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Y aquellos troesmas del tango - edUTecNe

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<strong>edUTecNe</strong><br />

desparramando la guita...<br />

Bajá el copete m’hijita,<br />

con tu pinta abacanada...<br />

Pero si sos más manyada...<br />

que el <strong>tango</strong> la Cumparsita...”,<br />

y, en otra versión:<br />

“No te hagas la rata cruel<br />

desparramando la guita...”<br />

Y AQUELLOS TROESMAS DEL TANGO - Eduardo Giorlandini<br />

A tantos años de la muerte de Gar<strong>del</strong>, el lunfardo se ha enriquecido y se está legitimando; o,<br />

desde otro punto de vista, podría decirse que sufre el desprendimiento de sus voces, que se van<br />

incorporando al habla cotidiana, al coloquio familiar o al mismo diccionario de la Real Academia<br />

Española de la Lengua. Repito con José Barcia: “Gar<strong>del</strong> era un experto en lunfardo, en utilizarlo<br />

con precisión y en pronunciarlo como lo pronunciaban los maestros de semejante jerga. Ahí están<br />

sus discos para probar hasta donde llegaba su dominio <strong>del</strong> chamuyo lunfa, como suele denominarse,<br />

a veces, a esa parla enrevesada”.<br />

Bahía Blanca y el día que murió Gar<strong>del</strong><br />

El 24 de junio de 1935, a las 11 hrs, Gar<strong>del</strong> estaba en el Hotel Granada, de Bogotá (Colombia).<br />

Sale de esta capital, Bogotá, desde el aeródromo de Techo. El avión hace escala en el campo<br />

de aterrizaje de Olaya Herrera, Me<strong>del</strong>lín. Despega el avión y cuando apenas se separa <strong>del</strong> suelo<br />

comienza a desviarse de su ruta, inclinándose hacia la derecha y casi frente a las oficinas <strong>del</strong><br />

aeropuerto choca violentamente contra otro avión que estaba aguardando su turno para partir,<br />

con sus motores en marcha. El avión llevaba exceso de carga: trece personas con gran cantidad<br />

de equipajes, telones arrollados, tambores conteniendo películas, etcétera. El accidente ocurrió a<br />

las 15.05.<br />

Uno de los argentinos que primero se entera es el bahiense Juan Carlos Gobián, que estaba en<br />

Brasil. A las pocas horas de ese día, lunes, se difunde la noticia en Buenos Aires y llega a Bahía<br />

Blanca. Aquí, en el centro hay cierto revuelo, algunos comercios cierran, suena la sirena de “La<br />

Nueva Provincia”. La gente llora. Cuenta mi madre, Ermelinda Guarnaccia, que mi tío Alfonso,<br />

hermano de ella, que trabajaba en casa Meyer llegó un rato antes a su casa, llorando y gritando:<br />

“Dios mío... murió Gar<strong>del</strong>... se quemó en el avión”. Toda la gente lloraba. Nosotros vivíamos en la<br />

calle Fitz-Roy 551. Ya anochecía temprano, ese día. Yo tenía apenas siete meses.<br />

Gar<strong>del</strong>: concierto de vidrios rotos<br />

Revolver el guiso quemado<br />

Alguien quemó el guiso y ahora hay quienes quieren revolverlo. Pero, en verdad, parece desconocerse<br />

la institución de la difamación, en la Argentina. En el ambiente artístico, en los tiempos<br />

de Gar<strong>del</strong>, no faltaron tampoco los envidiosos y resentidos. José Barcia me contó -al igual que a<br />

otros amigos- que el Zorzal era destinatario de la descalificación injusta que hacían los mediocres<br />

e insolventes morales. Siempre creí que Barcia, ex presidente de la Academia Porteña <strong>del</strong> Lunfardo<br />

y decano <strong>del</strong> periodismo nacional, fue quien más conoció sobre la vida de Buenos Aires y de<br />

su gente.<br />

El mismo Alfredo Le Pera, antes de conocerlo, al “Morocho <strong>del</strong> Abasto” lo había criticado en un<br />

artículo publicado en “Ultima hora”. Después se hizo amigo <strong>del</strong> cantor y reconoció que había sido<br />

inducido por un tercero. Y en cuanto se difundieron sus letras, con la autoría musical de Gar<strong>del</strong>,<br />

comenzaron los ataques de plagio contra Lepera, infundadamente. A Le Pera no se le perdonó su<br />

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