

la baja y mediana pequeña burguesía provinciana y citadina,<br />

<strong>para</strong> quienes habían desaparecido <strong>el</strong> estímulo de las luchas sociales,<br />

condujo a un renacimiento en las letras dominicanas de todo lo<br />

evasivo, primando <strong>el</strong> individualismo, las miserias ideológicas, la<br />

angustia existencial, <strong>el</strong> freuidismo, toda la basura d<strong>el</strong> subconsciente<br />

que <strong>el</strong> surrealismo <strong>el</strong>evó a categoría de arte.<br />

Por supuesto que no hablamos en términos absolutos ni<br />

satanizamos <strong>el</strong> oficio literario en los niv<strong>el</strong>es de creación y riqueza<br />

lingüística, de aportes y de <strong>el</strong>ección de nuevos campos temáticos o<br />

la propia lucha d<strong>el</strong> lenguaje o una poética metafísica.<br />

Presenciamos un decaimiento en la difusión a niv<strong>el</strong> global de la<br />

poesía. Ella, la poesía, no se vende en <strong>el</strong> mercado. No pasa la prueba de<br />

la sociedad consumista. Los libreros y editores nos dicen que la poesía<br />

no vende. Pasaron los tiempos dorados de ediciones millonarias de<br />

Neruda, o ediciones Bruguera de La marcha triunfal, de Darío. Era <strong>el</strong><br />

tiempo de los grandes poetas americanos, Neruda, Vallejo, Huidobro<br />

Guillén, Paz, cuando era posible hablar ante públicos multitudinarios<br />

y ser ungido en la voz que navega en <strong>el</strong> viento tempetuoso de las<br />

grandes masas, reproduciendo los versos de los vates ilustres.<br />

274 275


A diferencia de los años 50 ó 60, ya no se busca la poesía<br />

como un “arma cargada de futuro” como la describió <strong>el</strong> poeta<br />

español Gabri<strong>el</strong> C<strong>el</strong>aya. Allen Ginsberg, <strong>el</strong> poeta de Aullido fue de<br />

los últimos en leer ante las grandes multitudes. Pero su eco renacía<br />

en los escenarios de París, Praga, La Habana o en <strong>el</strong> Centro<br />

Social Obrero en Santo Domingo. Si Paul Elward pudo escribir la<br />

<strong>palabra</strong> libertad en los pupitres y en los cuadernos, los jóvenes<br />

parisinos de mayo de 1968 cosieron la poesía en los murales de la<br />

Sorbona con la luz de sus corazones, en la última primavera de la<br />

utopía. Era la poesía en Dominicana bajo los flancos de la esperanza<br />

humana. Era de nuevo Pedro Mir leyendo su poema Huracán<br />

Neruda y una <strong>el</strong>egía desesperada en 1974 ante las últimas muchedumbres<br />

que frente al mar caribe custodiaron la llama de la poesía<br />

inextinguible. No es casual que los más grandes poetas dominicanos<br />

de este siglo lo sean Pedro Mir y Manu<strong>el</strong> d<strong>el</strong> Cabral. Y ambos<br />

cultivaron diversos tipos de poesía, inclusive buena poesía amorosa<br />

y tierna.<br />

LA POESÍA ES FINALMENTE ASUNTO DE MASAS<br />

Eran ecos de un dolor y una esperanza colectiva. Es verdad que<br />

la poesía no es asunto de mayorías. Pero debe serlo. Porque nació de<br />

las grandes citas populares, porque viene d<strong>el</strong> coro y de la asamblea.<br />

Porque viene de los juglares. Porque viene d<strong>el</strong> grafitti cavernoso donde<br />

la masa es testimonio. Porque viene d<strong>el</strong> chamán que administra la<br />

magia de todos. Porque proviene de la memoria colectiva, d<strong>el</strong> inconsciente<br />

colectivo, de la cultura y d<strong>el</strong> espíritu. como pudo decirle Jung a<br />

Rilke, desmitificando <strong>el</strong> ser especial y divino en su torre <strong>el</strong>itista. Porque<br />

está allí como creación social y popular. Porque nadie es una isla<br />

solitaria como dijo John Donne. Porque como lo pidió Lautremont,<br />

un día la poesía será hecha por todos y firmada por nadie.<br />

Porque como bien escribió León F<strong>el</strong>ipe, <strong>el</strong> más angustiado<br />

de los poetas d<strong>el</strong> exilio: “Poeta, ni de tu corazón/ ni de tu pensamiento/<br />

ni d<strong>el</strong> horno divino de Vulcano/ han salido tus alas/<br />

/Entre todos los hombres las labraron/ y entre todos los<br />

hombres/ en los huesos de tus costillas las hincaron/ La mano<br />

más humilde/ te ha clavado/ un ensueño/ una pluma de amor /<br />

en <strong>el</strong> costado”.<br />

[Revista Vetas. Año IV. No. 35. Noviembre de 1997.]<br />

276 277


Enrique Eusebio junto al escritor Aquiles Julián, en Casa de Teatro, Santo<br />

Domingo, 1985.<br />

Encuesta<br />

El deceso de los grupos literarios<br />

Diógenes Céspedes<br />

Un grupo literario surge momento determinado de la historia,<br />

en un tiempo presente, <strong>para</strong> oponerse al pasado y <strong>para</strong> labrar en <strong>el</strong><br />

futuro una teoría y un práctica de la escritura acordes. Eso seria lo<br />

deseable.<br />

Todo grupo literario tiene tres etapas, más o menos correspondientes<br />

a los ciclos biológicos; consistentes en <strong>el</strong> nacimiento desarrollo<br />

y expansión. Generalmente estos tres ciclos duran unas tres<br />

décadas y a su vez son sustituidos por otros.<br />

Pienso a menudo en los grupos o movimientos literarios porque<br />

en estos devienen, es decir que <strong>el</strong> grupo, primitivamente inicia<br />

la labor de socavamiento d<strong>el</strong> pensamiento tradicional existente,<br />

luego se amplía, sus bases desbordan lo nacional y se ramifican<br />

al extranjero.<br />

Así, si examinamos los movimientos literarios de tiempos pasados<br />

nos damos cuenta, <strong>para</strong> no ir más lejos partamos d<strong>el</strong> romanticismo<br />

hasta <strong>el</strong> realismo, simbolismo, parnasianismo, naturalismo,<br />

surrealismo, existencialismo, nueva nov<strong>el</strong>a, que <strong>el</strong>los respondieron<br />

a ese ciclo. Otro tanto se puede decir, por que se inició en América,<br />

d<strong>el</strong> modernismo. Es decir que luego de la muerte de Darío, por<br />

mucho, tiempo mucha gente siguió siendo modernista y muchos<br />

escritores quedaron petrificados en esa etapa.<br />

Ahora, <strong>el</strong> aspecto más significativo de esos grupos o movimiento<br />

en cuanto a la duración vital se debió siempre a una cohesión en<br />

la unidad de propósitos, pues si bien las diferencias eran generalmente<br />

de tipo personal entre sus miembros, <strong>el</strong>las nunca pusieron en<br />

278 279


p<strong>el</strong>igro la ideología burguesa dominante, a la cual estaban atados<br />

los escritores.<br />

Y con todo lo que se diga, <strong>el</strong>los trataron de poner en práctica<br />

las teorías literarias que sustentaban sus movimientos tradicionales.<br />

Nos referimos desde luego a un tipo de escritura considerado<br />

como gratuito, destinado al entretenimiento, a la diversión; en fin,<br />

una literatura que no contestaba la sociedad existente, lanzando<br />

sobre <strong>el</strong>la los golpes de una doble sub-versión formal y de contenido<br />

(la literatura como filosofía que razona <strong>el</strong> proceso de fabricación<br />

de una obra).<br />

Con esas ideas en la cabeza, nos parece razonable pensar que si<br />

eso se produce a escala literarios mucho más poderosos que los<br />

grupos que hemos conocido en nuestro medio cultural, no hay que<br />

ver con extrañeza que La Máscara, La Antorcha, El puño, La Isla y<br />

otros por surgir hayan desaparecido o desaparezcan en <strong>el</strong> futuro.<br />

El pecado mayor de los escritores dominicanos, al contrario de<br />

los pintores, es que nunca han podido responder, ni en su escritura<br />

ni en privado, qué técnica o teoría literaria ponen en práctica en su<br />

producción escriptural.<br />

Cualquier pintor dominicano puede responder fácilmente a esa<br />

pregunta contestando que su pintura es naturalista, abstracta,<br />

cubista, surrealista, neofigurativa, etc., y le creemos ciertamente a<br />

quien nos diga eso, pues sabemos que este tipo de artista conoce a<br />

cabalidad en qué técnica se basa su arte.<br />

Pero desgraciadamente con los escritores no pasa lo mismo y<br />

los futuros historiadores literarios tendrán gran dificultad <strong>para</strong> clasificar<br />

a qué tendencia o escu<strong>el</strong>a pertenecieron las obras literarias<br />

que hoy se publican en nuestro medio.<br />

De la carencia de una técnica o teoría .de la literaturas llevada<br />

a la práctica es que se deriva <strong>el</strong> hecho de que haya tanta gente que<br />

escriba en este país, pues como no hay conciencia de lo que es la<br />

escritura todo <strong>el</strong> mundo se siente en la obligación de ser oficiante.<br />

Pero es de esta falsa concepción, ya que se estima en nuestro medio<br />

que escribir responde a emanaciones subjetivas, que se desprenden<br />

en esos “círculos diletantes” la idea de que la literatura sirve <strong>para</strong><br />

divertir o que simplemente <strong>el</strong> escritor hace oficio <strong>para</strong> desahogarse.<br />

Muchos pretenden inclusive que la literatura, es decir las letras<br />

negras insertadas en <strong>el</strong> espacio blanco, sirve hasta <strong>para</strong> tirar<br />

tiros y tumbar gobiernos. Esa opinión necia, muy corriente entre<br />

nosotros se debe a que muchos no saben a qué niv<strong>el</strong>es debe producirse<br />

la subversión de la escritura como objeto de transformación<br />

social.<br />

Eso ha llevado a más de un escritor a forjarse un lenguaje revolucionario<br />

o a veces rupofílico en la creencia de que con esta inconformidad<br />

esta transformando la realidad social; y sin embargo no<br />

sabe que su forma de escribir corresponde a los cánones d<strong>el</strong> realismo<br />

balzaciano, o peor aun a moldes dictados por un janovismo<br />

“demodé”.<br />

Sólo con un justo conocimiento de una forma en ruptura con la<br />

tradición y un conocimiento a fondo d<strong>el</strong> empleo de los recursos de<br />

la lengua, es decir una exploración consciente de todos los recursos<br />

d<strong>el</strong> código de la lengua., se puede asestar un golpe de muerte a la<br />

ideología dominante, pues una revolución a ese niv<strong>el</strong> trae como<br />

consecuencia una revolución a niv<strong>el</strong> de la conciencia.<br />

El verdadero conocimiento de la escritura y su práctica a<br />

niv<strong>el</strong> más consciente no podrá nunca provenir de concepciones<br />

que estén en franca oposición al materialismo dialéctico, pues,<br />

toda la concepción que se tiene sobre la escritura en nuestro<br />

medio obedece a cánones metafísicos y teológicos en muchos<br />

casos. A veces esto es inconscientes y muchos escritores que se<br />

dicen marxistas responden a esos esquemas, no por su entusiasmo<br />

o su adhesión a un partido político sino porque su práctica<br />

escriptural los d<strong>el</strong>ata.<br />

No hemos tenido en nuestra historia literaria escritor alguno<br />

que haya practicado lo más conscientemente la escritura al doble<br />

niv<strong>el</strong> de subversión que reclamamos. Todo lo que hemos tenido ha<br />

sido r<strong>el</strong>atos de aventuras y patrones calcados.<br />

Así las cosas, todo grupo literario pasará sin pena ni gloria.<br />

280 281


Soledad Álvarez, Ensanche Ozama, 1974.<br />

UNA ENCUESTA CULTURAL<br />

Por considerarlo de sumo interés <strong>para</strong> la int<strong>el</strong>ectualidad dominicana<br />

hemos querido publicar íntegramente los textos de las respuestas<br />

a una encuesta llevada a cabo por nosotros, en <strong>el</strong> periódico<br />

Última Hora, entre los antiguos dirigentes de los grupos literarios El<br />

Puño, La Antorcha, La Isla, La Máscara y Bloque, este último como<br />

entidad naciente.<br />

La encuesta versó esencialmente sobre las causas de la desaparición<br />

de los grupos literarios, sobre la consideración de si esos grupos<br />

son necesarios, es decir, si se justifican en un momento dado de<br />

la historia.<br />

También otros aspectos de la encuesta fueron la posible solución<br />

al marasmo en que se encuentran sumidos los int<strong>el</strong>ectuales<br />

dominicanos, cada uno dentro de su torre de marfil, como una individualidad<br />

propia, dadores de la <strong>palabra</strong> cuando lo estiman necesario;<br />

así como también se requirió la opinión de los encuestados sobre<br />

si se advertía, hoy por hoy, un cierto renacimiento o renacer de<br />

una entidad, asociación o grupo, que aglutine a todos los escritores<br />

criollos.<br />

Los encuestados fueron Migu<strong>el</strong> Alfonseca, Aquiles Azar, Enrique<br />

Eusebio, Antonio Lockward Artiles y Rafa<strong>el</strong> Julián.<br />

Si bien todos los encuestados, excepto Rafa<strong>el</strong> Julián, pertenecieron,<br />

a grupos desaparecidos, hemos sugerido dar especial atención<br />

a las respuestas de este joven cuentista, por estimar que <strong>el</strong>las<br />

arrojan luces nuevas no solamente sobre <strong>el</strong> problema de la desaparición<br />

de los grupos literarios, sino también sobre <strong>el</strong> futuro de nuestra<br />

literatura.<br />

ENRIQUE EUSEBIO<br />

Preg.- ¿Cuál es la causa de la práctica desaparición de las organizaciones<br />

culturales en Santo Domingo (La Máscara, El Puño, La<br />

Isla, La Antorcha, etc.)?<br />

282 283


Portada d<strong>el</strong> primer poemario de Enrique Eusebio, publicado en 1973.<br />

Resp.- Es indudable que la desaparición de estos grupos está<br />

íntimamente r<strong>el</strong>acionada con su origen. ¿A qué obedeció su constitución<br />

como tales? ¿Qué función realizaban? A mi entender, estos<br />

grupos se formaron básicamente <strong>para</strong> preservarse d<strong>el</strong> aislamiento<br />

cultural, <strong>para</strong> de una u otra forma solucionar la problemática de la<br />

discontinuidad de nuestra literatura. Había un resurgimiento de la<br />

creación y un gran anh<strong>el</strong>o de agrupamiento. Pero si bien se formaron<br />

debido a una necesidad de unión, su función nunca pasó de ser<br />

una “juntura”. No hubo una organización coherente ni una basé<br />

programática que asegurara su permanencia. Eran acantonamientos<br />

ideológicos cerrados, que si bien propiciaron en su época la, definición<br />

de las ideologías en <strong>el</strong> arte; la formación de la conciencia de la<br />

literatura como un oficio; y la imprescindible formación teórica <strong>para</strong><br />

ejercerla, colaboraron al mismo tiempo con la desunión y las actitudes<br />

personalistas. Gérmenes inequívocos de su posterior desintegración.<br />

Tanto es así que ciertos grupos nacieron producto d<strong>el</strong> fraccionamiento.<br />

Para mí hay condiciones <strong>el</strong>ementales de organización que toda<br />

agrupación debe conservar so pena de perecer. La Antorcha,<br />

específicamente nunca definió los aspectos señalados. Nos limitamos<br />

a ser un grupo de amigos que hacían actividades en común:<br />

como lecturas de poemas, recitales, conferencias, etc. Y apenas dimos<br />

a la luz un sólo número de la revista Dest<strong>el</strong>los.<br />

Por otra Parte, quiero señalarlo (a pesar d<strong>el</strong> poco espacio que<br />

toda entrevista concede), la realidad económica que vive nuestro<br />

país, y en la que vivimos nosotros, es aplastante.<br />

1.- No hay tradición en nuestro contexto de estudio ni de publicación<br />

ni de nada.<br />

2.- Nadie vive aquí de la literatura, ni siquiera haciendo periodismo<br />

literario, reseña o trabajos de investigación, y en tanto uno<br />

debe ganarse la vida a duras penas nunca se sobrepasa <strong>el</strong> amateurismo<br />

en <strong>el</strong> arte y ninguna organización puede mantenerse vigente.<br />

Preg.- ¿Son necesarias esas organizaciones? ¿Cuál sería una solución?<br />

¿Hay un renacer de esas organizaciones culturales?<br />

284 285


Resp.- No son sólo necesarias sino imprescindibles, exactamente<br />

por la situación económica y, cultural en que sé vive en nuestro<br />

medio, pero su solución sólo vendrá dada si se construyen sobre<br />

una plataforma organizativa sólida; si muchas gentes abandonan<br />

sus susceptibilidades tontas; si los periódicos se deciden a pagarnos<br />

las colaboraciones, si se controla la difusión de las obras, etc. Pero,<br />

siempre esto debe reposar, como dije, sobre una base organizativa<br />

consistente. Además sus alcances no pueden ser parciales. No se<br />

trata ahora de formar un grupo sino una asociación con carácter<br />

sindical que aglutine a todos los “trabajadores de la cultura” (porque<br />

somos activistas también), que sea crítica y sus proyecciones<br />

sobrepasen <strong>el</strong> ámbito nacional.<br />

AQUILES AZAR<br />

Preg.- ¿Cuál es la causa de la práctica desaparición de las organizaciones<br />

culturales en Santo Domingo? (La Máscara, La Antorcha,<br />

La Isla, El Puño).<br />

Hay una consecuencia lógica que justifica en una serie de causas<br />

<strong>para</strong> que en un sentido práctico ciertas organizaciones culturales<br />

en Santo Domingo hayan desaparecido en principio, podría citar<br />

<strong>el</strong> caso de La Máscara, La Antorcha, La Isla, El Puño, etc.<br />

Específicamente hablaré d<strong>el</strong> caso concreto d<strong>el</strong> por qué la agrupación<br />

cultural la máscara tiene que desaparecer y se ve en la necesidad<br />

de esto. La Máscara, agrupación que nació debido a una necesidad<br />

en <strong>el</strong> año 1965, un grupo de jóvenes se reúne tentativamente<br />

una primera, una segunda y hasta una tercera vez <strong>para</strong> dejar constituida<br />

dicha agrupación. Durante seis años La Máscara trata de mantenerse.<br />

Si tocamos un poco de estos años nos daremos cuenta que<br />

una serie de actos cuyo fin primordial era <strong>el</strong> de la búsqueda y descubrimiento<br />

de nuevos valores en todos los campos de las artes. Este<br />

viene a constituir <strong>el</strong> aspecto principal de La Máscara. Creo que pasados<br />

estos años se logró fundamentalmente <strong>el</strong> principal objetivo<br />

de nuestra agrupación. Esto lo pueden decir las exposiciones de<br />

pintura llevadas a cabo en actividades; las obras de teatro presentadas,<br />

las conferencias de distintos aspectos culturales, los cursillos<br />

de música, los cursillos de literatura y de otras cosas más que nos<br />

permitieron acercarnos a los diversos campos de aspecto cultural y<br />

además tener un contacto más estrecho con las distintas organizaciones<br />

surgidas en esta época.<br />

No podría dejar de citar <strong>el</strong> concurso de cuentos que La Máscara<br />

auspiciara y que le dio una nueva proyección a este campo o a esta<br />

materia ya olvidada anteriormente en nuestro país, como prueba de<br />

esto ahí están los libros que a partir d<strong>el</strong> año 1966 se han publicado<br />

sistemáticamente hasta <strong>el</strong> último de <strong>el</strong>los que ocurre en <strong>el</strong> año 1971<br />

Contestando concretamente la pregunta, yo diría que la desaparición<br />

de la organizaci6n cultural La Máscara fue la falta de <strong>el</strong>ementos<br />

y de personas que quisieran continuar la labor que dicha agrupación<br />

empezó los iniciadores y componentes de La Máscara después<br />

de haber trabajado durante cinco o seis años de manera sistemática.<br />

La agrupación La Máscara deseaba en consecuencia <strong>el</strong> continuismo<br />

fuera en manos jóvenes, con nuevos proyectos, con nuevas ideas,<br />

etc. Desgraciadamente este aspecto final no se logró.<br />

Preg.- ¿Son necesarias esas organizaciones? ¿Cuál sería una solución?<br />

¿Hay un renacer de esas organizaciones culturales?<br />

En cuanto a si son necesarias estas organizaciones de carácter<br />

cultural, yo contestaría con un SI bien grande en <strong>el</strong> sentido de que<br />

<strong>para</strong> mí fue una experiencia vivida durante los años anteriores que<br />

me proyectaron hacia un orden positivo en donde a la vez que ayudaba<br />

pude recibir una gran ayuda <strong>para</strong> mi mismo, en cuanto a la<br />

búsqueda de una solución sería cuestión nada más que de interés de<br />

tiempo, de búsqueda y de un querer hago algo por los demás o por<br />

nosotros mismos que en <strong>el</strong> campo de orden literario específicamente<br />

podría decir que hemos caído en una especie de abismo donde las<br />

cosas se pierden o desaparecen o peor aún son guardadas en una<br />

gaveta, crees que específicamente esto se debe a la falta de comunicación<br />

de nosotros mismos a lo difícil y los peores medios de publicación<br />

que tenemos y que nuestra periódicos sólo dedican<br />

286 287


esporádicamente una vez por semana un corto espacio <strong>para</strong> estas<br />

cosas y por último <strong>para</strong> terminar esta encuesta las preguntas de<br />

como renacer esas agrupaciones culturales creo que ya está contestada<br />

cuando enfoqué <strong>el</strong> aspecto de cual sería una aulución <strong>para</strong> que<br />

dichas organizaciones culturales se reorganicen.<br />

MIGUEL ALFONSECA<br />

Preg.- ¿A qué se debe la desaparición de los grupos literarios?<br />

A varias causas, en las cuales se establece una r<strong>el</strong>ación de modificación<br />

externa e interna: <strong>el</strong> medio y <strong>el</strong> individuo. Esos grupos<br />

nacen en determinados momentos que aglutinan por su significación<br />

social, cultural, política, a personas que responden a la misma<br />

vibración de cambio búsqueda y deseo de tener un sentido “auroral”<br />

en la vida y la literatura de su tiempo. Se identifican por similitudes<br />

de concepciones y actitudes emocionales y mentales ante <strong>el</strong><br />

fenómeno d<strong>el</strong> arte, la literatura y la sociedad, así como su preocupación<br />

d<strong>el</strong> destino d<strong>el</strong> hombre.<br />

Desaparecen por la evolución de las personalidades, ya sea en<br />

sentido regresivo o progresivo, si se toma como punto de partida <strong>el</strong><br />

momento en que se formó. (Esto es subjetivo, pues lo que unos<br />

pueden considerar regresivo a otros les resulta progresivo, etc.) De<br />

aquí se implica que <strong>el</strong> cambio de las circunstancias políticas, sociales<br />

y culturales también son factor determinante pues inciden en la<br />

transformación de las personalidades en un sentido o en otro.<br />

Preg.- ¿Son éstos necesarios?<br />

En muchos casos sí. Crean un entusiasmo que lleva, a intensificar<br />

<strong>el</strong> trabajo literario, artístico y de otros órdenes. Y como producto<br />

de eso hasta dejan, cuando desaparecen, no sólo conceptos y<br />

búsquedas utilizables en <strong>el</strong> panorama de la literatura de su tiempo –<br />

o de todos los tiempos– sino, en muchos casos, una aprovechable<br />

producción artística.<br />

En otros casos pueden ser nefastos: crear dogmatismos que conlleven<br />

la entronización de la mediocridad sustentada por posiciones<br />

conceptuales de orden político, sociológico, psicológico, etc. No<br />

creo que estos trasciendan a la larga.<br />

Preg.- ¿Se advierte, hoy por hoy, un cierto renacer de esos<br />

grupos?<br />

No. Pienso que muchos de los componentes, fundadores, etc.,<br />

de estos grupos terminarán agrupados en una época de la literatura<br />

dominicana.<br />

ANTONIO LOCKWARD<br />

Preg.- ¿A qué se debe la desaparición de los grupos literarios?<br />

Sin lugar a dudas, mucho ha tenido que ver con ese fenómeno <strong>el</strong><br />

hecho de que fueron a agrupamientos de jóvenes inmaduros. Entre<br />

aqu<strong>el</strong>los grupos no hubo profundas diferencias en cuanto a su contenido<br />

social. Sí hubo disparidades en cuanto a la posición política<br />

de los integrantes y algunos enfrentamientos sobre los problemas<br />

d<strong>el</strong> arte y la literatura.<br />

Puedo afirmar que <strong>el</strong> grupo formado con mayor conciencia de<br />

los problemas d<strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual en los países atrasados (me refiero a<br />

los enumerados aquí) fue La Isla.<br />

Sin embargo, La Isla también desapareció debido a que sus jóvenes<br />

integrantes asumieron posteriormente responsabilidades sociales<br />

que los dispersaron: Rutin<strong>el</strong> se encuentra en <strong>el</strong> exilio; Mateo<br />

y Norberto estudian en <strong>el</strong> exterior; Fernando Sánchez se ha dedicado<br />

a la Psiquiatría; yo soy una especie de híbrido mitológico: medio<br />

sindicalista medio funcionario medio escritor<br />

Preg.- ¿Son éstos necesarios?<br />

Los agrupamientos de jóvenes y viejos, int<strong>el</strong>ectuales son realidades<br />

sociales.<br />

No tenemos una asociación de artistas e int<strong>el</strong>ectuales que sea<br />

representativa en <strong>el</strong> país.<br />

Y hasta sería muy conveniente que esos agrupamientos contribuyeran,<br />

como algunos de <strong>el</strong>los lo han hecho, a la formación de<br />

estos jóvenes.<br />

288 289


Preg.- ¿Se advierte, hoy por hoy, un renacer de estos grupos?<br />

El bloque de jóvenes escritores, de reciente aparición, cuenta<br />

con numerosos ex integrantes de La Antorcha, La Isla, Marcha y<br />

con escritores jóvenes independientes.<br />

Está haciendo algo muy importante: está editando un órgano, la<br />

revista BLOQUE.<br />

Quiero hacer constar que no sólo se han dispersado los jóvenes<br />

escritores: desapareció como por arte de magia un exc<strong>el</strong>ente grupo<br />

de pintores jóvenes encabezado por Ada Balcácer.<br />

El problema es social: vivimos en medio de condicione que hacen<br />

de la dedicación al arte y la literatura un sueño de bohemios o<br />

un arranque febril de orates.<br />

RAFAEL JULIÁN<br />

Preg.- ¿Cuáles son las causas de la desaparición de las organizaciones<br />

culturales o literarias como La Máscara, El Puño, La<br />

Antorcha, etc.?<br />

Resp.- La causa fundamental de esta desaparición la ofrece <strong>el</strong><br />

estado de subdesarrollo económico- social en que se encuentra nuestro<br />

país. Ese estado de subdesarrollo implica una ausencia de tradición<br />

institucional y es <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento impeditivo de que crezca con<br />

normalidad en nuestro medio <strong>el</strong> espíritu de corporación. A este<br />

factor deben agregárs<strong>el</strong>e los treinta y dos años de dictadura absolutista<br />

que sufrimos los dominicanos, lapso durante <strong>el</strong> cual toda tentativa<br />

de asociación surgida al calor de la necesidad sentida por<br />

determinado sector social de unirse <strong>para</strong> la defensa de sus intereses,<br />

fue combatida y ahogada en sangre.<br />

También se impone señalar que con <strong>el</strong> ajusticiamiento de<br />

Trujillo, la actividad política toma en nuestro país, como es de<br />

todo sabido, una intensidad inusitada, operándose, como es connatural<br />

a tal fenómeno, la consiguiente parc<strong>el</strong>ación de la opinión<br />

política dominicana Lo que hasta ese momento venía siendo<br />

ejecutado por un “solista” imperturbable, ahora deseaba ser<br />

interpretado por un verdadero coro de voces con pap<strong>el</strong>es más<br />

o menos antagónicos.<br />

Naturalmente, en este proceso cada quien se realizó en <strong>el</strong> sostenimiento<br />

de sus ideas particulares en torno a los problemas generales<br />

de la Nación. Y d<strong>el</strong> alcance de este fenómeno no podía sustraerse<br />

al sector artístico. Todo lo contrario. Si hasta 1965 no<br />

surgieron grupos culturales debidamente organizados y con cierta<br />

base programática fue porque en primer lugar, la actividad políticacon<br />

ribetes patrióticos- era prioritaria y, además, por que las características<br />

que acusó <strong>el</strong> proceso político dominicano a raíz de la muerte<br />

de Trujillo, fueron de total confusión. Pero con la Revolución de<br />

abril de 1965, <strong>el</strong> panorama político y social se despeja bastante. La<br />

Revolución obliga a cada uno a tomar partido sabiéndose ya exactamente<br />

quienes son los amigos y quienes los enemigos d<strong>el</strong> pueblo<br />

dominicano. Los artistas (incluyendo en <strong>el</strong>los de manera principal a<br />

los escritores) que salen de la Revolución, saben con exactitud que<br />

es lo bueno y que es lo malo; quién está d<strong>el</strong> lado de la grandes<br />

masas dominicana, había pasado. Es en este ambiente de compromiso<br />

social y de claridad en los deberes que a cada quien le corresponden<br />

frente a su pueblo, donde surge los primeros grupos culturales<br />

debidamente organizados<br />

Para un estudio com<strong>para</strong>tivo no tiene gran valor determinar la<br />

composición social de cada grupo, y más específicamente <strong>para</strong> <strong>el</strong><br />

problema que nos ocupa, pues dos organizaciones como La Máscara<br />

y El Puño, por ejemplo, compuestas las dos por pequeños burgueses,<br />

acusan sin embargo orientaciones doctrinarias y de práctica<br />

política distintas. Para la cuestión de determinar las posibles causas<br />

de la desaparición de estos grupos lo importante es tener en cuenta<br />

y estudiar la formación política y sociológica de los componentes<br />

de esos grupos. De las dos organizaciones señaladas arriba podríamos<br />

descartar <strong>para</strong> fines de estudio de La Máscara pues desde su<br />

nacimiento estaba a morir por motivos de fondo: de las personas<br />

que las componían algunas hacían arte y literatura de ocasión; las<br />

demás, se sentía formar parte de un club social. En consecuencia,<br />

290 291


no había intereses comunes –en cuanto al quehacer artístico– que<br />

pudieran cohesionar a estas gentes. Es El Puño <strong>el</strong> grupo más digno<br />

de estudio, y <strong>el</strong> único d<strong>el</strong> cual se esperaba mayor permanencia. En<br />

primer lugar, porque se nutrió de personas con iguales antecedentes<br />

político; y en segundo lugar, porque fue <strong>el</strong> producto de un fenómeno<br />

social jamás visto en nuestro país: la Revolución de abril. Sin<br />

embargo, con este grupo cultural vamos a ver que después de expirado<br />

<strong>el</strong> momento patriótico, la individualidad de cada ciudadano<br />

(en este caso de cada artista), con sus flaquezas, necesidades, debilidades<br />

y resabios ideológicos, etc., prima, y es entonces cuando ese<br />

tipo de organización se somete a la más dura prueba. Esta prueba<br />

no la superó por lo que dijimos al inicio de estas reflexiones: por <strong>el</strong><br />

estado de subdesarrollo social y económico de nuestro país, con<br />

todas sus consecuencias superestructurales, y, en segundo término,<br />

porque los integrantes de El Puño eran personas que, aunque con<br />

mucho talento, carecían de formación en las ciencias sociales. La<br />

mayor parte de <strong>el</strong>los, ni siquiera eran profesionales. No conocían<br />

las leyes que rigen <strong>el</strong> proceso social e histórico. Su trayectoria política,<br />

pura y limpia, la habían agotado por intuición y por pasión<br />

juvenil. En los primeros momentos las disidencias en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong><br />

grupo parten aparentemente de las concepciones disímiles que tienen<br />

sus miembros sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que debe cumplir la literatura y <strong>el</strong><br />

arte en general. Pero más tarde se ve que la cuestión era más honda<br />

La cosmovisión de uno y otro de sus integrantes estaba se<strong>para</strong>da<br />

por muros infranqueables. La división era inevitable. El puño desaparece.<br />

De sus miembros, unos se convierten en peones d<strong>el</strong> imperialismo<br />

norteamericano y de la alta burguesía criolla, mediante la<br />

publicidad; otros, los menos, se dedican a la docencia universitaria,<br />

al ejercicio de sus profesiones, y al periodismo.<br />

Los demás grupos que han surgido como la isla, por ejemplo,<br />

que se constituyo como consecuencia de la desintegración de El<br />

Puño y La Antorcha, que ha sido uno de los últimos grupos jóvenes<br />

de características serias, han desaparecido por apatía entre sus<br />

miembros; por las condiciones económicas de estos últimos, que<br />

los obligaba a tener más en mente la búsqueda d<strong>el</strong> pan cotidiano<br />

que <strong>el</strong> mundo de la literatura; por las diferencias de niv<strong>el</strong>es en la<br />

capacidad artística e int<strong>el</strong>ectual de sus componentes; porque algunos<br />

de éstos iniciaron estudios universitarios, tanto aquí como en <strong>el</strong><br />

exterior, y por otras razones que vienen a ser obvias por lo que<br />

hemos dicho en <strong>el</strong> curso de estas reflexiones.<br />

Preg.- ¿Son necesarias estas organizaciones?<br />

Resp.- La existencia de organizaciones de esta naturaleza es más<br />

necesaria en Santo Domingo que en cualquier otro país d<strong>el</strong> mundo.<br />

Frente a la apatía, a la inercia oficial en lo atinente a la actividad<br />

cultural, sólo organizaciones de este tipo podrían –en términos r<strong>el</strong>ativos–<br />

llenar <strong>el</strong> vacío que aqu<strong>el</strong>la omisión d<strong>el</strong> Estado genera.<br />

Preg.- ¿Qué solución se podría dar a este problema?<br />

Resp.- La única solución que veo es la de que nosotros, los que<br />

vivimos en <strong>el</strong> afanar artístico, abandonemos prejuicios tontos intereses<br />

creados, y nos dispongamos unirnos en una sociedad de escritores<br />

y artistas dominicanos operante y dominicanista.<br />

Preg.- ¿Hay un renacer de estas organizaciones?<br />

Resp.- No. Lo que ha habido es un fracaso reciente en la tentativa<br />

de formar una asociación de escritores jóvenes dominicanos.<br />

No obstante los ingentes esfuerzos hechos en tal sentido, <strong>el</strong> resultado<br />

a que se arribó fue al fracaso absoluto.<br />

Por ahora, en materia cultural, podemos contar con los clubes<br />

culturales barriales, que están haciendo muy buena labor. Además,<br />

y esto podría parecer un tanto <strong>para</strong>dójico después d<strong>el</strong> panorama<br />

sombrío que hemos d<strong>el</strong>ineado, los órganos escritos y radiales<br />

de difusión cultural se han multiplicado. En este aspecto<br />

tenemos los suplementos culturales de dos de los diarios vespertinos;<br />

la Gaceta Literaria de la agrupación Auditorium, <strong>el</strong> suplemento<br />

cultural de uno de. los diarios matutinos; las revistas Eme Eme<br />

(de la Universidad Madre y Maestra), El Pequeño Universo de la<br />

Facultad de Humanidades de la UASD, Aula (de la UNPHU), Liberación<br />

y la recientemente puesta en circulación BLOQUE, todas<br />

especializadas en asuntos culturales. En cuanto a lo radial, están<br />

292 293


<strong>el</strong> programa que mantiene <strong>el</strong> Movimiento Cultural Universitario,<br />

La Cultura en Santo Domingo, los programas permanentes de música<br />

culta, que han proliferado y se han encargado de <strong>el</strong>los personas<br />

calificadas, etc.<br />

Pero bajo todo este aparente o real desarrollo de los medios de<br />

difusión cultural, subyace un pernicioso individualismo.<br />

Entrevista a Mateo Morrison acerca de La Antorcha<br />

Diógenes Céspedes<br />

294 295<br />

I<br />

La cultura d<strong>el</strong> Siglo continúa, esta vez con <strong>el</strong> poeta y activista<br />

cultural Mateo Morrison, la labor de documentación cerca los orígenes<br />

históricos de los grupos literarios y artísticos que surgieron<br />

luego de la caída de la dictadura. Con él pasamos revista al grupo<br />

La Antorcha que apareció en 1967.<br />

DC.- Se te considera fundador d<strong>el</strong> grupo cultural La Antorcha,<br />

cuyas actividades se extendían al Ensanche Ozama, Villa Duarte y<br />

Mendoza. Háblanos de los orígenes de la fundación d<strong>el</strong> grupo, si<br />

fuiste o no <strong>el</strong> creador de la idea o por lo menos <strong>el</strong> miembro más<br />

prominente de ese grupo.<br />

¿Cuándo se fundó y en cuáles circunstancias?<br />

MM.- En realidad, La Antorcha formó parte de una ola de<br />

grupos de la época, que existían en <strong>el</strong> país. La gente recuerda El<br />

Puño, La Máscara, La Isla y La Antorcha. Sin embargo, hubo<br />

otros grupos que se formaron en <strong>el</strong> interior, por ejemplo en Santiago<br />

y Puerto Plata, y otros que no tuvieron tanta proyección,<br />

pero que fueron parte d<strong>el</strong> proceso. En la capital hubo otro grupo<br />

que se llamaba El Hombre, d<strong>el</strong> cual surgieron algunos, sobre todo<br />

ligados al teatro.<br />

Pero La Antorcha en sí surge <strong>el</strong> 21 de mayo de 1967, y <strong>para</strong> ser<br />

fi<strong>el</strong> a la verdad histórica, la idea de formar <strong>el</strong> grupo fue de Enrique<br />

Eusebio y Alexis Gómez Rosa. Ellos eran estudiantes d<strong>el</strong> colegio<br />

San Francisco, donde yo impartía clases. Estaban los dos en <strong>el</strong> tercer<br />

año d<strong>el</strong> bachillerato. Luego de haberlos conocido en <strong>el</strong> aula, un<br />

día llegaron a mi casa y me contaron su idea de fundar un grupo.


Podríamos decir que fue una gran coincidencia, porque ya yo<br />

había hablado con Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía <strong>para</strong> formar otro grupo. Coincidimos<br />

en eso y pienso que somos fundadores todos. Pero siempre<br />

recuerdo esa visita a mi casa de Eusebio y Gómez Rosa con la<br />

idea de formar un grupo. Les dije que nosotros estábamos en lo<br />

mismo y visitamos a Rafa<strong>el</strong> Abréu, que fue quien dio <strong>el</strong> nombre.<br />

Nosotros teníamos otras ideas, pero finalmente aceptamos que <strong>el</strong><br />

grupo se llamara La Antorcha, y así se quedó la cosa.<br />

Luego, a través de Enrique, conocimos a Soledad Álvarez. La<br />

Antorcha en sus inicios, más que un grupo literario era un grupo<br />

cultural. En general, se hacían lecturas, se discutían cuestiones de<br />

teatro y se organizaban actividades. Estaba conformado por un grupo<br />

amplio de personas, aunque nosotros cinco fuimos los que continuamos<br />

escribiendo.<br />

En realidad, cuando surgimos hasta en la misma proclama que<br />

aparece en <strong>el</strong> primer y único número de nuestra revista Dest<strong>el</strong>los,<br />

dijimos que surgíamos <strong>para</strong> promover la cultura en la margen d<strong>el</strong> río<br />

Ozama. De verdad que no teníamos muchas pretensiones, solamente<br />

queríamos quedarnos ahí.<br />

Pienso que <strong>el</strong> río lo cruzamos, entre otras cosas, <strong>para</strong> conocer a<br />

poetas como Franklin Mieses Burgos. Digo siempre eso porque<br />

Alexis Gómez Rosa decidió que deberíamos conocer a todos los poetas<br />

existentes y visitarlos en su casa. Entonces empezamos una jornada<br />

de visitas casa por casa y así conocimos a casi todos los poetas<br />

de diversas generaciones. Todos nos acogieron en su casa, pero la<br />

presencia de Franklin Mieses Burgos fue sumamente importante<br />

<strong>para</strong> nosotros, un gran poeta, pero también un gran ser humano.<br />

No escribíamos como él, teníamos muchas veces ideas distintas.<br />

Sin embargo, había una empatía extraordinaria, que tuvo su<br />

mayor niv<strong>el</strong> precisamente cuando Franklin le escribió un poema a<br />

mi hijo N<strong>el</strong>son Alejandro, <strong>el</strong> cual tituló Oda séptima a N<strong>el</strong>son Alejandro<br />

Morrison.<br />

Para mí fue un homenaje, pero también fue una crítica, porque<br />

yo había escrito obras dedicadas a N<strong>el</strong>son Alejandro con una fuerte<br />

Portada de la primera edición de Aniversario d<strong>el</strong> dolor, Colección Bloque, 1973.<br />

296 297


Mateo Morrison, Cruz de Mendoza, 1970.<br />

visión política y Franklin lo que me decía en la Oda séptima a N<strong>el</strong>son<br />

Alejandro era que lo dejara jugar; que no le hablara de tantos fusiles.<br />

En alguna parte decía así: “Niño de la poesía a quien la voz paterna<br />

alerta contra <strong>el</strong> mundo de las desigualdades creadas por <strong>el</strong> hombre”,<br />

y por ahí sigue hablando de las cosas que él entendía que eran<br />

de niños.<br />

La Antorcha era un grupo bastante particular. Nos reuníamos<br />

todos los sábados, y en cada encuentro llevábamos los poemas, los<br />

cuales marcábamos con un s<strong>el</strong>lo que decía “aprobado” o “desaprobado”,<br />

era una cosa bastante formal, si se quiere. Recuerdo que en<br />

una ocasión Alexis Gómez Rosa llevó tantos poemas que se los<br />

rechazamos, y se molestó bastante, porque decíamos “no, no, ése<br />

no” y Alexis llegó un momento en que los publicó en contra de<br />

nuestra decisión. Él era un poeta reb<strong>el</strong>de. Enrique y yo nos molestamos<br />

con él, pues algunos de los poemas que publicó no estaban<br />

aprobados por <strong>el</strong> grupo, que era bastante formal.<br />

También eso generó una crítica muy fuerte, porque nosotros<br />

éramos bastante rígidos unos con otros, con respecto a lo que entendíamos<br />

que era <strong>el</strong> trabajo literario. Luego recuerdo que conocí a<br />

Fernando Vargas. Mucha gente no sabe que perteneció a La Antorcha.<br />

Lo conocí en la biblioteca d<strong>el</strong> ayuntamiento que estaba en la<br />

Padre Billini. Yo estaba leyendo algunos textos de Bosch, él llegó,<br />

se sentó a mi lado y se puso a hablar de Pedro Henríquez Ureña con<br />

alguien. Los dos, como que nos interesábamos en la conversación<br />

acerca de Bosch y Henríquez Ureña. Entonces él me dijo: “Bosch<br />

es un gran cuentista, pero también tenemos…”, y me comenzó a<br />

mencionar a algunos cuentistas.<br />

Entonces, nos pusimos a hablar y lo invité a la próxima sesión<br />

de La Antorcha, la cual llegó primero que nosotros.<br />

La presencia de Fernando, a quien mucha gente no conoce, significó<br />

mucho, porque contribuyó a la rigurosidad y a ver un poco <strong>el</strong><br />

trabajo d<strong>el</strong> grupo de una forma más sistemática. El llevó algunas<br />

inquietudes acerca de la literatura, sobre todo literatura inglesa y<br />

298 299


norteamericana. Pienso que con su presencia contribuyó a un estudio<br />

más sistemático de La Antorcha.<br />

DC.- Estamos hablando d<strong>el</strong> año 1967. A partir de ahí ustedes<br />

comenzaron a c<strong>el</strong>ebrar las reuniones, los trabajos, pero estamos<br />

hablando de un Alexis Gómez Rosa, un Enrique Eusebio y un Fernando<br />

Vargas, que son estudiantes.<br />

MM.- El único bachiller era yo, Soledad era también una estudiante<br />

de la secundaria, estamos hablando de gente joven de 18,<br />

19, 20 y 21 años de edad, <strong>el</strong> mayor de todos era Abréu, que se<br />

incorporó a través de unas actividades culturales que realizamos en<br />

<strong>el</strong> barrio donde vivíamos. Él había recitado algunos poemas en un<br />

club, nos hicimos amigos, y cuando Eusebio y Alexis Gómez Rosa<br />

se me acercaron, yo les dije que Abréu debía participar.<br />

Recuerdo las reuniones d<strong>el</strong> grupo a las cuales Soledad Álvarez<br />

iba descalza, en señal de reb<strong>el</strong>día, claro está. Ella y Enrique tenían<br />

fuerte influencia d<strong>el</strong> credo existencialista, sobre todo de la figura de<br />

Sartre. Incluso llegamos a pre<strong>para</strong>r una obra de teatro en la que<br />

participamos todos, pero con una fuerte presencia de Enrique. Fue<br />

una especie de homenaje a Sartre, esas ideas influyeron mucho.<br />

Naturalmente, luego de mi cercanía a la política de izquierda, al<br />

movimiento 14 de Junio, de alguna forma eso también vino a profundizar<br />

dos vertientes en <strong>el</strong> grupo. Nosotros llegamos a dar unas<br />

declaraciones a la revista Ahora! acerca de la segunda posición de<br />

La Antorcha, lo cual era un poco imitando la segunda posición d<strong>el</strong><br />

MPD o de cualquier grupo, pero agregando esa experiencia política<br />

a la experiencia literaria.<br />

Eso hizo que se vertieran diferentes criterios en <strong>el</strong> grupo. Aunque<br />

nos hemos mantenido unidos por toda la vida, a veces hubo<br />

contradicciones fuertes por la concepción misma de la poesía, de la<br />

literatura experimental y libertaria de Alexis Gómez Rosa. Alexis chocaba<br />

con nosotros y la mejor demostración es que él llegó a ser<br />

pluralista. Es decir, muchos años después Alexis llegó a ser pluralista,<br />

a diferencia de nosotros. Aunque Enrique hacía poesía experimental,<br />

cuestionó <strong>el</strong> pluralismo, y yo que me mantuve un poco ligado a una<br />

tradición de la poesía social de igual manera <strong>el</strong> mismo Abréu, y<br />

Soledad, en cuyo último libro se nota una evolución significativa,<br />

alejada de todas esas consignas. Evidentemente, fue una etapa<br />

difícil en cuanto a nuestra concepción de la literatura, que se puede<br />

criticar porque un cierto simplismo nos hizo confundir <strong>el</strong> poema<br />

a con la denuncia. Yo recuerdo que de alguna forma tú contribuiste<br />

a superar eso cuando regresaste en 1972 al país. Eso es algo<br />

que yo reconozco en un trabajo que estoy haciendo. Cuando tú<br />

decías, con bastante vehemencia, que la <strong>palabra</strong> pólvora no mataba,<br />

que por más pólvora que un poema contuviera no iba a matar<br />

a la gente, recuerdo que eso generó muchos debates y mucha reflexión.<br />

Hoy en día se puede decir que <strong>el</strong> único compromiso d<strong>el</strong> escritor<br />

es con la literatura y con <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> en blanco, y con todo eso que<br />

negábamos, independientemente de que un autor puede tratar cualquier<br />

tema que quiera, pero siempre en función de la importancia<br />

que tiene la literatura en sí misma como lenguaje, expresión, etc.<br />

¿Qué te puedo decir de La Antorcha? Bueno, la visita a estos<br />

escritores nos abrió un abanico de posibilidades de debate: nos reuníamos<br />

con El Puño, íbamos a la casa de Ramón Francisco, nos<br />

reuníamos con Marcio V<strong>el</strong>oz Maggiolo y todo ese grupo; nos reuníamos<br />

con La Isla y asistíamos a las actividades de La Máscara.<br />

Éramos un grupo muy activo y participábamos prácticamente en<br />

todo. También en algunas publicaciones. Recuerdo que un destacado<br />

poeta que dirigía un suplemento cuando le dijeron que había un<br />

grupo nuevo de poetas, dijo: “ustedes creen que ser poeta es como<br />

engancharse a la guardia”, y eso generó mucha preocupación en<br />

nosotros, pero ahora lo vemos como una exigencia. O sea, que la<br />

cosa no era tan fácil, había que trabajar.<br />

Otro asunto importante <strong>para</strong> <strong>el</strong> grupo era tener una presencia<br />

en los suplementos culturales.<br />

No había una se<strong>para</strong>ción mecánica entre nosotros y La Isla, porque<br />

a veces participábamos juntos en numerosas actividades. Yo<br />

mismo iba mucho a las actividades de La Isla y a las reuniones de<br />

300 301


Antonio Lockward, y me sentía en la segunda etapa mucho más<br />

inclinado hacia ese grupo, debido a las mismas coincidencias políticas<br />

con Lockward, Norberto James, Andrés L. Mateo, Wilfredo<br />

Lozano y Fernando Sánchez Martínez. Esa coincidencia política<br />

nos acercaba bastante.<br />

Pienso que eso sirvió <strong>para</strong> conocer a los escritores, <strong>para</strong><br />

incentivar en nosotros <strong>el</strong> amor a la literatura, pero en última instancia<br />

un escritor no se hace porque sea parte de un grupo, la mejor<br />

demostración es que éramos 25 y hay algunos nombres que no recuerdo.<br />

Quizás hasta tenían condiciones, pero no es problema de<br />

las condiciones, sino de una vida, d<strong>el</strong> trabajo.<br />

DC.- Cuando evocaste la cuestión d<strong>el</strong> compromiso d<strong>el</strong> arte, ¿no<br />

te parece más bien que en una juventud tan temprana como la de<br />

ustedes, esas ideas estaban en <strong>el</strong> ambiente, pero <strong>el</strong> hecho mismo de<br />

participar en grupos de izquierda ya encontraban, al entrar, una<br />

teoría de literatura que era la d<strong>el</strong> compromiso? Y es a eso que llamaríamos<br />

hoy las sectas, y si no estás de acuerdo te sales o te salen.<br />

O sea, que los partidos de izquierda tenían una concepción d<strong>el</strong> arte<br />

y la literatura como creación de conciencia.<br />

MM.- Sí, sí, sí, era un problema de la concepción de la militancia:<br />

la concepción leninista. El partido tenía una línea política, económica<br />

y cultural, y esa línea cultural, en <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> partido al que yo<br />

pertenecía, que era la Línea Roja d<strong>el</strong> 14 de Junio y después <strong>el</strong> PTD<br />

(Partido de los Trabajadores Dominicanos), estaba muy cercana al<br />

maoísmo; por tanto, la concepción d<strong>el</strong> arte y la literatura de Mao<br />

Tse Tung era algo fundamental.<br />

[El Siglo, 7 de noviembre, 1998.]<br />

302 303<br />

II<br />

Esta es la segunda entrega de la conversación con Mateo<br />

Morrison, uno de los fundadores d<strong>el</strong> grupo cultural La Antorcha,<br />

con <strong>el</strong> fin de documentar un capítulo de la vida cultural de la nación:<br />

cual es <strong>el</strong> de la historia y funcionamiento de los grupos culturales<br />

y literarios surgidos luego d<strong>el</strong> ajusticiamiento de Rafa<strong>el</strong> L.<br />

Trujillo.<br />

DC.- La revolución cubana, que también tuvo su influencia en<br />

la literatura, no permitía que se escribiera nada fuera de <strong>el</strong>la, es<br />

decir, que únicamente se podía escribir a su favor.<br />

MM.- Esa es la idea. Que si era dentro de la revolución tú podías<br />

escribir todo, pero fuera de la revolución, nada. Entonces, eso<br />

atrajo una gran cantidad de int<strong>el</strong>ectuales latinoamericanos. No solamente<br />

a García Márquez y Cortázar, sino al mismo Vargas Llosa,<br />

que aunque después cambió, en ese momento apoyó la revolución.<br />

Eso generó, evidentemente, toda una posición de izquierda dentro<br />

de la literatura.<br />

Recuerdo que Julio Cortázar siempre decía: “ya es tiempo de<br />

que comiencen a surgir los Che Guevara de la literatura”. Eso influyó<br />

mucho en nuestro país. Sin embargo, hubo algunos que mantuvieron<br />

un poco más su libertad, como es <strong>el</strong> caso de Alexis Gómez<br />

Rosa, que nunca se sometió a nada, todavía no se somete y no creo<br />

que se someterá. Pero algunos de nosotros que militamos tuvimos<br />

esa etapa y esa experiencia. Vista a la distancia, limitaba, restringía,<br />

dogmátizaba y coartaba mucho <strong>el</strong> desarrollo de la literatura, aunque<br />

en mi caso siempre escribí poesias de amor y otros temas.<br />

DC.- También hay que ver qué tenía todo eso que señalas y,<br />

naturalmente, hay siempre una r<strong>el</strong>ación entre literatura y cultura,<br />

sobre todo entre la literatura, <strong>el</strong> arte y <strong>el</strong> poder, no solamente <strong>el</strong><br />

poder d<strong>el</strong> Estado, sino también <strong>el</strong> de los sindicatos, de los estudiantes,<br />

de las asociaciones, de las universidades, en fin, de todas las<br />

instancias de poder que hay en la sociedad. Evidentemente, eso<br />

trajo también como consecuencia la práctica de esa teoría d<strong>el</strong>


compromiso d<strong>el</strong> arte y la literatura, que tenía que ver con una especie<br />

de vigilancia sobre los otros escritores que no eran de partidos<br />

de izquierda.<br />

MM.- Sí, eso generó contradicciones. Nunca olvido que cuando<br />

yo organicé un evento que se llamó Un Día con Rubén Darío,<br />

invité a Antonio Fernández Spencer y hubo una protesta en la<br />

UASD porque lo llevé a la universidad. También algunos profesores,<br />

incluso de la universidad, una vez se molestaron porque en <strong>el</strong><br />

taller literario César Vallejo organizamos una reflexión acerca de<br />

la obra de Borges, y alguien dijo: “¡éste es <strong>el</strong> colmo!, Mateo ya<br />

está trayendo al César Vallejo las ideas de Borges”. Porque en<br />

honor a la verdad, yo tenía esos criterios, siempre traté de ser lo<br />

más amplio posible. En <strong>el</strong> taller literario César Vallejo que formé<br />

nunca le dije ni a Mármol, y Mármol lo dijo ya en las cosas que ha<br />

escrito, ni a Tomás Castro ni a Juan Manu<strong>el</strong> Sepúlveda, ni a ninguno,<br />

qué debían escribir. Además, lo primero que leímos fue a<br />

Octavio Paz, <strong>el</strong>los podían tener una u otra inclinación, lo que<br />

quisieran, pero traté de respetar su libertad artística. Siempre me<br />

veía un poco en <strong>el</strong>los, en <strong>el</strong> sentido de que entendía que en la<br />

primera etapa fui muy dogmático, me encerré mucho en lo que<br />

entendía y esa cerrazón tuvo mucho que ver con las ideas revolucionarias,<br />

con enfrentar las injusticias, con todo, hasta con la poesía.<br />

En La Isla eran más radicales que nosotros.<br />

DC.- Sí, porque pienso que en La Isla casi todos estaban ligados<br />

al MPD y al PCD, y ustedes estaban en <strong>el</strong> 14 de Junio Línea Roja,<br />

donde había sus matices. Pero aqu<strong>el</strong>los grupos cuando se trataba de<br />

ir a enfocar la literatura, ahí no había tutía.<br />

MM.- Por ejemplo, Antonio Lockward era un dirigente nacional<br />

d<strong>el</strong> MPD, Norberto era un dirigente regional y Rutin<strong>el</strong> también,<br />

Andrés L. Mateo era d<strong>el</strong> PCD, o sea, que hasta en su mismo<br />

manifiesto, que era muy radical, <strong>el</strong>los plantean que privilegian <strong>el</strong><br />

fondo contra la forma.<br />

DC.- Uno de los puntos d<strong>el</strong> manifiesto de La Isla concibe la<br />

literatura como lucha de clases y todo se reducía a lucha de clases.<br />

304 305<br />

Escenario de fuertes confrontaciones politicas en los años 60, <strong>el</strong> parque d<strong>el</strong> Ensanche Ozama acogio tambien a<br />

escritores y artistas que, como los de La Antorcha, desplegaron alli multiples actividades.


MM.- Era un grupo radical, que incluso trataba con mucha crítica<br />

a los otros escritores. Recuerdo las opiniones de Lockward con<br />

respecto a sus ex compañeros. Él fue de los fundadores de El Puño,<br />

luego salió y fundó La Isla contra El Puño, porque entendía que El<br />

Puño era muy tibio.<br />

Entonces forma un grupo radical que se dedica a atacar duramente<br />

a El Puño y a La Máscara. Recuerdo un evento en El Ateneo<br />

donde Lockward tuvo una gran confrontación con la gente de La<br />

Máscara y se generó una confrontación casi física entre <strong>el</strong>los y nosotros.<br />

De alguna forma, cuando Lockward los atacó, reaccionaron<br />

y tuvimos entonces que defender a Lockward. Recuerdo que <strong>el</strong> mismo<br />

Pedro Caro se paró, se <strong>para</strong>ron otros que entendían que a<br />

Lockward lo habían cercado, pero en realidad se daban esas confrontaciones<br />

muy fuertes.<br />

Entonces Lockward encabezó un movimiento muy radical, quizás<br />

<strong>el</strong> más radical, más que La Antorcha, porque ahí había de todo,<br />

por ejemplo, Soledad nunca tuvo esas posiciones, Alexis mucho<br />

menos, ninguno.<br />

Pero La Isla sí fue un grupo doctrinario que trató de crear otros<br />

grupos en <strong>el</strong> país con un planteamiento que tomaba muy en cuenta<br />

las ideas d<strong>el</strong> Foro de Yenán, de Mao Tse Tung y toda esa ideología<br />

política y cultural.<br />

DC.- Que tú recuerdes, ¿hay en <strong>el</strong> primer y único número de<br />

Dest<strong>el</strong>los, algún <strong>el</strong>emento que puedas asociar o acercar al manifiesto<br />

de La Isla, a El Puño o, por ejemplo, algún <strong>el</strong>emento que se pueda<br />

acercar a La Máscara? Este no fue un grupo que pudiéramos catalogar<br />

como partidario d<strong>el</strong> arte por arte o arte burgués, porque la mayoría<br />

de la gente de La Máscara estaba también vinculada con una<br />

especie de práctica d<strong>el</strong> compromiso literario a través d<strong>el</strong> compromiso<br />

cristiano con los pobres.<br />

MM.- En realidad, en <strong>el</strong> mismo editorial de la revista Dest<strong>el</strong>los<br />

nosotros decimos, por ejemplo: “Años atrás, la cultura de nuestro<br />

país era un privilegio de unos cuantos. Los jóvenes, que son los<br />

encargados de llevar luz a los pueblos, se reb<strong>el</strong>aron contra la<br />

aristocracia y decidieron ocupar <strong>el</strong> lugar que les correspondía en<br />

nuestra historia, pese a las desavenencias y obstáculos puestos por<br />

personas que si bien ostentan lugares apropiados <strong>para</strong> responder a<br />

su función social e histórica, son más que charlatanes con prejuicios<br />

discriminatorios dados a la tarea de “hacer artistas” soslayando<br />

intereses personales. Nosotros, conscientes de nuestra función social<br />

–como hombres y como pueblo– continuaremos esa labor histórica.<br />

Es necesario construir una nueva literatura (que ya se está<br />

construyendo), capaz de alcanzar resonancia universal. Es necesario<br />

hacer llegar la cultura a nuestro pueblo. Estamos conscientes de<br />

estas necesidades imperantes, y, por eso, pretendemos producir una<br />

literatura seria popular. Reconocemos que no somos profesionales<br />

en la materia ni siquiera amateurs, sino jóvenes incipientes. No dependemos<br />

de ningún partido político, entidad u organización; ni<br />

contamos con asesoramiento o padrinazgo, somos –única y exclusivamente–<br />

La Antorcha”. Al constituirnos en grupo literario, respondemos<br />

a una necesidad social. Deseamos promover la cultura<br />

en la parte oriental de la ciudad y <strong>el</strong>evar la voz con nuestro arte. Si<br />

bien cometemos algún error, es propio de nuestra cualidad humana.<br />

Hoy, al publicar <strong>el</strong> primer ejemplar de nuestra revista Dest<strong>el</strong>los,<br />

demostramos que nuestra lucha y nuestro esfuerzo no han sido en<br />

vano. A través de <strong>el</strong>la, les abrimos las puertas a todos los jóvenes<br />

que deseen dar a conocer sus trabajos y no tengan los medios<br />

necesarios. Dest<strong>el</strong>los es una revista sólo cultural; la publicaremos<br />

todos los meses, siempre que contemos con tu respaldo, lector.<br />

Hacemos, pues, extensivas nuestras salutaciones a todo <strong>el</strong> pueblo<br />

dominicano. Recuerda que suscribiéndote contribuirás a la edificación<br />

de la historia”.<br />

Como ves, en realidad es un manifiesto, nosotros lamentamos<br />

mucho que la investigación que hizo Andrés L. Mateo nos dejara<br />

fuera. Pienso que es una deficiencia de su libro.<br />

DC.- No, pienso que tal vez fue un olvido.<br />

MM.- Bueno, yo pienso que podía ser un olvido, no obstante,<br />

un olvido que con una llamada a cualquiera de nosotros se resolvía,<br />

306 307


se resolvía porque nosotros existimos. Y si bien podemos cuestionar<br />

alguna idea, esto es un manifiesto, estamos hablando aquí de<br />

nuestro criterio, de lo que eran nuestras ideas y, como ves, al principio<br />

es claramente social y político. Hablamos claramente y eso era un<br />

privilegio, pues entendíamos que como ninguno de nosotros tenía los<br />

ap<strong>el</strong>lidos tradicionales en <strong>el</strong> plano literario, surgíamos como un grupo<br />

contestatario, incluso de una zona marginada de la capital, de<br />

aqu<strong>el</strong> lado d<strong>el</strong> <strong>puente</strong>, que todavía hoy sigue siendo marginada.<br />

En realidad ha sido, así aunque d<strong>el</strong> otro lado hay tantos habitantes<br />

como de este lado, quizás más, evidentemente que eso es así.<br />

Entonces, nosotros entendíamos que surgir como grupo de escritores<br />

era nuestro deber. No formábamos parte de los tradicionales<br />

grupos existentes, veníamos con todas esas ideas, con todos esos<br />

criterios, aunque algunos teníamos militancia, no dependíamos de<br />

ningún partido, cada uno individualmente asumía ser de un partido<br />

o no, algunos lo eran, y otros no.<br />

Recuerdo que cuando fuimos a la t<strong>el</strong>evisión, Antonio Frías<br />

Gálvez dijo: “¡Ay, que lástima, tanto talento que tienen y tan radicales!”.<br />

Nos dijo todas esas cosas políticas, nos aconsejaba muchísimo,<br />

aunque nunca le hicimos caso.<br />

Evidentemente, que algunas de estas cosas nos acercaban a La<br />

Isla, algunos criterios, pero no los asumíamos con tanto radicalismo,<br />

por eso nos desplazamos también a algunas ideas cercanas a El<br />

Puño con respecto a la libertad, e hicimos bastante empatía con<br />

Migu<strong>el</strong> Alfonseca, René d<strong>el</strong> Risco, Ramón Francisco y Marcio V<strong>el</strong>oz<br />

Maggiolo, que <strong>para</strong> nosotros era, y lo sigue siendo, una figura<br />

emblemática. Lo veíamos como la avanzada de cualquiera de nosotros,<br />

valorábamos su incursión en todos los géneros, siempre lo tratamos<br />

con mucho respeto; y lo buscábamos siempre, nos le aparecíamos<br />

en su casa. Había otros poetas, como Máximo Avilés Blonda<br />

que aunque teníamos siempre una posición crítica con respecto a él<br />

y éste nos cuestionaba mucho, cuando hablábamos de poesía siempre<br />

le dábamos un espacio. Recuerdo que lo visitamos en su casa<br />

<strong>para</strong> ir a conocer a Saint-John Perse. Como Avilés era quien tenía<br />

las obras de este poeta, fuimos a su casa <strong>para</strong> que nos las prestara,<br />

pero Avilés decía: “No, no, yo no presto mis libros”, “siéntense<br />

ahí”. Y le decía a Josefina, su esposa, que nos pre<strong>para</strong>ra lo que<br />

necesitáramos <strong>para</strong> <strong>el</strong> día entero. En su casa lo leíamos. Recibimos<br />

bastante apertura.<br />

Como ves, era un grupo que tenía su manifiesto, aunque no esté<br />

recogido, y hay que recogerlo, ahí están sus ideas, sus criterios, y,<br />

por ejemplo, en <strong>el</strong> primer número tú ves “Cine o realidad”, un trabajo<br />

de Soledad Álvarez, porque no nos limitábamos sólo a la poesía,<br />

y Soledad, por lo menos, tenía muchas inquietudes. Además,<br />

había una parte de música, o sea, quizás yo era uno de los más<br />

tradicionales, pero recuerdo que tanto Alexis como Soledad y Enrique<br />

tenían mucha inclinación hacia <strong>el</strong> cine y la música.<br />

[El Siglo, 14 de noviembre, 1998.]<br />

308 309


En <strong>el</strong> patio de la casa d<strong>el</strong> poeta Mateo Morrison, en uno de los frecuentes encuentros sabatinos. Desde<br />

la izquierda, Mateo Morrison, Fernando Sánchez Martínez, Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía, Norberto James, Andrés<br />

L, Mateo. Sentados: Alexis Gómez Rosa y Pedro Caro.<br />

310 311<br />

III<br />

Esta es la tercera parte de la conversación con <strong>el</strong> poeta Mateo<br />

Morrison. En <strong>el</strong>la se pasa revista a la historia d<strong>el</strong> grupo cultural y<br />

literario La Antorcha, fundado en 1967.<br />

DC.- ¿Por qué se disu<strong>el</strong>ve La Antorcha?<br />

MM.- Llegó un momento en que prácticamente todos los grupos<br />

desaparecieron, uno detrás d<strong>el</strong> otro. Cada uno fue tomando su<br />

individualidad y ya <strong>el</strong> grupo no era tan importante como al comienzo.<br />

También influyeron las idea políticas. La subida de Balaguer al<br />

poder influyó en que estos grupos desaparecieran y <strong>el</strong> hecho de<br />

que la gente se fue reubicando, algunos de La Isla abandonaron la<br />

lucha revolucionaria, otros de La Antorcha se reubicaron en otra<br />

parte. Los que no dejaron la actividad literaria en forma sistemática,<br />

por lo menos se salieron de sus criterios iniciales, vi que ya <strong>el</strong><br />

grupo tenía poco significado. Pienso que hubo un acercamiento a<br />

otros criterios que eran más literarios y por eso quizás Alexis Gómez<br />

Rosa se acerca al pluralismo.<br />

El Puño fue <strong>el</strong> último que desapareció. Y además en él estaban<br />

congregados los escritores más importantes, porque hay que reconocer<br />

que en El Puño estaban Marcio V<strong>el</strong>oz Maggiolo, Jeannette<br />

Miller, Ramón Francisco, <strong>el</strong> mismo Avilés que era d<strong>el</strong> 48 asistía,<br />

Enriquillo Sánchez, Migu<strong>el</strong> Alfonseca, René d<strong>el</strong> Risco, entre otros.<br />

Entonces, lo que sucede es que El Puño estaba formado por los<br />

escritores que nosotros entendíamos que nos iban a representar en<br />

<strong>el</strong> “boom latinoamericano”, es decir, que eran ya las figuras. Era <strong>el</strong><br />

grupo que tenía más importancia, hablando en t?rminos literarios, y<br />

que tenía en ese tiempo más conciencia de la función de la literatura.<br />

Porque La Máscara era un grupo que aunque contaba con escritores<br />

corno Lourdes Billini y Aquiles Azar, o <strong>el</strong> mismo Freddy Ginebra,<br />

no era un grupo tan sistemático en <strong>el</strong> trabajo en sí. Ellos<br />

pre<strong>para</strong>ban los concursos y El Puño se ganaba los premios (risas).<br />

Era más bien un grupo de activistas culturales, que hicieron una<br />

labor muy importante. Esa labor la ha seguido haciendo Freddy.


Pienso que cuando se escriba con honestidad la historia cultural de<br />

las últimas décadas en <strong>el</strong> país, Freddy tendrá un lugar excepcional<br />

como activista, como organizador, etc. Por ejemplo, esos concursos<br />

literarios de Casa de Teatro son una continuación de los que hacía<br />

La Máscara y han contado siempre con <strong>el</strong> apoyo de E. León Jimenes.<br />

Definitivamente, esos concursos de La Máscara fueron importantes.<br />

Primero, porque había una inclinación casi absoluta de los<br />

escritores a la poesía, <strong>el</strong>los no hicieron concursos de poesía sino de<br />

cuentos, y eso permitió que muchos poetas que tenían alguna posibilidad<br />

de escribir cuentos se sintieran inclinados por ganar los premios,<br />

tanto por <strong>el</strong> dinero como por <strong>el</strong> reconocimiento social. De ahí<br />

surge un René, un Migu<strong>el</strong>, que en ese tiempo lo que hacían era<br />

escribir poesía. De ahí surge un grupo de narradores de alguna importancia.<br />

D.C.- ¿Para qué fecha estableces <strong>el</strong> fin de La Antorcha?<br />

MM.- En <strong>el</strong> 70 ya no funcionábamos como grupo. Seguimos<br />

participando juntos y después se dio un fenómeno muy importante,<br />

y en eso tuvo mucho que ver <strong>el</strong> suplemento Auditórium. Recuerdo<br />

que Marianne de Tolentino publicó un trabajo en <strong>el</strong> que nos bautizaba<br />

con <strong>el</strong> nombre de “La Joven Poesía”.<br />

La Joven Poesía éramos algunos de La Antorcha: Alexis, Enrique,<br />

Soledad, Rafa<strong>el</strong> Abréu y yo; algunos de La Isla: Norberto James,<br />

Andrés L. Mateo y Wilfredo Lozano, pero además de esos poetas de<br />

La Antorcha y La Isla surgieron algunos nuevos que no comenzaron<br />

con nosotros y que vienen a sumarse entre <strong>el</strong> 72 y <strong>el</strong> 73. Me refiero a<br />

Tony Raful, Federico Jovine, Luis Manu<strong>el</strong> Ledesma, Migu<strong>el</strong> Aníbal<br />

Perdomo, Radhamés Reyes Vásquez y José Molinaza, entre otros.<br />

Ya sí formábamos parte de un núcleo que se llama Joven Poesía.<br />

Participamos conjuntamente en recitales en la capital y en <strong>el</strong> interior.<br />

Hacemos diversas actividades colectivas donde ya no se tomaba<br />

en cuenta la orientación política, sino la poética.<br />

DC.- ¿No consideras que aparte de las razones de la desaparición<br />

de los grupos culturales y literarios, influyó también <strong>el</strong> hecho de<br />

que casi todos ustedes entraron a estudiar letras en la Universidad?<br />

¿No crees también que la desaparición de los grupos literarios y<br />

culturales como La Isla, La Antorcha, La Máscara y El Puño estuvo<br />

muy ligada al decaimiento d<strong>el</strong> suplemento que dirigía Freddy<br />

Gatón Arce? Piensa en <strong>el</strong> traslado de algunos de ustedes desde la<br />

margen occidental a la capital, en la muerte d<strong>el</strong> Che en octubre d<strong>el</strong><br />

67, ¿no comienza ya por allí una especie de desencanto d<strong>el</strong> activismo<br />

político, de la literatura de la guerra?, ¿no comienzan los<br />

cuestionamientos de los otros literatos, por ejemplo, los miembros<br />

de La Poesía Sorprendida, que estaban vivos y con quienes ustedes<br />

tenían interr<strong>el</strong>ación. Recuerdo que una de las críticas que se les<br />

hacia a ustedes era justamente la poesía de la pólvora. ¿Cómo puedes<br />

empalmar todos esos <strong>el</strong>ementos?<br />

MM.- Definitivamente todos esos <strong>el</strong>ementos influyeron bastante.<br />

Pero como tú ves ya hay un proceso hasta cierto punto de ubicación<br />

y maduración de cada uno, y si, como bien señalas, influyó la<br />

universidad, la inserción de los departamentos de letras y humanidades,<br />

así como la necesidad de acercarse a lo académico y a la<br />

formación, fue una inquietud no sólo de nosotros sino d<strong>el</strong> mismo<br />

Migu<strong>el</strong> Alfonseca, que vu<strong>el</strong>ve a la universidad; Jeannette Miller va<br />

a la universidad, Armando Almánzar se decide a estudiar letras. Se<br />

siente la necesidad de alguna formación.<br />

Sin embargo, hubo otros que prefirieron irse al extranjero, como<br />

ocurrió con Norberto y Andrés, que viajaron a Cuba; <strong>el</strong> caso de<br />

Soledad, que se va después, <strong>el</strong> caso de Fernando Vargas y Enrique<br />

Eusebio, que se va a España, y de otros que se van a Francia. O<br />

sea, que hay todo un interés por la formación, unos en la UASD y<br />

otros al extranjero, pero hay mucha inquietud.<br />

También, influyó <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> d<strong>el</strong> Departamento de Letras y, hasta<br />

cierto punto, la Dirección de Cultura de la UASD y bajo las orientaciones<br />

de Narcisazo; luego estuve yo en <strong>el</strong> mismo cargo. El Departamento<br />

de Letras bajo Ab<strong>el</strong> Fernández también tuvo su influencia,<br />

también tuvo algunas ideas revolucionarias en esa etapa, lo cual<br />

trajo algunas contradicciones. En la Dirección de Cultura también<br />

se dio <strong>el</strong> hecho de la creación d<strong>el</strong> taller literario César Vallejo, <strong>el</strong><br />

312 313


cual se convierte posteriormente en una de las expresiones de los<br />

cambios que se van operando en todos nosotros en la acción cultural.<br />

DC.- Quiero también referirte dos casos que son importante:<br />

primero, Marcio V<strong>el</strong>oz Maggiolo y Ab<strong>el</strong>ardo Vicioso, ambos de los<br />

primeros directores d<strong>el</strong> Departamento de Letras; segundo <strong>el</strong> gran<br />

representante de La Isla, Antonio Lokward, llega a dirigir durante<br />

muchos años la Oficina de Extensión Cultural de la UASD, y en su<br />

mandato se realizan muchos coloquios, conversatorios, actividades<br />

literarias, talleres, que supongo siempre tuvieron la orientación de<br />

esa ideología literaria d<strong>el</strong> arte comprometido que ya está en <strong>el</strong> manifiesto<br />

de La Isla.<br />

Cuando él llega a ser director de Extensión Cultural va a reflejarse<br />

esa ideología. Recuerdo la polémica que hubo con Rafa<strong>el</strong><br />

Villalona y con <strong>el</strong> grupo Rajatabla de Venezu<strong>el</strong>a. Después que la<br />

Dirección de Extensión Cultural de la UASD se compromete con<br />

Rajatabla, Lockward retira la actuación de grupo teatral porque<br />

había unos desnudos y se entendía eso como “propio d<strong>el</strong> arte burgués”.<br />

Evidentemente, <strong>el</strong> atrincheramiento de esas posiciones dogmáticas<br />

en la UASD alejan por un tiempo a la universidad de muchas<br />

de las corrientes más avanzadas en <strong>el</strong> pensamiento literario y<br />

se queda un poco en la acción política.<br />

Yo experimenté eso y fui parte de ese proceso, pero cuando se<br />

c<strong>el</strong>ebró en 1983 <strong>el</strong> encuentro internacional en honor d<strong>el</strong> poeta Pablo<br />

Neruda, me di cuenta de que estábamos en un nuevo mundo y<br />

eso va a incidir. Pienso que la c<strong>el</strong>ebración de ese evento hizo que<br />

los jóvenes de la generación d<strong>el</strong> 80 entraran en contradicción con<br />

nosotros porque conocieron otro mundo, conocieron autores que<br />

tenían otras concepciones y estaron en contacto directo con <strong>el</strong>los,<br />

evidentemente que eso va creando una contradicción entre lo que<br />

fue <strong>el</strong> pasado y las nuevas ideas que van surgiendo con criterios<br />

mucho más avanzados acerca de literatura.<br />

Pienso que esas cosas comenzaron a debatirse en las reuniones<br />

que hacíamos en La Carreta en 1973. Se podría decir que eso marca<br />

<strong>el</strong> antes y <strong>el</strong> después. O sea, a partir de los textos que tú publicas,<br />

algunos muy críticos acerca lo que se estaba haciendo, se crean las<br />

bases <strong>para</strong> una nueva discusión y percepción de la literatura. Creo<br />

que <strong>el</strong> aniquilasamiento que había en la literatura es enfrentado con<br />

ese libro tuyo, Escritos Críticos.<br />

Después va Manu<strong>el</strong> Rueda a continuar esa labor, aunque no lo<br />

admite. Pero <strong>el</strong> punto de partida de muchas de esas ideas, pienso<br />

que fueron tus criterios acerca d<strong>el</strong> <strong>para</strong>gramatismo, la nueva nov<strong>el</strong>a,<br />

la semiótica y la poética de Meschonnic.<br />

[El Siglo, diciembre 5, 1998.]<br />

314 315


IV<br />

Esta es la cuarta y última parte de la conversación sostenida<br />

con <strong>el</strong> poeta y activista cultural Mateo Morrison en torno al surgimiento<br />

d<strong>el</strong> grupo literario La Antorcha.<br />

DC.- ¿Cuál fue la influencia de La Antorcha en <strong>el</strong> seno de la<br />

comunidad barrial d<strong>el</strong> ensanche Ozama o de los otros sectores que<br />

les quedaban al lado, como Los Mina, Villa Duarte y Cruz de<br />

Mendoza? ¿Hicieron algún trabajo de repercusión, se fundaron más<br />

grupos y cuál fue la recepción?<br />

MM.- Comenzó con bastante influencia. Sin embargo, nosotros<br />

nos fuimos aislando y constituyéndonos en un grupo casi de la zona.<br />

Todavía más, cruzamos <strong>el</strong> río <strong>para</strong> adherirnos a todo <strong>el</strong> proceso<br />

cultural. Después, sí hubo algunas iniciativas en las cuales participé:<br />

la fundación d<strong>el</strong> Círculo Literario Domingo Moreno Jimenes, y<br />

<strong>el</strong> Círculo literario Juan Sánchez Lamouth, que todavía existe, pero<br />

<strong>el</strong> efecto d<strong>el</strong> grupo La Antorcha en la margen oriental, lo que hicimos<br />

fue <strong>cruzar</strong> <strong>para</strong> este lado.<br />

DC.- Cuando desaparece La Antorcha y se disu<strong>el</strong>ven todos<br />

estos grupos culturales, surge <strong>el</strong> concepto Joven Poesía que dices<br />

aparece por primera vez en <strong>el</strong> trabajo de Marianne de Tolentino.<br />

Ustedes son un grupo de diez, dan recitales. Tú has sido reconocido<br />

por los diez como <strong>el</strong> dirigente de ese grupo.<br />

MM.- Sí, influyó mucho que fui director de Aquí, <strong>el</strong> suplemento<br />

cultural d<strong>el</strong> periódico La Noticia. Éramos un grupo, pero <strong>el</strong><br />

control d<strong>el</strong> suplemento lo tengo un poco después de la partida de<br />

León David. Ahí, claro está, la producción literaria de la Joven<br />

Poesía es permanente. No solamente de los que viven aquí, sino<br />

también de los que vivían fuera, que también me mandaban colaboraciones<br />

que yo publicaba. Casi la mayor parte de la producción<br />

de Migu<strong>el</strong> Aníbal Perdomo, Tony Raful y Luis Manu<strong>el</strong> Ledesma<br />

se publica ahí.<br />

Pero cuando Andrés L. Mateo vu<strong>el</strong>ve, lo integro al suplemento.<br />

Incluso cuando me fui a China por un mes y medio, Andrés se quedó<br />

como director d<strong>el</strong> suplemento Aquí. Él contribuía, participaba.<br />

Todo eso era una ventaja porque teníamos un órgano que nos<br />

representaba.<br />

DC.- Desde esa perspectiva tú pones en movimiento en ese<br />

suplemento las concepciones de la literatura como compromiso,<br />

como lucha de clases.<br />

MM.- No, pienso que si revisamos los suplementos, era una concepción<br />

bastante abierta. No solamente eran las ideas que yo tenía,<br />

sino también las d<strong>el</strong> público. Recuerdo que hicimos un suplemento<br />

dedicado al Pluralismo. No hubo una actitud de cerrazón en ese<br />

momento en <strong>el</strong> suplemento, aunque las ideas de la gente que colaboraba<br />

conmigo y que firmaba sus trabajos iba en la dirección d<strong>el</strong><br />

compromiso, pero insisto en que estábamos abierto a todo. Un caso<br />

lo ilustra: cuando Antonio Fernández Spencer regreso al país le dedicamos<br />

un suplemento. Entonces mucha gente decía, “tú estás<br />

promoviendo ahí a un fascista”. No obstante, yo entendía que no<br />

había que limitar a nadie.<br />

DC.- Fernández Spencer fue un hombre que, independientemente<br />

de las ideas políticas que tuviera, en los órganos literarios<br />

donde él escribía, hablaba de literatura. Naturalmente, toda literatura,<br />

toda concepción literaria, conlleva una concepción política.<br />

MM.- Otra cosa que te quiero decir: cuando ya está <strong>el</strong> grupo de<br />

la Joven Poesía estructurado, no se tomaba en cuenta la ideología<br />

de cada uno, sino que existía mucho respeto y lo único que se aceptaba<br />

era la condición de poeta, que a veces se la negaban a uno o a<br />

otro, pero yo pienso que fue una etapa de bastante madurez en<br />

cuanto a eso.<br />

316 317


Poesía de postguerra / Joven Poesía*<br />

Andrés L. Mateo<br />

Los hombres que comenzaron a hacer literatura en <strong>el</strong> país inmediatamente<br />

después de la muerte de Trujillo, enfrentaron en un período<br />

r<strong>el</strong>ativamente corto y brusco, la desmesurabilidad de una época<br />

que sacaba a la luz contradicciones que habían ido madurando a lo<br />

largo de cientos de años. De un golpe, como tomados por <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo,<br />

se nos lanzó al escenario de la lucha política. La época de las revoluciones<br />

se abrió de pronto y nos sorprendió con piedras y palos en<br />

las manos, con un arsenal teórico siempre de ocasión, con la rapidez<br />

d<strong>el</strong> que echa mano de la cita precisa <strong>para</strong> entusiasmar al auditorio.<br />

Y allí donde <strong>el</strong> simplismo épico sustituía la complejidad dialéctica,<br />

la realidad, por encima de las consideraciones emotivas,<br />

imponía sus determinaciones.<br />

En términos de nuestra propia aventura espiritual, la muerte de<br />

Trujillo significó nuestra incorporación tardía a las corrientes d<strong>el</strong><br />

pensamiento universal que se nos había escamoteado. Y los requerimientos<br />

de la época, inexorablemente, exigían nuestro propio sacrificio,<br />

<strong>el</strong> sacrificio de la consideración de nosotros mismos.<br />

La primera de estas reacciones fue reclamar <strong>para</strong> sí <strong>el</strong> privilegio<br />

de la desvinculación cultural con <strong>el</strong> pasado. Todo cuanto existía se<br />

cuestionó con una minuciosidad jacobina, y lo que no respondía a<br />

los imperativos de esa remoción fue condenado irremediablemente.<br />

El Postumismo entroncó violentamente a partir de una práctica<br />

* Prólogo d<strong>el</strong> libro Poesía de post guerra / Joven Poesía dominicana, Editora Alfa y Omega,<br />

1981. Pp. 7-11.<br />

318 319


escritural que aspiraba a r<strong>el</strong>acionar <strong>el</strong> espíritu con la historia en<br />

movimiento, y los d<strong>el</strong> 60, entusiasmados a partir de sí mismos,<br />

abominaron de todo universalismo que pareciera desgarramiento<br />

artificial. Contra <strong>el</strong> movimiento de la Poesía Sorprendida no se reaccionó<br />

por lo de la evasión temporal, que implicaba un cierto rechazo<br />

a las condiciones sociopolíticas d<strong>el</strong> momento que se vivía, a<br />

la manera romántica, por supuesto; sino porque esta evasión, a su<br />

vez, ocultaba en <strong>el</strong> pensamiento sus propias causales, las universalizaba,<br />

las atribuía a Dios, dando una explicación a su razón de ser<br />

que <strong>el</strong>udía toda r<strong>el</strong>ación con la historia. Como <strong>el</strong> hombre d<strong>el</strong> 60 se<br />

descubrió de súbito actor de la historia, se declaró contrario al universal<br />

que hipostasiaba nuestra particularidad, fundiéndola en una<br />

totalidad que desde siempre ha debido incluirla. Es éste <strong>el</strong> universal<br />

que rechazó la primera promoción d<strong>el</strong> 60, en <strong>el</strong> fragor de una<br />

búsqueda que lo hiciera devenir sujeto consciente d<strong>el</strong> acontecer<br />

nacional, pero ocurre que se ha confundido siempre con la aspiración<br />

de los sorprendidos de actualizar la poesía dominicana, incorporando<br />

las técnicas europeas trabajadas desde principio de siglo.<br />

El resultado es que <strong>el</strong> hilo conductor topa primero con los<br />

Postumistas y los independientes d<strong>el</strong> 40, aunque autores como Migu<strong>el</strong><br />

Alfonseca, Juan José Ayuso, Antonio Lockward, René d<strong>el</strong> Risco,<br />

Jacques Viau y otros, tienen también, en su técnica, mucho de<br />

lo que los sorprendidos enarbolaron como universalismo y modernidad.<br />

Literatura moldeada como serie de generación, asumía y negaba<br />

la historia en <strong>el</strong> sentimiento y en la conciencia d<strong>el</strong> artista que<br />

usaba <strong>el</strong> arte en forma ancilar y unitaria <strong>para</strong> combatir los remanentes<br />

d<strong>el</strong> “ancien régimen”.<br />

Fue sólo la guerra d<strong>el</strong> 65 la que sacó a flote la discusión sobre la<br />

naturaleza gnoseológica e ideológica de la producción de textos, y<br />

<strong>el</strong>lo suponía, en su complejidad, un punto de partida totalizador de<br />

todo <strong>el</strong> proceso anterior. Ramón Francisco se asombra de que “uno<br />

de los acontecimientos más formidables ocurridos en este país en<br />

muchos años, la revolución, dispersa, aunque no escinde sino mucho<br />

más tarde, a este grupo de escritores”. Pero donde <strong>el</strong> fenómeno<br />

era la dispersión, la esencia era la recomposición. Si antes d<strong>el</strong> 65 se<br />

contaba en <strong>el</strong> país con un mod<strong>el</strong>o simple d<strong>el</strong> hecho de la creación<br />

literaria, mediante <strong>el</strong> cual nuestros jóvenes creadores se creían<br />

desvinculados de su cultura anterior, a partir de la revolución este<br />

mod<strong>el</strong>o se complica, y lo que se da en múltiples manifestaciones es<br />

<strong>el</strong> conjunto, la totalidad en conflicto. Como todos sabemos, esta<br />

dispersión no ocurría sólo en <strong>el</strong> plano d<strong>el</strong> pensamiento, se movía<br />

empujada por <strong>el</strong> panorama de los acontecimientos mediatos e inmediatos,<br />

por los hechos históricos, que la nación estaba protagonizando<br />

en ese momento. D<strong>el</strong> seno de la historia en movimiento,<br />

surgirían los grupos culturales posteriores a la guerra d<strong>el</strong> 65, y en la<br />

resultante d<strong>el</strong> choque ideológico que <strong>el</strong>los representaban, estaba<br />

contenida la variable epocal. Lo de los grupos culturales era sólo <strong>el</strong><br />

reflejo, en <strong>el</strong> plano int<strong>el</strong>ectual, de lo que en la realidad estaba ocurriendo,<br />

puesto que la sociedad dominicana, después de la revu<strong>el</strong>ta<br />

de abril de 1965, dejaría de ser <strong>para</strong> siempre una aventura de<br />

emotivas y maniqueas contradicciones, <strong>para</strong> dar paso ya, en forma<br />

consciente, a la toma de posiciones acordes con la división de la<br />

sociedad en clases antagónicas.<br />

Así, surgirían los grupos literarios El Puño, La Isla, La Máscara,<br />

La Antorcha, etc. Grupos que, con excepción de El Puño, que<br />

estaba integrado por figuras conocidas y miembros de la promoción<br />

d<strong>el</strong> 60, traerían nombres novísimos a la literatura dominicana. Cada<br />

uno de estos grupos expresaba una postura en <strong>el</strong> amplio espectro<br />

ideológico de la nación dominicana, y la incorporación de otros, así<br />

como <strong>el</strong> cedaceo de los novísimos y la desaparición en pleno de los<br />

agrupamientos, originó lo que se conoce ahora como Joven Poesía,<br />

o Poesía de Posguerra.<br />

Los que integran esta antología, en su mayoría provienen de<br />

estos grupos literarios, y dos de <strong>el</strong>los, Cayo Claudio Espinal y José<br />

Enrique García, han trabajado sus textos en <strong>el</strong> interior d<strong>el</strong> país.<br />

Pero lo que se pretende es presentar, por primera vez, un conjunto<br />

de trabajos que deje de lado <strong>el</strong> discurso empírico sobre la llamada<br />

Joven Poesía, y que permita conocer los registros con los cuales<br />

320 321


trabajó y trabaja la escritura de postguerra. Algo más de una década<br />

ha permitido la decantación y afinamiento de temáticas y recursos<br />

formales; y <strong>el</strong> recuerdo de la guerra, cuyo sentimiento de frustración<br />

marcó la dicotomía trágica d<strong>el</strong> primer grupo de la promoción d<strong>el</strong><br />

60, es hoy motivo de meditadas irrupciones a nuestro mundo interior<br />

en procura de la identidad contradictoria en la que quedó atrapado<br />

<strong>el</strong> hombre que emergió d<strong>el</strong> conflicto. Hemos escogido, en algunos<br />

casos, textos d<strong>el</strong> período inmediato a la postguerra, y textos<br />

producidos en períodos r<strong>el</strong>ativamente recientes, con la finalidad de<br />

presentar un muestrario de la evolución de autores, y de la diversidad<br />

de temáticas y <strong>el</strong>ementos formales en cuyo acopio se encuentran<br />

envu<strong>el</strong>tos todos los autores presentados. Aunque buena parte<br />

de la poesía dominicana más joven participa de una concepción d<strong>el</strong><br />

mundo que la coloca afectivamente al lado de las causas populares,<br />

es notorio que <strong>el</strong> léxico bélico ha desaparecido. Lo característico, se<br />

puede decir, es la diversidad. De los procedimientos clásicos y la<br />

s<strong>el</strong>ección de vocablos poéticos considerados tradicionales, pero armonizados<br />

con una nueva sensibilidad; al signo lingüístico violentado<br />

<strong>para</strong> hacerlo significar múltiples y contradictorias cargas<br />

semánticas, se puede saltar, en los grados más extremos (Alexis<br />

Gómez Rosa y Enrique Eusebio) a la negación, incluso, de la poesía<br />

como práctica textual. Aunque siempre apegados a una necesidad<br />

de instrumentar un discurso que siendo ruptura formal no bordee<br />

<strong>el</strong> experimentalismo de r<strong>el</strong>umbrón, alejado d<strong>el</strong> hombre, ni la<br />

“Poiesis” de ascensión vertical con la que se banquetean los nuevos<br />

demiurgos en su borrachera de significantes.<br />

A partir d<strong>el</strong> conjunto de determinaciones históricas que sucintamente<br />

hemos tratado de presentar, nuestros escritores jóvenes<br />

han trabajado temas de la más diversa factura. La epopeya simple,<br />

de minorías étnicas preteridas, o la captura de lo histórico en <strong>el</strong><br />

estrépito de la conflagración; <strong>el</strong> complejo laberinto de alienación<br />

que subjuga la ciudad, o <strong>el</strong> rudo encontronazo de adolescentes rendidos<br />

por <strong>el</strong> desgarramiento existencial que suscita cierto tipo de<br />

razón imperante; <strong>el</strong> sexo y <strong>el</strong> amor como acoso o realización; <strong>el</strong><br />

Fernando Vargas, en casa de Erasmo Lara, Nueva York, 1990.<br />

Soledad Álvarez y Alexis Gómez Rosa, en Caracas, Venezu<strong>el</strong>a, 1982.<br />

322 323


combate y la patria apetecible; la resaca de la guerra asumida en la<br />

percepción y los sentidos y los últimos años de exterminio e intolerancia<br />

política; la militancia y <strong>el</strong> fulgurazo de una sociedad futura;<br />

en fin, todo lo que nuestra vida misma ha sabido moldear con dureza<br />

o sublimación <strong>para</strong> nuestros signos poéticos.<br />

Por último, quienes lean estos textos no deberían olvidar que<br />

ésta ha sido una poesía combatida por diversos motivos, sobre todo,<br />

por ser considerada emergente, ancilar, y muy ligada a los “suciamente<br />

judaicos” imperativos de la existencia.<br />

Probablemente, y aunque en puridad de verdad <strong>el</strong> juicio no incluye<br />

a todos los aquí reunidos, la totalidad de estos escritores está<br />

en la etapa de su vida en la que la creación debe apuntar hacia la<br />

madurez. Por lo que <strong>el</strong> juicio liquidacionista que cabalgó sobre sus<br />

textos en los años setenta era extemporáneo e interesado; mientras<br />

que a partir de aquí si salvan la emergencia, lo deben hacer a cambio<br />

de liquidar un período que la década de los ochenta subsanará<br />

inexorablemente.<br />

Porque se trata de una remoción necesaria; otras generaciones<br />

han llegado y levantan ya sus puñitos rosados, ávidos de desgarrarnos<br />

<strong>el</strong> crepé de la inocencia y competir en nuestro propio nombre.<br />

Los aquí reunidos, sin duda, forman parte de la más activa<br />

int<strong>el</strong>ectualidad joven d<strong>el</strong> país; profesores universitarios, directores<br />

de organismos culturales de carácter nacional, articulistas y creadores,<br />

etc. Lo que indica, muy claramente, que las jornadas de los<br />

años sesenta llevó a la trinchera que es la cultura, cuadros surgidos<br />

de allí. Y si <strong>el</strong> conocimiento de estos textos, presentados por primera<br />

vez en forma unitaria, posibilita una reflexión adecuada y actuante,<br />

<strong>el</strong> beneficio será de la literatura nacional. Queda, <strong>para</strong> los<br />

autores antologados aquí, la responsabilidad personal de producir<br />

obras cada vez de mayor calidad <strong>para</strong> <strong>el</strong> enriquecimiento espiritual<br />

y <strong>el</strong> combate, y como contrapartida, de no ocurrir de esta manera, la<br />

niebla d<strong>el</strong> olvido que ninguna antología, por rigurosa que se pretenda,<br />

puede evitar.<br />

Alexis Gómez Rosa en <strong>el</strong> imaginario de una ausencia<br />

Carlos Ardavín<br />

1. Alexis, te propongo rememorar tus orígenes como escritor:<br />

qué libros y autores nacionales y extranjeros configuraron tu vocación<br />

literaria. Y, sobre todo, cómo fue tu descubrimiento de la poesía,<br />

oficio al que has dedicado tus mayores esfuerzos creativos.<br />

Resp.- Soy un hijo de la guerra, la guerra patria de 1965. Este<br />

acontecimiento bélico constituye la salida brusca e inesperada de<br />

mis asombros callejeros en ese Santo Domingo posterior a la muerte<br />

de Rafa<strong>el</strong> Leonidas Trujillo.<br />

Me sentía un contemplador privilegiado de las luchas sociales<br />

que condujera Raf<strong>el</strong>ito Bueno en la persecución de los calieses y en<br />

<strong>el</strong> asalto a las grandes mansiones de los testaferros d<strong>el</strong> antiguo régimen.<br />

Atrás quedaron los juguetes, los juegos de indios y vaqueros.<br />

Con apenas 11 años y en compañía de amigos d<strong>el</strong> barrio me iba día<br />

tras día al despertar d<strong>el</strong> pueblo en las plazas. Calle arriba, calle abajo,<br />

fui descubriendo un país amordazado en su inocencia e indefensión;<br />

tan niño, como <strong>el</strong> niño que articula en la sorpresa sus primeras<br />

emociones: la masacre de la cuestecita Espaillat; la quema de Radio<br />

Caribe; <strong>el</strong> Golpe de Estado contra Bosch, la guerrilla d<strong>el</strong> 63 y la<br />

muerte de Manolo Tavárez, <strong>para</strong> terminar en la Guerra de Abril con<br />

<strong>el</strong> vademécum de pequeñas historias que procuraban crear las condiciones<br />

<strong>para</strong> esta democracia de cartón de piedra. Así aprendí a<br />

enmudecer descubriendo escalofríos; temeroso, en diálogo permanente<br />

conmigo, comencé a dejar en un cuaderno mis temblores y<br />

angustias que mis vecinos aclamaron como poesía. Corría <strong>el</strong> año de<br />

1965 y estaba cursando <strong>el</strong> tercero d<strong>el</strong> bachillerato (Colegio San Francisco<br />

de Asís) donde hice mis pininos literarios c<strong>el</strong>ebratorios de la<br />

324 325


poesía épica y en épica tesitura <strong>el</strong> país se encontraba. De manera<br />

que mis gustos se orientaron hacia la poesía cívica, patriótica y, en<br />

consecuencia, mis autores de inicio fueron Salomé Ureña, Gastón<br />

D<strong>el</strong>igne, Federico Bermúdez, Fabio Fiallo, Joaquín Balaguer, entre<br />

otros. D<strong>el</strong> extranjero rápidamente formé un altar integrado por Rubén<br />

Darío, Santos Chocano y Amado Nervo. A esos nombres (sin concluir<br />

<strong>el</strong> bachillerato) sumé otras voces que vendrían a tener verdadera<br />

significación en mi vida literaria: Domingo Moreno Jimenes,<br />

Héctor Incháustegui Cabral, Tomás Hernández Franco, Robert Frost,<br />

Carl Sandburg y Charles Baud<strong>el</strong>aire<br />

2. Sigamos con <strong>el</strong> recuerdo. Me gustaría saber qué te llevó a<br />

publicar en 1973 y a los veintitrés años, tu primer poemario, Oficio<br />

de post-muerte. ¿Cómo fue su recepción por parte de la crítica y de los<br />

lectores d<strong>el</strong> momento?<br />

Resp.- Había llegado a Nueva York <strong>el</strong> 22 de diciembre de 1972<br />

con mi cuadernito poético y los primeros muertos de mi barrio. Dos<br />

días después de la trágica muerte de René d<strong>el</strong> Risco y Bermúdez<br />

viajé al exterior por decisión de mis padres que no veían un futuro<br />

promisorio ni seguro <strong>para</strong> mí. La noche de mi despedida se convirtió<br />

en un recordatorio de René; noche que en cierta medida Franklin<br />

Mieses Burgos enlodó al descalificar a René como poeta por haber<br />

muerto “estr<strong>el</strong>lándose contra un camión de habichu<strong>el</strong>as”. Con ese<br />

peso emocional transcurrieron mis primeros meses en Nueva York<br />

hasta que hice contacto con Rafa<strong>el</strong> Núñez Cedeño y Edgar<br />

Paiewonsky Conde, con quienes compartí la experiencia política de<br />

trabajar en <strong>el</strong> Comité Pro-Defensa de los Derechos Humanos en<br />

República Dominicana, durante y contra <strong>el</strong> gobierno de los doce<br />

años de Balaguer. Te puedo decir entonces que Oficio de post-muerte<br />

es <strong>el</strong> resultado de aqu<strong>el</strong>los años duros de represión, cárc<strong>el</strong>es, sangre<br />

y muerte. Eso sí, con la preocupación poética y la conciencia de<br />

lenguaje que pusieron un punto y aparte a la cháchara escritural y a<br />

la vocinglería doctrinaria. Permíteme dejarte a guisa de ilustración,<br />

<strong>el</strong> siguiente poema.<br />

Procesamiento de un dato sin recurso <strong>el</strong>ectrónico<br />

Si con detenimiento se observa<br />

<strong>el</strong> lento caminar de un transeúnte,<br />

se apreciará entre otras cosas<br />

que <strong>el</strong> vértice de la oreja calle abajo despierta,<br />

g<strong>el</strong>atinoso,<br />

prismático, seguido de,<br />

los ojos absortos, la nariz sangrante,<br />

muriéndose entre dos pómulos heroicos<br />

d<strong>el</strong>ante de,<br />

<strong>el</strong> fabuloso oído de cuchillos<br />

infernales<br />

imperfecto en su pegarse de aceite.<br />

Excepto la boca aún d<strong>el</strong>ira intacta<br />

en su recodo facial,<br />

minúscula, caribe,<br />

al borde de su sistema doliente ¡Ay!<br />

decididamente exclama.<br />

Pues bien, <strong>el</strong> conjunto de los poemas responde a ese tratamiento,<br />

a esa visión d<strong>el</strong> matrimonio político-literario. Siempre quise trabajar<br />

la poesía en <strong>el</strong> hueso, en la masmédula, tratando de superar lo<br />

gratuito y episódico; dejando fuera de programa lo accesorio y contingente<br />

y convirtiendo en poéticas muchos de los poemas que dan<br />

cuenta de mis preferencias y obsesiones escriturales.<br />

Plenitud d<strong>el</strong> ocio<br />

De los amigos que este oficio de<strong>para</strong>,<br />

llevo <strong>el</strong> imperativo de T. S. Eliot mayor que:<br />

Tomás Hernández Franco;<br />

326 327


imperceptible, Dante Alighieri;<br />

suma y sigue... corporales sombras<br />

<strong>el</strong>egíacas; la misión volcánica que albergan<br />

los sueños; tabla de contenido:<br />

una niña precoz de insondable miseria;<br />

<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de fuego de una biblioteca;<br />

la Revolución Cultural China<br />

y <strong>el</strong> apacible don d<strong>el</strong> Yang-Tse;<br />

digo: la cerradura larga llevo de la muerte,<br />

cenizas de cuerpos ejemplares.<br />

El público (más que los lectores) se identificó mucho con <strong>el</strong><br />

libro y yo le tengo especial cariño porque al pasar balance encuentro<br />

decencia en su escritura. Son numerosos los comentarios críticos;<br />

pero más largo aún es <strong>el</strong> eco de los recitales. Recuerdo ensayos<br />

de Migu<strong>el</strong> Aníbal Perdomo, Tony Raful, Pedro Peix, Héctor<br />

Amarante, Ana Sierra y Josefina de la Cruz. algunos de estos ensayos<br />

los recojo en mi página web que habrá de salir en los próximos<br />

días.<br />

3. Tu labor poética no se ha limitado a la mera publicación de<br />

tus libros; la misma te ha llevado a ser uno de los miembros fundadores<br />

d<strong>el</strong> grupo literario La Antorcha y a establecer la colección<br />

de poesía Luna Cabeza Caliente. Podrías hablarnos de estas dos empresas,<br />

de su importancia o significación, sobre todo dentro d<strong>el</strong> contexto<br />

literario dominicano.<br />

Sí, La Antorcha. Nuestro grupo fue la respuesta imberbe de un<br />

grupo de muchachos que buscaba “llevar la cultura a la margen oriental<br />

d<strong>el</strong> río Ozama”; respuesta a esa presencia vigorosa de grupos como<br />

El Puño, La Isla y La Máscara, formados por escritores con largos<br />

años de ejercicio literario y/o artístico. Fue una saludable osadía<br />

que ha demostrado talento, consistencia y una vocación a carta cabal<br />

que nos mantiene en <strong>el</strong> vórtice de la tormenta.<br />

Basta con mencionar algunos nombres: Mateo Morrison, Enrique<br />

Eusebio, Fernando Vargas, Soledad Álvarez y Alexis Gómez<br />

328 329<br />

Luis Rafa<strong>el</strong> Sánchez (escritor puertorriqueño), Alexis Gómez Rosa, Enrique Eusebio, momento previo al inicio d<strong>el</strong> II<br />

Encuentro de escritores de Lengua Española, Caracas, Venezu<strong>el</strong>a, 1980.


Rosa. No peco de exagerado si te afirmo que de los grupos anteriormente<br />

mencionados los únicos apegados al ideal literario son los<br />

miembros de La Antorcha. Los demás: una rumba de leguleyos y<br />

burócratas que arrastrarán de por vida su condición de poetas. ¡¡¡Oh,<br />

cuanto rédito produce la poesía!!!<br />

La Antorcha no fue una escu<strong>el</strong>a que sistematizara <strong>el</strong> conocimiento<br />

y encauzara la escritura, pero sí <strong>el</strong> aula por donde pasaron<br />

los nombres emblemáticos de la poesía en <strong>el</strong> siglo XX y, con <strong>el</strong>los,<br />

la interacción con artistas de otras disciplinas: cine, jazz, artes plásticas,<br />

que nos hicieron sentir hombres d<strong>el</strong> mundo y al día. Acerca<br />

de estas últimas actividades tendríamos que hablar de una Antorcha<br />

extendida. Con <strong>el</strong> pintor Geo Ripley y Fernando vargas nos reuníamos<br />

con frecuencia a escuchar música (Jazz, Los Beattles, Los<br />

Rolling Stones, Led Zep<strong>el</strong>lin) y a participar de los cine forum de la<br />

época en <strong>el</strong> Santomé, Rialto y Olimpia. Era una orgía de la imaginación<br />

en la cultura. Creo que la savia cultural que nutrió aqu<strong>el</strong>los<br />

días de gloria en <strong>el</strong> torb<strong>el</strong>lino me hizo conjugar <strong>el</strong>ementos diversos<br />

que enriquecieron mi visión poética. Ahí está (estuvo) <strong>el</strong> punto y<br />

aparte, la diferencia, en r<strong>el</strong>ación con los demás compañeros de generación.<br />

La colección de poesía “Luna Cabeza Caliente” y <strong>el</strong> laboratorio<br />

“(M)artes de la poesía” llegaron años después <strong>para</strong> dar por cerrada<br />

mi labor de gestor cultural. Como <strong>el</strong> nombre te lo indica con la<br />

colección poética quise unir y (con)fundir magia y militancia; poesía<br />

y catecismo político sin desprestigiar lo primero: la magia en la<br />

poesía (Huidobro). Con mucho esfuerzo y astucia pude publicar<br />

varios libros como los de Rafa<strong>el</strong> Catalá, Iván Silén, José Kozer,<br />

Vicente Echerry, Jorge Oliva y Alexis Gómez Rosa. Notarás que la<br />

presencia dominicana es pobre como de pobreza está lleno <strong>el</strong> espíritu<br />

de buena parte de los nuestros. Siempre he dicho que los principales<br />

enemigos de la literatura dominicana son los escritores dominicanos:<br />

apáticos, haraganes y mezquinos. Claro! Con sus excepciones<br />

a la regla como José Mármol en poesía y Diógenes Céspedes en la<br />

crítica. D<strong>el</strong> laboratorio poético “(M)artes de la poesía” qué decirte:<br />

un novedoso y lúcido experimento donde pusimos a circular una<br />

sensibilidad de nuevo tipo y practicamos mod<strong>el</strong>os de escritura totalmente<br />

desconocidos. Comenzó con un grupito de poetas y terminó<br />

con decenas de interesados en la poesía. El lugar: Casa de<br />

Teatro. Siempre a las 7 de la noche y en la ruta d<strong>el</strong> escalofrío.<br />

4. Por varios años residiste en los EE.UU., específicamente en<br />

Nueva York, primero como estudiante de licenciatura y maestría, y<br />

luego como maestro y como profesor de literatura y lengua españolas.<br />

¿Cómo recuerdas estos años de estudio y aprendizaje, qué aportaron<br />

a tu quehacer literario, y cuál es en tu opinión la situación de<br />

los escritores dominicanos radicados en su<strong>el</strong>o norteamericano?<br />

Resp.- Salí de República Dominicana procurando la formación<br />

académica que me negó la Universidad Autónoma de Santo Domingo.<br />

Después d<strong>el</strong> vendaval político-cultural que desató la guerra<br />

civil, d<strong>el</strong> viento frío indolente y acomodaticio, traté de hacerme de<br />

una carrera universitaria que no incluía la ingeniería entre las opciones<br />

posibles. Decepción familiar. Mi fracaso (escasez de visión d<strong>el</strong><br />

primogénito) era <strong>el</strong> fracaso d<strong>el</strong> proyecto familiar que terminaría por<br />

arrastrar al mismo nicho a mis cinco hermanas. (Palabras d<strong>el</strong> padre<br />

que por suerte no se hicieron realidad.)<br />

A pesar de los pronósticos decidí matricularme en la Escu<strong>el</strong>a de<br />

Letras de la cual me retiré poco después por la insuficiencia d<strong>el</strong> cuerpo<br />

profesoral. Ante mi espíritu intranquilo y sed de conocimientos (anh<strong>el</strong>ado<br />

arsenal de los años 60), tan sólo encontré las v<strong>el</strong>eidades literarias<br />

de abogados trasnochados que mal orientaban a sus discípulos. Ese<br />

cuadro, unido a la descomposición política nacional me puso, por obra<br />

de mis padres, en la escalinata de un avión rumbo a Nueva York.<br />

En la primera etapa de mi experiencia neoyorquina deambulé<br />

por los cuatro costados de la ciudad maravillándome a cada paso.<br />

Supe, al instante, que allí me acomodaría. Nueva York se convirtió<br />

en una prueba constante, de resistencia. Quizás <strong>el</strong> primer atractivo<br />

estuvo en sobrevivir: estudiante de inglés durante la mañana; obrero<br />

de múltiples oficios en horas de la noche. Hoy le daba la p<strong>el</strong>a a la<br />

familia, mañana a un amigo. Así transcurrió <strong>el</strong> primer año y medio<br />

330 331


Calle El Conde, 1969. En la acera de la izquierda, obsérvese <strong>el</strong> letrero d<strong>el</strong> Bar Restaurant Panamericano, rincón<br />

que aglutinaba a poetas y escritores.<br />

hasta que UMass/Boston me aceptó <strong>para</strong> dar paso, dos años después,<br />

a Dino Pacio Linder quien se convirtió en guía y mentor en<br />

la Universidad d<strong>el</strong> Estado de Nueva York, en Saratoga/Springs,<br />

donde saqué mi literatura en Estudios Culturales. Gracias a Dino<br />

inicié mi vida profesoral en <strong>el</strong> Sistema de Educación Superior de<br />

la ciudad (Board Education), desempeñándome como profesor de<br />

literatura, lengua española e historia en la George Washington High<br />

School. El resultado: catastrófico. Igual de catastrófico lo fue en<br />

otros niv<strong>el</strong>es d<strong>el</strong> sistema. Aún así, mientras trataba de enseñar<br />

aprendí muchísimo. Esas largas horas en trenes y guaguas me permitieron<br />

ahondar en <strong>el</strong> conocimiento de la literatura norteamericana,<br />

familiarizándome con una sensibilidad y una prosodia que<br />

dio mucha riqueza y plasticidad a ese verso emergente de aqu<strong>el</strong>los<br />

años. Contra la pluma la espuma y New York city en tránsito de pie quebrado<br />

encierran los mecanismos de aprendizaje de aqu<strong>el</strong>las<br />

andanzas en las que me veía retado mientras enderezaba esquinas<br />

por la ciudad.<br />

En cuanto a los escritores dominicanos en New York, bien, gracias.<br />

Fi<strong>el</strong>es exponentes de la vida en ghetto de Washington Heights,<br />

los escritores dominicanos son f<strong>el</strong>ices comiendo arroz con habichu<strong>el</strong>as<br />

en su ghetto de Washington Heights.<br />

5. En <strong>el</strong> 2000 la editorial española Huerga y Fierro publicó la<br />

versión cast<strong>el</strong>lana de tu poemario S<strong>el</strong>f Service Poems. Como sabes,<br />

hasta hace poco la poesía y la literatura dominicanas contemporáneas<br />

eran poco menos que desconocidas fuera de la isla. Esta situación<br />

ha venido mejorando con la publicación de autores dominicanos<br />

por parte de editoriales españolas. ¿Qué significó <strong>para</strong> ti<br />

personalmente, como escritor, esta publicación en España? ¿Crees<br />

que con <strong>el</strong>la abriste puertas en la patria de Quevedo?<br />

Resp.- Chepazo histórico. Publicar en Madrid no ha significado<br />

nada superior a una suculenta fabada, con la desventaja (<strong>para</strong><br />

<strong>el</strong> libro) de que hallo siempre en la fabada <strong>el</strong> placer en serie de la<br />

costumbre. En España se me cayeron muchos santos y altares.<br />

Había creído siempre que la editorial (en idílico estado de pureza)<br />

332 333


aceptaba tus originales <strong>para</strong> ser evaluados por <strong>el</strong> comité de lectores<br />

quienes finalmente leían y recomendaban. Nada más falso. Quizás<br />

fue así en <strong>el</strong> pasado, muy en <strong>el</strong> pasado. Hoy en día tú llegas a la<br />

editorial como se llega a todas partes con posibilidades de éxito:<br />

con sólidos e influyentes padrinos. De no ser así traspasarás <strong>el</strong><br />

umbral de la editora con una política de intercambio...o por <strong>el</strong><br />

mandato siempre beneficioso de un premio literario. Para un escritor<br />

dominicano será difícil conseguir patrocinio o apoyo porque<br />

no tenemos nombres o tradición que legitimen la propuesta.<br />

Decir: soy argentino, esto es: vengo de la tierra de Borges,<br />

Macedonio, Bioy Casares, Oliverio Girondo, eso vende. Difícilmente<br />

pueda pasar con nosotros porque los nombres mayores de<br />

la literatura nacional vienen de otros géneros y, salvo Pedro<br />

Henríquez Ureña, Juan Bosch es conocido apenas en <strong>el</strong> Caribe. La<br />

otra vía, la calidad, es un mito ya que nadie se da cuenta de <strong>el</strong>la.<br />

Se hace necesario romper <strong>el</strong> cascarón y mostrar <strong>el</strong> rostro. Para eso<br />

falta osadía y bien conocido es <strong>el</strong> desinterés y la abulia que nos<br />

caracterizan, como proverbial es nuestra haraganería.<br />

6. En <strong>el</strong> 2001 Ediciones Bangó publicó una edición limitada y<br />

de hermosa factura de tu poemario Adagio cornuto (poema en rosa).<br />

¿Podrías hablarnos de la significación de este libro dentro de tu<br />

obra poética? Estimo que este libro, de indudable calidad poética,<br />

ha pasado casi desapercibido por la crítica d<strong>el</strong> país, ¿a qué crees que<br />

se debió tal “descuido”?<br />

Resp.- Adagio cornuto es un poema en prosa en 15 cantos. En<br />

la edición de Bangó dice como subtitulo: poema en rosa. Es un<br />

error, <strong>el</strong> único error que asumo como propio. Debió decir (ver <strong>el</strong><br />

poema en la primera parte de S<strong>el</strong>f Service Poems (Ahora disponible<br />

en su versión cast<strong>el</strong>lana): poema en prosa. Ese poema, que valoro<br />

como texto de importancia en mi obra, pasó sin pena ni gloria<br />

como gran parte de mi obra. Para los que llevan anotaciones<br />

debo decir que la primera exposición de poesía concreta la monté<br />

en Casa de Teatro <strong>para</strong> 1977; <strong>el</strong> primer libro de haikus publicado<br />

en <strong>el</strong> país es High quality, Ltd y desde <strong>el</strong> laboratorio poético<br />

“(M)artes de la poesía”, se introdujeron los textos de la modernidad<br />

poética occidental. O sea, ya estoy vacunado contra <strong>el</strong><br />

egoísmo y la mezquindad.<br />

7. En tu quehacer poético te has caracterizado por ensayar fórmulas<br />

poéticas un tanto sui géneris, como haces con <strong>el</strong> epitafio en<br />

Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida, libro por cierto también<br />

b<strong>el</strong>lamente editado en 2004 y prologado por José Mármol. Cuéntanos<br />

cómo fue la experiencia de componer estos poemas dedicados<br />

a tantos escritores que admiras, muchos de los cuales aún están,<br />

por fortuna, entre nosotros.<br />

Resp.- Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida es un poemario<br />

c<strong>el</strong>ebratorio de la amistad. Desde <strong>el</strong> imaginario de una ausencia he<br />

querido hacer constar mi admiración, cariño y amistad hacia todos<br />

los que integran esa nómina d<strong>el</strong> lirismo.<br />

8. En <strong>el</strong> 2005 aparece La tregua de los mamíferos, un poema<br />

c<strong>el</strong>ebratorio d<strong>el</strong> 40 aniversario de la Guerra de Abril, en <strong>el</strong> que evocas<br />

las principales incidencias de esta contienda y trazas tu particular<br />

visión y memoria de la misma. Veo en este libro tuyo una especie<br />

de homenaje, con tintes de nostalgia, a la llamada Joven Poesía<br />

dominicana de los sesenta y setenta. ¿Qué te llevó a cantar esta<br />

gesta? ¿Cómo lograste sortear <strong>el</strong> tema político e ideológico sin incurrir<br />

en <strong>el</strong> cultivo de una poesía panfletaria o supeditada a los imperativos<br />

políticos más que a los estéticos?<br />

He venido haciendo equilibrio sobre <strong>el</strong> filo de la navaja. Dispuesto<br />

a rajarme <strong>el</strong> pie sin hacer concesiones a la demagogia y a la<br />

gratuidad. Ya en Oficio de post-muerte están esas inquietudes que<br />

constituyen mi norte como poeta. Ahora, con un texto base como<br />

Aullido, último poema de la 2da. edición de Oficio de post-muerte,<br />

me sentí llamado a redondear la epopeya. Noté que la zapata d<strong>el</strong><br />

poema permitía modificaciones a la estructura y acometí la empresa<br />

de reconstruir aqu<strong>el</strong>los días de infante de 15 años <strong>para</strong> brindar<br />

un ángulo d<strong>el</strong> conflicto bélico desde las coordenadas que imponen<br />

40 años de distancia. Siento que <strong>el</strong> poema respira con <strong>el</strong><br />

pulmón de todos.<br />

334 335


9. ¿Cómo ves y valoras la poesía dominicana contemporánea?<br />

Resp.- La poesía dominicana tiene la salud de un niño en <strong>el</strong><br />

cuerpo de un viejo. En <strong>el</strong>la hay fuerza pero le faltan medios; tiene<br />

atmósfera (magín), pero le falta corazón. Es poesía que no arriesga<br />

su prestigio, que busca consolidarse en la fortaleza de una tradición<br />

de segunda mano. Mientras poetas importantes d<strong>el</strong> Perú (Antonio<br />

Cisneros o Enrique Verástegui) niegan o cuestionan a Vallejo,<br />

los poetas jóvenes dominicanos c<strong>el</strong>ebran a Mieses Burgos: buen<br />

poeta d<strong>el</strong> cual tenemos en América Latina decenas en la misma<br />

época de trabajo d<strong>el</strong> poeta dominicano. Desgraciadamente la poesía<br />

nuestra es repetitiva, cansona, “prestigiosa”. Busca siempre<br />

casarse con la gloria de lo trascendente y ontológico, o con las<br />

exquisiteces olímpicas que recorriera la barca de Caronte, y ya te<br />

imaginarás donde termina.<br />

La poesía dominicana ha crecido (crece) a espaldas (no al margen,<br />

digo) de las grandes voces de la modernidad. Mientras Moreno<br />

Jimenes aspira a un canto en contra de lo que pide a gritos la retórica,<br />

los poetas sorprendidos retornan al ruedo d<strong>el</strong> minotauro, los arcáng<strong>el</strong>es<br />

y los serafines. Tanta pureza me enceguece. La poesía reside en las<br />

cosas. Misión d<strong>el</strong> poeta: tener ojos <strong>para</strong> descubrirla. Eso lo he dicho<br />

anteriormente. Sí, <strong>el</strong> poeta debe afinar su visión y con nuevo lenguaje<br />

dejar cual r<strong>el</strong>ámpago <strong>el</strong> temblor esencial de la vida. O no es nuevo <strong>el</strong><br />

lenguaje de Moreno Jimenes cuando nos dice:<br />

— ...en nuestros brazos,<br />

me pareció muchas veces que <strong>el</strong> instante regateaba siglos.<br />

—La sangre aborta (...) <strong>el</strong> curso ya desarbolado de la égloga.<br />

— Tu sombra está más llena de perfumes que la noche.<br />

Verte es crecer;<br />

recordarte es comenzar a desandar la vida.<br />

—(¡Ay Dios! !Qué será de las lilas<br />

con medio cuerpo bajo <strong>el</strong> cieno, y medio cuerpo<br />

sobre la vida!<br />

—Un framboyán carmina <strong>el</strong> azul de violetas<br />

— ...d<strong>el</strong> lejano mar surgió una plegaria de nácares<br />

—Las cosas de mayor transparencia<br />

tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.<br />

—Un rumor de canto desvalido daba a la soledad<br />

trasunto de incienso.<br />

—La hora parpadea en <strong>el</strong> péndulo de un anochecer polvoriento;<br />

se inicia una noche invertida en <strong>el</strong> horizonte de la tarde,<br />

concluye un amanecer preestablecido en la clarividencia de la<br />

[ noche.<br />

—La paz se ha agitado en la hora<br />

hasta zozobrar en <strong>el</strong> segundo.<br />

Otros poetas, desde perspectivas distintas, están realizando<br />

una obra importante que, más temprano que tarde, se irá estableciendo<br />

en <strong>el</strong> gusto colectivo y en la opinión de la crítica. Con <strong>el</strong><br />

temor siempre de cometer injusticias, déjame mencionar a Migu<strong>el</strong><br />

Aníbal Perdomo (una rev<strong>el</strong>ación de otra época; un nuevo regreso),<br />

Soledad Álvarez, Cayo Claudio Espinal, José Mármol, León<br />

Félix Batista, Carlos Rodríguez Ortiz, Homero Pumarol y Rita<br />

Indiana Hernández, hasta cierto punto (o con todos los puntos)<br />

quienes sacaron la cabeza más allá d<strong>el</strong> canon.<br />

10. Durante algunos años estuviste involucrado en la comisión<br />

organizadora de la Feria d<strong>el</strong> Libro de Santo Domingo, y en la dirección<br />

literaria de la Editora Nacional. Coméntanos brevemente cuál<br />

ha sido tu accionar en estas dos instituciones, los logros obtenidos<br />

y los problemas con los que te has enfrentado.<br />

En la Feria Internacional d<strong>el</strong> Libro de Santo Domingo fui un<br />

empleado de tercera línea que se propuso favorecer a sus amigos.<br />

Amigos, por supuesto, con la calidad literaria <strong>para</strong> que no se me<br />

cuestionara luego.<br />

336 337


Mis años de residencia en <strong>el</strong> exterior me permitieron crear un<br />

listado fabuloso de escritores y por eso siempre (los organizadores)<br />

se auxiliaban conmigo. Por mí vinieron al país Sergio Pitol, Saúl<br />

Ibargoyen Islas, Adolfo Castañón, Rafa<strong>el</strong> Ramírez Heredia, Margarito<br />

Cu<strong>el</strong>lar, Gonzalo Rojas, Raúl Barrientos, Antonio Cisneros, Migu<strong>el</strong><br />

Ang<strong>el</strong> Zapata, Yolanda Pantín, Rosario Ferré, Pedro López Adorno,<br />

Etnairis Rivera, Mayra Santos Febres, Eliseo Alberto Reyna,<br />

María Rodríguez y un largo etcétera.<br />

Pasando balance, en la Editora Nacional, muy pocas luces y<br />

mucha sombra. Para comenzar, pierdo la amistad de mi compadre<br />

Enrique Eusebio –a quien sustituí contra mi voluntad–, porque su<br />

gestión fue conflictiva y de muy pocos resultados. Aceptar esa verdad,<br />

imposible; hay que buscar un chivo expiatorio y ese fui yo. Y al<br />

finalizar, acosado por las nuevas autoridades en las dos orillas d<strong>el</strong><br />

Atlántico. ¡Te imaginas! Así como lo oyes: que si se imprimieron<br />

mil libros, que cuántos se entregaron, que cuántos se vendieron y<br />

un rosario de dudas. De lo otro, de mi honestidad, tan sólo te voy a<br />

decir que tiempo no me faltó <strong>para</strong> sangrar mi bolsillo.<br />

11. Finalmente, Alexis, ¿en qué proyectos literarios te encuentras<br />

inmerso en la actualidad?<br />

Para la semana entrante debe salir mi página web a la cual he<br />

dedicado los últimos meses jugando un poco con mi pasado y mis<br />

publicaciones. Ha sido una experiencia interesante, ardua, maravillosa<br />

y difícil. Ya verás. Por lo demás, vengo conjugando poesía y<br />

narrativa, yendo de un género a otro y engordando poco a poco los<br />

siguientes libros:<br />

- Marginal de un lengua que persigue su forma (poesía)<br />

- Ferryboat de una noche invertebrada (poesía)<br />

- Despierta <strong>el</strong> cuerpo donde anida y muere la guinea (poesía)<br />

- Miénteme una eternidad (nov<strong>el</strong>a) y<br />

- Mesa culpable (cuentos).<br />

Por ahí va la cosa. En <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> presente año quiero publicar<br />

<strong>el</strong> Ferryboat de una noche invertebrada: librito que se ha quemado en la<br />

prueba de varios concursos. Leer, con la frialdad de la distancia las<br />

obras ganadoras, es como <strong>para</strong> desgarrarse la vestidura.<br />

338 339


En reseña aparecida en <strong>el</strong> periódico El Caribe de fecha 22 de agosto de<br />

1967, se consigna que <strong>el</strong> señor Blas de la Rosa, miembro fundador de La<br />

Antorcha, dio a conocer <strong>el</strong> surgimiento de la agrupación literaria.<br />

Los grupos culturales de los años 60<br />

Alexis Gómez Rosa<br />

Inolvidables hermanos: dondequiera que estén, hundidos en la tierra<br />

que ustedes midieron a batazos (...); bajo <strong>el</strong> polvo levantado al deslizarse<br />

en segunda, o alimentando la hierba que se extingue en los jardines.<br />

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR<br />

A Humberto Frías, in memorian<br />

Atrapado entre la Academia Militar Batalla de las Carreras y los<br />

Gigantes de San Francisco, con Juan Marichal y la trilogía Rojas<br />

Alou a la cabeza, debatía mi futuro de adolescente crecido y educado<br />

bajo las dictaduras d<strong>el</strong> clero y los guardias. Con apenas 15 años,<br />

la guerra civil de 1965 escindió ese mundo <strong>el</strong>emental como una<br />

espada de fuego, <strong>para</strong> ver con superior claridad la vida protagónica<br />

de los mayores. Me limité a observar. Desde un rincón de la página<br />

deportiva de El Caribe yo miraba y crecía con mi nube de sueños y<br />

esperanzas beisboleras. Había creado equipos deportivos con los<br />

que cruzamos <strong>el</strong> río Ozama <strong>para</strong> jugar en <strong>el</strong> diamante d<strong>el</strong> Oratorio<br />

María Auxiliadora, en intercambio con otros clubes a los que finalmente<br />

conquistamos integrando <strong>el</strong> roster de los Piratas de Vivo, en<br />

la Liga de la Javilla.<br />

Cambio de un uniforme (<strong>el</strong> militar), por otro (<strong>el</strong> deportivo), sin<br />

mayor importancia salvo la pérdida de la inocencia en las<br />

entrepiernas de las coristas d<strong>el</strong> Palacio de Herminia. De regreso,<br />

por <strong>el</strong> sueño, a una vida en anonimato, mis pasos se entretejieron<br />

combinando desv<strong>el</strong>os académicos y activismo político que, desde<br />

1961, transformaron <strong>el</strong> país en una olla de grillos; convirtiendo, de<br />

paso, la política en un deporte más. No apto <strong>para</strong> ejercerla, despierto<br />

a esas inquietudes, lápiz, bolígrafo y cuaderno en ristre, como<br />

furtivo contemplador.<br />

340 341


Abierto <strong>el</strong> ojo, fui anotando en mi cuaderno temblores como<br />

r<strong>el</strong>ámpagos existenciales; asombros y descubrimientos; peripecias e<br />

historias de viaje. Leía en la vitrina d<strong>el</strong> mundo la vertiginosidad de<br />

los días. Escribía <strong>para</strong> acompañarme, <strong>para</strong> engañarme. La literatura<br />

era una institución más; quedaba en las afueras, retirada. Llegar a<br />

<strong>el</strong>la me costó mucho. Con los años supe que la literatura dominicana<br />

posterior a la muerte de Rafa<strong>el</strong> Leonidas Trujillo se desarrolló a<br />

partir d<strong>el</strong> trabajo que impulsaron, desde perspectivas distintas, escritores<br />

como Aída Cartagena Portalatín, (Colección Brigadas Dominicanas);<br />

Luis Alfredo Torres, (desde las páginas de la revista Testimonio),<br />

y los escritores y pintores que integraron <strong>el</strong> grupo Arte y<br />

Liberación, en <strong>el</strong> cual se destacó la figura d<strong>el</strong> pintor Silvano Lora:<br />

alma y bujía inspiradora d<strong>el</strong> grupo. Es preciso señalar que tras <strong>el</strong><br />

trabajo editorial de Aída y Luis Alfredo se produjo,<br />

concomitantemente, una extraordinaria, febril e intensa labor de<br />

taller que, al tiempo de promover lecturas claves entre sus integrantes,<br />

sirvió de filtro depurador a las producciones literarias que habitualmente<br />

se sometían a discusión.<br />

Eran aqu<strong>el</strong>los tiempos difíciles. La democracia, tan sólo, una<br />

aspiración; la vida, una lotería más allá de la incertidumbre que<br />

impone <strong>el</strong> jugador. Con esos materiales, los de la incertidumbre,<br />

armábamos los sueños que iluminan la utopía redentora y procuraban<br />

un cauce a las ansias de libertad y justicia social. La calle nos<br />

llamaba, y tras las hu<strong>el</strong>las d<strong>el</strong> <strong>para</strong>íso perdido, salimos a desalambrar,<br />

a destrujillizar; apiñando cuerpos en octubre 1 como en abril 2 , en<br />

una larga trinchera de contradicciones ideológicas y purgas intestinas<br />

que atomizaron a las fuerzas de izquierda y a los grupos<br />

progresistas. En <strong>el</strong> camino (un viento frío nos recorre), todas las<br />

1. Mes de jornadas populares, callejeras, que culminaron, en 1962, con la matanza de<br />

jóvenes estudiantes en la calle Espaillat de la ciudad colonial.<br />

2. Estallido bélico (1965) entre civiles, militares identificados con la Constitución de<br />

Juan Bosch de 1963 y tropas regulares de las Fuerzas Armadas (C.E.F.A.), apoyados<br />

por una intervención militar de Estados Unidos.<br />

coordenadas extraviamos porque la <strong>palabra</strong> fue perdiendo sentido.<br />

Se hizo chata, rectilínea, sin la gracia d<strong>el</strong> certificado de origen. La<br />

<strong>palabra</strong> enfermó y, en consecuencia, la poesía, un artículo hecho<br />

con <strong>palabra</strong>s, se hizo pura tautología. Claro está. Ésta no es la visión<br />

de la época, marcada por los imponderables de la guerra fría.<br />

Es la visión muerta de sus “muertos”. Durante esos años y como<br />

pocas generaciones han experimentado, la nuestra vivió en carne<br />

propia <strong>el</strong> ordenamiento de un mundo que modificó nuestra percepción<br />

de las cosas, afectando sentimientos, conductas y creencias.<br />

Época, sin lugar a dudas, difícil y al mismo tiempo de fácil lectura.<br />

Nuestros héroes: a la izquierda con <strong>el</strong> hombre. Los villanos,<br />

rateros y perversos, constituían <strong>el</strong> resto. Eran aqu<strong>el</strong>los años los años<br />

duros de la calle Espaillat 3 , y la lucha contra los remanentes d<strong>el</strong><br />

trujillato que veía transcurrir con mis doce, trece o catorce años<br />

desde la ventana de la farmacia de Humberto Gómez Olivier en la<br />

calle El Conde. Allí fui testigo de innumerables luchas y refriegas<br />

por <strong>el</strong> restablecimiento de la democracia en <strong>el</strong> país, y allí también<br />

asistí, sorprendido en <strong>el</strong> arrojo, a las grandes manifestaciones que<br />

encabezara <strong>el</strong> Coron<strong>el</strong> Francisco Alberto Caamaño Deñó durante<br />

los días de la Guerra Patria de 1965. 4<br />

Por aqu<strong>el</strong>la época se agigantó en mí <strong>el</strong> asombro, y a la conciencia<br />

de ser parte de un conglomerado social en crisis, añadí una casita<br />

de sentimiento patrio. Atrás quedó mi afición por <strong>el</strong> baile y la<br />

p<strong>el</strong>ota <strong>para</strong> dar paso al gusanillo narcótico de la política.<br />

LAS COMPLICIDADES SECRETAS<br />

Cursaba <strong>el</strong> tercer año d<strong>el</strong> bachillerato cuando la guerra de abril<br />

hizo cambiar <strong>el</strong> rumbo de mi vida, rev<strong>el</strong>ándome un universo <strong>para</strong> <strong>el</strong><br />

cual no estaba pre<strong>para</strong>do, que asumí desde un estado lúdico con la<br />

3. Véase nota número uno.<br />

4. Véase nota número dos.<br />

342 343


inusitada alegría de quien no ha comprendido los p<strong>el</strong>igros d<strong>el</strong> juego<br />

que festeja, en compañía de otros jugadores, ignorantes, por igual,<br />

de las leyes d<strong>el</strong> juego.<br />

Vivía en <strong>el</strong> Ensanche Ozama. Con Enrique Eusebio y Blas de<br />

la Rosa: compañeros de estudios d<strong>el</strong> Colegio San Francisco de Asís 5 ,<br />

y Mateo Morrison: joven profesor de idiomas (nuestro amigo y mentor),<br />

nos agrupábamos previo a la formación d<strong>el</strong> grupo La Antorcha,<br />

en los pasillos d<strong>el</strong> colegio y esquinas d<strong>el</strong> barrio con la finalidad<br />

de organizar protestas contra la invasión de los marines. Con Mateo<br />

nos pusimos al día con respecto a un país d<strong>el</strong> que formábamos parte<br />

sin pertenecer a él. De aqu<strong>el</strong>las conversaciones nació <strong>el</strong> amor por<br />

la tierra y la identificación con la suerte de los hombres y mujeres<br />

que la habitan y padecen ¿Pero, cómo canalizar y dar forma a ese<br />

amor desde la temprana edad de la pasión y la quimera? Sólo la<br />

poesía lo explica. En <strong>el</strong>la, si así fuéramos a llamar aqu<strong>el</strong>las impertinencias,<br />

se refugiaron mis inquietudes y obsesiones libertarias. Mis<br />

primeros poemas estuvieron marcados por <strong>el</strong> fuego de aqu<strong>el</strong>las premoniciones<br />

(recuerdo como mi primer texto Salutación a Juan Pablo<br />

Duarte, que nunca publiqué) que me dejaron caer los vecinos. Tiempo<br />

después, movido por la necesidad de hacer de mi <strong>palabra</strong> coro, me<br />

acerqué a otros estudiantes en quienes advertía una enfermedad similar.<br />

Así, una mañana, en compañía de Enrique Eusebio, visitamos<br />

a Mateo Morrison en la Cruz de Mendoza, a quien propusimos formar<br />

un grupo literario <strong>para</strong> estudiar literatura y discutir, con espíritu<br />

de taller, nuestros poemas y cuentos. La idea propuesta fue acogida<br />

con entusiasmo por Morrison, quien se hizo acompañar de Rafa<strong>el</strong><br />

5 <strong>Una</strong> visita importante, por lo que significó en estímulo <strong>para</strong> consolidar nuestra<br />

vocación literaria, fue la de René d<strong>el</strong> Risco y Bermúdez, quien formaba parte de El<br />

Puño: grupo con <strong>el</strong> cual mantuvimos una provechosa r<strong>el</strong>ación. Por vía de René d<strong>el</strong><br />

Risco y Migu<strong>el</strong> Alfonseca conocimos a los autores d<strong>el</strong> boom de la narrativa latinoamericana.<br />

A <strong>el</strong>los debo también mi acercamiento al cine europeo de las décadas d<strong>el</strong><br />

60 y 70. Otro escritor, con <strong>el</strong> cual hicimos tertulia fue Diógenes Céspedes, quien,<br />

después de su regreso de Francia, se convertiría en uno de los críticos más importantes<br />

d<strong>el</strong> país.<br />

344 345<br />

La proa, hacia la ciudad colonial; en <strong>el</strong> fondo, las casitas de Villa Duarte, desde donde frecuentemente salíamos<br />

en yola, los poetas d<strong>el</strong> grupo La Antorcha, en una época en que era usual este tipo de transporte.


Abréu Mejía en la reunión constitutiva d<strong>el</strong> grupo. Precisamente fue<br />

Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía quien bautizó <strong>el</strong> grupo con <strong>el</strong> nombre de La<br />

Antorcha, <strong>el</strong> 21 de mayo de 1967, con la misión de llevar e impulsar<br />

la cultura en la margen oriental d<strong>el</strong> río Ozama.<br />

La Antorcha fue un grupo esencialmente literario, aunque,<br />

como lo demuestran las páginas de la revista Dest<strong>el</strong>los, su órgano de<br />

difusión, se abrigaban otras manifestaciones de la cultura que nos<br />

hacían participar de aqu<strong>el</strong>las fabulosas jornadas de cine-forum que<br />

dirigían Armando Almánzar y Arturo Rodríguez Fernández. De igual<br />

forma algunos de nosotros participamos de las sesiones de Jazz y<br />

rock en casa de Geo Ripley, por las que transitaron desde Charlie<br />

Parker hasta Miles Davis; de Los Beatles a Jimi Hendrix, toda una<br />

const<strong>el</strong>ación de músicos exc<strong>el</strong>entes en versos convertidos, como<br />

una vez lo anotara Fernando Vargas.<br />

La otra cara de la moneda, en lo personal, la encontré en las<br />

casas de Migu<strong>el</strong> Alfonseca y Ramón Francisco: dos canales <strong>para</strong> <strong>el</strong><br />

conocimiento de la poesía, música y la pintura. A estos nombres<br />

justo es añadir a Juan Sánchez Lamouth, por quien conocimos a los<br />

poetas italianos: Leopardi, Quasímodo y Ungaretti. Poesía, música,<br />

cine y teatro ( v.gr. Amarilis Rodríguez), se conjugaban en nuestra<br />

práctica cotidiana <strong>para</strong> tipificar nuestros intereses culturales cuyos<br />

meandros lejos nos conducirían.<br />

Antes d<strong>el</strong> grupo sólo conocía la fraternidad de los equipos de<br />

béisbol en los que participé. Después de La Antorcha comprendí <strong>el</strong><br />

mundo como una vasta red de complicidades secretas, alimentadas<br />

por razones personales que en un momento se hicieron colectivas.<br />

De modo que, dentro y fuera, <strong>el</strong> grupo funcionaba con un perfil de<br />

individualidades que se manifestaba en las obras 6 y en la actitud<br />

6. Publicadas originalmente a través de suplementos culturales de la época, los poemas<br />

y cuentos de los miembros de La Antorcha se dieron a conocer por la generosidad<br />

de Manu<strong>el</strong> Valldesperes y María Ugarte (El Caribe); Pedro René Contín Aybar (Listín<br />

Diario) y Freddy Gatón Arce (El Nacional de ¡Ahora!), no sin antes pasar por <strong>el</strong> taller<br />

d<strong>el</strong> grupo, que autorizaba su publicación con la estampa de un s<strong>el</strong>lo gomígrafo.<br />

ante la misma poesía. Fruto de los talleres literarios nuestra poética<br />

evolucionó, a contracorriente, hacia un discurso menos enfático y<br />

más libre.<br />

De esas reuniones, c<strong>el</strong>ebradas en la Cruz de Mendoza, en la<br />

calle Aruba #107 d<strong>el</strong> Ensanche Ozama, como en <strong>el</strong> parque d<strong>el</strong><br />

mismo sector, destaco una presencia, la de Fernando Vargas, quien<br />

pese a su juventud, deslumbró a todos por su erudición y<br />

sistematicidad de lecturas. Fernando nos hizo ver la necesidad de<br />

apreciar la literatura moderna a través de sus voces representativas.<br />

Pedro Henríquez Ureña se convirtió en cita obligada y, con él, la<br />

mejor literatura española, francesa, inglesa y norteamericana. Desde<br />

entonces James Joyce, Ezra Pound, T. S. Eliot, Wallace Stevens,<br />

William Carlos Williams, Saint John Perse, Paúl C<strong>el</strong>án, Henry<br />

Michaux, Pierre Reverdy, André Breton y su corte, se convirtieron<br />

en autores de cabecera que trazaron <strong>el</strong> camino que habría de tomar<br />

nuestra literatura.<br />

Se puede decir que a diferencia de La Antorcha, todos los grupos<br />

literarios nacieron con mayoría de edad. Esto es: con una<br />

membresía de escritores formados, con un amplio historial en la<br />

práctica de la escritura y, en muchos casos, con <strong>el</strong> prestigio y <strong>el</strong><br />

reconocimiento público.<br />

Nosotros, en cambio, formamos un grupo de jóvenes estudiantes<br />

(la edad entre paréntesis) que hacíamos <strong>el</strong> camino al andar. Enrique<br />

Eusebio (19), Mateo Morrison (20), Soledad Álvarez (17),<br />

Fernando Vargas (17), Rafa<strong>el</strong> Abréu Mejía (29) y yo (17). Éramos muchachitos<br />

merecedores –en <strong>el</strong> decir de Antonio Lockward Artiles– 7 de<br />

unos cuantos cocotazos. Hu<strong>el</strong>ga decir que la osadía y <strong>el</strong> afán de<br />

conocimientos nos hizo ganar opiniones parecidas a las d<strong>el</strong> señor<br />

Lockward, ocultas bajo <strong>el</strong> manto indulgente de algunos comisarios<br />

7. Polémico y conflictivo, líder d<strong>el</strong> grupo La Isla, Antonio Lockward Artiles no<br />

facilitó <strong>el</strong> intercambio con <strong>el</strong>los; más bien lo dificultó. El diálogo con algunos de<br />

sus integrantes (Andrés L. Mateo, Norberto James, Wilfredo Lozano), se produjo<br />

más tarde con <strong>el</strong> nacimiento y auge de la joven poesía.<br />

346 347


de cultura. Para escribir –aparentemente–, se requería de un carnet<br />

que venía (viene) con tu partida de nacimiento o se compraba en <strong>el</strong><br />

mercado de todos los días. Espontaneidad o trabajo, en otras <strong>palabra</strong>s,<br />

ocupaban las platillas de la balanza y tiempo no habíamos<br />

acumulado <strong>para</strong> exhibir en blanco y negro imaginación y pensamiento.<br />

A pesar de todo la situación era entendible, como entendible<br />

era nuestro derecho al pataleo y a patalear nos dedicamos en una<br />

búsqueda bibliográfica y de información por las embajadas 8 de la<br />

ciudad, que nos permitieron ventilar, a la luz de las publicaciones<br />

foráneas que adquiríamos, nuestras limitadas ideas y pobre<br />

cosmovisión estética.<br />

Ahora bien, la importancia d<strong>el</strong> grupo no se apreciaría en lo inmediato,<br />

sino en <strong>el</strong> trabajo sistemático que, con <strong>el</strong> correr de los<br />

años, daría peso específico a la obra de investigación y de creación<br />

de Soledad Álvarez y Enrique Eusebio; al trabajo poético y de difusión<br />

cultural de Mateo Morrison; a las traducciones y al banco de<br />

datos de Fernando Vargas y a mi propia producción literaria. Taller,<br />

obras y actividades realizadas con <strong>el</strong> ideal primigenio de los cab<strong>el</strong>los<br />

largos y los pies descalzos, consignado en nuestra primera y<br />

única declaración.<br />

‘’Es necesario construir una nueva literatura (...), capaz de alcanzar<br />

resonancia universal. Al constituirnos en grupo literario, respondemos<br />

a una necesidad social. Deseamos promover la cultura en la<br />

parte oriental de la ciudad y <strong>el</strong>evar la voz con nuestro arte’’. 9<br />

Ya <strong>para</strong> <strong>el</strong> año 1970 <strong>el</strong> grupo literario La Antorcha ha dejado de<br />

trabajar como tal. Nuevas figuras d<strong>el</strong> firmamento poético irrumpen<br />

8. Entrar en contacto con <strong>el</strong> servicio cultural de embajadas como las de Brasíl y<br />

Venezu<strong>el</strong>a fue importantísimo. Por la primera conocimos a Manu<strong>el</strong> Bandeira,<br />

Cecilia Meir<strong>el</strong>es, Carlos Drummond de Andrade, Álvaro de Campos y <strong>el</strong> grupo<br />

Noigandres, entre otros. De Caracas nos llegó la revista Imagen y con <strong>el</strong>la parte de<br />

la tradición poética occidental.<br />

9. Extraído d<strong>el</strong> catálogo Dimensiones Heroicas: <strong>el</strong> arte de los 60 en la República Dominicana.<br />

Publicación d<strong>el</strong> Museo de Arte Moderno. (Santo Domingo: 2001).<br />

348 349<br />

Portada segunda edición de Oficio de post-muerte, Alfa y Omega, 1977 y contraportada de la primera<br />

edición d<strong>el</strong> mismo libro, Williamsburg Print Shop, Brooklyn, N. Y., 1973.


con similares motivaciones y se integran a una nueva realidad literaria<br />

que en lo ad<strong>el</strong>ante se conocería como La Joven Poesía.<br />

Hija de un pasado glorioso, este fenómeno socio-literario alcanzó<br />

preeminencia practicando una especie de olimpismo ideológico<br />

que no siempre hacía esquina con un ideal de justicia poética.<br />

Compañero. compañero, lo que importa es <strong>el</strong> contenido, sin advertir<br />

que ese continente d<strong>el</strong> dualismo poético terminaría empobreciendo<br />

la escritura de aqu<strong>el</strong>los campeoones.<br />

Aún así, y protegidos por Marianne de Tolentino, <strong>el</strong> grupo de La<br />

Joven Poesía tuvo la más grande repercusión social que haya tenido<br />

movimiento alguno en <strong>el</strong> país. Atravesada la República por los cuatro<br />

costados, la poesía fue pasto, por vez primera, de consumo público.<br />

Con numerosos recitales, diálogos, conferencias y publicaciones,<br />

la Joven Poesía hizo presencia en <strong>el</strong> país durante largos años<br />

de activismo y difusión poética; diversificando los hábitos de lectura<br />

y escritura y, por extensión, creando un tipo de literatura desde la<br />

cual se meditara acerca de la naturaleza d<strong>el</strong> acto creador. El conjunto<br />

de obras de quienes participaron en esa experiencia, es altamente<br />

<strong>el</strong>ocuente, señoras y señores.<br />

(El parque nacional se ha iluminado, <strong>el</strong> umpire ha dicho ¡play<br />

ball! Y La Antorcha se lanza al terreno de juego. Muchas gracias).<br />

[Este texto fue la ponencia que <strong>el</strong> autor presentó en un pan<strong>el</strong> de discusión<br />

acerca de los grupos culturales de los años 60, dentro d<strong>el</strong> marco de la<br />

exposición Dimensiones Heroicas, c<strong>el</strong>ebrada en <strong>el</strong> Museo de Arte Moderno,<br />

d<strong>el</strong> 26 de abril al 16 de julio de 2001.]<br />

Bajo <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o de todas las preguntas<br />

(Salutación a Don Pedro Mir)<br />

Alexis Gómez Rosa<br />

A Silvio Torres-Saillant y a Sócrates Tejada.<br />

Allá, hacia 1968, una pregunta de don Pedro Mir redujo a perplejidad<br />

mi entusiasmo: ¿Gusta usted d<strong>el</strong> plagio? Presuroso y solícito<br />

ante mi asombro, <strong>el</strong> poeta atinó a liberarme d<strong>el</strong> shock en que me<br />

hallaba, autorrespondiéndose: “Yo sí, yo sí plagio (…) Elijo un poeta<br />

–Darío, por ejemplo–, y lo copio hasta que aprendo sus recursos, su<br />

estrategia d<strong>el</strong> verso”. ¿Qué procuraba enseñarnos <strong>el</strong> poeta? “Luego<br />

tomo lo copiado y lo boto –nos dice, redondeando la idea– y de este<br />

modo me queda <strong>el</strong> ejercicio, la práctica que conduce a un dominio<br />

de la técnica y <strong>el</strong> estilo”.<br />

Sus <strong>palabra</strong>s de aqu<strong>el</strong>la noche fueron lección y encrucijada: algo<br />

así como un desafío más allá de la voluntad y <strong>el</strong> instinto. Sin proponérs<strong>el</strong>o,<br />

don Pedro imponía (y ejercía) su magisterio a un joven de<br />

17 años deslumbrando ante su iluminada <strong>palabra</strong>. Era la época de<br />

rehacer <strong>el</strong> cántaro y volver a contar. El tiempo de la vendimia y la<br />

esperanza y volver a cantar, porque la construcción d<strong>el</strong> sueño nacional<br />

por <strong>el</strong> efecto dominó de la revolución socialista, se halla al<br />

doblar de la esquina. Era <strong>el</strong> tiempo de marcar la hora de los justos<br />

comprometiendo la sangre y <strong>el</strong> sudor en ese maravilloso r<strong>el</strong>oj de la<br />

inocencia inviolada.<br />

Nada podía detenernos. Nosotros, los deseosos (rebautizo mi<br />

generación como la generación d<strong>el</strong> deseo), nos lanzamos al ruedo<br />

con toda la ingenuidad y una <strong>palabra</strong> estrujada y sombría. Con<br />

todo y lo sombrío, en la <strong>palabra</strong> “nosotros” rescata <strong>el</strong> corazón su<br />

estr<strong>el</strong>la y su asombro. En un bolsillo, la poesía urgente, redentora,<br />

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como ética d<strong>el</strong> deseo, y en <strong>el</strong> otro: un amor desangrado, más pasional<br />

que carnal, más social que personal, compartido en las plazas<br />

de la madrugada que, por necesidad, al malecón o a donde<br />

Blanquini conducían.<br />

Cantamos. Era copioso <strong>el</strong> fervor y corto <strong>el</strong> espacio ardiente de<br />

los iluminados. (Faltaron muchas tazas de café <strong>para</strong> rehacer <strong>el</strong> mundo).<br />

Esa noche, en <strong>el</strong> Club Náutico de Santo Domingo, 1 a orillas d<strong>el</strong><br />

Ozama, tres jóvenes poetas d<strong>el</strong> recientemente creado grupo La<br />

Antorcha, ganamos un compromiso y <strong>el</strong> sentido de responsabilidad<br />

o función social de la poesía. El compromiso (prestar la voz a<br />

los de abajo) acontece (acontecía) como herencia epocal, signado por<br />

un sentimiento de solidaridad resumido en <strong>el</strong> ideal revolucionario de<br />

octubre o de nuestros vecinos los cubanos. La otra cara de la moneda,<br />

en <strong>el</strong> decir de Camus, es la d<strong>el</strong> “solitario solidario”. El primero<br />

habría de ganarse por determinación de la voluntad, tan sólo con<br />

una acción de desprendimiento y verticalidad cívica. La responsabilidad<br />

poética implicaba, en cambio, largas horas de estudio y de<br />

conocimiento de una genealogía cuyas raíces combinan la savia de<br />

una tradición clásica y <strong>el</strong> espíritu inquietante de la modernidad.<br />

Muchos se comprometieron hasta la tambora: fue su redoble<br />

funesto. Otros, sin dejar de comprometerse y comprendiendo la<br />

naturaleza d<strong>el</strong> verbo hecho carne, optaron por la <strong>palabra</strong> d<strong>el</strong> ser,<br />

transido en su problematicidad de conciencia y lenguaje.<br />

Don Pedro estuvo allí, en todas sus batallas, como un padre<br />

distante y energético (¿Cuántas veces no se ha dicho?) En <strong>el</strong> aula:<br />

más <strong>el</strong>ocuente no pudo ser. En la calle: su poesía era espejo y expresión<br />

de un pueblo que podía ver en <strong>el</strong>la su verdadero semblante.<br />

La lección había concluido y de la enseñanza hicimos premeditado<br />

absoluto, privilegiando d<strong>el</strong> maestro su verticalidad cívica y su<br />

militancia política que, como contrapartida (y es la parte que no se<br />

1 Atracadero de pequeñas embarcaciones, <strong>el</strong> club era un hermoso lugar frecuentado<br />

por sus actividades culturales. Frente a sus instalaciones solíamos hacer la ruta desde<br />

la ciudad colonial, en yolas pre<strong>para</strong>das <strong>para</strong> <strong>el</strong> transporte de pasajeros.<br />

ve), tiene a un orfebre de la <strong>palabra</strong>, rigurosamente minucioso, aunque<br />

mediatizado por las voces de García Lorca y Neruda.<br />

Nunca como entonces, en esos años de inicio de La Antorcha,<br />

hubo tan buenas y sonoras intenciones. Un espejismo nos ilusionó,<br />

desfigurando nuestra imagen en <strong>el</strong> horror de los días. El diálogo<br />

propuesto por don Pedro terminó debilitándose: los poetas de turno<br />

se negaron a plagiar.<br />

(Resultado visible: una terrible y larga lista de libros que abultan<br />

la bibliografía nacional de letras muertas y engordan nombres al<br />

sol de la poesía dominicana: madre diosa proveedora de estatus<br />

social y lo que de esto se desprende).<br />

Nos faltaron ojos <strong>para</strong> ver. Ilusionados por <strong>el</strong> claror y color de la<br />

“<strong>palabra</strong> utilitaria”, no comprendimos que la poesía de don Pedro<br />

no tiene muchedumbre. Su poesía es muchedumbre: lenguaje de la<br />

pasión y <strong>el</strong> estallido.<br />

Hay en esta propuesta poética vocación de respuestas. Las preguntas,<br />

todas las preguntas, se las hizo la vida al poeta en su infinito<br />

y permanente desconcierto, como <strong>el</strong> despliegue de la noche en la<br />

cresta d<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ámpago.<br />

El poeta tomó su lira y transitó su exilio. Por su boca, aqu<strong>el</strong>los<br />

d<strong>el</strong> “montón salidos” encontraron su Arcadia: soñado país que no<br />

vivió <strong>el</strong> poeta.<br />

Ya lo sabemos: <strong>el</strong> canto exige un coro. Cuando es canto verdadero<br />

(identidad y temblor de muchedumbre), la <strong>palabra</strong> trasciende<br />

la página y se aposenta en la sangre, derribando muros y fronteras.<br />

Invitado a leer la realidad, <strong>el</strong> poeta es <strong>el</strong> ojo testigo de su temporada<br />

en la tierra, al tiempo de ser la visión crítica de lo mirado. Al<br />

poeta no le basta nombrar, referir. Su voz lírica tiene adjetivo: <strong>el</strong><br />

canto califica y contagia en su peregrinar participante.<br />

Don Pedro se lanzó a la calle y, precisamente, con <strong>el</strong> nombre de<br />

la poesía a la calle, Wilfredo Lozano y Alexis Gómez Rosa lanzaron<br />

una inusitada campaña de masíficación de la poesía (vía cart<strong>el</strong>es y<br />

volantes desde carros y azoteas) que convirtió al poema en artículo<br />

de consumo callejero.<br />

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Atrás quedaron los libros (por un momento), <strong>para</strong> ser la esquina la<br />

vitrina d<strong>el</strong> poema/pancarta, enrostrando al transeúnte su orfandad.<br />

Hubo poesía como habríamos de tener luego sangre. Hubo poesía.<br />

Y sobre todo luz rumor de poetas. Hubo poesía y <strong>el</strong> verbo fue a<br />

ocupar su lugar en <strong>el</strong> muro con la indignación de la proclama; pero<br />

también dispuestos a enaltecer la <strong>palabra</strong> rescatándola de un<br />

urgentismo irresponsable y estéril.<br />

Así, determinada por las circunstancias, la poesía ocupó un espacio<br />

verdadero junto al político como la querida que se acepta en público<br />

a regañadientes. Los cart<strong>el</strong>es respiraron con <strong>el</strong> mismo aliento,<br />

intercambiando en su contradicción (sincronía de mensajes) la fortaleza<br />

de un presente convertido ya en imágenes de la utopía redentora.<br />

Estaba escrito: la poesía es <strong>el</strong> acto más lúcido de la política. A<br />

lo que se podría añadir: y también <strong>el</strong> más excluyente, en <strong>el</strong> doble<br />

sentido que se atribuyen “papistas” y “empapados”.<br />

Vu<strong>el</strong>vo atrás. Esa experiencia (atractiva por su rareza y <strong>el</strong>egancia<br />

gráfico/compositiva) se magnifica desde <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o dominicano<br />

con dos poemas a don Pedro Mir, escritos por Tony Raful y Alexis<br />

Gómez Rosa.<br />

La <strong>el</strong>ección de don Pedro no fue casual. Era hombre historia e<br />

histórico era su plan de hacer llover poesía desde la “grupa de un<br />

aeroplano”. El plan falló, pero <strong>el</strong> diálogo iniciado produjo ecos en<br />

las calles y plazas donde se armaba y desarmaba la patria, en un<br />

operativo que impulsaba <strong>el</strong> corazón.<br />

Puedo afirmarlo. Yo estuve allí con mi silabario y mi r<strong>el</strong>ámpago.<br />

Enrique Eusebio, Mateo Morrison y Soledad Álvarez fueron mis<br />

compinches. Ellos no me dejan mentir. Yo estuve allí <strong>para</strong> dar fe d<strong>el</strong><br />

plagio que nos propusimos cometer, si, contra <strong>el</strong> mismo don Pedro,<br />

<strong>para</strong> darle al país otro mundo (menos racional y perverso) y hacer<br />

de la poesía un mundo gobernado por la magia y <strong>el</strong> rocío.<br />

La cita fue en El Conde, esquina 19 de Marzo. Un cosmos se<br />

descubría ante nuestros ojos y diligentes nos pusimos las botas: un<br />

nuevo espacio –por <strong>el</strong> viento frío recorrido– reclamaba su conquista.<br />

Nadie nos señaló <strong>el</strong> camino, estaba (sin uno saberlo) en nosotros<br />

mismos.<br />

La época era gemido y temblor y nos emborrachamos de su deslumbrante<br />

miseria. La época era un fiero y deslumbrante convite de<br />

poesía y catecismo evang<strong>el</strong>izador. Abandonado <strong>el</strong> altar y <strong>el</strong> cuerpo<br />

de los boy scouts; la organización barrial o <strong>el</strong> partido, La Antorcha<br />

fue la necesaria tribuna y en <strong>el</strong>la convidamos a Jules Fucik y a<br />

Mayakosky; a Migu<strong>el</strong> Hernández, a César Vallejo y a Neruda; a<br />

Pedro Mir y a Walt Whitman. Orgullosos, nosotros, los poetas venideros,<br />

estuvimos y estamos aquí <strong>para</strong> justificarte –poeta– y rescatar<br />

<strong>el</strong> tiempo de la poesía con su pluralidad de vertientes.<br />

Don Pedro supo ver y en mi caso particular vino a legitimar mi<br />

encuentro con esa humanidad cósmica, de barba planetaria, a quien<br />

descubrí por puro accidente en la Librería Dominicana de la calle<br />

Mercedes, atraído por la sonoridad y la magia de su nombre. Alguien<br />

que se llame Walt Whitman –me dije– tiene que ser buen poeta.<br />

Paradójicamente, un poeta de lo exterior, c<strong>el</strong>ebrante d<strong>el</strong> progreso<br />

y la democracia, como Whitman, me llevó a mi exilio interior:<br />

espacio en <strong>el</strong> que, por su ayuda, sumé los nombres que mejor lo<br />

justificaron: Edgar Lee Master, William Carlos Williams, T.S. Eliot<br />

y Ezra Pound.<br />

Quiero finalizar, como un homenaje de cariño imperecedero a<br />

don Pedro, decir con <strong>el</strong> autor de los cantos su poema “Pacto”, por<br />

su pertinencia y significación, ya que yo agité lanzas <strong>para</strong> sacudirnos<br />

la sombra d<strong>el</strong> maestro:<br />

Es tiempo de que pactemos/Walt Whitman, te he detestado/ya bastante./<br />

Vengo a ti como un chico ya crecido/que tuvo un padre terco/Estoy ya en edad de<br />

hacer amigos/fuiste tú quien cortó la leña nueva/y es tiempo de tallar./Tenemos<br />

una sola raíz/ y la misma savia./Que haya comercio entre nosotros.<br />

Yo he querido también (como <strong>el</strong> infalible Pound) rescatar <strong>el</strong> diálogo<br />

(público o arcano) que los poetas d<strong>el</strong> utilitarismo convirtieron<br />

en chatura de la vocinglería.<br />

Tiempo <strong>para</strong> la poesía: nublado. Regresar entonces por <strong>el</strong> camino<br />

de la dignidad poética y <strong>el</strong> “Contracanto a Walt Whitman”, es<br />

hallar algo más que decencia escritural.<br />

[Última Hora Dominical, 7 de noviembre de 1993.]<br />

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Mas proximo a la 19 de marzo que a la Duarte, la Cafeteria Sublime, en El Conde, se convirtio en altar y tribuna<br />

de una inquieta f<strong>el</strong>igresia post-Trujillo, estimulada por nuevos aires de pasion libertaria y curiosidad int<strong>el</strong>ectual.<br />

Enrique, Mateo y Alexis realizaron bajo ese techo sus primeras tertulias.<br />

Migu<strong>el</strong> Alfonseca: vigilia y militancia literaria<br />

Alexis Gómez Rosa<br />

Un sábado radiante de 1967, en horas de la mañana, me presenté<br />

a casa de Migu<strong>el</strong> Alfonseca en la calle Padre García, d<strong>el</strong><br />

bullicioso sector de San Carlos, con un ford<strong>el</strong> (casí un fardo) de<br />

mis obras completas bajo <strong>el</strong> brazo. Me recibió su madre y unos<br />

metros después, <strong>el</strong> poeta Juan José Ayuso, distante y absorto frente<br />

a una taza de café, me dispensó un saludo que terminó enredado<br />

entre dientes y lentes, que muy bien podríamos traducir entre dientes<br />

silentes. Migu<strong>el</strong> apareció posteriormente y me invitó a pasar a<br />

su habitación forrada de libros y curiosidades. El diálogo, extraño y<br />

r<strong>el</strong>ampagueante, no me permitió calentar la silla que ocupé por escasos<br />

minutos.<br />

“¿Cuáles son tus lecturas?” me dijo. Sorprendido por la pregunta<br />

me vi entrar en un limbo d<strong>el</strong> cual me sacó otra pregunta: ¿A<br />

quiénes tú has leído? De nuevo en <strong>el</strong> limbo, Migu<strong>el</strong> me dice.: “Toma<br />

este libro y este otro”. (Era Neruda, <strong>el</strong> de las “Residencias”, y Duro<br />

oficio, <strong>el</strong> exilio, d<strong>el</strong> poeta turco Nazim Hikmet). “Ven por aquí cuando<br />

hayas escrito algo después de esas lecturas”. No había más nada<br />

que decir. La crudeza de la lección, una vez asímilada, se convirtió<br />

en prerrequisito de mis búsquedas.<br />

Años más tarde, en correspondencia con <strong>el</strong> criterio legado (“La<br />

buena literatura se alimenta de buena literatura”), y en <strong>el</strong> marco d<strong>el</strong> II<br />

Encuentro de Escritores de Lengua Española (Caracas, 1982), leí<br />

mis reflexiones al respecto en una ponencia cuyo título resume mi<br />

obsesionante inquietud: Oficio de lector: naturaleza d<strong>el</strong> escritor.<br />

Eran días mágicos aqu<strong>el</strong>los días verde y negro, iluminados por<br />

<strong>el</strong> d<strong>el</strong>irio y <strong>el</strong> lirismo. De la guerra de abril me se<strong>para</strong>ban dos años y<br />

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medio y d<strong>el</strong> oficio literario (otra guerra también), originado en La<br />

Antorcha, me daría Migu<strong>el</strong> durante 1969, las pautas básicas que<br />

atravesarían El balcón amarillo 1 , la casa de Ramón Francisco, de domingo<br />

en domingo, <strong>para</strong> terminar escalando El muro sartriano donde<br />

murieron mis convencionalismos provincianos.<br />

La política nos reunió en <strong>el</strong> júbilo que ilumina y soporta la utopía.<br />

Se abrió La boca 2 en la calle El Conde y mil oídos receptores se<br />

hicieron eco d<strong>el</strong> gemido.<br />

Poema contra fusil fue corrigiéndose la patria ante <strong>el</strong> espejo de la<br />

revolución cubana, analizada críticamente en los altares d<strong>el</strong> Café Sublime.<br />

En esas maratónicas reuniones ¿cuántas veces no hizo escala<br />

Fid<strong>el</strong> Castro en los gestos, <strong>el</strong> empaque y la voz de Efraim Castillo?<br />

Aún me parece ver a Migu<strong>el</strong> y a René d<strong>el</strong> Risco pontificando frente a<br />

la tienda Flomar (Conde esq. 19 de marzo), con El extranjero de Albert<br />

Camus o El hombre sin atributos de Robert Musil, como credenciales<br />

bajo <strong>el</strong> brazo. En <strong>el</strong>los me vi representado y desde entonces a <strong>el</strong>los<br />

busqué desde los cuadernos de Brigadas Dominicanas hasta las<br />

exultantes páginas de la revista mexicana El corno emplumado.<br />

Dos pasiones, dos empresas. En la política: la razón de mi desenfreno<br />

callejero; en la poesía: <strong>el</strong> corazón y las vísceras. Migu<strong>el</strong><br />

participó de ambos proyectos con r<strong>el</strong>igiosa vehemencia, articulando<br />

una poética que a la prisión puso alas, y al sueño, la madeja de<br />

un discurso riguroso y limpio hasta la médula. Muy pocos poetas,<br />

como él, hicieron poesía política con tanta decencia escritural que<br />

sólo su conciencia d<strong>el</strong> oficio y buen gusto poético podrían explicar.<br />

Su libro, La guerra y los cantos, es ejemplo de dominio formal y antídoto<br />

contra <strong>el</strong> exceso politiquero y <strong>el</strong> tremendismo de una época<br />

<strong>para</strong> <strong>el</strong> torb<strong>el</strong>lino.<br />

1 Poema de Migu<strong>el</strong> Alfonseca publicado en <strong>el</strong> Suplemento Cultural de El Nacional de<br />

Ahora!, 1969.<br />

2 Cuento de Migu<strong>el</strong> Alfonseca con <strong>el</strong> cual obtuvo (ex aequo con Armando Almánzar<br />

Rodríguez y Ab<strong>el</strong> Fernández Mejía), <strong>el</strong> primer lugar d<strong>el</strong> Concurso de Cuentos de La<br />

Máscara, 1966.<br />

Como <strong>el</strong> viento, sus <strong>palabra</strong>s me llevaron a visitar embajadas de<br />

países europeos y latinoamericanos en busca d<strong>el</strong> material que<br />

oxigenara mi anticuado modo expresivo y que, como <strong>el</strong> viento,<br />

muchas veces compartimos en la universidad y en las calles, pese al<br />

imperialismo que imponían Jean Paul Sartre y Pablo Neruda. Esas<br />

<strong>palabra</strong>s también despertaron mi voracidad cultural avant la lettre, y<br />

me hicieron valorar en la dedicación al estudio (en un país dado a la<br />

improvisación y a la ligereza), eso que Oscar Wilde declaraba con<br />

olímpica ironía: “genio es trabajo”. Allí estaba <strong>el</strong> ejemplo, la gran<br />

enseñanza. El rostro d<strong>el</strong> tiempo nos imponía unas cuantas páginas<br />

dramáticamente verde olivo (engendro de la primavera y todo<br />

–W.C.W–), <strong>para</strong> recobrar su verdadero sentido por <strong>el</strong> (de)coro de<br />

una personalidad poética en equilibrio. En su voz, otras voces cohabitaron,<br />

otros duendes. Migu<strong>el</strong> supo destinarle un lugar y marcar<br />

la distancia. La deuda por él contraída jamás produjo un embargo a<br />

sus bienes.<br />

(En <strong>el</strong> trabajo <strong>el</strong> placer y en la mesa <strong>el</strong> despliegue de los cinco<br />

sentidos).<br />

Gracias a la generosidad de Migu<strong>el</strong> Alfonseca gané la c<strong>el</strong>osa<br />

preocupación de cuidar la <strong>palabra</strong> y respetar <strong>el</strong> genio en sus múltiples<br />

formas. “Si quieres conocer <strong>el</strong> arte de la poesía”, me aseveró<br />

una vez: “Visita a Manu<strong>el</strong> Rueda”. No olvidé su consejo y pude<br />

comprobar con <strong>el</strong> tiempo la recia personalidad de don Manu<strong>el</strong> y<br />

sus amplios conocimientos de la poesía y <strong>el</strong> arte contemporáneos.<br />

A Manolo debo <strong>el</strong> sentido d<strong>el</strong> rigor y <strong>el</strong> espíritu de taller que ya<br />

Migu<strong>el</strong> me anunciaba y que normaron todos nuestros encuentros<br />

hasta <strong>el</strong> nacimiento d<strong>el</strong> Pluralismo: movimiento poético<br />

experimentalista e integrador que actualizó <strong>el</strong> arte y la literatura<br />

en la República Dominicana. A partir d<strong>el</strong> 74, año de la eclosión<br />

pluralista, se atrincheraron los poetas en grupos acólitos de la<br />

vanguardia o reticentes a <strong>el</strong>la.<br />

Contradicción de la época: la lucha entre contenidistas y formalistas<br />

cuyo balance final se inclinó a favor de los primeros con<br />

un prodigioso arsenal de sinónimos: contestatarios, progresistas,<br />

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populares, socialistas. Más aún: <strong>para</strong> especificar la etiqueta es necesario<br />

hablar de nerudianos y huidobrianos en una oposición que<br />

atraviesa un oscuro rencor. Se luchó por <strong>el</strong> rótulo glorioso, la estr<strong>el</strong>la<br />

o <strong>el</strong> escupitajo en la frente; pero se luchó también por la poesía<br />

con la savia romántica d<strong>el</strong> fuego de la especie, cada cual a la cabeza<br />

de su propio lobby de vaquitas sagradas. En ese juego todos participamos.<br />

Me sorprendió en Alfonseca su distanciamiento de los lugares<br />

comunes y esa enorme capacidad <strong>para</strong> descubrir lo nuevo. Quizás<br />

por su amistad con Héctor Incháustegui Cabral y Máximo Avilés<br />

Blonda, su repertorio poético entró en correspondencia con la poesía<br />

norteamericana. Nombres como Carl Sandburg, T.S. Eliot,<br />

Robert Frost, prefiguran <strong>el</strong> espacio en que se mueve la estética de<br />

La Guerra y los cantos: libro equilibrado, de novedosos recursos<br />

metafóricos, rev<strong>el</strong>an <strong>el</strong> fondo de una iracundia bíblica y tormentosa.<br />

A él pude decirle, <strong>para</strong>fraseando un comentario suyo acerca de<br />

mi obra: “Hay algo en tu poesía que me sabe traducida”. La historia<br />

de su canto es <strong>el</strong> tránsito frondoso de un bosque a la esencia y<br />

peculiaridades d<strong>el</strong> árbol.<br />

El tiempo transcurrió diversificando <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que nos asignara<br />

la historia. Durante varios años seguí visitando al poeta con una<br />

suerte pareja y un destino común. Venía yo a instalarme (ya instalado<br />

él estaba) en <strong>el</strong> Santo Domingo emergente de la modernidad que<br />

publicitan los estrategas d<strong>el</strong> marketing. Yo me sumé al carro d<strong>el</strong><br />

progreso como un miserable creativo que sólo tuvo tiempo <strong>para</strong> ver<br />

si la publicidad castraba al escritor, por lo que la contradicción ideológica<br />

en <strong>el</strong> plano laboral no me decía mucho.<br />

Ilusionado y temeroso llegué a trabajar en Young and Rubican<br />

Damaris mientras estudiaba en la universidad d<strong>el</strong> Estado. De la<br />

primera me quedó la destreza de caminar sobre <strong>el</strong> filo de la navaja<br />

sin cortarme. Esto es: escribir contra <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj y en <strong>el</strong> espacio de unos<br />

segundos las maravillosas ideas de los ejecutivos de cuentas.<br />

Soberano ejercicio ese, que, en <strong>el</strong> primer tramo de mi viaje comercial,<br />

proporcionó a mis escritos <strong>el</strong> poder de síntesis que la verborrea<br />

izquierdizante y la consigna le negaban. De la Universidad<br />

El río Ozama, siempre <strong>el</strong> gran río: mudo testigo d<strong>el</strong> dolor citadino que<br />

arrastran sus aguas, corriente arriba; oro, caña de azúcar y tambor, corriente<br />

abajo, nos permitge interpretar tras una reposada lectura.<br />

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Autónoma de Santo Domingo (donde nunca pude trabajar por<br />

guabinoso, vaya usted a ver), sólo conseguí ver claramente lo que<br />

no quería ser: un paria leguleyo y cagatintas de diez centavos.<br />

Al igual que Migu<strong>el</strong>, muchas veces habría de matricularme en <strong>el</strong><br />

Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades, <strong>para</strong> terminar<br />

frecuentando y devorando nombres y sandwiches en <strong>el</strong> Bar<br />

de Humanidades. Sin ánimo irreverente me atrevo a decir que allí<br />

se ejercía un magisterio verdaderamente saludable, provocativo y<br />

enaltecedor. Para ese entonces mis encuentros con Migu<strong>el</strong> se producían<br />

de vez en cuando ya en su nuevo apartamento en la calle<br />

Manu<strong>el</strong> Rodríguez Objío (próximo al Palacio de Gobierno) y al lado<br />

d<strong>el</strong> jardín de la Embajada de Italia. El apartamentico estaba decorado<br />

con sencillez y buen gusto. Su compañera, Piedad Montes de<br />

Oca, respondía siempre a la puerta y me dejaba en la salita donde<br />

yo daba rienda su<strong>el</strong>ta a mi curiosidad. Migu<strong>el</strong> llegaba estrenando un<br />

saludo y preguntándome si había llevado algo de leer. Leyera o no él<br />

siempre se acercaba, poesía en ristre, con sus ultimas composiciones.<br />

Me leía y demandaba opinión. Impreciso, con más cotorra que<br />

criterio, comencé a opinar envalentonado por mis primeras publicaciones<br />

y la compañía de los trotacaminos de La Antorcha: Enrique<br />

Eusebio, Mateo Morrison y Fernando Vargas, quien le dio al grupo<br />

carácter int<strong>el</strong>ectual y fortaleza teórica interdisciplinaria. Fue precisamente<br />

Fernando quien me llamó <strong>para</strong> informarme la muerte d<strong>el</strong><br />

querido Migu<strong>el</strong>. Quise evocarlo con los temas de Peter, Paul and<br />

Mary que aprendí a disfrutar a su lado. No pudo ser y volví a hablarle<br />

a Fernando. Migu<strong>el</strong> salía esta vez de Nueva York convertido en<br />

ceniza, a donde había llegado como la desolación d<strong>el</strong> hombre después<br />

de la entrega.<br />

Esta primera edición de <strong>Una</strong> <strong>palabra</strong> <strong>para</strong> <strong>cruzar</strong> <strong>el</strong> <strong>puente</strong>, se terminó de<br />

imprimir en los talleres gráficos de Editora Búho, en <strong>el</strong> mes de abril de<br />

2008, en Santo Domingo, República Dominicana.<br />

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