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Fernando había caído en fibrilación, es decir, una actividad
eléctrica desorganizada del corazón en la que la función mecánica
de bombeo desaparece y el paciente cae en paro cardio-respiratorio.
El paramédico procedió a darle una desfibrilación y después
otra. Cuando Fernando abrió los ojos y dijo: “¿qué me pasó?”, el
paramédico trató de tranquilizarlo, pero el paciente insistió en que
algo le había sucedido.
Esta experiencia hizo que Fernando valorara aún más su vida.
Cuando alguien le pregunta si vio una luz, él responde que sí.
Su corazón se detuvo y su vida pasó como en una película. “Yo
veía partes que iba recordando, en segundos vi toda la película
de mi vida y aquella luz.”. Lo siguiente que recuerda es ver
a Miguel, el paramédico, haciendo todo lo humanamente
posible por salvarlo. “Ya te tengo”, recuerda Fernando
que le decía, “no te vayas por favor, despierta, aquí
estamos”.
En la ambulancia, Fernando cayó en paro dos veces
durante el trayecto hacia el Hospital CHRISTUS
MUGUERZA Alta Especialidad. Después de la
segunda desfibrilación, tuvo apnea, no podía
respirar. Con solo 38 años de edad, sentía
que estaba viviendo su último momento,
pero no deseaba morir. Entonces, pidió
a Dios la oportunidad de presenciar el
Quince Años de su hija.
De acuerdo con estadísticas de la Asociación Americana del
Corazón, cada minuto que pasa mientras un paciente está en
fibrilación se reduce de 10 a 7% la posibilidad de revertirlo, esto
es, que el corazón vuelva a latir. La rapidez con la que se actuó y la
tecnología de 7-24 dieron a Fernando una segunda oportunidad.
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