Lecciones de la universidad de la vida - Baden-Powell - The Dump
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vue<strong>la</strong> bajo, esquivando aquí y allá, y cada una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s escopetas que lo tienen a <strong>la</strong> vista se<br />
juegan un disparo.<br />
Pero en su propio país, digamos Albania, don<strong>de</strong> no es una rareza, uno pue<strong>de</strong> disparar<br />
calmadamente, más cuidadosamente y con un mejor efecto.<br />
Ese era un país agreste para disparar. Se está volviendo <strong>de</strong>masiado civilizado ahora, pero<br />
hace unos cuantos años, cuando fui allí en yate (el único modo <strong>de</strong> llegar) anc<strong>la</strong>mos en una<br />
pequeña bahía perfectamente cerrada y <strong>de</strong>sembarcábamos todos los días para cazar.<br />
La costumbre allí era que uno tenía que llevar consigo un soldado como escolta. Su sa<strong>la</strong>rio<br />
eran seis peniques por día y cigarros ilimitados. Entonces uno conseguía unos cuantos<br />
al<strong>de</strong>anos con sus perros para que nos acompañaran como batidores. Eran un grupo <strong>de</strong><br />
rufianes <strong>de</strong> apariencia muy pintoresca, y era así c<strong>la</strong>ro está, porque su otro trabajo era el <strong>de</strong><br />
bandidos, por los que uno podría quedar capturado y retenido para pedir un rescate, a<br />
menos que uno estuviera bajo protección gubernamental, como se evi<strong>de</strong>nciaba por <strong>la</strong><br />
escolta militar.<br />
Pero en sus capacida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> batidores eran excelentes muchachos, duros y alegres<br />
guardianes y buenos <strong>de</strong>portistas.<br />
Los perros <strong>de</strong> ese país eran una atracción especial <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cuadro. Eran entrenados para<br />
atacar a los extraños, con <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> prevenir el robo <strong>de</strong> ovejas. Si uno veía un rebaño <strong>de</strong><br />
ovejas pastando en <strong>la</strong>s colinas, <strong>de</strong>bía tener mucho cuidado con él, porque cada rebaño era<br />
guardado por tres o cuatro perros.<br />
Estos rufianes podrían <strong>de</strong>scansar mientras <strong>la</strong>s ovejas pastaban, pero si un hombre extraño<br />
apareciera en escena, el perro que estuviera más cerca iría tras él, l<strong>la</strong>mando a los otros al<br />
ataque, y no estarían contentos hasta que el hombre fuera <strong>de</strong>rribado.<br />
Había leyes estrictas para los que mataran a los perros, aún en <strong>de</strong>fensa propia, y había penas<br />
muy duras para los que lo hicieran, pero te estaba permitido herirlos con armas b<strong>la</strong>ncas si<br />
llegaban tan cerca que los pudieras alcanzar.<br />
Cuando tocamos tierra, tomamos a algunos <strong>de</strong> <strong>la</strong> tripu<strong>la</strong>ción para que hicieran <strong>de</strong> batidores,<br />
y los armamos con garrochas, que servían lo mismo como varas para batir que como <strong>la</strong>nzas<br />
para <strong>la</strong> <strong>de</strong>fensa contra <strong>de</strong> los perros.<br />
Un <strong>de</strong>portista muy conocido, oriundo <strong>de</strong> Essex, que había estado cazando en Albania, me<br />
dijo que una vez había sufrido el ataque <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> estos perros, y en <strong>de</strong>fensa propia lo<br />
mató.<br />
Entonces, recordando <strong>la</strong> ley, rápidamente se puso a trabajar para enterrar al perro antes <strong>de</strong><br />
que nadie lo pudiera ver.<br />
Pero justo cuando estaba en medio <strong>de</strong> esta operación ¡el dueño <strong>de</strong>l perro se presentó ante<br />
él!.<br />
“¡Dios mío!” le dije: “¿y qué hiciste entonces?”.<br />
“Oh, no había nada más que hacer. Lo enterré a él también”.<br />
En Malta<br />
Se menciona en un libro sobre cacería en el Mediterráneo, que he conseguido una bolsa<br />
récord <strong>de</strong> chochas-perdices (becadas) en Malta. He ol<strong>vida</strong>do qué era lo que se mencionaba<br />
en ese récord, pero no pudo haber sido muy gran<strong>de</strong>, puesto que, por lo que recuerdo, nunca<br />
obtuve más <strong>de</strong> media docena por temporada.<br />
Cuando <strong>la</strong>s perdices llegaron <strong>de</strong> su migración anual, favorecieron los huertos <strong>de</strong> naranjas<br />
pertenecientes al pa<strong>la</strong>cio <strong>de</strong> campo <strong>de</strong>l Gobernador, en Verda<strong>la</strong>.<br />
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