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Revista FaltaEnvido – Año 2 – Num 4 – Junio 2011 - Kapiango

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¿Quién<br />

dijo que<br />

todo está<br />

ganado?<br />

Él viene a imponer su privatización<br />

Duele la premonición. Quien evita caer en la pose superada del “yo te avisé”,<br />

experimenta una profunda desazón ante la concreción de su vaticinio. Hacia<br />

fines del año pasado, en esta misma revista, el compañero Juan Garrido lo dijo:<br />

que Francisco Tomás Marchiaro fuese el Secretario de Cultura de la Municipalidad<br />

era una mala noticia “a contramarcha del país”. No podíamos ignorarlo. Ya<br />

sabíamos de él.<br />

Un yuppie de manual, Panchito. Un auténtico<br />

banana, un pancho, un tilingo.<br />

Un tipo que hace girar el eje descarriado<br />

de sus días en el abc de la conducta<br />

frívola, con la fresca impunidad que da saberse<br />

un “joven sobresaliente”, una “promesa”<br />

para los intereses económicos del<br />

más recalcitrante neoliberalismo con proyección<br />

local. Durante el pasado verano, Panchito<br />

apareció día de por medio en las<br />

pantallas cordobesas haciendo lo que mejor<br />

le sale y más le gusta: cartel. Mientras Mestre<br />

hablaba de “austeridad” y alzaba los impuestos,<br />

él se pavoneaba frente a las<br />

cámaras para anunciar cada nuevo evento.<br />

¿Contradictorio? Sí, pero no fuimos pocos los<br />

cordobeses que por entonces saludamos la<br />

elevación del rango de la Dirección de Cultura<br />

a Secretaría, oyendo sus cantos de sirena<br />

y pensando que tales eventos se daban<br />

en el marco de la ampliación presupuestaria.<br />

Hoy sabemos que, en realidad, se estaba separando<br />

a las Direcciones de Cultura y Educación<br />

para preparar el terreno a lo que vino<br />

poco después. Por esos días, además, los<br />

diarios decían que Panchito, el flamante Secretario<br />

de Cultura, había ido en persona a<br />

cada Centro Cultural y a cada Museo para<br />

pedir perdón a los empleados municipales<br />

por tantos años de ausencia del Estado. ¡Si<br />

hasta parecía un muchacho peronista, Panchito!<br />

Desde luego, la necesidad de creer en<br />

Por Ezequiel Rogna<br />

una posible reactivación municipal en materia<br />

de políticas culturales públicas nos nublaba<br />

la vista frente a las caretas de turno.<br />

Caretas que, con el Proyecto de creación de<br />

la Fundación Instituto Municipal de Cultura<br />

(IMC), finalmente cayeron. Hoy, Panchito ya<br />

es Pancho, una promesa cumplida. Y esa<br />

Fundación es la mayor expresión de lo que<br />

Pancho verdaderamente es: un agente al<br />

servicio del capital privado. Algo que todos<br />

los hijos de vecino de esta Córdoba vapuleada<br />

no podemos dejar de lamentar.<br />

Primera aclaración: el Instituto no es un Instituto.<br />

Es una Fundación que se llama “Instituto”.<br />

Éste no es un simple detalle de<br />

nomenclaturas: es una engañifa que intenta<br />

hacer pasar una cosa por otra. El mestrismo<br />

aduce como máxima defensa -y los ingenuos<br />

repiten- que la creación de este Instituto ya<br />

figuraba en la Plataforma de campaña del<br />

intendente electo. Una mentira de patas muy<br />

cortas: lo que se anunciaba en la plataforma<br />

era la puesta en marcha de un Instituto, que<br />

lmordisquito cultural<br />

faltaenvido - junio -2012<br />

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