realidades, verdades y peligros - Unidos Contra la Apostasía
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“En cambio, <strong>la</strong> sabiduría que procede de lo alto es primeramente pura; luego es pacífica, tolerante,<br />
comp<strong>la</strong>ciente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y no hipócrita. Y el fruto de justicia se<br />
siembra en paz para aquellos que hacen <strong>la</strong> paz. (Sant 3:17-18) o acciones de agresión que pueden<br />
afectarnos en <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones con los demás “Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro<br />
enojo”, (Efesios 4:26).<br />
3- Las reacciones emotivas, producidas por <strong>la</strong>s experiencias vividas que nos pueden llevar más allá de<br />
lo que Dios desea, privándonos de <strong>la</strong> capacidad de entender el propósito de éste con <strong>la</strong>s mismas, de<br />
lo cual se derivan muchos fracasos. Por ejemplo, al recibir el “don de lenguas”, debo tener<br />
conciencia de su uso, para no abusar de él, y causar así desorden al igual que cuando oro “en el<br />
espíritu”:”Porque si yo oro en una lengua, mi espíritu ora; pero mi entendimiento queda sin fruto.<br />
¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento. Cantaré con el<br />
espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.” (1 Cor 14:14-15).<br />
Es por ello que debemos someter nuestros miembros a <strong>la</strong> ley del Espíritu que da vida, forjar nuestro temple<br />
físico, para aguantar <strong>la</strong>s embestidas del maligno, y haciéndolos fuertes para resistir <strong>la</strong> tentación, para no ser<br />
inconstantes en <strong>la</strong> vida cristiana, para no dar rienda suelta a <strong>la</strong>s emociones, sino “sujetar el espíritu a los<br />
profetas”, y sobre todo, pedirle a Dios que nos capacite para que manteniendo <strong>la</strong> situación de firmeza,<br />
podamos actuar como le aconseja a Timoteo en 2 Timoteo 1:7 “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de<br />
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tm 1:7).<br />
La vida cristiana se compara con <strong>la</strong> de un luchador, <strong>la</strong> un atleta y <strong>la</strong> de un soldado. “Y todo aquel que<br />
lucha se disciplina en todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; nosotros, en cambio, para<br />
una incorruptible.” (1 Co 9:25) “Además, si algún atleta compite, no es coronado a menos que compita<br />
según <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s.” (2 Ti 2:5). Estos conceptos implican entrenamiento constante y progresivo en esa tarea<br />
que tenemos por de<strong>la</strong>nte. Así, el atleta se entrena todo el tiempo, como el luchador y el soldado, para estar a<br />
punto cuando venga el momento de <strong>la</strong> competición. Sobre éstos, y <strong>la</strong> preparación a <strong>la</strong> guerra espiritual hay<br />
algo que razonar. Cuando el énfasis cobra fuerza y se vuelve un todo, se ofrecen cursillos para convertirse<br />
en un “guerrero espiritual”, y se mistifica el combate, ignorándose que para <strong>la</strong> preparación en <strong>la</strong> lucha, o en<br />
<strong>la</strong> carrera, o en el combate, se debe seguir un proceso <strong>la</strong>rgo de formación que incluye muchos elementos<br />
complementarios al de <strong>la</strong> intercesión y <strong>la</strong> guerra en sí. El buen soldado de Jesucristo debe estar preparado<br />
en <strong>la</strong>s Escrituras, “No un neófito”, debe haberse formado en su carácter, y aprender a estar sujeto al orden<br />
del cuerpo, tener dominio propio, y sobre todo, saber juzgar con justo juicio, no dejándose llevar por<br />
fábu<strong>la</strong>s necias, aceptando los principios básicos de un buen guerrero contenido en lo que Pablo le<br />
recomienda a Timoteo:<br />
“Pero tú has seguido de cerca mi enseñanza, conducta, propósito, fe, paciencia, amor, perseverancia,<br />
persecuciones y aflicciones, como <strong>la</strong>s que me sobrevinieron en Antioquía, Iconio y Listra. Todas estas<br />
persecuciones he sufrido, y de todas me libró el Señor. También todos los que quieran vivir piadosamente<br />
en Cristo Jesús serán perseguidos. Pero los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor,<br />
engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te has persuadido, sabiendo de<br />
quienes lo has aprendido” (2 Timoteo 3:10<br />
-14)<br />
Y para concluir establezcamos estas <strong>verdades</strong> bíblicas básicas:<br />
Una vez entrenados, debemos conocer a nuestro enemigo, pero para ello no debemos fundamentarnos<br />
en fábu<strong>la</strong>s, cuentos o nove<strong>la</strong>s, sino en <strong>la</strong> realidad bíblica. Es bueno dejar muy c<strong>la</strong>ro que <strong>la</strong>s fuerzas del mal<br />
tienen una organización jerárquica, y éstas se dividen en dos grandes grupos;<br />
1º) Los demonios: Se posesionan de los cuerpos y los atormentan, su jefe es Satanás(Mt 9:34).<br />
2º) Los Ángeles: Se convierten en ángeles de luz para engañar.1 Cor 11:14; Gal 1:8; Hb 13:2.