Lola Figueira. Regreso a Vadinia (ejemplo).pdf - Luarna

incubando. Si te ataca, irá directamente hacia tus ojos. Envuelve los huevos
entre musgo y hojas y mételos en tu bolsa.
—Vale, —contestó Laro—, pero antes, creo que nos merecemos un
sabroso huevo. Empiezo a tener hambre.
Al cabo de un instante comenzaron a distinguir las voces de tres o cuatro
personas. Xana y Laro se escondieron rápidamente detrás de unos arbustos
y contuvieron la respiración. Entre las ramas, Xana pudo distinguir a una
de las mujeres vacceas que había sufrido la misma suerte que ella y que
había sido desposada con Viroginio, uno de los mejores guerreros de la
aldea vecina.
Xana salió de su escondite.
—¡Deva! —gritó—. ¿Qué ocurre? ¿Hacia dónde os dirigís?
—¡Xana, por todos los dioses! ¡Qué susto nos has dado! Veníamos a
buscarte. Sela, la mujer de Asón, está de parto. Tiene dolores desde hace
dos días. El hermano de Suano está muy abatido; teme por la vida de su
mujer y su hijo. No sabemos qué hacer. Las ancianas del poblado han
probado de todo. Incluso han sangrado sus venas, pero Sela cada vez está
más débil. Quizá tú puedas ayudarnos —imploró Deva.
Xana dudó un instante. Si iba a atender a Sela no podría regresar a su
aldea esa misma noche, pero no podía abandonarla en esas circunstancias.
Decidió ir. El pequeño grupo tomó con rapidez el camino que conducía
al castro, situado entre dos farallones de roca. La senda, cada vez más
empinada, discurría entre los umbrosos bosques de haya. Si no se conocía
el camino, resultaba casi imposible encontrar el poblado.
A Laro el trayecto se le hizo interminable; estaba pendiente de los ruidos
de los animales que salían en busca de comida. Se sentía muy inseguro y
pensaba que cuando fuera guerrero pasaría mucho miedo por los bosques.
Casi había oscurecido cuando llegaron a la aldea; rápidamente se dirigieron
a la choza de Asón.
Sela se encontraba tumbada sobre el jergón, en el suelo de la cabaña.
Ejemplo de lectura
Sudaba copiosamente; se veía que estaba al borde de la extenuación. Varias
mujeres de la aldea la rodeaban, intentando ayudar a la parturienta. Cuando
entró Xana, respiraron con cierto alivio.