Llegó la Navidad a la Universidad - Universidad Pontificia Bolivariana

Esta fraternidad hemos de entenderla en el sentido en que
el Papa Benedicto XVI lo ha expresado con sus escritos, al
preguntarse: “¿Cuál es el fundamento de la fraternidad
cristiana? A medida que Jesús anuncia el Reino de Dios y
es acogido por los hombres a través de la conversión y la
fe, se va formando una nueva familia en su entorno (Cf.
Mc3,31–35;10,29-30). A diferencia de la fraternidad según
la Ilustración y el Estoicismo, que se basa en la naturaleza,
la fraternidad cristiana tiene por fundamento la fe en Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es ante todo el Padre
de Jesús; y es también nuestro Padre en la medida que somos
adoptados como hijos en el Hijo y por el Espíritu Santo
podemos invocarlo con corazón filial como nuestro “Abba”
(Cf. Rm8;14,4–7; Ga4,4–7).
Si se quiere que la fraternidad cristiana en cuanto tal alcance
su plenitud, tiene que incluir entonces un conocimiento más
profundo de la paternidad de Dios y una mayor vivencia de
la unión con Cristo Jesús mediante la gracia”. “La fraternidad
cristiana se basa profunda y definitivamente en la fe que
nos asegura que somos realmente hijos del Padre del cielo y
hermanos unos de otros. Tal convicción nos exige ser cada
vez mucho más conscientes de la dimensión social de la fe
de lo que ha sido hasta el momento presente”. Por eso, el
Papa Benedicto pone el acento en la Eucaristía, que debe ser
la fuente de la fraternidad cristiana, y por lo tanto, el ‘sacramento
de la fraternidad’ que debe celebrarse concretamente
“como culto fraterno”, y en la universidad, centro de la
vivencia comunitaria de fraternidad cristiana, como elementos
esenciales de una pastoral de la fraternidad, que edifique
“la unión de los cristianos en el único Cuerpo del Señor”, que
es la Iglesia. No hay duda de que “la Iglesia que Cristo fundó
y la Iglesia que Dios quiere” hoy, tiene que vivir la fraternidad:
el presente y el futuro de ella pasan necesariamente
por la fraternidad, para que se construya la PAZ.
Iniciamos, como ya se dijo, la Segunda fase de la Primera
etapa, cuyo eje es la “SENSIBILIZACIÓN AL VALOR DE LA FRA-
TERNIDAD” expresada como SOLIDARIDAD (2007), JUSTICIA
(2008) y CONVIVENCIA (2009). El momento que vivimos es
apremiante y se hace necesario poner todo nuestro empeño
en esta causa que es la misma causa del Reino de Dios
anunciado por Jesucristo a quien desde el bautismo ha sido
consagrada toda nuestra existencia. Se trata de responder
desde el Evangelio al problema fundamental de una Evangelización
que en muchos años no ha respondido a los desafíos
de la injusticia y pobreza que vive nuestro pueblo, mediante
acciones significativas capaces de calar hondo en la conciencia
de la gente y de despertar en todos nosotros como
miembros del Pueblo de Dios, la sensibilidad al valor de la SO-
LIDARIDAD que se hace presencia, reconocimiento del otro,
servicio y autogestión desde los más necesitados. Acciones
significativas de JUSTICIA que revelen la igual dignidad de la
persona humana y se manifiestan en una conciencia sensible
a la vivencia de los derechos fundamentales de todo ser
humano a partir del derecho a la vida. Acciones significativas
de CONVIVENCIA fraterna, pacífica y armónica, como fruto
de la vivencia de la solidaridad y la justicia, que se concreta
en relaciones de igualdad y respeto, a través del diálogo y la
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