Y aquellos troesmas del tango - edUTecNe
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Y AQUELLOS TROESMAS DEL TANGO - Eduardo Giorlandini <strong>edUTecNe</strong><br />
ras, en líneas no fáciles de asumir.<br />
Qué decir de su inclinación por componer letras de <strong>tango</strong>s. Alguna de alto voltaje como Aguja<br />
brava que mereció música de su buen amigo Edmundo Rivero. Y cómo no puntualizar sus obras<br />
en el terreno <strong>del</strong> lunfardo.<br />
Vale mencionar, entre otras: Diccionario mafioso, Poemas viejos y atorrantes, Diccionario de la<br />
droga y <strong>del</strong> narcotráfico o Por la huella <strong>del</strong> lunfardo.<br />
El doctor Giorlandini se hace de tiempo para mucho más. Al margen de la cátedra, agrega sus<br />
inquietudes periodísticas, ya sea en lo escrito, radial o televisivo. No hace, con ello, más que promover<br />
un sentimiento de generosa entrega en favor de sus seguidores.<br />
Distinción para José Gobello<br />
José Gobello, actual presidente de la Academia Porteña de Lunfardo, termina de sumar a su<br />
trayectoria, una nueva distinción. La de Académico correspondiente a la Academia Nacional de<br />
Letras de Uruguay.<br />
Es grato observar cómo desde el extranjero se ha captado con precisión la operatividad trascendente<br />
de este apasionado defensor de la música popular y en particular de esa línea que tanto le<br />
atrapa: el lunfardo.<br />
Al margen de ello, Gobello -periodista de raza- incursionó con solvencia en el terreno político.<br />
Ocupó una banca de diputado nacional, en las que ventiló sus virtudes dialécticas, en defensa de<br />
sus sólidos principios. Claros e inquebrantables.<br />
Sus libros, registran sobradamente, conocimientos en rubros que asume con severidad y plausible<br />
honestidad. En los que atañen al lunfardo, definen el potencial que en la especialización,<br />
impone el autor.<br />
OSVALDO J. OCHOA *<br />
ALREDEDOR DEL AÑO 1961<br />
I<br />
Cosas <strong>del</strong> tiempo<br />
La humanidad tuvo necesidad -en algunas circunstancias superficiales- de medir y encasillar al<br />
tiempo. Al efecto, tuvo en cuenta los propios fenómenos de la naturaleza y <strong>del</strong> universo.<br />
En realidad y en intimidad, el tiempo no es lineal. Filosóficamente equivale a movimiento. Empero,<br />
los seres humanos creamos etapas y ciclos, sin tener presente que los multimilenos procesos<br />
de la vida se van encadenando y cruzando, de tal guisa que no permiten divisiones tajantes, de<br />
carácter temporal.<br />
Muchos siglos atrás inventamos el reloj, pero su desarrollo y perfeccionamiento ocurrió cuando<br />
el Papa Savianus, en una bula, decretó que las campanas de todos los monasterios deberían ser<br />
tañidas siete veces durante las veinticuatro horas <strong>del</strong> día, en determinadas instancias, y ello debía<br />
repetirse regularmente. Además, el reloj ayudaba al cumplimiento de la disciplina <strong>del</strong> monasterio.<br />
Un payador cantó que el tiempo es sólo tardanza de lo que está por venir. De este modo, no tuvo<br />
en cuenta el pasado. Aquí se trata de un pasado de treinta años. Pero como el tiempo es movimiento<br />
a lo mejor hay un error en el método de cuantificación, porque la iniciativa, el trabajo, la<br />
dedicación y la responsabilidad puesta de manifiesto por “Ojo en la Ruta” podrían reflejar fácilmente<br />
mucho más que treinta años, concebidos en términos rutinarios.<br />
Cuando el año 60 moría<br />
No he de precisar procesos políticos, económicos, sociales o culturales. Solamente voy a recordar<br />
hechos y episodios cotidianos con los que podemos memorar el tiempo que fue y la historia<br />
cotidiana, signada por los acontecimientos que más quedan en la memoria.