Lola Figueira. Regreso a Vadinia (ejemplo).pdf - Luarna
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el muérdago, recogido de las ramas de los robles añejos, tonificaba el<br />
cuerpo, curaba las heridas, ayudaba a las mujeres a concebir, protegía de<br />
las tormentas y los rayos, y, si era recogido en el solsticio de verano, podía<br />
incluso volver invisible a quien lo consumiese.<br />
Pero Xana sabía que el muérdago tenía además otra cualidad desconocida<br />
por todos: cuando ya no podía mantener por más tiempo la frialdad a la que<br />
tenía acostumbrado a Suano y necesitaba sentir sus brazos alrededor de su<br />
cuerpo, le daba un bebedizo de muérdago y savia de abedul. Durante esa<br />
noche el contacto entre los dos era suave y apasionado a la vez. Exploraban<br />
sus cuerpos hasta rozar el vértigo, sin reservas, sin reproches.<br />
A la mañana siguiente volvía a castigar a su hombre: escondía su pelo<br />
con un gesto altivo y distante, mientras Suano, aturdido, sin entender nada,<br />
abandonaba la aldea montado en su asturcón. Jinete y caballo, agotados por<br />
la cabalgada, acababan sumergidos en las frías aguas del Astura.<br />
Xana y Laro llegaron a su aldea hacia el mediodía. Los cazadores ya<br />
habían regresado y estaban repartiendo la carne de los animales cazados<br />
entre las cabañas de la aldea, para que todos los habitantes pudieran<br />
alimentarse. Suano salió al encuentro de su mujer e hijo.<br />
—¿Dónde os habíais metido? Me han dicho que se os vio salir de la<br />
aldea ayer de madrugada. Ya estábamos preparando los caballos para ir a<br />
buscaros —dijo Suano muy serio. Sin embargo Xana notaba que se sentía<br />
aliviado al verles de nuevo.<br />
—Tu hermano Asón acaba de ser padre. Te envía sus respetos<br />
—respondió Xana.<br />
Mientras Laro mostraba a su padre el venablo para cazar jabalíes que<br />
le había regalado su tío Asón, Xana sacó cuidadosamente de su bolsa<br />
de cuero las hierbas y las cortezas recogidas el día anterior. También<br />
comprobó que la bolsa de Laro estaba inservible: con tanto ajetreo ninguno<br />
de los huevos de urogallo había llegado entero.<br />
Los cazadores habían conseguido varias liebres, un jabalí y un enorme<br />
Ejemplo de lectura<br />
venado que pesaba como dos hombres. Los impresionantes cuernos del<br />
animal se entregaban al cazador que más se había acercado a la presa<br />
en algún momento de la cacería, pues era una demostración de valentía