Revista FaltaEnvido – Año 2 – Num 4 – Junio 2011 - Kapiango
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POLéMIkAS<br />
Lo Puro, impuro y espurio<br />
de la soberanía nacional<br />
Por Ernesto “Cholo” Roland<br />
La impureza (…) es el “modus” constante de la naturaleza,<br />
de las letras y también de la política. Todas las tentativas de “purificar”<br />
algo concluyen generalmente en su esterilización.<br />
Jorge Abelardo Ramos<br />
E<br />
n estos últimos tiempos hemos asistido al resurgir de un<br />
tema que atraviesa trasversalmente la historia política argentina:<br />
la soberanía nacional. Al comenzar el año, distintos<br />
acontecimientos empujaban a todo el arco político<br />
a manifestarse en torno al uso y la explotación de los recursos naturales,<br />
la autodeterminación ciudadana y comunal y la relación entre<br />
el Estado Nacional, América Latina y el resto Mundo, el fondo común<br />
de lo que viene siendo una de las tensiones más importantes de nuestra<br />
cultura política.<br />
Uno de estos acontecimientos fue el denominado “No a la megaminería<br />
contaminante”, que contó con un apoyo singularmente heterogéneo,<br />
del que se hicieron eco la fosilizada “izquierda revolucionaria”,<br />
novedosas agrupaciones de intelectuales de “pensamiento crítico”,<br />
grupos mediáticos monopólicos (con TN a la cabeza, sensibilizado<br />
tanto por la megaminería, como por “la criminalización de la protesta<br />
social”, y luego también por “los derechos de los Kelpers”, entre otros<br />
“sentimientos”), algunos sectores de la ciudadanía en general, y también<br />
lo que me gustaría llamar los representantes de un “idiotismo<br />
eco-fantástico”. En esta masa amorfa, donde relucía lo más burdo<br />
de la manipulación política, se apuntaba la necesidad de cuidar las<br />
condiciones de vida de nuestros compatriotas, evitar las consecuencias<br />
ecológicas de minería a gran escala y, a colación en la mayoría<br />
de las oportunidades, recuperar la autodeterminación nacional en<br />
torno a la orientación de nuestros esfuerzos económicos. La socióloga<br />
Maristella Svampa, junto a un grupo un tanto variopinto de intelectuales,<br />
se ocuparon de mostrar el carácter extractivista de la explotación<br />
minera en la Argentina. La conclusión es clara, el modo en el<br />
que se trabajan los recursos mineros en Argentina son una muestra<br />
del carácter dependiente de nuestra economía. En definitiva, se reclamaba<br />
por soberanía nacional.<br />
Ahora bien, para poner sobre la mesa esta realidad fueron necesarias<br />
ciertas condiciones políticas. Consideremos algunas de ellas. Por un<br />
lado, a Plataforma 2012, la mediática agrupación de intelectuales,<br />
le fue necesario favorecer al monopolio mediático ligado al terrorismo<br />
de Estado para poder sacar a la luz su denuncia; por el otro, la ten-<br />
dencia antiminera contó con un caudal importante de ciudadanos<br />
sensibilizados por la cuestión económica y ambiental, junto a la mencionada<br />
corriente “idiotista eco-fantástica” que, desde diferentes lugares,<br />
denuncia la cuestión en su particularidad, y solo en ella. Esto<br />
en algún sentido es un aporte para la cuestión de la soberanía. Pero<br />
los procesos históricos no se resuelven por sensiblerías clasemedieras<br />
de duración gaseosa; la clara dirección del monopolio mediático junto<br />
al oportunismo de la gran mayoría de la “oposición” pervierte la lucha.<br />
Si sobre esto no dan cuenta aquellos que se involucran genuinamente<br />
con el tema, están golpeando en falso. Más aún cuando la mayoría<br />
de sus exponentes, que curiosamente criticaban los “esquemas binarios”<br />
que instala la “hegemonía k”, apostaban a una clara polarización<br />
“anti k”, polarización que reproducía los términos de la disputa<br />
entre el gobierno y el poder mediático.<br />
La politización de una lucha social concreta, Famatina por ejemplo,<br />
no se puede desentender del marco político general en el que se desarrolla.<br />
La compleja combinación entre la UCR, agitadores de TN, falsas<br />
denuncias de Cianuro, la moral inquebrantable de Nelson Castro,<br />
obrerismo del siglo XIX, buenas intenciones ciudadanas, una socióloga<br />
atragantada de literatura importada y un cambalache de sujetos<br />
de dudoso contenido encefálico, no resulta muy prometedora para la<br />
consecución de nuestra soberanía. Se tienen que pensar formas de<br />
discutir el tema en el ámbito de todo lo que concierne a lo público,<br />
incluso en los medios, pero fuera del registro de una disputa mediática.<br />
El reclamo por la megaminería es un reclamo por soberanía nacional,<br />
solo que dado sobre bases anti-nacionales. La soberanía nacional es<br />
una lucha propia de un proyecto de país, proyecto que solo se zanja<br />
en una construcción política orgánica.<br />
La lucha por la soberanía de un pueblo, y por la profundización de<br />
esta defensa, es una lucha cargada de impurezas, es una lucha de<br />
grises. Cuando se toma una problemática concreta, la megaminería<br />
por ejemplo, y se la hace leitmotiv de la nación a cualquier precio, lo<br />
único que se hace con ello, tal como nos dice Abelardo, es esterilizarla.