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En tinieblas 24/10/06 13:33 Página 1 - Cermi

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<strong>En</strong> <strong>tinieblas</strong> <strong>24</strong>/<strong>10</strong>/<strong>06</strong> <strong>13</strong>:41 <strong>Página</strong> 1<strong>10</strong><br />

<strong>En</strong> <strong>tinieblas</strong><br />

ca, pertinaz, veinte veces secular, de Jesús, el <strong>En</strong>viado<br />

por antonomasia.<br />

Esta fuente predestinada no puede ser otra que María,<br />

de quien surgió Jesús, María permanente e inmemorialmente<br />

simbolizada en los Libros sagrados por las<br />

aguas de todos los manantiales, fuentes, ríos, y mares y<br />

océanos; tanto es así que Moisés en su relato de la Creación<br />

no puede no llamar María a la universal «congregación<br />

de las aguas»... Cuando Jesús manda al ciego a<br />

lavarse en el estanque, es como si lo mandara a su Madre.<br />

Ella, que preside soberanamente las inmersiones<br />

bautismales y es madre de la Luz del mundo, toma de<br />

este hombre su ceguera para trasladarla –en medio de<br />

los suspiros inmensos de su Transfixión– a la Raza Judía,<br />

su propia raza, obligada desde entonces a esperar<br />

que se cumpla inefablemente la Primera Palabra del<br />

Redentor en su Cruz, para poder verse libres de las <strong>tinieblas</strong><br />

de su terrible Velamen.<br />

Esto es todo cuanto alcanzo a ver en esta historia del<br />

Ciego de nacimiento. Un pordiosero que jamás vio nada<br />

y que parece ser, ocultamente, el mismo Jesús reflejado<br />

en el espejo enigmático de san Pablo; este mendigo, ciego<br />

a toda luz hasta entonces, convertido repentinamente<br />

en vidente, al frotar Jesús, Luz del Mundo, sus ojos<br />

con el lodo formado con su saliva y enviado luego al<br />

seno de su Madre, que no podía distar mucho, creo, de<br />

la fuente de sus propios ojos anegados en lágrimas que<br />

no tardarán en caer sobre la sepultura de Lázaro; y ambos,<br />

el Pordiosero y el Señor, las Tinieblas y la Luz, cada<br />

uno espejo del otro, al punto de que Jesús, pareciendo<br />

trasponerlo todo, afirma, finalmente, que ha venido al<br />

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